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LA GRAN COMISION

INTRODUCCIÓN:

Cuando nuestro Señor Jesucristo dijo a sus once apóstoles: “Id y haced” ¿Acaso no era un doble
mandato?

¿Importara bautizar al discípulo para ser salvo?

DESARROLLO DE LA INTRODUCCION:

Después que los once discípulos iban camino a la provincia de Galilea, al mismo lugar donde se les
ordeno como los doce discípulos principales del Maestro, al monte en donde habían escuchado sus
enseñanzas, ellos, abrigaban muchas dudas en sus corazones, pues al salirles al encuentro nuestro
Señor resucitado, ellos lo reverenciaron postrándose y algunos aun dudaban que el mismo hombre
que recibió tantos tormentos y paso por la agonía de la cruz hasta llegar a la muerte, ese mismo
hombre ahora estuviere de pie, junto a ellos.

Después de aparecérseles ahí, vivo, con poder, capaz de vencer a la misma muerte, escucharon sus
dos primeras ordenas para que ellos fueran contados como APOSTOLES (enviados)Id, vayan,
pónganse en marcha…, este mandato no hace otra cosa que revestirles a estos once, con la
autoridad del que los envía.

IDEA PRINCIPAL

Un mandato obligatorio que todo cristiano debe transmitir voluntariamente

1. LA AUTORIDAD (Mt. 28:18) Al cumplir Jesús con el propósito divino aquí en la Tierra, recibió
de parte de Dios Padre un honor sobre todo lo creado, sea visible o invisible. (Fin. 2:9-10).
Esta autoridad es trasladada como con-participantes a los creyentes según la herencia
espiritual con Cristo, no sus atributos divinos, pero si su autoridad sobre la creación. (Como
en el principio cuando se le dio al primer hombre creado) Bajo esta autoridad, que descansa
en el NOMBRE DE JESUS, los cristianos somos legítimos representantes de su persona, como
embajadores enviados con un mensaje preciso: “Arrepentíos y convertíos de sus malos
caminos” (Hecho. 2:38)

2. LAS ORDENES
A) “Id” (imperativo), (Mt. 28:19). - Al tener la cobertura divina establecida en el nombre que
es sobre todo nombre, en el Nombre de Jesús, este mismo ordena el inicio de la extensión
de su reino, la MISION CRISTIANA, siendo el ya proclamado virtualmente como soberano de
la tierra. Virtualmente por tener dominio limitado hasta la confirmación de su reino en su
segunda venida, en donde será proclamado ante el mundo como Rey pleno, desplazando
así el dominio momentáneo que aun el Diablo tiene en este mundo. (Mt. 4:8-9; Jn. 12:31;
Jn. 14:30, 16:11; Efe. 2:2;). Mas los discípulos al ser partícipes de esta nueva autoridad irán
a sus destinos sin miedo a la muerte, pues el que los envía ya destruyo el imperio que la
muerte tenía sobre los hombres (Heb. 2:14).
B) “Haced discípulos” (Imperativo). - En la versión interlineal (Nestle-Allan 27 Edición) dice:
“hagan aprendedores” Este segundo mandato u orden no solo les conmina a buscar
aprendedores, sino hace de los apóstoles “maestros capacitados”, no para enseñar la ley o
la torah, sino que fueron capacitados oralmente, escuchando al Maestro y ante esta
responsabilidad de haber odio las mismas palabras de Jesús los hace fieles divulgadores de
sus enseñanzas (del Sermón del monte, por ejemplo). El mismo Jesús al enviar a un
discípulo, lo hace capacitado y con todas sus herramientas, pues Él es el buen Amo que
manda a trabajar a sus obreros a su viña. ¿Podremos recordar todas las palabras enseñadas
por Jesús al predicar? Si, el prometió que aun en los momentos en donde habría peligro, El
Espíritu Santo hablaría por nosotros. (Mc. 13:11)

Ambas ordenes hacen de los enviados con el evangelio a formar parte de un cuerpo de enseñadores
y buscadores de almas, pues cada persona no es un cuerpo, sino es un alma en un cuerpo. Esta alma
ha de aprender las enseñanzas de Cristo Jesús y ambos, enseñador y aprendedor replicaran el
mensaje de salvación. No se convertirán en una escuela de escritores, sino una universidad de
maestros, siendo el magisterio oral su vocación, y con el tiempo convirtiéndose en la doctrina de los
apóstoles, cuya doctrina descansa en la piedra fundamental que es Cristo.

3. EL BAUTISMO (mí. 28:19 b) La gran comisión no estaría completa si tan solo se predicase el
evangelio, sino que requiere de un compromiso y el establecimiento de un ayudador para
los nuevos discípulos (Pues por si solo el hombre no puede afrontar la lucha espiritual contra
él, el diablo y el mundo).

La doctrina de los apóstoles enseña que hay dos bautismos, y que es una “doctrina fundamental”
(Heb 6:2).

a. Bautismo en agua. - También conocido como bautismo de Juan, era señal del creyente ante
el mundo que decidía seguir el camino de la cruz. No se sabe si Juan recibió la revelación del
nombre trinitario de Dios, pero los apóstoles si bautizaban en el nombre de El Padre, y de
El Hijo, y de El Espíritu Santo, con el artículo “El” como el original griego, para designar que
eran individuales y a la vez derivaban de un solo “nombre”.
b. Bautismo en El Espíritu Santo. - Después del bautismo de arrepentimiento, los creyentes
recibían el bautismo del El Espíritu Santo, mas Pablo al descender a Éfeso, encontró a
creyentes que solo habían recibido el bautismo en agua, entonces Pablo impuso sus manos
sobre ellos y recibieron el bautismo en El Espíritu Santo. También lo llaman el bautismo en
el nombre del Señor. (Hch 19:1-6). No hay duda que no solo en Pentecostés se recibió este
don, sino que aun años posteriores Pablo seguía impartiendo este bautismo entre los
gentiles, hablando estos en leguas y profetizando. No podemos decir que algunos dones
espirituales no están vigentes en la actualidad, sino que no están operativos o no los
evidenciamos o no sabemos discernirlos exteriormente.
c. El bautismo de los muertos. - …

4. LA BENDITA PROMESA. - (Mt. 28:20) Esta fiel promesa tiene dos aspectos a considerar, una
es la promesa de fidelidad terrenal y la otra de fidelidad celestial. Ambas forman parte de
la salvación integral que Jesús, por su obra en la cruz conquisto para nosotros, sus
hermanos.
a. Fidelidad terrenal. - (Mc. 16:16-18) Nos promete que estará “Estaré con ustedes todos
los días…”, en esta vida terrenal, en nuestra misión, cumpliendo nuestro propósito.
Además, nos promete andar en esta misión acompañado de estas señales:
- Echaran fuera demonios
- Hablaran nuevas lenguas
- Tomaran en sus manos serpientes
- Si beben cosas mortíferas (fueran envenenados) no sufrirán daño
- Pondrán sus manos sobre los enfermos y estos sanarán.
b. Fidelidad celestial. - Antes de partir, Jesús resucitado, dejo una promesa de corto plazo
a sus discípulos, habrían de recibir a El Espíritu Santo, que no se movieran de Jerusalén,
pues, así como su Padre lo envió al mundo, así también Él los enviaba al mundo a
compartir su mensaje, mensaje que habría de estar acompañado del poder de El Espíritu
Santo. No los dejo desamparados, ni con esperanzas vacías, sino que les dejo la promesa
que “hasta el fin de los tiempos” estaría con ellos.

CONCLUSIÓN. -

No solo somos enviados, sino también llamados a proclamar este evangelio eterno, “¿A quién
enviare...?, ¿Quién ira por nosotros,”, (Is. 6:8) dijo una vez nuestro Dios, ante la necesidad de un
mensaje salvador, que cambia, transforma y restaura vidas, ¿Qué dejare?, nos preguntamos
nosotros ante este llamado divino. Somos la mano visible de Dios, somos la luz en medio de tinieblas,
sal que da sabor a este mundo insípido, faro en las tormentas y sabemos que, a partir de este
momento, seremos pescadores de hombres, de almas, de vidas.

Hace 2723 años aproximadamente, vivió en Israel un hombre que, siendo inmundo de labios y de
dura cerviz, fue santificado por su creador a fin de llevar un mensaje a su pueblo, este hombre que
tiempo después fue asesinado, cortado por la mitad con sierras metálicas, dando su vida a fin de
cumplir su propósito en este mundo, sabiendo que las promesas del que lo envió eran firmes, no
viendo a su alrededor, sino puesta la mirada en la patria celestial, la nueva Jerusalén que desciende
del cielo. El profeta aserrado, Isaías respondió, “Heme aquí, envíame a mí”, ¿Qué excusa pondrás
hoy ante esta gran comisión?

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