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EL FEMINISMO (O LA AUSENCIA DEL

MISMO) EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO


DE HANNAH ARENDT
FEMINISM (OR THE LACK OF IT) IN HANNAH ARENDT¨S
POLITICAL THOUGHT

Luisa Posada Kubissa


Universidad Complutense de Madrid
lposada@filos.ucm.es

Recibido: febrero de 2018


Aceptado: junio de 2018

Palabras clave: Esfera privada, acción política, labor-trabajo, vita activa, crítica feminista.
Keywords: Private sphere, political action, labor-work, vita activa, feminist criticism.

Resumen: Hacerse la pregunta por el feminismo en el pensamiento po-


lítico de Hannah Arendt implica aquí releer sus propuestas desde una
óptica crítica. Frente a determinadas posiciones que han querido ver
en esas propuestas aportaciones reutilizables para la orientación crítico-
feminista, lo que plantea este artículo es que las tesis arendtianas, y
en particular su separación de los ámbitos privado y político, no pue-
den compadecerse con tal orientación. De entrada se atiende a cómo se
piensa en Arendt esta separación de espacios, para analizar en un se-
gundo momento por qué ello dificulta que se pueda hablar de feminismo
en esta pensadora.

Abstract: To ask about feminism in Hannah Arendt´s political thought


implies here rereading its proposals from a critical point of view. Against
certain positions which have wanted to see in these proposals reusable
contributions for the critical-feminist orientation, what this article raises
is that the Arendtian theses, and in particular their separation from the
private and political spheres, can not sympathize with such orientation. At
the beginning, we look at how Arendt thinks about this separation of spaces,
to analyze in a second moment why this separation makes it difficult to talk
about feminism in this thinker.

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1. Sobre la diferenciación Esta actividad del cuidado nos hace pen-
sar irremediablemente en lo que Arendt
entre los espacios público y califica de “labor” en La condición hu-
privado mana, que incluye actividades como la
de atender a la vida doméstica, o la de
Gilligan, en su estudio empírico1, hablaba la reproducción, o la del cuidado de los
de una voz moral diferente, una voz fe- animales para la subsistencia humana. Es
menina guiada por una ética relacional: cierto que Arendt no asigna estas funcio-
“Frente a la pretensión de las teorías éti- nes por sexo4, pero cabe preguntarse si
cas universalistas contemporáneas (Ko- ello no está implícito aquí, sobre todo si se
hlberg, Rawls o Habermas) de atender al atiende a lo que escribe sobre “la comu-
punto de vista de un «otro generalizado», nidad natural de la familia”: “Resultaba
esto es, un abstracto cualquier otro, la evidente que el mantenimiento individual
«voz diferente» que Gilligan escuchaba fuera tarea del hombre, así como propia
en los discursos morales de las mujeres de la mujer la tarea la supervivencia de
que entrevistó, y que no tiene por qué la especie y ambas funciones naturales,
ser exclusiva de ellas, apunta a una com- la labor del hombre en proporcionar ali-
prensión de lo moral como respuesta a las mentación y la de la hembra en dar a luz,
otras existencias concretas, particulares, estaban sometidas al mismo apremio de
situadas, carnales, con sus necesidades, la vida. Así pues, la comunidad natural
motivos, deseos, circunstancias”2. Ello de la familia nació de la necesidad, y ésta
implica hablar de una “ética del cuidado” rigió todas las actividades desempeñadas
que tradicionalmente se ha relegado al en su seno”5.
ámbito de la vida privada y que ha permi- Se ha interpretado que “los cuidados
tido conectar “las nociones de H. Arendt como ocupación y como preocupación
acerca de la identidad narrativa de las desbordan el estrecho concepto arend-
existencias con la ética del cuidado de tiano de labor para adquirir rasgos de las
Gilligan, para resituar las nociones mora- otras dos formas de vita activa, en tanto
les de autonomía y justicia en el marco de que correlato del cuidar es también —
una exigencia —también universal— de conforme a la definición de Joan Tronto
cuidado y de responsabilidad por las otras y Berenice Fisher de la que se ha parti-
existencias”3. do— el mundo, la «mundanidad», con
las consecuencias que ello tiene para el
significado ético y político del cuidado”6.
1. Gilligan, C., In a Different Voice. Psychologi- Pero esas mismas lecturas reconocen
cal Theory and Women’s Development, Harvard
University Press, Harvard, 1982 (Hay traducción 4. Sánchez Muñoz, C., “Hannah Arendt”, en M.
como La moral y la teoría. Psicología del desar- J.Guerra, y A. Hardisson, Ana (eds.), 20 pensa-
rollo femenino, F.C.E., México, 1985). doras del siglo XX, Tomo I, Ediciones Nobel,
2. Muñoz Terrón, J. M., “Cuidar del mundo. La- Oviedo, 2006, pp. 125-146, p. 129.
bor, trabajo y acción «en una compleja red de sos- 5. Arendt, H., La condición humana, Ediciones
tenimiento de la vida»”, ISEGORÍA. Revista de Paidós Ibérica, Barcelona,2005, p. 56 (The Hu-
Filosofía Moral y Política, nº 47, 2012, pp. 461- man Condition, The University of Chicago Press,
480, p. 465. Chicago, 1958).
3. Muñoz Terrón, J. M., op. cit., p. 466. 6. Muñoz Terrón, J. M., op. cit., 473.

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que la noción de labor arendtiana inclu- nueva dignidad e irrumpió en forma de
ye su vinculación al campo de lo privado, sociedad en lo público”11.
concediendo que las tareas propias de
Pueden darse para Arendt ejemplos de
la labor “no se pueden despojar de ese
esta irrupción de la sociedad en lo pú-
cierto carácter de carga y de oculta­miento
blico: “Ya el solo hecho de la emancipa-
que Arendt identifica con la labor y su
ción de las mujeres y de la clase obrera,
adscripción a la invisibilidad (oscuridad)
es decir, de grupos humanos a los que
del ámbito «privado»”7.
jamás antes se había permitido mostrar-
La pluralidad es constitutiva de la condi- se en público, dan a todas las pregun-
ción humana y es lo que garantiza la liber- tas políticas un semblante radicalmente
tad. Pero la pluralidad, y con ello el ejerci- nuevo”12. Pero esta unión entre política
cio de la libertad, se da para Arendt en la y vida social supone “una contradicción
esfera de la acción, en el ámbito público: interna que suprime y arruina lo específi-
“La política trata del estar juntos y los unos camente político”13. Y Arendt piensa que
con los otros de los diversos”8. Pero ocu- lo arruina, porque el ámbito privado está
rre que “únicamente podemos acceder al sometido a la necesidad, donde no se da
mundo público común a todos nosotros, “la combinación específica de violencia y
que es el espacio propiamente político, si poder, combinación que sólo podía tener
nos alejamos de nuestra existencia priva- lugar en la esfera público–estatal porque
da y de la pertenencia a la familia a la que sólo en ella los hombres actúan conjun-
nuestra vida está unida”9. Es necesario tamente y generan poder”14. Así, las rela-
que se dé la condición por la cual “polí- ciones en el ámbito privado responden a
tica y libertad son idénticas”10, pero esa la necesidad y no al juego de poder, pero
condición sólo es posible fuera del ámbito esta tesis no se compadece con la reali-
de lo privado-doméstico. La frontera entre dad de una estructura desigual de poder
los dos ámbitos se afianzó con la moder- entre los sexos en el ámbito privado y de
nidad, ya que “Lo que ocurrió al iniciarse su expresión brutal en forma de violencia
la Edad Moderna no fue que la función de de género. Si se entienden esas relacio-
la política cambiase, ni tampoco que se le
otorgara de repente una nueva dignidad ���������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 89.
exclusiva. Lo que cambió más bien fue- ����������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 91.
ron los ámbitos que hacían parecer nece- ����������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 92.
saria la política. El ámbito de lo religioso ����������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 96. Aquí se entiende
se sumergió en el espacio de lo privado por ”poder” en Arendt algo distinto de la
mientras el ámbito de la vida y sus ne- noción weberiana, en el siguiente sentido:
“Max Weber defined (Macht) as the possibility of
cesidades —para antiguos y medievales
forcing one´s own will on the behavior of others.
el privado par excellence— recibió una Hannah Arendt, on the contrary, understands pow-
7. Muñoz Terrón, J. M., ibid. er as the ability to agree upon a common course
of action in unconstrained communication. Both
8. Arendt, H., ¿Qué es política?, Ediciones Pai-
represent power as a potency thai is actualized in
dós, Barcelona, 1997, p. 45. (Was ist Politik? Aus
action, but each takes a different model of action
dem Nachlass, R. Piper GMBH & Co KG, Mu-
as a basis”, en: Habermas, J. and McCarthy, T.,
nich, 1995).
“Hannah Arendt’s Communications Concept of
9. Arendt, H., op. cit., p.74. Power”, Social Research, Vol. 44, No. 1, Hannah
������������������������������
. Arendt, H., op. cit., p.79. Arendt, spring 1977, pp. 3-24, p. 3.

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nes como resultantes de la necesidad, y La esfera política es, para Arendt, aque-
no del poder, se impide de facto su po- lla donde se da la actividad por excelen-
sible transformación. Expulsada la vio- cia que es la acción. En ella aparecen la
lencia “del ámbito privado del hogar y de pluralidad y la individualidad, y la inser-
la esfera semipública de la sociedad”15, ción en la misma es “como un segundo
ésta queda invisibilizada y convertida en nacimiento”, algo a lo que “no nos obliga
una coerción a la que, por ser de necesi- la necesidad, como lo hace la labor, ni
dad, no es posible resistirse. Esto es tanto nos impulsa la utilidad como es el caso
como decir que “la justificación de lo que del trabajo”18. Este ámbito, marcado por
se considera político desde teorías como el reconocimiento mutuo de la individua-
la arendtiana niega las condiciones socia- lidad, es la expresión más digna de la
les de injusticia (como la falta de redis- vida activa, en tanto es expresión de la
tribución y reconocimiento, los conflictos libertad como acción política, que presu-
raciales y de género, etcétera) así como pone la igualdad de los diferentes. Pero
su posibilidad de ser discutidas en el es- nos preguntamos, ¿quiénes son los dife-
pacio público”16. rentes reconocidos aquí? ¿Acaso no que-
dan como idénticas, no individualizadas,
Desde la tesis arendtiana de la tajante di-
aquellas que sólo pueden permanecer
visión entre lo privado-social y lo político
adscritas al ámbito privado del hogar y
se hace imposible alumbrar la desigual-
la familia?
dad entre los sexos como una relación
de poder, que sólo se daría en el ámbito Difícilmente podría defenderse la igual-
público-político. Pero, en un párrafo de dad entre los sexos desde estos plan-
Los orígenes del totalitarismo, leemos que teamientos. Quizá pudieran servir a un
“Los que aspiran a la dominación total pensamiento que se planteara una ética
deben liquidar toda espontaneidad, tal femenina como ética ligada a los valores
como la simple existencia de la individua- del cuidado y de la vida privada. Pero
lidad siempre engendrará, y perseguirla desde la tajante separación arendtiana
hasta en sus formas más particulares, sin de los ámbitos no político y propiamente
importarles cuán apolíticas e innocuas político, en ningún caso se podrían poli-
puedan parecer”17. Y esto nos lleva a pre- tizar los conflictos del primero y, menos
guntarnos por la aniquilación de la indivi- aún, darles una solución política. Senci-
dualidad que se produce como ejercicio llamente porque en Arendt no son con-
de dominación en una esfera que Arendt flictos políticos. De hecho, ser mujer, al
entiende como apolítica. ser una diferencia prepolítica, no puede
ser trasladada al ámbito político: no es
un problema político. De ahí que se haya
podido afirmar que “esta exclusión de la
15. Arendt, H., op. cit., pp. 95-6. lucha feminista del ámbito de lo político
16. Gaytán, P., “Hannah Arendt y la cuestión so- es lo que Adrienne Rich y posteriormen-
cial”, Sociológica, año 16, nº 47, 2001, pp. 101- te Mary O´Brien lamentaron en la década
128, p. 125. de 1970. A la pregunta: « ¿dónde quedan
17. Arendt, H., Los orígenes del totalitarismo, situadas las mujeres en la teoría política
Grupo Santillana de Ediciones, Madrid,1974, p. de Arendt?» estas autoras solo hallaban
365. (The origins of the totalitarianism, Harcourt
Brace Jovanovich, Inc., Nueva York, 1951). 18. Arendt, H., La condición humana, p. 206.

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respuesta en la caracterización de la la- “A partir de esta reconstrucción, la con-
bor y en la distinción entre lo público y cepción del espacio público de Arendt
lo privado establecidas en La condición puede dar cuenta de la crítica feminista
humana. En esta obra las tradicionales que objeta la exclusión de las cuestio-
tareas asignadas a las mujeres, tales nes privadas como objetos de debate del
como el cuidado y el sostenimiento de la ámbito público. En la medida en que el
vida, quedaban relegadas al devaluado espacio público no se define por los con-
ámbito de la necesidad, un ámbito con- tenidos que en su interior se tematizan,
siderado por Arendt como no político, nada queda excluido a priori del debate
privado, donde la violencia es un hecho público, y en todo caso es en la misma
casi natural”19. Sin embargo, ha habido arena pública donde se debe dirimir qué
quien, como Richard J. Bernstein, ha se- será objeto de debate y qué no. Por otra
ñalado que algunas lecturas feministas parte, es menester retomar los aportes de
de finales de los años 90 detectaron en Fraser para dar cuenta de la otra crítica
la idea arendtiana del “paria” un modelo feminista, que señala que en el espacio
que sirve como recurso para pensar la público no son tanto los individuos sino
situación de las mujeres, de manera que más bien los grupos, quienes son protago-
reivindicaron su potencial para la críti- nistas de las disputas. Por ello, es necesa-
ca feminista: “Recently there have been rio concebir que existen diversos públicos
more subtle feminist readings of her work en competencia, algunos subordinados
in which there is an appropriation of the y otros hegemónicos, que constituyen, a
`conscious pariah´ as an exemplar of the su vez, espacios públicos alternativos”21.
situation of women who refuse to accept Pero lo que cabe discutir es si esos es-
or assimilate to prevailing social relation- pacios públicos alternativos pueden tras-
ships. There have been those who have pasarse a la esfera política. Sobre todo,
argued that Arendt’s conception of poli- si tenemos presente la diferencia que la
tics and public spaces provides the basis propia Di Pego adjudica a ambos espa-
for rethinking the possibility of feminist cios: “El surgimiento del espacio público
politics. A vital current in recent femi- constituye una posibilidad cuya concre-
nist readings of Arendt is the view that ción depende de la movilización de los
her thinking provides critical resources hombres y de su capacidad de actuar en
which can potentially illuminate and con- concierto, en tanto que el surgimiento del
tribute to feminist concerns”20. espacio político requiere, además, de una
constitución –acto constituyente y marco
Reivindicar el pensamiento arendtiano
legal– que reconozca a los hombres como
para una perspectiva política feminista
es también lo que hace Anabella di Pego,
cuando propone la lectura del ámbito
público como un ámbito distinto y más
amplio que el ámbito político en Arendt: 21. Di Pego, A., “Pensando el espacio público
desde Hannah Arendt. Un diálogo con las pers-
19. Birulés, F., Entreactos. En torno a la políti- pectivas feministas”, Questión. Revista Especia-
ca, el feminismo y el pensamiento, Katz Editores, lizada en Periodismo y Comunicación, Vol. 1,
Buenos Aires -Madrid, 2015, pp. 146-147. Núm. 11, 2006, disponible en: http://perio.unlp.
. Bernstein, R. J., Hannah Arendt and the Jewish
��������������������� edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/222
Question, MA: MIT Press, Cambridge, 1996, p. 5. (consultado el 6-05-2018).

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iguales y como partícipes activos en los ciativa”, más allá de su adscripción a la ne-
asuntos públicos”22. cesidad propia de lo meramente privado.
Pero Honig critica esta doble concepción
Bonnie Honig ha señalado que Arendt
de lo público en Arendt que Benhabib
no es una figura cómoda para una políti-
detecta, subrayando que la misma no se
ca feminista, precisamente por la rigidez
compadece con lo que realmente leemos
de la distinción público/privado y porque
si atendemos a sus propios textos25.
“el problema de la mujer”, en términos
arendtianos, no era algo que se pudiera Cuando Nora Rabotnikof se ocupa del
plantear políticamente23. Honig discu- espacio público en la teoría política con-
te la interpretación de Seyla Benhabib, temporánea26, dedica su IV capítulo a
conforme a la cual habría en Arendt dos la idea de ese espacio en Arendt. Y ahí
conceptos de ámbito público: uno “ago- interpreta que, entendido el espacio pú-
nístico” y otro de carácter “asociativo”. El blico en Arendt desde una concepción
primero se define por ser el espacio “en el “fenomenológica” como “ámbito de
que uno compite por el reconocimiento, aparición”27, hay aquí una concepción
la precedencia y la aclamación” y es, por fuerte del mismo: se trata de un lugar de
tanto, “el espacio en el que se busca una lo común que tiene como característica
garantía contra la futilidad y el paso de consustancial el consenso dentro del plu-
todas las cosas humanas”. Por contraste, ralismo28. La cuestión será que, si como
“la visión «asociativa» del espacio públi- lo dice Rabotnikof, la concepción “feno-
co sugiere que tal espacio emerge don- menológica” del espacio público hace
de y cuando, en palabras de Arendt, “los hincapié en lo empírico o lo descriptivo29,
hombres actúan juntos en concierto”, un podríamos interpretar que ese espacio se
espacio en el que se puede dar la libertad limita a dar cuenta de aquellos que tienen
y que “no es un espacio en ningún sentido la capacidad de consensuar, esto es de
topográfico o institucional”24. Esta lectura los ciudadanos. Pero ¿qué pasa en el caso
de Benhabib parece un intento para poder de quienes, como las mujeres, fueron ex-
hacer emerger a las mujeres en lo público, cluidas históricamente de tal categoría?
en el segundo sentido, y hacer posible que Cabría señalar que no pueden emerger
desde el pensamiento de Arendt puedan en un espacio que se describe por lo que
entenderse como partícipes de la libertad precisamente a ellas se lea ha negado: el
del espacio público en su dimensión “aso- reconocimiento de su individualidad, de
����������������������
. Di Pego, A., ibídem
su pluralismo o de su capacidad de con-
sensuar entre iguales en competencia. Es
���������������������������������������������
. Honig, B., “Toward an Agonistic Feminism:
Hannah Arendt and the Politics of Identity”, en decir, el sentido fuerte del espacio público
J. Landes (ed.), Feminism,the Public and the
Privat, New York, Oxford University Press, �����������������������������������
. Honig, Bonnie, op. cit., p. 122.
1998, pp. 100-132.
26. Rabotnikof, N., En busca de un lugar común.
24. Benhabib, S., El ser y el otro en la ética con- El espacio público en la teoría política contem-
temporánea. Feminismo, comunitarismo y pos- poránea, Instituto de Investigaciones Filosófi-
modernismo, Gedisa Editorial, Barcelona, 2006, cas-UNAM, México, 2005.
pp.109-110 (Situating the Self. Gender, Com-
������������������������������������
. Rabotnikof, N., op. cit., p. 115.
munity, and Postmodernism in Contemporary
Ethics,Polity Press in association with Blackwell ������������������������������������
. Rabotnikof, N., op. cit., p. 117.
Publishers Ltd., Cambridge,1992). ������������������������������������
. Rabotnikof, N., op. cit., p. 291.

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como lugar común no parece ser tan co- esta biografía colaborar a la metodología
mún para las mujeres. feminista de visibilizar mujeres olvidadas,
ni que pretendiera ir más allá del caso in-
Por otro lado, se ha reivindicado de Arendt
dividual y concreto.
el uso de la biografía, que coincidiría con
la metodología feminista de rescatar a mu- Una posible perspectiva feminista para
jeres olvidadas: “la metodología arendtia- las tesis de Arendt se resiente de su dis-
na también encajaría perfectamente en tinción entre acción y labor, de su tajante
los objetivos de la teoría feminista contem- separación entre espacio público y ámbito
poráneas: nos permitiría reconstruir los frag- de lo privado, de la exclusiva asignación
mentos de las experiencias políticas de las de la libertad al primero, de la negativa
mujeres que han sido silenciadas y olvida- a que lo privado pueda visibilizarse en la
das y que constituyen la memoria políti- esfera de lo público. Pero una parte de la
ca de las vindicaciones y anhelos de las crítica feminista ha señalado que es po-
mujeres”30. Es el caso de la biografía que sible resignificar conceptos arendtianos
dedicó a la figura de Rahel Varnhagen, para esa orientación: “Queremos concluir
donde esta se incorpora al mundo político este trabajo volviéndonos hacia la noción
y de la acción. Al hablar de los encuen- arendtiana de «pluralidad», que implica a
tros posibles entre Arendt y el feminismo, la vez «igualdad y distinción» y que sig-
Norma Villareal dice que “En primer lugar nifica que vivimos siempre rodeados de
concentrémonos en aspectos metodológi- nuestros semejantes, ante los cuales, al
cos en la obra arendtiana. Ella hace del aparecer y mostrarnos por la palabra y la
método del relato biográfico un elemento acción, devenimos realmente humanos y
central para mirar una realidad a través adquirimos nuestra identidad y unicidad.
de la vida de una persona”. La biografía La pluralidad es además la fuente del po-
de Rahel Vernhagen, una mujer del siglo der, en la medida en que éste implica ha-
XIII, “coincide con el interés feminista de blar y actuar juntos concertadamente en
participar del proceso de la renovación vista de un objetivo. Para el movimiento
historiográfica, apuntando a rescatar las de mujeres esto significa que las indivi-
historias de mujeres para hacerlas visi- dualidades sólo valen por y dentro de la
bles, una historia desde las experiencias pluralidad concreta a la cual pertenecen,
de los sujetos mujeres”31. Pero cabría que ambas, pluralidad e individualidad,
interpretar que Arendt no pretendía con persona y comunidad son imprescindi-
bles para el buen funcionamiento de la
30. Sanchez Muñoz, C., Hannah Arendt: El es-
actividad política”32.
pacio de la política, Madrid, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2003, p. Para poder entenderlo así, habría que
75. Para un más reciente y exhaustivo análisis del convenir en que en Arendt la filosofía “no
pensamiento de Hannah Arendt, recomendamos
es una filosofía política, ni una filosofía de
el título de la misma autora Arendt: estar (políti-
camente) en el mundo, Batiscafo, Valencia, 2015
31, Villareal Méndez, N., “Acercamiento a Han- miento%20a%20Hannah%20Arendt.pdf (Consul-
nah Arendt desde la teoría feminista del Género”, tado: 08-05-2018).
(Documento de trabajo), Portal web Repositorio 32. Comesaña Santalices, “Lectura feminista de
Institucional. Dirección Nacional de Bibliotecas. algunos textos de Hannah Arendt”, Anales del
Universidad Nacional de Colombia, 2014, en: Seminario de Historia de la Filosofía, vol. 18,
http://www.bdigital.unal.edu.co/39952/7/Acerca- 2001, pp. 125-142, p. 142.

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lo político, sino, primeramente, ante todo, necesariamente un proyecto elitista y an-
una filosofía de la alteridad plural”33. Sólo tidemocrático que difícilmente pueda re-
por esta relectura se hace posible relativi- conciliarse con la reivindicación de eman-
zar la frontera entre público y privado. Y cipación universal y la extensión universal
sólo desde ahí es posible también repen- de los derechos de ciudadanía que han
sar de otra manera la noción arendtiana acompañado a la modernidad desde las
de “natalidad”: “La «natalidad» en tanto revoluciones estadounidense y francesa?
acción no es entonces un momento de la “35. Estos recelos afectan de lleno a la
naturaleza sino aquello que lo interrum- concepción del feminismo como proyecto
pe; de ahí que simbolice la capacidad de de emancipación.
comienzo. Al mismo tiempo, si la acción
está ahora ligada a lo privado, la línea di-
visoria de lo privado y lo público, si bien 2. ¿Feminismo en Hannah
estaba firmemente definida al principio, Arendt?
se difumina, pierde su autoridad, cuando
se trata de establecer las condiciones del
Como lo recoge su biógrafa Elisabeth
mundo común y de la emergencia de un
Young-Bruehl, Arendt no tuvo interés en
ser humano. La categoría arendtiana de
la causa feminista, ni mucho menos en
«natalidad» combate la división tradicio-
las reclamaciones de igualdad entre los
nal entre lo privado y público, entre zôê y
sexos36. Ello colaboró sin duda a que “las
bio y, por ende, el espacio político enten-
críticas vehementes y la falta de sintonía
dido bajo el pretexto de la igualdad como
fue el arranque de las lecturas feministas
la región de los mismos”34.
de Hannah Arendt. En los años setenta y
Pero cabe que nos preguntemos, como primeros ochenta el gran tema a debatir
hace Seyla Benhabib, si la crítica de fue el «antifeminismo» de Arendt”37. Aun
Arendt al “ascenso de lo social” en la cuando en una reseña a Alice Rühle re-
modernidad, frente a la vida política grie- conoce que las mujeres en el mundo
ga, deja margen a que los esclavos, los contemporáneo tienen que “además del
trabajadores y las mujeres salgan del trabajo, hacerse cargo de la casa y cui-
“oscuro interior del hogar” e irrumpan dar de los niños”38, lo cierto es que sus
en la vida pública. Dicho de otro modo, palabras no dejan lugar a dudas: “En rea-
la cuestión es si en Arendt es posible el lidad, y a riesgo de parecerle anticuada,
proyecto de emancipación política de siempre he pensado que existían activi-
estos colectivos. Como Benhabib se in- dades determinadas que no convenían
terroga, cabe preguntarse si “¿La crítica a las mujeres, que no les iban bien, si
de Arendt a este proceso es también una puedo expresarme así. Dar órdenes no
crítica del universalismo político como tal?
����������������������������������
. Benhabib, S., op. cit., p. 107.
¿La «recuperación del espacio público»
bajo las condiciones de la modernidad es . Young-Bruehl, E., Hannah Arendt, Editorial
���������������������
Paidós, Barcelona, 2006, p. 311.
. Collin, F., L’homme est-il devenu superflu?
��������������� 37. Guerra Palmero, M. J., “Arendt y los femi-
Hannah Arendt, Odile Jacob, París, 1999, p. 144. nismos contemporáneos: ontología y política”,
34. Navarro González, O., “La natalidad como Daimon. Revista Internacional de Filosofía, su-
categoría filosófica en la obra de Hannah Arendt”, plemento 4, 2011, pp. 203-212, p. 204.
Clepsydra, nº 7, 2008, pp. 185-195, p. 193. 38. Young-Bruehl, E., op. cit., p. 152.

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conviene a una mujer y es por ello por cabe preguntarse si este ideal no tiene
lo que debe esforzarse por evitar tales como contrapartida el sometimiento de
situaciones si quiere conservar sus cua- los no iguales y, con ello, la esclavización
lidades femeninas”39. Estas afirmaciones de quienes no juegan en el ámbito de la
avalan que se pueda aseverar que “Es política.
evidente que no puede decirse de Han-
Como ya se ha señalado aquí, una par-
nah Arendt que fuese feminista, ni tam-
te del pensamiento feminista actual ha
poco que le preocupase particularmente
querido rescatar y revalorizar el concepto
la problemática de la condición femenina
en un mundo eminentemente patriarcal. arendtiano de “natalidad”: “Nos encon-
tramos, pues, con el concepto, la natalidad,
Aunque en muchos casos pareció estar
que ha suscitado una mayor expectación
cerca de abordarla, pasó siempre sólo tan-
por parte del feminismo filosófico y políti-
gencialmente al lado de esta temática”40.
co, especialmente en la recepción france-
Preservar el orden privado y no reclamar sa e italiana del pensamiento de Arendt.
su total politización ha sido leído, antes Desde estas lecturas, la natalidad ayudaría
que como un error en Arendt, como un a poner en tela de juicio el sistema filosó-
requisito positivo para evitar el autoritaris- fico patriarcal desbaratando, de un solo
mo sobrevenido en aquel, frente a la ex- golpe, su antropología, determinada por el
cesiva pretensión del feminismo contem- privilegio de la mortalidad, y la inclinación
poráneo por reclamar lo personal como ontológica y política hacia las abstracciones
político41. La separación entre la esfera generalizadoras, que o bien son hueras o
pública y la esfera de lo privado no pare- bien son totalizadoras, con la funesta ten-
ce responder en Arendt, además, a una dencia de destruir la pluralidad humana y
diferencia por género, sino más bien al a declararla superflua. La vida humana, a
ideal de la política de la antigua idea de la luz de la natalidad, es repensada desde
la polis griega, concentrada en el bien co- un punto de vista relacional. Arribamos a
mún y en el entendimiento de los iguales: una trama intersubjetiva, a un «mundo»,
“La polis, propiamente hablando, no es la y ahí se tejen las biografías de los indivi-
ciudad-estado en su situación física; es la duos susceptibles de ser narradas “43. La
organización de la gente tal como surge natalidad implica un mundo que existe
de actuar y hablar juntos, y su verdade- antes de nacer a él y que es “la condición
ro espacio se extiende entre las perso- prepolítica y prehistórica de la historia, la
nas que viven juntas para este propósito, gran narración sin comienzo y sin fin”44. El
sin importar dónde estén”42. Ahora bien, ser humano con-vive e inter-actúa como
un “quién” en el mundo que le pre-existe.
39. Arendt, H., “Seule demeure la langue materne- Y, en ese sentido, “El milagro que salva al
lle”, Revue Esprit, nº 42, 6, 1980 (entrevista televi-
mundo, a la esfera de los asuntos huma-
sada de H. Arendt por Günter Gaus en la televisión
alemana el 28 de octubre de 1964), p. 20. nos, de su ruina normal y «natural» es en
último término el hecho de la natalidad,
40. Comesaña Santalices, G. M., op. cit., p. 126.
en el que se enraíza ontológicamente la
. Benhabib, S., Hannah Arendt: Kein Herz für
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facultad de la acción. Dicho con otras pa-
die Emanzipation? Seminararbeit, Humboldt-
Universität zu Berlin (Institut für Kultur- und 43. Guerra, M. J., op. cit., pp. 206-7.
Kunstwissenschaften), Berlín, 2005, p. 40. 44. Arendt, H., De la historia de la acción, Edi-
42. Arendt, H., La condición humana, p. 225. ciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1995, p.106.

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labras, el nacimiento de nuevos hombres perdido el original concepto griego so-
y un nuevo comienzo es la acción que son bre la política (…) Según el pensamiento
capaces de emprender los humanos por griego, la capacidad del hombre para la
el hecho de haber nacido”45. organización política no sólo es diferente,
sino que se halla en directa oposición a la
Sobre la concepción arendtiana de la na-
asociación natural cuyo centro es el hogar
talidad y el cuerpo, también hay discre-
(oikia) y la familia”48. La igualdad entre los
pancias en las lecturas feministas. Así,
iguales y la libertad no pueden darse en
mientras para Linda Zerilli46 la noción de
esa esfera regida por el hogar y la familia,
nacimiento en Arendt va unida a la de
sino que requieren de la esfera política:
mortalidad y no a la de género o identidad
“La polis se diferenciaba de la familia en
sexual, Tuija Pulkkinen entiende que el
que aquélla sólo conocía «iguales», mien-
género y la identidad son indisociables de
tras que la segunda era el centro de la más
esa noción y, en ese sentido escribe: “Gen-
estricta desigualdad. Ser libre significaba
der and identity belong without a doubt to
no estar sometido a la necesidad de la vida
Arendt’s conception of ‘birth’. An individual
ni bajo el mando de alguien y no mandar
is from birth of a gender and of an ethnic
sobre nadie, es decir ni gobernar ni ser go-
origin. Natality, a person’s beginning in the
bernado. Así, pues, dentro de la esfera do-
world as a separate body, is decisive and
méstica, la libertad no existía, ya que al ca-
founding. A person constructs herself per-
beza de familia sólo se le consideraba libre
formatively, and leaves behind a story, but
en cuanto tenía la facultad de abandonar
she is always bound to the fact of birth”47.
el hogar y entrar en la esfera política, don-
Se entienda como se entienda, lo cierto de todos eran iguales”49. La perversión de
es que el nacimiento, en tanto “acción la frontera entre lo social y lo político, que
que son capaces de emprender los hu- viene a confundir la mera administración
manos”, se distingue de la mera actividad con la acción, es para Arendt un producto
social, en tanto que esta última es pura de la modernidad que altera así la desea-
asociación que difiere radicalmente en ble separación entre lo privado y lo públi-
Arendt de la capacidad y la organización co: “La emergencia de la sociedad – el
política, con la que ha venido a confundir- auge de la administración doméstica, sus
se: “Esta relación especial entre acción y actividades, problemas y planes organiza-
estar juntos parece justificar plenamente tivos – desde el oscuro interior del hogar a
la primitiva traducción del zoon politikon la luz de la esfera pública, no sólo borró la
aristotélico por animal socialis (…). Más antigua línea fronteriza entre lo privado y lo
que cualquier elaborada teoría, esta in- político, sino que también cambió casi más
consciente sustitución de lo social por lo allá de lo reconocible el significado de las
político revela hasta qué punto se había dos palabras y su significación para la vida
45. Arendt, H., La condición humana, p. 265. del individuo y del ciudadano”50.
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. Zerilli, L., “The Arendtian Body”, en Honig, Pero ese “oscuro interior del hogar”, que
B.(ed.) Feminist Interpretations of Hannah Ar- no debe ser alumbrado a la esfera pública,
endt, University Park, Pennsylvania State Uni-
versity Press, 1995, pp. pp. 167-193.
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. Arendt, H., op. cit., pp. 51-2.
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. Pulkkinen, T., “Hannah Arendt and the Poli-
tics of Philosophy.” Alternatives, 28, 2003, pp. ����������������������������������
. Arendt, H., op. cit., pp. 57-8.
215-232, p. 225. �������������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 61.

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ha permanecido históricamente, lo quiera A pesar de las reticencias que venimos
Arendt o no, como esfera doméstico- sugiriendo para aceptar que haya una
familiar a la que se asignan el trabajo orientación feminista del pensamiento
productivo de los esclavos y el trabajo de Hannah Arendt, hay algo así como
reproductivo de las mujeres. Por tan- un “feminismo arendtiano”, como el que
to, sólo el hombre – no esclavo y va- representa en particular la filósofa Linda
rón- se separa de esa esfera y puede Zerilli. Esta autora “frente a la expresión
entrar en la esfera de lo político. De del feminismo ligada a la preocupación
este modo, la familia es categorizada por la igualdad y las políticas sociales,
como lo pre-político, lo que es el lu- va a proponer que la política deriva del
gar de la desigualdad por necesidad inter-esse, del espacio que conforma-
natural y ámbito del trabajo para la mos entre todos a través del discurso, la
supervivencia. Mezclar lo privado y la acción, y que como características tiene
actividad con lo político y la acción es la impredictibilidad y la contingencia. De
abrir la puerta a la aniquilación de la hecho, asume como central el legado de
pluralidad y, con ello, a la posibilidad la intersubjetividad pensada por Arendt,
del totalitarismo. Contra este temor uno de los aspectos más celebrados
arendtiano se ha subrayado que, por desde toda lectura feminista de nuestra
el contrario, alumbrar a la luz públi- autora”53. Hay también una dirección fe-
ca cuestiones como “la educación de minista más ligada a la posmodernidad,
los niños, el cuidado de los enfermos, que propone entrar en diálogo con Arendt
la atención a los jóvenes y mayores, la y quiere vincular sus propuestas con un
libertad de tener hijos, la violencia en la feminismo orientado a la deconstrucción
familia o el abuso infantil” significa abrir- de las identidades, a partir de la idea de la
los a la participación política y, por tan- pluralidad como requisito para la acción54
to “democratizarlos”51. Y, de este modo, . Superar la lectura feminista negativa de
contra Arendt puede afirmarse que “La Arendt pasaría, para esta dirección, por la
distinción entre lo «social» y lo «político» intelección arendtiana de la constitución
no tiene sentido en el mundo moderno, del espacio político como acción entre los
no porque toda la política se haya vuelto diversos, así como de esa acción como
administración y porque la economía se algo no reificado y, por lo mismo, contin-
haya convertido en la quintaesencia de lo gente55. De este modo, ser quien es uno
«público» como pensaba Hannah Arendt, es no sería apelar a un fundamento de la
sino primordialmente porque la lucha por acción y del hablar, sino a una performa-
hacer que algo sea público es una lucha tividad de la acción que abre la puerta a
por la justicia”52. una perspectiva feminista posmoderna en

53. Guerra, M. J., op. cit., p. 209.


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. Benhabib, S., “Der
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empörende Unterschied: 54. Kahlert, H. y Lenz, C. (eds.), Die Neubestimmung
mit Hannah Arendt gegen Hannah Arendt den- des Politischen. Denkbewegungen im Dialog mit Han-
ken”, Du: die Zeitschrift der Kultur, cuaderno nah Arendt, Ulrike Helmer Verlag, Konigstein/Taunus,
710, nº 60, Kulturmedien AG, Zürich, 2000, pp. 2001.
39-41, p. 41. ���
. Hark, S., Deviante Subjekte. Die paradoxe
����������
52. Benhabib, S., El ser y el otro en la ética con- Politik der Identität, Leske und Budrich, Oplad-
temporánea, p. 111. en, 1996, p. 155.

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tanto que crítica a la identidad. Y, con ello, ta, volverse hacia Arendt y hacerlo desde
se situaría a Arendt en el diálogo-puente la perspectiva crítico-feminista, es aplicar
entre modernidad y posmodernidad. la hermenéutica en el más profundo de
los sentidos. Así, entiende que Arendt
Sin embargo, pensamos que, para un
habla también como mujer, por ejemplo,
pensamiento crítico-feminista, subsiste el
cuando escribe la biografía intelectual de
problema de la división entre esfera priva-
Rahel Varnhagen y se propone contar su
da y esfera pública y la arendtiana recla-
vida como ella misma la habría contado58:
mación de que no debe desdibujarse la
“La vida de Rahel Levin Varnhagen estuvo
frontera entre ellas. Arendt advierte que,
llena de historias de amores fracasados,
de darse ese debilitamiento fronterizo, se
promesas rotas y compromisos infruc-
produciría la perversión y la destrucción
tuosos. Al darse a sí misma al hombre
de lo político56. Y lamenta que las moder-
correcto, Rahel confiaba en conseguir el
nas sociedades de masas, con su cre-
«mundo» que le era negado como judía y
ciente conformismo, destruyan el mundo
como mujer”59.
en común y también el ámbito público y el
privado. Y esto sería incompatible con un Pero, a pesar de esa huella de la concien-
discurso y una reivindicación feministas, cia de ser mujer que Benhabib detecta en
que han reclamado y reclaman las rela- la biografía de Rahel Varnhagen, lo cierto
ciones privadas de los sexos como rela- es que Arendt piensa el espacio público
ciones de poder y exigen para las mismas como el espacio “agonista” y no mera-
soluciones políticas. mente “asociativo”. Es el espacio en el
que se da la lucha por el reconocimiento
El silencio casi total de Arendt acerca
entre los individuos, que son diversos y
de la situación de desigualdad femenina
que compiten entre sí. Pero es imposible
conduce, como lo ha señalado Benhabib,
entender la separación de espacios polí-
a una paradoja inmediata en su pensa-
tico-privado, que Arendt lamenta que se
miento: “una se ve confrontada desde el
haya perdido, sin referirse a su concepto
princi­pio con una paradoja: la autocon-
de “vita activa”. Por este concepto dis-
ciencia de Hannah Arendt como judía, y
tingue en La condición humana entre las
su creencia de que ser judío en el siglo
actividades de la labor, el trabajo y la ac-
xx se ha convertido en una posición «polí­
ción. Habla Arendt de actividades huma-
tica» inevitable en agudo contraste con
nas diversas, como la labor, que responde
su casi total silencio acerca de la cues­
a la actividad para la supervivencia y la
tión femenina. En tanto que el destino de
satisfacción de las necesidades vitales; el
los judíos en el siglo xx está en el centro
trabajo, que consiste en la transformación
de su pensamiento público-político, su
identidad como mujer y las di­mensiones
de Hannah Arendt”, Revista Internacional de Filo-
sociopolíticas y culturales de ser mujer en sofía Política, UNED, nº 2, 1993, pp. 21-35, p. 21.
este mismo siglo, carecen de un recono-
����������� ���� Rahel Varnhagen. The Life of a
. Arendt, H.,
cimiento explícito en su trabajo teórico”57. Jewish Woman, Harcourt, Brace and Company,
Pero, como la misma Benhabib argumen- Nueva York / Londres, 1974-edición revisada
(trad. castellana de Daniel Najmías, Rahel Varn-
�����������������������������
. Hark, S., op. cit., p. 93. hagen. Vida de una mujer judía, Lumen, Barce-
57. Benhabib, S., “La paria y su sombra: sobre la lona,2000).
invisibilidad de las mujeres en la filosofía política 59. Benhabib, S., op. cit., p. 28.

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de la naturaleza por el proceso productivo puede hacer que sucedan cosas, y así el
del ser humano; y la acción, por la que poder se convierte en fuente de un tipo
los seres humanos actúan en común. La distinto de «fuerza»“63.Este poder, como
distinción entre labor y trabajo radica en potencia, como acción, se da en el es-
que “signo de todo laborar es que no deja pacio político, en el que los iguales son
nada tras de sí, que el resultado de su es- iguales precisamente porque reconocen
fuerzo se consume casi tan rápidamente sus diferencias. El poder no puede dar-
como se gasta el esfuerzo. Y, no obstante, se en el espacio privado-doméstico, en el
dicho esfuerzo, a pesar de su futilidad, que reina la indiferenciación. Pero cabe
nace de un gran apremio y está motivado preguntarse si esa concepción del espa-
por su impulso mucho más poderoso que cio privado, que tradicionalmente ha sido
cualquier otro, ya que de él depende la asignado a las mujeres, no hace que el
propia vida”60. Frente a la labor, “el traba- mismo se haya constituido por ello como
jo de nuestras manos, a diferencia del tra- el espacio de quienes no resultan discer-
bajo de nuestros cuerpos –el homo faber nibles.
que fabrica y literalmente «trabaja sobre»
diferenciado del animal laborans que la-
bora y «mezcla con»-, fabrica la intermi- 3. Para unas breves
nable variedad de cosas cuya suma total conclusiones
constituye el artificio humano”61. Pero
además de estas actividades humanas, y
En Arendt el espacio privado queda defi-
habría que decir que por encima de ellas,
nido como esfera de la necesidad, frente
está “El discurso y la acción (que) revelan
a la esfera política que es el espacio de
esta única cualidad de ser distinto. Me-
la libertad y la acción. Esta conceptuali-
diante ellos, los hombres se diferencian
zación arendtiana nos hace concluir que,
en vez de ser meramente distintos; son
desde ahí, no es posible pensar el ámbito
los modos en que los seres humanos se
privado y familiar como resultado del ejer-
presentan unos a otros, no como objetos
cicio político de la dominación patriarcal.
físicos, sino qua hombres. Esta apariencia
Y, con ello, estaríamos ante una propuesta
diferenciada de la mera existencia corpo-
que resulta incompatible con una mirada
ral se basa en la iniciativa, pero en una
crítico-feminista que se propone la trans-
iniciativa que ningún ser humano puede
formación política de esa dominación an-
contener y seguir siendo humano. Esto no
cestral. Porque desde la perspectiva femi-
ocurre en ninguna otra actividad de la vita
nista, sólo la politización de las relaciones
activa”62. En esta última actividad se da
privado-domésticas puede sacar a la luz las
el poder, entendido no como sometimien-
relaciones de desigualdad entre los sexos y
to o dominación, sino como potencia del
permitir, de este modo, democratizarlas. De
actuar en común: “El poder, sin embargo,
otro modo, la división de espacios y de ac-
es la única fuerza que emana de la acción
tividades relegaría irremediablemente a las
y proviene de la mutua gestión de grupos
mujeres al ámbito privado-doméstico, a la
de seres humanos: una vez en acción, se
actividad de la labor y, por lo mismo, las ex-
60. Arendt, H., La condición humana, pp. 111-2. cluiría de la participación en lo propiamente
��������������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 165. 63. Benhabib, S., El ser y el otro en la ética con-
��������������������������������
. Arendt, H., op. cit., p. 206. temporánea, p. 110.

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humano: la política, la acción. Y, con ello, jmías, Rahel Varnhagen. Vida de una mu-
se imposibilitaría el proyecto de emancipa- jer judía, Lumen, Barcelona, 2000).
ción que el feminismo es. Arendt, H., Los orígenes del totalitarismo,
De modo que las consideraciones que he- Grupo Santillana de Ediciones, Madrid,
mos presentado sobre el pensamiento po- 1974 (The origins of the totalitarianism,
Harcourt Brace Jovanovich, Inc., Nueva
lítico de Arendt parecen conducir a la idea
York, 1951).
de que el feminismo está ausente del mis-
mo. Por otra parte, cabe también concluir Arendt, H., “Seule demeure la langue ma-
que, como hemos visto, para Arendt el as- ternelle”, Revue Esprit, nº 42, 6, 1980 (en-
censo de lo social, frente a la vida política trevista televisada de H. Arendt por Günter
Gaus en la televisión alemana el 28 de oc-
griega, tuvo como efecto la emancipación
tubre de 1964).
de las mujeres, de los esclavos, de los
trabajadores, sacándolos de lo que para Arendt, H., De la historia de la acción, Edi-
Arendt es “el oscuro interior del hogar” y ciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1995.
haciendo que entraran en la vida pública, Arendt, H., ¿Qué es política?, Ediciones
cosa que consideró de manera muy nega- Paidós, Barcelona, 1997 (Was ist Politik?
tiva. Si ello es así, podemos recordar las Aus dem Nachlass, R. Piper GMBH & Co
preguntas que Benhabib formula sobre si KG, Munich, 1995).
la crítica arendtiana al espacio público de Arendt, H., La condición humana, Edicio-
la modernidad implica también la crítica nes Paidós Ibérica, Barcelona,2005 (The
al universalismo político64. Human Condition, The University of Chi-
cago Press, Chicago, 1958).
Habría que meditar sobre ello, pero, si
Gaytán, P., “Hannah Arendt y la cuestión
la respuesta es afirmativa, cabría enten-
social”, Sociológica, año 16, nº 47, 2001,
der que las tesis arendtianas resultarían
pp. 101-128.
problemáticas para un discurso de eman-
cipación universal como el discurso fe- Benhabib, S., “La paria y su sombra: sobre
minista. No obstante, creemos que la la invisibilidad de las mujeres en la filosofía
potencia del pensamiento arendtiano no política de Hannah Arendt”, Revista Inter-
nacional de Filosofía Política, UNED, nº 2,
puede desdeñarse sin más para un dis-
1993, pp. 21-35.
curso tal, si bien ello exige una resignifica-
ción y una labor hermenéutica en profun- Benhabib, S., “Der empörende
didad de ese pensamiento para llevarlo a Unterschied: mit Hannah Arendt gegen
un lugar para el que, indudablemente, no Hannah Arendt denken”, Du: die
Zeitschrift der Kultur, cuaderno 710, nº
fue elaborado.
60, Kulturmedien AG, Zürich, 2000, pp.
39-41.
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Arendt, H., Rahel Varnhagen. The Life of a Humboldt-Universität zu Berlin (Institut
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revisada (trad. castellana de Daniel Na- Benhabib, S., El ser y el otro en la ética
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64. Benhabib, Seyla, El ser y el otro en la ética
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