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Una modernidad. cruel JEAN FRANCO ran Franco (Inglaterra, 1924) es profesora emérila en literatura comparada dé América Latina ed Ja Universidad de Columbia y se ‘considera una de las pioneras en este campo. Ha dedicado su carrera al estudio de la cul- tura y la politica latinoamericanas desde finales de 1960. Debido a su prolifica activi- dad, ha sido premiada por los gobiernos de México, Chile y Venezuela y por asociaciones, relacionadas con los studies latinoameri- canoes, con premios como el Postsecondary Education Network-international (PEN-1) y el Carlos Monsivdis. Su mas reciente trabajo, Ensayos impertinentes (2013), es una critica al discurso patriarcal, hegem6nico y euro- centrista. Jean Franco és ut referente de los estudios latinoamericanos actuales que van desde Ia literatura basta la. politica con una postura ideoldgica bien definida. Entre Sus obras més sobresalientes se encuentran An Introduction to Latin American Literature (1969), Spanish American Literature since Independence (1973), Plotting Women. Gen- der and Representation in Mexico (1989), Marcando diferencias. Cruzando fronteras (1996) y The Decline and Fail of the Letlered City: Latin America in the Cold War (2002). | | | | / | | Una modernidad cruel ues rv Secci6n de Obras de Sociologia ° zZ < & 2 5 < s é 5 Ro > Traduccién, Una modernidad Jean Franco cruel ¢ . Qi f OB | / t 1 i i } i | Primera edicién en inglés, 2013 Primera edicién en espafiol, 2016 Branco, Jean ‘Una modernidad cruel / Jean Franco ; trad. de Victor Altamirano. — México : FCE, 2016 392 p.:ilus, ;21 x 14 cm —- (Seecién de Obras de Sociologia) ‘Titulo original: Crue! Modernity ISBN: 978-607-16-3705-5 1. Vielencia —~ América Latina — Siglo XX-XX1 2. Crueldad — Aspec- tos sociales — América Latina 3, América Latina — Politica y gobierno — Siglo XX-XXI 4, Sociologia I Altamirano, Victor, ts. Il Ser. IIL t LCF Dewey 303.6 F569 Distribucién mundial ‘Disefio de portada: Teresa Guzman Romero Titulo original: Cruel Modernity © 2013, Duke University Press D,R, © 2016, Fondo de Cultura Econémica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México www fondodeculturaeconomica.com Comentarios: editorial@fondodeculturseconomica.com ‘Tel. ($5) 5227-4672 Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin Ia anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-607-16-3705-5 Impreso en México » Printed in Mexico iene ae paris Agradecimientos Introduccién Extrafios a la modernidad Razén de Estado Masculinidad extrema Verdades dudosas I. El “incidente insignificante” y sus consecuencias IL Extratios a la modernidad Comerse al enemigo Apartheid virtual: la forma peruana ILL. Violar a los muertos Una violacién genocida Placer demoniaco: la escena peruana IV. Asesinos, torturadores, sddicos y colaboradores La historia del torturador Volverse cruel Colaboradores V. Justicia revolucionaria El enemigo (femenino) interior Cuidado con la ironia El rio de sangre VI. Una supervivencia cruel La ejecucién como alegoria Indice 43 71 75 86 113 117 123 135 142 154 163 170 172 181 187 212 214 i | | La Llorona Una muerte prolongada VIL. Almas torturadas VIIL Las artes espectrales Los condenados Lo real del desierto Vision parcial IX. Apocalipsis ahora Ciudad Judrez. Espejo del futuro? El hombre sin cabeza La ciudad del crimen Delo local a lo global Epilogo. Una modernidad hipécrita Bibliografia Indice analitico 225 233 239 264 + 277 281 284 292 296 308 314 317 335 341 367 Agradecimientos \ La ensefianza prucba tus.ideas como nada mds, pues pone a tu disposicién un sonoro consejo de ¢ legas y estudiantes; cuando uno esta jubilado no cuenta con este sonoro consejo, razon por Ja que propuse la idea de Una modernidad cruel a un grupo de colegas y amigos en la New York University, entre ellos Sybille Fischer, Ana Dopico, Mary Louise Pratt y Gabriela Nouzeilles, a quienes doy las gracias. Agradezco a Patrick Deere por su ayuda técnica, que fue sumamente necesaria debido a mi deplorable acercamiento ludita a Jas mdquinas. Agradezco a Ruth Forma- nek sus generosos comentarios sobre fotografia, a Diamela Eltit y Catalina Parra sus invaluables sugerencias sobre Chile, y a Marta Lamas su informacién sobre los feminicidios en México. Este libro tiene una gran deuda con la obra de Heana Rodriguez y Maria Saldaiia, asi como e! apoyo de Ed Cohen, quien me ayu- d6 a conservar Ja cordura. Agradezco también a Christi Stanfor- th, mi editora, y a April Ledig, quien estuvo a cargo del disefio y Ja formacién, , Tengo una deuda especial de gratitud con Cristina Camille Perez Jiménez, quien me ayudé a preparar el manuscrito para su publicacién, y con Ja Mellon Foundation por el apoyo financiero que me proporcioné para completarlo.__, ' t i i i 4 Introduccién ‘No solo los gobiernos, incluidas las democracias, que 1 utilizan la “tortura y la atrocidad | por tazones muy diferentes desde la ex- tfacciGt de informacin hasta Ja supresién de disidentes y gru- pos de’ otras etnias—...ylos.grupos criminales, en especial los carteles de las drogas, que utilizan cuerpos mutilados como ad- vertencias, practican la crueldad, una palabra que sugiere la in- de‘las caricaturas, los videojuegos, | rsiones mediiticas del He us ‘Basterds [Bastardos sin gloria], en que la crueldad ex- trema se usa con fines cémicos, cuando un comando judio en la Alemania nazi compite con la ss en el horror de sus actos y arranca el cuero cabelludo a sus prisioneros. Tarantino se jacté de que los “tabties estén hechos para romperse”; sin embargo, cuando se rompe el tabi contra el dafio a los otros desaparecen los limites, desaparece el pacto social. La novela de Jonathan Lit- tell Las benévolas dedica varios cientos de paginas a actos de crueldad, mientras el protagonista, un oficial nazi, recibe al lec- tor como su hermano, como alguien que, de haberse encontrado en sus circunstancias, hubiera actuado de la misma manera. En_ incontables peliculas, comics y novelas la de la devastacién postap ‘Caliptica no nos devuelve a estados py la violen- cia era Ta hi herramienta necesaria ‘para Ja super INTRODUCCION menes infam: ficcionalizan rapidamente o se adaptan al cine. Tas jovénes asesinadas en Ciudad Juarez apenas habian sido en- terradas cuando se estrend la pelicula Bordertown [Verdades que matan], que vulgariza de manera nauseabunda los asesina- tos. Las peliculas dedicadas al Holocausto como The Boy with the Striped Pajamas [El nifio con la pijama de rayas], The Pianist {El pianista] y Ihe Reader [Una pasion secreta] vuelven a los enemigos hermanos —el nazi y el judio, el oficial aleman que ama la musica y el musico judio, una antigua policia de un campo de concentracién y un adolescente— en una reconciliacién fabrica- da. Nila crueldad ni su explotacién son algo nuevo, pero el levan- tamiento del tabit, la aceptacion y la justificacién de la crueldad, asi como las razones detras de actos crueles se han convertido en una caracteristica dela. modernidad. Si bien este libro se centra en América Latina, no busca su- gerir que la cru eldad sdlo se practique alli; por el contrario, exa- mina las condiciones en.que se convirtié en un instrumento para ejércitos, gobiernos y grupos ilegales, y la manera en qué, estas condiciones. pueden.diferix. de los casos europeos, que suelen discutirse mds ampliamente. ;Por qué.en América Latina a las piesiones de la modernizacién y el encanto de la modernidad llevan alos Estados meter asesinatos? La ansiedad causada porla modernidad, definida y representada por América del Nor- te y Europa, con demasiada frecuencia puso a los gobiernos en una via répida que circunvalé los arduos caminos de Ja toma de- mocratica de decisiones, a la vez que margind | ‘a los pueblos in- digenas y a los negros. Los estados de excépcidn’y de sitio’ no solo justificaron las supresiones de grupos que se consideraban subversivos 0 extraiios a la modernidad, sino que crearon un ambiente en que la crueldad se permitia en noitibré del es de ‘seguridad. Aunque recientemente la democratizacién ha vuelto moderados a Estados que previamente efan autoritarios, el ai auge del narcotrafico créado zonas en las que se puede d impunémenie. Al escribir sobre el ‘As€sinato de cientos de mujétes en Ciudad Juarez, Rita Laura Se- gato argumenta que alli como en el Holocausto “las condiciones histéricas que nos transforman en monstruos o cémplices de los 12 i INTRODUCCION monstruos nos acechan a todos”.’ A lo anterior es necesario afia- dir otro factor presente en América Latina, donde la “guerra contra el comunismo” Ilevé a asesores estadunidenses que se mantuvieron distantes de las atrocidades cometidas en el cam- po, a la vez que proporcionaban una justificacién para ellas, las armas y el entrenamiento.__; \ Fue necesaria la muerte de millones durante la primera Gue- rra Mundial y el Holocausto para traer a colacién el problema def mal en relacién con sucesos particulares. Ante el hecho de que la Gran Guerra fue tan sangrienta e incluso mas destructi- va que las guerras anteriores debido a la alta tecnificacién del armamento, Sigmund Freud se preguntaba en 1915 cémo era posible que “las grandes naciones de raza blanca, sefioras del mundo, a las que ha correspondido la direccién de la Humani- dad, a las que se sabia al cuidado de los intereses mundiales’, pudieran resultar involucradas en tal devastacién.? El “cosmo- polita civilizado” se encuentra en caos, pues la guerra pareciera haber revertido el desarrollo humano. “Pareciera que, ya que to- mamos a un gran ntimero, incluso millones de personas, todas las adquisiciones morales de los individuos desaparecieran, y solo se conservaran las actitudes fisicas mas primitivas, las mas viejas y brutales”> su obra, como cualquier ciencia, es un tipo ae i silogiecy yargu- ye que “no tiene sentido ef deseo de eliminar las tendencias agresivas de la humanidad’, aunque éstas pueden desviarse.‘ Si bien estos ensayos, se escribieron en épocas muy distintas, so un documento claro de su creencia tambaleante én tina Europa “Rita Laura Segato, “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Judrez. Territorio, soberania y crimenes de Segundo Estado’, Debate Peminista, nim. 37, abril de 2008, p. 98. 2 Sigmund Freud, “Timely Reflections on War and Death’, en On Murder, Mourning and Melancholia, trad. de Shaun Whiteside, Penguin, Londres, 2005, p. 170 ["Conside- raciones de actualidad sobre la guerra y la muerte’ en El malestar de la cultura y otros ensayos, trad. de Ramén Rey Ardid y Luis Lopez-Ballesteros y de Torres, Alianza, Ma- arid, p. 101]. * Tbid., p. 182. 4 Sigmund Freud, “Why War?”, en op. cif. pp. 221-222. INTRODUCCION civilizada en la.que las personas formaran-comunidades mutua- mente benéficas. Entre estos dos ensayos dedicados a la guerra Freud escribié EI malestar en la cultura, en el que se vio obligado a recofiocer la agresién como “una disposi¢ién instintiva innata y auténoma del ser humano” que “constituye el mayor obstaculo con que tropieza la cultura’.® Reconocié que por mucho tiempo se habia mostrado reacio a dedicarse a esta agresidn no erotica;* mientras que la obra de Eros une_alos hombres en una comuni- dad, Ia agresién 2 amenaza este vinculo, aunque, en el mejor de los Ca808, la controla el supery6, que vigila al individuo “como una-guarnicién militar en 1a citidad ‘conquistada’” Alo largo de su escritura, Ereud.in een la comunidad como un i logro y en Ja culpa como.su instrument, El asesinato del padre en T6- fem y tabti consolida, mediante la culpa compartida, la hermandad masculina, a la vez que funda la comunidad sobre la prohibicién. Sin embargo, gqué sucede cuando la conciencia no repudia la cruefdad, cuando el superyé no 5 logra e entrar en accién y la her- mandad masculina no sienté culpa, sino. que celebra su vinculo a través de algtin acto inifaine de sacrificio? Después del golpe de Estado de Pinochet en Chile, en 1973, el ejércifo y yla policia in- mediatamente se lanzaron sobre hombres y mujeres desarma- dos y ejecutaron a cientos-de ellos, consdlidando asi su lealtad mutua y hacia el nuevo régimen. Para Derrida, es la oscura palabra crueldad la que condensa todo el equ{voco. {Qué quiere decir cruel? ;Disponemos, disponia Freud, de un concepto riguroso dé esta crueldad del que tanto hablé, como Nietzsche (se trate de la pulsién de muerte, de agresién 0 de sadis- mo,.etcétera)? ;Doénde comienza y ‘d6ride termina‘la crueldad? aUna ética, un derecho, uiia politica pueden ponerle fi ‘fing ~ 5 Sigmund Ereud, Civilization and its Discontents, trad. de James Strachey, W. W. Norton, Nueva York, 1961, p. 81 [El malestar en la cultura, trad. de Luis Lopez-Balles- teros, Colofén, Madrid, 2001, p. 112]. “Ibid, p. 79 (ibid. p. 111]. 7 Ibid., p. 84 [ibid., p. 115]. * Jacques Derrida, “Psychoanalysis Searches the States of the Soul. ‘ihe Impossible Beyond ofa Sovercign Cruelty en Jacques Derrida, Without Alibi, trad. de Peggy Kamu, 14 i i i INTRODUCCIGN | Plantear tales preguntas resulta necesario, pero continuamen- tela perspectiva europea reduce el cuestionamiento al centrarse en un suceso, el Holocausto, como el nec plus ultra. Hannah Arendt describié el Holocausto como una manifestacién del mal radical que ya no se puede entender y explicar mediante “los motivos malignos del interés propio, la sordidez, el resentitniento, el an- sia de poder y la cobardia. Por eso la ira no puede vengar; el amor no puede soportar; la amistad no puede perdonar”® Ya que el Holocausto suele presentarse como un evento tinico en su horror, otros ambientes en que se ha practicado la crueldad no reciben tanta atencién. Los campos de concentracién horrori- zan porque son cl lugar en que se promulgé la crueldad extre- ma, donde los humanos se redujeron a muertos vivientes en una de las naciones industriales mas avanzadas del mundo. Debido al grado de desarrollo de Alemania, el quiebre del vinculo entre civilizacién y progreso se impuso de modo dramatico al publico global al exponerse el primitive barbarismo de los campos al mundo cuando terminé la segunda Guerra Mundial. Fue enton- ces cuando las personas se vieron forzadas a preguntarse “c ‘como serfa mds honesto y, sobre todo, mas util indagar atentamente acerca de los procedimientos juridicos y los dispositivos politicos que hicieron posible llegar a privar completamente de sus dere- chos y prerrogativas a unos seres humanos, hasta el punto de que el realizar cualquier tipo de accién contra ellos ya no se considera- ra como un delito.”” Stanford University Press, Stanford, 2002, pp. 262-263 [Estados de dnimo del psicoané- lisis, Présentacidni a los éstados generales del psicoandlisis. Lo imposible mds alld de la sobétana crueldad, trad. de Virginia Gallo, Paidés, Buenos Aires, 2001, p. 52]. | °Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism, Harcourt Brace Jovanovich, Nue- va York, 1979, p. 459 {Las origenes del totalitarismo, trad. de Guillermo Solana, Alianza, Madrid, 2014, p. 615]. % Giorgio Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, I, trad. y notas de Antonio Gimeno Cuspinera, Pre-Textos, Valencia, 2006, p. 218. , INTRODUCCION ; Tanto Arendt como Agamben se muestran prestos a aseve- rar no sdlo el cardcter Gnico de los campos de concentracién sino también el hecho de que son un ejemplo de desarrollos uni- versales. Arendt, por ejemplo, sefiala que la destruccién del indi- viduo en los campos reflejaba “la experiencia que las masas mo- dernas tienen de su superfluidad en una tierra superpoblada”" Agamben aumenta enormemente esta aseveracién global. A par- tit del térmiitio de Foucault biopolitica (Ja administracién de po- blaciones y el control de sus cuerpos mediante la microadminis- abilidad), argumenta que los campos de mo ei que’ tapolitica ‘sé Convier- ¢ la vida imisma-se ubica en el . Por consiguiente, “él iiacimiento del campo de concentracién en nuestro tiempo aparece, pues, en esta perspectiva, como un acontecimiento que marca de ma- nera decisiva el propio espacio politico de la modernidad”.” Sin embargo, pasa por alto el hecho de que “el espacio politico de la modernidad” puede tomar diversas formas. Achille Mbembe, ite ensayo “Necropolitics” [“Necropolitica”|, afirma ento del nacimiento del terror moderno debe fomar én cuenta la esclavitud, que puede considerarse como uno de los priitieros ejemplos de experimentacién biepolitica’® Mas adelante asevera que con el Estado de apartheid surge una acidii de terror particular que combina “lo disciplinario, lo biopolitico y Io necropolitico” El ensayo de Mbembe deja claro que las formaciones de terror adquieren caracteristicas particula- res de acuerdo con sus historias y formas de opresién regionales, , La consideracién del ejercicio de la crueldad en América La- tina trasplanta el debaté a tin terreno diferente y complejo que vincula la Conquista con él feminicidio, la guerra contra éI'co- nocidio, y el neoliberalismo con la viol \." Hannah Arendt, ‘The Origins..., op. cit., p. 457 [Los orlgenes..., op. cit, p. 613]. ” Giorgio Agamben, Homo Sacer..., op. cit, p. 223. ® Achille Mbembe, “Necropolitics’, trad. de Libby Meintjes, Public Culture, vol. 15, nea 1, invierno de 2003, pp. 11-40 [Necropoitica, trad, y ed, de Elisabeth Faloinic Ar- chambault, Melusina, Tenerife, 2011, pp. 17-52]. 4 Ibid, pp. 26-27 [ibid. p. 46]. ermine ENTRODUCCION casual sin limites. Aquello que vuelve tinico al caso latinoameri- can ‘omo argumenta Enrique Dussel, que la Conquista es- panola dé América fie un suceso que inauguré la modernidad, otorgando Europa una ventaja sobre los mundos musulman, indio y chino. “Para la modernidad, el bérbaro.esté en falta por oponerse al proceso 0 civilizatorio, y la modernidad, ostensiblemen- te inocente, parece emancipar la falta de sus propias victimas”* Esto es lo que Dussel describe como “el curso ambiguo [de la mo- dernizacion] mediante la promocién de una racionalidad que se opone a las explicaciones primitivas, miticas, aun cuando prepa- ya un mito para ocultar su violencia sacrificial hacia el otro”!” El segundo paradigma de Dussel es fa racionalizacién inau- gurada enla Europa dei siglo xvi, ala que considera una ‘mane- ra de administrar un sistema mundial mediante la simplificacién de su coniplejidad. No obstante, me gustaria poner énfasis en el hecho de que esto no implica que las dos modernidades ocurran en, una sucesién estricta. Por el contrario, la mentalidad y la practica de la conquista se extienden hasta bien entrado el siglo xx, Hasta hace muy poco tiempo muchas areas de América La- tinase habian iiiantenids libres dé restricciones legales bre el maltrato de pueblos origitiales’y de los descendientes de esclavos; en Areas remotas, como el desierto argentino en el siglo x1x 0 las plantaciones de caucho en el Amazonas a principios del siglo xx, donde el barén Arana, que era un ladron, se refirié al trato de la mano de obra esclava como conquestacién, no hubo ninguna protesta internacional contra el maltrato de los pueblos nativos."* , \ Como si la Conquista aun estuviera en curso, las fuerzas es- peciales del ejército guatemialtéce se_apropiaron ¢l nombre kai- * Enrique Dussel, The Invention of the Americas. Eclipse of “the Other” and the Myth of Modernity, trad. de Micheal D. Barber, Continuum, Nueva York, 1995, p. 12 [1492: el encubrimiento del otro. Hacia el origen del “mito de la Modernidad’, Antropos, Bo- gota, 1992]. 6 Ibid, p. 137. ” Ibid, p. 48. 8 Michael Taussig, Shamanism, Colonialism and the Wild Man. A Study in Terror and Healing, University of Chicago Press, Chicago, 1986, p. 28 [Chamanismo, colonia- lismno y el hombre salvaje. Un estudio sobre el terror y la cttracién, 2" ed. trad. de Maria- na Saavedra, Editorial Universidad del Cauca, Bogota, 2012, p. 28]. W INTRODUCCION biles, tomado del jefe indigena que peled contra el conquistador Pédro de Alvarado, adquiriendo asi el valor de los pueblos indi- genas mientras cometian las atrocidades que se atribuyen a los conquistadores. La atrocidad ha cambiado poco desde el siglo xv Ea descripcién que hace Las Casas de indigerias a los que se taban y / perecian’—” tiene un parecido siniestro con reportes de las rriasacres documentadas en el informe guatemalteco de la Comisién para el Esclarecimiento Histérico (cet), Memoria del silencio. En el prdlogo de ese informe los miembros expresaron la “tristeza y dolor” de escuchar la evidencia de los actos de bar- barismo extremo.”” E] segundo paradigma de modernidad de Dussel, ia racio- nalizacién y simplificacidri de las relaciones econémicas globa- les, se buscé como una meta para América Latina a lo largo del siglo xx mediante una variedad de proyectos, de los que el. mas importante fue el desarrollismo.” Durante la hegemonia de los Estados Unidos la meta del desarrollismo era eliminar la oposi- cién al siste guerrilleros de las décadas de 1960 y 1970 lo desafiaron, el ejérct- | mundial. Cuando los ii6Vimientog insurgentes y 10, » que ya era poderoso, tomé el control de lo que Hamé la “gue- } fra contra el comunismo’, recurrié al terror extremo, y cubrié : por completo lat represion slo de los militantes sind tamibién de sus supuestos partidarios. Aunque las medidas represoras fingian sofisticacién, la picana eléctrica y los cables con cargas eléctricas fueron los tinicos instrumentos modernos. Ejecucio- nes y entierros simulados, repetidas golpizas, colgarlos de tal forma que los pies apenas toquen el piso, el “submarino’, son to- Bartolomé de Las Casas, A Short Account of the Destruction of the Indies, tead. de Nigel Griffin, Penguin, Nueva York, 1999, p. 70 [Brevisima relacién de la destrucctin de las Indias, 3* ed., de Isacio Pérez Fernandez, Tecnos, Madrid, 2008). ® Guatemala. Memoria del silencio, informe de la can, Guatemala, vol. 1, 1999, pp. 16-17, 2 Para mayor informacién sobre el desarrollismo, véase Arturo Escobat, Encounter ing Development. ‘The Making and Unmaking of the Third World, Princeton University Press, Princeton, 1995 [La invencién del desarrollo, rad. de Diana Ochoa, Editorial Universidad del Cauca, Bogoté, 2013}. : : : | INTRODUCCION das practicas antiquisimas. Jacobo Timerman, una de las prime- ras victimas del ejército argentino, vio a través del espectaculo y sefalé que los torturadores intentaban crear otra imagen, una mis sofisticada, de los lugares de tortura, como si asi elevaran su actividad a un estatus mayor. El ejército alenté la fantasia; Ja nocién de lugares importantes, de métodos y técnicas originales, de equipo novedoso, les permite presentar un toque de distincién y legitimidad al mundo.” La modernizacién de la tortura le parecia ridicula: — esa conversién de lugares sucios, oscuros y grises en un mundo de a spontinea y “belleza” institucional es uno de los pla- intes de los torturadores. Es como si se sintieran amos de la fuerza necesaria para cambiar la realidad, y los ubicara nuevamente en un mundo de omnipotencia, Esa omnipotencia sienten, a su vez, que les garantiza impunidad: un sentido de in- munidad al dolor, a la culpa y al desbalance emocional.”* muy poco, si con un suceso de lo mas oe aignente la masacre de color 0s ne- gros en la frontera ‘de la Republica Dominicana bajo érdenes del , €n un intento por crear una divisién absoluta mn negra de Haiti y la poblacién “blanca” de Re- publica Domit cana. Ese capitulo presenta varios de los temas recurrentes del libro: gee deshumanizacién, ‘de k 2 Jacobo Timerman, Prisoner without a Name, Cell without a Number, trad. de “Toby Talbot, University of Wisconsin Press, Madison, 2002, p. 39. ® Ibid., pp. 39-40. INTRODUCCION . EXTRANOS A LA MODERNIDAD q En Guatemala y Pert la mayor cantidad de victimas en las gue- rras civilés de la década de’1980 fueron indigenas, a’quienés se consideraba.“extrafios ala modernidad”: Foucault habia aseve- rado, en su definicién ‘de biopoder—— Oe El racismo vaa desarrollarse, en primer lugar, con la colonizacién, e deci, con el genocidio colonizador. Cuando haya que matar gen- te, matar poblaciones, matar civilizaciones, ;c6mo sera posible ha- cerlo en caso de funcionar en la modalidad dél biopoder? A través de los temas del evolucionismo, gracias a un racismo,”* , \ No, obstante,.en América Latina.el racismo precedio al evo- ludignismo; se inoculé con la Ci que dejé-ima herencia de culpa yrsobre todo, el miedo continuo de que los antiguos digses regresaran. Y sin duda lo hicieron: en Bolivia ‘durante la insurreccién Ratdrista; en las guerras de castas de Yucatan en el siglo x1x y en los cientos de levantamientos indigenas en Pert, el mds grande de ellos dirigido por José Gabriel Condorcanqui, quien tomé él nombre de Ttipac Amaru II.” En los territorios fronterizos las personas vivian con el miedo perenne de que hu- iera un ataque indigena. Los afamados parrafos con que inicia Facundo, 0 Civilizacién y barbarie de Domingo Faustino Sar- miento describen una caravana de viajeros en las pampas argen- tinas que oye aterrorizada el viento en la hierba y observa la os- curidad, “en busca de los bultos siniestros de la horda salvaje que puede, de un momento a otro, sorprenderla desapercibida’.* 4 Michel Foucault, “Society must be Defended” Lectures at the Collége de France, 1975-1976, trad-de David Macey, Picador, Nueva Yorks p. 257 {Defender Ia sociedad. Curso en el Collage de France (1975-1976), Asad. de Horacio Pons, Fondo de Cultura Econémica, Buenos Aires, 2001, p. 232). | 35 Para imayGt informacién sobre fas rebeliones indigenas de los Andes, véase Al- berto Flores Galindo, Buscando un inca. Identidad y utopia en los Andes, 4* ed., Hori- zontes, Lima, 1994, % Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Giiltzacion 'y barbarie, 2: ed., Bibliote- ca Ayacucho, Caracas, 1985, p. 23. 20 sessment 4 : poems nsnntnnmannrnnnanine INTRODUCCION Guerras de exterminio como la “conquista del desierto” argenti- na y-elimpulso contra los mapuches en Chile se formularon en Para los Se untadores la practica del sacrificio humano habia sido Ja barrera que dividia ala civilizacion de la barbarie, a la modernidad de Ja antigiiedad; sus crénicas de los crueles ac- tos indigenas crearon un miedo recurrente de que la barbarie acechaba en el lado oscuro y podia resurgir como una amenaza al hombre “moderno. En “Huitzilopoxtli”, un cuento de Rubén Darfo, un estadunidense se convierte en la victima sacrificial para el culto del dios azteca durante el caos de la guerra revoluciona- ria, lo que hace que uno de los oficiales de la Revolucion comen- te: “El misterio azteca, o maya, vive en todo mexicano” Este miedo hace acto de presencia en cuentos de Dario, Carlos Fuen- tes, Julio Cortazar, Gustavo Sainz y Carmen Boullosa, y llega a su punto més extremo en el ensayo de Octavio Paz Postdata, es- crito tras la masacre de Tlatelolco en 1968, que buscaba eliminar el desorden en México en la vispera de los Juegos Olimpicos de ese aiio; Paz atribuyé esta atrocidad a la sombra opresora de la piramide azteca,” f Sin embargo, lo que estos miedos al “coraz6n de las tinie- blas” revelan no és sélo un temor a la regresién a ui estado pre- vio, sino también una ansiedad por la modernidad y la angiistia 1 En un pequefio ensayo antobiogréfico que se pronuncié por primera vez como discurso y Juego se'publicé como prefacio a las Obras completas, Neruda comenta que “despugs de 1820 [la i ndencial Jos chilenos se dedicaron a matar indiog con el mismo entusiasm« jos invasores espafoles, Temuco [donde fiadé Neriida]"f fue el tittimo latido de la Araucanfa” (p. 31). Michael Taussig, Shamanism..., op. cit. p. 25; véanse también pp. 27-28. * Este cuento aparece en Raimundo Lida, Letras hispénicas. Estudios, esquemas, Fondo de Cultura Econémica, México, 1981, pp. 301-330. 2 Carlos Fuentes, “Chac Mool’, en Cuentos sobrenaturales, Alfaguara, México, 2007, pp. 9-24; Julio Cortézar, “La noche boca arriba’, en Final del juego, Sudamericana, Bue- nos Aires, 1965, pp. 171-179; Carmen Boullosa, Llanto. Novelas impasibles, Ena, Méxi- co, 1992; Octavio Paz, Postdata. Critica de la pirdmide, en Obras completas, tomo 8: El peregrino en su patria, Fondo de Cultura Econémica, México, 1994; Gustavo Sainz, Fantasmas aztecas. Un pre-texto, Grijalbo, México, 1982. INTRODUCCION de que jos indigenas —en especial en paises como Pert, mala y México, donde constituian un porcentaje impo! ta poblacin— frenaran la modernizacién. Etiquetas como “sub- desarrollado’, “marginal”, “periférico” y “Tercer Mundo” coloca- ron a América Latina en un peldafio inferior en relacién con el mundo desarrollado, que era él pilar del avance de la sol cién, tecnolégica asociada con lo moderno. Volverse. -moderno impli- caba superar el subdesarrollo, soltando el freno de aquellos sec- tores de la poblacion que habian sido estigmatizados como “im- productivos’, “tradicionales” 0, utilizando, un_término acuiiado por Noam Chomsky, “no personas”.*" Por esta.r irgencia de modernizacion traspuso él racismo.a-un tono diferente y ¢ mn- virtié a los indigenas de una fuerza laboral explotada a una masa negativa e indéseable. La doctrina del desarrollismo, ampliamen- te diseminada después de la segunda Guerra Mundial, ponia én- fasis en el individuo independiente y autodeterminado.” En contraposicién, la base de la vida indigena era la comunidad, que para el intelectual modernizador resultaba un anacronismo. Durante las guerras civiles de la década de 1980, el ejército gua- temalteco se enfocd en los indigenas, cuyo exterminio 0 asimila- cién forzada se consideraba esencial para la reparacién concien- zuda del Estado en nombre de la modernizacién.” _, A pesar del activismo indigena en numerosas organizacio- nes, el ejército consideraba a los grupos nativos principalmente obstaculos que habia que eliminar 0 alterar de modo drastico. En palabras de Greg Grandin, el ejército guatemalteco “produjo un andlisis que no entendia el terror como el resultado de la des- composicién del Estado, una falia en las instituciones y Ja moral que garantizan Jos derechos y ofrecen proteccién, sino como un componente de la formacién del Estado, como Ja fundacién del 4. Chomsky lo utilizé en una ponencia dictada en Barnard College el 17 de octubre e201. 3 Marla Josefina Saldafia Portillo, The Revolutionary Imagination in the Americas and the Age of Development, Duke University Press, Durham, 2003, p. 43. 2 Véase Jennifer Schirmer, The Guatemalan Military Project. A. Violence Called De~ mocracy, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1998 [Intimidades del proyecto politico delos militares en Guatemala, Flasco, Guatemala, 1999]. 22 INTRODUCCION plan nacional de gobierno constitucional del ejército”™ En Perd, pensadores sofisticados, por no mencionar a revolucionarios de izquierda, “creian que el mundo andino era radicalmente Otro”® Esta creencia respaldé un imaginario nacional y una practica que se basaban en la segregacién de las masas andinas. Como consecuencia, los proyectos de modernizacién se construyeron sobre la estructura colonial de !a separacién.** Mientras se identificara a la civilizacién con la blancura, no s6lo la cultura representaba un problema: también el color de.la piel. En 1938 el general Trujillo de la Republica Dominicana lle- v6 a cabo una Timpieza ‘dé Hiaitianos negros que se habian esta- blecido alo | largo del rio Dajabén, que marcaba la frontera entre los dos paises, en un intento por aprovecharse del sentimiento nacionalista y definir a la poblacién dominicana como una mas blanca y mas civilizada, Esta masacre, a la que se referian en la como un “incidesite insignifican- una falange de idedlogo’ jones, algo que lev a cabo mediante la creacién del mito def dominicano blanco, espiritual y fisicamen- iano negro. Sin embargo, también provo: resultado melanicélico que se refleja en las novelas que se discu- ten en . el primer capitulo, La crueldad deja marcas perdurables enla -memoria, dé ahi el tema recurrente™ ‘de los libros & ™ Greg Grandin, “The Instruction of a Great Catastrophe. Truth Comissions, Na- tional History, and State Formation in Argentina, Chile, and Guatemala’, American Historical Review, vol. 110, mim. 1, febrero de 2005, § 6. >5 Juan Carlos Ubilluz, Victor Vich y Alexandra Hibbet, Contra el suefio de los jus- tos. La literatura peruana ante la violencia politica, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2009, pp. 29-31. 56 Misha Kokotovic, The Colonial Divide in Peruvian Narrative. Social Conflict and ‘Transculturation, Sussex Academic Press, Brighton, 2007, p. 2. * Richard Lee Turits, Foundation of Despotism: Peasants, the Trujillo Regime, and Modernity in Dominican History, Stanford University Press, Stanford, 2003, p. 165. 23 24 INTRODUCCION dos, las fotografias desvanecidas, los testimonios fragmentados, los cuerpos exhumados y la cosecha de huesos.* RAZON DE ESTADO En muchas naciones latinoamericanas “solo unos pocos goza- bait del privilegio acorazado de una vida civica, mientras que la violencia contra las masas desfavorecidas constituia un hecho habitual” Obreros en huelga, estudiantes rebel: nos oprimidos se corivirtieron en los blancos del : con un fuerte sentido de identidad corporativa y nia la responsabilidad de instalar gobiernos autoritz gerlos dela amenaza de las huelgas y las protestas. El escritor cubano Alejo Carpentier describié el “método” de las dictaduras para exterminar a la oposicién en su novela EI recurso del método; era el “método” infalible que permitia a los gobiernos : deshacerse no solo de lés négros y los indigenas sino también de los obreros en huelga, los izquierdistas y los estudian- tes que protestaban, cuyas exigencias se consideraban factores de desestabilizacién. El titulo es una_astuta del método de Descartes. El protagonista de la novela es un dic- tador culto, afecto al lujo y educado en los clasicos, Ante un le- vantamiento, el coronel alemén Hoffman dirige una campaiia de tierra quemada, misma que justifica citando a Helmuth Molke, el general que condujo la invasién alemana de Bélgica y Francia durante la primera Guerra Mundial, en el sentido de que “la guerra es mejor terminarla pronto. Para terminarla pronto to- dos los métodos son buenos incluso los mds censurables” El presidente (a quien siempre se menciona como el primer magis- terio, como si estuviera a cargo de la ley) argumenta que en pai- ses como el suyo atin hay que pelear tanto como Julio César, “lo * Bl libro enterzado resalta ol contraste entre ol destino del regisiro lterarigy la transmision Gral. # Kees Koonings y Dirk Kei Las soiedades del miedo, Fl iegado dela guerra civil, la violencia y el terreno en Ameérica Latina, trad. de Jests Torres del Rey, Ma. Rosario Martin Ruano y jorge J. Sanchez Iglesias, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2002, p. 28. INTRODUCCION que para César eran vénetas, marcomanes, hérulos, triboques..., para nosotros son guahibos, guachinangos, bochos y mandin- s”® En otras palabras, el romano civilizado que se enfrenta a los barbaros se convierte en el modelo cldsico para el dictador gue se enfrenta a los negros barbaricos y a los indigenas, No obstante, la masacre de “mandingas” es sdlo el comienzo. En la ciudad de Nueva Cérdoba estudiantes y obreros se revelan y se encierran en la catedral, que Hoffman destruye con su cafién Krupp. Los sobrevivientes son masacrados, las mujeres, violadas. Cuando las noticias de las atrocidades llegan a Europa el primer magisterio recibe el mote de Carnicero de Nueva Cérdoba. Re- huido por la mayoria, el Acadérnico Iustre lo recibe en Paris y pregunta: “;quién habia podido contener nunca las furias, los excesos, las crueldades —lamentables, pero siempre repetidas a Jo largo de la historia— de una soldadesca desatada, ebria de triunfo? Y peor atin cuando se trataba de sofocar una revuelta de indios y negros”.“' Las crueldades son el resultado inevita- ble de la victoria y los muertos son, en cualquier caso, Jos parias dé la civilizacién. Carpentier tenia mucha experiencia con dic- tadorés, fue apresado durante el régimen de Machado en Cuba, pero en vez de hablar desde el puilpito en denuncia de las atroci- dades, opta por lo grotesco: Los ultimos luchadores de resistencia —unos treinta y cuatro de “ ellos— fueron conducidos al rastro municipal, donde, entre pieles de ganado, entrajias, tripas y bilis animal, sobre charcos de sangre coagulada, se los colgé de ganchos y garfios por las axilas, por las piernas, las costillas o el mentén, después de molerlos a Patadas y golpe: \ Los luchadores de la resistencia no tienen nombres, tan sélo son animales muertos; sin duda no son ciudadanos del Estado, lo que vuelve imposible que el lector experimente el suceso como cualquier cosa que no sea un ejemplo grotesco de los ex- “ Alejo Carpentier, El recurso del método, Siglo XX1, México, p. 61. * ibid, p. 98. * bid, pp. 81-82. 25 INTRODUCCION cesos del dictador. La novela de Carpentier pertenece al subgé- nero de novelas de dictadura que retrata a los dictadores como sere itescos, rayandd, en algunos casos, éxi lo cémicd: Tirano_ Banderas de Valle Inclan, El sefior presidente de Miguel Angel Astutias, EI otofo del patriarca de Garcia Marque? y Yo, el supre- mo de Roa Bastos son ejemplos excepcionales de este género. Sus omnipotentes protagonistas ejemplifican el Estado absolu- tista’y no necesitan Coartadas para eliminar a la disidencia, en especial a inovimientos de obreros y campesinos. Las cic Latina, desde la supresién de las huelgas petroleras en Comodo- ro Rivadavia, Argentina, en 1932, hasta la matanza de mineros bolivianos en huelga en 1942. La semana tragica de Buenos Ai- Tes ocurrié a principios de 1919, cuando una huelga de obreros que exigian la reduccién de horarios de trabajo provocé la en- trada del ejército. No obstante, en la década de 1970 la guerra continental contra el comunismo, predicada con fuerza por los Estados Unidos, se sobrepuso a estos sucesos locales; esta gue- tra justified una politica de exterminio no sélo de las guerrillas y los insurgentes sino también de sus supuestas redes de apoyo, qu involucraban a miles de personas. En Colombia y Guate- mala, en Pert y El Salvador, y en las postrimerias del golpe de Estado de Pinochet en Chile los ejércitos participaron en oleadas de asesinatos. Las mas célebres involucran los inciden- tes ocurridos en Dos Erres en Guatemala; El Mozote en EI Sal- vador y fa Caravana de la Muerte en Chile; orgias de violencia colectiva que consolidaron a los verdugos como una hermandad masculina.* ; Las -matanzas representan la “degradacién de la guerra’. Como sefialé la Comision Nacional de Reparacién y Recon- ciliacion de Colombia: “La matanza tiene una triple funcién —preventiva, punitiva y simbélica~-. Es simbélica en tanto que perturba todos los. tabties téligiosos y éticos. Repiesenta la de- 4 4, Existe una diferencia entre la histeria colectiva de la masacre y la escena de tortu- ra discutida en los capitulos segundo y séptimo. En particular véase la discusién del “paquete de guerra” en Elias Canetti, Masa y poder, trad. de Horst Vogel, Muchnik, Barcelona, 1981, pp.99-103. 26 ~ INTRODUCGION gradacién de la guerra’. En Colombia las fuerzas paramilitares desaparecieron del mapa a comunidades completas que tenian el estigma de ser subversivas; estas fuetzas no las consideraban miembros dela comunidad nacional. Tal fue el destino de E] Sa- lado (en él valle del Cauca) y de Trujillo entre 1988 y 1994, cuando se torturé y asesiné a gran nimero de ciudadanos.** En este caso la tortura no tenia como fin principal extraer informa- cién, pues los habitantes ya habian sido catslogades como “sub- versivos”: i mas bie una démostracié mn 0. Al sacerdote progresista Tiberio Fernand amputaron Tas manos, luego los Pies y finalmente sus captores lo decapitaron. ‘6 ~“4C6mo se convencié a hombres (y a algunas mujeres) de co- meter actos que no eran asesinatos a distancia, como bombar- en blancos. La estructura jerdrqitica del ejército hace po- sible que los oficiales con altos rangos acttien como cuidadores del Estado a la vez que se mantienen alejados del trabajo sucio de exterminacién.” El papel que los Estados Unidos desempefié como facilitador y consejero a distancia fue crucial durante las guerras sucias del Cono' Sur. EI gran abanderado de la democra- * Colombia, Grupo de Memoria Histérica de la Comisién Nacional de Reparacién y Reconciliacién, Trujillo. Una tragedia que no cesa, Planeta, Bogots, 2008, pp. 14-20. * Véase Colombia, Grupo de Memoria Histérica de la Comisién Nacional de Repa- racién y Reconciliacién, La masacre de Fl Salado: esa guerra no era nuestra, Planeta, Bogota, 2009. * Colombia, Grupo de Memoria Historica de la Comisién Nacional de Reparacién y Reconciliacién, Tryjillo..., op. cit. pp. 74-75. * Marguerite Feitlowitz, A Lexicon of Terror: Argentina and the Legacies of ‘Terror, Oxford University Press, Nueva York, 1998, pp. 8-11. 27 28 INTRODUCCION cia respald6 en secreto la tortura y el asesinato no sdlo del ene- migo declarado sino también de su red social; existe una ciérta ironia en el contraste entre el rostro piblico de los Estados Un dos y su turbia permisividad en lo que respecta a las travesuras de.sus protegidos:* El batallon Atlacatl, entrenado en los Esta- dos Unidos y responsable de la Matanza de El Mo: vador én 1981, inveni stilo propio. Sus miembros llevaban la imagen de un indio en su uniforme y recibian su nombre del guerrero indigena que se opuso a los conquistadores; invocaban, ademas, el nombre del general Martinez, quien habia ordenado la masacre de indigenas y comunistas de 1932. La conviccién de que el comunismo era un cancer que debfa extirparse, una con- viccién imbuida por sus aliados estadunidenses en la guerra contra el comunismo, era la unica justificacion necesaria. Su meta, como la de otras operaciones contrainsurgentes que habian sido entrenadas en los Estados Unidos, era “drenar el mat”; es decir, eliminar no sélo Jas guerrillas sino también su red de apoyo. “Asi, si eres guerrillero no sélo te matan: matan a tu priino, sa- bes, a todos en tu familia, para asegurarsé dé qiie sé extirpé cl cancer” Esta fue una leccién que aprendieron muy bien: ET neral Monterrosa, comandante del batallén, cteé una mistica en torno a sus tropas. “Disparaban a animales y cubrian sus rostros con su sangre, abrian las panzas de los animales y bebian su san- gre” Celebraban su graduacién recolectando animales muertos e hirviéndolos “en una sopa de sangre que se tomaban a tragos. Luego se quedaban firmes en posicion de atentos y cantaban, a pleno pulmén, el tema de la unidad, ‘Somos guerreros, que alar- deaba que iban ‘a matar/una montaiia de terroristas’”** Wolf- gang Sofsky escribe que los rituales facilitan la transgresién y que la violencia ritual, el sacrificio y el asesinato “como actos co- * Para un-recuento detallado del entrenamiento de los latinoamericanos en contra- terrismo, véase Lesley Gill, The School of the Americas. Military Training and Political Violence in the Americas, Duke University Press, Durham, 2004 [Escuela de las Améri- cas, Entrenamiento militar, violencia politica e impunidad en las Américas, tead. de Ve- réonica Mata, LoM-Cuatro Vientos, Santiago, 2005]. © Mark Danner, The Massacre at EI Mozote. A Parable of the Cold War, Vintage, Nueva York, 1994, p. 49. ° Ibid., p. 50.

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