Había una vez, en tiempos antiguos, en las tierras altas del
Tahuantinsuyo, existía un imperio, de gran esplendor y prosperidad(1). En aquel lugar, los dioses eran testigos que se libraron grandes batallas, algunas con enemigos formidables, otras no tanto. En alguna parte del Tahuantinsuyo existía un líder justo y amado por su pueblo, quien recibió el nombre de Inkarri, bajo su sabia guía, el imperio prosperaba con salud y abundancia. Las sequías eran solo leyendas del pasado, y las enfermedades no osaban tocar a la gente. En las tierras lejanas del occidente, se esparció el rumor “que existía un lugar con abundante oro y plata” despertando así el interés de Esparri, un ser oscuro y ambicioso, con ansias de poder y conquista. No pasó mucho hasta aquel día que Esparri invadió el pacífico imperio de Inkarri, sembrando el miedo en el corazón de la gente. Ante esta amenaza, Inkarri decidió enfrentar la oscuridad con generosidad. Ofreció a Esparri una ofrenda de oro y varias riquezas, pero la ambición de Esparri no tenía límites, él lo quería todo y no aceptaría nada menos. La lucha entre ambos líderes culminó en un conflicto devastador. Esparri se llevó la victoria, pero como premio por una gran batalla, lo mandó a decapitar y enterró su cabeza junto a su casco en el Cuzco, y sus pertenencias las mandó a esparcir por los rincones del Tahuantinsuyo(2) cada pieza está custodiada por criaturas que solo obedecen a Esparri, causando un sufrimiento inimaginable para el imperio que había perdido a su protector. Los grandes sabios de aquel entonces dijeron “reunir las pertenencias de nuestro protector y juntarlas, mostrarlas al sol, que Inkarri aún vive, él nos salvará”.
(1)Todo el imperio del Tahuantinsuyo
(2)Cabeza + Casco, escudo, túnica, cetro, sandalias (Cuzco – Tahuantinsuyo) (3) Sayariq: el que se pone de pie / Suyay: esperanza. Inkarri: El Despertar del Imperio Eterno Desde que era un niño/a, pasaba horas sentado/a a los pies de mi abuela, escuchando historias de antaño. La abuela, sabia y llena de experiencia, compartía cuentos sobre los dioses y héroes que habían habitado las tierras antiguas. A través de estas historias, comencé a sentir una conexión especial con el pasado de mi pueblo, pero más que todo con el Inkarri, su liderazgo y sabiduría eran cosas de todo gran líder debería tener. Los sueños y visiones que tenia desde muy joven se volvieron más intensos con cada año que pasaba. En más de una ocasión soñé con el Inkarri, él me transmitía mensajes de esperanza y resistencia. Al contarle esto a mi abuela, ella sonreía con cariño porque reconocía la antigua conexión que tenía guardada en mi corazón. Tengo dos amigos cercanos, Sayariq y Suyay(3), con quienes había explorado las montañas y ríos desde que éramos pequeños. Sayariq, valiente y decido, compartíamos los mismos ideales de enfrentar cualquier desafío. Suyay, por otro lado, irradiaba calidez y siempre encontraba la manera de iluminar incluso en los momentos más oscuros. En una noche de luna llena, cuando mi pueblo gemía bajo el yugo de Esparri, fui llamado a una montaña a las fueras de mi pueblo por una voz que se escuchaba a lo lejos, la voz se me hacia familiar por eso la seguí. Allí, en un lugar donde el cielo y la tierra se abrazaban, me tope con una figura luminosa, no sabía que era o quien era, pero al verla sentí una conexión profunda, como si estuviera reuniéndome con un viejo amigo. La figura luminosa me dijo lo que alguna vez los antiguos sabios le dijeron a mi pueblo pero nadie les hizo caso, “reunir las pertenencias de nuestro protector y juntarlas, mostrarlas al sol, que Inkarri aún vive, él nos salvará”. Luego de eso, simplemente se esfumo sin dejar rastro alguno. Me dirigí a casa a contarle a la abuela lo sucedido, mi voz nerviosa y algo alterada la confundieron, pensó que me había pasado algo malo pero no era el caso. Le conté todo lo que había pasado, ella asombrada y entre lágrimas, me dijo que yo era el único que podía salvar a mi pueblo.
(1)Todo el imperio del Tahuantinsuyo
(2)Cabeza + Casco, escudo, túnica, cetro, sandalias (Cuzco – Tahuantinsuyo) (3) Sayariq: el que se pone de pie / Suyay: esperanza.