Está en la página 1de 4

La carne: el enemigo interior

«Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza,
desenfreno, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones,
partidismos, envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os
advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios»
(Gálatas 5:19-21).

En este pasaje al decir «carne», la Biblia no se refiere a su piel, su cabello, sus nervios. No
habla de cuerpos físicos; su cuerpo físico no es malo. En verdad, Romanos 12:1 dice que
usted debe presentar su cuerpo al Señor como un sacrificio vivo; 1 Corintios 6:19 dice que su
cuerpo es templo del Espíritu Santo. Su cuerpo no es malo, Dios hizo su cuerpo y es para ser
presentado a él como un templo.

La Biblia usa la palabra carne refiriéndose a la predisposición que tenemos a pecar, la vieja
naturaleza adámica que recibimos de nuestros padres. ¿De dónde la obtuvieron ellos? De sus
padres. ¿Y ellos de dónde la obtuvieron? ¡De Adán! Gústele o no, dentro de todos nosotros
hay un enemigo llamado carne, la vieja naturaleza de pecado. Usted sabe que está ahí. Está
presente en todos nosotros.

Efesios 2:3 dice: «por naturaleza [nosotros] éramos hijos de ira». El rey David escribió:»Los
impíos se alienaron desde la matriz; se descarriaron desde el vientre, hablando mentira»
(Salmo58:3). ¿Ha meditado usted alguna vez sobre el hecho de que nunca tendrá que
enseñarle a un niño pequeño a mentir? Usted tiene que enseñarle a decir la verdad.
Tampoco tendrá que enseñarle a ser egoísta, tiene que enseñarle a no serlo. Todos tenemos
un enemigo interior, que se llama carne.

El diablo me obligó a hacerlo

A algunos les gusta decir: «El diablo me obligó a hacerlo».Amigo, le tengo noticias. Si el
diablo se evaporara, usted seguiría pecando. Usted no puede culparlo a él de todo. Tenemos
dentro nuestro suficiente maldad como para pecar: ese viejo deseo que la Biblia llama «la
carne».

Un niño escupió a su hermana, le pegó con un palo de escoba y la llamó con un sobrenombre
feo. La madre le dijo al terco chico:

-Jorge, ¿por qué hiciste eso? ¡No debiste hacerlo! ¡Eso fue muy malo! El diablo te obligó a
hacerlo.
El niño dijo:

-El diablo me obligó a llamarla con un sobrenombre feo y a pegarle con un palo de escoba,
pero el escupirla fue idea mía.

Creo que nos sorprendería si supiéramos qué tanto es idea nuestra y qué tanto es pura
carne.

El enemigo infernal, el diablo

El diablo es el enemigo infernal, y es el cerebro que está detrás de muchas cosas malas que
ocurren en el mundo. Efesios 6:12 dice: «Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne,
sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra
espíritus de maldad en los lugares celestiales».

Usted tiene un enemigo, Lucifer, el diablo. Él es su enemigo, y él tiene un plan para sabotear
su vida. Él quiere arruinar su vida y matar la felicidad, la pureza y la plenitud. Él es real, y se
ha organizado contra nosotros. Permítame mostrarle cómo.

El trío impío de la tentación

La Biblia dice: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana… (1 Corintios
10:13). Cualquiera que sea la tentación, viene de una de estas tres fuentes:

• El mundo, el enemigo externo

• La carne, el enemigo interno

• El diablo, el enemigo infernal

Estos juntos forman el trío impío de la tentación que constantemente trabaja contra
nosotros. Piense en su carne como si fuera una piscina de gasolina. Piense que el mundo es
como un cerillo encendido.

Piense que el diablo es como el que enciende el cerillo y lo lanza. Usted acaba de ver cómo es
la tentación.
Contra el enemigo externo, el mundo, la palabra clave es fe. «Porque todo lo que ha nacido
de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» ( 1 Juan
5:4).

La fe es lo que vence al mundo. En el versículo 5, Juan sigue diciendo: «¿Quién es el que


vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». No es sólo fe en el sentido
general, es la fe específica en Jesús. Ver que él es el Hijo de Dios, esa es la victoria que
derrota al mundo.

¿Cómo funciona? Recuerde cómo es el cristiano mundano. Es alguien con el ego elevado,
alguien que está intentando satisfacer el hambre de vida oculta, con un impío sistema de
valores. ¿Qué es un cristiano? Un cristiano es alguien que ha visto a Jesús con ojos de fe y
comprende lo maravilloso que es él, y que ha encontrado su satisfacción en el Señor
Jesucristo.

La Biblia dice en 1 Juan 2:15: «…Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él».
Ese es un versículo tremendo. Ahora note que no dice: ustedes no aman al Padre porque
aman al mundo. Dice todo lo contrario, ustedes aman al mundo porque el amor del Padre no
está en ustedes.

Qué hacer cuando la luz roja se enciende

Usted va conduciendo su automóvil y mira el tablero. Ve que se enciende una luz roja que no
había visto antes. Tiene el símbolo de una pequeña lata de aceite. Aunque usted no sepa
nada de mecánica automotriz, sí sabe que esa luz es una advertencia.

Significa que el motor de su automóvil ha perdido aceite, por lo tanto está bajo de aceite. Si
continúa conduciendo así, podría dañar el motor.

La fe es la que hace a Jesús real en nuestras vidas. Los mundanos nunca han encontrado su
satisfacción en Jesús.

Si alguna vez observa que la pequeña luz roja en el tablero de su auto se enciende,
permítame decirle qué hacer. Mantenga un martillo debajo del asiento delantero; y cuando
esa pequeña luz se encienda, rómpala de un martillazo. Así se apagará y no habrá más
problemas. Sí, sólo tome el martillo y rómpala, y problema solucionado.
¿Es este un buen consejo? ¡Claro que no! Esa luz roja en el tablero es sólo una advertencia.
¿Cuál? El motor de su automóvil necesita aceite, y atacar la luz no es la respuesta.

A usted nunca se le ha dicho que luche contra el mundo. Si es mundano sólo hay una razón
para serlo, su motor no tiene el aceite espiritual. «…Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él» (1 Juan 2:15). «Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo; y
ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» (1 Juan 5:4).

La fe es la que hace a Jesús real en nuestras vidas. Los mundanos nunca han encontrado su
satisfacción en Jesús.

Todos queremos ser satisfechos. La razón por la que la mayoría de la gente no encuentra
satisfacción es porque la está buscando en el lugar equivocado. Cuando vemos lo que
tenemos en el Señor Jesucristo, y entendemos realmente quién es él, el mundo pierde
encanto para nosotros porque ya estamos satisfechos.

Si usted está satisfecho con una suculenta comida, no querrá las migajas del diablo Digamos
que usted va a ofrecer una maravillosa cena, un exquisito lomo de res con papas al horno,
ensalada y grandes vasos de limonada helada. ¿Y qué tal un pastel de limón como postre?
¡Será estupendo! Y supongamos que después de cenar yo salgo y alguien me ofrece un plato
de migas rancias o algo que huele a podrido, diciéndome:

«Tome, aquí tiene algo para comer». Yo diría: «No gracias, ya estoy más que satisfecho».
Cuando usted se alimenta de Jesús, no necesita estar en el callejón comiendo de los
basureros que le ofrece el diablo.

El apóstol Juan dice: «…Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan
2:15). ¿Cómo trata usted con el pecado de la mundanalidad? ¡Por medio de la fe!

Necesitamos preguntarnos: «¿Realmente tengo fe?». La Escritura dice: «… ésta es la victoria


que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que
Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Juan 5:4, 5). «Pon tus ojos en Cristo tan lleno de gracia y amor y
lo terrenal sin valor será a la luz del bendito Jesús»8. Un cristiano mundano es alguien que
no ha encontrado su satisfacción en Jesucristo.

También podría gustarte