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LA POSTMODERNIDAD

1. ¿Qué es la postmodernidad?

Para entender la postmodernidad es indispensable aclarar el sentido del prefijo “post”.


Lo “post” de los postmodernos no implica de manera alguna y bajo ninguna
circunstancia una superación o una negociación. Lo característico de lo postmoderno es
que no intenta superar el pasado apuntando siempre hacia lo nuevo –caso concreto de
lo moderno-, si no sobreponerse del mismo. Desde luego no como un “colocarse por
encima de”, sino en el más habitual “sobrellevar una pena”, sobreponerse o
convalecerse de una enfermedad. (Vattimo, 1990)

Hoy por hoy, está de moda aludirá la postmodernidad, pero sin duda se trata de un
concepto en situación crítica, esto es, que quiere decir muchas cosas y a la vez no dice
nada. No se encuentra ubicado únicamente en la filosofía sino en todos los saberes y
quehaceres, en la sociología, la psicología, la arquitectura, etc. ¿Cómo entender la
postmodernidad?

Para algunos este concepto emerge en la esfera de la arquitectura, como una contra
respuesta al funcionalismo. Al respecto, “Ch, Jenks irónicamente dijo que la
postmodernidad nació el 15 de julio de 1972 a las tres con veintitrés minutos de la tarde
cuando en San Luis Missouri unos obreros dinamitaron varias casas que habían sido
construidas en 1950 de acuerdo a los cánones modernos. Así murió la arquitectura
moderna” (Sanabria, 1994). Por otra parte: “M. Köhler dice que Federico de Onis en su
“Antología de la poesía española e hispanoamericana” -1934- fue el primero en utilizar
la palabra postmodernismo. Con ese término el Onís se refería a un movimiento poético
opuesto al modernismo literario y a sus desmesuras. Por su parte, el conocido A.B.
Toynbee en A. Study of History (1947) designa como postmoderno el paso de una
política nacional o estatal a una política mundial: es una nueva fase de la historia -1857-
posterior a la edad moderna” (Sanabria, 1994)- Bajo esta interpretación se puede
señalar que debido a la primer guerra mundial se provocó una crisis cultural amplia
generando a su vez la crisis de la modernidad y con ella la formación de la
postmodernidad.
Lo postmoderno se entiende pues, como lo que ocurre al fin de la historia, al fin de la
política, al fin de los relatos metafísicos. Sin olvidar, y esto hace a uno de los núcleos de
la discusión, que tanto la historia, como el sujeto fueron el centro de la crítica a la
conformación logocéntrica del sistema que realizaron Marx y Nietzsche; critica que
apuntaba a una trascendencia del sujeto y no a suprimirlo mediante el crecimiento de la
alineación.

2. Postulados fundamentales.

a) Para Vattimo el pensamiento postmoderno habría de ser:

 Un pensamiento de la fruición que se le de a la tarea de revivir simbologías y


expresiones estéticas clásicas con el fin de enriquecer nuestro ejercicio ético;
 Un pensamiento de la contaminación que se aventure a interpretar no solo el
saber de la tradición humanista, sino también a atender los fenómenos
científicos-tecnológicos, artísticos y, por supuesto, asumir el desafío
hermenéutico ante los medios.
 Un pensamiento del Gel-stell (logos técnico) que junto con el pensamiento de la
contaminación interprete la técnica a la luz de la experiencia estética. (Vattimo,
1994).

b) Para Jürgen Hebermas:

“La postmodernidad se presenta claramente como antimodernidad. Esta afirmación


describe una una corriente emocional de nuestro tiempo que ha penetrado en todas las
esferas de la vida intelectual, colocando en el orden del días teorías de postilustración,
postmodernidad e incluso posthistoria.” (Hebermas, 1986). Esta tendencia emocional
intenta criticar y romper con la modernidad, pero quizá no deja de estar circunscrita en
ella pero bajo una dialéctica negativa. Para otros se trata de una continuación de la
propia modernidad, pudiera ser en cierto sentido un nuevo periodo de la cultura
occidental pero ciertamente desde una triada que va de la desesperanza al hedonismo
y un creciente individualismo, todo ello aunado a un proceso de hibridez insípida
sustentado por el todo vale por igual.

c) Lejos de esta posición se encuentra Gilles Lipovetsky que al respecto nos dice:

“lejos de estar en una discontinuidad con el modernismo, la era postmoderna se define


por la prolongación y la generación de una de sus tendencias constitutivas, el proceso
de personalización”. (Lipovetsky, 1986) Para caracterizar con más precisión la ética del
postdeber en la sociedad postmoderna: “por primera vez, ésta es una sociedad que,
lejos de exaltar los órdenes superiores los eufemiza y los descredibiliza, una sociedad
que desvaloraliza el ideal de abnegación estimulando sistemáticamente los deseos
inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista” (Lipovetsky, 1986)

d) Perdida de la vigencia de las ideologías, de los metarrelatos y de todo interés por


lo teórico, por lo ajeno a la utilidad inmediata.

e) La realidad para el postmoderno ha dejado de ser un valor de uso, cuyo


descubrimiento, contemplación y manejo enriquece la vida de los hombres, para
convertirse en mero valor de cambio, similar al dinero, en algo que vale en la
medida que pueda ser cambiado por otra cosa. Los términos de valor de uso y
valor de cambio son empleados por los postmodernos casi en el mismo sentido
de Marx. Al respecto, Lyotard, uno de los estudiosos de la posmodernidad dice:
“El antiguo principio de que la adquisición del saber es indisociable de la
formación del espíritu, e incluso de la persona, cae y caerá todavía más en
desuso… deja de ser en sí mismo su propio fín, pierde su ‘valor de uso’”.

f) En la ética, preocupa sólo la casuística, resolver en acuerdo al buen sentido o a


la opinión mayoritaria cualquier situación concreta, dejando de lado el análisis de
principios o teorías. Se aceptan todas las posiciones sin necesidad de
justificarlas con rigor racional, y no por respeto al pluralismo, sino porque en
cierto modo pareciera que todo da igual y es cuestión de mero agrado o de
liberalidad decidirse por esto o lo otro. En otras palabras, no se trata de un
pluralismo en que cada conducta ética busca justificarse en principios, sino de un
relativismo cambiante y sin coherencia en la conducta adoptada para las
diferentes situaciones; sólo importa lo que es más cómodo en cada una de ellas.
Se podría hablar de “éticas de bolsillo”, destinadas a resolver sólo el caso
individual.

g) Búsqueda primaria de lo hedónico, sin sacrificarse en ahondar las situaciones a


la vista y sin considerar las consecuencias remotas de lo que se hace. Entrega
abierta por lo mismo al consumismo en cuanto entretenida fuente de placer sin
problemas. En este aspecto, el vivir al crédito sustituye la anterior mentalidad
moderna de privilegiar el ahorro.

h) Percepción de la realidad en superficie, donde el límite de todo aparece


difuminado, sin que preocupe demasiado la precisión de áreas de conocimiento,
de profundización o de acción. No interesan ya concepciones globales sobre qué
es el hombre o el mundo, del tipo de las de Leibniz, Kant, Hegel o Freud.

i) Poco respeto por la vida en sí, la cual ya no se mira como sagrada, sino más
bien bajo el aspecto de proporcionar agrados y placeres. La vida humana vale
sólo si tiene calidad de ser gozada, pero de ningún modo vale
incondicionalmente; de aquí el postulado ético de la calidad de vida defendido
por la postmodernidad, que sustituye a la sacralidad de la vida, propio de la
modernidad y de épocas anteriores. Un investigador de éste momento como
Singer, ha dicho, por ejemplo, que la vida de un cerdo sano es mucho más
respetable que de un niño con enfermedad de Down.
j) La meta de la existencia no es su realización heroica, buena o feliz, sino, como lo
afirma el filosofo norteamericano Rorty, su trivialización, su no crear problemas,
el dejar transcurrir el tiempo sin mayores preocupaciones.

k) La clásica diferencia sujeto-objeto, típica de la modernidad, se esfuma: no hay ya


un sujeto, el investigador, que como observador imparcial estudia su objeto, sino
que, sobre todo en las tecnociencias, lo que correspondiera antiguamente al
objeto se vuelve activamente sobre el sujeto, lo modifica y lo cambia. En las
técnicas modernas de máquinas –ferrocarril, aviación- el hombre adquiere
dominio sobre la naturaleza y la usa a su gusto; en cambio, en las técnicas
postmodernas, con la aparición de la informática, de la televisión, etc., el
supuesto objeto creado se vuelve sobre el sujeto creador y lo influye por dentro,
recreándolo en cierto modo. Los progresos de la informática, de la televisión,
cambian las conductas, los modos de pensar, los proyectos, sin que en un cierto
instante se pueda decir, frene a una manera de ver la realidad, cuánto pertenece
al hombre y cuánto a las tecnologías, y ello hasta en el modo de concebir el
mundo y al hombre mismo; piénsese, por ejemplo, en el influjo de la cibernética
en el modo de concebir el sistema nervioso y al revés, en la acción de este
mismo sistema nervioso en el modo de concebir la cibernética. En el fondo
resulta dificilísimo distinguir en un momento dado quien es sujeto y quien es
objeto. De ahí que, de acuerdo con Lyotard, pudiéramos decir que el sujeto se ha
hecho inmanente al objeto, siendo difícil distinguir uno y otro, pues de repente es
el sujeto el que cabalga al objeto y lo dirige, y de repente es el objeto el que
cabalga al sujeto y lo maneja.

l) Con la progresiva desaparición del binomio sujeto-objeto, típico de la


modernidad, que partía de la base de que el objeto de investigación era una
realidad con su propia identidad maciza, dicha realidad empieza a volatilizarse, a
perder sus contornos, a no distinguirse claramente incluso de las realidades
creadas por la imaginación que son las propias del arte y de la poesía. Antes el
arte y la poesía de vanguardia pretendían, por ejemplo, distorsionar al máximo
los objetos de la realidad cotidiana, para tener el privilegio de crear, al lado de las
cosas del mundo estudiadas por la ciencia o utilizadas en la vida diaria, otra
realidad obra de la pura fantasía y que sin embargo fuera tan recia como la
primera para mostrar así su poderío. Ahora, en cambio, una serie de factores,
entre otros la física cuántica, la sociedad industrial avanzada, la informática, ha
llevado a debilitar la antigua macicez de objetivo y a disminuir al extremo la
distancia entre dicha realidad y la realidad fantaseada, y así a la fantasía le ha
sido más fácil impregnarlo todo, constituyéndose ello en una de las
caracterizaciones de la postmodernidad; se asiste así a una especie de
estetización de la vida.

m) Los postmodernos no “están” porque sus diferencias no se muestran ante el ojo


estadístico de la modernidad, porque se disfrazan constantemente de la manera
más variada a su interior. No sobresalen por estar en contra, solo son vistos
cuando producen algo diferente para volver a desaparecer. La postmodernidad
reconoce el aquí y ahora como multiple e infinita posibilidad de existir, es
inmanente porque privilegia la interioridad, pero sin dejar de ser trascendente.

n) El postmoderno no vive para el reconocimiento de los demás, sabe cuál es el


valor para sí mismo de lo que haga y eso le basta. Sin embargo la
postmodernidad sigue siendo occidental, pues de algunas maneras sigue
buscando la trascendencia. La postmodernidad en cambio, acepta la
trascendencia pero sin otorgarle el fin último. La postmodernidad es una postura
ética, donde toda proposición encuentra su corroboración en los hechos, no solo
analiza ideas, sino que, hace énfasis en la responsabilidad y las consecuencias
éticas de las ideas.
3. Teóricos de la postmodernidad

a) Gianni Vattimo
a. (n. Turín, 4 de enero de 1936) es un importante filósofo italiano, uno de
los principales autores del postmodernismo y considerado el filósofo del
pensamiento débil. Seguidor de la corriente hermenéutica en filosofía, y
discípulo de Hans-Georg Gadamer. También se ha desempeñado en
política.
b) Federico de Onís
a. Doctor en letras por la Universidad en Barcelona, escribió la “Antología de
la poesía española e hispanoamericana”, libro acompañado de
documentadas y penetrantes introducciones y bibliografías y donde define
por primera vez lo que es la estética literaria del postmodernismo.
c) Jürgen Hebermas
a. Quien más directamente ha entrado en el debate sobre la
postmodernidad, considerando que la modernidad es una obra inacabada
d) Gilles Lipovetsky
a. Dice Lipovetsky que en esta cultura posmoderna se ve cierta apatía
ideológica provocada por la sobresaturación informativa, y por esto una
dispersión de la conciencia.
e) Jean Francois Lyotard
a. Es reconocido por su introducción al estudio de la postmodernidad a
finales de 1970.
Bibliografía

Casullo, N. (2004). El debate, Modernidad y Posmodernidad: edición ampliada y actualizada. Buenos


Aires: Retórica.

Hebermas, J. e. (1968). La Posmodernidad. Barcelona: Kairos.

J. Hebermas, e. a. (2008). La posmodernidad. Barcelona: Kairós.

José Gastón Garcia Flores, O. d. (2008). La problematica del horizonte de sentido entre la Modernidad y
la Posmodernidad. Temas de ciencia y tecnología, 57-70.

Kant, E. (1988). Crítica de la Razón Pura. México: Porrúa .

Lipovetsky, G. (1986). El crepúsculo del deber. Barcelona: Anagrama.

Lopovetsky, G. (1986). La era del vacio. Barcelona: Anagrama.

Lyotard, J. F. (1991). La condición posmoderna. Argentina: Cátedra.

Párraga, J. M. (2014). JOHN BARTH COMO PARADIGMA DE LOS PROBLEMAS QUE PLANTEA LA
TRADUCCIÓN DE LA NOVELISTICA POSMODERNA ESTADOUNIDENSE. ENTRECULTURAS, 115-125.

Quintero, R. C. (s.f.). ¿Qué es la posmodernidad? Tempo, 67-73.

Roa, A. (1995). Modernidad y Posmodernidad. Santiago, Chile: Andrés Bello.

Sarlo, B. (2003). Una modernidad periferica. Buenos Aires: Nueva Visión.

Vattimo, G. (1987). El fin de la modernidad: Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna.


Barcelona: Gedisa.

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