EMILE DURKHEIM*
del métoda sociolégice
Profacio dé fs segunda edicion
Laptimera edicin de este libro promovié controversies
bastante vivas. Como desconcertadas, las ideas corrien-
tes resistieron en un prineipie de una manera tan enérgi-
‘ca, que casi nos fun imposible hacernos entender. So-
tre aquellos mismas puntos en quo nos habiamas ex.
plleado de In manera mas explicta, 50 nos achacé gra-
tuitamente opiniones que nada tenian de comin contas
nuestras, y se creyd refutamnos al refutarias. Aun cuando
afirmabamos varias veces que la concieneia, tanto indi
vidual eamo tail, no era para nosotros nada sustan-
al, sina dnicamente un conjunto, mas a menos siste-
matizado, de fenémenos sui generis, so nes teché do
realsmo y de ontologismo. Cuando sostuvimos expre:
samente y repetide a cada paso que la vida social esta.
‘ba completamente constituida por reprasentaciones, $¢
nos acusé de eliminar de a sociologia al elemento men-
tal. So leg hasta o! extremo go restaurar en contra nues-
tra procedimientos de discusién que se podian creer do.
fnitvamente desaparecidos. Se nos imputé, en efecto,
‘lertas opiniones por nosotros nunca sostenidas, con el
* Eile Durthoin, nace on Espinal Franca, el 15.do abel de 1058.
EfhissenPars, conse se grasa enla Escuela Noval Superior
[287 Ieaugura on in Fasutad de Letras dela Universidad de
desta simer curso ce socologa que ta Gieaentas unrest
Sees Sa reese tot er a Mile cea
eae ‘opis dol métoats eocioligies (1895);
‘PERLE y Les formas olemontaies oo a vd relgisa (1912),
‘Pubica numareses tbalos ents rev Laande 3
‘ove fda an 1896, Muero 18 Ge naviemare o® 1817 en Pans
8protexto de que estaban ~conformes con nuestros prin.
Cipios-. La experiencia, sin embargo, habia evidenciadg
todos los peligros de aquel método que, permitiendg
constiur arbitrariamente los sistemas que se discuten,
permite también triuntar de ellos sin mucha pena.
'No creemos peear de exagerados si afirmames que
lag resistencias han disminuido progresivamente, Sin
‘dude, no se admiten ain todas nuestras proposiciones.
Pero nonos admiramos ni quejamos de estas saludables
disputas; es evidente, en efecto, que nuestras formulas
‘estan destinadas a ser reformadas en el porvenic. Resu-
‘men de una practica personal y forzosamente limitada,