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Capitulo 1 La era de la conectividad El verano de 1996 fue muy caluroso. De un extremo a otro del pais, el metcurio, mudo testige de la impredecibilidad del clima, subia batiendo récords de altura en los termémettos y no bajaba. Durante esos meses, los estadounidenses, encerrados en sus fortalezas domésticas, con las neveras bien llenasy el aire acondicionado al maximo, sin duda se dedicaran a ver cantidades ingentes de anestesiante televisién. Pero lo cierto es que, con independencia de cudl sea la estacién del afia 0 del tiempo que haga, los estadounidenses cada vez dependen mis de una gama realmente asom brosa y siempre en aumento de aparatos,instalaciones y servicios que han convertid lo que antes era un entorno hostil en el equivalente de una bri sa fresca para su tren de vida, Ninguna inversion de ingenio o de energia sc estima excesiva si redunda en la creacién de tiempo libre, si incrementa Ja libertad individual o el bienestarfisico, Desde vchiculus vom lista cién controlada, que tienen el tamatio de habitaciones, hastn centros co- rmerciales climatizados de las dimensiones de pequefias ciudades, lo cierto 5 que la interminable eruzada del Estados Unidos contemporineo no ha escatimado en esfuerzos ni en gastos para someter a una disciplina estic- te Jo que antafo era un planeta dificil de controlar y que ain de vez en cuando muestra sus aires de superioridad. El sistema eléctrico —una entidad tan mundana y familiar como el Paisaje, aunque capaz de modificar profundamente la vida como ninguna stra invencién humana— mueve este motor implacable de la civlizacién, Una enorme red de centrales y de subestaciones eléctricas, asi como de cables de alta tensién que las concetan unas y otras, se despliega como ‘una inmensa tela de araiia de un extreme a otro de Estados Unidos. Col- zgando cerca delos debotes por los eaminos y los sendezos del pais, unien- do ambas carts de las montatias, saltando las empinadas crestas de los Apalaches y recortiendo como columnas de soldados gigantes la llanuras 2 S GRADOS DE SEPARACION interminables del Oeste, a red de transmistin de energia eléctrica es ala ver la sangre, el luido vital de la eeonomia y el punto vulnerable de la vida civilizada. El sistema eléctrico, que fue construido a.un coste inmenso durante la primera mitad del siglo , es el rasgo tecnolégico mis esencial del mun- do contemporineo. Més implantada tetritorialmente que las autopistas y las lineas de Ferroearril,y mss Fondamental que Jos coches, los aviones y fos ordenadores la energia cléctrica es el sustrwto en el que cualquier otra tecnologia se injerta y constituye los cimientos del gran edificio de la era industrial y de ln era de la informacin. Sin electticidad, précticamente todo lo que hacemos, todo Jo que utilizamos y todo cuanto consumimos to existiia, seria inaceesible o inmensamentc mas caro y mucho menos prictico. La clectticdad es un hecho tan bisico en nuestra vida que no ‘podemos imaginarnos la existencia sin ella y, cuando nos vemos forzados ‘hacerlo, la experiencia puede ser aterradoramente destructiva en el sen- tido mas primario, tal como Ia ciudad de Nueva York tuvo oportunidad dle descubrir, en 1977, alo largo de veinticinco espantosas horas. En aque: lla €poca, en una sociedad que apenas habia descubierto los ordenadores y cuyos auroméviles, fabrieas y aparatos domésticos dependian mucho menos de Ia eleetednica de lo que dependen en nuestros dias, un apagén ‘eléctrico resultante de una combinacién précticamente imprevisible de pequetios errores y debilidades sistémicas sumié « la ciudad en la oscuti- dad, y sus nueve millones de habitantes se vieron inmersos en un caos de discurbios, saqucos y pinicu yenetulicadv, Cuunnly las luces volvieron a cnceaderse y se hubieron retirado los excombros, la factura por los dafios ascendia @ unos 350 millones de délares. La catistrofe alarms no sélo a los politicos, sino también a los organismos reguladores, que se compro- ‘metieron a no permitir que algo semejante volvierd a suceder y adoptaron tuna serie de medidas rigueosas para sellar su promesa. Como hemos teni- do oportunidad de descubrir desde entonces, en un complejo mundo co- necrado incluso los planes mejor ideados pueden revelarse completamen- teineficaces. La red eléczrica, como toda infraestructura, desde los sistemas de auto- pistas hasta Internet, de hecho no es una enticad tinica, sino varias redes regionales unidas toscamente unas con otras bajo la ribrica de una mayor conectividad en aras del bien de todos. La mayor de estas unidades admi- nistrativas es la que agrupa aproximadamente cinco mil centeales léctri- tas y quince mil incas de alca tensién; constituyen la red de transmisi6n cléctrica del Western Systems Coordinating Council un conglomerado de LA ERA DE LA CONECTIVIDAD B seneradores y dstribuidores de clecricidad responsable del suministro de electricidad a todo lo que se halla al oeste de las montaias Rocosas, desde la frontera con México hasta el Artico, Bajo el calor abrasadar del mes de agosto de 1996, cada aire acondicionado que funcionabs al méxi- mo de su potencia y cada cerveza helada que se bebia en los jardines da- ante las barbacoas consur ‘su parte de energia dela red de suministro, eléctrico. Las masas de ruristas veraniegos, renuentes a regresar al este, se quedaron en las ciudades de la costa y se sumaron a las ya enormes pobla- ciones de Los Angeles, San Francisco y Seattle, Forzando al mite una red de por sf anticuada y a la que ya se le exigfa demasiado. ‘Quiz no deba sorprendernos que, como la chispa que prende un en conado incendio forestal, el inicio de la crisis que se declaré el 10 de agosto de 1996 fuera un acontecimiento de orden relativamente menor. Una linea de transmisién en el aeste de Oregon, al norte de Portland, se combs de- masiado, alcanz6 un drbol que no se habia podado desde hacia mucho tiempo y produjo un cortocircuito con el consiguiente desprendimiento de chispss. En cealidad, aqulla era una incidenciafrecwente,y los operado- res de la Power Authority de Bonneville apenas se intranquilizaron cuan- do, inmediatamente, les fue notilicada aquella caida de la tensin, que si bien era molesta, distaba mucho de ser un desastre. Lo que pas6 a continua: cida, sin embargo, sucedié de una forma terriblemente répida y por com- plevo inesperada, La linea que habia caido —la Keeler-Allston— formaba parte de un cosjunto de lieve patelelae deal tenn que traneportaban In clectet, cidad desde Seattle hasta Portland, y el mecanismo automitico que hizo frente a aquella averfa consistié en transferir la carga a las otras lincas de alta tensién que formaban parte del conjunto. Por desgracia, la ca- pacidad de las lineas estaba ya casi al limite y la carga extra result exce- siva. Una a una, las fichas del dominé comenzaron a caer. Primero fue la linea colindante de Pearl-Keeler la que queds fuera de servicio debido a ‘una averia en un transformador. Al cabo de cinco minutos, la linea de alta tensién Saint Johns-Merwin cayé debido al fallo en el relé, y los fa- los y las averias sucesivos hicieron que grandes volimenes de electrici- dad se desplazaran primero al este y, luego, al oeste a un lado y otro de Jas Cascade Mountains, haciendo que e! sistema entrara en oxcilaciones de tensién de gran amplitud. : ‘Cuando las lineas de alta tensién estén sobrecargadas, se calientan y se dilatan. Durante el mes de agosto, los arboles habian tenido ya todo el ‘verano para crecer y cuando hacia las 4 de la tarde se produjo el altima uM SEIS GRADS DE SEPARACION mazazo, incluso una linea de alta tensién poco cargada se hubiera com: bado bajo el sol abrasidor. La linea de alta tensign Ross-Lexington irre misiblemente sobrecargada se habia dilatado demasiado y, como habia su- cedido dos horas antes con In de Keeler Allston, dio contra uno de los consabidos drboles. Esta dltima interrupcién desbordé los cereanos gene. adores de MeNary y todos sus relés de proteccién, los tree, saltaron uno tras otro, con Io que el sistema se situé fuera de la gama de incidencias ‘que, por su disefio, estaba en condiciones de afrontar. Setenta segundos después de que empezaran las oscilaciones de tensién, los tes ramales de interconexi6n California-Oregon —el cuella de botella por el que pasa toda la enersiaelécerica al norte y al sur de la Costa Oeste—cafan y quedaban fuera de servicio, Una de las principales reglas de la energia eléctrica es que resulta en extreme dificil de almacenar. Podemos hacer que los teléfonos méviles y los ordenadores portétiles funcionen con una baterfa durante algunas ho- tas, en general pocas, pero nadie ha desatrollado atin Ja tecnologia que permitiria construir baterfas capaces de suministrar energfa eléctrica a las ciudades. Por ende, la clectricidlad tiene que generarse awando se precisa y ha de ser eransportada instantineamente alli donde es necesatia. Esta re- ala conlleva que, una vez generada, la clectricidad tiene que i alguna parte, y eso era precisamente lo que hacia la energia que habia estado flu- yendo hacia el norte de California: iba a algtin lugar. Al cortarse la inter- conexién, la electricidad, que provenia de Washingcon, no pudo legar a California y oscilé bruscamence hacia ol este, luego hacia el sur y fue bs ssiendo como un maremoto los Estados de Idaho, Utah, Colorado, Arizo- zna, Nuevo México, Nevada y el sur de California: eayeron cientos de I reas de alta tensién y generadores; l sistema del oeste quedé fracturado de este modo en cuatro islas separadas y, como consecuencia, se interrum- Pi6 el suministro del servicio a unos 7,5 millones de personas. Aquella no- che, el perfil de los edificios de San Francisco recortados en el horizonte quedé a oscuras. Por fortuna no bubo que lamentar disturbios, 1o cual posiblemente dice algo a favor de la poblacidn de San Francisco compara da con la de Nueva York. Pero en el transeurso de los falles en cascada, 175 unidades generadoras quedaron fuera de servicio y algunas —los reactores nucleares— necesitaron varios dias para entrar de nuevo en fun cionamiento, contribuyendo de este modo a que el coste total estimade ascendiera a unos dos mil millones de délares. .

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