El uso social de La Fuente de Duchamp radica principalmente en su
impacto y su mensaje subversivo. Al presentar un objeto de uso
común y cotidiano como una obra de arte, Duchamp cuestionó la idea de lo que se considera arte y desafió las normas establecidas en el ámbito artístico. Esta obra provocó una controversia significativa y generó debates sobre la definición del arte, el papel del artista y la autenticidad de la obra. Duchamp desafió la noción de que el arte debe ser una expresión única y habilidosa del artista, abriendo el camino a nuevas formas de conceptualizar y apreciar el arte. El uso social de La Fuente también radica en su capacidad para cuestionar la autoridad y desafiar las estructuras de poder establecidas en el mundo del arte. Duchamp desafió a los críticos y a la industria artística al presentar un objeto cotidiano como una obra de arte y afirmar que su mero acto de elección y firma lo convertía en tal. Esta obra influyó en movimientos artísticos posteriores como el dadaísmo y el arte conceptual, donde el concepto y la idea detrás de la obra se volvieron más importantes que la habilidad técnica o la estética visual. Además, La Fuente de Duchamp ha sido un símbolo de la ruptura con las normas establecidas y ha inspirado a generaciones de artistas a desafiar los límites del arte y a cuestionar las convenciones sociales.