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MATRIMONIO DE

STEFANY ABARCA & JOSÉ DAVID AGUAS

TEMPLO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS, QUITO

Sábado 29 de Abril del 2023

P. Jorge A. Castillo Live, SJ


PRIMERA LECTURA
Si no tengo amor, no me sirve para nada.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A


LOS CORINTIOS 13, 1-6

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y


de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana
que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos


los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe,
una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no
soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a


los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo
amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no


es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no
procede con bajeza, no busca su propio interés,
no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija
con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo


espera, todo lo soporta.

El amor nunca se agota.

Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL
Sal. 16 (15), 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11

R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida

Protégenos, Dios mío, pues eres nuestro refugio.


Siempre hemos dicho que tú eres nuestro Señor.
Tú eres parte de nuestra herencia; nuestra vida
está en tus manos.

R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida

Bendeciremos al Señor, que nos aconseja,


nos instruye internamente. Tenemos siempre
presente al Señor, y con él a nuestro lado, jamás
tropezaremos.
R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida

Por eso se nos alegran el corazón y el alma, y


nuestro cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no nos
abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra-
mos corrupción.

R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida


Enséñanos el camino de la vida,
sácianos de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti.

R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida


EVANGELIO
«cada árbol se conoce por su fruto»

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:


«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo
que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por
su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se
vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su


corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca
el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
¿Por qué me llaman Señor, Señor, y no hacen lo que
digo? Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las
pone en práctica, les voy a decir a quién se parece: se
parece a uno que edificó una casa: cayó, ahondó y puso
los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río
contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba
sólidamente construida.

El que escucha y no pone en práctica se parece a


uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento;
arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó
desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor


HOMILÍA
Queridos José David y Stefany, queridos familiares y
amigos de los novios. En esta tarde nos encontramos
aquí para ser testigos de un verdadero milagro. Hoy en
día, cuando las relaciones y vínculos son frágiles, el gesto
que ustedes van a tener es una invitación para que cada
uno de nosotros crea en el amor. El mensaje tan bello y
por el que nos sentimos agradecidos es que podemos
seguir construyendo puentes entre corazones, y que el
mirarnos a los ojos todavía es un gesto que nos permite
reconocer el valor del otro. Y esto es lo que representa el
que todos nosotros podamos compartir este momento
como familia e Iglesia.

Muchos podrían pensar que prometerse fidelidad para


toda la vida es una cosa de locos, o a su vez una empresa
demasiado difícil; muchos sienten que el desafío de
vivir juntos para siempre es hermoso y fascinante, pero
demasiado exigente y lo consideran casi imposible. Sin
embargo, Stefany y José David ustedes nos demuestran
que es posible amarse «para siempre».

Las opciones para toda la vida ahora se han debilitado


porque estamos acostumbrados al inmediatismo. Pero
el testimonio de ustedes en esta tarde nos invita a
pensar en que el amor no se sostiene en un sentimiento
vago que se desvanece, sino que se cultiva en el tiempo
que cada uno de ustedes dispone para contribuir a su
relación. Estar juntos y saberse amar para siempre es el
desafío que ustedes tienen ahora, y les puedo asegurar
que lo asumen a partir de ahora con mucho compromiso.

Las lecturas del día de hoy nos hablan de tres


elementos importantes que yo quisiera que ustedes los
acojan para su proyecto como familia. El primero escojan
bien los cimientos sobre los que quieren construir su
hogar. El segundo siempre tengan en cuenta el amor.
Finalmente pongan su confianza en Dios.

El evangelio nos pone la parábola de la casa sobre la


piedra firme. José David es importante antes de iniciar
cualquier proyecto preparar el terreno. De otro modo
es arriesgarse a construir una obra que no tiene mucho
futuro. A lo largo de su relación han sabido ya encontrar
materiales necesarios para comenzar a construir su
hogar. Entre ellos la comprensión y entrega mutua, el
diálogo y la capacidad de darse tiempo para compartir.
Así como momentos de encuentro que recogen el deseo
más profundo de estar juntos y de poner en sintonía el
corazón de cada uno en el latir de un solo sueño.
Solo en la intimidad, en el compartir lo que han hecho
en su día, en contarse cuales han sido sus fracasos y sus
victorias es como pueden construir juntos un hogar.
Tengan la seguridad que en la medida en que puedan
reconocer la vulnerabilidad del otro, aquello que los hace
frágiles, solo entonces pueden ser capaces de verse a los
ojos porque saben que los errores y las equivocaciones
los ponen al mismo nivel, y les permite compartir la
misma condición humana, frágil y vulnerable de la que el
mismo Dios quiso hacer parte.

Sin embargo, cada vez que reconozcan experiencias


de impotencia, no se dejen llevar por la vergüenza, la
repugnancia, la envidia y sobre todo el miedo. De otro
modo, corren el peligro de que se filtre en su vida la
intolerancia, la violencia y una relación desequilibrada.
Para no dejar que esto se filtre en su relación es necesario
que cada uno de ustedes se deje llevar por la curiosidad
que sienten de conocerse el uno por el otro. Por eso,
sientan la fascinación de sentir que están juntos para
comenzar una nueva misión, y constantemente cultiven
la alegría, la confianza, el perdón, la atención por el otro,
el reconocimiento recíproco.

José David, yo te invito a que veas a los ojos a Stefany


y veas en ella el don que te ha dado Dios para ayudarte
a crecer como hombre, para compartir una vida juntos,
para soñar en grandes proyectos, pero sobre todo para
que sientas que el amor es real y cercano. Stefany, yo te
invito a que veas a los ojos a José David y que veas en él
un don que te ha dado Dios, para ayudarte a continuar
con tus ideales, para que puedas seguir creciendo como
mujer, para que te ayude a descubrir y potenciar tus
mejores cualidades y asi ponerlas al servicio del proyecto
común que van a construir. Queridos José David y
Stefany, piénsense como cómplices, como socios, como
amantes, sin que etiqueten su relación y su matrimonio
con prejuicios caducos de que una pareja de esposos
deben ser aburridos.

El apóstol Pablo nos recuerda que el amor todo lo


vence. Stefany, tu sabes que un corazón que ama es
el vehiculo más importante para aprender. Pero, sin
duda, nos invita a ser capaces de trascender lo que
podemos ver y enfocarnos en lo bello de la vida. Solo
una relación auténtica es capaz de cultivar la confianza.
Ustedes cultiven entre los dos una confianza mutua, en
donde puedan generar una interdependencia sana, una
reciprocidad gratuita, en el que puedan aceptar que la
humanidad es compartida y que ambos, reconociendo
su vulnerabilidad, la propia y la del otro, son capaces de
seguir siempre adelante.
Un elemento clave para cultivar la confianza es la
comunicación, el diálogo y la palabra. No se olviden
de decirse lo siento, te perdono y como no, te amo.
Que sus corazones no se enreden en pensamientos
intrusivos, en juicios dañinos o en acciones impulsivas.
Sean transparentes y cultiven en cada uno la confianza
necesaria hacia la otra persona. Esto no es un contrato
a ciegas, ustedes ya llevan una relación de tiempo. Aún
así no dejen de conocerse a profundidad, y para ello es
fundamental el diálogo.

Cultiven la escucha y la palabra en su vida. Tengan


momentos de intimidad en donde realmente compartan
la vida, lo que les sucede, donde puedan abrirse el uno
al otro y mostrarse en su vulnerabilidad. Pero al mismo
tiempo sepan acoger con cariño lo que el otro les cuenta.
La Palabra es tan hermosa y tan fuerte que así como
puede ser sanadora y liberadora, también puede lastimar,
está en ustedes saber cómo la quieren usar con el otro.
Recordarse cuanto se quieren y se aman, siempre viene
bien, díganselo todos los días. Hasta fundirse el uno con
el otro y hacerse una sola carne. ¿Qué le quieren decir al
otro?

Queridos José David y Stefany antes de pasar al rito del


matrimonio, quiero finalizar con una última referencia
del evangelio. Al iniciar la lectura se nos recuerda que
cada planta se reconoce por sus frutos. Siembren cosas
buenas, para cosechar frutos buenos, así de sencillo.
En la construcción de un matrimonio se considera que
muy pronto tendrán compañía y la familia va a crecer, y
es importante que piensen en sus hijos, que los tengan
siempre presentes. Particularmente porque dependerá
de ustedes definir qué frutos quieren que den. El
evangelio nos dice que «cada árbol se conoce por su
fruto» (Lc 6, 43-49), ¿qué tipo de frutos quieren que de
la familia Aguas Abarca? Entreguen su relación a Dios.
Sean capaces de soñar juntos, y de donarse el uno al otro.
Dispónganse ambos para que sea Dios mismo el que, a
partir de ahora, dirija su hogar. Pero sobre todo nunca
olviden la letra de esta bella canción:

Quiéreme
Como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme, para los restos de la vida
Y quiéreme como sé que tú lo hacías
Quiéreme de noche, quiéreme de día
Y quiéreme
Como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme para los restos de la vida
Y quédate que mi alma es una bulería

Que Dios los bendiga por siempre, que así sea.

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