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Traduccin de Jest {UELLAR MENEZ iene ete LA NACIONALIZACION DE LAS MASAS Simbolismo politico y movimientos de masas en Alemania desde las Guerras Napoleénicas al Tercer Reich por George L. Mosse © 86 Marcial Pons 1, La nueva politica Sentado en su imponente oficina del Palazzo Venezia de Roma, Benito Mussolini, cuando ya llevaba ocho afios en el poder, re- flexionaba sobre la naturaleza de su revolucién: cada sevolucién crea nuevas formas politicas, nuevos mitos y devociones; ahora cra necesario utilizar antiguas tradiciones y adaprarlas a un nuevo fis. ‘Habja que crear fiesta, gostos y formas nuevos para que, ast ¥e2, se convirtieran en tradiciones'. Karlheinz. Schmeer nos acaba de decir que la principal innovacién del nacionalsocialismo fue la invencién de un estilo politico nuevo; los actos politicos se con- vyittieron en la dramatizacién de los nuevos mitos y culeos’ Seguimos familiarizados con las grandes concentraciones de mass, las fils priecas y las banderas coloristas tan caracteristicas del fascismo europeo. Aunque muchos de los lugares en los que tuvieroa. lugar esas manifestaciones fueron destruidos por la Seguinda Guerra “Mandial, os restos arquitect6nicos fascistas que ain estin intactos son suficientes para captat la sensacién del estilo politico que simbolizaban. Con todo, ese estilo politico no era nuevo y Mussolini tena bastante razén al mencionar la adapracién de antiguas tradicio- nes para nuevos fines, porque lo que Ilamamos estilo fascista fe cn realidad el climax de una enueva politica» basada en una idea dieciochesea en ascenso, la de soberania popular. Se decfa que la 16 GEORGE L. MOSSE ciudadania tenfa una suscancia comin, que todos podian com- partit, Las dinastias reales 0 principescas ya no suplantarian més la expresién del propio pueblo. Este concepto de soberania po- pular se precisé mediante la idea de woluntad general, tl como ‘Rousseau la habia expresado, asentndose en la creencia de que la naruraleza del hombre como ciudadano sélo puede existie activamente cuando todas las personas actian juntas como un pueblo reunido®. La voluntad general se conviscié en uns reli- gin secular, en la que el pueblo se adoraba a si mismo y la nue- va politica trataba de guiar y formalizar ese culto. La unidad del pueblo no sélo se cimencaba en la idea de una ciudadanta comin, sino que esa funcién la representaba una conciencia nacional tecidn despertada, que se habia desarrollado en muchas naciones ceuropeas junto al ideal de soberan‘a popular. Ahora, en el siglo XVitl, se decfa que la nacién se basaba en el propio pueblo, en su voluntad general, y que su simbolo ya no era tinicamente la leal- tad a unas determinadas dinastias reales establecidas, En conse- cuencia, el culto al pueblo se convirtié en culto a la nacién y le nueva politica trat6 de expresar esa unidad mediante la creacién de un estilo politico que en realidad se torné en una religign secularizada, sCémo se logré esto?: desde comienzos del siglo xtX, a través dc la utiizacién de mitos y stmbolos nacionales,y del desarrollo de ‘una liturgia que permitirla partiipar al propio pucblo en dicho culto. El concepto de voluntad general se prestarla a la creacin de ‘unos mitos y @ la de sus simbolos, La nueva politica incemts que el pucblo partcipara activamente en la mistca nacional a cavés de ritos y fiestas, mitos y simbolos que dieran expresién concreta ala voluntad general, La cadtica multitud que constituia el «pueblo» se convirtié en un movimiento de masas que compartia la creencia cen la unidad popular a través de una mistica nacional. La nueva politica proporcioné una materializacién de la voluntad genecal; ttansformé la accibn politica en un drama supuestamente compartide porel propio pueblo. {ANUEVAPOLITICA v7 ‘Ajuicio de muchos, el sistema parlamentatio y representativo recia contradecir el concepto de voluntad genera, al atomizar al fombrey la politica en vex de crear una unidad. Pero, en Europa, {a nueva politica formé parce desde el principio del movimiento aandiparlamencario, que propugnaba una religién secular como aglu- ‘nance politico de la nacién. Los historiadores han subrayado el ca- exe decsivo dl parlamentaismo en fa wansformacién politica de «esa época, asi como el hecho de que fue tanto la evolucién més jmportante del pasado como la gran esperanza del futuro. A con- secuencia de la preponderancia de este punto de vst, el estudio del desarrollo de un nuevo estilo politico relacionado con el naciona- lismo, los movimientos y la politica de masas se ha visto relegado, ‘no sélo en lo tocance al siglo XIX, sino como antecedente necesario, del fascismo. Las teorlas sobte el propio fascismo han tendido a hacer caso comiso de la importancia de los mitos y cultos que acabaron por proporcionar la esencia de la politica fascista. Con frecuencia, para quienes sc consideraban liberales 0 de izquierdas, el fascismo representaba una saberraciény histrica la eocupaciony del pas por parte de una minoria barbara. El pueblo estaba cautivo y cuando se le permitiera decidir su propio destino retornarfa a un liberals mo renovado 0 a los ideals socialistas. Esa interpretacién del fas- «ismo estaba especialmente extendida entre los que se vieron obli- {gados a emigrar por oponerse alos regimenes fascias. Pero, aunque muchos de los que defendtan ardientemente esas intexpretaciones cambiaran de idea después, esta concepcidn del fascismo sigue te- rniendo mucho predicamento, En los tiltimos tiempos, incluso un tmiembro mis refinado de ese movimiento, historiador Ernst Nolte, cree que la burguesia sélo se volvié hacia el fascismo en una épo- «de criss, para volver a su liberalismo tradicional una ver que é5- 1 habla seguido su curso’. Elfascismo, como auténtico movimiento hist6rico, fue una consecuencia de la Primera Guerra Mundial, y este hecho se ha utilizado tanto para negar como para subestimar sus puntos de 18 GEORGE L MOSSE contacto con ef pasado prebélico. Sin la guerra y la paz consi- guiiente no habria habido movimiento fascista y, por lo tanto, se- tin se argumenta, el petiodo prebélico carece practicamente de importancia. De este modo, el fascismo se relaciona estrecha- ‘mente con su eépoca»: lade la Europa de entreguerras. Con este punto de vista no se pretend hacer una apologla del fascismo, aunque sf se dota al movimiento de una cierta singularidad, con- siderindolo una respuesta inmediaca a una determinada situa- ign historica, En gran medida, ese anilisis es acertado, porque el derrum- bamienco de Europa tras la guerra fue un componente esencial del fascismo y le proporcioné gran parte de su atractivo popular. Sin embargo, todos esos historiadores prescinden del fascismo ‘como movimiento de masas y también como democracia de mass, circunstancias ambas que ya tenian una large trayectoria antes de que los nazis y otros fascistas hicieran buen uso de ells, En reali- dad, el concepto de totalitarismo ha resultado engafioso en este sentido, porque implica la utilizaci6n del terror contra la pobla- (una nueva version de la antigua teorfa de la ocupaci6n) y la confrontacién entre el lider y el pueblo, Se basa en la presuncién de que tinicamente el gobierno representativo puede ser demo- cxético, una falacia histérica que ya deberfa haber dejado de lado no s6lo la politica de masas decimonénica sino el sistema poltti- co de la Grecia clisica, porque fueron precisamente los mitos y Jos cultos de los primeros movimientos de masas los que, ademés de dar al fascismo una base desde la que trabajar, lo capacitaron para presentar una alternativa ala democracia parlamentaia, Millo- nes de personas vieron en las tradiciones de las que hablaba ‘Mussolini una expresién de la participacién politica més vieal y ‘elocuente que la que representaba la idea «burguesar de demo- cracia parlamentaria, Bsco tinicamente podta ocusti por la exis- tencia de una larga tradicién anterior, ejemplificada no sélo por los movimientos nacionalistas de masas, sino por los obreros, ‘gualmente masivos LARUEVA POLITICA ‘Aunque la nueva politica afecté a toda Europa, lo que aqui nos, ‘ocupaes su desarrollo y consecuencias en Alemania. Denteo de es- ta nacién desunida, una ver. iniciado el siglo x1k, la cxaltacion de {avoluntad general como bien supremo se vio estimulada por dos factores: el ascenso del nacionalismo, que se basaba en el Volk (¢l pueblo o la nacién) como cntidad cohesionada por sus mitos yysimbolos histéricos,y el desarrollo de los movimientosy la politi- ‘a de masas. Esos movimientos de masas exigian un nuevo estilo politico que transformara la multcud en una fuerza poltica cohe- rene, yel nacionalismo, en su utilizacién de fa nueva politica, p porcioné un culto y una lieurgia que podsian alcanzar ese propésivo, En Alemania, ¢l ascenso del nacionalismo y de la democracia de masas, los dos factores que estimularon el culto al pueblo co- smo religin secular, unieron sus fuerzas durante el siglo xD. A medids que consolidaba su base masiva, el nacionalismo se fue definiendo como un movimiento popular. Las masas que aqui nos ocupan no pueden equipararse a una curba, Los contempo- rineos que asistieron al ascenso de los movisientos nacionalistas cde masas en torno a mediados del siglo xIx crefan que las turbas «staban haciéndose con la politica del momento. Fl historiador liberal alemén Georg Gouttied Gervinus escribié con glacial desa- probacién que los movimientos politicos de su tiempo se ampa- raban en el instinto de las masas. En torno ala misma época, en Francia, el conde Arthur de Gobineau trataba de analizar su pro- pia civilizacién, retrocediendo horrorizado ante la confeontacién entre las éitesy las masas que, segin él, se producfa por doquier’. Liberales y conservadores coincidian en este punto. ‘La palabra ccurba» suele uilzatse para aludir a hombres y mu- jeres que se quedan al margen de la sociedad, 0 2 quienes preten- den cambiarla sicviéndose de una violencia caética. Ast es como Gobineau y muchos de sus contempordncos percibian a las masas. ‘George Rudé ha tratado de demostrar que las acciones de ls cur- bas del siglo xvi sf se amparaban en un propésito, aunque éste no siempre se expresara racionalmente®. Las masas alemanas que ahora 2 cE0RGE 1. MOSSE nos ocupan también constituyeron un movimiento con objetivos ‘y presupuestos concretos. No hay duds de que, en ocasiones, habia movimientos de esas caracteristicas que slo duraban unos afios 0 incluso unos dias, pero, con rodo, las masas siempre se reconsti- tian dentro de un marco definido y en funcidn de objecivos du- raderos. Muchas personas entraron y salieron de los festejos ¥ri- tales del movimiento nacionalsta, pero el mareo de éste se mantuvo intacto. Dicho movimiento haba adoprado la forma de una religién, secular mucho antes de la Primera Guerra Mundial. Aunque los ‘movimientos y la democracia de masas se oponian a que las insti- tuciones representativas funcionaran como mediador entte el gobiemo y los gobernados, en realidad no podian prescindir de tales ‘mecanismos. El etoralicarismo» nunca fue una forma de gobierno cn la que un lider carismitico cautivara a sus seguidores como el flautista de Hamelin, No hay duda de que el partido tinico del Estado dicraorial podia actuar como medlador, y asi lo hacia, entre cl lider y los seguidores, pero esta situacién no fue nunca muy sa- tisfactoria. Nucvas y diferentes instituciones saltaron ala palestra dentro de una rligién secular que unta al lider con el pueblo, pro- porcionando al mismo tiempo un mecanismo de control social so- bre las masas. Con frecuencia, se ha analizado la eligidn secular {que se desarrollé en el siglo XIX teniendo en cuenta a hombres y ‘movimiencos cuya influencia se citcunscribfa a una elite intelectual: por ejemplo, las doctrinas de Saint Simon (influyentes en Francia y Alemania). Lo que aqu{ nos debe interesar es la religisn secular ‘ynacionalista que comenaé a funcionar en la vida politica de Ale- mania dentro de los movimientos de masas, y que se vio unida a la entrada en a politica del momento de la gran mayorla de la poblacién germana. Dicha religién se basaba en diversos mitos y simbolos funda- | dos en el anhelo de escapar a las consecuencias de la industriali- | zacién. La atomizacién de la mentalidad del mundo tradicional yy la destruccién de los vinewlos ancestrales y personales fueron. SANUBVAPOLITICA a pencesando en la conciencia de gran parte de la poblacién. Los faitos que constituyeron la base de la nueva conciencia nacional, fueran de procedencia germénica o clésica, se hallaban al margen del flujo histérico del momento. Pretendian dar al mundo una renovada plenitud y reintegrarle la idea de comunidad a una pacién fragmentada. En Alemania, el vanhelo de mito» lo perci- bieron muchos contemporineos, desde la Revolucién Francesa shasta la Segunda Guerra MundiaP. Sus raices tenfan profundas ‘aes hisericas, Hustraremos una vez mis esas caracteristcas que, para Huizinga, eran tipicas del siglo XV: ehabiendo atribuido una cxistencia real a una idea, la mente quiere vera viva, y sélo puede conseguirlo personalizindolay”. Si, en esa época pretérita, «la sola presencia de una imagen visible de las cosas sagradas bastaba para establecer su verdads", este hecho también seguiria consti- tuyendo el atractivo del moderno simbolismo nacional alemén. Bsos mitos tenfan vinculos con concepciones del mundo reli- giosas y cristianas, pero se secularizaron a través del paganismo pasado al que se remitian ya través de la felicidad instantdnea que prometian a quienes los acepraran. Esos mitos no se mantenfan aislados, sino que se ponfan en r= donamiento mediante el uso de simbolos: materalizacionesvisibles y concretas de los mitos en las que la gente podia participar. «La ‘comunidad agarracirta parte de su mundo, aprehende su roralidad, cxtrayendo de ela y através de ella dicha totalidad y su contenido" sta visién del mundo concretaba la mitologia de un pueblo; una ritologla que, como indicé Friedrich Wilhelm Schelfing en 1802- 1803, era el euniverso en atuendo festivo, en su estado primigenio, cl universo verdadero... a convertido en poesia. El simbolismo, que era la nica forma adecoada de expresar ese universo, debia incor- potar lo estético y lo artistico, porque dicho universo no sélo era Poérico sino que constirula la propia fuente de la creatividad®, Elanhelo de simbolos ejemplificado por Schelling era caracte- tstico del romanticismo alemén, Los simbolos, la matcralizacién clos mites populares, proporcionan a un pueblo su identidad. 2 ‘GEORGE. Mosse Gershom Scholem nos ha indicado que la difusién de la Bstela de David como simbolo judfo no se produjo hasta el siglo x1x. Sin dda, tiene razén al explicar este nuevo impulso como la bisqueda de una identificacién con un judaismo que, tas la emancipacién de comienzos del siglo XIX, no era més que en una simple screen cia isracitar, El «Smbolo del judaismor debts estar ala altura del «Simbolo del cristianismow, Pero puede que los judios sinteran el mismo anhelo simbdlico que el movimiento roméntico. En oca- sions, reflejaban la cultura en la que vivian, El nacionalismo, cuyos comienzas coincidieron con el romanticismo, convitié los simbolos en Ia esencia de su estilo politico. Siempre habian desempefiado una funcién primordial en el cristianismo y ahora, en forma secularizada, pasaron a convertirse en un elemento capital del culto nacional alemén, ‘Durante la Revolucién Francesa, los festejos piblicos se habjan, tomado ritos weiltcos» y esta tradicién prefigurs el interés por la ‘nueva politica que, décadas més tarde, mostraria Alemania, En cste pats hubo diversos grupos que crearon sus propias manifesta- ciones festivasy litizgicas dentro de un contexto politico; los mis importantes, ls sociedades corales masculinas, las de tro al blan- coy las de gimnastas, habrian de incorporar elementos destaca- dos ala nueva politica. Bsos grupos, importantes y muy extendi- dos en Alemania, proporcionaron los pilare en los que descansarfan, inicialmente los més afamados festejos puiblicos. Ademés, hubo simbolos permanentes que ayudaron a preparar a la poblacién para la nueva politica: no s6lo Fuegos sagrados, banderas y can- Ciones, sino, sobre todo, monumentos nacionales hechos de piedra y argamasa. El monumento nacional como forma de auroexpresién i6 para anclat los mitos y stmbolos nacionales en la conciencia del pueblo, y algunos de ellos han mancenido su efectivided hasta el presente [Eran expresiones cangibles de un nuevo estilo politico. Pero, ‘en este contexto, «estilo» denora algo més que un mecanismo politico destinado a sustiuir el concepto liberal de gobierno par- sanuiva routTica 23 amentario oa ilustrar la realidad del mito, Bsevestiloy se basaba en presupuestos arcstcos, cn una estéica que resultaba esencial para Jnunidad del simbolismo, Friedrich Niewsche descibié con acierto de qué se tataba: Pensar objetivamente... sobre ls historia es labor del dramaturgo: en una cosa en relacin con ovray entetejer los elementos para Eonformar un todo tinico, presuponiendo que la unidad del plan debe ponerse entre los objetos, si es que no estaba ya all, De manera que ELhombre vela y somece el pasado, y expresa su impulso hacia el arte; pero no el que le Teva hacia a verdad y la justia Bsa veladura y ese somerimiento del pasado se lograban mediante mito y el simbolo, y, en consecuencia, lo artstico se conviet6 en. algo esencial para esa visién del mundo. Lo mismo le ocurcié al componente dramstico, que nos ocuparé constantemente a lo la go de este estudio, porque la idea de la nueva politica iba a trans- formar la accién politica en una obra dramstica. Las crteris estéticos no slo inspiraron los festejos antes men- cionados, sino que también dererminaron fa forma y a estructura de Jos monumentos nacionales. a implicacin directa de las masas po- pulares oblig6 a la politica a convertirse en un drama basado en los smitos yen sus simbolos: un drama al que se otorgaba coherencia me- diante un ideal de belle determinado de antemano. Con frecuen- cia se consideraba que los actos politicos eran especialmente efecti- ‘wos por ser hermosos, yasi era cuando los nacionalistas alemanes describfan sus festejos y monuments, y también cuando los traba- jadores alemanes se refeian alos desfles de su 1° de Mayo En este sentido, la tradicién religiosa tuvo un papel destacado, «5 decir, la idea de que los actos de devocidn debfan desarrollarse dentro de un contexto shermoso». Aqui nos acercamos ala tradi- racida nacional frente a Napoledn hasta la litargia politica del ‘Tercer Reich. Esa continuidad no debe confundirse con una bsqueda de los origenes de dicho régimen. En realidad, nuestro incerés reside en el desarrollo y la evolucién de un estilo polfti- co que el nacionalsocialismo perfeccion6. La estética de fa pole. da gue lo que aqui nos ocupa, su materializacién en el arte y learquitectura, si constieuyé en gran medida la mentalida ‘de Adolf Hitler. Pero esto no quiere dete que condujera. coe sociaistmo 0 que produjera la dictadura alemana. Dada la com. plejidad de la historia, seria simplista hacer tal aseveracién La nueva politica se valia por sf misma; no s6lo atrajo alos nacho, paloialias, canes a miembros de otros movimientos que encontraban su estilo atractivo y il para sus propios propési, Dicho estilo politico, al margen delo serayene que elon, para gran parte de le poblacién y de la imporeante funcién que dcmpens en una época de politica de masas, no fe més que —- SS factores que contribuycton al desarrollo del Puede resultar curioso que, para analizar un estilo politico que scabé siendo utilizado para Fines tan desagcadables, a por centrarnas en la belleza. Sin embargo, fa westéica dela polit «2 fue la fuerza que vinculé los micos, los simbolos el sentiniento de = ses lo sue oO 4a maturaleza del nuevo estilo fue una cierta percepcién de la belleaa y de la forma. Pasa gran part dela poblacién, los fines desagradables para los ri 5 Saabs = lzando et estilo quedaron enmascarados por el atractivo qu sus cabs la nueva politica y por su utilidad para hacerse con sus tals y sues. ‘Una cierta idea de belleza materializé el mundo i fds yorden. ‘ofado, al tiempo que posibilitaba a los hom- res el contacto con las supuestasfueras inmmutables que se fuera del flujo vical cotidane. ms ——e 36 GHORGEL Mosse Capitulo primero, La nueva politica 1 Musotne Grice mie Bi Ladi Bet, 1952, p. 72 2 Kadina Scheer, Die Regie ds Offences Lebo um Driton Rei Mani, 1956, pp. 16, 62-63, 48 ys. 3. Ocwrer complies dej. J. Rverenn Pats 1907, vl 5, p43. 4 George L. Most, «The Heritage of Social Humanioms, The Legacy of the German Refugee Intellectual, ed. Roore Boyers, Nueva York, 1972, pp 127-128 4 5 Alfcd Kantorowicr Bilin Fanbich Bremen, 1971 p. 67 3 6 George I- Mose, hee Face of Facim by Erst Nets, our of te History of des, otabeedicembee de 1966, vol XV pp. 621-526. 7. Georg Gortied Gervinus, Einlinog indie Gechicte des Nounzbnte “brhwnderts, Beincfort del Meno, 1967, 162s primers edicin de 1855, Michael D. Bid, Fier of Rai Ideology, Landes, 1970, p. 171 : ' George Rude, The Crone i Hiner A Study of Popular Dieurbance in France and England, 1730-1848, Noor Yrs, 1964 [Bd cast La mnie le ira les dirarbisopadve en racic Jnglaera, 1730-1848, Maid, Selo XXI de Espa, 1978) 9 reds Nistchs, «Die Gebuct dee Tag aus dem Gene der Mas, [Nitices Work, Lepuig, 1899, voli, pp 139-165 [Ed east: Obra compl 12, Buenos Ate, Prestigio, 1970}: Theodore Ziolkowa, -Der Hunger dem Mythos, Die Sogrmannten Zeiger Jb Rein Grim Jl Hecmand, Bad Homburg V.D. H, 1970, pp. 169-201 10). Huiongs, The Waning of the Middle Ager, Londies, 1924, p. 186 (Ed. ‘ase Hota dea Eded Mets, Madd, lanes Editorial, 2001) 11 db, 165. 12Gerthom Scher, The Meine Hein Jado Nace Yor, 1971p. 257. 13 Chao en René Gétatd, LOries pond romantigue lloands Nancy 1963 p.170. M4 Seholer, ope, 279 15 The Complete Work of Fredric Nietshse. Oscar Ley, Edimbrg y ondes, 1910, vl, pp. 51-52 16 Theodor Hews, Hie Wg Setar, 1932p. 130. 17 Thi, p. 132 18 Vése, por eemplo, Dietich Scothmann, Nationabesialsice Liter srpalitis, Bons, 1963, p- 384; Hildegaed Brenner, Die Kusonpolit de ‘Nevonalsatoms, Habre, 1963, pp. 112-113. 19 Retao De Felice, Le inerpaiondel fiona, Bat, 1971, 51 yt vA POLITICA ANU 20 Gustave Le Bon, Te Cr Nur Yk 1960, p. 3 Ed cat: Pl _gia de las masas, Madsid, Morata, 1986), 3 Gos ue een Vn Nas Yo 1950p TE Refeson bre le vole, Maid, Matra Editors 970), SESE nog ln at Sor 16 25 ¥eae Aber ation Eiger noe Bye ign da natin Pe 104973. 25 David Dow, Pane ater ft eal Lo Dei French Revolution, Lincoln, Nebraska, 1948, p. iii. - —- 26 Ghar Kt, Pets st Li Wiesbaden, 1961, p. 41, .. 27 ii 9. 28 dpe. 40 4, 29 Bs Me Aun, Bn ine Teele Gelb ene elif Benctos, 1814, Nols avi von Zein, Eyennghn ky Hepa Beye y Gtr ye che 963 i 1 26 deuce ond 1738) haisid 30 Willa MéDoua The Grp ind Noo Ys 920, pp. 38 Yak 1920, 09.28y 27 31 Véase, por ejemplo, Philippe de Félice, Foules en Ddlire, was Cl eee ii, Bt Cl 52 Tall, a Monch, Dele Retro Gina y Johst Heemand, Hamburgo, sd, p. 427. oi Reinbols 33 an Roch, Bima nda Sena Ses, 195, pane

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