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Prolegómenos a la

nacionalización petrolera
El amparo de las compañías
petroleras y la Suprema Corte de
Justicia de la Nación

Héctor L. Zarauz López


Prolegómenos a la
nacionalización petrolera
El amparo de las compañías
petroleras y la Suprema Corte
de Justicia de la Nación

Héctor L. Zarauz López


cip. instituto mora. biblioteca ernesto de la torre villar

nombres: Zarauz López, Héctor Luis, autor


título: Prolegómenos a la nacionalización petrolera: el amparo de las compañías
petroleras y la Suprema Corte de Justicia de la Nación / Héctor L. Zarauz López
descripción: Primera edición | Ciudad de México : Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora, 2021 | Serie: Colección Testimonios.
palabras clave: | México | Industria petrolera | Compañías petroleras| Suprema
Corte de Justicia de la Nación | Amparos | Movimientos obreros | Huelgas | Sin-
dicatos | 1920-1938 |
clasificación: DEWEY 333.8232 ZAR.p | LC HD9574 Z3

Imágenes de portada: superior: Casasola Fotógrafo, “Compañías petroleras presentan


amparo ante el juzgado primero de distrito”, Distrito Federal, México, 11 de mayo
de 1938; inferior: “Manifestación petrolera en el Zócalo de la ciudad de México”,
México, Distrito Federal, ca. 1938. secretaría de cultura‑inah‑mnh-Sinafo-fn-Méx.
“Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia”.

Toda reproducción de imágenes de monumentos arqueólogicos, históricos y zonas de


dichos monumentos está regulada por la Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos,
Artísticos e Históricos y su Reglamento, por lo que deberán tramitar ante el Instituto de
Nacional de Antropología e Historia el permiso correspondiente.

Primera edición, 2021

D. R. © Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora


Calle Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac,
03730, Ciudad de México.
Conozca nuestro catálogo en <www.mora.edu.mx>

ISBN: 978-607-8793-34-1

Hecho en México
Made in Mexico
ÍNDICE

Agradecimientos7

Introducción9

El petróleo en México, de los inicios hasta la nacionalización 13


La reconversión tecnológica 14
La revolución mexicana 16
La primera guerra mundial, el factor determinante 22
La decadencia petrolera, 1922 a 1938 24

El movimiento petrolero, de los orígenes a la unificación (1913-1935) 27


Cambios sociales 27
El movimiento obrero 28
Con la fuerza de la ley 29
La acción 32
La crom y los petroleros 33
Las huelgas de 1925 35
El corporativismo 36
Las organizaciones sindicales y la política de masas 37
El stprm, los inicios 38

Del conflicto a la expropiación petrolera, 1936 a 1938 44


Las compañías y el conflicto con el stprm44
El peritaje de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje 47
El laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje 47
Antecedentes al amparo de las compañías petroleras
contra el stprm49
La Suprema Corte y las compañías petroleras 50
Marzo de 1938 52
La nacionalización 54

En torno a los documentos 59

Epílogo65

Sección documental 73
Demanda de amparo de las compañías petroleras 76
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 104
Amparo directo número 2 218
El apoyo popular 225

Fuentes consultadas 263

Índice geográfico 267

Índice onomástico 271

Sobre el autor 275


AGRADECIMIENTOS

La realización de un proyecto editorial como el presente, habitual-


mente se efectúa bajo la titularidad de una persona, aunque siempre está
presente el trabajo de un equipo. Esta ocasión no es la excepción, y aunque
la responsabilidad del texto presentado es mía, debo reconocer la colabora-
ción valiosa de varias personas.
En primer lugar, a Fernanda Herrera Román, por su acompañamien-
to a lo largo de esta investigación y por las búsquedas que efectuó en di-
versos repositorios, particularmente en el Archivo Histórico de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, cuyo personal siempre se mostró colaborati-
vo; en especial al licenciado Jorge Soto, quien proporcionó orientación en el
citado archivo, asimismo a la maestra Cynthia Rebeca Sánchez Pérez, direc-
tora de Análisis e Investigación Histórico Documental, que siempre apoyó
la posibilidad de realizar esta publicación. Por otra parte, debo mencionar
a Luis Ángel Toledo Reyes, quien llevó a cabo revisiones y comentarios
adicionales.
Finalmente, quiero reconocer el apoyo del Instituto de Investigacio-
nes Dr. José Ma. Luis Mora en la realización de este proyecto editorial, a
través de la Subdirección de Publicaciones, en especial a Javier Ledesma y a
Marco Ocampo, por sus labores de corrección, edición y diseño que mucho
aprecio y que complementan este libro. El trabajo realizado por todos ellos
ha sido fundamental para la conclusión de esta obra, por lo cual les reitero
mi agradecimiento.

7
INTRODUCCIÓN

El 18 de marzo del año de 1938, el entonces presidente de la repúbli-


ca, el general Lázaro Cárdenas, concitó el interés de los mexicanos cuando,
a través de los micrófonos de la radio, emitió un importante mensaje a la
nación. Esa noche, junto con su gabinete, hizo público que había decidido
poner fin a una disputa de orden laboral iniciada en el año de 1936 entre las
compañías petroleras, de capital extranjero todas ellas, y el casi recién funda-
do Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (stprm).
Los asuntos que habían dado origen a la controversia se concentra-
ban básicamente en demandas de orden salarial y diversas prestaciones
que los trabajadores consideraban justas, por lo que debían ser incluidas
en un contrato colectivo que habían redactado y enviado a sus patrones.
Sin embargo, las compañías se negaron sistemáticamente, una y otra vez, a
acceder a estas peticiones. Por diversas vías, que fueron desde las impugna-
ciones judiciales hasta la amenaza diplomática, pasando por las campañas
en medios y la presión financiera, recusaron, una y otra vez, los fallos, estu-
dios y dictámenes que emitieron diversas instancias del gobierno mexicano
y que servían de base para instar a las compañías a acceder a las demandas
de los trabajadores.
La clara viabilidad de las demandas del sindicato y la indudable capa-
cidad de pago de los patrones extranjeros, a pesar de la decadencia en que
se encontraba la industria petrolera en México, hacen pensar que la disputa
de orden económico quedó relegada a un segundo plano y que, en el fondo,
lo importante para las compañías petroleras era dar una lección a México
y a los países considerados subordinados, en torno a quién detentaba el
poder del dinero y del conocimiento tecnológico.

9
10 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Sin embargo, el desafío de las compañías encontró una resistencia


inusitada por parte de los trabajadores petroleros, que, respaldados por el
gobierno mexicano, llevaron hasta sus últimas consecuencias su movimien-
to. En este sentido fue definitivo el hecho de que el gobierno mexicano, que
en años anteriores ya había dado señales claras de su interés por controlar o
por lo menos de participar de la industria petrolera, tomara un papel activo
en la controversia y se convirtiera en factor decisivo en la determinación de
nacionalizar esta industria.
En la gran mayoría de las interpretaciones, se considera que la ex-
propiación del petróleo constituyó la máxima expresión del nacionalismo,
un acto de gran autonomía en la recuperación de los bienes de la patria. Al
respecto, han corrido ríos de tinta en publicaciones testimoniales, análisis
historiográficos e incluso en recopilaciones documentales.1
De tal manera, que mucho de lo escrito nos da una visión suficiente-
mente completa y panorámica de estos eventos, de la justificación para esa
decisión histórica, del ánimo nacional surgido a partir de la expropiación de
la industria petrolera y su desarrollo como una empresa nacional. Un poco
menos abundante ha sido la producción de textos sobre los antecedentes en
la disputa entre las compañías y los trabajadores petroleros. En este sentido,
este libro pretende hacer una aportación al presentar algunos documentos
esenciales para la comprensión de este evento histórico. Es así que se re-
produce una selección del expediente del amparo directo, número 2/1938,
interpuesto por las compañías petroleras ante la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (scjn), en el contexto ya descrito. Este importante expediente,
que se encuentra localizado en el Archivo Histórico de la propia scjn, por
lo demás permite recrear la disputa entre compañías y sindicato, así como el
papel de árbitro del gobierno mexicano, ello hasta el mes de marzo de 1938.

1
No es la intención de este trabajo, cuyo acento se encuentra en la presentación de fuentes
para el entendimiento de los antecedentes de la expropiación petrolera, hacer una revisión acuciosa
de todo lo publicado en torno a este tema. Sin embargo, vale referir que ha sido profusa la publica-
ción de textos que tienen un carácter testimonial, entre ellos se citan algunos en estas páginas, tales
como los de Vicente Lombardo Toledano, Jaime Gurza, Jesús Silva Herzog. Otras publicaciones
presentan acopio importante de documentos o bien constituyen una fuente de primera mano, entre
ellos los apuntes del propio general Lázaro Cárdenas, el libro de Alfredo B. Cuéllar, Expropiación y
crisis en México (scjn, 1940), o la compilación de Alicia Gojman, La expropiación petrolera vista por la pren-
sa mexicana, norteamericana e inglesa, 1936-1940 (México, Petróleos Mexicanos, 1988). Por otra parte,
debemos considerar las publicaciones académicas que contribuyen con importantes análisis de estos
eventos, algunas de esas obras, como las de Lorenzo Meyer, Arnaldo Córdova, Samuel León y otros
autores, son referidas en este trabajo.
INTRODUCCIÓN 11

En la presente edición se ha tratado de reproducir documentación


que clarifica la posición presentada por los tres actores centrales de este
pasaje de la historia. En primera instancia el de las compañías petroleras, a
través del amparo que presentaran sus representantes legales ante la scjn,
a fin de evitar el cumplimiento del dictamen emitido por la Junta Federal
de Conciliación y Arbitraje (jfca), en el sentido de rechazar las demandas
laborales interpuestas por el stprm. En ese mismo plano se incluye un do-
cumento que representa el intento de las compañías por anular la partici-
pación del ministro Xavier Icaza en las deliberaciones de la Cuarta Sala de
la Corte, por considerarlo adverso a sus intereses. Un segundo apartado
documental nos indica el papel desempeñado por el Estado mexicano, ello
a través del fallo emitido por la scjn, fijando a través de una sentencia, la
posición de reconocimiento a los derechos reclamados por el stprm. Final-
mente, se compilan algunos telegramas y cartas de diversos grupos sociales
y sindicales, que muy bien expresan el ambiente de efervescencia política y
apoyo popular a las medidas adoptadas, en primera instancia al fallo de la
scjn y posteriormente a la determinación de expropiar las instalaciones y
bienes de las compañías extranjera petroleras.
En consecuencia, la importancia de estos documentos reside en que
constituyen un interesante testimonio de los prolegómenos de la expropia-
ción petrolera, acto que representaría un nuevo momento en la historia
reciente del país por resignificar el nacionalismo, fortalecer el vínculo con
importantes sectores de la sociedad mexicana de ese momento y por reafir-
mar la lucha por la autonomía nacional. Cuestiones que, curiosamente, ad-
quieren nueva vigencia bajo la óptica de la historia reciente de nuestro país.
En el contexto actual, en el que se ratifica la importancia que tiene
para el nuevo Estado, la disputa por el usufructo de los energéticos, el papel
que desempeña en ello la empresa pública y su reasignación como motor
de desarrollo económico, adquiere especial pertinencia la edición, lectura y
análisis de estos documentos, que seguramente nos permitirán la compren-
sión del presente a través de los rastros del pasado.
EL PETRÓLEO EN MÉXICO,
DE LOS INICIOS HASTA LA NACIONALIZACIÓN

Desde tiempos muy remotos, el petróleo fue una sustancia utilizada


por la humanidad. En principio, como parte de la vida ritual, como bálsa-
mo medicinal (en el tratamiento dental y jaquecas, principalmente) y como
material para iluminar la precaria vida de los hombres de ese tiempo lejano.
No obstante que su presencia e importancia está documentada entre diver-
sas culturas del mundo antiguo, su uso fue realmente marginal.
Con el paso del tiempo su utilización se haría cada vez más común,
hasta integrarse en la vida cotidiana; sin embargo, la primera industria-
lización del petróleo no se daría sino hasta el siglo xix, derivado de las
necesidades de los incipientes procesos de mecanización que se iniciaban
en algunas de las metrópolis económicas del mundo, particularmente como
lubricante de las máquinas utilizadas en las fábricas, o bien como material
iluminante. Hasta entonces, para llevar a cabo estas tareas se utilizaban,
principalmente, el aceite de cachalotes, sustancias extraídas de vegetales, el
gas producido por el carbón (conocido también como “gas ciudad”) o la
grasa de cerdo. Sin embargo, eran productos caros, escasos y en ocasiones
peligrosos en su uso. Para el desarrollo de estas actividades económicas, el
mundo requería de nuevas fuentes lubricantes y de iluminación, que fueran
más estables en su manejo y más baratas en su obtención.
El petróleo sería el elemento ideal para ello; sin embargo, fue nece-
sario cierto desarrollo tecnológico antes de generalizar su uso. Fue así que
se inició un largo proceso de transformación de este elemento. Entre los
muchos pasos de importancia debemos considerar el dado por Thomas
Cochrane, un almirante y geólogo británico que logró producir, a partir
del petróleo, asfalto que pronto sería utilizado para pavimentar caminos y

13
14 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

posteriormente extraer un subproducto al que llamó keroseno, que sirvió


para iluminar. Este descubrimiento fue patentado en 1854, logrando su
popularización y una respetable producción en Estados Unidos, ya que
significó un cambio importante en la vida cotidiana al generalizarse el uso
de las lámparas de petróleo que permitían iluminar de manera más barata
los hogares, pero también calles y parques públicos.
En México, los inicios de la primera etapa industrializada del petróleo
se remontan a los mediados del siglo xix. En este momento empezaron a
consumirse los iluminantes derivados del petróleo. Con ese fin se estable-
ció la Waters Pierce Company, subsidiaria de la Standard Oil, el gigante
monopolista de la industria petrolera estadunidense. Una vez que aumentó
la demanda en México, la Waters-Pierce construyó una pequeña refinería
hacia 1887. La empresa era manejada por Edward Lawrence Doheny; en
principio se importaba petróleo de Estados Unidos, mismo que era refinado
para distribuirse en el mercado interno, sobre todo orientado al negocio de
la iluminación y de los lubricantes. Por otra parte, se empezaron a elaborar
productos que fueron utilizados, incipientemente, en la pavimentación de
calles y caminos.
Durante estos años, el petróleo fue incrementando su presencia en la
vida diaria, en las casas y en la industria; sin embargo, el desarrollo de esta
industria estaba circunscrita a una demanda relativamente limitada, lo cual
cambiaría radicalmente en los años subsecuentes al darse un nuevo patrón
de consumo de energéticos.

LA RECONVERSIÓN TECNOLÓGICA

Durante todo el siglo xix y en los albores del xx, el carbón fue el principal
energético en el mundo al ser utilizado intensivamente en la industria y en
las máquinas de ferrocarril, principalmente. Sin embargo, los yacimientos
de hulla empezaron a demostrar un cierto agotamiento lo cual, aunado a
que la demanda en los países industrializados aumentaba casi tanto como
los precios y que se habían dado huelgas de trabajadores mineros, genera-
ron una crisis en torno al carbón.
Así, tenemos que, entre 1901 y 1905, el consumo promedio anual de
Estados Unidos había sido de 279 000 000 de toneladas de carbón, pero
para 1911 eran 425 000 000 y 495 000 000 en 1913; en Inglaterra, los reque-
rimientos pasaron de 166 000 000 a 185 000 000 y luego a 214 000 000 de
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 15

toneladas, mientras que en Alemania fueron de 99 000 000 a 133 000 000
y luego a 180 000 000 de toneladas de carbón en el mismo periodo.1 Sin
embargo, la producción mundial había iniciado un declive generalizado,
por lo cual era necesario buscar una alternativa energética.
El estancamiento en la producción carbonífera se dio en el momento
en que se operaba una reconversión de orden tecnológico. Así, tenemos que
a lo largo del siglo xix se hizo una serie de experimentos e innovaciones
en la creación de motores que fueran más eficientes en su rendimiento. De
tal forma, luego de varios modelos experimentales, se logró construir el
motor conocido como de combustión interna de diésel; con ello empezó a
realizarse un proceso de sustitución de energéticos, dejándose el carbón en
un segundo plano mientras el uso de petróleo empezaría a ser prioritario.
A esto contribuyó que era más barato de obtener, era más sencilla
su transportación y presentaba un rendimiento mayor en las máquinas. Se
calculaba entonces que una tonelada de diésel ofrecía el rendimiento de seis
de carbón. De tal forma, la invención del motor de combustión interna y su
aplicación al transporte y la industria en general constituiría una verdadera
revolución tecnológica, pues logró cambiar el patrón de consumo energéti-
co en el mundo, lo cual persiste hasta la actualidad.
México estuvo presente en este proceso de actualización tecnológi-
ca desde 1907, cuando se hicieron las primeras pruebas con este tipo de
motores en el Ferrocarril de Tehuantepec, mostrando, con el petróleo, las
ventajas en rendimiento, velocidad, preservación de máquinas y ahorro.2
Este desarrollo tecnológico y las dificultades en la producción carbo-
nífera en todo el mundo propiciaron el cambio en el patrón de consumo
energético. Así, por ejemplo, desde 1908, en Gran Bretaña, lord Fisher,
primer lord del Almirantazgo, influyó para que la marina de su país cam-
biara al consumo petrolero.3 De forma que para 1912 la mayor parte de los
barcos ingleses se movían con petróleo. Algo similar pasó en México con la
red ferrocarrilera, tal como venía sucediendo en Europa y Estados Unidos.
Otro impulso definitivo al uso del petróleo se dio en los medios de
transporte a través del desarrollo de la industria automotriz, que eclosionó
en el mercado mundial y en particular en Estados Unidos. Tan sólo por

1
Díaz Dufoo, La cuestión del petróleo, 1921, p. 27.
2
Véase el informe de Ricardo Jordán, inspector técnico de la scop, en agn, fondo scop, Fe-
rrocarriles, exp. 2/226-1.
3
A lord Fisher se atribuye la premonitoria frase: “El petróleo será el alma para los futuros
conflictos navales.”
16 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

citar un ejemplo, recordemos que Henry Ford (dueño de la mayor fábrica


de automóviles de su tiempo) se preciaba, hacia 1914, de haber producido
un cuarto de millón de estas máquinas.
Todo ello propició una gran demanda del energético, de manera que
se dio mayor impulso a la exploración y explotación de campos petroleros;
desde luego, pronto la producción mundial aumentó. Por ejemplo, en Esta-
dos Unidos pasó de 68 000 000 de barriles en 1901 a 220 000 000 en 1911,
a 443 000 000 en 1920 y hasta 713 000 000 en 1924. Ni qué decir en el
ámbito mundial, donde se mostraba creciente avidez por el energético. La
producción se empezó a multiplicar y pasó de 344 000 000 de barriles en
1911 a 660 000 000 en 1920 y 1 014 millones en 1924. Pronto, México sería
parte de este frenesí por el llamado “oro negro” (véase cuadro 1).

LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Como es sabido, en el mes de noviembre de 1910, Francisco I. Madero


convocó a las armas a la población mexicana, a fin de revelarse contra el
gobierno del general Porfirio Díaz, quien había detentado la presidencia de
la república por más de 30 años. En ese largo periodo, Díaz había logrado
cierto crecimiento económico y modernización de las estructuras comer-
ciales, de vías de comunicación y de inversión de capitales; sin embargo,
la bonanza económica sólo fue percibida por una capa muy pequeña de la
sociedad, la gran mayoría se mantuvo al margen de los beneficios de este
crecimiento. En materia política las cosas no fueron mucho mejores, Díaz y
sus seguidores (tanto los llamados “Científicos” como los “Anticientíficos”)
acapararon la administración pública, las elecciones presidenciales eran una
ficción y hubo persecución contra los detractores del régimen.
En esas condiciones se dio el movimiento maderista que, bajo la de-
manda de mayor democracia, logró aglutinar fuerzas y causas de lucha diver-
sas. La revolución fue un movimiento complejo en el que participaron grupos
sociales amplios (campesinos, mineros, clases medias, obreros), ideologías
disímbolas, que en su desarrollo tuvo avances y retrocesos, pero que logró
plantear un nuevo orden y proyecto de nación, cuando en febrero de 1917 se
promulgó una nueva Constitución que en general reflejaba las aspiraciones
de la sociedad mexicana en términos de derechos políticos y de justicia social.
En cuanto al petróleo, el movimiento revolucionario significó un re-
planteamiento de las reglas imperantes hasta entonces. Al respecto, vale la
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 17

Cuadro 1. Producción mundial de petróleo (miles de barriles)

Año México % EUA % Rusia/URSS % Otros países % Total

1911 12 553 3.7 220 449 65 66 184 19.2 44 988 12.1 344 174
1912 16 558 4.7 222 935 64.8 68 194 19.3 44 935 11.2 352 447
1913 25 696 6.7 248 446 65.8 62 834 16.4 46 571 11.1 383 547
1914 26 235 6.5 265 763 65.8 67 020 16.6 44 728 11.1 403 746
1915 32 911 7.7 281 104 65 68 548 16 45 177 11.3 427 740
1916 40 546 8.8 300 767 66.2 65 817 14.3 54 363 10.7 461 493
1917 55 293 10.9 335 316 69.2 63 072 12.4 60 858 7.5 506 703
1918 63 828 12.4 355 928 67.8 27 168 5.3 40 447 14.5 514 539
1919 87 073 16.6 377 719 67 31 752 5.7 60 956 10.7 557 500
1920 157 068 23.8 443 402 62.3 25 430 3.9 38 100 5.8 660 000
1921 193 397 25.5 472 183 65.7 28 968 3.8 71 355 5 765 903
1922 182 278 21.5 557 531 65.7 35 692 4.2 73 260 8.6 848 761
1923 149 529 14.7 725 702 71.4 38 167 3.8 102 329 10.1 1 015 727
1924 139 497 13.8 713 940 70.4 43 355 4.3 117 818 11.5 1 014 160
Fuente: elaboración propia con base en las siguientes fuentes: Boletín del Petróleo, febrero de 1921, p. 115 para datos de los años de 1912 a 1915;
Archivo Histórico de Pemex, caja 2070, exp. 56014, para México y totales correspondientes a 1912-1920, Estados Unidos 1912-1924 y Rusia de 1913
a 1917; Boletín del Petróleo, enero de 1924, dato para Rusia 1923; Gurza, Apuntes sobre la cuestión, 1923, datos para México y totales de 1916 a 1922, y
Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe, datos para Rusia y totales de 1920-1924.
18 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

pena comentar que la legislación relativa a los bienes petroleros cambiaría


radicalmente a partir del triunfo del movimiento revolucionario iniciado en
noviembre de 1910 y, en particular, con la promulgación de la Constitución
de 1917.
Para entender la magnitud del cambio legislativo es preciso recuperar
algunas referencias históricas.
Al declararse la independencia nacional, la nueva república mexicana
adoptaría como propia la legislación heredada de la corona española, fun-
dada en las Ordenanzas Mineras de 1536 de Felipe II. El Estado, en este
caso la corona, ostentaba la propiedad del subsuelo teniendo la facultad de
otorgar o cancelar concesiones de explotación. Tal situación se prolongó y
ratificó en los años del México independiente, como quedó expresado en
el Código de Minas de 1884 (bajo el gobierno de Manuel González). Este
sentido de propiedad del Estado sería radicalmente cambiado en los años
del porfiriato cuando el 4 de julio de 1892 fue derogado este código para
establecer uno nuevo, que otorgaba a particulares derechos inalienables
sobre el subsuelo. Esta tendencia privatizadora o de amplias concesiones,
se vio ratificada por la Ley del Petróleo de 1901 y por otra más de 1909.4
Además de los profundos cambios en materia jurídica, se plantea-
rían nuevos lineamientos en materia de la política fiscal, enseguida se crea-
ron nuevas legislaciones que tendían a regular esta industria, y finalmente
se establecieron nuevas instituciones que significaron una mayor vigilan-
cia a las empresas y sus actividades, tal y como señalamos a continuación.

Los impuestos

En términos generales, estos tres niveles de control de los gobiernos revo-


lucionarios se dieron de manera sucesiva, desde el mandato de Francisco
Madero hasta el momento de la nacionalización de esta industria en 1938.
Debemos tomar en cuenta que, hasta el porfiriato, las compañías pe-
troleras extranjeras habían gozado de una política fiscal de completas liber-
tades que las había eximido, prácticamente, del pago de impuestos. Ello
cambiaría con el triunfo de la revolución, ya que Madero estableció los pri-
meros impuestos que, aunque fueron aplicados de manera relativa, logra-

4
Al respecto puede consultarse Cárdenas, En defensa del petróleo, 2009, pp. 12-13; asimismo en
Collado, “El régimen porfirista”, 1987, pp. 53-69.
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 19

ron un primer impacto en el erario. El cobro de impuestos en un inicio fue


incipiente. Por ejemplo, en 1912 se recaudaron sólo 494 275 pesos,5 pero
marcó un rumbo que sería irreversible. En este sentido, fue Venustiano Ca-
rranza quien intensificó las medidas de política fiscal hacia las compañías,
ello a través de una serie de tasaciones e impuestos variados entre los que
destacaron el de “barra” y los de exportación, entre otros.
Los resultados fueron notorios en materia fiscal, pues hacia los finales
del gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), el petróleo representaba el
principal origen de recursos del erario, habiendo desplazado otras fuentes
como los impuestos del henequén y de la minería (véase cuadro 2).

La legislación

En el aspecto legislativo, el gobierno de Carranza fue muy activo al emitir


circulares, decretos y leyes que tendían a un mayor control del Estado
sobre esta industria. Así, por mencionar tan sólo un ejemplo, en 1915 (en
la etapa conocida como preconstitucional) se emitió un decreto, el 19 de
septiembre, para que se hicieran avalúos y así conocer cuál era la situación
real de las compañías, las cuales elevaron protestas con el apoyo del gobier-
no de Estados Unidos.
La gestión legislativa del gobierno constitucionalista continuó de ma-
nera intensa y llegó a su momento clave en febrero de 1917, cuando se
promulgó la nueva Constitución. El nacionalismo, como ideología de la
revolución, las necesidades económicas del carrancismo, así como varios
postulados de mayor equidad social y política, quedaron plasmados en la
nueva Constitución, que, no obstante sus limitaciones y vacíos, representó
un notable avance en materia del trabajo, la educación y otros ámbitos.
En cuanto al petróleo, el artículo 27 cambiaba sustancialmente el sen-
tido de la propiedad privada como absoluta, a ser condicionada por su
utilidad social. Además, las aguas y sustancias que se encontraran en el sub-
suelo, pasaban a ser consideradas como propiedad de la nación, poniendo
en entredicho los derechos largamente ostentados por las compañías.
Claramente la fracción iv del artículo 27 separaba la propiedad del
suelo de la del subsuelo, restituyéndolo a la nación, anulando en conse-
cuencia las disposiciones de canonjías sin límite para las empresas asumidas

5
Véase Gurza, Apuntes sobre la cuestión, 1923, p. 37.
20 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Cuadro 2. Pagos anuales de impuestos


de la industria petrolera (pesos)

Año Ingresos federales Impuestos petroleros % de impuestos petroleros

1912 494 000


1913 767 000
1914 1 234 000
1915 1 943 000
1916 3 088 000
1917 7 553 000
1918 111 182 000 12 008 000 10.8
1919 130 980 000 17 332 000 13.2
1920 238 243 000 51 314 000 21.5
Fuente: Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos, 1981, p. 35.

durante el porfiriato.6 La nueva redacción del Constituyente de Querétaro


nulificaba completamente “los derechos que hasta ese momento habían de-
tentado los particulares sobre los hidrocarburos del subsuelo, facultando
al Ejecutivo para revisar y declarar nulas, si así lo requería el interés pú-
blico…”7 Es decir, se establecía el dominio inalienable, imprescriptible y
directo de la nación, sobre los bienes del subsuelo.
Es importante señalar que, en ese momento, Carranza no obtuvo la
ley reglamentaria, por ello, a partir de 1918, se valió de varios decretos que
le permitieran aplicar los principios de la nueva Constitución en materia
petrolera. Fue así que se emitieron, además, nuevas circulares, decretos, im-
puestos y demás figuras legislativas. Por mencionar sólo uno, tenemos el
del 8 de julio de 1918 el cual estableció impuestos adicionales a los terrenos
petroleros, y amenazó con revocar los privilegios de explotación a menos de
que las compañías petroleras cumplieran con los plazos establecidos en la
ley del 19 de febrero de ese mismo año.8

6
Meyer, México y los Estados Unidos, 1981, p. 112.
7
Cárdenas, En defensa del petróleo, 2009, p. 20.
8
Comisión Técnica de Petróleo, Legislación petrolera, 1922, p. 131. En el artículo 13° de este
decreto se consignaba que los impuestos recaudados se distribuían en 60% para la federación, 20%
para la entidad federativa y 20% para el municipio.
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 21

Desde luego las reacciones de las compañías fueron inmediatas ante


estas disposiciones que se consideraron confiscatorias. Las protestas im-
pugnaron la retroactividad de las diversas disposiciones, pero en especial
el artículo 27 de la Constitución, lo cual impidió que este artículo fuera
reglamentado hasta que en 1925 se estableció la Ley del Petróleo.
Por otra parte, debe considerarse que otras legislaciones emanadas
de la nueva Constitución también afectarían o incidirían en el ulterior desa-
rrollo de la industria petrolera, en este caso la legislación relativa al orden
laboral y que quedó expresada en el artículo 123, ya que en este se otorga-
ban derechos a los trabajadores antes no contemplados, como la jornada de
ocho horas, la prohibición del trabajo infantil, el día de descanso semanal,
la posibilidad de participar de las utilidades de la empresa, los derechos a
seguridad médica, a asociarse y a la huelga, entre muchos más. Sin entrar
en detalles, la nueva Constitución posicionaba de manera definitiva al Es-
tado revolucionario como mediador único entre el capital y el trabajo, sería
indudablemente el fiel de la balanza en los conflictos entre patrones y traba-
jadores, mediante las Juntas de Conciliación y Arbitraje.

Las instancias reguladoras

Finalmente, para documentar el estado de la industria y poder fiscalizar a


las compañías, se crearon instancias administrativas desde el periodo made-
rista, pero en particular con Carranza y Obregón.
En el periodo constitucionalista se creó un cuerpo de inspectores, el
cual estuvo bajo el mando de Pastor Rouaix, quien sería uno de los ideó-
logos del constitucionalismo y uno de los redactores del artículo 27. Luego
siguió el otorgamiento de facultades a la Secretaría de Fomento para vigilar
el funcionamiento de las compañías; asimismo, se creó una Comisión Téc-
nica del Petróleo que sería presidida también por el propio Rouaix, para
hacer una investigación completa de la industria petrolera y que sirviera de
base para proponer leyes y reglamentos.
Más adelante, en el periodo obregonista, se creó el Departamento del
Petróleo con funciones similares. Estas disposiciones iban un paso adelante
del mero fin recaudatorio y se encaminaban a establecer un mayor control
sobre esta industria, aunque tal vez no contemplaba la confiscación en ese
momento.
22 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL,


EL FACTOR DETERMINANTE

En términos objetivos, en estos años se dieron condiciones adversas para el


desarrollo de la industria petrolera en México, y en general para cualquier
actividad económica: una guerra civil, el ascenso de gobiernos “hostiles” a
los intereses de las compañías, el cobro de impuestos y cambios legislati-
vos que tendían a establecer un creciente control sobre esta industria; sin
embargo, fue en estos años cuando mayor crecimiento se obtuvo en este
ramo. La pregunta obvia es: ¿cómo pudo México, en pleno movimiento re-
volucionario, convertirse en el segundo productor y primer exportador del
mundo?; se cumplió así una extraña paradoja de crecimiento económico
con caos social. Tal ecuación pudo lograrse debido a un factor externo a la
realidad nacional.
Claramente, el desarrollo de la primera guerra mundial fue el evento
que determinó el crecimiento de la industria petrolera en México, ya que
exponenció el consumo del energético para elementos de guerra (barcos,
aviones, tanques, ferrocarriles, automóviles, etc.), convirtiendo al petróleo
en un precioso insumo, vital para ganar la contienda. Por ello, al estallar la
primera guerra mundial parte de la estrategia militar se hizo en función de
apoderarse o de inhabilitar las reservas petroleras.
En ese contexto, México pasó rápidamente de una producción inci-
piente en los inicios del siglo xx, hasta convertirse en uno de los principales
productores mundiales. De tal forma observamos de qué manera el contex-
to de política, guerra y mercado internacional, fue preponderante sobre el
nacional en materia de la producción petrolera.
Los datos así lo avalan pues para 1916 la producción nacional supe-
raba los 40 500 000 barriles, y en 1918 se obtuvieron casi los 64 000 000 de
barriles que representaban más de 12% de la producción mundial, un récord
en ese momento. Así, México se convirtió en el segundo productor mun-
dial desbancando a la Unión Soviética, que durante el año anterior había
entrado en conflagración interna con motivo de la revolución bolchevique,
sustrayendo su producción del mercado internacional (véase cuadro 3).
Todos estos elementos determinaron la importancia estratégica del
petróleo mexicano en los años de guerra europea. Así, mientras Alemania
se quedó sin abastecimiento suficiente, los Aliados contaron con el grueso
de la producción mundial entre el petróleo de Estados Unidos y el de Méxi-
co. Para tener una idea más clara, vale considerar que, durante los años de
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 23

Cuadro 3. Producción y exportación petrolera de México


(barriles)

Año Producción Exportación % exportado

1911 12 552 798 901 596 7.2


1912 16 558 215 7 729 421 46.7
1913 25 696 291 21 330 868 83
1914 26 235 403 23 365 513 89.1
1915 32 910 508 24 769 333 75.2
1916 40 545 712 27 268 749 67.3
1917 55 292 770 46 023 740 83.2
1918 63 828 326 51 767 219 81.1
1919 87 072 954 75 549 715 86.8
1920 157 068 678 145 508 949 92.6
Fuente: elaboración propia con base en ahpemex, caja 2074, exp. Documents Pertainning
to Taxation of the oil Industry in Mexico. También en Díaz Dufoo, La cuestión del petróleo, y pro-fo
371, vol. 9569, f. 9.

la guerra, el petróleo producido entre México y Estados Unidos representó


casi 75% de la extracción mundial. De hecho, esa tendencia se mantuvo y
hacia 1921 más de 90% de lo producido en todo el orbe provenía de Méxi-
co y Estados Unidos.
Entre 1914 y 1918, los años de la guerra, México obtuvo casi
220 000 000 de barriles, de los cuales fueron exportados unos 173 000 000,
lo que representaba 79 por ciento (véase cuadro 1).
Una vez terminada la conflagración mundial, se iniciaron los proce-
sos de reconstrucción y de industrialización mundial. Por ello, continua-
ron las exploraciones en los campos mexicanos descubriéndose enormes
yacimientos. Así se mantuvieron incrementos impresionantes hasta llegar
a más de 153 000 000 de barriles en 1920, lo que representaba 28% de la
producción mundial, alcanzando el tope máximo al año siguiente con más
de 193 000 000 de barriles, entonces uno de cada cuatro barriles que se
producían en el mundo era extraído del suelo mexicano (véase cuadro 1).
Sin embargo, al haber concluido el conflicto bélico internacional, de-
sapareció la presión que tenían las potencias de mantener su abasto energé-
tico, lo cual permitió que estos países tuvieran el espacio para buscar nue-
24 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

vas fuentes de aprovisionamiento petrolero. En esta decisión también sería


fundamental que, desde la perspectiva transnacional, el gobierno mexicano
y sus disposiciones legislativas y fiscales (que ya hemos comentado), signi-
ficaban un obstáculo al desarrollo de sus intereses. Así se iniciaron nuevas
exploraciones por todo el mundo; los británicos y estadunidenses habían
concluido que eran demasiadas las molestias ocasionadas por los gobiernos
nacionalistas mexicanos.
Bajo esas condiciones, la producción en México dejó de crecer en
1922. A lo anterior habría que sumar el hecho de que varios pozos se ago-
taron sobreviniendo el estancamiento; México entraba a una nueva época
como país petrolero.

LA DECADENCIA PETROLERA, 1922 A 1938

A partir de 1922, la industria petrolera en México entró en un tobogán. A


tal declive contribuyeron varios factores, tal vez el principal de ellos fue que
cambiaron los contextos internacionales que habían propiciado su desarro-
llo. De manera principal debemos citar que había desaparecido el entorno
de la guerra mundial que había detonado el consumo petrolero. Por otra
parte, el avance de las legislaciones, cobro de impuestos y de instancias
de control administrativo establecidos por el gobierno mexicano alentaron,
entre las compañías, la idea de buscar nuevas fuentes de aprovisionamiento
energético en países que tuvieran condiciones legislativas y fiscales mejores
para sus intereses, sin las “molestias” que significaba el nacionalismo del
régimen revolucionario.
Una prueba de lo que se dice se vio en los años del gobierno de Álva-
ro Obregón, cuando las compañías presionaron al gobierno mexicano, a fin
de que no hiciera retroactiva la aplicación del artículo 27. El punto central
era que no se consideraran como bien de la nación los yacimientos regis-
trados por las compañías, antes de la promulgación de la Constitución de
1917. Ello implicó una amplia disputa, varios encuentros diplomáticos hasta
obtener, de facto, un acuerdo de no retroactividad.9 En ello influyó la ne-
cesidad del gobierno mexicano de lograr el reconocimiento diplomático de
Estados Unidos, lo cual era fundamental en un ambiente de presión interna
que se vivía en México ante la sucesión presidencial y las posibilidades de

9
Al respecto puede consultarse ampliamente Hall, Bancos, política, 2005.
EL PETRÓLEO EN MÉXICO 25

alzamientos militares, como en efecto sucedió hacia finales de 1923 con la


rebelión armada encabezada por Adolfo de la Huerta.
En ese contexto, las compañías petroleras promovieron varios am-
paros para inhibir la aplicación del artículo 27, al tiempo que la Suprema
Corte de Justicia de la Nación fallaba favorablemente estas solicitudes. En
este sentido, fue muy importante el caso de la Texas Oil y otras cuatro
compañías petroleras, resuelto el 30 de agosto de 1921, pues ahí se fijó la
interpretación del artículo 27, en el sentido de que no era retroactivo.
En paralelo, se inició un notorio declive en la producción petrolera
mexicana; no obstante el desarrollo industrial y el momento de reconstruc-
ción, se dieron varios factores que contribuyeron a la disminución de la
producción petrolera en México. Por una parte, como ya se comentó, fue el
surgimiento de nuevas fuentes de aprovisionamiento en países como Vene-
zuela y Arabia Saudita, donde además los costos de producción eran más
bajos. Esta circunstancia propició que las compañías redujeran sus inver-
siones en México y que se concentraran en otros países con la consecuente
disminución en producción, refinación y pago de impuestos.
Por otra parte, el capitalismo mundial entró en una etapa de crisis gene-
ralizada hacia finales de la década de los veinte, lo cual impactó los procesos
productivos disminuyendo los consumos del energético. En materia petrolera
el impacto fue inmediato: para empezar, los precios internacionales sufrieron
una baja drástica y ello afectó los procesos de industrialización en general.
En nuestro país también se notaron los efectos, pues si en 1921 se
produjeron más de 193 000 000 de barriles, en 1929, año nodal de la crisis
capitalista, bajó a 44 688 000 para disminuir todavía más hacia 1938, el año
de la expropiación con 38 818 000. Otro efecto de esta desaceleración se ob-
servó en el pago de impuestos, cuando se pasó de alrededor de 88 000 000
de pesos, lo cual representaba casi 34% de los ingresos federales en 1922
a poco más de 19 000 000, significando sólo 6% de los ingresos federales
en el año de 1929, para tener un alza en 1937 con casi 58 000 000 de pago
de impuestos y 12.8% de los ingresos federales, es decir sin recuperar la
importancia de antaño.10
En estos años, los precios, la demanda y producción presentaron rit-
mos inconstantes pero que en todo caso no permitieron una recuperación
de esta industria. Como parte del cuadro petrolero debe considerarse que
algunos de los pozos más importantes de la llamada Faja de Oro, presenta-

10
Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 65.
26 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

ron su natural agotamiento antes de que surgiera un nuevo gran yacimien-


to en Poza Rica.
Por otra parte, en 1925 se promulgó la Ley del Petróleo, que trataba
de regular el artículo 27 en su contenido relativo al petróleo y en las adjudi-
caciones de terrenos para su explotación, lo cual generó nueva alarma entre
las compañías. Por ejemplo, la Royal Dutch-Shell disminuyó sus activida-
des e inversiones. En 1929 desmanteló La Corona y la traspasó a El Águila.
Los propios británicos hacían esfuerzos por trasladar sus activos a otras
latitudes e iniciaron procesos similares de desmantelamiento en parte de sus
instalaciones. Sin embargo, el consumo interno de productos derivados del
petróleo iba en aumento, por ejemplo en 1925 se habían consumido poco
más de 141 000 000 de litros de gasolina que hacia 1935 serían alrededor
de 350 000 000, claramente el mercado interno iba cobrando importancia
ante las exportaciones a otros países.11 A fin de evitar el completo desabasto
el gobierno mexicano, una vez más, debió hacer concesiones y limitar la
aplicación de las nuevas disposiciones en materia petrolera, ya que, a pesar
de la crisis, por momentos crecía la demanda interna de energéticos.
Los nuevos yacimientos y la creciente demanda interna hicieron que
la industria presentara un repunte, pero de lejos no se acercaba a la pree-
minencia que había tenido esta industria en años anteriores. Por ejemplo,
la producción volvió a aumentar y en 1937 llegó a 46 000 000 de barriles,
pero los precios internacionales se mantuvieron bajos, sin considerar que se
habían establecido nuevos impuestos.
De cualquier forma se había inaugurado una nueva etapa en la his-
toria petrolera de México, en la que el foco de interés de las compañías
no estaba en nuestro país, y en la que el consumo interno iba en ascenso,
por lo que se hacía necesario dar un nuevo impulso a esta industria. Inu-
sitadamente, este ya no provendría del capital extranjero, con intereses
solamente extractivos y de exportación, sino que en lo sucesivo sería una
fuerza interna y un modelo distinto el que daría nuevo empuje a la indus-
tria del petróleo.

11
Estos datos y un panorama general en Celis, La industria petrolera, 1988, pp. 228 y ss.
EL MOVIMIENTO PETROLERO,
DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN
(1913-1935)

CAMBIOS SOCIALES

La aparición de la industria petrolera conllevó rápidos cambios eco-


nómicos y sociales en todo el país y en particular en las comunidades y
poblaciones en donde se instauró. Al ser una rama productiva de la mayor
complejidad técnica (por la necesidad de establecer campos de extracción,
oleoductos, refinerías, medios de transportación y demás), implicó un in-
tenso proceso de proletarización de la gente que se integró a estas labores
en calidad de obreros. Además, su establecimiento provocó una copiosa
migración de regiones aledañas, cuyos habitantes llegaron en busca del tra-
bajo que prometía la industria del “oro negro”, ello sin contar la llegada de
huestes de trabajadores de diferentes partes del mundo, directivos e inge-
nieros estadunidenses y europeos, que configuraron a las plazas petroleras
como sitios multiculturales y de enormes contrastes.
Las plazas y campos petroleros, como Ciudad Madero, Minatitlán y,
más adelante, Poza Rica, rápidamente cambiaron su rostro; la súbita inyec-
ción de capitales, la depredación sin medida del medio natural y la copiosa
llegada de trabajadores provocó el típico crecimiento urbano sin planeación.
En las refinerías desde luego se dio una intensa organización jerár-
quica, en la cual todos los puestos directivos estaban reservados para los
ingleses y estadunidenses, siendo común los abusos y maltratos de los ex-
tranjeros hacia los trabajadores nativos provocando un mal enquistamiento
generalizado hacia ellos.

27
28 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

EL MOVIMIENTO OBRERO

En ese marco fue natural que se diera el agrupamiento de los trabajadores


movidos por la necesidad de apoyarse. La primera organización de tra-
bajadores petroleros de la que se tiene registro se dio en la refinería de El
Águila, en Minatitlán, Veracruz, propiedad del británico Weetman Pearson:
hacia el año de 1913 se creó bajo el nombre de Unión de Artesanos Latinos
Profesionales.1 Luego vendrían otras en Árbol Grande y Tampico, que for-
marían más adelante el Sindicato de la Pierce Oil Company, en Tamaulipas.
A la formación de este tipo de organizaciones contribuyeron varios
factores, como las condiciones laborales que eran con frecuencia insalubres,
no había protección ante accidentes en el trabajo, ni indemnizaciones, servi-
cios médicos, etcétera. Otro factor fue la política en favor del obrero, inicia-
da particularmente por los gobiernos estatales de Veracruz y Tamaulipas,
a partir del triunfo de la revolución y del ascenso del constitucionalismo;
asimismo, en años posteriores, se dio el impulso a la organización por parte
de centrales obreras que tenían presencia nacional, como lo fue la Casa
del Obrero Mundial (com), la Confederación Regional Obrera de México
(crom), la Confederación General de Trabajadores (cgt) que, no obstante
las distintas características ideológicas, hicieron su parte en la concientiza-
ción de los grupos de petroleros.
En tal entorno, la Unión de Artesanos, dirigida por Francisco Padi-
lla y Juan B. Platas, planteó las primeras demandas. Esta asociación tenía
como principio el mutualismo social y económico basado en el apoyo entre
los propios trabajadores para solventar cualquier tipo de emergencia. Sin
embargo, en febrero de ese 1913, varios militares porfiristas orquestaron un
golpe de Estado en contra del presidente Madero, el cual llevó al general
Victoriano Huerta a la presidencia de la república; el ascenso de la dictadu-
ra militar inhibió la formación de más agrupaciones obreras por un tiempo.
A partir de la instauración del gobierno de Victoriano Huerta, se
iniciaría la resistencia desde distintas trincheras ideológicas y militares, lo-
grando la destitución de Huerta. Como es sabido, en el norte hubo varios
levantamientos: Pancho Villa, en Chihuahua y Durango; Venustiano Ca-
rranza, en Coahuila, y Álvaro Obregón, en Sonora. En los estados del cen-
tro, Emiliano Zapata y varios seguidores, sin contar otros movimientos de

1
Hermida, Las luchas petroleras, s. a., p. 14.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 29

cuño regional que de alguna manera se rebelaban contra el ejército federal


y un gobierno que era considerado espurio.
Para 1914 el contexto nacional era muy distinto; a la derrota de la
dictadura sobrevino la llamada lucha de facciones, periodo en el cual se
decantaron los distintos jefes revolucionarios que habían participado en el
movimiento armado en dos grandes bloques. Por una parte, una alianza
entre Villa y Zapata y sus seguidores; por otra, la suma de varios generales
en torno a Carranza. Al final del enfrentamiento se dio el ascenso del cons-
titucionalismo iniciándose un nuevo gobierno.
Como se recordará esta facción había dado pruebas de intentar el
establecimiento de medidas fiscales y regulatorias de la industria petrole-
ra, lo cual cambiarían radicalmente el escenario para esta industria y sus
trabajadores.

CON LA FUERZA DE LA LEY

Una nueva etapa en el sindicalismo petrolero se daría a partir de esos años,


pero en particular desde 1917. Hasta entonces las compañías petroleras,
principalmente El Águila y La Huasteca Petroleum Oil Co. (las más gran-
des del país), no otorgaban reconocimiento a las organizaciones de los tra-
bajadores. Cuando había diferendos con los obreros y sus representantes, se
aceptaba la mediación de las autoridades municipales o jueces locales, que
con frecuencia eran presa fácil de sobornos y manipulaciones. Asimismo,
se empezaron a utilizar las llamadas “guardias blancas”, que eran grupos
armados financiados por las compañías, que amedrentaban a los obreros.
Estas tácticas tuvieron su efecto intimidatorio, pues lograron desarticular la
formación de organizaciones sindicales en los campos y plazas petroleras.
Sin embargo, el triunfo de la revolución constitucionalista y la crea-
ción de una nueva Constitución que contemplaba ampliamente los dere-
chos obreros, en particular el artículo 123, así como la determinación de
que los bienes del subsuelo pertenecían al Estado, establecido en el artículo
27, estimularon, junto con la necesidad de integrar una representación obre-
ra firme, la integración de nuevas organizaciones. Por ejemplo, la Unión de
Obreros de Minatitlán (uom), o el Sindicato de la Pierce Oil Corporation en
Árbol Grande, en las inmediaciones de Tampico, entre otras formaciones.
Otro factor para que se diera la reorganización sindical de los petrole-
ros fue el contexto de una mayor movilización entre otros sectores obreros,
30 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

de tal forma se dieron diversas protestas en varias partes del país propician-
do que, en el año de 1916, se diera una huelga general. Asimismo, debemos
considerar como un hecho importante la presencia de centrales obreras de
carácter nacional y el itinerar de sus asesores por las plazas petroleras. Un
ejemplo de esto último se dio en Minatitlán, cuando llegaron militantes de
la Casa del Obrero Mundial, como Samuel O. Yudico, Silverio Caballero
y otros, con el fin de reactivar la organización en 1918.2 De igual forma
sucedería en años posteriores con representantes de la crom, la cgt o de la
Confederación de Trabajadores de México (ctm).
Asimismo, se dieron algunos cambios legislativos que fortalecieron
la movilización, o que por lo menos la facilitaron. Así, en el estado de Ve-
racruz, el gobernador Cándido Aguilar habría expedido, en 1918, la Ley
Reglamentaria sobre Accidentes de Trabajo, en donde se establecían indem-
nizaciones por accidentes y fallecimientos en el trabajo.3 No hay duda de
que se había dado un viraje en la política laboral.
Un ejemplo de la impronta revolucionaria se observó de nuevo en
Minatitlán, cuando la Unión de Obreros tomó como guía la Constitución
de 1917 para realizar sus demandas, además (muy importante) abrió su
campo de acción al ámbito de la política local. La nueva idea era que el sin-
dicato o agrupaciones de trabajadores pudieran contender por los puestos
de elección popular como alcaldes o diputados. De tal forma que se había
dado una rápida transición de demandas por condiciones estrictamente la-
borales, a la actividad de orden político con objetivos más amplios. Esta
acción ciertamente generaba un foco de acción nuevo, aunque no se despe-
gaba de la lucha por las mejoras laborales. En este momento la lucha por el
poder local era parte de la defensa gremial, tomando en cuenta que a través
de las autoridades municipales se podía lograr que la compañía transigiera
con los trabajadores.
En ese marco, la lucha por el poder municipal era de suma importan-
cia pues hasta 1918 entró en funciones la Junta Central de Conciliación y
Arbitraje y, por lo tanto, los problemas, litigios y diferencias contractuales
de carácter obrero patronales eran resueltos por los municipios.
Otro ejemplo del impulso que dio la Constitución a las movilizacio-
nes de los petroleros se dio en Árbol Grande (en las cercanías de Tampico),

2
Ibid., p. 15.
3
Legislaciones similares se habían promulgado en Hidalgo, en 1915; Zacatecas, en 1916;
Yucatán, en 1917, y Sonora y Chiapas, en 1918.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 31

en donde el sindicato de Pierce Oil Co. llevó a cabo una multitudinaria


huelga en el año de 1919, la cual fue apoyada por otras agrupaciones de
petroleros de la región y posteriormente controlada por la fuerza, gracias a
los nexos de la compañía con las autoridades militares.4
Por cierto que, en torno a la formación y desarrollo de la Junta de
Conciliación y Arbitraje, es importante referir que su origen deriva de la
legislación en materia laboral, expresada sobre todo en el artículo 123. Así,
en primera instancia, se propiciaría la formación de las Juntas Locales de
Conciliación y Arbitraje, esto hacia noviembre de ese 1917, con la intención
de resolver los diversos casos de conflictos laborales que se presentaran. Sin
embargo, la primera Suprema Corte emanada del proceso revolucionario
consideró que “las juntas de conciliación y arbitraje eran órganos adminis-
trativos encargados de avenir a los patrones y empresarios con los obreros,
cuyas decisiones no tenían carácter ejecutivo en la medida en que la partes
podían negarse a someter sus diferencias a dichas juntas y negarse a su vez
a aceptar sus laudos”.5 Por ello, los laudos emitidos por estas juntas locales
serían “débiles”, ya que podían ser omitidos por las partes en conflicto,
habitualmente los patrones. Prueba de esta falta de fuerza es que incluso la
propia Corte llegó a considerar la falta de potestad de las juntas locales de
conciliación en diversos casos.
No sería sino hasta el año de 1924 cuando la Corte comenzó a con-
siderar que las juntas de conciliación tenían, en tanto órganos federales, la
facultad para dictar laudos de cumplimiento obligatorio; ello significaba un
cambio radical en la interpretación de la Corte en torno a la importancia
de estas instancias. Es claro que, en este momento, hay un viraje que se
manifiesta en la intención de fortalecer a las juntas, lo cual coincidía con la
necesidad de dar eficacia en la aplicación del artículo 123.6
Sería hasta 1927 cuando, además de estas juntas locales, se consti-
tuiría la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, con la finalidad de re-
gular los conflictos de orden laboral surgidos en zonas federales o en las
industrias cuya materia de explotación derivara de un contrato o concesión
federal (como era el caso de la industria petrolera). Vale añadir que, al darse
la creación de la Junta Federal, se estableció que estaría integrada por un

4
Hermida, Las luchas petroleras, s. a., p. 8.
5
Mijangos, La Suprema Corte, 2019, p. 120.
6
Ibid., p. 128.
32 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

número equivalente de trabajadores y de patrones, más un miembro nom-


brado por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.
Con este impulso, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje tendría
un papel central en la solución de problemas de orden laboral, tal y como
sucedió en los años subsecuentes en la industria textil y petrolera, por citar
un par de ejemplos.

LA ACCIÓN

En lo sucesivo, en todo el país, se dio un mayor activismo obrero en gene-


ral, sobre todo después de las manifestaciones de huelga general de 1916 en
la ciudad de México y la promulgación de la nueva Constitución en 1917.
Así, se dieron nuevas movilizaciones entre los petroleros que se extendie-
ron entre estibadores y ferrocarrileros, vinculados a la industria petrolera,
y que las compañías atribuyeron a la manipulación de los líderes sobre los
obreros, o a la influencia de la organización estadunidense International
Workers of the World (iww), o las acciones de agentes alemanes (por el
contexto de la primera guerra mundial), pero nunca, desde luego, a las
condiciones laborales.
Después de estas primeras huelgas, las compañías intensificaron la
utilización de guardias blancas, y afianzaron nexos con grupos de rebeldes
que habían iniciado movimientos de resistencia militar a los gobiernos ema-
nados de la revolución. Esta relación, con el tiempo, se volvió más orgáni-
ca y tuvo su punto culminante con rebeldes contrarrevolucionarios como
Cástulo Pérez en Minatitlán y Manuel Peláez en la huasteca, cuyos movi-
mientos fueron financiados y utilizados por las compañías para amedrentar
líderes obreros y someter la movilización a los intereses de las compañías.7
Además, se formaron diversas agrupaciones. Estas se daban por loca-
lidades petroleras, es decir sindicatos en Ciudad Madero, en Minatitlán, en
la ciudad de México y en los diversos campos petroleros; se daban también
por gremios: los mecánicos, los estibadores, los oficinistas, los trabajadores
del sector de refinación, etc.; o bien por empresa: El Águila, la Huasteca

7
Cástulo Pérez se había levantado en armas hacia el año de 1914. Su movilización significó
una resistencia al establecimiento del constitucionalismo en la región. Pronto estableció nexos con El
Águila, deseosa de sustraerse a la legislación en materia petrolera que le imponía nuevos impuestos.
Con la derrota militar de Carranza hizo una rápida transición al obregonismo, lo que le permitió
convertirse en autoridad militar de la región.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 33

Petroleum Company, la Tamiahua Oil Co., la Penn Oil Company, Pierce


Oil Co., y así sucesivamente, de tal manera que se propició una enorme
atomización en la organización de los trabajadores, lo cual al final del día
iba en detrimento de sus intereses.8 Un dato ilustrativo de lo que se dice
es que entre 1931 y 1937 se llegaron a registrar, oficialmente, 47 sindicatos
petroleros.9
Lo anterior sin contar que dentro de cada organización se daban las
clásicas disputas entre grupos que querían asumir su control. Asimismo,
las organizaciones nacionales estaban en pugna permanente por la afilia-
ción de estos trabajadores: la com, principalmente, en los primeros años;
luego sería preponderante la crom;10 otra central con alguna presencia era
la cgt.11 Los resultados fueron el fraccionamiento de la organización de
los trabajadores petroleros y el mayor control de la empresa, ahora con
manos libres para despedir o contratar trabajadores. Esta situación debilitó
al movimiento obrero y se dio el despido masivo de trabajadores cuando así
convenía a los intereses de las compañías.12

LA CROM Y LOS PETROLEROS

El triunfo militar y político de Obregón, hacia 1920, implicó un redimen-


sionamiento de los movimientos sociales; el nuevo gobierno consideró
esencial el “apoderarse” del capital político representado por el movimiento
campesino y obrero.

8
Valdivieso, Historia del movimiento, 1963, p. 36.
9
Celis, La industria petrolera, 1988, pp. 248-252.
10
La crom había surgido en 1918 con varias tendencias en su seno, poco a poco se impondría
la corriente encabezada por Luis N. Morones, quien decidió fundar el Partido Laborista Mexicano
(plm) el 15 de diciembre de 1919, mismo que tendría fines electorales. A manera de filial se fundaría
el Partido Socialista del Trabajo.
11
La cgt se fundó en febrero de 1921, basado en el sindicalismo revolucionario y también
en el anarcosindicalismo. Planteaba la independencia del movimiento obrero del gobierno. Llegó
a tener influencia en varias ramas productivas y de servicios como: ferrocarrileros, tranviarios,
panaderos, etc., al igual que entre los petroleros de El Águila y la Huasteca Petroleum Company. Al
respecto véase Herrera, Colaboración y conflicto, 1998.
12
Un ejemplo de lo que se dice se dio en Minatitlán, véase Archivo General de la Nación
(en adelante agn), foc, exp. 407-M-2, caja 133. Los obreros de esa plaza habrían demandado la
intervención del presidente, quien contestó que este asunto era de la competencia del gobernador
de Veracruz.
34 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Es por ello que se observó una clara política de impulso organiza-


tivo, a través de la crom y su líder Morones, que en principio tendía a
fortalecer a las agrupaciones de obreros, pero que también tenía una clara
intención de cooptación de las mismas.
Así, en los primeros años de gobierno del grupo sonorense, la crom
se consolidó como la central obrera más importante, pues el número de sus
afiliados pasó de 50 000 en 1920 a 1 200 000 en 1924.13 No obstante que
la política obrera de Obregón tenía sus límites, era clara la alianza entre el
gobierno y la crom, pues para efectos del fortalecimiento estatal era conve-
niente tener una organización obrera integrada, que fuera un elemento de
movilización y apoyo gubernamental, incluso en cuestiones como la indus-
tria petrolera tan ligada a los intereses internacionales.
Entre 1924 y 1928, la alianza entre el gobierno y la crom se volvió
casi orgánica. Por una parte, esta central obrera quedó plenamente subor-
dinada al gobierno de Plutarco Elías Calles, al tiempo que Morones fue
designado como secretario de Industria, Comercio y Trabajo, influyendo
y determinando, en buena medida, el curso de las movilizaciones obreras.
Una de las asignaturas que quedaban pendientes para Morones era
la integración de los petroleros. Vale señalar que hacia 1918, al fundarse
la crom, las organizaciones de petroleros en general no se adscribieron a
esta central, permaneciendo independientes. Ese año los trabajadores del
sindicato de la Pierce Oil Corporation se movilizaron y al poco tiempo
hicieron su huelga en Tampico, mientras que en Minatitlán surgió la Unión
de Obreros (uom), que tampoco se afilió a la crom.
La crom pronto estableció en su radio de acción la importancia de las
agrupaciones de esta industria. De tal forma que, para 1920, propiciaron
nexos con la uom; era claro que el gobierno obregonista pretendía adjuntar-
se este movimiento. Así, en el breve movimiento huelguístico de enero de
1920, se habían dado trabajos organizativos por parte de la crom a través
de Samuel O. Yudico y José López Cortés, representantes de dicha central.14
Sin embargo, el movimiento petrolero perdió cohesión hacia 1921,
golpeado por las compañías y dividido por el surgimiento de organizacio-
nes obreras espurias manipuladas por los intereses de las compañías extran-
jeras. Por si fuera poco, se dieron nuevas divisiones pues algunos sindicatos
13
Estos datos son oficiales y cuestionables, pues tendía a magnificarse la presencia y poder
organizativo de la crom; sin embargo, sí denotan la intensa campaña de afiliación a esta central.
14
Véase el informe de la Unión de Obreros de Minatitlán, en agn, Departamento del Trabajo,
exp. 34-2-8-2.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 35

petroleros se acercaron a la crom, mientras otros empezaron a militar en la


cgt, que tenía un carácter independiente.15

LAS HUELGAS DE 1925

No obstante, el ambiente proclive a la organización del movimiento obrero,


se dieron nuevas divisiones internas y el vínculo con la crom no siempre
fue favorable a los petroleros. Un ejemplo claro y doloroso para estos tra-
bajadores se dio en Minatitlán, en 1925, cuando se inició una huelga en
demanda de mejores condiciones laborales y la contratación obligatoria de
sus afiliados para la compañía El Águila. Como en las negociaciones no se
obtuvieron acuerdos, el 5 de septiembre de 1925 estalló una huelga, que en
esta ocasión sería guiada por la crom, reclamando la reinstalación de los
149 trabajadores cesados por la compañía.
Como no hubo mayores avances, la crom hizo sentir su poder y
propició el boicot a los productos de El Águila, además de la adhesión de
otras organizaciones a lo largo del país.16 En adición a ello, envió como
asesores a Luis F. Ibarra y a Humberto Puebla, considerados expertos en
la materia. La disputa creció en sus proporciones y el caso llegó a la Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación, la cual el 26 de enero de 1926 falló en
el sentido de que la compañía debía pagar los salarios caídos de los traba-
jadores (aunque no se aclaraba si también la reinstalación). No obstante,
el resultado favorable y al margen de este dictamen, El Águila y la crom
llegaron a acuerdos a fin de anular, en la práctica, este fallo. Los pagos se
hicieron de manera parcial al igual que la reinstalación de los trabajadores,
además de que se cancelaba el boicot a la compañía británica. Quedó claro
entonces que la crom era capaz de negociar la ley con las empresas.17
Otro ejemplo lastimoso para los petroleros se dio en la Huasteca,
en donde la crom intervino, a través del Sindicato Único del Petróleo de
Obreros y Empleados de la Huasteca Petroleum Company, en detrimento

15
Torre, La huelga de los trabajadores, 1987, p. 154.
16
En Archivo Plutarco Elías Calles (en adelante apec), exp. 17, inv. 1013, leg. 1, fs. 1-47, Gav.
16, exp. Compañía de Petróleo El Águila.
17
Para conocer más detalles, puede consultarse Valdivieso, Historia del movimiento, 1963, pp.
45-55; también en Hermida, Las luchas petroleras, s. a., pp. 15-17.
36 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

de un movimiento organizado por la cgt y un sindicato independiente en


esa misma compañía.18
Desde luego, las movilizaciones de los petroleros continuaron a pesar
de estos “tropiezos” y traiciones; sin embargo, estas se realizaron al mar-
gen de las organizaciones de tipo nacional, la crom en específico, o bien en
coalición con esta, pero los nexos ya no se darían de forma incondicional.
Así sucedió entre 1934 y 1935 con el sindicato de la Huasteca, que solicitó
mejoras en las condiciones laborales, apelando de manera directa al arbitraje
del presidente de la república, Abelardo L. Rodríguez. En esa ocasión se dio
un fallo favorable a los trabajadores, sin que por ello se hubieran cumplido
las demandas, lo cual detonó una huelga que inició el 23 de enero de 1935,
ya siendo presidente el general Lázaro Cárdenas.19 El movimiento había
sido declarado lícito por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje seña-
lándose, entre otras cosas, que las compañías deberían pagar los salarios
caídos. Ello provocó la inconformidad de la empresa que se amparó ante
la Suprema Corte de Justicia de la Nación,20 la cual ratificaría el laudo. Este
caso es interesante, pues este esquema de las compañías de ampararse ante
fallos adversos se repetiría un par de años más adelante, dando la pauta a la
expropiación de la industria petrolera.

EL CORPORATIVISMO

Con la revolución mexicana surgió un nuevo orden y se creó un Estado


que recuperaba demandas con fuerte contenido social por parte de sectores
populares, mismas que quedaron expresadas en la Constitución de 1917,
la cual representó un pacto social que no siempre fue cumplido de manera
expedita y plena pero que representaba un cambio.
Esta situación desde luego provocó constantes amagues, rupturas,
pugnas, escisiones y hasta rebeliones de diversos sectores sociales. El Esta-
do posrevolucionario seguía siendo frágil en el sentido social, y su principal
fuerza dimanaba de su superioridad militar. Lo anterior le permitió sujetar
movilizaciones e incluso algunas rebeliones armadas en su contra, entre
ellas: la rebelión delahuertista (1923-1924), la rebelión cristera (1926-1929),

Celis, La industria petrolera, 1988, p. 207.


18

En agn, Fondo Lázaro Cárdenas, exps. 432.2/2 y 432.2, f. 164; 432.2/29, f. 2117.
19

20
Carta fechada en Ciudad Madero, Tamaulipas, el 2 de abril de 1935, al presidente de la
República, General Lázaro Cárdenas. En agn, Fondo Lázaro Cárdenas, exp. 432.2/29, f. 1968.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 37

la rebelión escobarista (1927), sin contar distintos amagos de caudillos mi-


litares y caciques regionales.
Se hacía, pues, necesario un mayor fortalecimiento político, la inte-
gración de amplios sectores de la sociedad que apuntalaran al Estado, que
permitiera el cumplimiento de las demandas sociales y que erigiera al go-
bierno y al presidente en turno como un poder plenamente reconocido e
indisputado.
Uno de los sectores sociales que fue foco de estos intentos integrado-
res sería el de los obreros, por su creciente número, capacidad de unifica-
ción y movilización social. Así se reforzaron los intentos, desde el gobierno,
por formar un espacio en el cual se dieran las expresiones de inconformidad
y protesta obrera. Fue primordial, en ese sentido, organizar a estas huestes,
formar sindicatos y eventualmente centrales que los aglutinaran.
La idea central era cooptar y controlar esa fuerza social tan volátil, in-
tegrar al movimiento obrero a las determinaciones del Estado y convertirse
en el interlocutor de las clases en conflicto.
A ello se consagraron todos los gobiernos desde Álvaro Obregón y
notoriamente los de Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. En ese senti-
do, el gobierno de Pascual Ortiz Rubio terminó de promulgar la Ley Fede-
ral del Trabajo, el 27 de agosto de 1931.21 Este acto, en principio, garantizó
los derechos de los trabajadores, aunque también era una forma de socavar
la fuerza de agrupaciones y partidos independientes, como el que ejercían
ocasionalmente los grupos afiliados al comunismo.
De manera que en estos años hay dos ejes paralelos sobre los que
corrió la política estatal: la organización sindical para canalizar la integra-
ción obrera al sistema, y la legislación laboral para otorgar derechos a los
trabajadores, pero también para propiciar su control.

LAS ORGANIZACIONES SINDICALES


Y LA POLÍTICA DE MASAS

En estos años, las organizaciones obreras que mantenían un vínculo al Es-


tado conservaron un gran poder de convocatoria. La crom siguió siendo
preponderante, no obstante el indecoroso papel jugado en las huelgas de

21
A decir de Arnaldo Córdova, la Ley Federal del Trabajo no satisfacía ni a patrones ni a
sindicalistas. En Córdova, La clase obrera, 1984, pp. 90 y ss.
38 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

1925. Otro tanto hacía, en ese sentido cooptador, la Confederación General


de Trabajadores (cgt) y a partir de ella la Cámara del Trabajo (ct), que se
encontraba bien identificada con el Partido Nacional Revolucionario (pnr).
Incluso las escisiones de la crom provocarían experiencias organizativas
en principio independientes, pero que poco a poco se reintegrarían a las
huestes gubernamentales.
Notoriamente es el caso de Vicente Lombardo Toledano, quien al
separarse de la crom había llevado tras de sí a una serie de organizaciones
sindicales de carácter regional y nacionales. En principio habría manteni-
do una posición independiente del gobierno, a través de la Confederación
General de Obreros y Campesinos de México (cgocm), con una estrategia
centrada en las demandas obreras y sin participación en la política partidis-
ta. Sin embargo, por razones estratégicas (que beneficiarían tanto a obreros
como al gobierno federal) se daría un acercamiento con el gobierno del ge-
neral Lázaro Cárdenas, sobre todo al momento de la formación de la ctm.
Vale considerar que, si bien convenía a los fines del Estado que el mo-
vimiento obrero no fuera demasiado fuerte como para contender y cuestio-
nar las directrices gubernamentales, también era cierto que necesitaba cier-
ta organicidad para constituir una fuerza de importancia que fuera aliada.
Tan sólo un ejemplo de ello es el poder adquirido por la crom, la Cámara
Nacional del Trabajo, en los años de Abelardo L. Rodríguez, y, posterior-
mente la ctm, a través de los sindicatos nacionales.

EL STPRM, LOS INICIOS

Durante su periodo presidencial, Lázaro Cárdenas trataría de gestar un


nuevo vínculo con las organizaciones obreras, en particular después del
desprestigio de la crom. Para ello se diseñaron dos estrategias principales.
La primera fue la creación de una nueva central obrera, que identificara a
los obreros con la política gubernamental y que significara un apoyo mu-
tuo. Por otra parte, se formaría, en octubre de 1933, la Confederación Ge-
neral de Obreros y Campesinos de México (cgocm), dirigida por Vicente
Lombardo Toledano. Esta organización había mantenido una posición in-
dependiente, con una estrategia centrada en las demandas de orden laboral
sin participación en la política partidista. Sin embargo, los requerimientos
tanto de los obreros como del gobierno propiciarían un acercamiento. El
propio Lombardo debió convencerse de lo beneficioso de esta unión y en
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 39

lo sucesivo los esfuerzos se avocaron a: “lograr la unidad de la clase obrera


en una central única, y sobre la base de la alianza entre el Estado y la clase
obrera organizada, llevar a cabo las reformas que había prometido al país la
Revolución mexicana, sin que hasta entonces las hubiese podido cumplir”.22
De tal forma se daría origen a la formación del Congreso de Unificación
Proletaria, del cual derivaría la Confederación de Trabajadores de México
(ctm), en febrero de 1936.23 La nueva central tendría una amplia afiliación
que se llegó a considerar en alrededor de 200 000 trabajadores, que se
convirtieron en una enorme fuerza social adosada al gobierno cardenista.24
La segunda estrategia se basaría en la formación de organizaciones de
carácter nacional en ramos productivos clave de la economía, para termi-
nar con el fraccionamiento sindical. Ello fue fundamental para fortalecer al
Estado mexicano. En estas estrategias confluían no sólo las necesidades del
gobierno, sino también una inercia propia de las organizaciones obreras,
conscientes de la necesidad de su unificación. Así, en enero de 1933, se for-
mó el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana,
luego seguirían los mineros, los tranviarios y otros gremios más.
También estaban las agrupaciones afiliadas a la Confederación Sin-
dical Unitaria de México (csum), vinculada al Partido Comunista, y que
tenía representación entre ferrocarrileros, tranviarios, mineros metalúrgicos
y petroleros.25 Arnaldo Córdova comenta al respecto:

La unificación del proletariado mexicano comenzaba a ser una brillante reali-


dad. Ello se traducía, desde luego, en un nuevo impulso de la lucha reivindi-
cativa de los trabajadores que comenzó a alcanzar niveles jamás presenciados
antes y que habría de ser mayor aún en los años siguientes. Pero se manifestó
también en un cambio cualitativo de la organización obrera que tendía, por
lo menos en las principales ramas industriales de la economía nacional, a la
formación de sindicatos nacionales de industria. Ya por entonces los petrole-
ros estaban dando batallas que en pocos años conducirían a la formación de
su sindicato único…26

22
Ibid., p. 239.
23
Ello como producto de la integración de la cgocm y la csum, principalmente.
24
Acertadamente, Ricardo Pérez Montfort señala: “Si bien las relaciones entre la ctm y el
régimen no fueron siempre tersas, sí quedó claro que dicha confederación sería una de las columnas
de apoyo del gobierno cardenista”. Pérez, Lázaro Cárdenas, 2019, p. 181.
25
Ibid., pp. 209-211.
26
Ibid., pp. 167-168.
40 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Dentro de esta creciente movilización debemos contar a los petrole-


ros cuyo impulso al movimiento obrero fue fundamental. Para entonces, la
importancia de esta industria era clara por sus aportaciones económicas,
por ser motor de la industrialización nacional y por la fuerza del capital
extranjero, pero también por la organización que ya existía (como se ha
visto) desde los años de la revolución y por el potencial de capital social que
representaba en la cantidad de sus agremiados.
Sin embargo, existían algunos problemas para integrar a esta fuerza
política a las huestes del sindicalismo oficial, o por lo menos para hacerlo
más manejable. Entre ellos la dispersión de este sector. Los obreros petro-
leros se encontraban diseminados a lo largo de toda la franja del Golfo de
México (en las zonas de Tampico, Poza Rica y Minatitlán) y la capital del
país, es decir en donde se encontraban los pozos del oro negro y en las
refinerías. No era el caso de textileros, mineros u otros gremios localizados
en enclaves muy específicos.
Por otra parte, su agrupamiento no parecía sencillo dadas las diferen-
tes ideologías y concepciones organizativas que imperaban hacia el centro
del sindicalismo petrolero. Con frecuencia, las primeras agrupaciones se
gestaron bajo el influjo del anarquismo. También había presencia de afi-
liados al Partido Comunista y desde luego seguidores del gobierno y su
partido, que podríamos considerar como nacionalistas.
Otra cuestión que dificultaba la integración petrolera era la división
que existía entre sindicatos y agrupaciones organizadas por gremios, empre-
sas o poblaciones, como ya se comentó. Por eso, la fuerza y capacidad de
movilización se encontraban muy menguadas, y era clara la necesidad de una
real integración, de un bloque unido que les permitiera hacer fuerza en favor
de sus demandas.
A pesar de las necesidades del cardenismo por consolidar los sindica-
tos nacionales, los petroleros enfrentarían más problemas como las pugnas
internas que se daban en cada sindicato local, por alcanzar puestos directi-
vos. Además de las diferencias entre sindicatos locales y regionales, que en
ocasiones habían desarrollado una lucha frontal y sorda entre sí.
A esto se sumaban las propias compañías que financiaban distintas
formas de resistencia a las directrices que en materia petrolera dictaba el
gobierno mexicano, entre ellas: la fragmentación sindical, la corrupción de
líderes, el auspicio a centrales subordinadas, el porrismo, etcétera.
De la necesidad de actuar en bloque eran conscientes tanto el pre-
sidente como los propios petroleros. En este sentido, el general Cárdenas
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 41

señalaría de su estancia el 2 de abril de 1934 en la plaza de Minatitlán:


“Pasé este día en Minatitlán […]. Visité las oficinas de la Alianza de Tra-
bajadores y la Unión Obrera, agrupaciones de obreros que trabajan con el
Águila. Mal andan con formar dos organizaciones sindicales dentro de una
misma empresa.”27 Seguramente que estas reflexiones fueron transmitidas a
los obreros de esa plaza pues enseguida iniciaron esfuerzos por agruparse,
para superar sus diferencias y hacer de forma coordinada sus reclamos a
las compañías. Incluso buscaron integrar esfuerzos con el gobierno para
dar cauce a la necesidad de unificación, tal y como sucedió inicialmente en
el sur de Veracruz, en donde la Alianza Mexicana de Trabajadores de El
Águila se dirigió al presidente Cárdenas en los siguientes términos: “hoy su-
plicámosle su ayuda para la formación de un sindicato único de la industria
petrolera de la nación para formar un solo frente, único y capaz de sostener
nuestra lucha contra el expoliador del trabajador: el capital”.28
Así surgió, en 1934, en el sur de Veracruz la Federación de Sindicatos
de Trabajadores de la Industria del Petróleo de la Región Sur de Veracruz,
que agrupaba a los distintos sindicatos de las poblaciones petroleras de esa
demarcación (Francita, Las Choapas, Agua Dulce, Nanchital y Minatitlán,
con sede en Puerto México), que llegaban a sumar hasta 3 500 agremiados,
que de alguna manera serían el antecedente de un sindicato de orden nacio-
nal.29 La movilización y activismo de los petroleros, y su liga a la Federación
logró que se declarara una huelga en contra de El Águila en la región. Por
otra parte, estos trabajadores estaban afiliados a la Cámara Nacional del
Trabajo, que mantenía vínculos con el gobierno de Abelardo L. Rodríguez.
La demanda principal, que finalmente fue obtenida, era el pago de salarios
del séptimo día.30
Aunque este intento unificatorio sería la piedra fundacional, era nece-
sario que los sindicatos petroleros de Tamaulipas y ciudad de México fue-
ran partícipes de esta idea y se vincularan a esta movilización. Un intento
en este sentido se dio en Tampico, hacia octubre de ese 1934.31

27
Cárdenas, Obras, 1972, p. 269.
28
Carta fechada en Minatitlán, Veracruz, el 3 de abril de 1934, firmada por el Secretario Ge-
neral, Jerónimo A. Rodríguez y otros más, al General Lázaro Cárdenas, candidato a la presidencia
del pnr. En agn, Fondo Lázaro Cárdenas, exp. 432.2/8.
29
Al respecto véase la nota “Convención petrolera”, El Nacional, 17 de mayo de 1934; La Prensa
del 11 de marzo de 1934 y la nota “Se trata de construir”, El Universal, 24 de junio de 1934.
30
Córdova, La clase obrera, 1984, p. 201.
31
Hermida, Las luchas petroleras, s. a., p. 23.
42 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Sin embargo, no sería sino hasta enero de 1935 cuando se iniciaron


los trabajos para organizar la celebración de una Convención Mixta Na-
cional de la Industria Petrolera, cuyo propósito era adoptar un Contrato
Colectivo de Trabajo que abarcara y regulara los intereses, derechos y obli-
gaciones de los obreros y empresarios del sector petrolero. Si bien la Con-
vención Mixta no se realizó, desde el gobierno y a través del Departamento
del Trabajo se había preparado a todos los sindicatos de la región sur y
dirigentes para formar el sindicato de industria. Para ese efecto el Departa-
mento del Trabajo apoyó a Armando Kauffman Álvarez, trabajador de la
Huasteca Petroleum Company, para formar un sindicado nacional del pe-
tróleo.32 No obstante las dificultades y obstáculos interpuestos por las com-
pañías, Kauffman logró reunir a las organizaciones petroleras del norte y
del sur, y sumar el apoyo de los ferrocarrileros y los mineros. Así, en mayo
de 1935, se dio un primer esbozo nacional de un Sindicato de Trabajadores
Petroleros de la República Mexicana (stprm) con 19 sindicatos firmantes.
No obstante, sus limitaciones en la convocatoria, estaba dado el importante
precedente de contar con un sindicato de orden nacional.
Posteriormente, el 13 de julio de 1935, en la capital, se convocó al Pri-
mer Gran Congreso de Sindicatos Petroleros. Así el 15 de agosto se aprobó
el Acta Constitutiva y los Estatutos que habrían de regir al nuevo organis-
mo con 19 delegados de sindicatos y uniones, dando origen al Sindicato
de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, aunque fue firmada
hasta el día 23 de ese mes. El órgano máximo del sindicato sería el Comité
Ejecutivo Nacional (o Comité Ejecutivo General en los primeros años de
la agrupación) y Eduardo Soto Innes fue electo como primer secretario
general. La unificación de 13 267 trabajadores petroleros fue finalmente
consolidada. Sin lugar a dudas, el stprm se había convertido en el sindicato
aglutinador y líder de la industria petrolera.
Los distintos sindicatos petroleros observaron los beneficios de cons-
tituir una fuerza nacional, de manera que, en un año, prácticamente todos
los trabajadores del gremio se habían integrado organizándose por seccio-
nes. En la formación nacional de los trabajadores petroleros fue definitiva la
intervención del gobierno, pues era de interés del general Cárdenas contar
con un apoyo decidido y fortalecido del movimiento obrero. Luis R. Torres,
secretario general del sindicato, lo expresaría de esta manera:

32
Celis, La industria petrolera, 1988, pp. 266-267.
EL MOVIMIENTO PETROLERO, DE LOS ORÍGENES A LA UNIFICACIÓN 43

Los trabajadores petroleros siguen paso a paso el desarrollo que el presidente


de la República ha querido imprimir al movimiento obrero. Se unificaron
en un solo organismo, respondiendo al llamado del señor Gral. Cárdenas,
quien se expresó así en Monterrey: “La formación de organismos únicos
será benéfico para las clases obreras, para los patrones y para el mismo Go-
bierno.” Ya obtenida la unificación de los laborantes petroleros, consecuencia
inmediata sería la propugnación de condiciones contractuales que lograran
para estos una vida mejor.33

Lorenzo Meyer señala al respecto: “El stprm nació bajo la tutela del
gobierno cardenista, pero su bagaje histórico era de independencia y com-
batividad. Sin embargo, entre agosto de 1935 y marzo de 1938, predominó
en la nueva organización la política de colaboración estrecha con el gobier-
no federal, pese a que la nueva ofensiva contra las empresas petroleras era
parte de un proyecto más gubernamental que sindical.”34
Debe considerarse que la formación del stprm fue funcional no sólo
para los intereses de los trabajadores, sino también para el Estado mexicano
al otorgarle una fuerza adicional en su ya desarrollado proceso de coopta-
ción sindical. Con este nuevo integrante de las huestes obreras, el gobierno
cardenista aumentaba su capacidad de movilización y su fuerza ante las
presiones provenientes de la política interna (me refiero a los amagos del
callismo y seguidores, de militares dispuestos a insurreccionarse, a líderes
inconformes, etcétera). Así, los trabajadores se convertirían en aliados, casi
incondicionales, del Estado posrevolucionario.
Estas acciones, claramente, ponían de manifiesto la intención del Es-
tado de erigirse como el conductor, no sólo de la política social, sino tam-
bién de las relaciones entre patrones y trabajadores, como promotor de la
economía y de la industrialización del país, como verdadero rector de las
relaciones entre las clases.

33
Esta declaración apareció en El Universal, 1 de mayo de 1937.
34
Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 79.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN
PETROLERA, 1936 A 1938

LAS COMPAÑÍAS Y EL CONFLICTO CON EL STPRM

Después de la formación del stprm, se percibió enseguida la fortaleza


que había adquirido el movimiento petrolero; como se ha visto, esto derivó
de una dinámica interna de unidad, pero también de un contexto favorable
del cual debemos considerar la formación de sindicatos nacionales (como
los de mineros y electricistas, entre otros), de centrales obreras nuevas que
al momento mantenían un mayor vínculo con las bases de trabajadores (la
ctm, en un inicio), y el apoyo del gobierno nacional al movimiento obrero,
en sus afanes de fortalecimiento y política de cooptación del Estado. Asi-
mismo, se daba, en esos momentos, un ambiente de creciente movilización,
como lo demuestran las múltiples huelgas que estallaron, entre otras la del
Sindicato de Electricistas contra la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza,
así como una notable efervescencia y lucha en el seno del movimiento obre-
ro, como lo prueban las desavenencias entre los sindicatos afines al Partido
Comunista Mexicano y la ctm.
En el ámbito de los petroleros, el stprm se hizo presente enseguida me-
diante labores de mediación en conflictos ante las empresas extranjeras. Como
c+onsecuencia de estas actividades, a inicios de 1936, derivó el proyecto de
obtener un Contrato Colectivo de Trabajo. Asimismo, se realizó el Primer Pro-
yecto de Contrato General de Industria. El objetivo de este documento era ge-
nerar condiciones igualitarias de trabajo en todas las plazas petroleras, ya que
hasta entonces existían condiciones diversas que propiciaban movilizaciones
y negociaciones fragmentadas. Por ejemplo, en Tampico se había gestado un
movimiento de huelga hacia el mes de julio, llegándose a algunos acuerdos con
la Huasteca Petroleum Co.; mientras que, en los campos de Cerro Azul y Nan-
chital, los trabajadores de la Pierce Oil Co. gestaban nuevas movilizaciones.

44
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 45

De tal forma que, desde la perspectiva del sindicato, era necesario


establecer reglas generales, por lo cual el día 3 de noviembre envió una
propuesta de contrato general a las compañías, conteniendo todo tipo de
cuestiones, desde temas salariales, vacaciones, jornadas, habitación para
trabajadores, hasta prestaciones como servicios de salud, escuelas para hijos
de los trabajadores, jubilaciones, becas, etcétera.1
La solicitud de encuentro con las compañías se hizo a través del De-
partamento del Trabajo y pretendía ser una reunión obrero patronal a reali-
zarse en ese mismo mes de noviembre, con la intención de reunir a la mayor
parte de la representación de ambas instancias. En principio, 17 compañías
(las principales) aceptaron asistir, aunque hicieron algunas objeciones a las
características de la reunión y a las solicitudes sindicales, señalando que
los trabajadores petroleros ya se encontraban en situación económica ven-
tajosa con relación a trabajadores de otras industrias en México; además,
agregaban, se cumplía sobradamente con los reglamentos derivados de la
Ley Federal del Trabajo. Adicionalmente, el trust de empresas petroleras
inició una campaña en contra del sindicato, que incluyó el cabildeo en el
Congreso y la prensa nacional.
No obstante los ataques, o tal vez por ello, el stprm hizo un emplaza-
miento de huelga general. En la argumentación del sindicato se señalaban
las condiciones desventajosas de sus agremiados, las condiciones insalubres
de vida, el alto costo de la vida en las plazas petroleras y las ganancias ex-
traordinarias que se obtenían en esta industria.
En un ambiente de creciente crispación se dieron las primeras reunio-
nes en el Departamento del Trabajo, del cual era director el señor Genaro
V. Vázquez. Hacia el 23 de noviembre y en los días subsecuentes, sin que se
llegaran a acuerdos hasta el día 27 cuando, a raíz de un exhorto del presiden-
te Cárdenas, se acordó proceder a la discusión de la propuesta del contrato
colectivo.
Las pláticas fueron, en el curso de los meses siguientes, muy accidenta-
das por decir lo menos: los amagos de retiro, suspensiones de las reuniones
e incluso paros laborales, fueron lo cotidiano. Un ejemplo de esto fue la sus-
pensión promovida por el sindicato en enero de 1937, debido a las obstruccio-
nes de los abogados de la Pierce y de la Huasteca Petroleum Oil Company,
según se justificaba. Asimismo, las descalificaciones fueron frecuentes. Para

1
Algunos pormenores de las peticiones expresadas en este contrato se pueden consultar en
Celis, La industria petrolera, 1988, pp. 327-330.
46 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

tener una idea de lo complicado que iban resultando las negociaciones, debe
tomarse en cuenta que para el mes de marzo sólo se habían acordado catorce
de los 248 puntos que señalaba la propuesta original de contrato colectivo.2
Las desavenencias venían en varios sentidos, desde la cuestión del
tabulador único, las prestaciones de servicio médico, vacaciones, fondo de
ahorro, etc., prácticamente no había acuerdo en punto alguno. Por otra
parte, la ctm, por representación de su líder, Vicente Lombardo Toledano,
hizo manifestación de apoyo irrestricto a los petroleros. De tal forma se
configuró un nuevo emplazamiento a huelga para el 27 de mayo de 1937.
Como ninguna de las partes cedió, la huelga estalló el día convenido,
durando trece días en total. En principio, los trabajadores tuvieron manifes-
taciones de solidaridad de otros sindicatos y centrales obreras, incluso hubo
una gran movilización de apoyo el día 30 encabezada por la propia ctm,
con Vicente Lombardo Toledano y Eduardo Soto Innes, secretario general
del sindicato petrolero.
A la huelga sobrevino el lógico desabasto de gasolina y en consecuen-
cia las molestias de algunos sectores de la sociedad, lo cual repercutió en el
transporte de automóviles y camiones, y con ello en el aprovisionamiento
de alimentos, pero también en actividades industriales y agrícolas. La ten-
sión fue creciendo notablemente en las siguientes 72 horas cuando, el 30 de
mayo la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje dio cabida a la huelga a
pesar de las protestas de las compañías.
Como las partes no cedían, el presidente de la república lanzó un nue-
vo exhorto para que empresas y sindicato encontraran una solución a sus
diferendos. Esta situación angustiosa (pues los efectos se iban multiplican-
do), se prolongó hasta el 6 de junio, cuando sucedió un evento de la mayor
importancia: las empresas solicitarían un amparo en contra de la Junta de
Conciliación para inhabilitar su dictamen.
El día 7 de junio el sindicato hizo lo propio y dirigió a la Junta de
Conciliación una demanda en contra de las compañías por varias cues-
tiones, como limitar el número de plazas de trabajadores de confianza, la
demanda del pago de los salarios de los días de la huelga y que se declarara
el conflicto económico; esto último significaba que se iniciaría una investi-
gación sobre las condiciones económicas de las empresas para valorar si es-
taban en posibilidad de solventar los reclamos del sindicato, que ascendían
a 28 000 000 de pesos en salarios más otras demandas por prestaciones,

2
Ibid., pp. 337-339.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 47

al tiempo que podían regresar a laborar.3 Fue así que el día 9 de junio se
levantó la huelga, conocida como de los trece días del sindicato petrolero.

EL PERITAJE DE LA JUNTA FEDERAL


DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE

Ante el nuevo estado de las cosas, la jfca nombró a tres peritos para que se
hiciera una evaluación del estado que guardaban las compañías petroleras;
la comisión la encabezaban Efraín Buenrostro, subsecretario de Hacienda,
y quien presidió la comisión, Jesús Silva Herzog y Mariano Moctezuma.
La investigación debía entregar resultados en un mes y colaborarían en ella
varias personas más que proveerían de información requerida.
La investigación arrojó varios datos que fueron contundentes en con-
tra de las compañías. Por ejemplo, el encubrimiento en el registro de varias
compañías petroleras medianas o pequeñas, que hacían trabajos muy espe-
cíficos y que en la práctica eran filiales de empresas monopólicas; el estudio
señaló, además, que las empresas no habían contribuido al desarrollo de la
industria en el país y que se habían limitado a la extracción de las riquezas
nacionales; asimismo, la evasión e incumplimiento con las reglamentacio-
nes y leyes nacionales en materia petrolera; irregularidades en los libros
contables de las compañías; subfacturación, etcétera.
Además, se demostraba que los salarios reales de los petroleros eran
inferiores a los que se percibían en otros gremios de trabajadores. Por si fue-
ra poco, la Comisión de Peritos concluyó que las utilidades de las empresas
petroleras les permitían claramente cumplir con las demandas formuladas
por el Sindicato de Trabajadores Petroleros.

EL LAUDO DE LA JUNTA FEDERAL


DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE

El mes de agosto de 1937 sería clave para efectos del desarrollo de este con-
flicto. Esto debido a que la Comisión de Peritos envió los resultados de su
investigación a la jfca y a las partes en conflicto. En el dictamen se estable-

3
En Universidad Obrera, El conflicto del petróleo en México, 1937-1938, s. a., pp. 15-18. Celis, La
industria petrolera, 1988, pp. 345-348.
48 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

cían, de manera pormenorizada, los indudables beneficios que había obteni-


do la industria petrolera en nuestro país, conclusión que se obtuvo con base
en datos como costos de producción, salarios, precios de venta de petróleo,
etc. Por ejemplo, se señalaba que las utilidades de las compañías habían
ascendido a 51 479 780 pesos en 1934, 61 968 000 en 1935 y 55 567 343
en el año de 1936. Además, se hacían sugerencias sobre salario mínimo en
esta industria, la formación de una Comisión Mixta del Petróleo, etcétera.4
Luego, las partes revisarían el dictamen y harían sus observaciones.
Como era de esperarse, las compañías objetaron ampliamente la resolución,
sobre todo en los cálculos de los requerimientos salariales del sindicato por
lo cual se declaraban incompetentes para cumplir con los señalamientos de
orden económico. El stprm también presentó objeciones, las cuales se cen-
traron en las asignaciones del salario mínimo y de los puestos de confianza.
Como ninguna de las partes aceptaba el dictamen de la Comisión de Peri-
tos, se abrió un periodo de análisis y confrontación de pruebas.
Así, entre los meses de julio y noviembre de 1937, las posiciones se
fueron radicalizando. Las compañías volvieron al recurso de hacer campa-
ña en la prensa, además de ejercer presiones ante las autoridades mexica-
nas. En paralelo, las compañías llevaron a cabo una campaña financiera
consistente en aumentar las demandas de dólares en los bancos con el afán
de que disminuyeran las reservas. Don Jesús Silva Herzog recuerda en sus
memorias esos días: “La ofensiva financiera fue muy efectiva, habiendo
logrado las empresas petroleras reducir la reserva hasta muy cerca de los
límites que la Ley fija como cantidad mínima que debe existir en el Banco
de México. La salvación económica del país se debió a la fortaleza de la
reserva monetaria…”5
Finalmente, el 18 de diciembre, después de conocer las objeciones
de ambas partes, la jfca emitió un laudo que, en resumen, señalaba que
las compañías sí estaban en posibilidad de pagar poco más de 26 000 000
por concepto de salarios, así como mejorar las condiciones laborales de
los trabajadores de esta industria.6 Adicionalmente, las conclusiones de la
Comisión contenían un fuerte señalamiento en contra del comportamiento
de las empresas extranjeras, por ejemplo en el segundo punto del laudo
se señalaba: “Las principales empresas petroleras que operan en México,
4
Bach, México y su petróleo, 1938, p. 47.
5
Silva, Historia de la expropiación, 1973, p. 97.
6
Celis, La industria petrolera, 1988, p. 368. Debe señalarse que el estudio original consideraba
que las compañías estaban en posibilidad de pagar más de 40 000 000 de pesos.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 49

nunca han estado vinculadas al país y sus intereses han sido siempre ajenos
y en ocasiones hasta opuestos al interés nacional.”7
Por otra parte, se abordaba de manera pormenorizada la cuestión de
las inversiones de las compañías y el abandono que se había dado en los
últimos años en esta industria, así como la justeza de la cuestión salarial y la
capacidad de las compañías para solventar esta demanda. Ello fue celebra-
do por el sindicato tal y como lo hizo saber Eduardo Soto Innes, secretario
general del stprm.
Las compañías, desde luego, reiteraron su rechazo al laudo, se incon-
formaron vehementemente y arreciaron su campaña en la prensa, ahora en
contra de la Comisión de Peritos y la jfca, reiterando la imposibilidad de
aceptar las condiciones económicas que se les trataba de imponer. De tal
manera, el día 29 de diciembre la Suprema Corte de Justicia de la Nación
recibió una demanda de amparo, por parte de los trusts petroleros en con-
tra del laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. En el primer
punto, las compañías señalaban que no era competencia del llamado Grupo
Especial número 7 realizar un dictamen de la situación de las empresas. La
argumentación continuaba en ese tono hasta sumar 16 puntos que fijaban
una posición que parecía intransigente.8
Este amparo, clave para entender el desarrollo de los eventos que pre-
cedieron a la expropiación del petróleo, es uno de los documentos que ahora
se reproducen en estas páginas y mediante el cual la Suprema Corte se vio
plenamente involucrada en el conflicto obrero patronal entre el stprm y las
compañías petroleras.

ANTECEDENTES AL AMPARO DE LAS COMPAÑÍAS


PETROLERAS CONTRA EL STPRM

La resistencia de las compañías petroleras a atender las disposiciones del


Estado mexicano, era parte de una estrategia ya establecida por años, y que
en la parte legal había encontrado, en el recurso del amparo un resquicio fa-
vorable. En este sentido es importante referir dos importantes antecedentes.

7
Lombardo, Causas y efectos, 2013, p. 19.
8
El documento completo se encuentra en Universidad Obrera, El conflicto del petróleo en México,
1937-1938, s. a., pp. 35-39.
50 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

El primer caso se dio en el año de 1921, cuando varias compañías


interpusieron amparos ante la Corte, debido a decisiones adoptadas en el
periodo carrancista y que minaban el derecho a explotaciones de conce-
siones ostentadas antes de la promulgación de la nueva Constitución. El
argumento central de las compañías residía en la ilegalidad de la aplicación,
de manera retroactiva, del artículo 27. “La respuesta de la Corte, elevada al
nivel de jurisprudencia en 1922, consistió en señalar que la Constitución no
ordenaba expresamente la aplicación retroactiva del artículo 27 y sí estable-
cía varias garantías protectoras de los derechos legítimamente adquiridos.”9
Más aún, la Corte determinó que las compañías no estaban obligadas a
demostrar que contaban con una concesión previa a 1917, sino que sería
suficiente con que hubieran manifestado su interés de realizar trabajos de
exploración petrolera, es lo que se llamó el “acto positivo”. Es importante
considerar el contexto histórico de esta decisión, es decir las presiones po-
líticas de Estados Unidos sobre Álvaro Obregón, recientemente nombrado
presidente de la república, a quien se escatimaba el reconocimiento diplo-
mático, en un ambiente de fuerte efervescencia política y militar.10
El segundo caso se dio en 1927, cuando el 17 de noviembre de ese año
la Corte determinó confirmar los derechos de la compañía Mexican Petro-
leum Company, ante un intento por cancelarle sus permisos de perforación
y exploración petrolera. De nuevo es importante considerar el marco en el
que se dio esta decisión, la cual derivaba de la promulgación de la ley regla-
mentaria del artículo 27 o Ley del Petróleo, en el año de 1925, hecho que
detonó las protestas de compañías extranjeras y sus gobiernos, lo cual orilló
al entonces presidente de la república, Plutarco Elías Calles, a solicitar la
intervención de la Corte en favor de las compañías sin exhibir al ejecutivo.11
En esta ocasión el contexto histórico, el balance de fuerzas y las inten-
ciones del gobierno mexicano, serían distintos.

LA SUPREMA CORTE Y LAS COMPAÑÍAS PETROLERAS

Desde la aparición de los conflictos entre las compañías extranjeras y las


organizaciones de trabajadores petroleros, se consideró que la última ins-
9
Mijangos, La Suprema Corte, 2019, p. 125.
10
En torno al “acto positivo” y el contexto en el que la Corte aprobó los amparos interpuestos
por las compañías: Zarauz, “Legislación e intereses extranjeros”, 2009, pp. 45-70.
11
Mijangos, La Suprema Corte, 2019, pp. 128-129.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 51

tancia, a la que se podía recurrir para solucionar un eventual problema,


era la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De hecho, ante los fallos
adversos de las autoridades laborales federales, municipales o estatales, se
hizo frecuente por parte de las compañías, recurrir a esta última instancia.
Con esos antecedentes, la movilización iniciada por el stprm en 1936
no sería la excepción ni la última ocasión en que las compañías recurrirían
a esta instancia, aunque sí sería la más importante.
En este sentido es importante tomar en cuenta que en los inicios del
gobierno del general Cárdenas se promovieron algunos cambios en la com-
posición de la scjn. Para empezar, se llevó a cabo la creación de una nueva
“Sala”, la Cuarta, que debería estar consagrada a atender los asuntos labora-
les; “la propuesta de Cárdenas enfatizó la importancia de que los ministros
de la nueva sala tuvieran una firme ‘convicción revolucionaria’, pues sólo de
ese modo podrían interpretar la legislación ‘con un criterio parejo’”.12
Asimismo, el presidente Cárdenas presentó una propuesta para re-
novar la composición de la Suprema Corte, la cual fue aprobada el 14 de
diciembre de 1934; es decir, un par de semanas después de haber asumido
el poder. Como resultado de este cambio se nombraron 21 ministros de los
cuales sólo tres provenían del periodo de Emilio Portes Gil; era, sin duda,
una Corte que estaba en sintonía con el proyecto del nuevo gobierno.
De acuerdo con Pablo Mijangos, uno de los objetivos de estos cambios
era el fortalecimiento del movimiento obrero organizado; para ello, el papel
desempeñado por la Corte fue de mucha importancia al prohibir que los jueces
de distrito suspendieran las resoluciones de la Junta Federal de Conciliación y
Arbitraje que solían favorecer a los trabajadores. Asimismo, otro de los obje-
tivos centrales para el gobierno del presidente Cárdenas, que apoyó la Corte,
fue la resolución del conflicto entre las compañías petroleras y el sindicato.13
Así las cosas, el 29 de diciembre de ese 1937, la Suprema Corte recibió
una solicitud de amparo por parte de las compañías extranjeras, en contra del
laudo emitido por la jfca, iniciando su revisión en las semanas subsecuentes
hasta que el 1 de marzo de 1938 hizo pública su resolución, en la cual se rati-
ficaba el estudio de la Comisión de Peritos y el laudo de la jfca. Básicamente,
se señalaba que las compañías estaban obligadas a pagar 26 000 000 de pesos
a los trabajadores (no los casi 41 000 000 que señalaba el laudo originalmen-

12
Ibid., p. 141.
13
Ibid., pp. 142-146.
52 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

te), salarios caídos, fondo de ahorros, se implantaba la semana de 40 horas y


la firma de un contrato colectivo de trabajo, entre otras disposiciones.14
Como sabemos, el amparo de las compañías petroleras se dio luego
de que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje hubiera emitido un lau-
do favorable al stprm en su demanda de la concreción de un contrato colec-
tivo. Fue, entonces, cuando las compañías decidieron solicitar un “amparo
directo” ante la Corte, bajo amenaza de suspender sus labores.15 Como se
ha expuesto, la Corte ratificaría el laudo emitido por la Junta.

MARZO DE 1938

Las reacciones de las compañías fueron diversas, algunas de ellas decidie-


ron acatar el fallo; sin embargo, estas fueron las menos y las que tenían un
poder limitado dentro del trust petrolero. Otras (entre las que estaban El
Águila, la Huasteca Petroleum Co., la Mexican Petroleum Co., la Califor-
nia Standard Oil Co.), las más poderosas, decidieron continuar su protesta
echando mano de todos sus recursos.
Una estrategia que ya se había utilizado en otras ocasiones, fue pre-
sionar al gobierno mexicano a través de la obstrucción al financiamiento de
proyectos de inversión, lo cual fue señalado por el propio presidente de la
república:

Tal parece el caso de las empresas petroleras en su reciente actitud frente al


conflicto con sus trabajadores, al hacer el retiro violento de sus depósitos y
efectuar intencionada campaña de publicidad para inquietar a los hombres
de empresa y restringir o negar el crédito a las industrias, como si se preten-
diera usar de coacción ilegítima para forzar el sentido de la resolución defi-
nitiva, en beneficio de sus intereses comerciales e impedir el normal y recto
desarrollo del proceso ante los tribunales correspondientes.16

Asimismo, hicieron una campaña en la prensa insistiendo, en tono


amenazador, en sus limitaciones económicas para cumplir con los fallos de
las distintas instancias mexicanas; otro recurso fue recurrir a sus gobiernos
14
Celis, La industria petrolera, 1988, p. 371.
15
Mijangos, La Suprema Corte, 2019, p. 146.
16
Discurso del presidente Lázaro Cárdenas en un congreso de la ctm, del 24 de febrero de
1938, en Silva, Historia de la expropiación, 1973, p. 98.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 53

a fin de solicitar su intervención presionando, por la vía diplomática, al go-


bierno mexicano. El ambiente estaba crispado realmente y no se descartaba
la posibilidad de una intervención, pero tampoco de la nacionalización de
los bienes petroleros.
Por el lado contrario, el gobierno mexicano recibió el respaldo del
stprm y de las centrales obreras, como la ctm. Enseguida, este apoyo se
hizo extensivo a amplias capas de la población al interpretarse que se daba
una agresión desde el exterior. Mucho se ha insistido en el estrecho nexo
que se estableció entre gobierno y población en esta pugna, en ello segura-
mente actuaron factores como el nacionalismo, la lucha contra el capital ex-
tranjero y las potencias internacionales, la defensa del país y la recuperación
de los bienes nacionales, que hicieron, como nunca, que se diera un vínculo
tan estrecho entre gobierno y nación. El componente antimperialista y el
discurso de la defensa de la patria y sus recursos y la reivindicación de la
dignidad de los mexicanos, sin duda actuaron como un poderoso resorte,
como se puede desprender de un discurso de Lombardo Toledano:

Todos los mexicanos, no sólo los trabajadores, sabemos que las empresas pe-
troleras ubicadas en México son las representativas del imperialismo extran-
jero y del imperialismo internacional, no sólo por la cuantía de los intereses
materiales que representan ni por su actitud intransigente en sus relaciones
con la clase trabajadora, sino particularmente porque en su desbordado afán
de explotar el petróleo ajeno, el de México, al menor costo posible, han inter-
venido en numerosas ocasiones en la vida política de la nación.17

Las compañías, inconformes con los fallos de la jfca y de la scjn


iniciaron pláticas directas con el mismísimo presidente Cárdenas. En la cro-
nología de los eventos, sabemos que se dieron tres encuentros, los días 3, 6
y 7 de marzo, en los cuales el presidente trató de persuadir a las compañías
de que se sujetaran a las disposiciones de las autoridades mexicanas. Se dice
que también les hizo ver que el fallo de la Suprema Corte, fijaba el pago de
26 332 756.00 y no los 41 000 000. Sin embargo, las compañías se siguie-
ron negando a transigir, un observador de los eventos en ese momento lo
resumiría así:

17
Lombardo, Causas y efectos, 2013, p. 29.
54 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Y el Gobierno, que sabía perfectamente que dentro del procedimiento de las


Juntas de Conciliación o de los Tribunales del Trabajo que dieron base al
fallo, se demostró que sí podían, ya que por el juicio pericial se demostró con
datos fehacientes su capacidad; el Gobierno, conocedor de dicha capacidad,
ante la negativa de las empresas para obedecer a sus Tribunales, sólo pudo
interpretar en una forma aquella negativa: no querer.18

LA NACIONALIZACIÓN

A partir de entonces se vivirían días de vértigo en la nación, se había llega-


do a un punto sin retorno en el asunto petrolero. El presidente de la repú-
blica tuvo algunas reuniones que apuntaban a buscar alguna salida al con-
flicto. Mientras el día 7 las compañías anunciaron que no acatarían el fallo,
con lo cual prácticamente desconocían la autoridad de cualquier instancia
del gobierno mexicano: ni la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, ni
la Suprema Corte de Justicia de la Nación ni el presidente de la república.
De manera simultánea a este desafío abierto, la jfca solicitaba a diversos
bancos que las compañías no retiraran sus reservas y conservaran fondos
suficientes para pagar los salarios caídos del año anterior. Desde luego que
varias instancias de la política nacional cerraron filas con el gobierno, en
primer lugar, las centrales obreras, el Congreso, las instancias judiciales y,
evidentemente, el Sindicato de Trabajadores Petroleros.
En apariencia, la decisión de nacionalizar la industria petrolera no era
todavía la primera opción del gobierno o una decisión ya tomada, aunque des-
de luego estaba sobre la mesa, pues se pensaba se podría llegar a un acuerdo,
aunque las posiciones parecían encontradas. Del lado obrero, la movilización
estaba en ebullición, los máximos líderes petroleros y obreros (notablemen-
te Lombardo Toledano) convocaban a realizar manifestaciones de apoyo.
El 8 de marzo se dio un cuarto encuentro entre los representantes de
las compañías y el presidente de la república, quien ratificó la decisión de ape-
garse el fallo de la jfca y al de la Suprema Corte, en el sentido de apegarse al
fallo de pagar las prestaciones y salarios equivalentes a 26 332 756 pesos. No
obstante, las compañías se mantuvieron inamovibles en su postura de sólo re-
conocer como viable la cantidad de $22 400 000 pesos. Lo que se veía era que

18
Rivera, Necesidad Jurídica, 1938, p. 131.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 55

las compañías habían mantenido su posición intransigente y que no intenta-


ban negociar sino imponer condiciones, por razones de mayor trascendencia:

A las compañías no les importó nunca en realidad el pago de las sumas por
el laudo señaladas, lo que a las compañías les importaba era no aceptar que
se estableciera en la América Latina el precedente de intervención en sus fi-
nanzas por medidas legales o de cualquier otra índole; no estaban dispuestas
a admitir que un Gobierno de país débil les fijara normas financieras, puesto
que ello podría ser peligroso precedente en otros países. Y esto es lo que
explica su obstinación.19

La narrativa de esos momentos señala que por parte de las compa-


ñías se puso en duda que se respetara este fallo, lo cual sería expresado por
uno de los representantes del trust petrolero, de manera desafiante ante el
propio presidente de la república. De acuerdo con cierto relato que es cono-
cido, el encuentro se desarrolló de la siguiente forma:

–¿Quién nos garantiza que el aumento será solamente de 26 millones?


–Yo le garantizo (respondió el general Cárdenas).
–¿Usted?
–Sí, lo garantiza el presidente de la república. Como el que hizo la pre-
gunta se sonriera, el presidente se puso de pie y les dijo: “Señores, hemos
terminado”.20

De acuerdo con la crónica de Celis, el día 9 de marzo fue decisivo:

Ese día corrían inquietantes rumores: que El Águila y La Huasteca Petroleum


Company hacían preparativos para cumplir con el laudo; que el sindicato
reduciría su personal en caso de que las empresas se retiraran del país; que la
gasolina subiría de precio; que había descontento entre los trabajadores pe-
troleros por el retraso en la solución del conflicto; que había proyectos de in-
surrección en algunos estados como San Luis Potosí, Sonora, Chiapas y otros
del centro; que había disminuido la remesa de los diversos combustibles, lu-
bricantes y otros productos en algunas ciudades como Saltillo y Torreón.21

19
Silva, Historia de la expropiación, 1973, pp. 103-104.
20
Celis, La industria petrolera, 1988, p. 374.
21
Ibid., p. 376.
56 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Por los apuntes del general Cárdenas sobre esos días, sabemos que fue
entonces cuando decidió abordar el tema de la nacionalización con Francisco
J. Múgica, quien en algún momento fuera guía ideológico del presidente y a
quien se consideraba un radical en el espectro de la política gubernamental.
Con él analizó la situación y después de ello le pidió redactara el anuncio de
la decisión de expropiar el petróleo del dominio de las compañías extranjeras.
Es importante recordar que el gobierno mexicano, desde el régimen
maderista iniciado en el año de 1913, venía realizando acciones fiscales, le-
gislativas, de creación de instancias de supervisión de la industria petrolera
y también de empresas estatales petroleras. Todo esto indica que el Estado
mexicano, desde hacía algún tiempo, apuntaba a una preparación para,
eventualmente, poder hacerse cargo de esta industria. En este último senti-
do se habían creado empresas como el Departamento del Petróleo, Petro‑
mex, S. A., y la Administración General del Petróleo Nacional, que habían
dado cierta experiencia al gobierno mexicano en el negocio del petróleo.
Sin embargo, la posibilidad de la expropiación seguía siendo una op-
ción más y no una decisión definitiva, era algo que se especulaba como
tantas otras posibilidades de solución al conflicto.22 La apuesta de las com-
pañías descansaba en que el gobierno no se atrevería por la complejidad
técnica que implicaba el manejo de esta industria.
Sin embargo, el gobierno mexicano contaba con el apoyo de los obre-
ros y de una extensa parte de la sociedad, estos días probablemente repre-
sentaron el mayor acercamiento y coincidencia entre la sociedad mexicana
y sus líderes.
Fue así que ese 9 de marzo, el presidente Cárdenas tomó una inicia-
tiva, en caso de que fuera necesaria. Mientras regresaba de la inauguración
del ingenio Emiliano Zapata en Zacatepec a la ciudad de México, habló lar-
gamente con el general Múgica sobre el conflicto que se enfrentaba con las
compañías petroleras: evaluaron ambos la conveniencia de una nacionali-
zación, consideraron la situación mundial, evaluaron las posibilidades para
el país de superar una crisis; después de lo conversado pidió el presidente

22
Muy sintomáticas de lo que se dice son las disquisiciones de Lombardo al respecto, ello en
un discurso pronunciado el 22 de febrero de 1938: “Después de la sentencia, ¿qué va a ocurrir?
Llegará un momento camaradas, parece inevitable, en que las compañías petroleras tendrán que
ser remplazadas por los representantes del Estado y de los trabajadores mexicanos para mantener la
producción del petróleo. Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad técnica, económica, legal,
moral e histórica que compete a un pueblo de hombres libres.” Lombardo, Causas y efectos, 2013, p. 42.
DEL CONFLICTO A LA EXPROPIACIÓN PETROLERA 57

a su colaborador que redactara una propuesta de decreto expropiatorio. Al


respecto el general Cárdenas señalaría en sus apuntes:

Hicimos consideraciones de las circunstancias que podrían presentarse si


gobiernos como el de Inglaterra y Estados Unidos, interesados en respaldar
a las empresas petroleras, presionaban al Gobierno de México con medidas
violentas; pero tomamos también en cuenta que se presentara ya la amenaza
de una nueva guerra mundial con las provocaciones que desarrolla el impe-
rialismo nazifascista, y que esto los detendría de agredir a México, en el caso
de decretar la expropiación.23

Al día siguiente, las compañías lograron que la aplicación del fallo se


pospusiera argumentando la incompetencia de la jfca. Después, intentaron
entrevistas con los líderes del stprm y con el ejecutivo, sin que fueran reci-
bidos en ambas instancias reduciendo su campo de acción; las compañías,
con su soberbia, habían cerrado el cerco sobre sí. Lorenzo Meyer describe
así esta situación: “Pese a todo, las empresas siguieron considerando que las
autoridades mexicanas y el stprm no estaban en capacidad de hacerse cargo
directamente de las operaciones petroleras, y que tarde o temprano se llega-
ría a un arreglo. Sin embargo, el general Cárdenas se había preparado desde
días atrás para una solución definitiva: la expropiación.”24
El 14 de marzo, las empresas fueron notificadas que contaban con 24
horas para cumplir con el laudo; estas, desde luego, volvieron a argumentar
su incapacidad de pago, así como el hecho de que los trabajadores de ese
ramo eran los que mejores retribuciones económicas recibían en el país. Ante
esta negativa, el 16 de marzo, la jfca declaró en rebeldía a las compañías. El
día 17, desbordados los eventos de conciliación, el stprm hizo la solicitud for-
mal para que se diera por terminado el contrato colectivo de trabajo, por lo
cual las compañías deberían pagar los salarios de los últimos tres meses más
las indemnizaciones de los trabajadores. Esta solicitud fue aceptada el 18 de
marzo. Por su parte, el presidente había realizado consultas, las últimas, con
su gabinete en torno a la conveniencia de proceder a la expropiación.25
Por la noche, el presidente recibió a parte de su gabinete, a repre-
sentantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Congreso,

23
Cárdenas, Obras. Apuntes, 1972, p. 389.
24
Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 75.
25
Celis, La industria petrolera, 1988, pp. 378-3379.
58 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

quienes llegaron a expresar su apoyo en la decisión que estaba por tomarse.


Seguramente la información se filtró, pues por la noche varios representan-
tes legales de las compañías llegaron a Palacio Nacional, solicitando una
entrevista con el presidente para exponerle que, finalmente, las compañías
se encontraban dispuestas a asumir el laudo y sentencia del mismo. De
acuerdo con la narración más conocida, el presidente Cárdenas respondió:
“han llegado demasiado tarde, porque el gobierno de la república ya ha
tomado sobre este asunto una determinación irrevocable”.
A la partida de esta delegación, el presidente firmó el decreto expro-
piatorio y unos minutos después se dirigió, por la radio, a la nación para
dar lectura a este trascendental documento.
En el decreto expropiatorio se explican, de manera somera, la situa-
ción de la industria petrolera, los estudios realizados en torno a las deman-
das de los trabajadores y los fallos de las distintas instancias gubernamen-
tales, así como los actos de rebeldía con la ley, por parte de las compañías
petroleras. Finalmente llegó a la parte sustancial:

Se declaran expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la na-


ción, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques
de almacenamiento, vías de comunicación, carros-tanque, estaciones de dis-
tribución, embarcaciones y todos los demás bienes muebles e inmuebles de
propiedad de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S. A., Compañía
Naviera San Cristóbal, S. A., Compañía Naviera San Ricardo, S.A., Huaste-
ca Petroleum Company, Sinclair Petroleum Corporation, Stanford and Com-
pany Sucesores, S. en C., Penn Mex Fuel Company, Richmond Petroleum
Company of Mexico, California Standard Oil Company of Mexico, Com-
pañía Petrolera El Agwi, S. A., Compañía de Gas y Combustible Imperio,
Consolidated Oil Company of Mexico, Compañía Mexicana de Valores San
Antonio, S. A., Sábalo Transportation Company, Clarita, S. A., y Cacalilao,
S. A., en cuanto sean necesarios a juicio de la Secretaría de la Economía
Nacional para el descubrimiento, refinación y distribución de los productos
de la industria petrolera.

La expropiación se había consumado y el país iniciaba una nueva


fase en su historia.
EN TORNO A LOS DOCUMENTOS

En esta publicación se presenta una selección de legajos y folios, que


forman parte de un ancho expediente titulado “Amparo directo. Cía. Mexi-
cana de Petróleo El Águila y otros. Contra actos de la Junta Especial de la
Federal de Conciliación y Arbitraje”. Este documento se encuentra localiza-
do en el Archivo Histórico de la scjn. En su versión integral, contiene más
de 1 100 fojas, que dan explicación pormenorizada de los laudos emitidos
por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, en el año de 1936, ante las
protestas del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexica-
na. Asimismo, se compone por el amparo interpuesto por las compañías
petroleras y el fallo al respecto, emitido por la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, varios telegramas y cartas que expresan adhesión a la decisión
de la scjn, entre otros asuntos.
Vale señalar que se trata de un documento fundamental para la com-
prensión de este diferendo entre compañías y trabajadores, que, bajo la
intervención del Estado mexicano, tuvo su conclusión en el acto expropia-
torio de marzo de 1938.
En esta ocasión, se hace una selección de algunos documentos del
total del expediente, lo cual permite hacer un seguimiento de los recur-
sos interpuestos por las compañías, y así tener una visión detallada de los
prolegómenos a la expropiación. Con relación a otras compilaciones do-
cumentales, en esta ocasión se hace una antología que trata de hacer más
directa la lectura de estas fuentes, manteniendo los elementos centrales de
la “Demanda de amparo de las compañías”, intentando mostrar con clari-
dad, la argumentación de las compañías al objetar el fallo de la Junta de
Conciliación y Arbitraje, en favor de las demandas del stprm.

59
60 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

El fragmento que se presenta de la demanda de amparo incluye los an-


tecedentes planteados por el cuerpo de abogados de las compañías, en don-
de se hace la relatoría de las circunstancias de la demanda del stprm y del
amparo solicitado por las petroleras. El documento viene seguido del apar-
tado relativo al conflicto de orden económico. Ahí se explica, entre varios
asuntos, la manera en que la jfca llevó a cabo la formación de un grupo de
peritos, que sería encabezado por Efraín Buenrostro, el ingeniero Mariano
Moctezuma y Jesús Silva Herzog, que concluiría que las compañías estaban
en posibilidad de erogar, en favor del sindicato, poco más de 26 000 000 de
pesos; además de otros asuntos como el establecimiento de una Comisión
Nacional Mixta de la Industria del Petróleo, así como jubilaciones, servicio
médico, entre otras cuestiones más.
Asimismo, se incluye la descripción del laudo emitido en el cual se
ratifica la mayoría de las conclusiones presentada por el grupo de peritos,
así como la declaración de competencia de esta instancia (es decir el grupo
de peritos y la jfca) para emitir un laudo respecto a la situación de las com-
pañías petroleras.
Enseguida se incluyen los capítulos i y ii del amparo, en los cuales,
básicamente, las compañías argumentan en el sentido de la improcedencia
del fallo del grupo N° 7, es decir de peritos nombrados por la jfca, por no
estar contemplado en la Constitución: “el hecho de que el grupo N° 7 así
formado, haya dictado el laudo que motiva este amparo, implica que las
empresas demandadas fueron juzgadas por un Tribunal Especial, con ma-
nifiesta violación del artículo 13 Constitucional”.
Es claro que, a través de este documento, estamos ante la posición
de las compañías que tratan de victimizarse ante un escenario que les em-
pieza a ser evidentemente adverso. Así se manifiesta en su rechazo a las
disposiciones de la jfca y del llamado Grupo N° 7, al que tratan de señalar
como ilegal; lo anterior en particular por haber aceptado la demanda en la
vía del conflicto económico. Sin duda, las compañías experimentaban un
escenario relativamente inédito, en el que las acciones del gobierno no eran
favorables, ni omisas en cuanto a los derechos de los trabajadores. Esta
situación se venía dando desde los años de la revolución, pero, sin duda,
ahora cobraban mayor dinamismo.
Un segundo apartado documental es el referente a la sentencia emitida
por la scjn al amparo. En ella se observa la ratificación del laudo de la Junta
de Conciliación, con lo cual prácticamente se agotaban las instancias legales
de las compañías para recusar las determinaciones del gobierno mexicano.
EN TORNO A LOS DOCUMENTOS 61

Como sabemos, las compañías habrían de insistir ante el presidente de la


república y tratarían de rechazar todas las determinaciones de las distintas
instancias nacionales; de esta actitud derivaría la decisión de proceder al
acto expropiatorio.
Esta sentencia se determinó después de un análisis concienzudo de
las condiciones en que operaban las compañías petroleras y de sus condi-
ciones económicas. En este documento se elaboran varias consideraciones
en torno a la demanda del Sindicato de Petroleros y a la solicitud de un con-
trato colectivo de trabajo. Al respecto se hace una relatoría en torno a los
amagos de huelga del stprm y los recursos interpuestos por las compañías.
Igualmente, se incluye una explicación más detallada de la forma en
que se declaró el conflicto económico, como resultado de los constantes
desacuerdos entre sindicato y compañías, lo cual ya había provocado una
huelga en junio de 1937.
De acuerdo con la ejecutoria emitida, las compañías contaban, so-
bradamente, con los recursos para atender las solicitudes salariales y de
prestaciones de sus trabajadores. Los recursos extraídos desde los años del
porfiriato permitían a las petroleras subsanar las desigualdades que se ha-
bían generado en los campos y plazas en donde se había desarrollado esa
industria. Adicionalmente, se señalabab las intenciones de evadir estas res-
ponsabilidades mediante el falseamiento de datos de producción, costos de
extracción, precios del combustible, etcétera.
Las determinaciones de la jfca, de la scjn y posteriormente del propio
presidente de la república, muestran la sintonía que existía en ese momento,
entre las distintas instancias oficiales del Estado mexicano. Además de esta
connivencia al interior, también imperaba un cálculo de la situación mun-
dial, en el cual el ascenso del fascismo en Europa y la inminencia del esta-
llamiento de la segunda guerra mundial, inducían a pensar que el foco de la
política internacional de las potencias estaría centrado en esa conflagración.
Adicionalmente, la industria petrolera venía perdiendo importancia en tér-
minos de sus aportaciones al fisco, no así como producto estratégico.
En tercer lugar, se reproduce el amparo directo núm. 2, el cual pre-
sentaron las compañías para recusar la participación del ministro de la Su-
prema Corte, licenciado Xavier Icaza, señalando conflicto de intereses en
su posible fallo ante el amparo promovido por las compañías, toda vez que
era amigo del líder Vicente Lombardo Toledano. Esta impugnación sería
presentada ante la Sala Cuarta de la scjn, cuya materia eran los asuntos de
trabajo. Este documento está fechado en febrero de ese mismo año, pocos
62 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

días previos a que se emitiera la sentencia. El rechazo a Icaza no sería el


único, pues se dio una situación similar con el ministro Salomón González
Blanco, de quien se señalaban: incompetencia, no cumplir con los requisi-
tos para ser magistrado, inmoralidad, etcétera.1 Todo ello está ligado a la
nueva composición de la scjn, en la cual los magistrados eran proclives a
la defensa de los derechos reclamados por los trabajadores y sus sindicatos.
Un cuarto corpus de documentos lo constituye una selección de tele-
gramas y cartas de felicitación al fallo de la scjn. Se observa en ello desde
luego un furor nacionalista. Se asumía, en los breves, pero reveladores tex-
tos, la idea de que se rescataba un bien para la nación, de que se daba un
revés a los intereses imperialistas y que se reivindicaba a la clase proletaria,
por lo cual es común encontrar el lema: “por una sociedad sin clases”.
Sin duda se trataba, en buena medida, de mera retórica que pretendía
insuflar patriotismo, hacer patente la unidad de las agrupaciones de traba-
jadores, obreros y campesinos, pero no podemos desdeñar que expresan
también cierto optimismo por la determinación en contra de las compañías,
y que en estas declaraciones de apoyo hay una buena dosis de verdadera
identificación con el gobierno del general Cárdenas.
Es notoria, también, la diversidad de asociaciones de trabajadores y
obreros de distintos rubros: servicios, industriales, campesinos, estibadores,
trabajadores de la industria cinematográfica, igual que de la industria de la
construcción, oficinistas, filarmónicos, hilanderos, los propios petroleros,
maestros, estudiantes, ciudadanos a título personal, ferrocarrileros y mu-
chos gremios más.
Se sumaron agrupaciones sindicales diversas, de todo el país. Sólo
señalo algunas para mostrar la diversidad y amplitud del apoyo: la Liga de
Comunidades Agrarias del Distrito Federal, que decía movilizar a 35 000
campesinos; se sumaban igualmente las Ligas Gremiales de Yucatán, sin-
dicatos de panaderos de Córdoba o Mérida, electricistas de San Luis Poto-
sí, cañeros del estado de Veracruz, sindicatos de varias fábricas de hilados,
agrupaciones de empleados de teatros y cines de muchas ciudades a lo largo
de la república. Por su parte, varios sindicatos de textiles en Atlixco, Puebla,
organizaron marchas de apoyo, al igual que el Sindicato de Trabajadores

1
La Cuarta Sala de la scjn estaba integrada por los siguientes magistrados, además de los
licenciados Xavier Icaza y Salomón González Blanco, Jorge Iñarritu, Octavio M., Trigo y Hermilo
López Sánchez. En torno a este asunto puede consultarse Bulnes, Los asuntos petroleros, 1938.
EN TORNO A LOS DOCUMENTOS 63

Evolutivos de Productos Marinos de Cabo San Lucas, en Baja California,


entre muchos más.
Como era de esperarse, se adhirieron trabajadores afiliados al Estado,
que, obviamente, tenían un vínculo más o menos orgánico con el gobierno.
Por ejemplo, el Sindicato Nacional de la scop, asimismo la Federación de
Trabajadores de Jalisco organizó un mitin, también se sumó el Sindicato
Industrial de Trabajadores de Monterrey, entre otros.
Notoriamente, a través de sus sindicatos afiliados, la ctm era la cen-
tral que se hacía de mayor presencia, mostrando la fuerza adquirida al ha-
berse visto fortalecida por el propio gobierno cardenista, a fin de establecer
un contrapeso a las centrales sindicales provenientes del callismo (notoria-
mente la crom), y que ahora retribuía al gobierno con enorme apoyo y
capacidad de movilización. Sin embargo, debe señalarse que igualmente se
sumaron sindicatos independientes: la Organización Estudiantil Socialista,
la Unión de Maestros Socialistas (unidos al suterm en ese momento), o la
Sociedad Agronómica Mexicana (cuyo lema era “Explotar la tierra, no al
hombre”), la Liga Central Socialista de Resistencia de Tapachula, afiliada
a la Confederación Campesina Mexicana, entre otras agrupaciones, e in-
cluso organizaciones internacionales como la Unión de Revolucionarios
Latinoamericanos.
Estos meses constituirían, probablemente, el pináculo del corporati-
vismo del Estado mexicano.
En todo caso, se pretende presentar la documentación que explique,
por sí misma, las distintas visiones en torno a la disputa por el petróleo en
México en un momento clave de nuestra historia contemporánea.
EPÍLOGO

Los primeros momentos que sucedieron a la expropiación fueron


muy emotivos, por la forma en que la mayor parte de la población se volcó
en apoyo del gobierno. Pocas ocasiones, en la historia contemporánea del
país, una medida política ha concitado un apoyo tan espontáneo, según
los testimonios de la época. Se dieron, entonces, manifestaciones multitu-
dinarias por las calles y concentraciones en las plazas y zócalos de las ciu-
dades, colectas para pagar los montos de la indemnización a las empresas
extranjeras, en las que participaron niños, amas de casa, organizaciones de
trabajadores, etcétera.
Por ejemplo, la Universidad Nacional realizó una manifestación de
apoyo con más de 20 000 estudiantes, la ctm convocó a un desfile en el
que participaron 200 000 personas. Por si fuera poco, hubo expresiones
de apoyo de la Iglesia y de representantes diplomáticos de otros países.1 Se
organizaron corridas de toros, eventos artísticos y demás actividades para
recaudar fondos y pagar la deuda petrolera.2
En paralelo, se llevó una estrategia propagandística, se publicaron
gran cantidad de libros y folletos que justificaban las medidas adoptadas
por el gobierno, los discursos de los políticos y líderes se cuajaron de retóri-
ca patriótica y se percibió un fervor nacionalista inusitado.
Sin embargo, de manera simultánea, también fueron días, semanas y
hasta meses de suma tensión debido al desabasto que sobrevino y a la com-

1
Boracrés, El petróleo mexicano, 1939.
2
El clima de ebullición popular ampliamente referido en Pérez, Lázaro Cárdenas, 2019, pp.
193-238.

65
66 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

plejidad para manejar una industria vital como la petrolera. Hubo carencia
de una flota que transportara el petróleo, de elementos básicos para llevar a
cabo labores de refinación (como el tetraetilo de plomo) y la falta de recur-
sos, que hicieron pensar que el proyecto nacionalizador fracasaría pronto.
De tal manera que urgía organizar el funcionamiento de esta indus-
tria, ahora en manos de la nación. A partir del 19 de marzo, la conducción
de la industria estuvo a cargo de un Consejo Administrativo integrado por
los trabajadores del stprm y de la empresa estatal Administración General
del Petróleo Nacional (agpn), hasta que, por decreto del 7 de junio de 1938,
se fundaron dos empresas más: Petróleos Mexicanos, encargada de admi-
nistrar los bienes expropiados, y la Distribuidora de Petróleos Mexicanos,
responsable de la distribución y venta del petróleo y sus derivados (tanto
los producidos por la agpn como de Pemex). De tal forma que en esos días
existieron tres empresas nacionales encargadas de la industria petrolera.
Por otra parte, la apuesta de las transnacionales, derrotadas en ese
momento, era que “México se ahogara en su petróleo”, sin la posibilidad
de extraerlo, procesarlo o comercializarlo. Por ello, eran particularmente
importantes las actividades y estrategias que seguiría el Consejo de Admi-
nistración del Petróleo.3

El Consejo de Administración del Petróleo, que sustituyó a las empresas


expropiadas, tuvo una tarea extremadamente difícil para surtir con opor-
tunidad de gasolina, de combustóleo y otros derivados a todos los lugares
poblados de la República. Lo difícil de la tarea […] consistió en el escaso
número de carros tanque y en la falta de barcos […]. Se compró, después
de vencer dificultades innúmeras, un pequeño barco tanque [que …] se utili-
zó para llevar combustóleo de Tampico a Veracruz, producto indispensable
para la terminación de la zafra en los ingenios azucareros de aquel Estado.4

Otro de los problemas a enfrentarse fue el relativo a las exportacio-


nes, debido al bloqueo, económico y comercial, que establecieron las com-
pañías expropiadas y sus gobiernos. En parte esas dificultades propiciaron
que la estrategia de producción y venta de petróleo y derivados se dirigiera
en lo sucesivo al mercado interno.

3
En torno a todo este pasaje de la expropiación, vicisitudes y demás complicaciones, es útil
leer el testimonio de Jesús Silva Herzog en Silva, Historia de la expropiación, 1973, pp. 127-138.
4
Ibid., p. 135.
EPÍLOGO 67

Las ventas interiores comenzaron a incrementarse con rapidez; las exteriores


tropezaron con un gran número de dificultades, pues en ocasiones, interve-
nían las compañías y echaba a rodar el negocio. […] la situación mejoraba
cada día, a pesar que la Royal Dutch logró en algunas ocasiones embargar
varios cargamentos de petróleo procedentes de México en puertos de Ho-
landa y de Francia.5

De tal forma, México se vio precisado a vender petróleo a países


como Alemania, Italia6 y Japón (de hecho, la Standard Oil también lo hizo),
con cuyos gobiernos había notables diferencias de orden ideológico, pero
que en el contexto de asfixia financiera al que se trataba de someter a Mé-
xico, se tuvo que buscar un arreglo temporal.
Siguiendo en el plano exterior, surgieron problemas de orden eco-
nómico debido a la generalización de la guerra en el mundo. Esto habría
significado que el comercio petrolero se vio prácticamente clausurado, in-
cluso con los países pertenecientes al Eje. Un ejemplo de ello es que las
exportaciones de crudo y sus derivados disminuyeron entre 1938 y 1942 al
pasar de casi 10 000 000 de barriles a 6 114 000 en ese periodo. De ahí que
México también buscara mercados alternativos en países latinoamericanos
con un éxito limitado.
Tal contexto internacional, sumado a la necesidad y cierta planeación
de desarrollo industrial interno, propiciaron que la producción en su mayor
parte se dirigiera al mercado nacional; así, las ventas totales internas pasa-
ron de 17 132 000 de barriles a 23 130 000 de barriles.7
Otra consecuencia de la nacionalización fue la necesidad de establecer
los montos de indemnización que se debía pagar a las compañías extran-
jeras. Para ello se formaron comisiones que hicieron numerosos estudios
que, tras complejas consideraciones, realizaban cálculos para solventar la
liquidación de las compañías expropiadas. Estos montos variaban de em-
presa a empresa. Por ejemplo, se determinó que a las compañías Pierce Oil
Company, Mexican Sinclair Petroleum Company, Stanford y Compañía y
la Compañía Terminal de Lobos, recibirían el 1 de mayo de 1940, la canti-
dad de 233 878 185.79 de pesos, a manera de indemnización. Sin embargo,

5
Ibid., p. 136.
6
Recuérdese que el gobierno de México había condenado, por la vía diplomática, las invasio-
nes a Austria y Abisinia que, respectivamente, habían realizado las potencias europeas.
7
Silva, Historia de la expropiación, 1973, Apéndice, cuadros 8 y 9.
68 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

cada caso fue particular y hubo algunas empresas que fueron renuentes a
recibir las liquidaciones establecidas por las comisiones mexicanas.
En este plano, la compañía El Águila fue particularmente reacia a
negociar la propuesta mexicana; así, desde 1938 solicitó el apoyo de su go-
bierno, que tomó partido por sus connacionales, e interpuso notas de recla-
mación ante el gobierno mexicano. Esta posición fue reiterativa, tal y como
sucedió en febrero de 1944 cuando El Águila interpuso una demanda ante
los tribunales nacionales reclamando sus antiguos derechos de explotación
petrolera. En esta ocasión, la Suprema Corte debió ratificar su resolución,
en el sentido de que este derecho estaba reservado para los mexicanos.8 Las
desavenencias crecieron y llegaron al punto del rompimiento de relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña.
En el ámbito interno, se dieron problemas administrativos, duplici-
dad de funciones y conflictos con el stprm, que se fueron solucionando.
Una de las medidas que actuó en ese sentido fue un edicto del 8 de agosto
de 1940, mediante el cual se derogaba la creación de la empresa Distri-
buidora Petróleos Mexicanos, de la Administración General del Petróleo
Nacional, y se modificaba el que había creado la empresa Petróleos Mexi-
canos. Ello significó una reestructuración para dar origen a una empresa
petrolera estatal única, que se hiciera cargo de esta industria y que, en ge-
neral, diera impulso a la industrialización del país al proveer de energéticos
baratos.9
Con el contexto de la segunda guerra mundial y el ascenso al po-
der nacional del general Manuel Ávila Camacho, quien postuló como eje
central de su política un gobierno de unidad nacional, se pudo llegar a un
arreglo con las compañías estadunidenses. En los gobiernos sucesivos, el
problema del petróleo se fue centrando cada vez menos en la solución del
conflicto con las compañías, y cada vez más en el desarrollo de esta indus-
tria y otras actividades en el ámbito económico interno.

En este proyecto de industrialización se asignó al petróleo nacionalizado un


papel fundamental: Proporcionar la energía barata que el país demandaba
cada vez más, porque las alternativas –carbón o hidroelectricidad– no abun-
daban. A partir de mediados de los años cuarenta, la preocupación de las
autoridades petroleras fue menos seguir luchando contra las antiguas em-

8
Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 83.
9
Diario Oficial de la Federación, 9 de agosto de 1940.
EPÍLOGO 69

presas petroleras en el mercado externo y más mantener el crecimiento de la


producción al ritmo de una demanda interna en constante ascenso.10

De hecho, desde el año de 1938 el consumo interno de petróleo ya


superaba a las exportaciones, y en los años sucesivos esta tendencia se man-
tuvo claramente. Esto hizo que el objetivo central fuera reforzar la industria
petrolera nacional, mediante el desarrollo de sus procesos de exploración,
extracción y refinación. En los años siguientes, la industria petrolera en Mé-
xico llevó a cabo, no sin contradicciones, una estrategia que miraba hacia el
mercado interno y el desarrollo propio.
Después de conocer este panorama, podemos afirmar que el desarro-
llo de un mercado interno y el contexto exterior fueron coadyuvantes en la
solución del conflicto en los años posteriores a la expropiación, y también
para forjar una industria verdaderamente nacional.
Como se puede observar, el petróleo es uno de los temas de mayor
interés para el desarrollo del país, desde distintas perspectivas. En lo histó-
rico, ha estado estrechamente ligado a la lucha por la autonomía y el desa-
rrollo nacional. En ese sentido, la reproducción que se hace, en la presente
publicación, de los amparos de las compañías petroleras y de los fallos emi-
tidos por las autoridades mexicanas, constituye un interesante compendio
que nos permite recrear y documentar parte de esta historia.
En estos documentos se puede avizorar la construcción de instancias
productivas estatales a través de la empresa pública Petróleos Mexicanos, el
fortalecimiento del movimiento obrero, su integración con los intereses del
gobierno, y el surgimiento de la percepción de que las riquezas naturales
son un bien público. Es, por otra parte, el momento en que se genera una
impronta del nacionalismo mexicano, que se pensó nunca sería revertida.
En diciembre del año 2013 se aprobó la llamada Reforma Energética,
con la cual se daría fin a uno de los paradigmas más sólidos del Estado
nacionalista emanado de la revolución. Efecto del ascenso a las esferas gu-
bernamentales de un proyecto que, bajo la justificación de la eficiencia y la
modernización, pareció revertir algunos de los principios de la explotación
petrolera como un bien de la nación.
A partir de ese momento se renovó la disputa por el petróleo en
México, ya no como una disyuntiva que oscilaba entre permanecer subor-
dinado a los intereses transnacionales o la de expropiar y asumir los riesgos

10
Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 81.
70 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

Cuadro 1. Consumo petrolero en los años posteriores


a la expropiación

Consumo interno Consumo externo


Año (millones de barriles) (millones de barriles)

1938 17.1 9.2


1939 17.9 14.9
1940 19.3 13.3
1941 21.0 14.4
1942 23.2 6.3
1943 26.0 5.8
1944 27.6 4.9
1945 29.4 7.9
1946 33.5 9.7
Fuente: Meyer, Petróleo y nación, 1990, p. 87.

de la autonomía. En ese momento, marzo de 1938, la recuperación de los


bienes petroleros pasaba por la lucha contra el imperialismo y los intereses
transnacionales, a lo cual se contraponía una visión nacionalista.
Hoy, la pugna que se ha dado en torno al petróleo presenta analogías
y a la vez matices distintos. Entonces, como ahora, persiste el planteamien-
to de que el usufructo de la industria petrolera debe ser para beneficio de la
nación. Sin embargo, este planteamiento no se da en un contexto de lucha
contra el imperialismo, ni cuenta con el argumento de la defensa de los
intereses de los trabajadores del stprm. Hoy este planteamiento se da en un
marco de lucha contra una visión que privilegió (en el mejor de los casos),
la eficiencia administrativa pero que ha perdido en su panorama, una vi-
sión amplia de la empresa pública como un ente que puede ser un eficiente
impulsor económico. Asimismo, se desprende, de la lectura y análisis de
los documentos que se presentan en este volumen así como del contexto
actual, que, a diferencia de los años de 1936 a 1938, no se cuenta con el
concurso de instancias como el stprm, cuya dirigencia no se identifica con
el actual gobierno, ni de la scjn, que ha presentado diferendos en materia
energética, muy distinto al caso del general Cárdenas, que había logrado
una plena compaginación con la dirigencia sindical petrolera y que había
logrado conformar una Corte afín a sus intereses de gobierno.
EPÍLOGO 71

No obstante las diferencias entre estos dos momentos históricos,


persiste la idea de rescatar el sector energético como elemento central; se
trata de una lucha de orden político y también económico. Abarca ello
una visión de control del gas, de la electricidad y desde luego de los bie-
nes petroleros, que en conjunto se consideran como estratégicos para el
desarrollo nacional. En función de ello, se ha construido desde la esfera
gubernamental, ahora como entonces, un discurso del beneficio público y
en ello la historia contada en estas páginas, tiene mucho que decir.
SECCIÓN DOCUMENTAL
74 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sección documental 75
DEMANDA DE AMPARO
DE LAS COMPAÑÍAS PETROLERAS
Demanda de amparo de las compañías petroleras 77
78 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 79
80 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 81
82 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 83
84 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 85
86 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 87
88 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 89
90 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 91
92 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 93
94 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 95
96 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 97
98 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 99
100 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 101
102 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Demanda de amparo de las compañías petroleras 103
SENTENCIA DE LA SUPREMA CORTE
DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 105
106 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 107
108 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 109
110 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 111
112 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 113
114 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 115
116 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 117
118 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 119
120 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 121
122 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 123
124 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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126 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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128 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 129
130 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 131
132 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 133
134 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 135
136 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 137
138 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 139
140 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 141
142 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 143
144 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 145
146 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 147
148 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 149
150 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 151
152 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 153
154 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 155
156 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 157
158 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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162 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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164 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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166 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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168 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
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170 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 171
172 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 173
174 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 175
176 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 177
178 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 179
180 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 181
182 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 183
184 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 185
186 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 187
188 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 189
190 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 191
192 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 193
194 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 195
196 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 197
198 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 199
200 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 201
202 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 203
204 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 205
206 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 207
208 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 209
210 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 211
212 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 213
214 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 215
216 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 217
AMPARO DIRECTO NÚMERO 2
Amparo directo número 2 219
220 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Amparo directo número 2 221
222 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
Amparo directo número 2 223
224 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
EL APOYO POPULAR
226 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 227
228 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 229
230 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 231
232 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 233
234 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 235
236 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 237
238 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 239
240 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 241
El apoyo popular 245
246 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 247
248 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 249
250 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 251
El apoyo popular 255
256 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 257
258 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 259
260 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
El apoyo popular 261
262 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA
FUENTES CONSULTADAS

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La Prensa, Ciudad de México.
Novedades, Ciudad de México.
The Oil and Gas Journal, Tulsa, Oklahoma.
Iron and Coal Trade Review, Londres, Inglaterra.
266 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

ARCHIVOS

aat/inah Archivo Adalberto Tejeda, inah.


aft/fao Archivo Fernando Torreblanca, Fondo Álvaro Obregón.
aft/sp Archivo Fernando Torreblanca, Secretaría Particular.
agn Archivo General de la Nación.
ahpm Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos.
ahsre Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
apec Archivo Plutarco Elías Calles.
naw-rds National Archives Washington-Record Department of State.
pro/fo Public Record Office, Foreign Office.
ÍNDICE GEOGRÁFICO

A Ciudad Madero: 27, 32, 36.


Coahuila: 28.
Agua Dulce: 41. Córdoba: 62.
Alemania: 15, 22, 67.
América Latina: 55.
Arabia Saudita: 25. D
Árbol Grande: 28, 29, 30.
Atlixco: 62. Distrito Federal: 62.
Durango: 28.

B
E
Baja California: 63.
Estados Unidos: 14-17, 19, 22-24, 50, 57.
Europa: 15, 61.
C

Cabo San Lucas: 63. F


Cerro Azul: 44.
Chiapas: 30, 55. Faja de Oro: 25.
Chihuahua: 28. Francia: 67.
Ciudad de México: 32, 41, 56. Francita: 41.

267
268 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

G N

Golfo de México: 40. Nanchital: 41, 44.


Gran Bretaña: 15, 68.

P
H
Poza Rica: 26, 27, 40.
Hidalgo: 30. Puerto México: 41.
Holanda: 67.
Huasteca: 32, 35, 36.
Q

I Querétaro: 20.

Inglaterra: 14, 57.


Italia: 67. R

Rusia: 17.
J

Japón: 67. S

Saltillo: 55.
L San Luis Potosí: 55, 62.
Sonora: 28, 30, 55.
Las Choapas: 41.

T
M
Tamaulipas: 28, 36, 41.
Mérida: 62. Tampico: 28-30, 34, 40, 41, 44, 66.
México: 9, 13-18, 22-26, 28, 45, 48, 53, Tapachula: 63.
57, 63, 66, 67, 69. Tehuantepec: 15.
Minatitlán: 27, 28, 30, 32-35, 40, 41. Torreón: 50.
Monterrey: 43, 63.
ÍNDICE GEOGRÁFICO 269

V Z

Venezuela: 25. Zacatecas: 30.


Veracruz: 28, 30, 33, 41, 62, 66. Zacatepec: 56.

Yucatán: 30, 62.


ÍNDICE ONOMÁSTICO

A D

Aguilar Vargas, Cándido: 30. Díaz, Porfirio: 16.


Ávila Camacho, Manuel: 68. Doheny, Edward Lawrence: 14.

B E

Buenrostro, Efraín: 47, 60. Elías Calles, Plutarco: 14, 34, 37, 50.

C F

Caballero, Silverio: 30. Felipe II: 18.


Cárdenas del Río, Lázaro: 9, 36-38, 40- Fisher, John Arbuthnot: 15.
43, 45, 51-53, 55-58, 62, 70. Ford, Henry: 16.
Carranza, Venustiano: 19-21, 28, 29,
32.
Celis Salgado, Lourdes: 55. G
Cochrane, Thomas: 13.
Córdova, Arnaldo: 10, 37, 39, 41. González Blanco, Salomón: 62.
González, Manuel: 18.

271
272 PROLEGÓMENOS A LA NACIONALIZACIÓN PETROLERA

H O

Huerta, Adolfo de la: 25. Obregón, Álvaro: 19, 21, 24, 28, 32-34,
Huerta, Victoriano: 28. 37, 50.
Ortiz Rubio, Pascual: 37.

I
P
Ibarra, Luis F.:35.
Icaza, Xavier: 11, 61, 62. Padilla, Francisco: 28.
Pearson, Weetman: 28.
Peláez, Manuel: 32.
K Pérez, Cástulo: 32.
Platas, Juan: 28.
Kauffman Álvarez, Armando: 42. Portes Gil, Emilio: 51.
Puebla, Humberto: 35.

L
R
Lombardo Toledano, Vicente: 10, 38,
46, 49, 53, 54, 56, 61. Rodríguez, Abelardo: 36, 38, 41.
López Cortes, José: 34. Rouaix Méndez, Pastor: 21.

M T

Madero, Francisco I.: 16, 18, 28. Torres, Luis: 42.


Meyer, Lorenzo: 10, 20, 25, 43, 57, 68,
69,70.
Mijangos, Pablo: 31, 50-52. S
Moctezuma, Mariano: 47, 60.
Morones Negrete, Luis Napoleón: 33, Silva Herzog, Jesús: 10, 47, 48, 55, 52,
34. 60, 66.
Múgica, Francisco J.: 56. Soto Innes, Eduardo: 42, 46, 49.
ÍNDICE ONOMÁSTICO 273

V Z

Vázquez, Genaro V.: 45. Zapata, Emiliano: 28, 29, 56.


Villa, Francisco: 28, 29.

Yudico, Samuel O.: 30, 34.


SOBRE EL AUTOR

Héctor Luis Zarauz López es profesor e investigador del Instituto


Mora, sociólogo e historiador de formación. Ha concentrado sus investiga-
ciones en las líneas de la historia social e historia económica, en temas como
la revolución mexicana, la posrevolución y el petróleo, entre otros, bajo la
óptica de la historia contemporánea y la historia global.
Sus trabajos han merecido algunos reconocimientos, como el premio
Salvador Azuela que otorga el inehrm, o mención honorífica en el premio
maus, de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam.
En tiempos recientes se ha concentrado en el tema del petróleo, inci-
diendo en la formación de la empresa pública, las formaciones sindicales y
su conexión con los contextos internacionales. De ahí han derivado textos
como “El petróleo en México: empresa y política pública, los inicios (1923-
1940)”, en el libro de José Ma. Calderón Rodríguez y Alfonso Vadillo Bello
(coords.), Hacienda pública y política fiscal: Debates y experiencias (México, Facul-
tad de Ciencias Políticas y Sociales-Universidad Nacional Autónoma de
México, 2017); “El cobro de impuestos a la industria petrolera en los años
de la revolución mexicana”, en el libro de José Ma. Calderón y Alfonso Va-
dillo (coords.), Fiscalidad y democracia en México (unam, 2015), y “El petróleo
como elemento de disputa mundial y rebelión local”, en Bernardo García y
David Skerritt Gardner (coords.), La revolución mexicana en Veracruz (Gobierno
del Estado de Veracruz, 2009), entre varios textos más sobre este tema.
Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel ii.

275
Prolegómenos a la nacionalización petrolera.
El amparo de las compañías petroleras y la Suprema Corte de Justicia de la Nación
se terminó el 20 de diciembre de 2021.
Edición realizada a cargo de la Subdirección de Publicaciones
del Instituto Mora. En ella participaron:
corrección de estilo, Javier Ledesma;
corrección de pruebas, Anastasia Rodríguez y Javier Ledesma;
diseño de portada y formación de páginas, Marco Ocampo;
cuidado de la edición, Javier Ledesma y Yazmín Cortés.
El presente libro representa una compilación y selección de documen-
tos extraídos del expediente del amparo directo, número 2/1938, que
se encuentra alojado en el Archivo Histórico de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (ahscjn), que en principio documentan la
actitud de resistencia y rebeldía de las compañías petroleras ante las
determinaciones del Estado mexicano, en favor del cumplimiento de
ciertas demandas laborales del Sindicato de Trabajadores Petroleros
de la República Mexicana (stprm).
Este expediente, relativamente poco conocido, reúne, por una
parte, el recurso de amparo interpuesto por las compañías petroleras,
en el cual se presentan los alegatos exhibidos en contra de las deter-
minaciones de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (jfca),
ante las demandas laborales presentadas por el stprm. Asimismo, se
incluye el fallo de la propia Suprema Corte en el cual se ratifican las
determinaciones de la jfca. Más aún, en esta publicación se incluyen
cartas y telegramas de apoyo a estas determinaciones, provenientes de
varias organizaciones populares y sindicatos.
Esta compilación pretende aportar los documentos de primera
mano que muestran el escenario laboral y político en el año de 1936,
momento en el que se dan los prolegómenos a la expropiación petro-
lera. Así, nos podremos asomar a las posiciones de los diversos actores
de este momento histórico, en este caso: los trabajadores petroleros,
las compañías extranjeras, el gobierno mexicano y las organizaciones
populares.
De esta manera, se pretende contribuir en la documentación
histórica, al debate sobre un tema, el del petróleo, y el papel de la sobe-
ranía nacional en el usufructo de los energéticos, lo cual tiene conno-
taciones históricas, pero que a la vez mantiene gran vigencia en nuestra
sociedad contemporánea.

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