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Título original: The Life of God in the Soul of Man or The Nature and

Excellency of the Christian Religion


Autor: Henry Scougal.
Traducción al español por Eduardo Fergusson y Alaín J. Torres
Hernández.
Revisión (inglés–español) por Alaín J. Torres Hernández y Jorge
A. Rodríguez Vega.
Revisión (uso del español) por Javier H. Martínez Pinto.
Lectura de Prueba por Luis J. Torrealba.
Diseño de portada por Jorge A. Rodríguez Vega.
Traducido y publicado con permisos por © Editorial Legado
Bautista Confesional (Santo Domingo – Ecuador, 2020).
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede
ser reproducida o copiada, ya sea de manera electrónica o
mecánica, incluyendo fotocopias, grabaciones, digitalización o
archivo de imágenes electrónicas, excepto cuando sean
autorizados por la editorial.
Traducción de Las Santas Escrituras: LA BIBLIA DE LAS
AMÉRICAS. Copyright © 1986, 1995, 1997. La Habra, CA:
Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica
Lockman; a menos que se indique otra versión.
ISBN: 978-9942-8860-3-3
Clasificación Decimal Dewey: 230
Cristianismo, Teología Cristiana.
Muestra Digital.
CONTENIDO

Para el lector juicioso e imparcial: Prólogo a la traducción


al español ...................................................................... 1
Prólogo a la edición modernizada en inglés ...................... 5
Prólogo del autor.............................................................. 12
1. El cristianismo es vida .................................................. 15
2. El cristianismo es vida divina ....................................... 23
3. La vida divina ejemplificada en Cristo ........................ 33
4. Los beneficios de la vida divina ................................... 45
5. Los beneficios de la vida divina: Continuación ........... 59
6. La vida divina y la promesa de victoria ....................... 69
7. La vida divina y la guerra contra el pecado ................. 77
8. La vida divina y la guerra contra el «yo» ..................... 87
9. La vida divina y la obediencia ..................................... 97
10. La vida y el amor divinos ......................................... 103
11. La vida divina y la caridad, pureza y humildad ...... 111
PARA EL LECTOR
JUICIOSO E IMPARCIAL

PRÓLOGO A LA TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL

Lo que hemos publicado hasta ahora son obras de los bautistas


particulares y de sus herederos, haciendo realidad parte de
nuestra visión como editorial. Sin embargo, otro de los
enfoques de nuestro trabajo es publicar escritos que fueron de
influencia para los bautistas particulares en sus días. Hay libros
que tuvieron un impacto profundo e influenciaron la manera
de pensar de su generación y, precisamente, este libro es uno
de ellos.
En este prólogo a la versión en español, deseo añadir algunos
detalles que serán beneficiosos para una comprensión de esta
traducción y su utilidad.
Hemos incluido el prólogo a una versión modernizada en
inglés, editada por el Dr. Jeffrey D. Johnson, quien
amablemente nos concedió su permiso expreso para traducirlo
y publicarlo aquí, donde encontrarás algunos datos relevantes
con respecto a este libro y su importancia.
El texto de llegada que utilizamos para esta traducción fue
un facsímil de la edición de 1735. También nos auxiliamos de
la mencionada modernización de la obra original, publicada en
el año 2017 por Free Grace Press, nuestra editorial hermana,
para la división de párrafos, la organización del contenido en
capítulos y subtítulos, y confirmar que la interpretación del

1
2 Prólogo a la traducción al español

texto antiguo fuera la correcta. Todo esto sin omitir nada de la


obra original, y con el propósito de hacer más fácil su
comprensión.
Esta obra es esencialmente una carta personal del autor a un
amigo entrañable que tiene el propósito de explicarle la gloria
de Cristo, y cómo Él constituye la hermosura y el propósito de
la vida espiritual.
Aunque de principio a fin esta carta está sumergida en el
delicioso aroma de un tratado teológico, es importante leerla
sabiendo que cumple el propósito específico de explicar la vida
cristiana ante los ojos de alguien que está anhelante por
conocerla. Como no es el propósito principal del autor, esto
significa que no hay un tratamiento lo suficientemente
detallado de la doctrina de la justificación; en su lugar, la obra
se traza la meta de ser una maravillosa explicación de la
santificación en el creyente.
La distinción entre la justificación y la santificación es
fundamental para un entendimiento apropiado de la salvación
y la vida cristiana. La justificación es una obra externa a
nosotros y de carácter legal ¾Dios nos declara justos en los
méritos de Cristo¾; la santificación es una obra interna y de
carácter personal ¾Dios nos hace santos en nuestras vidas a
través de la obra del Espíritu Santo¾. La justificación es una
obra que sucede una vez y para siempre, la santificación es una
obra constante y progresiva. La justificación es una obra
consumada; la santificación es una obra que solo terminará
cuando el Señor vuelva por segunda vez. Cuando se entiende
apropiadamente esta diferencia, no hay temor de que el lector
confunda el mensaje central de esta obra, que es la gloria de la
La vida de Dios en el alma del hombre 3

vida cristiana, con una justificación basada en obras meritorias.


El autor se enfoca en la necesidad de las obras como un medio
que refleja la imagen de Cristo en la vida de los creyentes, los
cuales han sido salvados solo por gracia, solo por medio de la
fe, en Cristo solamente.
Esta obra es una valiosísima herramienta para la lectura
devocional de todo creyente, así como para enseñar a nuevos
creyentes la esencia y propósito de la vida que ahora tienen en
Cristo. Por esta razón, la recomendamos para ser usada por la
iglesia local en su ministerio de enseñarle a los discípulos de
Cristo a guardar todas las cosas que Él nos ha mandado.
Por otro lado, este tratado puede ser visto como un ejemplo
bendito de la pasión por el evangelio y la verdadera forma de
mostrar amistad a otra persona. El autor demuestra su interés
verdadero por el bienestar del alma de este amigo.
Anhelamos que esta obra produzca entre nuestra gente de
habla hispana más del fruto espiritual que ha producido en
miles de cristianos a través de los años. Que al recordar en estas
líneas la naturaleza y el propósito de nuestra nueva vida en
Cristo, nuestra alma sea avivada por la vida de Dios.

Jorge A. Rodríguez Vega


Santo Domingo, Ecuador
29 de noviembre de 2020
PRÓLOGO A
LA EDICIÓN MODERNIZADA EN INGLÉS1

Todos necesitan leer este libro, ¡todos!


Todo cristiano necesita leer este libro. Tanto los santos
maduros como los creyentes recién convertidos se beneficiarán
grandemente del mismo. Bautistas, presbiterianos, metodistas
o cualquier otro grupo de cristianos, no encontrarán falla
alguna en sus páginas. Además de la Biblia, no conozco ningún
otro recurso que sea tan beneficioso para la Iglesia universal
como esta pequeña obra de Henry Scougal.
Todo no cristiano, desde el ateo hasta el buscador honesto,
necesita leer este libro. No importa qué religión las personas
digan creer, si quieren conocer el corazón del cristianismo, no
pueden hacer nada mejor que leer este libro.
Todo grupo demográfico necesita leer este libro. Esta obra tiene
algo de provecho para cada persona, sin importar su edad, sexo
o etnia. Los ancianos, los padres, las madres, los hijos, los
casados o los solteros, todos encontrarán gran aliento en este
libro. No es ni demasiado largo ni demasiado difícil, cualquiera
puede leerlo y entenderlo.
Si pudiera, pondría este libro ―La vida de Dios en el alma del
hombre¾ en la mano de cada persona en el mundo.

1 Nota de los traductores: Véase «Introduction» {«Introducción»} en

Henry Scougal, The Life of God in the Soul of Man. Revised and Modernized
by {Edición revisada y modernizada por} Jeffrey D. Johnson (Arkansas,
EE. UU.: Free Grace Press, 2017).
5
6 Prólogo a la edición modernizada en inglés

En esto estoy totalmente de acuerdo con el Dr. Wishart,


rector del Kings College de Edimburgo, quien dijo en el
Prefacio de la edición de 1739:
Desde que tuve la felicidad de conocer este libro, he bendecido
de todo corazón a Dios por el beneficio que he recibido al
leerlo, y he deseado sinceramente que tuviera un lugar en cada
familia.2

Aunque deseo a este libro la más amplia publicación, su


autor ―Henry Scougal (1650-1678), profesor de teología en
Kings College, Aberdeen (Escocia)¾, no tenía la menor
intención de publicarlo. Fue escrito como una carta privada a
un amigo cercano explicando la naturaleza del verdadero
cristianismo. Solo un año antes de su muerte (por tuberculosis),
a la temprana edad de 27 años, sus amigos le pidieron permiso
para publicarlo en 1676. Aun así, solo consintió con la
condición de que el editor aceptara dejar su nombre fuera del
libro, para poder permanecer en el anonimato.
Lo que pudo haberse perdido en el tiempo, se ha convertido
en un clásico puritano. Múltiples ediciones han salido de la
imprenta desde entonces. Y, en mi opinión, este es uno de los
libros más edificantes que ha sido alguna vez escrito, como dice
bellamente el prefacio de la edición de 1867:
Hay libros que nunca envejecen, y este pequeño {pero}3
precioso volumen de Henry Scougal es uno de ellos. En él hay

2 Citado en el «Prefacio» de The Life of God in the Soul of Man {título


oficial: La vida de Dios en el alma del hombre} (Harrisonburg, VI: Sprinkle,
1986), iv.
3 Nota de los traductores: Los textos y/o caracteres {entre llaves} son

traducciones o aclaraciones para preservar la fidelidad al significado del


texto original, tanto en el texto principal como en las citas.
La vida de Dios en el alma del hombre 7

una eterna frescura y belleza, mientras sus flores, de hecho, se


tornan más brillosas con el paso del tiempo. Durante dos siglos,
estas palabras han sido pan de vida para miles {de personas}.
Han guiado, consolado e inspirado; y por ello, suscitan un
interés adicional, pues han resistido la prueba más severa, y se
las ha encontrado adecuadas para satisfacer los más profundos
anhelos de la naturaleza humana en sus necesidades más
difíciles.

Cerca de 70 años después de la primera publicación, George


Whitefield dijo: «Nunca supe lo que era la verdadera religión
hasta que Dios me envió este excelente tratado».
Como estudiante universitario en Oxford, George
Whitefield se había comprometido a vivir una vida santa de
estricta abnegación. Su visión de la vida cristiana era tan
desalentadora y poco saludable que se negó a sí mismo una de
las pocas cosas que disfrutaba: la membresía en el «Club Santo»
de Oxford. Fue en esta asociación donde se había hecho amigo
de John y Charles Wesley. Charles Wesley fue quien daría a
Whitefield una copia de este libro de Scougal.
Aunque Whitefield dejó el «Club Santo», se aferró a este
pequeño libro que Dios, a su debido tiempo, usó en su
conversión. Whitefield relató los hechos cuando dijo:
«Realmente quería conocer a Dios y tener seguridad de
salvación, pero ni siquiera una disciplina estricta parecía
ayudar […] Aunque ayuné, velé, oré y recibí el sacramento
durante tanto tiempo, nunca supe lo que era la verdadera
8 Prólogo a la edición modernizada en inglés

religión hasta que Dios me envió este excelente tratado de la


mano de mi inolvidable amigo [Charles Wesley]».4
Whitefield continuó explicando:
¡Dios me mostró que debo nacer de nuevo, o ser condenado!
Aprendí que un hombre puede ir a la iglesia, decir sus
oraciones, recibir el sacramento, y aun así no ser cristiano.
Cuánto se elevó y se estremeció mi corazón, como un pobre
hombre que tiene miedo de mirar en sus libros de cuentas para
no hallarse en bancarrota.
―¿Destruyo este libro?; ¿debería tirarlo?; ¿o debo
escudriñarlo?― {me pregunté}. Lo escudriñé; y, sosteniendo
el libro en la mano, me dirigí así al Dios del cielo y de la tierra:
«Señor, si no soy cristiano, o si no soy uno verdadero, por amor
a Jesucristo ¡Muéstrame lo que es el cristianismo, para que al
final no sea condenado!».
Dios pronto me mostró, pues al leer unas pocas líneas más
adelante que: «la verdadera religión es una unión del alma con
Dios, y Cristo formado en nosotros», un rayo de luz divina fue
lanzado instantáneamente sobre mi alma, y desde ese
momento, y solo desde {lit. no hasta} entonces, supe que debía
convertirme en una nueva criatura.5

Así como este libro que ahora usted tiene en sus manos fue
usado por Dios para traer un despertar espiritual en la vida de
Whitefield, la vida de Whitefield fue usada por Dios a su vez
para traer un despertar espiritual a América del Norte.

4 Randall Pederson, «Introducción» en The Works of Henry Scougal

{trad. no oficial: Las obras de Henry Scougal} (Morgan, PA: Soli Deo Gloria,
2003), xv.
5 Citado en Arnold Dallimore, George Whitefield, 2 Vols. (Edimburgo:

Banner of Truth, 2009), 1:72-73.


La vida de Dios en el alma del hombre 9

Con la proliferación de tantas concepciones falsas del


cristianismo, lo que Estados Unidos —y cualquier otra
nación— necesita más que nada es otro despertar espiritual. Y
un despertar es imposible sin un avivamiento de la verdad. Por
lo tanto, lo que el mundo necesita es la verdad del cristianismo.
Necesita una presentación clara del cristianismo que atraviese
todos los escombros. Como no conozco un mejor tratado que
explique la verdadera naturaleza de la vida cristiana, ruego que
todos lean este libro.
Debido a que Scougal estaba escribiendo a un amigo
cristiano, debemos tener en mente que no estaba explicando
cómo un incrédulo que está fuera de Cristo debe nacer de
nuevo. Los incrédulos no pueden reformarse a sí mismos (ni
siquiera con la ayuda del Espíritu Santo) para salirse de su
estado de muertos y depravados. Más bien, Scougal estaba
explicando cómo aquellos que ya tienen la vida de Dios en sus
almas deben crecer en su santificación y amor a Dios.
Si eres un incrédulo y te encuentras deseando el gozo y la
felicidad que vienen de tener la vida de Dios viviendo dentro
de ti, entonces debes abandonar cualquier intento de obrar en
tus fuerzas para llegar a un estado tan bendecido. ¿Qué debes
hacer entonces? Debes creer en Jesucristo, porque —según
Scougal— es la fe, y solo la fe, la que une el alma a la vida, la
justicia y la santidad de Cristo.
Pero si eres un creyente que desea experimentar más de la
bienaventuranza de la vida de Cristo, entonces no conozco
ningún otro libro, fuera de las Escrituras mismas, que
profundice y fortalezca su devoción y amor por Dios. Por citar
una vez más el prefacio de la edición de 1867:
10 Prólogo a la edición modernizada en inglés

Esta Vida de Dios en el alma del hombre tiene algo de esa vida divina
dentro de sí mismo que puede impartir de su propia plenitud
a cada alma lista para recibir. El mismo aliento de Dios puede
sentirse a través del libro. Enciende en el alma un poder
beneficioso mientras transporta al lector hacia ámbitos
superiores. Con su santo fervor se mezcla una calma natural.
Salud y sanidad forman parte de su influencia. Es práctico en
todas partes, hay también una espiritualidad celestial en él. Por
encima de todas las estrechas limitaciones, los devotos de todas
las épocas pueden reverenciar y apreciar sus consejos con
gratitud y amor. A los jóvenes les resultará una armadura de
fuerza; a los ancianos, una renovación perpetua; mientras que
los cristianos de todas las comuniones encontrarán en él un
anticipo de inmortalidad.

Para ayudar a ampliar el número de lectores de este libro de


casi 350 años de antigüedad, he intentado editar y actualizar el
lenguaje sin comprometer la intención original del autor. Se
han añadido divisiones de capítulos y nuevos títulos, se han
dividido los párrafos más largos en párrafos más pequeños,
también se han dividido las oraciones extensas en múltiples
oraciones, y se han reemplazado las palabras arcaicas para
ayudar a los lectores en su comprensión, velocidad {de lectura}
y disfrute.
Con esta nueva y revisada edición, mi oración es que La vida
de Dios en el alma del hombre se convierta en un libro que se
encuentre en las manos de cada persona. Y lo que es más
importante, mi oración es que Cristo se encuentre en el alma
de todos los que lean este libro.
Jeffrey D. Johnson
Autor de El Reino de Dios
PRÓLOGO DEL AUTOR

Mi querido amigo:
Esta designación le da derecho a todos los esfuerzos con los
cuales pueda servir a su bienestar; y sus piadosas inclinaciones
felizmente colaboran tanto con mi deber, que no necesitaré
apartarme de mi camino para complacerlo, sino que puedo
desempeñar de inmediato un oficio de amistad y hacer un
ejercicio de mi función, ya que el avance de la virtud y la
santidad (espero que haga {de ello} su mayor {objeto de}
estudio) es el negocio {o contenido} peculiar de mi empleo. Por
lo tanto, esta es la oportunidad más apropiada para
manifestarle mi afecto y expresarle mi gratitud, y no demoraré
más el cumplimiento de la promesa que le hice con este
propósito; porque aunque sé que le han prestado mejores
ayudas de esta naturaleza que cualquier asistencia que pueda
ofrecerle, y que tampoco se encontrará aquí con nada que no
conozca ya, aun así, tengo la esperanza de que lo que viene de
alguien a quien usted le ha placido honrar con su amistad, y
que está especialmente diseñado para su uso, será amablemente
aceptado por usted; y tal vez la providencia de Dios pueda
dirigir mis pensamientos de tal manera que alguna u otra
{cosa} pueda resultarle útil. Tampoco dudaré de que me
perdonará si, para darle la mejor estructura a mi tratado, pongo
un fundamento {en un nivel} básico {lit. bajo}, comenzando

12
La vida de Dios en el alma del hombre 13

con la naturaleza y las propiedades de la Religión1 {cristiana o


del cristianismo}, y desde el principio doy paso a mis
pensamientos en la prosecución del tema, de tal manera que
me lleve a decir muchas cosas que no sean necesarias, pues sé
a quién le estoy escribiendo.

1 Nota de los traductores: Religión ―Cada vez que esta palabra

aparezca con letra mayúscula, se refiere a la Religión cristiana, es decir,


al cristianismo.
1
EL CRISTIANISMO ES VIDA1

No puedo hablar de {la} Religión {cristiana} sin lamentarme


de que haya tan pocos entre sus seguidores que entiendan
correctamente lo que significa ser cristiano. Algunos hacen
énfasis en el entendimiento, piensan que son cristianos por sus
creencias ortodoxas; y lo único que pueden decir acerca de sus
creencias es que son de esta o aquella persuasión y pertenecen
a una de las muchas denominaciones de iglesias en las que muy
tristemente se divide la cristiandad. Otros depositan su
confianza en el hombre exterior, en su cumplimiento constante
de los deberes externos, y en un modo particular de hacer las
cosas. Si viven en paz con sus vecinos, guardan una dieta
moderada, mantienen la adoración yendo a la iglesia, orando
en sus habitaciones, y a veces extienden su mano para ayudar
a los pobres, piensan que ya se han portado lo suficientemente
bien. Hay incluso otros que ven todo el cristianismo en los
afectos, en fervores arrobadores y una devoción extática; y su
único objetivo es orar con pasión, pensar en el Cielo con placer,
y conmoverse con tales sentimientos afectuosos y tiernas
expresiones con las cuales cortejan a su Salvador, hasta que se
persuaden a sí mismos de que están poderosamente

1 Nota de los traductores: La mayoría de los títulos y subtítulos fueron


tomados de Henry Scougal, The Life of God in the Soul of Man. Revised and
Modernized by {Edición revisada y modernizada por} Jeffrey D.
Johnson (Arkansas, EE. UU.: Free Grace Press, 2017); usado con
permiso. La edición publicada en 1735 inserta el siguiente título a esta
sección de la carta original: «Miſtakes [Mistakes] about religion»
(Equivocaciones acerca de la Religión [cristianismo]).
15
16 El cristianismo es vida

enamorados de Él; y por ello tienen mucha seguridad de su


salvación, seguridad que estiman como la gracia cristiana
principal.
Así, estas cosas2 que tienen alguna apariencia de piedad, y
que a lo sumo no son más que medios para obtenerla o son
ejercicios particulares de la misma, son frecuente y
equivocadamente confundidas con la totalidad de la Religión
{cristiana}. Pero lo que es peor, la maldad y los vicios a menudo
fingen ser cristianismo. No me refiero a las groseras impiedades
de los paganos que no quieren adorar a Dios. Hablo más bien
de que hay demasiados cristianos que consagran sus vicios y
afectos corruptos, cuyo mal humor y orgullo hosco se tienen
que aceptar como austeridad cristiana, cuya ira feroz y furia
implacable {lit. amarga} contra sus enemigos se lleva a cabo en
nombre del celo santo; cuya petulancia hacia sus superiores o
su rebelión contra sus gobernantes tienen que ser aceptados
como valor y resolución cristianos.

El verdadero cristianismo3
Sin embargo, el corazón del verdadero cristianismo {lit. la
Religión} es muy diferente y quienes lo conocen pensarán de
una manera muy distinta, y despreciarán todas esas sombras y
falsas imitaciones del verdadero cristianismo. Saben por
experiencia que la verdadera Religión es una unión del alma
con Dios. Hay una participación real de la naturaleza divina

2 Nota de los traductores: estas cosas ―Entiéndase la ortodoxia, las

buenas obras y las emociones religiosas.


3 Nota de los traductores: La edición publicada en 1735 inserta el

siguiente título a esta sección de la carta original: «What religión is» (Lo
que la Religión [cristianismo] es).
La vida de Dios en el alma del hombre 17

―la imagen misma de Dios sobre sus almas; o en palabras del


apóstol: «que Cristo sea formado en vosotros»4 {Gál. 4:19}.

Por qué el verdadero cristianismo es vida


En pocas palabras, no conozco una forma de expresar la
naturaleza del cristianismo más plenamente que llamándolo
una vida divina. Y con esta expresión como título, primero
mostraré por qué se le llama vida; y luego, por qué se le llama
divina.
La vida es perdurable5
Prefiero explicar el verdadero cristianismo con el término vida;
en primer lugar, por su perdurabilidad y estabilidad. El
cristianismo no es un comienzo repentino6 ni una pasión de la
mente, incluso si llega a ser algo arrobador y si parece hacer
que una persona haga cosas extraordinarias {por Dios}. Hay
algunos que solo tienen convicción de la necesidad de hacer
algo para su salvación, convicción que puede empujarlos a dar
algunos pasos {hacia Dios} con mucha prisa aparente, pero

4 Nota de los traductores: Aunque así es como aparece en la edición

de 1735, y por eso, así lo traducimos, es muy aclarador cómo esta oración
es presentada por una versión moderna en inglés (The Life of God in the Soul
of Man. Revised and Modernized by Jeffrey D. Johnson [Arkansas,
EE. UU.: Free Grace Press, 2017]; usada con permiso), la cual añade
una pregunta para ayudarnos a recordar qué es lo que el autor está
tratando de definir: «¿Qué es el verdadero cristianismo? En palabras del
apóstol: “que Cristo sea formado en vosotros” (Gál. 4:19)».
5 Nota de los traductores: La edición publicada en 1735 inserta el

siguiente título a esta sección de la carta original: «Its permanency and


ſtability [stability]» (Su perdurabilidad y estabilidad).
6 Nota de los traductores: un comienzo repentino ―Más adelante, el

autor explica mejor qué es lo que quiere decir con que el cristianismo no
es un comienzo repentino, se refiere a que no es una experiencia
repentina pero efímera (Mat. 13:20-21).
18 El cristianismo es vida

tales esfuerzos solo se desvanecen al poco tiempo. Aunque


empiezan calientes, terminan fríos. Brotan frescos y altos; pero
al no tener raíz en sí mismos, se marchitan rápidamente. Estos
arranques repentinos pueden ser comparados con los
movimientos violentos y convulsivos de los cuerpos acabados
de decapitar, causados por la agitación propia del cuerpo.
Después que el alma parte, aunque dichos movimientos sean
violentos e impetuosos, ya no pueden continuar. Sin embargo,
los movimientos de las almas santas son constantes y regulares,
procediendo de un principio permanente y vivaz.
Es verdad que la vida divina no siempre continúa con la
misma fuerza y vigor, pues a menudo sufre tristes decaimientos.
A veces los hombres santos encuentran gran dificultad en
resistir las tentaciones y se hallan con menos presteza {o
prontitud} en el desempeño de sus deberes. Sin embargo, la
vida divina nunca puede ser completamente apagada. Los
hombres santos nunca son abandonados al poder de los afectos
corruptos, los cuales dominan y prevalecen sobre el resto del
mundo.

La vida se mueve por sí misma7


En segundo lugar, llamo vida al verdadero cristianismo porque
{la vida} es un principio interior de libertad y espontaneidad.
Aquellos que progresan en esta no están influenciados solo por
motivos externos, ni son impulsados por amenazas meramente,
ni son sobornados por promesas, ni son constreñidos por las
leyes, sino que están poderosamente inclinados a aquello que es

7 Nota de los traductores: La edición publicada en 1735 inserta el

siguiente título a esta sección de la carta original: «Its freedom and


unconſtrainedneſs [unconstrainedness]» (Su libertad y espontaneidad).
La vida de Dios en el alma del hombre 19

bueno y se deleitan en hacer el bien. El amor que el hombre


piadoso tiene por Dios y la bondad no es tanto en virtud de {o
no se debe tanto a} un mandamiento que le impone hacer esto,
sino por una nueva naturaleza que lo instruye y lo mueve a ello.
Los verdaderos cristianos no rinden devoción como un tributo
inevitable solo para apaciguar la justicia divina o para calmar
sus clamorosas conciencias. Antes bien, estos ejercicios
religiosos son las emanaciones {o manifestaciones} propias de
la vida divina, {son} las actividades naturales del alma recién
nacida. El hombre piadoso ora, da gracias y se arrepiente no
solo porque estas cosas son ordenadas, sino más bien porque él
es sensible a sus necesidades y a la bondad divina, y {es
consciente} de la locura y miseria de una vida pecaminosa. Su
caridad no es forzada, ni sus ofrendas son obtenidas de él por
extorsión. Por el contrario, su amor hace que esté dispuesto a
dar; y aunque no hubiera obligación externa, su corazón
planificaría dar con liberalidad.
La injusticia o la intemperancia y todos los demás vicios son
tan contrarios a su mentalidad y constitución como lo son las
acciones más viles para el espíritu más generoso; {o como lo
son} la impudencia,8 la grosería y la calumnia insidiosas para
aquellos que son modestos de forma natural. De modo que bien
puedo decir con el apóstol Juan: «Ninguno que es nacido de
Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece
en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios» {1 Jua. 3:9}.
Aunque los verdaderos cristianos {lit. las personas santas y
religiosas} prestan mucha atención a la ley de Dios y tienen un

8 Nota de los traductores: impudencia ―descaro, desvergüenza,

deshonestidad.
20 El cristianismo es vida

gran respeto por ella; aun así, no es tanto su sanción de la ley lo


que encuentran persuasivo, sino su racionalidad, pureza y
bondad. Consideran que la ley es excelente y deseable en sí
misma; y saben que en guardarla hay gran recompensa
{Sal. 19:11}, y que el amor divino que actúa en ellos hace que
se conviertan en una ley para sí mismos:
Quis legem det amantibus?
Major est amor lex ipse sibi.
¿Quién prescribirá una ley a los que aman?
El amor que los mueve es una ley más poderosa.

En pocas palabras, lo que nuestro bendito Salvador dijo de


Sí mismo es en cierta medida aplicable a Sus seguidores: «Mi
comida es hacer la voluntad del que me envió» {Jua. 4:34}. Y,
así como el apetito natural nos lleva hacia la comida, aunque
no reflexionemos sobre la necesidad de esta para la
preservación de nuestras vidas, también {los creyentes} son
llevados con una propensión natural y no forzada hacia todo lo
que es bueno y encomiable.
Es cierto que los motivos externos son muchas veces de gran
utilidad para estimular y avivar este principio interior,
especialmente en su infancia y debilidad, cuando a menudo es
tan lánguido que el creyente mismo escasamente puede
discernirlo o apenas puede dar un paso adelante si no son
empujados por sus esperanzas, o por sus temores; por la presión
de una aflicción, o por la percepción de una misericordia; por
la autoridad de la ley, o por la persuasión de otros. Ahora bien,
si tal persona es concienzuda y constante en su obediencia, y
está gimiendo de todo corazón por la percepción de su torpeza,
y está deseosa de cumplir sus deberes con más espíritu y vigor;
La vida de Dios en el alma del hombre 21

estos son los primeros movimientos de la vida divina; la cual,


aunque sea lánguida y débil, seguramente será sustentada por
las influencias del Cielo, y crecerá y será más madura.
Pero, aquel que está totalmente desprovisto de este principio
interior ―y no aspira a tenerlo—, sino que se contenta con los
resultados a los que es movido por la educación, por la
costumbre, por el miedo al infierno, o por las nociones carnales
del Cielo, no puede ser considerado un cristiano verdadero más
de lo que se puede llamar hombre a un títere. Esta religión
forzada y artificial es comúnmente tan pesada y lánguida como
lo es mover un peso cuesta arriba. Es {una religión} fría y sin
espíritu, como el incómodo cumplimiento de las
responsabilidades por parte de una esposa casada en contra de
su voluntad, quien puede cumplir diligentemente sus deberes
hacia su esposo, a quien ella no ama, por algún sentido de la
virtud o el honor.
Por lo tanto, dicha religión también es escasa y mezquina,
especialmente en aquellos deberes que hacen mayor violencia
a las inclinaciones carnales de los hombres, y esos espíritus
abyectamente serviles de seguro no harán más de lo que es
absolutamente necesario. Es una ley lo que los obliga, y les
repugnará ir más allá de lo que la ley les prohíba hacer {o sea
obedecer solo las prohibiciones}; es más, siempre estarán
maquillando la ley de tal manera que los deje con la mayor
libertad.
Por el contrario, el espíritu del verdadero cristianismo es
franco y generoso; está lejos de apreciaciones tan
malhumoradas y estrechas; y aquel que se ha entregado por
entero a Dios, nunca pensará que ha hecho demasiado por Él.
22 El cristianismo es vida

Espero que para estas alturas ya haya quedado claro que la


Religión {o cristianismo}, con mucha razón, puede ser llamada
vida o principio vital, y que es muy necesario distinguir entre
esta {vida} y la obediencia que está limitada y depende de
causas externas.

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