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MAYO

3ero
Vivencia de los valores de Jesús
En esta ocasión los invito a reflexionar y hacer vida el valor de la caridad que, en otras
palabras, podemos considerarla como sinónimo del amor.
En la Biblia, en el Antiguo Testamento, se nos habla de cómo Dios se ha preocupado por su
pueblo. Sólo los profetas se han atrevido a hablar del amor de Dios. Este amor de Dios es
semejante al de una madre por sus hijos, al del novio por su amada, al de un padre por su
hijo.
A pesar de la infidelidad del pueblo hacia Dios, Él se ha mantenido fiel. Es por eso que Dios
le pide a su pueblo una respuesta semejante.
En el Nuevo Testamento, Dios manifiesta la plenitud de su amor en Jesucristo. Toda la vida
de Jesús y sus palabras son la expresión más clara del amor del Padre hacia la humanidad.
Ésta es la experiencia de Jesús con su Padre, un Padre que ama incondicionalmente a sus
hijos, que no hace distinción, que no espera recibir algo a cambio. Su amor y su
misericordia no tienen límites.
Es por eso por lo que Jesús resume la ley y los profetas en un sólo mandamiento en dos
dimensiones: El amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo como a uno mismo.
Jesús nos pide amar no sólo a nuestra familia, amigos y seres queridos, sino también nos
pide amar a las personas que no conocemos y nos necesitan, a quienes nos han tratado mal o
han hablado mal de nosotros, a quienes están lejos o cerca, pero necesitan de nuestra ayuda,
comprensión, escucha y oración.
Una de las descripciones más claras del amor al prójimo, la encontramos en la parábola del
buen samaritano (Lc 10, 25-37). En esta parábola, Jesús nos explica con detalle hasta dónde
debe llegar nuestra preocupación por los demás. Nos invita a pensar que, así como Jesús dio
la vida por nosotros, nosotros la hemos de dar por nuestros hermanos.
Otra descripción muy clara del amor que hemos de vivir entre hermanos, hijos de un mismo
Padre, es la que encontramos en I Co 13, 1-13. En este texto, San Pablo nos dice que el
amor es la virtud principal de quien dice amar a Dios. El que ama no tiene celos, es
paciente, es servicial, es comprensivo, no busca su propio interés, olvida las ofensas. El que
ama, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
También Marie Poussepin nos habla de este valor del amor o caridad que debe existir entre
los miembros de una comunidad. Al respecto nos dice: "La caridad mutua que debe
encontrarse entre las personas de comunidad debe estar regulada sobre la que Jesucristo
tiene por los hombres y no fundada en el parentesco o la afinidad, la conformidad de
carácter o algunos beneficios recibidos o por recibir y no debe buscar sus propios
intereses". También nos recuerda que: "La verdadera caridad nos ha de conducir a la
afabilidad, a atenderse mutuamente y a darse en todas muestras de deferencia. las
comprometerá a soportarse mutuamente en sus debilidades e imperfecciones; les inspirará a
que juzguen siempre favorablemente las acciones de los demás o a que excusen la intención
cuando no puedan justificar la acción..."
Con todo esto, es muy claro a lo que el Señor nos invita a vivir en nuestra vida cotidiana y
cómo hemos de expresar el amor a todas aquellas personas que nos rodean.
Vale la pena preguntarnos ¿Cómo vivo este valor de la caridad con mi familia, en el trabajo,
en la escuela? ¿Qué necesito hacer para crecer más en mi amor por los demás? ¿Qué
sentimientos negativos tengo que trabajar para que mi amor sea sincero y desinteresado?
¿Qué relación tiene el valor de la caridad con la paz? ¿A qué me comprometo después de
esta reflexión?
Les deseo que esta reflexión nos ayude a crecer en el amor a Dios y a nuestros hermanos y
hermanas para que verdaderamente la caridad sea el alma de nuestra comunidad educativa.
4to
Continuación
De la misma forma, como subrayamos con anterioridad a lo largo de la existencia de la
humanidad muchas son las guerras y conflictos bélicos de diversa tipología que se han
sustentado en la religión para llevarse a cabo. Entre los mismos destacarían, por ejemplo, la
Guerra Santa Musulmana, la Reconquista en España o las Cruzadas.
Estas últimas en concreto fueron un conjunto de campañas de tipo militar que se
desarrollaron entre el siglo XI y XIII y que tenían como objetivo el que los ejércitos
cristianos consiguieran el absoluto control de la Tierra Santa que se encuentra en Jerusalén.
Entre aquellos destacan, sin ninguna duda, los que hoy se conocen como Templarios.
De acuerdo con su manera de entender y aceptar a la divinidad, existen distintos tipos de
religiones. Las monoteístas son aquellas que se basan en la presencia de un único Dios,
creador de todas las cosas (como el cristianismo, el judaísmo y el islamismo). Las
politeístas, en cambio, sostienen que existen distintos dioses, los cuales pueden situarse en
un cierto orden jerárquico (como el hinduismo o las religiones egipcias y romanas de la
Antigüedad). También puede hablarse de las religiones panteístas que afirman que el
creador y los objetos creados forman una misma entidad (como el taoísmo) y de las
religiones no-teístas que no creen en divinidades de poder ilimitado o universal (como el
budismo).
Otra clasificación de las religiones surge de acuerdo con su revelación. Las religiones
reveladas se basan en la presunta revelación hecha por un ente sobrenatural, que ordena en
qué tienen que creer los fieles, cuáles son las reglas que deben respetar y qué rituales tienen
que llevar a cabo para rendir tributo. Las religiones místicas, por su parte, pueden
entenderse como una filosofía de vida y no como un sistema rígido de preceptos y creencias,
mientras que las religiones naturistas tampoco definen un sistema de creencias, pero
reconocen la existencia de divinidades y de entes espirituales en la naturaleza que se
manifiesta en el mundo físico.
El mundo de las religiones evoluciona hacia el pluralismo religioso
El pluralismo religioso no es algo nuevo. A él nos hemos referido en diversos artículos en
‘Tendencias21 de las Religiones’ en estos últimos años. El teólogo belga Jacques Dupuis
puso las bases teológicas para justificar no solo la oportunidad sino también la necesidad de
un diálogo interreligioso que diera respuesta a las grandes incertidumbres de nuestra época.
Incluso la reciente Carta encíclica del Papa Francisco, ‘Laudato si’, concluye con una
“Oración interreligiosa por nuestra tierra”. Una nueva actitud que reconocer valores
positivos en los que no son como nosotros. Por María Dolores Prieto Santana.
En todo el mundo y en todas las tradiciones culturales y religiosas crece la necesidad de
aceptar el pluralismo para reforzar la identidad propia y afirmar más la presencia religiosa
en una sociedad secular. Síntesis como Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso
(Sal Terrae, 2000) y El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo (Sal
Terrae, 2002) de Jacques Dupuis; o, de Juan José Tamayo, Otra teología es posible.
Interculturalidad, pluralismo religioso y feminismos, (Herder 2012) y El diálogo
interreligioso ante los desafíos de nuestro tiempo, (ADGN, Valencia 2010); y también
Teología del pluralismo religioso (Quito, 2004) de José María Vigil, han llegado al público
de habla hispana.
Como apunta el jesuita teólogo Jacques Dupuis, cuando hablamos de “teología de las
religiones” o del “pluralismo religioso”, no se debe entender el genitivo sólo en sentido
objetivo, como si se tratase de un objeto nuevo sobre el que investigar. Más que un nuevo
tema para la reflexión teológica, la teología de las religiones (como ha sucedido con la
llamada teología de la ciencia) debe ser considerada como un nuevo modo de hacer teología
en un contexto interreligioso. Es reflexión teológica sobre el diálogo y en el diálogo. Es
teología dialógica interreligiosa, como apunta el teólogo Albert Moliner.
El pluralismo religioso no es algo nuevo
Como apunta el teólogo Jacques Dupuis (El cristianismo y las religiones. Del desencuentro
al diálogo , Sal Terrae, 2002), el pluralismo religioso no es algo nuevo. El cristianismo
naciente, desde la época apostólica, tuvo que situar su mensaje en el contexto de las culturas
de su época. Primero, tuvo que reelaborarse conceptual y existencialmente en su relación
con el judaísmo del que había surgido. Posteriormente, el cristianismo tuvo que situarse y
expresarse con relación a las otras culturas y religiones con las que se encontró en el
camino.
Fue necesario un largo proceso de mestizaje, inculturación, búsqueda y defensa de la propia
identidad, construcción de nuevos conceptos, adaptaciones lingüísticas y recomposiciones
filosóficas. No fue fácil salvar la propia identidad a la par de mantener una actitud abierta y
receptiva sin caer en el sectarismo ni en el sincretismo. Esta ha sido una larga tarea que se
prolonga a lo largo de toda la historia del cristianismo. Una de las tendencias más
marcadas de la tradición religiosa cristiana durante veinte siglos ha sido esta: ser fiel a la
aguda conciencia que nuestro mundo ha alcanzado de la aceptación del pluralismo de las
culturas y de las tradiciones religiosas, y también del derecho a la diferencia que pertenece
a cada una de ellas.
No es necesario desarrollar aquí las numerosas razones de tal toma de conciencia. Son bien
conocidas y pertenecen al orden político y económico, y también al ámbito humano, cultural
y religioso.
Lo que a los lectores de Tendencias21 de las Religiones les puede interesar es preguntarse
una vez más qué es lo que tiene que decir tal conciencia nueva del pluralismo religioso,
difundido en nuestro ambiente, con respecto a la praxis de las diversas tradiciones
religiosas, y en concreto, con respecto a la praxis cristiana dominante en nuestra cultura de
habla hispana.
Son numerosas las preguntas que afloran a nuestra mente: ¿qué actitud vital e intelectual
parece más razonable hoy con respecto a “los otros”, cualesquiera que sean: musulmanes,
budistas, hindúes u otros? ¿Es posible el diálogo? ¿Qué tipo de diálogo? ¿Significa esto
rebajar nuestras exigencias creyentes?
Parece claro que una nueva actitud de las tradiciones religiosas hacia las otras tradiciones
implica que se reconocen valores positivos en los que no son como nosotros. En concreto,
dentro de la Iglesia católica, una nueva actitud con respecto a las otras religiones está
ligada al hecho de que se reconozca los valores positivos que se encuentran en ellas. Esta
actitud está creciendo en estos meses gracias a la actitud marcadamente ecuménica e
interreligiosa del papa Francisco. Su discurso en Sarajevo merece una atenta lectura.
5to
Personajes bíblicos del antiguo testamento.
Aarón
Cuyo nombre significa "incierto", fue el hijo mayor de Amram y Jocabed, de la tribu de Leví.
Fue hermano de María y Moisés, esposo de Elisabet y padre de cuatro hijos. Moisés suplicó
a Dios que hiciera de Aarón su profeta o "boca". Dios se lo concedió y Aarón se unió a
Moisés. Por orden de éste, Aarón efectuó milagros con su vara (Éxodo 7:12 ss., etc.). Ayudó
a mantener en alto los brazos de Moisés en la batalla de Amalec, para que la "vara de
Jehová fuera levantada" Aarón y sus hijos fueron nombrados sacerdotes (Éxodo 29:9), pero
sólo Aarón fue ungido sumo sacerdote, puesto que desempeñó casi cuarenta años, A su
muerte, lo sustituyó su tercer hijo, Eleazar. Aunque Aarón temía a Dios, tuvo una gran falla:
flaqueaba en el momento de la tentación. Mientras Moisés estaba en el monte Sinaí, Aarón
permitió que el pueblo hiciera un ídolo de oro. Junto con María, Aarón criticó a Moisés por
el matrimonio de éste con una etíope. A veces mostraba poca fe y dudaba del poder de Dios.
Como castigo, no se le permitió entrar en la Tierra Prometida. Murió a la edad de 123 años
(Números 33:38-39).
ABDIAS. Poco se sabe respecto a la persona y vida de este profeta ABDIAS (Véase Abdías,
capítulo cuarto). Media docena de personas en la Biblia tienen por nombre "Abdías".
ABRAHAM. Abraham se conoce como fundador de la religión hebrea, dirigido por Dios.
Hijo de Taré, nació en Ur de los caldeos (hoy el Irak). Abraham se casó con Sarai, su
mediohermana (Génesis 11:29-31). Dios se le apareció y le ordenó irse a Canaán, en donde
sería el fundador de una gran nación (Génesis 12:1-2). Abraham tomó a su esposa, su
sobrino Lot y un grupo de siervos y emprendió la marcha por fe. Dios se le apareció
nuevamente y le prometió que su pueblo heredaría toda aquella tierra. Abraham se fue a
Egipto durante un tiempo de hambre y regresó a Canaán muy rico. Se separó de Lot; no
obstante, más adelante lo rescató de Sodoma, la ciudad que Dios destruyó. Impaciente en
cuanto al cumplimiento de la promesa de Dios, Abraham tuvo un hijo,Ismael, engendrado en
su sierva Agar. Cuando Abraham y Sara eran ya muy ancianos, Dios cumplió su promesa de
darles un hijo. Le dio a Isaac, su único hijo. La gran prueba de Abraham fue la orden de
entregar a Isaac como sacrificio a Dios. Como fue fiel, Dios proveyó un sacrificio en
sustitución de Isaac. Abraham murió a la edad de 175 años. Se le conoce como uno de los
héroes de la fe (Hebreos 11:8-13).
ADÁN fue el primer hombre y a él le entregó Dios el dominio sobre todas las criaturas, la
administración del huerto del Edén, y la vida eterna. El primer pecado fue la desobediencia
de Adán a Dios al comer la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis
2:17). Adán y Eva su esposa fueron expulsados del huerto del Edén y castigados con vida
breve y trabajo. Tuvieron tres hijos: Caín, Abel y Set. Adán vivió 930 años y su vida se narra
en Génesis 1-5, y se menciona además en otras partes de la Biblia. Pablo lo contrasta con
Cristo: cuando Adán cayó, el pecado y la muerte entraron en el mundo; pero Cristo, " `el
segundo Adán" fue justo y mediante él se dio la vida eterna" (véase 1 Corintios 15:22).
AGAR era una egipcia al servicio de Sara, esposa de Abraham. Creyéndose incapaz de
concebir hijos, Sara le propuso a Abraham que tomara por concubina a Agar (Génesis
16:3). Más adelante, Agar huyó al desierto por los celos y dureza de Sara. Obedeció a un
ángel que se le apareció en el desierto, y regresó a donde su ama. Después de su regreso dio
a luz a Ismael, hijo de Abraham. (V. "Ismael".)
AGRIPA I y II, HERODES. Nieto de Herodes el Grande, Agripa I gobernó como rey en
Palestina. Hizo ejecutar a Jacobo, y él mismo murió devorado por los gusanos (Hechos 12).
Su hijo Agripa II fue rey de ciertas partes de Palestina del norte, y es a él a quien Pablo
dirige su discurso de Hechos 25:13.
AMÓS, contemporáneo de Isaías y Oseas, fue e1 primero de los profetas menores. Fue hijo
de Nahum y padre de Matatías en la genealogía del Salvador (Lucas 3:25). Como natural de
Judea, de la clase media o la clase baja, Amós vivió en Terna, en el Reino del Sur, unos 10
kilómetros al sur de Belén. Era la suya una aldea de pastores. Él tenía un pequeño rebaño de
ovejas (Amós 1:1) y tenía a su cuidado unas higueras silvestres (Amós 7:14). Amós era
"recolector" de higos. En Oriente, la fruta madura cae al suelo y luego es "recogida"; por lo
común no se toma del árbol, como en Occidente. Puede también llamársele "pellizcador" de
higos, pues suele irritarse de ese modo la fruta para acelerar la maduración. Aunque no se
educó en las escuelas de los profetas, fue llamado por Dios a profetizar en Israel (Amós
7:15) durante los reinados de Uzías de Judá y Jeroboam II de Israel. Fue a Bet-el a
reprenderla por sus pecados, pero Amasías el sumo sacerdote lo obligó a volver a Judá
(Amós 7:10-17), mediante orden de expulsión que obtuvo del rey Jeroboam. Después de
regresar a su casa, Amós escribió la esencia de sus discursos en un rollo que constituye el
más antiguo libro de profecía que haya llegado a nuestras manos.
ANA fue la primera y más amada de las dos esposas de Elcana de Ramá. Su esterilidad la
afligía mucho, especialmente cuando Penina, la segunda esposa, la atormentaba al respecto.
Un día que la familia estaba en Silo ofreciendo sus sacrificios anuales, Ana estaba
especialmente triste y comenzó a llorar porque no tenía hijo. Le prometió a Dios que si le
daba un hijo varón se lo entregaría a él. Su oración fue oída y dio a luz a Samuel (que
significa "Dios oye"). Tan pronto como lo destetó, llevó a Samuel al templo a prepararse
para servir a Elí el sacerdote (1 Samuel 1: 24-28). Una vez al año, cuando Ana iba al templo
a ofrendar sus sacrificios anuales, le llevaba a Samuel una túnica tejida por ella. Dios
bendijo a Ana por su obediencia dándole tres hijos y dos hijas. Se cree que María la madre
de Jesús, conocía el cántico de alabanza que Ana entonó al dedicar a Samuel, porque es
similar al que María elevó al contarle a Elisabet acerca de su visitante celestial. Referencias
del Antiguo Testamento: 1 Samuel 1-2.
6to 8/5
Juventud y civilización del amor
Juventud
El concepto de juventud, un término que deriva del vocablo latino iuventus, permite
identificar al periodo que se ubica entre la infancia y la adultez. La Organización de las
Naciones Unidas (conocida como ONU) ha definido a la juventud como la etapa que
comienza a los 15 y se prolonga hasta los 25 años de vida de todo ser humano, aunque no
existen límites precisos al respecto. Las mayores expectativas de vida hacen que, en ciertos
aspectos, personas de 40 años sean consideradas como jóvenes.
La juventud constituye un conjunto social de carácter heterogéneo donde cada subgrupo
desea diferenciarse del resto y de los adultos. Los jóvenes buscan desarrollar un sentido de
pertenencia y, por eso, se agrupan con sus pares.
En este sentido, dada esa necesidad de identificación y diferenciación al mismo tiempo, es
importante recalcar que es frecuente que los jóvenes decidan pertenecer a determinados
grupos en base a su estética o a sus creencias. Así, por ejemplo, nos encontramos con grupos
católicos de jóvenes, con grupos socialistas o con diversas tribus urbanas.
La amistad, la lealtad y el talento que reside en cada joven son, por su parte, los valores
entorno a los cuales gira otra película sobre la juventud. Se trata de Descubriendo a
Forrester, del año 2000, que está protagonizada por Sean Connery y Rob Brown, quienes
interpretan a un escritor ya retirado que ejercerá desinteresadamente como profesor para un
joven con un gran talento literario al que las condiciones sociales que vive le impiden
desarrollar aquel.
La idea de juventud se aprovecha por lo general para nombrar tanto al grupo de los jóvenes
como al estado de la persona joven. Por ejemplo: “La juventud está pérdida, cada día hay
más droga y alcohol en las calles”, “Fui un gran jugador de fútbol durante mi juventud”,
“Mi tío me aconsejó disfrutar mi juventud porque después llegan las obligaciones y
responsabilidades”.

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