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La filosofía (del latín philosophĭa, y este del griego antiguo φιλοσοφία, 'amor por la sabiduría')1 es el estudio de una

variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral,
la belleza, la mente y el lenguaje.2 3 Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue del misticismo, la mitología y
ciertas formas de religión por su énfasis en los argumentos racionales,4 y de la ciencia experimental porque
generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica, sea mediante la especulación, el
análisis conceptual, los experimentos mentales u otros métodos a priori, sin excluir una reflexión sobre datos
empíricos o sobre las experiencias psicológicas.
Etimología
La invención del término «filosofía» suele atribuirse al pensador y matemático griego Pitágoras de Samos,6 aunque
no se conserva ningún escrito suyo que lo confirme. 7 Según la tradición, hacia el año 530 a. C., el tirano León trató de
sabio (σοφóς) a Pitágoras, el cual contestó que él no era un un sabio, sino alguien que aspiraba a ser sabio, que
amaba la sabiduría (un φιλο-σοφóς). Para Pitágoras, la vida era como unos juegos olímpicos, en los cuales hay tres
clases de personas: las que van buscando honor y gloria, las que van buscando negocio, y las que simplemente van a
contemplar el espectáculo, los filósofos.
Años más tarde, Platón contrapuso el término «filósofo» al término «sabio» (en griego, sophós), dando a entender
que el filósofo busca el saber, pero todavía no ha llegado a poseerlo. También contrapone «filósofo» y «sofista»: los
filósofos eran quienes buscaban la verdad, mientras que los sofistas eran quienes arrogantemente afirmaban
poseerla, ocultando su ignorancia detrás de juegos retóricos o adulación, convenciendo a otros de cosas infundadas
o falsas, y cobrando además por enseñar a hacer lo mismo. Aristóteles adoptó esta distinción de su maestro,
extendiéndola junto con su obra a toda la tradición occidental posterior. 8
Por otra parte, el texto más antiguo que se conserva con la palabra «filosofía» se titula Tratado de medicina antigua,
y fue escrito hacia el año 440 a. C.. Allí se explica que la medicina «moderna» debe de orientase hacia la filosofía,
porque ésta debe poder responder a la pregunta «¿qué es el hombre?», más allá del ámbito de la medicina. 7
Interpretaciones de la filosofía
El ser humano a lo largo de su historia se va haciendo preguntas sobre temas o cuestiones que lo inquietan o
atormentan y desea desentrañar. Por lo tanto, los conceptos sobre filosofía y el papel que desempeña en la vida de
los hombres varían a lo largo de su historia. Para los principios sabios, los presocráticos, la filosofía era un afán de
explicar las cosas del mundo que los rodeaba, es decir, la naturaleza y sus semejantes. Querían saber cómo existen
las cosas y el principio de ellas (el fuego, la tierra, el agua, etc.).
Para Sócrates, la filosofía es el saber al que debe aspirar el hombre para conocerse él mismo, "conócete a ti mismo",
era su frase. La filosofía era el conocimiento de lo político y lo moral en el hombre. Para Platón, la filosofía era el
medio de adquisición de la ciencia para conocer lo inmutable, lo divino, lo verdadero a lo cual Platón llamó idea, es
decir, Dios que es verdad y belleza. Para Aristóteles, la filosofía era la ciencia que estudiaba las causas de las cosas,
es una ciencia universal en la que el sabio debe conocer todas las cosas.
Para los romanos, preocupados por dar orden a la sociedad, la filosofía era la maestra de la vida, creadora de leyes y
el arte de la conducta recta. Durante la Edad Media, la influencia del cristianismo se dejó sentir en la filosofía. Para
San Agustín, la filosofía es el afán de sabiduría. En esa época, filosofía y teología van estrechamente unidas. En el
Renacimiento, la filosofía recobra su independencia y tiene como finalidad el estudio de todas las cosas que el
hombre pudiera saber para alcanzar su felicidad material en la Tierra, su bienestar y su salud. Para Immanuel Kant, la
filosofía era la ciencia crítica que se pregunta los alcances del conocimiento humano. Para Carlos Marx, la filosofía
debe servir para "conocer el mundo y con ello poderlo transformar". Etc.
Como nos podemos dar cuenta, cada etapa de la historia del hombre posee sus características que hacen a los
filósofos indagar cuestiones que los inquietan en su momento. A ello se debe que desde la antigüedad hasta el
momento actual, la filosofía enfoca sus estudios sobre diversos aspectos y es prácticamente imposible dar una
definición única de la filosofía porque cada pensador en su época nos ofrece la suya. El hombre en su afán de saber
el "por qué" de las cosas, unas veces encuentra sus respuestas en principios naturales como sucedió en la Edad
Media, y otros, en la razón como fue en la Edad Moderna.
Cada filósofo trata de encontrar la verdad en su tiempo, pero esta verdad no es eterna ni permanente, es producto
de su época, no obstante que la religión se ha empeñado en sostener que sus verdades son eternas y que filosofías
como la de santo Tomás de Aquino no pasan de moda, lo cual es falso

1. La filosofía no es ciencia.
Pero el fundamento de la filosofía no es la observación y experimentación que emplean las ciencias. La filosofía se
basa en todo el amplio espectro de la experiencia humana, desde la observación del mundo natural hasta la mística
religiosa, pasando por el estremecimiento que nos produce la belleza y el sentimiento de culpa al traicionar los
bienes disponibles. Más aún, la filosofía trata de describir esa experiencia humana de la realidad en la que todo otro
saber tiene su anclaje, y de la que surge la descripción científica, la valoración estética, la posibilidad moral, etc.
La filosofía tiende a dar una visión sistemáticamente global de la realidad, integrando en ella la totalidad de los
saberes disponibles, mientras que la ciencia tiende a la especialización y a la fragmentación del objeto de estudio.
Si la ciencia progresa fundamentalmente gracias al desarrollo de la experimentación- y en esto los avances
tecnológicos desempeñan cada vez más un papel de mayor importancia, pues permiten experimentaciones
desconocidas hasta la fecha-, la filosofía es esencialmente reflexiva, lo que tiene una consecuencia fundamental: a
fuerza de reflexionar sobre todo, la filosofía alcanza a reflexionar sobre sí misma, se pregunta por sus propias
condiciones de posibilidad. Los filósofos se preguntan: ¿cómo es posible la filosofía- y la ciencia, y el arte, y la
religión-? Pero los científicos no se preguntan: ¿y cómo es posible el conocimiento científico?, porque esta es una
pregunta filosófica.
a) Porque la filosofía reflexiona sobre sí misma, todo filósofo, si de verdad quiere hacer filosofía, tiene que revisar la
tradición filosófica que le precede y adoptar una postura frente a ella: “estoy de acuerdo con…”, “y en desacuerdo
con…”. Digamos que no puede dar por bueno ningún saber acumulado en la tradición, que la reflexión tiene que
empezar, por así decirlo, desde el principio. En ciencias esto no pasa, o no pasa tanto. El científico puede dar por
válida buena parte de la enorme cantidad de información que la tradición pone a su disposición. Se puede decir, por
tanto, que en filosofía no se da una acumulación del saber cómo acontece en la ciencia.
b) Esta tendencia a la acumulación del saber, se traduce en la tendencia al acuerdo entre los científicos sobre las
teorías fundamentales de referencia, mientras que los filósofos viven en perpetua e irreductible discrepancia y, por
eso mismo, son muy poco amigos de la idea de la acumulación del saber en filosofía. Se puede decir, en conclusión,
que en filosofía es muy raro el acuerdo entre los filósofos.
2. La filosofía no es religión.
La filosofía se diferencia de la religión en que:
*En filosofía no hay lugar para un saber revelado.
*El saber filosófico es el que conquista el ser humano desde la reflexión racional sobre la totalidad de la experiencia
de la humanidad.
Esta conquista se realiza a través de razones, porque conocemos aquello de lo que podemos dar razón. La filosofía es
un saber racional. En religión hay, sin embargo, una dimensión del saber que no se basa en la razón, sino en la fe:
“creo…”, porque, aunque no lo pueda entender con mi razón, confío en la palabra de quien me lo revela.
El saber de la filosofía es un saber de comprensión de la realidad hasta donde esta es inteligible al ser humano. La
religión se postula a sí misma como un saber de lo real (quien afirma la existencia de Alá o la divinidad de Cristo dice
algo sobre la realidad que cree verdadero), pero es también un saber de salvación: la religión aspira a la salvación del
ser humano mediante su retorno a lo sagrado.
La religión da lugar a:
*Un dogma, el conjunto de creencias fundamentales que definen una opción religiosa.
*Un ritual, el repertorio ceremonial con el que el ser humano expresa su vínculo con lo sagrado.
*Una moral, fundada en la devoción que lo sagrado demanda de las personas.
Frente a ello, nada hay de dogmático en la filosofía, pues razonando, todo es discutible; no hay ritual, y las
orientaciones morales que propone la filosofía nunca se remiten para su justificación al saber que nos ha sido
revelado.
3. La filosofía no es literatura.
Son dos los tipos de diferencias que separan la literatura de la filosofía: de forma y de contenido.
*En cuanto a las diferencias formales, es obvio que la literatura trabaja con tramas y personajes en la novela y el
teatro, y con imágenes y evocaciones en la poesía. Sin embargo, la filosofía aspira a ofrecer textos que presenten
conceptos verdaderos y argumentaciones correctas (a veces, por cierto, con muy poca claridad, esa que Ortega y
Gasset reconocía como cortesía exigible a los filósofos). Estas diferencias formales obedecen a preocupaciones
fundamentales diferentes: la de la filosofía es primariamente gnoseológica, la verdad de cuanto se dice; la de la
literatura, estética, la belleza de la palabra escrita.
*En cuanto a las diferencias de contenido, la filosofía tiende a integrar las experiencias individuales en teorías
sistemáticas de la totalidad de lo real, en tanto que la literatura tiende a consagrar lo que lo individual tiene de único
e irrepetible. Supongamos, por ejemplo, que poeta y filósofo se enfrentan a un mismo hecho de experiencia
individual: la muerte.
-El poeta cantará lo que la muerte supone para él, la frustración de sus proyectos, la separación de los seres
queridos, etc.
-El filósofo se preguntará qué función desempeña la muerte en la estructura de la realidad y en la vida humana, qué
valor confiere la muerte a la vida de que disponemos.
Por tanto, podemos concluir que la filosofía no es religión, ni ciencia, ni literatura, pero filosofar exige tener presente
lo que cada una de estas disciplinas nos desvela de lo real

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