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Apego y Confianza
Apego y Confianza
Apego ansioso elusivo o evitativo: este tipo de apego inseguro no confía en que
su figura de apego estará disponible emocionalmente para él cuando la necesite por lo
cual comienza a desarrollar conductas que tienden a aislarlos y que son regulados por
el sentimiento de autosuficiencia; en presencia de su madre se muestra pasivo o
indiferente. De manera que el niño aprende a no confiar en esta figura de apego,
aprehende todo este maltrato emocional y en consecuencia, tendrá en un futuro serias
dificultades para amar, porque no se ha sentido amado, para establecer y sostener
vínculos, y esconderá tras esa fachada de autosuficiencia y seguridad un intenso temor
frente a las relaciones interpersonales, donde el otro no es reconocido como alguien
diferente, una autoestima empobrecida, baja tolerancia a la frustración y un terrible
sentimiento de inseguridad negado (no reconocida).
Investigadores de los vínculos de apego, continuadores de la idea de Bowlby, han
propuesto una cuarta pauta de apego: el apego desorganizado en donde el niño que
tendría este tipo de apego mostraría en algunas ocasiones características del apego
ansioso resistente, y en otras, indicios de un apego ansioso elusivo. En este caso la
inseguridad es mucho mayor y tiene dificultades en la regulación de sus emociones,
desarrolla un gran sentimiento de temor hacia sus figuras de apego y también tendencia
a vincularse con ellas.
Un desarrollo anormal en el apego lleva a una serie de trastornos en el niño a
futuro como un retraso en el desarrollo con la falta de experiencias consistentes y
enriquecedoras en la niñez temprana; hábitos alimenticios extraños como acaparar
comida, esconderla en sus cuantos, comer como si no fuese a haber más comida, en el
funcionamiento emocional en donde estos niños presentan una gama de problemas
emocionales incluyendo síntomas de depresión y ansiedad. En el modelaje inapropiado
en donde los niños copian la conducta de los adultos aun cuando ésta sea abusiva, y
uno de los mayores problemas con estos niños es la agresión y la crueldad.
El tipo de respuestas dadas por las figuras de apego (que no solo pueden ser los
padres) están condicionadas por la historia de vida de cada uno, por cómo han sido
tratados y cuidados de pequeños, por las imágenes parentales que han podido
internalizar que les sirve como modelos para desempeñar las funciones materna y
paterna. Los tipos de apego muestran cierta tendencia a ser repetidos.
La forma que tenga la madre de formar vínculo con su hijo repercute en toda la
vida posterior del niño, que va adopta determinadas imágenes mentales según haya
sido su figura de referencia, para más adelante actuar conforme a lo asimilado. En la
medida que crecemos vamos formando nuevos vínculos, consolidando otros muchos y
perdiendo alguna relación afectiva. Dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se
encuentra la persona, esas figuras de apego tienen unas características que le son
propias; los vínculos entre una madre y su hijo distan mucho de la relación entre dos
amigas adolescentes o de una unión sentimental de pareja; pero todo ellos comparten el
nexo de unión de la vinculación.
Durante la infancia ese vínculo fomenta el desarrollo psicomotor del niño y el
aprendizaje. En la adolescencia la maduración del autoestima y la conciencia del
propio yo, unido al crecimiento exponencial de la personalidad. La etapa adulta
también está relacionada con los vínculos afectivos, ya que aquí se forman las parejas
en sí, y la llegada al mundo de sus respectivos hijos, que vuelven a comenzar el
círculo del vínculo afectivo desde el momento de la fecundación del nuevo ser.
La inseguridad, la falta de autoestima y de confianza en sí mismo son ejemplos de
posibles alteraciones del vínculo que implican una visión de la persona mucho más en
profundidad para llegar a comprender el por qué de esos sentimientos, y conseguir
hacerlos frente.
En la etapa de la adolescencia el individuo sufre unos cambios muy importantes y
decisivos que le ayudaran a enfrentarse a futuros problemas y a forjarse una
personalidad propia. Estos cambios van ligados a la figura de apego: el vínculo
afectivo se desplaza de la madre al grupo de iguales; amigos, compañeros de clase o de
alguna actividad deportiva o lúdica de las que son participes, pero será una imagen o
copia del vínculo mantenido con la figura primaria de referencia.
Los cambios no solo se producen por el hecho de desplazar la figura de apego,
sino por la peculiaridad de esta nueva vinculación. Es ahora una relación simétrica no
jerárquica en la que las dos partes están implicadas en el funcionamiento del vínculo,
no hay una persona que ‘’de todo’’ y otra que lo reciba, sino que es reciproco.
Es también en esta nueva etapa del individuo cuando se produce la maduración de
los caracteres sexuales secundarios, los cuales juegan un papel muy importante en el
proceso de este nuevo apego. Con el desarrollo sexual se sucederán diversos cambios
en la imagen física del adolescente, los cuales deberá aprender a aceptar e interiorizar.
La evidencia disponible acerca de la asociación entre apego, regulación emocional
afrontamiento indica que lo que diferencia a los adolescentes seguros de los inseguros
es su capacidad para percibir, etiquetar, expresar y regular sus emociones.
En términos generales, los adolescentes con modelos seguros suelen presentar los
mejores recursos, competencias y contextos familiares para lidiar con las tareas
evolutivas propias de la edad. Así, son considerados por los iguales o por observadores
externos como menos ansiosos, menos hostiles y con más autoestima que sus
compañeros inseguros. También suelen usar mejores estrategias de afrontamiento de
problemas, muestran mejor disposición hacia el aprendizaje y manejan mejor las
situaciones estresantes que son frecuentes en la adolescencia.
En cambio, los adolescentes con modelos inseguros caracterizados por la
ambivalencia o preocupación suelen mostrar elevados niveles de afectividad negativa,
junto a una escasa capacidad para su regulación, por lo que suelen verse desbordados
con frecuencia por sus emociones. No es extraño que presenten una alta prevalencia de
ansiedad, depresión y estrés durante los momentos de transición evolutiva, lo que se
traduce en muchas dificultades en la resolución de las tareas propias de la
adolescencia. La visión de sí mismos relativamente negativa que tienden a mostrar
estos sujetos hace que puntúen bajo en medidas de autoestima. En efecto, los
adolescentes ambivalentes tienden a presentar muchos problemas de conducta
(consumo de sustancias, actividad delictiva) sólo cuando tienen contextos familiares y
comunitarios de riesgo. En cambio, cuando están expuestos a relaciones sociales y
familiares positivas suelen mostrar resultados conductuales mucho más favorables
similares a los de los adolescentes seguros.
Finalmente, los adolescentes autosuficientes también presentan problemas en la
percepción y comunicación de las emociones, sobre todo cuando son negativas, que
suelen afrontar ignorándolas, siendo muy extraño que busquen apoyo emocional
cuando se sienten angustiados.
Desde el punto de vista afectivo, la relación entre la pareja en la etapa adulta es la
imitación y reproducción de la relación entre el niño y su figura de apego. El estilo o
modo de amar dependerá de los estilos de apego construido.
Cada miembro de la pareja se relaciona con el otro en función del sistema de
apego previamente configurado a lo largo de su vida. Este sistema de apego está
conformado por las conductas aprendidas a lo largo de su historia afectiva, reforzadas
o disminuidas por las situaciones y experiencias ambientales de la cada cual. Cada
persona se sitúa en el sistema de pareja desde su propio estilo de apego, que es la
expresión de sus modelos internos.
Desde las primeras experiencias infantiles en adelante, el individuo se enfrenta
intermitentemente y hasta su muerte, a diferentes apegos y desapegos que oscilan entre
el amparo y el desamparo. Estas crisis son resueltas de acuerdo al andamiaje psíquico
con que cuenta para superarlas.
La vejez es una etapa caracterizada por la multiplicidad de pérdidas y la
elaboración de duelos que acontecen a esas pérdidas. La resolución total de éstas
permitirá que sus protagonistas se reacomoden después del período de crisis.
Según la teoría del apego, el sujeto que envejece va perdiendo interés vital por los
objetos y actividades que le posibilitan una interacción social y se produce una apatía
emocional sobre los otros y, al mismo tiempo, el sujeto se encierra en sus propios
problemas. Si una persona realiza su existencia con un sentido pleno de pertenencia, el
desapego ya no es un ideal, sino un problema. . La desvinculación del anciano también
obedece a las actitudes adoptadas por su entorno.
La vida de la familia, responde a distintos tipos de crisis que plantean
desequilibrios temporarios y reasentamientos posteriores.
El anciano inmerso en un sistema inmaduro de familia no tiene posibilidades de
resolver su crisis de envejecimiento; y ya que el anciano es un emergente de un grupo
conflictivo, su situación durante este proceso se agrava aún más.
De acuerdo al estilo de apego, se puede observar que aquellos ancianos con un
vínculo de apego seguro en su infancia se caracterizan por ser adaptativos, positivos,
realistas, seguros. Aquellos con un apego evasivo se van apegando a recuerdos
negativos, son desconfiados, suspicaces, escépticos, retraídos. Por último, en un apego
ansioso, los ancianos presentan también actitud negativa, son desconfiados, inseguros,
poco confiables.
Siguiendo con el desarrollo psicosocial trabajado al inicio de este trabajo, en el que
Erikson plantea los conflictos de cada etapa de la vida, retomaremos desde la octava
etapa para hacer referencia en la vejez. Desde los 65 hasta los 80 años
aproximadamente se puede observar la integridad del YO, aceptación del ciclo de la
vida y de las etapas anteriores. Defiende la dignidad de su estilo de vida.
Para finalizar nombraremos una novela etapa, mayores 80 años aproximadamente, se
reviven cada una de las ocho crisis anteriores de dichas etapas. Los ancianos
desconfían de sus propias capacidades, puede surgir desesperanza y depresión. Las
dudas vuelven a ellos porque no confían en su autonomía, la voluntad se debilita. La
iniciativa se pierde con los años, el entusiasmo es memorable. Los ancianos se sienten
incompetentes y como niños pequeños. Aparece confusión de identidad comparándose
con quienes fueron de jóvenes. Cuando no hay recuerdos que evocar, se aíslan, y una
buena solución es el arte.
A esta edad se tiene menos energía, se sienten inútiles. Algunos lo viven como un
alivio, otros como estar muertos en vida.
La desesperanza pasa por la pérdida de capacidades y la desintegración. La
sociedad no sabe integrar a los ancianos, los margina. Ayudan mucho las
conversaciones con los nietos.
A lo largo de este trabajo hemos desarrollado los conceptos de confianza y de
apego en relación en las diferentes etapas de la vida., y las formas que disponemos los
seres humanos de formar vínculos afectivos con quienes nos rodean que favorezcan
nuestra integridad, la relación con el mundo externo y con los otros. También hemos
tenido en cuenta las consecuencias que aparecen tras los diversos vínculos entre la
figura de apego y el individuo, siendo estos constructivos y estables o todo lo
contrario, dañinos.
Bibliografía
Castro, M. ‘’Semiótica de la psicomotricidad’’ Página We, Rosario, 2007.
http://revistas.uned.es/index.php/accionpsicologica/article/viewFile/190/144
http://psicopsi.com/Desarrollo-psiquico-vejez-Teoria-Bowlby-Erikson
http://es.slideshare.net/JimeeMeillon/teora-del-apego-j-bowlby?next_slideshow=2
http://es.slideshare.net/noemirodriguez.hernandez/erik-erickson-y-su-teora-psicosocial-
presentation?next_slideshow=1
http://es.slideshare.net/YFREIRE/apego-y-confianza?qid=a99397b8-cec5-46df-ad3c-
eedb9283142f&v=default&b=&from_search=1
http://es.slideshare.net/videoconferencias/los-inicios-confianza-y-apego
http://www.geragogia.net/editoriali/sobre.html