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La Espafia imperial 1469-1716 BIBLIOTECA HISTORIA DE ESPANA Mara 1 La Esraa pe Los Hansnvaco 1 La unisn de las coronas 1, ORIGENES DE LA UNION En la mafiana del 19 de octubre de 1469 Femando, rey de y heredere del trono de Aragén, e Isabel, la heredera de Cast casaban en una residencia privada de Valladolid. Los acontecimien- tos que habian precedido a la boda habian sido insdlitos, por no de- cir otra cosa. La princesa, que contaba entonces dieciocho afios, ame- nazada de encarcelamiento por su hermano, Enrique IV de Costilla, hhabia sido rescatada de su castillo de Madrigal de las Altas Torres por el arzobispo de Toledo y un escuadrén de caballeria y conducida a tuna ciudad donde se hallara segura entre amigos. El novio, un aio Viajado de noche por un pais hostil y habfa escapado ala muerte al cger cerea deSSiiapiedta lan desde las murallas de Burgo de Osma, Una vei se entrevist6 por vez primera con su futura esposa el 15 de octubre, ‘cuatro dias antes de la ceremonia. La pareja era tan pobre que se vio obligada a pedir prestado para subvenir a los gastos de Ia boda. Y como el grado de su parentesco prohibia el matrimonio, solcita- ron y recibieron a su tiempo una bula papal de dispensa, que més, tarde resulté ser un documento espurio, elaborado por el rey de Ara- £6n, el arzobispo de Toledo y el propio Femando. ‘XT de Francia que vefa un gran peli casas reinantes de Castilla y Aragon, Pero dentro del pais. Muchos de los poderosos Una de ellas era pais en la unién Tene, Deseous de espn ‘causa de la que alegaba cuyas pretensiones alztrony en favor de las de si rans Ia paz, habia sido obligado en septiembre de 1468, por isae belina, a reconocer a Isabel como heredera en lugar de la quien todo el mundo dudaba que fuese realmente el padre. Era éste un hombre de cardcter vacilante y poco digno de confianza, muy ca- paz de faltar a su palabra; y las presiones sobre él eran grandes. El principe y la princesa obraron pues muy atinadamente al aprovechar Ia primera oportunidad para formalizar una unién que deberfa con- era Ia posicién de isabel en Castilla. abel, sin embargo, eran precipitados por natu- jo fue el resultado de decisiones tomadas tras ‘muchas discusiones, en parte por otros, pero en ttima instancia por cellos mismos. Indudablemente habia tras su matrimonio una politica dindstica cuyos origenes se remontaban a mucho tiempo antes de su nacimiento. La Espafia del siglo xv estaba dividida en tres cristianos, Casilla, ‘Fran Unaje medieval de los Feyes de fegado a un Brusco fin en 1410, con la muer- te de Martin I, y en 1412 el problema de la sucesién aragonesa habia resuelto por $k@giiipitimiso de Caspe, que colocé en el trono ‘aragonés a una rama menor dela cosa castellana de los Trastimara. ‘Asi pues, desde la época de la subida al trono de Fernando I de Ante- ‘quera, en 1412, las vecinas coronas de Castilla y Aragén habian sido .gobernadas por dos ramas de la misma dinastia eastellana, éAcaso un bien planeado matrimonio no podia unr algin dia esas dos ramas y reunir asf, bajo Ia autoridad de un solo monarca, dos de los tres rei- nos cristanos de la Peninsula Ibérica? ‘Aunque una unién castellano-aragonesa habia sido, durante va- Oriente dete anit intentar llevar a cabo una es presencia real de una dinas- abia multiplicado los contactos ‘entre ambas, sobre todo debido a que la rama aragonesa de los Tras témara poseia extensos dominios castellanos. Habja también cicrtas aspiraciones de cardcter intelectual a una estrecha uni6n. La palabra Hispania fue de uso corriente a lo largo de la Edad Media pars de- wy signar a la Peninsula Ibérica como unidad geugrafica. 10s natives de vi Q y fa Valencia 0 Aragén se c de vista geogréfico, hi ver Espat”! Aunque Ie laid extviveexcluivaments re contactos con el ex: iy! la peninsula, e senti- a los ingleses o los raban en la Edad Media, desde tin también, en ciertos circulos restringidos, un concepto que derivaba de la antigua Hispania romana, una vision poder de Roma. Este concepto de la antigua Hispania era especial ‘mente caro al pequefio grupo de humanistas reunidos afi, del padre de Femando, Juan I de Aragén2 Algunos de estos 1. Qtado por Richard Konethe, dpi patel Madrid 1946 pL 2. Véase Robert B. Tate, Joan Margarit t Pau, Cardinal-Bishop of Gerona, ‘Manchester, 1955. ie 14 La Bopata imperial allegados a la corte aragonesa acariciaban, pues, la idea de una re- unidad hispénica, de una nueva uni6n de la Hispania ry Ia Ulterior bajo un cetro comin. una alianza matrimonial ere vista con mejores ojos por la rama aragonesa de los Trastémara que por la castellana, la razon de ello debe buscarse, en tltima instancia, en las graves dificultades po- Iiticas de los reyes aragoneses, mucho més que en las inclinaciones de un reducido grupo de humanistas catalanes partidarios de la res- tauracién de Ia unidad hispénica, Juan II de Aragén (1458-1479) de- ‘la revoluci6n catalana, sino también a las ambiciones expansionistas de Luis XI de Francia. Dados sus escasos| recursos para enfrentarse con la amenaza por sf solo, su mayor e3- ida de Castilla y In mejor manera de matrimonial. Era, pues, ante el fin de ta Guerra de los Cien para el rey de Aragén, esta alianza se convi rior de Juan IL ‘Los meses crucial el objetivo principal de la politica exte- 1 determinar el futuro de la pentn- sula expat, ans we el oioto de 1465, cuando En Fique IV reconocié abel como heredera, y Ia prmavera do 1469, El reconoctntene de Label contro su att Mnonio en un asunto de interés internacional, Habia tres pretendien- tes principales a su mano. Podia casarse con Carlos de Valois, el hijo le Carlos VII de Francia, y consolidar asf la vieja alianza franco-cas- lena. Podia casarse, y asi lo deseaba su herm: de ese modo la suerte de Cat i salmente, podia casarse con Fernando, hijo y heredero Se Juan TT de Aragon formalcar ss une alana casellano-rngo- reba, por cuya consecucién habfa maniobrado tan decididamen- te Juan IT, Hacia onero de 1469, ya habia elegido: se casaria con de Isabel fue de una importancia tan trascendental que es muy lamentable que sepamos tan poco acerca del modo ‘c6mo llegé finalmente a ella. Sin duda alguna se hicieron fuertes Orgenes de la unin 5 presiones para inducir a la princesa a escoger al candidato arago- nés. Habia un formidable partido aragonés en la corte castellana, dirigido por el arzobispo de Toledo. Los agentes del rey de Aragén se mostraron muy activos y sobornaron a los nobles castellanos para que.apoyasen la causa de su duefto. Y el legado pontificio ha- bia sido inducido’a interponer sus buenos nando, Parece ser también que poderosas fe pe que habia heredado sangre judia, a través de su madve, Pero Isa" bel, aunque de temperamento altanero, era una mujer de gran ca acter y decision, Tent jeas propias hizo una eleccién que, debia parecerle Ia mas deseable mayor que ella y sin ninguno de los atractivos pers otorgan a Fernando. Hay que afiadir « ello el hecho Juan II y Fernando no se hallaban en situacién de regatear, podia ‘esperar dictar un contrato précticamente en los términos que ella quisiera. La forma misma det contrato matrimo Cervera e! 5 de marzo de 1469, puso de manifesto Ia extraordine~ ria fuerza de su po char por la causa eran humillantes, pero para Fernando el premio resultaba tan gran- de y la necesidad tan urgente que una denegacién se halla total- mente fuera de lugar. .cci6n de Isabel quedé muy pronto de ma- con la gran expe do, Juan II. Isabel necesitaba toda la ayuda posible si queria conse guir algiin dia su dudosa herencia. Su matrimonio habia precipitado Ia lucha por la sucesién al trono castellano que iba a durar diez afios auin y culminaria en una franca guerra civil entre 1475 y 1479. Elher mano de Isabel, Enrique IV, habia recibido un duro golpe con las noticias del matrimonio de su hermana, y Luis XT, que desconfia- ba de obtener un arregio con Isabel, le inducia entonces a reconocer los derechos de Juana la Beltraneja, que estaba 2 punto de casarse ‘con un francés. En esta delicada situacign fue necesaria toda la habi- lidad de Fernando, y ls cinco primeros afios de matrimonio fueron cempleados en fortiicar la adhesién a Isabel entre el patriciado urba- no, aunque al mismo tiempo se intentase asegurar una reconciliacién con el rey. ‘Al morir Enrique IV el 11 de diciembre de 1474, Isabel se auto- proclamé inmediatamente reina de Castilla. Pero la feccién antiara- ‘gonesa de la Corte castellana habia concertado planes con Alfonso V de Portugal, que vefa en la Beltraneja una cespora, ya que la muerte habia dejado fuera de combate-é'si rival el principe francés. ‘A fines de mayo de 1475 Juana, animada por sus partidarios, eclamé ‘el trono para s, Tropas portuguesas cruzaron la frontera con Castilla y se registraron levantamientos contra Fernando ¢ Isabel a lo largo y ‘alo ancho del pats, La guerra de sucesi6n que empezaba fue una auténtica guerra civil, en la que Juana goz6 del apoyo de varias ciu- dades de Castilla la Vieja y de la mayoria de las de Auidalucie y Cas- portugueses. Como Isabel resulté finalmente ganadora, la crita por cronistas isabelinos que siguieron la consigna oficial decla- rando que Juana no era en realidad hija de Enrique IV el Impotente y llamandola por el popular apodo de la Beltraneje, de Beltran de la Cueva, su auténtico padre segtin se decia. Sin embargo, hay alguna, posibilidad de que fuera realmente legitima. ¥ silo ers, entonces el partido ilegal result6 vencedor. ro Ia guerra fue mucho més que una disputa sobre los discu- tibles derechos legales de las princesas rivales al trono de Castilla. Su desenlace iba a determinar sin duda toda la futura orientacién politica dé"Espata. Si Juana trigifabarla suerte de Castilla se liga- ria a la de Portugal it ‘ rian hacia el litoral atl nando e Isabel, Espat veria estrechamente liga terraneo, En las primeras fases de la guerra, cuando las ferzas se halla- ban atin en equilibrio, la intervencién de Fernando fue de una im- portancia crucial. Fue é1 quien asumi6 el mando del partido isebe- Castilla y Arag6n, y ereses aragoneses en Las dos coronas las tropas de Isabel en I nando demostré ser un hibi tencia de Alfonso de Portugal, cuyo pi seriamente dafiado px sgresos eran lentos y s6lo trol de Isabel. Esta celebrd convento.* Poco después, en ‘gon, Pacificada Castilla y suce un hecho. 2. LAS DOS CORONAS Las ambiciones din istcas y las intrigas diplomaticas de mui cinco exis Eat del WigMerioeen: Cane, Aragén, Fs ‘ugal, Navarra y Granada. La misina unién era puramenti Sco llc us Gr pontoons seals: psc Ol he cho de que, en adelante, Castilla y Aragén tendrian los mismos mo- *yentblé algunas negocaciones con las bacer revit proteome af wone casino 18 La Fipata ingerial in cambio ni en su estructurd ni en iis verdad que, en la persona de Fernan- ‘an findirse eon toda probabilidad, narcas, no habria en teo Is forma de sus gobier idia en el hecho de que aho- .dos. Como decfan los “consellers” carta a los de Sevilla, “ahora... to- ‘ba, pues, considerada como una feat so de los cuales eonservaba sus propias institiciones y su modo © de una confederacion sociales, econdmicas y po! formulas e inflexionar Ie rentes de los que sus ces pretendian seguir. Castilla y los es- ran, de hecho, pafses con historias y ran en estados muy diferentes de ay pues, una tnién de socios esen- ‘es més importante, notablemente di- ‘in y fuerzas. in de Granada, en 1492, la Corona de dos terior del en toa de la Peninsula arcade tre veces auperior la de la Co- “(on era Tambieéa muy superior. Bs dificil las relaciones entre dimensiones y densidades de poblacién, aunque corresponde a las postrimerfas, y no a los iniios del siglo xvi! 4, J. Vicens Vives, £ls Trastimares, Barcelona, 1956, p. 240. 5. Javier Ruiz Altpan itn espatola en ol siglo XVI, Revista 15-136, Las cifras (otales de ‘las que la mayoria de los e basan en el coeficiente excepcionalmente elevado de 6. cusps 1 LA UNION DE LAS CORONAS DE CASTILLA Y ARAGON iene 20. ae La Expata imperial re pret Porcen: Rorcen: Km te sobre tafe sobre Densidad ‘area Habiantes eltotal por ‘oul dela Km. = ee Corona de Castilla “378.000 652 B30L000 73,2 D2 Corona de Aragén 100.000 17,2 1.358000 120 136 Reino de Portugal 90.000 15, Reino de Navarra El hecho mas chocante que se desprende de est la superior densidad de Ia poblacién de C: Aragén. El temendo despoblamiento del pais en la Ci hace diffcil imaginar una época en que Ia poblacién densa que en cualquier otra regién de Espafia. Desde el siglo xvi las dreas periféricas de le peninsula constituyen, de hecho, las regio- znes mas pobladas, pero esto no ocurria en los siglos xvi y xvtl. En aquella época era el centro y no la periferia el que tena una mayor poblacién relativa, Esta superioridad demogrifica de las éridas re giones centrales constituye una de las claves esenciales de las diné- micas tendencias expansionistas de Castilla en las postrimerias de la Edad Media. Serfa, sin embargo, ertbneo creer que esta superioridad demogré- fica entrafia una preeminencia politica y militar en una época en que Jos gobiernos carecfan aiin de recursos administrativos y técnicos para movilizar sus poblaciones para la guerra. La Corona de Aragén, fungus menor en exteniénpoblacin, habla hesha gale de una vi talidad no igualada por Castilla y habia llevado a cabo por's s5la una carrera triunfante que iba a influir poderosamente en Ia futura evolu- ign politica de Espatia. Los origenes de la historia independiente de Aragén y de las ca- lamente le diferenciaban racteristicas fundamental de Castilla hay que ir a buscarlos en Iucha de la Espafia me- dieval contra el Islam. Los arabes hi wadido la Peninsula Tbé- sca en el afio 711 y Ia hablan conquistado en siete afios. Costs siete siglos ganar lo que en siete aiios se perdi, La historia de la Espafia a Las dos coronas cha y las caracterfsticas de la Reconq parte a otra de Espatia y fueron estas variaciones las que agravaren y ‘eforzaron la diversidad regional de Espaiia. El siglo xin fue el gran siglo de la Reconquis €l siglo en el que la divisién de la Espa da de modo decisivo. Mientras Castilla unas profindas consec iencias de tipo social y econdmico. Andaki- fa quedé como tierra de vastos latifundios bajo el control de los aristocratas, y la nobleza castellana, aprovechéndose de su nueva y o bastante poderosa como para itada en una nacién en I iba dispersa por las escasas ‘en cambio, la Corona pudo ejerce supervisién mucho més estrecha en el proceso de colonizacién poblacién, El pais fue,di los colonos eatalanes y'arago: cristianas diseminadas en un isco, pues los moriscos i rencia de la mayoria de los andaluces, perman gran fuente de riquezas, le gozar de una influencia A partir de 1270 el impulso de la Reconqui Portugal, al quedar bloqueadas sus salidas haci cia el acia el Atlinti ida por las erisis estaba demasiado preo- cupada por sus asuntos internos. Los estados levantinos, en cambio, Tevantinos ~Catalufia, Aragén y Valencia forma ban en conjunto la entidad conocida coi Aragén. De hecho el nombre de Aragén, érido hinerland, er fad, pues el reino sportante de la fe- tos Cut cn. Wad 1 poblaci¢n enérgica, Ia que desempené el papel pre- ponderanie ei la gran expansién maritima de la Corona de Aragon La hazaiia catalana fue prodigiosa. Entre finales del siglo xu y fina- les del x1v esta nacién de menos de medio millén de habitantes con- {quisto y onganiz6 un imperio maritimo y establecié en la metrépoli y en sus posesiones mediterraneas un sistema politico en el que las ne- cesidades opuestas de libertad y de orden estaban armonizadas de modo tinico. E] imperio catalano-aragonés de Ja Baja Edad Media era, ante todo, un imperio comercial cuya prosperidad se basaba en la expor- tacion de productos texiles. Barcelona, lugar de nacimiento del Li dre del Consola, el famoso cédigo maritimo que regulaba el comercio en el mundo mediterrineo, aque legaba hasta el Oriente. naron y perdieron un puesto avanzad nombre de Ducado de Atenas; legaron a ser duefios de Cerdefia y Sicilia, que fue definitivamente incorporada a la Corona de Aragén fen 1409; Barcelona tenfa cdnsules en los principales puertos del Me- diterréneo y los oe catalanes eran conocidos en el este y el sony norte de Avera inulfa y en Brujas. Competfan con los mer- ~~" ‘caderes venétiahis y genoveses on el comercio de especias con Oriente y hallaban mereados pa para los textiles catalanes en Si Tbérica. El éxito del sistema comercia eatalano-éragonés llevé la prospe- ridad a las ciudades de la Corona de Aragén y ayudé a consolidar el poder de los patriciados urbanos. Estos eran, en la préctica, los ver- daderos duefios del pais, pues, con la excepeién de un pufiado de ica y 1a misma Peninsula Las dos coronas 22 Corona de Aragén era una pe- ‘grandes magnates, la nobleza de con su semejante castellana. Domins pals, la burguesfa pudo edificar, unas veces en colaboracién y otras, tantes del alcan obligaciones y las limitaciones de sus poderes. ‘Solo por este éafnino podia funciona el gobierno de un modo eficaz, ‘mientras que, l mismo tiempo, las ibertades del individuo queéaban debidamente garantizadas Esta filosofia, que constituye el centro del pensamiento politico catalin medieval y que fie enunciads en fom docrnal por gran iximenis, hallaba su expre- de los siglos, la més importante eran las Cortes. Catalufia, Areg6n y ‘Valencia tenian cada una sus propias Corte, que se reunian por se- conjuntas en calidad de Cortes monarea. Existian algunas dife- _g6n estaban formadas por cuatro camaras, ya que el estamento tocrético estaba dividido en dos: los ricoshomnbres y los caballeros. ataifan al rey y tudes, proponian remedios y votaban subsic hay més, pues también habian adquirido poder legislativo; asi, en Referees 2 La Exp imperial Catalutia, donde este derechs habja sido conseguido en 1283, las leyes s6lo podian ser elaboradas o abrogadas con el consentimien- to mutuo del rey y de las Corts, Las Cortes eran, pues, en Tas pos- ttimerfas de la Edad Media, unas instituciones poderosas y muy desarrolladas que desempertaben un papel insustituible en el go- bierrio del pais. Los derechos y libertades del individuo estaban ademés protegi- dos, en la Corona de Aragén, por ciertas instituciones de cardcter Unico. El reino de Aragén tenia un cargo conocido por el nombre de Justicia, que no tenia equivalente exacto en ningin pais derJa Europa occidental. El Justicia era un noble aragonés designadopor" las Cortes para vigilar que las leyes del pais no fueran inftingidas por los ministros de justicia reales o sefioriales y para cuidar que el individuo estuviese protegido contra cualquier acto arbitrario del po- det. El ofcio de Justicia no funcioné en modo alguno a la perfeccién y, hacia finales del siglo xv, empez6 a ser consideraco como vir- tualmente hereditario en Ia familia de los Lanuza, que tenia estre- chos vinculos con la monarqufa. Sin embargo, el Justicia fue, con el paso del tiempo, una figura de inmensa influencia en la vida arago- nesa y, en cierto modo, un simbolo de la perduracién de la inde- pendencia del pais. No existian el Justicia ni en Cataluia ni en Valencia, pero estos dos Estados tenian en Is Baja Edad Medi, al igual que Aragén, otra institucién dotada de ciertas funciones similares y conocida en eata- én con el nombre de Generalitat 0 Dipuiacié, Se habia desarrollado, ‘en Catalufia, a partir de los comités designados por las Corts para or- anizar la recaudacién de los subsidios concedidos al rey y habia ad- quitido su forma y su estructura definitivas en la segunda mitad del siglo x1v. Se convirti6 en comité permanente de las Corts y €2485@" formada por tres Dipulatsy tres Oidors 0 auditores. Habfa un Diputat {yun Oidor por cada uno de los tres estamentos de la sociedad catala ina y los seis hombres detentaban su cargo por un perfodo de tres aiios. En un principio, la tarea de la Dipwtacié fue de orden finan- ciero. Sus oficiales controlaban el sistema de tributacién de todo el rincipado y eran responsables del pago a la Corona de los subsidios votados por las Corts. Estos subsidios se pagaban de los fondos de Ia Generalitat, que procedian principalmente de los aranceles de impor- as a crenas 25 tacion y exportaciGn y de un impuesto sobre los tejidos conocido con el nombre de bolla. Pero, a partir de estas funciones de tipo financie- +0, adquirié otras de mayor signifcacién. Los Dipulats se convirtiexon ‘en los guardianes de las libertades de Catalua. Al igual que el Ju cia en Aragén, vigilaban cualquier infraccién de las leyes del Pri pado por parte de oficiales de justicia reales demasiado celosos, eran responsables de la organizacién de todas las medidas necesarias para asegurar el castigo de las injusticas y las debidas compensacio- nes. Eran los representantes supremos de la catalana, actus algunas ocasiones, de hecho, sino de nom! jerao del Principado. La Diputacié catalara era, pues, una institucién inmensamente poderosa, con las espaldas cubiertas por grandes recursos financie- 10s, ¥ sus evidentes atractivos como baluarte de l animaron a valencianos y aragoneses a estableci milares en sus propios paises hacia el principio resultado de protegidos, en las postrimerias de la Edad Media, c ro misiones de la realeza. En la Diputacé estaba simbolizada esa rela- ein mutua, entre el rey y un pueblo fuerte y libre, que Martin el ‘Humano expres6 de modo tan vivo en sus palabras a las Corls ca- talanas de 1406: “EQué pueblo hay en el mundo que tenga tanias franquicias y libertades, y que sea tan liberal como vosotros?™ El mismo concepto quedaba resumido de modo més cortante en la formula aragonesa del juramento de fidelidad al rey: “Nos que va emos tanto como vos os hacemos nuestro Rey y Sefior, con tal que nos guardéis nuestros fueros y szdelo conirario, no”:fAm- bbas frases, emocionada la una, legalista la otra, implican ese sentido 6, ta es Ia forma de juramento reproducida por Antonio Pére en sus Fede 108 ung rl eejnt sata embod de Venecia, Sorenzo, de pacto mutuo que fue el fundamento del sistema constitucional catalano-aragonés. Era tipico de los realizaciones cor portar sus formas ins anes de la época que su satisfaccién por sus les les impulsase de modo natural a ex: de la Corona de Aragén distaba mu- regido con mano férrea desde su rey. En esta confederacién de provincias semiauténomas, la auto- ridad real estaba represcntada por una figura que iba a desempefiar tun papel de vital cia en la vida del futuro imperio espaol. ado catalén de Atenas, cuando el du- te suyo a un icariue generals 0 vicee- ‘gems. El Virreinato ~cargo que a menudo, aunque no siempre, se reducia a tres afios~ demostré ser una brillante solucin a uno de los is dificiles problemas creados por el sistema constitucional catala- no-aragonés: el problema del absentismo real. Como cada parte de {én seguia viviendo como entidad independiente y el rey sélo podia estar presente en uno de estos lugares en un momento dado, decidi6 designar, en Mallorca, Cerdefa o Sicilia, un sustituto personal o alter ego, que como virrey, transmitiese inmediatamente sus drdenes y supervisase el gobierno del pais. De este modo, la uniés:entte los terr‘torios de‘iaMederacién, aun cuando no muy es- trecha, era adecuada, y sus cofitactos con la case reinente aragonesa quedaban asegurados. La Corona de Aragén, con su rico y enérgico patriciado urbano, estaba, pues, profundamente influida por sus intereses comerciales ullramarinos. Estaba imbuida de un concepto pactista de la relaci6n, cenire el rey y sus sibditos a la que habia dado cuerpo en forma ins titucional y posefa una sélida experiencia en el gobierno de un im- perio. En todos estos aspectos contrastaba fuertemente con la Casti- Las des coronas a lla medieval. Mientras que, a principios del siglo xiv, la Corona de Aragén era cosmopolita en su politica y de inclinaciones predomi- nantemente mercantiles, la Castilla coeténea tendia a volverse més hacia el interior que hacia el exterior y estaba mas orientada hacia guerra que hacia el comercio. Castilla era, fundamentalmente, una sociedad de pastores y némadas cuyos habitos y aétitudes h sido modelados por el prolongado proceso de Ia Reconguita, qu

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