Está en la página 1de 4

LA MEMORIZACIÓN DURANTE EL PERÍODO DE APRENDIZAJE:

Segunda Parte
La memoria funciona de mejor manera:
 Al comienzo y al final de los períodos de aprendizaje (y bastante peor en
los períodos intermedios del aprendizaje).
 Cuando se organiza la información (ej. mapas mentales).
 Cuando los elementos se asocian por medio de la repetición (repaso).
Los descansos durante el período de aprendizaje
Si se desea mantener un nivel aceptable de memoria, habrá que encontrar el
punto en que se conjugue más armónicamente con la comprensión. En
circunstancias normales, este punto se produce en un tiempo que oscila entre
20 y 40 minutos. Un período de tiempo más corto no permite a la mente
apreciar el ritmo y la organización de los elementos que ha de memorizar,
mientras que un período más largo produce un descenso progresivo de la
cantidad de información memorizada.
Si el período de aprendizaje, sea en una conferencia o un libro o a través de
los medios de comunicación social, va a durar dos horas, conviene disponer de
breves momentos de descanso (por cada 30 o 60 minutos de concentración →
5 a 15 minutos de descanso). De esta forma se consigue que la curva de
memorización se mantenga más o menos constante, evitando que descienda
durante las últimas etapas del aprendizaje. Los descansos permiten alcanzar
puntos de máxima memorización separados por pequeñas caídas. En todo
caso, cada una de éstas es inferior al descenso que habría tenido lugar de no
haberse producido las interrupciones.
Las interrupciones también resultan útiles para relajarse. Permiten liberar la
tensión muscular y mental que se va acumulando de forma inevitable durante
los períodos de concentración.
El repaso
Una vez transcurridas 24 horas tras un período de aprendizaje de una hora, se
pierde al menos el 80% de la información. Esta enorme caída de la cantidad de
información memorizada puede evitarse con las técnicas de repaso
apropiadas.
Para que la memorización se mantenga en el nivel máximo alcanzado poco
después de concluido el período de aprendizaje (con organización de la
información, ej. mapas mentales), es necesario programar una serie de
repasos, cada uno de los cuales deberá efectuarse justo antes de que empiece
a descender el nivel de memorización.
El primer repaso ha de efectuarse, por ejemplo, diez minutos después de
terminado un período de aprendizaje de una hora y su duración debe ser
también de diez minutos. De esta forma el nivel de memorización se mantiene
constante aproximadamente durante un día, momento en el que deberá tener
lugar el siguiente repaso, cuya duración será esta vez de dos a cuatro minutos.
A partir del mismo, la memorización continuará constante cerca de una
semana, período tras el cual habrá que realizar un nuevo repaso de dos
minutos, seguido de otro un mes más tarde. Una vez transcurrido este tiempo,
la información quedará almacenada en la memoria a largo plazo, lo que
significa que pasará a ser tan familiar como pueda serlo un número de teléfono
y que sólo necesitará un estímulo ocasional para mantenerse
permanentemente.
El primer repaso tiene que ser bastante completo, sobre todo si se trata de
apuntes. Los repasos sucesivos deben efectuarse de la forma siguiente: sin
consultar los apuntes definitivos, anote en una hoja de papel todo lo que
pueda recordar. A continuación, compare estas notas con los apuntes para
completarlas o corregirlas. Tanto las notas como los apuntes deben hacerse a
través de mapas mentales.
Uno de los aspectos más importantes del repaso, siempre que se haga como
es debido, es el efecto acumulativo que ejerce sobre todos los demás aspectos
del aprendizaje, del pensamiento y de la memoria. La persona que no repasa
lo que aprende está desperdiciando el esfuerzo que hace en el aprendizaje y
se coloca a sí mismo en una situación muy poco ventajosa.
Cada vez que se enfrente a una nueva experiencia de aprendizaje, su recuerdo
de lo que aprendió con anterioridad estará muy debilitado y no podrá efectuar
las conexiones que de otro modo haría de forma automática. Ello significa que
su comprensión del nuevo material no será tan completo como debiera y que
también serán menores su capacidad y velocidad de asimilación. De este
proceso negativo se deriva una espiral descendente que suele desembocar en
un pesimismo general acerca de la propia capacidad para aprender: cada vez
que la persona aprende algo lo olvida y, por consiguiente, cada vez que se
enfrenta con nueva información experimenta mayor agobio. A esto se debe el
que muchas personas apenas vuelvan a ojear los libros de texto o que no lo
hagan nunca después de haber terminado sus exámenes.
La ausencia de repaso perjudica, asimismo, a la memoria en general. En efecto,
si no se presta la debida atención a cada nueva información, ésta no se
almacena en la conciencia y, por tanto, no podrá disponerse de ella para
efectuar las nuevas conexiones de la memoria. Puesto que la memoria se basa
en la conexión y la asociación, cuanto menor sea el número de elementos
almacenados, menor será la probabilidad de que registre y relacione otros
nuevos elementos.
Por el contrario, las ventajas de las que se beneficia la persona que utiliza las
técnicas adecuadas de repaso son enormes. Cuanto mayor sea la atención
prestada a sus conocimientos actuales, mayor será el número de datos que
podrá absorber y manipular. Al estudiar, la creciente cantidad de
conocimientos que posea le permitirá asimilar fácilmente cualquier nuevo
elemento, puesto que lo asimilará, en el contexto de la reserva actual de
información relevante. El proceso es análogo al conocido efecto de la bola de
nieve, cuyo tamaño aumenta más rápidamente cuanto más rueda y que
incluso puede seguir rodando llevada por el propio impulso.
Repaso, capacidad mental y edad
La manera como una persona repasa tiene mucho que ver con las creencias
populares sobre el modo como va debilitándose la capacidad mental del
hombre con el paso de los años. Se suele afirmar que el cociente intelectual,
la capacidad para recordar y para descubrir las relaciones espaciales, la
velocidad de percepción y la de juicio, la inducción, las relaciones numéricas,
la memoria asociativa, el nivel intelectual, la velocidad intelectual, las
relaciones semánticas, el razonamiento formal y general, etc., empieza a
decaer tras haber alcanzado su nivel más alto entre los 18 y los 25 años.
Aunque no se pueda poner en duda la validez de estos datos, deben tenerse
en cuenta dos factores fundamentales:
1) El debilitamiento que se produce con el paso del tiempo no se supera el 5
o el 10%. Cuando se compara este porcentaje con la enorme capacidad
intrínseca del cerebro, resulta insignificante.
2) Las personas que han participado en los experimentos de los que se derivan
estos desalentadores datos han sido educadas con métodos tradicionales,
por lo que en la mayoría de los casos no han llegado a poner en práctica las
técnicas adecuadas de aprendizaje, repaso y memorización.
El “condicionamiento” mental de estas personas se ha mantenido en un nivel
muy bajo durante muchos años. En otras palabras, su verdadera capacidad
intelectual permaneció en “hibernación”. Lo lógico es que una mente tan poco
entrenada se debilite después de 20 ó 40 años de utilización errónea o
inexistente y, en todo caso, resulta sorprendente que se las arregle para
funcionar tan bien como lo hace.
Por el contrario, si una mente se utiliza continuamente y sus capacidades se
van ampliando, el efecto producido por la edad quedaría reflejado mediante
un ascenso pronunciado.
Este hecho puede comprobarse observando a las personas mayores que han
conservado su dinamismo y curiosidad en lugar de asumir el supuesto
debilitamiento de la mente por el paso del tiempo. A menudo su capacidad
para recordar se mantiene casi íntegra, y su capacidad para comprender y
adquirir nuevos conocimientos supera a la de otras personas igualmente
entusiastas, pero más jóvenes y con menos experiencia.
Al estudiar el rendimiento mental del hombre, se ha pensado
equivocadamente que el debilitamiento que aparece con la edad es “natural”
e inevitable. Frente a este error, debería examinarse más de cerca a las
personas objeto de estudio y orientar los experimentos hacia la búsqueda de
la forma en que pueda aumentarse su capacidad en vez de disminuirla.

También podría gustarte