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Elecci On Raci On A Lyra Clim It Ada
Elecci On Raci On A Lyra Clim It Ada
ciencias sociales. Con frecuencia ese objetivo se intenta conseguir tratando de encontrar las razones
que motivan las conductas individuales o ciertos patrones de acción colectiva. Se trata de una
aspiración compartida de manera muy general por los supuestos implícitos en las formas habituales
de explicación que utilizamos en la vida ordinaria. Cierta generalización de la psicología cotidiana del
sentido común, que entiende la acción como causada por la operación conjunta de creencias y
formalización microeconómica explícita de esa teoría psicológica popular sobre las causas de la
acción humana. Incluso hay quienes consideran que este rasgo es lo que distingue a la economía de
otras ciencias sociales (Rosenberg 1998, p. 195) (Scarano 2001, p. 52). La elección racional es la
particular, por la corriente principal de la ciencia económica. Así que por elección racional nos
referiremos principalmente a aquel enfoque peculiar para intentar explicar la conducta que
Entre los más claros ensayos sobre la naturaleza del tratamiento económico de la elección
racional, también entre los más provocadores al proponer que la elección racional es un
componente básico del núcleo metodológico de la ciencia económica, se encuentran los trabajos de
Gary Becker. En su opinión el enfoque económico incluye, de manera explícita y en forma más
amplia que cualquier otra perspectiva, la conducta maximizadora, sea lo que sea lo que se pretenda
maximizar, y esta es precisamente la parte nuclear de la elección racional que junto al equilibrio de
principal. Se trata de un enfoque que no olvida que la información disponible para los agentes no es
completa ni tampoco niega que las transacciones tienen costes, pero insiste en que:
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“Toda la conducta humana puede observarse como un conjunto de participantes que
óptima de información y otros insumos en una variedad de mercados” (Becker 1976, p. 14).
Buena parte de los éxitos (y de las limitaciones) de la extensión de los métodos de la ciencia
económica a campos otrora privativos de diversas ciencias sociales, lo que se ha llamado a veces
“imperialismo económico”, puede adscribirse con toda legitimidad a la potencia heurística del modelo
de elección racional, con toda su sencillez inicial, su mínimo contenido empírico y su potente
posibilidad de esa perspectiva, muy relacionada con el desarrollo del utilitarismo, de la economía
Los temas centrales de la elección racional están plenamente incorporados en los componentes
políticos, éticos y epistémicos de las principales tradiciones de la filosofía occidental (Smelser 1992).
Hace casi setenta años que Paul Samuelson presentaba su destacadísima contribución a la
teoría de la preferencia revelada (Samuelson 1938a, 1938b), en ella y en clara sintonía con las
corrientes conductistas del momento proponía asumir que los individuos nos revelan su patrón de
Samuelson avanzaba una condición de consistencia, que se conoce como Axioma Débil de las
Preferencias Reveladas, según la cual si una persona revela una preferencia de x sobre y, no debería
Samuelson recordaba cómo, a partir de este aparantemente inocuo axioma, Samuelson obtenía
analíticamente y con gran parsimonia los resultados estándar de la teoría de la conducta del
consumidor, además de abrir el camino a estudios empíricos sobre las preferencias basadas en la
conductas observadas en el mercado (Sen 1973). Si bien Samuelson intentaba suprimir la referencia
conseguirlo mediante la noción de preferencia revelada, ocurre sin embargo que la discusión entre
conducta y preferencias no es tema zanjado sino que es hoy fuente e inspiración de desarrollos
En los últimos cincuenta años se han producido toda una serie de desarrollos que han
hecho decir a algunos que la teoría de la elección racional es uno de las grandes contribuciones del
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pensamiento en el siglo XX. Por ejemplo, James Coleman en 1989 al escribir para el primer número
recordaba que el paradigma de la acción racional, sobre el que descansa la teoría económica, ofrece
la expectativa de facilitar una mayor unidad teórica entre las disciplinas sociales (Coleman 1989). La
elección racional aparece como un modelo básico en el ámbito de la elección pública dentro de la
ciencia política, en el análisis económico del Derecho y en muchos de los estudios y experimentos en
ciencias cognitivas. Incluso Herbert A. Simon, quien es uno de los referentes principales a la hora de
expresamente que los potentes modelos formales de racionalidad que se han construido en el siglo
XX merecen considerarse auténticas joyas entre los logros intelectuales de nuestra época (Simon
1989, p. 11).
La misma capacidad expansiva y el éxito relativo del modelo ha producido también un fuerte
debate sobre la naturaleza, el valor, el significado, el campo de aplicación y las limitaciones de los
modelos de elección racional aplicados en las ciencias sociales. Las dos últimas décadas han sido
testigo de mucha discusión sobre el paradigma de la elección racional, incluso desde posiciones
puede uno criticar los afanes generalizadores, sin embargo, conviene no olvidar que la teoría de la
entre agentes intencionales, es decir lo que se conoce con el nombre de teoría de juegos de
estrategia, ha permitido desarrollar ciertos análisis que están más cerca de lo que entendemos por
un formalismo lógico que por una teoría substantiva, motivo por el cual muchas de las críticas sobre
el uso de los modelos de elección racional y, en particular, de la teoría de juegos suelen errar el
objetivo porque se construyen como crítica ideológica de algo que es principalmente una
herramienta formal.
El modelo de acción que con frecuencia se denomina modelo de elección racional identifica
al individuo con un conjunto de objetivos y califica de racional aquella acción que mejor satisface
esos objetivos. Sin duda no es el único sentido en el que podemos hablar de acción racional
individual, de hecho hay otros enfoques que se preocupan más de la compleja relación entre la
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acción y los objetivos (Hargreaves Heap 1989). Al elegir una acción podemos pensar que se hace
atendiendo al logro de los fines perseguidos, pero también el agente puede preocuparse por decidir
sobre dichos fines, al menos interesarse por el análisis de esos objetivos además de preocuparse
por elegir los medios más eficientes para lograr algún conjunto dado de fines. La imagen de
individuo que aparece en estas otras versiones es más abierta que la ofrecida por la racionalidad
instrumental (medios-fines); las personas aparecen menos seguras de sus objetivos y menos
confiadas del entorno sobre el que operan, aparecerán como individuos menos autónomos pero mas
activos y más escrudiñadores que los individuos que aparentemente quedan completamente
descritos por un conjunto de objetivos bien definidos. Por supuesto que estás otras versiones han
resultado bastante más difíciles de tratar, desde el punto de vista matemático y formal, que la teoría
de la elección racional, y casi todas ellas tienen que ver de manera más o menos genérica con lo que
Entre quienes desde el ámbito filosófico han estudiado con mayor atención el ámbito y los
límites de la elección racional ocupa un lugar destacado Jon Elster quien, además de sus propios
trabajos, ha compilado una serie de libros que son referencia básica para un balance de la teoría de
la elección racional y de los que casi todos han sido traducidos al español (Elster 1979, 1983; Elster
información fue uno de los motivos principales que llevó a Herbert Simon hace ya más de
cincuenta años a proponer una noción de racionalidad que pudiera aplicarse con alguna
pretensión de realismo a la conducta de los seres humanos. Simon era un claro defensor de la
resulta que la misma racionalidad instrumental, la que se preocupa por la relación entre medios y
la racionalidad por optimización tienen un marcado carácter unidimensional y son el fiel reflejo
de una forma de pensar que no disponía de herramientas adecuadas para estudiar los
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facilitaban abordar ese tipo de cuestiones. Ahora bien, con los mecanismos de simulación y
de que la decisión consiste en la optimización de algún criterio, y más bien apostar por la
Disponemos de gran cantidad de datos experimentales, entre los cuales sin duda hay
que nombrar los trabajos casi pioneros de D. Kakneman y A. Tversky, quienes han desarrollado
Como ha dicho Tversky, ¿por qué los economistas han ofrecido tanta resistencia y no se
han separado del modelo de elección racional, a pesar de tantos datos que lo contradicen? Una
de las posibles razones puede tener que ver con una concepción de la ciencia como
idealización, pero también en otros casos nos encontramos con la explícita adopción de una
teoría normativa. Aunque la geometría y las leyes mecánicas del juego del billar sean una cosa
y otra bien distinta sea el jugador de billar que, de todas maneras, elige un tipo de tiro que casi
somos capaces de predecir utilizando aquel conjunto de leyes, es importante darse cuenta de
las necesarias para aplicar las leyes de las ciencias básicas que describen la trayectoria.
Herbert Simon, ya en la primera edición de The Sciences of the Artificial, planteaba que
la teoría de juegos de von Neumann lejos de resolver el problema de una elección racional
entre agentes intencionales lo que hacia era mostrar la dificultad de prescribir una acción
racional óptima en una situación de múltiples personas con intereses opuestos (Simon 1999, 3ª
ed., 37).
Aunque para comportarse de manera no predictible parece necesario que los jugadores
ruido aleatorio en el proceso de selección. En cualquier caso hay un supuesto de que las
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personas utilizan algún tipo de proceso interno aleatorio cuando juegan a ese juego. Ahora
bien los datos experimentales parecen indicar que los individuos son bastante malos a la hora
de comportarse aleatoriamente y por ello hay quienes han tratado de mostrar que la función de
generación de la aleatoriedad puede ser atribuida mejor a la interacción dinámica entre los
jugadores que a mecanismos separados o aislados internos a los jugadores, y esto tiene
consecuencias importantes a la hora de como vemos los juegos más sencillos (West and
Lebiere 2001).
Los actores realizan una acción o eligen entre diversos cursos de acción haciendo
normas y valores que mantienen, y, «en general determinan si se satisface o no, y en que
grado, un determinado valor, norma u objetivo» (Burns and Gomolinska 2000; Burns,
podríamos llamar racionalidad psicológica, intenta estudiar los procesos complejos de decisión
vías bien diferentes. Una primera que trata de perfeccionar los modelos incrementando su
complejidad interna incorporando las constricciones con las que tiene que enfrentarse, y otra
segunda línea, la teoría del individuo racional acotado, que supone una ruptura más radical.
Tanto la opción psicologista cuanto la primera de las líneas experimentales (racionalidad con
algunas características del entorno en el que se produce la acción. Uno de los caminos
seguido por estas vías ha conducido al desarrollo de la teoría de los juegos evolutivos.
conexión menos rígida entre la mente y el mundo. Para Simon esa conexión se podría
representar como un par de tijeras cuyas hojas serían, de una parte, el entorno del problema y,
de otra, las capacidades computacionales del agente decisor. En esa articulación podemos
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encontrar que, con capacidades computacionales limitadas, con tiempo y conocimiento limitado,
sin embargo, se pueden aplicar reglas rápidas y simples que aprovechando las propiedades del
entorno ayudan a resolver el problema. Desde luego se puede ver en esta orientación una clara
conexión con otras líneas de trabajo más recientes como la seguida por los proponentes de la
que el contexto no es un conjunto fijo de condiciones circundantes sino un proceso dinámico más
humanos habitualmente debemos tomar decisiones rápidamente a partir de una información escasa
en cuenta cuando modelamos la toma de decisiones en tiempo real. Para responder inmediatamente
el mecanismo debe ser rápido. Para la rapidez es importante utilizar poca información (frugal, escasa
y trabajar con ella). Si la opción rápida y frugal no funciona deberíamos reemplazar nuestros
Gigerenzer y Todd (Gigerenzer, Todd, and ABC Research Group. 1999) plantean
precisamente que nuestra mente aparece como equipada con una caja de herramientas
and Tversky 1982) han utilizado el término heurística para referirse a reglas generales de
procedimiento utilizadas por los humanos en los casos en que no consiguen alcanzar la solución
normativa. Gigerenzer insiste en que la precisión de la heurística muestra, sin embargo, que no
ecológica, defendida por Gigerenzer y Selten, heredera sin duda de la racionalidad acotada de
Simon, hace referencia a la manera en que se explota la estructura del entorno en cuyo seno
se realiza la acción.
decisión particulares que las personas y otros animales utilizan para hacer buenas decisiones
dadas las particulares estructuras de información del entorno. Dejando que el mundo haga parte
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mecanismos de decisión pueden ser más simples, por ello la atención puesta en las heurísticas
Generalmente nuestras intuiciones básicas nos dicen que tener más información es una
ventaja para quien tiene que tomar una decisión (Rubinstein 1998), pero esto ocurre solamente
si nuestro sistema de creencias tiene alguna estructura especial. De hecho, como han
eficacia de una decisión pero, cuando se utiliza una heurística sencilla que descansa sobre poco
Goldstein 1999). Como también afirma Todd: “Las estrategias simples que utilizan pocas pistas
pueden funcionar bien en entornos de decisión real, y las heurísticas rápidas y frugales que
explotan ese rasgo pueden satisfacer las auténticas cotas temporales, más que cognitivas, de
nuestra racionalidad ecológica” (Todd 2001). En uno de sus estudios típicos muestran cómo un
resultado sobre qué ciudad tiene mayor número de habitantes, precisamente aquella de la que
hemos oído hablar. Si las dos ciudades nos resultan suficientemente conocidas dudaremos
adecuación o no de la elección racional y sus supuestos. Pero cada vez resulta teórica y
empíricamente más claro que: “Aunque algunos categorizan la práctica de una elección ‘no-
óptima’ como una especie de irracionalidad, los esfuerzos para desarrollar máquinas inteligentes
descansan, en cierto grado, en el supuesto de que la inteligencia va más allá de una ingenua
Stirling, and Boer 2000, 83). En el intento de avanzar prácticamente en la simulación de los
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aspiración. La determinación del nivel de aspiración se establece a partir de las expectativas
búsqueda que sea compatible con recursos computacionales limitados y que termina cuando se
identifica una opción que sobrepasa el nivel de aspiración” (ibid. p.84). Precisamente la “tijera
de Simon” nos lleva a considerar las heurísticas como “atajos cognitivos”, que se derivan
conformidad con un determinado estándar como una adecuada consideración de los costes
Hay muchas intentos que tratan de completar, poner añadidos o ampliar la noción
utilidades dadas cuando es causalmente efectivo para conseguirlos o satisfacerlos. Pero esa
noción no nos ofrece ninguna manera de evaluar la racionalidad de esos objetivos, de esos
fines, excepto por considerarles instrumentalmente eficaces para otros fines. R. Nozick
(1993) ha tratado de dar algunos pasos hacia una racionalidad substantiva de los deseos y
los objetivos. No tanto ofreciendo una teoría particular, es decir las condiciones particulares
que tendrían que darse para ello, sino más bien mostrando que hay un espacio para cierto
tipo de condiciones y ciertas lineas de movimiento para ir un poco más allá de Hume.
Obviamente la cuestión que aparece en todas las expansiones que se han propuesto es
instrumental como parte de ellas. Al decir de Nozick, con adecuada imagen, la racionalidad
defecto, aquella que todos dan por garantizada. En este aspecto ocurre que esta teoría
parece no necesitar justificación porque viene a ser el punto de partida. Cualquier otra
teoría precisa justificar que el asunto del que trata es efectivamente racionalidad (Nozick
1993, 134).
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A partir de una determinada estructura de la teoría del ser humano racional, se nos
por tanto, el lugar y tipo de explicación utilizado. En el primero de esos asuntos la cuestión
verdaderos o falsos que nos hablan de cómo son las cosas en el mundo, aunque puedan
sobre la sociedad, Raymond Boudon ha propuesto dos tipos de razones que pueden
sociólogos, filósofos y economistas. Una de tales razones tiene que ver con que tratar de
las ciencias sociales y humanas, puesto que es bastante obvio que todas las ciencias
sociales y psicológicas tienen como objetivo principal explicar la conducta, lo que con
mucha frecuencia significa encontrar las razones que están detrás de ella. Por otra parte,
los escritos sobre racionalidad también proliferan porque las dos principales corrientes que
que no parecen explicables mediante ninguno de esos dos modelos,el homo sociologicus y
de normas y valores constituye el núcleo tradicional del modelo sociólogico; para ofrecer
una explicación causal trata de localizar las causas y no las razones de la conducta. El
modelo sociológico busca causas y resulta más bien arracional. Se puede aceptar sin
conductas, pero también parece fácil sostener que este modelo es siempre insuficiente
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El segundo modelo, que solemos identificar principalmente con el utilizado en la
ciencia económica, considera la conducta como intencional y pretende que las acciones y
constricciones) la diferencia entre beneficios y costes. Sin embargo se pueden pensar otros
tipos de acción racional, por ejemplo, la llamada procedimental (el individuo actúa según el
papel social que juega o por vinculación a normas o reglas) y la expresiva (existencial o
que las acciones sean guíadas por reglas de procedimiento. Por ejemplo para evitar los
en lugar de proseguir buscando más información que supuestamente nos podría conducir
al curso óptimo de la acción. Así interpretada (H. Simon) hay quienes la han pensado como
Sin embargo, cuando se trata de reglas compartidas entramos en una vía bastante
alejada de la racionalidad instrumental, como ocurre con ciertas normas que, por ellas
mismas, pueden producir razones para la acción. Así se pueden entender algunas de las
expresiva (Hargreaves Heap 1989). En este caso se complica también la relación entre
acción y objetivos pero ahora porque consideramos a las personas autoreflexivas. Los
individuos son capaces de deliberar y de elegir los fines que desean perseguir; este
teoría política y sin duda en ciertos ambitos de las ciencias sociales evaluativas como es el
Hace ya unos cuantos años años que Sen, en su artículo "Los imbéciles racionales"
decía:
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aposentado en la comodidad de su ordenamiento único de preferencias para
simplemente ingenuos, sostienen que nuestra situación social queda bien caracterizada
procedemos a la elección de una vía de acción que optimice la obtención de nuestros fines
o aspiraciones a partir de los medios disponibles. Aunque en algunos casos pueda resultar
intencionales a las que, sin embargo, parece adecuado caracterizar como racionales.
proceso que ha sido llamado mecanismo de las "Uvas verdes" ("Miró, saltó y anduvo en
probaduras;/Pero vio el imposible ya de fijo./ Entonces fue cuando la Zorra dijo:/ No las quiero
suma, no son pocas las situaciones conectadas con los procedimientos de reducción de la
Las propuestas metodológicas más innovadoras que ha planteado Amartya Kumar Sen,
premio Nobel de Economía de 1998, van unidas a una revisión sistemática y crítica de ese modelo
de individuo que en algunos momentos calificó de tonto racional ("rational fool"). Algunas de las
críticas principales a ese modelo, ya suficientemente conocidas, pueden resumirse como problemas
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de existencia y unicidad. Es decir, están relacionadas con la posible inexistencia de un curso óptimo
de acción que se pudiera elegir, o con la pareja dificultad de que en caso de existir el óptimo pudiera
ocurrir que no fuese único. Otro grupo de problemas, también muy discutidos y suficientemente
conocidos, tienen que ver con aspectos empíricos y experimentales que han mostrado la
inadecuación del modelo. En este aspecto es corriente referirse a los trabajos de Kahnneman y
Tversky.
Se han ido formulando algunas propuestas alternativas que critican o corrigen la noción
misma de racionalidad, entre ellas destacan la avanzada inicialmente por Herbert A. Simon o la
planteada por Shaun Hargreaves Heap; por no hablar de otras, como la habermasiana racionalidad
De toda esa discusión sobre la racionalidad, parece importante retener la idea avanzada por
H. Simon sobre racionalidad procedimental o racionalidad por satisfacción. La cuestión básica es que
se rechaza la propuesta optimizadora, que conduce a una suerte de racionalidad olímpica (en el
sentido de que si es característica de alguien lo sería de los dioses del Olimpo). La racionalidad
acotada (bounded rationality de Simon) no ha tenido en general mucho éxito entre los economistas
teóricos, entre otras cosas porque parecía difícil articular en torno a ella modelos que permitieran
que tienen como base la racionalidad acotada. Tal es el caso de la propuesta hecha por Ariel
Rubinstein en Modelling Bounded Rationality. MIT. 1998, cuyo trabajo, como él mismo dice, no
económicos de racionalidad acotada, sino más bien como un intento de plantear instrumentos que
sirvan para modelar la racionalidad acotada. Normalmente los modelos económicos no explican los
procedimientos mediante los cuales se adoptan las decisiones que adoptan las unidades económicas,
por el contrario, el trabajo de Rubinstein pretende construir modelos que incorporen explícitamente
los aspectos procedimentales de la toma de decisión. Otra razón más por la que puede interesar el
trabajo de Rubinstein es porque "intenta incluir modelos en los cuales quienes toman decisiones lo
hacen deliberadamente aplicando procedimientos que guían su razonamiento sobre ´qué´ hacer y
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probablemente también sobre ´cómo´decidir. En contraste con los modelos evolutivos que tratan a
los agentes como autómatas, que simplemente responden a cambios en el entorno, sin deliberar
Rubinstein señala, por ejemplo, que aunque podríamos tener en cuenta dos tipos diferentes
situaciones en las que el decisor cuenta con la información antes de realizar la acción, sin embargo
1: Toma de decisión ex-ante. Se adopta una decisión antes de que se revele la información,
pero la acción que se elige resulta que depende del contenido de la información que se
recibirá.
2. Toma de decisión ex-post. El decisor espera hasta que recibe la información y luego toma la
decisión.
Al mismo tiempo parece ser una intuición básica que tener más información es una ventaja
para el decisor pero hay circunstancias excepcionales, que se discuten con frecuencia en teoría de
juegos aplicada, en las que las cosas no son así. Hay procesos en los que puede ocurrir incluso que
no tener acceso a alguna información sea algo muy bueno para un jugador. Pues bien, la
equivalencia de las decisiones ex-ante y ex- post y la ventaja de tener más información no son
En la versión estándar el agente que decide racionalmente es aquel que elige una
factible, qué es lo deseable y cuál es las mejor alternativa de acuerdo con los deseos y dadas
las constricciones establecidas por lo factible. La clave en el modelo tradicional está en que el
completamente independientes.
comporte como describe el modelo sin embargo su conducta se pueda describir como si
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siguiera ese procedimiento. A esta línea del como si le podemos oponer en parte lo que se
entiende por procedimiento de satisfacción y que podría resultar pertinente para analizar los
plantee algo del tipo siguiente : encuentre un a perteneciente a A tal que V(f(a)) sea mayor o
Pero esto produce problemas como los conocidos y estudiados (Kahneman) efectos de
Lo primero es que la forma en que se describe el conjunto puede afectar a la elección, además
parece comprobarse una tendencia a simplificar (por ejemplo elegir entre la primera y última
opción planteada) e incluso ocurre que a veces las razones son internas al propio conjunto de
elección.
Por supuesto que los trabajos de Kanneman y Tversky son fundamentales para este
asunto. Como han intentado mostrar en ellos, las alternativas tienen que ir unidas a su forma
de expresión verbal. Se comprueba que la valoración tiene que ver con muchos aspectos; por
ejemplo, hay casos en los que se podría interpretar la elección en términos de aversión al
riesgo.
que demuestra que los motivos para la elección son inconsistentes con el paradigma del
hombre racional, exhiben bastante claridad en los motivos y confirman nuestros propios
que la conducta no se corresponda con el modelo habitual de racionalidad no significa que sea
decisión que puedan servir para plantear nuevos modelos económicos y, por ello, plantea la
decisión como resultado de respuestas impulsivas sin intervención del pensamiento sería una
actitud irracional que está muy alejada de la propuesta de Rubinstein, las dificultades por las
que no se logra una decisión óptima no tienen que ver simplemente con que los individuos
cometan errores aunque solamente sea porque si hubiera muchos que cometiesen los errores,
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eso mismo añadiría importancia al mecanismo por el que se generasen (por ejemplo, tendrían
importancia económica).
Una de las salidas (también propuesta por Simon) tiene que ver con los costes y puede
ser interesante seguirla, pero es solamente una reducción del problema general a uno de
optimización con restricciones que incorporase niveles de aspiración. Pero también se puede
parámetro del problema que afronta el decisor, un parámetro que no es seleccionado por el
agente sino que viene dado por las características exógenas; de esta manera la racionalidad se
aspiración que sea justificable como conducta racional en un modelo no significa que ese nivel
Los criterios externos bien pudieran ser precisamente algunos valores que actúan como
apoyándose en otros casos: Así podríamos describir a un decisor racional como aquel que
sustenta sus decisiones en las consecuencias derivadas de acciones pasadas tomadas en casos
forma de un triplete: ante un problema p, se tomó una acción a, con las consecuencias u. Se
formaliza una memoria como un conjunto finito de casos. El decisor elige un elemento del
conjunto a, ante el problema p* , dada la memoria M. Se han formulado algunas variantes que
ocurrencia de los casos (Aizpurua et al. 1993). La propuesta de “utilidad experimentada” que,
aspectos coincidente con estos desarrollos aunque proceda de tradiciones teóricas diferentes.
“cómo elegir qué saber”. La información tiene muchas restricciones, sabemos que la adquisición
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antes de utilizarla y esta no es ilimitada, y además cuando el decisor está formado por un
conjunto de agentes aparecen los procesos de comunicación que también ponen sus
límitaciones.
papel de los valores en la ciencia a la hora de analizar los procesos de construcción teórica,
más frecuente encontrar pronunciamientos que a los oídos de filósofos racionalistas pueden
resultar francamente sorprendentes. No es que se diga que el modelo ideal resulta impreciso, o
que se trata de una idealización. Ahora lo que se viene a plantear es que son otros modelos los
que dan mejor razón de la práctica económica. Otras formas de acción no regida
resultan más eficaces y moralmente más defendibles: "Como ideal de conducta, la racionalidad
Diversos estudios empíricos ofrecen apoyo a la idea de que los supuestos conductuales
que adoptaba el modelo estándar tienen influencia más allá de la modelización del sistema
financiero. Los supuestos de la teoría tienen influencia sobre la práctica financiera: "es" de
hecho implica "debe". Por ejemplo, Dobson comenta los estudios realizados por Norman Bowie
sobre las actitudes de los estudiantes de ciencias económicas que, educados en un paradigma
de estrecha racionalidad, creen que tienen que ser poco éticos si pretenden permanecer en
sus trabajos, creen que todo el mundo pondrá por delante su interés propio. Los datos
muestran que la cuestión no es anecdótica, los licenciados en economía parece que tienen
2000) señalan cómo en el juego del ultimátum (supuesta una cantidad C de un determinado
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bien, el jugador A hace una propuesta de reparto al jugador B quien solamente puede aceptarla
o rechazarla) aunque los supuestos de elección racional conducirían a predecir repartos muy
alejados de una distribución igualitaria, sin embargo los resultados empíricos ofrecen un apoyo
fuerte a cierto tipo de conductas de reciprocidad fuerte (strong reciprocity), una tendencia a
las normas de una conducta aceptable, aunque la recompensa y el castigo no puedan justificarse
en términos de preferencias orientadas hacia un resultado centrado en los propios intereses. Algo
parecido ocurre con los estudios sobre el papel de la retórica en el campo de los estudios de la
ciencia, no es que se diga en clave postmoderna que la ciencia sea un simple juego retórico, es
separación entre los aspectos racionales y los evolutivos, combinando los mejores resultados de
ambas teorías en una teoría evolutiva de agentes racionalmente acotados. Como se señala en ese
trabajo “tomando algún préstamo de la racionalidad acotada que trata de debilitar los
conductual. Como siempre las líneas que están muy bien definidas resultan más interesantes
cuando se desdibujan” (Carpenter 2000, 295). En esta dirección mis propios trabajos han
tratado de avanzar hacia una teoría complementarista de la racionalidad que vaya más allá de
elección actuamos con todo nuestro utillaje conceptual, emocional y valorativo (Álvarez 1992,
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