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Descartes
Descartes
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después de una semana de sufrimientos. Sus restos fueron trasladados a Francia en
1667, siendo sepultados en la iglesia de Saint-Germain des Prés, en París.
Descartes crítica tanto la aritmética como la geometría al haber sido elaboradas son
procedimientos no subordinados a una dirección metodológica clara. Así, señala que
hacen referencia a materias muy abstractas y de ninguna utilidad. De ahí surge su
propósito de crear una “matemática universal” que pueda servir de modelo a todos los
saberes. Para ello, cree que es necesario demostrar que las diferencias entre
aritmética y geometría no son relevantes. De este modo, convertirá los problemas
geométricos en algebraicos a través de la geometría analítica, aplicando el álgebra a la
geometría y estudiando determinadas figuras por medio de ecuaciones. De hecho, este
era el objetivo que él se había fijado y que plasmó en el Discurso del Método: inspirar
el método del nuevo saber en la claridad y el rigor de los procedimientos geométricos.
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2.3.- El problema general del fundamento del saber:
Descartes se muestra convencido de que las nuevas conquistas científicas darán como
resultado el derrumbamiento de la filosofía y de la metafísica tradicionales, dando
como resultado un nuevo método como fundamento de un saber nuevo. La filosofía
tradicional, demasiado ajena los nuevos descubrimientos, no puede evitar el conflicto.
Por ello, es necesario diseñar una nueva filosofía que justifique la confianza en la
razón. La única instancia que puede dominar el escepticismo disgregador es una razón
metafísica fundamentada y un método universal. Se trata, pues, del fundamento
mismo del saber. Éste depende de la amplitud y de la solidez del edificio que hay que
construir, contraponiéndolo al edificio aristotélico, causa de la ruina que amenaza todo
el saber. Así, es urgente poner en claro el fundamento que permita un nuevo tipo de
conocimiento de la totalidad de lo real, fundado en principios que contribuyan a la
edificación de una nueva casa.
Descartes quiere ofrecer reglas fáciles y ciertas que impidan tomar lo falso por
verdadero y que conduzcan al conocimiento verdadero. Mientras que en las Reglas
para la dirección del espíritu enumera veintiuna reglas, en el Discurso del Método,
reducirá éstas a cuatro. Descartes justifica tal simplicidad afirmando que del mismo
modo que una nación se regulará mejor cuanto menos reglas hayan de observar sus
habitantes siempre que se observen con rigor, del mismo modo bastarán para la
ciencia cuatro reglas, si se respetan con firmeza y de manera constante.
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evidencia: por tanto, evitar con cuidado la precipitación y la prevención; y no abarcar
en mis juicios nada más que lo que se presentase ante mi inteligencia de una manera
tan clara y distinta que excluyera cualquier posibilidad de duda”. Se trata del principio
fundacional de la nueva filosofía, donde todo debe converger hacia la claridad y la
distinción. El acto intelectual mediante el cual se logra esta evidencia es el acto
intuitivo o la intuición. Se trata de una cto que autofundamenta y se autojustifica, al
servirle únicamente como garantía la transparencia recíproca entre razón y contenido
del acto intuitivo. Es la idea presente ante la mente y de la mente abierta a la idea sin
mediación alguna.
La segunda regla consiste en “dividir todo problema que se someta a estudio en tantas
partes menores como sea posible y necesario para resolverlo mejor”. Si la evidencia es
necesaria para la certeza y la intuición en necesaria para la evidencia, la simplicidad
que se logra de la descomposición de lo complejo en partes elementales será necesaria
para la intuición. Este es el camino que permite huir de generalizaciones presuntuosas.
“La tercera regla es la de conducir en orden mis pensamientos, comenzando por los
objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco, como a
través de escalones, hasta el conocimiento de los más complejos.” Es preciso
recomponer los elementos en que la realidad compleja ha sido dividida por medio de
una síntesis que debe partir de elementos absolutos y proceder hacia los elementos
relativos dando lugar a una cadena de argumentos que iluminen los nexos del
conjunto. Si la evidencia en necesaria para tener una intuición, para la deducción es
necesario un proceso desde lo simple hasta lo complejo.
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3.5.- La cuarta regla del método:
Estas reglas simples constituyen el modelo del saber, porque la claridad y la distinción
evitan los posibles equívocos o las generalizaciones apresuradas. Asumir un modelo de
esta clase significa el rechazo de todas aquellas nociones aproximativas, imperfectas o
fantásticas que se escapen de la operación simplificadora. Lo simple de Descartes no
es lo universal de la filosofía tradicional, al igual que la intuición no es la abstracción.
Simplicidad e intuición sustituyen con Descartes a la universidad y a la abstracción de
los escolásticos.
4.1.- La duda como paso obligado, aunque provisional, para llegar a la verdad:
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a) Gran parte del saber tradicional se fundamenta sobre la experiencia sensible.
¿Cómo es posible considerar como cierto e indudable un saber que se origina
en los sentidos, al revelarse estos a menudo como engañadores?
b) Si gran parte del saber tradicional se fundamenta en los sentidos, una parte
relevante de dicho saber se fundamenta en la razón y en su poder discursivo, el
cual tampoco está exento de oscuridad e incertidumbre.
c) Finalmente, el saber matemático parece indudable, porque es válido tanto en
el estado de vigilia como en el estado de sueño. No obstante, ¿quién me
impediría pensar que existe un “genio maligno” que me lleva a considerar
como evidentes cosas que no lo son?
La conclusión de ello es que no existe en el saber ningún sector válido: nada resiste a la
fuerza corrosiva de la duda. Tal duda cartesiana es una duda metódica, en tanto que
constituye un paso obligado, pero también es provisional.
Después de haberlo puesto todo en duda, surge la primera verdad indudable, clara y
distinta: “era por fuerza necesario que yo, que así pensaba, fuese algo. Y al observar
que esta verdad “pienso, luego soy” era tan firme y tan sólida, juzgué que podía
aceptarla como el primer principio de la filosofía que yo buscaba.” Esta verdad es tan
sólida que aún suponiendo que exista un genio maligno que me engaña, es preciso
forma que nos permite ser inmediatamente conscientes de ello; así, todas las
pensamientos.
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4.3. La proposición “pienso, luego soy” no es un razonamiento deductivo, sino
una intuición.
La transparencia del yo ante sí mismo elimina cualquier duda e indica por qué la
claridad es la regla básica del conocimiento y por qué la intuición constituye su acto
que pensante. Así, nuestra existencia es una res cogitans, una realidad pensante; el
aplicación de las reglas del método ha llevado así al descubrimiento de una verdad
conocimiento.
cognoscitiva tendrá que buscar la claridad y la distinción, que son los rasgos típicos
de aquella primera verdad. Sólo se podrá admitir otra verdad en el caso de que
muestre los rasgos de la claridad y la distinción. Por ello, la filosofía deja de ser la
ciencia del ser para convertirse en la ciencia del conocimiento. Este es el giro que
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4.5. El centro del nuevo saber es el sujeto humano.
Por tanto, el banco de pruebas del nuevo saber filosófico y científico es el sujeto
adquirida, sirve de fundamento a las reglas del método. Todas las demás verdades
denomina buen sentido o razón, y es igual en todos los hombres. La unidad de las
método.
Si la razón es una res cogitans, entonces el saber tendrá que fundarse sobre ella;
habrá que imitar su claridad y su distinción, que son los únicos postulados
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5. La existencia y la función de Dios.
5.1.- El problema de la relación entre nuestras ideas, que son formas mentales, y
la realidad objetiva:
aplicación de las reglas del método es la conciencia de sí mismo como ser pensante.
Visto esto, hemos de preguntarnos si las reglas del método son de verdad aptas para
conocer el mundo; si realmente nos abren al mundo; si están mis facultades mentales
El “yo” como ser pensante se revela como lugar de una multiplicidad de ideas. Es
decir, mi existencia es la existencia de un “yo” que tiene posee ideas. Estas ideas,
¿son verídicas?
1) Ideas innatas, las que encuentro en mí, nacidas junto con mi conciencia.
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adventicias. Tales ideas, ¿son realmente objetivas? ¿Qué me garantiza su
cosa pensante, ¿quién me garantiza que mi actividad pensante sigue siendo válida
y de la función de Dios.
Entre las muchas ideas que posee la conciencia, Descartes destaca la idea innata de
y al mismo tiempo objetiva. Con respecto a esta idea, Descartes afirma: “es algo
manifiesto a la luz natural que debe haber por lo menos tanta realidad en la causa
eficiente y toral, como la hay en su efecto”. Tal idea, que está en mí, pero no procede
de mí, sólo puede tener como causa adecuada a un ser infinito, es decir, a Dios.
Si la idea de un ser infinito que está en mí, también procediese de mí, ¿no me habría
la idea de un ser perfecto, me habría concedido todas las perfecciones que encuentro
en la idea de Dios.
es posible tener la idea (esencia) de Dios sin admitir al mismo tiempo su existencia.
“Del solo hecho de que no puedo concebir a Dios sin existencia se sigue que la
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5.4.- Dios como garantía de la función veritativa de nuestras facultades
cognoscitivas:
La idea de Dios es “como la marca del artesano que se coloca en su obra”. Al analizar
la conciencia, Descartes tropieza con una idea que está en nosotros pero no procede
de nosotros y que nos penetra profundamente, como el sello del artífice a la obra de
sus manos.
hallan en condiciones de realizar tal empresa. Sólo para el ateo la duda no ha sido
reconocer que sus facultades han sido creadas por Dios, suma bondad y verdad.
esqueleto de nuestro saber. Dichas ideas son calificadas por Descartes como
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5.6.- El error no depende de Dios, sino del hombre:
Si bien es cierto que Dios es veraz y no engaña, también es cierto que el hombre
Las facultades del hombre funcionan bien, pero éste no siempre hace buen uso de
ellas. El error tiene lugar en el juicio, pues en el juicio intervienen tanto el intelecto
como la voluntad. El intelecto, que elabora las ideas claras y distintas, no se equivoca.
Descartes llega hasta la existencia del mundo corpóreo profundizando en las ideas
inclino a pensar que se encuentra íntimamente ligada al cuerpo o que depende de él”.
Si este poder de adhesión al mundo material nos engañase, habría que concluir que
Dios, que nos ha creado, no es veraz. Por tanto, si las facultades imaginativas y
sensibles atestiguan la existencia del mundo corpóreo, no hay razón alguna para
poderlo en discusión.
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No obstante, ello no debe inducirnos a “admitir temerariamente todas las cosas que
los sentidos parecen enseñarme”. Es preciso llevar a cabo una selección, aplicando el
método de las ideas claras y distintas, y admitiendo como reales únicamente aquellas
propiedades que logro concebir de un modo claro y distinto. Como únicamente logro
concebir como clara y distinta la extensión, he de concluir que, del mundo extenso,
extensión, porque sólo éste puede concebirse de un modo claro y con total distinción
de las demás propiedades. Todas las demás propiedades, como el color, el sabor, el
sonido, etc., son consideradas por Descartes como “secundarias” al no ser posible
tener de ellas una idea clara y distinta. La inclinación a considerarlas algo objetivo es
fruto de las experiencias infantiles. El sostén de los sentidos puede ser una fuente de
claras y distintas.
mundo:
En la teoría de Descartes, los elementos esenciales que sirven para explicar el mundo
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rechazar el vacío. El vacío de los atomistas en inconcebible. El único principio que
Las leyes fundamentales que rigen el mundo son el principio de conservación, según
materia sólo puede darse un cambio de dirección a través del impulso producido por
A estos dos principios se agrega una nuevo, según el cual cada cosa tiende a
Tanto el cuerpo humano como los organismos animales son máquinas y funcionan de
especie de entidad material, a elementos muy sutiles y muy puros, que llevados
desde el corazón hasta el cerebro por medio de la sangre se difunden por todo el
Descartes niega a los organismos todo principio vital autónomo, tanto vegetativo
como sensitivo.
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7.- Alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa).
Lo que diferencia al hombre del resto de los seres vivos es que en él se encuentran a
la vez dos sustancias radicalmente distintas entre sí, la res cogitans y la res extensa.
La heterogeneidad de la res cogitans con respecto a la res extensa significa antes que
nada que el alma no hay que concebirla en relación con la vida. El alma es
como se puede deducir del hecho de que nuestros actos voluntarios mueven el
Descartes explica la relación del alma con el cuerpo en el Tratado del hombre. Explica
el calor de la sangre a través de una especie de fuego sin luz que, penetrando en las
corazón, la sangre va a los pulmones, que son refrescados por el aire que introduce la
respiración. Los vapores de la sangre de la cavidad derecha del corazón llegan hasta
la sustancia cerebral, produciendo “una especie de viento muy tenue, o más bien una
llama muy viva”, a la que denomina “espíritus animales”. Las arterias se ramifican en
muchos tejidos que luego se reúnen en torno a una pequeña glándula, llamada pineal,
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El tema del dualismo cartesiano y del posible contacto entre res cogitans y res
l’ame, desde un punto de vista ético. El objetivo moral de este estudio consiste en
demostrar que el alma puede vencer las emociones. Para ello, son importantes dos
sentimientos, la tristeza y la alegría: aquélla nos muestra las cosas de las que hay que
huir, mientras que la segunda nos indica las cosas que se deben cultivar.
A pesar de todo, el hombre no debe guiarse por las emociones y por los sentimientos.
Descartes propuso algunas normas que propuso como moral provisional: “la primera
regla era obedecer las leyes y las costumbres de mi país, observando de modo
constante la religión (…) y ajustándome en todas las demás cosas a las opiniones
“La segunda máxima era perseverar en mis acciones con la mayor firmeza y
resolución que pudiese, y seguir las opiniones más dudosas, una vez que me hubiese
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tratase de opiniones segurísimas”. Esta regla invita a eliminar las dilaciones y a
“Esforzarse siempre por vencerme más a mí mismo que a la suerte, y por cambiar mis
virtud con la razón, Descartes se propone “llevar a cabo todo lo que la razón le
y las pasiones.
a fuerzas exteriores.
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Ajustarse a la verdad no es en el fondo otra cosa que ajustarse a uno mismo, con la
identifica con la voluntad del bien, y ésta, a su vez, con la voluntad de pensar lo
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