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El hígado es un órgano del tamaño de un balón de fútbol que se encuentra debajo de la parte

derecha del abdomen, debajo del diafragma y al lado del estómago. Si bien el hígado tiene más de
500 funciones conocidas, las más comunes son equilibrar las sustancias químicas de la sangre;
producir la bilis, que es una parte crucial del proceso digestivo; eliminar las toxinas de la sangre, y
regular la coagulación de la sangre. Cada año, se diagnostica cáncer de hígado a unos 24 500
hombres y 10 000 mujeres en Estados Unidos. La mayoría de las personas con cáncer de hígado
tienen un cáncer que se extiende, o hace metástasis, al hígado desde otra zona, como el colon, la
mama, el estómago u otros órganos. Es importante diferenciar este tipo de cáncer del cáncer de
hígado que comienza en las células hepáticas. El tratamiento del cáncer que se extiende al hígado,
en lugar de comenzar en este, se determina según el órgano del cuerpo en el que comenzó el
cáncer. Por ejemplo, si el cáncer comenzó en el colon y luego se extendió al hígado, se llama
cáncer de colon metastásico. Hoy nos centraremos en el cáncer de hígado que comienza en el
hígado. Como todos los tipos de cáncer, el cáncer de hígado comienza cuando se acumulan
cambios o mutaciones en el ADN de las células hepáticas. El ADN de las células es el material que
proporciona instrucciones para cada proceso químico y estructural en el cuerpo. Las mutaciones
del ADN causan cambios en estas instrucciones. Cuando se acumulan suficientes mutaciones que
afectan a genes importantes, las células pueden comenzar a crecer fuera de control y, con el
tiempo, pueden formar un tumor o una masa de células cancerosas.

La mayoría de los casos de cáncer de hígado ocurren en personas con una enfermedad hepática
subyacente. Pero, a veces, el cáncer de hígado ocurre en personas sin una enfermedad hepática
subyacente, y no se sabe exactamente por qué. La enfermedad hepática puede provocar una
inflamación constante en el hígado y acumular mutaciones que pueden causar un cáncer. Uno de
los mayores problemas es que muchas personas pueden tener una enfermedad hepática sin estar
al tanto hasta que el hígado está bastante dañado o se forma un cáncer. Estos son algunos de los
factores que sabemos que aumentan el riesgo de padecer cáncer de hígado: si tienes infecciones
crónicas de hepatitis B o C; cirrosis; ciertas enfermedades hepáticas hereditarias, como la
hemocromatosis y la enfermedad de Wilson; diabetes; enfermedad del hígado graso no alcohólico,
o si estás expuesto a las aflatoxinas, tienes más posibilidades de padecer cáncer de hígado. El
consumo excesivo de alcohol durante muchos años también puede provocar daños irreversibles
en el hígado y causar cáncer de hígado.

La mayoría de las personas no tienen signos ni síntomas en las primeras etapas del cáncer primario
de hígado. Algunos de los signos y los síntomas que pueden aparecer son pérdida de peso
involuntaria, pérdida de apetito, dolor en la parte superior del abdomen, náuseas y vómitos,
debilidad y fatiga general, hinchazón abdominal, ictericia que causa color amarillento en los ojos y
la piel, y heces blancas o blanquecinas. Otros síntomas pueden ser fiebre, venas dilatadas en el
abdomen que pueden verse a través de la piel, y hematomas o sangrados anormales. Los
programas de detección que usan ecografías son muy eficaces para detectar el cáncer de hígado
antes de que aparezcan los síntomas. Les recomendamos a todas las personas con problemas
hepáticos conocidos que consulten al médico para saber si el procedimiento de detección es
adecuado para ellas.
Los exámenes y los procedimientos utilizados para diagnosticar el cáncer de hígado incluyen
análisis de sangre. Estos pueden revelar anomalías en la función hepática. También incluyen
pruebas de diagnóstico por imágenes, como una ecografía, una tomografía computarizada y una
resonancia magnética. Si te diagnostican cáncer de hígado, el siguiente paso será determinar la
extensión o el estadio. Luego, el médico solicitará pruebas para establecer el estadio a fin de
determinar el tamaño y la ubicación del cáncer, y saber si se ha propagado. Las pruebas por
imágenes utilizadas para clasificar el cáncer de hígado incluyen tomografías computarizadas,
resonancias magnéticas y gammagrafías óseas. Existen diferentes métodos para clasificar los
estadios del cáncer de hígado. Por ejemplo, un método usa números romanos del uno al cuatro y
otro usa letras de la A a la D. El médico evalúa el estadio del cáncer para determinar las opciones
de tratamiento y el pronóstico.

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