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TEMA 5º LA REVOLUCIÓN IDEOLÓGICA Y LAS GRANDES

CORRIENTES CULTURALES

El profundo cambio que supuso la realización y culminación de las


revoluciones industrial, demográfica y social, estuvo unida también a un
movimiento de ideas que constituyó la revolución intelectual que, paralela
a éstas, formaron un frente transformador de la realidad socioeconómica
occidental para culminar la revolución política en los países
revolucionarios atlánticos. Estas transformaciones no fueron cambios
totales ni homogéneos, pero inauguraron una nueva época para la cultura y
el pensamiento social.
Bajo la presión de estas nuevas corrientes, los soberanos tuvieron
que arrojar las riendas del poder, favoreciendo circulación de ideas y
reivindicaciones populares. Ello generó un tipo de gobierno paternalista, al
socaire de este nuevo periodo filosófico de las “luces”. Así, del absolutismo
monárquico del siglo XVII, se pasa al denominado absolutismo o
despotismo ilustrado. Pero este sistema no se puede considerar como un
gran cambio, ya que la monarquía todopoderosa siguió vigente con sus
planteamientos de gobierno y representación muy similares.
Sería a fines de siglo y con la dinámica revolucionaria, cuando estos
filósofos de la Ilustración e innovadores de las antiguas doctrinas, pudieron
ver aplicados en la práctica sus ideas de libertad y humanitarismo.

Desde inicios del siglo XVII, los cambios que se fermentaron a fines
del siglo anterior, irrumpieron en todos los órdenes de las sociedades
europeas occidentales.
Estas ideas del llamado “siglo de las luces”, constituyeron una doctrina
universalista, elaborada por una burguesía en ascenso. Ello, de la mano de
todo el conjunto de progresos y avances en la economía, la técnica y la
ciencia. Serán los temas, por lo tanto, que interesen a estas minorías cultas,
que utilizarán los medios clásicos de propagación; las academias, las
sociedades, los laboratorios científicos y los institutos.

No hay que olvidar tampoco cómo el pensamiento europeo desde el


siglo XVIII llevará además una marcada influencia de los presupuestos
cartesianos, donde se negaba a creer nada que no hubiera sido examinado;
era el boom de la dinámica científica, del auge de las ciencias
experimentales y el uso del intelecto, porque nos ayudan a comprender un
mundo físico y cuantitativo; una naturaleza regida por principios
mecanicistas, y en donde la religión, la creencia y lo espiritual, dejaba de
tener la importancia de siglos atrás; la religión comienza o no vivirse,
sentirse o creerse como antes, y la ciencia, en cierta manera, pasa a
convertirse en la auténtica religión.
En líneas generales, se preferencian temas girarán en torno a la
existencia del hombre y a sus acciones, mediante el uso de la razón. Se
hablará de libertad, de tolerancia religiosa, de búsqueda de la felicidad, de
la virtud moral o de la armonía con la naturaleza a través de las ciencias
biológicas. Todo ello en pos del progreso de la humanidad.

Haciendo una abstracción, podríamos enumerar dos grandes bloques de


estructuración de éstas:

-.doctrinas sociopolíticas.
-.doctrinas económicas.

Las doctrinas sociopolíticas.-


Son fundamentales en el conjunto de la revolución intelectual, por criticar
al absolutismo del Antiguo Régimen al que socavan, y por construir en
torno a este corpus teórico un nuevo modelo social sobre las nuevas bases
de lo que sería el pensamiento político liberal, fundándose en el Estado
democrático, la separación de poderes, el liberalismo político, la soberanía
popular, la igualdad y la política social.
Ello se formula durante el siglo de las luces –segunda mitad del siglo XVIII,
con la aportación de teóricos franceses, aunque encontramos en Inglaterra
los precedentes con John Locke.

John Locke (1632-1704); impulsado por las consideraciones de la


Revolución inglesa de 1688, elabora su esquema político y su teoría del
Estado
Expone el antiabsolutismo, intentando acabar con la doctrina del derecho
divino, y estableciendo el nuevo conjunto de normas y reglas, base del
posterior liberalismo político.
Parte del “estado de naturaleza”, un estado de libertad e igualdad, y de un
contrato originario con lo que nace la sociedad política y el gobierno civil
que ha de regularse por la distinción de poderes, fijándose en dos: el
legislativo y el ejecutivo, en diferentes manos y con una limitación humana.
El pueblo ha depositado el poder en esos mediadores que lo harán en
beneficio y provecho de su pueblo. Este pueblo podrá juzgar y criticar su
labor.

Respecto a los autores franceses, la gran trilogía son:

Montesquieu (1689-1755)
Hace una crítica política y anima a la revolución intelectual en Francia,
trazando las grandes líneas del liberalismo europeo en su obra El Espíritu
de las Leyes (1748).
Es el teórico de la separación de poderes y representante de un liberalismo
aristocrático.
Elabora la famosa teoría de los gobiernos dividiéndolos en tres:
República –aristocrátia o democrática-, monarquía y despotismo.
En el espectro sociopolítico distingue tres fuerzas:
Pueblo, nobleza y monarca, que han de complementarse.

Voltaire (1694-1778)
Representa la crítica político-histórica y el utilitarismo político.
Basado en la constitución inglesa, fundamentará la libertad con un fuerte
sentido de la autoridad.
Partidario de una organización liberal de la sociedad, es contrario a las
instituciones que limitan las libertades civiles y políticas.
Para ello es preciso reformar los sistemas administrativos y civiles, y en el
fondo la misma sociedad y el propio Estado.
Su filosofía es burguesa y jerárquica.

Rousseau (1712-1778)
Crítico abierto y radical del absolutismo.
Plantea nuevas bases de la sociedad liberal y su gobierno democrático
Distingue como nadie al soberano del gobierno.
El pueblo se constituye en sociedad por libre deseo y pacto, y es el
auténtico soberano que sólo persigue el interés general a través de una sola
voluntad, a través de la ley.
La obediencia de las leyes servirá para mantener la libertad y la igualdad.
Soberanía se confundiría con la voluntad general.
Divide tipos de gobierno:
Democracia: gobierno encomendado al pueblo o a su mayor parte.
Aristocracia: cuando es un número pequeño.
Monarquía: cuando es un único magistrado.
La legitimidad del poder se produce cuando hay distinción entre soberano y
gobierno, y el Estado asegura el poder del pueblo a través de su legislativo.
El gobierno tiene peligros como la anarquía o la tiranía.

Las doctrinas económicas

El Mercantilismo.-
Identificado con el modelo político absolutista, tuvo también algunos
aspectos que lo aproximaron a las corrientes económicas liberales
posteriores.
-.Poner la vida económica al servicio del interés del poder del Estado, tanto
interior como exteriormente; el poder era un fin en sí, y la economía debe
ponerse a su servicio.
-.En este sentido, es lícito el debilitamiento económico de otros países, para
fortalecer el propio (visión estática y metalista de la riqueza).
-.El mercantilismo defendía la omnipotencia del Estado, aunque sin un
concepto de intervencionismo económico del mismo; más bien
favoreciendo la acción de intermediarios –empresas, compañías,
delegaciones.
-.Los intereses individuales económicos deben de ponerse al servicio del
interés general, y por lo tanto, del Estado.
-.en esta dinámica, defenderá el crecimiento de la población, y la lucha
contra la ociosidad y el celibato; se trataba de que toda la sociedad
contribuya al desarrollo del Estado mediante el trabajo.

La Fisiocracia.-
Esta teoría hay que entenderla en la ilustración del XVIII, en la idea del
retorno romántico a la naturaleza, y de su esencialidad, y en la Francia
agraria del Antiguo Régimen.
Quesnay, era un granjero que utilizó su profesión para aplicarlo a estas
teorías, y como cirujano y médico, aplicó conceptos fisiológicos..
La Nación era como una gran granja que producía y había que organizarla
racionalmente.

.-principio de economicidad: la producción agraria se obtiene de las


explotaciones del empresario (Fermier).
Ha invertido un capital fijo (casa, establo, instrumentos) y un capital
circundante (semillas, fertilizantes).
El empresario debe reducir al máximo los costos para obtener el máximo
de beneficio (ley de naturaleza, como el panal de las abejas).
El Estado debe favorecer la libertad de iniciativa y cultivo (ley de Estado).
Consec: el empresario obtiene un producto bruto que cubre los gastos y le
da un beneficio (producto neto)-la tierra es la única fuente de recursos y
asegura la riqueza y aumento de la población.
-.Para garantizar la riqueza agrícola, hay que potenciar a la clase productiva,
un equilibrio de precios, y un margen de libertad para dejar hacer a los
productores.
EL LIBERALISMO.-

El liberalismo económico.
Fue uno de los aspectos más importantes de la doctrina liberal, que llegó a
brillar casi con luz propia en la palestra de las tendencias del tronco común
liberal.
Sus precedentes se remontan al teórico Adam Smith y la propia fisiocracia
francesa, ambos del XVIII: la base teórica es el carácter de la economía
como un suceso que se rige por leyes naturales, donde impera su libertad de
iniciativas

Smith defendía la libre iniciativa individual impulsada por el lucro, la libre


competencia y el libre mercado.
Los economistas liberales sostenían que una sociedad económica estaba
integrada por productores individuales, que aportaban e intercambiaban sus
productos; todo el asunto de precios y producción se sometería a criterios
naturales, no debiendo para nada de intervenir el Estado; a lo más, se
encargaría del orden interno y la seguridad exterior.
A lo largo del siglo XIX, los conceptos se fueron precisando, hasta que se
conformó definitivamente la doctrina liberal económica:
-.ley natural; economía regida por principios naturales, que generaría
riqueza para todos.
-.”Laissez faire, laissez passer”, sin impuestos, reglamentaciones u
obstáculos que entorpezcan la economía.
-.Anti intervencionismo del Estado, sólo guardián.
-.libre empresa; producción limitada por los propios productores, ricos y
lucrados.
-.libre comercio; aplicado al exterior, reclamando abolición de aduanas,
libre trasiego de mercancías (liberales ingleses).
-.libre contrato; entre el patrono y el obrero, sin mediadores; un acuerdo
entre dos hombres libres pero no dos hombres iguales.
-.libre asociación; de comerciantes, industriales y empresarios para
defender sus intereses económicos, sin aceptar cualquier asociacionismo
obrero, que entorpeciera la producción; aquí si pedían la intervención del
Estado.

El liberalismo político.
Es una de las corrientes típicas del siglo XIX, basada en el poder de la
razón humana, queriendo resolver los problemas políticos y sociales de una
manera lógica, de acuerdo a principios abstractos y conforme a los
derechos del ciudadano.
Como producto de la Ilustración y de la revolución francesa, se convierte
en la bandera de la Burguesía, que se opone a la monarquía absoluto
primero, y a la democracia jacobina y obrerista, después.
Sus primeros pasos se contemplan como oposición a los privilegios del
Antiguo Régimen, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789 y en la Constitución Francesa de 1791. Frente a los
principios absolutistas de la autoridad y la jerarquía, levantó las ideas de
libertad e igualdad.
Aunque luego evolucionó hacia teorías democráticas, en su origen el
liberalismo no lo es. Es la ideología típica de la burguesía industrial y
mercantil de la Europa recién industrializada, y que va a temer a las masas
desde los compases del Terror jacobino entre 1793 y 1794.
Para cubrirse las espaldas de legalidad sobre lo conquistado, la burguesía
liberal defenderá la monarquía constitucional de tipo censitario.
Una doctrina que se aplicará a los más variados campos humanos –
económico, social, religioso…
Los liberales defendieron sobre todo los valores y derechos
individuales: libertad de expresión, de prensa, de reunión y de asociación,
es decir, derechos políticos. Era preciso limitar la autoridad del soberano y
del Estado. Para ello, era útil la Constitución, como garante del respeto de
aquellos derechos.
Otro elemento fundamental desde el principio para el liberalismo, fue
el de la participación de la Burguesía en la administración del Estado y en
la redacción de las leyes específicas. Este papel, pensaban, estaba en
consonancia con el que desempeñaban desde el punto de vista económico
en la sociedad.
Por eso en todos los movimientos liberales europeos de 1830 y 1848 el
poder político lo reclaman y centran en su obtención del triunfo de sus
luchas; son reivindicaciones constitucionales pero no democráticas: la
Burguesía tiene miedo del obrero al que quiere limitar.

Pero durante la segunda revolución industrial a partir de mediados del siglo


XIX, genera grandes cambios en la sociedad europea: aumento de
población, crecimiento de las ciudades y problemas derivados, nacimiento
del sindicalismo, predominio de la industria y la sociedad industrial…
Los sectores obreros van reclamando progresivamente sus
condiciones de vida y de trabajo, y además se pretende que el propio
Estado potenciara la importancia de la economía industrial en la vida y el
progreso occidental.
Los partidos gobernantes comienzan a desarrollar políticas
intervencionistas, sociales y económicas, para alejar el peligro del fantasma
revolucionario y de perturbaciones sociales. Era una forma de conceder las
reivindicaciones populares, sin necesidad de revoluciones traumáticas, y
sin perder la Burguesía su poder político.
Se produce lentamente un abandono de la tradicional concepción
liberal de Estado, y comienza a crear instituciones para atención y mejora
de las clases necesitadas: hospitales, asilo, orfanatos, y una asistencia
sanitaria médica pública.
En las grandes ciudades no había problema infraestructural o colectivo que
no resolviera la gestión pública (agua corriente, gas, tranvías…); algo
parecido sucedió con la enseñanza primaria y secundaria, que iba siendo
regularizada por los municipios, a través de un concepto de gratuidad que
requirió más aulas y maestros; poco a poco se fue consolidando el concepto
de “Estado-bienestar”.

En suma, los liberales a través de su modelo de Estado y gobierno, se


fueron democratizando –por temor o por convicción- para respaldar las
necesidades de las capas sociales.
Además del Sufragio Universal, el parlamentarismo y la extensión de
la enseñanza, resulta especialmente significativo la irrupción de la mujer en
el sistema de derechos ciudadanos; el feminismo, que a partir de las últimas
décadas de siglo, luchó por conseguir los derechos civiles y políticos para
las mujeres, por el voto y el sufragio.
La extensión de la enseñanza y la creación de escuelas para niñas favoreció
la ansiada idea de independencia económica y social, en pos de la
incorporación al mundo laboral y de responsabilidades hacia el siglo
siguiente.

También la prensa tuvo un papel importante como elemento de


popularización y divulgación de la cultura de los pueblos europeos. Los
diarios fueron publicando los debates parlamentarios, y así los lectores se
implicaron en la problemática de los gobernantes.
Igualmente los partidos políticos editaban sus periódicos donde se
percibían sus líneas maestras, vulgarizando los términos que en el estrado
rezumaban de formulismos y tecnicismos. Apareció así el concepto de
“opinión pública” que, aunque no influyó demasiado en los gobiernos,
todavía demasiado elitistas, tuvo que irse tomando en cuenta
progresivamente. Hasta los partidos más conservadores tuvieron que
bajarse a la arena del circo e intentar captar a los sectores más mayoritarios,
siendo conscientes de la importancia de “un hombre, un voto”.

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