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Acin219 s1 Leal
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Estrategia
1. La estrategia
1.1. Proceso de elaboración y ejecución de una estrategia.
Iniciaremos entendiendo desde una base conceptual el concepto básico de estrategia, la cual consiste
en las medidas competitivas y los planteamientos comerciales con que los administradores compiten de
manera fructífera, mejoran el desempeño y hacen crecer el negocio, considerando competir de manera
diferente, hacer lo que los competidores no hacen, o mejor, hacer lo que no pueden hacer. Toda estrategia
necesita un elemento distintivo que atraiga a los clientes y genere una ventaja competitiva. (Thompson et
al, 2012)
Planificar, implementar y hacer seguimiento a las estrategias son las bases de la administración de una
empresa. Pero, exactamente, ¿Qué significa diseñar una estrategia y ejecutarla correctamente?, ¿Cuáles son
los elementos que componen el proceso de diseñar e implementar una estrategia?
En el presente documento concentra elementos que servirán como guía para el entendimiento de este
proceso que toda administración debe conocer u desarrollar al momento de diseñar e implementar una
estrategia, y en ese sentido, hay que prestar especial atención a la responsabilidad de fijar el rumbo por
parte de la administración. En este sentido, actividades relacionadas con definir un curso estratégico,
establecer objetivos de desempeño y elegir una estrategia que sea capaz de producir los resultados
deseados.
La pregunta que surge a partir de lo anterior es ¿Qué significa un proceso de diseño e implementación
estratégica?, y la respuesta se relaciona con un proceso de 5 fases que están estrechamente relacionadas y
coordinadas entre sí.
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Elaborar una visión estratégica de la dirección de largo plazo que la empresa necesita adoptar, una misión
que describe el propósito de la compañía, y un conjunto de valores para guiar la búsqueda de la visión y la
misión mencionadas.
Establecer objetivos y emplearlos como medidas del desempeño y del progreso de la empresa.
Diseñar una estrategia para alcanzar los objetivos y llevar a la empresa por el curso estratégico que trazó la
administración.
Vigilar los avances, evaluar el desempeño y poner en marcha medidas correctivas en la visión, misión,
objetivos, estrategias o la ejecución de largo plazo con base en la experiencia real, las condiciones
cambiantes, las nuevas ideas y las oportunidades dentro de la empresa.
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Para este documento nos centraremos en la primera fase del proceso, que tiene relación con la definición
del contexto estratégico o la direccionalidad estratégica. En términos simples, esta etapa plantea las bases
y los cimientos sólidos para la construcción de una estrategia consistente.
Al comienzo de todo proceso de diseño de una estrategia para la organización, los Directivos y
administradores deben determinar el camino a recorrer, y para ello establecer una “hoja de ruta” que
permita trazar con claridad dicho camino. Ante ello es necesario establecer cuál es la posición futura
deseada, y analizar si el actual desarrollo es el correcto para el futuro, o si es necesario establecer ajustes
que permitan encontrar aquella actuación que genera oportunidades atractivas de crecimiento,
rentabilidad y satisfacción de los stakeholders. A partir de ello es relevante establecer el contexto
estratégico y la direccionalidad de la firma.
Una visión estratégica describe las aspiraciones de la administración para el futuro, y bosqueja el
curso estratégico y la dirección de largo plazo de la compañía.
Características de la visión:
Describe el propósito y el negocio actual de la empresa: “quiénes somos, qué hacemos y por qué
estamos aquí”.
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Lo ideal, es que la declaración de misión de una compañía sea lo bastante descriptiva para:
Son las creencias, características y normas conductuales que la administración determinó que
deben guiar el cumplimiento de su visión y misión.
1. Trato justo.
2. Integridad.
3. Conducta ética.
4. Sentido innovador.
5. Trabajo en equipo.
6. Calidad suprema.
7. Servicio superior al cliente.
8. Responsabilidad social y ciudadanía comunitaria.
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La primera pregunta, ¿cuál es nuestra situación actual? Impulsa a los administradores a evaluar las
condiciones de la industria, el desempeño financiero y la situación en curso del mercado, de los recursos y
capacidades de la empresa, sus fortalezas y debilidades competitivas, así como los cambios en el ambiente
de negocios que pudieran afectar a la compañía. La respuesta a la pregunta ¿Hacia dónde queremos ir? Se
halla dentro de la visión que los administradores tienen de la dirección futura de la compañía: qué nuevos
grupos y necesidades de consumidores surgen para buscar la forma de satisfacerlos, y qué nuevas
capacidades hay que construir o adquirir. La pregunta ¿Cómo vamos a llegar? Obliga a los administradores
a formular y ejecutar una estrategia que lleve a la compañía en la dirección deseada.
Las opciones estratégicas de una compañía rara vez son sencillas, y a menudo requieren cambios difíciles,
pero esto no es una excusa para abstenerse de tomar decisiones de un curso concreto de acción.
El núcleo de toda estrategia consta de las acciones y los movimientos en el mercado que efectúan los
administradores para mejorar su posición competitiva respecto de sus competidores. Una estrategia
creativa y distinta que aleje a una empresa de sus rivales y genere una ventaja competitiva es el “boleto”
más confiable para obtener ganancias superiores al promedio. Competir en el mercado con una ventaja
tiende a ser más rentable que competir sin alguna ventaja. Y es casi seguro que una empresa obtenga
muchas más ganancias cuando goza de una ventaja competitiva en comparación con una situación en que
se vea limitada por desventajas competitivas. La ventaja competitiva proviene de la capacidad para
satisfacer las necesidades de los consumidores con más eficacia, con productos o servicios que los
consumidores aprecien mucho, o con más eficiencia, a un menor costo. Satisfacer con mayor eficacia las
necesidades de los consumidores se puede traducir en la capacidad de pedir un precio más elevado (por
ejemplo, chocolates Godiva), lo que puede elevar las utilidades al generar mayores ingresos. La satisfacción
de las necesidades de los clientes con costos más eficientes se puede traducir en cobrar precios más bajos
y alcanzar mayores volúmenes de ventas (por ejemplo, Walmart), con lo que se incrementan las utilidades
por el lado de los ingresos y por el de los costos. Además, si la ventaja competitiva de una empresa parece
sustentable (en contraste con solo temporal), tanto mejor para la estrategia y la futura rentabilidad de la
compañía. Lo que hace que una ventaja competitiva sea sustentable (o duradera), en oposición a
temporal, son los elementos de la estrategia que ofrecen a los compradores razones duraderas para preferir
los productos o servicios de una compañía sobre los de sus competidores, razones que los competidores
sean incapaces de anular o superar por más que lo intenten.
No importa si la estrategia de una empresa cambia poco a poco o de improviso, lo importante es que la
estrategia siempre es temporal y está a prueba. En consecuencia, adaptarse a condiciones novedosas y no
dejar de apreciar lo que funciona bien para conservarlo y lo que necesita mejorarse es una parte normal
del proceso de elaboración de una estrategia, lo cual genera una estrategia en evolución.
La naturaleza evolutiva de una estrategia significa que, por lo general, es una mezcla de:
• Acciones proactivas para mejorar el desempeño financiero de la empresa y asegurar una ventaja
competitiva, y
• Reacciones de adaptación necesarias ante sucesos inesperados y condiciones frescas del mercado.
En la mayoría de los casos, una buena parte de la estrategia en curso de la compañía fluye de acciones
iniciadas antes, de enfoques de negocios que funcionan lo bastante bien para merecer su continuación y
de iniciativas recientes que generan un mejor desempeño financiero y permiten superar a los rivales. Esta
parte del plan de acción de la administración para manejar la compañía es su estrategia deliberada, que
consiste en los elementos de estrategia ideados y ejecutados conforme a lo planeado (aunque quizá otros
elementos planeados de la estrategia no funcionen bien). Sin embargo, los directivos siempre deben estar
dispuestos a complementar o modificar todos los elementos proactivos de la estrategia con reacciones
adecuadas ante sucesos inesperados. De manera inevitable, habrá ocasiones en que el mercado y las
condiciones competitivas den un giro sorpresivo que exija alguna clase de reacción o ajuste estratégico.
Por lo tanto, una parte de la estrategia aplicada por la empresa siempre se elabora sobre la marcha, como
respuesta a las maniobras estratégicas de empresas rivales, cambios inesperados de los requisitos y
expectativas de los clientes, súbitos avances tecnológicos, oportunidades de mercado de reciente
aparición, climas políticos o económicos inestables, u otros acontecimientos repentinos en el ambiente.
En condiciones de gran incertidumbre, es más probable que los elementos de la estrategia surjan de
procesos de experimentación, prueba y error, y aprendizaje y adaptación, que de un plan proactivo. Estos
ajustes estratégicos no planeados, reactivos y adaptativos constituyen la estrategia emergente de la
empresa, que consiste en los nuevos elementos que emergen conforme lo exigen los cambios en las
condiciones. La estrategia total de una compañía (su estrategia ejecutada) tiende, por lo tanto, a ser una
combinación de elementos proactivos y reactivos, donde se abandonan ciertos elementos porque se
hicieron obsoletos o perdieron eficacia. La estrategia ejecutada de una compañía se aprecia en el patrón
de sus acciones al paso del tiempo, lo cual es un indicador mucho mejor que cualquiera de sus planes
estratégicos escritos o pronunciamientos públicos sobre su estrategia.
La formulación y ejecución de una estrategia son tareas de máxima prioridad para la administración por
una razón fundamental: Una estrategia clara y razonada es la receta de la administración para hacer
negocios, su mapa para llegar a la ventaja competitiva, su plan para complacer a los clientes y así mejorar
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su desempeño financiero. Las empresas que obtienen grandes logros casi siempre son el resultado de la
elaboración hábil, creativa y proactiva de una estrategia. Las compañías no llegan o se mantienen en la
cúspide de su industria con estrategias ilógicas, copiadas o construidas con acciones tímidas para mejorar.
Solo pocas empresas pueden presumir de estrategias demoledoras en el mercado gracias a golpes de
suerte o a la buena fortuna de estar en el sector correcto en el momento preciso y con el producto
adecuado. Incluso entonces, a menos que después creen una estrategia que permita capitalizar su buena
suerte, construir sobre lo que funciona y descartar el resto, el éxito de esta clase será transitorio. Así, no
cabe duda de que la estrategia de una compañía es importante, muy importante. El buen desempeño de
una compañía es directamente atribuible al alcance de su estrategia y la excelencia con que la ejecuta.
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Referencias bibliográficas
1. Thompson, A., Peteraf, M., Gamble, J., Strickland, A. (2012) Administración Estratégica.
Teorías y casos. México. McGraw Hill.