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2014 Discurso Acto Fin de Año
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2014 Discurso Acto Fin de Año
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El Papa León XIII nos habla de una falsa historia que tiene el “pésimo propósito de
engañar conscientemente y hacer de la historia un veneno homicida”.
Nos dice que una historia así “no será ya maestra de la vida ni luz de la verdad,
(…) sino, todo lo contrario: una aduladora de los vicios y promotora de las corrupciones”.
Nos dice que estamos ante “grande y actual peligro”, que por este camino sucederá
que las ciencias históricas “se transformen en una fuente de grandes males, públicos y
privados”.
Saben ustedes, con San Agustín, que hay dos historias o dos ciudades en la historia;
la historia que quieren llevar a cabo los hombres en función de su orgullo, del imperialismo
y de su sed de dominio y esa es la historia, como escribía Danielou, de las guerras, de las
persecuciones, de las cautividades. Pero junto a esta, está la historia que lleva a cabo Dios,
a través de la cual se edifica el Reino de Dios y va conduciendo a los hombres por sus
caminos. Y en esta historia es donde resplandecen las figuras egregias del Santo y del
Héroe.
Saben ustedes, como enseñara Santo Tomás de Aquino en aquella lección inaugural
de 1256 conocida como Rigans Montes, que Dios quiere repartir sus dones a los hombres
por medio de creaturas intermedias. “Tú das de beber a las montañas desde tus altas
moradas; del fruto de tus obras se sacia la tierra” canta el Salmo 103. Así desciende la
sabiduría de Dios, como la lluvia que, de las alturas de las nubes, cae sobre las montañas;
de las montañas bajan fuentes y ríos con los que la tierra se sacia y es fecundada.
De manera semejante, desde la altura divina, dice el aquinate: “son regadas las
mentes de los doctos, que se comparan con las montañas, por cuyo ministerio es
derramada la luz de la sabiduría divina hacia la mente de los oyentes”. Y Santo Tomás
nos dice, además, que debemos considerar cuatro aspectos: la elevación de la doctrina, la
dignidad de los que la enseñan, la condición de los oyentes y el modo de proponerla. Esta
ha de ser nuestra reflexión constante a lo largo de toda nuestra vida docente.
Hoy estamos reunidos aquí los profesores, los que están en camino de formación y
los que está llegando o han concluido este camino. A todos nos une el mismo anhelo. A los
que se van, no les hemos dado un diploma sino un acta de compromiso porque esto no es
un sitio de expendio de certificados sino una escuela de formación.
No llegan al fin del camino sino al comienzo de su vocación, como cuando los
novios al llegar al altar no terminan algo sino que apenas lo empiezan al fundar una familia.
Como el sacerdote al alcanzar su ordenación no llega al fin de su senda sino comienza su
ministerio.
De igual modo, ustedes inician hoy su camino y su compromiso con esta vocación.
Hoy son revestidos como un caballero medieval con el peto del conocimiento
adquirido, con el espaldar de los ejemplos señeros, con el yelmo de la Verdad Suprema, con
la lanza para derrotar tanta falsía y tanto engaño.
Provistos con estas armas, montad, pues, y lanzaros por los caminos de esta Patria
bendita a conquistar almas para el camino de la verdad, “cuya madre es la historia, -como
decía Cervantes- émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo
y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”.