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Vida y leyenda de Santa Marta

Todo lo demás, pertenece a leyendas muy posteriores y desabor medieval, sin


ningún crédito, pero que como forman parte de la devoción, la cultura y el arte de
siglos, pues lo resumo aquí:

Santa Marta, anfitriona de nuestro Señor Jesucristo, nació de una familia noble.
Sus padres se llamaban Siro y Encharia. El padre era duque de Siria y las había
dejado una buena herencia en Betania y Jerusalén. Marta jamás se casó y
permaneció virgen, contenta de servir al Señor, tanto en su mesa, como por la fe.
Después de la Ascensión de nuestro Señor, y partir los discípulos, ella con su
hermano Lázaro y su hermana María, San Maximino y muchos otros, ya
bautizados y llenos del Espíritu Santo fueron metidos en un buque sin velas, ni
remos ni timón y abandonados en el mar, llegaron hasta Marsella, desde donde
fueron a Aix, convirtiendo a la gente a la fe de Cristo. Marta llamaba la atención
por su fe y pureza.

En esa época, en un lugar entre Arles y Aviñón, había un gran dragón, nacido de
un leviatán y que había llegado allí por mar desde Galicia. El monstruo entró en
tierra y se comió a un hombre, la gente asustada se encomendó a las oraciones
de Marta y ella, arrojándole agua bendita, y mostrándole una cruz (que se venera
en Anon), lo amansó como una oveja, atándole con su propia faja y fue muerto
con lanzas y espadas por el pueblo. Lo del dragón fue en Tarascón, por lo que se
le ha llamado tarasca y ha sido asociado al monstruo del Lago Ness

Luego de ello, Marta, con permiso de San Maximino, y de su hermana, se quedó


en aquel sitio para predicar y dedicarse a la oración y penitencia. Construyó un
monasterio y una iglesia en en honor de la Santísima Virgen María, donde llevó
una austera vida, evitando la carne y grasa, huevos, queso y vino, y comiendo una
vez al día. Cien veces al día y cien veces de noche doblaba sus rodillas en
oración.

En Avignon, mientras predicaba entre la ciudad y el río del Ródano, un joven,


deseoso de escuchar sus palabras, se tiró al río porque no había barco que le
cruzara. Comenzó a nadar, pero de repente fue tomado por la fuerza del agua, se
ahogó y el cuerpo fue encontrado al día siguiente. Llevaron el cadáver a los pies
de Marta y esta, haciendo la señal de la cruz cayó al suelo y oró: Oh, Señor
Jesucristo, que en que un día resucitaste a mi bien amado hermano, ten a bien
resucitar a este joven. Lo tomó de la mano, y de inmediato resurgió la vida y
recibió el santo bautismo. Martilla, criado de Marta, que después entró en
Esclavonia, y predicó el evangelio de Cristo, escribió su vida, y después de diez
años de la muerte de Santa Marta, descansó en el Señor.

Eusebio el historiador nos dice que aquella hemorroisa del Evangelio era Marta.
Marta murió con grandes consuelos del Señor, que apareció a San Frontonio y le
llevó por los aires junto a sus diáconos para que la enterrasen y cantaran misa
sobre el sepulcro de Marta. Frontonio dejó allí su anillo y guantes, por olvido, lo
que sirvió de prueba. El mismo Señor le aseguró que los devotos de su santa
anfitriona cuando vivía, no padecerían al momento de la muerte. Clodoveo, rey de
Francia, después de ser bautizado, enfermó, fue al sepulcro y allí recibió la salud.

Santa Marta se celebra el 29 de julio (antiguamente con el adjetivo “virgen”, hoy


eliminado), y de ella se reza el oficio de santas mujeres. Sus atributos más
comunes son el acetre e hisopo de agua bendita, el dragón, una lanza que termina
en cruz, la antorcha (la luz de la fe) y el libro (los evangelios). Es patrona de las
amas de casa, la hostelería, contra los maridos infieles y difíciles (por la tarasca
que amansó). Hay sitios donde se acostumbra a poner en la boca del dragón,
dentro del acetre o a los pies de Marta un papel con el nombre de los hombres
rebeldes.
Resumen

Fue suspendida en el ecúleo (cruz en aspa) y le rasgaron las carnes con cadenas
y garfios punzantes, luego cubrieron de sal las heridas (esto, además de ser
dolorosísimo, curaba la herida para impedir que el reo muriera y poder proseguir
los castigos). Fue abandonada en el calabozo donde recibió consuelos de Cristo.
De nuevo intentaron convencerla, en este caso con halagos, prometiéndole
matrimonio con su hijo. Pero nada hizo apostatar a Marta, por lo que finalmente
fue decapitada y su cuerpo arrojado a un lugar inmundo, de donde lo recogió y
enterró una mujer noble de Astorga.

La verdad es que hay mucha nebulosa sobre su origen, datación y demás. En el


siglo XIII, según Villanueva en su "Año Cristiano", el breviario de Astorga ponía
su origen en Asia, donde si que hay constancia (según él) que estuvo Paterno
luego de haber estado en Cartagena. Lo cierto es que su relación con Justo y
Pastor es peregrina y dudosa, sobre todo porque en las actas de estos no se le
menciona para nada. Ya hemos visto otros casos: mártires dudosos a los que se
le relaciona con mártires con más certezas, o al menos de culto más sólido. El
culto a Santa Marta es restringido a Astorga y cercanías, pero incluso tuvo dos
monasterios dedicados a su memoria, uno de ellos en Tera, donde hubo reliquias
y ya en el siglo X hay una devoción sólida y testimonios de gracias y milagros. En
la ciudad de Astorga hay una parroquia donde, según la tradición, estuvo su casa.
Su representación iconográfica es escasa, aparece como una mártir más, con
palma y libro; y a veces acompañada de Justo y Pastor. Es Patrona de Astorga
desde 1685, ratificada en 1693 y “oficializada” en 1741. Tuvo oficio liturgico propio
hasta la reforma del Concilio de Trento.
Los Mitos de la Creación
I.- Introducción
Resulta difícil entender los sistemas teológicos egipcios, fundamentalmente
porque el origen de todos ellos se encuentra en el culto popular a dioses locales y
abarca un periodo de tiempo muy amplio. Además las viejas creencias no se
abandonaban cuando se adaptaban nuevos dioses, y así estos eran fundidos con
los antiguos e identificados con los dioses locales, para, de alguna forma, no
romper con el sistema teológico anterior ni con el nuevo, unificando además los
poderes de ambos. Egipto se encontraba dividido en pequeñas regiones
denominadas nomos en las que se practicaban cultos a dioses locales o grupos de
divinidades. La anexión de territorios implicaba la necesidad de sintetizar las
teologías de los diferetntes nomos. Los primeros intentos de sintesis teológicas
surgieron ya en las primeras épocas. Los sacerdotes de los 3 prinpicales centros
de culto, Heliópolis, Hermópolis y Menfis, intentaron centralizar los numerosos
cultos existentes en el periodo predinástico y en los primeros tiempos del
dinástico.

Los 2 sistemas teológicos más importantes fueron los de Heliópolis y Hermópolis.


Estos sistemas dieron lugar a la Eneáda (grupo formado por 9 dioses) en
Heliópolis y la Ogdóada (8 dioses) en Hermópolis.

Según la cosmogonía heliopolitana al principio sólo existía el agua primigenia, el


caos. El sol, Atum, una de las formas de Ra, el sol del atardecer, se autocreó y de
su saliva, según unas fuentes o de su masturbación, según otras, surgieron Shu,
dios del aire y Tefnut, diosa de la humedad, quienes engendraron a Geb, dios de
la Tierra y Nut, diosa de los cuerpos celestes. Shu separó a Geb y Nut, quien dió a
luz 4 hijos, a saber: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Los textos referentes a la creación
según el mito heliopolitano se encuentran fundamentalmente en "Los textos de las
pirámides" y el papiro 10188B del Museo Británico, conocido como Papiro
Bremner-Rhind. Estos nueve dioses formaban la gran Eneáda o Eneáda de
Heliópolis.

Según la cosmogonía hermopolitana, su Ogdoada era anterior al mismo Sol. La


formaban 4 parejas de divinidades: Nun y Naunet, que representaban el caos, las
aguas primordiales; Kuk y Kauket, que representaban las tinieblas; Heh y Hehet,
representantes del espacio infinito; y una última pareja que, según algunos era Nia
y Niat, representantes de la vida y la indeterminación espacial o Tenemu y
Tenemet, representantes de lo oculto; esta última pareja fue sustituida,
posteriormente, por Amón y Amonet. Las cuatro parejas engendraron un huevo,
de cuyo interior surgió el Sol, Ra. En algunas versiones aparece Thot, dios de la
sabiduría. Thot era el dios principal de Hermópolis y aunque no aparece como
demiurgo si puede formar parte de las tésis hermopolitanas por su asociación
local. Los textos referentes a la creación según el mito hermopolitano se
encuentran fundamentalmente en "Los textos de las pirámides" y el papiro Harris.

Ambas teorías dan una misma explicación del origen del mundo, pero presentada
bajo diferentes aspectos: un aspecto físico en el sistema heliopolitano y otro
espirutualista en el hermopolitano. En las tesis de Hermópolis el caos está
formado por una materia líquida en la que se encuentra el germen de la vida. Del
agua surge la colina primordial y empiezan a separarse los diferentes elementos.
Sobre la colina surge el huevo del que nacerá, después, el Sol.

La teología heliopolitana es la más importante de todas y la más aceptada en


Egipto. Aún así los sistemas teológicos variaban según las localidades. Cada
localidad tenía un dios primordial y cuando la capital se instalaba en estas villas,
los dioses locales eran, normalmente, elevados al rango de Creadores del
Universo, y los planteamientos teológicos defendidos por sus sacerdotes adquirían
importancia nacional. Es de destacar la teoría menfita, que reune datos de los 2
sistemas anteriores, y en la cual el dios creador es Ptah, del que surgen otros 8
dioses, creados de la palabra, que realmente son hipóstasis de él (Atum es su
pensamiento, Horus su corazón y Thot su lengua). Ptah tuvo gran importancia
durante los primeros tiempos de Egipto, cuando la capital del reino se instauró en
Menfis. Del mismo modo, cuando Tebas se convirtió en capital, el dios Amón fué
elevado a rango de Creador, asimilado plenamente con Ra como Amón-Ra. Junto
con los 8 dioses de Heliópolis formaba una Eneáda, pero también la formaba con
los 8 de Hermópolis.

La unificación se llevó a cabo por el sincretismo. En las primeras dinástias se


había identificado a Ptah con los grandes dioses, pero con la llegada de la V
Dinastía se impusó el modelo heliopolitano. Los dioses locales no pudieron
sobrevivir a tal impulso de otra forma que mediante la asimilación con Ra, Amón-
Ra en Tebas, Montu-Ra en Hermontis, Sobek-Ra en el Fayum o Jnum-Ra en
Elefantina.
Resumen

En los tiempos en que nada existía, se abría en el espacio un vasto y vacío golfo llamado
Ginnunga. Tenía una longitud y anchura inconmensurable y su profundidad estaba más
allá de toda comprensión. No había costa, ni tampoco olas; porque aún no había mar y la
tierra no estaba formada ni tampoco los cielos. Allí en el golfo estuvo el principio de las
cosas. Allí por primera vez amaneció. Y en el perpetuo crepúsculo estaba el Padre, que
gobierna todos los reinos y se mueve entre todas las cosas grandes y pequeñas.
Primero se formó, hacia el norte del golfo, Nifelheim, la inmensa casa de oscuridad
nebulosa y frío helador, y en el Sur, Muspelheim, la casa luminosa del calor y de la luz. En
medio de Nifelheim estalló la gran fuente de donde todas las aguas fluyen y luego
retornan. Se llama Hvergelmer, la "caldera rugiente", y de allí surgieron, al comienzo,
doce tremendos ríos llamados Elivagar, que fluyen hacia el Sur, hacia el Golfo. Una vasta
distancia atravesaron desde su nacimiento y, entonces, el veneno que arrastraban con
ellos empezó a endurecerse como lo hace la escoria que corre por una superficie, hasta
que se congelaron y se convirtieron en hielo. Allí los ríos crecieron en silencio y dejaron
de moverse, y los gigantescos bloques de hielo permanecieron juntos.
El vapor se elevó del hielo envenenado y se congeló en forma de escarcha; capa tras
capa se fueron amontonando en formas fantásticas una sobre otras. Esa parte del golfo
que se extiende hacia el Norte era la región del horror y de la lucha. Fuertes masas de
vapor negro rodearon el hielo, y dentro estaban chirriantes torbellinos que nunca cesaban,
y bancos de huidiza niebla. Pero hacia el Sur Muspelheim brillaba con radiación intensa, y
mandaba bellas llamas y chispas de fuego brillante.

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