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Ediciones de la Revista de Occidente Acaban de publicar: ENSAYOS ELEGIDOS por Guillermo Diaz-Plaja 572 phginas, encuadernacién en «milskne, Soo plas La labor critica, filolégica y ereadora de Guillermo Dinz-Plaja abarca una ancha variedad de temas que trata siempre con su habitual claridad, agudeza y buen estilo que nuestros lectores conocen por sus libros anteriores, Poesia y Realidad y Cuestisn de limits, En esta obra el autor ha querido reunir sus mejores trabajos, procurando que la poesia, el teatro, el cine, la investigacién literaria, el ensayo personal y la critica de Ia critica tengan cumplida representacién, Un libro para profesores, estudiantes y, sin duda algu- 1a, también para el curioso lector, DEDIDOS A: ALIANZA EDITORIAL, S. A. Apartado 9407 - Maxvain (Eapaia) ‘Telef. 256.5957 E] buen amor POCAS sorpresas hay comparables « las que la poesia provenzal guarda para su lector primerizo. Suele este conocer de antemano el artificio conceptual del amor cortés tal como se expone en mannales y explicaciones al uso: su cardeter desinteresado y puro, basado en la adoracién distanciada, reflejo de ideas y sentimientos procedentes de la experiencia religiosa y de las costumbres feudales. El lector encuentra todo ‘esto, claro esti, pero experimenta también el sobresalto de enfrentarse a la ver con un aspecto que casi nunca se valora criticamente y que, en un primer momento, reduce a pura incongruencia el esquema divulgado, Estos versos tan empapados de distincién espiri- ‘ual, tan orgullosos e insistentes en la nobleza del amor que los inspira, son rasgados con frecuencia por las Mamaradas de un deseo incoatenible y brutal. El exqui- sito Beraatz de Ventadorn desea besar la boca de st amada «toda entera, y tan fuerte que la deje senalada para un mese, Esta afioranza o peticién de besos y abrazos es muy frecuente, pero todavia resulta casi incolora junto a fragmentos mucho mas inflamados por uuna sensualidad de impudor casi incompatible con el nivel de decencia que hoy nos exige la letra impresa, Marcabré anhela ver a su amada en el echo «nuda © vvestia»; Guillermo IX se embriaga con Is idea de poner 2 Francice Miryuee Villannera las manos bajo si vestido; Cercamén con la de verla desmudarse y tenderse a su lado en el lecho; Bernart Marti nos hace confidencia de la belleza del cuerpo cubierto por delgada camisa y voluptuosamente acari- ciado después sot cortina obradar. El mismo Ven- tadorn menciona también todas estas cosas con subello decir y nos habla, ademas, de la alegria de ser condu- cido a Ia alcoba donde descalza a la amada, donde esta Te abraza y donde acaricia el cuerpo incomparablemente sfrese, sotil e gaie. ‘Lo desconcertante de estos textos es que, a pesar de todo, no puedan ser considerados como una simple literatura Hbertina. Sus autores revisten a menudo, como Marcabru o Ventadorn, recia personalidad moral y religiosidad limpia de toda sospecha. No tienen la ‘menor conciencia de actuar de un modo disoluto, sino que, por el contrario, insisten continuamente en que ese amor bueno, fino, verdadero es en ellos la fuente de toda vietud y perfeceién moral, y sin el eval no existiria en el mundo nobleza ni idealismo de ningin génevo. Al tmismo tiempo combaten el amor vicioso y disoluto, origen de toda fealdad y corrupeiéa, al que mencionan con los nombres mis despectivos y que calcan nega- tivamente los epitetos dados a sus propios: amo- res: fale'amar (opaesto a veraia), amars (contrastado con amore y bon'amors), amor comunaus (contraste de fin’amors), Esto cuando no emplean téeminos atin més bajos como pulia. La dificultad tadiea en saber gué era entonces lo ‘que los trovadores Hamaban fale amor. La respuesta tampoco puede estar més clara y bratalmente perfilada; [falao amor era, ni més ni menos, Ia consumacién sexual Tos textos que hemos aludido suclen ir contrapesados por otra serie en que se rechaza la unién sexual como suciedad y bajeza incompatible con el amor cortés, con el amor fino, dueno y verdadero. Mareabei y sus amigos BL buen resorvan a indignacién pars lananela contra ol atrevi nent indecente de otros trovadorce que, capitaneados por el setor de EDI, ponen su poesia ain nivel mere™ {rico eelebrandio con ella amores que inarchan dere- how as connumacion carnal Debe tomatoe en onenta que no cs solo el estudiante « lector ingen el nico que fropiezs en esta plda del fino amor provensal, Ln critica mis enferaday téeciea a ventdo tambiéo, desde siempre, des dose en forma catastréfca; de ahi que el incbmodo rompovenquemas haya sido eliminado sistendticamente del eliaé valgatizador. El fino y dacn amor ha fr trade, por ejemplo, eau delicia'con que ln exti posi tivints ‘se Frota lan tanow despus de dividir' los potas en reales ldedisas No habla, manera: el Jen anor borta todas Tas lindes al saltarla y 20 queda fovador que no haya sollado alguna inconveriencs Citra direccén exiticn igualmente fracarada ha sido la de auponer en el buen omer vn sinbolism religioes o el explica, por ejemplo, la referencia ver desmudarse Ia anda como salesive aoa nna inimidad de alccba, fino a raras coshimbren ceremonial del Feudalism provental “Talos son los problemas que han venido a resolver log brillantes studios" del medicvaisa,conadiense Alexander J. Denomy C. 8, B.(o904-1957), Comienca Denomy por rechazat fda intanpoceacidn us peotentia ie mn al dl claro sentido literal de aquellos textos, or ofta parte ~aubraya— la pretension de que el {fino amor sea fuente de pesfeccién moral por st solo hecho de abstenerse del coito, pernitisndose todo lo demfs, reeularia absurda desde ol punto de vista de tne moral erstinna que condena sin vacilar fodan esas Jntimidades como pecado de la camne. Muy a dit pense, sin embargo, podtian sor tachados lon trovader er do ninguna heterodxin consclente, Sus actitudes a Francisco Ményues Villanova acerea de este punto resullan mas actistianas que nticristianas, ‘Desde la perspectiva de estas tres conclusiones el problema aparece més enrevesado que nunca, y desde ella nos conduce Denomy a considerar la utilidad y valor aelaratorio de un texto latino titulada De amore, escrito en Francia a fines del siglo x1 por un cierto Capellén Andrés. Bajo la forma de una instraceién destinada a un amigo llamado Gualterio, y recusriendo ‘a menudo a discusiones casuisticas enfre galanes y damas, expone el Capellén un tratada muy minucioso acerca de la teoria de cuanto después ha venide a lamarse amor cortés. El punto de arranque de las ideas del Capellin, consiste en el principio de la nobleva euprema del amor como fuente de cuanto es digno de alabanza en el hom- bre y en la mujer («Omnis ergo boni erit amor origo el causa). El amor debe ser siempre apetecide por las gentes de pro porque induce a realizar buenas accio- nes, aumenfa las virtudes y transforma los vicios en buenas cualidades. Solo mediante el amor puede una dama acrecentar su honor, y por ello es absurdo que una mujer nga ninguna ofra consideracién para no entregarse a él, como cierto amante recuerda a una sefiora escruptlosa: «Lejos de ti, mi seiiora, el persi en fan grave error. Pues solo aquellas mujeres que se tunen a la milicia del amor se juzgan entre los hombres como dignas de alabanza y por tal honor merecen hhacerse famosas en todas jas cortes.» Pero hay que fener en cuenta que el Capellin no confiere tan alta dignidad a cualquier clase de amores, sino al mas espi- ritual y refinado, al que él designa en su ferminologia ‘amor paras, que es lo contsavio del amor communis, Este amor puro es en primer lugar un afecto sin Kmites que tune las mentes y los corazones de ambos amantes en tuna mutua confemplacién, pero que no exchiye, sino, BL buen amor a nds bien, se complementa con tod suerte de caricias exceptuado el coito, segsin manifiesta en un parrafo que preferimos citar en su transparente latin: «Procedit autem wague ad ovis owulum Lacertigne amplesum ef vere- eundum amantis mudae contactun, exlremo praclermiase volatio; nam illud pure amare volentibus exercere non let» Este amor es, en sf mismo, una gran vietud, no causa deshonra alguna y apenas si constituye ofensa de Dios (-Modicam in ipso Deus recognoscit offensams) de forma que no lesiona la buena fama de ninguna mujer, ya sea doncella, casada o viuda, Este amor es incom- patible con el matrimonio, pues en este se procura la {otal saciedad del deseo y no se disfruta del placer de Ta clandestinidad. El Capellan admite también Ia posibilidad del amor ‘mistus, wn grado intermedio entre el armor purus el ‘amor communis, Bs amor mixlo el de los amantes que, tunidos durante algin tiempo en el amor puro, deciden pasar a la consumacién sexual. Amor puro y amor nil, aunque escalonados en mérito, vienen a ser aspec+ tos de una misma cosa, Tan igualmente laudable y sorigo benoruna que no se considera licito, ensefi ‘su amigo Gualterio, el que uno de los amantes rehuse al ofro entrar en la nueva provincia amorosa, El pavalelismo de todo este artilugio conceptual con los textos de los frovadores es fan claro que no precisa encarecimiento. Nadie podrd extsanarse humanamente de que muchas experiencias de amor fino culminasen en consumacién de amor mixle, pero en este caso, al que se refieren algunos fextos, el amor continuaré siendo cen lo esencial noble y exquisito, un samor de valensa, ‘como decia el severo Marcabe Es evidente, por tanto, que baja cl concepto de amor mixlo se abre cauce 4 una promiscuidad sexual ‘que en vano pretende ocultar ningin refinamiento, El Capellén Andrés fermina asi por definirse como wn 224 Prancses Marque lan defensor ramplén de Ia lujusia, sin que haya en él limite algono en a calidad y cinismo de los angumentos ullizados para defenders, acerea de lp’ cval eabria sitar ago sabrosos ejemplos Despuce de toto esfo no causa sorprest que en 1a77 el obispo de Paris, Exteban Tenpiet,condenase el ‘De amore por eosediar maniliestos y exccrables errores en Io referents al sexto mandamieato, contra el que on ‘ealidad advoca la nds amplia libertad e iniferencs Tomas extrano de la problomatica, peculiar al De amore, sin embargo, el contrast ofeecido por su “lina paste, subtitulada De repabaton amore, Andrés recoge all sun velas y acomseja a Gualterie que se tbatengn de cuaato se tlacione con el amor hun, fuente de males y contaoninaciin que aparta de Dios conduice al inferno. Se-signe entonces una linea de areumentacién normal en un predicador ceatano y su doctrna se mantiene por completo dentro dela astctica inde orfodona, “Tan estrafalaia contradiceién tende a aclararse, in embargo, al fener en cuenta que la condenacion de Tempier incliye al mismo tiempo lade las docteinas flosdicas del averrofamo latino, Como apunté. ya Grabmann yy perfla sin mas Denomy, eh De amore conaftuye una eapecie de caso préctice dentro de le icoria de Ta dable verdad. El amor es noble y deseable desde Tn vertiente de wna Tica humana, fanesto 7 Aesdefable deade una perspectiva tecligia cxistiana- Entre ambas no ae da enlace ni inferaceton alguna, a pear de habeiae elaborado en una misma, mente Porque esta considesn la rand y la fe come actuands tn. cnferas sepasadas e incompatiles. Temper proce. Ais, pues, con toda senaater al condenar cl escandaloso Iibte'al mismo tiempo que los ervores del averrofsm Si hasta eate momento el problema planteado por el amor de Tos trovadores no ha hecho sino ise compl, Bt ben aor 76 cando cada ver mis, el proceso se invierte desde el momento en que legamos a darnos cuenta de que su justificacidn tedrica ha aparecido ligada con una filo sofia oriental, Si se mira en esa direccién, se da en seguida con el famoso amor de la mitica fribu de los Banu Udea © amor ul, que fampoco proponta en realidad una renuncia al placer sexual, sino una casti- dad relativa conducente aun orgullo ostentoso en tesistir Ia dltima tentacién. Ya lo manifestaba un poeta arabigoandaluz del siglo x, Ibn Farach de Jaén Y ast, pas con ella ta noche como el pequeto camello sediento al que el bozal inpidle mamar. Tal, un vergel, donde para wno como yo no bay otro provecho que el ver y el oler. Que no soy yo como les beatias abarelonadas que oman los jardines como pasto Yaa principios del siglo x a ama orfodoxa del sufsmo, al negar paradéjicamente In poxbilidad del famor aivino, habia empezado. a enaltecer en Badgad In'mds noble forma del amor humano, aquella en que Tos amantes decilen abstenesse del placer a ‘ia de merecer en espirtu mediante la porpetacién del deseo: “Con el fin de eferizar el deseo que Te posee con el deseo que le inspira, sega Ia Fdemnla de Thm Davrad, al teérce de cate anor de Bagdad. El paralelismo con los trovadores resulta exacto! cogidos en esta fenaza de Ia. perpetuacion del deseo, fuente de sulrimiento, peco también de algria en el relative triunfo aabre Ia Enrne, se complacen en el estimulo avtifial de aquel mediante lay cateias ms afrovidae; y de ab Tos ml Eiples pasajes en que se enalfece el deseo como vn fin cn si mismo y se deaprecia la consimacién que lo amortece 276 Francine JMergics Villans Es, sin embargo, Avicena quien nos da una clave vvaliosa para entender las raices del amor cortés. En su. Tratado sobre el amor establece cémo el amor de un her- 1moso ser humano induce el deseo de abrazarlo, de be- sarloyy de unirse conyugalmente con l, Sobre esta doctri- na de origea platdnico actia después su peculiar énfasis cen Is distincién entre alma racional y alma animal: el illtimo de esos anhelos pertenece obviamente al alma animal y resulta aborrecible porque ua amor digno del nombre debe de ser conducido por la razén, por el alma racional o superior y no por la animal o inferior Por lo tanto, la unién sexual solo puede justificarse cuando guie su ejercicio tin prapésito racional como es Ja necesidad de propagar la especie. Su uso solo puede ser licito entre el esposo con si esposa y concubinas eselavas: «En cuanto al abrazo y al beso su fin es acercar y unir. El alma del amanie desea alcanzar el objeto de su amor con sus sentidos del tacto y de In vista, y por eso se deleita en abrazarlo, Anhela que la esencia misma de su facultad animica y su covazén se rmezclen con los del objeto de su amor, y por eso desea besarlo, Estas acciones, por lo tanto, no son culpables en si mismas. Sin embargo, actos y sentimientos de excesiva Iujuria suelen seguivlas con frecuencia y esto hace necesario que se esté en guardia contra ellas, a no ser que la complefa ausencia de apetito fisico y Ja inmunidad incluso de la sospecha estén fuera de toda duda. Quien se encuentra leno de esta clase de amor es hombre de nobleza y refinamiento, y esta ma- nera de amor es un ornamento y una fuente de riqueza interior.» La claridad y perfecta coincidencia de todas estas ideas respecto & las que fundamentan el amor cortés de los provenzales contrasta con la imposibilidad de cexplicar su origen dentro de ninguna otra eafera cultu- ral, puesto que no es compatible con Ia ortodoxia cris El buen amor or ana, ni con las doctrinas cétaras, ni con la concepeién del amor en el antiguo paganismo ovidiano. Este amor fino y bueno, insiste Denomy, supone una racionaliza- ‘cin previa fuertemente especializada y que no puede comprenderse fuera de un parentesco estrecho con fuentes dvabes, Cuanto hasta ahora queda expuesto nos. propor- ciona un terreno firme para comprender mejor ciertos aspectos de Ia obra de Juan Ruiz, Menéndez Pelayo supo ver ya que cuando este usa la expresidn due amor aludia, mas allé de su sentido literal, «al muy vago que los provenzales le daban, haciéndole singnimo de cor- tesia, de saber gentil y aun de poesia». Menéndex Pidal precisaba més, en 1901, su cardcter de «amor puro, ordenado y verdadero, capaz de inspirar nobles accioness, pero en Iugar de apuntar hacia un origen ultrapirenaico insiste, con brillante acierto, en su easti cismo y en la amplitud de sus usos medievales, que ain subsisten en la fease en duen amor y compat El buen amor del Arcipreste designa en realidad todo un encuadre conceptual de la experiencia amorosa que coincide a grandes rasgos con el que hemos visto fue mnar en los provenzales y en cl tratado del Capellin. Juan Ruiz parte también de wna suprema valoracién del amor como fuente de cuanto ennoblece y alegra al hombre Muchas noblezas ba on el que a duels sive logano, falador, en ser franco ve abive; ex seria las dues el bueno non se eauive que ai nuuebo trabaja, en mucho plazer byve (x8 ). El amor transfigura, rejuvenece, aguza los ingenios, trastrucca los defectos en vietudes. La viudex de dona a8 Franciscs Argues Villanera Endrina se manifiesta exteriormente bajo los sintomas de na anemia: Deso creo que estades amariella e magrilla, se do on todas imugeres munca mengua rrendilla (757). en To fisiolégico, que aparta al Axcipreste de los convencionalismos corteses y le acerca ‘a modelos arabes, fiene un valor fundamental para la compreasién de un libro al que se impone como progra- rma y sirve de soporte estructur Este descarado énfas Que pueda facer Libro de Buen Amor agueste ue los cuerpos alegre e a las alinas pres (33). Este buen amor que obra tales prodigios, alegra los ccucrpos y eanablece las almas designa sin duda alguna fl que funde en mutuo placer a hombres y mujeres de came y hueso. Y, frente a tales ideas, una filipica que ineluye todas los argumentos de la ascética cristiana (pasisin que ofusea el entendimiento, origen de todos los pecados y destruccién de la salud corporal) es ficil- mente derrotada por don Amor, que sabe que los hom- bres solo hablan asi cuando no pueden srecabdar la dena. sAweds duets garvidas ex el premio oftecide por Juan Ruiz a Tos buenos entendedores de su libro. La encién carnal de todos los amores que en él se airean 180 ha sido objeto de la menor pretensién de disimelo, y su frascendencia no queda disminuida por la abun- Gancia de los fracasos, Diriase que el terreno propio de Juan Ruiz es aquel amor mixfo cuya naturaleza no dliferia en el fondo de la del puro y con el que Andrés terminaba por legitimar como buen amor todo deseo suscitado en una persona de alma refinada. linen aimee 279 Respecto a Ia conformidad basics del Arcipreste ccon los conceptos que hemos visto originarse entre los frabes hay que destacar su fina vibracién ante el tema del deseo. Los sucesivos fracasos amorosos adquicren tana justificacién adicional vistos como mecanismo para tensar el potente arco podtico del deses Nunca puedo acabar lo medio que deseo (180). El tema del deseo no solo oftece una presencia euanti- tativa muy superior a Ia del goce, sino que en el Indo artistico suele espolear algunos de los grandes momentos del libro: ese mareo voluptuoso ante el donaire de dona Enulvina que se acerca por la plaza, aquel llamear ante Ia monja Garosa, cuya posesién se anhela por encima del orden divino y le hace zetorcerse las manos todo desesperado. Cuesta trabajo reconocer detrés di estas espléndidas oleadas de vida las mismas exigencia internas que motivaron las cerebrales sijosidades de los trovadores occitinicos, pero es evidente que en uno y ‘otro caso no hacemos sino dar fondo en la esencia conceptual del buen amor Una historia conducida conforme a ednones oxto- doxos de amor cortés es la de don Melén de la Huerta, Puede sorprender el que este, fras haber hecho su papel de amante décil y rendido, pase de buenas a primeras a suplicar un abrazo: ‘Senora, gue m' prometadca, de lo que d'amor queremos, ay over" ugar e tengo, quando en uno eaten, eguned que yo deseo, s04 € yo nos abragemos: para vs non pido mucho, ca con esto pasaremos (684). Semejante peticién es similar a muchas que hacen los provensales en el mismo tono y cireunstancias, por lo ceual no puede ser inferpretada a In luz del éuen amor como un deseo atrevido y libidinoso, Aunque el pasaje 280 Francisco Meqes Villon parafcasen agut el Pampbils latino, ao deja el Azc- reste de introducin cleréas modificaciones que acen- {an su correceién respecto al fren amor. Bl ultimo verso es todo de sv cosecha, especialmente ese «con {sto pasaremoss que quiere decir scom ent nom confor maremon, y gue dja clara la fnfencin shonorabler de dion Meléa, En Panpbilus Galatea accede bajo condi ia de que las inimidades no pasen de ahi, mientras J deamatiea ast u negative a entrar siquiera en el juego del buen amor. Mae adelante, y tambign fuera del Caftamazo de la fuente latina, es‘Teotaconventos quien advierte a don MelGn cio habe de desenvolvesse en ota vole com cia que hoy nos pareceria andalura, que no sea en- {onces scenioe, sino wome en todos 9 nde buen boga “Trotaconventen, conoce. dente luego. la sienae del ier amor cuando dona Garosa le echa en cara la Fealdad del pecado de lojra, que tranaforma ala reli- tiosa en =podsida fovonja, 9 apresura a advertile que Te propone un amor que no érae conigo el pocado vi la deshonray ni requiere de ella mae que una buena die posicién hacin sl amante Tened buena experanea, devad vano lemor camad ef buen amigo, quered wu buen amar; vi mds ya now, fablatle com" a un chato pastor tdesilde: «Dios v00 aalel» e dead el pavor (1453) Pero esto es solo un modo cauto de tender su red. ‘Teotaconventos tiene s6lidos motivos profesionales para, zno creer en el fuer arto, y nunca lo vemos con mayor claridad que en su consejo a la angustiada doi Endrina: Meatad suestrosdeseos: matan coma enemigo (858), Bl buen amor 2a Suuso de la expresign es siempre indnico y, aunque no To diga el texto, es facil de adivinar el guido con que amuncia al Arcipreste su proyecto de emparejarlo. con la monja Garosa: Fe agul buen amor, qual buen amiga buscéle (1531). La vieja, sin embargo, no se deja recordar la bajeza de su oficio, sino que, de acuerdo con las leyes de don ‘Amor, exige ser tratada con el mayor respeto que pueda inspirar una dama, y Ia gracia esta, naturalmente, en lo desproporcionado de su pretensidn: Nunea digades nonbre mato nin de fealdat; Uamatne buen anor ¢ fare yo lealiat ca de buena palabra pdgase la vesindat, el buen desir non cucata mas que La nescedat (953), En cuanto al epitafio de su sepultura no hace sino cul- minar estos efectos cémicos en el saxcasmo final de suplicar a Dios buen amor jaa para cuantos recen por ella wna 01 Un problema especial nos plantea el uso que de fuen amar se hace en el prlogo en prosa y que ha sido fuente de no poca confusién para la critica, La idea de que existe, de un lado, un buen amor que es el de Dios y sus mandamientos, y de ofro un pecaminoso loco amor del mundo aparece én absolute conllicto con el contenido de fodo el libro, en el que dien amor signi lo que ya sabemos: una forma ennoblecida del amor entre los sexos, causa de toda suerte de perlecciones para el individuo y desproviste de serias consecuencias regativas dentro del plano de Ia moral, De acuerdo con la idea del prélogo este amor seria ahora loco, puesto aque solo el de Dios es honesto y limpio, pero entonces el inico titulo adecuado para Ia obra seria el de Libro 2h Fumio Mngiee Vienne de Toco Amor, Cuando trata de sacar algsin contenido fascético convencional a la historia de don Melén y doia Endrina, exhorta a las mujeres a emplearse en samor de Dios limpio» y no en «amor locow; pero aun Alli no se confunde el amor divino con el buen amor La auténtica contrapartida de este la tendeiamos en los mores soeces y bestiales de las serranas, vasos de oda fealdad © ianobleza, rechazadas por el viajero siempre que nose ve obligada a complacerlas manu militar. ‘Todo se comprende mejor sive tiene en cuenta que el priloge ha sido interpolado por el autor en su redaccién Aefinitiva de 1343, que recoge solo uno de los tres céii- fees conservados (ealmantino), Viejo, cansado, quizé perseguido, Juan Ruiz realiza un esfuerzo pueril al querer dar a su libro una forzadisima interpretacién aascética, coincidiendo en ello con el espiritu de otras interpolaciones de Ia misma versién, como la que parece haber infroducido en el enento del hijo del vey Alcaraz, para dar giro algo més cristiano a su determinismo astrolégico. La manipulacién del concepto de buen amor en el prélogo responde a un cviterio independiente del que hace al autor adherirse a tesis y perspectivas contradic- forias, a esa ambigiedad que le leva a ensalzar y atacar el amor humano. Este habifo mental de Juan Ruiz (en el que hoy se acepta el influjo drabe y que el mismo libro del Capellin nos ayuda a comprender) continéa actuando en el prélogo mismo cuando declara tranquilamente que su libro enseharé maneras de pecar ‘4 quien en l las busque. Pero el intento de desvirtuar fl significado de éuen amor responde a una simple impo- sicion de su corteza de culfura eclesidstica que, por un instante, Ie suscita una conciencia de conflict y res- ponsabilidad, sobre su medula de mudgjar que no ve jo amoroso, y que por ello puede, pecado en el ejerci 285 sin hipocresia, salir adelante com sw doo y su pidad. Tan comprensible puga aflora de mod fogaz en alsin otro pasaje; un senfido del limite a que podia egaree se impone, a nuestro entender, en ol gieo brusco: con aque Ta historia de dona Garvga se desvia hacia un Horizonte no ya cspicitual, sino ascétic, después de una mutua confesion de amor y de unas expresiones de felicidad amorosa de resonancia muy trovadoresea Resibiéme ta dueia por au buen servidor, sienpre le fuy mandado'e teal amator, mucho de bien me fiso eon Dios en linpio amor: ‘en quanto ella fue byra, Divs fue mi guiador (1503). El libro del Arcipreste no puede entenderse, por ‘tanto, sin valoracién de su idea central de buen amor, tan cereramente resaltada en el titulo, Juan Ruiz insisfe en que su libro se Hama ast «por desir ragéne, y resulta también significativa su manera de subrayar que el buen amor deseansa sobre una racionalizacién Lo que Buen Amor dize con rrazén tela prucvo (66). Aungue se trata de «razones encubiertase desde cuya perspectiva, como bien sabemos, nada de malo cabe ‘encontrar en él Leas del Buen Amor son rrazones encubiertas; trabaja do fallares las aus setalee giertass asi la rrazén enliendes 0 en el sens aeiertaa, non dirs mal del libro, que agora rrebiertas (68), De hecho nos esti exponiendo aguf su programa de no centrarse en exponer las doctrinas fundamentales del uen amor, sino en aquellas sedales © manifestaciones suyas de donde lectores u oyentes avisados pueden 284 Francisca Minuer Vilanevs deucilas sin mayor esferzo, El postulado del enno- Blecimiente que causa el amor ejercido dentro de wna norma racfonal, clara por completo el sentido en ve Insnte en que au libro enseta saber sin pecadon yen tqe no confine nada ste nego. devaneor, Este amor a caciatnente noble constitu, con fade derecho una {tas matsag ns tin dsr cosa y see Aidan, y de ahi que Juan Ruts se nos mnektre tan tntitic eta ly protesorata como ef Capllan ‘Andrés, Avicens o Ton TYasm. Ta cuestion de mayor inferés a que nos conduce Ia iden de fue anor eo, desde lego, In de sue oigenes tnel caso parfictar del Arcpreste, Decir que el ber tio ya asens, el amor conte, convencionalismo Tatiana siglos en ln lirica europea, es una media verdad gue ne conduce a ninguna parte. Certo que existe entre ambos. una semejanza, de grandes Tinea, pero lo gue se da selto ya retazos en fal o coal trovatior covtés so da integr, sriculado y conscente tn Juan Rui. La problemaiten que en unos eda rele- teva n una aceptacion implicit, ocalta por wh velo ccd ver més algodonoso es aleste ¢ integramente ceptada, en media de clanidades, por el Arciprest, quien va ms alla que nadie al hacer de ella seatancia 4 jentiencion ttima de sn obra, En cl nécleo desu octane ana sceptacon rman de Scmual ces franquean y eset artistcn hemos visto Joven Te alea inch de Tor provensales. Cuando Xo in intentado”comparar su tbr. con Ia de poetas caropeds ofcalmente crteses, como Dante o Machast, Tas tferencias renultan de tanto blto que, para defen dee alguna continidad, se impone. postlar para el Taro ae Buen idmor ana intencton padi ‘Merece atencion especial, en este punto, 18 pos bitidad de una relacom del Avcipsoste con el trata de su colega el Capellin, EI De amore fe wn texto Bl Duen omer 286 bastante difundido. Se tradujo, incluso, al catalan entre 3387 y 1389 para la corte galante revnida en torno a una favorita de Juan I, y su huella es claramente perceptible en la poesia de Ia mitad oriental de la Peninsula hasta muy entrado el siglo xv. En Castilla fue conocido sin duda, en fecha algo tardia, por el otro gran Arcipreste, el de Talavera, si bien lo que més le ha interesado es el ortodoxo opisculo De rprobatione amoris, cuya huella determina incluso el title Reprobae cidn del amor mundane. Y sin embargo cabe abrigar una certeza virtual de que Juan Ruiz no conocié el De amare, respect al cual no ha podido sefalarse hasta el momentoa menor come- xién. Un estudio cuidadoso establece, por el contratio, ‘muchas contradicciones en puntos donde su influencia se hubiera forzosamente transparentado, si el Arc preste Imbiera derivado de alli toda o parte de su ciencia amorosa. Asi, los consejos de don Amor no reproducen los preceptos ofrecidos a Gualterio; mic tras que, por el contrario, presentan relaciones evider tes con la erotologia ardbiga. Juan Ruiz rechaza los celos como uno de los peores vicios que pueden inter- ponerse ante el amor, mientras que el Capellén los considera madre nutricia de los mis pasos amores, Prohibe este el amor de las monjas y declara que quien 1o codicie «ab omnibus meretur contenni et esl anquann detestabilis belua fugienduse, mientras que el Libro de Buen Amar las considera bocado exquisite y deporte de profesionales. La técnica de conquista del elérigo fran- es por entero dialéetiea, y no concede margen apre- ciable a la actividad de la’ alcahueta, elemento bisico en la tacfica del amante arabe, Por sitimo, la termino- logia del Capellan difiere enteramente de la wsada por Juan Ruiz, y todo el parecido entre ambos se reduce r tanto a unas semejanzas de fondo perfectamente ables por el origen comin de sus doctvinas. 286 Prowse Mingues Villanuena ‘Queida una tercera y ultima posibilidad en el supues- to de que Juan Ruiz hubiera sido un profundo cono- cedor de la poesta provenzal, Esto seria, a priori, muy poco verosimil en un momento en que la poesia occité- pica era ya una antigualla moribunda ¢ inactiva, tanto fen Provenza como en el inflyjo proyectado sobre sw hijuela galaico-portuguess. Como observa Menéndez Pidal la poesia de los provensales, precisamente por st. excesiva tendencia a lo intelectual yal virtuosismo técnico, apenas si dejé impronta directa en Ia poesia espaiola posterior; Ia moda de la juglaria occiténica habia pasado hacia ya tiempo, y el Arcipreste mismo constifuye el micleo de una. juglaria castellana de ozano sello antéctono, ‘Aunque ao es de creer que Juan Ruiz desconociera por completo la poesia provenzal, mo recordamos. hingiin texto suyo que haya podido ser relacionado de cerca con ofr de esa procedencia, El estudio de fuentes realizado por Lecoy, muy atento como es Tigico a delatar clementos ultrapirenaicos, no acota en este sentido nada digno de especial relieve Que el ‘Arcipreste no pracede de los provenzales, sino coincide parcialmente con ellos, nos lo hace ver el caracter de su terminologia: buen amor coincide con bon'amars, pero el concepto no es designado con la fluctuacién caracteris- tica de los textos occitinicos y la ausencia de fin’amors es particularmente significativa; en el polo opuesto fencontramos que, aunque se mencfone en algunas oca- siones el amor fal, s0 uso es incidental respecto a la plenitud de sigaificado de la expresién loco amor, que no jene equivalencia entre los provensales, como es tam- ién el easo de limpia amor. La idea de Menéndez Pidal sobre el cardeter popular, 0 al menos no inmediata- mente cullo, de Ia terminologia del Arcipreste aparece confiemada y plena de sentido, TLa insuiiciencia de todas estas hipdtesis deja como Blue amor 27 Sinica alternativa la probabilidad de una procedencia au{éetona para el esquema conceptual del buen amor. 'Y en este punto es donde los estudios de Denomy adquieven todo su relieve, al demostrar su procedencia arabiga en el caso de los provenzales y el Capellin. ‘A la hora de justificar la accesibilidad de las ideas frabes insiste dicho estudioso en la cercania del Islam cespaiiol y la ocasién que para entrar en contacto con él tuvieron trovadores como Marcabra y Guillermo IX, durante sus viajes por Ia Peninsula. Si la poesia ara- igoandaluza ha podido ejercer sobre ellos un fuerte influjo en el plano féenico, si puede trazarse hoy todo ‘un denso mapa de la penetracidn de elementos califales fen Ia anquifectura coetdnea de Provenza, el influjo filoséfico, mostrindose coherente, no viene sino a coro- nar y dar firmeza a Ia tesis arabista sobre los origenes de la poesia occitinica. Y en tal caso, afadiriamos nosotros, el Arcipreste no tendria dificultad alguna para ‘moldear sus ideas sobre cl amor sin tener que recuerir a fuentes no hispénicas. El amor udri 0 de Bagdad era ya bien conocido en la Espaiia musulmana del siglo x. En el xt alenté la obra maestra de Iba Hazm, Hl Collar de la Paloma, donde se repite en pocas lineas Ia teoria de Avicena sobre las dos almas y el mérito del amor dominado por Ia razén: «Si el entendimiento vence a la concupiscen- cia, entonces obra el hombre con cautela, reprime sus turbios impulsos, es alumbrado por la Iuz de Dios y va en pos de la justicia, En cambio, si la concupiscencia vence al entendimiento, se ciega la perspicacia del hombre, que, al no percibir con claridad la diferencia entre el bien y cl mal y al aumentar la confusiés ‘cae en el abismo de la perdicién y en el despeiadero de Ta ruina.» Desde semejante perspectiva el pocta cordo- bés puede lanzarse a su gran tarea literaria de mostrar tos lo que Juan Ruiz Tlamaria «noblezas de amor: 288 Franciscs Mérguee Villanova Ja dignidad esencial del amor en que participe la inte- igridad del ser humano y no solo su instinto. La renuncia al goce ilicito, del que nada separa ya, constituye asi para Ibn Harm un supremo acto de perfeccién moral: Dios defender en el dia del juicio a quien «haya apartado, por In fuerza, a su alma de aquello por que suspiraba, que estaba cierta de conseguir, presta a recibir y de lo que no la separaba ningun impedimiento>. Pero, afortunadamente, las fronteras de lo ilicito son amplias y no constituyen, como para el cristiano, tuna presencia continua y agobiante, Ibn Hazm dedica los largos capitulos a predicar Ia fealdad del pecado y las excelencias de la castidad, pero de ambos solo Yenimos a sacar en claro que considera vedados el adulterio y la homosexualidad, En contraste con el sistema agustiniano que adopta Ia cristiandad, el Islam no condena el goce sexual en si mismo, Ef Collar de la Paloma comienza sx discurso sobre la esencia del ‘amor proclamando que «no esté reprobado por la fe ni vedado en la santa Leys. De esta forma el amor viene 4 constituir una realidad esencialmente alegre y ris al mismo. tiempo que un delicado tema de estudio cientifico, abierto tanto a Ia fisiologia como a la psico- Togia, pero cerrado a Ia conciencia de culpabilidad y al turbio fomite de lo pornogrifico. Es evidente que solo al hilo de estas consideraciones damos con alinidades fandamentales y podemos empe- zar a adentrarnos en Ins mis profundas motivaciones cgenéticas del Libro de Buen dimor, Hemos visto ya cémo su autor no puede ser encuadrado ni siquiera entre los poctas europeos que se basan en un sistema cortés de brigenes remotamente orientales también. La explica- cidn reside en que el Arcipreste se encuentra mucho mas inmediato a su fuente, en que no nos enfrenta con penetraciones aisladas de fales 0 cuales ideas, sino {que nos sitiia ante un fendmeno de captacién cultural, Bl buen anor 289, ante el mudejarismo bésico que ha sehalado Américo Castro. ‘Todo esto es Io que nos ayuda a comprender a Juan Ruiz tanto en lo pequetio como en lo grande. Cuando designa el amor reprobable como loco anor demuestra ‘estar mejor orientado que los provenzales acerca de los cconceptos que maneja; loco amor pone de relieve la ausencia de la razén y no deja duda, por tanto, de que se trata de mero abandono al instinto, El amor cortés de los provenzales o del Capellan eva, en teoria y en la prictica, fundamentalmente adiltero. Nadie ha notado, en cambio, la inesperada fasepsia de Juan Ruiz ante el adulferio. No hay en su libro ninguna aventura que nos cuente el cortejo de una mujer casada (Ia historia de don Pitas Payas es solo tuna ilusteacién negativa, ademas de francesa y cazwra. Cuando Trotaconventos Ie embsoma con la falsa not cia de la inminente boda de dofia Endrina, don Melén retrocede horrorizado: Pues a la mi wiora eras le darn marido, toda mi esperanza perege ¢ 30 perdido. “Ffasta que su mario pueble el gementero, non easard conmigo: que serie adallerio (794-798). 1a divergencia tiene aqui pleno valor, pues el pasaje no tiene paralelo en el Panpbilus. Y es que més allé de los Pirineos el amor cortés marcha en seguida con pies propios hacia Ia glorificacién del adulterio, Pero Juan Ruiz permanece anclado, probablemente sin plena conciencia, en la idea islimica de lo que era y de lo que no cra pecado, Muchos alumbrados del xvi y del xvi siguen viviendo wna desaforada mezcla de espi- ritualidad y lujuria, predicando no ser pecado la Forni cacién entre solteres, es decir, la misma herejia conde- nada por Tempier en el De amore, Un dogmatizante 290 Frances Mirguce Villanova de 1623 no parece sino un eco de los feéricos Arabes all insistir, ademés, en que «la mayor de las tenfaciones tera fentarse con el medio que Dios dabar y «que no Tegando a efecto los (actos desonestos, todo es ni- ‘Cuando mencionamos semejanzas entre Juan Ruiz e bn Hazm no evocamos necesariamente la imagen de tun eclesidstico que lee en su estudio autores arabes. ‘Una relacién directa entre ambos autores nos parecerd siempre dificil de probar, Pero, a nuestro entender, fampoco es necesario hacerlo, pues hay que desechar el error de que las ideas se transmitan solo de un libro a otro libro. La frontera entre lo culto y lo popular no esta siempre tan bien perfilada como solia verla la critica romantica. Un libro profundo y bello es como piedra lanzada a un estangue, cuya onda y salpicadura ‘al cabo de un milenio, hasta dénde ‘on Hlegar. La impresién causada en un pequeio vimero de lectores puede irse fitrando, con el multiph cador de Ios aos, hasta aleanzar el nivel de la més amplia vulgarizacién, Las ideas de moda en circulos selectos de Bagdad y Cérdoba enel siglo x podian ser en el x1v {6picos viejos y patrimonio mostrenco de toda aquella gente del bronee mora y judia con quien {an bien se llevaba Juan Ruiz. Ta belleza de Hi Collar no debe deslumbrarnos hasta el punto de atribuiele una originalidad absoluta ti considerarlo como una innovacién radical, Aun si se ‘concede que sea obra minoritaria y aristocratica, per- rmanece el hecho de que en sus fundamentos se relaciona con Tbn Dawud y Avicena, cuyas ideas divulgaba antro de una tendencia orieatalizadora que era, en su smpo, una moda obsesiva en la Bspatia musulmana, Como demuestra el mismo-Gareia Gémer, los conven clonalismos del amor de Bagdad arraigaron, por cl camino que fuera, y pervivieron hasta aleanzar la etapa Be nazari de la poesia arabigoandaluza. Lo conocfa bien, } decia que no era para él, el zejelero Ibn Quemén, un ipo humane bastante afin al de muchos de los moros y jdios que podia (ratar el Arcipreste. En nuestra manera de ver las cosas no son fuentes eruditas las que, de un modo iamediato, han determi- nado la cargazén aribiga de tantos aspectos importan- tes del Libro de Buen mor, No podemos perder de vista que estamos ante un libro escrito ven jograriar, y que todo cuanto en él es decisive va marcado con un ello popular. La procedencia de sus ideas sobre el Iuen amor hay que buscarlas, precisamente por ser Dasicas, en lo absorbido de una manera espontanea & inevitable en Ia sucesin de dias que integran una vida fen intimo contacto con lo musulman. En Ia absoluta peculiaridad cultural de wna Espaia de las fres reli- ilones que nos legé su gran monumento en este milagro dde belleza del Libro de Buen Amor. Francisco Mérquez Villanueva ‘Vancouver (Canad) + stems the Pare Love f the Trobotous, ix Amraity aed Pome Sete eta Ses, VI ey pare ae. te Dr aa gt hate Cae Sia Gott per tora NEG drove ay i es ern nF of Cota Ne ah {islmente' wore al pelea de lw eigenen Alowitns al amor cates, te Lae ao viens provement de iar ar toe ne de ews adver oy ee leh lg

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