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PERSONA Y SENTIDO/ FILOSOFÍA TOMISTA DEL HOMBRE

COORDINACIÓN DE FORMACIÓN PERSONAL

Unión cuerpo y alma (Sesión)

El cuerpo constituye parte de la esencia humana, de manera que la materia es un requisito para su grado de
participación en el ser, para la existencia humana. El hombre es cuerpo, pero no sólo es cuerpo, sino cuerpo
y alma. Como ya se ha explicado, es una materia informada por un alma, que realiza una operación
inmaterial a la que todas sus demás potencias sirven. Por lo tanto, su cuerpo es expresión viva de la
totalidad de su ser. Es un ser abierto a conocer. No puede ser sólo alma, ni sólo cuerpo, sino cuerpo y
alma. Pues el que entiende y quiere y siente es el hombre, la persona humana de modo unitario, todo él, y
sólo así es plenamente él mismo.

El hombre no sólo es el que entiende y quiere, sino que además es el que siente. A pesar de que la
operación de entender se realiza sin cuerpo y sentir es con cuerpo, el que entiende es el mismo que siente.
Sólo siendo un compuesto único es factible que, aunque entender sea sin cuerpo, entienda el hombre,
cuerpo y alma; y que aunque sentir sea con cuerpo, sienta el hombre, cuerpo y alma. Si alguien se
empeñara en afirmar que el ser humano no es una unidad de cuerpo y alma, tendría que dar razón de cómo
este hombre entiende y siente. Es un mismo yo el sujeto substancial, y no accidental, de todas sus
operaciones.

La unión de ambos no es accidental, sino substancial, por lo que de ella surge un único ser en un único
compuesto. Cierto es que el ser del cuerpo le viene por el alma, pero cuerpo y alma se unen conformando
una única substancia, que es el hombre. El principio material (cuerpo) y el principio inmaterial (alma) actúan
de tal manera que el principio inmaterial es el acto primero por el cual la persona come, camina, siente,
entiende y quiere. Respira gracias a un sistema complejo de órganos que se relacionan mutuamente, pero,
en última instancia, lo hace porque todo ese sistema tiene un principio vital que lo anima.

Podríamos pensar en un sinnúmero de piezas de dominó ordenadas de tal forma que, empujando la primera,
llegue un momento en que con la caída de una se encienda un fósforo y luego, éste prenda la mecha de un
cohete, que al despegar pincha un globo de cuyo interior cae un peso que golpea la primera pieza de otra
cadena similar, y así hasta alcanzar un último objetivo. Ciertamente, el cohete despega por la acción de la
pieza que enciende materialmente la mecha, pero ésta depende de otra anterior, y ésta de otra, hasta llegar
a la primera de todas. Y ni siquiera ésta cae por una virtud propia, sino que requiere de un principio distinto
a ella para que se desencadene la secuencia. Algo semejante ocurre con el cuerpo, el cual, como causa
segunda, realiza infinidad de operaciones que dependen de la organización material del organismo, siendo el
alma aquél principio vital que lo permite y lo unifica.

Por otra parte, además de sentir, el hombre entiende. Y para que pueda realizar esa operación como tal, el
acto primero por el cual vive debe unirse a él como su forma. Por eso el alma es forma. Si el hombre, como
unidad substancial que es, entiende, es porque el alma se ha unido al cuerpo como su forma.

El hombre es lo que dice su definición, y en ella no se incluye solamente el alma ni solamente el cuerpo. Si
se incluyese únicamente el cuerpo, el hombre sería cuerpo, pero decimos del hombre “animal racional”, y no
lo sería si no realizara una operación sin el cuerpo. Al ser racional, el hombre entiende y, si entiende, no
puede ser sólo materia.

El cuerpo humano es cuerpo vivo por el alma, y es humano también debido a ella. Además, al ser un alma
personal, determina de tal modo al cuerpo, que éste pertenece a un hombre particular. Por eso se dice que
gracias a la forma, la materia deviene ente en acto y algo esto. Siempre que esta alma informe una materia,
la especificará del mismo modo, de manera que cada vez que se una a la materia, surgirá el mismo hombre.
Por esta unión substancial, el cuerpo pertenece esencialmente a la persona y manifiesta su interior, su
inmaterialidad. El yo humano se expresa propiamente en una materia animada por un único principio formal
que es el alma, que contiene al cuerpo.

No son dos substancias, sino una, compuesta de dos coprincipios. Si la unión fuera accidental, al doler el
cuerpo, el alma padecería accidentalmente; sin embargo, cuando sucede esto, se experimenta un

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sufrimiento del yo, cuerpo y alma. Si un hombre sufre por un abuso a su cuerpo, no sufre él de modo
indirecto, como si sufriera colateralmente por un daño en un miembro suyo, más bien sufre su persona,
porque él también es su cuerpo. De esta manera, quien abusa del cuerpo ajeno, no violenta simplemente
una materia, sino directamente una persona, pues la persona humana es también su corporeidad. Si la
unión fuese accidental, la persona podría llevar a cabo una operación intelectual aún cuando tuviera
hambre; no obstante, comúnmente cuando desfallece de hambre, esa misma situación corpórea impide al
sujeto pensar. Y al entender que se tiene hambre, el mismo que la padece es el que entiende que tiene
hambre, es decir, un mismo yo. No es un yo el que tiene hambre y otro el que entiende que la tiene, sino el
mismo hombre. Eso es posible sólo si el alma y el cuerpo se unen conformando un único ser en una única
substancia.

El cuerpo pertenece intrínsecamente al ser del hombre y, por esta unión íntima, todas las operaciones del
ser humano son operaciones espirituales y espiritualizables. Todo en él está penetrado por el alma y todos
los aspectos de su vida poseen una dimensión espiritual, por lo que la dignidad de su cuerpo no se compara
a ningún otro. Nada en el ser humano es puramente biológico, de manera que sus aspectos inferiores deben
subordinarse a los más espirituales. Realmente es él mismo cuando su cuerpo y su alma forman una unidad
íntima, que está dada por su misma naturaleza y que debe manifestarse en todas sus operaciones. En la
medida en que el hombre se manifiesta como puro cuerpo o pura alma en sus actos, pierde su dignidad y se
malogra así su grandeza. Su vida y su historia se fragmentan y no alcanza la unidad que en ella debiera
manifestarse.

Metodología: Clase expositiva e intercambio de ideas.

Lectura post sesión:


-Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología I q.76 (completa).

Glosario:

Substancia: Sujeto al que le compete el ser en sí y no ser en otro.

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