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T ra d u c c ió n d e H oracio P ons

¿A
Pierre Bourdieu y
vCí^&-:^'Kí' ■ v < * ^ ^ íA . Accardo, G. Balazs, S. Beaud,
E. Boikdieu, P. Bourgois. S. Broccolichi,
P. Champagne, R. Christin, J.-P. Faguer.
S. Garda, B, Lenoir, F. CEuvrard, M. Pialoux,
'^
•. r,.L- .Pinto-,-A. Sayad, C. Soulié, L. Wacquant

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Primera edición en francés, 1993
Primera edición en español (abreviada), 1999
Cuarta reimpresión, 2010
Pierre Bourdieu
Bourdieu, Pierre
La miseria del mundo. - la ed. 4a reimp. -Buenos Aires :
Fondo de Cultura Econòmica, 2010.
566 p. ; 24x17 cm. Al lector
ISBN 978-950-557-270-0 Entregamos aquí los testimonios que nos dieron hombres y mujeres en relación con sus
existencias y la dificultad de vivir. Los organizamos y presentamos con vistas a
1. Sociologia. I. Titulo
CDD 303.4 conseguir que el lector les dirija una mirada tan comprensiva como la que nos
imponen y nos permiten otorgarles las exigencias del método científico. Por eso
esperamos que tenga a bien seguir el rumbo propuesto; esto, aun cuando compren­
demos que, al ver en los diferentes “estudios de casos” una suerte de pequeños relatos,
algunos prefieren leerlos al azar y deciden ignorar los previos planteos m etodoló­

Título original: La misère du monde gicos o los análisis teóricos que, en nuestra opinión, son sin embargo completamente
© Éditions du Seuil, 1993 indispensables para una justa comprensión de las entrevistas.1
ISBN de la edición original 2-02-019674-3
¿Cómo no experimentar, efectivamente, un sentimiento de inquietud en el
Coordinación editorial: Gladys Rosemberg momento de hacer públicas ciertas palabras privadas, confidencias recogidas en un
Diseño de tapa e interior: Marina Rainis / Valeria Torres vínculo de confianza que sólo puede establecerse en la relación entre dos personas?

D. R. © 1999, F ondo de C u ltu ra Económ ica de A rge n tina S. A. Es indudable que todos nuestros interlocutores aceptaron dejar en nuestras manos el
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires uso que se hiciera de sus dichos. Pero ningún contrato está tan cargado de exigencias
fondo@fce.conî.ar / www.fce.com.ar
tácitas como un contrato de confianza. En primer lugar, por lo tanto, debíamos tratar de
Carretera Picacho Ajusco 227; 14738 Mexico D. F.
proteger a quienes se habían confiado a nosotros (en especial, cambiando a menudo
datos tales como los nombres de lugares o personas que pudieran servir para
ISBN: 978-950-557-270-0
identificarlos); pero también, y sobre todo, era preciso que intentáramos ponerlos al
Comentarios y sugerencias: abrigo de los peligros a los que expondríamos sus palabras si los abandonáram os,
editorial@fce.com.ar sin protección, a las tergiversaciones del sentido.

Fotocopiar libros está penado por la ley. “No lamentar, no reír, no detestar, sino comprender.” De nada serviría que el
sociólogo hiciese suyo el precepto spinoziano si no fuera también capaz de brindar
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio
los medios de respetarlo. Ahora bien, ¿cómo facilitar los medios de comprender, es
de impresión o digital, en forma idéntica, extractada o
modificada, en español o en cualquier otro idioma, sin la decir, de tomar a la gente como es, sino ofreciendo los instrumentos necesarios para
autorización expresa de la editorial aprehenderla como necesaria, para necesitarla, al relacionarla metódicamente con
las causas y las razones que tiene para ser lo que es? ¿Pero cómo explicar sin “sujetar

Impreso en A rg e n tin a -Pr/nted în A rc e k tiin a i._____________


Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Trasladamos al final de la obra (p. 527) la exposición detallada de los presupuestos epistemológicos de
las operaciones de encuesta, transcripción y análisis de las entrevistas.
El espacio de los puntos de vista
Pierre Bourdieu
con alfileres”?¿Cómo evitar, por ejemplo, dar a la transcripción de la entrevista, con su
preámbulo analítico, el aspecto de un protocolo de caso clínico precedido por un
diagnóstico clasificatorio? La intervención del analista es tan difícil como necesaria:
debe, a la vez, manifestarse sin el menor disim ulo y esforzarse sin cesar por hacerse
olvidar. Así, el orden en que están distribuidos los casos analizados apunta a acercar
en el momento de lectura a personas cuyos puntos de vista, completamente diferen­
tes, pueden verse confrontados, e incluso enfrentados, en la existencia; también
permite hacer manifiesta la representatividad del caso directamente analizado, una
profesora o un pequeño comerciante, al agrupar alrededor de él “casos” que son algo
ara comprender qué sucede en lugares que, como las “urbanizaciones” Icitéd* o los "con­
así como sus variantes. En la transcripción de la entrevista misma, que somete el dis­
curso oral a una transformación decisiva, el título y los subtítulos (siempre tomados de
las palabras del entrevistado), y sobre todo el texto que anteponemos al diálogo, tienen
P juntos urbanísticos", y también muchos establecimientos escolares, reúnen a personas a las
que todo separa, obligándolas a cohabitar, sea en la ignorancia o la incomprensión mutua,
sea en el conflicto, latente o declarado, con todos los sufrimientos que resultan de ello, no basta con
explicar cada uno de los puntos de vista captados por separado. También hay que confrontarlos
la misión de dirigirla mirada del lector hacia los rasgos pertinentes que la percepción
como ocurre en la realidad, no para relatívizarlos dejando actuar hasta el infinito el juego de las
distraída y desarmada dejaría escapar. Su función es recordar las condiciones sociales imágenes cruzadas sino, muy por el contrario, para poner de manifiesto, por el mero efecto de la
y los condicionamientos de los que es producto el autor del discurso, su trayectoria, su yuxtaposición, lo que resulta del enfrentamiento de visiones del m undo diferentes o antagónicas:
formación, sus experiencias profesionales, todo lo que se disimula y se revela a la vez es decir, en ciertos casos, lo trágico que nace de la contraposición, sin posibilidad de concesión ni
compromiso, de puntos de vista incompatibles, por estar igualmente fundados como razón social.
en el discurso transcripto, pero también en la pronunciación y la entonación, borradas
Si bien las entrevistas se concibieron y construyeron como conjuntos autosuficientes que
por la transcripción, así como en el lenguaje del cuerpo -gestos, postura, mímicas, pueden leerse en forma aislada -y en cualquier orden-, se las distribuyó de manera que las perso­
miradas-y de igual modo en los silencios, los sobreentendidos y los lapsus. nas pertenecientes a categorías con posibilidades de reunirse e incluso confrontarse en el espacio
Pero el analista sólo puede esperar que sus intervenciones más inevitables sean físico (como los conserjes de las hlm** y los habitantes, adultos o adolescentes, obreros, artesanos
o comerciantes, de ese tipo de residencias), también se juntaran en la lectura. Con ello esperamos
aceptables al precio del trabajo de escritura que es indispensable para conciliar
producir dos efectos: poner en evidencia que los llamados lugares “difíciles” (como lo son hoy la
propósitos doblemente contradictorios: transmitir todos los elementos necesarios “urbanización" o la escuela) son antes que nada difíciles de describiry pensar; y que las imágenes
para el análisis objetivo de la ubicación de la persona interrogada y la comprensión de simplistas y unilaterales (en especial las vehiculizadas por la prensa) deben ser reemplazadas por
sus tomas de posición, sin establecer con respecto a ella una distancia objetivante que una representación compleja y m últiple, fundada en la expresión de las mismas realidades en
discursos diferentes, a veces inconciliables, y a la manera de novelistas como Faulkner, Joyce o
la reduzca al estado de curiosidad entomológica; adoptar un punto de vista lo más'
Virginia W oolf, abandonar el punto de vista único, central, dominante -en síntesis, casi divino- en
próximo posible al suyo sin proyectarse indebidamente, pese a ello, en ese alter ego
el que se sitúa gustoso el observador-y también su lector (al menos, mientras no se sienta involu-
que siempre es, quiérase o no, un objeto, para constituirse abusivamente en el sujeto crado)-en beneficio de la pluralidad de puntos de vista coexistentes y a veces directamente rivales.1
de su visión del mundo. Y nunca tendrá éxito en su empresa de objetivación partici­
Complejos habitacionales constituidos por monoblocks, situados, por lo general, <¡n las afueras de las ciudades, donde suele
pante si no logra dar las apariencias de la evidencia y lo natural, e incluso del someti­ agruparse una población de bajos recursos (n. del c.).
miento ingenuo a lo dado, a determinadas construcciones íntegramente habitadas
por su reflexión crítica. * Habitatian á ¡oyer modére Viviendas de Alquiler Moderado: viviendas económicas para personas de escasos recursos, de
cuyo alquiler se hace cargo, parcial o totalmente, el Estado francés (n. de1 t.).
Z.____________
También podría invocarse el modelo de £>0« Quijote que, en especial cuando da nombres diferentes a los mismos personajes,
explicados por justificaciones etimológicas diversas, o cuando actúa sobre los niveles de lenguaje, intenta restituir la
‘multivalencia que tienen las palabras paro las diferentes personas" y, al mismo tiempo, la pluralidad de perspectivas que hacen
la complejidad y ambigüedad de la existencia humana (cf. L. Spitzer, LmguisticPerspectivism in tbe ‘Don Quijote", Linguistics
and Literary Histcry: Essays tu Linguistics, Princecon, Princecon Universicy Press, 1948, pp. 41-85 [traducción castellana:
Lingüistica e historia literaria, Madrid, Gredos, 1982]).
El espado de los punios de vista

Este perspectivismo no tiene nada de un relativismo subjetivista que conduzca a una forma de
cinismo o nihilismo. Se funda en la realidad misma del mundo social y contribuye a explicar una gran La rue des Jonquilles
parte de lo que sucede en ese mundo y, en particular, muchos de los sufrimientos originados en la
colisión de los intereses, disposiciones y estilos de vida diferentes que favorece la cohabitación,
especialmente en el lugar de residencia o trabajo, de personas que difieren en todas esas relaciones.
Pierre Bourdieu
Es dentro de cada uno de los grupos permanentes (vecinos de barrio o edificio, compañeros de
oficina, etcétera), horizonte vivido de todas las experiencias, donde se perciben y viven, con todos
los errores Cde objetivo, en particular) resultantes del efecto de pantalla, las oposiciones, sobre todo
en materia de estilo de vida, que separan a clases, etnias o generaciones diferentes. Aun cuando a
veces se encuentren personas cuya trayectoria, lo mismo que su posición, las inclina a una visión
desgarrada y dividida en sí misma (pienso en la comerciante de artículos deportivos de una
urbanización “difícil" que se siente autorizada a defenderse con vigor de las agresiones de los jóvenes,

E
ste conjunto de viviendas heteróelitas, el baño, estas viviendas se componen de un
al mismo tiempo que los mira de manera comprensiva), el efecto de la confrontación directa de las en principio designado con una sigla departamento de tres ambientes al que se llega
diferencias consiste en favorecer la lucidez interesada y pardal de la polémica (es el caso, por burocrática, zup* luego rebautizado “Val por una escalera muy empinada, de cemento
ejemplo, de cierta inmigrante española que invoca la diferencia entre las estructuras de las familias Saint Martin", uno de esos eufemismos mediante desnudo, como puede verse en la casa del señor
europeas, que combinan un escaso índice de fecundidad y, a menudo, una fuerte disciplina de vida, los cuales los responsables de las “operaciones” Amezziane, en la que no se hizo ninguna modi­
y las familias magrebíes, muy prolíficas y condenadas con frecuencia a la anomia por la crisis de de dsq** pretenden “cambiar la imagen" de los ficación salvo algunas arpilleras a modo de
la autoridad paterna resultante de su condición de exiliado, mal adaptado y a veces colocado bajo vecindarios que deben renovarse, es, como sus felpudo.
la dependencia de sus propios hijos). pobladores, la huella visible que las sucesivas Excepto a la hora de salida de las escuelas,
No hay experiencia de la posición ocupada en el macrocosmos social que no esté determinada políticas industriales dejaron, como sedimentos, cuando se transforma en zona de juego de los
o, al menos no sea modificada, por el efecto directamente experimentado de las interacciones en las antiguas tierras agrícolas que se extienden niños, la rué des Jonquilles, tal vez porque no
sociales dentro de esos microcosmos sociales: oficina, taller, pequeña empresa, vecindario y tam­ al pie del monte Saint Martin y su iglesia romana. tiene nada de lo que comúnmente anima el
bién familia extensa. El contrabajo, de Patrick Süskind, brinda una imagen particularmente lograda Tras la demolición a principios de los años espacio urbano -carnicerías, panaderías, alma­
de la experiencia dolorosa que pueden tener del m undo social aquellos que, como el contrabajista noventa de la torre de 14 pisos, ya no queda hoy cenes, cafés, puestos de diarios o tabaquerías-,
dentro de la orquesta, ocupan una posición inferior y oscura en el seno de un universo prestigioso más que una hilera de casitas gemelas en régi­ está casi siempre vacía y evoca naturalmente la
y privilegiado, experiencia tanto más dolorosa, sin duda, a causa de que este universo, en el cual men de “acceso a la propiedad”, ocupadas por palabra “desierto” que la gente de la región
participan apenas lo suficiente para sentir su descenso relativo, está situado más arriba en el espa­ familias de obreros calificados, jefes de cuadrilla emplea con frecuencia para designar lo que han
cio global. Esa miseria deposición, referida al punto de vista de quien la experimenta al encerrarse o capataces de la industria metalúrgica, a menu­ hecho de su comarca desde el cierre de las
sn los límites del microcosmos, está destinada a parecer, como suele decirse, “completamente do originarios del extranjero -de Argelia, en espe­ fábricas y la demolición de ios edificios, que
relativa”, esto es, completamente irreal, si, al asumir el punto de vista del macrocosmos, se la compara cial- de los que cerca de la mitad están desocupa­ dejaron un inmenso vacío, y no únicamente en el
:on la gran miseria de condición; referencia cotidianamente utilizada con fines de condena (“No dos o en condición de prejubilados, como conse­ paisaje.
:ienes que quejarte”) o consuelo (“Sabes que hay quienes están m ucho peor")- Empero, instituir la cuencia de las diferentes “reestructuraciones” de Los habitantes de la rué des Jonquilles son
gran miseria como medida exclusiva de todas las demás significa prohibirse percibir y comprender la industria siderúrgica. algo así como los sobrevivientes de un inmenso
:oda una parte de los sufrimientos característicos de un orden social que, sin duda, hizo que aquélla El señor Leblond y el señor Amezziane desastre colectivo, y (o saben. Lo que desapare­
retrocediera (de todas formas, menos de lo que suele decirse) pero que, al diferenciarse, también viven a uno y otro lado de la rué des Jonquilles, ció con las fábricas fue su razón de ser: ingresa­
multiplicó los espacios sociales (campos y subcampos especializados) que brindaron las condicio­ una amplia avenida sin árboles, bordeada por ban en ellas con toda naturalidad -a menudo
nes favorables para un desarrollo sin precedentes de todas las formas de la pequeña miseria. Y no casitas con un minúsculo jardín (cuatro metros muy pronto, desde los 14 años, una vez termina­
se daría una representación justa de un mundo que, como el cosmos social, tiene la particularidad cuadrados), cercado por una pequeña pared y a da la escuela primaria y sin solución de continui­
ie producir innumerables representaciones de sí mismo, si no se hiciera lugar en el espacio de los menudo tapizado de papeles, juguetes rotos y dad con sus padres- y también con toda natura­
Duntos de vista a esas categorías muy especialmente expuestas a la pequeña miseria que son las utensilios abandonados: encima de un garaje, lidad destinaban a ellas a sus hijos. Mal que bien,
profesiones cuya m isión es ocuparse de la gran miseria o hablar de ella, con todas las distorsiones situado en la planta baja junto con el lavadero y también es su pasado, y todo el universo de las
igadas a la particularidad de su punto de vista.*
Zone à urbaniser en priorité. Zona de Urbanización Prioritaria (n. del t.).

Développement social des quartiers. Desarrollo Social de los Barrios (n. de! t.).
Post-scriptum
Pierre Bourdieu

l mundo político se cerró poco a poco sobre sí mismo, sobre sus rivalidades internas, sus

E
problemas y sus apuestas. Como los grandes tribunos, los políticos capaces de comprender
y expresar las expectativas y reivindicaciones de sus electores son cada vez más raros y
distan de situarse en el primer plano en sus formaciones. Los futuros dirigentes se designan en los
debates televisivos o los cónclaves de aparato. Los gobernantes están presos de un entorno
tranquilizador de jóvenes tecnócratas que a menudo ignoran prácticamente todo lo referente a la
vida cotidiana de sus conciudadanos, y a quienes nadie recuerda esa ignorancia. Los periodistas,
sometidos a las coacciones que hacen recaer sobre ellos las presiones o las censuras de los poderes
internos y extemos, y sobre todo la competencia -y por lo tanto la urgencia, que jamás favoreció
la reflexión—,a menudo proponen descripciones y análisis apresurados, y muchas veces impruden­
tes, de los más candentes problemas; y el efecto que producen, tanto en el universo intelectual como
en el político, es en ocasiones mucho más pernicioso, porque están en condiciones de beneficiarse
mutuamente y controlar la circulación de los discursos rivales, como los de la ciencia social. Quedan
los intelectuales, cuyo silencio es de lamentar. Ahora bien, hay algunos que no dejan de hablar, a
menudo “demasiado pronto", acerca de la inmigración, la política habitacional, las relaciones labora­
les, la burocracia, el mundo político, pero para decir cosas que no se quieren entender, y en su lengua­
je, que no se entiende. Nos gusta más, en definitiva, prestar oídos, por si acaso y no sin algún despre­
cio, a quienes hablan a tontas y a locas, sin preocuparse desmesuradamente por los efectos que pueden
producir palabras mal pensadas sobre cuestiones mal planteadas.
Y sin embargo están presentes todos los signos de codos los malestares que, por no encontrar
su expresión legítima en el mundo político, se reconocen a veces en los delirios de la xenofobia y el
racismo. Malestares inexpresadosy con frecuencia inexpresables, que las organizaciones políticas,
que para pensarlos sólo disponen de la categoría anticuada de lo “social”, no pueden ni percibir ni,
con mayor razón, asumir. No podrían hacerlo sino con la condición de ampliar la visión mezquina de
lo “político” que heredaron del pasado e inscribir en ella no sólo todas las reivindicaciones insos­
pechadas que los movimientos ecológicos, antirracistas o feministas Centre otros) llevaron a la plaza
pública, sino también todas las expectativas y esperanzas difusas que, por afectara menudo la idea
que la gente se hace de su identidad y su dignidad, parecen competer al orden de lo privado y, por
lo tanto, estar legítimamente excluidas de los debates políticos.
Una política realmente democrática debe darse los medios de escapar a la alternativa de la
arrogancia tecnocrática que pretende hacer la felicidad de los hombres pese a ellos, por una parte,
y, por otra, la dimisión demagógica que acepta, sin una mínima modificación, la sanción de la
demanda, ya se manifieste a través de las encuestas de mercado, las mediciones de audiencia o las co­
tas de popularidad. Los progresos de la “tecnología social”, en efecto, son tales que en cierto sentí-
Post-scriptum Post-scriptum

do se conoce demasiado bien la demanda aparente, actual o fácil de actualizar. Pero si la ciencia so­ eos y sociales de los innumerables atentados a la libertad de las personas, a su legítima aspiración
cial puede recordar los límites de una técnica que, como el sondeo, simple medio al servicio de todos a la felicidad y la autorreaJización, que plantean hoy no sólo las implacables coacciones del merca­
los fines posibles, amenaza con convertirse en el instrumento ciego de una forma racionalizada de do laboral o habitacional, sino también los veredictos del mercado escolar o las sanciones abiertas
demagogia, no puede combatir por sí sola la inclinación de los políticos a dar satisfacción a la deman­ o las agresiones insidiosas de la vida profesional. Para ello, hay que atravesar la pantalla de las
da superficial para asegurarse el éxito, haciendo de la política una forma apenas disfrazada de mar­ proyecciones a menudo absurdas, y a veces odiosas, detrás de las cuales el malestar o el sufrimiento
keting. se enmascaran tanto como se expresan.
Con frecuencia se comparó la política con la medicina. Y basta con releer la “Colección Hacer conscientes ciertos mecanismos que hacen dolorosa e incluso intolerable la vida no
hipocrática”, como lo hizo recientemente Emmanuel Terray, para descubrir que, igual que el significa neutralizarlos; sacar a la luz las contradicciones no significa resolverlas. Empero, por escépti­
médico, el político consecuente no puede conformarse con las informaciones proporcionadas por co que uno sea respecto de la eficacia social del mensaje sociológico, no es posible considerar nu­
el registro de declaraciones que, en más de un caso, son literalmente producidas por una lo el efecto que puede ejercer al permitir a quienes sufren descubrir la posibilidad de atribuir ese
interrogación inconsciente de sus efectos: “El registro ciego de los síntomas y las confidencias de sufrimiento a causas sociales y sentirse así disculpados; y al hacer conocer con amplitud el origen
los enfermos está al alcance de todo el mundo: si eso bastara para intervenir con eficacia, no habría social, colectivamente ocultado, de la desdicha en todas sus formas, incluidas las más íntimas y
necesidad de médicos’’.1 El médico debe consagrarse a descubrir las enfermedades no evidentes secretas.
{adela), es decir, precisamente aquellas que el practicante no puede “ver con sus ojos ni escuchar Comprobación que, pese a las apariencias, no tiene nada de desesperante: lo que el mundo so­
con sus oídos”: en efecto, las quejas de los pacientes son vagas e inciertas; las señales emitidas por cial ha hecho, el mundo social, armado de este saber, puede deshacerlo. Lo seguro, en todo caso, es
el cuerpo mismo son oscuras y sólo revelan su sentido muy lentamente, y a menudo a destiempo. que nada es menos inocente que el laisser-faire: si es verdad que la mayoría de los mecanismos
Así, pues, corresponde demandar al razonamiento (logismos) la revelación de las causas estructu­ económicos y sociales que están en el origen de los sufrimientos más crueles, en especial los que regu­
rales que las palabras y los signos aparentes no develan más que velándolas.2 lan el mercado laboral y el mercado escolar, son difíciles de frenar o modificar, lo cierto es que toda
Así, anticipándose a las lecciones de la epistemología moderna, la medicina griega afirmaba política que no aproveche plenamente las posibilidades, por reducidas que sean, que se ofrecen a
-de entrada la necesidad de construir el objeto de la ciencia medíante una ruptura con lo que la acción, y que la ciencia puede ayudar a descubrir, puede considerarse culpable de no asistencia
Durkheim llamaba “prenociones", es decir, las representaciones que los agentes sociales se hacen a una persona en peligro.
de su estado. Y así como la medicina naciente debía contar con la competencia desleal de los adi­ Y aunque su eficacia y por lo tanto su responsabilidad sean menores y, en todo caso, menos
vinos, los magos, los hechiceros, los charlatanes o los “fabricantes de hipótesis", la ciencia social se directas, sucede lo mismo con las filosofías hoy triunfantes que, a menudo en nombre de los usos
enfrenta hoy a todos aquellos que están seguros de interpretar los signos más visibles del males­ tiránicos que pudieron haberse hecho de la referencia a la ciencia y la razón, apuntan a invalidar
tar social, por ejemplo, el aspecto de un ridículo designado como “velo islámico”; a todos esos toda intervención de la razón científica en política: la ciencia no necesita en absoluto la alternativa 559
"semicapacitados” que, armados de su “buen sentido" y su pretensión, se precipitan a los diarios entre la desmesura totalizadora de un racionalismo dogmático y la dimisión de esteta de un irra-
y frente a las cámaras para decir qué ocurre con un mundo social que no tienen medio eficaz aigu- cionalismo nihilista; se contenta con las verdades parciales y provisionales que puede conquistar
no de conocer o comprender. contra la visión común y la doxa intelectual, y que son capaces de procurar los únicos medios
La verdadera medicina, siempre según la tradición hipocrática, comienza con el conocimien­ racionales de utilizar plenamente los márgenes de maniobra dejados a la libertad, es decir, a la ac­
to de las enfermedades invisibles, vale decir, de los hechos de los que el enfermo no habla, ya sea ción política.*
porque no tiene conciencia de ellos o porque olvida comunicarlos. Sucede lo mismo con una ciencia
social preocupada por conocer y comprender las verdaderas causas del malestar que sólo se expre­
sa a la luz del día a través de signos sociales difíciles de interpretar por ser, en apariencia, demasiado
evidentes. Pienso en los desencadenamientos de violencia gratuita en los estadios u otros lugares,
en los crímenes racistas o los éxitos electorales de los profetas de la desgracia, apurados por explo­
tar y amplificar las expresiones más primitivas del sufrimiento moral que, tanto como la miseria y
la “violencia inerte" de Jas estructuras económicas y sociales, y aún más que éstas, engendran to­
das las pequeñas miserias y violencias leves de la existencia cotidiana.
Para ir más allá de las manifestaciones evidentes, a propósito de las cuales llegan a las manos
quienes Platón llamaba doxósofos, “técnicos de la opinión que se creen eruditos”, eruditos aparen­
tes de la apariencia, hay que remontarse desde luego hasta los verdaderos determinantes económi-
r.________
E. Terray, la Politique dam la cavenle, París, Seuil, 1990, pp. 92-93-
2.___________
IbícJ.

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