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Colegio Sagrados Corazones

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BLOQUE 8- PERVIVENCIAS Y
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX:
UN DESARROLLO INSUFICIENTE.
8.1. IDENTIFICA LOS FACTORES DEL LENTO CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
ESPAÑOL EN EL SIGLO XIX

El crecimiento la población durante el siglo XIX es común a toda Europa, debido a la


Revolución Industrial. En el caso de España, ese crecimiento fue menor. La población
española pasó de tener 10,5 millones de habitantes en 1797 a 18,5 millones en 1900. Es
decir, en un siglo creció un 80%. El ritmo fue lento hasta 1820, se aceleró a partir de esa
década hasta 1860 y se frenó desde entonces. En comparación con otros países de
nuestro entorno, fue un crecimiento moderado, debido sobre todo a la mayor
mortalidad y al retraso en la modernización económica.

Los factores son variados dentro de lo que son la mortalidad, la natalidad, el crecimiento
vegetativo y las migraciones.

La mortalidad era la más elevada de Europa occidental (superada por Rusia, pero eso
es Europa oriental): en 1900 era aún del 27 %o (por mil), mientras que en los países más
desarrollados rondaba el 18-19% (por mil). En consecuencia, la esperanza de vida al
nacer era muy reducida: 29 años en 1860 y 35 años hacia 1900.

Esta elevada mortalidad se explica por el atraso económico y social. Los factores
principales para la mortalidad fueron: pésimas condiciones sanitarias, crisis
alimentarias o «hambrunas» (una docena durante todo el siglo) y la elevada mortalidad
infantil (niños que mueren antes de cumplir un año por causas naturales), debida a
secuelas de embarazo y parto, ausencia de vacunas y enfermedades contagiosas
(tosferina, viruela, sarampión, tifus o tuberculosis). Las epidemias de fiebre amarilla o de
cólera azotaron a la población española del XIX en oleadas devastadoras. Otras
enfermedades eran endémicas: tuberculosis, difteria, viruela y escarlatina. Apenas había
remedios para luchar contra ellas al desconocerse su origen.

La natalidad se mantuvo alta durante todo el siglo y en 1900 aún estaba entorno al
35%o, muy por encima de las tasas de los países de Europa occidental: Francia, el 21
%o, o el Reino Unido, el 29%o. Estas elevadas tasas de natalidad eran debidas a dos
factores: la pobreza del campo español y a la ignorancia sobre métodos
contraceptivos.

La tasa de crecimiento vegetativo (diferencia entre natalidad y mortalidad) era muy


baja: solo del 8%o en 1900, cuando en otros países europeos oscilaba entre el 10 y el
14%o.

Sofía Vélez Guinea, 2ºBACHILLER SAGRADOS


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Todo ello definía un modelo demográfico típico del Antiguo Régimen (natalidad y
mortalidad elevadas) que solo empezó a cambiar en el último tercio del siglo,
especialmente tras la epidemia de cólera de 1885. Las tasas de natalidad y mortalidad
empezaron a reducirse, pero la mitad de las provincias españolas aún tenían una
natalidad alta (34 a 42 %) y una mortalidad muy elevada (29 a 37%o). Solo Cataluña
había iniciado su transición demográfica antes y la culminó en las primeras décadas
del siglo XX.

Las migraciones y la urbanización fueron otros elementos de ese crecimiento.


Entre 1882 y 1899 emigró un millón de españoles, a razón de una media de 61.000 por
año; el ritmo se aceleró en las dos primeras décadas del siglo XX. Las leyes migratorias
cambiaron durante el siglo XIX. Estuvo prohibido emigrar hasta 1853 (aunque ya
sabemos que hubo exiliados en distintas oleadas), pues la población se consideraba un
recurso del país, cuya disminución afectaría a su poder militar (soldados) y a su
economía (trabajadores). Ese año (1853) se autorizó a canarios y peninsulares a marchar
a América, especialmente a Argentina, Brasil, México y Venezuela.

La Constitución de 1869 reconoció el derecho a emigrar, lo que aumentó el traslado


de población española hacia América Latina. Las regiones con más emigrantes fueron
Galicia (en Argentina a los españoles les llaman “gallegos”), Canarias, Andalucía y la
Comunidad Valenciana. La primera ley que regulaba la emigración fue aprobada en 1907.
También hubo «emigraciones» políticas o exilios, que afectaron a más de 200.000
personas. Hubo exilios de afrancesados, liberales, carlistas o republicanos en 1814. 1823.
1839. 1843. 1868 1873 v 1876.

Respecto a la urbanización, el éxodo rural se aceleró en la segunda mitad del siglo XIX.
Los campesinos abandonaron sus pueblos, donde el nivel de vida era miserable, y se
trasladaron a localidades mayores, fundamentalmente del litoral mediterráneo. Las
zonas mediterránea y suratlántica pasaron del 39,5 % del total de la población española a
principios del XIX al 45 % en 1900 (zona de concentración de la población). Por el
contrario, la zona centro perdió población, excepto Madrid, que pasó de representar el
2% de la población española en 1787 al 4,2% en 1900.

Este éxodo potenció la urbanización, aunque lentamente, pues en 1900 solo Madrid y
Barcelona tenían más de 500.000 habitantes, cuando en Europa había 25 ciudades con
esa población y siete superaban el millón. Solo el 9 % de la población podía considerarse
población plenamente urbana. España era un país rural, a excepción de Cataluña,
donde la industrialización en Barcelona había permitido una concentración urbana
notable. Las ciudades destacadas se situaban en la periferia peninsular. Valencia.
Sevilla, Cádiz, Málaga, Vigo, La Coruña, Oviedo, Santander o Bilbao (zonas de la costa
principalmente; hoy en día en España se mantiene prácticamente igual esta distribución
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entorno a la costa y con Madrid y Barcelona como principales
núcleos de población). La excepción era Madrid, capital del Estado y centro de la
administración.

8.2. DESCRIBE LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA TEXTIL CATALANA, LA


SIDERURGIA Y LA MINERÍA A LO LARGO DEL SIGLO XIX

El algodón y el hierro fueron los dos sectores que iniciaron la industrialización en España.
El textil y la siderurgia, como en el resto de Europa, fueron sectores dinámicos en la
naciente industria. El camino hacia la industrialización fue iniciado por el sector textil,
principalmente el algodón. A pesar de la escasez de carbón como fuente de energía y la
reducida demanda por la escasa capacidad adquisitiva de la población, surgieron, en
ciertas zonas, fábricas de tejidos de algodón.

Industria textil catalana

Cataluña fue el centro de esta actividad textil por la abundancia de mano de obra, la
mentalidad empresarial y la política proteccionista, que alejó durante buena parte del siglo
la competencia de los productos textiles ingleses.
El resultado de ese proteccionismo (retomado en 1891) supuso la parálisis del
comercio y de toda mejora de la actividad productiva (porque no llegaba nada del exterior,
tampoco conocimientos), ya que la ausencia de competencia desincentivó la innovación y
la introducción de tecnología en el sistema de producción.

La evolución de la industria textil catalana estuvo marcada por el contexto histórico


español. El desarrollo industrial catalán se basó en la introducción a principios del siglo
XIX de máquinas movidas por ruedas hidráulicas o máquinas de vapor (esta maquina
supuso el nacimiento de la Revolución Industrial en Reino Unido). Hubo una progresiva
mecanización del textil, pero nada comparable con los niveles de la industria británica.
Tras la parálisis producida por la guerra de la independencia y la pérdida de las colonias,
se recuperó la fabricación de hilados en la década de los años treinta. La etapa 1830-
1855 fue de expansión. Le siguió una recesión debida a la desviación de capital hacia
otras inversiones (ferrocarril, minas, banca...) y al impacto de la guerra de secesión en
Estados Unidos, el mayor productor de algodón.

A partir de la libertad de comercio de 1869 (recordad que el proteccionismo se retomó en


1891) se produjo un periodo de recuperación, favorecida por el reforzamiento del
monopolio mercantil con Cuba y Puerto Rico. Por el contrario, la independencia de estas
islas en 1898 tuvo efectos demoledores sobre esta industria.

Entre las industrias textiles hay que destacar:

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- INDUSTRIA LANERA: se ubicó en Tarrasa y Sabadell, donde
se concentraban a finales de siglo el 40 % de las máquinas de hilar lana y el 50%
de los telares mecánicos de toda España. Los centros tradicionales de Béjar,
Palencia, Antequera o Alcoy se mantuvieron al especializarse (mantas, bayetas,
capotes militares...).
- INDUSTRIA SEDERA: tenía una larga tradición en Valencia, Murcia y Granada,
pero entró en crisis desde comienzos del siglo XIX, por diversos motivos. A finales
de siglo, los centros sederos se trasladaron a Cataluña.
- INDUSTRIA DEL LINO: lino, centrada en Galicia, no supo adaptarse a las nuevas
técnicas y acabó por extinguirse en el siglo XIX.

MINERÍA Y SIDERURGIA

La siderurgia española estuvo muy supeditada a la explotación minera de sus materias


primas: mineral de hierro y carbón. España posee gran riqueza mineral, pero durante el
siglo XIX, solo se explotaron los yacimientos cercanos a los puertos (Vizcaya,
Cantabria o Málaga), mientras que las minas del interior apenas fueron trabajadas.

La minería estuvo estancada durante casi todo el siglo por la escasa demanda, el atraso
económico, la falta de capitales y de tecnología y la intervención del Estado, que frenaba
la inversión extranjera. La Ley de Bases sobre Minas de 1868 y otras de carácter
librecambista (lo contrario del proteccionismo) favorecieron la minería a la vez que
crecía la demanda por la construcción ferroviaria, la arquitectura del hierro y la
mecanización de los procesos industriales. Esa expansión se apoyó en la inversión
extranjera y la llamada «desamortización» del subsuelo, es decir, la venta de minas a
manos privadas. Por ello, a partir de 1871 se fundaron más de 20 empresas británicas
para explotar el hierro vizcaíno (minas de Somorrostro, cuyo carbón era mandado a
Inglaterra, y el barco de vuelta venía con carbón de Gales), cántabro y andaluz.

En el caso de Bilbao, hay que mencionar el nombre del club de futbol Athletic Club,
nombre inglés, fundado en 1898, con entrenadores ingleses los primeros años. La
industrialización vizcaína fue financiada desde dentro por la burguesía vizcaína con la
creación de los bancos de Bilbao y de Vizcaya (bancos con objetivo industrial).
La industria principal era la siderurgia: en la empresa Santa Ana de Bolueta se construyó
en 1848 el primer alto horno y dos más en 1860. Otra empresa emblemática fue la de la
familia Ybarra (fundadores del Banco Bilbao), creada en 1827. Esta industria conoció una
gran expansión a partir de 1871, con la creación de varias empresas, como la sociedad
Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero, origen de los Altos Hornos de Vizcaya. La
industrialización en el País Vasco es una industrialización endógena, por la financiación
interna de la burguesía vizcaína a través de los bancos de Bilbao y banco de Vizcaya.

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El hierro representaba el 60 % de las explotaciones mineras,
seguido de lejos por el plomo, el cobre y el mercurio. España era a finales de siglo el
principal exportador de hierro de Europa, mientras que su producción siderúrgica
era de las más bajas, síntoma claro de una economía tecnológicamente atrasada y
dependiente de los mercados exteriores.

El atraso relativo de la siderurgia se explica por la libertad de importación que


estableció la ley de ferrocarriles de 1855 (hecha por los progresistas en el Bienio 1854-
1856), la reducida demanda interna, del atraso técnico y la escasez de carbón, que se
importaba.

8.3. COMPARA LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL ESPAÑOLA CON LA DE LOS PAÍSES


MÁS AVANZADOS DE EUROPA.

La revolución industrial en España se inició con retraso respecto a otros países


europeos, como el Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos o Alemania. Si situamos
el comienzo de la primera revolución industrial en el periodo 1760-1780, y se considera
que en España llegó en las décadas 1830-1840, estamos hablando de un retraso de 70
a 80 años. Algunos historiadores, incluso, consideran que la verdadera revolución
industrial en España se inició en el siglo XX.

Las causas fueron varias. Un factor importante es que en Europa occidental los motores
del proceso industrial fueron la siderurgia y la industria textil. En este caso, España estaba
en desventaja, ya que el algodón era insuficiente y el carbón disponible escaso y de
mala calidad. Su extracción era costosa. España disponía de yacimientos de hierro que
se explotaban en el norte, en Vizcaya, y este mineral se exportaba al Reino Unido a
cambio del carbón galés que llegaba al puerto de Bilbao.
Otras causas y limitaciones fueron:
• A pesar de los logros de la industria española en este primer tercio del siglo XX, la
industrialización no logró superar su retraso y converger hacia los niveles de la
Europa industrial
• El desarrollo de las nuevas industrias características de la segunda revolución
industrial (industria eléctrica, química, siderúrgica; esta industrialización llegó muy
tarde a España) fue mucho menor que en otros países del continente.
• Las infraestructuras de transportes eran deficientes, influidas por el accidentado
relieve español.
• Las empresas españolas, en general, mantuvieron un tamaño relativamente
pequeño y una escasa competitividad. Orientaron su producción al mercado
interior, prácticamente reservado gracias a un elevado proteccionismo arancelario,
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y renunciaron a competir en el mercado exterior. A esto hay que
añadir escasa iniciativa emprendedora de la burguesía del país en el sector
industrial.

• El elevado proteccionismo redujo a mínimos las inversiones en la renovación


tecnológica del equipamiento industrial. Esta fue además una de las razones del
continuado descenso de la productividad del trabajo industrial durante este periodo.
• Desventaja energética y de materias primas (como ya hemos comentado con la
insuficiencia del algodón y carbón).
• Baja demanda de productos industriales por el atraso económico. Había una
reducida capacidad de compra de la población, por lo que no existía un mercado
interior.
• Control extranjero de los sectores con más posibilidades (caso de Vizcaya-
ingleses). La escasez de capitales propios hizo que gran parte de las inversiones
en la industria española y en el ferrocarril las realizaran empresarios extranjeros.
• Tendencia de la burguesía nacional a comprar tierras, a vivir de las rentas y a
cobrar intereses de deuda pública.
• Progresiva pérdida de los territorios coloniales, iniciada en 1810-1825, y finalizada
en 1898. Estos territorios eran importantes abastecedores de materias primas y
mercados para los productos elaborados en la península.
• Inestabilidad política interior que se extendió a lo largo de todo el siglo XIX:
Guerras en el interior (Independencia, carlistas), en el exterior (coloniales en
América, África), pronunciamientos, cambios de gobierno, de constituciones, de
reyes, de sistema político.

Sofía Vélez Guinea, 2ºBACHILLER SAGRADOS


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