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PERIODO: Guía 3 cuarto periodo académico año 2023


2. ESTÁNDAR / DBA: Apreciar diferentes manifestaciones espirituales, culturales y artísticas
3. TEMA: La religión africana

La búsqueda del orden cósmico, social y moral es la causa principal de la religiosidad en África
tradicional. En el plan social, existe en el África tradicional una relación muy estrecha entre el
poder y la religión. Puesta al servicio del poder establecido, la religión es la búsqueda del orden
social y de su mantenimiento. En el plan moral, la sociedad tradicional africana está compuesta
de vivos y muertos con el primado de los muertos sobre los vivos. La religión significa aquí
necesidad de mantener vínculos entre los vivos y los muertos. El orden cósmico es, por ejemplo,
la sucesión normal de las temporadas, la ausencia de terremotos, inundaciones, sequías,
epidemias. Por ello, el orden cósmico sólo existe cuando hay un equilibrio perfecto entre el
hombre y el mundo que le rodea. La búsqueda del orden, el deseo del equilibrio y la armonía
pasa, y se realiza en él por medio de prácticas y ritos religiosos, por la creencia, la adoración y
la veneración de las cosas y objetos del mundo material. Así, la religión se presenta al africano
no sólo como un intermediario, un facilitador, sino también y sobre todo como guía, como la
estrella que ilumina las cimas más altas del cosmos. La espiritualidad invita al africano a aceptar
lo que ha recibido, a descifrarlo con creencias, a reconstruirlo con fe, a meditarlo en
profundidad y reorganizarlo con sabiduría en ritos y prácticas, a ordenarlo racionalmente.

En los países de Occidente, la naturaleza tiene un enfoque a menudo


materialista, es concebida como un conjunto de recursos de materiales
(agua, energía, petróleo, gas, minerales, etc.); para el africano, en
cambio, la naturaleza es el lugar sagrado heredado de los antepasados.
El trato medioambiental de Occidente depende en gran parte de una
gestión de ese conjunto de recursos, pero, para el africano, el medio
ambiente es ciertamente también recurso, pero sobre todo es «lugar de
vida». Su lucha contra las empresas multinacionales que extraen
minerales de sus montes o de sus bosques representa el hecho no sólo
de defender y proteger sus materias, sino también de proteger y
defender los espíritus y las divinidades que «habitan» en esos lugares.
Con la aparición del capitalismo en Occidente, el medio ambiente ha
cambiado de estatuto: de sagrado se ha convertido en profano. La crisis
ecológica es pues una «profanación» de la naturaleza. La naturaleza
tiene un alma. Es la razón por la que, en las sociedades africanas, la
ecología no podrá desarrollarse sin su dimensión cultural y espiritual. Lo
sagrado no es únicamente trascendental, situado en el más allá. Está
aquí y ahora, en la tierra, en los árboles, en el viento, en los fenómenos naturales. Por eso, cuando
el africano es despojado de sus montañas o de sus bosques, la crisis que sufre toma el rostro de
un drama a la vez ecológico, antropológico y espiritual.

La crisis ambiental no es sólo un problema de la fauna y la flora, el clima y la diversidad biológica.


Existe una relación vital entre los seres humanos y su hábitat. Cuando esta relación es maltratada,
es legítimo hablar de una crisis ambiental. Todas las culturas de la humanidad poseen
potencialmente los valores de la ecología. Todas las religiones valoran y expresan esos valores
universales. Profanar la tierra equivale a maltratar la creación divina. Para todas las religiones, el
hecho de vivir una vida espiritual a la sombra de un planeta maltratado no debería tener sentido.
Por eso la ecología debe ser una de las dimensiones esenciales de la espiritualidad de ser
humano, al igual que la libertad, la dignidad y la justicia. En momentos en que todos parecen
haber olvidado el mensaje del medio ambiente, la ecología africana es un ejemplo y una
alternativa. – Autor: Théodore Lejeune Nken –
Religión Yoruba, de África occidental
Específicamente, en lo que hoy en día es Nigeria, se establecieron varias tribus yoruba, término que hoy
en día comprendemos como una religión que ha logrado ganar adeptos en Latinoamérica debido a la
compra venta de esclavos africanos.
Sin embargo, antiguamente, estas tribus tienen una cosmogonía muy interesante y su mito de la creación
no es la excepción. Los yorubas llamaron a sus deidades, Orishas, término que podría traducirse como
“dueños de la cabeza” y actualmente se sabe que existen poco más de 400 orishas.
De acuerdo con el mito de la creación, al inicio existían los dioses Olorun (deidad de los cielos) y Olokun
(deidad del abismo acuático), ellos engendraron a dos dioses: Obatalá y Orunmila. El primero le pidió
permiso a su padre para crear la Tierra y así, conectar los cielos y el abismo acuático, a lo que su padre
lo envió a buscar consejo con su hermano Orunmila (dios de las profecías). Este le entregó una lista de 7
objetos necesarios para crear la Tierra: una larga cadena de oro, una concha de caracol llena de arena,
una gallina blanca, un gato negro y una semilla de palmera; su hermano le dio seis de los siete objetos
en una bolsa.
Obatalá acudió a los dioses quienes le entregaron su oro para hacer una cadena que ató a una nube y
comenzó a descender del cielo, sin embargo, la cadena no llegaba hasta el abismo acuático y cuando
Obatalá se percató de ello, escuchó desde el cielo a su hermano Orunmila indicarle que debía verter la
arena de la concha y soltar a la gallina para que excavara. Es así, que se crearon las colinas y valles,
entonces Obatalá saltó a una de las colinas para admirar la tierra y después plantó la semilla de palma
que creció y esparció más semillas provocando que se extendieran p or toda la tierra.
El dios, fascinado por su creación, se estableció en la tierra junto al gato negro y cuando comenzó a
aburrirse excavó hasta encontrar arcilla, con la que modeló personas como él para hacerle compañía,
sin embargo, trabajó tanto que cuando se detuvo a descansar el gato negro le ofreció las alegrías del
vino de palma y el dios comenzó a beber desmesuradamente.
Después de una noche de beber y bailar, el dios cayó en estado de estupor y continuó moldeando
personas, que ahora estaban llenas de imperfecciones. Sin embargo, el dios de los cielos, al percatarse
de que su hijo no volvía, envió a su hermano a la Tierra donde él, creó todo lo que nada por el agua, todo
lo que se arrastra por el suelo y todo lo que vuela por el aire.
Cuando Obatalá, regresó en sí, ofendido por lo que Orunmila había hecho (por petición de su padre),
subió a los cielos a reclamarle, pero ante la indiferencia de su padre por su ira, le pidió entonces que les
diera vida a sus creaciones de arcilla. Sin embargo, al regresar a la tierra se percató de lo que había

hecho y se convirtió en el
protector de la humanidad, de sus enfermedades, desgracias y defectos que se explican debido al día
en que el creador bebió demasiado.

Olorun Olokun Obotalá


Deidad del Cielo y creador del Universo Deidad del abismo acuático Deidad que creó a la tierra y la
humanidad

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