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Perfiles Roopy RESERVE Didégenes, “el Perro”, solo contra todos La veracidad de los datos biogr4ficos que se conservan sobre Didgenes atin es materia de discusién. Algunos autores dudan incluso que haya existido el personaje. Sin embargo, la historia de la filosofia esta llena de anécdotas jocosas referentes a su persona. En éstas descansan, sin duda, las ideas que hoy nos hacemos de este singular individuo. Apodado “el Perro”, debido a su estilo de vida estrafalario, el cinico asumi6 el mote sin complejo. Cuenta su bidgrafo, su homé- nimo de Laercio, que cuando en un banquete unos comensales empe- zaron a tirarle huesos él se fue hacia ellos y les meé encima, como un perro. En la Grecia antigua la palabra “ se usaba para referirse a las =p: que se destacaba de un le este animal. Habia que atentar francamente 1 para hacerse acreedor de este calificativo. Por ejemplo, cuen- ta la tradicién que una vez Zeus estaba tan enfadado con su esposa Hera que no encontré peor insulto para remarcar la desvergiienza con que ella habia actuado, que decirle “no hay nada més perro que ta”, 2 Consciente de la intencién de insulto que animaba a quienes le apodaron el “Perro”, supo sacar provecho del calificativo. Llevé una para llamar la atencién de sus 71 Perfles sobre la ruindad y la frivolidad de su sociedad. No temia ser vilipen- diado, habia ejercitado suficientemente hasta adquirir el don de la paciencia. Cuentan que sola pedir limosna a las estatuas y cuando le preguntaron por qué, contesté que asi se acostumbraba a ser rechaza- do. Diégenes era consciente que para prosperar en su propésito tenia que nadar conta a corriente. Soporté del modo més digno, ademas con cierta alegrfa, esta obligacién impuesta por la tozudez y necedad de sus compatriotas. De su actitud decia que se comportaba como el director de un coro que da la nota més alta para que todos los pupilos puedan captar el tono adecuado. El mote de perro que asumi6é Diégenes supuso una ruptura con el de su época. En la tradicién griega en que nacié “el perro”, los seres no gregarios por naturaleza no son tenidos en estima. Al respecto, Aristételes comparé al hombre con las abejas para destacar que la tnica diferencia y, por consiguiente la marca de superioridad, reside en el uso del lenguaje en el primero. Porque tan slo desde la palabra se puede expresar lo justo o injusto, lo conve- niente o lo dafioso. Como se puede ver, el a diferencia de las abejas, Se trata, mas bien, de un , un compafiero fiel del hom- bre en detrimento de su propia raza. Sin embargo, hay una en ser llamado perro y ser considerado como Con eso se podia atacar, con cierta impuni- dad, la miopfa atavica de la que sufria la sociedad de su tiempo. Didgenes tomé riesgos calculados cuando eligié este modo de vida sencillo y llamativo. Asumié conscientemente una actitud chocante psa ser ms coherent con su abi provocador y pedgGgieo.A la pregunta acerca de qué raza de perro era contest: “cuando tengo hambre, un maltés; cuando estoy harto, un moloso, de esos que la mayorfa elogia, pero que no se atreven a llevar con ellos de caza por temor a la fatiga. Asf tampoco son ustedes capaces de convivir con- migo por temor a los dolores”. Provocar dolores a la sociedad hasta que fuera capaz de parir hom- bres nuevos fue el objetivo declarado de Didgenes. Para él, lo mas importante ova Grea OnTS SEES Por eso, entendié también que eso requerfa situarse por encima de la multitud. Dos anécdotas recuerdan de un modo peculiar este objetivo sefialado. Por un lado, Realidad 95, 2003 aborrecia de los que hablaban de lo no lo practicaban. Decia de éstos que no se diferencian en nada de una citara que tam- poco oye ni percibe. Por otro lado, cuando se enter6 de que algunos se refan de sus extravagancias les dijo. “También de ustedes se rien los asnos algunas veces; pero ni ustedes se cuidan de los asnos, ni yo de ustedes”. En definitiva, la simplicidad es palabra clave para definir el com- portamiento chocante de Didgenes. Cuentan que una vez al observar a un nifio que bebja en la cuenca de sus manos, arrojé de su zurrén su copa, diciendo: “un nifio me ha aventajado en sencillez”. De igual manera arrojé el plato al ver a un nifio que, como le habia roto el cuenco recogfa sus lentejas en la corteza céncava del pan. De igual modo, se rumora que él solfa decir de su situacién que En la historia de la filosofia aparecen unas anécdotas biograficas ue respaldan el jue perseguia Didgenes. Nacié en Sinope entre los ho Su padre era banquero y él mismo cuenta que un buen dia, al consultar al ordculo de Delfos, éste le dijo que su misién consistfa en troquelar la moneda en curso. Ante esta respuesta enigmatica, Didgenes escogié a la vez los tres caminos posible: falsficé a monede, inteneé moaifcar las lees y se empens en bc eee autoridades, le perdona- ron la vida, pero lo . Situacién que él recorda- ba con sarcasmo. A quien le echaba en cara que los sinopenses le habian condenado al destierro, él le replicé: “yo, a ellos, a la perma- nencia en su ciudad”. No hay que olvidar que en la sociedad griega de aquel tiempo el -destierro era uno de los peores castigos al que un hombre podia ser condenado. Recuérdese que Sécrates decidié beber la cicuta antes de aceptar dejar su ciudad. Pues, Sécrates pensaba que su filosofia era para su ciudad, por lo tanto no tenfa sentido fuera a. ciudad se pueden realizar los hombres Incluso Aristételes, un adve- nedizo en Atenas, se suscribia a esta idea. Si bien que Didgenes adhi- rié a la idea de la realizacion humana dentro de la ciudad, dio a este concepto un sentido mas amplio cuando hablé de la ciudad como sinénimo de civilizacién. Asimismo, no olvidaba recalcar que ‘s6lo Perfiles “existe un gobierno justo: el del universe, Por ello, se puede concluir que si bien invitaba a aprovechar de los beneficios de la civilizacién, ésta en cambio no deberia entrar en contraccién con la ley natural Didgenes, en cambio, se regocijaba de haber sido expulsado de su ciudad. Asi, asumi6 sin titubeos el cardcter “universal” de = ‘anzas frieasy Hlosb fies. Por 0. cuando le preguntaron de dénde era contest6 que de Con ello entra, sin duda, en la tradicién que empez6 Gene Geena) , cuyos maestros reivindicaban, como hemos vis- to, la especificidad de su como forma de ‘or ello, vio en su expulsién de Sinope una posib: ar. Cuando alguien le volvié a recordar su condicién de exilado le contest6 “Pero por ese motivo, desgraciado, vine a filosofar”. Entonces, en el caso de Didgenes, antes que hablar de un cuerpo filoséfico bien elaborado, conviene destacar la btisqueda de eficacia gue anima al personaje. Asi se podria decir que la filosoffa de Diégenes tiene un Se trata de inculcar algunos a los ciudadanos. Asi entendido, el filésofo se consti tuye en la conciencia de su sociedad. A Hegesias, quien le pidié leer algunos de sus escritos, contesté: “iEres un frivolo Hegesias! Ta no echas mano a los higos pintados, sino a los de verdad. Pero en el ejercicio de la virtud dejas de lado lo real, y acudes a lo literario”. En la concepcion filoséfica de Didgenes, la desempefia un papel preponderante. Se adquiere a través de la n los Crea que un doble era necesario para poner en el camino a quienes persiguen las . Consideraba al respecto que en la vida nada se puede conseguir sin entrenamiento y por medio de éste se puede mejorarlo todo. Por eso, quisieran vivir felices felices debieran de ejercitarse en la practica de la virtud. El camino de la ls acciones personales de acuerdo a lo ao: Didgenes asumié el objetivo de cuestionar los valores mas ancla- dos en su tiempo tales como el culto a los dioses y el respeto a los héroes. Asimismo, presenta una en contra de la Realidad 95, 2003 La anécdota en torno a la falsificacion de la moneda es solamente una de las pruebas de esta actitud. También se cuenta que en una ocasién que se enter6 que Alejandro habia enviado una carta a Antipatro por medio de Atlio, el cinico declaré: “un mise- rable hijo de miserable a través de un miserable a otro miserable”. De igual modo se portd, dicen, cuando tuvo en su presencia a Alejandro el grande. Este le pregunté que le pidiera lo que quisiera, slo le dijo que Un argumento sencillo pero mordaz con el que el perro pone al descubierto la necesidad de evitar las derivas de una autoridad omni- potente. Diégenes no transige con su voluntad de cuestionar la auto- tidad de los principes. Con la misma medida Ilamé la atencién sobre la hipocresfa de la religion y de las farsas de los responsables de asun- tos espirituales en Atenas. Cuentan que una vez al ver unos sacerdo- tes de un templo llevar preso a un sacristén que habia robado un copén, exclamé: “Los grandes ladrones han apresado al pequefio”. Al mismo tiempo, cuestionaba los privilegios que gozaban éstos en la sociedad. Por otra parte, ridiculiz6 la piedad ingenua de sus conciuda- danos. Dijo respecto a los intérpretes de suefios, adivinos y sus adep- tos, que ellos demuestran que no hay nada més vacio y tonto que el hombre. Lo que buscaba en fin era proponer una nueva manera de vivir la ap: los val Por eso, cuando le preguntaron qué es lo mas ermosos entre los hombres, contesté que era ia sinceridad, El hablo con sinceridad a sus congéneres y quiso que éstos fueran sinceros consigo mismos, con la tradicién y con sus semejantes. En esto, Didgenes se sittia en la linea de un predecesor ilustre. Al igual que Sécrates cree que tiene que ensefiar con el ejemplo. La principal prue- ba de cercanfa entre Didgenes y Sécrates la dio Platén que contesté que es un Sécrates enloquecido. Al igual que este insigne filésofo, el Perro crefa en la urgencia de forjar hombres nuevos para rescatar la sociedad. Por eso decia que en en inguna parte. in, tendrian que “toss vivieibres y buscar la felicidad Respecto del contenido del programa filosdfico de Didgenes, la biografia elaborada por su homénimo no ofrece grandes oecep Lo inico que aparece claro es que hay un rechazo a todas las nes filos6ficas en vigor. Ridiculiz6 las ensefianzas de Cratero, 715 Perfiles Anaximenes y Platén, que consideraba como pérdidas de tiempo. Cuando este ultimo dio su definicién de hombre como animal bipedo implume, el Perro desplumé un gallo y lo present6 ante todos como el hombre de Platén. En cambio, aprendio a filosofar en compaiiia de ‘Antistenes, el fundador de los cinicos, de quien dicen que convenci6 gracias a su perseverancia, no obstante el rechazo de éste que no admitia alumno. Sin embargo, en el fondo, se observa una cierta vaguedad con res- pecto a los planteamientos de Didgenes. Sin duda, esa vaguedad con- dena a la ineficacia y desdén el objetivo primordial de éste. Al igual que los ascetas que se aislaban para denunciar la locura de su mundo, Didgenes intenté llamar la atencién sobre las incongruencias de su Su insolencia destac6 el carécter libre del fil6sofo. Y decta al respecto que la filosofia le habi: de haberle permitido estar ero tam- bién estaba consciente que la filosoffa esta hecha para conducir a los hombres. Por eso dicen que cuando lo querian vender como esclavo y el pregonero le pregunté por lo > sabia hacer él contest6 que go- Para él, los ‘0 sélo tenfan el sino también se trataba de una 7 Por eso decia: si todo es propiedad de los dioses, los sabios son ami- gos de los dioses y la propiedad de los amigos son comunes. Por lo tanto, En fin, el canto de Didgenes es a la libertad. Libertad de espiritu y libertad ante las leyes y ante las convenciones de su tiempo. Por eso su estilo de vida buscaba asemejarse lo més posible a la naturaleza. Slo siguiendo los mandatos de la naturaleza se puede erigir una so- ciedad de virtud y no de vicios. Cuentan que al observar a un raton que corria sin preocuparse de un sitio para dormir y sin cuidarse de las comodidades convencionales, encontré Didgenes una solucién para adaptarse a sus circunstancias y simplificar su vida. Se consigui6 un morral para llevar sus provisiones. Dormia, dialogaba y comia en la calle como un vagabundo. La educacién puede llevar a los hombres a esta libertad sofiada. El ‘neenamient spiritual y corporal ese mao prvi ats con seguir estos objetivos. Didgenes dio prueba, con su vida, de que no hay que desfallecer en este trabajo. Dicen que murié de célico, a los Realidad 95, 2003 noventa afios, después de haber comido un pulpo vivo, siempre en su linea de imitar la naturaleza. Didgenes no pensaba descansar por la vejez porque consideraba consejos similares como un insulto inadmi- sible. Se preguntaba, ési corriera la carrera de fondo, deberia descan- sar al acercarme al final, o mas bien apretar mds? Asi dedicé su vida a la de sus semejantes recalcando que ésta era “sensatez para los consuelo para los viejos, riqueza para los pobres y adorno para los ricos”. Bibliografia: Didgenes Laercio, La secta del perro, Vidas de los fildsofos ctnicos, ‘Alianza Editorial, Madrid, 1990. Traduccién de Garefa Carlos Gual. rand Perfiles

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