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TAUROMAQUÍA

El Toreo en Venezuela vive momentos precarios y está siendo atacado por


distintos flancos. Desde el lado político organizaciones supuestamente no
gubernamentales y alimentadas con dineros de la hacienda pública, se suman al
movimiento anti taurino internacional. El punto de apoyo más sólido que han
encontrado los enemigos de la Fiesta en Venezuela ha sido la inactividad de
Caracas. El Nuevo Circo cerró sus puertas en 1997, y desde día se ahoga en el
abandono y la destrucción provocada por la falta de mantenimiento a pesar de
vive de su condición de patrimonio nacional.

No se han prohibido las corridas de toros, pero se han estimulado los


fanáticos antitaurinos de atacarla. En Venezuela han ido desapareciendo las
plazas de toros, como ocurrió con el Nuevo Circo de Caracas. Cercenando la
plaza rectora, el resto de la nación taurina quedaría sin brújula. La persecución de
la Libre Expresión, el Pensamiento Libre y la Libertad de Prensa han ahogado
los medios, desapareciendo la información taurina entre otros canales
informativos.
La cabaña brava sí ha sido ahogada, como ha ocurrido con toda la producción
agropecuaria durante estos 20 años de sometimiento. Ha desaparecido la
medicina veterinaria por carecer de medicinas para los semovientes, lo mismo que
el ser humano carece de recursos para prevenir enfermedades o restablecer la
salud.

PRO Y CONTRA

Nadie duda que las corridas de toros sean una tradición con muchos años
de historia, pero eso no es argumento suficiente para seguir haciéndolo, pero no
por eso dejamos de denunciar lo cruel que tienen estas prácticas.
Las tradiciones sirven para conectarnos con nuestro pasado, una forma de
proyectar nuestra cultura hacia el futuro y de reafirmarnos a nosotros mismo. Pero
la evolución sirve para algo y, entre otras cosas, sirve para poder mirar el pasado
de forma crítica, mantener aquello que sea válido y eliminar aspectos como el
maltrato animal.

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