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Bis BB ’ AED 0 JOSE MARIA RODRIGUEZ PANIAGUA Pat CCATBDRATICO DE FILOSOFIA DEL BERECHO "HISTORIA DEL PENSAMIENTO JURIDICO I De Herdclito a la Revolucion francesa ~ ‘\SEPTIMA EDICION ae ‘o1000097 ~ | UNIVERSIDAD-COMPLUTENSE - FACULTAD DE DERECHC SECCION DE PUBLICACIONES 1992 010924 gr 3 3 EL DERECHO Y EL ESTADO EN HOBBES Contempordneo de Descartes (1596-1650), un poco posterior ‘a Galileo (1564-1642), Thomas Hobbes (1588-1679) enlaza con Ja linea voluntarista-nominalista-empirista del pensamiento me. dieval, que habfa tenido en Ingleterra sus grandes progenitores y habia pervivido en la tradicidn de la Universidad de Oxford En ésta estudia Hobbes, con quien, después del preludio de Francisco Bacon (1561-1626), se inicia la etapa més brillante de, {a filosofia en Inglaterra: Ia del lamado «empirismo inglés». Hobbes es el primer nominalista propiamente dicho, al me. nos dentro de los grandes autores: el primero que reduce los universales a merds nombres o vocablos, no ya a conceptos, ‘como Ockham. Hobbes es ademas materialista y no encuentra por es0 ningin obstaculo pare aplicar al estudio de los compar, tamientos humanos los mismos métodos que Galileo y Descartes aplicaban a la mecinica de los cuerpos. He sido precisamente en este campo de los temas antropalgicos y politicos donde mAs ha descollado la filosof(a de Hobbes, Su obra més famosa lleva por titulo Leviatén, 0 le materia, forvea poder de una Republica eclesidstica y civil, publicada el ajio 1651. Unos aiios antes (1642) habfa publicado otra obra que era como un anticipo, De cive (El ciudadano»), mientras que el Leviatés, al decir de J.J. Chevalier, «es la sintesis del hobbismo» * Es dudoso si se puede catalogar hoy dia a Hobbes como un "J J, CHEVALIER Lor grander tovos politicos detde Maguiavelo« nuestros ds, wad. de A. RODRIGUEZ HuEscae, Madvid (Aguilar), 1967, p- 33. 19 iusnaturalist?. Desde luego, tampoco puede equipardrsele sin nds a lds positivistas, ya que éstos identifican al Dereclio“con el positive, sin preocuparse grdn’gosa por el problema de su funda- fentecin, mientras que, én cambio, Hobbes se plancea esie problema, coincidiendo asi con uno de los temas, el primordial, de la doctrina iusnaturalista. Tal vez lo més acertado sea consi- dezario, con Welzel, como un representante del Derecho natural tcxistenciele, entroneando con los sofistes y con la metafisica voluntatisia de Duns Scoto y Guillermo de Ockham ¥; pero bay ‘gue tener en cuenta gue esta version del Derecho natural lo que en realidad apoya 0 fundamenta es una concepci6n positivista del Derecho. ‘La épova en que vivid Hobbes es una época de grandes convulsiones politico-religiosas en toda Europa, y singolarmente ‘en Inglaterra. Pretende atajar esas luchas y la anarquia que han desatado. Esa situacién parece también decisiva para inspirarle una visién pesimista del hombre. Hobbes sefala tres raices de Jas luchas humanas: le codicis o comperencia por los bienes materiales, el temor o desconfianza mutua de unos hacia otros y le vanagloria 0 deseo de sobresalir. unos sobre ottos. Estas cadlidades, unidas 4 la igualdad fundamental de todos los hom- bres en sus capacidades fisicas y mentales, tienen que provocar la lucha entce ellos; més ain, si se tiene en cuenta que ni siquicra esa igualdad es reconocida, sino que, por vanagloria, cada uno tieade a creerse superior a los demas. A quien se resista a aceptat csta visi6a’ pesimista que resulta del anilisis de Ia naturaleza tbumans, le propone Hobbes confrontatla con el método sintético de la prucba de ls experiencia: Tes Hoanes Ibid, 4 * En Ja dedicatoria del De ce, dsigide al conde de Devonshie, eo ‘Tu, Hosats: Opera latina, 2, edie. de G. MoueswortH, Aalen, 1966, . 185. Originaiamente la frase se encuentta en PLAUTO: Asari, 4; se reflere, también alli, « hombres extrafos © desconocidos. "TH HOBBES. Obra cade, XV. 121 Sin embargo, ese estado de naturaleza no se puede mantener, ye gue es un estado de lucha y de destruccién. Los hombres tienen necesatiamente que desear salir de él, egar a un acuerdo, para evitar esa lucha y destruccién rmutua. Las pasiones que impulsan a los hombres en este sentido son: el temor a la muerte (unas a nninos de otros), el deseo de las cosas que son necesarias pata una vide confortable y Ia esperanza de obtenerlas con més tranguilidid y segutidad por medio del trabajo. Entonces hay que pensat que los hoimbres se proponen crear un estado de paz, E] conjunto de medios que Ja raz6n les inspira como nece- sarigs pars ello constituye lo cue Hobbes lame le «ley natural», que es, s. Con ae alabras del primer capitulo ya nos indica Roveseay ae tee ofden justo que busea no . encuentra relzedo, dest {gue su proposito es revolacionatio, Traéa de legtimat el orde Social, de le sociedad politica, pero no el egies se eade luego Rousseau no 2ité de acuerdo con las solu stas por Grocio o Hobbes. Grocio y Hobbes fundamen- fan'el Exego en un pacto irrevocable y deren paso a une ituacidn de esclavitad (en sentido politico). Rousseau no a ito. el pacto debe ser revocable; y ademis el pacto de sumisiGn total no es Iicio, su materia no puede set objeto de un Bacto, yr aue incluye li renuncia de Is libertad y é5ta no se puede mtiato de que noe "Be pono se de conn conl pact o cont de go os (able acgo an nu core sobre El contre socal: son at oe or dlstnos let planteumientos de as dor obras en que se expone on ns més allé (de Ia © pt condcionamiento por el exado de naturales ee sine aie gal pr guen adobe aa eee ta be de ts ubl una pate para oranzein Fel nren social 22 renunciar, dado que es el fundamento de la moralidad tanty, Ta base més noble de la personalidad humana En cuanto a la guerra, no puede ser cl fandamento del orden Sotial, ni en general el fundamento de ningiin derecho El dae cho del més fuerte, advierte Rousseau, se trueca al cambias situacién y ser otro el més fuerte; y asi una situacién de hecho ¢ incidental no se puede preentar como un fundamente de cletecho. Ademés, la guetta —como habia expuesto en el Dear fo~ no puede deciese que sea, en cuanto situacién permanente P,brolengada, propia del estado de nacuraieza y, por tanto, mo hha podido surgi ast la sociedad, El Ginico fundamento legitimo posible del Estado es el con: sentimiento usdixime de todos los ciudadanos, Este conseor, miento debe dat lugar, segiin Rousseau, a «una forma de soci: Cin que defiende y proteja con toda la fuerza comin ala persons y los bienes de cada asociado, y por a cual, uniéndose cede onc a todos. no obedezca, sin embargo, més que « si mismo y perms nezce tan libre como antes» ®. 51 «sf mismo» de la {Sumele no Puede entenderse sino corpotatva o colectivemente, y veremes confirmads esta interpretacisn por otra formula de Roussene ‘que recogeremos més adelante, La posibilidad de que cede tne ‘sno obedezca més que a sf mismo y permanezca tan libre como antes» ba de entenderse, pues, refetida a Ia tnica-posibildet aus tiene sentido en el estado civil: de une libertad sujeta a leyes; S6lo que éstas detivan de los propios individuos que se someres, a ells: Se trata, pues, de una lisertad waltevaue» con teapecto ‘ladelestado de naturaleza, segiin expresa el propio Rousse Cada uno tiene que entregarse «todo entero», acon todos sus derechos», a la comunidad: es la niea manera, piensa Rec, Senu, de resolver el problema de lo que tiene que aportar onde po. ¢Bs esto un totalitarismo? No est del tovo claro, ya que mitk Nec fo a * ed., 1759; 6.* ed., 1790) Fae i ini Nature and Causes of the Wealth of Nations (1 ed, 1716; 5° cd 1780) trad, castellan: Investigacin sobre Ia matirale cansas del rigueca dels necones, aera indy exaio gia nar de G, Franco, México [RCE], 1958), Las leciones corres Bondienes a la tetcera parte han legado a nosottos a traves ies de apuntes, que parecen corresponder alos dos dltimos * John Millar, cuyo testimonio fu ‘enna, imonio fae recgido por Dugald Stewart en va foun eo a 1733 ea aya Soin de Earp y pce ea preeee of the Life and Writings of Adam Smiths, recc ‘do sham en A. SUT: Ent on Phish Seb, qe vole Oxford fa the Chen Pre), 1) mens OF Adam Sith, 22 LA MORAL Y EL DERECHO EN KANT Las obras de Manuel Kant (1724-1804) que més directamente ‘os interesan son: Fundamentacién de la metaftsica de las costurm: bres (1785), Critica de la vaxén préctica (1788), Metafisicn de lag costumbres (1797), ast como o opisculo Para le paz perpetue (1795). Pero hay que tener en cuenta también las ottas obras de Kant, y singularmente la més famosa de todas: la Critice de Le raz6n pura (1." ed. 1781; 2. ed, corregida, 1787), La postura fundamental de Kent respecto a la motal podria ‘mos resumitl de alguna manera en ef siguiente silogismo: Ia moral es algo absoluto ¢ incondicionedo; pero la experiencia no puede dar nada absoluto e incondicionado; luego la moral no consiste en algo empirico o de experiencia, La primera proposicién se prueba, en primer lugar, por el snoda como seentiende ls mord corrientemente: coms else que no se abandons al céleulo de las conveniencias en cada caso Se apoya ademés, por otro lado, en la concepcién que Kant tiene del hombre como orientado a la moralidad, cuyo fin supremo, al menos en esta vida, no es el procurarse la felicidad, sino ef obrar tectamente, Si muestra finalidad fuera ante todo Ia de ~procurarnos la felicidad, la naturaleza humana, dice Kant, estaria entonces mal orgenizada: porque la razén, que es le facultad suprema del hombre, no esté precisamente al servicio de ese fin, sino que incluso mas bies a veces nos entorpece su consecucioa, en virtud de los obstaculos que le opone, por motivos distintos, de otra indole, que los urilitarios ce atender a le consecucién de Je felicidad. La moral, pues, ha de entenderse como algo gue 279 std por encima del céleulo del momento o de las convenienci ‘La segunda proposicién ¢s un supuesto fundamental kantia- no (de la Critica de le razén pura): Ia universalidad y necesidad de suestros sonocimientos no puede provenir de la experiencia, sino que tiene que provenir de elementos «.prion: «categorias> del entendimiento, formas « priori de le sensibilidad... Pero en si misma, es decir, fuera de la peculias argumentacion kentiana, esta proposicién tampoco resulta diffcil de admitir, desde otros supuestos distintos de los de la filosofia especulativa de Kant. En cuanto a Ja conclusifn, su sentido es que la moralidad no puede, medirse por los resultados que se consigan con las ‘acciones, que no ha de depender del éxito de éstas: de otto modo, habria gue poner en juego la experiencia para saber lo que es bueno o lo que es malo, segtin que tenga éxito 0 constiruya tun fracaso. También quiere decir que lg moralidad no puede basarse en la inclinacidn natural o en el calculo ego‘sta; éstos, atienden al gusto o a la ventaja y utilidad de las acciones, pero Ja moralidad no tiene nada que ver con todo €30; si consistiera cn eso la moralidad, perderia sv cardcter incondicionado y abso- luto, ya que es imposible saber de antemano qué accién nos va 1 dar gusto o placer o nos va a ser atil porque nos va a propor- cionar une ventaja; seria necesario, para saberlo, acudir a la experiencia? ‘Para conocer lo que es la moralidad,:conviene, segiin Kant, fijarse en el deber moral: cuando la voluntad, para ser buena, encuentra obsticulos 0 testricciones. Por el contrario, cuando la bondad de la voluntad coincide con el célculo de las ventajas, © con la inclinacién natural, es més dificil identificar lo que es propiamente lo moral, la moralidad. Cuando el comerciante es hoarado parque piensa que la honrade2 es el mejor medio de VL Kant. Grandlegung car Motaphysit der inten edie. de, Vorlander, Leipsig (F. Meines), 1947 (ckads en adelante Gi), Vorreden, p. 5, 1 pp. 1213. Flay traduccidn caselana de M. Gazctn MORENTE, Futdanter- ‘acim de la metafisica de las costsmubres, Madrid (Espasa-Calpe, Col, Aus- * GMI, pp. 16.18, y ambio L Kant: Krist der praktschen Vermunfi, edic. de Vorlinder, Leipzig (F. Meiner), 1951 (citada en adelante KpV), 1, 11,2, pp. 25-24. Hay traduccign casellana de E. Miftaa ¥ VILLAGRASK IM. Ganctn Monee, Critica de fa raxén préctca, Madrid (Espasa-Calpe, 2M Gancn o is prictics spase-Calpe 280 asegurar su negocio, obra correctamente, pero no necesariamente con moralidad; igual que las personas que son complacientes sin esfuer20, por su carder: nadie les va a reprochar por esto, pero no se puede decir sin mas que tengan mérito moral, En cembio, las personas @ quienes cuesta hacer el bien, que encuentran obstéculos para ello y contimian haciéndolo, sf se puede decit gue obran Claramente con moralidad > ‘La moralidad no corresponde, pues, propiamente a les accio nes del hombre, que son las que proporcionan los resultados o ventajas en el exterior, sino s6lo a su voluntad; es un atriburo interior: «No hay nada absolutamente bueno en ¢l mundo —dice Kani—, sino una buena voluntad» *. Pero, ademas, no s6lo no consiste Ja moralidad en el éxito de las acciones ni en éstas Mmismas, sino que tampoco consiste en lo que se quiere lograr Gon ells, en In intenciOn: x el mésito mora no tebe nade wee ver con lo que se consigue 0 con lo que se hace, ¢cémo va a consistir en lo que se intenta conseguir o hacer? Tampoco tiene ot qué coincidir con eso. Ts moralidad no esté, pues, en el resultado de las acciones, ni tampoco en la intencién, en el resultado intentado, sino cue es algo independiente de todo esto, algo anterior: esta en la postura de la voluntad, pero en cuanto ésts acata la ley moral y esté dispuesta a obrar por respeto a Ja ley moral, pase lo que pase: esto es le moralidad & is el hombre asi? ¢Obra alguna ver de esta manera? Tal vez, dice Kant, nunca ningtin acto del hombre se ha producido asi, es decir, ha sido un acto moral puro, puramente moral. Pero puede haber grados; puede haber una mayor 0 menor participa ci6n ee la moralidad’ El principio de obrar moral (de la actitud © disposicion mo- ral) es lo que Kant llama el «imperative categorico>. El «impe. rativo categoricon se diferencia de los ehipotéticos» 0 condicio “nales. Estos no tienen que ver con la moralidad, sino con la * GiMS, 1, pp. 14-17. + GMS, 5, p10. + GMS, pp. 17-18. & GMS, pp. 18-19. > GMS, TL pp. 27 y ss 281 habilidad, sagacidaxl 0 peudencia para obtener determinados re- sultndos. Dependen de la experiencia, son empiricos y, por con. siguiente, no pueden proporcioner algo absoluto e incondiciona do. cue tiene que ser la moralidad, La férmula del imperative cntegiice dice que, para obrar moralmente, «has de obrar slo dle acuerdo a una méxima (o principio de Ja accién) que puedas querec al mismo tiempo que se convierta en ley generals ®. De teste modo se logra que el princisio de Ia accién sea abscluto 0 incondicionado. ' Esa ley universal © general a que se refiere el imperativo categorico no es ninguna ley determinada; ni siquiera es una ley ‘que lenge que tener un contenids determinado: es la Jey misma en cuanto universal o general, la universalidad o generalidad rmisma de los motivos de las acciones, sla clegalidad» sin més * Le parece a Kant que en el fondo esta doctrina suya sobre Ia moralided es generalmente compartida, que es aceptada pot fa tazén vulgar, en la que Kant tiene tanta més confianza en el tetreno moral, cuanto més la ha despteciado en el especulativo. En concreto, vendria a coincidir con la liamada «regla de oro» de la moralidad: elaz a los demés lo que quieras que los demés te hagan a tiv. (Aun cuando &ta se refiere s6lo al trato con los demis y la motal de Kant no se :efiere s6lo a eso.) Pero ademés Kant trata de probat esa doctrina con algunos ejemplos: ast, el motivo del suicidio, de la promesa sin intencién de camplirla. Jamis pueden convertirse en una ley geueral, yenerulizarse como ‘motivo de la accién de cualquiera Para que haya moralidad propiamente dicha, sin embargo, como ya se ha expuesto antes, no basta, sen Kant, con esta Tegolidad de las acciones, sino que es preclb*ademés que el motivo concreto que impulse a la voluntad sea el respeto a esa ley general o universal de la moralidad ". Este sentimiento de arespeto» es de la maxima importancia en Ia Filosofia practica de Kant, porque no sélo es’el elemento decisive en la caracterizacién de la moralidad, sino que ademas cs el que explica su eficacia, Desde luego, pare Kant no se trata * GMS, Il, pp. 34 y ss., en espec p. 44 > GMS. "p20 © GMS, Il, pp. 45 y ss.; KV, 1, 1, 1, p. 52; 1, 1, 2, pp. 81-82. © GMS. Lp. 18:9; KpV, LL 3, pp. 95 9 282 de una eficacia irresistible © que tenga éxito en todo caso; al contratio, se trata mas bien de una posibilidad de eficacia, de tuna presién, que puede tener mis.o menos fuerza cn cada caso. Este influjo o presin del sentimiento de respeto tiene ante toda tun sentido negativo, de oposicién a las inclinaciones que estén orientadas a la consecucién del placer y de la propia felicidad; por eso, puede decirse incluso que el sentimiento de respeto & la moralidad lo que produce es dolor. Y, sin embargo, ahi esté (© ahi puede estar) contrarrestando las ‘pasiones del egotsmo, que pueden diferenciarse su vez en téndencia hacia e! propio placer o bienestar y tendencia « la presuncién 0 a la arrogancia. A [a primera de estas dos tendencias la contearresta el respeto por la moralidad procurando reducisla a sus justos limites, a la segunda, en cambio, se puede decir que la abate o destruye, en cuanto que muestra la inanidad o vacuidad de la atrogancia 0 tendencia a la presuncién que no tenga en cuenta Ia moralidad, porque éta es la raiz auténtica, el fundamento inseslayable, del valor de la persona ", En el fondo de la docttina moral de Kant bay sin duda une tradicién, que se remonte 2 Ia filosofia priegs, de mirar con prevencidn las inclinaciones naturales y preferir Ia razén: ésxa es la que debe orientar y mavcar lo que se debe hacet. Por otto lado, influye en esa doctrina le exaltacién, de signo cristiano, pot parte de Kant, del valor de la persona humana, que queda elevada muy por encima de cualquier otro set de este mundo Beta elevacién se la debe el hombre a la moralidad, lo mismo que fa que distingue 2 unos hembres sobre otros: frente a un hombre poderoso, 0 rico, 0 sabio podemos sentir admiracién; pero el verdadero respeto y acatamiento a un hombre no se lo tributamos sino cuando sabemos que es honrado ¥. De acuerdo con esto, todas las cosas tienen un precio, pero, segin Kent, el hombre no, sino que lo que le carresponde, en lugar del precio, es dignidad. Ya en la Critéca de la razén pura aparece la exaltacion por parte de Kant del mundo moral: frente al mando de la naturaleza, regido por el princip.o de le causalided, esté el «mun do de la libertad», que no esti encadenado a la concarenacién 8 KpV, 1,1, 3, pp. 84y ss. "GMS, HL, pp. 60-61; Kp¥, 1, 1.3, pp. 89 y ss» de causa y efecto, sino que decide lo que ha de hacer indepen- dientemente de Jo que pase en el exterior. De entre los seres gue conocemos s6lo el hombre es capaz de obrar conforme a este principio de libertad ". Esta manera de entender la libertad, como sinénimo de dignidad y de moralidad, puede parecer sor- prendente, pero desde luego no tiene nada de atbitraria, sino Ggue, al contrario, tiene una profunda motivacién, Piensa Kant {que por libertad no puede entenderse meramente la externa, de obrar sin violencia exterior, sino que la libertad tiene que ser también interna; ahora bien, no hay libertad interna en el que obra llevado por su inclinacién natural al goce o por el célculo de le mayor utilidad: mientras el hombre obra asf, esté determi- nado a obtar por e] mayor gace © por la mayor utilided; puede decirse que 10 ha abandonado el engransje de causas'y efectos de! orden de la naturaleza, que esté simplemente sometido al principio o la categoria de la causalided, En cambio, el hombre se libera de ese orden, de esa sucesién encadenada de causas y efectos, cuando el motivo de su obrar no procede de la inclina- cidn mas fuerte, al mayor goce posible, o del célculo de las ventajes, para el mayor disfrute 0 la mayor felicidad posible: cuando el principio subjetivo de su obrar, el motivo que ditige su acci6n, es mortal, es decit, independiente del goce y de ls felicidad. La accién, en el exterior, sigue estando sometida a la ley de le causalidad; pero el hombre en su interior, en su volun tad, se ha liberado, porque el determinante de su actitud esté fueta del orden causal, al mazgen de la sucesién de causas y efectos, que no dependen de su decisi6n, de su voluntad. Se da, pues, Ta libertad, ‘no sélo en sentido negativo, sino también Ja libertad en sentido positivo, en cuanto que el determinante del obrar moral, el determinante moral del actitud de la voluntad, esté en el interior del hombre, en la propia raz6n: esto es lo que Kant lama autonomia de la voluntad, es decir, libertad en sentido positivo Esta concepeién antropologica de Kant y el influjo decisivo que ejerce en su doctrina moral se ve, mds claro que en la YT. Kant: Kritit det reinen Verminft ed. de B, Schmidt, Hamburgo {F, Metaes), 1956, 1, H, If, TL, 9, IIL, pp. 933 y ses KpV,T,1,3, pp. 110, siguientes; GMS, TL, pp. 36 y ss 284 : primera, en la segunda férmula con que se expresa el imperative categérico: «obra de manera que no trates nunca a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otto, s6lo come medio, sino siempre sl mismo tiempo como fin» De esta concepcién de la moralidad puede resultar sin duda uuna solucién al ideal'o utopia rousseauniana de le libertad, con- tenida en el famoso lema de «cada uno, uniéndose a todos, no obedezca més que a si mismo y permanezce tan libre como antes», De hecho, Kant habla de une «legislacién universal» y de un'«reino de los fines», es decir, del conjunto de los seres racionales en cuanto fines en si mismos y guiados por leyes comunes; leyes que en este caso serian al mismo tiempo leyes rsonales, quetidas por cada uno, 0 sea, metas, aspiraciones o fines de cada uno, y, por consiguieate, expresidn desu libertad ® El Derecho cae, para Kant, del lado del mundo de la libertad Es, por consiguiente, al menos, préximo a la moralidad. De la moralidad propiamente diche no se diferencia por el elemento gue pudiéramos lamar objetivo de la moralidad, le legalidad de las acciones, sino por el elemento subjetivo, de ia postura de la yoluntad, que en la moralidad propiamente dicha tiene que ser necesariamente de respeio a la ley moral, En consecuencia, los deberes del Derecho pueden ser solamente extemos, mientras que los deberes de la moral no pueden scr solamente externos, sino que tienen que ser también internos, ya que la moralidad est4 necesariamente anclada en un motivo interior. Por la misma raz6n, las leyes que rigen el Derecho pueden set exteriores, mientras que las leyes que rigen las acciones morales tienen que ser interiores 0 interiotizadas, tienen que aceptarse con conven- cimiento interno ". Por esto la raoral no puede ser coaccionada, impuesta por coaccién, mientras que el Derecho si puede ser impuesto por la coaccién "; incluso el Derecho eestricto», es _Secir, en cuanto contrapuesto a la moral y referido sélo al aspecto * GMS, TL, p. 54 "GMS Th os 5 a 1 Kant. Metapbysik der Sitten, edic. de K. Vorlinder, Hamburas AF. Meinet), 1959 (citada en adelance MS), «Eineitungy. J, p. 13: [Ilyas ‘as 20-215 1V, p29. Hay tradccin castllana de A. Covina y CL Lo melafisica de las costimbres, Madeid (Tecnos), 1589. : MS, «Einleiwung in die Rechislehre», p. 38. 285

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