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Desarrollo histórico y
aspectos psicosociales
de la familia

Miguel Ángel Masbernat Moreno


Apunte Docente
2014
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DESARROLLO HISTÓRICO Y ASPECTOS PSICOSOCIALES


DE LA FAMILIA

Para algunos autores, el origen etimológico de la palabra familia es muy incierto, algunos
sostienen que proviene de la voz latina fames que significa hambre; otros afirman que proviene
de la raíz latina famulus, que significa sirviente - esclavo doméstico. En un principio, la familia
agrupaba al conjunto de esclavos y criados propiedad de un solo hombre. En la estructura
original romana, la familia era regida por el pater, quien condensaba todos los poderes, incluidos el
de la vida y la muerte, no sólo sobre sus esclavos sino también sobre sus hijos.

De manera histórica la “Familia” ha sido considerada como el pilar fundamental


de la sociedad, la cual sería a su vez la unidad básica de socialización de las personas, y cumpliría
una multiplicidad de funciones asociadas a la misma. En palabras de Jacques Lacan (1978):

La familia aparece como un grupo natural de individuos unidos por una doble
relación biológica:

- La Generación o Procreación, que genera nuevos miembros para el grupo; y


- La generación de Condiciones Ambientales, que postulan el desarrollo de los jóvenes y
que mantienen al grupo unido, esto siempre que los progenitores y adultos cumplan su
función.

Siguiendo a Lacan, en las especies animales, la función de los progenitores da lugar a una
serie de comportamientos instintivos, habitualmente muy complejos y diferentes a los instintos
familiares, los cuales han sido relacionados por investigadores más recientes con un instinto
original, llamado de inter-atracción (Masotta, O., 1978; en Lacan, J., 1978).

HITOS HISTÓRICOS EN RELACIÓN AL CONCEPTO DE


FAMILIA

A lo largo de la historia han existido ciertos “hitos” que marcan el inicio de la familia como
tal y que pueden ayudar a entenderla en su conformación actual en cuanto a su estructura,
organización y evolución:

1) La separación de los roles destinados a los hombres y a las mujeres, o división sexual
del trabajo. Esta consistía en que los hombres cazaban para proveer a sus grupos, y las
mujeres cuidaban a las crías. Esto dio indicios de los primeros agrupamientos sociales.

2) El descubrimiento del fuego. Con este hito surge la idea de hogar, donde se reúnen
todos a comer alrededor del fuego y el abrigo, aparecen los horarios o los tiempos
específicos para comer. El fuego da la posibilidad de cocinar los alimentos, alumbrar en la
noche, defenderse de otros grupos o animales, dar abrigo y tener un poder antes impensado.

3) Los cambios corporales producto de la evolución. El ser humano se yergue, la pelvis


se enancha y la cabeza y cerebro se agrandan. Los niños comienzan a nacer más
desvalidos y menos desarrollados, y por lo tanto, el tiempo de cuidado es más largo y el
grupo permanece más tiempo unido en esta función.

4) La emergencia del Lenguaje. Esto genera la posibilidad de crear reglas que se transmiten de
generación en generación, por primera vez en la historia existe la posibilidad de crear
un relativo orden transmisible, marcando la tradición y la moralidad.
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Lo que se entiende hoy por Familia pudo haberse constituido entre 2000 y 5000 Años atrás.

5) La Modernidad. Esta coloca, en un primer lugar, la necesidad de incrementar la


productividad del trabajo, aumenta el valor agregado de los productos e introduce mayor
desarrollo y uso de la tecnología. En general, la Industrialización se constituye como
un sistema de producción familiar, donde cada uno tiene un rol y donde el padre es el
jefe de familia. (Esto se mantiene reflejado hasta hoy en Chile, por ejemplo, en el
Matrimonio con Sociedad Conyugal, en donde es el esposo el “jefe y administrador” de dicha
sociedad).

ALGUNAS CONSECUENCIAS EN RELACIÓN CON ESTE


MODELO

Una de las mayores consecuencias dice relación con la alta concentración urbana de la
población, por medio de un enorme proceso de migración desde las zonas rurales, esto
conllevó consigo:

a) Un fuerte y notorio cambio del trabajo, pasando desde lo artesanal y agropecuario, a


una labor asalariada.

b) Modificación en la organización familiar, con una marcada diferencia de roles delimitada


por el sexo, la mujer permanece en la casa con escasas o nulas posibilidades de
perfeccionamiento e inserción en el mercado laboral remunerado, trabajando
principalmente en la crianza de los hijos y en el mantenimiento del hogar, lo cual se ha
llamado Roles Afectivos o de Contención; mientras el hombre sale a trabajar en el ámbito
público/remunerado, manteniendo un rol de proveedor y de jefe de hogar, el cual se
basa en el aporte económico que él realiza y en las jerarquías de poder que se
desprenden de éste (en razón de su rol de proveedor exclusivo del grupo familiar). Lo cual
se ha llamado, dentro de las Ciencias Sociales, Rol Instrumental.

c) Paralelamente a lo antes señalado comienzan a emerger los movimientos por los Derechos
de las Mujeres (por ejemplo, el derecho a voto, que en Chile fue aprobado en 1935 para
las elecciones municipales, y recién en 1949 para elecciones parlamentarias y
presidenciales). Con esto, lentamente van surgiendo posibilidades reales para el
trabajo femenino remunerado y calificado, lo cual conlleva inevitablemente a una
flexibilización de los roles femeninos y masculinos, que muy lentamente empiezan a ser
compartidos.

d) La emergencia del Capitalismo implicó que la Familia perdiera poder; el parentesco


pierde la importancia que tenía y priman las relaciones de producción, distribución
y el poder económico.
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OTROS CAMBIOS EN LAS


FAMILIAS

Tras la Primera y Segunda Guerra Mundial se inició un período de migración de las


familias, comenzando a nuclearse de manera separada, esto conllevó a que la continuidad
de los lazos familiares se hiciera más inestable y cambiante de acuerdo a los movimientos
económicos y políticos de la época. Algunos ejemplos son: las colonias alemanas en Chile,
italianos en Argentina, y otros casos.

De manera conjunta se observa cómo aparecen progresivamente una serie de


instituciones que “sustituyen” o “suplantan” algunas funciones de la Familia Tradicional, como son
la educación y la recreación. La Familia hoy aún mantiene las funciones afectivas y económicas.

Los miembros de las familias llegan a unirse cada vez más entre sí por vínculos exclusivamente
emocionales, convirtiéndose de manera consecuente, en la única institución en que pueden
desarrollarse con confianza, esos lazos emocionales. Sin embargo, hay evidencias de la inestabilidad
y fragilidad de la familia contemporánea bajo la perspectiva de los procesos sociales e históricos
(Adolfi y Zwerling, 1985).

La cantidad creciente de mujeres incorporadas al ámbito laboral ya no es una novedad


en el ámbito familiar, estas han incrementado en un 300% desde la mitad del siglo anterior, se
calcula que en 1948 el 13% de las mujeres trabajaba fuera del hogar y en la actualidad lo hacen
más del 50% de ellas (Andolfi, 1985; y Censo, 2002).

LA VIDA FAMILIAR TRAS DE LA INCORPORACIÓN DE LA MUJER A LA FUERZA LABORAL

En primer término, se evidencia una proliferación de la industria de guarderías infantiles,


espacios educativos, recreativos y de protección a la infancia, así como también de profesiones y
actividades laborales afines como, por ejemplo, niñeras, psicólogos y educadores, entre otros, los
que a su vez, asumen en parte, roles de educación familiar.

Por otra parte, la dinámica relacional entre marido y mujer ha tendido, en los últimos
años, a evolucionar de complementaria a simétrica, marcada por la aspiración a la igualdad de
derechos y obligaciones en los planos privados y públicos, por parte de las mujeres mayormente.

Una implicancia significativa en este movimiento evolutivo y social se refiere a los


supuestos acerca del rol crucial de la diferenciación neta y tajante de los roles sexuales entre los
padres en la formación de una identidad clara y coherente de sexo en el niño(a), los cuales
están siendo investigados y cuestionados (Andolfi, 1985).

En el ámbito privado, la mujer que trabaja (esposa) ejerce una presión importante sobre la
relación marital tendiente a una unión más igualitaria y democrática (Andolfi, 1985).

Por lo antes señalado, es inevitable cuestionarse los principios fundamentales de la


sociología de la familia parsoniana respecto del rol instrumental del hombre y del rol
expresivo de la mujer dentro de la familia, como prerrequisitos esenciales de una relación marital
armoniosa.

Ya en la década de los 80, la Dra. Sawhill hace un análisis económico de las implicaciones
del trabajo maternal, el cual es aplicable aún luego de décadas de historia. Plantea que la
crianza de un niño es una ocupación de dedicación intensiva, que implica alimentarlo, vestirlo y
cambiarlo de ropa o pañales en múltiples ocasiones, vigilarlo, cantarle, hablarle, entretenerlo,
leerle cuentos u otros, jugar con él o ella, etc… Todo lo cual implica muchas horas por día. Sin
perjuicio de lo señalado por la Dra. Sawhill, en la sociedad contemporánea dicho trabajo de
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“dedicación intensiva” no es de manera dogmática adjudicado solo a uno de los padres, e incluso en
muchas ocasiones, cada vez más, delegado a terceras personas.

Sawhill sugiere que, a medida que aumenta el precio de este tiempo destinado a la
crianza, es decir, aumenta la renta potencial representada por el lapso requerido para la gestación
y la crianza, va disminuyendo la motivación para tener hijos y criar niños, como lo que ha venido
sucediendo hace muchos años en Europa y en los últimos tiempos en Chile (Censo, 2002, 2012).

La forma actual en que las sociedades han tendido a “contrarrestar” los efectos en la
Familia Tradicional producto de la incorporación al trabajo de la mujer versus la crianza y la
formación de la descendencia, tradicionalmente realizada en mayor medida por éstas, ha sido la
opción de reducir la cantidad de hijos dentro de la familia, es decir, el tamaño y conformación de
ésta, como también de retrasar la edad en que las mujeres se embarazan, e incluso optando por no
ser padres.

En perspectiva, se proyecta una evolución de la institución familiar, donde la participación


de la mujer en el mercado laboral sea cada vez mayor, el valor del tiempo sea cada vez más
alto y las labores domésticas y de crianza sean cada vez más costosas. Habrá menos niños y menos
matrimonios en la medida en que vayan disminuyendo las diferencias salariales entre ambos sexos.

Ante lo previamente expuesto, ahora cabe preguntarse si ¿estos cambios sociales


implican que la familia nuclear tradicional occidental-patriarcal irá desapareciendo? Ante tal
cuestionamiento no existe un respuesta clara y precisa, pero aparentemente en un sentido
estadístico ésta va disminuyendo su prevalencia, sin embargo, se estima que la calidad de vida de
los niños y la relación entre cónyuges irá mejorando (Sawhill, 1985).

La afirmación anterior se basa en que, en el pasado, el matrimonio era muy


frecuentemente una real necesidad económica para las mujeres y la gestación resultaba en forma
inesperada de la actividad sexual o constituía una política de reaseguro contra las inseguridades
de la edad avanzada. En el futuro, es probable que la economía y la tecnología aseguren más
ampliamente el acto de tener descendencia y la decisión de compartir la vida con otro
adulto y que sea un acto libre y concientemente elegido a raíz de las satisfacciones
personales que acarrea y no como medio para un fin. Los valores personales y las necesidades
psicológicas que se satisfacen en la relación, los hijos y la vida familiar, serán los árbitros finales en
esta elección.

Mirando el presente, la afirmación de la Dra. Sawhill cobra especial reflejo en las


concepciones actuales de familia, como estas se vivencian de manera pública y privada, y los
distintos grupos sociales que han emergido de la oscuridad de la familia tradicional para
posicionarse como elementos importantes de la sociedad, como familias reales, unidas por
lazos eminentemente afectivos, como son la mayor existencia de familias uniparentales y las
relaciones entre personas del mismo sexo, las cuales, en algunos países, ya han sido legalizadas
con o sin posibilidad de adopción, según sea el caso, y en otros países como en Chile, se avanza
a pasos agigantados a valorar dichas formas de hacer familia como igualmente importantes en
relación a la familia tradicional.

Finalizando con estas modificaciones que ha sufrido la familia, ya en 1978, Calhoun


estimó que en 100 o 150 años más, las dos terceras partes de las familias de la población no tendrán
hijos (en Andolfi y Zwerling, 1985).
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VISIONES E INTERPRETACIONES DESDE DISTINTAS ÁREAS EN TORNO A LA FAMILIA

Desde el Psicoanálisis, hablando en términos generales, la Familia es entendida desde los


conflictos intrapsíquicos individuales, centrado en la relación padre – hijo. Su función es educar y
restringir los impulsos (principalmente del placer) de los hijos. Se la entiende como un
ente disciplinador de los instintos. En palabras psicoanalíticas, la familia vendría a funcionar como
el “Súper Yo” de la persona en relación a su formación, en contraposición a las pulsiones instintivas
que funcionarían como su “Ello” (componente instintivo y hedónico del aparato psíquico), a
modo de modular un “Yo” integrado y funcional a la sociedad vigente, y a las expectativas y
valores del grupo familiar de origen y la sociedad.

Desde la Teoría Humanista, la Familia es un agente de autorregulación y autorrealización


personal del individuo, tendiente de manera continua a alcanzar la autoactualización del sujeto.

Para el Enfoque Cognitivista, la familia se entiende como parte del medio, donde se
refuerzan, inhiben o castigan los procesos mentales y conductuales de sus miembros, siendo uno de
los entes fundamentales de educación.

La Teoría Sistémica se centra en las relaciones intersujeto, en las dinámicas


relacionales dentro de la familia, además, pone el foco en la interacción y no en los individuos
por sí solos, como objeto de explicación y cambio.

Todo tipo de relaciones a nivel general, y aún más en particular las relaciones
familiares, tienen una cierta estructura, organización y evolución (ciclos vitales), las cuales son
cambiantes. De acuerdo a Minuchin (1998), podemos puntuar en la observación de una Familia,
tanto en el contenido como en las posiciones de cada una de las personas dentro de la dinámica.

Desde la Teoría de Sistemas, la sociedad sería el sistema mayor, dentro existirían


varios grupos humanos o subsistemas, entre ellos la Familia. Por lo tanto, la Familia sería un
subsistema que necesita retroalimentación con otros subsistemas. La Familia es una de las
Instituciones más durables en el tiempo, a lo largo de diferentes etapas de la vida. La ley,
expresada en el matrimonio, ayuda a mantener esta continuidad entre familia y sociedad
(Minuchin, 1998).

Dentro del Enfoque Sistémico, una definición clásica de Familia es la que aporta el Modelo
Estructural de Minuchin (1993): Sistema que opera a través de pautas transaccionales que
establecen de qué manera, cuándo y con quién relacionarse. Está organizada sobre la base del
apoyo, regulación, alimentación y socialización de sus miembros.

Posteriormente, Minuchin (1998) plantea una definición complementaria y amplia que hace
referencia a la Familia como una pequeña sociedad humana cuyos miembros están en contacto cara
a cara y tienen vínculos emocionales y una historia compartida.

La idea de este panorama global es ver a la Familia como un organismo y no como un


conjunto de individuos; sin embargo, aún se percibe que estamos cautivos entre estas dos
realidades.

La epistemología sistémica debe ser una herramienta que nos permita construir
correlaciones y recursividades entre los diferentes niveles de lo observable, donde cada uno de
estos niveles es autónomo e interdependiente a la vez (Jutorán, 1994).

Desde esta mirada, la familia es un sistema y, lo que es observable, son las interacciones
entre sus miembros y las regularidades que aparecen en sus secuencias de
comportamiento, es una totalidad organizada, donde sus partes o miembros se interconectan de
acuerdo a una pauta. En la familia, el comportamiento de cada miembro afecta la conducta del
otro y a su vez es afectada por el resto (Jutorán, 1994).
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La Familia como sistema está compuesta por subsistemas, donde cada subsistema: padres,
hermanos, pareja, etc., tiene funciones o roles y demandas específicas para sus miembros y un
desarrollo de habilidades interpersonales que lograr. Estos dos procesos se basan en la
no interferencia entre subsistemas, lo que alude al grado de permeabilidad de los límites o paso de
información entre los subsistemas o entre el sistema total y el entorno (Minuchin, 1998).

Los límites se refieren a lo que, arbitrariamente, separa a un sistema o subsistema de


otro y que permite que éste se mantenga unido. Son las reglas que definen quiénes y cómo
participan en el todo, podríamos decir que los elementos de un sistema establecen los
límites de acuerdo a la naturaleza de la relación entre ellos (Minuchin, 1998).

Continuando con la idea anterior, lo límites pueden ser claros, flexibles, permeables o
impermeables, lo cual implica diferentes consecuencias en su operar.

a) Los límites claros facilitan el ordenamiento del sistema e impiden que exista confusión
entre los subsistemas o entre el sistema total y el entorno. A modo de ejemplo,
los límites normativos (horarios, reglas, obligaciones, deberes, etc.) son impuestos por los
padres en la relación paterno/filial, y son a su vez estos mismos lo encargados de hacer
cumplir dichas normas (límites).

b) Los límites flexibles permiten la interacción entre subsistemas o entre el sistema total
y el entorno de forma propicia para la negociación, por ejemplo, cuando en ocasiones
el hijo mayor cuida a sus hermanos si la madre y el padre deben ausentarse; sin
embargo, cuando llegan a la casa, el hermano mayor “vuelve” a su rol de hijo.

c) Los límites permeables llevan a la pérdida de diferenciación o identidad del sistema


respecto de su medio. Un ejemplo dentro de la familia sería la Familia Desligada, donde
observamos una excesiva impermeabilidad entre los miembros del sistema familiar y una
permeabilidad hacia el exterior, caracterizándose por una baja capacidad para
mantener la intimidad al interior del sistema o entre sus subsistemas (Minuchin, 1998).

d) Los límites impermeables impiden el intercambio entre el sistema y su medio, lo cual


conlleva a un empobrecimiento de la relación y a una excesiva cercanía e intimidad entre
los miembros del sistema. Un ejemplo de esto sería la Familia Aglutinada, caracterizada
principalmente por una excesiva permeabilidad entre sus subsistemas o miembros del
sistema y una impermeabilidad hacia el exterior (Minuchin, 1998).

SUBSISTEMAS PRESENTES DENTRO DEL SISTEMA FAMILIAR

1) Subsistema Conyugal: está compuesto por dos adultos que se unen con la intención
de constituir una familia, donde su relación se basa en la complementariedad y creación
de un sentido de pertenencia. A partir de la acomodación van configurando un espacio en
común, compartiendo actividades y significaciones mutuas.

2) Subsistema Parental: se constituye con el nacimiento del primer hijo, el cual crea un nuevo
subsistema el que permite acceder a ser padres sin interferir, idealmente, en el sistema
conyugal. Comienza a haber una diferenciación con respecto a la autoridad y los padres
están a cargo de la satisfacción de las necesidades afectivas y sociales del hijo.

Se estima que es uno de los subsistemas más complejos, ya que corresponde a los mismos
dos adultos de la pareja, pero convocados a acciones, lenguajes, emociones,
responsabilidades y conversaciones diferentes. Son ámbitos de existencia discontinuos y
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excluyentes.

3) Subsistema Fraterno: se da a través de la relación de los hermanos, en las actividades que


desarrollan juntos y los códigos que construyen.

La presencia de subsistemas de un sistema total, significa las partes del sistema que
se influyen mutuamente, las cuales pasan por períodos de cambio y estabilidad, que son autónomos
e interdependientes a la vez (Minuchin, 1998).

Minuchin (1998), agrega, “cada persona contribuye a la formación de pautas familiares,


pero a la vez, la personalidad y la conducta son moldeadas por lo que la familia espera y permite”.

En todas las familias existen pautas que organizan la jerarquía del poder, las que permiten
definir la forma en que las familias toman decisiones y la manera en que controlan, regulan y
modulan la conducta de sus miembros (límites y fronteras).

Siguiendo con la comprensión del “Sistema Familia”, surge la necesidad de entender y


contextualizar el concepto de Jerarquía. Todos los sistemas, incluida la familia, están organizados
de acuerdo a niveles jerárquicos, como parte de un sistema mayor. La jerarquía define las líneas de
poder. En otras palabras, se refiere a la distribución del poder dentro de la familia (intermiembros).

Otro concepto central dentro de la noción de familia como un sistema o como un todo
organizado es el concepto de Control, originario de la Teoría General de Sistemas de Ludwig von
Bertalanffy y de la Cibernética, del matemático estadounidense Norbert Wiener. Este concepto
se basa en la característica básica del sistema vivo, es decir, como un sistema dinámico y estable a
la vez (Jutorán, 1998).

Los elementos de un sistema que se encuentran en constante interacción dinámica,


son capaces de relacionarse significativamente unos con otros debido a una serie de
mecanismos, llamados mecanismos homoestáticos y que cumplen dos funciones:

 Mantienen a los elementos del sistema dentro de límites aceptables (equilibrio).

 Permiten que la adaptación a situaciones esperables e inesperadas ocurra (crisis y cambio).

Walter Cannon, aplica en 1926 por primera vez este concepto de homeostasis (creado
originalmente en 1865 por Claude Bernard, quien es considerado el padre de la
fisiología), entendiéndolo como un mecanismo de autorregulación (mantener una condición interna
estable) de la red de interacciones recíprocas en que los diferentes componentes están en
equilibrio dinámico. Por lo tanto, la homeostasis define la estabilidad del sistema y cuando el
desequilibrio llega a ocurrir
(crisis), se activa una serie de mecanismos internos que actúan para restaurar el
equilibrio homeostático del sistema o familia (compensar los cambios del entorno); por ejemplo,
frente a la enfermedad de un miembro de la familia se produce un quiebre o crisis; sin
embargo, para reestablecer el equilibrio familiar (homeostasis) surge una reorganización de roles,
búsqueda de ayuda externa, etc. (Jutorán, 1994).

En cuanto a las interacciones humanas, el comportamiento de las personas no


está determinado por su origen, y sólo adquiere sentido en el contexto en que se produce. La
conducta no es el resultado de causas particulares, sino que es parte integrada de un sistema global
en curso.

Estos conceptos traen como implicancia el hecho que no es necesaria una


hipótesis intrapsíquica para explicar el comportamiento humano, sino que ésta se puede obtener
a partir de la observación y la descripción de la interacción, de la comunicación y las relaciones
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observables entre las distintas partes de un sistema. Por ejemplo, frente a una crisis matrimonial
o separación conyugal,
desde esta perspectiva, se hace imposible pensar en las disfuncionalidades o patologías de uno de
sus miembros, sino que más bien apunta a la organización de la relación que han establecido, se
enfoca en las características del sistema que se ha construido entre sus miembros.

DIMENSIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL DE LA


FAMILIA

Los conceptos mencionados anteriormente, operan dentro de estas dos dimensiones,


las cuales tendrían una existencia simultánea:

Al patrón u organización que puede ser observado a lo largo de una dimensión espacial se le
llama “Estructura” y cuando se habla de estructura, nos referimos a las posiciones que cada
miembro ocupa en el sistema familiar. Dentro de la dimensión espacial se encuentran:

 Las alianzas se entienden como una relación significativa entre dos personas en torno a
un tema común.

 Las coaliciones son entendidas como la alianza que da cuenta de la unión de dos o
más personas contra un tercero.

 Las triangulaciones dentro de la familia se comprenden teóricamente como la posición


que adopta un miembro de la familia en la relación de otros dos; es un vértice que une a
“los otros dos”. Por ejemplo, el hijo que “está al medio de las peleas de los padres”, funciona
en un triángulo, en donde el hijo permanece preso de su posición, haciéndose cargo forzoso
del mantenimiento de la relación de sus padres (Minuchin, 1998).

Al patrón u organización que puede ser observado a lo largo de una dimensión temporal
se le llama “Proceso o Función” y cuando hablamos de proceso hablamos de interacciones. En la
dimensión temporal veremos secuencias de comportamiento repetitivos, la descripción de la
dinámica interaccional, que se refiere específicamente a:

 Reglas: Qué hace cada uno de los miembros del sistema para mantenerse en el lugar en
que está.

 Circularidad y Recursividad: Descripción de la secuencia de comportamientos (repetición


en el tiempo de pautas o patrones de comportamiento).

 Hábitos o Reglas: Descripción de las secuencias de comportamiento repetitivas al nivel de


establecerse como crónicas.

La descripción del contexto en que se dan las interacciones repetitivas, las reglas, los
hábitos, las dinámicas familiares, incluyendo las alianzas, jerarquías, límites, coaliciones y
triangulaciones son de vital importancia a la hora de significar o definir, de una u otra manera, a
una familia. Por ejemplo, no es lo mismo aplicar u observar estos elementos en una familia
con seis hijos, de un nivel
socioeconómico bajo y rural, que hacerlo en una familia con un solo hijo y alto nivel socioeconómico.

Los Mitos Familiares son otro de los conceptos centrales, en el entendido de una familia
como sistema. Antonio Ferreira acuña este término en 1963 y plantea que en las interacciones
entre los miembros de un sistema, está presente un intercambio de mensajes comunicacionales, las
personas puntúan la secuencia de hechos de tal manera que su puntuación o distinción ubica a
los actores en distintos roles al interior del puzzle relacional (Ferreira, en Bagarozzi y Anderson,
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1996).

Las reglas familiares son metáforas acuñadas por el observador para describir las
redundancias que observa en las transacciones comunicacionales o pautas repetitivas de
conducta, por ejemplo; cuando la madre habla, el padre baja la vista, el hijo mira al padre y la
madre habla más fuerte.

Es así que el concepto de Mito Familiar se refiere a un conjunto de creencias que regulan
las conductas y crean reglas que son compartidas por todos los miembros de la familia respecto
de sus roles mutuos y de la naturaleza de su relación. Los mitos le dan identidad al sistema, en cuyo
nombre la familia inicia, mantiene y justifica muchas pautas interaccionales. Por ejemplo, frente a la
violencia intrafamiliar por parte del padre, el mito se puede referir a la creencia, bien sistematizada,
de que si el hombre es el proveedor en la casa, él es también quien manda.

Un problema de los mitos es que pueden transformarse fácilmente en un sistema cerrado


de creencias que no permita integrar nueva información, volviendo rígido al sistema e
impidiendo adaptarse a los cambios en la postura de cada miembro del sistema o frente a las
crisis normativas, crisis referidas a los cambios esperables en las diferentes etapas de la vida de
las personas y de la familia, como también de cara a las crisis no normativas, es decir, crisis
frente a cambios inesperados en la vida de las personas y familia, por ejemplo, frente a la muerte de
un hijo.

Desde una mirada sistémica es de suma importancia entender el síntoma, señal o problema
familiar no como compuesto por partes y darle un nombre, sino ver el lugar que ocupa en la
relación, dentro del sistema familiar, ver su funcionalidad, donde ninguna acción es aislada,
sino que todas forman parte de una interacción organizada.

EL CICLO VITAL DE LA FAMILIA

Para una adecuada comprensión, análisis y eventual tratamiento de una Familia, resulta
fundamental conocer el ciclo vital por el cual esta se encuentra atravesando. Esto nos sirve como
contexto y referencia para comprender el funcionamiento del sistema frente a las crisis de
adaptación o crisis normativas vivenciadas por éstos.

Erickson (1956), es uno de los teóricos del ciclo vital que desarrolló el modelo del ciclo
vital del individuo, basado en el modelo del desarrollo psicosexual de Freud. Su modelo
consideraba el impacto de la sociedad en el individuo y amplió el número de etapas a 8, con la idea
de incluir las fases del desarrollo adulto.

Erickson plantea que cada persona debe pasar por las 8 etapas, en donde se ven
enfrentados a un desafío, crisis o tarea madurativa particular. De acuerdo al grado de resolución
alcanzado en los temas particulares de cada etapa, este afecta la resolución de todas las siguientes.

Reuben Hill y Evelyn Duvall (1948) observaron que cada miembro de la Familia de
las distintas generaciones tiene sus propias tareas de desarrollo; además, observaron que el
resultado exitoso de las tareas de cada uno depende y contribuye al resultado exitoso de las tareas
de los otros.

Un paso siguiente en el desarrollo de las teorías del ciclo vital fue considerar que la
familia como un todo, tiene sus propias tareas de desarrollo. En 1950, Duvall describe y divide el
ciclo vital familiar en las siguientes etapas:

 Matrimonio
 Nacimiento
 Crianza de los hijos
 Salida de los hijos de la casa
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 Jubilación
 Muerte

Finalmente, por medio de la observación clínica, Duvall agrega que el ciclo vital del
individuo encaja perfecta y sincrónicamente con el ciclo de la vida familiar, lo cual es ampliamente
utilizado en el análisis familiar a partir de la década del 70.
Desde ahí en adelante el proceso evolutivo de la familia es visto como una transformación
visualizada en etapas y que cada período se hace distinguible de otro en tanto presentan
características propias, que a su vez implican una serie de demandas particulares sobre cada uno
de los miembros de la familia y sobre el sistema familiar como conjunto.

La premisa esencial en relación al ciclo vital se refiere a que en cada etapa, y en la


transición de una etapa a otra, pueden emerger dificultades que se expresan mediante un
síntoma o conducta problemática de uno o más de sus miembros. Así es como Haley (1980) ha
indicado las siguientes etapas:

- El galanteo
- El matrimonio
- El nacimiento de los hijos
- El período intermedio del matrimonio
- La partida de los hijos
- El retiro y la vejez

Existen múltiples formas de describir las diferentes etapas de la vida familiar e


individual. Belart y Ferrer en 1998 plantean 9 etapas a considerar en la historia de una familia al
momento de conocerla e intervenirla:
1) El Noviazgo: Que incluiría aspectos como el galanteo, el desarrollo de la autoestima y la
búsqueda y elección de pareja.

2) El Matrimonio: Incluye la formación de la pareja, la influencia de las familias de origen, la vida


en común, la adaptación mutua, la comunicación en la pareja y el planteamiento de cómo
formar una buena pareja.

3) Los Hijos: Pasar de ser pareja a ser padres, siendo las mismas personas, ser padres, tener y ser
hermanos, el orden de nacimiento de los hijos, la identificación sexual, los abuelos, etc.

4) La Etapa Escolar: La adaptación al sistema educacional, el contexto escolar, la relación entre


los padres y los profesores, las relaciones entre padres e hijos, el contexto familiar
dentro del contexto escolar.

5) El Período intermedio: Este incluye los llamados años medios de los padres, la preadolescencia,
la “crisis de los 40”, crisis de la pareja, a veces la separación de la pareja y sus consecuencias,
familias monoparentales, familias simultáneas y reconstituidas.

6) La Adolescencia: Implica rebeldía e identidad por parte de los hijos, lograr la autonomía,
construir un grupo de pares (amigos), contactarse con las drogas y la sexualidad, implica asumir
responsabilidades antes desconocidas, como también un período de revisión y negociación
de reglas (Padres e hijos en una nueva relación).

7) La Emancipación de los Hijos: Implica una mayor claridad en el panorama familiar, la elección
profesional de los hijos y la incorporación al trabajo y la vida social. Se caracteriza por el
comúnmente llamado “nido vacío” y del “nido atestado”, con la cercanía de la crisis de los 50
años, con un reajuste personal y de pareja y probablemente con tres generaciones
presentes (hijos, padres abuelos).
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8) La Jubilación: En esta etapa resulta de vital importancia el cómo mantenerse activos,


cómo vivenciar el hacerse mayor (con todo lo que conlleva). La disyuntiva de vivir solos, en un
asilo para ancianos o con los hijos y la presencia del tema de la espiritualidad y la muerte.

Otro de los conceptos centrales para comprender y abordar a la familia como un todo
organizado (como un sistema) es el concepto de lealtad y lealtad invisible desarrollado por Iván
Boszormenyi-Nagy (1983).

Su idea central es que las perturbaciones individuales y familiares son la manifestación de


un desequilibrio entre el dar y recibir, entre los deberes y los derechos emocionales, lo que el autor
llamó la ética de las relaciones interpersonales familiares. Plantea que si se da una injusticia en este
sistema multigeneracional de múltiples obligaciones y deudas que no se “pagan a tiempo”, se daría
la “cadena de retribuciones desplazadas” a las siguientes generaciones.

Esta red de jerarquía de mandatos familiares es manifiesta y también encubierto, y


se expresan por un continuo dar y recibir de expectativas entre cada miembro de la familia y el
sistema de relacional al que pertenece. Por lo tanto, una familia funcional es aquella que a largo
plazo está en equilibrio entre los derechos y los deberes de sus miembros.

Estas vinculaciones manifiestas o encubiertas es lo que Boszormenyi-Nagy y Spark (1983)


denominó lealtades y lealtades invisibles, respectivamente.

De acuerdo a esta perspectiva de la familia, la conducta problemática (conflicto) es vista


como la expresión de una excesiva acumulación de injusticias que resultan ser la manifestación de
un fuerte e invisible lazo de lealtad. Así, se redefine este comportamiento problemático como una
prueba de lealtad familiar e indicador de un sacrificio del desarrollo personal en pos de los
intereses del grupo, incluso en forma multigeneracional, es decir, conflictos de lealtades que
se transmiten de una generación a otra con la intención de resolverse (ejemplo la violencia
intrafamiliar).

Otro ejemplo es cuando los hijos e hijas intentan cumplir las expectativas perfeccionistas
de los padres, por el temor a ser “expulsados”, concreta o emocionalmente, del grupo familiar; por
temor a tener una vinculación laxa con ellos; por temor a la desaprobación de los mismos.

Siguiendo a Boszormenyi-Nagy y Spark (1983), el concepto de lealtad significa no sólo que


un individuo actúe con responsabilidad respecto de otra persona, como su padre, su madre, abuela u
otro miembro de la familia, sino que además considera que el individuo se encuentra inserto en una
red de lealtades multipersonales. Dentro del contexto de esta red estructurada se le exige a
cada persona que cumpla las expectativas u obligaciones del grupo.

LA DISFUNCIONALIDAD Y LA FUNCIONALIDAD EN LA FAMILIA

De acuerdo al Modelo Circumplejo de Olson (1979) se observan dos dimensiones


fundamentales de la familia; la primera dimensión es la cohesión, entendida como la
ligazón emocional que los miembros de una familia tienen entre sí, es la medida del grado de
proximidad recíproca que sienten emocionalmente los miembros del sistema o de su sentido de
conexión o separación, respecto de otros miembros del mismo.

La cohesión incluye la cercanía, así como el compromiso familiar, la individualidad y el


tiempo común compartido por los miembros, y se representa a través de niveles, básicamente, la
familia desligada, separada, conectada y la familia aglutinada.

La segunda dimensión se refiere a la adaptabilidad, entendida como la habilidad


que presenta el sistema familiar para cambiar su estructura de poder, las relaciones de roles
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entre sí, las normas y reglas de relación en función de las demandas situacionales o de desarrollo.

La adaptabilidad también implica niveles, a saber: el nivel rígido, estructurado, flexible


y el nivel caótico.

De acuerdo al Modelo de Olson, la funcionalidad familiar se relaciona con los niveles


intermedios de ambas dimensiones, es decir, el nivel de cohesión separado y conectado, como
también el nivel de adaptabilidad estructurado y flexible.

Por el contrario, la disfuncionalidad familiar se relacionaría con niveles extremos de ambas


dimensiones. Además, el modelo agrega categorías de funcionamiento familiar, en términos de
establecer tres grandes categorías familiares, a saber, familias balanceadas, familias de rango
medio y familias extremas.

La comunicación es otra dimensión posible de observar en una familia, desde este Modelo
Circumplejo se entiende como una dimensión que facilita el movimiento familiar entre los tipos de
familias y niveles de cohesión y estabilidad. Esta dimensión considera las destrezas para
escuchar, la empatía, la capacidad para hablar de sí mismo y de los otros, apertura y asertividad
familiar.

Para Bowen (1991), las características de una familia funcional se refiere a:

 Son equilibradas y flexibles.


 Los problemas emocionales no son cargados a una sola persona, sino existen en todo el
grupo y cada uno tiene su parte.
 Tienen relaciones entre todos los miembros de las distintas generaciones.
 Utilizan un mínimo fusión y un mínimo de distanciamiento para resolver problemas.
 Los problemas de dos personas se pueden resolver sin triangularizar a un tercero.
 Las diferencias son toleradas e incluso promovidas.
 Cada uno puede relacionarse con los otros al nivel cognitivo y emocional.
 Cada uno sabe lo que puede obtener de sí mismo y de los otros.
 Se mantiene un clima emocional y agradable y cada miembro de la familia piensa que es
una buena familia en la cual vivir.
 Los miembros de la familia no se utilizan unos a otros como muletas emocionales.

ESTRÉS
FAMILIAR

El estrés familiar determina los estresores familiares y, a su vez, en qué magnitud


operan; cuáles son los mediadores personales, familiares y comunitarios de los recursos y sus
respuestas de enfrentamiento, y qué proceso familiar se produce y facilita el ajuste y la
adaptación familiar a través del tiempo y las diferentes etapas del ciclo vital familiar.

Algunas tensiones que se pueden identificar en la familia se refieren al aumento de la


expectativa de vida, a la mayor movilidad geográfica, la incorporación de la mujer al trabajo, el
cambio en la expectativa del rol de la mujer y del hombre, las separaciones (donde el centro
emocional pasa de la pareja a la relación padre-hijo), viviendas pequeñas generan rápido
desmembramiento o
hacinamiento, la necesidad de recorrer largas distancias dentro de la ciudad, la cultura economicista
(competitividad, exitismo económico, consumismo y sobrevaloración del trabajo), entre otros.

El estrés es percibido subjetivamente por la familia como displacentero, donde el


enfrentamiento depende del significado que tiene para ésta el evento estresor y los recursos con
los que se cuenta (o no) para enfrentarlo.
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Las familias presentarían algunas conductas de afrontamiento como acciones directas para
reducir el número o la intensidad de las demandas; acciones directas para adquirir capacidades que
no estaban disponibles previamente; mantener ciertos recursos para ser utilizados cuando se
necesitan; y manejar las tensiones derivadas de la vida cotidiana.

Las fuentes de estrés y tensiones se pueden identificar como las necesidades de


sobrevivencia, tareas del desarrollo y mantención de la familia, cambios en las condiciones
sociales y enfermedades agudas, crónicas o discapacidad. A la vez se identifican factores
protectores del estrés, entendidos como recursos que tiene una familia para enfrentar su desarrollo
y eventos vitales.

Se distinguen factores protectores personales como habilidades intelectuales,


conocimientos, nivel educacional, rasgos de personalidad, medios materiales, etc. También se
observan factores familiares como cohesión, flexibilidad y comunicación; y factores comunitarios
como personas, grupos o instituciones (considera los servicios estatales, grupos sociales, grupos
religiosos, empleadores, etc.).
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REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS

Andolfi, M. y Zwerling, I. (1985). Dimensiones de la terapia familiar. España: Ediciones Paidós.

Bagadozzi, D y Anderson, S. (1996). Mitos personales, matrimoniales y familiares. España: Ediciones

Paidós Terapia Familiar.

Belart, A. y Ferrer, M. (1988). El ciclo de la vida, una visión sistémica de la familia. España: Editorial

Desclée De Brouwer.

Boszormenyi-Nagy, I. & Spark, C. (1983). Lealtades Invisibles. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Bowen, M. (1991). De la familia al individuo. La diferenciación del sí mismo en el sistema familiar.

Barcelona: Ediciones Paidós.

Jutorán, S. (1994). El proceso de las ideas sistémico-cibernéticas. Sistemas familiares. 10 (1). Buenos

Aires, Argentina.

Lacan, J. (1978). La Familia. Barcelona, España: Editorial Argonauta.

Minuchin, S. (1998). Familia y Terapia Familiar. Barcelona: Editorial

Gedisa.

Olson, D.H., Sprenkle, D.H. y Russell, C.S. (1979). “Circumplex model of marital and family

systems, I: Cohesion and adaptability dimensions, family types, and clinical applications”.

Family Process,

18, 3-28.

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