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4, La abeja pesimista Si yo estuviese toda la vida convaleciente de una tifoidea, acabaria probablemente por convertirme en un gran filosofo. Al calorcito de las mantas y de la salud que vuelve, lejos del colegio y del trantrén de la existencia, con el apetito de comer, beber y de vivir de un resucitado, pudiendo empalmar apaciblemente la larga meditacién de ayer con la no interrumpida meditacién de hoy, con la joven fantasia todavia no atiborrada de libros eruditos y Pensamientos ajenos, en un polvoroso y somnoliento pueblo santafecino, yo hubiera acabado, si me hubiesen dejado, por descubrir que yo pensaba, y por lo tanto existia. iAy de mi! Me sané, fui al colegio, hice el bachillerato como cualquier nacido, aprendi tanto, o por los menos tantas cosas, leia Kant, y ahora no estoy muy seguro de que pienso, y ni siquiera d¢ que existo, aunque eso ya me parece bastante probable. Me quedaba 18 — Escanaage eon CanScarner 1s horas solo, porque mi madre trabajaba y mis tres la pero no me aburra, Miraba mi cua, la pen omoda, Ia ventana de enfrente y por ella los drbolesy ls floes lag tubes y el cielo, Miré tanto el mismo cuadro trivial y maravilloso que se impresioné en mi retina y adquirié cierta fijeza y cohesiGn intima de sistema césmico; de modo que una leve mutacin en él me hacia reflexionar hondamente, como una curacién de lupus a un médico de Lourdes. Si cafa una hoja yo pensaba media hora y si un jilguero cantaba, empezaba a responder en mis adentros escondidas melodias. Un dia entré por una banderola abierta una abeja zumbando y se posé cen una taza de té de mosqueta con miel. Bebid, se alz6 pesadamente, dio una vuelta por la pieza —yo met la cabeza bajo las sébanas— y se lanz6 como un chispazo de oro a través de la rubia madeja de sol que se devanaba en abanico sobre el piso, a dar como un proyectl en dl vidrio de la ventana. Cay atontada, se alzo de nuevo, flechd de ‘nuevo, choco, volvié a arremeter, choco, volvi6, chocé de nuevo, una, dos, tres, diez veinte veces y entonces se par6 en el travesafo y Se puso a pensar. Se puso a flosofar. ‘Yo estaba casi tan afligido y jadeante como ella, porque la habia sequido simpéticamente en su tremenda aventura, primero curoso, después compasivo, por tltimo ansioso, gritindole muy inteesado: ‘@or ariba,tontay, ; Yo no podia levantarme y abrirle. Pobre abeja! Es que también era enorme, terrible y espantoso. Péngase usted en el caso de la Abeja. (No tengo yo un instinto de volar hacia la luz? ;Puedo desobedezerfo? No puedo. jNo_estd_abiIa_luz?_Ahi_ est nente. Y sin embargo, cada vez que voy hacia ella, me folpe en la cabeza, ,Cémo puede entenderse_¢ Hay que volar arriba, abeja, arriba, por donde entraste. La abeja comenzé de nuevo la desgarradora y # experiencia. Suspendidse un momento, hizo otra ontadora amplia cireunferencia por el cuarto, enfent ln lz dela ventana yen Y 3, imresistiblemente, $® las flores y la natal Sit y colmena y sin vaci ean ‘valanzé en perpendicular mortifera. jLas cabezadas q\ ¢! muro transparente, con un zumbido sordo y triste que legaba Mis "i como una queja conmovedoral ;Oh jardin de alld fuera ob 1% h felicidad! Yo no puedo dejar de desearte, diria la pobre, ¥ Puedo desearte. Site busco, me hiero, y sino te buseo, me nue V Puedo no querer, no puedo no buscar, y site quiero Pale 19 Escantado con CanScarner AN espedazo, Entonces esta 1uz que me tag eT bas ee instnto gue, me empua 8 busca A rao, mal necondo Pro foe Mund ame, come pesmi, momento, .NO Seq es baa, Por qué nos buscas all arriba? ' at © iOht, abeja desdichada, todo eso que estis diciendy © hom pe pn, epnesament 1, sun emp po Broa en aria por dnd eral gy HN Inga ol olds, todas esas lores son ment, yep ug PS que las envueve es una dibélicatrampa para hacemos cabeza y el instinto que nos arrastra a ella hay que matarl, hay que soz, ty au sla poate a fen de cater, de fos musts ‘rises y todas nustas ge Aci, me esti eneiando la flosofa del atismo. La meses del atmo, ses pene el amor aI day la Voluptunen aniquilamiento, iO, qué grandes Padres de la Iglesia, @ su pesar, han sip Leopardi, Baudelie, Schopenhauer y esa abejital Bauele n> excribié con sangre podida de sus entaas la. demastece geomérca de que el pecado es triste. Schopenhauer nos denen’ con bils que el ateismo es desesperacién. Esa abejta me vay ilusrando «la inmensa vaciedad de la vide» de Anatole France et absurdo monstrioso de la existenciay de Heine, «la Madrota Naturaleza» de Musset, y que «no hay dolor més grande que el die de ser vivo de Rubén Dario, Enira mi dulce madre con la taza de caldo y una pechuga fia ex smanteca, Qué esis leyendo? Nada. Estaba mirando esa abeja, = ro es ése? h “éQue snes, libro triste. Dice que la vida es para gozar, por lt sencilla raz6n de que Dios no existe, — Entonces es un libro malo... yech®: mama, eS un libro falso, Es como sin un libro dijese ave los tres ingulos de un tridngulo no son iguales a doc ecto, Hay que trarlo por la ventana, ~Témalo. Y cuando lo tires, or favor abejita que %® ‘st desesperando conta el vidio, N°" S808 688 Sb 20 Escanaado eon CanScarner Y Ia pobre abejita medio muerta sintid desaparecer de golpe el calabozo invisible y volé al jardin ameno, como Amado Nervo cuando el Amigo misericordioso le abrid la banderola de la fe verdadera, después que se hubo toda la vida roto la cabeza contra los vidrios empafados de las falsas losofias, Essantado con CanScamer 1. El zorzalito Salié del nido una tarde de verano, dio un revuelo con sus todavia un poco inseguras, se sent6 en la copa del aguariba as un silbido agudo que hizo callar atento a todo el monte, iow i ensayé un gorjeo y luego un trino que salié Ileno y limpio chad viento de la tarde entre las hojas. EI mismo extrafiaba la potencia y agilidad de su garganta. La Calandria, para oirlo mejor, volé hasta su rama en silencio. E] Zorzalito entusiasmado habia iniciado una magnifica sinfonia. El zumbido de la brisa, las quejas de las hojas, la orquesta rumorosa del amanecer, el aliento de la noche estrellada, el grito de los Arboles bajo el sacudén de Ja tormenta, todas las hondas impresiones que habia recogido en su nido, pasaron a su garganta y se vertieron enel silencio crepuscular convertidas en sonidos tan hermosos que la Calandria crey6 que ella misma nunca habfa entendido e! monte hasta el momento... Callé el Zorzalito y se hizo un silencio armonioso en. el monte. Y entonces un Gorrién superficial que no entendia de misica, exclamd bruscamente: —Qué feo queda. Cuando hincha la garganta parece un saP0. Y Ia Calandria, el Jilguero, el Tordo, el Cardenal y el Boyer: entendfan de musica, arrobados en su admiracién, no dijeron Tes El Zorzalito levanté el vuelo todo cortado, y se perdié a 10 It convencido de haber hecho un papelén. Y desde aquel dia Yi canté jamés. Porque cuando el corazén le pedia canto, le venia® tes Ia imagen de la garganta del sapo y el alma se le een y ies, amargada para siempre por aquella primera Y Ut og desilusién... Los que entienden, que alaben a los que valet ™ que vengan los que no valen y se hagan due/ios del mundo. Escantado con CanScarner 5. El carpincho y la raya El Rio-como-el-mar no tiene ballenas, Pero tiene camalotes. Ningin otro rio del mundo los tiene, por lo cual el Parand os orgulloso. {Cémo se puso de orondo cuando por medio de a camalote monstruo, cuyo espinazo era un tronco de guayacin & guince metros, partié en dos de un arietazo la cintura de vigas v fiers con que la ciudad de Santa Fe habia aherrojado su corrieate con Pretexto de «aguas corrientes»! También es famosa Ia isla flotame gue arroj6 un tigre come frailes en el centro de la ciudad, el cul maté a dos frailes franciscanos en el patio del convento que Gan funds «a /a vera del rio». Masel camalote donde pasé esta fabula era mucho mis mex no llevaba més que dos docenas de sapos y ranas, algunas vies tna noche de AS ¥ un Carpincho vie arrancado dete ina noche de tormenta —junto con un ceibo entero y un pes3z® barranco—, el cual no esperaba més que le calma y la madris? Para echarse al a; ‘gua y ganar la costa a nado. Durmié tran rugad sobre la paja, hamacado Por el oleaje rudo. Al apuntarla 70 Escantado con CanScarner al lado de él unos gemidos o gaftidos raros, to despre eronco, mir el agua que chapoteaba y vio en ell dg encarar gros que crey6 seria el diablo. Dos ojazos como de hombre, ojos des, fios y malvados. En seguida se hizo un remolino y #0 casi a flor de agua el cuerpazo redondo y gelatinoso de una vel tamafo de Ia rueda de un carro, Raye Cauxilio! —Britaba el monstruo—. Estoy presa, ‘relaco habia clavado la espina que levaba en la cola dentro de ta madeja floja del ceibo y no podia sacarla malajay —dijo el Carpincho—, Y para qué pinchés entonces? quién te manda clavar tu arma en el ceibo? co Crei que era un hombre —dijo ella — Qué gusto de daar al Hombre! :Por qué? “El Hombre es mi enemigo. Si puede, me mata, Por eso. —No seftora. No es cierto. No es ésa la razén. {Por qué pinchés al Caballo? Porque es amigo del Hombre. —Y a la Nutria por qué la pinchés? La mala bestia tardé un rato en contestar. —Come pescaditos —dijo al fin—. Yo como lo mismo, Me hace la competencia. Por eso. —LY al Carpincho por qué lo pinchés, a ver? Una de ustedes me ha matado hace afos a mi hermano. La Raya quedé més tiempo silenciosa y después dijo: —Lo pincho por ejercitarme y por tener el arma limpia. —Lo pinchés por pinchar. Por mala, Por matarlo, jEsa es la causa, canejo! —Mentira —dijo la Raya—. Mi estilete no mata, A mi me han calumniado. Yo no soy venenosa. Si casi siempre mi pinchazo —un simple pinchazo de nada, compadre, como el quedan los doctores— mala a alguno, o bien se infecta y duele espantosamente, 0 no se Ciera nunca, es porque hay microbios en su mucilago, Hay a lo ‘Mejor tétano. Yo {qué ‘culpa tengo? Como yo vivo en el barro... dioalea quién te manda vivir en el barro? Es que sos alma negra — para ciguDitcho, comprendiendo que el barro es ambiente necesario Say colo. i Ima negra 0 no, es cosa que a mi me importa. Y fone gue 8 ser malo o ser bueno? Ser diablo o ser sonso, ser laman a si mins’ © digo yo, lo dice Nietesche. Los que son (o se mismo) buenos, es porque no pueden otra cosa. Son mn Escanaado con CanScarner derrotados o impotentes. No hacen mal porque no pueden. La yj {del hombre bueno es tediosa y aperreada, El hombre malo es libre fuerte, es tirano, y vive a costlla de los sonsos. No hay coma se) hombre honrado para fracasar en la vida. Ningin santo se ha hace reo, ning escrupuloso ha reinado, Ya que nos tientan la lenguy alin dia van a oir la verdad, ustedes, los impotentes. wien payado! —dijo una voz ronca—. iCopo diez pes contra cinco a Ia Raya toda la vida! |Contesté, zanahori jEsto eg hablar bien, mi vida! —era el Yacaré que nadie habia visto y andaba nadando como un palo seco, con la puntita de las narices afuer, at lado del camalote. — {De qué se trata? —dijo un Pato Cucharén asentindose en ls olas. Una discusién —dijo una Mojarra—. Nada menos que qui lo ‘pasa mejor en este mundo, el que es bueno o el que es protervo —{Canastillo! —dijeron desde sitios diferentes una cuadrilla de | | ppeces, el Dorado cacique, el Surubi tirano, la Palometa sanguinara, la Vieja del Agua envidiosa, y la Mojarra perseguida, el Sabalo inerme, el Bagre bonachén, el Pejerrey complaciente, la Tarra insulsa. Entonces se dio cuenta el Carpincho de que el tema de si conversacién habia at ‘en su toro a todos los fluvitiles del vecindario —gente por lo demas fria y poco curiosa— como si de ape WYO mal a fora ejemplo del apered; poraue af Y Cust Te bole hecho; y siesta vez le salié bien, otra vez Poult Mae leadora, y salirle gallaretaen vez de pato, porque el ™i od Escanaago con CanScarner encuentra también su vizcachera. Y la prueba esta, decia Cleto, que al aio siguiente a don Cobaya lo comié la Culebra, y no le valieron mafias. Quien mal anda, mal acaba. Pero en esto ultimo no todos estaban conformes, y habia también sus dudas. Sin embargo, ésta era la opinion del sargento Cleto. Escantado con CanScarner

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