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Apego y confianza en relación a las etapas de la vida

En este trabajo abordaremos los conceptos de confianza y apego en las diferentes


etapas de la vida, en relación con el desarrollo psicomotriz que constituye una sucesión
de procesos que se van organizando e integrando, aumentando la complejidad
funcional del sujeto, denotando significativos cambios cualitativos, como resultados de
interacciones y negociaciones entre variables biológicas, psicológicas y socioculturales
a lo largo de todo el ciclo vital. Las emociones o los afectos tienen un rol protagónico
en este desarrollo ya que son ellos los que operan como guía del mismo.
La psicomotricidad coloca como eje central la importancia del cuerpo, la
interrelación entre el cuerpo, el espacio del movimiento y la interacción, los gestos, las
actitudes y las palabras. En ese cuerpo se construirá la identidad, fundada en el
dialogo tónico postural primario y enriquecida luego por la complejidad de los
procesos de simbolización, en especial a través del lenguaje verbal. Este último, así
como el pensamiento, tienen sus raíces en las primeras comunicaciones afectivas
expresadas de la mano del lenguaje corporal.
Al nacer ninguno de nosotros somos capaces de regular nuestras propias
emociones. La relación más temprana que se establece y nos permite aprender a
regular nuestro sistema emocional es la vinculación afectiva con el cuidador más
próximo, que se encargará de responder a nuestras señales o reacciones emocionales.
(Fonagy, 2004)
Estos lazos o vínculos afectivos que se establecen y perduran en el tiempo hacen
sentir al individuo los primeros sentimientos positivos, como seguridad, afecto,
confianza, y negativos como inseguridad, abandono y miedo.
Para abordar la noción de confianza, tomaremos a Erik Erikson (1902-1994), un
psicoanalista alemán que postuló la Teoría del Desarrollo Psicosocial. Enfatizó que la
personalidad está influenciada por la sociedad, expuso que el desarrollo del yo dura
toda la vida. Fue el pionero del Ciclo Vital, el cual consta de ocho etapas y todas deben
ser resueltas satisfactoriamente para lograr un desarrollo saludable del yo.
Las etapas psicosociales son:
1.Confianza básica frente a desconfianza (del nacimiento a los 12 o 18 meses):
El bebé desarrolla un sentimiento sobre si el mundo es un lugar seguro. Desarrolla un
sentido de confianza en la madre, como representante del mundo. Esta confianza forma
un cimiento sólido para el futuro. Su confianza está en el mundo exterior.
2.Autonomía frente a vergüenza (12 o 18 meses a los 3 años): El niño desarrolla
un equilibrio de independencia y autosuficiencia sobre la vergüenza y duda. Cambio
del control externo sobre él a uno de autocontrol. Usa sus propios juicios, controlan su
mundo. Ponen a prueba sus ideas, ejercitan sus preferencias y toman sus decisiones.
Esto los manifiesta en su negativismo. Son esfuerzos normales y saludables para
alcanzar la independencia.
3.Iniciativa frente a culpa (3 a 6 años): El niño desarrolla iniciativa cuando
intenta nuevas actividades y no es abrumado por la culpa. Siguen sus metas y hacen un
balance entre lo que es permitido o no.
4.Laboriosidad frente a inferioridad (6 años a la pubertad): El niño debe
aprender habilidades de la cultura o experimentar sentimientos de inferioridad.
Comienza el desarrollo de la autoestima, comparan las habilidades con las de sus
pares. Si su habilidad no está a la par con su pares su autoestima se afecta y buscan la
protección de sus padres.
5.Identidad frente a confusión de identidad (pubertad a los primeros años de
la edad adulta temprana): Comprende el período de la adolescencia. El adolescente
desarrolla un sentido coherente del yo, incluyendo el papel que juega en la sociedad.
Éstos deben establecer y organizar sus habilidades, necesidades e intereses y deseos de
forma que se puedan expresar socialmente. La naturaleza caótica del adolescente se
debe a su conflicto de identidad. Lograr la identidad significa que han resuelto los
siguientes problemas: a) elección de una ocupación; b) adopción de valores en qué
creer y por qué vivir; c) desarrollar una identidad sexual satisfactoria o definida. Los
adolescentes son relativamente alegres, hacen sus compromisos y muestran fidelidad a
sus pares.
6.Intimidad frente a aislamiento (20 a 40 años - edad adulta temprana): En
esta etapa hacen compromisos con otros (amor); terminan sus carreras. Si no logran se
asilan de la sociedad.
7.Generatividad frente a estancamiento (40 a 65 años - edad adulta
intermedia): Establecer y guiar la siguiente generación, dar consejos. Si no logran
esto caen en un empobrecimiento general.
8.Integridad del yo frente a desesperación (65 años en adelante - edad adulta
tardía): Aceptan su vida como una productiva o se desesperan por la incapacidad de
volver a vivirla.
El primero en desarrollar una Teoría de Apego con el objeto de describir y
explicar por qué los niños se convierten en personas emocionalmente apegadas a sus
primeros cuidadores, así como los efectos emocionales que resultan de la separación,
fue John Bowlby (1907-1990).
Según Bowlby esta teoría defiende tres postulados:
I. Cuando un individuo confía en contar con la presencia o apoyo de la figura de
apego siempre que la necesite, será mucho menos propenso a experimentar miedos.
II. La confianza se va adquiriendo gradualmente durante los años de inmadurez y
tiende a subsistir por el resto de la vida.
III. Las diversas expectativas referentes a la accesibilidad y capacidad de respuesta
de la figura de apego forjados por diferentes individuos durante sus años inmaduros
constituyen un reflejo.
Su trabajo estuvo influenciado por Konrad Lorenz (1903-1989) quien en los ’50
reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (innato), y por
Harry Harlow (1905- 1981) con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de
la necesidad universal de contacto.
Para Bowlby el apego es una tendencia innata, programada genéticamente, a
establecer un lazo con otro y tiene como finalidad la supervivencia. Es una fuerza
motivacional primaria, lo cual funciona como un rol organizador. El apego busca
generar seguridad, un sentimiento de estar fuera de peligro, a salvo. Es un sistema de
control, un mecanismo que adapta la conducta a la consecución de fines determinados
por las necesidades del momento. Asi el deseo del niño de proximidad o contacto con
la figura de apego no es constante, sino que depende de factores endógenos y exógenos
(miedo del niño, o situaciones potencialmente peligrosas).
El apego tiene tres funciones, la primera y principal es proporcionar protección,
contención, genera seguridad en los sucesivos encuentros del niño con su mundo. Una
segunda función es la regular las funciones corporales. Por último, la tercer función es
la de devenir un lazo de amor, porque al principio el apego responde a una necesidad
básica de protección.
La organización del vínculo de apego ya sea, con mayor o menor firmeza,
estabilidad y solidez, se lleva a cabo entre cuerpos, partiendo de las primeras
impresiones sensoriales ligadas a los sentidos. Todas estas impresiones quedan
grabadas como improntas, unidas al placer por la satisfacción de las necesidades
básicas, biológicas, y afectivas.
La conducta de apego es cualquier tipo de comportamiento que intenta lograr la
proximidad con otro, a quien se siente como figura preferida por considerársele capaz
de ejercer funciones que ayudan a sobrevivir. A esta figura privilegiada se la llama
figura de apego, es una pieza clave en el desarrollo. La calidad de la historia afectiva
estructura todo el funcionamiento interno de la persona generando seguridad y
confianza a la persona, ayudándola en su desarrollo personal. Tal figura actúa como
base de seguridad para el niño, ya que la considera incondicional, estable, accesible y
duradera; a la vez le permite explorar el mundo, alejarse y acumular experiencia.
Bowlby se refería no solo a la cercanía física sino fundamentalmente a la cercanía
emocional de la figura de apego. Esta conducta es activada en situaciones de amenaza
o separación y se desactiva o modera a partir de la cercanía de la figura de apego. La
conducta de apego se aprende en el encuentro intersubjetivo, n contacto con los otros,
en función de la respuesta emocional brindada por las figuras de apego.
Las conductas de apego son reguladas por el sistema comportamental de apego
que regula el juego de acercamiento y alejamiento del niño pequeño y su figura de
apego, es decir, sería como un regulador del vínculo de apego similar a los reguladores
que tratan de mantener la homeostasis en el interior de nuestro cuerpo.
Gracias a este sistema el niño pequeño va organizando sus modelos internos
operantes que son modelos representacionales de sí mismo, de los otros y de los
vínculos que tienen con esos otros.
Con respecto a las bases neuronales del apego, el sistema nervioso autónomo de
nuestro organismo está compuesto de dos subsistemas que actúan simultáneamente,
prevaleciendo uno u otro en función de si la situación en la que se encuentra la persona
es una reacción de alarma o si por el contrario se encuentra tranquilo y sosegado. Estos
sistemas son el sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema nervioso parasimpático
(SNP), los cuales adquieren un marcado interés en la teoría del apego, pues la
activación de las conductas de apego surge en situaciones que la persona considere
seguras, le inspiren confianza y se sienta relajada.
Cuando una persona capta un suceso considerado de peligro o amenaza, da
inconscientemente una alarma al organismo, que rápidamente se coloca en posición de
defensa: entra en acción el SNS, poniendo en marcha los mecanismos para la
supervivencia individual y la huida, generando ansiedad, excitación, elevando la tasa
cardiaca y respiratoria, contrayendo los esfínteres y produciéndose broncodilatación.
Ante esta situación percibida como amenaza, no es posible la interacción social, pues
el organismo está dispuesto para la supervivencia individual.
Según la Teoría de Apego, la interacción social necesaria para que se desarrolle la
vinculación afectiva y la exploración del ambiente solo se da si el individuo se siente
seguro, confiado, y no percibe una amenaza en su supervivencia. El apego se produce
entonces con la activación del SNP.
Bowlby propone dos pautas de apego: seguro e inseguro, y dentro de este último
incluye el apego ansioso resistente o ambivalente y el apego ansioso elusivo o
evitativo:
Apego seguro: es la pauta que provee una base segura óptima para el desarrollo
de la exploración. En presencia de la madre (figura de apego principal), la separación o
situación amenazante son vividas con más calma, regulando de manera óptima los
estados emocionales a ellas asociados. El niño con apego seguro es capaz explorar el
entorno con seguridad, tranquilidad y confianza. Esto le posibilita al niño sentir que
cuenta con la presencia, apoyo y la aprobación de su figura de apego frente a
dificultades que pudieran presentarse; le permite depositar su sentimiento de confianza
en esta figura, lo cual si no aparecen obstáculos, alimentara la confianza en sí mismo;
si es capaz de sentirse amado y cuidado, podrá luego amar y cuidar a otros a lo largo
de su vida.

Apego ansioso resistente o ambivalente: se organiza alrededor del sentimiento


de seguridad. El niño con este tipo de pauta experimenta una ansiedad muy intensa
ante la separación tal es la intensidad y dificultades para regular los afectos
despertados que cuando se reencuentra con su madre se comporta de manera
ambivalente, ya que por un lado busca la proximidad de su madre y por otro no se
siente contenido y tiende a rechazarla. Las actitudes de las figuras de apego que
contribuyen a desarrollar este tipo de apego inseguro resulta ser ambivalentes y
contradictorias. Por momentos se comporta de manera amorosa, empática y sensible
como en el caso del apego seguro, y en otras ocasiones responde de manera opuesta,
no comprendiendo las necesidades del niño, mostrando frialdad.
Estas oscilaciones entre la calidez afectiva y la insensibilidad de sus cuidadores
primarios contribuyen a que el niño no se sienta seguro de contar con sus figuras de
apego si surgiera algún problema, desconfía de ellas, lo cual redundara en un futuro en
el desarrollo de desconfianza en sí mismo, en sus capacidades, baja autoestima y
dificultades para vincularse con otros y enfrentar situaciones nuevas.

Apego ansioso elusivo o evitativo: este tipo de apego inseguro no confía en que
su figura de apego estará disponible emocionalmente para él cuando la necesite por lo
cual comienza a desarrollar conductas que tienden a aislarlos y que son regulados por
el sentimiento de autosuficiencia; en presencia de su madre se muestra pasivo o
indiferente. De manera que el niño aprende a no confiar en esta figura de apego,
aprehende todo este maltrato emocional y en consecuencia, tendrá en un futuro serias
dificultades para amar, porque no se ha sentido amado, para establecer y sostener
vínculos, y esconderá tras esa fachada de autosuficiencia y seguridad un intenso temor
frente a las relaciones interpersonales, donde el otro no es reconocido como alguien
diferente, una autoestima empobrecida, baja tolerancia a la frustración y un terrible
sentimiento de inseguridad negado (no reconocida).
Investigadores de los vínculos de apego, continuadores de la idea de Bowlby, han
propuesto una cuarta pauta de apego: el apego desorganizado en donde el niño que
tendría este tipo de apego mostraría en algunas ocasiones características del apego
ansioso resistente, y en otras, indicios de un apego ansioso elusivo. En este caso la
inseguridad es mucho mayor y tiene dificultades en la regulación de sus emociones,
desarrolla un gran sentimiento de temor hacia sus figuras de apego y también tendencia
a vincularse con ellas.
Un desarrollo anormal en el apego lleva a una serie de trastornos en el niño a
futuro como un retraso en el desarrollo con la falta de experiencias consistentes y
enriquecedoras en la niñez temprana; hábitos alimenticios extraños como acaparar
comida, esconderla en sus cuantos, comer como si no fuese a haber más comida, en el
funcionamiento emocional en donde estos niños presentan una gama de problemas
emocionales incluyendo síntomas de depresión y ansiedad. En el modelaje inapropiado
en donde los niños copian la conducta de los adultos aun cuando ésta sea abusiva, y
uno de los mayores problemas con estos niños es la agresión y la crueldad.
El tipo de respuestas dadas por las figuras de apego (que no solo pueden ser los
padres) están condicionadas por la historia de vida de cada uno, por cómo han sido
tratados y cuidados de pequeños, por las imágenes parentales que han podido
internalizar que les sirve como modelos para desempeñar las funciones materna y
paterna. Los tipos de apego muestran cierta tendencia a ser repetidos.
La forma que tenga la madre de formar vínculo con su hijo repercute en toda la
vida posterior del niño, que va adopta determinadas imágenes mentales según haya
sido su figura de referencia, para más adelante actuar conforme a lo asimilado. En la
medida que crecemos vamos formando nuevos vínculos, consolidando otros muchos y
perdiendo alguna relación afectiva. Dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se
encuentra la persona, esas figuras de apego tienen unas características que le son
propias; los vínculos entre una madre y su hijo distan mucho de la relación entre dos
amigas adolescentes o de una unión sentimental de pareja; pero todo ellos comparten el
nexo de unión de la vinculación.
Durante la infancia ese vínculo fomenta el desarrollo psicomotor del niño y el
aprendizaje. En la adolescencia la maduración del autoestima y la conciencia del
propio yo, unido al crecimiento exponencial de la personalidad. La etapa adulta
también está relacionada con los vínculos afectivos, ya que aquí se forman las parejas
en sí, y la llegada al mundo de sus respectivos hijos, que vuelven a comenzar el
círculo del vínculo afectivo desde el momento de la fecundación del nuevo ser.
La inseguridad, la falta de autoestima y de confianza en sí mismo son ejemplos de
posibles alteraciones del vínculo que implican una visión de la persona mucho más en
profundidad para llegar a comprender el por qué de esos sentimientos, y conseguir
hacerlos frente.
En la etapa de la adolescencia el individuo sufre unos cambios muy importantes y
decisivos que le ayudaran a enfrentarse a futuros problemas y a forjarse una
personalidad propia. Estos cambios van ligados a la figura de apego: el vínculo
afectivo se desplaza de la madre al grupo de iguales; amigos, compañeros de clase o de
alguna actividad deportiva o lúdica de las que son participes, pero será una imagen o
copia del vínculo mantenido con la figura primaria de referencia.
Los cambios no solo se producen por el hecho de desplazar la figura de apego,
sino por la peculiaridad de esta nueva vinculación. Es ahora una relación simétrica no
jerárquica en la que las dos partes están implicadas en el funcionamiento del vínculo,
no hay una persona que ‘’de todo’’ y otra que lo reciba, sino que es reciproco.
Es también en esta nueva etapa del individuo cuando se produce la maduración de
los caracteres sexuales secundarios, los cuales juegan un papel muy importante en el
proceso de este nuevo apego. Con el desarrollo sexual se sucederán diversos cambios
en la imagen física del adolescente, los cuales deberá aprender a aceptar e interiorizar.
La evidencia disponible acerca de la asociación entre apego, regulación emocional
afrontamiento indica que lo que diferencia a los adolescentes seguros de los inseguros
es su capacidad para percibir, etiquetar, expresar y regular sus emociones.
En términos generales, los adolescentes con modelos seguros suelen presentar los
mejores recursos, competencias y contextos familiares para lidiar con las tareas
evolutivas propias de la edad. Así, son considerados por los iguales o por observadores
externos como menos ansiosos, menos hostiles y con más autoestima que sus
compañeros inseguros. También suelen usar mejores estrategias de afrontamiento de
problemas, muestran mejor disposición hacia el aprendizaje y manejan mejor las
situaciones estresantes que son frecuentes en la adolescencia.
En cambio, los adolescentes con modelos inseguros caracterizados por la
ambivalencia o preocupación suelen mostrar elevados niveles de afectividad negativa,
junto a una escasa capacidad para su regulación, por lo que suelen verse desbordados
con frecuencia por sus emociones. No es extraño que presenten una alta prevalencia de
ansiedad, depresión y estrés durante los momentos de transición evolutiva, lo que se
traduce en muchas dificultades en la resolución de las tareas propias de la
adolescencia. La visión de sí mismos relativamente negativa que tienden a mostrar
estos sujetos hace que puntúen bajo en medidas de autoestima. En efecto, los
adolescentes ambivalentes tienden a presentar muchos problemas de conducta
(consumo de sustancias, actividad delictiva) sólo cuando tienen contextos familiares y
comunitarios de riesgo. En cambio, cuando están expuestos a relaciones sociales y
familiares positivas suelen mostrar resultados conductuales mucho más favorables
similares a los de los adolescentes seguros.
Finalmente, los adolescentes autosuficientes también presentan problemas en la
percepción y comunicación de las emociones, sobre todo cuando son negativas, que
suelen afrontar ignorándolas, siendo muy extraño que busquen apoyo emocional
cuando se sienten angustiados.
Desde el punto de vista afectivo, la relación entre la pareja en la etapa adulta es la
imitación y reproducción de la relación entre el niño y su figura de apego. El estilo o
modo de amar dependerá de los estilos de apego construido.
Cada miembro de la pareja se relaciona con el otro en función del sistema de
apego previamente configurado a lo largo de su vida. Este sistema de apego está
conformado por las conductas aprendidas a lo largo de su historia afectiva, reforzadas
o disminuidas por las situaciones y experiencias ambientales de la cada cual. Cada
persona se sitúa en el sistema de pareja desde su propio estilo de apego, que es la
expresión de sus modelos internos.
Desde las primeras experiencias infantiles en adelante, el individuo se enfrenta
intermitentemente y hasta su muerte, a diferentes apegos y desapegos que oscilan entre
el amparo y el desamparo. Estas crisis son resueltas de acuerdo al andamiaje psíquico
con que cuenta para superarlas.
La vejez es una etapa caracterizada por la multiplicidad de pérdidas y la
elaboración de duelos que acontecen a esas pérdidas. La resolución total de éstas
permitirá que sus protagonistas se reacomoden después del período de crisis.
Según la teoría del apego, el sujeto que envejece va perdiendo interés vital por los
objetos y actividades que le posibilitan una interacción social y se produce una apatía
emocional sobre los otros y, al mismo tiempo, el sujeto se encierra en sus propios
problemas. Si una persona realiza su existencia con un sentido pleno de pertenencia, el
desapego ya no es un ideal, sino un problema. . La desvinculación del anciano también
obedece a las actitudes adoptadas por su entorno.
La vida de la familia, responde a distintos tipos de crisis que plantean
desequilibrios temporarios y reasentamientos posteriores.
El anciano inmerso en un sistema inmaduro de familia no tiene posibilidades de
resolver su crisis de envejecimiento; y ya que el anciano es un emergente de un grupo
conflictivo, su situación durante este proceso se agrava aún más.
De acuerdo al estilo de apego, se puede observar que aquellos ancianos con un
vínculo de apego seguro en su infancia se caracterizan por ser adaptativos, positivos,
realistas, seguros. Aquellos con un apego evasivo se van apegando a recuerdos
negativos, son desconfiados, suspicaces, escépticos, retraídos. Por último, en un apego
ansioso, los ancianos presentan también actitud negativa, son desconfiados, inseguros,
poco confiables.
Siguiendo con el desarrollo psicosocial trabajado al inicio de este trabajo, en el que
Erikson plantea los conflictos de cada etapa de la vida, retomaremos desde la octava
etapa para hacer referencia en la vejez. Desde los 65 hasta los 80 años
aproximadamente se puede observar la integridad del YO, aceptación del ciclo de la
vida y de las etapas anteriores. Defiende la dignidad de su estilo de vida.
Para finalizar nombraremos una novela etapa, mayores 80 años aproximadamente, se
reviven cada una de las ocho crisis anteriores de dichas etapas. Los ancianos
desconfían de sus propias capacidades, puede surgir desesperanza y depresión. Las
dudas vuelven a ellos porque no confían en su autonomía, la voluntad se debilita. La
iniciativa se pierde con los años, el entusiasmo es memorable. Los ancianos se sienten
incompetentes y como niños pequeños. Aparece confusión de identidad comparándose
con quienes fueron de jóvenes. Cuando no hay recuerdos que evocar, se aíslan, y una
buena solución es el arte.
A esta edad se tiene menos energía, se sienten inútiles. Algunos lo viven como un
alivio, otros como estar muertos en vida.
La desesperanza pasa por la pérdida de capacidades y la desintegración. La
sociedad no sabe integrar a los ancianos, los margina. Ayudan mucho las
conversaciones con los nietos.
A lo largo de este trabajo hemos desarrollado los conceptos de confianza y de
apego en relación en las diferentes etapas de la vida., y las formas que disponemos los
seres humanos de formar vínculos afectivos con quienes nos rodean que favorezcan
nuestra integridad, la relación con el mundo externo y con los otros. También hemos
tenido en cuenta las consecuencias que aparecen tras los diversos vínculos entre la
figura de apego y el individuo, siendo estos constructivos y estables o todo lo
contrario, dañinos.

Bibliografía
Castro, M. ‘’Semiótica de la psicomotricidad’’ Página We, Rosario, 2007.
http://revistas.uned.es/index.php/accionpsicologica/article/viewFile/190/144
http://psicopsi.com/Desarrollo-psiquico-vejez-Teoria-Bowlby-Erikson
http://es.slideshare.net/JimeeMeillon/teora-del-apego-j-bowlby?next_slideshow=2
http://es.slideshare.net/noemirodriguez.hernandez/erik-erickson-y-su-teora-psicosocial-
presentation?next_slideshow=1
http://es.slideshare.net/YFREIRE/apego-y-confianza?qid=a99397b8-cec5-46df-ad3c-
eedb9283142f&v=default&b=&from_search=1
http://es.slideshare.net/videoconferencias/los-inicios-confianza-y-apego
http://www.geragogia.net/editoriali/sobre.html

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