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Las apariciones de «La Creu de Montigalà»

Todo comenzó en el año 1987, cuando a Rosario Mora Sosa, sevillana de humilde
familia que cuenta ahora con 62 años, y residente en Santa Coloma de Gramanet vio la
virgen en un algarrobo.
Como otros días había ido a la Creu (Cruz) de Montigalà, en la serralada de Marina,
Badalona, un municipio Gran Barcelona. "Un grupo de señoras acostumbrábamos a
rezar en la Creu, pero yo notaba una fuerza que me encaminaba al algarrobo, que por
entonces estaba seco y lleno de zarzas... y un día fue como si la luz del sol bajase al
árbol... Era la Virgen, que me dijo que retiráramos las zarzas, lo limpiáramos todo, que
hiciéramos el santuario..."
Desde entonces, mujeres de baja condición social de Santa Coloma y Badalona acuden
allí los jueves y los domingos a pedir por hijos minusválidos, drogadictos o hambrientos.
La ceremonia comienza a las siete de la mañana y a medida que los misterios del
rosario avanzan y la luz del sol permite ver el mar, llegan más señoras al ahora
frondoso algarrobo. Después vendrán las estaciones del vía crucis y la lectura del Biblia.
Se habla de milagros. "Pero a la gente que tiene problemas yo le digo que vaya al
médico, yo no puedo hacer nada", dice Rosario. Sin embargo no niega la existencia de
tales hechos. Muletas y otros exvotos depositados en el algarrobo atestiguan
curaciones presuntamente basadas en la fe en las apariciones.
Pero Rosario es una mujer sencilla, que rechazó su presencia en televisión, delegando
la oferta de acudir a un programa de debate en Antena 3 Televisión a otra habitual, al
considerar que tales programas son solamente «un gallinero».
Durante años, lo más curioso ocurre después, cuando a media mañana preparan un
almuerzo que degluten con deleite acompañado de café caliente conservado en los
termos.
Tras el desayuno, enfundarse unos monos de trabajo, guantes de carpintero y ponerse
a trabajar en la construcción de un santuario al aire libre, con el suelo recubierto de
tablas procedentes de palés obtenidos en el polígono comercial de Montigalà, el más
grande de Cataluña.
En febrero de 2002 la prensa se hace eco de los autos de la Creu de Montigalà. Su
actividad se ve distorsionada ligeramente. Les obligan a retirar las escaleras de madera
y a no hacer más obras, aunque van a hacer caso omiso. Y los capellanes que en
ocasiones acompañaban al grupo de mujeres y celebraban misa, dejan de venir tras
salir el asunto en televisión.
Las quejas recibidas por el ayuntamiento de Badalona se agravan. Tanto particulares
como entidades ecologistas reclaman sobre la ocupación ilegal de la sierra de Marina,
según informará Muntsa Nisó, concejala de Medio ambiente.
Hay contactos entre el ayuntamiento y las feligresas para intentar compaginar el respeto
a cualquier actividad religiosa con la no alteración de una zona protegida y ya muy
degradada y con alto riesgo de incendio. Pero ningún entendimiento. Las señoras ven
venir un desalojo y recogían firmas para que la alcaldesa de Badalona, Maite Arqué, les
permita terminar un camino de maderas en la montaña y conservar el santuario.
Pero no fue así. A principios de noviembre la Policía local intervino quitando todo,
incluida la imagen de la virgen de Fátima y el corazón de Jesús. Solamente se salvo un
banco de tablas alrededor del algarrobo. Pero las devotas se han continuado reuniendo
junto al algarrobo donde, según sus palabras, no perjudican a nadie.
Los mensajes

Interrogada sobre qué le dice la virgen, Rosario Mora y sus compañeras son más bien
silenciosas. De lo poco que cuentan parece que se trata de mensajes personales, nada
de anuncios espectaculares o profecías apocalípticas. Así, sin ir más lejos, fue la propia
Virgen quien les pidió que durante agosto de 2002 descansaran y no frecuentaran tales
pagos ya que se juntaba la baja afluencia de devotas a la necesidad física de la vidente
y sus trabajadoras compañeras de fatigas de un merecido descanso.
Una parte de los mensajes siempre ha estado relacionado con la construcción del
santuario. Pero no con colectas para mausoleos, sino más bien con bricolaje y
materiales reutilizados. Pese a las advertencias municipales, durante el año 2002 el
santuario experimento nuevas modificaciones, al calor de las palabras de María.
Crearon una nueva sala de oración, colocaron una hilera de bancos y señalizaron el
lugar para que se supiera que era un oratorio.
El lugar de desayunó se apartó del santuario siguiendo el dictado virginal, un lugar que
también tenían que arreglar dado el desnivel. Hasta que llegaron las fuerzas del orden y
el santuario destruido.

Un lugar con historia religiosa

El cerro de Montigalà, o Monte Aguilar, como era conocido antaño, ha sido escenario
de diversas manifestaciones de culto religioso. Se conoce una referencia a una
inscripción en la piedra con caracteres ibéricos que se perdió desgraciadamente al
instalarse una pedrera en el extremo de la colina en la década de 1920.
Se conserva en el Museu Arqueològic de Barcelona una estela romana del siglo II
dedicada al culto de Helios, el Sol, que fue descubierta entre las rocas que se orientan
hacia el este.
El monte resguarda del litoral la plana de Belén, un enclave monástico de los jerónimos
establecido en el siglo XV sobre la antigua masía de Ca Murtra.
En 1913 se instaló la cruz en el marco de las fiestas constantinas que conmemoraban el
edicto de Milán (313) proclamado por el rey Constantino, en que se reconocía al
cristianismo los mismos derechos que la religión pagana.
En el año 1931 fue derribada en el proceso de secularización propio de la Segunda
República, pero el régimen franquista volvieron a erigirla en 1940.
La presencia de vías rápidas cercanas y la falta de protección del entorno han
convertido tales lares en una zona ruinosa desde la perspectiva ecológica. Pese a la
evidente falta de encanto del lugar, la vidente y sus compañeras dicen «sentir una paz
interior que no han percibido en ningún otro lugar».

Jordi Ardanuy, 2003

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