Está en la página 1de 3

Hugo Seleme es un conocido profesor e investigador formado al alero de una tradición

de enseñanza en la Universidad Nacional de Córdoba, marcada por la alta reflexión del


derecho, que lo ha llevado a desempeñarse en el área de filosofía y teoría del derecho.
Entre las obras que destacan su estudio se encuentran: En torno al liberalismo político
de J. Rawls, Las Fronteras de la Justicia Distributiva, Laicidad y Catolicismo. Dentro
de sus objetos de estudio se destacan las vinculaciones entre las teorías liberales y el
derecho, así como este último con algunos aspectos de la teoría política y la religión.

Debido a su vasta trayectoria, ha sido desafiante la tarea que hemos procurado


emprender al intentar dar cabida al recorrido intelectual bajo el cual el Dr. Seleme ha
mantenido sus diversos trabajos. Lo que sí hemos podido sacar en limpio al respecto, es
su incansable afán por ir mostrándonos -como buen filósofo- aquellos puntos de
conexión (o ausencia de la misma), en diversas temáticas que merecen una
aproximación reflexiva, con importantes aportes que conllevan asertivas conclusiones
para quienes se acercan a sus textos.

En esta ocasión, el tema de la obra del profesor Seleme que nos corresponde referir
atañe a un ámbito de análisis de la abogacía con una doble función que el autor
mantiene entre manos: un análisis ético-filosófico de las conductas que merecen alguna
clase de reflexión y por el otro, aquellas meditaciones o interrogantes éticas a las cuales
puede llegar toda persona que haga suya la actividad de representar intereses ajenos ante
diversos asuntos regidos por normas jurídicas.

A través de un análisis de diversas corrientes que tratan de dar respuesta a lo que


entendemos por fundamentos éticos aplicables al quehacer de la abogacía, el Dr. Seleme
contribuye a la idea de entender que es posible (y hasta necesario), transitar en un
camino hacia la búsqueda de la verdad, respondiendo principalmente la pregunta sobre
cómo debemos actuar para ubicarnos dentro del terreno de lo correcto. Sin evitar el
mencionado cuestionamiento, el autor aboga por mantener la duda -elemento central de
la filosofía-, para invitarnos a ahondar en aquellas preguntas que constituyen un valioso
punto de partida para cualquier clase de revisión de aquello importante en una actividad
que en ocasiones puede ser muy cuestionada por la opinión pública.

Junto con el análisis filosófico como partida, el académico nos muestra los puntos clave
de conexión entre diversas codificaciones éticas de asociaciones de abogados,
remarcando y desentrañando los consensos a través de los cuales se ha ido construyendo
una pauta de corrección de aquellas conductas que pueden merecernos reproche.

La sola idea de construir esta pauta ética ya supone desde el primer punto de vista de
cualquier estudioso del derecho, una empresa que el autor marca con sostenida estampa,
al rememorarnos en una metodología cercana a la de los antiguos juristas, la forma de
avanzar construyendo notables teorías. Por ello, es que cada caso que se va
construyendo tiene intencionados análisis que nos ilustran sobre qué elementos deben
ser centrales para intentar develar si estamos cercanos a lo que se espera de nosotros
frente a determinadas situaciones.
Por otro lado, no es ajeno para quienes hemos tenido la oportunidad de prestar los
servicios jurídicos, hacernos más de alguna pregunta acerca de si lo que hemos estado
realizando se ajusta o no a estándares éticos. Desde esta perspectiva, es que entendemos
que la reflexión que hace el profesor Seleme no sólo es un aporte fuera de cualquier
clase de frontera nacional1 sino que también se vuelve profundamente necesaria, ya que
tales corolarios presentes en cada capítulo que se le va presentando al lector pueden
ajustarse a diversas realidades locales, con las mismas preguntas y con demanda por ser
respondidas.

Uno de los aspectos que más llama la atención, es la reflexión que hace el autor acerca
de los conflictos de interés. Es en este punto, donde podemos encontrar espacios de
conexión respecto a la actividad científica y que tiene en común con el espacio de
ejercicio profesional a propósito de una demanda de racionalidad y búsqueda de la
objetividad en las decisiones que motivan la conducta.

Tanto para el abogado como para el investigador, el desarrollo de sus respectivos roles
implica hacer suyo un argumento. En el primer caso, pensamos en que éste implica la
mejor defensa posible de intereses encargados por el cliente bajo una teoría del caso; en
el segundo, se refiere al posicionamiento de una tesis y su respectiva comprobación a
través del trabajo investigativo. Sin embargo, en el camino de desarrollo de ambos
asuntos que parecen opuestos, podemos encontrar que comparten un espacio donde
otros intereses pueden permear las actividades realizadas, contaminando así todo lo
perseguido y traicionando la confianza de las personas que esperan lo mejor de
nosotros.

Seleme sabe que las aguas bajo las cuales debemos navegar al momento de consolidar
postulados puede ser compleja de abordar. Por lo anterior, consideramos que el camino
que escoge para ir trabajando sus postulados es el correcto: no propone de forma única
ni universal la forma de enfrentar dilemas éticos en el ejercicio profesional, sino que
más bien se centra en mostrar cuáles situaciones tienen aspectos en los cuales debemos
tomar atención. La manera de expresar esto se reafirma en ejemplos y

Dentro de todo lo que expresa el autor, existe una pregunta que trasciende a las
reflexiones plasmadas en su obra: ¿Qué tipo de concepción tiene de la abogacía? La
respuesta no es baladí, pues de ello se desprenden las explicaciones sobre cómo arriba a
los postulados que trascienden a cada capítulo que busca transmitir la presente reseña.
De acuerdo a lo observado y lo que tangencialmente se menciona por el profesor
Seleme, la abogacía implica una noción de servicio público que así como menciona
Lolas2 debiese tener reflexiones desde la profesión y no desde fuera de ella.

El profesor Seleme no elude los problemas que van surgiendo, sino más bien busca la
forma de profundizar las preguntas que pueden aparecer conforme se avanza en una u
otra forma de resolver los asuntos que van a estar intrínsecamente ligados al ejercicio de
la profesión.

1
Pues no podría entenderse de otro modo a la ética, ni la filosofía que trasciende a tales reflexiones.
2

También podría gustarte