Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Éxtasis - Tracy Wolff
Éxtasis - Tracy Wolff
Portada
Sinopsis
Portadilla
Dedicatoria
1. Enlaza tus pensamientos
2. Con el corazón en el lugar erróneo
3. Las mentes brillantes piensan demasiado
4. Bajo bloqueo y llave
5. Me quiere, no me quiere
6. Irlandés son órdenes para mí
7. No juegues con esto
8. Si es bueno para el ganso, también lo es para la gárgola
9. Cázame
10. Estilo à la mort
11. Saca la cabeza del calabozo
12. Más vale un pájaro en la cabeza que ciento volando
13. Tu mosa, mi mosa
14. Como un circo sin tiempo
15. Pasmado por el pasado
16. Pasta que te enteres
17. La guinda del helado
18. Menos gritos, chavales
19. Odia al juego, no a la diosa
20. Una cacería no muy alegre
21. Dale la vuelta a esa corona
22. El tratamiento real
23. Simiente es mala gente
24. Hogar, no tan dulce hogar
25. Revampirizarse o sucumbir
26. Lo que quieres es el trono, bacalao
27. Un lanzamiento atronador
28. Es hora de martillear
29. La moción de la poción
30. Como un gótico a la luz
31. Hecho el hechizo
32. Veo, veo, una cosita llamada Lorelei
33. Almas gemelas
34. Una vena bondadosa
35. Mi nena tiene mala sangre
36. Fuente de Puf
37. Una pila paranormal
38. «Under my» umbra-«ella»
39. Pérdida profunda
40. Un altar en el que brillar
41. Morir no es moco de pavo
42. No me a-pongo
43. Noches sombrías a altas temperaturas
44. Nunca es tan fácil como contar hasta libre
45. Suave como una nubecilla
46. Una comunidad muy cerrada
47. Fans-tástico
48. El poder del estrellato
49. Si lo quieres, mejor tápalo con una manta
50. Voy con los vampirazzis
51. Azúcar, especias y muchas cosas heladitas
52. Qué bebé tan dulce
53. ¿Dónde estás, artista?
54. Reza por mi espray
55. Doble adolescente
56. Com-probaré lo que vendes
57. Posada pisada
58. Hora de enfrentarse a la música
59. Esto va a ser coser y cantar
60. Dulces sueños somos nosotros
61. Dos Vegas son mejor que uno
62. Va-va-va-Vega
63. Viva Las Vegas
64. Los mejores planes sombríos
65. Pillados
66. Nacidos para estar atados
67. Mordazas arriba, mordazas abajo
68. ¿Qué quieres tratar?
69. Una ruptura rociada de dificultades
70. Jodidos y con tatuaje nuevo
71. Borrón y cuenta nueva
72. Sal en la herida
73. Bandas británicas al rescate
74. Clases de crueldad avanzada
75. Estoy en el pozo
76. Las gárgolas son amigas, no comida
77. Arrasa-partenones
78. El maleficio marca el lugar
79. Lo que yo diga va a musa
80. Desayuno con diosas
81. El vampiro de mis ojos
82. Cuidado con esa lengua
83. Hablando al escondite
84. No hay nada como el presente
85. El mundo es tu escenario televisor
86. Escribe o muere
87. Locos por el sushi
88. La historia es femenina
89. Un esfuerzo concertado
90. El árbol avaricioso
91. Un encuentro curioso
92. Preparados, rugidos, ¡ya!
93. No molestes a la abeja durmiente
94. Con la miel en los labios
95. El colmo de la colmena
96. No puedes escapar de la colmena
97. Necesito una garra de escape
98. A todos nos puede amargar un dulce
99. Rocíate
100. Quedas dentro de la cárcel
101. Desafiando al orden
102. Enfrascada
103. Una Anciana mala hasta la médula
104. Hoy aquí, mañana Anciana
105. Tocados, pero nunca hundidos
106. Salta al lado salvaje
107. Una situación pegajosa
108. Las sombras que guardamos
109. Por el poder de Grace
110. Ninguna mujer es una fortaleza
111. Tengo esa magia (del tiempo)
112. Sigue soñando
113. Romper con todo y huir
114. Huele a buenos ánimos
115. Todo está saliendo a pedir de Grace
116. Amamos nuestra forma
117. Un portal a todas partes
118. Coronación interrumpida
119. Batallas voladoras
120. Da la vuelta y pírate
121. Es una relación de amor-destino
122. Dos coronas son mejor que una
123. Agárrate los cuernos
124. Reinar con mano de piedra
Epílogo
Agradecimientos
Créditos
Gracias por adquirir este eBook
Tracy Wolff
Jaxon se ríe.
—«Gira de Hudson Vega: Hate on.» La verdad es que
suena bien.
—¿Perdona? —pregunto ofendida en su nombre—. Hudson
no es un hater.
Pero Jaxon está desatado.
—«Hudson Vega: No wonder.» «Hudson Vega: Who needs
eras when you’ve got centuries?» «Hudson Vega: I have no
faith in the future.»
Ahora incluso Hudson parece ofendido, pero por fin he
entendido lo que está haciendo su hermano.
—Puedes burlarte de él todo lo que quieras, pero tú eres el
vampiro grande, malvado, oscuro y melancólico que se sabe
los nombres de las giras de pop más importantes del momento
y hace bromas con ellos.
—Conque ¿de eso iba la cosa?
—Shawn Mendes: Wonder, Taylor Swift: Eras, Louis
Tomlison: Faith in the future, Harry Styles: Love on —recito,
y los cuento todos con los dedos mientras le lanzo una mirada
más feroz de lo habitual cuando pronuncio los dos últimos
nombres. ¿Se está burlando de mi compañero y de Harry en la
misma frase? Tiene suerte de que esté portándome bien con él
—. A ver, que no se pueden comparar con la gira de Darren
Hayes con Savage Garden, pero yo qué sé.
—Un momento. ¿Está de gira? —pregunta Jaxon al tiempo
que saca el móvil, antes de darse cuenta de que aquí no
funciona—. Qué lista, Grace. Muy lista.
Todo el mundo se parte de risa, incluso Nyaz.
—En fin… —Me vuelvo de nuevo hacia Hudson—. Es una
buena idea.
—Es una idea estupenda —secunda Macy—. Agotarás las
entradas y ella se hará eco.
—Sobre todo si ponemos la publicidad como condición
para el concierto —añade Flint perdido en sus pensamientos
—. Ya sabéis, como esas condiciones en los contratos que las
estrellas añaden a sus apariciones. Hudson solo actuará si
pueden publicitar el concierto por todo Noromar.
—Y solo si tiene lugar fuera de Adarie, perdón, Vegaville,
para que Nyaz y la gente del pueblo se sientan seguros —
agrego.
—Eso me parece bien —confirma Nyaz mientras asiente—.
Mi red de contactos clandestina también puede difundir los
rumores. Que sea casi imposible que no se entere.
—Eso es una idea increíble —le digo—. Cuando hablemos
con el promotor veremos si a él también le parece bien.
—Le tiene que parecer bien —espeta Flint, y suena como
un príncipe dragontino hecho y derecho—. Sobre todo si
quiere esto con tantas ganas como dice.
—Bueno, entonces ¿tenemos un plan? —pregunta Heather,
y empieza a enumerar con los dedos las tareas que ya hemos
cubierto, igual que he hecho yo con las estrellas del pop.
Como si fuera así de fácil—. Grace se pondrá en contacto con
el promotor del concierto para trasladarle lo que Hudson
exige. Nyaz usará sus contactos para hacer que se difundan los
rumores. El resto organizaremos el local del concierto. Y
Hudson…
—Sí, por favor, ilumíname —declara mi compañero con
una voz más seca que una tostada quemada—. ¿Qué se supone
que va a hacer Hudson exactamente mientras se monta todo
este circo?
A su favor he de decir que Heather ni se inmuta. De hecho,
ni siquiera parpadea. Lo mira directamente a los ojos con una
sonrisa.
—Pues elaborar una lista de canciones de la leche,
evidentemente. La estrella tiene que demostrar lo que vale,
¿sabes?
Cuando Hudson le devuelve la sonrisa, atisbo un poquito
más de colmillo del que me gustaría para estar tranquila.
Aunque, bueno, le estamos pidiendo demasiado.
Eso mismo digo en un intento por aplacar su ira, y entonces
me dirige esa sonrisa «acolmillada».
—Ah, ¿eso es lo que estáis haciendo? ¿Pidiéndome algo? Y
yo que tenía la impresión de que me estabais obligando.
Y parece ser que al príncipe vampiro-rey gárgola-macho
alfa que hay en mi compañero no le gusta mucho que le digan
lo que tiene que hacer. ¿Quién me lo iba a decir?
—Es la mejor idea que tenemos para conseguir que venga
hasta nosotros. Mekhi no puede esperar mucho más. Lo sabes,
¿verdad?
Frunce el ceño.
—Lo sé —admite a duras penas.
—Y vas a estar genial. Eso también lo sabes, ¿no?
Se encoge de hombros.
—No sé.
—Bueno, ¿cuál es el problema? —interviene Jaxon—.
Sacrifícate por el equipo, hermanito.
Hudson entrecierra tanto los ojos que se convierten en dos
líneas.
—No paras de decir que esto es un equipo, pero yo soy el
único que tiene que sacrificarse por él. ¿Me lo quieres
explicar?
—Tío, que yo tuve una paloma en la cabeza y no me has
oído quejarme tanto.
—Tenías una paloma en la cabeza porque eres un capullo
que no sabe cuándo cerrar la boca —contraataca Hudson; su
acento se vuelve más y más marcado con cada palabra—. No
es lo mismo, ni de lejos.
—¡Jo, qué mal! —afirma Heather sin mordacidad pero con
un montonazo de sarcasmo—. Todo el maldito Reino de las
Sombras quiere verte en concierto, Hudson. Te quieren
tantísimo que han construido estatuas en tu honor y le han
puesto tu nombre a un pueblo. ¿Cómo vas a soportarlo?
—¿Y si no lo hacen? —murmura Hudson en voz tan baja
que estoy casi segura de que soy la única que lo ha oído. Y
entonces encajo la última pieza del rompecabezas.
—¿Es eso lo que te preocupa? —pregunto—. ¿Que nadie
venga a verte cantar?
—No soy cantante, Grace. ¿Por qué cojones iba a pagar
alguien dinero para oírme cantar?
—Ay, cielo. —Le agarro la mano entre las mías—. Van a
venir.
—No lo sabes.
—Uy, estoy bastante segura de que sí. —Le coloco un dedo
a un lado de la barbilla para girarle la cara y que vea lo que
Macy me ha enseñado antes. Es decir, que la acera frente a la
posada de Nyaz está abarrotada de niñas adolescentes
amontonadas contra el cristal, todas vestidas con diferentes
versiones de camisetas, chaquetas, coleteros y pendientes en
los que reza I LOVE HUDSON VEGA—. Van a venir —repito—.
Creo que el único problema va a ser calmar los ánimos cuando
se agoten las entradas.
Jaxon resopla.
—Lo que no saben es que se están apuntando a escuchar
noventa minutos de grupos retro de la invasión británica.
Llega un punto en el que por fin estallo, porque sus pullitas
me están molestando que no veas, así que me vuelvo hacia él
con una mirada que les calla la boca a todos los que están en la
mesa, incluso a él.
—¿Sabes qué? Creo que ya sé lo que puedes aportar tú.
Tienes mucho que decir sobre Hudson y este concierto, así que
tú lo has querido. Ha pasado de ser una actuación en solitario a
un dueto. Los grupos de hermanos lo están petando.
—¿Qué? —La voz de Jaxon suena tan aguda que estoy
segura de que solo lo pueden oír los perros paranormales—. Ni
de coña. No pienso hacerlo.
—Uy, y tanto que lo vas a hacer —le informo mientras le
señalo a la cara con un dedo—. Los Vega Brothers, suena bien,
¿no crees?
—¡Menuda chorrada! Si ni siquiera sé cantar…
—Sí que sabes —corrige Flint—. Tienes una voz preciosa.
Jaxon le lanza una mirada que habría desintegrado a
alguien más débil.
—Venga, Jaxon —insisto—. ¿No va siendo hora de que te
sacrifiques por el equipo, «hermanito»?
—Yo creo que ya lo he hecho, ten en cuenta que soy el
último miembro de la Orden que sigue en pie —espeta con un
tono tan mordaz que hasta Flint se echa atrás en su silla como
si alguien lo hubiera golpeado.
—Sí, has perdido mucho —admito mientras me levanto
para poder caminar hasta su lado de la mesa a soltar mi
discurso—. Pero mira a tu alrededor, ¿quieres? Al igual que
todos los que estamos en esta mesa, excepto quizá Heather.
Aunque es nueva, así que dale un poco de tiempo.
»Flint ha perdido la pierna. Hudson perdió a la chica a la
que amó durante años ante su hermano, y eso sin mencionar
que casi perdió la cordura en la Corte Gargólica congelada.
Eden ha perdido a su familia. Macy perdió a su novio y
descubrió que le habían estado mintiendo prácticamente toda
la vida. Todos hemos perdido algo o a alguien, pero seguimos
aquí. Seguimos luchando para asegurarnos de que tú no seas el
último miembro de la Orden que sigue en pie. Así que deja de
ser un penas, deja de tocarle tanto las narices a tu hermano y
arrima el hombro. Y si no, que no te dé la puerta al salir.
Un silencio sepulcral acoge mis palabras y todas las
personas de la mesa me miran como si no pudieran creerse lo
que acabo de decir. Y, si soy sincera, yo tampoco me lo creo.
Normalmente no soy de ese tipo de personas que le cantan
las cuarenta a alguien, y menos si se trata de Jaxon, a quien
adoro más que a mi vida, pero esta vez se lo ha buscado.
Todos hemos sufrido. A todos nos han hecho daño. Solo
porque él y Flint estén pasando por cualquier mierda que estén
pasando ahora mismo no tiene derecho a desquitarse con el
resto.
Aun así no podemos quedarnos aquí mirándonos fijamente
para siempre, así que me aclaro la garganta y pienso en qué
decir para volver a poner el plan en marcha.
Pero, antes de que se me ocurra nada, Jaxon tose también.
—Vale, pero a mí me toca ser el Vega guay. Él puede ser el
friki.
—Bueno, está claro que tú eres el «caramelito» —cito en
referencia al promotor y, al mismo tiempo, busco la mano de
Jaxon para darle un apretoncito a modo de gracias por darle la
vuelta al asunto.
Todos nos echamos a reír cuando Hudson murmulla entre
dientes:
—Pues espero que su pelo no me robe el protagonismo.
Y en un visto y no visto parece que volvemos a ir por el
camino correcto. A ver, sí, puede que esté lleno de baches y
maree de la hostia.
Pero, por ahora, tendrá que servirnos.
Necesitamos este momento de frivolidad y confianza, todos
nosotros. Esta sensación de que podemos hacer cualquier cosa
mientras lo hagamos juntos.
Porque lo único que parece que nadie quiere pensar es que
estamos a punto de sacar a un tigre hambriento de su jaula con
un jugoso trozo de carne, y… ¿de verdad creemos que querrá
charlar con nosotros antes de atacarnos y rajarnos la yugular?
60
Dulces sueños somos nosotros
También puede que sean los círculos dorados que rodean los
ojos lo que hace que parezca tan sorprendido. De mí no estoy
tan segura.
—Eh…, hola —digo mientras me echo hacia atrás a pasos
agigantados y choco contra Macy, que también acaba de salir
del portal.
—Vaya, hola —exclama ella, y entonces se queda
petrificada al ver el oso—. Ya. Creo que no lo hemos pensado
bien.
—¿Qué hacemos?
—¿Y me preguntas a mí? —espeta—. ¿Tengo pinta de ser
encantadora de osos o qué?
—Vives en Alaska. Allí también hay osos —señalo.
—Siguiendo esa lógica, tú vives en California. Tenéis un
oso en la bandera, no es por nada.
En eso tiene razón.
—¿Me convierto en gárgola? ¿O crees que eso lo cabreará?
Antes de que pueda responder, el oso se inclina hacia
nosotras y nos olisquea, cosa que hace que nosotras nos
echemos hacia atrás todo lo que podemos, tanto que acabamos
chocando contra Heather, que grita en cuanto sale del portal.
El oso retrocede y lanza un rugido. Y es entonces cuando se
da la vuelta y se marcha corriendo en dirección contraria.
—Ah —comenta Macy—. ¿Eso era todo lo que había que
hacer?
—Supongo.
—¿Qué era eso? —pregunta Heather.
—¿Tú qué crees? —ofrece Macy como respuesta mientras
se dirige hacia el sonido de la cascada—. Oye, ¿se supone que
el árbol está en la ribera de la cascada?
—No lo sé —le digo antes de convertirme en gárgola—.
Pero voy a volar un rato por los alrededores, a ver si lo
encuentro.
Jaxon atraviesa el portal justo en el momento en el que
emprendo el vuelo, y lo saludo antes de sobrevolar una
arboleda enorme y alejarme por los confines del mundo.
Son unas vistas realmente imponentes. El cielo es de un
azul precioso, y no hay ni una sola nube en él. Las montañas
del fondo son asombrosas, incluso lo que estoy bastante segura
de que es un volcán activo que, espero, no se ponga gilipollas
en este instante.
Y la cascada parece que mida más de sesenta metros de
altura cuando la veo descender por la ladera de la montaña. La
vegetación crece a ambos lados, pero en la base hay rocas
afiladas que terminan en una zona casi completamente cercada
por las montañas vecinas, creando así lo que parece una
gigantesca piscina natural.
Otro paisaje alucinante al que desearía descender y apreciar
en su totalidad si tuviese tiempo. No obstante, ahora mismo no
me interesa tanto la cascada como los árboles que crecen a su
alrededor.
Y me refiero a todos sus alrededores. ¿Cómo diantres
vamos a encontrar el Árbol Agridulce en una montaña
colmada de árboles? No puedo creer que no me haya dado
cuenta hasta ahora de que debería haberle pedido a alguien que
me describiese el maldito árbol antes de venir.
Doy otra vuelta alrededor de la cascada y por los árboles
que la circundan con la esperanza de ver algo que pudiese
haber pasado por alto la primera vez. Pero nada parece
llamarme la atención, así que regreso al lugar donde se ha
abierto el portal… y me percato de que he estado el tiempo
suficiente para que todos saliesen por él.
—¿Has visto algo? —pregunta Hudson, que me ofrece una
mano al aterrizar.
Tras él Heather está relatando a todo aquel que desee
escucharla cómo nos hemos topado con el oso. Por desgracia
está rodeada principalmente por dragones y vampiros, así que
ninguno de ellos parece muy impresionado, y menos cuando
cuenta que han sido sus gritos los que lo han espantado.
—Árboles —le contesto a Hudson desanimada—. Un
montón de árboles.
—Lo encontraremos —me dice mientras me acaricia el
pelo—. Si hace falta, iremos de uno en uno.
Dios, solo de pensarlo me canso.
Abrazo a Hudson con fuerza y espero a que él haga lo
mismo conmigo. Luego me aparto para ver qué hacen los
demás.
Jaxon está de pie al borde de la cascada, contemplando las
profundidades revueltas.
Flint se ha transformado en dragón y se está preparando
para lanzarse y planear por encima del bosque para realizar
una segunda ronda de reconocimiento, en cambio Eden se
aproxima a la arboleda más cercana.
Me preparo para volver a alzar el vuelo, pero Macy, que ha
estado debatiendo atentamente con Remy durante los últimos
minutos, nos llama a Hudson y a mí para hablar.
—¿Qué pasa? —pregunto una vez que estamos cerca de
ella.
—Queremos hacer un hechizo de localización, a ver si
logramos estrechar el radio de búsqueda un poco y encontrar
la maldita aguja de este pajar —explica Remy mientras Macy
le entrega un colgante que llevaba guardado en la mochila y
que decide colgar de una pequeña rama.
—Eso es brillante —opina Hudson.
Macy niega con la cabeza.
—No cantemos victoria todavía. Un árbol en medio de toda
esta selva no es nada fácil de localizar, ni siquiera con un
hechizo.
—Aun así, el hecho de que se os haya ocurrido algo así es
impresionante —intervengo yo—. ¿Qué podemos hacer para
ayudaros?
—Visualizar el árbol —responde Remy a la vez que envía
un pulso constante de energía directamente al colgante, y este
comienza a moverse adelante y atrás, aunque de una forma
ligerísima.
El calor se me sube a las mejillas y agacho la cabeza al
reconocer:
—No tengo ni idea de qué clase de árbol debo visualizar.
No le he pedido a nadie que me lo describiera.
—Oye, no importa, cher —dice Remy—. La Conservadora
me dio un hechizo para aproximarnos a él. Solo necesitamos la
dirección correcta hacia la que dirigirnos.
Refunfuño.
—Pero es que ni se me ha pasado por la cabeza preguntarle
a nadie cómo era.
Una media sonrisa brota en sus labios.
—Entonces tenemos suerte de que el viejo Remy no
necesite esas cosas tan molestas llamadas «detalles» para obrar
su magia. —Me guiña un ojo—. Solo piensa en lo que es, en
lo que representa para ti.
Asiento con la cabeza y cierro los ojos mientras pienso en
Mekhi. En Lorelei, Liana y el dolor de sus almas atrapadas
juntas para la eternidad. Entonces confío (no, rezo) en que
haber llegado tan lejos no sea solo un acto de arrogancia y una
futilidad de la mayor bajeza posible.
Añade más poder, y le surgen más pulsos de energía de los
dedos, pero no ocurre nada. El colgante no se desvía ni un
milímetro del ritmo que mantiene adelante y atrás.
Un minuto o así más tarde el colgante cambia de dirección
y empieza a balancearse de izquierda a derecha, de este a
oeste. Remy le da un impulso extra, y la energía le vuelve a
brotar de la punta de los dedos. Y sigue sin pasar nada.
Hasta que sí pasa.
De repente unas chispas de luz salen disparadas del
colgante cada vez que se mueve en una dirección, y cada
punto de luz flota en el aire como una constelación de
estrellas, alargándose cada vez más hasta formar una línea
recta. Nunca había visto nada parecido.
—Entonces ¿está por allí? —pregunto siguiendo la
dirección de la línea de luz, que señala hacia un enorme
conjunto de árboles.
Jaxon pasea la mirada entre los árboles y nosotros.
—Todavía hay muchos árboles entre los que elegir.
—Qué observador eres —comenta Hudson secamente.
—Aun así, es mejor que toda la selva…
—Relájate —me interrumpe Remy con una risa—. Aún no
hemos acabado.
Ahora que ya tenemos la zona general, Macy se pone a
hacer una serie de movimientos rápidos con las manos,
retorciendo los dedos en círculos cada vez más pequeños hasta
que de pronto los aparta como si estuviese desgarrando un
regalo… y un enjambre de luces flotantes despega en una
misma dirección.
—¡Vamos! —grita Macy, y todos salimos corriendo tras las
luces.
93
No molestes a la abeja durmiente
No ocurre nada.
No salen abejas en masa de sus panales para atacarnos por
robarles la miel. No cae un rayo del cielo para atravesarnos.
Ninguna fuerza celestial intenta proteger el árbol de nuestras
manos codiciosas.
Pero, cuando Jaxon levanta la mano para atrapar el trozo
flotante de panal con aire triunfante, es imposible no darse
cuenta de que algo raro le pasa. Para ser exactos, que se está
moviendo a cámara lenta. No, mejor dicho, superlenta.
Lo contemplo con los ojos bien abiertos mientras empieza a
bajar la mano.
Y la sigue bajando.
Y la sigue bajando.
Y la sigue bajando.
Y aún la sigue bajando.
Cuando el brazo por fin le llega más o menos a la altura del
hombro, un zumbido fuerte y agudo llena el aire que nos
rodea, uno que hasta yo puedo oír. Y, unos dos segundos
después, antes de que Jaxon pueda bajar el panal un centímetro
más siquiera, las abejas plagan toda la superficie de los
panales. Algunas también revolotean a su alrededor.
Aun así, nada que me haga entrar en pánico. A ver, no
esperábamos que Jaxon pasase a moverse a cámara lenta, y no
me entusiasma el viaje de vuelta a casa con él, pero, más allá
de la actividad de las abejas en torno al árbol, parecen estar
dejándonos a nuestro aire.
Suelto un suspiro largo. Por fin el universo va a dejarnos
ganar y yo estoy más que encantada.
Flint y Eden van metiéndose con Jaxon por turnos, quien
ahora ha conseguido bajar el trocito de panal otro centímetro,
y yo me doy cuenta de que se está formando una gota enorme
de miel en la parte de abajo.
Busco a Hudson con la mirada para contarle que he
descubierto la forma de recolectar el néctar, pero él, Macy y
Eden han empezado a rodear el perímetro del árbol, supongo
que para estudiarlo mejor. Me encojo de hombros.
—No hay nada como el presente —digo a nadie en
particular mientras me quito la mochila del hombro. Abro la
cremallera de la parte superior y rebusco por dentro hasta dar
con el saquito que contiene los frascos que me dio la
Conservadora. Agarro dos por si acaso y me vuelvo a colgar la
mochila a la espalda.
Le quito el tapón de corcho a uno de los frascos, camino
hasta Jaxon y lo coloco justo debajo de la miel, con cuidado de
que la gota que se está formando quede justo en el centro de la
apertura. Porque, sin duda, yo no quiero que me afecte esta
mierda de ir a cámara lenta como a Jaxon.
—Eh, chicos, ¿podéis dejar de burlaros de Jaxon y buscar
un palo o algo para quitarle el panal de la mano? —pido con
una mirada asesina a los dos dragones, quienes se encogen de
hombros y se dirigen a las lindes de la selva en busca de palos.
Me doy cuenta de que Hudson, Macy y Heather continúan
observando el árbol fijamente y sigo sus miradas para
encontrarme con un grupo de abejas que zumban alrededor de
uno de los panales más grandes. Aunque los insectos no se
parecen a nada que haya visto antes y me tengo que tragar las
ganas de gritarles a pleno pulmón que corran.
Para empezar, las abejas más pequeñas, que son pocas, son
del tamaño de una nuez. Las más grandes son más bien del
tamaño de mi puño, más grandes todavía si se incluyen las
largas antenas que les salen de la cabeza, las enormes alas que
consiguen que sus orondos cuerpos se contoneen en el aire y
un aguijón increíblemente largo que les sobresale del saco de
veneno.
Mientras contemplo las imponentes criaturas de inmensos
ojos negros y rostros peludos, lo único que me viene a la
cabeza es preguntarme cómo es posible que creyera que los
insectos de las sombras eran espeluznantes. Porque, aunque no
tengo nada en contra de las abejas normales, estas llevan la
palabra espeluznante a otro nivel.
Y madre mía…
Trago saliva.
Lo primero que pienso es que nos han localizado.
¿Lo segundo?
Esas alas gigantes significan que no tienen ni un pelo de
lentas. Y el enjambre va directo hacia Jaxon.
95
El colmo de la colmena
El día de la ceremonia…
Esta vez, cuando aterrizamos en la Corte Bruja, lo hacemos
con toda la pompa y circunstancia que los corazones amantes
de la tradición de Imogen y Linden pueden soportar: a lomos
de dragón y cubiertos de zarzas.
—Aún no me puedo creer que lo primero que quisiste hacer
tras echar abajo un reino fuese regresar a ese mismo reino —
protesta Flint tras recuperar su forma humana.
—Oye, teníamos que volver a ver a Humito —explico—.
No podíamos dejarla allí sin hacerle una visita antes.
—Entiendo que quisierais hacerlo Hudson y tú —reconoce
a regañadientes—, pero ¿Jaxon?
Hudson se ríe mientras le da un golpecito en el hombro a su
hermano.
—Creo que solo quería otra oportunidad para ver a sus
adorados fans.
Jaxon pone los ojos en blanco, pero no lo niega.
La sonrisa de Hudson se desvanece tan rápido como
aparece, y sé que está pensando en Humito. Y en el hecho de
que lo hemos intentado todo, hemos combinado todos nuestros
poderes y no hemos logrado de ninguna de las maneras que
abandonase aquel reino para poder vivir con nosotros. Las
umbras no pueden abandonar el Reino de las Sombras, y
ninguno de nosotros, a pesar de nuestros poderes, hemos
encontrado la forma de cambiarlo.
Lo bueno es que la reina de las sombras ha construido un
portal permanente entre los dos reinos, así que Hudson puede
ir a visitarla siempre que quiera. Que ha sido dos veces al día
desde que destruimos el Reino de las Sombras.
Pero la coronación es esta tarde y la umbra no va a poder
asistir. Él no ha dicho nada al respecto, pero sé que le pesa.
Desearía que hubiese algo que pudiese hacer. Al menos hemos
conseguido pasar varias horas con ella hoy, como se aprecia
por las manchas de tierra que Hudson intenta limpiarse de la
cara ahora mismo.
Por suerte todavía disponemos de algunas horas antes de
personarnos en el lugar de la ceremonia. Con todos los
encantamientos que tienen a su disposición y que pueden usar
sobre mis amigos, seguro que las brujas que organizan el
evento pueden ponernos hasta presentables en ese tiempo.
No obstante, la reina bruja no aparenta estar tan segura
cuando la veo acercarse a mí con cautela.
—Este no es el estilo que yo tenía en mente, Grace —
comenta mirándome por encima de su larga nariz aguileña.
—Lo siento —digo pasándome la mano por la camiseta
rota y los vaqueros—. La umbra de Hudson tenía muchísimas
ganas de jugar al escondite hoy en el Reino de las Sombras. —
Lo que no comento es que el juego consistía en realidad en
que yo me escondiera mientras Humito buscaba a Hudson,
dejándome a mí entre las zarzas durante casi treinta minutos
hasta que finalmente he salido del escondite a rastras. Pero no
quiero que esa sea la imagen que tengan de mí cuando me
coronen hoy y me declaren dirigente del Círculo, así que solo
digo—: Es muy efusiva con sus muestras de amor.
—Eso nos han dicho. —Su rostro, por lo general crítico, se
suaviza al mostrar una sonrisa genuina por primera vez en su
vida, creo yo. O al menos por primera vez desde que la
conozco—. Buen trabajo en el Reino de las Sombras. Ya iba
siendo hora. —El elogio me desconcierta tanto que me quedo
un segundo mirándola, cosa que provoca en ella un profundo
suspiro—. Quedarse con la boca abierta es muy poco
apropiado, Grace.
Y entonces se da la vuelta, golpeándome así las piernas con
la falda larga de su vestido Dolce & Gabbana de cuello alto.
—¿Tenemos que seguirla? —le pregunto a Hudson
completamente confundida.
Él me lanza una mirada burlona.
—A no ser que tu plan sea arreglarte aquí.
—Igual sería mejor. —Suspiro mientras la seguimos a
través de las puertas principales y recorremos el largo y
ornamentado pasillo de la Corte Bruja—. A saber qué nos
tiene preparado ahí dentro.
Resulta que lo que tiene es a Macy, que está sentada en
medio de la cama que ocupa la habitación a la que nos
conduce.
—Hay una segunda habitación tras esa puerta —indica
Imogen a Hudson—. Tu ayuda de cámara y tu ropa están allí
esperándote.
Asiente para darle las gracias y entonces, como el cobarde
que es, se desvanece a máxima velocidad hasta la habitación
contigua. Lo último que oigo es la puerta cerrándose de golpe
y bloqueándose tras él.
—¿Y nuestros amigos? —pregunto—. Necesitan…
—Mis damas de compañía los están guiando mientras
hablamos —explica Imogen—. Sé que los espejismos no
funcionan contigo, así que puede que desees tomarte unos
minutos, o más, para aprovechar y darte una buena ducha en el
baño contiguo.
—¿Es tu forma de decir que huelo mal, Imogen?
Suspira.
—Resulta un tanto violento, pero es verdad que percibo
cierto hedor.
—Tranquila —le asegura Macy guiñándole un ojo—. A
partir de aquí me ocupo yo.
—Eso espero porque, de lo contrario, serás la responsable
de controlar las partidas del bringo de las brujas de cocina
durante muchos meses venideros. Y te advierto que Betina es
una bruja con muchos encantos bajo la manga.
Estallo en carcajadas, en parte por la broma y en parte
porque no tenía ni idea de que Imogen tuviese sentido del
humor.
—No me hagas quedar mal, Imogen.
—Por favor. —La bruja le acaricia la cabeza—. No sois las
únicas que saben pasárselo bien.
—Al parecer no —comento con una sonrisa burlona.
Suelta una risita. Pero una de verdad. Y luego, con mucha
cautela y la nariz arrugada, me da golpecitos en el hombro.
—Tu vestido está en el armario.
Y sale de la habitación envuelta en un remolino de volantes
carmesíes y dorados.
—Ay. Mi. Madre.
Macy se desploma de espaldas sobre la cama y empieza a
reírse a carcajadas.
—¡Ay, mi madre! ¿Quién era esa y qué ha hecho con
Imogen? —Me quedo mirando la puerta—. ¿Siempre
aprovecha los acontecimientos formales para soltarse el pelo?
—Eso o se toma cuatro chupitos.
Me vuelvo hacia Macy escandalizada.
—¿Qué has hecho?
—¿Yo? Nada. Pero Viola le sugirió que se tomase una copa
para calmar los nervios. ¿Cómo íbamos a saber nosotras que le
gustaba tanto el vodka de nata?
—Ay, mi madre —repito. Comienzo a dejarme caer sobre la
cama a su lado, pero recuerdo el estado lamentable en el que
me encuentro y me voy directa al baño—. Voy a darme una
ducha y luego me cuentas los detalles.
Quince minutos más tarde Macy se pone a ello mientras
Esperanza, la experta en espejismos personal de Imogen, «se
pone a trabajar con lo que tiene». Sorprendentemente logra
hacer maravillas con sus manos expertas, incluso sin hacer uso
de la magia. Ya, el tono frambuesa del pintalabios es un poco
excesivo para mí, pero no voy a discutir con ella. Y menos
cuando tiene en su poder el destino de mi pelo superrizado.
Lo bueno es que combina a la perfección con el vestido del
armario.
Una vez que Esperanza termina de manipular mi melena
hasta crear el recogido más perfecto que jamás he llevado
(solo ha tardado una hora en hacerlo), me da un abrazo y me
desea suerte antes de salir de la habitación.
—Joder —exclama Macy mientras da vueltas a mi
alrededor.
—No es para tanto —digo yo.
—Joder —repite de nuevo.
—Es por el vestido, las joyas y…
Dejo de hablar cuando Macy me coge de los hombros y me
da la vuelta para que pueda verme en el espejo de cuerpo
entero que hay junto al tocador. Y solo puedo decir:
—Joder.
—Eso digo yo —contesta.
Me quedo mirando el espejo y, durante un breve segundo,
no puedo creer que de verdad esa sea yo.
No por el maquillaje, las pestañas postizas y el peinado
elegante.
No por el vestido de gala que llega hasta el suelo, aunque es
precioso, con sus tirantes finos, tul color marfil y una capa
elaborada con flores y enredaderas en tonos frambuesa, bígaro,
dorado y los rosas y verdes más delicados.
Ni siquiera por los diamantes que cuelgan de mis orejas y
que relucen en la corona de platino que adorna mi cabeza.
No, es porque, por primera vez desde que comenzó toda
esta aventura, parezco una reina de verdad. Y tal vez, solo tal
vez, empiezo también a sentirme como una.
115
Todo está saliendo
a pedir de Grace