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Número 21 - Marzo 2001 Por Mohamed Larbi

Bouguerra
Serie: Sanidad: patentes/ servicios/
medicamentos

El lucro como único objetivo

Recuadros:
En la jungla farmacéutica
Novela y realidad

En Salisbury, Connecticut (EE.UU.), falleció recientemente, a los 90 años, Anne


Sheafe Miller, el primer ser humano salvado de una infección masiva de
estreptococos gracias al "milagroso" producto de un tal Alexander Fleming: la
penicilina. Eso fue en marzo de 1942, antes de que existieran las patentes sobre
medicamentos. Hoy en día, la industria farmacéutica se despedaza ante los
tribunales por las patentes, licencias y partes de mercado, y parece tener un solo
objetivo: lograr ganancias astronómicas.

La mentalidad que prevalece en este "negocio" puede resumirse en el titular de un diario suizo, el año

pasado: se refería al "mercado" de la esclerosis en placa, "que mueve 1.400 millones de dólares" 1.

Para mantenerse en el mercado mundial, los laboratorios deben lanzar cada año simultáneamente en

Estados Unidos, en Europa y en Japón, dos o tres moléculas susceptibles de superar 1.000 millones de

dólares de venta 2. La búsqueda de ganancias y de competitividad, para poder brindar a los accionistas

tasas de rentabilidad de 20%, 30% y hasta 40%, favorece ciertas prácticas ilegales: acuerdos sobre precios,

formación de cartels y experimentaciones peligrosas en el Tercer Mundo o sobre poblaciones marginales y

precarias: toxicómanos, refugiados, etc. 3. A fines de octubre de 1999 el presidente William Clinton en

persona acusó a los grupos farmacéuticos de inflar artificialmente los precios de los medicamentos vendidos

en Estados Unidos, que cuestan 50% menos en Canadá. Esos grupos rechazan, por otra parte, la reforma de

la asistencia médica para las personas de la tercera edad (Medicare), para no tener que dar explicaciones

sobre los precios. Para citar sólo un laboratorio, el estadounidense Schering-Plough obtuvo en 1999

ganancias por ¡2.100 millones de dólares!

En 1995, el Massachusetts Institute of Technology (MIT), de Boston, descubrió que sobre los catorce

medicamentos más prometedores a los ojos de la industria en el último cuarto de siglo, once se originaban
en investigaciones financiadas por el Estado. Así, el Xalatan, un colirio contra el glaucoma (507 millones de

facturación en 1999), fue descubierto gracias a una ayuda pública de cuatro millones de dólares otorgada a

la Universidad de Columbia. Al señalar que para su fabricante, Pharmacia Corporation, ese producto que

tiene apenas cuatro años es "oro líquido", el New York Times precisaba: "Los contribuyentes no recogieron

ningún beneficio financiero de su inversión" 4.

La expectativa de beneficios financieros y la inminencia del pase a dominio público de patentes muy

rentables generan un frenesí de megafusiones 5. Como la anunciada el 17-1-00, entre Glaxo Wellcome y

Smith Kline Beecham. Este último gigante es el número uno del mercado mundial de medicamentos, del que

posee el 7,3%, con ventas anuales por 25.000 millones de dólares. Las reestructuraciones, las reducciones

de personal (en 1995, al fusionarse con Glaxo, Wellcome despidió a la casi totalidad de sus 1.600

empleados) y las ofertas públicas de compra, muchas veces hostiles, se suceden en este sector, hipnotizado

por las perspectivas de las ganancias extraordinarias que prometen tanto los descubrimientos en el terreno

de la genómica como la globalización del comercio. Por otra parte, esas maniobras financieras fueron objeto

de un informe del Congreso estadounidense, dado que las ganancias que generan, en constante aumento,

pagaban menos impuestos que las de otras industrias.

¿Se trata acaso de un mal necesario, destinado a financiar la innovación? En Francia, el Estado procedió en

1999 a evaluar 2.663 medicamentos sobre la base del "servicio mal otorgado", y procedió a bajar la tasa de

rembolso de más de un centenar de preparaciones. Prescrire, una de las pocas publicaciones médicas

independientes de los laboratorios, estimaba por su parte, luego de estudiar 223 nuevos medicamentos

lanzados al mercado, que sólo nueve aportaban realmente un agregado 6. Al mismo tiempo, Aventis (fruto

de la fusión entre Rhone-Poulenc y Hoechst), cuyos beneficios (7% en 1999) aún permanecen lejos del 20%

de Merck, Pfizer y Warner Lambert, intentaba separarse de su centro de investigación de Romainville, en la

región parisina y armar una alianza europea con DuPont. La movilización del personal impidió concretar el

proyecto.

La patente sobre el Losec, el medicamento antiulceroso más vendido en el mundo (4.800 millones de dólares

por año), que representa 40% de la facturación de AstraZeneca, expira durante 2001. Hace ya dos años que

el grupo sueco-británico intenta prohibir la comercialización de copias por parte de su competidor

Azupharma, filial del grupo suizo Novartis. De tribunal en tribunal, de Alemania a Australia, las dos firmas

libran un combate judicial mundial. Es que, en general, cuando un genérico aparece en el mercado, un

medicamento cubierto por una patente pierde el 75% de sus ventas en veinticuatro meses.

Quedarse con la tajada


Sin embargo, para las empresas existen maneras de evitar ese "perjuicio": un fabricante puede, por

ejemplo, poner en circulación su propio genérico cuando expira su patente, obteniendo así ganancias tanto

por el medicamento original como por su copia. Además, los productores hacen lobby intensivo para

extender el plazo legal de explotación. Es el caso de Schering-Plough, que reclama una prolongación de tres

años de la explotación exclusiva de su antialérgico Clarityne (2.000 millones de dólares de ganancias

anuales) cuyos derechos expiran en 2002. La píldora genérica costaría medio dólar, mientras que

actualmente el producto se vende a 2,5 dólares. Para "quedarse con la tajada" el gigante estadounidense

contribuye muy generosamente con las campañas electorales y aumentó su presupuesto de lobbying de 1,9

millones de dólares en 1996 a 4,3 millones en 2000 7.

De la misma forma, los gigantes Warner Lambert y Pfizer se despedazan ante los tribunales del Estado de

Delaware (EE.UU.) con motivo de su fusión con American Home Products y de la explotación de la patente

del Lipitor, un hypocolesterolemiante que en 1999 produjo a Pfizer 3.600 millones de dólares. Viagra, otra

producción de Pfizer, podría sufrir en poco tiempo la competencia de genéricos: en efecto, en noviembre de

2000, a pedido de Eli Lilly, rival de Pfizer, la justicia británica decidió el no patentamiento de las vías

biológicas de la función eréctil. Esta decisión, afirmando que las funciones biológicas forman parte del

dominio público, podría ser de suma importancia en momentos en que la industria se lanza sobre la

explotación de los bancos de ADN.

Médicos vinculados a empresas

A este cuadro hay que agregar las más nefastas consecuencias de la mundialización. China está amenazada

de represalias comerciales por violación de las reglas del comercio internacional, a causa de que prevé

reducir por decreto los precios de los medicamentos, que representan el 60% del total de los gastos de

salud, contra un 10 a 15% en la mayoría de los países desarrollados 8. "Una poderosa vinculación se generó

entre las compañías farmacéuticas, los administradores de los hospitales y los médicos", explica Qiu

Renzong, profesor de bioética en la Academia China de Ciencias Sociales. "Nosotros producimos

medicamentos igualmente eficaces que los provenientes del extranjero, pero los médicos no los recetan

más", añade. El New York Times completa esa afirmación señalando que "los grupos farmacéuticos

extranjeros y los fabricantes de equipamientos médicos pagan los estudios en el exterior de los médicos

chinos... y les consiguen pasajes de avión y hoteles para asistir a conferencias" 9.

En un informe fechado a fines de mayo de 2000 en Bruselas sobre las actividades del Transatlantic Business

Dialogue (TABD), un grupo de presión del que forman parte los 100 empresarios occidentales más

importantes, el Guardian Weekly describe el impacto de lo que llama "el misil de crucero de la globalización"
defendido por esa asociación y fundado sobre el principio "aprobado una vez, aceptado en todas partes". El

Guardian aporta el siguiente ejemplo: "Hace algunos años Pfizer fabricó válvulas cardíacas defectuosas que

mataron a 165 pacientes. Europa está naturalmente preocupada ante la idea de tener que aceptar esa

válvula simplemente porque obtuvo la bendición de la Agencia Estadounidense de Alimentos y

Medicamentos" 10. Al mismo tiempo, American Home Products va a desembolsar 4.000 millones de dólares

para indemnizar a unos 4.000 consumidores de productos de régimen que habían hecho juicio luego de usar

píldoras adelgazantes que provocaban problemas cardíacos. A los medios de negocios no les importan las

disposiciones particulares de los Estados respecto de la salud o las reglas de seguridad, ni siquiera las

reglamentaciones nacionales sobre las fábricas de material médico, incluso sobre las vacunas 11.

Por su parte, el derecho a la competencia también es vapuleado, como demuestra el caso del mercado de

vitaminas que estalló en 1999 y desembocó en una catarata de juicios -tanto en Estados Unidos como en

Australia o Canadá- algunos de los cuales siguen en curso. Las multas son colosales: Pfizer aceptó pagar 20

millones de dólares por violar la ley antimonopolio entre 1989 y 1984. Tres compañías farmacéuticas

japonesas (Takeda Chemical, Eisai Co. y Daiichi Pharmaceuticals) se declararon culpables de acordar sus

precios y repartirse el mercado mundial de vitaminas utilizadas tanto en farmacia como en la industria

alimentaria: la multa asciende a 137 millones de dólares 12.

Hoffmann-LaRoche, filial del holding suizo Roche, aceptó por su parte pagar 500 millones de dólares de

multa, y la alemana BASF 222 millones, luego de un acuerdo amistoso con la justicia estadounidense. Según

los investigadores, los europeos comenzaron a conspirar con los japoneses a comienzos de 1991. Unos y

otros se reunían bajo el nombre ficticio de "Vitamins Inc." para repartirse las zonas geográficas y fijar los

precios y los volúmenes de producción 13. Las compañías afectadas por esas prácticas -como la alemana

Bayer o la estadounidense Quaker Oats- recibirían extrajudicialmente 1.200 millones de dólares de

compensación por el perjuicio comercial sufrido.

En momentos en que la genómica abre horizontes insospechados para vencer las enfermedades, resulta

urgente obligar a la industria farmacéutica a una mayor transparencia y a una mayor ética, y lograr que la

investigación se concentre en la salud y en el bienestar de todos; no solamente en la cotización de las

acciones. Se estima que las inversiones en marketing y ventas, incluyendo los costos administrativos,

representan en promedio un 35% de la facturación de los laboratorios, es decir, ¡el doble de los

presupuestos medios de investigación y desarrollo!

1. Le Temps, Ginebra, 2-3-00.


2. Le Monde, Paris, 10-10-00.
3. Le Matin, Ginebra, 27-5-00. Ver también la notable investigación en seis partes de The Washington Post
("The Body Hunters", diciembre de 2000) sobre las experimentaciones llevadas a cabo por Pfizer en 1996 en
Nigeria, http://washingtonpost.com/wp-dyn-/world/issues/bodyhunters/
4. The New York Times on the Web, 23-4-00.
5. En 1999 expiraron las patentes de 36 medicamentos, cuyasventas anuales alcanzaron 1.900 millones de
dólares, abriendo así el camino a la competencia de los genéricos.
6. Prescrire, 18-1-2001.
7. "Profit at any cost", Down to Earth, Nueva Delhi, Vol. 8, Nº 16, 15-1-00.
8. Financial Times, Londres, 1-6-00.
9. The New York Times on the Web,19-11-99.
10. The Guardian Weekly, Londres, 26-5-00.
11. "US requests on Vaccines Ignored by Drug Firms" The International Herald Tribune,Paris, 9-2-2001.
12. Chemical and Engeneering News, 20-9-99.
13. The New York Times on the Web, 10-9-99.

Novela y realidad

The Constant Gardener

John Le Carré

Headline; Londres, 2000.

John Le Carré, el admirable escritor de novelas de espionaje, recicló su oficio

-por razones obvias, tras la caída de la Unión Soviética- escogiendo un

nuevo objeto como punto de apoyo para su ficción realista. El resultado es

The Constant Gardener, un libro que aparecerá próximamente, editado por

Plaza y Janés. "Me pareció que el ejemplo más elocuente de todos estos

crímenes del capitalismo salvaje me lo ofrecía la industria farmacéutica",

explica en un artículo tan filoso y brillante como la mayoría de sus novelas

1. Merced a su conocido rigor investigativo Le Carré acabó descubriendo un

mundo siniestro -el Gran Farma- "que tenía de todo: las esperanzas y los

sueños que depositamos en él; su enorme potencial -en parte llevado a la

práctica- de hacer el bien, y su lado más oscuro, alimentado por inmensas

cantidades de dinero, una hipocresía rampante, corrupción y avaricia" 2.

El autor de El espía que vino del frío explica que descubrió "que el Gran

Farma estadounidense había convencido al Departamento de Estado de que

amenazara a los gobiernos de los países pobres con sanciones comerciales

para impedir que fabricasen sus propias formas baratas de esos fármacos

vitales y patentados que podrían aliviar la agonía de los 35 millones de

hombres, mujeres y niños seropositivos en el mundo..."


Con su elegante escepticismo, cada día más radical, este ex agente de los

servicios secretos británicos concluye que "La guerra fría ofrecía la excusa

perfecta a los gobiernos occidentales para saquear y explotar el Tercer

Mundo en nombre de la libertad (...) dando cuerpo a una idea ridícula con la

que seguimos cargando hoy (...): hagan lo que hagan las grandes empresas

comerciales a corto plazo, en última instancia se mueven por razones éticas

y, por consiguiente, son beneficiosas para el mundo. Y cualquiera que piense

lo contrario es un hereje neocomunista" 3.

Prescription games

Jeffrey Robinson

Simon & Schuster; Londres, marzo 2001.

Por razones de mercado o peso específico del tema (ambas causas no son

necesariamente excluyentes) la denuncia del Gran Farma saltó al formato

libro con inusitado vigor. Este mes aparece en Gran Bretaña y Canadá el

texto de otro escritor best seller, Jeffrey Robinson, que según los adelantos

incluye explosivas denuncias respaldadas en una prolija investigación.

"El libro es un grito en la jungla", dijo el autor en comunicación con la

redacción de el Dipló. "La industria farmacéutica obtiene ganancias

máximas, paga impuestos mínimos, recibe ayuda gubernamental para la

investigación y no tiene en cuenta la vida de las personas, ni la pobreza",

agregó.

Algunas referencias del libro -previsiblemente editado en breve en

castellano- confirman las palabras del autor: "Una de las enfermedades más

antiguas, la malaria, mata todavía a 3.000 niños por día. Esto ocurre porque

el mundo de las compañías farmacéuticas ha decidido que salvar esas vidas

no rinde dinero".

La realidad ratifica esa afirmación: " "Estoy cansado y asqueado de oficiar

funerales", dijo en Nairobi (Kenia) el jesuita Angelo d´Agostino, ex profesor

del Hospital Universitario de Georgetown en Estados Unidos y actualmente

director del orfanato de Nyumbani en esa capital africana. d´Agostino


anunció que comprará los genéricos contra el sida ofertados hace dos

semanas por la compañía Cipla de Bombay a 378,6 euros al año (en España

el cóctel antisida cuesta más de 6.000 euros)".4

Robinson ataca asimismo otro costado de la tragedia sanitaria internacional:

"Europa occidental, América del Norte y Japón conforman el 80% del

mercado mundial de medicamentos. África el 1%. Quienes más necesitan los

medicamentos son quienes menos dinero tienen para pagarlos. Por eso

deben arreglárselas sin ellos. Las principales compañías farmacéuticas

gastan más dinero en publicitar sus productos que en investigación y

desarrollo de nuevas drogas".

Otra vez, la noticia se combina al punto de hacer indiscernible ficción y

realidad: "17 millones de africanos han muerto desde que comenzó la

epidemia de sida, a finales de los setenta. Más de 3,7 millones eran niños.

Casi 12 millones de niños han quedado huérfanos por la enfermedad. Se

estima en un 8% el total de afectados por el virus y en los siete países

señalados (Botsuana, Suazilandia, Zimbabue, Lesoto, Zambia, Sudáfrica y

Namibia) uno de cada cinco individuos vive con la enfermedad" 5.

No es necesario ir a África para corroborar otra afirmación del autor de

Prescription games: "Ya no hay razones para creer que la prescripción de su

doctor es necesariamente la más efectiva o la más barata para su

tratamiento. La industria farmacéutica gasta cientos de millones de libras

esterlinas para que esto sea así".

1. John Le Carré, "El gran Farma", El País, Madrid, 18-2-01.


2. Ibíd.
3. Ibíd.
4. M. Bayón, L. Gómez, "Un pequeño orfanato de Kenia se atreve a retar a
la gran industria farmacéutica", El País, Madrid, 29-2-01.

5. Ibíd.

Mohamed Larbi Bouguerra

Universitario, autor de La pollution invisible y de La Recherche contre le Tiers Monde (Presses Universitaires

de France, 1997 y 1993, París).

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