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Infancias, Género y Derechos Humanos.

Revisiones críticas ante un horizonte en


transformación

COHORTE 3 - Primer cuatrimestre 2020

Lic. Natalia Larrea

Consigna elegida:
Opción 1: Un trabajo escrito en el que se articulen los contenidos del curso con temas de
interés y/o experiencias profesionales y de investigación de les cursantes, de tipo
monográfico.
Comentarios: Excelente trabajo! Muy riguroso y complejizador análisis de la trama de voces que
intervienen en la disputa por la asignación de sentidos sobre la figuras de la “buena madre”/ la
“madre presente” y por la regulación de esas significaciones en torno de los cuidados esperados
hacia les niñes, ya sea en tanto “sujetos de derecho” por parte de las instituciones públicas, como
en tanto “hijes” por sus madres biológicas. Muy buena apropiación de la bibliografía y de ciertos
planteos desarrollados por las docentes del curso. Asimismo, sólidas reflexiones propias,
producto de una aguda interpretación en torno de los modos en que el género, la clase social y las
diferencias generacionales intervienen en la producción y modulación de estas tensiones, cuyo
saldo suele ser la reproducción de naturalizaciones y desigualdades fuertemente sedimentadas en
los discursos y prácticas asociados a la protección de niños, niñas y adolescentes. Felicitaciones!
Calificación: 10 (diez)

MUJERES, MADRES Y NIÑES EN EL MARCO DE UN RECLAMO POR SUS


DERECHOS

INTRODUCCIÓN
Este trabajo busca poner en discusión algunas percepciones asociadas a los derechos de les
niñes como consigna/emblema de lucha de un particular colectivo emergente, compuesto
mayoritariamente por mujeres madres, que reclama por la “restitución de sus hijes”. Se trata
de un grupo de madres cuyos hijes fueron separados de ellas mediante implementación de
medidas de abrigo, por parte del organismo de protección de derechos competente, por
considerarlas “no aptas” o “incapaces” 1 de ejercer los cuidados considerados adecuados a sus
hijes. Tomando como contexto el caso de un “acampe” llevado a cabo por este colectivo de
madres en las puertas de un Juzgado de Familia de la localidad bonaerense de Tandil, busco
realizar aquí una somera exploración sobre el modo en que este reclamo configura una
disputa por los derechos de les niñes entre actores institucionales encargados de la protección
de la infancia y las familias involucradas.2
Para ello, considero fructífero indagar en lo que Valeria Llobet propone en una de sus clases
del seminario, refiriendo a los espacios de resistencia, maniobra y negociación que
construyen y habilitan las familias – y las instituciones- como parte de su agencia en su
interacción institucional. Y allí, también, observar el modo en que ciertas categorías y
clasificaciones activan sentidos que informan las prácticas de regulación de las familias y, a
su vez, instauran un marco interpretativo sobre el cual disputar. Esto es, pensar cómo las

1
Las comillas se utilizan para indicar la voz de las mujeres madres manifestantes y categorías propias del campo
de indagación.
2
El caso que propongo como objeto de exploración corresponde a un estudio doctoral recientemente iniciado,
sobre los procesos administrativos y judiciales de implementación de medidas de abrigo y la agencia de las
familias en su interacción institucional.
familias incorporan y se apropian de un lenguaje -el lenguaje de los derechos- ofrecido por
las instituciones con las cuales interaccionan para, a partir de ello, esgrimir su accionar.
A su vez, partiendo del supuesto de que la implementación de medidas de abrigo se realiza
sobre la base de sentidos y valoraciones sobre lo que una familia y fundamentalmente una
madre debe ser, propongo explorar el modo en que el cuidado infantil y los modos de su
ejercicio son significados y puestos en valor tanto por agentes institucionales como por las
madres reclamantes.
El planteo entonces busca acercarse a una comprensión de esta contienda, no como mera
acción contrahegemónica de las familias ni de control unidireccional por parte de las
instituciones, sino como un campo de disputas3 al interior del cual se dirimen posiciones y se
construyen espacios tanto de negociación como de profundización de la distancia social y
simbólica que caracteriza la interacción. La reflexión propuesta se basa en un acercamiento
etnográfico a la situación presentada, pero principalmente aquí, centrado en las narrativas de
las mamás de la agrupación que organiza el acampe.

“MAMÁ NO ABANDONA, MAMÁ NO ABANDONÓ, MAMÁ NUNCA VA A


ABANDONAR”. CATEGORÍAS Y CLASIFICACIONES ORGANIZADORAS DE LA
PROTECCIÓN.

La frase que titula este apartado corresponde a uno de los tantos carteles adosados a las
paredes del Juzgado de Familia Nº 1 de la localidad de Tandil, durante la fría semana de julio
de 2020 en que un grupo de familias, principalmente madres, acampaba allí. La
manifestación se enmarcaba en un reclamo “por la restitución de sus hijes”, quienes habían
sido separades de sus familias y alojados en un hogar de guarda mediante la implementación

3
Me inspiro aquí en la propuesta de Muzzopappa y Villalta (2011) de ver al Estado como una arena de
disputas desarrolladas en torno al poder de lo estatal, “entendido como la capacidad de esta poderosa ficción de
transformar, innovar o mantener condiciones que repercuten de diversas maneras y con distinta intensidad en la
vida cotidiana de los sujetos” (p.18).
de medidas excepcionales de protección de derechos, las denominadas medidas de abrigo,
establecidas en la Ley 13.298 de Promoción y Protección Integral de los Derechos de les
Niñes.
El “acampe” fue realizado en el marco de la pandemia y en fase uno del Aislamiento Social
Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado en el país en marzo de 2020. El principal motivo
expuesto como causal de la manifestación, fue lo que definían como “irregularidades” en los
procesos de revinculación con sus hijes durante el transcurso de la medida de abrigo que
instaura la separación4. La revinculación entre niñe-familia de origen constituye el objetivo
primordial de toda medida de abrigo. Si quienes se ocupan de velar por el efectivo
cumplimiento de los derechos de les niñes, en los organismos competentes para tal fin,
consideran que una familia o algune de sus miembros no está en condiciones de ejercer
adecuadamente el cuidado de sus hijes, puede adoptarse una medida de abrigo por el término
de 180 días, pudiendo prorrogarse por 90 días más en caso que se considere necesario.
Durante este lapso temporal se separa al niñe de su familia, y se le aloja en un sitio de
cuidado alternativo.
Paralelamente, debiera esperarse que, a través de un trabajo orientado a moldear y normalizar
comportamientos considerados “desviados” o “peligrosos” y a “brindar herramientas” a las
mamás5 para “fortalecerlas en su rol” -trabajo que en muchos casos viene llevándose a cabo
desde hace tiempo por agentes institucionales abocados a ello- las familias logren
revincularse con sus hijes. Si esto no sucede, quienes son responsables del caso pueden
sugerir y peticionar una adopción a un Juez, quien finalmente decidirá el destino de les niñes.
Se trata de una decisión fundada especialmente en informes elaborados por agentes de los
órganos administrativos a cargo de los casos, de los hogares de guarda, defensorías y también
de los equipos técnicos de los Juzgados. Para ello las familias, fundamentalmente las madres,
serán evaluadas durante el proceso, incluidas las instancias de visitas a sus hijes en los
hogares.
Durante el aislamiento que regía en el país debido a la pandemia, estas visitas fueron
suspendidas temporalmente en el hogar de guarda que alojaba a les hijes de las mamás del
acampe. Fue por ello que su reclamo apuntaba, en principio, a la imposibilidad de contar con
una instancia de encuentro con elles donde poder “demostrar” el cambio esperado y propiciar
4
Estas irregularidades hacían referencia a “procesos de abrigo” en el marco de los cuales las revinculaciones
entre madres e hijes se vieron suspendidas producto del aislamiento (ASPO), pero no así las vinculaciones entre
niñes y pretensos adoptantes que siguieron el curso habitual de los “tiempos judiciales”.
5
Si bien el denominado “trabajo con las familias” efectuado desde los organismos administrativos de protección
de derechos no se acota únicamente a las madres, hago alusión sólo a ellas para dar cuenta de que efectivamente
son quienes mayoritariamente transitan esta experiencia.
una efectiva revinculación. En vistas de que lo que para ellas representaba la oportunidad
para “recuperar a sus hijes” no estaba garantizada, no consideraban justo que los tiempos del
proceso administrativo y judicial que enmarca su situación excepcional siguieran su curso
habitual. Por este motivo, las situaciones de adoptabilidad que fueron dictaminándose en
estos momentos sobre algunos de los niñes, sumado a los rumores que comenzaban a circular
entre ellas sobre posibles vinculaciones con pretensos adoptantes, fue lo que motivó la
organización de un reclamo público.
El 9 de julio me enteré que a mi hijo lo tenía otra familia ¿Si yo no podía verlo por la
cuarentena, por qué otra familia estuvo vinculándose con él? […] Y lo que te da más
impotencia es que mi garantía era seguir el CPA, el tratamiento, y los informes son
muy buenos, porque ese era supuestamente el problema que yo tenía. […] Hace dos
días me enteré por la abogada que la vinculación con otra familia es favorable, eso
quiere decir que todo se va encaminando a que mi hijo se vaya con una familia
adoptiva, y mi hijo tiene a su familia, mi hijo tiene el derecho de estar con su familia.
(Florencia, noviembre de 2020).

Pero si bien esta parecía ser la principal causa de la manifestación, no constituía la única. Las
mamás cuestionaban, además, los fundamentos expuestos por quienes gestionaron sus casos
en los organismos competentes, para decidir la implementación de medidas de abrigo y, en
algunos casos, la adopción. Una y otra vez insisten en que sus hijes no están “desamparados”,
que ellas nunca les “abandonaron” y que están “luchando para recuperarles”.
Consideramos que hemos cumplido con los requisitos que nos fueron comunicados
desde el servicio local. Hemos iniciado tratamiento psicológico, hemos logrado
conseguir en un contexto muy difícil un empleo que nos permita estabilidad
económica, hemos modificado nuestro espacio de vida. […] Somos tratadas como
familias ausentes cuando vivimos para recuperar a nuestros hijos. (Extracto de nota
dirigida al Juez titular del Juzgado de Familia donde fue realizado el acampe, julio de
2020).

Partiendo de considerar los derechos como procesos discursivos -epistemologías,


instituciones y prácticas- que producen los sujetos políticos y dan forma a sus blancos
privilegiados de acción (Scott, 1999) puede interpretarse una forma de apropiación del
discurso de los derechos por parte de las mamás, que incorpora este lenguaje como parte de
su reclamo. Así, el foco parece centrarse en una disputa por los derechos de les niñes y en el
modo en que ciertos valores son impresos en categorías y clasificaciones institucionales. En
otras palabras, las mamás aceptan situarse en el rol y lugar que las instituciones les adjudican
y, a partir de ello, encuentran en estas clasificaciones herramientas con las cuales batallar.
Ahora bien, indagar los espacios de maniobra y negociación que habilita la protección social
de la infancia para colocar demandas e intereses de las familias que, en este caso, reclaman
por sus hijes, implica necesariamente explorar en las imbricaciones de género y generación
desde su propia experiencia. De este modo, la crianza como proceso sociocultural particular
pareciera ser el locus a partir del cual se dirime lo moralmente aceptable y adecuado en “la
lucha” por los derechos de les niñes. Si concebimos el lenguaje de los derechos como una
narrativa privilegiada (Jelin, 2011) para moverse en esta lucha, puede interpretarse que, al
mismo tiempo, sitúa a las mujeres madres en un lugar ponderado como el mejor para les
niñes y su cuidado.
La mayoría de las mamás del acampe han sufrido violencia por parte de sus parejas, muchos
de los cuales son a su vez padres de les niñes por los cuales se efectúa el reclamo. Por lo que
desde las instituciones se les pedirá que se aparten de esa relación, pero, a su vez, que
intenten “estabilizarse” e “independizarse” consiguiendo un empleo para el sustento propio.
Mientras esto sucede, la separación y la permanencia de les niñes en un lugar de cuidado
alternativo es ofrecido como una posibilidad para ello, como “ayuda” y “oportunidad” para el
“cambio” esperado. Una de las mamás durante una entrevista realizada sostiene que desde el
organismo que implementa la medida de separación intentan calmar su angustia señalándole
que en algún momento agradecerá esa situación.
Así, mientras la mujeres intentan construirse como personas “potables” para las instituciones,
madres abnegadas, dispuestas a sacrificarse por sus hijes y, fundamentalmente, a ponderar
ese vínculo por sobre cualquier otro, tanto los padres, como cualquier otro miembro de la
familia extendida serán opciones alternativas y supletorias del rol materno. Pero lo que
resulta fundamental en esta clasificación y jerarquización de personas moralmente aceptables
para la crianza de les hijes es que la maternalizacion de la mujeres y la naturalización de este
vínculo se hace carne en las mujeres al punto de sentirse “basuras” si no logran adecuarse a
esa figura social que la institucionalidad de la protección parece imponerles.

[…] Y si, jugábamos un ratito en el patio del hogar… pero no podía estar felíz como
ellos querían con mi hija… si estaba separada de ella, yo estaba mal, mi hija estaba
mal […]. En el hogar te tratan como si fueras una delincuente, te hacen sentir una
porquería, tu hijo está ahí porque vos sos una madre nefasta, una basura… así… eso
es lo que una siente […] (Ana, noviembre de 2020).
El lenguaje de los derechos aparece así instaurando una jerarquización de conductas y
emociones esperables en una mujer madre que, paralelamente, produce arduas tensiones y
dilemas al momento de la implementación de los derechos en situaciones concretas. Se trata
de frente discursivo que, como proponen Fonseca y Cardarello (1999), reificando el objeto de
debate, abona a la producción de figuras sociales que sin proponérselo ocultan o naturalizan
las desigualdades existentes. Y entonces, determinadas prácticas de crianza son puesta bajo
sospecha a través de los lentes del familiarismo y el maternalismo que pone en primer plano a
las familias, pero principalmente a las mujeres abonando su maternalización (Nari, 2005).
Son las mujeres madres quienes serán juzgadas por la calidad de la crianza de sus hijes.
Parafraseando a Donna Guy (1998) se les impondrá sin rodeos el sitio de la fidelidad a sus
hijos y no a sus parejas –más allá de vínculos signados por la violencia como es común en
varias de estas situaciones- por lo que la mayoría de ellas perciben en el distanciamiento
físico de sus parejas y la actitud de abnegación por recuperar el vínculo con sus hijes, el lugar
socialmente aceptable para ellas. Como sostienen Villalta y Llobet (2015) los sentidos y
valoraciones que permean las prácticas de la protección se rigen por modelos de género
bastante uniformes que atribuyen la responsabilidad por la crianza de manera exclusiva a la
madre, y al mismo tiempo construyen ideas sobre las competencias para tal tarea centradas en
su capacidad moral y amorosa y en estereotipos sobre la abnegación maternal, sin tener en
cuenta los recursos sociales y redes de apoyo de tales mujeres.

Recuperando la hipótesis presentada por Eleonor Faur en una de sus clases del seminario
acerca de que en la Argentina la organización social del cuidado infantil refleja y reproduce
desigualdades de clase y, a su vez, aparece como un territorio en el que las históricas
desigualdades de género se acentúan, entiendo este espacio social de disputa configurado
alrededor de los derechos de les niñes, como espacio de resistencia y negociación, pero
también de profundización de estas desigualdades. Y ello porque, lejos de acercarse desde
una perspectiva comprensiva de la diversidad de prácticas de crianza existentes, las
instituciones establecen buenas y malas maneras de ejercer el cuidado de les hijes,
posicionando a la mujer madre en el lugar de la responsabilización primordial y ejerciendo
una suerte de condena –o al menos así lo perciben y lo encarnan estas madres- a quienes se
aparten de este lugar moral. De allí que ellas deban, durante la instancia de separación por
medidas de abrigo, construirse en una especie de mujeres malabaristas (Faur, 2014) que
deben trabajar, preocuparse por sus hijes llegando a tiempo a las visitas y reuniones
estipuladas, demostrar abnegación y compromiso por recuperarlos, además de concurrir a los
tratamientos terapéuticos solicitados.
Yo intenté hacer todo lo que me dijeron, me pidieron que me mudara, me alquilé un
departamento con ayuda de un subsidio de desarrollo social, empecé terapia, empecé a
hacer todo lo que ellos me decían como para recuperar a la nena, sin embargo,
siempre buscaban excusas. […] Por ahí ellos no tomaban lo que yo hacía bien, sino
que pensaban ‘ella hace esto sólo porque se lo pedimos’. […] No toman en cuenta un
montón de cosas, que yo tenía a las nenas más chiquitas, tenía que llevarlas al jardín,
tenía que ir a hacer la visita al hogar y también tenía que ir a trabajar, porque estaba
sola. Llegaba tarde al hogar, a las reuniones en el servicio local, pero no entendían mi
punto del porqué, nunca me preguntaron por qué” (Carolina, agosto de 2020)

Así, el reclamo de las madres es construido desde la óptica de la protección de sus hijes y de
la demanda por sus derechos, a partir de posicionarse en el lugar que las instituciones les
imponen, pero sin por ello dejar de observar y reconocer su lugar desigual en esta lucha.
Aceptando el cuidado de les hijes y su lugar de mujer madre como lo moralmente deseable,
esgrimen al mismo tiempo su posición con respecto a ello. Como señala Ana en una de las
entrevistas realizadas:

Se malinterpretó su problema de metabolismo, yo estuve en contacto siempre con el


hospital por el programa de lactancia, pero ellos decían que yo la alimentaba mal, y no
tienen pruebas de eso ¿cómo yo voy a alimentar mal a mi hija? Yo les explicaba,
trataba de defenderme… con la verdad, porque yo estuve, yo la cuidé a mi hija […]
(Anna, noviembre de 2020)

REFLEXIONE FINALES

Todas las mamás coinciden en que, al principio de la separación, creían que la medida de
abrigo se resolvería favorablemente debido a que ellas “estaban presentes”, “haciendo lo que
les pedían”. Sin embargo, durante el transcurso de la medida entendieron que no lo estaban
haciendo de la forma en que las instituciones esperan. “Estar presentes”, por ejemplo,
constituye una expresión sumamente valorada por las mamás a la hora de mostrarse frente a
las instituciones que evalúan su “desempeño” como madres. Es por ello que la manifestación
del acampe resultó un recurso para “demostrar” que son madres realmente preocupadas en
recuperar a sus hijes, que no son “madres ausentes”, más allá de que, a su vez, despierte
sentidos más asociados a “mujeres locas” o “violentas” como algunas de ellas sostuvieron en
las entrevistas. Con esto quiero decir que en su reclamo las madres reconocen la ambigüedad
de su situación, pero buscan construir en su “lucha” un lugar moralmente deseable para
quienes las evalúan porque entienden ello como la vía privilegiada para acceder a la
revinculación con sus hijes.
No “sacrificarse”, no “esmerarse”, así como no “mostrarse arrepentida” ni “culpabilizarse”
por la situación que se encuentran atravesando constituyen muestras de que la situación no se
encamina adecuadamente. Entonces, las explicaciones que puedan esgrimirse sobre las
ausencias y tardanzas a entrevistas, visitas y sesiones terapéuticas, por ejemplo, no parecen
tener igual importancia que el hecho de no ponderar a sus hijes por encima de cualquier
eventualidad.
Finalmente, entiendo que explorar el espacio simbólico que nos separa de esas otras
realidades sociales constituye una fructífera vía para entablar otros acercamientos respetuosos
de los derechos de les niñes. Acercamientos que reconozcan en la protección de la infancia y
en sus prácticas y sentidos institucionalizados las imbricaciones de género y generación que
muchas veces por naturalizadas u obviadas producen y profundizan desigualdades sociales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Guy, Donna. (1998). “The Politics of Pan-American Cooperation: Maternalist Feminism and
the Child Rights Movement, 1913–1960”. Gender & History, 19 (3), pp. 449–469.

Muzzopappa, Eva y Villalta, Carla. (2011). “Los documentos como campo. Reflexiones
teórico-metodológicas sobre un enfoque etnográfico de archivos y documentos estatales”.
Revista Colombiana de Antropología, 47 (1), pp. 13-42.

Fonseca Claudia y Cardarello Andrea. (2005). “Derechos de los más y menos humanos”. En:
Tiscornia, Sofía y Pita María Victoria (eds.) Derechos humanos, tribunales y policías en
Argentina y Brasil. Buenos Aires, Antropofagia, pp. 9-41 (traducción Carla Villalta).

Jelin, Elizabeth. (2011). “Los derechos como resultado de luchas históricas”, en Jelin,
Elizabeth, Caggiano, Sergio y Mombello, Laura, Por los derechos. Hombres y mujeres en la
acción colectiva. Editorial Nueva Trilce. Buenos Aires.

Nari, Marcela. (2004). Políticas De Maternidad Y Maternalismo Político, Buenos Aires,


1890-1940, Buenos Aires, Biblos.

Scott, Craig. (1999). “Reaching beyond (without abandoning) the category of “economical,
social and cultural rights”. Human Rights Quarterly, 21 (3), pp. 633-660.

Villalta, Carla y LLobet, Valeria. (2015). “Resignificando la protección. Nuevas normativas y


circuitos en el campo de las políticas y los dispositivos jurídico-burocráticos destinados a la
infancia en Argentina” en Revista de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. 13 (1), pp. 167-
180.

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