Es la creencia de la que se alimentan las elites y la sociedad en
general para calcular lo que considera su mente como probable e improbable, razonable y absurdo. Se atiene a lo que ha funcionado y puede seguir funcionando. El sentido común es una CONSTRUCCIÓN SOCIAL. El sentido común es la antítesis al pensamiento crítico.
El sol no sale ni se pone (pero así habla el lenguaje del sentido
común). Ahora bien. El sentido común puede ser: Conservador o Transformador La historia de una persona y la historia de una comunidad, colectividad, nación, se escribe en una de esas dos presentaciones, elecciones, opciones y decisiones. A nivel nacional, un sentido común hizo carrera a partir de los años 80 y por los siguientes 20 años: El Estado era un obstáculo para el desarrollo de las personas y de la nación. Así que la solución debía de ser la privatización. En el caso de Colombia, desde hace casi un siglo, el petróleo y el carbón, dos recursos naturales propiedad de la nación, han estado en manos de estadounidenses y británicos. Otros recursos naturales como el oro y las esmeraldas han estado en propiedad de particulares. El agua, un recurso vital, así como la luz, han sido convertidos en mercancía y han estado en manos de particulares. El nacimiento y la muerte de colombianas y colombianos están en manos de particulares. Antes de nacer una criatura y ya le caen a los papás los comerciantes de la vida. Y antes de morir, en plena agonía, los comerciantes, llámense funerarias, les caen a los familiares para solucionares, entre comillas, el problema y poder deshacerse cuanto antes del cadáver de su ser querido. Otro sentido común, más profundo y enraizado en la mente conservadora, cavernaria, de la población, ha sido la creencia de que los indígenas y los afrodescendientes son seres inferiores. Que su destino es ser cocinera, sirvienta, asesora, en el caso de la mujer, o albañil y domiciliario, en el caso de la mujer. Ese sentido común se comienza a desmoronar en la conciencia crítica y en el pensamiento crítico, gracias a inspiradores y guías de la talla de Francia Márquez, una humilde pero digna mujer colombiana, luchadora social, que ha pasado de ser sirvienta a Vicepresidenta de la República de 50 millones de mujeres y hombres. Ella ha iluminado conciencias entre su pueblo, 30 millones de mujeres y hombres despojados, marginados, oprimidos y reprimidos por las elites colombianas. Francia Márquez, formula exitosa del hoy presidente Petro, ha dado claridad a su pueblo: los recursos naturales como el agua, el petróleo, el carbón, el gas, el oro y las esmeraldas, son propiedad de la nación, del pueblo, no de unas minorías colombianas o extranjeras. Un nuevo pensamiento político y social se erige en Colombia, gracias a líderes y liderezas sociales como Francia Márquez, bajo la égida de Petro. Pero la génesis del nuevo paradigma es un parto doloroso, en una nación derechizada, con una derecha unida, organizada y con los poderes de facto a su favor, frente a un pueblo desunido, desorganizado y acrítico por herencia.