Está en la página 1de 28
Nos AIRES, DICIEMBRE 16 DE 1918 Noo 57 . \La psicologia de los celos POR JOSE INGENIEROS PRECIO: Med Centavos Mas de 200.000 personas la lee: Poseemes um variadisino suride gevertcuios especie. regulos que. por a excelente callaad’y arate =, 28 fi I Ee tl i aH 1 i 7 i ; a if eT : B § z i e F a Hi z : 5 Peay tis eT ST ene ig aia ey augue L iresye La importancia de nuestra produccién y el gran volumen de nuestras compras directas nog Permilen cotizar precios excepcionalmente bajos en todos los reng'ones dé este ramo. TENGALO USTED BIEN PRESENTE, ‘LA NUVELA SEMANAL” Administractom! FLORIDA 248—Buenos Alren—U. 7. 946, Avenida Unico Coneextonarlo para In venta en 1 LUIS B. GALVAN, Sarmiento vap tt Federal: Agente en Montevideo: C. CHECHI, Canciones 990, Agente en Rosarior CELEDONIO ECHAVE, San Lorenzo 1250 Agente en La Plata: AGENCIA CARBONELL, calle 48, nam. 633. ‘Agencin en Mar del Plata: Diario “La Capital”, San Martin 2460, Agente en Cérdoba y Rio 4.1 NICOLAS GULFO. . ¥ em todas Ins principales localldades de la Reptbitea. Las personas que tenzan interés por Ia venta de “LA NOVELA SEL MANAL” en lax localidades del interior y exterior de Ia Repablicn donde no tengamos representantes, pucden solicltar In anencle ac nuestro semanario, slempre que acrediten tener Ia responsabilidad necesaria para el caso, a In Agencia General, Rivadavin 1572, Buenos Alres.—LA ADMINISTRACION. ‘IMPORTANTE PARA EL LECTOR Hacemos notar a los seflores subscriptores, cuyo abono haya ven- eido en esta fecha, se sirvan renovarlo, para evitar la interrupeién del envio de la novela. SUSCRIPCION UNICA ANUAL NUMEROS ATRASADOS... . $ 5.— min. +o, O10 ,, Todas nuestras obras pueden adquirirse en la Administracién, Florida 248, 0 en los kioskos, estaciones del subterréneo y ferro- earriles, vendedores de diarios o a nuestros agentes del interior. 1 iSu nifio enfermizo esta estrefido! Mirele la lengua Si esta inquieto, febril o bilioso, dele Jarabe de Higos “California” venenoso, la comida mo digerida ¥ las No importa lo que el niiio tenga, ve ” dilis Acidas, sin ocasionar retortijo- un laxante suave, pero eficaz, debe ser siempre el primer tratamiento ad- ministrado. Si_¢l pequefio esta indispuesto, en- fermlizo, no descansa, no come o sus intestinos no funcionan bien, ;fijen- se, madres! a ver si la lengua del pe- quefio esta sucia, Esto es evidente- mente una sefial de que el estémago, higado e ititestinos del_nifio estan obs- truidos con las heces. Cuando el nifio esté malhumlorado, irritado, febril, si tiene el estdmago ‘cido, el’ aliento’{ tido, dolores de estémago, diarre mal'de garganta o resfriado, désele na cucharadita de! Jarabe de Higos California” y sen pocas horas des- apareceran suavemlente de sus peque- fios intestinos todo el estrenimiento vdéPara informes: jl. F. MILANTA—Rivadavia 1255 - Bs. Aires nes, y el nifio estara contento y bien otra vez, Las madres pueden descansar des- pués de dar este inofensivo de fruta” a sus hijos, pues fi higado y los intestinos de los nifios y afloja ei estnfago, y éstos lo encuen- tran muy agradable al raladar. Las direcciones completas para tomarlo, tanto para los nifios de todas las edades como para adultos, vienen imi- presas en cada botella. Cuidese que no le den otro Jarabe de Higos falsificado. Pida en la boti- ca una hotella del Jarabe de Higos “California” y fijese que tenga el nombre de ‘California Fig *Syrup Company”, ¢BS ESTE EL CASO DE USTED? ideran enfermos, pero que tampoco Bae de muchos owe 3 eet bien qtrefimiento no esté considerada como enfermedad, poy denota un estado engoncuerdan con un estado do salud normal. El estreiimiento, los, raras y duret seo inflamarse las membranas mucosas. del recto o bajo intes. resultante de irritare® 0. tima parte do la digestién queda sin hacerse o mal hed tino, demuestra, ave mas serio de lo que generalmente se piensa. El cstrefiimientg ye asunto mucho Miestive que da lugar a mal aliento, a hemorroides © almorra produce ese estado Conga t e6licos hepaticos ¢ inflaimaciones del hizudo, a en. nas, a hernias © reacondria, @ apendicitis, ete, y el hecho de que muchas veces teritis glutinoses “astas y no so las atribuya a Ie perniciosa influencia del estresj. lances slo signi eocupacién o ignorancia. 7 SRSGUT Saude abgestoner én, © MEDC. wedicameats ture a fee roma dios benignos y eficaces; no purgantes de género explosivo, sing résticos, sino remedies Tiivien, a cuyo efecto recomendamos encarecidamente el uso Faxativos que Himpicrconfites del Dr. Richards, Las renombradas Pastillas del Dr. do os Samson ja. indigestion y sus efectos, curan y previenen las cuusas del Richards, ap, pero no siendo remedio laxante, no curan el estrefiimiento iismo, estrefimiento, —_— Medellin, Colom! Dr. Richards, New York. an sitive gusto certifico, y de este certificado puede renee Lexoconfites del Dr. Richards son positi., formula, y Va; sabe que Ia he analizado josidad en nuestros Laboratorios, Realivente es bueno tropezar de vez en Por nds con especificos honrados, y uno de cllos es el Laxoconfite Richards, cuya fecién fisiolégica también conozco y sé que es segura. En cl tiempo que evo en Mi carrera profesional no habia nunca conseguido un laxante para poder recetar a mi clientela, y abora estoy satisfechfsimo porque encontré lo que tanto buscaba, Rara vez on mi vida profesional he dado un certificado sobre especificos, y ésta lo hago con mucho gusto. Soy, como sigmpre, su amigo afmo. —_—— jMuchachas! Humedezcan un pafio. : . _y. Pasenselo por el Cabello Se pone suave, ondeado, Iustroso y abundante al momento. , junio 1.° de 1917. Sr. ‘Muy estimado amigo: Vd. hacer el uso que le convenga, que los yamente stiles como laxantes. Conozco su (Firmado) Dr. EB. JARAMILLO, iCulde su cabello! La caspa desaparece y el cabello no se cae més. Si desea usted duplicar inme- diatamente la belleza de su ca- bello pruebe “Danderine, Puri- ficador del Cabello”. Sélo tiene que humedecer un pafio en Dan- derine y pasérselo cuidadosa- mente por el cabello, tomando un pequefio ramal cada vez, Es- to limpiar4 el cabello de polvo, sucjedad o grasa excesiva, y en pocos minutos se quedaré usted asombrada, Su cabello’ ge pondra ondeado, sedoso y abundante, y Doseer4. una suavidad incompa- rable, tomando lustre y vol- viéndose espeso, Ademés de embellecer eu. ca- bello, una aplicacién de Dande- Tine disolveré toda particula de caspa, déndole vigor al créneo, evitando Ia picazon y la cafda del cabello. Danderine es para el cabello lo que la Muyia y el sol para las plantas. Va directamente a las Yaices, fortaleciéndolas y dandoles vigor. Sus propiedades estimulantes y vivificadoras ha- cen que el cabello crezca largo, firme y bonito, Usted puede tener cabello bo- nito, suave, lustroso y, sobre todo, abundante, si compra un fraseo de Danderine de Knowl- ton en cualquier botica o alm.a- cén y se lo aplica segin las instrucciones que acompafian a cada frasco. iCuide eu cabello! Haga que se conserve encantador y bello. Usted se convenceré que éste ha sido el dinero mejor em- pleado. ARO Il —- BUENOS ARES, LUNES 16 DE DICIEMBRE DE 1918 — DIRECCION MIGUEL SANS — ARMANDO DEL CASTILLO N.57 EL LUNES PROXIMO PUBLICAREMOS HOMUNCULUS Por PEPRO ANGELIC! Es esta obra inédita y sensacional una novela cientifica donde el autor, a la manera del célebre escritor Wells, crea un extraiio persone- je de laboratorio alrededor del cual giran todos los episodios de esta ove a arrebatadora. LA PSICOLOGIA DE LOS CELOS” POR JOSE INGENIEROS I. — EL. TEMPERAMENTO Y LOS CELOS Conocéis, ciertamente, I: historia de Otelo. Si diez veces la thabéig leido en el drama de Shakespeare, otras tantas, en el acto teroero, las paginas del libro han temblado entre vuestros dedos, como si la corrosiva obsesién del Moro fuera capaz de induciros a aborrecer el amor. La falta de sentido critico le induce a prestar sus ofdos a las sutileg sospechas que Yago insinta; su imaginacién tramsforma en barrote de acero cada hebra de la telarafia insidiosa, hasta construir ia javla en que va a quedar prisionero, como un felino rugiente. Sin mas razén que la sinraz6n, adhiere de inme- diato a las sugestiones infames y multiplica sus consecuencias. Todo el proceso es imaginativo; Otelo es celoso como lo fuera Wer- ther, siendo marido de Carlota. 7 También conocéis aquel Tulio Hermill cuya pasién analiza D’An- nunzio en “El Inocente”, y acaso os ha estremecido el crimen a que de arrastra su mucho amor. Sus celos son fundados. Sabe, porque su esposa misma no lo niega, que en otros brazos ella ha sido es- trechada convulsivamente; tuvo él ja culpa, cien veces perjuro, empujindola a un fortuito desliz con su abandono. Y desde ese mstante, amando cada dia mas a la pecadora, sufre con’ todo el ardor de sus sentidos por la miserable particula de placer que le han usurpado, por los besos jadeantes que otra boca puso en las carnes tibias, por el fruto que el deseo ajeno engendrara en las palpitantes entrafias. Su sensualidad te rebela contra el hecho irreparable, sin amenguarse por ello; sufre los celos que ator- mentarian a don Juan si dofia Inés le engafiara, culndo estuviese harta de soportar sus infidelidades. 7 El celoso de imaginacién duda sin pruebas, temiendo el en- gafio que hiere su amor propio; el celoso de los sentidos no duda, porque supone o sabe, pero sufre de no poder olvidar lo que ha, perdido, Frente a ellos, mejores, son los celos de] corazén, los que perdonian porque siguen amando. A cada temperamento sentt- mental corresponde un tipo distinto de celos. . . (1) Como Ja anterior—“Werther y Don Juan"—esta .conferenvia forme Parte de un curso sobre la psicologia de los sentimientos, profesado en 1910. em te Facultad do Filorofia y Letras. La inseguridad de completar el trabajo, redac- tendo algunas lecciones conservadas en ligeros apuntes, nos induce .a publicar separadamente Jas que alcansaron una redaccién definitiva, 9 malas, dado que ellas perturban cl entendimicnto. Si la dispy Sin cesar renovada por los moralistas, Megara a una conelusigy podria ésta aplicarse a los celos; pero ha varindo cada vez quo s gambid do criterio, pues mientras los Cirenicos veian en las py, siones-1a regia infalible de fa vida, los primitiv condenaban sin atenuantes. : Los psic6logos modernos, sin complicarse en juicios de vatop moral, consideran el amor-sentimiento y el amor-pasion Como fages distintas de un mismo proceso afectivo. Pueden cocxistir, sin que ello sea permanente ni indispensable. Se puede amar sin celos y seguir amando cuando éstos desaparecen; se puede celar sin ama; y después de haber amado. Los celos excluyen la indiferencia, ipere no son prueba de amor; aunque, en verdad, lo presumen Es dificil detmirlos; sus formas son variadas, y no es posi. ble englobar a todos los celosos en una sola férmula. Lo mismo que la envidia y Ia emulacién, con los que podria confundirlos un observador superficial, pueden germinar sobre tendencias instinti_ vas: pero cada pasién posee caracteres que .permiten diferenciar. la. Se envidia lo que otros ya tienen y se desearfa tener, sintiendo que el propio es un deseo sin esperanza; se cela lo que ya se posee y se teme perder; se emula en pos de algo que otros tam bién anhelan, teniendo la posibilidad de alcanzarlo. La actitud mental no es la misma en los tres casos. Envidia- mos la mujer que el préjimo posee y nosotros deseamos, cuando sentimos la imposibilidad de disputérsela. Celamos la mujer que nos pertenece cuando juzgamos incierta su posesién y tememos que otro puéda compartirla o quitarnosla. Competimos sus favores en noble emulacién, cuando vemos la posibilidad de conseguirlos en tgualdad de condiciones con otro que a ellos aspira. La envidia nace, pues, del sentimiento de inferioridad respecto de su objeto; los celos derivan del sentimiento de posesién comprometido; la emulacién surge del sentimiento de potencia que acompafia a toda noble afirmacién de la personalidad. Dentro de sus caracteres comunes, los celos difieren en cada individuo, puesto que nunca son idénticos el temperamento y I‘ experiencia sentimental. E] que ama como Werther o Don Quijote no puede tener celos iguales a los del que ama como Don Juan 0, Lantier; el tonto y el astuto, el vanidoso y el digno, el viejo y el joven, celan de diverso modo. Cada celoso tiene los celos que co- rresponden a su manera de amar. Conviene distinguir los celos de otras pasiones que les son afi, nes. En el lenguaje usual suele denominarse “amor” a varios sentimientos que tienen rafces instintivas diferentes, no siendo homogéneo su contenido afectivo; con Ja misma imprecisién se Ma_ ma “celos” a varias formas de egoismo o de envidia. Se dice que los nifios celan a sus hermanos cuando los creen preferidos; «ue los padres se celan entre si cuando se disputan el carifio de los hijos; que los amigos, cuando se concede a otros confianzas que cada uno desearfa le estuviesen reservadas. Modos de decir. Es en el amor propiamente dicho, en la feccién entre personas de sexos distintos, donde los celos tienen su tfipica expresién, pasional y desequilibrada casi siempre, a menudo dramitica y conmovedora. s Estoicos jay En el Gltimo capitulo de “Los mArtires’, sentencia Chateau. briand que los celos son inseparables del amor. Lo dice, en verdad, oportunamente; recuérdese el episodio terrible, en el circo. Las ufias de las fieras destrozan los vestidos de la encantadora Cimo- docea y entregan a los ojos curiosos ' del pueblo las lineas pu- visimas de su cuerpo venusino; en ese momento, Budo amante, palideco de celos, terribles, viendo clavarse mil pepine sobre 108 tirgidos senos, como si desearan exeitarios con :papllas febriles, y sobre la ondulante cadera, temblorosa al puden tes ; ; cor a las més doctas caricias... Son legitimos los celos de Budorer parece evidente, en su caso, que celar es sinénimo de amar, Hom, bres hay que interpretan los celos de sus amantes como inequivoco testimonio de amor; muchas mujeres se ereerian infelices. si se mostrara celoso el hombre que aman, %Es justo generalizar, afirmando que no hay amor completo sin celos? {No scran otros sentimientos, asociados al amoroso, los que determinan los cclos? Suele decirse que no son las infide. lidades de la mujer las que ensefian a dudar de elia, sino la pro. pia imcapacidad de serle fiel; el celoso teme engafios de que é1 mismo se supone capaz, como el ingenuo cree en la ingenuidad ajena, como el falso vive sospechando de falsedad la los demés. S6lo seria celoso el que puede ser infiel; la propia inseguridad Je impediria tener confianza en la fideiidad ajena, Y ese es el ni- cleo verdadero de los celos mAs terribles: la inquietud, el temor al engafio, la duda que atormenta la imaginacién, los celos de Wer. ther convertido en Otelo. Los otros, en que priman ‘los sentidos, nunda son tragicos y son posteriores a la infidelidad. misma: Don Juan transformadd en Tulio no duda ni mata, su angustia es terrible porque necesita seguir amando. En su reflexién sobre la incertidumbre en los celos bosquejé La Rochefoucauld algunas lineas fundamentales de la psicologia del celoso, “Cnanto m4s se discurre sobre los propios celos, mas se multiplican los aspectos de lus cosas que nos mortifican; las menores circunstuncias permiten siempre descubrir nuevas causas de duda y vuelven a plantearnos, en forma distinta, las cuestiones que se crefan agotadas. En vano se procura llegar a una opinion estable; todo lo que es contradictorio y confuso se presenta 6i- multéneamente; se quiere odiar y se qaiere amar, pero todavia se ama mientras se odia y cuando se ama no se ha dejado de odiar. Se cree todo y se duda de todo; se tiene vergiienzy y despecho por haber creido y por haber dudado; se lucha sin des canso por Negar a una creencia decisiva... pero en vano se de- sew ‘aleanzarla; algunas veces renace la esperanza, pero no se satisface nunca. No se es ‘bastante feliz para atreverse a creer lo que se desea, ni siquiera para estar seguro de lo que mAs se teme; se vive en una perpetua incertidumbre, entre bienes y moles que huyen alternativamente de nosotros”. Por eso ha podido pen- sarse que los celos se alimentan de la duda, constituyendo una pasién desgarradora que busca sin cesar nuevos motivos de in- quietud y de tormento. La verdadera causa de los celos de imaginacién no esta en la conducta de la person. celada, sino en el temperamento dest equilibrado de la celosa. Hay mujeres engafiadas que Negan hasta envamecerse de tener un amante infiel, como si ello demostrara que su amor estA a prueba de tentaciones; otras, en cambio, en- venenan la vida ‘de cényuges fidelisimos, tejiendo y destejiendo sospechag sin fundamento. Ciertos hombres matan por una du. da y otros medran do la intidelidad que no igijoran; algunos soportan la publicidad de su deshonra o la Moran en secreto, sin sentir celos de I infiel que ya no aman, y teniendo la intima esperanza de consolarse enamordndose otra vez. Celoso es el sujeto que duda, con o sin fundamento; el que no tiene ya plena confianza ni Se atreve todavia a perderla; el inquieto que vive atormemténdose a si mismo y a los demds, bus- cando en cualaniera. eirenntancia, una. astilla_oue olinentiesdateliie no ace © consume su feliaidad, ¢Recorddis (el angust; suere ata que aparece en “Cosmépolis” y en “xierra prometiaan sufre do una verdadera duda morbosa, tiene enepeee nen absoluy de reposar un solo‘momento su espiritu en el regazo de una oreen_ CF en MJonoeidos 10s resortes de esa duda insana y las cong. clones que favorecen su desarrollo. En nada se Pirece a aquelt, duda provisoria que Descartes aconseja en su annie Sobre eg método”, cuerda actitud del que anhela aproximarse a a verdag, Compatible con la critica serena, indispensable para e) sablo. La gy’ da de los celos, siempre involuntaria y obsesiva, es muy distinta; ella balancea eternamente al cioso entre creencias que solicitay su adhesién; es una forma de instabilidad mental, cuyas causog no ignoran los psicélogos. El celoso suele ser un neurasténico 9 un abatido., Cualquiertz no es celoso; el que Jo es, no consigue serlo en todo momento y de la misma manera. La agudeza de esty pasién oscila siguiendo el ritmo de ciertas funciones orginicas; 5 ha observado que los cambios bruscos de temperatura y las varia. ciones higrométricas, 1a intoxicacién por las bebidas 0 el tabaco, jas grandes opresiones consecutivas a comidas copiosas, el in. somnio, las pesadillas, los suefios, ciertas horas del dia y especiay. mente la del creptsculo, la fatiga fisica, la pobreza y otras mit vausas ocasionales, son propicias a las crisis de celos. Algunos hom. bres térnanse mas celosos cuando abusan del amor, como si q hartazgo avivara su gula; muchas mujeres s6lo demuestran serio en ciertos dias, cuando est4n m4s avivados sus ‘apetitos. Hay seres, ep fin, que no pueden sentir celos, aunque los en. wafien, por incapac'dad de dudar. Algunos, crédulos por sencillez de espiritu, son rebeldes a la sospecha y prefieren creer lo que siempre han crefdo, por habito y por comoditiad; son seres felices, hombres y mujeres que adoran como a un dios a la persona que vive engafiéndolos a tala hora. Otros; en cambio, son incapaces de tener celos por una vanidad exagerada, que les impide concebir que pueda preferirseles ninguna otra persona; es el caso de no pocgs mujeres pagadas de su hermosura y de bastantes hombres que viven admirando sus propios talentos. Son pocos los sujetos equiltbrados que no dudan sin funda- mento y que saben ponderar toda presuncién. Son los amantes mas dignos; hacen répidamente su composicién de lugar en cada cireunstancia, juzgando el propio caso como si fuera ajeno. No se inquietan sin motivo ni molestan sin necesidad; ai tienen elemen- tos para dudar, dudan metédicamente hasta qua una conviccién reemplaza a la duda misma, obrando en consecuencia. Comprenden que la dignidad es incompatible con los celos; nadie esta obligade a amar y nadie tiene derecho a engajiar. La fidelidad no puede discutirse; el que engafia no merece ser amado, simplemente. Raro es ese equilibrio, pues suele el amor complicarse de otros sentimientos que lo alteran; en la mentalidad de cada celose combinanse los predominantes en su personalidad y contribayen a formar varlados tipos. Es legitimo admitir que el amor es, en Ya realidad, la convergencia de muchos sentimientos en torno del instinto: ternura, respeto, admiracién por la belleza fisica, amor propio, deseo de aprobacién, sentimiento de propiedad, simpatia, va- nidad, etc.; un agregado complejo, en suma, y de ello dependeris su poder irresistible. Lo Gnico especffico es el instinto sexual; 108 otres elementos afectivos le dan matiz y establecen sp plasticidad sin limites. Igual cosa ocurre en los celos: otros sentimientos #¢ le adicionan, creando una gamu ge tonalidades infinitas. Cuando predomina el sentimiento a. pr clusiva; parece a estos celosos que les quitan un objeto suyo yor concepeién de tx infidelidad encuadraria, por aecirlo ani, dentn de los delitos comunes. Juristas hay que confirman este acne opinando que ai adulterio se identifica con el robo y que las penas vigentes contra ¢l cényuge infiel presumen ia violacién de un derecho implicito en cl amor monogémico. Algunos aliens tas incluyen el delirio ccloso entre las sinomalias del sentimiento de propiedad. En otros casos, predomina en los calos stn sentimiento egotsta, el amor propio. El celoso no sufre por la infidelidad misma, sing porque otro le ha vencido o podria vencerle; sus celos no son re. lativos a la persona: amada, sino al deseo de imponer la propia vo. luntad. Stendhal decia que esta clase de amor y de celos puede extinguirse de pronto; relata el caso de una joven, hija de ricos burgueses sevillanos, cuyos padres contrariaron su amor por un oficial de cepa humilde; 61 emigré muy lejos, pero mantuvieron una correspondencia ardorosa que daba a sospechar en ambos una pasién violents. Un dfa se anuncié la muerte del oficial en una tertulia mundana; la madre se estremecié a pesar de su orgullo: ) padre se retiré, no pudiendo ocultar su regocijo; solamente la joven continué la conversacién sin inmutarse, después de un simple: “qué lastima, tan joven!", en términos de frio convencionalismo. 4S8u pasién habia sido simple amor propio? Dos afios més tarde requebréla otro joven, con iguai oposicién; una lucha pertinaz se entablé entre padres e hija. Las resistencias fueron crueles, hasta que ella entré a mayor edad y pudo disponer de si misma: al concertar la boda, pasados seis afios, el joven rehusé contraer el vinculo supremo, y con general sorpresa la novia tenaz se mos- tré consol-da al dia siguiente. ;S6lo habla amano por puntillo o era ung. gran alma que desdefiaba dur su dolor en especticulo al mundo? En cientos celos ocurre lo mismo, y el caso es frecuente en las coquetas; son celosas porque su amor propio no aguanta que puede preferfrseles otra mujer, pero dejan de amar cuando des. aparece la resistencia. Se le parecen’ los celos en que interviene ia vanidad, tan fre. cuentes. La infidelidad es considerada como un vejamen ante el Piblico que 1a conoce; el celoso desearia que nadie pudiera serle preferido, como si él poseyera un talism4n que escjavizara cora- zqnes ajenos. Suelen creerse humillados por un tinico abandono sentimental, los mismos que no renunciarfan a practicarlo fre- cuentemente y con ostentaci6n. Una casquivana que ha despedido diez novios, cree necesario envenenarse el dia en que el undécimo la deja con la ropa hecha; un galanteador que se jacta de haber engafiado a cien incautas no vacila en tener un duelo con otro que sale a hurtadillas de casa de su Gltima preferida. El m4s grande encanto de los amores que evolucionan en se_ creto, consiste en que excluyen los celos por Vanidad, por el “qué diran”; las infidelidades a um amor oculto no desprestigian ante el mundo. La herida puede ser dolorosa, pero no avergiienza, como esas enfermedades de la piel que desesperan si estén en la cara y apenas mortifican si el traje puede sustraerlas a la vista ajena. Cabe, si, el amor propio, que es distinto, y aun la misma dignidad. Un hombre delicado nunca abandona a su novia o* a su amante; prefiere ofrecerle una oportunidad para que ella’‘le abandone, pues Yas mujeres lo agradecen mucho, aunque sospechen el juego El amor propio les hace preferir el papel de verdugo al de victima. Una mujer burlada en dos citas, da siempre una tercera con el propésito de no acudir, para toner el gusto de ser ella ta que Pianta a su amante; éste debe ser puntual la tercera vez, con tq esperanza de no encontrarla, pues asi le evitard una mortificacign ya. init : ; ye intsi como por vanidad una novia abandonada se envenena, ung querida se consuela pronto por puntillo y busca otro amor, vig. Jando su nuevo secreto con una sola persona: su antiguo amante, Muchas veces se apresura a comunicarle su naciente pasion antes de que sea efectiva, para despertar sus celos; si él es celoso por Amor propio, volverd para no ser substitufdo, aunque ya sea tarde, En caso contrario, la abandonada salvaré solamente ja negra honrilla. A ‘Algunas veces los celos estén acompafiados por un profundo sentimiento de humildad, lo que es comin cuando hay despropor. chén entre 19s amantes. Sentirse inferior a la persona amada, inclina a dudar constantemente de ella. ¢Por qué nos serfa fiel,, si no creemos merecerla? En vano seré ejemplar su conducts y sy Amor irreprochable; lo que miramos como un favor excluye nues- tro derecho a la reciprocidad. La chica amante de un hombre que no es su igual, ‘nunca olvida que pronto o tarde su felicidaa werd tronchada; y en la dicha presente tiembla de celos, pensando en el porvenir. La fea, la mAs fea, si tiene un amor secreto, presien_ te que un dia podré apercibirse de ello su amante y entibiarse su pasién; muchas veces, por una sabia compensacién de la naturaleza, tiene encantos que la hacen adorar como a ninguniy otra, en lo que no yerra el dicho vulgar sobre su suerte envidiable; sus celos duran tanto como su felicidad; cuando otra le es preferida no sufre de celos aunque siga amando, se resigna a una fatalidad prevista, En fm, casos hay en que el amor ha creado una tan grande solidaridad afectiva entre las partes, que éstas Megan a consid rarse como una sola. personalidad sentimental. Entonces los celos pueden nacer del temor a la -incompletud, como si al desunirse ia pareja quedara el celoso sin la mitad de si mismo. Otras combinaciones de sentimientos pueden calificar los ce- los; muchos son debidos a la distinta condicién del hombre y de la mujer, en la familia y en la sociedad. Se dice que las mu- jeres son mAs celosas que los hombres y parece légico que lo sean: Ellas no pueden perseguir los honores, las riquezas y otros €xitos reservados al sexo viril; se comprende que pongan lo mas alltivo de su orgullo en ser amadas como aman, polarizando hacia ese ideal nico la parte m4s intensi de su vida. Siendo en ellas mas fuerte el peligro de que las traicionen, se inclinan facilmente a sospechar del corazén que han elegido como altar de su timica ofrenda. Es seguro que para la generalidad de las mujeres resulta exacto que ei amor es inseparable de los celos. Son contados los tempe- ramentos femeninos, sanos de verdad, bien educados, que pueden amar infinitamente sin dudar nunca de las personas que aman. No perturban el hogar con vanas exhibiciones pasignales, no lo mancillan con injuriosas sospechas; aparentan amar menos por- que aman mejor, sumergiendo discretamente en la profundidad de su ternura lo que otras ostentan sin descanso en la superficie mo- vediza. Su equilibrio moral las garantiza contra peligros imagi- narios, pues saben dénde han puesto su confianza; son, en cambio, mas severas con la infidelidad. Es justo que lo sean. No me- diando vanidades ni egofsmos, la culpa del Ainfiel se reduce al engaiio; el que traiciona su confianza no despierta celos, sino des. precio. Por eso entre amantes que se merecen y no se celan, la infidelidad tiene por consecuencia tmica la muerte del amor. II. — LOS CELOS DE IMAGINACION La imaginacién forja los celos mas tragi i miedoso puebla la obscuridad de amenazadores tantosmee eae loso imaginativo construye las absurdas quimeras que le obs imterroga 1 una estinge que no le oye y deduce las peores cuencias del inevitable silencio. No teme lo que sabe, sino lo que ignora. El amor propio Mega a sobreponerse al amor: hay quien tolera que otro comparta a diario las caricias de su amante y se su bleva ante la hipétesis de que le engafien sin saberlo. ;Cuantow Werther no tienen celos del marido de su Carlota y entran en frenesi cuando sospechan que un tercero ocupa su sitio? ;Alguna amante de un hombre casado sufre de que éste comparta diatia. mente el lecho de su esposa? ;¥ cudl no le arranca los ojos = husmea en su traje un perfume nuevo? La certidumbre de la infi detidad puede soportarse; lo intolerable es la duda. : Cuando nacen sobre temperamentos sperversos, los “celos de imaginacién conviértense en insaciable afin de hacer sufrir, en verdadero sadismo sentimental; en la “Philosophie dans le bou. doir”, det marqués de Sade, figura un personaje — Dolmancé — especie de Nerén filésofo que ha inventado torturas morales tar horribles como las del cuerpo. Felizmente no suele llegar tan lejos el celoso maligno; sélo quiere hacer Norar, como si las ajanas _légrimas pudieran apagar el fuego interior que lo consume. ;Go- zan de que otros sufran por ellos? Celoso hay que al abandonar a su amante se enoja porque ella ‘no se suicida jla muy ingrata que puede vivir sin 61! j¥ con qué descaro se resigna! iy tiene la insalencia de consolarse! No presenta esos caracteres el celoss inzenuo, capaz de morir por su amor infortunado, Examinemos la personalidad sentimen- tal del clisico, del representative: verdadero Prometeo encadenado por su propia imaginacién para que la duda trafias le devore }as en- Tal como Shakespeare lo concibis—pues de él nada nos dice la historia—Otelo era de oscura tez y vivié sus primeros afios on Mauritania. Decia descender de regia estirpe y habia pasado su juventud en sonadas aventuras, mostrando un valor sin par. Sen- cillo y leal, llegé a ser capitan de Veneaia y se hizo cristiano, ‘segin lo demuestran sus palabras y sentimientos. . Encontrandose ocioso contrajo amistad con el senador Brabancio, que gustaba sobremanera de escuchar el relato de sus proezas. Casi fascinada sola oirle Desdémona, domcella de rara belleza y tnica hija del senador; tal era su admiracién, que al fin pidié al Moro le re- firiese su historia entera. EscuchAndole, enterneciéndose, loran- do, la bella se encontré enamorada del valiente; y como Otelo so: pechaba las dificultades que el noble sefior opondria a su matr monio, decidié raptarla y desposarse ocultamgnte. Brabancio puso el grito ea el cielo, creyendo que sélo con sortilegios o filtros m4gicos habria podido Otelo inflamuar el co- raz6n de la nifia que hasta entonces rehusara la mano de los mas nobles jévenes venecianos. Repugndbale admitir que el amor se sobrepusiera a las diferencias de raza, olvidando que Otelo posefa otras cualidades que podfan caldear la imaginacién de una mujer; su propia hija le desengafié, al fin, probdndole que el amor habia Negado por nobles .caminos: la admfracién despertada por las aventuras del exdtico guerrero. Puesto ‘que se amaban apasionadamente,: Brabancio se resig- n6é: “Cufdnla bien, Moro, si tienes ojos para ver; ha engafiado a su padre, y es posible que te engafie!” Como Otelo, debfa partir a Chipro, en guerra contra los turcos, Desdémona pidid que no yy privasen del placer de acompafarle. r ia a Otelo perque éste ha preferido a AIK eath ago. One Meniente. S6lo piensa en vengarse a: Esperar algin tiempo y luego sugeririg que su esposa tiene demasiada famillaridad con Casio. Este es uy bello gala y sus maneras corteses pueden hacerle Sospechioso; parece cortado para tentar mujeres infieles. Jl Moro tiene un Temperamento franco y sencillo; cree honestos a todos, por poco que lo parezcan, Se dejaré engafiar...” Los preparativos de Yago son pavorosos; la personalidad de este hipécrita, arquetipo de la me. ‘yecridad moral, -- incapaz de matar de frente, pero sin eserg. pulos para conspirar en la sombra,—es la obra maestra psicolg. ica de] drama shakespeariano. = : “Después que, por su propia instigacion, Desdémona promete defender a Casio, caido en desgracia por una intriga, en la es. cena tercera del tercer acto, Yago deja caer su primena goty de hiel: —Esto no me gusta’. — sefior... O si... Yo no se qué de conversar con mi esposa?” Desdémona, inocente, defieride a Casio y obtiene su perdén, Yago contiintia su obra, a solas con el Moro. Explica que en el hombre y en la mujer la buena reputacién es todo. El que roba la bolsa comete un delito insignificante: ha sido y podra ser de" muchos; pero el que roba la reputacién, no se enriquece con el ma- yor bien quitado a otro... Otelo se inquieta de oir palabras va- gas... Yago le aconseja que no se fie de los celos, pues son un monstruo de ojos verdes que crea su propio alimento. El engafiado es feliz cuando no ama a la que le ultraja; pero su vida es un mar- tirio si duda y esté herido de amor... El pobre satisfecho es bas tante rico, pero el rico insaciable teme siempre volverse pobre... “_;Por qué?; por qué todo esto? ,Crees que yo querria te. jerme una vida de celos, seguir las variantes de la luna, presa de sospechas sin cesar renovadas? No. Una vez en la duda, eso me pastaria para tomar una resolucién. Necio fuera si me preocu- pase de vanas conjeturas, como las que acabas de describir. No me pondré celoso porque oiga decir que mi mujer es bonita, . co- queta, sociable, suelta de palabras, que canta, juega y danza bien. Donde hay virtud, ‘todo es virtud: Mis atractivos pueden ser es-, casos, sin que por eso me aflija; ella tenia ojos cuando me ha elegido. No, Yago, antes de sospechar, yo necesitaria pruebas; y en teniéndolas, adiés amor, adiés celos, obraria derechamente”. Fingiéndose alentado por esta declaraciém, Yago hnbla. Es su deber; no puede todavia dar pruebas; pero recomienda observar Ya actitud de Desdémona para Casio, sin ser celoso ni muy confiado. No es bueno ser victima de la propia generosidad; las costumbres ya no son puras entre las venecianas; éstan dejan que el cielo ver lo que esconden a ‘sus espésos; y no empefian su conciencia en luchar contra el pecado, sino en ocultarlo... Otelo comienza. a turbarse; el hipécrita finge rectificar sus palabras, afirmando que solo se trata de una sospecha,., Ella ha engafiado antes a su pa- are... Todo podria ser... Otelo est4 perdido. Lamenta la hora en, que se casé6. Supone «jue Yago sabe més de lo que ha osado referirle. Su imaginacién construye lo demas; empieza a dudar, oscila absurdamente entre Ja sospecha y la creenola: — “Acaso se me escapa porque soy moro, porque no tengo el arte de la conversacién cortesana, porque de- clino en el valle de los afios. jEstoy engafiado, y mi consuelo sio, nombrandole su ambos. ‘“Reflexionemos. Qué quieres decir?" — “Nada, vw — "No es Casio quien acaba nico dobe ser despreciaria! jOh, matdicién “det_ matrimonio! io der decir ue ess grdciles criaturas nos pertenecer Saas fios de su apetitus! {Seria preferible que fuéramos alin: a vir en I huedad de una crujfa, antes de que otros wet particula, de lo que amamos! Hs "un destino inevitabig, Sch UR muerte; punzante flajelo que nos esta destinado dese ome. '* miento..." i . ee Ya no necesita pruebas; si las hay, ellis creencia; si faltan, no lograra roctificaria, lgrosa. imnginacién del Moro no resistir: amap2la, ni la mandragora, ni todos los licores ‘i soporifero: mundo podrén devolverle el suefio perdido para. siempre “otelo ruge y jura que es preferible saberse engafiado a concebir la més love duda: “ZQué pena me causaban las horas que ella me ha umoraba y no pensaba en robado para satisfacer su, lujuria? Lo j ello, no snfria. 1a wltima noche he dormido bien, libre y feliz No he tropezado con los besos de Casio sobre sus labios. Cuando el hombre no mecesita lo que le han robado, dejadle en la ignoran, iz si todo e] campa- gia y no le han robado!... Yo habria sido feli, hubiera probado de su cuerpo, con mento, hasta el filtimo pillete, adiés para siempre a la tranquili- podran reforzar ‘su a Yago sabe que la pe- ‘4 su veneno sutil; ni la. tal de no saberlo! Ahora digo dad de mi espiritu! jAdiés a mi dicha! jAdiés a mi ambicién y a mi gloria!" En vano tiene un minuto de reaccién y coge a Yago del cuello, para exigirle una prueba de sus sospechas. ;Prucba? &De qué? Todo es prueba para el celoso, aunque nunca sea defi- nitiva, Otelo cree que su mujer es fiel y que no Jo es: lo mismo cree de la sinceridad de Yago. Este’no podr& mostrarle los culpables, en la culpa misma, aunque ellos sean ardientes como gorilas y lt- bricos como lobos en celo; le ofrece lo que puede, presunciones, algunas de esas circunstancias de peso que conducen hasta el din- tel de la verdad, y que tal vez pueden dar una certidumbre... Y le refiere que ha ofdo a Casjo narrar, entre suefios, sus amores ocultos con Desdémona... y le agrega que ha visto en su poder el pafiuelo famoso... éPanaz qué m4s? “jOh! si la miserable tuviera mil vidas! No basta una sola para satisfacer mi venganza!, jEs cierto, s{! jArrojo ala faz del cielo mi amor insensato! Siniestra vdnganza, sal de tu hérrida cayerna! Salga mi amor del corazén en que reinaba y entregue su corona a la tirania del odio! ,Hinchese mi- pecho, en que se agitan mil 4spides!” Yago simula quererle aplacar. “San- gre, Yago, sangre!. El Moro no cambiaré nunca de opinién; como corren al mar. los rios, asi correran hacia la venganza sus ideas ‘sanguinarias, sin detenerse numca, sin volver atrés. Yago se ofrece a matar a Casio y le incita a perdonar a Ivesdémona: le habla de eso para asegurarse de que no la perdonard. z¥ las pruebas? El celoso de imaginacién no piensa en ellas; estos celos mada fienen que ver con la fidelidad de la celada, sino con el temperamento del celador. Ante la inocencia de la esposa, cree en una refinada disimuladién; en vez de calmarse, se irrita. Y Yago, después de insistir sobre la intriga del pafiuelo, osa decir a Otelo que Casio ha contado... ;qué?... que habia... se6mo?... yacido... gdénde?... jen el lecho! con ella?... isobre ella!... Y el Moro cruje de furor: su imaginacién se ‘ré- presenta, una a una, todas las familiaridades que pudieron pasar entre los culpables, entre sus manos,’entre sus bocas, entre sus cuerpos anudados én la voluptuosidad. Ya mo quiere pruebas, exi- Be confesiones. Si. Confiesen antes, mueran después; mueran antes si no confiesan, después de muertos confesaran... La dama de compafifa le jura que su esposa es la m4s pura de Jas .mujeres; tiempo perdido; {qué otra cosa podria decirle una ustuta celes- tina, una ramera sutil, cofre que custodia 108 mas reputsiv, Line yesdémona Ie implora de binojos y Te jura que og esposa fidelisima; 61 la_rechaza, Ja veja, la bpd la_cubre de spon cos calificativos. No quiere saber la verdad; necesita que {| vonfirmen su temor, que le confiesan 10 que no es cierto. gy gj contrmentesaran? Tampoco Yo creeria. Seguirfa dudando. Su ima. sone sonrcecsitaria dudar, siempre, indetinidamente, porque Otely ama todavia, porque nunca ha amado mds que en el momento de odiar. se. Rehagamos su historia sentimental antes de asistir al desen. lace. Justo fué que Otelo se enamorase violentamente; debié mj. rar como una ventura inesperada el que uma dama gentil como Desdémona legara a amarle, después de haberle admirado. Hom. bre sencillo, sin experiencia amorosa, esa primera pasién carecia de los frenos naturales que en cada individuo organizan las pa. Siones precedentes; de tierras célidas habia venido a un medio social refinado, sabiendo que el color de su tez y las maneras simples de su educacién no serfan eficaces ganziias para abrir co. vazones. El amor de wna blanca debié parecerle una quimera inal- canzable; y si dudara de ello, probéraselo la indignaciém de Bra. bancio ante el Senado. Su sangre mauritana y su imexperiencia le hacian incapaz de amor-sentimiento; sum4banse para que sufrie- se un amor-pasién, més hondo por ser primero y tardfo. Logradg su objeto con el rapto y el matrimonio, 'no habfa mediado entre él y su amada ese intimo conocimiento que asegura la estabilidad del amor; lo que nace de pronto y a flor de tierra, aumque sea frondoso, suele durar muy poco por falta de raices. La misma in- dependencia con que Desdémona engafié a su padre, debid con- vertirse en motivo de recelo en.el momento oportuno; esa fué, en verdad, su culpa unica, justificada por su mucho amor. Habrian podido ser felices si’ no estuviera a su lado el florentino perverso, Yago, hombre de mundo, facil de palabra, conocedor del corazén humano y simulador habilistmo. Tenfa agravios que vengar: por qué el Moro no le habia nombrado su lugarteniente? ,Bra verdad que siendo él su alférez, habia Otelo violado su lecho conyugal?... Otelo es un hombre incompleto. Al revés de Hamlet, en quien la raz6n excesiva no esta equilibrada por una firme voluntad, Otelo se ha ejercitado en ciertas fases de la vida prdctica, descuidando las sutilezas del razonamiento. Sébrale a cada uno lo que al otro le falta. El principe loco razona, demasiavio, se enreda en su propio exceso de critica, yerra con abundancia de légica. El celoso moro tiene un alma infantil, es crédulo como un primitivo, no hace distingos, acepta las sugestiones extrafias sin asomo :e re- flexién. Es supersticioso, ademas. En su tiempo muchos cre n en ja magia y en los encantamientos; €1 daba un significado p. ‘tiou- jar a aquel pafiuelo que recibiera su madre de una bruja egip. cia, tejido con misteriosos hilos por alguna Sibija en trance ae proféticos furores; no dudaba que su madre habfa sido feliz por- que lo conservé hasta la muerte y debié temblar el dia que Des- aémona lo dejé pasar a manos éxtrafias. Este 4nimo simple impi- ‘iéle comprender que Yago tenia motivos para odiar a Casio, a €l mismo; ¢la oficiosidad del hipécrita no debis Ppomerle en sos- pechas? Sin olvidar que Yago es perfecto en su género, fAcil- mente se advierte que Otélo se entrega sin resistencias. La que ‘pudiera oponerle se disipa cuando creé que se jacta y rie de Des- ‘lémona el propio Casio, y cuando ve en manos de su barragana cl pafiuelo fatidico. El momento es terrible; tiene impetus de

También podría gustarte