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LA AUTOESTIMA

La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, el juicio que hacemos de nosotros mismos, de nuestra manera de
ser, de quienes somos, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad,
determina nuestra manera de percibirnos y valorarnos y moldea nuestras vidas.
Ésta influye en la toma de decisiones y es fundamental para el rendimiento académico. Si un adolescente piensa que no es
competente, no se esforzará en hacer bien las cosas porque creerá que no es capaz y, además, será infeliz.
En relación a la autoestima se advierte un proceso circular: si un adolescente tiene una autoestima alta, se comportará de
forma agradable, será cooperador, responsable, su rendimiento será mayor y facilitará el trabajo de formación. Por el
contrario, si su autoestima es baja, tendrá repentinos cambios de humor, se sentirá desconfiado, reprime sus sentimientos,
será poco cooperador y poco responsable, pues niega o evade sus dificultades y culpa a los demás por lo sucedido. Así,
frente a las dificultades se volverá más provocador y desafiante ante cualquier acción para cambiar su situación.

¿CÓMO SE FORMA LA AUTOESTIMA?


La autoestima se aprende, cambia y la podemos mejorar, pues todos, niños/as, adolescentes y adultos experimentan
fluctuaciones de la autoestima. La persona no nace con un concepto de lo que es la autoestima, sino que se va formando a
temprana edad, cuando comenzamos a formar un concepto de cómo nos ven las personas que nos rodean (padres/madres,
maestros/as, compañeros/as, amigos/as, etc.) y las experiencias que vamos adquiriendo. En la formación de la autoestima,
influyen dos aspectos:
El autoconocimiento que tengamos de nosotros mismos: El autoconocimiento y la autoestima juegan un importante papel
en la vida de las personas. Los éxitos y los fracasos, la satisfacción de uno mismo, el bienestar psíquico y el conjunto de
relaciones sociales llevan su sello. Tener un autoconocimiento y una autoestima positivos es de la mayor relevancia para
la vida personal, profesional y social. El autoconocimiento, influye en el rendimiento, condiciona las expectativas y la
motivación, y contribuye a la salud así como al equilibrio psíquico.
Las expectativas, es decir, cómo a la persona le gustaría o desearía ser. Éste aspecto viene influenciado por la cultura en la
que está inmersa. El concepto de nuestra valía personal y nuestras capacidades se basan en la acumulación de
sentimientos, pensamientos, experiencias y vivencias tenidas a lo largo de nuestra vida. Desde niños vamos construyendo
nuestra propia imagen y autoconcepto acorde a los mensajes, que recibimos de nuestros padres, hermanos, amigos y, hoy
en día, de todos aquellos personajes famosos que, por contagio de masas, se convierten en cánones a seguir y conseguir
por parte de niños, adolescentes y jóvenes. La autoestima influye en nuestra conducta, en la forma de actuar en el trabajo,
en lo que podamos conseguir en la vida, en la manera como afrontamos los problemas, en la forma en como nos
relacionamos con nuestra pareja, con nuestros hijos/as y en general con las personas que nos rodean. Por lo tanto, al igual
que hay conductas y actitudes que aumentan el sentimiento de valía personal, otras en cambio dan lugar a fracasos y
alimentan un pobre concepto de uno mismo.

COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA
La Autoestima tiene 3 componentes:
1) El componente Cognitivo: Hace referencia a las opiniones, ideas, creencias, percepción y procesamiento de la
información”. Es el concepto que se tiene de la propia personalidad y de la conducta.
2) El componente Afectivo: Tiene un componente valorativo, lleva al reconocimiento de lo que en nosotros hay de
positivo y de negativo, implica un sentimiento de lo favorable o desfavorable, que siente la persona de sí misma.
3) El componente Conductual: Se refiere al modo de actuar, a la intención y actuación que hace la persona por sí misma,
es decir, cómo nos enfrentamos con nosotros mismos.

LA AUTOESTIMA A LA LUZ DE BIBLIA


Desde la antigüedad, las escrituras judío-cristianas han ofrecido varias de las mismas perspectivas reconocidas hoy día por
los investigadores como beneficiosas para edificar la autoestima. La Biblia repetidamente menciona elementos del control
y la eficacia propia, conectando el «hacer bien» con el «sentirse bien».Toda persona tiene en su interior sentimientos, que
según su personalidad puede manifestarlos de diferentes maneras. Muchas veces estas manifestaciones dependen de otros
factores, según el lugar físico, sentimental y emocional, éstos pueden influir positiva o negativamente en la formación de
la persona o sea en la Autoestima.

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA DESDE EL PUNTO DE VISTA SECULAR?


La autoestima se define como el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos
nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende,
cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven
nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo. Según
como se encuentre nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada,
vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciara la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y
aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el
fracaso.
¿QUÉ PASA CON LA LLAMADA “BAJA AUTOESTIMA”?
Todos tenemos en nuestro interior sentimientos no resueltos, aunque no siempre seamos conscientes de estos. Los
sentimientos ocultos de dolor suelen convertirse en enojo, y con el tiempo volvemos el enojo contra nosotros mismos,
dando así lugar a la depresión. Estos sentimientos pueden asumir muchas formas: odiarnos a nosotros mismos, ataques de
ansiedad, repentinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en
situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos.
Cuando una persona no logra ser autentica se le originan los mayores sufrimientos, tales como, enfermedades psicológicas
derivadas por lo general en depresión, neurosis y ciertos rasgos que pueden no llegar a ser patológicos, pero crean una
serie de insatisfacciones y situaciones de dolor, como, por ejemplo, timidez, vergüenza, temores, trastornos
psicosomáticos, entre oros.
La autoestima es importante porque es nuestra manera de percibirnos y valorarnos, así como también moldea nuestras
vidas. Una persona que no tiene confianza en sí misma, ni en sus propias posibilidades, ya sea por experiencias
vergonzantes que lo han hecho sentir de esa manera, o por mensajes de confirmación o negativos, son trasmitidos por
personas importantes en la vida de ésta, que la alientan o la denigran.
Otra de las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los demás, destacando de
éstos las virtudes en las que son superiores, por ejemplo: sienten que no alcanzan lograr llegar a “niveles” que otros
alcanzan; creen que su existencia no tiene una finalidad, propósito, ni sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus
seres queridos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser con muy baja autoestima. No llegan a comprender
que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que los demás. La persona, va
creciendo y formando su personalidad dentro del ambiente familiar, que es el principal factor que influye en la formación
de la misma, ya que le incorpora a ésta los valores, reglas y costumbres que a veces suelen ser contraproducentes.
Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a la familia, por medio del “modelo” que la sociedad nos
presenta, y éste es asimilado por todos los grupos sociales. Pero, la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de
la familia, sino también, con lo que ésta cree que los demás piensan de ella y con lo que piensa de sí misma, al salir de
este ambiente y relacionarse con personas de otro grupo diferente.
La autoestima, además es aprender a querernos, valorarnos, aceptarnos como somos y respetarnos; es algo que se
construye o reconstruye en nuestro intelecto, pero depende (no enteramente) del ambiente familiar en el que estemos y los
estímulos que este nos brinda. Muchas de las heridas emocionales que tiene una persona, producidas en su niñez pueden
causarnos trastornos psicológicos emocionales y físicos (psicosomáticos: cáncer, úlceras, hipertensión, trastornos
cardíacos y alimentarios, problemas en la piel, depresiones, etc.), produciendo dificultades en la vida de las mismas
(conflictos serios en el trabajo, disminución de la energía y de la capacidad creativa, relaciones matrimoniales desastrosas,
no poder hacer o conservar amigos, poco entendimiento con las hijas e hijos). Existen padres, madres, docentes o
cuidadores que humillan, desprecian, no prestan atención, se burlan o se ríen del niño/a cuando pide ayuda, siente dolor,
tiene un pequeño accidente, necesita que lo defiendan, expresan miedo, piden compañía, se aferra buscando protección,
tiene vergüenza, etc..

RESCATANDO NUESTRA VALÍA


Hay que tener en cuenta que el concepto de “autoestima” como sentimientos de valía basados en habilidades, logros,
estatus, recursos financieros, o apariencia, puede conducir a que la persona se sienta independiente, orgullosa, e
indulgente en la auto-idolatría, la cual embota nuestro deseo por Dios, pues “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes.” Santiago 4:6.
Si sólo confiamos en nuestros “logros”, inevitablemente nos quedaremos con una sensación de mérito basado en el
orgullo. Jesús nos dijo: “Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que
debíamos hacer, hicimos.” Lucas 17:10. Esto no significa que los cristianos deban tener una baja autoestima. Sólo
significa que nuestro sentido de ser una buena persona, no debe depender de lo que hacemos, sino de quiénes somos en
Cristo. Necesitamos humillarnos a nosotros mismos ante Dios, y Él nos honrará. El Salmo 16:2 nos enseña: “Tú eres mi
Señor; no hay para mí bien fuera de ti.”
Así los cristianos alcanzan valía y autoestima, teniendo una correcta relación con Dios. Podemos saber que somos
valiosos, por el alto precio que Dios pagó por nosotros, a través de la sangre de Su Hijo, Jesucristo.
La Biblia nos dice que Dios nos dio el valor cuando nos compró para que fuésemos Su propio pueblo (Efesios 1:14). Por
esto, solo Él es digno de honor y alabanza. Cuando tenemos una sana autoestima, nos valoraremos lo suficiente para
involucrarnos en hacer y procurar siempre el bien a los demás.
Por ello, debemos conducirnos con humildad, pensando en los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses
2:3). El Apóstol Pablo nos advierte: “A cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que
debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3.
Esa sencillez, que sería la media entre el orgullo vanidoso de quienes ostentan la soberbia como estilo de vida, y la baja
autoestima del otro extremo que deriva en depresión, acompañada de sentimientos negativos, ya sean físicos,
emocionales, intelectuales… propios de desaprobación, en Cristo tienen solución
El apóstol Pablo, en su segunda carta a los corintios, escribió: “… De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas…” ¿Qué es estar en Cristo? Precisamente es vivir junto con
Él, seguirle y obedecerle porque le amamos.
Reconocer que le necesitamos para alcanzar la plenitud en esta tierra, y que solo por Él podremos obtener la vida eterna.
Estar en Cristo es anhelar ser como Él. Cuando nos dejamos abrazar por el perdón, la misericordia y el amor de Dios,
nuestra vida jamás volverá a ser la misma, porque todo lo que el Señor hace es nuevo, único y con una nueva
esperanza.También es importante saber que parte de nuestra autoestima es reconocer nuestras raíces, nuestra procedencia
genealógica y darle honor a nuestros ancestros, abuelos, padres y seres queridos, a quienes gracias a su vida, trabajo, y
esfuerzo nos han legado la vida. Y para ello, existe Passaway.Org , una plataforma en la Internet, donde podemos rendir
tributo en su memoria y celebrar la vida después de la vida.
No estaremos completos, si no reconocemos de dónde venimos, pues somos un eslabón en la cadena de la vida. Así que
procedamos a valorar también a nuestros parientes, honrando y celebrando mediante un obituario, imágenes, audios,
textos cada una de sus vidas, pues vivirán mientras los recordemos.

COMO SANAR HERIDAS DEL ALMA SEGÚN LA BIBLIA


Jesús dijo: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. (Lucas 4:18-19) Y ese mismo es nuestro llamado:
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros.
Un reconocido psicólogo cristiano y pastor, dijo: La mayoría de las en enfermedades son funcionales, creadas por
conflictos emocionales y espirituales. Hay una minoría que dependen de una falla de la máquina, que es el cuerpo.’ Esto
también es verdad en la vida espiritual. Muchas veces un verdadero creyente, sincero, que desea crecer en santidad y
agradar al Señor, sin embargo experimenta conflictos y derrotas.
Por más que estudia la Palabra de Dios y ora, no puede tener victoria en ciertas áreas de su vida, o le es difícil una relación
armoniosa aún con los hermanos en la fe. Estas situaciones, en muchos casos se deben a heridas del alma; y en otros a
ataduras u opresiones espirituales. Vamos a ver algunos aspectos importantes de las heridas del alma, y cómo recibir
sanidad divina si las tenemos; y en la próxima lección veremos el tema de las opresiones espirituales.
¿QUÉ SON HERIDAS DEL ALMA?
Por los psicólogos, sabemos que nuestra mente (o alma) tiene tres niveles: consiente, lo subconsciente y lo inconsciente.
Sólo entre 10 a 15% de nuestra actividad mental es consiente. El resto es subconsciente o inconsciente.
 La conciencia es aquello que se sabe con claridad, que podemos reconocer libremente.
 La subconsciencia es el dominio de las emociones y complejos en oposición al reino consciente de la razón. En el
subconsciente suelen reinar pensamientos, sentimientos y deseos egoístas, mientras que en lo consciente suelen
predominar las tendencias de carácter social.
 El inconsciente es el reino de los pensamientos incontrolados, que no recordamos en absoluto, pero que están activos.
Los trastornos de la personalidad se deben generalmente a traumas durante la niñez.
También muchos de los conflictos del creyente tienen su origen en esos traumas, tanto de la niñez como en tiempos
posteriores.‘Nada se olvida; la mente es como una inmensa grabadora; todo lo que hemos dicho, visto, oído y vivido lo
tenemos dentro. Por tanto se expresa y a veces nos traiciona.’ Cuando nos convertimos, la influencia del Espíritu Santo y
de la Palabra de Dios modifican muchos de los valores y conceptos de nuestro consciente. También empieza a sujetar al
subconsciente, lo que se va acentuando en la medida que el creyente avanza en su entrega al señorío de Cristo. También
puede sanar algunas de las dolencias del inconsciente. Pero otras heridas pueden permanecer abiertas; traumas guardados
en lo profundo del inconsciente que afectan la vida consciente del creyente, y por lo tanto su vida espiritual y su
crecimiento en santidad.

1. Traumas de la edad prenatal Está probado que las vivencias de una madre en gestación afectan a la criatura en su
vientre, y que esas emociones pueden producirle traumas. Algunas de estas emociones son:
Rechazo al embarazo por razones económicas; por ser Rechazo al nacimiento por temor al dolor, por algún
fruto de una violación; por temor a perder su libertad, peligro o por cualquier otra causa
Angustia, tristeza, miedo, odio, humillación Sentimiento de culpa por algún pecado
Traumas de la niñez Humillación: haber sido avergonzado por otros
Sentimiento de rechazo porque fue dejado de lado Traumas de la edad adulta Desengaños amorosos; fracasos
en el trabajo

SINTOMAS DE DOLENCIAS DEL ALMA


Tristeza frecuente sin causa aparente; Rechazo a sí mismos; auto concepto sentimiento obsesivo
llanto continuo bajo
dificultad para relacionarse con otros Amargura; espíritu crítico;
rechazo a ciertas personas; el juzgar duramente ciertos pecados hipersensibilidad.
Temor obsesivo a la oscuridad a Rechazo a relaciones sexuales Problemas psicosomáticos (síntomas
lugares cerrados normales de enfermedades que no tienen una
causa orgánica

PASOS PARA RECIBIR SANIDAD DE LAS HERIDAS DEL ALMA


1. Trae a la memoria, con la ayuda del Espíritu Santo, las experiencias que produjeron traumas en tu alma, y los
sentimientos negativos que produjeron en ti en ese momento.
2. Renuncia a esos sentimientos negativos, nombrándolos: temor, resentimiento, angustia, ira, vergüenza, humillación,
etc.
3. Perdona de corazón a toda persona que te hizo daño, mencionándola por nombre, y mencionando la acción
específica que causó el trauma.
4. Pide perdón a Dios por cada sentimiento negativo; recibe su perdón y perdónate a ti mismo, creyendo y
confesándolo con tu boca (Romanos 10:10)
.5. Reconoce y confiesa en oración que Jesús sufrió todas las herid de tu alma, y murió en la cruz llevándolas por ti.
6. Pídele que sane esas heridas con el ungüento del Espíritu Santo, y cree de corazón que tu alma es sanada en ese
instante por el poder de Dios (Marcos 11:24).
7. ¡Dale gracias por tu sanidad y alaba al Señor porque ahora eres libre! Y podrás avanzar mucho mejor en tu
crecimiento espiritual, y hacia una santidad práctica.

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