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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS FISICAS Y MATEMATICAS


DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA

DEFORMACIÓN CORTICAL Y PELIGRO SÍSMICO ASOCIADO


A LA FALLA SAN RAMÓN EN EL FRENTE CORDILLERANO DE SANTIAGO,
CHILE CENTRAL (33ºS)

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR EN


CIENCIAS MENCIÓN GEOLOGÍA

RODRIGO ANDRES RAULD PLOTT

SANTIAGO DE CHILE
2011
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS FISICAS Y MATEMATICAS
DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA

DEFORMACIÓN CORTICAL Y PELIGRO SÍSMICO ASOCIADO


A LA FALLA SAN RAMÓN EN EL FRENTE CORDILLERANO DE SANTIAGO,
CHILE CENTRAL (33ºS)

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR EN


CIENCIAS MENCIÓN GEOLOGÍA

RODRIGO ANDRÉS RAULD PLOTT

PROFESOR GUÍA:
GABRIEL VARGAS EASTON

PROFESOR CO-GUÍA:
ROLANDO ARMIJO

MIEMBROS DE LA COMISIÓN:
GABRIEL GONZÁLEZ LÓPEZ
CÉSAR ARRIAGADA ORTEGA
JAIME CAMPOS MUÑOZ

SANTIAGO DE CHILE
SEPTIEMBRE 2011
Resumen

Resultados presentados recientemente, que se incluyen en esta tesis (Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J.
Campos, R. Lacassin, and E. Kausel (2010), The West Andean Thrust (WAT), the San Ramón Fault and the seismic hazard
for Santiago (Chile), Tectonics, 29, TC2007, doi:10.1029/2008TC002427) modifican substancialmente paradigmas
anteriores sobre la tectónica Andina y la Geología de la región de Santiago, sosteniendo que:
1) El orógeno Andino es fundamentalmente bi-vergente, incluyendo un gran sistema de fallas inversas
cabalgantes en el frente occidental chileno, que son sintéticas con respecto al acoplamiento tectónico causante
de la orogenia Andina (subducción de la placa Nazca, oceánica, bajo la placa Sudamericana, continental); 2) El
funcionamiento del Cabalgamiento Andino Occidental (West Andean Thrust, WAT), documentado por la
estructura con vergencia oeste de la Cordillera Principal en Chile, tiene una importancia capital en la evolución
Andina; 3) El WAT es un mega-sistema de tipo “fold-thrust belt”, formado durante el Cenozoico, compuesto de
fallas inversas en forma de rampas con despegue basal de la cobertura Meso-Cenozoica, y con enraizamiento
a escala cortical hacia el este, bajo el basamento de la Cordillera Frontal en Argentina; 4) La Falla San Ramón,
en el frente cordillerano al este de Santiago, es una falla inversa activa de importancia clave, porque
corresponde a la emergencia superficial particularmente clara del WAT; 5) El estudio de escarpes morfológicos
observados en el piedemonte santiaguino (Pleistoceno tardío - Holoceno) a lo largo de la Falla San Ramón,
indican rupturas sísmicas de esta falla en el pasado reciente, posiblement asociados a eventos de magnitud
significativa (Mw 6.9 a Mw 7.4), lo que representa un peligro sísmico que no se puede despreciar.
Esta tesis se focaliza en dos elementos básicos para documentar más precisamente la geometría, la cinemática
y el grado de actividad de la Falla San Ramón: A) Un estudio estructural detallado de la deformación
cordillerana asociada a la Falla San Ramón en la parte frontal de la Cordillera Principal al este de Santiago,
entre los ríos Mapocho-Molina y Maipo-Colorado (aproximadamente entre 33.3°S y 33.6°S), y entre la
Depresión Central y el cordón del Quempo (aproximadamente entre 70.2°W y 70.6°W), y B) Un estudio
geomorfológico integrado, que incluye sedimentología, estratigrafía y geocronología de los depósitos del
piedemonte aluvial y coluvial (Pleistoceno Inferior - Holoceno), que es claramente controlado y cortado por la
Falla San Ramón.
A) El análisis morfoestructural del frente cordillerano y del piedemonte se realizó usando imágenes satelitales
de alta resolución, fotografías aéreas, diferentes bases topográficas y trabajo de terreno. Se realizó un modelo
cinemático de la deformación del frente cordillerano a escala deca-kilométrica utilizando la aproximación
Trishear. La estructura se caracteriza por una serie de pliegues kilométricos con vergencia al oeste que afectan
las formaciones Abanico y Farellones (diferenciadas usando el concepto de aloformación) que afloran
espectacularmente sobre un desnivel de 2 km. Esta estructura pudo ser modelada por una propagación hacia el
oeste del fold-thrust belt, usando 4 fallas inversas con manteos entre 45 y 65ºE, enraizadas en un despegue
con manteo de 4 - 5°E, a una profundidad de 10 - 12 km.
B) El estudio cuantitativo de la deformación asociada a escarpes de falla en el piedemonte cordillerano
(depósitos del Pleistoceno Inferior-Holoceno) y su relación morfoestratigráfica con terrazas fluviales deformadas
de los ríos Maipo y Mapocho, muestra escarpes de falla de alturas entre 200 y 3 m a lo largo de 3
subsegmentos. Las terrazas de estos ríos, datadas usando OSL (Optically Stimulated Luminiscence), están
deformadas por la Falla San Ramón, y sugieren una tasa de incisión pleistocena entre 1 y 0.5 mm/año. Medidas
GPS diferencial y dataciones por isótopos cosmogénicos permitieron caracterizar la geometría de la superficie
desplazada 3 - 4 m verticalmente por el escarpe de falla más reciente del piedemonte y edad máxima, así como
su edad máxima, de aproximadamente 45 ka. Este escarpe es la evidencia patente del (o de los) último (s)
eventos sísmicos en la Falla San Ramón con ruptura en superficie, en el Pleistoceno terminal - Holoceno.
Nuestros resultados corroboran que las tasas de deformación asociadas al nivel de despegue, a largo plazo,
son del orden de 0.4 mm/año, coherentes con una estimación de un mínimo de 0.2 mm/año en el piedemonte.
Esto implica posibles sismos con desplazamiento promedio de 1 a 4 m, magnitudes MW entre 6.9 y 7.4, con
recurrencias entre 2500 y 10000 años.
Esta tesis confirma la importancia de primer orden de la tectónica inversa de vergencia oeste en el desarrollo
del frente cordillerano en la Cordillera Principal en Chile central, proceso que se mantiene claramente activo en
la Falla San Ramón, que representa una amenaza sísmica para Santiago.
Summary

Results presented recently, which are included in this thesis (Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos,
R. Lacassin, and E. Kausel (2010), The West Andean Thrust (WAT), the San Ramón Fault and the seismic hazard for
Santiago (Chile), Tectonics, 29, TC2007, doi:10.1029/2008TC002427) modify substantially earlier paradigms of Andean
tectonics and the Geology of the region of Santiago, sustaining the following main points:
1) The Andes is a fundamentally bi-vergent (or doubly vergent) orogen, that includes a large thrust fault system
at its western (Chilean) front, which is synthetic to the tectonic coupling causing the Andean orogeny (subduction
of oceanic Nazca plate, under continental South-America plate); 2) The newly defined West Andean Thrust
(WAT), documented by the west-verging structure of the Principal Cordillera in Chile, has a capital role in
Andean evolution; 3) The WAT is a mega fold-thrust belt system formed during the late Cenozoic, composed of
thrust ramps and detachment of the Meso-Cenozoic cover, rooted downwards to the east, beneath the
basement of the Frontal Cordillera in Argentina; 4) The San Ramón Fault located at the range front, east of
Santiago, is an active reverse fault of key importance, as it corresponds to a particularly clear surface
emergence of the WAT; 5) The study of morphological scarps observed at the piedmont in Santiago (Late
Pleistocene - Holocene) along the San Ramón Fault, indicates young seismic, possibly associated with events of
significant magnitudes (Mw 6.9 to Mw 7.4), which represents significant seismic hazard.
This thesis focuses on two aspects that are basic to document more precisely the geometry, kinematics and
activity of the San Ramón Fault: A) A detailed structural study of the deformation associated with the San
Ramón Fault in the frontal region of the Cordillera Principal, east of Santiago, between the rivers Mapocho-
Molina and Maipo-Colorado (approximately between 33.3°S and 33.6°S), and between the Central Depression
and the Cordón del Quempo (approximately between 70.2°W and 70.6°W), and B) An integrated
geomorphological study, which includes sedimentology, stratigraphy and geochronology of the alluvial and
colluvial deposits in the Cordillera piedmont (Late Pleistocene - Holocene), which is clearly cut and controlled by
the San Ramón Fault.
A) The morphostructural analysis of the range front and the piedmont was carried out using high-resolution
satellite images, aerial photographs, several topographic datasets and fieldwork. A kinematic model of the range
front evolution was developed at the 10-kilometer scale, using the Trishear approximation. The structure is
characterized by a series of west-vergent kilometric folds that affect the Abanico and Farellones formations
(differentiated using the aloformation concept), which crop out spectacularly over a relief of more than 2 km.
Structural observations were modeled by westward propagation of the fold-thrust belt, using 4 steep reverse
faults (45°E - 65ºE dip), splaying from a basal detachment at 10 - 12 km depth with a 4°E - 5°E dip.
B) The quantitative study of deformation associated with piedmont fault scarps (Late Pleistocene - Holocene
deposits) and its morphostratigraphic relation with deformation of fluvial terraces of the rivers Maipo and
Mapocho shows development of fault scarps between 200 and 3 m high along 3 subsegments. Those terraces,
dated using OSL (Optically Stimulated Luminiscence), are deformed by the San Ramón Fault, suggesting a
Pleistocene incision rate between 1 y 0.5 mm/year. Differential GPS measurements and cosmogenic isotope
dating allowed us to determine the surface geometry, displaced 3 - 4 m vertically by the most recent fault scarp
of the piedmont, as well as its maximum age, of approximately 45 ka. That scarp is definite evidence of the last
seismic events (one or more) with surface rupture on the San Ramón Fault, in the latest Pleistocene - Holocene.
Our results corroborate that deformation rates are associated with slip at the deep detachment, in the long term,
of the order of 0.4 mm/year, coherent with a minimum slip-rate estimate of 0.2 mm/year across the piedmont.
This implies possible earthquakes with average slip of 1 m to 4 m, magnitudes MW between 6.9 and 7.4, and
recurrence between 2500 and 10000 years.
This thesis confirms the first-order importance of the continuing west-vergent thrust tectonics in the development
of the range front of the Cordillera Principal of central Chile, a process that keeps clearly active at the San
Ramón Fault, and that represents a definite seismic hazard for Santiago.
La Muerte se quedó a solas, contemplando el movimiento de las espigas ante la brisa.
Por supuesto, no eran más que una metáfora. La gente era algo más que el trigo.
Vivían vidas pequeñas, ajetreadas, literalmente al son del reloj, llenando sus vidas
con el puro esfuerzo de vivir. Y todas las vidas tenían exactamente la misma duración.
Incluso las más largas y las más cortas. Al menos, desde el punto de vista de la
eternidad.

En alguna parte, la débil voz de Bill Door decía: Desde el punto de vista del dueño, las
más largas son mejores.

Traducción libre de un extracto del libro


Reaper Man, de Terry Pratchett

No poco esfuerzo hay tras estas páginas, ellas marcan


la culminación de un proceso en el cual no solo he
conocido un poco más de la Tierra que amo.
A todos quienes son mi mundo y que me han
acompañado durante esta vida que vale la pena vivir,
les dedico este trabajo.
Agradecimientos
Esta tesis es uno de los resultados de un proyecto de colaboración binacional de
largo aliento entre la Universidad de Chile (Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas,
Departamentos de Geofísica y de Geología) y el Instituto de Física del Globo de París
(Institut de Physique du Globe de Paris, IPGP). La investigación, centrada en la
Sismotectónica de la región Metropolitana de Chile y específicamente en el estudio de la
Falla de San Ramón y de la evaluación del peligro sísmico asociado a esta estructura, fue
iniciada desde 1999 por R. Armijo (IPGP), J. Campos, R. Thiele y E. Kausel (Universidad de
Chile) en la que el autor ha formado parte desde el principio.
El desarrollo de esta tesis se hizo posible gracias a CONICYT (Comisión Nacional de
Investigación Científica y Tecnológica, de Chile) que otorgó una beca de doctorado al autor,
y también al apoyo de varias instituciones francesas y chilenas, principalmente el Programa
Franco‐Chileno ECOS‐Conicyt (proyectos C98U02 y C03U03), la Agencia Nacional
Francesa para la Investigación (Agence Nationale pour la Recherche), Proyecto Sub Chile
(ANR‐05‐CATT‐014), y el proyecto ICM Chileno Núcleo Científico Milenio de Sismotectónica
y Peligro Sísmico que permitieron la operación del trabajo. El estudio sobre la Falla de San
Ramón y el peligro sísmico asociado se inscribe entre los objetivos prioritarios del
Laboratorio Asociado Internacional Montessus de Ballore (Laboratoire International Associé
Montessus de Ballore, LIA-MB), creado en 2006 entre la Facultad de Ciencias Físicas y
Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile y el Instituto Nacional de Ciencias del
Universo (Institut National des Sciences de l'Univers, INSU) dependiente del Centro
Nacional de la Investigación Científica (Centre National de la Recherche Scientifique,
CNRS).

Durante el desarrollo de esta tesis me he nutrido del conocimiento, experiencia,


apoyo visión y amistad de una gran cantidad de colegas y estudiantes con que he
compartido en este proceso. A Gabriel Vargas, Rolando Armijo, Jaime Campos, Ricardo
Thiele, Sofía Rebolledo, Sergio Sepúlveda, Reynaldo Charrier, Pancho Hervé, Sébastien
Carretier, Bryan Townley y Diana Comte, de todos ustedes he aprendido mucho. A los
profesores de mi comisión, César Arriagada y Gabriel González agradezco la dedicación
para revisar y mejorar tanto este trabajo. Mis compañeros de Geología y Geofísica: Marcia
Muñoz, Adriana Pérez, Andrés Fock, Marcelo Farías, Patricio Toledo, Pamela Jara,
Antonio Ormeño, José Luis Antinao, Daniel Carrizo, Pancho Gutiérrez, Cristina Ortega,
Valentina Flores, María José Herrera, Fernando Sepúlveda, Millarca Valenzuela, Rodrigo
Luca, Marcelo Solari, Gonzalo Fuster, Paula Ramírez, Claire David, Felipe Leyton, Sergio
Ruiz, Cindy Mora, Natalia Astudillo, Natalia Silva, Muriel Gerbault, Andrés Tassara, Luis
Lara, Renate Wall, Andrés Pavéz, Sandra Huerta, Sandra Villar, Felipe Ochoa, Gonzalo H.,
Carlos M., Pía, Pape, Ale Serey, Caldera, Felipin, Andrei, Cony U., Marilin P., Marisol L.,
Emilie P., Álvaro Henriquez, Felipe E., Manuel Sch., Rita A., Marcela V., Cristóbal F., Isa
S., Cata S, Jaqui P., Martín L. A los parisinos, Stéphane Baize, Oscar Ishizawa, Ata Elias,
Gülsen Ucarkus, Marie-Luce Chevalier, Aurélie Coudurier y muchos más. A Carolina
Valderas, como no agradecer tu apoyo en tantas jornadas de terreno y de oficina.

A quienes me dieron soporte en tantas situaciones, Cristina Maureira, María Rosa,


Quilo, Carlos Gómez, Rosita, Vero Carrasco, Carlos A., Sra. Gloria, Germán, Carmen
Gloria, Pato Mella, Juan, que nunca. En general, a todos en el Departamento de Geología
y el Departamento de Geofísica que me hicieron sentir en casa durante tanto tiempo.

A mi familia, Madre: ¡Gracias!, Juan y Tere, Manuel, Ximena y Carlos, Gabriela,


Lumpi, J. Antonio, Teru, Miri, Laura y Mandi siempre han estado conmigo. Padre, gracias
por el impulso.
Mis amigos, Pablo P., Mauricio L., Kano y Ángeles y Javi, Coté y Crístian, Pink,
Goyo y Audrey y Eva, Keno y Kena, Salinas, Óscar y Claudia F., Michel, Pollo, Ale
Flowers, Laura, Tati, Pancho M., Tipi, Janet, Dani Buksdorf y Andrés, Cote y Carla, Pelao
Kuhn y Lis, Marcela Cerpa, Lore, Psycho, Marisol y Claudia Jara, Cami Pérez, Michelle de
Rurange, Jaime Gallardo, Paula Cea, Claudios, Marcela Hurtado, Felipe Hoffa, Camila
Martínez. ¡Gracias queridos Amigos!

Agradezco también a Dani Vera, Iván M., Iván C., Sita Fio Q. y Kenneth G.,
Alejandro G., Andrés Gamboa, Coty Jofré, Cmos, Gloria V., Sole B., Hugo R., Cristina N.,
Priscilla R., Christian R., Feña R., Flavio y Chica, Alberto C., Crístian F, Andrés A., Pablo
B., Isabel Z., Pablo G., Diego A., Juan Andrés y Jeny, Mónica, Pablo K., Fernanda B.,
Lalo, Chago, Raúl, Camilo G, Carolina M.

El espacio y la memoria hacen imposible nombrar a todos los que merecen estar
dentro de de estos agradecimientos, sinceramente gracias a todos.

Finalmente quiero agradecer a Javi: sin tu apoyo y ayuda no hubiese terminado


esta tesis. ¡Definitivamente GRACIAS!
Tabla de Contenido
1. Introducción .......................................................................................................................... 1

1.1 Introducción general........................................................................................................ 1

1.2 Geología y tectónica regional.......................................................................................... 2

1.3 Clima en Chile central durante el Cuaternario .............................................................. 14

1.4 Sismicidad de Chile central y de la Cordillera Principal ................................................ 17

1.4.1 Contexto general de la sismicidad en Chile central ................................................ 18

1.4.2 Sismicidad interplaca.............................................................................................. 22

1.4.3 Sismicidad de profundidad intermedia ................................................................... 23

1.4.4 Sismicidad cortical .................................................................................................. 24

1.4.5 Tasas de convergencia, deformación cortical y fallas activas ................................ 29

1.5 Trabajos más relevantes sobre el frente cordillerano occidental a la latitud de Santiago
............................................................................................................................................ 32

1.6 Hipótesis de trabajo ...................................................................................................... 38

1.7 Objetivos ....................................................................................................................... 38

1.7.1 Objetivo general ..................................................................................................... 38

1.7.2 Objetivos específicos.............................................................................................. 38

1.8 Organización de este documento. ................................................................................ 38

1.9 Publicaciones y presentaciones relacionadas a esta tesis ........................................... 40

2. Metodología ........................................................................................................................ 42

2.1 Información disponible .................................................................................................. 42

2.1.1 Cobertura de la información geológica ................................................................... 42

2.1.2 Información topográfica y modelos de elevación digital ......................................... 45

2.1.3 Generación de DEM a partir de las bases topográficas ......................................... 51

2.1.4 Fotografías aéreas e imágenes satelitales ............................................................. 56

2.1.5 Trabajo de terreno .................................................................................................. 59

i
2.2 Cartografía geológica, caracterización y modelación morfoestructural ........................ 60

2.2.1 Mapa geológico – estructural ................................................................................. 60

2.2.2 Perfiles estructurales .............................................................................................. 61

2.2.3 Modelo estructural Trishear .................................................................................... 63

2.2.4 Mapa geológico – geomorfológico.......................................................................... 69

2.2.5 Cuantificación de escarpes de falla ........................................................................ 70

2.2.6 Caracterización de terrazas fluviales...................................................................... 70

2.3 Dataciones .................................................................................................................... 71

2.3.1 Datación OSL ......................................................................................................... 71

2.3.2 Datación mediante isótopos cosmogénicos in situ ................................................. 79

2.3.3 Difusión de escarpes .............................................................................................. 90

2.4 Resumen de metodologías ......................................................................................... 100

3. Modelo estructural del Frente Andino Occidental ............................................................. 101

3.1 Introducción................................................................................................................. 101

3.2 Geología del frente cordillerano occidental ................................................................. 101

3.2.1 Estratigrafía de las formaciones abanico y farellones en la zona de estudio ....... 101

3.2.2 Cuerpos intrusivos en la zona de estudio, litología y edades............................... 106

3.2.3 Estructura ............................................................................................................. 107

3.2.4 Perfil generalizado ................................................................................................ 127

3.2.5 Geometría en profundidad.................................................................................... 129

3.3 Modelo estructural del Frente Occidental Andino a la latitud de Santiago.................. 130

3.3.1 Parámetros de entrada ......................................................................................... 130

3.3.2 Etapa 1 – Primera falla. Desarrollo del anticlinal del Colorado ............................ 131

3.3.3 Etapa 2 – Segunda falla. Pliegues bajo el Plateau de Farellones ........................ 132

3.3.4 Etapa 3 – Tercera falla. Inicio del desarrollo del cordón del San Ramón ............. 133

3.3.5 Etapa 4 – Falla San Ramón ................................................................................. 134

ii
3.4 Comparación del resultado del modelo con los datos de terreno, limitaciones e
implicancias....................................................................................................................... 136

3.5 Síntesis de resultados ................................................................................................. 138

4. Deformación Pleistocena asociada al frente cordillerano occidental: escarpes de falla y


sistemas depositacionales de los ríos Maipo y Mapocho ..................................................... 140

4.1 Introducción................................................................................................................. 140

4.2 Antecedentes estratigráficos y sedimentológicos sobre la Depresión Central en el valle


de Santiago ....................................................................................................................... 140

4.3 Morfología y estratigrafía del piedemonte del frente cordillerano a los 33.5ºS ........... 146

4.3.1 Morfología del piedemonte del frente cordillerano ............................................... 146

4.3.2 Estratigrafía de los depósitos de piedemonte de frente cordillerano.................... 146

4.4 Caracterización morfológica de escarpes del piedemonte y segmentación estructural


de la Falla San Ramón...................................................................................................... 153

4.4.1 Morfología de los escarpes del frente cordillerano ............................................... 153

4.4.2 Segmentación estructural de la Falla San Ramón ............................................... 160

4.5 Geocronología mediante 36Cl del escarpe más reciente de la Falla San Ramón ....... 161

4.6 Estratigrafía, geocronología y morfología de los sistemas fluviales de los ríos Maipo y
Mapocho ........................................................................................................................... 165

4.6.1 Estratigrafía de los sistemas depositacionales de los ríos Maipo y Mapocho. ..... 165

4.6.2 Geocronología mediante OSL del sistema de terrazas del Río Maipo ................. 171

4.6.3 Morfología de los sistemas de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho ................. 179

4.7 Relación entre las terrazas fluviales del Maipo y los depósitos aluviales del frente
cordillerano........................................................................................................................ 184

4.8 Síntesis de resultados ................................................................................................. 184

5. El Frente Andino Occidental como elemento tectónico de primer orden en Los Andes, y la
Falla San Ramón dentro de este contexto. .......................................................................... 186

5.1 Artículo “The West Andean Thrust, the San Ramón Fault, and the seismic hazard for
Santiago, Chile”................................................................................................................. 187

5.1.1 Introduction ........................................................................................................... 188


iii
5.1.2 Tectonic framework .............................................................................................. 190

5.1.3 The San Ramón Fault .......................................................................................... 195

5.1.4 Discussion ............................................................................................................ 208

5.1.5 Impact of measurable constraints......................................................................... 220

5.1.6 Conclusions .......................................................................................................... 225

5.1.7 References ........................................................................................................... 229

5.2 Reply to the comment by R. A. Astini & F. M. Dávila on the paper: “The West Andean
Thrust (WAT), the San Ramón Fault and the seismic hazard for Santiago (Chile)” by
Armijo, R., Rauld, R., Thiele, R., Vargas, G., Lacassin, R., and E. Kausel....................... 266

6. Discusión .......................................................................................................................... 275

6.1 Sobre la estructura y evolución del frente cordillerano occidental a la escala del
Cenozoico Superior........................................................................................................... 275

6.1.1 Evolución y estructura de los depósitos sedimentarios de la Depresión Central y


del frente cordillerano. ................................................................................................... 279

6.2 Sobre la Morfología y estructura de la Falla San Ramón ........................................... 281

6.3 Sobre el peligro sísmico asociado a la Falla San Ramón ........................................... 287

7. Conclusiones .................................................................................................................... 293

8. Referencias....................................................................................................................... 297

iv
Lista de Anexos:

ANEXO I:
Artículo Leyton, F., Perez, A., Campos, J., Rauld, R. y Kausel, E. (2009). Anomalous
seismicity in the lower crust of the Santiago Basin, Chile. Physics of The Earth and Planetary
Interiors, 175 (1-2): pp. 17-25.

ANEXO II: Muestras OSL.


Figura II.1. Ubicación Muestras OSL de este estudio.........................................................II-1
Tabla II.1. Mineralogía de Muestras OSL de este estudio.................................................II-2
Tabla II.2. Estadísticas granulométricas para las muestras OSL........................................II-3
Tabla II.3. Resultado de tamizaje mecánico de muestras OSL..........................................II-4
Figura II.2. Resultado de tamizaje de muestras OSL.........................................................II-5
Reportes de análisis Malvern para las muestras OSL........................................................II-6

ANEXO III: Dataciones por isótopos cosmogénicos.


Figura III.1. Ubicación muestras isótopos cosmogénicos.....................................................III-1
Tabla III.1. Resultado Química Isotópica..........................................................................III-2
Tabla III.2. Resultado Química Básica.............................................................................III-2
Reporte de datación por Isótopos cosmogénicos de Dalhousie Geochronology Centre....III-3

ANEXO IV: Datos de escarpes y terrazas fluviales.


Tabla IV.1. Perfiles de escarpes del Frente Cordillerano.................................................IV-1
Tabla IV.2. Perfiles terrazas Río Maipo..........................................................................IV-12
Tabla IV.3. Perfiles Río Mapocho..................................................................................IV-16

v
ANEXO V: Datación morfológica de escarpes y levantamiento GPS diferencial escarpe
reciente.
Tabla V.1. Valores de edad de difusión (Τ en m2) para los perfiles de la quebrada de
Macul................................................................................................................................V-1
Tabla V.2. Edades morfológicas en miles de años para los perfiles GPS en el escarpe más
reciente del frente cordillerano, para constantes de difusión dadas...................................V-2
Tabla V.3. Perfiles 1, 2 y 3...............................................................................................V-4
Tabla V.4. Perfiles 4 y 5……............................................................................................V-8
Tabla V.5. Puntos del levantamiento de GPS diferencial................................................V-12

Figura V.1. Datación por difusión del escarpe en perfil 1..................................................V-7


Figura V.2. Datación por difusión del escarpe en perfil 2..................................................V-8
Figura V.3. Datación por difusión del escarpe en perfil 3..................................................V-9
Figura V.4. Datación por difusión del escarpe en perfil 4................................................V-10
Figura V.5. Datación por difusión del escarpe en perfil 6................................................V-11

vi
INDICE DE FIGURAS
Figura 1.1. Contexto Tectónico de Chile central, en rojo se representan los volcanes activos,
el vector de convergencia según Vigny et al. (2009) y las curvas de profundidad de la placa
de Nazca subductada según Tassara et al. (2006). El rectángulo rojo al centro de la imagen
corresponde el área de estudio de esta tesis. RJF: Ridge de Juan Fernández. ...................... 3
Figura 1.2. Marco tectónico de Chile central, unidades morfoestructurales, la fosa de Chile,
volcanismo activo y líneas de igual profundidad de la zona de Wadati Benioff (líneas
segmentadas azul, roja y verde). El área de estudio está señalada por el rectángulo rojo.
Modificado de Armijo et al. (2010). ........................................................................................... 4
Figura 1.3. Marco Geológico y estructural de la Cordillera Principal, Modificado de Armijo et
al. (2010), compilado de diversas fuentes (Thiele, 1980; Giambiagi et al., 2001; Sélles y
Gana, 2001; Giambiagi y Ramos, 2002; Fock, 2005). De oeste a este se encuentran las
formaciones mesozoicas de la Cordillera de la Costa, la Depresión Central, la Cordillera
Principal la cual se divide en tres zonas: la occidental donde afloran las formaciones Abanico
y Farellones con deformación de vergencia principal al oeste y donde se encuentra el frente
cordillerano (Falla San Ramón); la zona central donde aflora la Formación Farellones y las
formaciones del Mesozoico, con una deformación caracterizada por grandes pliegues de
vergencia al oeste; y la zona oriental donde afloran las formaciones del Mesozoico pero
caracterizadas estructuralmente por deformación de vergencia hacia el este, en la cual se
desarrolla la faja plegada y corrida del Aconcagua. En este sector también se ubica el arco
magmático actual. Más al este se encuentra la Cordillera Frontal y la Precordillera
compuestas principalmente de basamento, y al oriente el antepaís con la cuenca de cuyo. En
color amarillo se muestra el área del mapa de la Figura 3.1 y en color naranja el área del
mapa de la Figura 4.4. AT: Depósitos del Alto Tunuyán. ......................................................... 7
Figura 1.4: Columnas estratigráficas esquemáticas de las formaciones del Mesozoico y del
Cenozoico de la Cordillera de la Costa y Principal. A partir de Piracés (1976); Thiele (1980);
Gana y Wall (1996); Wall y Gana (1994) y Fock (2005). ........................................................ 11
Figura 1.5. Zonas sismogénicas en margen chileno. A) Sismos outer-rise, B) Sismos en la
zona de contacto interplaca, C) Sismos de profundidad intermedia D) Sismos corticales
intraplaca. A partir de Campos, J. (Presentación Núcleo Milenio en Sismotectónica y Peligro
Sísmico) y Leyton et al. (2010) ............................................................................................... 18
Figura 1.6. Sismicidad registrada entre los 29º y los 35º S entre los años 1980 y 2007 por el
Servicio Sismológico Nacional. Se representan los epicentros por colores según su
vii
profundidad. Al sur de los 32.5ºS se aprecia una intensa actividad sísmica cortical. En la
figura se señala el área que representan los perfiles de la Figura 1.7. .................................. 19
Figura 1.7. Secciones en profundidad de la sismicidad registrada en la Zona de Chile central.
Se mantiene la simbología de colores de la Figura 1.6. Se muestra el área correspondiente a
cada tipo de sismo. ................................................................................................................. 21
Figura 1.8. Sismos interplaca históricos con magnitud estimada o calculada mayor a 7.2, y
sus áreas de ruptura estimadas. Las líneas continuas señalan las zonas de ruptura bien
delimitadas y las líneas discontinuas las zonas de ruptura inciertas (Compiladas de
Nishenko, 1985; Comte et al., 1986; Comte y Pardo, 1991; Barrientos, 1994; Campos et al.,
2002; Comte et al., 2002; Barrientos, 2007). .......................................................................... 24
Figura 1.9. Sismicidad cortical (Prof. < 30km) registrada por el SSN entre 2000 y 2008. Se
señalan los clústeres de sismicidad: 1, Clúster Santa Rosa; 2, Clúster del Tupungatito; 3,
Clúster de Andina – Los Bronces; 4, Clúster del Teniente. Se delimitan las dos bandas de
sismicidad mencionadas en el texto. Se muestran además las áreas representadas por los
perfiles de la Figura 1.10. ....................................................................................................... 27
Figura 1.10. Perfiles de la sismicidad cortical registrada a la latitud de Santiago. Se señalan
los clústeres de sismicidad: 1, Clúster Santa Rosa; 2, Clúster del Tupungatito; 3, Clúster de
Andina – Los Bronces; 4, Clúster del Teniente. Se delimitan las dos bandas de sismicidad
mencionadas en el texto. Los perfiles se ubican en la Figura 1.9. ......................................... 29
Figura 1.11: Perfiles estructurales publicados en los que se compara la diferencia de
interpretaciones del frente cordillerano entre 1980 y 2002. Los perfiles están
aproximadamente a la misma escala. Las citas están incluídas en la figura. En las figuras A,
B y C no hay una vergencia de las estructuras definidas en los perfiles, en la figura D se
plantea una vergencia al oeste de la estructura. .................................................................... 35
Figura 1.12: Interpretaciones estructurales de la Cordillera Principal, entre los años 2005 y
2010. Los perfiles se encuentran aproximadamente a la misma escala y las referencias están
indicadas en la figura. La estructura de las figuras A y B presentan una simetría que no
revela ninguna vergencia de la deformación, en la figura C puede observarse una clara
vergencia al oeste de toda la estructura del frente cordillerano y en la figura D la estructura
tampoco presenta una vergencia preferencial........................................................................ 37
Figura 2.1. Mapas geológicos existentes para la zona de estudio. ........................................ 43
Figura 2.2. Tesis desarrolladas en el área de estudio. ........................................................... 43
Figura 2.3. Publicaciones que cubren el área de estudio. ...................................................... 44
Figura 2.4. Trabajos presentados en congresos, sobre el área de estudio............................ 44
viii
Figura 2.5. Áreas cubiertas por las bases topográficas disponibles....................................... 46
Figura 2.6. Ubicación de la zona donde se realizó el levantamiento GPS diferencial, en
rectángulo rojo. ....................................................................................................................... 48
Figura 2.7. Izquierda, equipo GPS registrando en continuo la ubicación del punto base en las
campañas de levantamiento GPS. Derecha, proceso de registro de datos en terreno, método
"stop and go". ......................................................................................................................... 50
Figura 2.8. Relieve sombreado de terreno resultado de DEM interpolado a partir de los datos
GPS, en amarillo se muestran curvas de nivel cada 1 metro extraídas del modelo, en cian los
puntos registrados con GPS en terreno, en azul los puntos registrados para los perfiles
perpendiculares al escarpe y en verde la ubicación de la base con respecto a la que se
referenciaron los puntos. ........................................................................................................ 51
Figura 2.9. A) Relieve sombreado representando el DEM de 9 m, B) Mapa de pendientes y
C) Mapa de aspecto derivados de los mismos datos. ............................................................ 55
Figura 2.10. Representación de relieve sombreado, pendiente y aspecto superpuestos. ..... 56
Figura 2.11. Área cubierta por los sets de fotos áereas utilizadas para este trabajo. En rojo la
cobertura del vuelo Geotec, en cian la del vuelo HYCON y en amarillo la Fondeff. .............. 57
Figura 2.12. Ejemplo de imagen satelital SPOT que cubre el área de estudio. El recuadro rojo
muestra la ubicación de la zona de detalle que se muestra abajo a la derecha, que permite
apreciar la resolución de la imagen. ....................................................................................... 59
Figura 2.13: Ubicación de los perfiles oeste - este en el área de estudio. ............................. 61
Figura 2.14: Ejemplo de construcción del perfil número 5, en la parte superior de la figura se
muestran los datos que han sido transformados en una serie de puntos, con representación
de coordenadas x,y en planta. En la parte inferior, la proyección de los puntos en x,z esto
permite realizar un perfil rigurosamente ajustado a los datos de estructura superficial
observada. .............................................................................................................................. 62
Figura 2.15. Concepto de trishear de Erslev (1991). .............................................................. 64
Figura 2.16. Diferentes tipos de pliegues contraccionales que se pueden modelar a partir de
variaciones del parámetro P/S (Allmendinger, 2004). ............................................................ 65
Figura 2.17. Parámetros para hacer un modelo de cizalle triangular (Allmendinger, 2004). .. 67
Figura 2.18. Pasos para determinar la geometría necesaria en profundidad para lograr
generar la estructura observada en el cordón del San Ramón. A) Despegue y rampa; B)
Despegue y rampa con una flexión; C) Despegue y dos rampas; D) Despegue y dos rampas,
la rampa frontal con una flexión.............................................................................................. 68

ix
Figura 2.19. Comparación A) entre sección estructural propuesta y B) Resultado del modelo
Trishear para el frente cordillerano occidental publicado en Armijo et al.(2010). ................... 69
Figura 2.20. Patrón en abanico de las terrazas deformadas del sistema del río Maipo, esta
deformación es causada por la Falla San Ramón. (Ormeño, 2007) ...................................... 71
Figura 2.21. Ubicación de muestras colectadas para análisis de OSL. ................................. 75
Figura 2.22. Método de muestro de OSL. A) y B) Tubo de PVC utilizado para tomar la
muestra; C), D) y E) Procedimiento de extracción de muestra del nivel estratigráfico a datar y
F) Material auxiliar del mismo nivel para efectuar análisis granulométricos y químicos de la
muestra. .................................................................................................................................. 76
Figura 2.23. Ubicación muestras obtenidas para análisis mediante isótopos cosmogénicos. 87
Figura 2.24. Proceso de toma de muestras para dataciones mediante isótopos
cosmogénicos. ........................................................................................................................ 88
Figura 2.25. Esquema en que se muestran las diferentes secciones de un escarpe de falla, a
partir de Wallace (1977). ........................................................................................................ 92
Figura 2.26. Procesos que controlan el escarpe versus edad del escarpe, a partir de Wallace
(1977). .................................................................................................................................... 93
Figura 2.27. Perspectiva del DEM generado por GPS y perfiles realizados para datar por el
método de difusión de escarpes. Los puntos azules muestran los datos que fueron
adquiridos mediante GPS. Se presenta el trazado de los perfiles topográficos, que se
detallan al costado y que se están utilizando para las dataciones por difusión de escarpes.
Los puntos gruesos celestes muestran la ubicación de las muestras de isótopos
cosmogénicos. ........................................................................................................................ 99
Figura 3.1. Mapa estructural del Frente Andino Occidental, entre los ríos Maipo y Mapocho.
Se señala la ubicación de perfiles P1 a P5 de la Figura 3.6. Se muestra la distribución de las
diferentes formaciones que se encuentran en el sector y los elementos estructurales que han
sido mapeados en este trabajo. En la Toponimia se abrevia SR: Cerro San Ramón, LA: Los
Azules, CP: Cerro Provincia, Q: Quempo, lugares que serán mencionados en el texto.
Modificado de Armijo et al. (2010). ....................................................................................... 102
Figura 3.2. Depósitos lacustres con laminación fina intercalados en lavas de los niveles
inferiores de la Formación Abanico en la quebrada San Ramón. Vista hacia el sureste, las
capas mantean al este.......................................................................................................... 103
Figura 3.3. Tobas laminadas e intercalaciones de areniscas de la Formación Abanico, de
afloramiento en la quebrada de Macul. Las capas son sub –subverticales y de rumbo norte-
sur. ........................................................................................................................................ 104
x
Figura 3.4. Perspectiva en 3D del área estudiada, vista hacia el norte, se aprecia la
estructura de pliegues anticlinales y sinclinales del frente cordillerano, en el cordón del cerro
San Ramón se distingue la geometría de los pliegues que indican una vergencia al oeste. La
Falla San Ramón y el valle de Santiago se encuentran al oeste (izquierda). La simbología es
la utilizada en la Figura 3.1, en verde la Formación Farellones, en naranja la Formación
Abanico, en transparencia con cuadriculado rojo los cuerpos intrusivos, las líneas verdes y
naranjas corresponden a capas guía de las formaciones Farellones y Abanico
respectivamente. Las líneas cyan corresponden a los ejes de los pliegues. ....................... 108
Figura 3.5. Perspectiva en 3D del área estudiada, vista hacia el sur, se aprecia la estructura
de pliegues anticlinales y sinclinales al centro, destaca el par anticlinal y sinclinal del cordón
del San Ramón. La Falla San Ramón y el valle de Santiago al oeste. La simbología es la
utilizada en la Figura 3.1 y en la Figura 3.4. ......................................................................... 109
Figura 3.6. Perfiles del Frente cordillerano de Santiago Oriente. Los colores representan las
formaciones representadas en el mapa de la Figura 3.1. Los cuerpos intrusivos no se
muestran en los perfiles para darle énfasis a la estructura. La ubicación de cada uno de
estos perfiles se muestra en la Figura 3.1. Se observa una concordancia entre los elementos
principales de cada perfil. ..................................................................................................... 110
Figura 3.7. Vista hacia el sureste desde el Estero Covarrubias hacia el flanco este del
Cordón del San Ramón, se aprecian las capas levemente plegadas de la Formación
Farellones en discordancia sobre la Formación Abanico, dicha discordancia se utilizó para
definir el contacto entre las dos formaciones y se siguió en el resto del área estudiada
manteniendo el nivel estratigráfico. ...................................................................................... 111
Figura 3.8. Fotografía hacia el sur en las cabeceras del Estero Covarruvias, se muestran
capas de Formación Farellones que al este están horizontales, y al oeste en el sector de los
Azules, se encuentran plegadas formando un sinclinal asimétrico con manteo al este. ...... 113
Figura 3.9: Fotografía desde el cerro Provincia hacia el sur, al este son visibles las capas que
forman el anticlinal oriental del San Ramón y al oeste se observa el sinclinal occidental de la
estructura. ............................................................................................................................. 114
Figura 3.10. Vista hacia el norte por el estero El Manzano, en último plano se aprecian las
capas plegadas de un pliegue tipo kink en Los Azules. Al este, en primera plana, las capas
subhorizontales de la Formación Abanico. ........................................................................... 115
Figura 3.11. Panorama que abarca desde el Cordón del San Ramón, al fondo al oeste, hasta
el limbo occidental del anticlinal de Colorado al Oeste. Las capas se encuentran expuestas
en el valle del Río Colorado. Las capas superiores corresponden a la Formación Farellones
xi
(verdes en la interpretación) y las inferiores a Formación Abanico (naranja en la
interpretación). Al este, en el limbo occidental de anticlinal del Colorado, se aprecia una leve
discordancia entre las capas de las formaciones anteriormente nombradas. Más al oeste,
antes de llegar al valle del estero El Manzano hay un anticlinal de menor amplitud y longitud.
En el extremo oeste se encuentran rocas masivas denominadas tobas de El Manzano. .... 116
Figura 3.12. Vista hacia el Norte en el valle del río Colorado, se aprecia el anticlinal del
Colorado. Las capas superiores corresponden a la Formación Farellones que están en leve
discordancia sobre las capas de la Formación Abanico. En último plano están el Cordón del
Quempo y el plutón La Gloria. En primer plano se aprecian intrusivos menores que afectan a
la Formación Abanico. En el valle del río Colorado hay depósitos de remoción en masa (rm).
.............................................................................................................................................. 117
Figura 3.13. Zonas de perfiles locales realizados en el área de estudio, cada recuadro
representa un área de la que se extrajo un perfil generalizado. ........................................... 119
Figura 3.14. Perfil San Ramón Sur. Se diferencian las Formaciones Abanico (en naranja) y
en discordancia sobre esta, la Formación Farellones (en verde). Los ejes de los pliegues
mantean al este y la estructura evidencia una deformación con vergencia hacia el este. Los
puntos que se observan en el perfil son las proyecciones (en UTM E y Z) de los puntos
extraídos del mapa estructural de la figura 3.1, según se detalla en la sección 2.2.2. ........ 120
Figura 3.15. Perfil San Ramón Norte. En verde Formación Farellones, que se dispone en
discordancia sobre la Formación Abanico (en naranja). Se aprecia la estructura de pliegues
anticlinales y sinclinales que indican una vergencia de la deformación al oeste. Se indican los
manteos medios de la estratificación.................................................................................... 122
Figura 3.16. Perfil del Río Colorado, en el perfil se aprecia de este a oeste dos anticlinales,
uno mayor, el anticlinal del Colorado, de una longitud mayor a 10 km y uno de menor
magnitud al oeste. Entre cada anticlinal s observa un sinclinal. Sobre la Formación Abanico,
en naranja, se dispone la Formación Farellones en discordancia. La estructura muestra una
deformación de vergencia al oeste. ...................................................................................... 124
Figura 3.17. Perfil Río Molina. En el perfil se aprecia la Formación Farellones, de color verde,
sobre la Formación Abanico, en una discordancia suave. La estructura señala una
deformación con vergencia al oeste. Se distinguen 3 sinclinales progresivamente más
deformados de este a oeste. ................................................................................................ 125
Figura 3.18. Perfil Quempo Sur. La Formación Farellones (verde) se ubica sobre la
Formación Abanico (naranja) en discordancia y en paraconcordancia. El Plutón La Gloria
intruye la estructura. La deformación es de vergencia al oeste. .......................................... 126
xii
Figura 3.19. Perfil integrado a partir de perfiles locales. ...................................................... 127
Figura 3.20. Perfil integrado del Frente cordillerano occidental. En este perfil se aprecia la
estructura consistente en una serie de anticlinales y sinclinales intercalados, que se siguen
de este a oeste. Los Anticlinales de mayor magnitud corresponden a los del Colorado y del
San Ramón. La estructura general indica una vergencia al oeste de la deformación
(Publicado en Armijo et al., 2010)......................................................................................... 128
Figura 3.21. Perfil Estructural del frente cordillerano occidental, extrapolado a profundidad a
partir de la geometría observada en superficie, (Publicado en Armijo et al., 2010). ............ 130
Figura 3.22. Primer paso del modelo, condición inicial geología en capas planas y geometría
de la falla inicial y plano de despegue. ................................................................................. 132
Figura 3.23. Estado del modelo después de la actuación de la primera falla. ..................... 132
Figura 3.24. Paso 3 del modelo, una segunda falla más al oeste. ....................................... 133
Figura 3.25. Geometría del modelo después de la deformación provocada por la segunda
falla. ...................................................................................................................................... 133
Figura 3.26. Paso 5 del modelo, tercera falla al oeste. Esta falla es la que da inicio al
desarrollo de la estructura del cordón del San Ramón......................................................... 134
Figura 3.27. Geometría posterior a la deformación causada por la tercera falla.................. 134
Figura 3.28. Geometría de la falla más occidental de la secuencia de fallas (Falla San
Ramón), consta de dos curvas, una al iniciarse como rampa desde el despegue y la segunda
a unos 5 km de profundidad. ................................................................................................ 135
Figura 3.29. Deformación producida por la Falla San Ramón, hasta la depositación de la
Formación Farellones, representada por la línea verde. Las flechas indican los alzamientos
asociados a la deformación. ................................................................................................. 135
Figura 3.30. Geometría final del modelo producto de la acción de la secuencia progresiva de
fallas que conformaron el Frente Andino Occidental. Se indican los valores de alzamiento
asociados al desarrollo de la estructura. .............................................................................. 136
Figura 3.31. Comparación de las estructuras observada (arriba) y generada por el modelo
(abajo), se puede apreciar la buena correlación entre las dos formas. ................................ 138
Figura 4.1. Profundidad del basamento rocoso del valle de Santiago según gravimetría
(Araneda et al., 2000). Las líneas verdes señalan las áreas donde el contacto entre el
basamento y el relleno se encuentra bajo el nivel del mar. En el límite entre el Valle Central y
la Cordillera Principal, al este, está la Falla San Ramón. ..................................................... 142
Figura 4.2. Figura en la que se muestra el valle de Santiago, se caracteriza como una
depresión alargada en sentido norte sur con pendientes bajas y algunos ceros aislados. Se
xiii
dibujan los 4 abanicos principales de donde proviene su relleno, que fueron delimitados
siguiendo parametrizaciones de relieve sombreado y aspecto. De norte a sur son: Río
Colina, Río Mapocho, Río Maipo y Río Angostura. .............................................................. 144
Figura 4.3. Abanicos fluviales principales de la parte central del Valle de Santiago. Se
muestran las distintas etapas depositacionales de cada abanico. ....................................... 145
Figura 4.4. Morfoestratigrafía y escarpes del frente cordillerano. A) Muestra la proyección de
los escarpes de falla en el frente cordillerano (Exageración vertical 10x), asociados a la
deformación que afecta a cada unidad sedimentaria y a las terrazas de los ríos Maipo y
Mapocho. Las flechas azules señalan los lugares donde la erosión de las quebradas del
frente cordillerano es más importante. Se señala cada uno de los segmentos, al norte el
segmento Río Mapocho, quebrada Nido de Águilas; el segmento central quebrada Nido de
Águilas – Lo Planella, y al sur Lo Planella – Río Maipo. En la parte inferior está el mapa de
las unidades morfológicas del frente cordillerano, separadas en tres unidades según edad.
La toponimia utilizada en abreviación en el texto es: C.C.: Cerro Calán, C.A.: Cerro
Apoquindo, L.R.: Los Rulos, L.C.: Lo Cañas, L.P.: Lo Planella, L.V.: La Vizcachas, QNdA:
Quebrada Nido de Águilas.................................................................................................... 148
Figura 4.5. A) Depósitos de la Unidad Pleistoceno Inferior y Medio en el Cerro Calán. Estos
depósitos se encuentran fallados y plegados, en la fotografía se ve una falla inversa de
manteo subvertical y rumbo noroeste. B) Depósitos fluviales imbricados pertenecientes a
esta misma unidad. C) Diagrama de polos de imbricación medidos en el Cerro Calán, que
indica aportes desde el este, y en el Cerro Apoquindo, medidos al este (E) y al oeste (W) de
la falla, en estos último se observan aportes desde la misma dirección (Norte) pero con un
basculamiento entre los dos niveles medidos. ..................................................................... 149
Figura 4.6. Falla inversa que superpone rocas volcánicas de la Formación Abanico sobre
depósitos aluviales de la unidad del Pleistoceno Inferior y Medio. ....................................... 150
Figura 4.7. Depósitos aluviales de la unidad Pleistoceno Medio y Superior, en uno de los
pocos afloramientos posibles de revisar. En sector norte del área de estudio, cerca del Cerro
Calán. ................................................................................................................................... 151
Figura 4.8. Depósitos de ceniza en la unidad del Pleistoceno Medio y Superior, estos
depósitos son correlacionables mineralógica y químicamente con los depósitos asignados a
la Ignimbrita Pudahuel. ......................................................................................................... 152
Figura 4.9. Depósitos aluviales del Pleistoceno y Holoceno que se encuentran afectados por
falla al norte de la Quebrada de Macul. En esta relación de corte se encuentran preservado

xiv
el escarpe de falla más pequeño reconocido en el área de estudio. El rectángulo rojo señala
el área de la Figura 4.17. ...................................................................................................... 153
Figura 4.10. Figura en que se muestran perfiles topográficos correspondientes a los
escarpes mayores. El Perfil 1 para por el cerro Los Rulos y el Perfil 2 es al norte de la
Quebrada de Macul. ............................................................................................................. 154
Figura 4.11. Escarpes medianos del Frente cordillerano, se presentan 5 perfiles (a,b,c,d,e)
que muestran características geométricas de los escarpes. ................................................ 155
Figura 4.12. Superficie aterrazada en Lo Planella, al este de la falla................................... 156
Figura 4.13. Figura del levantamiento topográfico del escarpe más pequeño, ubicado al norte
de la Quebrada de Macul. Los puntos en cyan marcan los puntos de medida de GPS
diferencial para general el modelo numérico de terreno que se representa en la figura como
un relieve sombreado. Se señala la ubicación de los perfiles de la Figura 4.15 como P1, P2,
P3, P4 y P5. .......................................................................................................................... 157
Figura 4.14: Perfiles obtenidos del modelo numérico interpolado a partir del levantamiento
GPS. (publicado en Armijo et al. 2010) ................................................................................ 158
Figura 4.15. Perfiles obtenidos mediante GPS diferencial en el escarpe más pequeño, los
puntos negros corresponden al dato GPS. Se muestran las pendientes medias de las líneas
y el desplazamiento de las superficies. Los ángulos mayores del bloque colgante evidencian
alzamiento del bloque este (a la derecha). ........................................................................... 159
Figura 4.16. Bloques de lava andesítica de flujo de detritos de los que se realizó el muestreo
para isótopos cosmogénicos. El bloque en primer plano es el que corresponde a la muestra
CHI07RRFSR02. .................................................................................................................. 162
Figura 4.17. Edades de isótopos cosmogénicos en abanico aluvial del Pleistoceno donde se
encuentra el escarpe de falla más joven reconocido en el área. Las edades dan una edad
promedio ponderada de 46.7 ± 5.9 ka. En cada muestra se colocó la edad media obtenida
para ella. ............................................................................................................................... 163
Figura 4.18. Unidades depositadas en el sistema de abanico del Maipo, los puntos rojos
señalan las muestras de isótopos cosmogénicos y en los globos de texto se señalan sus
edades en miles de años antes del presente. La imagen del fondo corresponde a un fundido
entre relieve sombreado y aspecto a partir del MNT realizado con la integración de las bases
topográficas disponibles. ...................................................................................................... 170
Figura 4.19. Contexto de las muestras RM07-04 y RM07-05. Las muestras fueron extraídas
en un afloramiento vertical de la terraza T2. ........................................................................ 173

xv
Figura 4.20. Mapa de contexto de las muestras RM07-06 y RM07-07. Las muestras fueron
extraídas de terrazas T2 y T1 respectivamente. .................................................................. 174
Figura 4.21. Depósito de arena del que se extrajo la muestra RM07-06. Se aprecia la
laminación fina, el material es arena fina. ............................................................................ 175
Figura 4.22. Contexto de Muestras RM07-08, de T2, RM07-09, de T3 y RM08-01 de T3. .. 176
Figura 4.23. Contexto de muestras RM07-10 y RM07-11. RM07-11 Se extrajo de un nivel de
arena fina que recubre T2 y que temporalmente se asigna a T1. ........................................ 177
Figura 4.24. Afloramiento del que se extrajo RM07-10. Corresponde a un nivel de depósito
de arena fina, sobre gravas fluviales y bajo un depósito de flujo de detritos. ...................... 177
Figura 4.25. Contexto de muestras RM07-12, RM07-13 y RM07-14. .................................. 178
Figura 4.26. Depósito de arena de donde se extrajo RM07-14. Corresponde a una barra de
arena entre gravas fluviales.................................................................................................. 179
Figura 4.27: Localización de los perfiles transversales al cauce de los ríos Maipo y Mapocho
para determinar la morfología de las terrazas. ..................................................................... 180
Figura 4.28. Geometría de los sistemas de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho con
respecto al nivel del cauce del río respectivo. En la figura inferior se muestra el sistema de
terrazas del Río Maipo, en la figura superior el del Río Mapocho, en las dos figuras se
aprecia deformación en patrón de abanico en que las terrazas divergen. Se muestran las
edades OSL de las terrazas del Maipo................................................................................. 182
Figura 6.1: Terrazas del Río Kali Gandaki en Nepal. La divergencia de estas terrazas aguas
abajo indican un alzamiento diferencial de la roca sobre la falla inversa, que implica un mayor
alzamiento hacia el sur. Modificado de Burbank y Andreson (2001). ................................... 284
Figura 6.2: Patrón de deformación divergente aguas abajo del Río Maipo. Se indican las
tasas de incisión máximas para T2 y T3 entre El Frente Cordillera y La Obra, La Obra y El
Manzano y entre el Manzano y El Melocotón. T1 no fue graficado en la figura debido a que la
deformación que presenta respecto del río Maipo no es reconocible a la escala de trabajo.
.............................................................................................................................................. 286
Figura 6.3: Dimensiones de ruptura estimadas para la Falla San Ramón en perfil, a partir del
perfil estructural de la Figura 3.20. Los valores que representan colores que señalan los
anchos de ruptura en la falla se muestran la izquierda. Se grafican los sismos corticales
determinados por Pérez et al. (2009) para representar las bandas de sismicidad
mencionadas en el texto. ...................................................................................................... 289

xvi
INDICE DE TABLAS
Tabla 2.1. Ubicación de punto de referencia geodésico y base utilizada en el levantamiento
GPS. ....................................................................................................................................... 49
Tabla 2.2. Vuelos aerofotogramétricos utilizados en este estudio. ........................................ 57
Tabla 2.3. Imágenes satelitales ocupadas en este estudio .................................................... 58
Tabla 2.4. Resultados de análisis de muestras OSL. ............................................................. 78
Tabla 2.5. Resultados de análisis de isótopos cosmogénicos. .............................................. 90
36
Tabla 4.1. Edades de isótopos cosmogénicos Cl para las muestras obtenidas al norte de
Quebrada de Macul (Figura 4.17)......................................................................................... 164
Tabla 4.2. Edades OSL del sistema de terrazas del Río Maipo. .......................................... 172
Tabla 6.1: Magnitudes calculadas para sismos generados en la Falla San Ramón. ........... 291

xvii
1. Introducción

1.1 Introducción general


El frente cordillerano es un rasgo morfológico de primer orden en Chile central. Este rasgo se
asocia a un desnivel topográfico de más de 2000 m entre las cumbres más altas del cordón
de cerros que dominan la parte occidental de la Cordillera Principal frente a Santiago, con el
Cerro San Ramón como su máxima cumbre (3250 m s.n.m.), y el piedemonte que
caracteriza la Depresión Central, con una altura media de unos 500 m s.n.m., pero que
alcanza unos 1000 m s.n.m. en el sector oriente de la capital de Chile.

La Falla San Ramón, ubicada en el sector oriente de Santiago, a los pies del frente
cordillerano, es una falla inversa de vergencia oeste con evidencias de actividad cuaternaria
(Rauld, 2002; Armijo et al., 2010), que forma parte del Frente Andino Occidental, en el marco
de un orógeno bivergente (Armijo et al., 2010). Estos hallazgos y conceptos científicos
proponen una nueva visión que complementa la discusión sobre la orogénesis andina y en
particular el significado del frente cordillerano en la morfogénesis de Chile central (Brüggen,
1950; Carter y Aguirre, 1965; Tricart et al., 1965; Borde, 1966; Thiele, 1980; Godoy et al.,
1999; Charrier et al., 2002; Rauld, 2002; Campbell, 2005; Charrier et al., 2005; Fock, 2005;
Farías et al., 2008b; Armijo et al., 2010; Farías et al., 2010).

La Falla San Ramón es una estructura inversa que monta las unidades que forman el bloque
cordillerano sobre la Depresión Central de Santiago, que ha tenido relevancia a escala del
Cenozoico tardío en la absorción de la deformación cortical y la generación de relieve, y que
representa un potencial peligro sísmico para la ciudad (Rauld, 2002; Armijo et al., 2010).
Este trabajo aborda interrogantes que permiten precisar algunos aspectos relativos al
problema, tales como: ¿Cuál es la geometría superficial de la Falla San Ramón frente a
Santiago?, ¿Cuáles son los segmentos que la definen?, ¿Cuál es la geometría de esta falla
en profundidad, y su relación con la estructura cortical? ¿Cuál es la cinemática de la
deformación asociada a esta falla durante el Cuaternario tardío y cómo se enmarca en la
evolución del frente cordillerano?

1
En esta tesis se estudió la estructura y evolución del Frente Andino Occidental al este de
Santiago abarcando tres escalas temporales que, a la vez, corresponden a tres escalas
espaciales:

A una escala temporal de millones de años, desde el Mioceno, y a una escala espacial
kilométrica, que comprende la estructura y evolución del Cordón del Cerro San Ramón y el
relieve situado inmediatamente al este, el cual está conformado casi en su totalidad por
rocas de la formación Abanico (Aguirre, 1960) y Farellones (Klohn, 1960), y que alcanza
cotas por sobre los 2500 m sobre la Depresión Central.

A una escala de cientos de miles de años, a partir del estudio de los depósitos no
consolidados a los pies del frente cordillerano de Santiago, los escarpes de falla que los
afectan, y las terrazas fluviales de los ríos Maipo y Mapocho. Esta escala espacialmente
comprende dimensiones de decenas a centenas de metros.

A una escala temporal de decenas de miles de años, a partir del estudio de los escarpes de
falla más recientes de la Falla San Ramón, los cuales tienen dimensiones métricas, con
implicancias para el peligro sísmico asociado a la falla y para futuros estudios
paleosismológicos.

Este trabajo se enmarca dentro del Núcleo Milenio en Sismotectónica y Peligro Sísmico,
cuyo interés fue aportar a la evaluación de la amenaza sísmica sobre la Región
Metropolitana, y especialmente sobre la ciudad de Santiago. Para ello es necesario conocer
con mayor detalle las estructuras potencialmente sismogénicas de la región, de forma de
poder determinar la amenaza sísmica que estas representan. También se realizó en el
contexto del Laboratorio Internacional Asociado Montessus de Ballore (LIA; Universidad de
Chile-CNRS, Francia), para el estudio de la amenaza sísmica en Chile.

1.2 Geología y tectónica regional


Chile central se ubica en un ambiente tectónico de convergencia (Figura 1.1), con una
subducción reconocida desde al menos, el Jurásico (Mpodozis y Ramos, 1989) y con
variaciones en la tasa de convergencia durante el Eoceno – Mioceno que van desde 5 a 15
cm/año (Pardo-Casas y Molnar, 1987; Somoza, 1998), que se ha desacelerado en
aproximadamente un 50% en los últimos 10 Ma (Meade y Conrad, 2008). Actualmente se
estima que la tasa de convergencia es 6.8 cm/año (Demets et al., 1994; Vigny et al., 2009).

2
En Los Andes de Chile central se distinguen 5 unidades morfoestructurales que se
distribuyen en franjas elongadas de orientación norte – sur y que han sido reconocidas por
diversos autores (P.e: Aubouin et al., 1973; Gansser, 1973), estas son de oeste a este
(Figura 1.2): La fosa oceánica, el margen continental, la Cordillera de la Costa, la Depresión
Central y la Cordillera Principal. Hacia el este, en Argentina, se reconoce también la
Cordillera Frontal.

1) La fosa oceánica, es una depresión alargada de orientación norte-sur desde los 33ºS
hacia el norte y con una orientación N15ºE hacia el sur de dicha latitud. Alcanza
profundidades de hasta 6000 m en esta latitud, y es la expresión en superficie del lugar
donde ocurre el contacto entre las placas de Nazca y Sudamericana.

Figura 1.1. Contexto Tectónico de Chile central, en rojo se representan los volcanes activos, el vector de
convergencia según Vigny et al. (2009) y las curvas de profundidad de la placa de Nazca subductada

3
según Tassara et al. (2006). El rectángulo rojo al centro de la imagen corresponde el área de estudio de
esta tesis. RJF: Ridge de Juan Fernández.

2) El margen continental, que posee un ancho entre 150 y 200 km entre la línea de costa y la
fosa, incluye una plataforma continental estrecha donde se produce la depositación del
material continental, y hacia el este un talud continental que presenta evidencias de
estructuras contraccionales como cuencas alargadas norte-sur (Mordojovich, 1981), entre las
que destaca la cuenca de Valparaíso, en las que se produce depositación de abanicos
submarinos y flujos turbidíticos (Laursen y Normark, 2003). Destacan también algunos
cañones submarinos (Por ejemplo el cañón del Maipo; - Laursen et al., 2002). En su extremo
occidental se encuentra el prisma de acreción.

Figura 1.2. Marco tectónico de Chile central, unidades morfoestructurales, la fosa de Chile, volcanismo
activo y líneas de igual profundidad de la zona de Wadati Benioff (líneas segmentadas azul, roja y verde).
El área de estudio está señalada por el rectángulo rojo. Modificado de Armijo et al. (2010).

3) La Cordillera de la Costa está compuesta por rocas metamórficas e intrusivas del


Paleozoico y del Mesozoico Inferior, sobre las cuales se encuentran en disconformidad rocas
sedimentarias y volcánicas mesozoicas (Thomas, 1958; Piracés, 1976; Gana et al., 1994;
Wall et al., 1996). Este cordón montañoso, tiene una dirección paralela al margen continental

4
y su relieve, que no supera los 2500 m s.n.m., tiene una morfología redondeada que
evidencia un relieve maduro.

La estructura que presenta la Cordillera de la Costa se puede dividir en dos segmentos:

a) Un segmento occidental, de un ancho promedio de 30 km, compuesto por un


basamento cristalino de rocas metamórficas e intrusivas (ortogneises, paragneises y
en menor proporción esquistos; tonalitas, granodioritas y monzogranitos de anfíbola-
biotita, sienogranitos y granitos de microclina) de edades que van desde el
Paleozoico al Jurásico Medio (Thomas, 1958; Gana et al., 1994; Wall et al., 1996),
con algunos pequeños remanentes de rocas sedimentarias cretácicas. Sobre el
basamento se encuentran varios niveles de terrazas marinas neógenas, hasta
pleistocenas, que alcanzan los 500 m s.n.m. en disposición subhorizontal (Gana et
al., 1994).
b) El segmento occidental, de un ancho promedio de unos 40 km, se caracteriza por un
relieve mayor, con cumbres que superan en algunos casos los 2000 m s.n.m. (Por
ejemplo el Cerro El Roble que alcanza 2222 m s.n.m.). Este segmento está formado
por rocas intrusivas cretácicas y jurásicas así como por las formaciones volcano-
sedimentarias del Jurásico al Cretácico Superior (Formaciones Ajial, Cerro Calera,
Horqueta, Lo Prado, Veta Negra, Las Chilcas y Lo Valle). Estas formaciones
presentan manteos hacia el este variables entre 10º y 50º, con estructuras locales
como pliegues y contactos con intrusivos (Gana et al., 1994), pero que en conjunto
forman un bloque monoclinal con un manteo promedio de entre 30º y 40º al este.

Las formaciones que se encuentran en la Cordillera de la Costa de base a techo son (Figura
1.4): Formación Ajial (Thomas, 1958) compuesta por lavas andesíticas y tobas con
intercalaciones de areniscas y lutitas de un ambiente principalmente continental, del Jurásico
Inferior (¿Pliensbachiano- Aaleniano?) y con un espesor variable pero que se estima en
promedio en 1200 m. Formación Cerro Calera (Piracés, 1976) compuesta por limolitas y
areniscas calcáreas, areniscas y conglomerados volcanoclásticos e intercalaciones de tobas,
que representa una etapa predominantemente marina durante el Jurásico Medio (¿Aaleniano
superior? – Bajociano). Se dispone concordantemente sobre la Formación Ajial, y su potencia
se estima en 860 m. Formación Horqueta (Piracés, 1976) compuesta por tobas, lavas
andesíticas a riolíticas, areniscas y conglomerados volcanoclásticos de color pardo rojizo de
ambiente aluvial, que sobreyace en concordancia a la Formación Cerro Calera. Es una unidad

5
volcánica con intercalaciones sedimentarias continentales del Jurásico Medio y Superior
(¿Batoniano – Titoniano?). Formación Lo Prado (Thomas, 1958; Piracés, 1976) compuesta por
calizas, lutitas y areniscas calcáreas fosilíferas, areniscas, brechas y conglomerados, lavas,
lavas brechosas y tobas de composición andesítica a riolítica. Representa una unidad marina
con intercalaciones volcánicas, y se dispone aparentemente concordante sobre la Formación
Horqueta, con potencia variable entre 3600 y 4700 m, y es asignada al Cretácico Inferior
(Berriasiano- Hauteriviano). La Formación Veta Negra (Thomas, 1958) es una unidad de rocas
volcánicas andesíticas, como lavas y tobas, con intercalaciones de depósitos continentales de
areniscas conglomerados y limolitas, que se dispone concordantemente sobre la Formación Lo
Prado. Tiene un espesor de aproximadamente 3000 m, es asignada al Cretácico Inferior
(Barremiano – Aptiano). La Formación Las Chilcas (Thomas, 1958), se compone en sus
niveles basales de rocas piroclásticas, con intercalaciones de lavas andesíticas y basálticas,
que gradan hacia el techo a conglomerados y areniscas, a las cuales se asocia un nivel de
calizas marinas. Hacia el techo de la formación se encuentran lavas basálticas y andesítico-
basálticas. Su litología es de carácter continental y se disponen concordantemente sobre la
Formación Veta Negra. Se asigna al Cretácico Inferior (Aptiano- Albiano). La Formación Lo
Valle (Thomas, 1958) es una secuencia piroclástica de composición andesítica a riolítica, con
intercalaciones de lavas y rocas sedimentarias continentales de hasta 1800 m de espesor.
Está en discordancia sobre la Formación Las Chilcas, y hacia el norte de los 32º30’S cuando
la Depresión Central desaparece, se encuentra bajo la Formación Abanico. Edades
radiométricas han permitido asignarle una edad entre los 72 y 75 Ma (Gana y Wall, 1997).

4) La Depresión Centra está rellena hasta por 500 m de depósitos sedimentarios no


consolidados pliocenos a holocenos, que corresponden principalmente a depósitos fluvio-
aluviales, en el sector oriental, gradando a depósitos de grano más fino, como limos y arcillas
hacia el oeste y en profundidad (Karzulovic, 1957; Falcon et al., 1970; Thiele, 1980; Araneda
et al., 2000; Iriarte, 2003). En el valle de Santiago, se han descrito 3 niveles de depósitos
cineríticos a diferentes profundidades (Emparán, 1966), siendo el más superficial de ellos
denominado Ignimbrita Pudahuel (Stern et al., 1984; Gana et al., 1994), de gran extensión
areal; sus afloramientos se concentran en el sector occidental del valle de Santiago, e
incluso en la Cordillera de la Costa y tiene un espesor de hasta 60 m. Este depósito ha sido
datado en 450 ± 55 ka mediante trazas de fisión en Apatito (Stern et al., 1984). Los depósitos
aluviales corresponden a abanicos depositacionales de los ríos que descienden de la
Cordillera Principal y que son descritos, para el valle de Santiago, en el Capítulo 4 de esta

6
tesis. Al norte de los 33ºS esta unidad se cierra, en los cerros de Colina y el Cordón de
Chacabuco, en los que se ponen en contacto las formaciones Lo Valle y Abanico, de la
Cordillera de la Costa y Cordillera Principal, respectivamente. A la latitud del Río Aconcagua,
se vuelve a expresar la Depresión Central para no aparecer en cientos de kilómetros al
norte. Al sur de Chile central, los depósitos de la Depresión Central están compuestos por
depósitos aluviales con importantes niveles de depósitos piroclásticos entre los 35º y los
37ºS, y gradualmente comienzan a hacerse importantes en proporción los depósitos
glaciares, los que, de los 38ºS hacia el sur dominan en esta unidad (Paskoff, 1977; Volland
et al., 2007).

Figura 1.3. Marco Geológico y estructural de la Cordillera Principal, Modificado de Armijo et al. (2010),
compilado de diversas fuentes (Thiele, 1980; Giambiagi et al., 2001; Sélles y Gana, 2001; Giambiagi y
Ramos, 2002; Fock, 2005). De oeste a este se encuentran las formaciones mesozoicas de la Cordillera de
la Costa, la Depresión Central, la Cordillera Principal la cual se divide en tres zonas: la occidental donde
afloran las formaciones Abanico y Farellones con deformación de vergencia principal al oeste y donde se
encuentra el frente cordillerano (Falla San Ramón); la zona central donde aflora la Formación Farellones y
las formaciones del Mesozoico, con una deformación caracterizada por grandes pliegues de vergencia al
oeste; y la zona oriental donde afloran las formaciones del Mesozoico pero caracterizadas
estructuralmente por deformación de vergencia hacia el este, en la cual se desarrolla la faja plegada y
corrida del Aconcagua. En este sector también se ubica el arco magmático actual. Más al este se
encuentra la Cordillera Frontal y la Precordillera compuestas principalmente de basamento, y al oriente el
antepaís con la cuenca de cuyo. En color amarillo se muestra el área del mapa de la Figura 3.1 y en color
naranja el área del mapa de la Figura 4.4. AT: Depósitos del Alto Tunuyán.

7
En el límite entre la Depresión Central y la Cordillera Principal, a mediados del siglo pasado,
se había propuesto la existencia de una falla normal, debido a que la Depresión Central se
entendía como un graben tectónico (Brüggen, 1950; Carter y Aguirre, 1965; Thiele, 1980).
Sin embargo estudios posteriores concluyeron que dicha falla corresponde a una falla
inversa (Rauld, 2002; Armijo et al., 2010), lo cual ha sido reconocido en trabajos posteriores
(Charrier et al., 2002; Campbell, 2005; Charrier et al., 2005; Fock, 2005; Fock et al., 2006;
Farías et al., 2008b; Farías et al., 2010). Algunos autores proponen que esta falla
corresponde a una estructura antigua asociada a la formación de una cuenca extensional en
la que se depositó la Formación Abanico, la cual habría sido reactivada como falla inversa
durante la inversión de esta cuenca a partir del Oligoceno Superior o Mioceno Inferior
(Charrier et al., 2005; Fock, 2005; Farías, 2007). En Santiago, la Falla San Ramón (Rauld,
2002; Armijo et al., 2010) pone en contacto los depósitos no consolidados que rellenan el
valle, con rocas cenozoicas de la Formación Abanico (Aguirre, 1960) que constituyen los
contrafuertes cordilleranos (Figura 1.3). Los escarpes de falla que afectan abanicos aluviales
pleistocenos y holocenos en el frente cordillerano de Santiago (Rauld, 2002) y terrazas
fluviales basculadas en el valle del río Maipo (Ormeño, 2007) evidencian la actividad reciente
de la Falla San Ramón.

5) La Cordillera Principal (Figura 1.2 y Figura 1.3), en su parte occidental está compuesta por
rocas volcánicas, volcanoclásticas y subordinadamente sedimentarias, cenozoicas y
mesozoicas, y en su parte oriental por rocas sedimentarias marinas y continentales, con
intercalaciones de rocas volcánicas mesozoicas deformadas que forman parte de una faja
plegada y corrida de piel delgada; por sobre estas rocas mesozoicas se disponen las rocas
del arco volcánico cuaternario (Thiele, 1980). El relieve de la Cordillera Principal está
caracterizado por elevaciones máximas que constituyen el frente cordillerano, luego
disminuyen y de nuevo aumentan, en general, de oeste a este hasta un máximo cerca de la
divisoria de aguas, manteniendo el relieve al este hasta encontrarse con la Precordillera en
argentina. Esto se ejemplifica con elevaciones máximas de 3253 m s.n.m. del Cerro San
Ramón en el frente cordillerano de Santiago, y los 6962 m del Cerro Aconcagua, junto con
varias cumbres que superan los 6000 m s.n.m. en el resto de la Cordillera Principal.

La estructura de la Cordillera Principal se puede describir en tres dominios:

a) Un dominio occidental, que más adelante es nombrado Frente Andino Occidental


(Armijo et al., 2010), que corresponde a un rasgo morfoestructural consistente en

8
fallas y pliegues de longitud de onda aproximada de 5 km (Thiele, 1980; Charrier et
al., 2002; Charrier et al., 2005a; Fock, 2005; Fock et al., 2006; Armijo et al., 2010),
con intrusivos del Mioceno Inferior. Se reconoce una vergencia al oeste de las
estructuras que dominan en esta unidad (Armijo et al., 2010). A la latitud de Santiago
el límite oeste está representado por el Cordón del San Ramón, con elevaciones
hasta 3253 m s.n.m. a cuyos pies se ubica la Falla San Ramón (Rauld, 2002; Armijo
et al., 2010). Más al oeste las formaciones cenozoicas (Abanico y Farellones) se
encuentran plegadas más suavemente, y describen una serie de anticlinales y
sinclinales suaves de escala kilométrica, que a la latitud de Santiago forman una
morfología relativamente plana y alzada, denominada como plateau de Farellones en
Armijo et al. (2010), donde las formaciones muestran una deformación mayor en los
niveles estratigráficos más bajos (Thiele, 1980; Godoy et al., 1999; Charrier et al.,
2002; Charrier et al., 2005a; Fock, 2005; Farías, 2007; Armijo et al., 2010). El límite
con el dominio central corresponde a un gran anticlinal de vergencia al oeste con
numerosos cuerpos intrusivos del Mioceno Superior (Plutón La Gloria, San Gabriel y
otros menores).
b) Un dominio central en el que predominan las unidades volcano-sedimentarias del
Cenozoico caracterizado por pliegues de vergencia oeste (Armijo et al., 2010) y que
se presentan como una serie de sinclinales que deforman a las unidades cenozoicas
y mesozoicas (Thiele, 1980; Baeza, 1999; Fock, 2005; Armijo et al., 2010), donde
consecuentemente aflora su contacto, con limbos orientales de gran espesor y
manteos fuertes (> 70º), asociados a sinclinales subsidiarios. Las estructuras son de
orientación general norte – sur y hacia el este la estructura se hace más compleja,
formando una franja de unos 20 km de ancho en que existe una serie de pliegues
anticlinales en cascada que se interpretan como la proyección en superficie de una
rampa de vergencia oeste en el basamento cristalino (Armijo et al., 2010).
c) Un dominio oriental que está caracterizado por una serie de corrimientos con
vergencia al este en las unidades mesozoicas con repetición de secuencias propia de
una faja plegada y corrida de piel delgada. A la latitud de Santiago es conocida como
Faja Plegada y Corrida del Aconcagua (Ramos et al., 1996; Giambiagi, 2003;
Giambiagi et al., 2003; Armijo et al., 2010). Sobre este dominio al sur de los 32ºS se
ubican los edificios del arco volcánico actual. Al este, sobre las unidades del
Mesozoico, se encuentran depósitos sedimentarios continentales del Mioceno (Fms.
Santa María y Alto Tunuyán; Ramos et al., 1996; Giambiagi et al., 2001; Giambiagi y

9
Ramos, 2002), que se interpretan como cuencas intermontanas y que han sido
transportadas sobre las escamas de rocas mesozoicas (Armijo et al., 2010).
Las formaciones del Mesozoico que se encuentran en la Cordillera Principal a la
latitud de Santiago, son de base a techo (Figura 1.3 y Figura 1.4): Formación Río
Colina (González, 1963), compuesta por rocas sedimentarias marinas como calizas y
lutitas calcáreas oscuras, lutitas fisibles, areniscas y conglomerados finos, con
algunas intercalaciones de rocas volcánicas andesíticas. Además presenta yeso
interestratificado y domos diapíricos de yeso que la intruyen (Thiele, 1980). Su
espesor mínimo visible es de 800 m. Es Jurásico Medio Superior (Caloviano –
Oxfordiano), y se correlaciona con las formaciones Tábanos, Lotena, La Manga y
Auquilco en Argentina (Thiele, 1980). La Formación Río Damas (Klohn, 1960), es una
secuencia continental de casi 3000 m de conglomerados y brechas conglomerádicas
gruesas a medianas, con intercalaciones de areniscas, limolitas y lavas andesíticas y
es asignada al Jurásico Superior (Kimmeridgiano: Thiele, 1980) En Argentina se
correlaciona con la Formación Tordillo, según Thiele (1980). Formación Lo Valdés
(González, 1963), que corresponde a una secuencia de lavas andesíticas con
algunas intercalaciones de sedimentos marinos en su miembro inferior y calizas,
calizas fosilíferas, calcilutitas, lutitas y areniscas calcáreas en su miembro superior.
Su base es concordante con la Formación Río Damas (Thiele, 1980). El espesor
estimado de esta formación es de 1350 m, y se asigna al Jurásico Superior –
Cretácico Inferior (Titoniano – Hauteriviano). En Argentina, se correlaciona con el
Grupo Mendoza (Thiele, 1980). La Formación Colimapu (Klohn, 1960) es una
secuencia continental con una coloración predominante rojiza de areniscas y lutitas,
conglomerados de matriz arenosa, con intercalaciones de tobas, lavas andesíticas y
calizas. Su espesor alcanza un valor aproximado de 2000 m (Thiele, 1980). Es
asignada al Cretácico Inferior (Aptiano – Albiano) y se dispone concordante sobre la
Formación Lo Valdés. Se correlaciona con las Formaciones Diamante y Huitrín en
Argentina (Thiele, 1980; Ramos et al., 1996; Giambiagi y Ramos, 2002; Giambiagi,
2003).

10
Figura 1.4: Columnas estratigráficas esquemáticas de las formaciones del Mesozoico y del Cenozoico de
la Cordillera de la Costa y Principal. A partir de Piracés (1976); Thiele (1980); Gana y Wall (1996); Wall y
Gana (1994) y Fock (2005).

Las Formaciones del Cenozoico son (Figura 1.3 y Figura 1.4): Formación Abanico (Aguirre,
1960), la que está constituida por lavas básicas a intermedias, rocas piroclásticas ácidas, e
intercalaciones sedimentarias continentales (fluviales, aluviales y lacustres), que forman

11
lentes de hasta 500 m de espesor y tradicionalmente ha sido interpretada como depositada
en una cuenca extensional (Charrier et al., 2002; Nyström et al., 2003; Charrier et al., 2005;
Charrier et al., 2007). El espesor de esta formación se estima en aproximadamente 3.000 m,
aún cuando se acepta que éste aparece aumentado por numerosas intrusiones de filones-
manto y lacolitos andesíticos (Thiele, 1980). De acuerdo a diversas dataciones radiométricas
y estudios de fauna fósil se asigna al Eoceno Superior – Mioceno (Charrier et al., 2007). La
franja occidental de la Formación Abanico se encuentra en contacto por falla con la
Formación Lo Valle, o en forma paraconcordante con un hiatus de 35 Ma (Gana y Wall,
1997). En el sector de Angostura de Paine la Formación Abanico se dispone en discordancia
de erosión sobre las rocas de la Formación Las Chilcas, con un hiatus de casi 90 Ma (Sélles
y Gana, 2001). En el margen oriental la Formación Abanico está en contacto con las
formaciones mesozoicas, mediante grandes fallas regionales (Baeza, 1999; Godoy et al.,
1999; Charrier et al., 2002). La Formación Farellones (Klohn, 1960) está compuesta de
lavas, tobas e ignimbritas con intercalaciones de brechas. Las lavas tienen predominio sobre
las tobas y brechas (Thiele, 1980), con un espesor de 2500 a 3000 m. Se dispone sobre la
Formación Abanico en un contacto que se considera como irregular con variaciones tanto
norte-sur como este-oeste, lo que se interpreta como discordante o pseudo-concordante
(Godoy et al., 1999; Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005). A partir de un nivel de
discordancia, en este trabajo, estas formaciones se diferencian aplicando el concepto
aloformación (IUGS, 1994). A la Formación Farellones se le asigna una edad Miocena, y se
correlaciona cronológicamente con las formaciones Contreras, Conglomerados de Tunuyán y
Agua de la Piedra en Argentina (Giambiagi et al., 2001).

La Cordillera Frontal, se presenta a lo largo de más de 700 kms en los Andes orientales, con
alturas sobre los 5000 m s.n.m. y corresponde a un bloque de rocas pre-jurásicas,
magmáticas ácidas pertenecientes al Grupo Choiyoi que se encuentra sobre un basamento
cristalino Protero – Paleozoico (Mpodozis y Ramos, 1989; Llambías et al., 2003). Hacia el
oeste se encuentra cubierta parcialmente por rocas del Mesozoico, que tienen manteos
suaves al oeste y que son parte de la faja plegada y corrida desarrollada en la Cordillera
Principal (Ramos et al., 1996). La Cordillera Frontal se puede interpretar como un alto
estructural de basamento cristalino, en forma de anticlinal, que proveería de la resistencia
mecánica para mantener la elevación de la Cordillera Principal (Armijo et al., 2010).

Las unidades volcánicas y sedimentarias del Mesozoico son interpretadas como el registro
de una cuenca de trasarco extensional (Mpodozis y Ramos, 1989; Godoy y Lara, 1994) o

12
una cuenca intra-arco (Charrier y Muñoz, 1994). Las unidades cenozoicas de la Cordillera
Principal son interpretadas como depósitos de una cuenca intra-arco (Godoy y Lara, 1994), o
como el registro de una cuenca extensional (Charrier y Muñoz, 1994; Charrier et al., 1996;
Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005). Estas formaciones forman lo que se denomina
Cuenca Andina (Mpodozis y Ramos, 1989) de una longitud de miles de kilómetros a lo largo
de la cadena andina (Gansser, 1973) y un espesor promedio del orden de 12 a 15 km
(Mpodozis y Ramos, 1989), y cuya característica de primer orden es que asemeja un
sinclinal asimétrico cuyo limbo occidental tiene un suave manteo al este y su limbo occidental
un manteo elevado al oeste; dicha asimetría sugiere una vergencia al oeste de la
deformación que ha afectado a toda la secuencia desde el Mesozoico. Este sinclinal
antiguamente era llamado geosinclinal andino (Aubouin et al., 1973). Una estratigrafía en
detalle de la Cuenca Andina se presenta en Charrier et al. (2007).

Por otro lado, la ocurrencia a lo ancho de Chile central de cuerpos intrusivos


progresivamente más jóvenes hacia el este, es interpretada como la migración hacia el este
del arco magmático. Se interpreta que los batolitos del sector occidental de la Cordillera de la
Costa son las raíces del arco volcánico pre-jurásico y jurásico (Gana et al., 1994; Wall et al.,
1996) y que los intrusivos presentes en la Cordillera Principal son los registros de los
sucesivos arcos volcánicos del Cenozoico, hasta la posición del arco actual (Kay et al.,
2005).

Estudios recientes muestran evidencias de neotectónica en forma de fallas inversas activas


en Chile central (Lavenu y Cembrano, 1999; Rauld, 2002; Fock, 2005; Armijo et al., 2010).
Algunas de ellas han sido interpretadas como producto de la inversión tectónica, a partir del
Mioceno Inferior, de fallas normales preexistentes que limitaban una cuenca extensional
(Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005). Se ha registrado sismicidad cortical asociada a
fallas en la Cordillera Principal (Barrientos et al., 2004), y dentro de esta actividad, resaltan
los sismos de Las Melosas del 4 de Septiembre de 1958, MS = 6.9 (Lomnitz, 1961;
Sepúlveda et al., 2008; Alvarado et al., 2009) y de Curicó, del 24 de Agosto de 2004, Mw=6,2
(Farías, 2007). Mayores antecedentes sobre la sismicidad se presentan más adelante en
este capítulo.

13
1.3 Clima en Chile central durante el Cuaternario
Si bien los registros paleoambientales de la zona central de Chile son escasos, éstos
sugieren variaciones climáticas ocurridas a la escala del Cuaternario. Por ejemplo, la única
localidad que cuenta con un registro de polen que abarca épocas glaciares corresponde a
Laguna Tagua-Tagua (34º30’S), que abarca los últimos 54 ka1 (Heusser, 1983; Heusser y
Morley, 1990; Valero-Garcés et al., 2005). Estos registros sugieren un clima más húmedo y
frío durante el Pleistoceno tardío. Estas fases húmedas y frías ocurrieron entre 50 y 40.1 ka y
entre 32.6 y 32.26 ka, mientras que las fases áridas ocurrieron entre 54 y 50 ka y entre 40.15
y 32.95 ka; luego, el clima se tornó más seco después de los 17.5 ka (Heusser y Morley,
1990).

Datos sedimentológicos, geoquímicos y palinológicos de Laguna Tagua-Tagua publicados


por Valero-Garcés et al. (2005) permiten inferir mayores montos de precipitación entre los
40.1 y 21 ka, seguidos por aumento generalizado de aridez, el cual fue interrumpido por dos
episodios húmedos (19.5-17 ka y 13.5-11.5 ka). Estos registros demuestran claramente que
el Holoceno temprano a medio fue probablemente el período más seco en Chile central
durante los últimos 46 ka (Latorre et al., 2007).

Los registros paleoclimáticos que existen para el Holoceno, documentan varias fluctuaciones
climáticas principales, alternando entre fases húmedas y secas, con una prevalencia de
condiciones áridas y cálidas durante el Holoceno temprano y medio (Latorre et al., 2007).

Mercer (1976) señala que una gran glaciación afectó al cono sur de América durante el
Pleistoceno Inferior, momento en el cual el hielo habría cubierto la vertiente continental
pacífica y atlántica, formando un manto continuo de hielos en torno a los Andes.

Información más detallada y completa sobre las variaciones climáticas que han afectado a
Sudamérica durante el Pleistoceno, se ha deducido a partir de registros al sur del área de
estudio, en la Región de Los Lagos, donde Porter (1981) define tres fases de avance glaciar,
las que corresponden a:

 Río Llico (Pleistoceno Inferior)


 Santa María (Pleistoceno Medio)

1
ka, miles de años antes del presente

14
 Llanquihue (Pleistoceno Superior). Esta fase se subdivide en Llanquihue I de 70.000
años AP (antes del presente), Llanquihue II (20.000 a 19.000 años AP,
correspondiente al LGM o último máximo glacial) y Llanquihue III (15.000-14.000
años AP)

Diversos autores señalan que el Último Máximo Glacial en Chile central abarcó entre los 30 y
28 ka, y los 18 y 14 ka (Rabassa y Clapperton, 1990; Lamy et al., 1999; Espizúa, 2002),
mientras que Zech et al. (2008) proponen que entre los 30 y 40ºS el máximo glacial se
alcanzó entre los 35 – 40 ka y que las condiciones durante el Último Máximo Glacial global
(18 – 20 ka) fueron demasiado secas para permitir un mayor avance de los glaciares.

El período de máximo avance glaciar habría estado dominado por un clima más húmedo y
frío que el actual, con un descenso de la línea de equilibrio de nieves de 800 a 1000 m con
respecto a la actual (Rabassa y Clapperton, 1990; Chiu, 1991; Clapperton, 1994; Lamy et al.,
1999; Espizúa, 2002). El mayor aporte de humedad durante este período se habría
producido por una migración hacia el norte de el anticiclón subtropical y de los Vientos del
Oeste, lo que permitió el ingreso de sistemas frontales y precipitaciones en la zona centro
norte de Chile (Clapperton, 1994; Lamy et al., 1999; Mohtadi et al., 2004; Romero et al.,
2006; Zech et al., 2008).

Aunque, en general, se asume que el Pleistoceno tardío fue un período más húmedo y frío
que el clima actual, en este se registra una serie de variaciones climáticas, que se detallan a
continuación:

 40 – 35 ka: Es un período donde se habría producido el máximo avance glaciar entre


los 30 y 35ºS (Zech et al., 2008), lo que coincide con lo observado por Singer et al.
(2000) en el sector de Laguna del Maule.

 28 – 26 ka: Corresponde a un período húmedo, el cual coincide, además, con un


mayor avance de los glaciares en la zona sur de Chile, mientras que para la zona de
los 35ºS se registra un retroceso de los glaciares sin otro avance posterior (Singer et
al., 2000). El aumento de las precipitaciones durante este período se explicaría,
según algunos autores, por movimientos latitudinales hacia el norte de los Vientos del
Oeste y del Anticiclón del Pacífico Sur Oriental (Lamy et al., 1999)

15
 26 – 22 ka: Estudios realizados en sedimentos marinos (Lamy et al., 1999) indican
que durante este período el clima de la zona centro-norte de Chile (Norte Chico) era
semiárido, con condiciones similares a las actuales.

 22 – 18 ka: Período considerado como el más húmedo del episodio glacial y es en


este momento cuando los Vientos del Oeste habrían estado en su posición más
septentrional (Rabassa y Clapperton, 1990; Lamy et al., 1999). Durante esta fase se
registran importantes avances glaciares en la zona central (Rabassa y Clapperton,
1990; Chiu, 1991; Clapperton, 1994; Espizúa, 2002). Además, coincide con la fase
Llanquihue II del sur de Chile (Rabassa y Clapperton, 1990; Clapperton, 1994). Este
período coincide el Último Máximo Glacial (Lamy et al., 1999; Romero et al., 2006).

 18 – 8 ka: Conocido también como período de deglaciación. Si bien se caracterizó


por varios episodios de avances y retrocesos de glaciares, y de aumentos y
descensos de la humedad, principalmente en el sur de Chile, durante este período la
tendencia general fue la de la transición hacia un clima más caluroso y árido
(Rabassa y Clapperton, 1990; Clapperton, 1994; Lamy et al., 1999; Moreno et al.,
2001; Espizúa, 2002).

En Chile central, durante la transición Pleistoceno-Holoceno, las condiciones climáticas


fueron de aridez, pudiendo estar relacionadas con el fortalecimiento del Anticiclón del
Pacífico Sur Oriental. A partir de lo anterior, los sistemas frontales migraron hacia latitudes
más altas. El clima actual, con el cambio latitudinal de carácter estacional, hacia el ecuador
en invierno y hacia el polo en verano, no se desarrolla sino hasta los 5 ka aproximadamente
(Lamy et al., 1999; Jenny et al., 2002; Jenny et al., 2003; Mayewski et al., 2004).

A partir de lo expresado anteriormente se puede determinar que la evolución climática de


Chile central durante el Cuaternario es poco conocida, pero los estudios realizados sugieren
que la variabilidad climática responde a períodos del orden de 20.000 a 40.000 años de
alternancia entre condiciones secas y húmedas durante el Pleistoceno.

16
1.4 Sismicidad de Chile central y de la Cordillera
Principal
El margen de subducción chileno es, un margen convergente que se caracteriza por una alta
tasa de sismicidad. Los registros históricos de grandes terremotos comenzaron con las
crónicas de los colonizadores españoles (Montessus de Ballore, 1912). Desde mediados del
siglo XX comenzó la instrumentalización mediante sismómetros que permitieron registrar los
grandes terremotos ocurridos a partir de entonces y, últimamente, con la puesta en marcha
de una mayor cantidad de instrumentos que son además más sensibles, se ha podido
registrar la sismicidad de menor magnitud.

La sismicidad observada en un borde de subducción como el chileno se puede dividir en


cuatro zonas sismogénicas, Figura 1.5:

A) Sismos Outer-rise, que se producen por los esfuerzos extensivos debido a la flexión de la
placa de Nazca antes de la zona de contacto. Llegan a tener magnitudes cercanas a MW = 6,
prácticamente no son sensibles, ni causan efectos significativos en áreas pobladas, en la
placa Sudamericana.

B) Sismos asociados al contacto interplaca, como los ocurridos en Valdivia en 1960,


Antofagasta en 1995, Valparaíso en 1985, Antofagasta en 1995 y Constitución-Concepción
en el 2010. Estos son producto de la liberación de energía a partir de la zona de contacto
entre la placa continental de Sudamérica y la placa oceánica de Nazca, acumulada por la
convergencia de placas.

C) Sismos intraplaca de profundidad intermedia, como los sismos de Punitaqui en 1997,


Copiapó en 2002, Calama en 1950, Tarapacá en 2005 y Chillán en 1939. Se producen por el
fracturamiento tensional de la placa de Nazca; la placa se quiebra por su propio peso o por
roce con el manto viscoso.

D) Sismos superficiales intraplaca, como los sismos de Las Melosas en 1958, Aroma en
2001 y Curicó en 2004. Son producto del esfuerzo intraplaca inducido por la subducción, que
a la vez contribuye a la generación de relieve. En general, los sismos superficiales intraplaca
se encuentran asociados a fallas superficiales que pueden tener movimientos normales,
inversos y de rumbo, que responden a campos de esfuerzos compresivos o extensivos.

17
Figura 1.5. Zonas sismogénicas en margen chileno. A) Sismos outer-rise, B) Sismos en la zona de
contacto interplaca, C) Sismos de profundidad intermedia D) Sismos corticales intraplaca. A partir de
Campos, J. (Presentación Núcleo Milenio en Sismotectónica y Peligro Sísmico) y Leyton et al. (2010)

1.4.1 Contexto general de la sismicidad en Chile central


Para caracterizar de manera general la sismicidad de Chile central, se ubicaron todos los
hipocentros de los sismos entre los 29°S y los 35°S (Figura 1.6), a partir de una base de
datos del Servicio Sismológico Nacional que abarca desde 1980 hasta el año 2007,
contabilizando más de 21000 eventos de magnitud mayor a 2.5.

En la Figura 1.6 se aprecia que la sismicidad superficial (entre 0 y 30 km) está concentrada
en la proximidad de la fosa, que progresivamente se hace más profunda hacia el este, y que
entre los 150 y 200 km se hace más escasa.

18
Figura 1.6. Sismicidad registrada entre los 29º y los 35º S entre los años 1980 y 2007 por el Servicio
Sismológico Nacional. Se representan los epicentros por colores según su profundidad. Al sur de los
32.5ºS se aprecia una intensa actividad sísmica cortical. En la figura se señala el área que representan los
perfiles de la Figura 1.7.

En la Cordillera Principal también se aprecia una intensa sismicidad cortical al sur de los
33°S, en una franja N-S, así como al este, en el antepaís argentino, al sur de las Sierras
Pampeanas, en una franja de orientación principal NNO, entre los 32º30’S y los 34°S.

De la base de datos de sismicidad se extrajeron los sismos para definir 5 perfiles de la


sismicidad en función de la profundidad (Figura 1.7). Aproximadamente a los 30.5°S (P1),
31.75°S (P2), 33°S (P3), 33.75°S (P4) y 34.5°S (P5).

19
En cada uno de los perfiles la sismicidad asociada a la subducción de la Placa de Nazca
define la zona de Wadati-Benioff. Que coincide con lo observado y presentado por Cahill e
Isacks (1992) más al norte de la zona de estudio.

En el Perfil 1, ubicado aproximadamente a los 30°S, se destaca que la sismicidad es escasa


con respecto a los otros perfiles, y con muy poca sismicidad cortical.

En el Perfil 2 la sismicidad define un plano de Wadati-Benioff que desciende con una


inclinación de 30°E hasta los 100 km. Posteriormente la sismicidad se reparte en dos
bandas: uno que sigue aumentando en profundidad a la misma inclinación y otra banda que
sigue hacia el este manteniendo una tendencia subhorizontal por aproximadamente 300 km.

En el Perfil 3 la sismicidad mantiene la tendencia de descender hacia el este en una sola


banda, que corresponde a la zona de Wadati-Benioff, con una inclinación de unos 30° y con
una intensa sismicidad hasta los 150 km. Se observa, además, un incremento en la
sismicidad cortical.

En el Perfil 4 se aprecia la misma tendencia de los sismos asociados a la subducción: un


descenso monótono a 30°E, con intensa sismicidad hasta los 150 km y una importante
sismicidad cortical en la Cordillera Principal y en el antepaís argentino.

El Perfil 5 comparte las mismas características del Perfil 4 para la zona de Wadati-Benioff,
pero la sismicidad cortical se concentra en la Cordillera Principal.

20
Figura 1.7. Secciones en profundidad de la sismicidad registrada en la Zona de Chile central. Se mantiene
la simbología de colores de la Figura 1.6. Se muestra el área correspondiente a cada tipo de sismo.

La diferencia de geometría observada entre las zonas de sismicidad al norte de los 32.5° y al
sur de esta latitud, ha sido interpretada como parte de una segmentación andina por diversos
autores (Mpodozis y Ramos, 1989; Ramos, 1999; Yañez et al., 2002; Tassara y Yañez,
2003; Ramos et al., 2004; Tassara et al., 2006), que se correlaciona también con la ausencia

21
de volcanismo desde hace 10 millones de años al norte de los 33°S y al sur de los 27ºS (Kay
et al., 1987). Además, no hay desarrollo de una Depresión Central y en el antepaís se
desarrollan las Sierras Pampeanas.

El efecto que hace que aparezca una banda subhorizontal en la zona de Wadati-Benioff a los
32.5°S es interpretado por algunos autores (Pilger, 1981; Mpodozis y Ramos, 1989; von
Huene et al., 1997; Ramos, 1999; Gutscher et al., 2000) como un segmento tipo “flat slab”
donde la placa oceánica posee una mayor flotabilidad o rigidez y que estaría relacionado con
la subducción de la dorsal de Juan Fernández (Pilger, 1981; von Huene et al., 1997;
Gutscher et al., 2000; Yañez et al., 2002; Anderson et al., 2007). Anderson et al. (2007)
relaciona además la intensa sismicidad cortical superficial que se observa en Argentina entre
los 31º y 32ºS a la proyección en superficie de la posición esperada del Ridge de Juan
Fernández en dirección noreste, según los datos de su estudio.

Por otro lado en forma alternativa se ha propuesto la ausencia de un plano de Wadati-Benioff


subhorizontal (“flat-slab”) a los 32ºS (Muñoz, 2005). El autor propone que la sismicidad
observada se produce en el manto subcontinental, por lo que no estaría asociada a la
litósfera oceánica subductada, y más bien se relacionaría a cambios reológicos en la corteza
profunda y el manto superior.

En los puntos siguientes se describe la sismicidad interplaca y la sismicidad cortical con el fin
de, posteriormente, comparar las tasas de deformación asociadas a estas dos zonas
sismogénicas.

1.4.2 Sismicidad interplaca


La mayor parte de la deformación asociada a la convergencia de las placas Sudamericana y
Nazca es absorbida en la zona de contacto entre estas. Esto queda en evidencia con la alta
tasa de sismicidad que se observa en esta zona. Esta alta tasa de sismicidad además es
reflejada por la frecuente ocurrencia, en términos geológicos, de grandes sismos (Mw > 7.5)
generados en dicha interfase.

Existen numerosos catálogos que han descrito los sismos más importantes que han afectado
a Chile, en los que además de hacer el recuento de los grandes sismos de subducción, se
estudian los efectos que han causado (Montessus de Ballore, 1912; Lomnitz, 1970; Urrutia y
Lanza, 1993; Barrientos, 1994; Lomnitz, 2004; Barrientos, 2007).

22
Para los sismos de subducción con magnitudes mayores a 7.5 se ha propuesto, para Chile
central, un período de recurrencia de entre 80 y 100 años (Comte et al., 1986; Barrientos,
2007), mientras que para sismos mayores a 8.5 se estiman períodos de recurrencia del
orden de 250 a 500 años (Barrientos y Ward, 1990; Cisternas et al., 2005).

En la Figura 1.8 se muestran los sismos mayores a magnitud 7.5 que se han registrado
históricamente en el margen chileno. En esta figura se distingue una tendencia general de
sentido norte a sur de sucesión de las rupturas sísmicas, en lo que podría denominarse
como frente de ruptura (Barrientos, 1994). En la figura también se aprecia que las rupturas
se repiten, y abarcan aproximadamente los mismos lugares o segmentos cada vez, lo que ha
llevado a la incorporación del concepto de segmentos sísmicos (Nishenko, 1985; Comte et
al., 1986; Comte y Pardo, 1991; Barrientos, 2007). Se observa también, la ocurrencia de
sismos excepcionalmente grandes, con largos de ruptura mayores a 400 km, que no se han
repetido más de dos veces a la misma latitud en el registro histórico.

1.4.3 Sismicidad de profundidad intermedia


Los sismos de profundidad intermedia ocurren principalmente a profundidades entre 80 y
120 km (Barrientos, 2007), y están relacionados con rupturas en la placa de Nazca ya
subductada, con mecanismos asociados a esfuerzos tensionales.

Estos sismos también alcanzan magnitudes importantes, como en los casos de Chillán de
1939, Mw>8 (Beck et al., 1998), Calama 1950, Mw=8 (Kausel y Campos, 1992).

Para este tipo de sismo de profundidad intermedia, Barrientos (1997) propuso un período de
recurrencia del orden de 110 años, para la zona entre los 32°30’S y los 37°S, con una
magnitud 7.5.

23
Figura 1.8. Sismos interplaca históricos con magnitud estimada o calculada mayor a 7.2, y sus áreas de
ruptura estimadas. Las líneas continuas señalan las zonas de ruptura bien delimitadas y las líneas
discontinuas las zonas de ruptura inciertas (Compiladas de Nishenko, 1985; Comte et al., 1986; Comte y
Pardo, 1991; Barrientos, 1994; Campos et al., 2002; Comte et al., 2002; Barrientos, 2007).

1.4.4 Sismicidad cortical


En la Figura 1.9 se grafican los sismos corticales (Profundidad de foco menor a 30 km)
registrados por la red del SSN entre los años 2000 y 2009, que corresponden a 2509
eventos relocalizados por Pérez et al. (2009), utilizando el método VELEST (Kissling et al.,
1995). En esta misma figura se aprecia una intensa sismicidad cortical en la Cordillera

24
Principal, una sismicidad más difusa en el antepaís argentino y algunos “clusters” (cúmulos o
racimos) de sismicidad cortical.

La sismicidad superficial en la Cordillera Principal se caracteriza por mostrar dos bandas


principales semiparalelas de orientación norte–sur (Figura 1.9). La banda este que es más
intensa se ubica en la parte central de la Cordillera Principal, al oeste de la divisoria de
aguas, en el contacto entre las formaciones mesozoicas y cenozoicas. La banda oeste, se
ubica en el límite occidental de la Cordillera Principal, es menos activa que la banda este
pero menos dispersa Pérez et al. (2009).

La primera banda es una banda elongada N-S y se asocia a la ocurrencia de los sismos
cordilleranos más importantes registrados a la fecha: Estos son los sismos de a) Las
Melosas del 4 de septiembre de 1958, una secuencia de tres sismos en un intervalos de 6
minutos, todos con una profundidad focal estimada en 8 km (Alvarado et al., 2009), y de
magnitudes calculadas de MS = 6.9 para cada uno según Lomnitz (1961) o de MW=6.3 según
Alvarado et al. (2009). Las intensidades de estos sismos alcanzaron valor IX en escala MSK
(Sepúlveda et al., 2008) y b) El sismo de Curicó, el 30 de agosto de 2004 MW=6.2 (Farías,
2007). Estos sismos han sido interpretados como sismos de mecanismo de rumbo dextral
(Lomnitz, 1961; Farías, 2007; Alvarado et al., 2009), y para ninguno de estos grandes sismos
se ha reconocido ruptura en superficie. La sismicidad de esta banda ocurre a profundidades
entre 5 y 15 km, y sus hipocentros se distribuyen de forma más dispersa que la banda oeste,
localizada en el frente cordillerano y que se describirá a continuación. Los mecanismos
focales de la sismicidad cortical en esta banda presentan componentes de rumbo, inversos y
algunos sismos normales (Barrientos et al., 2004; Barrientos, 2007; Farías, 2007) y su
interpretación en términos tectónicos dentro de los procesos de formación del orógeno
Andino aún no es clara debido a que el rango de tiempo que abarcan los datos sísmicos, y
de datos complementarios, es muy inferior al de los ciclos de deformación asociados a las
estructuras corticales (P. ej.: Allmendinger et al., 2009). Sin embargo, la localización precisa
de hipocentros realizada por Pérez et al. (2009) sugiere que la sismicidad en esta banda es
dispersa y se distribuye uniformemente a lo ancho de ella, lo que refleja complejidades
estructurales en esa zona (Thiele, 1980; Godoy et al., 1999; Charrier et al., 2002; Armijo et
al., 2010; Farías et al., 2010).

25
La banda oeste de sismicidad en la Cordillera Principal se encuentra ubicada en el límite
occidental de la Cordillera Principal. Se caracteriza por epicentros han sido determinados a
profundidades entre 15 y 25 km, está bien definida arealmente (con baja dispersión a lo
ancho de la franja) y se asocia a las estructuras del frente cordillerano (Pérez et al., 2009).
Los sismos registrados en esta banda tienen mecanismos compresivos (Pérez et al., 2009).

La sismicidad en el antepaís argentino está caracterizada por hipocentros dispersos y


asociados a estructuras activas, de mecanismo principalmente compresionales (Alvarado et
al., 2007).

Los clusters de sismicidad reconocidos en el área son 4:

1) Cluster Santa Rosa (Figura 1.9 y Perfil 3 Figura 1.10). Este cluster corresponde a dos
grupos de sismos que poseen características sismológicas comunes, en términos de
mecanismos de ruptura y localización. Se ubican a profundidades de entre 25 y 30 km y
poseen mecanismos que indican esfuerzos tectónicos. Fueron estudiados en detalle por
Leyton et al. (2009; Anexo I) y han sido considerados un caso poco frecuente de sismicidad
cortical bajo el límite dúctil de la corteza sin que exista una explicación definitiva para esta
sismicidad observada.

2) Cluster de sismicidad cortical somera asociado a la actividad del complejo volcánico


Tupungatito (Figura 1.9). Presentan profundidades menores a 10 km.

3) Cluster inducido por la actividad minera en los yacimientos Andina-Los Bronces y


Disputada (Figura 1.9 y Perfil 1, Figura 1.10). Se considera sismicidad inducida.

4) Sismicidad asociada a la actividad minera del yacimiento El Teniente (Figura 1.9).


También es sismicidad inducida.

26
Figura 1.9. Sismicidad cortical (Prof. < 30km) registrada por el SSN entre 2000 y 2008. Se señalan los clústeres de sismicidad: 1, Clúster Santa Rosa; 2,
Clúster del Tupungatito; 3, Clúster de Andina – Los Bronces; 4, Clúster del Teniente. Se delimitan las dos bandas de sismicidad mencionadas en el
texto. Se muestran además las áreas representadas por los perfiles de la Figura 1.10.

27
De todo lo anterior se desprende que, si bien la mayor parte de la energía sísmica liberada
está relacionada directamente con la zona de contacto de placas, hay una serie de procesos
de deformación activa que liberan energía en forma de sismos asociados a otras fuentes. En
particular, la sismicidad cortical en la Cordillera Principal evidencia la ocurrencia de procesos
de deformación asociados al desarrollo de la Cordillera de Los Andes, los cuales son activos
en la actualidad (Thiele, 1980; Godoy et al., 1999; Charrier et al., 2002; Armijo et al., 2010;
Farías et al., 2010).

Sin embargo, hoy en día son necesarios más estudios para lograr una clara interpretación de
los mecanismos de deformación a los que obedece la sismicidad cortical registrada. En este
trabajo se profundizan los aspectos estructurales del frente cordillerano de Santiago, que
permiten aportar al entendimiento de la sismicidad cortical en la zona.

28
Figura 1.10. Perfiles de la sismicidad cortical registrada a la latitud de Santiago. Se señalan los clústeres
de sismicidad: 1, Clúster Santa Rosa; 2, Clúster del Tupungatito; 3, Clúster de Andina – Los Bronces; 4,
Clúster del Teniente. Se delimitan las dos bandas de sismicidad mencionadas en el texto. Los perfiles se
ubican en la Figura 1.9.

1.4.5 Tasas de convergencia, deformación cortical y fallas


activas
Los procesos mediante los que se distribuye la deformación en la corteza continental de un
margen convergente y sus tasas son objeto de numerosos estudios (Por ejemplo, Scheuber
y Reutter, 1992; Scheuber et al., 1994; Lavenu y Cembrano, 1999; Arriagada et al., 2000;
Brooks et al., 2003; González et al., 2003; Hartley, 2003; Marquardt et al., 2004; Yañez y
Cembrano, 2004; Farías et al., 2005; Melnick y Echtler, 2006; Moreno y Gibbons, 2007;
29
Oncken et al., 2007; Farías et al., 2008b; Meade y Conrad, 2008; Selzer et al., 2008; Barnes
y Ehlers, 2009; Ruegg et al., 2009; Vigny et al., 2009; Allmendinger y González, 2010; Armijo
et al., 2010; Farías et al., 2010). Una de las principales incógnitas es sobre cuál es el
porcentaje de la convergencia entre placas que se absorbe en la interfase de subducción y
cuál es el porcentaje que se absorbe como deformación, tanto plástica como frágil, en la
placa superior. El problema radica en que la deformación de la corteza ocurre tanto en fallas
discretas, como en estructuras no completamente definidas. Y las señales que se observan
varían dependiendo del período de tiempo en que estas señales se manifiestan (Burbank y
Anderson, 2001). Es decir, la deformación observada en la corteza continental obedece a
una serie de variables, por ejemplo: variaciones temporales o espaciales de regímenes de
esfuerzos, reología de las placas, respuesta isostática a procesos glaciares, entre otros, y
cuyos registros se superponen por lo que no es directo diferenciar sus aportes (Keller y
Pinter, 2002).

Actualmente, mediante técnicas de GPS y de Interferometría de Radar (INSAR) ha sido


posible determinar las tasas de deformación en períodos menores a decenas de años (P. ej.:
Ruegg et al., 2009; Vigny et al., 2009), el período de observación de la deformación cortical
hasta el momento, no ha sido lo suficientemente largo para poder cubrir el ciclo sísmico en
su totalidad, como para separar directamente la componente elástica de la deformación con
respecto a la componente plástica, o de deformación permanente y conocer su balance. Por
otro lado, las tasas calculadas a partir de estos métodos son extremadamente dependientes
de los modelos de deformación utilizados, y que se encuentran entre dos miembros
extremos:

- Deformación Homogénea, que asume que toda la deformación responde a un campo


de variación lineal entre los nodos de datos, y
- Deformación en Bloques, que asume que toda la deformación es absorbida por
estructuras discretas y entre las estructuras se encuentran bloques rígidos
(Allmendinger et al., 2009).

Se ha interpretado que la deformación cortical es dependiente de muchos factores, entre


ellos la edad y ángulo de la placa subductante, la cantidad de sedimentos en la fosa, la
subducción de ridges o cordilleras oceánicos, entre otros (P. ej.: Allmendinger et al., 1997;
Klotz et al., 2001; Lamb y Davis, 2003; Lamb, 2006). Últimamente se ha propuesto que el
conjunto entre acoplamiento en la zona de subducción y una litósfera poco resistente
30
explicarían la orogénesis de los Andes (Luo y Liu, 2009). En Chile central estaría relacionada
a la profundidad del acoplamiento en el contacto de las placas pacífica y sudamericana
(Klotz et al., 2001), y se sugiere este último cómo el factor que modula la cantidad de
deformación traspasada a la corteza continental.

Si se calcula, como una aproximación para los Andes de Chile central el porcentaje de
convergencia que se traspasa a la deformación cortical, se tiene que los grandes sismos de
subducción (MW ≈ 8), con un deslizamiento en el plano de ruptura de 5.5 m, calculando
según la fórmula de magnitud de momento (Hanks y Kanamori, 1979) y asumiendo un plano
de ruptura de 150 x 50 km similar al del sismo del 3 de marzo de 1985 (Scholz, 1990), tienen
una recurrencia estimada de aproximadamente 85 años (Comte et al., 1986) en 85 años se
acumula del orden de 5.5 m de convergencia. La tasa de convergencia es para esta zona es
estimada en 66 mm/año (Demets et al., 1994; Vigny et al., 2009). Si por cada sismo
“característico” se liberan 5.5 m, queda 0.11 m de convergencia, o un equivalente a 1.3
mm/año, que debe ser absorbida por deformación cortical, la que se distribuye entre
acortamiento y alzamiento de relieve. Si, bien el cálculo anterior es solo una simplificación,
permite estimar que del orden de un 2% de la convergencia es traspasada a la corteza
continental y que debe ser absorbida como deformación de esta última.

En cuanto a las tasas de deformación cortical calculadas en los Andes de Chile central, se
ha llegado a estimaciones de acortamiento de entre 2 y 7 mm/año, a partir de observaciones
geológicas y geodésicas (Kley y Monaldi, 1998; Klotz et al., 2001; Armijo et al., 2010), lo que
indica que la deformación cortical, en forma de acortamiento, es del orden del 5% a 10% de
la tasa de convergencia, localizada principalmente como deformación en la Cordillera
Principal (Brooks et al., 2003).

Las variaciones temporales en las tasas de deformación asociadas a fallas pueden llevar a
discrepancias entre las tasas calculadas según observaciones geológicas y según
observaciones geodésicas, ya que estas últimas sólo miden la deformación de las fallas
activas (Allmendinger et al., 2009). Y se ha demostrado que cuando la deformación medida
en escalas diferentes, como las mediciones geodésicas y de largo plazo, son diferentes
puede explicarse debido a variaciones en la deformación dentro del sistema estructural,
donde la deformación migra o se alterna entre distintas fallas a largo plazo (Jackson, 1999).

31
La tasa de deslizamiento, asociada a una falla a lo largo del tiempo es variable. Esa
variabilidad es inversamente proporcional al período de tiempo de referencia (Tapponnier et
al., 2001) y al tamaño de la falla. Las tasas en períodos cortos (menores a 20.000 años)
pueden variar hasta en tres órdenes de magnitud respecto a la variación de tasas a escalas
de millones de años (Mouslopoulou et al., 2009). En períodos de tiempo mayores a 20.000
años y menores a 300.000 años las tasas de deslizamiento en las fallas tienden a
estabilizarse y ser constantes cuando la deformación asociada a un sistema de fallas es
constante (Mouslopoulou et al., 2009).

Para efectos de clasificación respecto a la amenaza sísmica que puede representar una falla
se utiliza el término falla activa para referirse a una falla que actualmente presenta
evidencias de una tasa de movimiento superior a cero en cierto período de tiempo. Se han
propuesto numeroso criterios para definir si una falla es activa, como por ejemplo el de Muir
Wood y Mallard (1992) que proponen considerar una falla como activa cuando se tiene
conocimiento de la recurrencia de su movimiento, o de un entendimiento del período sobre el
cual las condiciones actuales de esfuerzos y deformación cortical se han mantenido, por
sobre algún período de tiempo arbitrario. La NCR (United States Nuclear Regulatory
Comission; 1997) define como una estructura activa a aquella que produce una deformación
en morfologías o depósitos con cierta recurrencia en los últimos 500000 años, o al menos
una vez en los últimos 50000 años, o cuando la estructura se encuentra involucrada dentro
del régimen tectónico actual. Machette (2000) sugiere que las fallas que se incluyan en los
mapas para análisis de peligro sísmico deben ser fallas que abarquen un intervalo de tiempo
que comprenda varios ciclos sísmicos, es decir que si el período de recurrencia de un área
es de 20.000 a 50.000 años se deben identificar las fallas que tengan de 50.000 a 100.000
años. Por último, las indicaciones de la IAEA (International Atomic Energy Agency; 2010)
define como estructuras activas a aquellas con evidencias de actividad en el Pleistoceno
Superior – Holoceno en regiones de contacto de placas y de edad Plioceno – Cuaternario en
las regiones intraplaca.

1.5 Trabajos más relevantes sobre el frente


cordillerano occidental a la latitud de Santiago
Se han propuesto varias hipótesis respecto a la estructura del frente cordillerano occidental,
en especial respecto al tipo y vergencia de la deformación, a partir de la segunda mitad del
siglo XX.

32
La primera mención en la literatura sobre el frente cordillerano fue realizada por Brüggen
(1950), quien se refiere a un rasgo escarpado, con una morfología caracterizada por facetas
triangulares que evidenciaría la existencia de una falla normal que limita el este “la fosa
tectónica extensional” del valle de Santiago, sin entregar mayores detalles sobre la ubicación
exacta de la falla, ni discutir sobre su actividad. A partir del trabajo mencionado
anteriormente se mantuvo el concepto de la Depresión Central como un graben delimitado
por fallas normales, y que fue formalizado por Carter y Aguirre (1965) cuando nombraron en
la provincia de Aconcagua a la falla oriental del graben como Falla Pocuro y a la falla
occidental como Falla Los Ángeles; la primera se le asoció una “tectónica terciaria” con
desplazamientos del orden de 2000 m. Este concepto de graben extensional, se mantuvo
hasta pasada la década de 1980. En la hoja Geológica de Santiago (Thiele, 1980), se
cartografió una falla al oriente de Santiago como una falla normal (Figura 1.11 A) y que
respondería a un episodio de tectónica extensiva que se “manifiesta desde el Plioceno hasta
el reciente”, y que es posterior a dos episodios compresivos que produjeron la deformación
que afecta a las formaciones del Mioceno y Cenozoico ubicadas en la Cordillera Principal.

Villarroel y Vergara (1988) presentan una sección local descriptiva de las rocas de la
Formación Abanico para el sector occidental del cordón del San Ramón (Figura 1.11 B) en
que caracterizan la estructura como un sinclinal apretado y explican una falla inversa, que los
autores interpretan y le asignan un manteo al oeste, como resultado de “fallamiento
distensivo” entre la Cordillera Principal y la Depresión Central. Godoy et al. (1999) indican
que en el cordón del San Ramón hay una estructura fuertemente deformada en rocas de la
Formación Abanico, esta estructura la interpretan como una zona triangular con
características superpuestas de deformación de piel gruesa (Figura 1.11 C). Sin embargo los
autores anteriormente nombrados no hacen mención a la naturaleza del contacto entre los
depósitos de la Depresión Central y las rocas de la Cordillera Principal.

La falla al oriente de Santiago fue caracterizada como una falla inversa por primera vez en el
trabajo de Rauld (2002), que realizó una cartografía de detalle del frente cordillerano entre el
río Mapocho y la quebrada de Macul, determinó su traza, demostró que presenta evidencias
de actividad reciente, con un mecanismo inverso (Figura 1.11 D), nombrándola Falla San
Ramón por su proximidad al cordón del mismo nombre y que no poseía relación con la Falla
Pocuro definida más al norte. Esto implicaría que la Depresión Central no correspondería a
un graben.

33
Posteriormente al trabajo de Rauld (2002), la Falla San Ramón fue considerada como límite
occidental de una cuenca extensional (Cuenca Abanico según Charrier et al., 1996; Charrier
et al., 2002; Charrier et al., 2005; Charrier et al., 2007) donde se produjo la depositación de
la Formación Abanico (Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005), y fue interpretada por
dichos autores como una falla normal posteriormente invertida durante el Mioceno (Figura
1.12 A).

Fock (2005), interpreta la estructura del frente cordillerano como resultado de una tectónica
contraccional y señala que las evidencias de una tectónica extensional para la depositación
de la Formación Abanico no son concluyentes debido a las bajas tasas de acumulación
reportadas para dicha formación y a la falta de depósitos sintectónicos en las cercanías a las
estructuras reportadas.

Armijo et al. (2010) formalizaron y demostraron la importancia de la Falla San Ramón dentro
del contexto del orógeno andino y plantearon un nuevo modelo de evolución de la cadena
andina, en el que el orógeno es fundamentalmente bi-vergente. Es decir que no sólo hay
fallas antitéticas al lado oriental, en Bolivia y Argentina, sino también hay un gran sistema de
fallas en el lado occidental, visibles en Chile, que son sintéticas con respecto al proceso
básico de acoplamiento tectónico causante de la orogenia (subducción de la placa Nazca,
oceánica, bajo la placa Sudamericana, continental). En dicho modelo el funcionamiento del
Cabalgamiento Andino Occidental (West Andean Thrust, WAT), documentado por la
estructura de vergencia oeste de la Cordillera Principal en Chile, tiene una importancia
capital en la evolución tectónica de los Andes. El Cabalgamiento Andino Occidental es un
mega-sistema de tipo “fold-thrust belt”, en formación desde hace unos 25 Ma (Figura 1.12 C),
compuesto de fallas inversas en forma de rampas y despegue de la cobertura mesozoica, y
con enraizamiento a escala cortical, bajo el basamento de la Cordillera Frontal en Argentina.
La Falla San Ramón, situada en la base del frente cordillerano al este de la ciudad de
Santiago, es interpretada como una falla inversa activa de importancia clave, porque
corresponde a la emergencia superficial particularmente clara del Cabalgamiento Andino
Occidental. Finalmente muestra que el estudio de escarpes morfológicos recientes
(Pleistoceno tardío y posiblemente Holoceno), observados en el piedemonte santiaguino a lo
largo de la Falla San Ramón, indican rupturas sísmicas en el pasado reciente de esta falla,
asociados a eventos que pueden tener una magnitud significativa (Mw 6.9 a Mw 7.4), lo que
representa un peligro sísmico que no se puede despreciar.

34
Figura 1.11: Perfiles estructurales publicados en los que se compara la diferencia de interpretaciones del
frente cordillerano entre 1980 y 2002. Los perfiles están aproximadamente a la misma escala. Las citas
están incluídas en la figura. En las figuras A, B y C no hay una vergencia de las estructuras definidas en
los perfiles, en la figura D se plantea una vergencia al oeste de la estructura.

Farías et al. (2010) interpretan a la Falla San Ramón como una parte del sistema de fallas
occidentales de la Cordillera Principal, y que corresponderían a un retro-corrimiento de un
sistema de vergencia principal al este y con un enraizamiento cortical que mantea al oeste, y
que alcanza a la interfaz de subducción. El antearco se presenta como un bloque rígido que
resiste mecánicamente los esfuerzos de la convergencia. Adicionalmente Farías et al.
(2008b) postulan que la Depresión Central corresponde a una morfología producto de
35
procesos erosivos, en los que predomina la respuesta litológica sobre los agentes erosivos,
por sobre la estructura, y que el alzamiento de la Cordillera Principal ocurre mediante
episodios de rápido alzamiento. A partir de lo anterior se desprende que los autores
interpretan la estructura del frente cordillerano como una estructura exhumada.

Los antecedentes más locales corresponden a un estudio publicado por Tricart (1965) que
reconoce actividad tectónica en los depósitos al este de Santiago, en los que reconoce
escarpes de falla de forma que los depósitos más antiguos forman morfologías aterrazadas,
más altos topográficamente y más cerca del frente cordillerano, que los más jóvenes. Borde
(1966) señala que las evidencias de tectonismo sugieren que el alzamiento de Los Andes se
produjo “durante el Terciario, pero que en algunos casos dichos movimientos se han
mantenido hasta el Cuaternario”, específicamente refiriéndose a las evidencias de
deformación de los depósitos al este de Santiago. Si bien los trabajos anteriormente
nombrados señalan evidencias de actividad tectónica no especifican mecanismos de
deformación asociados, ni hacen una cartografía detallada del sector: más bien
corresponden a antecedentes descriptivos.

En este trabajo se aportan antecedentes fundamentales que señalan que el frente


cordillerano de Santiago es producto de una tectónica inversa de vergencia al oeste,
contexto en el cual la Falla San Ramón es un elemento primordial, a lo cual se han
sobreimpuesto los procesos erosivos a escala del Cenozoico tardío.

36
Figura 1.12: Interpretaciones estructurales de la Cordillera Principal, entre los años 2005 y 2010. Los
perfiles se encuentran aproximadamente a la misma escala y las referencias están indicadas en la figura.
La estructura de las figuras A y B presentan una simetría que no revela ninguna vergencia de la
deformación, en la figura C puede observarse una clara vergencia al oeste de toda la estructura del frente
cordillerano y en la figura D la estructura tampoco presenta una vergencia preferencial.

37
1.6 Hipótesis de trabajo
La Falla San Ramón, situada al este de Santiago, que es la expresión superficial de un
objeto tectónico de relevancia para la deformación a escala cortical de la región central de
Chile, ha sido un factor de primer orden en la configuración morfológica actual del frente
cordillerano y constituye una fuente potencialmente importante de peligro sísmico para la
región. Es posible mediante estudios morfológicos, estructurales y neotectónicos compilar
información que permita evaluar este peligro.

1.7 Objetivos
1.7.1 Objetivo general
Determinar la evolución tectónica reciente de la Falla San Ramón, su relevancia en la
deformación cortical y sus implicancias para el peligro sísmico de la Región Metropolitana en
Chile central.

1.7.2 Objetivos específicos


 Caracterizar la geometría y geología estructural de la Falla San Ramón.
 Evaluar su importancia en la evolución estructural del frente cordillerano.
 Determinar su cinemática y mecanismos de deformación superficial en el Pleistoceno
- Holoceno.
 Evaluar su importancia para el peligro sísmico de la región, particularmente de
Santiago.

1.8 Organización de este documento.


Este documento consta de siete capítulos que abordan cada uno de los puntos de la
problemática de esta tesis.

Este primer capítulo, presenta la introducción al problema de investigación y contiene el


margo geológico del área de estudio, los objetivos e hipótesis del problema.

El segundo capítulo hace mención a las metodologías utilizadas en este trabajo, se


describen los datos usados, las técnicas de interpolación a partir de las bases de datos
topográficos, las características de los levantamientos realizados, los métodos para realizar
un modelo de deformación que logra reproducir la estructura que se observa en superficie
38
que se observa en el frente cordillerano al este de Santiago, y los métodos de datación que
se utilizaron en este trabajo junto con un marco conceptual que permite justificar su
aplicación.

El tercer capítulo de esta tesis presenta los resultados de un estudio estructural del frente
cordillerano al este de Santiago entre los ríos Maipo y Mapocho, al sur y al norte
respectivamente, y los cordones de San Ramón y Quempo, al oeste y al este
respectivamente. Además de un mapa de la zona de estudio, se entrega un perfil estructural
que describe los principales elementos de la geología del área descrita antes.
Posteriormente, se entregan los resultados de un modelo estructural que estima la geometría
en profundidad de la estructura del frente cordillerano en el área, a partir de la geometría de
la estructura observada en superficie, así como la cinemática cenozoica tardía de la
deformación.

El cuarto capítulo consiste en la descripción de los depósitos no consolidados del frente


cordillerano al este de Santiago. Estos depósitos corresponden al sistema de abanicos
aluviales que conforma el piedemonte del cordón del San Ramón entre los ríos Mapocho y
Maipo, y los sistemas de terrazas de dichos ríos. Además se cuantifica la deformación que
estos depósitos no consolidados han sufrido y su vínculo con la Falla San Ramón. Además
de lo anterior se aborda la geocronología de los depósitos cuaternarios a partir de edades
OSL y de resultados de isótopos cosmogénicos que permiten restringir la deformación que
los afecta.

En el quinto capítulo se presenta íntegramente el artículo publicado en Tectonics, The West


Andean Thrust (WAT), the San Ramón Fault and the seismic hazard for Santiago (Chile)
(Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, and E. Kausel (2010),
Tectonics, 29, TC2007, doi:10.1029/2008TC002427) en el que contextualiza el frente
cordillerano de Santiago dentro de la cadena andina y se propone un nuevo modelo para la
orogénesis andina.

En el sexto capítulo se plantea una discusión de los resultados obtenidos en esta tesis, a las
diferentes escalas en que se abordó la evolución del frente cordillerano. Se discute también
el peligro sísmico asociado a la Falla San Ramón.

Finalmente, en el séptimo capítulo se entregan las conclusiones de esta tesis.

39
1.9 Publicaciones y presentaciones relacionadas a
esta tesis
Los avances, desarrollo y resultados del trabajo realizado en esta tesis han sido parte de las
siguientes publicaciones en el marco del proyecto de estudio sobre la Falla de San Ramón y
el peligro sísmico asociado a Santiago, por el Laboratorio Asociado Internacional Montessus
De Ballore (Laboratoire International Associé Montessus De Ballore, LIA-MB):

Rauld, R.A., 2002. Análisis morfoestructural del frente cordillerano: Santiago oriente entre el
río Mapocho y Quebrada de Macul, Memoria para optar al título de Geólogo. Departamento
de Geología thesis, Universidad de Chile, Santiago.

Rauld, R., Vargas, G., Armijo, R., Ormeño, A., Valderas, C. y Campos, J. (2006).
Cuantificación de escarpes de falla y deformación reciente en el frente cordillerano de
Santiago. En: Actas XI Congreso Geológico Chileno (CD-ROM), Antofagasta, Chile.

Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, and E. Kausel 2006.
Tectonics of the western front of the Andes and its relation with subduction processes: The
San Ramón Fault and associated seismic hazard for Santiago (Chile), in International
Conference Montessus de Ballore, 1906 Valparaíso Earthquake Centennial, Santiago,
Chile.

Rauld, R., Vargas, G., Rebolledo, S., Armijo, R., Sepúlveda, S.A., Campos, J. 2006.
Geomorphological study of the active San Ramon Fault, at The Eastern Boundary of the
Santiago Basin, in International Conference Montessus de Ballore, 1906 Valparaíso
Earthquake Centennial, Santiago, Chile.

Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, & E. Kausel, An Andean
mega-thrust synthetic to subduction?: The San Ramón Fault and associated seismic hazard
for Santiago (Chile), 7th International Symposium on Andean Geodynamics (ISAG 2008,
Nice), Extended Abstracts: 48-5.

Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, & E. Kausel, An Andean
mega-thrust synthetic to subduction?: The San Ramón Fault and associated seismic hazard
for Santiago (Chile), EGU Topical Conference Series 4th Alexander von Humboldt
International Conference The Andes: Challenge for Geosciences Santiago de Chile, Chile,

40
24-28 November 2008.

Rauld, R., R. Armijo, G. Vargas & R. Thiele. Morphology, geometry and kinematics of the San
Ramón Fault crossing Santiago, Chile (33º30’S), EGU Topical Conference Series 4th
Alexander von Humboldt International Conference The Andes: Challenge for Geosciences.
Poster. Santiago de Chile, Chile, 24-28 November 2008.

Armijo, R., « The West Andean Thrust, the San Ramón Fault and the seismic hazard for
Santiago, Chile », keynote plenary conference for the XII Congreso Geológico Chileno,
November 2009, Santiago, Chile.

Rauld, R., Armijo, R., Vargas, G., Lacassin R., y Campos, J. (2009). Cartografía y
modelación estructural del Frente Andino Occidental de Santiago, un sistema de pliegues
por propagación de falla. En: Actas XII Congreso Geológico Chileno. Noviembre 2009,
Santiago, Chile.

Leyton, F., Pérez, A., Campos, J., Rauld, R. Y Kausel, E. (2009). Anomalous seismicity in the
lower crust of the Santiago Basin, Chile. Physics of the Earth and Planetary Interiors, 175
(1-2): pp. 17-25.

Armijo, R., « Structural Partitioning of the Chilean Subduction Margin: Evidence for a West
Andean Thrust (WAT) », AGU Chapman Conference on Giant Earthquakes and Their
Tsunamis, Valparaíso, Chile, May 2010.

Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, and E. Kausel, The West
Andean Thrust, the San Ramón Fault and the seismic hazard for Santiago, Chile, Tectonics,
29, TC2007, 2010.1029/2008TC002427, 2010.

Armijo, R., R. Rauld, R. Thiele, G. Vargas, J. Campos, R. Lacassin, and E. Kausel, Reply to
the comment by R. A. Astini and F. M. Dávila on “The West Andean Thrust, the San Ramón
Fault, and the seismic hazard for Santiago, Chile”, Tectonics, 29, TC4010,
doi:4010.1029/2010TC002692, 2010.

41
2. Metodología

Con el fin de alcanzar los objetivos planteados en esta tesis se aplicaron diversas
metodologías que se describen en este capítulo. Primero, se describen las fuentes de
información utilizada, en segundo lugar se describe la metodología de mapeo geológico y
geomorfológico, luego la metodología utilizada para la construcción de un modelo cinemático
de la evolución del frente cordillerano y finalmente, se describen los métodos de dataciones
aplicados en este estudio, incluyendo un breve marco teórico.

2.1 Información disponible


2.1.1 Cobertura de la información geológica
A partir de la década de 1960, con los trabajos del Instituto de Investigaciones Geológicas,
como por ejemplo Aguirre (1960) y Klohn (1960), se inició el reconocimiento formal de la
geología de Los Andes de Chile central. A partir de la década de 1980, y hasta el presente,
el progresivo desarrollo de técnicas analíticas y de dataciones han complementado a las
observaciones realizadas en las campañas de geología regional, y de exploración ha
permitido obtener datos de calidad y detalle que han determinado el estado actual del
conocimiento de la cadena andina en Chile central, revisado en el capítulo 1.

En este trabajo se ha revisado una serie de documentos que, para facilitar la representación,
se han categorizado en mapas geológicos, tesis, artículos científicos y congresos geológicos.
En las Figura 2.1 a Figura 2.4 se muestran las áreas cubiertas por los trabajos considerados
esta tesis.

42
Figura 2.1. Mapas geológicos existentes para la zona de estudio.

Figura 2.2. Tesis desarrolladas en el área de estudio.

43
Figura 2.3. Publicaciones que cubren el área de estudio.

Figura 2.4. Trabajos presentados en congresos, sobre el área de estudio.

44
Estos trabajos se han enfocado en la geología de Los Andes de Chile central, y
especialmente en el estudio de su estructura y evolución tectónica. Los contenidos de estos
trabajos son abordados en la introducción y en las discusiones de esta tesis.

2.1.2 Información topográfica y modelos de elevación digital


Los datos topográficos utilizados provienen de 4 fuentes topográficas previas a este trabajo;
tres de ellas correspondientes a bases cartográficas tradicionales y una generada mediante
de interferometría de radar. Además, durante este estudio se generó una topografía de
detalle del escarpe más pequeño reconocido en el área. Las características de las bases
cartográficas se detallan a continuación y cuya cobertura se presenta en la Figura 2.5.

2.1.2.1 Información escala 1:50.000

La información de esta escala fue obtenida del proyecto Ordenamiento Territorial


Ambientalmente Sustentable (OTAS), desarrollada por el Gobierno Metropolitano, que
corresponde a la digitalización de la cartografía regular 1:50.000 del Instituto Geográfico
Militar (IGM). Esta cartografía regular fue generada mediante orto-restitución a finales de la
década de 1950. Esta base cubre la Región Metropolitana, y la parte sur de la Región de
Valparaíso y el norte de la Región del Libertador Bernardo O’Higgins. Su proyección es UTM
(Universal Transversal Mercator) en datum PSAD56, zona 19 sur. Los datos originales que
se encontraban en formato vectorial Arc-Info fueron convertidos a formato Shapefile para
mayor compatibilidad. Además, se corrigieron algunos atributos, tales como alturas de
curvas de nivel o cotas que se detectaron incorrectos.

2.1.2.2 Información escala 1:10.000

Base Gobierno Regional (GORE), que consiste en una base topográfica 1:10.000 con curvas
cada 10 metros. Esta base fue generada mediante orto-restitución durante la segunda mitad
de la década de 1990, cubre “El Gran Santiago” y el valle del río Maipo hasta la ciudad de
San José de Maipo. Su proyección es UTM en datum PSAD56, zona 19 sur. Algunos
atributos de alturas en las curvas de nivel y cotas incorrectos en la información topográfica
original fueron rectificados.

2.1.2.3 Información escala 1:5.000

Se utilizó también la base topográfica del Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU), que
es correspondiente a una base escala 1:5.000 con curvas de nivel cada 5 metros, y que
45
cubre sólo la zona urbana de Santiago. La base fue generada mediante restitución
aerofotogramétrica de fotografías aéreas escala 1:20.000 en el año 2002 por el Instituto
Geográfico Militar, para el Servicio de Vivienda y Urbanismo Metropolitano. Se encuentra en
proyección UTM datum SAD69, zona 19 sur.

Figura 2.5. Áreas cubiertas por las bases topográficas disponibles.

Todas las bases anteriormente descritas fueron transformadas a una proyección UTM,
datum WGS84, zona 19 sur, con el fin de tener la información geográfica en una proyección
coherente. La transformación se realizó utilizando la transformación de Molodensky (Millán,
2006) con los parámetros determinados por el IGM para la zona de Chile central, mediante el
software ArcGis 9.2.

46
2.1.2.4 Información topográfica obtenida mediante interferometría de
radar

Adicionalmente, se utilizó topografía del Shuttle Radar Topography Mission (SRTM) de


NASA2 (Farr et al., 2007), que tiene una resolución espacial de aproximadamente 90 x 90 m
(aunque rigurosamente es de 3 x 3 segundos de arco) y un error en la vertical, estimado para
Sudamérica, menor a 15 m (Rodriguez et al., 2005). Si bien la resolución espacial del SRTM
como modelo numérico de elevación es menor que la obtenida a partir de la interpolación de
las bases topográficas disponibles, en zonas de bajo relieve la información del SRTM es más
completa y confiable debido a que es producto de un proceso de barrido que genera una
grilla de datos topográficos que cubre toda la zona. En los modelos numéricos de elevación
generados mediante interpolación de curvas de nivel, por el contrario, los datos de zonas de
bajo relieve no necesariamente representan el valor real de la elevación, ya que estos datos
son dependientes del método de interpolación, y pueden no incluir relieve de dimensiones
menores a la resolución de la topografía a partir de la que se generaron.

2.1.2.5 Datos topográficos obtenidos mediante GPS diferencial

El reconocimiento en terreno de escarpes de falla en el sector oriente de Santiago, evidenció


que el escarpe de falla más pequeño reconocible en el área, presenta un salto topográfico
del orden de 3 – 4 m y por lo tanto quedan fuera del rango de resolución de las bases
topográficas anteriormente señaladas. Para su caracterización se realizó una campaña de
GPS diferencial consistente en más de 1800 medidas de puntos de la zona referidas a la red
Geodésica SIRGAS de la Fuerza Aérea de Chile en el área que se señala en la Figura 2.6.

Para realizar el levantamiento topográfico se utilizaron tres equipos GPS diferenciales marca
Ashtech, modelo Promark2, de frecuencia L1, cada uno con una antena externa Ashtech,
modelo Proantenna 110454, junto con sus equipos anexos como trípodes, jalones, cintas de
medida, base niveladora (Figura 2.7). Para el procesamiento de los datos se utilizó el
programa Ashtech Solution. Dentro de los parámetros de este software existe la posibilidad
de fijar una precisión mínima para los datos, de forma tal que si durante el post proceso el
error de una medida es mayor que esta precisión mínima deseada, ese punto es excluido del
conjunto de datos y no es tomado en cuenta.

2
Información pública disponible en http://www2.jpl.nasa.gov/srtm/

47
Figura 2.6. Ubicación de la zona donde se realizó el levantamiento GPS diferencial, en rectángulo rojo.

Según las especificaciones del fabricante, el equipo utilizado en el levantamiento, tiene una
precisión en la horizontal de 5 ± 0.1 cm y en la vertical de 10 ± 0.2 cm en modo estático, con
tiempos de observación desde 20 a 60 minutos. Mientras que en modo cinemático la
precisión es de 12 ± 0.25 cm y 15 ± 0.25 cm en la horizontal y en la vertical,
respectivamente, con 5 segundos de muestreo por punto. Las condiciones dadas por el
fabricante responden a mediciones hechas en condiciones ideales, considerando, por
ejemplo, una geometría adecuada en la red de satélites, ausencia de bloqueo de la señal
causada por el follaje y una baja actividad ionosférica, entre otras. Este equipo puede ser
utilizado a distancias de hasta 20 km en modo estático.

En una experiencia de prueba que se realizó en las graderías de la elipse del parque
O’Higginns se pudo confirmar una precisión centímetrica para las medidas realizadas con
este equipo tanto en la vertical como en la horizontal (Valderas, 2006).

Para la referencia geodésica de los puntos en terreno, se utilizó un punto geodésico


determinado por el servicio aéreo fotogramétrico de la fuerza aérea de Chile, enlazado a la
red Geodésica nacional del Instituto Geográfico Militar. Este punto de coordenadas
conocidas, se encuentra referenciado en el sistema WGS84 y se denomina MALL. En el área
en que se realizó el levantamiento topográfico se ubicó un punto base respecto al cual se

48
referenció todo el resto de los puntos del levantamiento. Entre el punto base y el punto MALL
hay una distancia de aproximadamente 9 km, y para vincularlos se realizó una medida
mediante grabación estática continua de GPS durante 60 minutos. La ubicación de las dos
estaciones se presenta en la siguiente tabla:

Tabla 2.1. Ubicación de punto de referencia geodésico y base utilizada en el levantamiento GPS.

Latitud Error Longitud Error Altura Error


Punto
(S) al 95% (W) al 95% Elipsoidal (m) al 95%
MALL 33°34’8,71882" 0,000 70°33'17,93159" 0,000 701,430 0,000
BASE 33°29'31,82424" 0,020 70°31'11,83612" 0,020 893,873 0,024

Con el fin de determinar el tipo de muestreo para la adquisición de datos GPS, se realizaron
dos perfiles topográficos, en el área del levantamiento, que fueron referidos a la estación
base. Una vez analizados los datos resultantes de estos perfiles se determinó que el tiempo
de muestreo más adecuado correspondía a 90 segundos, que es el tiempo mediante el cual
se obtiene la mejor relación de velocidad de muestreo versus cantidad de datos
aprovechables, dadas las características de vegetación y las dimensiones de la zona
estudiada (Fig 2.7). Todo lo anterior es válido a partir de la precisión fijada para el proyecto
de 0.02 m + 1 p.p.m. en la horizontal y 0.04 m + 2 p.p.m. en la vertical.

Para el levantamiento de terreno se realizaron mediciones durante 16 jornadas. Se mantuvo


un equipo registrando datos en forma continua en el punto base, mientras que con los dos
equipos restantes se fueron registrando los puntos en modo “stop and go” por períodos de
90 segundos en cada punto. Durante cada jornada se registraron en promedio 150 puntos.
Lo que permitió cubrir la totalidad del área de interés.

49
Figura 2.7. Izquierda, equipo GPS registrando en continuo la ubicación del punto base en las campañas
de levantamiento GPS. Derecha, proceso de registro de datos en terreno, método "stop and go".

Como resultado del procesamiento de los datos registrados durante estas campañas se
obtuvieron alrededor de 1300 datos dentro de la precisión deseada, los que cubren un área
total del aproximadamente 120000 m². Estos 1300 datos corresponden a más del 70% del
total de datos registrados en terreno (Ver anexo V, tabla V.3).

Para la interpolación del DEM se experimentó con numerosos métodos (Valderas, 2006), y
finalmente se eligió utilizar una interpolación mediante Kriggin para obtener el resultado final
(Figura 2.8).

Las técnicas y metodologías utilizadas para la realización de este modelo digital de elevación
son tratadas con detalle en el trabajo de título de Valderas (2006) donde además, se
exponen todos los fundamentos geodésicos que van más allá del alcance de esta tesis.

50
Figura 2.8. Relieve sombreado de terreno resultado de DEM interpolado a partir de los datos GPS, en
amarillo se muestran curvas de nivel cada 1 metro extraídas del modelo, en cian los puntos registrados
con GPS en terreno, en azul los puntos registrados para los perfiles perpendiculares al escarpe y en
verde la ubicación de la base con respecto a la que se referenciaron los puntos.

2.1.3 Generación de DEM a partir de las bases topográficas


Con cada una de las bases topográficas mencionadas en los punto 2.1.2.1 a 2.1.2.3 se
generó un DEM (Modelo digital de elevación, a partir de sus siglas en inglés Digital Elevation
Model), siguiendo el algoritmo de Hutchinson (1989), que se encuentra implementado en el
módulo TopoToRaster del programa ArcGis versión 9.2. A partir de la base OTAS se obtuvo
un DEM de 29 m de resolución horizontal. A partir de la base GORE se obtuvo uno de 19 m
de resolución horizontal y a partir de la base SERVIU, se obtuvo un DEM de 9 m de
51
resolución horizontal. Todos los DEM anteriormente mencionados se integraron en un único
DEM que cubre toda el área de estudio con tamaño de pixel de 9 m.

Un DEM se define como una matriz regular que representa las continuas variaciones del
relieve en el espacio (Burrough, 1986). La georeferenciación de los elementos que
componen la superficie está definida implícitamente por el ordenamiento de los valores de
elevación dentro de la matriz; fuera de esta información no se registra ningún otro dato en
forma explícita o adicional para la representación de la superficie. Los DTM (Modelo digital
de terreno, de sus siglas en inglés Digital Terrain Model) por su parte incluyen alguna otra
representación explícita de las formas de superficie. Por ejemplo, los TIN (modelo de tipo
Triangulated Irregular Network), o los modelos de “líneas enriquecidas” (Douglas, 1986) que
utilizan líneas para definir valles, crestas y otros elementos del paisaje.

La ventaja de los DEM, es que pueden ser procesados de forma mucho más directa en
sistemas informáticos, debido a que sus datos se ordenan como una matriz simple de
valores de elevación, y es por eso que han sido ampliamente adoptados para el uso en
software de Sistema de Información Geográfico (SIG) para el procesamiento y visualización
de características topográficas.

En los DEM se reconocen dos problemas conceptuales principales como herramientas


descriptivas de una morfología. El primero se refiere a que los DEM son un conjunto de
datos discretos de elevación mediante el cual se trata de modelar una superficie continua. La
fidelidad con la cual un DEM representa, o modela, la superficie real de un terreno
dependerá de la textura, o rugosidad, de la superficie y de la resolución del DEM. Eso
sugiere que los DEM modelan la superficie a una escala, implícita, dada por la resolución de
la celda en la grilla (Wood, 1996).

El segundo problema conceptual se refiere a qué es lo que realmente representa el valor que
se encuentra dentro de cada celda de la matriz. Se puede entender a la matriz como una
colección de datos de elevación en lugares puntuales. Si este fuera el caso, el modelo no es
más que la discretización de una superficie, a menos que se haga una función de relación
adicional con respecto a la relación espacial entre los valores de elevación registrados.

52
2.1.3.1 Geomorfometría y parametrizaciones

Para describir en forma cuantitativa los elementos geomorfológicos se realizó un análisis


geomorfométrico. En la geomorfometría se diferencia entre la geomorfometría específica que
se encarga de describir elementos específicos del paisaje, y la geomorfometría general que
se encarga de la totalidad del paisaje.

Uno de los objetivos de la geomorfometría es determinar los parámetros mediante los cuales
se puede describir en forma correcta la superficie. La idea más importante dentro de la
parametrización es que estos parámetros sean los menos posibles, pero que incluyan la
mayor cantidad de información disponible, y que además sean lo más aplicables posible.
Una de las parametrizaciones más utilizadas es la definida por Evans (1972), en la cual el
autor sugiere el uso de las primeras y segundas derivadas de la altitud (pendiente, aspecto,
convexidad en perfil y convexidad en plano) como parámetros para usar dentro del marco de
trabajo. Dimensionalmente esas medidas, o parámetros morfométricos, son ortogonales.

En el contexto de esta tesis la parametrización se usa acuerdo al concepto de “la descripción


numérica de formas superficiales continuas” (Pike, 1993). La que geomorfológicamente, se
describe cómo “un conjunto de medidas que describe a una superficie lo suficientemente
bien como para diferenciar mediante estas medidas a dos paisajes topográficamente
distintos” (Pike, 1988).

2.1.3.2 Pendiente y aspecto

El terreno se puede representar como una altura en función de la posición planimétrica de un


punto, es decir, z= F (x,y) y su parametrización pueden ser expresadas en función de las
derivadas de dicha función. En esta tesis se utilizan las parametrizaciones de pendiente y
aspecto para diferenciar y cuantificar elementos de la morfología.

2.1.3.3 Pendiente

La pendiente (Figura 2.9 B) corresponde a la magnitud del mayor gradiente en la elevación, y


se puede calcular combinando las derivadas parciales en x y en y, como se muestra en la
siguiente ecuación:

53
(2.1)

2.1.3.4 Aspecto

El aspecto corresponde a la dirección de mayor gradiente en la elevación (Figura 2.9 C), en


otras palabras es el ángulo polar definido por las dos derivadas parciales, según la ecuación
siguiente:

(2.2)

2.1.3.5 Visualización

Debido a que tanto la pendiente como el aspecto son parámetros que no necesariamente
son fáciles de relacionar directamente con elementos espaciales del relieve (Figura 2.9), se
realizó una superposición de estas parametrizaciones con una imagen de relieve sombreado
que permite identificar fácilmente elementos como escarpes de falla o abanicos aluviales del
frente cordillerano (Figura 2.10).

54
Figura 2.9. A) Relieve sombreado representando el DEM de 9 m, B) Mapa de pendientes y C) Mapa de
aspecto derivados de los mismos datos.

55
Figura 2.10. Representación de relieve sombreado, pendiente y aspecto superpuestos.

2.1.4 Fotografías aéreas e imágenes satelitales


2.1.4.1 Fotografías aéreas

Las fotografías aéreas son fotografías obtenidas mediante métodos ópticos tradicionales con
una cámara montada generalmente en un avión. Tanto por el tamaño del negativo como por
el tamaño de las partículas de material fotosensible utilizado permiten obtener un gran nivel
de detalle. Cuando las fotografías aéreas son tomadas desde un avión que mantiene su
altura, y a un ritmo constante tal que permite que haya superposición entre las áreas de las
fotografías pertenecientes a la misma línea de vuelo, es posible trabajar con ellas en
estereometría y obtener una visión tridimensional del terreno.

Se utilizaron los siguientes sets de fotos aéreas (Figura 2.11 y Tabla 2.2):

56
Figura 2.11. Área cubierta por los sets de fotos áereas utilizadas para este trabajo. En rojo la cobertura del
vuelo Geotec, en cian la del vuelo HYCON y en amarillo la Fondeff.

Tabla 2.2. Vuelos aerofotogramétricos utilizados en este estudio.

Vuelo Escala Año Fuente


Hycon 1:55.000 1955 IGM
Fondeff 1:20.000 1995 SAF3
Geotec 1:70.000 1997 SAF
Fondeff Color 1:20.000 2006 SAF

Las fotografías del vuelo Geotec fueron ortorectificadas utilizando el programa ENVI 4.3,
algunos de los DEM antes descritos y la información de la geometría interna de la fotografía
contenida en el certificado de calibración del vuelo, para poder utilizarlas como base para el
3
Servicio Aerofotogramétrico de la Fuerza aérea de Chile.

57
desarrollo de la cartografía. Mientras que las otras fotografías fueron georeferenciadas,
usando ArcGis 9.2. Para eso todas las fotografías fueron escaneadas a 600 dpi de
resolución, y se identificaron en ellas puntos de control de terreno para localizar
espacialmente el contenido de la imagen.

2.1.4.2 Imágenes satelitales

Estas imágenes se obtienen mediante satélites equipados con sensores electrónicos que
registran la energía del espectro electromagnético, reflejada por la superficie de la tierra, y
que cubren un amplio rango del espectro electromagnético. La mayor parte de las
aplicaciones de imágenes satelitales, utilizan las longitudes de onda que corresponden al
rango de la luz visible y al infrarrojo (Richards y Jia, 1999).

En esta tesis se utilizaron una serie de imágenes satelitales de distintas resoluciones


espaciales y espectrales (Figura 2.12), que abarcan un periodo de tiempo desde la década
de 1980 hasta la fecha (Tabla 2.3).

Tabla 2.3. Imágenes satelitales ocupadas en este estudio

Imagen Resolución Año Bandas Fuente


SPOT 4 15 m 1996 3 bandas (IR- visible) DGF – U. de Chile
SPOT 5 5m 2005 - 2007 Pancromática IPGP – DGF – U. de Chile
ASTER 15, 30 y 90 m 2000 – 2004 9 bandas (IR – visible) CEE4
Landsat MS 30 m Años 80 4 bandas (IR – visible) GLCF5
Landsat TM 15 y 30 m 1986 a 2005 7 bandas (IR – visible) DGF – U.Chile, GLCF

4
Centro de Estudios Espaciales, Universidad de Chile.

5
Global Land Cover Facility, de la Universidad de Maryland. Información disponible
públicamente en http://glcf.umiacs.umd.edu

58
Figura 2.12. Ejemplo de imagen satelital SPOT que cubre el área de estudio. El recuadro rojo muestra la
ubicación de la zona de detalle que se muestra abajo a la derecha, que permite apreciar la resolución de la
imagen.

2.1.5 Trabajo de terreno


En el marco de este estudio se realizaron varias transectas que cruzaron la cordillera entre
Chile y Argentina que soportan las observaciones presentadas en el capítulo 5, así cómo
campañas de terreno más enfocadas en Chile central para trabajo de más detalle que se
presenta en los capítulos 2 y 3.

59
Se realizaron numerosos terrenos en el frente cordillerano y al pie del mismo para realizar
observaciones geológicas y geomorfológicas. Además, se realizó una campaña de terreno
para hacer las mediciones de GPS diferencial que se describirá en el punto 2.1.2.5, y se
realizaron campañas de terreno con el fin de tomar muestras para dataciones mediante
isótopos cosmogénicos y luminiscencia ópticamente estimulada (OSL).

El trabajo de terreno se estima en un total de 90 jornadas repartidas en: 25 días para la


realización de dos transectas estructurales a través de la Cordillera Principal hasta
Argentina; aproximadamente 30 días en terrenos en el frente cordillerano y en el sector
oriente de Santiago; unos 10 días de terreno en el valle del río Maipo, 20 días en las
actividades del levantamiento de datos con GPS diferencial en el sector de la quebrada de
Macul; 3 días para realizar muestras para dataciones mediante OSL y 2 días para obtener
muestras que se dataron mediante isótopos cosmogénicos.

2.2 Cartografía geológica, caracterización y


modelación morfoestructural
2.2.1 Mapa geológico – estructural
A partir de las bases de datos antes señaladas se realizó un mapa estructural del área
mediante el cual se caracterizó la estructura a escala kilométrica del frente cordillerano.

Se dibujaron los estratos distinguibles sobre las imágenes satelitales y fotos aéreas,
contabilizando más de 12000 líneas de capas reconocidas, totalizando más de 10 km de
longitud. A partir de esto se reconocieron niveles estratigráficos que pudieron ser seguidos
en forma continua para definir capas guía, además se definieron zonas de rumbos y manteos
similares que permitieron definir los ejes de los pliegues presentes en el área, y caracterizar
sus planos axiales. Las observaciones en planta se controlaron mediante iteraciones con
vistas 3D, en Google Earth y ArcScene. A esto se sumaron las observaciones realizadas en
terreno.

A partir del conjunto de observaciones realizadas se generó un mapa geológico, en el que se


presenta la geología y estructura del Frente Andino Occidental, entre los ríos Maipo -
Colorado y Mapocho.

60
2.2.2 Perfiles estructurales
Con el fin de realizar perfiles estructurales en el área de estudio, todas las líneas que
contienen información de este mapa (estratos, capas guía, contactos, ejes de pliegues)
fueron procesadas con el software ArcGis 9.2. De tal forma que cada uno de los vértices que
componen cada línea se represente como un punto de coordenadas x, y, z. Al valor de x se
le atribuyó su coordenada UTM Este, al valor de y se le atribuyó su coordenada UTM Norte y
al valor z su altura extraída desde el DEM de la base SRTM.

Con la información geológica reducida, entonces, a series de puntos con coordenadas x, y,


z, se dibujaron 5 perfiles geológicos en dirección oeste - este (Estos perfiles se presentan en
la sección 3.2.3.1). Para eso se definieron 5 bandas de 3.5 km de espesor (Figura 2.13),
para cada una de las cuales se tomaron las series de puntos en el interior de la banda.

Figura 2.13: Ubicación de los perfiles oeste - este en el área de estudio.

61
Los perfiles se dibujaron proyectando la coordenada x de cada punto en el eje x del gráfico y
su elevación, o coordenada z, en el eje y del gráfico (Figura 2.14). Estos gráficos permitieron
determinar la geometría en superficie para cada perfil, y en especial determinar las medidas
estructurales de las capas. Posteriormente los perfiles fueron completados en profundidad
mediante técnicas estructurales clásicas (P. Ej.: Davis y Reynols, 1996; Rowland et al.,
2007).

Figura 2.14: Ejemplo de construcción del perfil número 5, en la parte superior de la figura se muestran los
datos que han sido transformados en una serie de puntos, con representación de coordenadas x,y en
planta. En la parte inferior, la proyección de los puntos en x,z esto permite realizar un perfil rigurosamente
ajustado a los datos de estructura superficial observada.

Para complementar la información estructural de los perfiles mencionados anteriormente se


realizó una serie de perfiles locales, es decir que la posición y área cubierta fueron elegidas
con el fin de caracterizar de mejor forma, es decir con la mayor continuidad posible, las
estructuras más importantes del área de estudio. Estos perfiles se realizaron con la misma
técnica de proyección que los perfiles oeste – este y permitieron establecer una mayor
precisión en el detalle de la actitud de las estructuras (Los perfiles se presentan en la sección
0).

Como producto final se generó un perfil estructural generalizado del frente cordillerano donde
se representan las principales estructuras reconocidas en el sector, y en el que se aprecia la
asimetría de la geometría de las estructuras observadas, y que demuestra que la vergencia
principal de la deformación en el área estudiada es hacia el oeste.
62
2.2.3 Modelo estructural Trishear
Con el fin de caracterizar la geometría en profundidad del sistema de falla inversa de San
Ramón se realizó un modelo geométrico-cinemático de la deformación del frente cordillerano
de Santiago. Este modelo permite además, estimar parámetros asociados a la deformación
como el alzamiento, el acortamiento y la erosión que ha sufrido el macizo rocoso, lo que
permite tener una aproximación cinemática de la deformación en el área de esta tesis.

La hipótesis de trabajo es que el cordón del Cerro San Ramón se puede interpretar como un
gran pliegue por propagación de fallas inversas en progresión de este a oeste.

Para enfrentar la modelación geométrica-cinemática de la estructura se utilizó el concepto de


Trishear, definido como “distributed, strain-compatible shear in a triangular (in profile) shear
zone” (Erslev, 1991) se basa en que la deformación de cizalle causada por el movimiento de
una falla se distribuye dentro de un área triangular que se proyecta desde la terminación de
la falla. El concepto trishear implica que la deformación en la zona triangular obedece a un
campo de velocidades no paralelo al del desplazamiento de la falla y la condición de que el
campo de velocidad tiene divergencia igual a cero asegura el balance de área, en perfil,
durante la deformación (Figura 2.15). Todos los puntos en el bloque colgante se mueven a
una velocidad constante y paralela al deslizamiento de la falla, mientras que todos los puntos
en el bloque yaciente tienen velocidad cero. A lo largo de una línea recta, que conecta
puntos en los límites de la zona de deformación triangular con los dos bloques, la magnitud
del desplazamiento en la parte superior de la zona triangular es igual al desplazamiento del
bloque colgante, mientras que en el límite inferior es igual al desplazamiento del bloque
yaciente. La dirección del desplazamiento, dentro del área triangular, varía linealmente de
forma que en el límite con el bloque colgante es paralelo al desplazamiento de la falla y en el
límite con el bloque yaciente es igual a la mitad del ángulo apical de la zona de Trishear
(Hardy y Ford, 1997; Allmendinger, 1998). Aunque generalmente se considera que el área
triangular proyectada desde la falla debe ser simétrica, Zenhder & Allmendinger (2000)
demostraron que esto no es necesariamente un requisito para la conservación de área en el
modelo. La aplicación de Trishear en modelación es numérica y permite obtener resultados
más realistas que los modelos cinemáticos basados en geometrías de pliegues tipo kink (p.e:
Suppe y Medwedeff, 1990) que se soportan en supuestos más restrictivos como que las
capas mantienen su espesor constante, y que los pliegues se componen por superficies

63
planas (Allmendinger, 1998). Por ejemplo, mediante Trishear es posible conseguir
superficies curvas en pliegues y cambios de espesor en las capas deformadas.

Figura 2.15. Concepto de trishear de Erslev (1991).

El ápice de la zona triangular de deformación puede comportarse de diferentes maneras con


respecto a la propagación de la falla y el desplazamiento, lo que normalmente se expresa o
cuantifica, en términos del modelo, en la relación de propagación de la terminación de la falla
v/s el desplazamiento en la falla (relación P/S, del inglés propagation v/s slip). Este concepto
ya había sido mencionado en trabajos estructurales previos (ej.: Williams y Chapman, 1983)
sin embargo su significado físico aún no ha sido bien entendido, pero se estima que puede
estar relacionado con la litología. La relación P/S puede tomar cualquier valor entre los casos
que son tradicionalmente entendidos como límites donde; a) el ápice puede mantenerse
pegado al bloque yaciente (P/S =0) o, b) mantenerse pegado al bloque colgante (P/S =1), y
además puede tomar valores mayores que 1. Un valor de P/S bajo resulta en engrosamiento
del limbo anterior y en pliegues apretados en la zona de cizalle triangular, mientras que
valores de P/S > 1 resultan en menos engrosamiento y pliegues más abiertos (Allmendinger,
1998) y zonas de deformación más angosta. Esto es debido a que con valores bajos de P/S
el material pasa más tiempo en la zona de Trishear, por lo que sufre mayor deformación. La
importancia de la razón P/S en trishear radica en que al variar su valor es posible modelar
los tres tipos de pliegues relacionados a deformación contraccional (Figura 2.16): Pliegues
de despegue (Detachment folds, P/S = 0), Pliegues por propagación de falla (Fault
propagation folds, ej.: P/S = 2) y pliegues por flexión de falla (Fault bend folds, P/S >≈ 10).
Además, la relación P/S tiene una gran influencia sobre la forma final de la estructura; como
fue señalado por un ejemplo de Allmendinger et al. (2004) un cambio en P/S de sólo 0.3
produce un cambio en la forma del pliegue equivalente al que produce un cambio de 15 – 20º
en el ángulo de trishear. Dentro del parámetro P/S está contenida información sobre la
64
distancia desde la cual se ha propagado la terminación de la falla desde el inicio de la
deformación.

Figura 2.16. Diferentes tipos de pliegues contraccionales que se pueden modelar a partir de variaciones
del parámetro P/S (Allmendinger, 2004).

Para el modelo numérico de pliegues por propagación de fallas en esta tesis se utilizó el
programa FaultFold v.4.5.4 (Allmendinger, 1998; Zehnder y Allmendinger, 2000). Este
programa permite modelar la deformación en dos dimensiones, producida por una falla, de
un perfil con una geometría inicial dada. En el caso particular este estudio, se modeló la
deformación sufrida por la Formación Abanico causada por la Falla San Ramón, la posterior
depositación de Formación Farellones y la deformación posterior. Con este programa se
realizó la modelación mediante prueba y error, de forma que los parámetros del programa,
que son descritos más adelante, se ajustaron para aproximar de la mejor forma posible la
geometría que se observa en superficie producto de cada falla. Si bien, este programa
permite la inversión de la deformación generada por una estructura, en el caso de estudio no
es posible debido a que la estructura a modelar evidencia una deformación superpuesta
causada por una sucesión de fallas, lo que se denomina en la literatura modelo complejo de
prueba y error (“complex forward trishear model”, ej.: Allmendinger et al., 2004).

65
Los parámetros que se utilizan para la modelación en el programa FaultFold son (Figura
2.17): a) Deslizamiento (Slip), que corresponde a la cantidad de movimiento que ha
experimentado la falla, a mayor deslizamiento, mayor deformación; b) relación P/S, descrita
anteriormente y que señala cuánto se propaga la terminación de la falla respecto al
desplazamiento de ésta, c) ángulo trishear, es el ángulo con el cual se proyecta la zona de
deformación triangular desde la terminación de la falla, el significado físico de este parámetro
tampoco ha sido completamente entendido, pero se supone que estaría relacionado con la
forma en que el material distribuye la deformación; d) profundidad de la terminación de la
falla, que determina el espesor del paquete de rocas que se va a deformar; e) geometría de
la falla, que corresponde al ángulo de la falla que genera la deformación, y desde la cual se
proyecta el área triangular, esta falla puede tener uno o más cambios de ángulo y partir de
un nivel de despegue horizontal; f) simetría de la zona de cizalle triangular, si la proyección
de la zona de cizalle triangular es simétrica respecto a la falla o varía en porcentaje para
estar mayormente en el bloque colgante o el bloque yaciente; g) concentración de la
deformación en el centro, que es la intensidad de la variación radial del campo de
velocidades dentro del área de cizalle triangular; h) plegamiento similar o paralelo, que se
refiere al mecanismo cinemático de deformación para el limbo trasero, con el que se
construyen los pliegues producidos por curvaturas en la falla mediante zonas triangulares
simétricas y asimétricas fundadas en dicha curvatura de la falla, donde se usan los casos
especiales respectivos plegamiento paralelo a la curvatura y plegamiento similar (Parallel
King Folding and Similar Folding, (Cristallini y Allmendinger, 2002).

66
Figura 2.17. Parámetros para hacer un modelo de cizalle triangular (Allmendinger, 2004).

Debido a que el modelo es puramente cinemático no es posible introducir la reología como


un parámetro del modelo, aunque de alguna manera se sugiere con los parámetros del
modelo P/S y ángulo apical, que en la literatura se asumen dependientes de ciertas
características físicas del material. Dado que las formaciones Abanico y Farellones
presentan litologías similares se puede suponer que sus características reológicas también lo
son. Las limitaciones más importantes del modelo se encuentran en que no es posible
asignarle explícitamente variables temporales a la deformación y no permite hacer que dos o
más fallas se muevan al mismo tiempo, lo que resulta en que no facilita la representación de
la partición de la deformación producto de varias fallas simultáneas.

Para lograr la geometría observada en el cordón del cerro San Ramón se experimentó con
una serie de geometrías de la falla en profundidad que permitieran explicar características
geométricas que se observa en superficie. Según se muestra en la Figura 2.18 A) una
configuración simple como la de una rampa y un despegue sólo genera un anticlinal; en la
Figura 2.18 B) si a la rampa se le agrega una flexión la estructura no puede explicar el
anticlinal del San Ramón; en la Figura 2.18 C) se muestra que dos fallas simples pueden
generar una geometría con predominancia del anticlinal pero que no explica el sinclinal
frontal (el que se encuentra en el oeste); en la Figura 2.18 D) se muestra una configuración
geométrica de dos rampas, de las cuales la rampa occidental tiene una flexión, esta
67
configuración si permite explicar el par anticlinal sinclinal apretados de vergencia al oeste
que se aprecia en el cordón del San Ramón.

Figura 2.18. Pasos para determinar la geometría necesaria en profundidad para lograr generar la
estructura observada en el cordón del San Ramón. A) Despegue y rampa; B) Despegue y rampa con una
flexión; C) Despegue y dos rampas; D) Despegue y dos rampas, la rampa frontal con una flexión.

El modelo, corresponde a un nivel de despegue situado entre 10 y 12 km de profundidad, y


con un manteo de alrededor de 5º al E. Este despegue estaría determinado en la geología
por la presencia de rocas evaporíticas cerca del contacto entre las rocas mesozoicas y el
basamento paleozoico [2]. En el modelo desde este nivel de despegue se desprenden 4
fallas inversas (rampas), con manteos entre 50 y 60º al E y desplazamientos del orden de
2000 a 4500 m, que se desarrollan progresivamente, tanto temporal como espacialmente,
hacia el oeste. Y que suma un desplazamiento total en el nivel de despegue de
aproximadamente 10 - 12 km.

En la Figura 2.19 se compara el modelo geométrico obtenido mediante Trishear con el perfil
estructural para el frente cordillerano occidental presentado en Armijo et al. (2010), se
aprecia una buena correspondencia entre las estructuras observadas en superficie y la
geometría final del modelo por lo que se puede considerar que la geometría en profundidad
propuesta para el sistema de fallas del frente cordillerano occidental explica de forma
satisfactoria las observaciones realizadas durante este trabajo, lo que será discutido en el
capítulo 3.

68
Figura 2.19. Comparación A) entre sección estructural propuesta y B) Resultado del modelo Trishear para
el frente cordillerano occidental publicado en Armijo et al.(2010).

2.2.4 Mapa geológico – geomorfológico


A partir del análisis de las imágenes satelitales, DEMs, fotografías aéreas y de las
observaciones realizadas en terreno se determinaron y cartografiaron los diferentes
elementos morfológicos del frente cordillerano de Santiago, tales como los escarpes de falla,
las terrazas fluviales de los ríos Maipo y Mapocho y las diferentes unidades de abanicos
aluviales.

Los parámetros morfométricos del terreno, como las pendientes y curvaturas de las
superficies del área, se utilizaron con el fin de resaltar de mejor manera los límites entre las
diversas unidades morfoestratigráficas reconocidas. Esto, dado que en muchos casos no es
posible determinar la ubicación del límite entre abanicos aluviales, o de los escarpes de falla
mediante fotografías aéreas, debido al desarrollo urbano o a la presencia de vegetación.

69
Como resultado se generó un mapa escala 1:25.000 del sector oriente de Santiago, ubicado
a los pies del frente cordillerano.

2.2.5 Cuantificación de escarpes de falla


Se realizaron 246 perfiles topográficos de orientación este-oeste espaciados cada 100 m a lo
largo de la traza de la Falla San Ramón, para poder caracterizar los escarpes de falla del
frente cordillerano de Santiago, con el fin de determinar su salto vertical, pendiente y, por
otro lado, evaluar su continuidad con el fin de definir segmentos de falla. Se graficó la cota
de base y tope de cada escarpe reconocido en los perfiles en una proyección norte-sur
(Datos de los escarpes en anexo IV, tabla IV.1).

Utilizando la metodología descrita en el punto 2.1.2.5 se realizaron cinco perfiles topográficos


perpendiculares al escarpe de falla más reciente, reconocido en el área del levantamiento
mediante GPS diferencial. En este caso se realizaron mediciones durante intervalos de
tiempo mayor (3 minutos), de forma de asegurar que la precisión de éstas se encuentre en el
rango deseado. Además, cada uno de estos cinco perfiles fue medido en una única sesión.
Los datos obtenidos a partir de estos perfiles han sido utilizados para determinar la edad de
difusión del escarpe, y junto con los puntos del levantamiento vía GPS se utilizaron para
interpolar el modelo digital de elevación mencionado en el punto 2.1.2.5, y que ha permitido
caracterizar en detalle el escarpe de falla más pequeño que ha sido reconocido en el área de
estudio.

2.2.6 Caracterización de terrazas fluviales


En este trabajo, se realizaron 78 perfiles topográficos perpendiculares al cauce del río
Mapocho para cuantificar la deformación reciente que afecta a las terrazas fluviales de este
río. Con ese fin en cada uno de los perfiles se ubicó la cota del thalweg del río y de superficie
de las terrazas fluviales reconocidas. Posteriormente los datos se graficaron respecto a la
distancia acumulada de los perfiles a lo largo de la proyección del curso del río en la
dirección perpendicular al frente cordillerano (Anexo IV, tabla IV.3).

Para complementar este trabajo en esta tesis, se incluyen los resultados del trabajo de
Ormeño (2007) quién definió 4 niveles de terrazas fluviales para el río Maipo, denominadas
de más antigua a más nueva, T4 a T1 y realizó más de 148 perfiles topográficos
transversales al cauce del río Maipo, entre Los Morros y El Melocotón, en los que se ubicó la

70
cota del thalweg del río y de la superficie de las terrazas fluviales reconocidas (Figura 2.20).
Los datos revisados se encuentran en el anexo IV, tabla IV.2.

Figura 2.20. Patrón en abanico de las terrazas deformadas del sistema del río Maipo, esta deformación es
causada por la Falla San Ramón. (Ormeño, 2007)

2.3 Dataciones
En este estudio se realizaron dataciones con métodos de OSL, cosmogénicos y de difusión
de escarpes para determinar los rangos de edades que ocupan los depósitos del frente
cordillerano.

2.3.1 Datación OSL


2.3.1.1 Principios generales

La mayor parte de los cristales de minerales poseen defectos en sus redes cristalinas que se
producen durante la formación del mineral o debido a la exposición del cristal a radiación
nuclear. En los minerales semiconductores, especialmente cuarzo y feldespato, se produce
una señal relacionada con la relocalización de electrones en estos defectos, y que se genera
de la siguiente forma: Los electrones ligados a la red cristalina en un estado energético de
menor energía son atrapados en las imperfecciones de la red donde quedan en un nivel
71
mayor energético, metaestable a la escala de millones de años. Si un electrón atrapado en
estos defectos es excitado mediante un poco de energía el electrón vuelve a su nivel original
emitiendo una cantidad de fotones equivalente al cambio de su nivel de energía (Forman et
al., 2000).

El método de luminiscencia permite calcular la edad de un depósito mediante la medición de


(1) la cantidad de trampas electrónicas ocupadas, que es proporcional a la dosis equivalente
o radiación total recibida, y (2) de la tasa en que se forman estas trampas, que es la tasa de
radiación recibida en un período de tiempo. Esto se expresa según la siguiente ecuación:

(2.3)
ó

Para determinar la dosis equivalente se utilizan dos formas principales, que dan nombre a
dos métodos, como son Termoluminiscencia (TL) y Luminiscencia estimulada ópticamente
(OSL). En termoluminiscencia la muestra se irradia con calor, mientras que en OSL la
muestra es irradiada con luz. La diferencia entre los dos métodos es que en el caso de la TL
libera electrones atrapados desde trampas tanto sensibles como insensibles a la luz. Una
desventaja de TL es que la muestra sigue manteniendo una pequeña pero medible señal de
TL después de haber estado expuesta a la luz solar por más de 8 horas. Por otro lado, OSL
usa luz en una longitud de onda particular, para liberar rápidamente sólo los electrones
sensibles desde la estructura cristalina. La reducción de la señal de OSL después de 20
segundos de exposición a la luz solar directa es equivalente a la reducción de señal por TL
después de 20 horas de exposición. Lo que permite utilizar el método OSL en datar
sedimentos que han tenido una corta exposición a la luz (<4 hrs) y con condiciones de
iluminación en longitudes de onda restringidas (Stokes, 1999).

Existen numerosos tipos de depósitos sedimentarios que son potencialmente datables


mediante OSL. En general los sedimentos más adecuados para datar con luminiscencia
deben cumplir una serie de condiciones: (1) haber tenido una exposición prolongada a la luz
solar previa a la depositación, lo que permite asumir que la señal en los sedimentos fue
reseteada en ese período y que cada uno de los granos comenzó su vida dentro del depósito
sin registro de radiación heredada; (2) haberse acumulado como una unidad estratigráfica
relativamente homogénea, mayor a 50 cm de espesor, debido a que un radio de
aproximadamente 25 cm define el volumen que producirá la mayor parte de la radiación

72
recibida por la muestra; y (3) no haber sufrido grandes variaciones en su contenido de agua,
ni cambios diagenéticos durante el enterramiento (Forman et al., 2000).

En general materiales como arcillas o limos lacustres son buenos candidatos para
dataciones mediante OSL, por haber sido transportados como sedimentos suspendidos.
También los depósitos de loess o arenas eólicas, debido a que han sido transportadas en
superficie y han sido expuestos completamente al blanqueo solar. Normalmente el material
que se analiza es material de grano fino a medio. Malos candidatos corresponden a
depósitos que hayan sido transportados mediante flujos o remociones en masa.

El rango de edades datables por OSL es variable. El rango de edades mayores está
determinado por la saturación de las trampas de los electrones en la red cristalina. Si un
sedimento proviene de rocas muy radiogénicas, como por ejemplo un granito, sufrirá una alta
dosis de radiación y sus trampas serán saturadas antes que si proviniesen de rocas menos
radiogénicas, como por ejemplo de carbonatos. Al saturarse las trampas electrónicas la
señal de luminiscencia dejará de crecer en forma lineal con el tiempo a pesar de continuar
recibiendo radiación. El límite inferior está determinado principalmente por la sensibilidad de
los sensores. En cierta forma, en depósitos de mayor tasa de radiación se pueden resolver
con más precisión edades jóvenes, mientras que en depósitos de baja tasa de radiación es
posible utilizar el método para determinar edades más antiguas. OSL en general funciona
bien en el orden de 100000 años y la precisión de la técnica es de 5 a 20% con una máxima
resolución en la escala de tiempo de 103 a 105 años (Forman et al., 2000).

La ventaja del método OSL radica en que los minerales utilizados, principalmente cuarzo y
feldespato, son minerales que se encuentran en la mayoría de los depósitos sedimentarios.
Basta que la muestra tenga más de un 5% de estos minerales para que sea potencialmente
datable (Forman, S., Comunicación Personal). Además abarca un período de tiempo más
amplio que el que abarcan las dataciones mediante radiocarbono.

A pesar que el método OSL es un método que se ha desarrollado muy fuertemente en los
últimos años, y que ha sido un gran apoyo en la investigación geomorfológica, aún existen
algunas incertidumbres asociadas a su aplicación. La mayor de ellas está relacionada a con
una exposición a la luz solar suficiente para evitar una señal de herencia. Si bien, OSL ha
permitido limitar el análisis a un rango de energía más acotado que el de TL, por lo que
entrega una medida más precisa del nivel de luminiscencia pre-depositacional y por lo tanto

73
una medida de la edad más precisa, aún existe cierta incerteza sobre la estabilidad de la
señal de OSL a través del tiempo, particularmente al comparar la señal natural con la
entregada mediante radiación artificial en el laboratorio (Forman et al., 2000).

La estimación del contenido de agua a largo plazo de la muestra también puede ser una
fuente error en la determinación de la edad. Esta incertidumbre puede resultar en un período
de edad más amplio, más allá de un error de 2σ, especialmente en depósitos sedimentarios
compuestos por minerales finos. Determinar el contenido de humedad promedio para la
mayor parte de los sedimentos terrestres durante su período de enterramiento, comúnmente
no es posible debido a condiciones ambientales muy variables. La mayor parte de los valores
de contenido de humedad usados en el cálculo de edad para sedimentos terrestres tienden a
ser estimaciones a partir del contenido de humedad actual, historia climática local,
granulometría, estimaciones de compactación, y posición relativa respecto al nivel freático
histórico.

Otro problema son los posibles cambios en la tasa de radiación debido a desequilibrios en la
serie de U - Th, especialmente si una cantidad importante de Radón se ha disipado a través
del sedimento. También, la meteorización post-depositación, la acumulación de minerales
secundarios y el movimiento de agua subterránea pueden alterar las cantidades y tipos de
elementos radiactivos contenidos en el material de la muestra.

2.3.1.2 Toma de muestras

Debido a las dificultades para encontrar material datable en los depósitos del frente
cordillerano, se optó por datar las terrazas fluviales, especialmente del río Maipo, para poder
determinar por correlación las edades de los depósitos del frente cordillerano. Las muestras
para datar mediante OSL fueron tomadas en el sistema de terrazas del río Maipo, abarcando
el curso superior del río en el sector de San Gabriel, el curso medio del río entre San José de
Maipo y el río Colorado y los abanicos aluviales que se desarrollan en la Depresión Central.
Adicionalmente se realizó un par de muestras en el sector de La Ermita en el río Mapocho,
como se muestra en la Figura 2.21.

En el río Maipo las muestras fueron tomadas con el fin de determinar el rango de edades de
los depósitos que construyen el sistema de terrazas, así como en depósitos glaciares en la
parte superior de la hoya para identificar el último máximo avance glaciar (LGM). Los
depósitos muestreados en el río Mapocho corresponderían a facies de origen fluvioglacial en
74
el frente de un glaciar, lo que también señalaría edad y la posición alcanzada en el último
máximo glaciar. El análisis de las muestras obtenidas en el sector de San Gabriel, en el río
Maipo y en el sector de la Hermita no fueron consideradas dentro de esta tesis debido a que
representan sistemas que no tienen una relación directa con el frete cordillerano.

Figura 2.21. Ubicación de muestras colectadas para análisis de OSL.

Las muestras fueron colectadas en afloramientos naturales. Para recogerlas se utilizaron


tubos de PVC de 5 cm de diámetro y de aproximadamente 20 cm de largo, con el que se
aseguró una muestra de peso mínimo 300 gramos (Figura 2.22 A y B). Se removió la
cobertura más superficial del afloramiento, para evitar cualquier grado de alteración previa de
la muestra (Figura 2.22 C). Para extraerla, el tubo fue completamente introducido en el
depósito golpeándola con un martillo de goma (Figura 2.22 D y F) y posteriormente los
bordes del tubo fueron sellados con cinta para ductos (Figura 2.22 E). Adicionalmente se
extrajo otra cantidad de sedimento muestreado para poder realizar análisis granulométricos y
químicos (Figura 2.22 F).

75
Figura 2.22. Método de muestro de OSL. A) y B) Tubo de PVC utilizado para tomar la muestra; C), D) y E)
Procedimiento de extracción de muestra del nivel estratigráfico a datar y F) Material auxiliar del mismo
nivel para efectuar análisis granulométricos y químicos de la muestra.

76
2.3.1.3 Proceso de muestras y resultados

Los análisis granulométricos fueron realizados por el autor en el Departamento de Geología


de la Universidad de Chile. La fracción gruesa del material (mayor a 1 mm) fue estudiada
mediante tamizaje mecánico, mientras que la fracción fina del material fue analizada con un
granulómetro láser Malvern Mastersizer 2000. El resultado de los análisis es incluido en el
Anexo II.

Las muestras fueron procesadas en el laboratorio de investigación de dataciones por


luminiscencia, del Departamento de Ciencias Medioambientales y de la Tierra de la
Universidad de Illinois, Chicago. Se utilizaron procedimientos estándar, los que se detallan
en las notas que siguen al cuadro de resultados.

Los resultados se presentan en la Tabla 2.4:

77
Tabla 2.4. Resultados de análisis de muestras OSL.
Fracción Dosis Eficiencia Dosis Tasa de
Identificación Número de U Th K20 EDAD OSL
Analizada Equivalente Alfa Cósmica dosis
de terreno Laboratorio
(micrones) (Grays) (ppm)e (ppm)e (%)e valor f (Grays/ka) g (Grays/ka) h (años) i
RM07-01 UIC2037BLa 425-500 109.91 ± 1.26 1.4 ± 0.1 4.8 ± 0.1 1.99 ± 0.02 N/A 0.21 ± 0.02 2.46 ± 0.14 44,715 ± 2610
RM07-02 UIC2038BL 425-500 92.73 ± 0.48 1.6 ± 0.1 5.4 ± 0.1 2.00 ± 0.02 N/A 0.21 ± 0.02 2.55 ± 0.14 36,350 ± 2045
RM07-03 UIC2039BL 425-500 117.60 ± 9.70 1.4 ± 0.1 5.3 ± 0.1 2.07 ± 0.02 N/A 0.21 ± 0.02 2.56 ± 0.14 45,985 ± 4705
d
RM07-04 UIC2255BL 150-250 27. 77 ± 0.40 2.6 ± 0.1 7.1 ± 0.1 2.32 ± 0.02 N/A 0.17 ± 0.02 3.14 ± 0.15 8830 ± 715
d
RM07-05 UIC2027BL 150-250 8.29 ± 1.03 2.5 ± 0.1 6.8 ± 0.1 2.02 ± 0.02 N/A 0.20 ± 0.02 2.88 ± 0.15 2880 ± 400
d
RM07-06 UIC2028BL 150-250 2.79 ± 0.16 2.1 ± 0.1 5.7 ± 0.1 1.76 ± 0.02 N/A 0.20 ± 0.02 2.50 ± 0.14 1110 ± 100
d
RM07-07 UIC2024BL 250-355 3.77 ± 0.21 2.3 ± 0.1 6.0 ± 0.1 1.84 ± 0.02 N/A 0.19 ± 0.02 2.55 ± 0.14 1475 ± 125
d
RM07-08 UIC2023BL 150-250 44.98 ± 5.28 1.3 ± 0.1 4.2 ± 0.1 1.57 ± 0.02 N/A 0.16 ± 0.02 2.07 ± 0.13 22,185 ± 2980
RM07-09 UIC2030BL 150-250 208.61 ± 2.85 1.5 ± 0.1 5.0 ± 0.1 1.93 ± 0.02 N/A 0.14 ± 0.01 2.41 ± 0.14 86,620 ± 5835
RM07-09 UIC2030IR 150-250 190.44 ± 2.39 1.5 ± 0.1 5.0 ± 0.1 1.93 ± 0.02 N/A 0.14 ± 0.01 2.41 ± 0.14 79,080 ± 5310
d
RM07-10 UIC2041BL 250-355 42.00 ± 0.42 1.9 ± 0.1 5.3 ± 0.1 1.81 ± 0.02 N/A 0.18 ± 0.02 2.30 ± 0.14 17,680 ± 1125
b
RM07-11 UIC2021IR 4-11 9.03 ± 0.12 2.5 ± 0.1 7.7 ± 0.1 2.24 ± 0.02 0.08 ± 0.01 0.21 ± 0.02 4.16 ± 0.22 2165 ±160
c
RM07-11 UIC2021BLs 4-11 6.49 ± 0.33 2.5 ± 0.1 7.7 ± 0.1 2.24 ± 0.02 0.08 ± 0.01 0.21 ± 0.02 4.16 ± 0.22 1560 ±150
d
RM07-12 UIC2026BL 63-100 28.84 ± 1.85 1.5 ± 0.1 4.7 ± 0.1 1.64 ± 0.02 N/A 0.19 ± 0.02 2.30 ± 0.14 12,525 ± 1140
d
RM07-13 UIC2042BL 250-355 7.79 ± 0.60 2.4 ± 0.1 6.8 ± 0.1 2.06 ± 0.02 N/A 0.26 ± 0.03 3.08 ± 0.15 2520 ± 240
RM07-14 UIC2029BL 250-355 42.71 ± 0.76 d 1.6 ± 0.1 5.2 ± 0.1 1.74 ± 0.02 N/A 0.18 ± 0.02 2.25 ± 0.14 18,900 ± 1250
RM07-15 UIC2022BL 100-150 161.42 ± 1.12 2.0 ± 0.1 6.4 ± 0.1 1.99 ± 0.02 N/A 0.10 ± 0.01 2.67 ± 0.14 60,430 ± 4400
RM07-15 UIC2022IR 100-150 150.86 ± 1.83 2.0 ± 0.1 6.4 ± 0.1 1.99 ± 0.02 N/A 0.10 ± 0.01 2.67 ± 0.14 55,700 ± 4300
RM08-01 UIC2254BL 150-250 126.82 ± 3.17 1.5 ± 0.1 5.0 ± 0.1 1.86 ± 0.02 N/A 0.14 ± 0.01 2.35 ± 0.14 53,970 ± 4750

78
Notas:
a
La determinación de la dosis equivalente se llevó a cabo mediante el método de dosis regenerativa
en varias submuestras con excitación azul (470 nm) (Jain et al., 2003).
b
La determinación de la dosis equivalente se llevó a cabo mediante el método de dosis regenerativa
en varias submuestras con excitación infraroja (880 nm) (Jain et al., 2003).
Las emisiones azules fueron medidas con filtros de vidrios que bloquean sobre el 90% de la
luminiscencia emitida bajo los 390 nm y sobre los 490 nm. Estos filtros están colocados sobre el tubo
fotoreceptor y se utilizaron un Schott BG-39 (3mm de espesor) y un Corning 7-59 (3mm de espesor).
c
La determinación de la dosis equivalente se llevó a cabo mediante el método de dosis regenerativa
en una submuestra con excitación azul (470 nm) (Murray y Wintle, 2003).
d
Corregida por la luminiscencia heredada mediante la sustracción del nivel base residual basado en la
modelación de la respuesta diferencial de los componentes ópticos, lentos, medio y rápidos.
e
Los valores de U, Th y de K20 % fueron determinados mediante ICP-MS, en Activation Laboratory
Ltd., Ontario.
f
Valor que indica la eficiencia de la partícula alfa para inducir luminiscencia comparado con respecto a
la de la partícula Beta (Aitken y Bowman, 1975).
g
Componentes de la dosis cósmica de Prescott y Hutton (1993).
h
Se asume un contenido de humedad de 10 ± 3% para todas las muestras, excepto para las muestras
UIC2037-2039, y 2042 con 3 ± 2%.
i
Todos los errores corresponden a un Sigma y las edades están calculadas a partir del año 2000.

2.3.2 Datación mediante isótopos cosmogénicos in situ


2.3.2.1 Principios generales

Los núcleos Cosmogénicos presentan una fuerte dependencia en la altitud y en la latitud. En


la altitud por la interacción con las partículas presentes en la atmósfera, los rayos disminuyen
mientras más descienden por esta, disminuyen del orden de uno partido por en escala de
longitudes aproximadamente 1.5 km desde la atmósfera inferior. Por lo mismo la tasa de
producción de núcleos Cosmogénicos a elevación de 3 km será e2, aproximadamente siete
veces más que el nivel del mar. Con respecto a la latitud el flujo de rayos cósmicos se
encuentra fuertemente afectado y modulado por el campo magnético terrestre de forma que
a alta latitud magnética llega una mayor radiación.

Los rayos cósmicos que sobreviven al paso por la atmósfera pueden producir radio
radionúclidos en la superficie, que son llamados radio radionúclidos “in situ”. La tasa de
producción de radio radionúclidos es mayor en la superficie de la tierra y decae en
profundidad a medida de e‐1 por cada 60 a 70 cm (Gosse y Phillips, 2001).

79
Los minerales que poseen átomos que sean susceptibles a reacciones nucleares que
pueden generar radionúclidos cosmogénicos deben encontrarse en materiales cercanos a la
10
superficie para ser útiles. Por ejemplo, el cuarzo (SiO2) es un mineral que sirve para Be, y
26
Al, ya que él 10Be se produce a partir del 18O y el 26Al se produce a partir del 32Si.

Las tasas de producción de los radionúclidos cosmogénicos son tan pequeñas que las
técnicas tradicionales de espectrografía de masa y conteo de decaimiento radiactivo de
minerales no son útiles para medir las concentraciones de éstos en terreno. Debido a esto la
medida de concentración del radionúclidos cosmogénicos requiere un proceso de toma de
muestras en terreno, separación de minerales a estudiar, y posteriormente efectuar un
lavado de los minerales y una separación química de los radioisótopos. Posteriormente se
realiza el conteo de estos en un espectrómetro de masa por aceleración (AMS).

Los radionúclidos cosmogénicos se usan para datar la exposición de superficies de rocas y


estimar su tasa de erosión, y se usan también para datar superficies de depositación en
superficie de roca. La concentración en una muestra de roca está determinada por la
ecuación diferencial que describe tanto la producción como el decaimiento de los
radionúclidos cosmogénicos (Gosse y Phillips, 2001):

(2.4)

Dónde N corresponde al número de radionúclidos cosmogénicos por unidad de volumen de


roca, T es el tiempo, P es la tasa de producción, y λ es la tasa de decaimiento que está
relacionada a la vida media del radioisótopo.

Una de las mayores complejidades en la medición de radionúclidos cosmogénicos está dada


por la historia de la tasa de producción. Por ejemplo, si como medio para datar un
deslizamiento se elige utilizar isótopos cosmogénicos en la superficie expuesta de la roca
para que este muestreo sea válido es necesario asumir que la roca, previa al deslizamiento,
se encontraba a gran profundidad y además que la roca tiene una edad tal que es mayor que
la vida media de los isótopos cosmogénicos que se queremos usar; para evitar cualquier
posibilidad de herencia. Al principio la cantidad de radionúclidos cosmogénicos es tan baja
que una vez expuesta la roca superficie, la cantidad de radionúclidos cosmogénicos
comienza a aumentar en forma lineal con la profundidad (N PT), luego se empieza a
desarrollar un perfil de concentración exponencial a profundidad, _ ^ / ^∗ ,
80
considerando que z* representa la profundidad de la roca en la cual la tasa de producción es
P0/e. A partir de una muestra superficial, el tiempo de exposición se determina directamente
midiendo la concentración de isótopos en la roca, si es que la tasa de producción local en la
superficie es conocida (Burbank y Anderson, 2001).

Para cuando en una muestra el decaimiento de los radioisótopos empieza a tomar


importancia, comienza un descenso en la tasa de aumento de concentración que se
mantiene hasta que se alcanza un balance entre la producción y el decaimiento. Este
llamado "Equilibrio secular" (δN/δt 0) limita la concentración a un máximo de N P/λ, en
estas circunstancias no es posible obtener información acerca del tiempo de exposición de la
superficie debido a que la concentración de isótopos cosmogénicos en la muestra se
mantiene constante. Este equilibrio se alcanza a la escala de varias vidas medias, y en el
caso del Al y Be es del orden de 1 millón de años, lo cual hace aplicables estas técnicas a
escala del cuaternario.

En caso que se desee determinar la tasa de erosión de una superficie de roca se puede
trabajar con la hipótesis de erosión continua y a una tasa en equilibrio. Para una muestra se
cumple la siguiente ecuación:


(2.5)

Mientras más rápidamente la muestra es exhumada, menor es la concentración resultante.

Si tomamos en cuenta el decaimiento la ecuación queda como:


(2.6)
∗⁄

Si por otro lado la erosión ocurre en etapas, entonces el cálculo de la erosión a largo plazo
usado en la ecuación (2.6) y la medida de radioisótopos en superficie varía dependiendo del
último evento de erosión. En este caso, el mejor enfoque es promediar los resultados de
varias muestras dispersas espacialmente. Si se desea estudiar la fecha de exposición en un
sitio y no sólo la tasa erosión se puede utilizar la medida de dos radionúcleos de distinta vida
media, por ejemplo 36Cl y 10Be, en grandes bloques con superficies poco erosionadas.

81
La radiación cósmica galáctica que influyen respecto a la producción de núcleos
cosmogénicos terrestres puede estar mayormente compuesta por nucleones de alta energía,
principalmente protones, con una energía tal (entre 1 GeV y 1010 GeV) que les permite
producir desintegración nuclear en la atmósfera superior. En este rango de energía la mayor
parte de la radiación cósmica incidente sobre la tierra se origina dentro de la Vía Láctea e
incluyen las partículas de menor energía de nuestro sol. Un pequeño componente, de ultra
alta energía, hasta1020 GeV, se origina de fuentes externas a nuestra galaxia (Gosse y
Phillips, 2001).

La interacción de la radiación cósmica con núcleos atómicos en la atmósfera general que se


denomina radiación secundaria, que posee esencialmente las mismas propiedades que la
primaria (Gosse y Phillips, 2001).

Los núcleos cosmogénicos más importantes producto de reacciones de neutrón térmico en la


36 35
superficie terrestre corresponden a Cl, por la reacción Cl(η,γ)36Cl, y 41
Ca, producido por
40 41
Ca(η,γ) Ca.

2.3.2.2 Factores que limitan la aplicación de núcleos cosmogénicos


terrestres

Los núcleos cosmogénicos son producidos por interacciones en la atmósfera y en la


superficie terrestre, son llamados meteóricos y terrestres respectivamente. Algunos
10
radionúclidos como el Be se producen en la atmósfera a una tasa mucho mayor que las
rocas, lo que hace necesario considerarlos para evitar que el componente atmosférico no
contamine las muestras. Algunos radionúclidos cosmogénicos terrestres producidos en la
10
atmósfera son altamente reactivos con la superficie de minerales (por ejemplo Be) y son
3 36
más problemáticos que los que no lo hacen (por ejemplo He y Cl).

A pesar de que puede existir un gran número de radionúclidos que pueden ser producidos a
partir de interacciones de rayos cósmicos con átomos en la roca sólo seis TCN son utilizados
regularmente en aplicaciones geológicas: 3He, 10
Be, 14
C, de 21
Ne, 26
Al y 36
Cl. Adicionalmente
39 41
se ha investigado el Ar y Ca, pero éstos no han sido aplicados a un nivel importante. La
mayor parte de los otros radionúclidos no han sido usados por una o más de las siguientes
razones: i) el isótopo también existe naturalmente (a partir de fuentes primordiales o
radiogénicas) y la contribución radiogénicas no puede ser determinada con seguridad (por
ejemplo 7Li), ii) el isótopo podría decaer demasiado rápido para ser útil (por ejemplo 24
Na, el

82
cual tiene una vida media de 15 horas), iii) la tasa de producción del radionúclido
cosmogénico en rocas en la superficie terrestre podría ser demasiado lenta como para tener
concentraciones sobre el límite de detección de los métodos analíticos existentes (por
ejemplo, radionúclidos cosmogénicos terrestres con número atómico mayor 56 raramente se
producen debido a la baja abundancia de elementos objetivos); y iv) otros isótopos del
elemento podrían existir naturalmente las rocas en una abundancia tan baja que haría difícil
realizar la medición de la abundancia del núclido cosmogénico, incluso con los más
modernos métodos de espectrometría de acelerador de masa.

Todos los isótopos cosmogénicos terrestres responden a una tasa de producción que varía a
través del tiempo. Cálculos utilizando estimaciones de intensidades de rayos cósmicos en
diferentes lugares basadas en variaciones dipolo inducidas en palo latitudes geomagnéticas
han predicho que las tasas integradas de producción podrían haber variado más de un 15%
durante los últimos 60,000 años. Sin embargo, la variación de la tasa de producción de los
núcleos Cosmogénicos a través del tiempo no ha sido documentada inequívocamente y las
incertidumbres en las delimitaciones cronológicas utilizadas en estos estudios empíricos
iniciales podrían explicar las aparentes variaciones temporales observadas. Más actualmente
Phillips et al. (1996a) encuentran que la incorporación de variaciones seculares de la
producción, basados en los registros de intensidades antiguas, no mejoran la coherencia de
edades calculadas con edades determinadas independientemente. A pesar que estos
resultados pueden deberse principalmente a errores en las limitantes de las edades
independientes, efectivamente indica que los efectos de las variaciones de la intensidad
paleomagnética no han sido muy importantes. El flujo de radiación cósmica que alcanza la
superficie de la tierra determina la tasa a la cual se producen los núclidos cosmogénicos en
rocas expuestas. Este flujo varía temporalmente de acuerdo a Gosse y Phillips (2001):

i) Variaciones en el flujo primario de la intensidad cósmica principal (GCR): Una posible


explicación para la variación del flujo primario de GCR son los cambios en el flujo de rayos
cósmicos del sistema solar interno, los cuales pueden ser provocadas por cambios en la
intensidad de los rayos cósmicos galácticos; aunque también se han considerado como
posible origen las modulaciones solares. Asimismo, la Tierra ha recibido ondas de choque de
GCR, y también puede haber pasado por diferentes flujos interestelares estáticos al
aproximarse a medios interestelares cercanos; ambos efectos serían percibidos para escalas
de tiempo menores a 105 años, aunque pueden constituir eventos aislados, de corta duración
y poco impacto.
83
ii) Variaciones producto de la Modulación Solar del Campo Magnético: El campo magnético
interplanetario es generado principalmente por el sol y puede modificar las tasas de
producción de radionúclidos cosmogénicos terrestres al desviar parte del flujo primario de
GCR. Sin embargo, se estima que las modulaciones solares son de tan corta duración que
difícilmente pueden tener un efecto significativo en las tasas de producción de radionúclidos
cosmogénicos terrestres consideradas sobre períodos de 103-107 años.

iii) Efectos del Campo Geomagnético: El flujo magnético a latitudes bajas está dominado por
partículas más energéticas que aquellas a latitudes altas. En consecuencia, el flujo incidente
de partículas generadas en la atmósfera hacia la superficie y, por lo tanto, la tasa de
producción de TCN será creciente con la latitud. Este efecto varía con la paleointensidad, las
inversiones y excursiones, y las variaciones seculares en la posición del eje dipolar, aunque
para períodos de exposición mayores a 105 años el efecto promediado de tales variaciones
sobre las tasas de producción es poco relevante.

iv) Variaciones en el Bloqueo Atmosférico: Cambios en la profundidad de la atmósfera


pueden afectar las tasas de producción para períodos de entre 102-104 años. Cambios de
corta duración, como rebotes isostáticos que modifican la elevación de la corteza, son de
poca incidencia; sin embargo, alzamientos tectónicos sostenidos sobre largos períodos de
tiempo pueden tener efectos significativos. Además, el grosor de la atmósfera se puede ver
afectado por cambios climáticos que modifican su densidad; este efecto puede ser
importante a nivel local, donde se observen anomalías de presión persistentes.

v) Otras Fuentes de Variación Temporal de la Producción: Se puede esperar una variación


adicional en las tasas de producción en relación a la historia de la exposición de la superficie
de interés. Algunos ejemplos son: la cobertura estacional de nieve, la eventual pérdida de
cobertura de loess, la erosión gradual de sedimentos que expone una superficie rocosa, los
cambios en la cobertura de vegetación y los cambios en paleoaltimetría.

Para el cálculo de la producción de núclidos cosmogénicos La condición de referencia es


una superficie horizontal en una llanura a nivel del mar y a una latitud alta. La datación de
muestras obtenidas en condiciones distintas a dicha referencia es corregida mediante
factores de escala y modificando longitudes de atenuación cómo los que se mencionan a
continuación (Gosse y Phillips, 2001; Gosse y Scott, 2007):

84
i) Escalamiento Espacial: Se han medido diferencias según la altitud y latitud en varios
parámetros asociados a la tasa de producción de TCN, tales como la cantidad de neutrones
lentos y rápidos en la atmósfera o el espectro de energía de los protones. Los valores
medidos se han utilizado para desarrollar modelos de escalamiento espacial. El más utilizado
de éstos es el de Lal (1991), el cual propone una buena aproximación para el escalamiento
altitudinal, mientras que el escalamiento horizontal no es tan preciso aún.

ii) Bloqueo Topográfico: Dado que la radiación cósmica abarca un rango de ángulos de
incidencia (aunque es preponderantemente vertical), existe un bloqueo topográfico de una
porción de esta radiación por efecto de la inclinación de las superficies expuestas y de la
curvatura de las superficies horizontales. La radiación cósmica efectiva se evalúa en relación
a la radiación que incidiría sobre la proyección de la superficie de interés sobre un plano
normal al ángulo de incidencia, tomando en cuenta el relieve que funciona como barrera a
bajos ángulos de irradiación.

iii) Cobertura Superficial: Los factores más comunes que constituyen un bloqueo superficial
son la nieve, el suelo, depósitos de arena o turba. Las correcciones consideran la proporción
de la superficie que se encuentra cubierta, así como el grosor de la cobertura, y la variación
de ésta en el tiempo.

iv) Grosor Muestral: Si bien las tasas de producción de núclidos cosmogénicos se


especifican para superficies de roca, existe un perfil de producción que varía con la
profundidad dentro de la muestra. La corrección se realiza integrando la tasa de producción
a través del grosor de la roca, y luego dividiendo por la producción superficial.

v) Fuga de Neutrones Térmicos: La difusión de neutrones desde una superficie se ve


intensificada al producirse la fuga de neutrones de baja energía desde las esquinas y bordes
de la superficie. Para evitar distorsiones en la estimación de tasas de producción por este
concepto, se trabaja con muestras alejadas al menos 30 cm de cualquier borde anguloso de
la roca.

2.3.2.3 Metodología de muestreo aplicada a un escarpe de la Falla San


Ramón

En el marco de este trabajo las dataciones de radioisótopos cosmogénicos se utilizaron para


restringir la edad de un escarpe de falla ubicado 1 km. al norte de la Quebrada de Macul. En
este sector hay dos abanicos aluviales jóvenes que han sido generados por los aportes de
85
una quebrada mediana (Figura 2.23). El abanico de más al sur ha sido afectado por la
actividad de la Falla San Ramón, generando un escarpe topográfico de 3 a 4 metros de
altura. La hipótesis es que este escarpe es producto de la(s) última(s) ruptura(s) en superficie
debido a la actividad de la falla. Al cambiar la morfología de esta zona se comenzó a
depositar el abanico que se encuentra inmediatamente al norte, con su ápice ubicado en el
sector donde la quebrada intercepta con el escarpe de falla reciente. Sobre la superficie del
abanico de más al sur es posible reconocer un depósito de flujos de detritos con bloques de
dimensiones métricas que correspondería al último evento depositacional de este abanico. Al
datar los bloques de este depósito de flujo de detritos se estaría datando una edad máxima a
la actividad de la Falla San Ramón.

Se tomaron seis muestras desde cinco bloques (Figura 2.23) que presentaron las mejores
condiciones para ser estudiados por isótopos cosmogénicos, es decir, los de mayor tamaño,
que no presentaran evidencias de enterramiento posterior a la depositación, sin rasgos de
haber sufrido erosión post-depositacional y constituidos por la misma litología. El detalle de la
ubicación está en la Figura III.1 del Anexo III.

86
Figura 2.23. Ubicación muestras obtenidas para análisis mediante isótopos cosmogénicos.

El proceso de muestreo se realizó siguiendo los pasos que se describen a continuación:


primero se ubicó en la cara superior del bloque un área relativamente lisa, se revisó que la
superficie no hubiese sido considerablemente afectada por erosión. Se procedió a realizar
una limpieza utilizando un cepillo metálico para eliminar todos los restos de líquenes y de
polvo que pudiesen estar presentes en la superficie (Figura 2.24 A). Posteriormente, se
midieron las dimensiones aproximadas del bloque, junto con la inclinación y dirección de la
superficie a muestrear, y la altura de la superficie con respecto al suelo en ocho direcciones

87
principales (Figura 2.24 B). Para cada una de las muestras se determinó el efecto de pantalla
topográfico midiendo la elevación de la topografía según diferentes direcciones acimutales.
Este efecto es mucho más importante hacia el este debido al relieve del frente cordillerano;
hacia el oeste la Cordillera de la Costa ejerce un efecto casi nulo ya que su proyección en
altura no supera los 5° desde el sector de obtención de las muestras. Una vez realizadas
todas las mediciones de los bloques se procedió a realizar el trabajo de extracción de las
muestras. Utilizando un esmeril angular, alimentado mediante un motogenerador, con un
disco diamantado de 230 mm (DeWalt Dw47900L) se procedió a cortar la superficie de la
roca en forma de cuadrícula con cortes de aproximadamente 25 cm de largo, 4 cm de
separación y 2 cm de profundidad (Figura 2.24 C), y utilizando un cincel y un martillo se
extrajo la superficie de la roca (Figura 2.24 D). Cada muestra consistió en aproximadamente
1 kg de roca. Además se extrajeron de cada bloque cinco piezas de roca que fueron
descritas macroscópicamente. Cada muestra fue individualizada y etiquetada para su
posterior proceso.

Figura 2.24. Proceso de toma de muestras para dataciones mediante isótopos cosmogénicos.
88
2.3.2.4 Tratamiento de muestras y resultados

Se procesaron las seis muestras de roca total para la preparación de un objetivo de


36
concentrado de AgCl3, para análisis de Cl mediante espectrometría aceleración de masa
(AMS). Las muestras fueron procesadas en el centro de geocronología de universidad de
Dalhousie. La química elemental fue determinada por el laboratorio comercial SGS Inc., en
Ontario Canadá (Anexo III, tablas III.1 y III.2). Los análisis de AMS fueron llevados a cabo en
Purdue Rare Isotope Measurement Laboratory (PRIME lab), Purdue University, Indiana.

La reducción e interpretación de datos fue completamente realizada por John Gosse,


utilizando un programa nuevo y no publicado escrito por A. Hidy el cual entrega, vía una
simulación de Montecarlo, la propagación de todos los errores internos a través de las
ecuaciones de edad. Los parámetros utilizados para el cálculo de la edad se encuentran en
Phillips et al. (1996).

Se asumió una densidad de roca de 2±0.1 g/cm3 y sin erosión en la superficie del bloque.
También se asumió ningún movimiento del bloque y una cubierta de cenizas provenía de
inexistente. Las edades fueron compensadas por un ligero efecto de sombra de 0.49% a
0.51% del flujo de rayos cósmicos debido a la Cordillera Principal.

36
Todos los bloques podrían contener Cl heredado que haya sido producido en la roca
previamente a su depositación final. Es probable que la muestra número cinco
(CHI07RRFSR05) con una edad mucho mayor a la de las otras contenga una cantidad de
herencia considerable. Sin embargo, todas las edades están dentro de sus errores de un
sigma lo que indica un error del orden del 15% respecto del valor total. La razón para las
incertidumbres altas es en parte debido a un alto componente de azufre en las rocas,
36
suficiente para causar una interferencia isobárica considerable de S en el isótopo
36
cosmogénico Cl. Las incertidumbres, representadas como edades mínimas y máximas,
representan el error interno total, es decir, todos los errores aleatorios asociados con la
química y la densidad total. Las cinco edades de la misma área pueden ser agrupadas por
una edad media ponderada de 46.7±5.9 ka

Los resultados de las dataciones por isótopos cosmogénicos se presentan en la siguiente


tabla :

89
Tabla 2.5. Resultados de análisis de isótopos cosmogénicos.

Edad de exposición (ka) Error AMS 1σ


Número de muestra Lab ID
Min Media Max Precisión AMS
CHI07RRFSR01 5186 27.1 37.5 53.4 14%
CHI07RRFSR02 5187 32.9 47.4 64.9 14%
CHI07RRFSR03 5188 24.6 35.7 55.3 18%
CHI07RRFSR04 5189 32.2 47 65 18%
CHI07RRFSR05 5190 51 72 103.6 15%
CHI07RRFSR06 5191 31.5 42.3 57.5 9%

Edad Media: 47.0 ka

Edad Media Ponderada (Según la precisión de AMS): 46.7 ka

Error estándar 5.9 ka (desviación estándar / √(n-1))

El detalle de los análisis se encuentra en el Anexo III.

2.3.3 Difusión de escarpes


2.3.3.1 Base del método

En términos geomorfológicos, un escarpe corresponde a cualquier quiebre de pendiente


brusco en el límite de alguna terraza, una planicie elevada, o plano topográfico, el cual puede
haber sido formado por procesos tectónicos, erosionales o depositacionales (Bloom, 1998).

Un escarpe de falla es el registro morfológico de un terremoto con ruptura superficial, estos


escarpes se generan casi instantáneamente cuando la ruptura sísmica se propaga hacia la
superficie. En fallas normales o inversas, la orientación del escarpe indica la dirección del
desplazamiento, pero en fallas de rumbo, el escarpe enfrenta diferentes direcciones (Keller y
Pinter, 2002).

Un escarpe de falla posee una morfología compuesta por ciertos elementos, que son
comunes también a otras pendientes. Según Wallace (1977) los elementos principales de un
escarpe (Figura 2.25) corresponden a:

90
i) Cresta, es el quiebre de pendiente superior del escarpe, inicialmente es angulosa y con el
tiempo va redondeándose. Es producto directo del fallamiento y es modificada por la erosión.
Comienza a redondearse después que desaparece la cara libre del escarpe.

ii) La cara libre; es un segmento recto e inclinado por sobre los 45°, e incluso puede
presentarse volcada. Es producto directo del fallamiento y es modificada por la
meteorización, remociones en masa e incisión de pequeños cursos de agua, y
eventualmente es enterrada bajo la acumulación de detritos. Es el elemento dominante de la
morfología del escarpe en los primeros cientos de años.

iii) Pendiente de detritos; es un segmento inclinado al ángulo de reposo del material que la
compone, con valores normalmente entre los 30º y 40º. Es la acumulación del material a
partir que se produce a partir de la cara libre. Domina la morfología del escarpe después de
los primeros cientos de años.

iv) Pendiente de lavado, es una superficie recta a ligeramente cóncava que recubre
parcialmente la pendiente de detritos, formada por sedimentos, con una inclinación que varía
entre los 3° y los 15°. Se forma por depositación de una cuña o abanico de material aluvial
cerca del pie de la pendiente, y además por la erosión y depositación causada por el agua
que escurre por la superficie. Se desarrolla durante los primeros cientos de años y es
importante a la escala de miles de años.

v) Pie, es el quiebre de pendiente que marca la base del escarpe de falla, inicialmente puede
ser abrupto, pero con el tiempo puede ser no determinable ya que grada en la pendiente
original. La depositación que se produce en el pie está influenciada por los procesos que
ocurren en los elementos del escarpe que se encuentran sobre este; por ejemplo la
depositación de los elementos removidos de la cara libre, o de la pendiente de detritos. Es
más relevante en escarpes de falla jóvenes, o en los que la pendiente de lavado no se
encuentra desarrollada.

91
Figura 2.25. Esquema en que se muestran las diferentes secciones de un escarpe de falla, a partir de
Wallace (1977).

Como ejemplo de la evolución morfológica de los escarpes, un estudio realizado en el Basin


and Range (Wallace, 1977) muestra los procesos que afectan la degradación de escarpes de
fallas normales, con respecto al paso del tiempo (Figura 2.26). En la figura se aprecia que
inicialmente los procesos gravitacionales son los que controlan el escarpe. A medida que el
material detrítico es más disponible, producido por los procesos gravitacionales, los procesos
detríticos comienzan a dominar a la escala de cientos de años. Inmediatamente antes que la
pendiente se encuentre gravitacionalmente estabilizada, es decir, cuando los procesos
gravitacionales prácticamente no participan en el proceso de degradación del escarpe, es el
momento en que los procesos detríticos alcanzan su mayor actividad, para posteriormente,
ser cada vez menos importantes. Los procesos controlados por lavado van adquiriendo cada
vez más importancia dentro del proceso del escarpe a medida que transcurre el tiempo,
dominando el sistema a la escala mayor a las decenas de miles de años. Los procesos
difusivos más suaves como aquellos controlados por gotas de lluvia y otros, comienzan a
afectar el escarpe a la escala de las decenas de miles de años y se mantienen haciéndolo
pero sin llegar nunca a ser los procesos dominantes.

Las dataciones geomorfológicas están basadas en el supuesto general de que la variación


en la morfología de un escarpe está asociada a procesos degradacionales que son
dependientes del tiempo, de forma que la morfología actual del escarpe señala el tiempo que
ha transcurrido a partir del momento en que éste se generó con su morfología original. En

92
general, con el tiempo, los escarpes evolucionan a partir de una morfología con bordes
angulosos hacia una morfología más redondeada en sus partes superior e inferior. Los
principales supuestos de las dataciones geomorfológicas son que:

i) La tasa de transporte de material es únicamente proporcional a la pendiente local.

ii) La degradación del escarpe puede ser descrita utilizando la ecuación de difusión.
Conociendo la forma inicial del escarpe y prediciendo su degradación a través del tiempo
mediante un modelo de difusión para la evolución de la pendiente, que entrega como
resultado un grupo de perfiles sintéticos. Para poder calibrar el modelo, la constante de
difusión local debe ser determinada, idealmente, a partir de escarpes de edad conocida.
Comparando los perfiles sintéticos generados con la forma actual del escarpe se puede
determinar directamente la edad de éste.

Figura 2.26. Procesos que controlan el escarpe versus edad del escarpe, a partir de Wallace (1977).

A partir de lo demostrado por diversos estudios (Wallace, 1977; Hanks et al., 1984; Andrews
y Hanks, 1996), la evolución de un escarpe promedio formado en material no consolidado
ocurre en dos etapas: la primera, que ocurre inmediatamente después de la formación del
93
escarpe, o durante la formación de éste; es una etapa de cambio rápido en la morfología, si
se alcanza a desarrollar la cara libre. Durante esta etapa dominan los procesos
gravitacionales en la modificación de la forma del escarpe, por ejemplo si la pendiente de la
cara libre es mayor que el ángulo de reposo del material, y se produce principalmente
mediante deslizamientos o desprendimientos del material ubicado en la parte superior del
quiebre de pendiente, que finalmente queda depositado en la base del escarpe. Este
proceso, que es dominante hasta que la pendiente alcanza a formar un plano inclinado a
aproximadamente el ángulo de reposo del material del que está compuesto el escarpe
(generalmente entre 25° y 35°), ocurre en un periodo de tiempo relativamente corto. Durante
la segunda etapa la morfología del escarpe es alterada por procesos erosionales o difusivos
considerablemente más lentos. Los quiebres de pendiente, es decir la cresta y la base del
escarpe, se van haciendo cada vez más redondeados en la medida que la pendiente máxima
del escarpe disminuye.

Para esta segunda etapa, los procesos de degradación de los escarpes, o pendientes,
pueden ser caracterizados dentro de dos clases en particular, según Carson y Kirby (1972).
1) Las pendientes limitadas por meteorización, son aquellas donde sus tasas de degradación
depende de la cantidad de material que se hace disponible al medio debido a la
meteorización. Normalmente estas pendientes, o escarpes, no se encuentran cubiertas por
suelo sino más bien corresponden a afloramientos de rocas y son comunes en regiones
áridas a semiáridas sin la humedad suficiente para poder mantener una cubierta de
vegetación permanente. 2) Las pendientes limitadas por el transporte se encuentran en
climas templados húmedos con una meteorización considerable y están compuestas por una
cubierta de suelo con presencia de vegetación. En estos escarpes se produce más material
del que los procesos de transporte son capaces de remover. Mientras se degradan estos
escarpes se hacen más redondeados a medida en que transcurre el tiempo. Según Colman
y Watson (1983), los cambios en la morfología de los escarpes limitados por transporte son
principalmente controlados por procesos como la reptación, los golpes de gotas de lluvia y el
lavado de pendiente.

Conceptualmente, la mayor parte de los modelos matemáticos de degradación de escarpes


utilizan la ecuación de continuidad como base, aunque algunos aplican métodos analíticos
(Selby, 1993). Kirkby (1971) presenta esta ecuación de continuidad en forma diferencial para
un análisis teórico de la evolución de la pendiente bajo procesos limitados por transporte, es
decir, que no hay limitación en la disponibilidad de material.
94
El desarrollo de Kirkby (1971) para representar la variación de altura de un punto a medida
que transcurre el tiempo se efectúa asumiendo que: primero, el sedimento se transporta
únicamente dentro del perfil individual, es decir, en el perfil la masa se conserva, y segundo,
que no hay un cambio en la densidad del material de superficie. Por lo tanto, el cambio de
elevación en un punto debe ser igual a la diferencia entre la cantidad de material
transportado hacia ese punto y la cantidad de material transportado desde ese punto. Lo que
permite modelar la evolución del perfil en una dimensión, cómo se señala en la ecuación
(2.7)

1 (2.7)

Donde / es la variación de altura en la pendiente, corresponde a la densidad del


material, k es una constante de proporcionalidad y / a la pendiente

La ecuación de continuidad de forma diferencial, para el caso de una dimensión se escribe


de la siguiente manera:

(2.8)

La ecuación de continuidad está caracterizada, en términos morfológicos, por un flujo de


material correspondiente a un volumen, q. En la forma más simple de esta ecuación q es
proporcional a la pendiente local. Esta característica es apropiada para la mayor parte de los
procesos lentos de transporte de masa.

De esa forma q puede escribirse como (Kirkby, 1971; Carson y Kirkby, 1972):

(2.9)
ƒ

Donde H es la elevación de un punto, y x es la distancia horizontal del punto, medida desde


la cresta. El valor q también es definido como la tasa de transporte en el sentido de la
pendiente o la capacidad de transporte y su unidad está dada por m2/año. Los valores m y n

95
son constantes, n describe la influencia del gradiente a medida que aumenta, y es
normalmente considerada cero o positiva. La función ƒ representa una función positiva
que describe la influencia del aumento de área o la distancia a partir de la divisoria de aguas.
( / n representa los procesos en los cuales el transporte de sedimentos es proporcional
a la inclinación de la pendiente. Si ƒ = kxm, en la que k es una constante de
proporcionalidad que refleja la eficiencia del transporte y que la eficiencia no depende del
punto sobre la pendiente, entonces la tasa de transporte es una función exponencial de la
distancia desde la cresta (x), elevada a m, multiplicada por la pendiente local elevada a n, y
escalada por una constante k, como se muestra en la ecuación (2.10):

(2.10)

La ecuación de continuidad antes presentada (2.10) describe adecuadamente a los procesos


que involucran flujos en superficie, como también los procesos que dependen solamente de
la pendiente y no de la distancia desde la cresta. Además esta ecuación muestra la
capacidad de transporte de la pendiente como función de su gradiente, y se deduce que la
variación de la tasa de transporte es lo que más influye en la forma de la pendiente y en la
velocidad a la que ésta cambia. Esta ecuación es aplicable a un amplio espectro de
ambientes, como laderas, escarpes, causes fluviales y fondos marinos (Burbank y Anderson,
2001).

Bajo condiciones en las que la eficiencia de transporte, k, es uniforme en la distancia, y el


flujo está determinado linealmente por la pendiente local (es decir, m=1, n=0) es posible
representar la ecuación de flujo (2.10) en una forma simplificada (2.11):

(2.11)

Al combinar las ecuaciones de flujo (2.11) y de continuidad (2.8) se obtiene la ecuación de


difusión (2.12). Asumiendo que tanto como son constantes, se define / :

(2.12)
H

96
Donde D corresponde a la difusividad erosional que expresa el volumen de material por
unidad de tiempo que puede ser movilizado.

La ecuación de difusión dice que la tasa a la que cambia la elevación (H), respecto a la
distancia horizontal (x) y al tiempo transcurrido (t) es igual al producto de la constante de
difusión por la pendiente local.

En el modelo de datación por difusión de escarpes se aplican una serie de supuestos que
son mencionados a continuación (P.e., Hanks et al., 1984; Andrews y Hanks, 1996;
Arrowsmith et al., 1996):

(1) Se asume que el volumen transportado se conserva en una escala local.

(2) La tasa a la cual desciende el material en cierto punto de la pendiente es


proporcional al gradiente de la pendiente en ese mismo lugar.

(3) La pendiente está limitada por transporte, de forma tal que siempre hay material
disponible para transportar en los procesos de pendiente.

(4) Los procesos erosivos de corto plazo, parcialmente discontinuos, se promedian a la


escala de largo plazo. Es decir, la evolución de la superficie del paisaje tanto como el flujo
de material por sobre ésta son continuos.

(5) El escarpe es unidimensional, es decir, la altura (H) depende sólo de una


coordenada espacial (x) además del tiempo (t).

(6) Las partículas descienden la superficie lentamente a la escala de tiempo en la cual


la pendiente está cambiando, es decir por procesos erosionales son difusivos y lentos.

(7) Las partículas que descienden del escarpe se mantienen dentro de la extensión
espacial del perfil del escarpe.

(8) No hay pérdida de agua debido a la evaporación o infiltración.

(9) No se toma en cuenta la pérdida de material, y las efectos de esto por sobre la
solución son despreciables.

(10) El material de la superficie no ha sido de movilizado o transportado por tectónica.

(11) Las pendientes no superarán el ángulo de fricción del material.

(12) La pendiente de escala regional es la misma tanto arriba como abajo del escarpe.

97
El significado físico de la ecuación de difusión aplicado escarpes implica que tanto la cresta
como la base se van haciendo más redondeadas medida que transcurre el tiempo, y su
ancho va aumentando; por lo tanto el ángulo máximo de la pendiente va disminuyendo con el
tiempo. Este ángulo se ubica en el punto de inflexión entre las curvaturas positiva y negativa,
y va disminuyendo a una tasa relacionada con la difusividad D, la altura H, la pendiente inicial
de la mitad del escarpe. De forma que, para el mismo valor de D, los límites angulosos se
degradan más rápido que los redondeados.

Ciertas medidas geométricas de la morfología del escarpe, por ejemplo la pendiente o el


redondeamiento de los bordes, pueden dar luz sobre la edad relativa del escarpe (Wallace,
1977). Sin embargo, conociendo la constante D se puede utilizar la ecuación de difusión
(2.12) para determinar la edad absoluta de un escarpe a partir de su forma.

Para datar un escarpe, y calibrar un modelo, se genera una serie de perfiles mediante la
ecuación de difusión, para diferentes edades (t) y diferentes constantes de difusividad (D).
Todos los perfiles son comparados con un perfil medido, para determinar el más similar. Con
una difusividad constante, el modelo con la mejor concordancia entregan el producto de la
edad del escarpe t y de la constante de difusión D, el que es definido con la edad
morfológica o edad de difusión Dt del escarpe, que tiene unidades de distancia2. El valor de
DT solamente define la forma final del escarpe, y también es llamado coeficiente de
degradación τ (Tau) que depende tanto de la edad del escarpe como de la tasa de erosión
del material en un clima dado (Avouac y Peltzer, 1993) y que es altamente variable
dependiendo del clima, aspecto, altura inicial del escarpe (PIERCE y COLMAN, 1986) y al
tamaño de grano del material (McCalpin, 1996). A partir de la edad morfológica τ y de una
edad absoluta t, se puede determinar la difusividad para un material específico y condiciones
climáticas y de erosión. De esa forma edades absolutas pueden ser calculadas dividiendo la
edad morfológica por la constante de difusión regional calculada. Como se asume que el
proceso gravitacional inicial es relativamente corto, la edad calculada se asume igual a la
edad del escarpe.

En el presente trabajo se utilizó el método de difusión de escarpes para la datación del


escarpe más reciente reconocido en el área de estudio. Este escarpe se encuentra presente
en depósitos Pleistocenos – Holocenos y está en lo que corresponde a una superficie de
abanico aluvial fosilizada por la acción de la falla. El contexto de la ubicación del escarpe se
presenta en la Figura 2.23. Los datos utilizados en la datación corresponden a los datos
98
obtenidos mediante la campaña GPS descrita en los puntos 2.1.2.5 y 2.2.4 y se utilizaron los
perfiles que se muestran en la Figura 2.27.

Figura 2.27. Perspectiva del DEM generado por GPS y perfiles realizados para datar por el método de
difusión de escarpes. Los puntos azules muestran los datos que fueron adquiridos mediante GPS. Se
presenta el trazado de los perfiles topográficos, que se detallan al costado y que se están utilizando para
las dataciones por difusión de escarpes. Los puntos gruesos celestes muestran la ubicación de las
muestras de isótopos cosmogénicos.

99
Para aplicar el método de difusión de escarpes este estudio se utilizó una plantilla Excel en
la cual fueron ingresados los puntos de cada uno de los perfiles a evaluar. Esta plantilla fue
programada y gentilmente aportada por el Dr. Sebastien Carretier. El detalle de los cálculos
se entrega en el anexo V.

En esta plantilla se encuentra programada la solución para el método de datación por


difusión de escarpes según dos aproximaciones: la de un escarpe generado por un evento
único y la aproximación por alzamiento continuo (Carretier et al., 2002a). Y el error se trató
según lo propuesto por Avouac (1993) que determina Τ max yΤ min según los valores de Τ
correspondientes a la desviación estándar de la regresión más 5 cm.

2.4 Resumen de metodologías


En este capítulo fueron descritos los materiales y metodologías utilizadas en el desarrollo de
esta tesis.

Se utilizaron diferentes bases topográficas, imágenes aéreas y satelitales, las que fueron
procesadas para obtener modelos numéricos de terreno y parámetros morfológicos del área
de estudio. Lo anterior se utilizó para realizar un mapa estructural del frente cordillerano
andino a escala kilométrica y un mapa morfoestructural de los depósitos no consolidados del
frente cordillerano.

Se realizó un modelo estructural del frente cordillerano occidental a la latitud de Santiago,


mediante la aproximación Trishear (Erslev, 1991), utilizando el software Fault-Fold (Antiguo
Trishear, Allmendinger, 1998).

Se Dataron depósitos sedimentarios del río Maipo mediante OSL, depósitos de un flujo de
detritos mediante isótopos cosmogénicos y se dató un escarpe de falla mediante el método
de difusión de escarpes.

100
3. Modelo estructural del Frente Andino
Occidental

3.1 Introducción
En este capítulo se describe la geología de la zona que comprende entre los ríos Maipo, por
el sur, Mapocho, por el norte, el Cordón del San Ramón al oeste y el Cordón del Quempo al
este. Se describe la estratigrafía cenozoica en la que se incluyen las rocas de las
formaciones Abanico y Farellones y los cuerpos intrusivos del frente cordillerano. En base a
las observaciones de campo y considerando también antecedentes previos, en este trabajo
se define el contacto entre las formaciones Abanico y Farellones según el concepto de
aloformaciones, es decir en función de discordancias (ISSG, 1987). La estructura de la zona
se caracteriza por una serie de pliegues sinclinales y anticlinales de vergencia al oeste, cuya
geometría es observada en superficie. Esta geometría se interpreta como el resultado de una
serie de fallas inversas que se desarrollan a partir de un nivel de despegue subhorizontal.
Estas fallas son progresivamente más jóvenes de este a oeste.

Para evaluar la geometría en profundidad del sistema de despegue y fallas corticales


asociadas al frente cordillerano, se realizó un modelo estructural de prueba y error, utilizando
el programa Trishear (Allmendinger, 1998; Zehnder y Allmendinger, 2000). Este permite
explicar la evolución de la estructura mediante un desarrollo de las fallas, progresivos de este
a oeste. Le estructura modelada tiene una buena relación con el relieve y la morfoestructura
observados.

3.2 Geología del frente cordillerano occidental


3.2.1 Estratigrafía de las formaciones abanico y farellones en
la zona de estudio
La Formación Abanico, en el área, se encuentra representada por un conjunto de rocas
volcánico-sedimentarias de 3500 m de espesor reconocido, del Oligoceno – Mioceno (Thiele,
1980; Fock, 2005; Charrier et al., 2007). Las rocas de la Formación Abanico afloran en toda
el área de estudio en los valles de los ríos Mapocho y Maipo. Esta formación constituye el
cordón del cerro San Ramón, y se encuentra cubierta por las rocas de la Formación

101
Farellones desde los esteros Covarrubias y El Manzano hacia el este. En el área su base
sólo aflora en el sector noreste, en el valle del río Olivares (Figura 3.1).

Figura 3.1. Mapa estructural del Frente Andino Occidental, entre los ríos Maipo y Mapocho. Se señala la
ubicación de perfiles P1 a P5 de la Figura 3.6. Se muestra la distribución de las diferentes formaciones
que se encuentran en el sector y los elementos estructurales que han sido mapeados en este trabajo. En
la Toponimia se abrevia SR: Cerro San Ramón, LA: Los Azules, CP: Cerro Provincia, Q: Quempo, lugares
que serán mencionados en el texto. Modificado de Armijo et al. (2010).

102
La Formación Abanico se encuentra intruída por cuerpos de composición granítica a
granodiorítica que pertenecen a la franja de intrusivos del Mioceno (Kurtz et al., 1997;
Maksaev et al., 2003; Maksaev et al., 2009), y por una serie de cuerpos intrusivos menores
como diques y filones mantos de composición andesítico-basáltico.

En el Frente cordillerano, en el cordón del cerro San Ramón, las rocas que afloran son lavas,
brechas, tobas con intercalaciones de areniscas y lutitas. Las lavas son predominantemente
andesíticas, de color gris, gris parduzco, gris violáceo y pardo, de textura porfírica con
cristales de plagioclasa y líticos ocasionales, de espesores menores a tres metros. Las
brechas son de colores pardo y pardo rojizas, son polimícticas con clastos de lavas e
intrusivos, los estratos son de espesores métricos y son más frecuentes en la parte superior
de la secuencia expuesta de esta formación. Las tobas son de colores gris violáceo, gris
celeste y pardo, son de grano fino, matriz de ceniza fina y clastos líticos y fiames, de
espesores menores a un metro, en la quebrada de Macul las tobas se presentan cómo finas
laminas centimétricas con texturas de flujo, intercaladas con láminas de areniscas
centimétricas. Las areniscas son principalmente de grano medio, con algunos fragmentos
líticos de lavas, los estratos tienen espesores menores a un metro. Las lutitas son de colores
pardo y pardo oscuras, se encuentran en capas de espesor menor a 10 cm.

Figura 3.2. Depósitos lacustres con laminación fina intercalados en lavas de los niveles inferiores de la
Formación Abanico en la quebrada San Ramón. Vista hacia el sureste, las capas mantean al este.

103
Figura 3.3. Tobas laminadas e intercalaciones de areniscas de la Formación Abanico, de afloramiento en
la quebrada de Macul. Las capas son sub –subverticales y de rumbo norte-sur.

La Formación Farellones, corresponde a un paquete de rocas volcánicas, de edad Mioceno


Superior. Son rocas volcánicas bien estratificadas que se encuentran sobre la Formación
Abanico. En algunos sectores el contacto se aprecia como una discordancia de erosión y en
otros el contacto sería una paraconcordancia, ya que al mismo nivel estratigráfico en que en
otros sectores las capas aparecen discordantes en estos sectores aparentan ser
concordantes.

Litológicamente la Formación Farellones en la zona, corresponde a un paquete de rocas


volcánicas y volcano-sedimentarias, andesíticas, con espesores métricos. Hacia la parte
superior los productos volcánicos van haciéndose más predominantes, lo que está de
acuerdo con observado por Fock (2005) respecto a la variación en las características
litológicas de la formación.

El contacto entre las dos formaciones se realizó utilizando el seguimiento estratigráfico de


una discordancia observada en el sector de Los Azules (Figura 3.7), según la metodología
explicada en el capítulo 2. En este sentido, la definición para este trabajo de las formaciones
Abanico y Farellones corresponde en rigor a aloformaciones, es decir unidades de roca que
son distinguibles basándose en sus relaciones de contacto (IUGS, ISSC 1994).

Las formaciones Abanico y Farellones son delimitadas por lo tanto, siguiendo el nivel de una
discordancia de erosión observada en el valle del estero Covarrubias, en el sector de los
104
Azules. Esta discordancia se continuó por el mismo nivel estratigráfico hacia el norte,
siguiendo por el valle del Río Molina, en el cual es menos notoria, dado que la diferencia de
manteo entre los estratos de las dos formaciones no supera los 5°. El contacto en este sector
es monótono, con una inclinación al este de 2° a 3°. Esta disposición del contacto se aprecia
en ambos lados del Valle del Río Molina. Más al norte, entre los valles del Río San Francisco
y el estero El Arrayán, el contacto marca un sinclinal que caracteriza una discordancia más
notoria entre las capas superiores de la Formación Farellones y las capas inferiores de la
Formación Abanico.

En el sector de Los Azules, el contacto entre las dos formaciones está caracterizado por una
discordancia, en la que las capas de la Formación Abanico están plegadas, dando forma al
limbo oriental de un anticlinal en el cordón del Cerro San Ramón, formando un limbo curvo.
Sobre éstas se encuentran las capas de la Formación Farellones, manteando al este, menos
deformadas (Figura 3.4). Esto indica que el frente cordillerano se ha seguido deformando
posteriormente a la depositación de la Formación Farellones.

Hacia el sur de Los Azules el contacto se mantiene por el mismo nivel estratigráfico, sin
evidencia mayor de discordancia hasta el Valle del Río Colorado, donde se observa una
discordancia que es progresivamente más importante hacia un pliegue anticlinal dispuesto
en la ladera norte del valle (Figura 3.5).

Esta discordancia puede interpretarse como una discordancia progresiva, debido a que se
observa que los estratos de la Formación Farellones también están deformados y tienden a
acuñarse hacia el eje del anticlinal. En las laderas sur del Río Colorado se observa algo
similar a lo descrito anteriormente, pero la morfología y los afloramientos hacen menos
evidentes las relaciones estratigráficas.

En el Cordón del Quempo la relación de contacto entre las dos formaciones se caracteriza
por aparecer como una discordancia en el Valle del Río Colorado, que marca la parte donde
la relación entre las dos formaciones aparece topográficamente más baja. En perfil este-
oeste se aprecia cómo hay una mayor deformación que afecta a la Formación Abanico
respecto de la Formación Farellones. Esta última está suavemente plegada, pero además
presenta discordancias intraformacionales propias de una unidad eminentemente volcánica.
En el Valle del Río Olivares el contacto, que mantiene un rumbo aproximado norte-sur,

105
aparece como una paraconcordancia (o semiconcordancia), lo que evidencia la escasa
deformación en dirección norte-sur que ha afectado al sistema en el área de estudio.

De la cartografía realizada en este trabajo se puede desprender que la Formación Abanico


tiene un espesor reconocido de unos 4000 m expuestos como mínimo en el Cordón del San
Ramón. Su base no está expuesta, salvo en el sector norte del Valle del Río Olivares, donde
sobreyace a la Formación Colimapu y permite estimar un espesor mínimo de 3000 m dada la
erosión que pudo haber sufrido su parte superior, previo a la depositación de la Formación
Farellones. Estos espesores concuerdan con los reportados en la literatura (Thomas, 1958;
Aguirre, 1960; Thiele, 1980). La Formación Farellones muestra su espesor máximo en el
Cordón del Quempo, con un valor aproximado de 2500 m; posee un espesor medio de 500
m sobre el Plateau de Farellones y muestra un acuñamiento, llegando a unos 150 m en el
sector oriental del Cordón del San Ramón. El espesor mayor en el Cordón del Quempo se
explica por ser una formación volcánica, que se caracteriza por discordancias
intraformacionales, antiguos edificios volcánicos e intrusiones de filones y diques (Thiele,
1980).

3.2.2 Cuerpos intrusivos en la zona de estudio, litología y


edades
En la zona de estudio afloran cuerpos intrusivos de composición granítica y granodiorítica,
estos cuerpos conforman lo que se denomina como franja de los intrusivos del Mioceno
(Kurtz et al., 1997; Maksaev et al., 2003; Kay et al., 2005; Maksaev et al., 2009) y se
encuentran principalmente representados por el batolito de la Obra, el Plutón La Gloria y
además de cuerpos de menor tamaño que se encuentran en el frente cordillerano.

En la zona se encuentran cuerpos intrusivos de edad Mioceno Medio y Mioceno Superior.


Algunos de estos cuerpos cubren áreas superiores a un kilómetro cuadrado, y además aflora
una serie de intrusivos menores como filones y diques.

El cuerpo intrusivo más importante, en términos de tamaño, es el es batolito de La Obra, que


corresponde a una granodiorita y con variaciones de composición locales a granito. Este
intrusivo aflora en el sector de Las Vizcachas en el valle del Maipo y abarca hasta el sur
hasta el río Clarillo y hacia el norte hasta el sector de Lo Planella, en la comuna de la Florida.
Este cuerpo ha sido objeto de Dataciones radiométricas que han entregado edades de 19.6 ±
0.5 Ma (Kurtz et al., 1997), y 21.1 ± 1.7 Ma (Maksaev et al., 2009). Este intrusivo está
106
afectado por fallas en el sector más al norte de sus afloramientos en el área de Lo Planella,
según se identificó en este trabajo existe una serie de fallas inversas rumbo norte-sur que
fracturan el afloramiento, pero en las que no se identificó ningún marcador que permitiera
estimar cantidad de movimiento.

El segundo cuerpo más grande de la zona corresponde al Plutón La Gloria, de edad Mioceno
Superior, que es una granodiorita y se encuentra ubicado en el valle del río Colorado al oeste
de la confluencia con el río Olivares. Este Plutón también se encuentra afectado por fallas y
un importante fracturamiento. Este Plutón ha sido datado en 9.8 ± 0.2 Ma (Cornejo y
Mahood, 1997).

En la zona existen varios cuerpos intrusivos menores, ubicados en el frente cordillerano.


Particularmente en las quebradas San Ramón y Apoquindo hay dos cuerpos de composición
granodiorita, color claro, grano medio con importante fracturamiento. Además, entre dichas
quebradas aflora un cuerpo tabular, de orientación norte-sur, composición basáltica, grano
fino y color negro (Lara, 2007). En el manzano afloran en cuerpos intrusivos de composición
granodiorita de grano medio. Los cuerpos intrusivos del frente cordillerano, de edad mioceno,
son atribuidos a la franja de intrusivos que se asume fueron los cuerpos alimentadores del
volcanismo de la formación Farellones.

En el sector de Lagunillas y en el sector de Los Azules, al este del cerro San Ramón afloran
cuerpos intrusivos menores, en forma de filones y diques. Estos cuerpos intrusivos son de
composición ácida, color claro, grano medio a fino y están estratigráficamente cercanos al
contacto entre las formaciones abanico y Farellones.

Una serie de diques andesítico-basálticos, de espesor métrico y de orientación noreste


suroeste afloran en el sector de Lagunillas y en el plateau de Farellones.

3.2.3 Estructura
La estructura del área estudiada está definida por una serie de sinclinales y anticlinales
asimétricos, progresivamente más deformados hacia el oeste (Figura 3.4 y Figura 3.5). Esta
geometría es consistente con un sistema de pliegues por propagación de falla de vergencia
al oeste, a partir de un nivel de despegue situado a kilómetros de profundidad.

Le geometría de las estructuras se describe a continuación, a través de una serie de perfiles


realizados en este trabajo (Figura 3.6).
107
Figura 3.4. Perspectiva en 3D del área estudiada, vista hacia el norte, se aprecia la estructura de pliegues
anticlinales y sinclinales del frente cordillerano, en el cordón del cerro San Ramón se distingue la
geometría de los pliegues que indican una vergencia al oeste. La Falla San Ramón y el valle de Santiago
se encuentran al oeste (izquierda). La simbología es la utilizada en la Figura 3.1, en verde la Formación
Farellones, en naranja la Formación Abanico, en transparencia con cuadriculado rojo los cuerpos
intrusivos, las líneas verdes y naranjas corresponden a capas guía de las formaciones Farellones y
Abanico respectivamente. Las líneas cyan corresponden a los ejes de los pliegues.

108
Figura 3.5. Perspectiva en 3D del área estudiada, vista hacia el sur, se aprecia la estructura de pliegues
anticlinales y sinclinales al centro, destaca el par anticlinal y sinclinal del cordón del San Ramón. La Falla
San Ramón y el valle de Santiago al oeste. La simbología es la utilizada en la Figura 3.1 y en la Figura 3.4.

3.2.3.1 Perfiles estructurales este - oeste

Se realizaron cinco perfiles estructurales a partir de la geología y estructura observada en


superficie, deducida según la metodología explicada en el capítulo 2. Estos perfiles muestran
la variación de la estructura en sentido norte-sur y permiten visualizar la estructura general
del frente cordillerano.

El perfil 1 (Figura 3.6), que es el que está ubicado más al norte, se caracteriza por presentar
una estructura más simple que la que presentan los demás perfiles. La Formación Farellones
se encuentra en leve discordancia sobre la Formación Abanico, con un manteo medido de 2°
E, en la parte más oriental del área de estudio está plegada en forma de sinclinal asimétrico
de plano axial con un manteo aproximado de 70° E, con una vergencia de la deformación al
oeste. En esta zona, que corresponde al cordón del Quempo, la Formación Farellones
presenta una potencia del orden de 2250 m. Hacia el oeste el espesor de esta formación va
disminuyendo progresivamente.

109
Figura 3.6. Perfiles del Frente cordillerano de Santiago Oriente. Los colores representan las formaciones
representadas en el mapa de la Figura 3.1. Los cuerpos intrusivos no se muestran en los perfiles para
darle énfasis a la estructura. La ubicación de cada uno de estos perfiles se muestra en la Figura 3.1. Se
observa una concordancia entre los elementos principales de cada perfil.

110
La Formación Abanico en el perfil 1 (Figura 3.6), se encuentra plegada formando un anticlinal
asimétrico en discordancia bajo la Formación Farellones, que se encuentra plegada de la
misma manera, pero con menor grado de deformación. Hacia el oeste la Formación
Farellones forma un anticlinal abierto, de longitud cercana a los 15 km, de vergencia al oeste
y de plano axial con manteo de 60° E. Un segundo anticlinal en el área, también de
vergencia oeste, se encuentra bajo el plato de Farellones su limbo este tiene un manteo
promedio de 35° E, mientras que su limbo oeste presenta manteo del orden de 55° O. Este
anticlinal tiene una longitud de onda menor a 5 km. El plegamiento que se observa más al
oeste corresponde un par anticlinal-sinclinal ubicado en el cordón del San Ramón. El limbo
oriental de esta estructura presenta manteos promedios de 26º E. Al oeste de toda la serie
de estructuras se encuentra la Falla San Ramón.

Figura 3.7. Vista hacia el sureste desde el Estero Covarrubias hacia el flanco este del Cordón del San
Ramón, se aprecian las capas levemente plegadas de la Formación Farellones en discordancia sobre la
Formación Abanico, dicha discordancia se utilizó para definir el contacto entre las dos formaciones y se
siguió en el resto del área estudiada manteniendo el nivel estratigráfico.

El perfil 2 (Figura 3.6) es semejante el perfil 1, ubicado más al norte. La Formación


Farellones se encuentra en suave discordancia angular sobre la Formación Abanico en el

111
sector del plateau de Farellones. En el cordón del Quempo, la Formación Farellones tiene
una potencia de aproximadamente 2500 m, y está plegada en forma de sinclinal asimétrico
de vergencia oeste, con un pequeño repliegue anticlinal en su interior de unos 500 m de
longitud en Los Azules (Figura 3.8). Este sinclinal tiene una longitud de onda total de
aproximadamente 2 km. La Formación Abanico se encuentra plegada en sinclinal de la
misma forma en el cordón del Quempo. Su flanco este tiene un manteo promedio de 60º O y
también presenta el pequeño repliegue anticlinal. Al oeste se encuentra un pliegue anticlinal
de longitud de onda aproximada de 18 km. Este pliegue anticlinal es abierto, su flanco este
mantea con valores entre 6º y 13º E. El plano axial mantea 65° E y el flanco oeste mantea
unos 35° O. Al oeste hay un anticlinal más apretado, de 5 km de longitud cuyo limbo este
mantea 35° E y su limbo oeste mantea 65° O. El plano axial mantea 60° E y el flanco este del
anticlinal asimétrico que remata occidentalmente la estructura del San Ramón mantea 11° E.
La Falla San Ramón se encuentra al oeste de toda la estructura descrita, y en este perfil en
una expresión superficial en los cerros de Apoquindo donde el relleno de la Depresión
Central se encuentra deformado.

El perfil 3 (Figura 3.6) la Formación Farellones al este se encuentra plegada de forma similar
a la que se describió en el perfil 2. Se forma un sinclinal asimétrico con vergencia hacia el
oeste, pero menos apretado que el perfil 2. El limbo este y el limbo oeste están manteando
45° al O y 3° E, respectivamente. En el plano axial de este pliegue sinclinal, que mantea 70º
E, sigue reconociéndose un repliegue en forma de anticlinal. Hacia el oeste la Formación
Farellones disminuye su potencia y se encuentra plegada en una serie de tres anticlinales,
con limbos que tienen manteos inferiores a 10°. Todos ellos de vergencia al oeste.

112
Figura 3.8. Fotografía hacia el sur en las cabeceras del Estero Covarruvias, se muestran capas de
Formación Farellones que al este están horizontales, y al oeste en el sector de los Azules, se encuentran
plegadas formando un sinclinal asimétrico con manteo al este.

La Formación Abanico, se encuentra más intensamente plegada que la Formación


Farellones en este perfil (p3; Figura 3.6), haciendo notorias las discordancias en los
anticlinales. El sinclinal del este, ubicado en el cordón del Quempo, es asimétrico y el limbo
este mantea más de 60° O, mientras que el limbo oeste mantea entre 15 y 20º E. Los tres
anticlinales que siguen al oeste tienen vergencia en la misma dirección, y sus planos axiales
tienen manteos que varían entre 60º y 70º E. Las longitudes de onda van entre 7 y 8
kilómetros y sus limbo este mantea entre 15º y 20 º E, mientras que sus limbos oeste mantea
de entre 40º y 60° O. Más al oeste se encuentra el par anticlinal-sinclinal del cordón del San
Ramón, caracterizado por un flanco oriental de manteo 25° E, un flanco frontal del anticlinal
de unos 65° E y un plano axial que mantea 65° E, longitud 5 km y el sinclinal que continúa al
oeste tiene un plano axial que mantea 65° E y un limbo oeste que mantea 35° E. La Falla

113
San Ramón se encuentra al oeste de toda la estructura creada antes mencionado y afecta
depósitos no consolidados de la Depresión Central.

Figura 3.9: Fotografía desde el cerro Provincia hacia el sur, al este son visibles las capas que forman el
anticlinal oriental del San Ramón y al oeste se observa el sinclinal occidental de la estructura.

En el perfil 4 (p4, Figura 3.6) la Formación Farellones se encuentra suavemente plegada


sobre la Formación Abanico. El sinclinal del Quempo es menos evidente. El manteo del
flanco este es de aproximadamente 49° O y el del flanco oeste es de unos 15° E. En
dirección al oeste la Formación Farellones se encuentra plegada en forma anticlinal,
presenta una potencia menor a 1000 m y sus estratos están inclinados <10° y se encuentran
en discordancia sobre las rocas de la Formación Abanico que están más fuertemente
plegadas. Más al oeste al otro anticlinal más pequeño, y la Formación Farellones se pliega
en forma de sinclinal con un pequeño Kink de vergencia al este en el sector de los azules,
donde la Formación Farellones está en discordancia sobre la Formación Abanico.

114
Figura 3.10. Vista hacia el norte por el estero El Manzano, en último plano se aprecian las capas plegadas
de un pliegue tipo kink en Los Azules. Al este, en primera plana, las capas subhorizontales de la
Formación Abanico.

En el sector del cordón del Quempo se encuentra el plutón La Gloria, que intruye a las
formaciones Abanico y Farellones, de forma que la estructura no se aprecia muy claramente.
Sin embargo, se puede interpretar que la Formación Abanico sigue estando plegada en un
sinclinal asimétrico suave, de vergencia al oeste. Este sinclinal en una longitud de unos 7 km,
su limbo este tiene un manteo de unos 60° W y su limbo oeste de unos 20° E.

115
Hay un anticlinal de longitud de 10 a 12 km de manteo suave (10° E y 20° O) que
corresponde al anticlinal del Colorado (p4, Figura 3.6), luego más al oeste existe otro
anticlinal de longitud aproximada 5 km y finalmente más al oeste se encuentra nuevamente
el par anticlinal sinclinal del San Ramón que tiene una vergencia al oeste, el desarrollo de un
kink apretado (Figura 3.10) en el limbo posterior del anticlinal. El anticlinal tiene manteo de
hasta 35° E en su limbo posterior, y de hasta 80° O en su limbo anterior, en su charnela
presenta una forma redondeada y el plano axial en un manteo de 70°E, es el sinclinal más
occidental de la secuencia tiene un manteo de 30° E en su flanco oeste y su plano axial tiene
65° E de manteo.

Figura 3.11. Panorama que abarca desde el Cordón del San Ramón, al fondo al oeste, hasta el limbo
occidental del anticlinal de Colorado al Oeste. Las capas se encuentran expuestas en el valle del Río
Colorado. Las capas superiores corresponden a la Formación Farellones (verdes en la interpretación) y
las inferiores a Formación Abanico (naranja en la interpretación). Al este, en el limbo occidental de
anticlinal del Colorado, se aprecia una leve discordancia entre las capas de las formaciones
anteriormente nombradas. Más al oeste, antes de llegar al valle del estero El Manzano hay un anticlinal de
menor amplitud y longitud. En el extremo oeste se encuentran rocas masivas denominadas tobas de El
Manzano.

116
Figura 3.12. Vista hacia el Norte en el valle del río Colorado, se aprecia el anticlinal del Colorado. Las capas superiores corresponden a la Formación
Farellones que están en leve discordancia sobre las capas de la Formación Abanico. En último plano están el Cordón del Quempo y el plutón La Gloria.
En primer plano se aprecian intrusivos menores que afectan a la Formación Abanico. En el valle del río Colorado hay depósitos de remoción en masa
(rm).

117
En el perfil 5 (p5, Figura 3.6), las rocas volcánicas de las Formaciones Abanico y Farellones
se encuentran intruidas por el Plutón La Gloria, la estructura del anticlinal asimétrico de
vergencia al oeste sigue apreciándose a pesar de eso, y posee flancos de 65° O (su flanco
oriental) y 15° E (su flanco occidental). Posteriormente, al oeste hay un anticlinal de
vergencia oeste que corresponde a la prolongación sur del anticlinal del Colorado, que es
abierto y posee una longitud de aproximadamente 15 km. Sus limbos tienen manteos de 15°
E y 25° O. Posteriormente, más al oeste, otro anticlinal menos apretado de unos 5 km de
longitud presenta un manteo de unos 5° E (flanco oriental) y de unos 15° O (flanco
occidental). La Formación Farellones se encuentra en discordancia encima del pliegue, con
manteos del orden de 2º a 3°. Más al oeste se encuentra el par sinclinal anticlinal del cordón
del San Ramón, con limbos que tienen manteo los de 35° E, 60° O y 30° E. Sus ejes
mantean entre 65º y 70° E. La Falla San Ramón limita toda la estructura al oeste.

La estructura de los perfiles representados en los perfiles es muy similar, y las variaciones
entre ellos se deben a cambios en el rumbo de las estructuras y buzamiento de algunos
pliegues, pero estas diferencias bastan para confirmar que la estructura en general no es
simétrica.

3.2.3.2 Perfiles locales

Con el fin de caracterizar de manera más precisa ciertos elementos estructurales presentes
en el área se realizaron perfiles estructurales de escala mayor con los datos disponibles en
superficie. Estos permiten una caracterización geométrica más detallada a partir de la cual se
cuantifica y conceptualiza la estructura del frente cordillerano.

En la Figura 3.13 se presenta el área que se generaliza en cada perfil realizado, donde se
proyectan los elementos que permiten definir la estructura y que están destacados dentro del
mapa que acompaña a cada perfil. Los perfiles resultantes se muestran en las siguientes
figuras y son: San Ramón Norte, San Ramón Sur, Colorado, Molina, Quempo Sur, Mapocho
y Quempo Norte.

118
Figura 3.13. Zonas de perfiles locales realizados en el área de estudio, cada recuadro representa un área
de la que se extrajo un perfil generalizado.

3.2.3.2.1 Perfil San Ramón Sur

En este perfil se puede apreciar la estructura del sur del cordón del San Ramón, se define el
par anticlinal, sinclinal del cordón y los ejes de los pliegues presentan manteos de 65º al este
(Figura 3.14). El pliegue anticlinal del San Ramón asemeja un pliegue asimétrico casi
recumbente con vergencia oeste, su limbo oriental tiene manteos del orden de 25º al este y
su limbo occidental tiene manteos medios de 65º al oeste, pero localmente alcanzan valores
cercanos a los 80º al oeste. El limbo occidental del sinclinal del San Ramón tiene manteos
cercanos a los 30º al este. El espesor de la Formación Abanico plegada en esta zona es de
4000 m. La Formación Farellones se apoya en discordancia, pero también pegada, en el
limbo oriental del anticlinal.

119
Figura 3.14. Perfil San Ramón Sur. Se diferencian las Formaciones Abanico (en naranja) y en discordancia
sobre esta, la Formación Farellones (en verde). Los ejes de los pliegues mantean al este y la estructura
evidencia una deformación con vergencia hacia el este. Los puntos que se observan en el perfil son las
proyecciones (en UTM E y Z) de los puntos extraídos del mapa estructural de la figura 3.1, según se
detalla en la sección 2.2.2.

La geometría de la estructura se interpreta como resultado de deformación con vergencia al


oeste, que forma este par de pliegues característicos del frente cordillerano (Figura 3.14). La
deformación comenzó antes de la depositación de la Formación Farellones, como lo
evidencia la discordancia entre las dos formaciones, pero siguió actuando posteriormente ya
120
que la Formación Farellones también se encuentra plegada en el sector oriental del cordón
del San Ramón.

3.2.3.2.2 Perfil San Ramón Norte

La estructura que se aprecia en el perfil San Ramón norte es muy similar a la de San Ramón
sur, con la principal diferencia que los pliegues son menos fuertes, es más abierto que en el
sur, de forma que el limbo occidental del anticlinal está más expuesto (Figura 3.15). En el
sector este del perfil está la Formación Farellones en discordancia sobre la Formación
Abanico, en un anticlinal suave, con vergencia al oeste, y manteos suaves, 8º el limbo
oriental y 11º el limbo occidental. El anticlinal del San Ramón tiene el limbo oriental con
manteos de 18º y el limbo occidental muestra manteos de 42º en media, sin embargo, hay
valores mayores localmente. El sinclinal occidental tiene manteos, en su limbo oeste, de
aproximadamente 27º. Entre los dos anticlinales del perfil se aprecia un pequeño retropliegue
con geometría kink de amplitud no mayor a 200 m (Figura 3.15).

121
Figura 3.15. Perfil San Ramón Norte. En verde Formación Farellones, que se dispone en discordancia
sobre la Formación Abanico (en naranja). Se aprecia la estructura de pliegues anticlinales y sinclinales
que indican una vergencia de la deformación al oeste. Se indican los manteos medios de la
estratificación.

122
3.2.3.2.3 Perfil Colorado

En el perfil del Colorado la deformación que afecta a la Formación Abanico se presenta como
dos anticlinales, el más oriental de una longitud de más de 10 km (Figura 3.16). Su limbo
oriental mantea 15°E y su limbo oriental, 10°W. Sobre ésta se encuentra la Formación
Farellones, plegada de la misma manera, pero en suave discordancia, con manteos de 10°E
en su limbo oriental y 7°W en su limbo occidental. Para este anticlinal se estima una
amplitud, en su eje, de 21 km, y su plano axial posee un manteo de 70°E y presenta un
buzamiento al Norte de 10°. El segundo anticlinal, que se encuentra al oeste, es de menor
longitud y amplitud, las cuales corresponden a 4 km y 500 m, respectivamente. Su eje
mantea 68°E y su limbo oriental tiene manteos de 10°E para la Formación Abanico y 8°E
para la Formación Farellones. Su limbo occidental tiene manteos de 12°W para la Formación
Abanico y 8°W para la Formación Farellones.

El espesor expuesto de las formaciones Abanico y Farellones en esta sección tiene un


mínimo de 1800 m.

123
Figura 3.16. Perfil del Río Colorado, en el perfil se aprecia de este a oeste dos anticlinales, uno mayor, el
anticlinal del Colorado, de una longitud mayor a 10 km y uno de menor magnitud al oeste. Entre cada
anticlinal s observa un sinclinal. Sobre la Formación Abanico, en naranja, se dispone la Formación
Farellones en discordancia. La estructura muestra una deformación de vergencia al oeste.

3.2.3.2.4 Perfil Molina

En el Perfil Molina la secuencia expuesta no supera, en la mayoría, los 1500 m (Figura 3.17).
La estructura está caracterizada por tres sinclinales, los dos más orientales siendo suaves y
de poca longitud, y el más occidental, correspondiente al anticlinal del Cordón del San
Ramón, la Formación Farellones, muy suavemente plegada en el sector occidental, se apoya
sobre la Formación Abanico en discordancia y paraconcordancia. De este a oeste, los
manteos de los limbos orientales y occidentales, para cada estructura, son: primer anticlinal

124
oriental, 5°E y 3°W; segundo anticlinal, 8°E y 10°W; y el tercer anticlinal, 10°E y 45°W. Los
manteos de los planos axiales son de entre 60°E y 70°E.

Figura 3.17. Perfil Río Molina. En el perfil se aprecia la Formación Farellones, de color verde, sobre la
Formación Abanico, en una discordancia suave. La estructura señala una deformación con vergencia al
oeste. Se distinguen 3 sinclinales progresivamente más deformados de este a oeste.

3.2.3.2.5 Perfil Quempo Sur

El perfil Quempo Sur se caracteriza por una estructura más compleja, siendo además el
lugar donde la Formación Farellones presenta el máximo espesor en el área de estudio y las
formaciones se encuentran intruidas por el Plutón La Gloria (Figura 3.18).

125
Figura 3.18. Perfil Quempo Sur. La Formación Farellones (verde) se ubica sobre la Formación Abanico
(naranja) en discordancia y en paraconcordancia. El Plutón La Gloria intruye la estructura. La deformación
es de vergencia al oeste.

Al este del Anticlinal del Colorado el contacto entre las formaciones Abanico y Farellones
desciende casi hasta el nivel del Río Colorado, y posteriormente cambia de manteo hasta
llegar a un promedio de 65°W.

La Formación Abanico está en discordancia bajo la Formación Farellones, pero en el valle


del Río Olivares aparentan una paraconcordancia con manteos fuertes, de entre 70°W y

126
65°W. La Formación Farellones en este sector presenta el mayor espesor, lo que se explica
como consecuencia del carácter volcánico de la misma, existiendo varias discordancias
intraformacionales que marcan antiguos edificios volcánicos que originaron las lavas que
construyeron esta formación.

3.2.4 Perfil generalizado


A partir de la información de los perfiles locales se pudo realizar un perfil integrado
representativo de la estructura observada en el frente cordillerano occidental. La estructura
se definió principalmente a partir de la información de los valles de los ríos Maipo y Colorado.
Este perfil se presenta en la Figura 3.19.

Figura 3.19. Perfil integrado a partir de perfiles locales.

En el perfil generalizado se incluyen las estructuras más relevantes que caracterizan la


geometría observada en los cinco perfiles antes descritos. De este a oeste estas estructuras
son:

Un pliegue en forma sinclinal asimétrico en el cordón del Quempo. El flanco este del pliegue
tiene un manteo general del orden de 70 a 80° O en la Formación Abanico y del orden de 40
a 50° O en la Formación Farellones.

El anticlinal del Colorado. Este anticlinal que tiene una longitud mayor a 10 km, es un
anticlinal abierto de vergencia al oeste. En la Formación Abanico su flanco este tiene manteo
general de 17° E y el flanco oeste un manteo promedio de 26° O. En la Formación Farellones
también se aprecia este anticlinal pero los manteos de los estratos son menores que los
manteos de los estratos de la Formación Abanico, y no superan los 10°. Entre las dos
formaciones es posible apreciar una discordancia que es más notoria en la charnela de los
anticlinales.

127
Más al oeste hay otro anticlinal, que es más discreto y que afecta a las dos formaciones en
una longitud de unos 5 km. Su limbo oeste en la Formación Abanico tiene manteos del orden
de 20° E, mientras que su limbo oeste mantea el orden de 30° O.

En el sector de Los Azules, hay un sinclinal caracterizado por presentar un pliegue tipo kink
de vergencia al este. Este pliegue es de una escala menor que la de la estructura en que se
encuentra, por lo que se asume como una estructura secundaria.

El par sinclinal-anticlinal del San Ramón está caracterizado por limbos, que de este a oeste,
tienen manteos de 22° E, 52° O y 28° E. En algunos sectores de este par de pliegues
sinclinal-anticlinal hay manteos altos que llegan hasta los 80°. Este par anticlinal sinclinal
tiene una longitud de aproximadamente 10 km.

Toda la estructura descrita finaliza al oeste, en la zona de estudio, con la Falla San Ramón,
que es una falla inversa de vergencia al oeste. Esta falla se caracteriza tener un manteo de
aproximadamente 60ºE y deformar las rocas de la Formación Abanico.

Figura 3.20. Perfil integrado del Frente cordillerano occidental. En este perfil se aprecia la estructura
consistente en una serie de anticlinales y sinclinales intercalados, que se siguen de este a oeste. Los
Anticlinales de mayor magnitud corresponden a los del Colorado y del San Ramón. La estructura general
indica una vergencia al oeste de la deformación (Publicado en Armijo et al., 2010).

128
3.2.5 Geometría en profundidad
A partir de la información existente, conociendo los espesores de las formaciones descritas
en la zona y teniendo caracterizada la geometría observada en superficie, es posible
extrapolar una geometría en profundidad de la geología de la zona, a partir del perfil
generalizado que se presentó en el punto anterior (Figura 3.21). En este perfil se muestra la
estructura cortical de la zona comprendida entre el frente cordillerano de Santiago y el
cordón del Quempo, como resultado de la acción de cuatro fallas inversas que parten de un
nivel de despegue que se encuentra ubicado a unos 10 - 12 km de profundidad. Este nivel
estaría explicado por la existencia de estratos potentes de yeso evaporítico en la base de las
formaciones del Mesozoico y que actuaría como nivel de despegue con respecto al
basamento cristalino, lo que favorecería la deformación.

Los 12 km de profundidad del nivel de despegue se calcularon a partir de los espesores


reportados en la literatura para las unidades geológicas de la Cordillera Principal (Aguirre,
1960; Klohn, 1960; González, 1963; Thiele, 1980; Baeza, 1999; Fock, 2005). Se
consideraron los siguientes espesores promedio: Formación Río Colina, 800 m; Formación
Río Damas, 3000 m; Formación Lo Valdés, 1250 m; Formación Colimapu, 2000 m;
Formación Abanico, 3000 m y Formación Farellones, 2500 m. La suma de los espesores
máximos es de aproximadamente 12650 m. Sin embargo se consideró que el espesor total
es de 12 km, tomando en cuenta que los espesores de las formaciones antes reportadas no
son constantes y que generalmente corresponden a espesores máximos reportados, que no
consideran variaciones locales.

La Falla San Ramón, en este sistema de estructura, sería la última falla hacia el oeste y la
que ha acumulado mayor cantidad de deformación, como se ve en la Figura 3.21, es la que
provoca la exhumación de niveles basales de la Formación Abanico y está ligada al nivel de
despegue mencionado en el párrafo anterior. Geométricamente esta falla tiene un cambio en
el manteo de la rampa, de forma tal que después de la rampa en profundidad la falla mantea
cerca de 40ºE hasta unos 3 – 4 km bajo la superficie, y posteriormente la falla aumenta su
manteo a alcanzar del orden de 60º E hasta llegar a la superficie.

129
Figura 3.21. Perfil Estructural del frente cordillerano occidental, extrapolado a profundidad a partir de la
geometría observada en superficie, (Publicado en Armijo et al., 2010).

3.3 Modelo estructural del Frente Occidental Andino a


la latitud de Santiago
Para tener una idea cuantitativa de cómo se desarrolló la estructura presentada en el perfil
anterior, se realizó un modelo geométrico y cinemático de la deformación, utilizando el
programa Fault-Fold V.4.5.4 (Allmendinger, 1998; Zehnder y Allmendinger, 2000), según se
explica en la metodología que se presentó en el capítulo 2.

La finalidad del modelo es evaluar el rol de los factores como la geometría y cinemática de la
estructura en la evolución morfoestructural del Frente cordillerano.

3.3.1 Parámetros de entrada


Para realizar el modelo se colocó sobre el perfil geológico a modelar una grilla de 1 x 1 km,
que permitió ubicar los puntos y controlar los vértices y terminaciones de las fallas cada
kilometro en los respectivos experimentos. Se eligió el origen de las coordenadas
arbitrariamente, donde el nivel vertical 0 (Y=0) representa el nivel del mar y disminuye hacia
abajo, el origen de X es el Cordón del Quempo y su valor aumenta hacia el oeste. El límite se
definió ahí ya que la hacia el este la deformación no está relacionada al frente cordillerano ya
que está dominada por estructuras más complejas que involucran basamento cristalino,
ubicadas más al este de la zona (Armijo et al., 2010).

Se definió una geometría inicial de capas planas completando un total de 13 km, que
corresponde al espesor estimado para la cobertura sedimentaria (o cuenca andina). Para

130
efectos de los datos de entrada del modelo se definieron capas planas cada 3 km, para
completar los 13 Km, haciendo las capas correspondientes a la Formación Abanico
espaciadas cada 1 km para poder diferenciarlas mejor. Además permite tener un mejor
detalle de la deformación que la afecta. Para el sistema de fallas la geometría inicial
comienza a partir de un nivel de despegue inclinado 4.5º al este, con origen en las
coordenadas (X,Y) = (0,-13) desde el cual comienzan a nacer una serie de rampas de mayor
inclinación, que de este a oeste terminan progresivamente más cerca de la superficie y con
un mayor desplazamiento.

El nivel de despegue de la deformación se define en la interfaz entre el basamento cristalino


y la cobertura sedimentaria Meso-Cenozoica, este nivel de despegue se encontraría
favorecido por la existencia de un nivel de yeso, (Yeso principal, Formación Río Colina en
Thiele, 1980) con un marcado contraste reológico con el basamento y con las rocas de los
niveles estratigráficos superiores de la cobertura, que actuaría de lubricante. Este despegue
genera relieve en forma homogénea a todo el sistema de fallas que acá se modela, y que
comprende el límite occidental de la Cordillera Principal. Como el relieve es generado
uniformemente a lo largo del registro geológico es esperable un ángulo bajo, del orden de 4
a 5 grados y corresponde a unos 800 m de alzamiento en total para las rocas que se
encuentran bajo el plateau de Farellones (Figura 3.21).

En el caso de la zona de propagación de cizalle triangular, se le dio una geometría simétrica


con un ángulo de 60° a partir de la punta (tip) de la falla, y luego de numerosos intentos se
determinaron los parámetros del modelo final. El modelo final utilizó la siguiente geometría y
parámetros del programa: se asumió un valor constante de P/S= 0.5, un Angulo Trishear de
30º, una concentración de la deformación en el centro 1, y una cinemática del limbo trasero
tipo similar folding. La progresión de fallas de E a O con su geometría se describe a
continuación:

3.3.2 Etapa 1 – Primera falla. Desarrollo del anticlinal del


Colorado
La falla inicial comienza a partir de un nivel de despegue horizontal a 13 km de profundidad
en (0,-13) con una manteo de 4.4ºE. A 17 km de su origen la Falla aumenta su inclinación a
50.7º y desliza 6.3 km, desde una profundidad de 17 a 21 km ()Figura 3.22.

131
Figura 3.22. Primer paso del modelo, condición inicial geología en capas planas y geometría de la falla
inicial y plano de despegue.

Con esa geometría se le atribuye un desplazamiento de 1000 m (Figura 3.23). Con esta falla
se inicia el desarrollo del anticlinal del Colorado (perfil 4, Figura 3.6).

Figura 3.23. Estado del modelo después de la actuación de la primera falla.

3.3.3 Etapa 2 – Segunda falla. Pliegues bajo el Plateau de


Farellones
La segunda falla se inicia a partir del nivel de despegue, en (0,-13), avanza 23 km con un
manteo de 4.4ºE, se curva en una profundidad de 11.5 km adquiriendo un manteo de 53ºE
para llegar con esa inclinación hasta 6 km de profundidad (Figura 3.24). La falla tiene un slip
total de 1500 m (Figura 3.25).

132
Figura 3.24. Paso 3 del modelo, una segunda falla más al oeste.

Figura 3.25. Geometría del modelo después de la deformación provocada por la segunda falla.

3.3.4 Etapa 3 – Tercera falla. Inicio del desarrollo del cordón


del San Ramón
La tercera falla, se origina de forma similar a las anteriores, a partir del nivel de despegue,
avanza por 35 km con un manteo de 4.4ºE, hasta que a los 10.5 km de profundidad se tuerce
y adquiere un manteo de 50.7ºE, avanza 9 km hasta llegar a los 3 km de profundidad (Figura
3.26). El deslizamiento o slip a lo largo de la falla es de 3000m (Figura 3.27). De esta forma
comienza el desarrollo de la estructura del cordón del cerro San Ramón. Con esta falla se

133
desarrolla el pliegue anticlinal ubicado al este de la estructura que forma el cordón del cerro
San Ramón (Figura 3.6).

Figura 3.26. Paso 5 del modelo, tercera falla al oeste. Esta falla es la que da inicio al desarrollo de la
estructura del cordón del San Ramón.

Figura 3.27. Geometría posterior a la deformación causada por la tercera falla.

3.3.5 Etapa 4 – Falla San Ramón


La Falla San Ramón aparece como una falla que se propaga a partir del segundo pliegue de
la falla 3, manteniendo una inclinación de 4.4° al E por 8 km. En ese momento la falla se
curva adquiriendo un manteo de 36°E y mantiene su inclinación por 8 km. Con la última
curvatura de la falla ésta se inclina a 62° por 5 km (Figura 3.28). Con esta geometría se le
134
aplica un desplazamiento de 1000 m (Figura 3.29), posteriormente en el proceso de erosión
y depositación de Formación Farellones, y la falla finalmente se desplaza 3000 m (Figura
3.30). Esta falla transporta y deforma toda la estructura previa, y alza el cordón del cerro San
Ramón.

Figura 3.28. Geometría de la falla más occidental de la secuencia de fallas (Falla San Ramón), consta de
dos curvas, una al iniciarse como rampa desde el despegue y la segunda a unos 5 km de profundidad.

Figura 3.29. Deformación producida por la Falla San Ramón, hasta la depositación de la Formación
Farellones, representada por la línea verde. Las flechas indican los alzamientos asociados a la
deformación.

135
Figura 3.30. Geometría final del modelo producto de la acción de la secuencia progresiva de fallas que
conformaron el Frente Andino Occidental. Se indican los valores de alzamiento asociados al desarrollo de
la estructura.

La suma del deslizamiento o slip total en los planos de falla, sumando todas las etapas, es
de 9500 metros con este modelo. Y según se ve en la Figura 3.30 el alzamiento asociado a
la evolución de este sistema estructural es muy heterogéneo, y está asociado al
deslizamiento de cada estructura en secuencia, es decir aumenta hacia el oeste desde un
total aproximado de 2000 m en el sector del plateau de Farellones, hasta el orden de 4000 m
en el frente cordillerano, y siendo en la estructura frontal, el cordón del San Ramón, donde
es mayor producto de la superposición de deformación causada por las dos últimas
estructuras, las más occidentales, y debido a que la Falla San Ramón llega a superficie con
un ángulo del orden de 60º. Esto es consistente con lo propuesto por otros trabajos (Fock,
2005; Armijo et al., 2010), que señalan que en el frente cordillerano afloran niveles cercanos
a los basales de la Formación Abanico, mientras que hacia el este las capas de la Formación
Abanico corresponden a niveles menos profundos estratigráficamente, excepto cerca de la
zona axial de los anticlinales.

3.4 Comparación del resultado del modelo con los


datos de terreno, limitaciones e implicancias
El resultado del modelo se ajusta bien a la geometría observada en superficie,
especialmente logra reproducir la estructura, en términos de manteos y ejes de planos
axiales, en el cordón del San Ramón. Hacia el este las estructuras se logran reproducir con
cierto grado de inexactitud, debido a las limitantes del modelo (ver próximo párrafo). Gracias
al cambio de manteo de la Falla San Ramón, se puede explicar algunas características de la
136
estructura del cordón de San Ramón, asociadas a una más intensa deformación, como lo
apretado del Anticlinal entre los cerros San Ramón y Abanico, y los manteos fuertes, de 30º
E de la Formación Abanico en el frente cordillerano. La estructura más al este del perfil A de
la Figura 3.31, que corresponde al anticlinal del Valle del río Olivares no se intentó reproducir
dentro de este modelo, ya que responde a un tipo de deformación diferente asociado a fallas
que involucran basamento, y que presentan una complejidad estructural.

Gran limitante del software con que se realizó el modelo es que las fallas no pueden moverse
en sincronía, es decir sólo se puede mover una falla a la vez, como metodología para el
desarrollo del modelo la Formación Farellones se deposita una vez que comienza la
deformación del frente cordillerano, de forma de lograr reproducir la discordancia en el sector
occidental del cordón del San Ramón que se utilizó para definir el nivel estructural que
separa dicha formación de la Formación Abanico (Figura 3.29), sin embargo las
observaciones de terreno muestran que la Formación Farellones también se encuentra
plegada, aunque en menor cantidad que la Formación Abanico, al este del área de estudio,
por ejemplo en el anticlinal del río Colorado (Figura 3.16) lo que implica que la estructura que
dio forma a dicho pliegue se mantuvo activa durante la depositación de la formación. Por otro
lado la interacción de la deformación, para un punto dado producto de dos fallas
consecutivas pareciera ser no muy controlable dentro del sistema de modelo de prueba y
error aplicado.

Según el modelo, el alzamiento del frente cordillerano, debido a la acción de las estructuras,
se ha distribuido en función de las zonas de mayor deformación, y por lo tanto ha sido
heterogéneo. De la misma forma la erosión ha afectado en mayor medida los sectores del
frente cordillerano que han sufrido un alzamiento más importante, como el cordón del San
Ramón, en cuyo sector occidental se observa una discordancia entre las dos formaciones del
área (Figura 3.15).

De acuerdo al modelo, se puede interpretar que el proceso de formación de la estructura


observada en el frente cordillerano, ha sido un proceso relativamente continuo a escala del
Cenozoico tardío, en el que el factor de primer orden en su formación ha sido tectónico, el
cual fue modelado por la erosión del relieve que se fue formando, como factor de segundo
orden, dentro de la progresión y que se refleja en las discordancias.

137
Figura 3.31. Comparación de las estructuras observada (arriba) y generada por el modelo (abajo), se
puede apreciar la buena correlación entre las dos formas.

3.5 Síntesis de resultados


En este capítulo se presentó una cartografía y caracterización geológica y estructural del
frente cordillerano occidental andino entre los ríos Mapocho y Maipo. A partir de esto, se
reconoció el contacto entre las formaciones Abanico y Farellones, como un contacto
discordante, junto con la estructura cortical superficial de escala kilométrica. La estructura
observada consiste en una serie de anticlinales y sinclinales, con vergencia al oeste. Esta
estructura está ligada a un nivel de despegue ubicado a unos 10-12 km de profundidad, con
un manteo suave, de unos 4°E, asociado a la ocurrencia de capas de yeso mesozoico (Fm.
Río Colina, según Thiele, 1980).

A partir de la realización de un modelo cinemático, mediante la aproximación Trishear


(Erslev, 1991; Allmendinger, 1998), se logró replicar de manera satisfactoria la geometría de
la estructura mediante una serie de cuatro fallas de vergencia al oeste, ligadas a un nivel de
138
despegue de manteo 4ºE. Las estructuras se desarrollaron a partir de este nivel de
despegue, progresivamente de este a oeste, y adquirieron manteos de hasta 50° y 60°, con
un deslizamiento total acumulado de 9500 m. La última estructura de la secuencia es la Falla
San Ramón, la que tiene expresión superficial y pone en contacto las rocas del frente
occidental andino con los depósitos sedimentarios de la Depresión Central. La Falla San
Ramón se caracteriza, porque su geometría está definida por un cambio de inclinación en la
rampa que continua del despegue, y que tiene una inclinación mayor al acercarse a la
superficie. Según el modelo realizado la primera rampa tiene una inclinación de 36ºE en los
primeros 8 km y posteriormente la inclinación aumenta a 62ºE en los últimos 5 km.

139
4. Deformación Pleistocena asociada al frente
cordillerano occidental: escarpes de falla y
sistemas depositacionales de los ríos Maipo y
Mapocho

4.1 Introducción
En este capítulo se describe brevemente la composición y sedimentología de los depósitos
que rellenan el valle de Santiago, se describen los depósitos que forman el piedemonte al
este de Santiago, y se discute su cronología con respecto a datos obtenidos mediante la
36
técnica de isótopos cosmogénicos Cl. También, se caracterizan los escarpes de falla que
afectan el piedemonte y la segmentación estructural de la Falla San Ramón que en ellos se
refleja. Posteriormente, se analiza la estratigrafía, geocronología y morfología de los
sistemas fluviales de los ríos Maipo y Mapocho. Se presenta una cronología para el sistema
de terrazas fluviales del río Maipo con edades obtenidas mediante el método OSL.

Para concluir, se presenta una correlación morfoestratigráfica entre los depósitos del frente
cordillerano y los sistemas de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho.

4.2 Antecedentes estratigráficos y sedimentológicos


sobre la Depresión Central en el valle de Santiago
El valle de Santiago se encuentra relleno por sedimentos provenientes de la erosión de la
Cordillera Principal. El piso de la cuenca de Santiago, es decir, el contacto entre los
depósitos no consolidados que rellenan el vale y las rocas que constituyen su substrato, es
desconocido. Sin embargo, el espesor de estos depósitos alcanzaría unos 500 m como
máximo, según las determinaciones realizadas a partir de gravimetría (Araneda et al., 2000).
Según estos mismos antecedentes, los sectores más profundos de la interfaz entre depósitos
y substrato rocoso se encuentran en el sector norte, noroeste y noreste, y en el borde
suroeste de la cuenca de Santiago (Figura 4.1). La morfología del substrato está dada por un
cordón de dirección noreste-suroeste, alineados entre el cerro San Cristóbal, pasando por el
Santa Lucía hasta los cerros de Chena. Según los resultados de Araneda et al. (2000), en
algunos sectores el contacto entre el substrato rocoso y el relleno sedimentario se encuentra

140
a una cota inferior al nivel del mar, lo que sugiere que la Depresión Central se ha formado
por algún proceso de subsidencia, que podría por ejemplo explicarse por basculamiento al
este del bloque al oeste de la Cordillera Principal, asociado a la estructura que relaciona a la
Cordillera Principal con el bloque marginal (según se discute en Armijo et al., 2010, Capítulo
5) o por rotación horaria del bloque marginal debido a un proceso de alzamiento en el
margen continental (Armijo et al., 2010; Farías et al., 2010).

Inicialmente se propusieron varias teorías sobre el origen de estos depósitos sedimentarios.


Algunos autores sugieren un origen glacial e interglacial (Karzulovic, 1957; Tricart et al.,
1965; Borde, 1966). Emparán (1966) basándose en la descripción litológica de un sondaje de
460 m reconoció la presencia de depósitos fluviales, eólicos, volcánicos y glaciales, y sugirió
que la cuenca fue rellenada de forma alternada entre períodos climáticos secos-fríos y
cálidos-húmedos. Por otra parte, Falcon et al (1970), se basó en la interpretación de
sondajes para proponer que la cuenca se había formado mediante una combinación de
procesos erosivos y tectónicos; propuso una combinación de procesos sedimentarios, entre
ellos, procesos fluviales, glaciales y fluvio-glaciales, responsables de su relleno. Últimamente
se ha postulado que la Depresión Central es una morfología producto de procesos erosivos
(Farías, 2007). Según este último autor, la Depresión Central se formó debido a la menor
resistencia a la erosión de las rocas del sector oriental de la Cordillera de la Costa, con
respecto a los cuerpos graníticos del sector occidental, como respuesta al alzamiento del
antearco, estimado por el autor en más de 2000 m entre los 10 y 4 Ma, y causando entonces
una morfología de erosión diferencial, potenciada por capturas laterales entre los sistemas
fluviales de la zona.

141
Figura 4.1. Profundidad del basamento rocoso del valle de Santiago según gravimetría (Araneda et al.,
2000). Las líneas verdes señalan las áreas donde el contacto entre el basamento y el relleno se encuentra
bajo el nivel del mar. En el límite entre el Valle Central y la Cordillera Principal, al este, está la Falla San
Ramón.

Otros autores han planteado la hipótesis que el origen de la cuenca es principalmente


tectónico, especialmente basándose en que en el límite este de la cuenca está asociado a
una zona de falla; dicha zona había sido reconocida al norte de la cuenca, donde se le ha
denominado Zona de Falla Pocuro, la cual se caracterizaba como una zona de falla normal
(Aguirre, 1960; Carter y Aguirre, 1965; Thiele, 1980). Posteriormente, se precisó que la zona
de falla del Frente Andino Occidental en la cuenca de Santiago, corresponde a una falla
inversa con evidencias de actividad cuaternaria, la que se denominó Falla San Ramón
(Rauld, 2002; Rauld et al., 2006; Armijo et al., 2010). Posteriormente se profundiza en la
discusión sobre el papel que han tenido los factores tectónicos y erosivos en la génesis del
relieve del valle de Santiago y el frente cordillerano.

Varela (1993), Wall et al. (1999) y Sellés y Gana (2001), describieron el relleno de la cuenca
de Santiago, consistente en depósitos aluviales, fluviales, lacustres y volcánicos, que

142
representan una serie de facies depositacionales, a partir de los datos de descripciones e
interpretaciones geológicas y geomorfológicas de los depósitos sedimentarios.

En el sector norte del valle de Santiago, en Colina y hacia el norte, predominan los aportes
de gravas fluviales de los esteros Lampa y Colina, que progresivamente se van haciendo
más finas hacia el sur y el oeste, conformando depósitos lacustres en su parte más distal, en
las localidades de Lampa y Batuco (Varela, 1993; Gana et al., 1999; Fernández, 2001). En el
extremo sur del valle hay depósitos provenientes del Río Angostura (Figura 4.2). Estos son
en general, gravas fluviales e intercalaciones de arenas y depósitos finos de origen lacustre
(Varela, 1993). En las zonas donde se produce la coalescencia de abanicos aluviales, por
ejemplo en el límite entre los abanicos de los ríos Maipo y Angostura, y especialmente en las
zonas distales, hay una fuerte predominancia de depósitos finos con características lacustres
(Varela, 1993; Sélles y Gana, 2001).

En la parte central del valle de Santiago los depósitos provienen de los Ríos Maipo y
Mapocho y, en menor medida de quebradas ubicadas en el frente cordillerano. De estas
quebradas, las que realizan aportes más importantes son la Quebrada San Ramón y la
Quebrada de Macul (Rauld, 2002).

Es en la parte central de la cuenca donde se han realizado la mayor cantidad de estudios


que han permitido mejorar la comprensión de la sedimentología de la misma (Karzulovic,
1957; Emparán, 1966; Falcon et al., 1970; Iriarte, 2003). Los depósitos de la parte central de
la cuenca corresponden en el occidente a gravas fluviales redondeadas con intercalación de
depósitos aluviales, arenas y en menor medida depósitos finos asociados a eventos de flujos
de barro y/o detritos.

143
Figura 4.2. Figura en la que se muestra el valle de Santiago, se caracteriza como una depresión alargada
en sentido norte sur con pendientes bajas y algunos ceros aislados. Se dibujan los 4 abanicos principales
de donde proviene su relleno, que fueron delimitados siguiendo parametrizaciones de relieve sombreado
y aspecto. De norte a sur son: Río Colina, Río Mapocho, Río Maipo y Río Angostura.

Iriarte (2003) describe tres sentidos de la variación de facies en el relleno de la Depresión


Central, tanto del tamaño como de la selección de los sedimentos de la cuenca: en el sentido
a lo largo del eje del abanico aluvial, en sentido lateral o transversal, y en profundidad.

La gradación a lo largo del eje del abanico aluvial tiene relación con la pérdida de energía del
flujo a lo largo de su recorrido. La depositación de material grueso con escaso contenido de
finos se relaciona con flujos de alta energía, característicos del ápice del abanico. En la zona
media se encuentran depósitos de gravas y arenas, y en la parte distal del abanico se
encuentran depósitos de sedimentos finos con un alto contenido arcilloso, en zonas de baja
pendiente donde se pueden asociar a flujos de menor energía. En el sector distal de los
abanicos además predominan los depósitos finos de tipo lacustre, principalmente arcillas y
limos (Nichols, 2009).

Variaciones laterales en el tamaño de los sedimentos depositados se asocian a suaves


migraciones del río, producto de la depositación y obstrucción de distintas zonas de su cauce
que conducen a la traslación lateral de éste (Nichols, 2009).
144
En profundidad los depósitos también gradan, de manera general, de depósitos finos más
profundos y antiguos a depósitos gruesos más someros y recientes (Emparán, 1966; Falcon
et al., 1970; Iriarte, 2003). Esta evolución de depósitos, es consistente con el proceso de
alzamiento del frente cordillerano debido a la Falla San Ramón, lo que coincide con lo que
propone Iriarte (Iriarte, 2003) para explicar el relleno del Valle de Santiago en el abanico del
Río Mapocho.

Figura 4.3. Abanicos fluviales principales de la parte central del Valle de Santiago. Se muestran las
distintas etapas depositacionales de cada abanico.

Morfológicamente, los abanicos aluviales más importantes son los de los Ríos Maipo y
Mapocho (Figura 4.3), en los cuales se puede distinguir una progradación con distintas
unidades depositacionales (Varela, 1993). En los procesos constructivos de estos abanicos
aluviales, se han producido etapas erosivas y etapas de depositación, que han quedado
registrados en sistemas de terrazas en los valles y en los abanicos más antiguos de dichos
ríos.

145
4.3 Morfología y estratigrafía del piedemonte del
frente cordillerano a los 33.5ºS
4.3.1 Morfología del piedemonte del frente cordillerano
El frente cordillerano se encuentra desarrollado, entre los Ríos Maipo y Mapocho, dando
forma al Cordón del San Ramón, con una expresión topográfica que alcanza los 3253 m
s.n.m. en el cerro San Ramón, 2750 m en el cerro Provincia, 2500 m en el cerro la Cruz y
2300 m en el cerro Abanico. Esto implica un desnivel topográfico de más de 2500 m respecto
del valle de Santiago, el cual se ubica a unos 550 m s.n.m. en promedio, pero que supera los
1000 m s.n.m. en el piedemonte a los pies del frente cordillerano, en el sector oriente de la
capital. La estructura y evolución a escala del Cenozoico tardío de este cordón es discutida
en el Capítulo 3.

En el frente cordillerano se desarrollan una serie de quebradas en dirección principal este-


oeste, que aportan el material producto de la erosión del cordón del San Ramón a los pies de
éste, en forma de abanicos aluviales que conforman su piedemonte. Las quebradas más
importantes que drenan la vertiente occidental del macizo montañoso que constituye el frente
cordillerano son las quebradas Macul y San Ramón, las cuales tienen escorrentía superficial
permanente y esporádica. Los sistemas de abanicos aluviales que se disponen en el valle de
Santiago, a partir de la desembocadura de estas quebradas, se encuentran bien
desarrollados y con una morfología definida.

Los depósitos del frente cordillerano se encuentran afectados por una serie de escarpes de
falla, producto de la actividad cuaternaria de la Falla San Ramón, que poseen diferentes
magnitudes de desplazamiento acumulado respecto y que son descritos en este trabajo.

4.3.2 Estratigrafía de los depósitos de piedemonte de frente


cordillerano
En los depósitos del frente cordillerano se reconocen abanicos aluviales provenientes de las
quebradas que descienden del cordón del San Ramón (Figura 4.4).

146
Entre el Río Mapocho y la Quebrada de Macul, los depósitos corresponden a depósitos de
flujos de barro y detritos, con intercalaciones de arenas gruesas y medias, y lentes de
depósitos finos (Karzulovic, 1957; Tricart et al., 1965; Borde, 1966; Rauld, 2002).

En este trabajo se definieron tres tipos de depósitos según sus edades relativas (Figura 4.4):

(1) Depósitos aluviales del Pleistoceno Inferior y Medio: Corresponden a depósitos que
afloran localmente en los cerros Calán, Apoquindo y Los Rulos; en su base están
compuestos por depósitos de gravas fluviales, con imbricación que señala aportes desde el
Río Mapocho. Hacia la parte superior pasan en forma transicional mixta a depósitos de flujos
de detritos intercalados con niveles de arenas, gravilla y limos. Estos últimos son cubiertos
por depósitos de flujos de detritos y barro. Esta serie sedimentaria es consistente con una
migración y encajamiento hacia el norte del cauce del Río Mapocho.

En los cerros Calán y Apoquindo se aprecian depósitos de grava y bolones bien redondeada
e imbricada, cortados y basculados (Figura 4.5 A) por una falla inversa. A partir de estos
depósitos se midió la imbricación de los clastos de grava. Los resultados arrojaron valores
entre 55º y 70º NE, para los clastos ubicados inmediatamente al este de la falla, y entre 15º y
40º NE para aquellos ubicados en depósitos inmediatamente al oeste de la falla (Figura 4.5
C). Según los antecedentes bibliográficos, la inclinación máxima de los clastos imbricados en
un sistema de barras fluviales es del orden de 35º (Miao et al., 2008). Luego, utilizando los
diagramas de imbricación se puede cuantificar un basculamiento mínimo de 20º NE de los
depósitos fluviales al este de la falla con respecto a los del oeste. El basculamiento de los
depósitos del este es tan fuerte que indican un flujo a contrapendiente, sin embargo las
imbricaciones indican la misma dirección de aporte para los depósitos fluviales, con una
proveniencia desde el nor-noreste (Figura 4.5 C). Por esto, y dado además su ubicación
respecto del río, se interpreta a estos depósitos como antiguos sedimentos de barras
fluviales del río Mapocho.

147
Figura 4.4. Morfoestratigrafía y escarpes del frente cordillerano. A) Muestra la proyección de los escarpes de falla en el frente cordillerano (Exageración vertical 10x), asociados a la deformación que afecta a cada unidad sedimentaria y a las
terrazas de los ríos Maipo y Mapocho. Las flechas azules señalan los lugares donde la erosión de las quebradas del frente cordillerano es más importante. Se señala cada uno de los segmentos, al norte el segmento Río Mapocho, quebrada Nido
de Águilas; el segmento central quebrada Nido de Águilas – Lo Planella, y al sur Lo Planella – Río Maipo. En la parte inferior está el mapa de las unidades morfológicas del frente cordillerano, separadas en tres unidades según edad. La toponimia
utilizada en abreviación en el texto es: C.C.: Cerro Calán, C.A.: Cerro Apoquindo, L.R.: Los Rulos, L.C.: Lo Cañas, L.P.: Lo Planella, L.V.: La Vizcachas, QNdA: Quebrada Nido de Águilas.

148
Figura 4.5. A) Depósitos de la Unidad Pleistoceno Inferior y Medio en el Cerro Calán. Estos depósitos se
encuentran fallados y plegados, en la fotografía se ve una falla inversa de manteo subvertical y rumbo
noroeste. B) Depósitos fluviales imbricados pertenecientes a esta misma unidad. C) Diagrama de polos de
imbricación medidos en el Cerro Calán, que indica aportes desde el este, y en el Cerro Apoquindo,
medidos al este (E) y al oeste (W) de la falla, en estos último se observan aportes desde la misma
dirección (Norte) pero con un basculamiento entre los dos niveles medidos.

En el Cerro Los Rulos aflora una falla que monta rocas volcánicas, lavas y tobas, de la
Formación Abanico sobre los depósitos aluviales, angulosos y mal seleccionados, no
consolidados de esta unidad del Pleistoceno Medio e inferior (Figura 4.6); esta falla no
presenta expresión topográfica y se interpreta como una ruptura secundaria, o más antigua,
asociada al sistema de Falla San Ramón.

El conjunto de cerros Calán, Los Rulos y Apoquindo corresponden a una misma estructura
que se ha desarrollado a partir de la actividad de la falla y que posteriormente fue disectada
por erosión de las quebradas que descienden desde el este (Figura 4.4). El afloramiento de
rocas de la Formación Abanico en los sectores más bajos de esta estructura,
específicamente en la quebrada de Apoquindo entre los cerros Los Rulos y Apoquindo, y en
un sector al norte del Cero Calán, indican que la deformación debe estar asociada a
complejidades estructurales, como cuñas de roca basal o cambios en la geometría de la falla
cerca de la superficie. Debido a la disposición de las capas sedimentarias que la conforman,
149
esta estructura ha sido interpretada como un anticlinal en los sedimentos más antiguos que
afloran en el área de estudio (Rauld, 2002).

Figura 4.6. Falla inversa que superpone rocas volcánicas de la Formación Abanico sobre depósitos
aluviales de la unidad del Pleistoceno Inferior y Medio.

En el sector de la Quebrada de Macul se encuentra un afloramiento de esta unidad, en forma


de meseta, exactamente al norte de la desembocadura de la quebrada. Corresponde a
depósitos de piedemonte de tipo aluvial y de escombros de falda que se eleva unos 150 m
sobre el resto de las unidades. Los depósitos se caracterizan por estar compuestos por
bloques angulosos de lavas y brechas con tamaños variables entre 10 y 80 cm, sin mayor
estructura reconocible dentro de una matriz de material fino. Los bloques están además
cubiertos por pátinas de óxidos que no se observan en depósitos más recientes en la zona,
lo que indica que han estado expuestos a agentes meteóricos durante más tiempo, y por lo
tanto son efectivamente, más antiguos que los demás depósitos del frente cordillerano. Es
posible interpretar estos depósitos como un relicto de un antiguo abanico aluvial de la
Quebrada de Macul, que no mantiene una morfología de tal hacia el sur (Rauld, 2002). En el
sector de Lo Cañas y Lo Planella se encuentran depósitos asignados a esta unidad que
corresponden a clastos angulosos en una matriz fina predominantemente arcillosa, sin
estructura interna, junto con una morfología lobulada e irregular de los depósitos, lo cual
permite interpretarlos como antiguos deslizamientos.

(2) Depósitos aluviales del Pleistoceno Medio y Superior: se encuentran distribuidos en todo
el frente cordillerano entre los ríos Maipo y Mapocho. Sus afloramientos son escasos.
Corresponden a depósitos aluviales, principalmente producto de flujos de detritos y barro
caracterizados por bloques angulosos de tamaños variables entre pocos centímetros hasta
más de dos metros de diámetro, en matriz de material fino, con intercalaciones de niveles de

150
arenas y materiales más finos (Figura 4.7). Estos depósitos se encuentran fallados con su
superficie desplazada entre 20 y 60 m. Mantienen la forma de abanicos en su zona apical, a
pesar que se encuentran deformados.

Morfológicamente esta unidad está incidida por las quebradas que aportan a los abanicos
más recientes aguas abajo, y entre las quebradas Macul y San Ramón forman un
piedemonte alzado.

Figura 4.7. Depósitos aluviales de la unidad Pleistoceno Medio y Superior, en uno de los pocos
afloramientos posibles de revisar. En sector norte del área de estudio, cerca del Cerro Calán.

Intercalados en los niveles superiores de esta unidad se encuentran depósitos de ceniza


volcánica (Figura 4.8), mineralogía y sedimentología similar a aquella de la Ignimbrita
Pudahuel (Gana et al., 1994; Wall et al., 1999), que había sido datada por Stern et al. (1984)
en 450.000  50.000 años.

La presencia de estos depósitos de ceniza permite asignar una edad máxima a esta unidad
morfoestratigráfica, infiriendo una edad pleistocena media-superior para su conjunto.

En el sector sur del área de estudio, estos depósitos se encuentran asociados al sistema de
terrazas del Río Maipo, en contacto con la Granodiorita de La Obra y, al norte de Las
Vizcachas hay un afloramiento de depósitos de ceniza cubierto por depósitos aluviales. La

151
superficie de estos depósitos está deformada con una morfología cóncava, que asemeja un
pliegue monoclinal, sin evidencias de ruptura en superficie, como escarpes u otro.

Figura 4.8. Depósitos de ceniza en la unidad del Pleistoceno Medio y Superior, estos depósitos son
correlacionables mineralógica y químicamente con los depósitos asignados a la Ignimbrita Pudahuel.

(3)Depósitos aluviales del Pleistoceno Superior y Holoceno: Corresponden a depósitos


aluviales que constituyen los abanicos aluviales más recientes y activos. En general, los
depósitos que los conforman se asocian a flujos de detritos y/o barro, constituida por bloques
heterogéneos en tamaño (entre 10 cm y 3 m) y angulosos, que están contenidos en una
matriz de material fino, con intercalaciones de niveles de arena y finos. Su morfología de
abanico aluvial está escasamente erosionada.

En los abanicos aluviales más recientes a los pies del Cerro Apoquindo, se reconocen
escarpes de falla de alturas de entre 2 y 3 metros. Esta zona no ha podido ser estudiada en
detalle debido al desarrollo urbano que abarca toda la superficie.

Al norte de la Quebrada de Macul se reconocen dos abanicos de esta unidad, asociados a


quebradas de menor envergadura (Figura 4.9). El abanico más antiguo de los dos se
observa afectado por la deformación de la falla en la forma de un escarpe de 2 a 3 m de

152
altura en promedio. El nivel superior de éste se encuentra cubierto por depósitos de un flujo
de detritos, con bloques de hasta 2 m de diámetro, que, aparentemente, coincide con el
último evento depositacional del abanico. Inmediatamente al norte se encuentra el otro
abanico aluvial de depositación más reciente, cuyo ápice coincide con el escarpe de falla que
afecta al abanico del sur. Esto corresponde y se interpreta como la relación de corte más
reciente, observable, asociada a la Falla San Ramón en el área de estudio.

Figura 4.9. Depósitos aluviales del Pleistoceno y Holoceno que se encuentran afectados por falla al norte
de la Quebrada de Macul. En esta relación de corte se encuentran preservado el escarpe de falla más
pequeño reconocido en el área de estudio. El rectángulo rojo señala el área de la Figura 4.17.

4.4 Caracterización morfológica de escarpes del


piedemonte y segmentación estructural de la Falla
San Ramón
4.4.1 Morfología de los escarpes del frente cordillerano
Afectando a los depósitos antes descritos hay una serie de escarpes de falla que poseen las
siguientes características:

(1)Escarpes mayores: son escarpes compuestos, más antiguos y menos conservados, que
presentan alturas de entre 100 y 200 m (Figura 4.10). Debido a su menor grado de
conservación sus pendientes son menores, en promedio, de 15° a 20°, aunque localmente
153
alcanza valores mayores a 30° según los valores calculados a partir de las curvas de nivel de
la base SERVIU (Ver capítulo 2).

Estos escarpes registran la deformación de los depósitos de la unidad más antigua


(Pleistoceno Medio – Inferior) por la actividad de la Falla San Ramón.

Estos escarpes se ubican entre el Río Mapocho y la Quebrada San Ramón, al norte de la
Quebrada de Macul y en el sector de Lo Planella.

Figura 4.10. Figura en que se muestran perfiles topográficos correspondientes a los escarpes mayores. El
Perfil 1 para por el cerro Los Rulos y el Perfil 2 es al norte de la Quebrada de Macul.

154
(2)Escarpes medianos: son aquellos que están más presentes y con mayor continuidad en el
área de trabajo, especialmente entre las quebradas de Macul y San Ramón (Figura 4.11).
Son escarpes compuestos, relativamente bien conservados, que presentan alturas de entre
60 y 10 m, y que tienen pendientes, en promedio, entre 20° y 35°, pero que superan
localmente los 40°. Las estimaciones de pendiente suelen ser minimizadas dado que las
pendientes locales más fuertes no aparecen representadas en el modelo numérico de
terreno.

Figura 4.11. Escarpes medianos del Frente cordillerano, se presentan 5 perfiles (a,b,c,d,e) que muestran
características geométricas de los escarpes.

Estos escarpes en ocasiones se presentan como escarpes dobles (al norte de la Quebrada
de Macul, por ejemplo), los que se interpretan como relevos o segmentos en la traza de la
falla.

Al sur de la Quebrada de Macul, la deformación en superficie no es muy evidente; esto se


explica por complejidades estructurales derivadas de una serie de ramificaciones, o relevos,
en los sectores de Lo Cañas y Lo Planella. Estas complejidades, muy probablemente, están
asociadas a la cercanía del stock graniodiorítico La Obra que se encuentra en la zona.
155
En el sector de Lo Planella hay unos escarpes dobles (Figura 4.4) que totalizan un desnivel
de aproximadamente 50 m, entre estos escarpes se desarrolla una morfología de depósitos
de escombros de falda aterrazados, depósitos sin estructura definida, consistentes en una
matriz de material fino y bloques angulosos de tamaño variable entre pocos centímetros
hasta más de un metro. En éstos depósitos las superficies mantienen una pendiente baja
pero se encuentras desplazadas por los escarpes (Figura 4.12). Al sur, hacia el Río Maipo,
se puede continuar el trazado de la falla siguiendo una morfología cóncava de la superficie
del terreno, que sugiere un pliegue monoclinal, pero que corresponde, por altura y por los
depósitos que afecta, al tipo de escarpes descritos.

Figura 4.12. Superficie aterrazada en Lo Planella, al este de la falla.

En el sector de las Vizcachas se vuelve a reconocer un escarpe del orden de 10 m de altura,


que afecta depósitos fluviales del Río Maipo.

(3)Escarpes más pequeños: en la zona de estudio se encuentran escarpes que poseen


alturas de entre 3 y 4 m, los cuales afectan los depósitos más recientes.

156
Estos escarpes están bien conservados, presentan pendientes promedio de entre 20° y 30°,
y se encuentran en el sector norte del área de estudio, en la Quebrada Apoquindo e
inmediatamente al norte de la Quebrada de Macul.

En el escarpe cercano a la Quebrada Apoquindo no ha sido posible realizar un levantamiento


de detalle, debido a que toda el área donde se ubica está urbanizada. A pesar de esto los
desniveles asociados a los escarpes son evidentes en terreno y en el DEM generado a partir
de las curvas topográficas cada 5 m.

En el escarpe ubicado al norte de la Quebrada de Macul se realizó un levantamiento


utilizando GPS diferencial, con el fin de caracterizarlo en detalle. La metodología utilizada se
explica en el Capítulo 2, y el resultado es un modelo numérico de terreno de celda de 1 m
(Figura 4.13), con una precisión vertical post-proceso para cada medida de 6 cm. De este
modelo se desprende que el escarpe tiene una altura de entre 3 y 4 m (perfiles extraídos del
modelo interpolado, Figura 4.14, y perfiles GPS, Figura 4.15), una dirección aproximada
norte – sur, y que se encuentra escasamente erosionado. En este caso además se identifica
la morfología propia de un abanico aluvial de frente cordillerano, el que por pendientes y por
dimensiones es compatible con un abanico aluvial dominado por procesos de flujos de
detritos (Nichols, 2009), desplazado verticalmente en el escarpe de falla.

Figura 4.13. Figura del levantamiento topográfico del escarpe más pequeño, ubicado al norte de la
Quebrada de Macul. Los puntos en cyan marcan los puntos de medida de GPS diferencial para general el
modelo numérico de terreno que se representa en la figura como un relieve sombreado. Se señala la
ubicación de los perfiles de la Figura 4.15 como P1, P2, P3, P4 y P5.

157
El escarpe afecta la superficie de un abanico aluvial, datada con una edad máxima promedio
de 45.000 años a partir de la medición de isótopos cosmogénicos (36Cl) en bloques
dispuestos sobre ella. La pendiente de la superficie se encuentra entre los 7° y 10°, mientras
que la pendiente del escarpe es de 20°-30°. En terreno se constató que localmente hay
sectores donde supera los 40º, en zonas que quedaron fuera de la resolución del modelo
numérico de terreno.

A partir del DEM obtenido mediante la interpolación de los datos que se obtuvieron del
levantamiento de GPS diferencial (Figura 4.13), se confeccionaron 2 perfiles que fueron
publicados en Armijo et al. (2010). A partir de estos perfiles se caracterizó el desplazamiento
vertical medido en el escarpe más pequeño ubicado en las cercanías de la quebrada de
Macul, entre 3 y 3,7 metros (Figura 4.14).

Figura 4.14: Perfiles obtenidos del modelo numérico interpolado a partir del levantamiento GPS.
(publicado en Armijo et al. 2010)

Posteriormente, se realizaron 5 perfiles de GPS diferencial de detalle en terreno cuyos


resultados se muestran en la Figura 4.15. Los saltos verticales que muestran los perfiles
poseen una altura variable entre 3 y 4 m a lo largo del escarpe. Estos perfiles muestran
también que la pendiente de la superficie que se encuentra al este del escarpe posee un
ángulo mayor, hasta por 3.5º, que la pendiente de la superficie al oeste de los escarpes. Este
efecto ha sido observado en otros casos (P. ej. Carretier et al., 2002b) y ha sido interpretado
como efecto de una mayor difusión en la parte superior del escarpe (Nash, 1984), o que
puede asociarse al efecto de la deformación producida por la falla inversa sobre la superficie

158
aluvial en forma de monoclinal, o mediante estructuras secundarias (McCalpin, 1996;
Carretier et al., 2002b).

Figura 4.15. Perfiles obtenidos mediante GPS diferencial en el escarpe más pequeño, los puntos negros
corresponden al dato GPS. Se muestran las pendientes medias de las líneas y el desplazamiento de las
superficies. Los ángulos mayores del bloque colgante evidencian alzamiento del bloque este (a la
derecha).

A partir de los resultados anteriormente expuestos, se desprende que el desplazamiento


vertical máximo asociado al escarpe más joven de la Falla San Ramón es de 3.7 m, a partir
del DEM obtenido mediante interpolación de los datos del levantamiento GPS diferencial
(publicado en Armijo et al., 2010), mientras que los datos obtenidos a partir de nuevos

159
perfiles realizados en terreno indican que este salto máximo en la vertical alcanza 3.5 m. La
diferencia entre estas medidas es debida a varios factores, como por ejemplo, que para
realizar los perfiles GPS se eligieron sitios que permitieron tener continuidad a lo largo de
una línea, debido a las dificultades de desplazamiento del terreno, mientras que los perfiles
extraídos del DEM interpolado se eligieron sectores donde la interpolación fuese
representativa del escarpe (por mayor cantidad de puntos GPS). Las diferencias también se
deben que la interpolación utilizada genera valores de celda (de dimensión 1 m2) que están
dentro del error propagado de una serie de puntos que se toma para cada celda, mientras
que el perfil representa valores únicos, con un erro único correspondiente a cada punto.

4.4.2 Segmentación estructural de la Falla San Ramón


En base a la continuidad de los escarpes de falla que se observaron a partir del mapeo de
los depósitos del frente cordillerano y su morfoestructura entre los ríos Maipo y Mapocho,
que están ubicados entre los 700 y los 1000 m s.n.m. (Figura 4.4), se puede determinar tres
segmentos principales de la Falla San Ramón y que están indicados en la figura.

El primer segmento se encuentra entre el Río Mapocho y la Quebrada Nido de Águila. Posee
una longitud de 13 km y recorre el frente desde el límite norte donde se encuentra
reconocida la traza de la Falla San Ramón, en el Río Mapocho y Cerro Alvarado, hacia el
sur, pasando por los cerros de Apoquindo, donde se reconocen en la falla una serie de
ramificaciones secundarias hacia el norte, tipo “cola de caballo”, que coinciden con una
curvatura de la traza de la falla, que va desde un rumbo aproximado 5ºN a un rumbo
aproximado 335ºN. Hacia el sur la traza de la falla posee algunas ondulaciones menores que
son reconocibles a escala de 1 a 2 km y que son propias de variaciones de la estructura.
Además se reconoce el entallamiento que producen las quebradas locales en los depósitos
aguas arriba de los escarpes, y los escarpes marcan el ápice de los abanicos aluviales de las
quebradas. El Río Mapocho ha ido migrando al norte en el sector de la proyección de la Falla
San Ramón, y actualmente se encuentra confinado en su lecho contra el Cerro Alvarado,
probablemente producto del alzamiento diferencial de mayor magnitud de la falla más al sur,
que es consecuente con la menor deformación acumulada en un extremo de la falla. Esto
explicaría en parte también porqué la terraza del Mapocho en ese sector está mucho mejor
desarrollada al sur del río, mientras que al norte del río es prácticamente inexistente.

160
El segundo segmento está entre la Quebrada Nido de Águila y Lo Planella. En este sector la
traza de la falla es más difusa y presenta ciertas complejidades, como son ramificaciones y
cambios de rumbo, las cuales dificultan la identificación o definición del a traza principal, pero
que en promedio mantiene un rumbo entre norte sur y 10ºN.

Este segmento tiene una longitud de 8 a 9 km, a través de los cuales la falla afecta a
unidades de roca que afloran en el sector, tales como la Formación Abanico y la Granodiorita
La Obra.

El segmento ubicado más al sur se encuentra reconocido hasta al menos 8 km al sur de Lo


Planella. A pesar de que este segmento no presenta morfologías de escarpes bien definidas
en su totalidad, sí es posible diferenciar morfologías de depósitos aterrazados levantados por
tectónica en el sector de Lo Planella, así como una morfología de superficie cóncava de los
depósitos aluviales que se asocia a la falla, por lo cual se puede inferir su traza en ese
sector. La traza es suavemente arqueada hacia el oeste, en promedio presenta un rumbo de
350ºN, siendo rectilínea desde Las Vizcachas hacia el sur. Al sur del Río Maipo, en Pirque,
hay leves evidencias de actividad de la Falla San Ramón, como un encajamiento de las
terrazas aluviales del Río Clarillo. Evidencias de fallamiento en el frente cordillerano existen
más al sur de la zona de estudio hasta el Río Peuco, pero quedan fuera del alcance de esta
tesis.

4.5 Geocronología mediante 36 Cl del escarpe más


reciente de la Falla San Ramón
Para determinar la edad máxima de dicha morfología (escarpe) se realizaron dataciones
36
mediante isótopos cosmogénicos con el método Cl en los bloques correspondientes al
depósito de flujo de detritos que fosiliza al abanico sur. Los aspectos teóricos relacionados
con este método de datación, así como los aspectos metodológicos prácticos de su
aplicación al caso de estudio, se presentan en el Capítulo 2 de este trabajo.

El conjunto de abanicos al norte de la Quebrada de Macul está conformado por depósitos de


flujos de detritos, con bloques de tamaños variables entre 30 cm y mayores a 1.5 m (Figura
4.16). Los bloques son de lavas andesíticas provenientes de las laderas de los cerros en la
cabecera de la quebrada y que corresponde a la Formación Abanico. La superficie del
abanico tiene una forma irregular, con lóbulos más ricos en bloques en superficie, y sectores
más planos con escasos bloques de este tipo.
161
Figura 4.16. Bloques de lava andesítica de flujo de detritos de los que se realizó el muestreo para isótopos
cosmogénicos. El bloque en primer plano es el que corresponde a la muestra CHI07RRFSR02.

Los abanicos reconocidos al norte de la Quebrada de Macul tienen aproximadamente 1 km


de largo por 500 m de ancho. Dadas las dimensiones de estos abanicos, la morfología y la
sedimentología que se aprecia en superficie, se puede inferir que son abanicos cuya
depositación está dominada por flujos de detritos (Nichols, 2009).

Los bloques muestreados corresponden a los bloques más grandes reconocidos en la zona,
que no tuviesen evidencia de haber sido enterrados y luego exhumados por procesos
posteriores a su depositación (Figura 4.16). El material de los bloques corresponde a lavas
andesíticas con textura brechosa, que incluyen clastos de lavas afaníticas con matriz
porfírica con cristales de plagioclasa. Cada uno de los bloques tiene las mismas
características litológicas y por esto se asume que todos tienen origen en el mismo
afloramiento.

Cinco muestras fueron tomadas en un grupo de bloques a unos 50 m al oeste del escarpe de
falla y una muestra fue tomada a aproximadamente 40 m al este del escarpe (Figura 4.17).
Dos muestras, CHI07RRFSR05 y CHI07RRFSR06, fueron tomadas del mismo bloque,

162
debido a que la primera muestra del bloque provenía de una cara muy meteorizada y
precisamente es la muestra que entrega la edad mayor.

Figura 4.17. Edades de isótopos cosmogénicos en abanico aluvial del Pleistoceno donde se encuentra el
escarpe de falla más joven reconocido en el área. Las edades dan una edad promedio ponderada de 46.7 ±
5.9 ka. En cada muestra se colocó la edad media obtenida para ella.

Los resultados de las dataciones se encuentran en la tabla 4.1. El promedio de estos valores
es de 46700 ± 5900 años antes del presente. La edad de la muestra CHI07RRFSR05, fue
considerada porque el contexto es de una edad máxima y no se dispone de antecedentes
que permitan descartar dicha muestra, si se hubiese descartado dicha edad, el valor
promedio de edad entregaría un valor aproximado de 42000 años, cifra que se encuentra
dentro del rango de error dentro de la edad anterior y por lo tanto ambos valores se
consideran válidos. La edad promedio de los bloques se interpreta como una edad máxima
para la generación del escarpe de falla que deformó este abanico, y por lo tanto indica que la
Falla San Ramón ha tenido actividad con posterioridad a esa edad.

Estos datos permiten asignar una edad Pleistoceno Superior – Holoceno a estos depósitos.

El efecto de herencia de edad sobre estas muestras se considera bajo. Si bien no se realizó
un control en forma de perfil de edades para estos bloques con el fin de cuantificar dicha
herencia, el hecho de que la desviación de las edades obtenidas es baja sugiere que:

i) Los bloques tienen el mismo tiempo de exposición previo a iniciar su transporte. Y


todos comparten la misma herencia inicial.
163
ii) El proceso de transporte al lugar que ocupan actualmente debió haber sido
rápido, y probablemente en una sola etapa, esto explicaría la baja desviación en
las edades, ya que un transporte lento, o en muchas etapas, haría que las caras
expuestas de los bloques vayan variando respecto a la superficie a lo largo del
transporte debido a rotación, lo que hubiese generado una mayor dispersión en
los valores de edad.
iii) Es poco probable que los bloques hubiesen sido enterrados y posteriormente
exhumados, al menos la cara superior de cada bloque de donde fueron extraídas
las muestras, porque esto también aumentaría la dispersión de edades debido a
que las caras expuestas se encuentran a diferentes alturas por sobre la superficie
del terreno. Un proceso de enterramiento y posterior exhumación debería afectar
las caras expuestas de diferente manera, los bloques de mayor altura haber
registrado este efecto durante menos tiempo, dando una edad mayor y los de
menor altura durante más tiempo, entregando una edad menor.
iv) Se considera difícil que el bloque se hubiese fragmentado durante la fase final del
transporte, debido a que el cauce por donde debió transportarse es pequeño y
difícilmente podría haber tenido la capacidad de carga para transportarlo. En
terreno no se advirtió la presencia de bloques mayores que los muestreados en
toda la quebrada que alimentó la superficie estudiada.

Todos los supuestos anteriores soportan la interpretación de la edad promedio de los


bloques como una edad máxima para la superficie dónde se encuentran.

36
Tabla 4.1. Edades de isótopos cosmogénicos Cl para las muestras obtenidas al norte de Quebrada de
Macul (Figura 4.17).

Lab Edad de exposición (ka) 1σ error AMS


Número de muestra UTM N UTM E Altura
ID min Media max Precisión AMS
CHI07RRFSR01 5186 6293270 358780 869 27.1 37.5 53.4 14%
CHI07RRFSR02 5187 6293226 358689 851 32.9 47.4 64.9 14%
CHI07RRFSR03 5188 6293227 358685 851 24.6 35.7 55.3 18%
CHI07RRFSR04 5189 6293226 358683 851 32.2 47 65 18%
CHI07RRFSR05 5190 6293226 358675 852 51 72 103.6 15%
CHI07RRFSR06 5191 6293226 358675 852 31.5 42.3 57.5 9%

164
4.6 Estratigrafía, geocronología y morfología de los
sistemas fluviales de los ríos Maipo y Mapocho
4.6.1 Estratigrafía de los sistemas depositacionales de los
ríos Maipo y Mapocho.
En esta sección se describe la estratigrafía de los sistemas de terrazas de ambos ríos y del
abanico aluvial del río Maipo.

4.6.1.1 Terrazas del Río Maipo

El Río Maipo posee un sistema de terrazas fluviales bien desarrollado, que ha sido descrito
en detalle por Ormeño (2007), entre las localidades de El Melocotón, 7 km aguas arriba de
San José de Maipo y Pirque. El autor definió cuatro terrazas agradacionales principales,
junto con el nivel actual del río, con una representación en el valle de éste. En este sistema
de terrazas predominan los depósitos fluviales y aluviales, y en forma menos importante se
encuentran depósitos piroclásticos y sedimentos lacustres y eólicos.

Las terrazas reconocidas en el río Maipo son, de más antigua a más reciente:

T4: Corresponde a la terraza más antigua y ocupa el nivel más alto respecto del río,
morfológicamente es la más erosionada. Se observó preservada solamente en San José de
Maipo y en sectores cercanos al frente cordillerano, en parches de entre 100 y 150 m de
ancho. Su edad es desconocida.

En el sector de San José de Maipo, los sedimentos fluviales de T4 son coronados por un
depósito de partículas tamaño grava fina a arena gruesa. Se interpreta que estos depósitos
que cubren T4 corresponderían al producto de un flujo hiperconcentrado, asociado a un
evento volcánico antiguo no determinado (Ormeño, 2007). Sobre este depósito, se ha
desarrollado un nivel de suelo de aproximadamente 80 cm, mayor que el que se ha
desarrollado en las otras unidades de terrazas, lo que confirma su mayor edad relativa.

En el sector del Frente cordillerano, los depósitos fluviales están cubiertos por material
aluvial antiguo proveniente de quebradas laterales y por ceniza retrabajada, los cuales
quedan colgados respecto de los niveles actuales de las quebradas laterales que drenan
hacia el Maipo, al menos hasta el sector de El Canelo. Esto deja de manifiesto la fuerte
incisión que ha experimentado el valle en su evolución posterior.

165
T3: Es la terraza con una expresión geomorfológica más continua y extensa en el río, con
extensiones que superan el kilómetro y ancho promedio de 350 km. En ella hay depósitos de
ceniza que han sido asociados a la Ignimbrita Pudahuel (Stern et al., 1984; Wall et al., 1996).
Los depósitos que forman esta terraza constituyen una potente unidad, mayor a 20 m de
espesor, que sobreyacen a depósitos fluviales. En el techo los sedimentos corresponden a
depósitos de flujos de detritos, de flujo hiperconcentrado (este ha sido interpretado como
evidencia de un evento lahárico por Ormeño (2007)), y lacustres, en el sector de la
confluencia entre los ríos Maipo y Colorado. En el sector de El Manzano aparecen en el
techo depósitos de tobas que han sido correlacionados con la Ignimbrita Pudahuel (Gana et
al., 1994; Wall et al., 1996; Sélles y Gana, 2001; Ormeño, 2007).

Se interpreta que la sedimentología observada de la terraza T3 representa un evento


agradacional, que se pasa desde un ambiente de depositación fluvial a un ambiente de
llanura de inundación, que refleja un estado de equilibrio en el río (Nichols, 2009). Este
ambiente de llanura de inundación está caracterizado por depósitos de tipo aluvial.

Se reconoce, además para la terraza T3 una serie de terrazas menores asociadas,


denominadas por Ormeño (2007) T3B, T3C y T3D. Estas terrazas sólo tienen expresión a
partir de la localidad de Las Vizcachas hacia el oeste. La terraza T3B es una terraza
agradacional que se desarrolla a partir de T3 en las Vizcachas, esta terraza está compuesta
principalmente por depósitos fluviales y que en el valle central se expande y forma el primer
abanico del río Maipo en la Depresión Central.

Las terrazas T3C y T3D, son terrazas de erosión, encajadas y que se desarrollan en la
terraza T3 y T3B. Reflejan períodos de incisión por el río en las terrazas más antiguas, con
escasa o nula depositación de sedimentos.

T2: Es una terraza agradacional, compuesta principalmente por depósitos fluviales y en


menor medida por depósitos más finos de arenas, que son interpretados como depósitos de
barras y canales laterales. Los depósitos asociados a esta terraza son menos extensos que
los asociados a la terraza T3 con extensiones que van entre los 50 y 200 m.

T1: Terraza semi actual, casi al nivel del cauce; esta terraza, comparte el área con la llanura
de inundación actual en algunos sectores. De menor extensión que las terrazas más
antiguas en algunos sectores esta terraza alcanza un ancho de 150 m, pero en promedio su

166
ancho no supera los 50 m. Se encaja en T2 y en T3. Está compuesta por depósitos fluviales
y aluviales.

4.6.1.2 Terrazas del Río Mapocho

En el Río Mapocho se observa un sistema de terrazas similar al del Río Maipo, pero a una
escala más pequeña. Se distinguen 3 terrazas principales, de menor tamaño que las
descritas para el Río Maipo entre la Depresión Central y la localidad de La Hermita, que está
en la convergencia de los ríos San Francisco y Molina. A lo largo del curso del río hay
numerosos lugares en que el cauce está erosionando directamente sobre la roca del
substrato que corresponde a la Formación Abanico.

Las terrazas serán designadas con la misma notación que las terrazas del río Maipo, y más
adelante en este capítulo se hará la correlación entre los sistemas de terrazas de ambos
ríos.

T3: Corresponde a la terraza más antigua y con mayor continuidad en el valle del Río
Mapocho. Está compuesta principalmente por depósitos fluviales. En su parte superior tiene
depósitos de flujos de detritos. Tiene tres terrazas menores asociadas (Ormeño, 2007), T3B
que es una terraza agradacional encajada en T3 que tiene menor representación areal, y
T3C y T3D que son terrazas erosionales que se desarrollan desde el frente cordillerano hacia
aguas abajo.

T2: Esta segunda terraza se encuentra encajada en T3 y tiene un menor desarrollo en el


valle. Está compuesta por depósitos fluviales cubiertos por depósitos de flujos de detritos
que pueden ser interpretados como los de la llanura de inundación correspondiente al fin de
esa etapa agradacional. En la parte superior esta terraza se encuentra cubierta por un
depósito de material fino de un espesor promedio de 1m, tamaño arena fina a limo que
tienen las características de depósito eólico tipo loess.

T1: Esta terraza está constituida por depósitos fluviales como gravas bien redondeadas y
bancos de arena, que en muchos sectores del río es indistinguible del cauce actual y su
llanura de inundación.

Una diferencia importante de este sistema de terrazas con respecto al sistema del Maipo, es
que en este caso las terrazas carecen de depósitos piroclásticos y de flujos
hiperconcentrados, interpretados como depósitos de lahares, en las series estratigráficas que
167
las constituyen. Además de los procesos erosivos que compiten con la preservación de
eventuales depósitos, esto se explica porque las cabeceras de la hoya de este sistema fluvial
no tienen conexión con centros volcánicos ubicados al este, en la Cordillera Principal, ya que
el Cordón del Quempo actúa como una barrera para los procesos que ocurren más al este
de la hoya.

4.6.1.3 Abanico del Río Maipo

El abanico del Río Maipo es la unidad principal que constituye el relleno sedimentario de la
Depresión Central en el valle de Santiago (Figura 4.2); sus depósitos cubren cerca del 50%
del área de la cuenca.

En el abanico del Río Maipo se definen 3 unidades (Figura 4.18), que corresponden a:

i) Depósitos del Pleistoceno Medio


ii) Depósitos de Pleistoceno Medio y Superior
iii) Depósitos del Pleistoceno Superior y Holoceno

Estas unidades son correlacionables, por continuidad y relaciones morfoestratigráficas, con


las terrazas del sistema del Río Maipo.

Los depósitos del Pleistoceno Medio, están correlacionados a las terrazas T3 y T3B, en su
parte superior hay depósitos de toba que se asocian a la Ignimbrita Pudahuel (Sellés, 2001;
Ormeño, 2007).

Los Depósitos del Pleistoceno Medio y Superior, se correlacionan con la terraza T2, su ápice
se encuentra en el sector medio de la Depresión Central, en el Cordón Los Ratones. En
depósitos de esta unidad se encontraron restos de Hippidion saldiasi (Alberdi y Frassinetti,
2000), lo que permite asignarle una edad pleistocena superior. En la parte superior de esta
unidad se encuentran dos depósitos de arena fina a limo, que se interpretan como productos
de dos períodos de depositación eólica. El primer depósito está cubierto por un depósito de
flujo de detritos, y en el techo de la unidad se encuentra un segundo depósito que la recubre.

Los Depósitos del Holoceno se correlacionan con el nivel de terraza T1 y corresponde al


abanico de depositación actual del Río Maipo en la Depresión Central.

168
Las unidades depositacionales del abanico fluvio-aluvial del río Maipo presentan un patrón
de progradación dentro de la Depresión Central, que puede ser explicado por cambios en el
nivel de base del Río Maipo como respuesta a procesos tectónicos y climáticos.

169
Figura 4.18. Unidades depositadas en el sistema de abanico del Maipo, los puntos rojos señalan las muestras de isótopos cosmogénicos y en los
globos de texto se señalan sus edades en miles de años antes del presente. La imagen del fondo corresponde a un fundido entre relieve sombreado y
aspecto a partir del MNT realizado con la integración de las bases topográficas disponibles.

170
4.6.2 Geocronología mediante OSL del sistema de terrazas
del Río Maipo
Los depósitos de las terrazas fluviales y los abanicos aluviales del Maipo fueron datados por
OSL. En el Capítulo 2 se describen aspectos teóricos y prácticos de este método y su
aplicación al caso de estudio. En este trabajo de tesis se realizó también un muestreo con el
fin de calibrar y corregir las edades OSL para el sistema fluvial del Maipo y poder determinar
su cronología. Se recolectaron y analizaron 15 muestras, cuyos resultados se presentan en
la Figura 4.18 y Tabla 4.2.

Los resultados, confirman que los sedimentos del sistema de terrazas son de edad
pleistocena media a holocena. Las edades de los diferentes depósitos evidencian la
progradación de la depositación de los abanicos del Maipo en la Depresión Central y
permiten acotar la cronología en el caso del desarrollo del sistema de terrazas.

171
Tabla 4.2. Edades OSL del sistema de terrazas del Río Maipo.
Muestra Número de Lab UTM E UTM N Altitud Terraza Contexto Geológico Edad (años)
RM07-04 UIC2255BL 374315 6277480 930 T2 erosional Arena media 8830 ± 715
RM07-05 UIC2027BL 374315 6277480 932 T1 eólica Arena - limosa: loess 2880 ± 400
RM07-06 UIC2028BL 374283 6275921 952 T1 erosional Arena de un canal trenzado 1110 ± 100
RM07-07 UIC2024BL 374285 6274251 974 T1 erosional Arena con laminación fina 1475 ± 125
RM07-08 UIC2023BL 373886 6280984 915 T3 depositacional Arena media a fina, estratificación cruzada. 22185 ± 2980
RM07-09 UIC2030BL 373888 6280965 924 T3B depositacional Depósito de arena fina, muy rico en líticos. 86620 ± 5835
RM07-10 UIC2041BL 340415 6270270 534 T2 eólica Depósito tipo loess, arena fina 17680 ± 1125
RM07-11 UIC2021IR 340215 6270189 532 T1 eólica Depósito eólico, tipo loess 2165 ± 160
RM07-12 UIC2026BL 352796 6277131 634 T2 erosional Arena fina laminada, canal de migración 12525 ± 1140
RM07-13 UIC2042BL 352796 6277125 632 T1 depositacional Arena fina de canal lateral reciente. 2520 ± 240
RM07-14 UIC2029BL 352656 6276917 636 T2 depositacional Arena de un lente, grano medio a fino, laminación fina 18900 ± 1250
RM08-01 UIC2254BL 373029 6281946 908 T3B erosional Depósitos de arena media 53970 ± 4750

172
El contexto estratigráfico y geomorfológico de cada muestra es el siguiente:

RM 07-04 (Figura 4.19): Muestra de depósitos que corresponden a una barra de arena; se
interpreta como parte de la llanura de inundación de la terraza T2, y se obtuvo una edad de
8.3 ka. Esta muestra se encuentra aproximadamente 2 m bajo la superficie de la terraza y 6
m sobre el nivel del río.

RM 07-05 (Figura 4.19): Muestra de depósitos eólicos que recubren la terraza T2; se
interpreta como un depósito loess asociado al abandono de T1. Edad 2.8 ka. Se interpreta
como un evento de depositación que se produjo posteriormente al abandono de la terraza
T2.

Figura 4.19. Contexto de las muestras RM07-04 y RM07-05. Las muestras fueron extraídas en un
afloramiento vertical de la terraza T2.

RM 07-06 (Figura 4.20 y Figura 4.21): Muestra de la terraza T1 erosional; es datada en 1.1
ka y corresponde a un nivel de arenas, con estratificación laminar, situada a
aproximadamente 2 metros sobre el nivel actual del río.

RM 07-07 (Figura 4.20): Muestra de una barra de arena lateral de T1 al nivel del cauce actual
del río. Se interpreta como T1 erosional y es datada en 1.4 ka.

173
RM 07-08 (Figura 4.22): Corresponde a un nivel de arena fina a media, con estratificación
cruzada de bajo ángulo, la estructura del depósito no presenta canales y los granos están
muy bien seleccionados y son subangulosos a subredondeados. La muestra está
aproximadamente 8 metros bajo el techo de la terraza T2, inserta entre niveles de flujos de
detritos y fluviales de baja energía que indican el abandono de la terraza. La muestra
proviene de T2 encajada en T3. Edad de 22 ka.

Figura 4.20. Mapa de contexto de las muestras RM07-06 y RM07-07. Las muestras fueron extraídas de
terrazas T2 y T1 respectivamente.

174
Figura 4.21. Depósito de arena del que se extrajo la muestra RM07-06. Se aprecia la laminación fina, el
material es arena fina.

RM 07-09 (Figura 4.22): Fue extraída de un nivel de arena fina a media, con abundantes
líticos pequeños (< 3 mm), con laminaciones. Se interpreta como un depósito fluvial de baja
energía, que se encuentra cubierta por depósitos de matriz fina, sin estructura y bloques
angulosos, que corresponden a depósitos de escombros de falda que están recubriendo el
techo de la terraza. La muestra está aproximadamente a 4 metros bajo la superficie actual
del terreno y el nivel de la que se extrajo corresponde a un depósito de llanura de
inundación. La muestra proviene de T3B y está datada en 86.6 ka.

RM 08-01 (Figura 4.22): La muestra proviene de un nivel de arena fina entallado dentro de
T3, con laminación fina que corresponde a un depósito de barra de arena. Este nivel se
encuentra bajo los depósitos descritos como laháricos por Ormeño (2007) y corresponde a
un nivel erosional de T3B que marca el proceso de abandono de la terraza en 53.9 ka.

175
Figura 4.22. Contexto de Muestras RM07-08, de T2, RM07-09, de T3 y RM08-01 de T3.

RM 07-10 (Figura 4.23 y Figura 4.24): Muestra de depósitos eólicos, arena fina bien
seleccionada, interpretados como de tipo loess, en la parte superior de T2. Se encuentran
bajo depósitos de flujos de detritos y sobre depósitos de gravas fluviales; el nivel tiene un
espesor de unos 30 cm. La edad es de 17 ka, que se interpreta como la edad de abandono
de la terraza T2. La muestra proviene de 1.5 m bajo la superficie actual.

RM 07-11 (Figura 4.23): Depósitos eólicos, arena fina a media sin estructura y de muy buena
selección, que forman una capa de unos 80 cm de espesor que cubren depósitos de flujos
de detritos y gravas fluviales. Se interpreta como un depósito de tipo loess asociado al
abandono de T1, que cubre en parte a T2 datado en 2.1 ka.

176
Figura 4.23. Contexto de muestras RM07-10 y RM07-11. RM07-11 Se extrajo de un nivel de arena fina que
recubre T2 y que temporalmente se asigna a T1.

Figura 4.24. Afloramiento del que se extrajo RM07-10. Corresponde a un nivel de depósito de arena fina,
sobre gravas fluviales y bajo un depósito de flujo de detritos.

177
RM 07-12 (Figura 4.25): Depósitos de 1 m de espesor compuesto por arenas finas,
laminadas en forma paralela, ubicado entre dos niveles de depósitos de gravas fluviales. El
nivel de donde se extrajo la muestra es interpretado como un canal de migración. Se
encuentra ubicado a 2 m sobre el cauce actual del río. Corresponde a T2 erosionado y
preservado en forma de un montículo que sobresale del la superficie de T1 a un costado del
cauce actual del río. La edad es de 12 ka.

RM 07-13 (Figura 4.25): Corresponde a depósitos en un canal lateral en un brazo del río.
Son depósitos de arenas finas a medias, se interpreta como sedimentos de T1 remanentes
en el cauce actual. Su edad es 2.5 ka.

RM 10-14 (Figura 4.25 y Figura 4.26): Corresponde a un depósito de arena media en forma
de lente, con laminación milimétrica, de espesor de 60 cm, dentro de un depósito mayor de
gravas fluviales de T2. Depósito agradacional de T2. Su edad es de 18.9 ka.

Figura 4.25. Contexto de muestras RM07-12, RM07-13 y RM07-14.

178
Figura 4.26. Depósito de arena de donde se extrajo RM07-14. Corresponde a una barra de arena entre
gravas fluviales.

El conjunto de las muestras datadas entregan un rango de edades que van desde el
Pleistoceno Medio-Superior al Holoceno, para las terrazas T3 a T1.

4.6.3 Morfología de los sistemas de terrazas de los ríos


Maipo y Mapocho
Se estudió la geometría del sistema de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho, con respecto
al cauce actual del río, de manera de determinar qué deformación han experimentado
durante su historia pleistocena-holocena.

4.6.3.1 Geometría del sistema de terrazas del Río Maipo entre Puente Alto
y El Melocotón

Para determinar la deformación del sistema de terrazas del Maipo con respecto a la actividad
de la Falla San Ramón en el frente cordillerano, se realizó una serie de perfiles
perpendiculares al cauce del Río Maipo, donde se graficó la cota de cada terraza en función

179
de su altura respecto del cauce actual del río, para cada perfil (Figura 4.27), de forma similar
a lo realizado por Ormeño (2007).

Figura 4.27: Localización de los perfiles transversales al cauce de los ríos Maipo y Mapocho para
determinar la morfología de las terrazas.

Las terrazas del Río Maipo, entre Puente Alto y El Melocotón, muestran la siguiente
geometría (Figura 4.28):

i) T4: Tiene una altura de 70 m sobre el río en San José de Maipo y llega hasta los
140 m en el frente cordillerano.

180
ii) T3: Tiene una altura promedio de 25 m sobre el río en San José de Maipo, y en el
frente cordillerano tiene una altura promedio de 75 m.

iii) T2: En San José de Maipo tiene una altura aproximada de 12 m sobre el río, y en
el frente cordillerano alcanza alturas promedio de 20 m.

iv) T1: Está entre 3 m sobre el nivel del río en el sector de San José de Maipo y 7 m
sobre el nivel del río en el frente cordillerano.

Según se muestra en la Figura 4.28, las terrazas del Río Maipo se encuentran deformadas
en un patrón en abanico, es decir divergente aguas abajo entre la localidad de El Melocotón
y el frente cordillerano, y que es consistente con la actividad de la Falla San Ramón como
falla inversa y deformación progresiva a escala del Pleistoceno Medio, Superior-Holoceno.

181
Figura 4.28. Geometría de los sistemas de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho con respecto al nivel del cauce del río respectivo. En la figura inferior
se muestra el sistema de terrazas del Río Maipo, en la figura superior el del Río Mapocho, en las dos figuras se aprecia deformación en patrón de
abanico en que las terrazas divergen. Se muestran las edades OSL de las terrazas del Maipo.

182
4.6.3.2 Geometría del sistema de terrazas del Río Mapocho entre El
Arrayán y el Cerro Calán

Para el Río Mapocho se realizó un análisis similar de la altura de las terrazas versus la cota
del cauce, con el fin de determinar su geometría (Figura 4.28).

Debido a las dificultades para la preservación de las terrazas en un sistema más pequeño y
que es más abierto al salir del valle de Santiago, si bien se distingue el mismo patrón de
deformación, la cantidad de información es menor que la que se obtuvo del sistema de
terrazas del Río Maipo.

Los depósitos correspondientes a la terraza más antigua T4 sólo se encuentra en los cerros
Calán y Apoquindo, y los depósitos equivalentes a T3 tienen influencia de depositación
lateral, a partir de pequeñas quebradas y laderas, que sobredimensionan la altura de la
superficie de la terraza sobre el río.

La geometría del sistema de terrazas se puede resumir como sigue:

i) T4: Esta terraza se preserva solamente en el frente cordillerano. Se encuentra a 160 m


sobre el nivel del río. Que corresponde a la altura de los depósitos fluviales más altos
del cerro Calán con respecto al cauce actual del Mapocho.

ii) T3: Esta terraza está en promedio 70 m sobre el nivel del río en el sector más
occidental donde se reconoce, cercano al frente cordillerano. En el sector de El
Arrayán alcanza 90 m sobre el nivel del río. Aguas arriba, en el sector más oriental
donde se observó, sin estar influenciada por depósitos laterales, está a un promedio de
30 m sobre el nivel del río.

iii) T2: La terraza se encuentra a 20 m sobre el nivel del río en el sector de la traza de la
Falla San Ramón. En el sector del Arrayán está a un promedio de 30 m sobre el nivel
del río y aguas arriba alcanza a los 15 m sobre el nivel del río.

iv) T1: La terraza T1 en el Río Mapocho no es distinguible de la terraza T0, que ocupa el
cauce actual del río, al menos a la resolución de las bases topográficas disponibles.
Por esta razón no se consideró para este análisis tectónico.

A la vez, se reconoce para el Río Mapocho, un gradiente mayor que el del Río Maipo, lo cual
favorece la poca preservación de terrazas y mayor erosión del cauce.

183
4.7 Relación entre las terrazas fluviales del Maipo y
los depósitos aluviales del frente cordillerano
Las relaciones cronoestratigráficas entre los depósitos del frente cordillerano y las terrazas
del Río Maipo pueden determinarse a partir de la ocurrencia de los niveles de ceniza en
ambos depósitos, así como a partir de las relaciones morfoestratigráficas. Depósitos de
ceniza de características sedimentológicas y mineralógicas similares a los de la Ignimbrita
Pudahuel (Wall et al., 1996) se encuentran tanto en la terraza T3 del Maipo como en los
depósitos del Pleistoceno medio y superior del piedemonte a los pies del frente cordillerano
(Rauld, 2002), que, asumiendo que corresponden al mismo evento, permiten asociar
cronológicamente estas unidades. Esto, junto al hecho de que la incisión del río en T3 es
equivalente a la altura de los escarpes que afectan los depósitos del Pleistoceno Medio y
Superior en el sistema de terrazas del Maipo, permite sustentar dicha correlación.

En el caso de las terrazas T2 y T1 del sistema del Maipo, es posible correlacionarlas


morfoestratigráficamente con los depósitos del piedemonte a los pies del frente cordillerano
(Figura 4.4), ya que corresponden a las familias de depósitos más recientes posteriores a T3.
La terraza T2 se encuentra desplazada del orden de 20 m sobre el río (Figura 4.28) en el
frente cordillerano, mientras que los depósitos del Pleistoceno Medio y Superior están
desplazados entre 20 y 60 m, lo que es el mismo orden de magnitud. La terraza T1 puede
relacionarse morfológicamente con los depósitos del Pleistoceno Superior y Holoceno, ya
que ambas unidades no son deformadas por la falla, en una cantidad importante.

4.8 Síntesis de resultados


En este capítulo se realizó una descripción de los depósitos cuaternarios asociados al frente
cordillerano occidental. Estos son (a) el piedemonte al este de Santiago, entre los ríos Maipo
y Mapocho, que forma un sistema de abanicos aluviales con edades inferidas que van del
Pleistoceno Inferior al Holoceno; y (b) los sistemas de terrazas fluviales de los ríos Maipo y
Mapocho, junto con el sistema de abanicos del río Maipo asociado a las terrazas, también de
edades que van desde el Pleistoceno Inferior al Holoceno.

Las unidades morfoestratigráficas que constituyen los depósitos mencionados anteriormente


están deformadas por la Falla San Ramón. Los abanicos aluviales del piedemonte del frente
cordillerano de Santiago están cortados por escarpes de falla con saltos topográficos de
entre 200 y 3 m, y los sistemas de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho se encuentran

184
deformados con una patrón divergente aguas abajo, que es consistente con la deformación
producida por una falla inversa en el frente cordillerano.

Se reconoce un pequeño escarpe al norte de la Quebrada de Macul que ha sido levantado,


topográficamente, mediante GPS diferencial y con el método de difusión de escarpes se ha
estimado su edad en Holoceno o Pleistoceno Superior.

185
5. El Frente Andino Occidental como elemento
tectónico de primer orden en Los Andes, y la
Falla San Ramón dentro de este contexto.

En este capítulo se analiza la importancia que tiene el Frente Andino Occidental en la


orogénesis de Los Andes, dentro de un nuevo modelo estructural para esta cadena, y cómo
la Falla San Ramón es la expresión superficial esta estructura de mayor importancia de Los
Andes, junto con la amenaza sísmica que esta falla representa para Santiago.

El tema se discute en el artículo de Rolando Armijo, Rodrigo Rauld, Ricardo Thiele, Gabriel
Vargas, Jaime Campos, Robin Lacassin y Edgar Kausel (2010): "The West Andean Thrust,
the San Ramón Fault, and the seismic hazard for Santiago, Chile", publicado en Tectonics
(29(2): TC2007) y que se incluye en el capítulo 5 de este documento.

186
5.1 Artículo “The West Andean Thrust, the San Ramón
Fault, and the seismic hazard for Santiago, Chile”.

187
5.1.1 Introduction
The Andean orogeny is considered the paradigm for mountain belts associated with
subduction plate boundaries [e.g., Dewey and Bird, 1970; James, 1971]. Yet, no mechanical
model can explain satisfactorily the Andean mountain building process as a result of forces
applied at its nearby Subduction Margin, along the western flank of the South America
continent [e.g., Lamb, 2006]. Part of the problem arises from a geometric ambiguity that is
readily defined by the large-scale topography (Fig. 1): the Andes mountain belt is a doubly
vergent orogen that has developed a large Back-Thrust Margin at its eastern flank, with
opposite (antithetic) vergence to the Subduction Margin. To avoid confusion, the tectonic
concept of Subduction Margin used here is equivalent to the pro-flank (or pro-wedge) concept
used for collisional belts [Malavieille, 1984; Willett et al., 1993; Adam and Reuther, 2000;
Vietor & Oncken, 2005] and is preferred to the magmatic concept of fore-arc, which has
nearly coincident horizontal extent (Fig. 1). Similarly, the notion of Back-Thrust Margin is used
as an equivalent to that of retro-flank (or retro-wedge) in collisional belts.

The doubly vergent structure of the Andes mountain belt is defined by distinct orogenic thrust
boundaries at the East and West Andean Fronts (Fig. 1). While the East Andean Front
coincides with the basal thrust of the Back-Thrust Margin over the eastern foreland (the South
America continent), the orogenic West Andean Front is located at significant distance from
the basal mega-thrust of the Subduction Margin. There is a wide western foreland (~200 km
wide horizontally) separating the orogenic West Andean Front from the subduction zone,
which is designated here as the Marginal (or Coastal) Block. Consequently a fundamental
mechanical partitioning occurs across the Subduction Margin and the Marginal Block,
between the subduction interface, a mega-thrust that is responsible of significant short-term
strains and the occurrence of repeated large earthquakes, and the West Andean Front thrust
that appears important in regard to the long-term cumulative deformation and other processes
associated with the Andean orogeny. However, very few specific observations are available
at present to describe and to model this fundamental partitioning.

It is generally admitted that the high elevation of the Andes and of the Altiplano Plateau result
from crustal thickening (up to ~70 km thickness), which is associated with significant tectonic
shortening (up to ~150-300 km shortening) and large-scale thrusting of the Andes over the
South-America continent (the South-America craton plus other terrane accreted to the
western margin of Gondwana in the Late Palaeozoic), at the Back-Thrust Margin [Wigger et

188
al., 1994; Allmendinger et al., 1997; Kley and Monaldi, 1998; Kley, 1999; Kley et al., 1999;
Coutand et al., 2001; ANCORP, 2003; Oncken et al., 2006]. On the other hand, the role of the
Subduction Margin and of the West Andean Front in the thickening processes is often
considered negligible [e.g., Isacks, 1988]. Yet the Andean Subduction Margin stands as one
of the largest topographic contrasts on Earth (up to ~12 km), substantially larger than its
Back-Thrust counterpart (Fig. 1). The present study is aimed at revising our knowledge of the
large-scale tectonics of the Andes and its interaction with subduction processes. So we
specifically deal with the overlooked West Andean Front associated with the Subduction
Margin and we attempt to reassess its relative importance during the Andean orogeny.
Purposefully, we choose the region of the Andes facing Santiago, because it includes a key
section of the Andes crossing a key structure: the San Ramón Fault.

We analysed and revised critically the Geomorphology and the Geology of the Andes
covering the region near Santiago between ~33°S and ~34°S (Figs. 1 and 2a) and focusing
on morphologically active tectonic features to assess the seismic hazard associated with the
West Andean Front. Santiago nestles in the Central Depression, which for long has been
described as an extensional graben, bounded to the east and west by normal faults [Brüggen,
1950; Carter and Aguirre, 1965; Thiele, 1980]. In our work, we show that the San Ramón
Fault, crossing the eastern outskirts of Santiago, is a major active fault with many kilometres
of thrust slip [Rauld, 2002; Rauld et al., 2006; Armijo et al., 2006]. The West Andean Front as
defined by the San Ramón Fault is precisely where the Quaternary and older sediments of
the Central Depression are overthrusted by the deformed rocks of the Principal Andes
Cordillera.

Our study of the San Ramón Fault aims at describing fault scarps at a range of scales
(metres to kilometres) along with uplift of datable morphological surfaces to determine slip
rates over a range of ages (103 yrs to 107 yrs). We combine high-resolution air photographs
and digital topographic data with a detailed field survey to describe the morphology of the
piedmont and fault scarps across it. Large cumulative scarps and single event scarps can be
identified and mapped with good accuracy. Fault parameters (length of segments, fault dip,
and possible fault slip rate) can be discussed with a view to assess seismic hazard. The
multi-kilometric-scale folding of the San Ramón structure during the past tens of Myr can be
used to constrain the thrust geometry to depths down to ~10 km and more.

189
At the large scale, key tectonic observations were gathered and analysed critically throughout
the study region, to incorporate our observations of the San Ramón Fault into a complete
tectonic section across the Andes, from the Chile Trench to the stable basement of South-
America (see location in Figs. 1 and 2). This unifying approach allows us to set together,
strictly to scale, the most prominent Andean tectonic features, specifically the West Andean
Front, which as we show, appears associated with the large-scale West Andean Thrust
(WAT). We discuss the main results emerging from this study, particularly the true geometry
and possible tectonic evolution of this segment of the Andes, which allow us to reassess the
role of the Subduction Margin and to suggest a broad range of implications that challenge the
Andean orogeny paradigm.

5.1.2 Tectonic framework


The deformation styles generally described along the Andes are based almost exclusively on
the structure of its Back-Thrust Margin [Kley et al., 1999; Ramos et al., 2004]. Two different
large-scale sections can be used to characterize the doubly vergent margins of the Andes;
one at 20°S latitude crossing where the belt is largest and its structure fully developed, the
other at 33.5°S where the belt is relatively narrow and less developed (Fig. 1). The first
section (profile A) crosses the largest Andean back-thrust, namely the Sub-Andean Belt,
which is a thin-skinned thrust belt detached over the basement of stable South-America [e.g.,
Mingramm et al., 1979; Allmendinger et al., 1983; Kley, 1996; Schmitz and Kley, 1997].
Clearly, the basal detachment of the Sub-Andean Belt (reaching the surface at the East
Andean Front, Fig. 1) is very distant from the trench (850 km), thus also from forces applied
across the subduction plate boundary. The second section (profile B, Fig. 1; see also Figs. 2a
and 2b for location of tectonic elements) includes another classical example of Andean
back-thrust, which is the thin-skinned Aconcagua Fold-Thrust Belt (AFTB) [Ramos, 1988;
Ramos et al., 1996b; Giambiagi et al., 2003; Ramos et al., 2004]. However, this belt is not
located along the eastern flank of the Andes Mountains, but right in the middle of them (see
profile B in Fig. 1 and Fig. 2 a-b) . The basal detachment of the AFTB is shallow (~2-3 km
depth) and its front found at high elevation (~4000 m), atop a huge basement high of the
Andes (the Frontal Cordillera). So at present there is no clear flexural foreland basin directly
in front of the basal detachment [Polanski, 1964; Ramos, 1988; Ramos et al., 1996b;
Giambiagi et al., 2003]. Therefore, identifying the AFTB with the main Back-Thrust Margin of

190
the Andes is problematic. Mitigating this problem, a late thick-skin basement thrusting at the
eastern flank of the Frontal Cordillera is proposed [Giambiagi et al., 2003; Ramos et al.,
2004].

In contrast with back-thrusts, synthetic thrusts along the western flank of the Andes are poorly
known. However, the two sections used for comparison (profiles A and B, Fig. 1) reveal a
clear, continuous West Andean Front that is expressed in the topography at ~200 km
distance from the trench and which appears larger and sharper than features at the same
latitude along the Back-Thrust Margin. The paucity of seismic activity associated with this
major synthetic contact may be a real feature, but may also result, at least in the region south
of 33°, from lack of an appropriate local network [Pardo et al., 2002; Barrientos et al., 2004].
The most studied part of the West Andean Front is in northern Chile (along profile A, Fig. 1),
where large volumes of Neogene volcanic rocks blanket its structure and obscure its tectonic
significance, remains under debate [Isacks, 1988; Muñoz and Charrier, 1996; Victor et al.,
2004; Farías et al., 2005; García and Hérail, 2005; Hoke et al., 2007]. By contrast, the West
Andean Front is particularly well exposed by the tectonic section at the latitude of Santiago,
capital of Chile (profile B in Fig. 1), which is the region retained for this study. The
physiographic map in Figure 2a displays the main tectonic belts in that region and the
structural map of the Andes in Figure 2b focus on its fundamental elements, as defined at
33°S – 34°S latitude.

Some characteristic elements of the Central Andean physiography have been defined in the
region around Santiago. South of 33°S and for more than 1000 km, the western 230-250 km
wide fraction of the Subduction Margin between the trench and the western flank of the
Principal Cordillera is characterized by three parallel zones (Figs. 1, 2a): an offshore
Continental Margin ~100-130 km wide; a Coastal Cordillera ~30-60 km wide, made of mature
landforms peaking at more than 2000 m elevation; and a flat Central Depression ~30-60 km
wide and averaging ~500 m in elevation near Santiago, which is filled with less than 1 km of
quaternary sediments. Structurally those three zones together represent the western foreland
of the Andes (the Marginal or Coastal Block). East of the Marginal Block, a large region with
elevation over 1 km associated with the Andes extends at this latitude over a total width of
~200 km. However, the Andes mountain belt strictly, with elevation >2 km, is restricted to a
narrower western belt, which is only about 100 km wide, including the Principal Cordillera
(which in turn includes the AFTB) and the Frontal Cordillera (Figs. 1, 2). Santiago is located in
the Central Depression facing the West Andean Front of the Principal Cordillera where it is

191
particularly well defined by the topography (profile B, Fig. 1). Despite its accepted
designation, the “Frontal” Cordillera is flanked to the West by the Principal Cordillera and to
the East (north of 33°S) by the Precordillera (Fig. 2a), so it appears located far from any
major structural front (i.e., the East and West Andean Fronts; profile B, Fig. 1). The tectonic
significance of the Frontal Cordillera appears capital and thus is addressed along with later
discussions in this paper.

The study region is immediately south of 33°S latitude (Fig. 2) where significant lateral (along-
strike) changes in the Andean tectonics, topography and volcanism appear associated with
changes in the shape of the trench and in the dip of the subducting slab, i.e., the Nazca Plate
under the South-America Plate [Isacks, 1988, Cahill and Isacks, 1992]. Those changes may
in turn be associated with subduction of the Juan Fernandez Ridge [von Huene et al., 1997;
Gutscher et al., 2000; Yañez et al., 2001]. At 33°S, the average strike of the Benioff zone
bends ~15° as defined from the trench down to 100 km depth (from N20°E south of 33°S to
N5°E north of 33°S). South of 33°S, the lower part of the subducting slab (between 100 and
150 km depth) appears to dip steeply (~35°) whereas for the same depth range a flat slab
geometry is suggested immediately north of that latitude [Cahill and Isacks, 1992]. This
change in the subduction geometry would explain the presence of active volcanism to the
south of 33°S and its absence north of 33°S, where volcanism has ceased at ~10 Ma [Kay et
al., 1987; Isacks, 1988].

The physiography of the west Andean flank also changes to some extent in front of the “flat
slab” segment (between 33°S and 27°S). The western boundary of the Principal Cordillera
shifts westwards, the Central Depression disappears and the West Andean Front is
expressed by a wide, gradual topographic contrast. North of 27°S the West Andean Front is
again very sharp in the topography (profile A, Fig. 1). Changes of the physiography in front of
the “flat slab” segment are more significant along the eastern flank of the Andes, where the
Precordillera and the Sierras Pampeanas are defined (Fig. 2a). The Precordillera is a belt
located to the East of the Frontal Cordillera and separated from it by a narrow depression
(Uspallata-Iglesia basin). It is described as a thin-skin back-thrust belt involving Palaeozoic
rocks (Palaeozoic cover of Cuyania terrane [Ramos, 1988]) and absorbing significant tectonic
shortening, similar to the Sub Andean Belt [Allmendinger et al., 1990]. East from the
Precordillera are found the thick-skinned Sierras Pampeanas, which correspond to several
thrust blocks within the basement of Gondwanan South-America [Allmendinger et al., 1990;
Ramos et al., 2002; Ramos, 1988] (see Fig. 2a for location of these belts).

192
Geologically, the front of the Principal Cordillera east of Santiago crosses the deep, very long
(several 103 km long) and relatively narrow (of the order of 102 km wide) Andean Basin that
can be followed nearly parallel to the Andes between the equator and lat 48°S [Mpodozis and
Ramos, 1989; Vicente, 2005]. This huge feature (in yellow and labelled AB in profiles A and
B, Fig. 1) has earlier been called the Andean “Geosyncline” [e.g., Auboin et al., 1973] and
appears closely associated with subduction and Andean cycle orogenic processes operating
continuously along the western margin of the South America continent since the Jurassic.
The Andean Basin is formed of Early Jurassic to Miocene volcanics, volcanic-derived rocks,
clastics and some marine rocks with an overall thickness of ~12-15 km or more [Mpodozis
and Ramos, 1989; Robinson et al., 2004] (for a thorough stratigraphical review see Charrier
et al. [2007]). Those rocks have been deposited over the pre-Andean basement assemblage
consisting of magmatic and metamorphic rocks amalgamated, during the Early to Middle
Palaeozoic, with the western margin of Gondwana (south of 15°S under the Andean Basin
are found specifically the Arequipa-Antofalla, the Mejillonia and the Chilenia terranes [e.g.,
Hervé et al., 2007; Charrier et al., 2007; Lucassen et al., 2000; Ramos, 2008; Vaughan and
Pankhurst, 2008]). At the latitude of Santiago, the western side of the Andean Basin along the
Coastal Cordillera overlays the extreme west margin of the pre-Andean Gondwana basement
(west margin of the Chilenia terrane), which is made of a metamorphic accretionary prism
system (involving rocks of Palaeozoic and possibly Late Proterozoic age [see Hervé et al.,
2007 and references therein]), intruded by a granitoid batholith of Late Palaeozoic age [e.g.,
Mpodozis and Ramos, 1989; Hervé et al., 2007]. The thick rock pile that has accumulated in
the Andean Basin has undergone extensive burial metamorphism with low-grade, sub-
greenschist facies [e.g., Levi et al., 1989; Aguirre et al., 1999; Robinson et al., 2004 and
references therein]. The Andean Basin started to form in a back-arc environment, which
lasted stable until the end of the Mesozoic [Mpodozis and Ramos, 1989; Charrier et al.,
2007]. Then progressive eastward migration of the magmatic arc during the Late Cretaceous
and Cenozoic, which may be associated with subduction erosion processes [Coira et al.,
1982; Scheuber et al., 1994; Kay et al., 2005; Charrier et al., 2007], has ultimately put most of
the basin in its present fore-arc position (see profiles A and B, Fig. 1).

The first-order structure of the Andean Basin in our study region is simple, but with a clear
asymmetry. In its western (external or coastal) flank, the Jurassic rocks at the base of it rest
unconformably, with relatively shallow eastward dip (~25° on the average, but increasing
eastward to maximum values of ~40°), on top of the pre-Andean basement rocks of the

193
Marginal Block, which crop out at relatively low elevation (no more than ~300 m) in the
Coastal Cordillera. In its eastern (internal or Andean) flank, the equivalent Jurassic rocks at
the base of the Andean Basin rest unconformably on top of basement rocks of similar pre-
Jurassic age, but situated in a structural high cropping out at more than 5 km elevation in the
Frontal Cordillera (Figs. 1 and 2b). The Frontal Cordillera high is a large arched ridge
elongated in N-S direction, of which the top surface is made of the Permian-Triassic Choiyoi
Group. These rocks overly the magmatic and metamorphic, Protero-Palaeozoic, Gondwana
basement (considered as Chilenia terrane in the Frontal Cordillera [see Mpodozis and
Ramos, 1989; Heredia et al., 2002; Llambías et al., 1996a]). The basal sedimentary contact
of the Andean Basin rocks over Triassic and basement rocks of the Frontal Cordillera has
shallow westward dip (Fig. 2b). However, west of the Frontal Cordillera, the sediments of the
Andean basin in the high Principal Cordillera (which includes the AFTB) are strongly
deformed with dominant very steep westward dip across most of the AFTB. That steep
westward dip appears the main characteristic of the eastern flank of the Andean Basin (Fig.
2b) and a result of strong pervasive shortening across the whole Principal Cordillera. Hence,
overall the Andean Basin emerges as a crustal-scale asymmetric syncline inclined westward,
located west of the main basement high of the Andes (the Frontal Cordillera) and thus
structurally constituting the original western foreland basin with respect to the Andean belt.
However, the present-day mountain front of the Principal Cordillera intersects that large
syncline in the middle, so reducing the actual width of the foreland (profile B, Fig. 1). The
same tectonic configuration is observed 800 km northwards along strike for the Subduction
Margin of the Andean belt (profile A, Fig. 1).

Summarizing the foregoing, the West Andean Front near Santiago appears as a major
tectonic contact between the Principal Cordillera, which corresponds to the pervasively
shortened eastern side of the Andean Basin, with significant westward dip, and the Marginal
Block, which constitutes the relatively shallow dipping western side of the Andean Basin and
is devoid of significant Andean deformation [Thiele, 1980] (Fig. 1). It has been shown recently
that this fundamental contact is not a normal fault as stated by the general belief for more
than half a century [Brüggen, 1950; Carter and Aguirre, 1965; Thiele, 1980; Nyström et al.,
2003], but an important thrust system [Rauld, 2002; Rauld et al., 2006; Armijo et al., 2006].
The observations of the San Ramón Fault along the West Andean Front in the following
section define constraints on the tectonic mechanisms by which the significantly shortened

194
Principal Cordillera overthrusts the relatively rigid western foreland represented by the
Marginal Block, which in turn overthrusts the even stiffer Nazca Plate at the subduction zone.

5.1.3 The San Ramón Fault


5.1.3.1 The basic observations

Cerro San Ramón is the 3249 m high peak on the mountain front that overlooks the city of
Santiago from the East and gives the name to the fault at its base (Fig. 3a). The
corresponding west vergent San Ramón frontal structure, which is interpreted and discussed
hereafter, is determined by structural elements mapped accurately in Figure 3b, which are
displayed in an EW sectionconstructed below the structural map in Fig. 3b and extended for
tectonic interpretation in Figure 3c. The trace of the San Ramón Fault bears a morphological
scarp that is readily visible across the piedmont in the outskirts of the city [Tricart et al.,

1965; Borde, 1966]. However, the detailed mapping of the San Ramón Fault has been
prompted only once it was recently identified as an active thrust representing seismic hazard
for Santiago [Rauld, 2002; Rauld et al., 2006; Armijo et al., 2006] (Fig. 4). Techniques used to
describe the San Ramón Fault include satellite imagery, high-resolution air photographs and
Digital Elevation Models (DEM’s) at three different scales, which were combined
systematically with published geological maps [Thiele, 1980; Gana et al., 1999; Sellés and
Gana, 2001; Fock, 2005] and detailed field observations (e.g., Fig. 5). Various sources of
accurate digital topography (particularly SRTM with 90 m horizontal resolution and a DEM
with ~30 m resolution derived from 1:25.000 scale local maps) and imagery (Landsat 7, ortho-
rectified geo-referenced SPOT images with resolution of 5 m, and aerial photographs) have
been used to constrain the morphology and the structure at the scale of kilometres (Figures
3a and 3b). For the piedmont scarp, a DEM based on photogrammetry (horizontal resolution
of 10 m; vertical precision of 2.5 m)(Fig. 6) and various sets of aerial photographs were used
(Servicio Aerofotogramétrico (SAF) Fuerza Aérea de Chile, scales 1:70000 (1995) and
1:50000 (1997)). Because large parts of the piedmont scarp are now obliterated by human
settlement, old air photographs (taken in 1955 by Instituto Geográfico Militar, scale 1:50000)
were used to determine the exact position of the fault trace. So the morphological and
tectonic features could be mapped at 1:5.000 scale, then the overall information compiled in a
map at

195
1:25.000 scale (Fig. 4). To characterize a smaller-scale fault scarp across young alluvium, a
higher-resolution DEM (horizontal resolution of 2 m; vertical precision of 10 cm) was created
over an area of ~400 x 300 m2 using a DGPS survey (Fig. 7).

5.1.3.2 The multi-kilometric frontal thrust: shallow structure, morphology


and stratigraphy

The shortening structures affecting the Cenozoic sequences of the western Principal
Cordillera are very well defined and well exposed in the San Ramón massif and the
Farellones Plateau, which are located immediately eastward of the San Ramón Fault (Fig.
3b). That frontal shortening appears associated with significant structural uplift of the Principal
Cordillera relative to the Central Depression. A first-order measure of that uplift is given by the
recent morphological evolution, in particular, the incision of deep canyons across the
Farellones Plateau by rivers Mapocho and Maipo, and its tributaries Molina and Colorado,
respectively (Fig. 3a). The reasoning behind the foregoing is as follows. The total incision
observed at the present is of the order of ~2 km and it has necessarily occurred since the
time the Farellones Plateau formed as a continuous and relatively flat surface (now at
elevation of ~2200-2500 m) atop a pile of Miocene volcanic lava flows (Fig. 5a). Mostly
coevally with the incision of the canyons, the Mapocho and Maipo rivers appear to have
discharged sediment in the Santiago basin (Central Depression), where a maximum of ~500
m of alluvium and colluvium of Quaternary and possibly Late Neogene age has accumulated
[Araneda et al., 2000]. The Central Depression therefore represents a relative base level
where at least part of the sediment supply provided by erosion of the Principal Andes is
trapped. However most of that sediment supply transits through the Central Depression and
Coastal Cordillera to be deposited on the Continental Margin and ultimately in the Trench
[e.g., von Huene et al., 1997]. Conversely, there is very little recent incision in the Central
Depression, which behaves mostly as a sedimentary basin. A mature relief with relatively
minor young incision by rivers characterizes the rest of the eastward-tilted Marginal Block,
formed by the eastward-dipping edge of the Andean Basin on top of Coastal Cordillera
basement rocks (Fig. 3c). This structure suggests that the whole Marginal Block has
experienced moderate, non-uniform, uplift associated with the eastward tilt, and gradual
erosion, possibly throughout a significant part of the Cenozoic. Hence, the cause of the
vigorous young incision of the Farellones Plateau and more generally of the whole Principal
Cordillera must be a relative base level drop localized at its boundary with the Central

196
Depression, so associated with thrusting and relative uplift at the West Andean Front,
deduced only from the morphology, of at least ~2 km.

The young uplift across the West Andean Front can be explained by some fault geometry and
kinematics, which evolve during a certain time span. The relatively simple fold thrust structure
of the San Ramón massif - Farellones Plateau, representative of the western Principal
Cordillera (Fig. 2b), is particularly fitted to the purpose, because it can be readily interpreted
as a growing west-vergent fault-propagation fold system (Figs. 3b and 3c). Kinematic models
describing faults propagating through layered rocks and generating folds ahead of their tip
lines [e.g., Suppe and Medwedeff, 1990] can be applied to the San Ramón structure. So if the
geometry and the timing of the deformation are sufficiently constrained, then deformation
rates can be derived.

The simplified structure depicted to 4 km depth in the San Ramón section (in Fig. 3b, below,
and in the box with plain colours in Fig. 3c) is well reconstructed from the direct observations
of the surface geology reported in our structural map (Fig. 3b). Uncertainties remain because
not all the layers in the volcanic sequences can be followed continuously, but we are
confident that the overall geometry constrained by the elements of our map is accurate, and
in any case, correct enough for the first-order estimates that we make below. This superficial
part of the section spans mostly continental deposits of Palaeogene-Neogene age, with the
Farellones Formation on top of the Abanico Formation [Thiele, 1980; Vergara et al., 1988,
Nyström et al., 2003]. The Abanico and Farellones Formations are regionally mapped one
over the other for more than ~300 km along the strike of the Andes (for thorough descriptions
and discussions of these two formations see Charrier et al. [2002] and Charrier et al. [2005]).
They represent the uppermost units deposited in the Andean Basin syncline. Folding in the
Abanico Formation is significant and it decreases gradually upward into the Farellones
Formation, so the contact between these two units is described as progressive, with no clear
time hiatus and no development of a regional unconformity [Godoy et al., 1999; Charrier et
al., 2002; Charrier et al., 2005]. The elusive definition of this contact has created confusion
and inconsistencies between the different published sections and maps [e.g., Kay et al.,
2005]. However, pronounced angular unconformities with the overlying Farellones Formation
are visible where localized deformation and erosion in the Abanico Formation is more intense,
as it can be appreciated in some spots along the San Ramón section (Fig. 3b, below). Folding
appears to have continued throughout and after deposition of the Farellones Formation, so
this unit is syntectonic. As a result the two formations (Abanico and Farellones) form a

197
progressively folded asymmetric synclinorium ~30 km wide at the centre of the Andean Basin
(Fig. 3c).

The Abanico Formation consists of volcaniclastic rocks, tuffs, basic lavas, ignimbrites and
interbedded alluvial, fluvial and lacustrine sediments [Charrier et al., 2002; Charrier et al.,
2005 and references therein], with a minimum exposed thickness of ~3 km in the western
flank of Cerro San Ramón (Fig. 3b). The maximum age range compiled regionally for the
Abanico Formation is from 36 Ma to 16 Ma, indicating a Late Eocene – late Early Miocene
age [Charrier et al., 2002]. More precisely, the K/Ar and 40Ar/39Ar dates in the huge stratified
pile of volcanic rocks of the Abanico Formation close to Santiago range from 30.9 to 20.3 Ma,
and are intruded by stocks, porphyry dikes and volcanic necks as young as 16.7 Ma [Gana et
al., 1999; Nyström et al., 2003; Vergara et al., 2004]. The more prominent pluton named La
Obra leucogranodiorite intruding the San Ramón massif (Fig. 3c) has a 40Ar/39Ar biotite age
of 19.6 ± 0.5 Ma [Kurtz et al., 1997].

The Farellones Formation as defined at its type section east of Santiago consists of a thick
series of intermediate and basic lava flows with volcaniclastic rocks and minor ignimbritic
flows [Beccar et al., 1986; Vergara et al., 1988]. Its thickness there is variable, of 1-2 km (Fig.
3b). The published K/Ar and 40Ar/39Ar dates as well as U-Pb zircon analyses in the
Farellones Formation east of Santiago range from 21.6 to 16.6 Ma [Beccar et al., 1986;
Nyström et al., 2003; Deckart et al., 2005]. Elsewhere the Farellones Formation may exceed
thicknesses of 2 km and span ages from Middle to Late Miocene [Charrier et al., 2002]. The
age of the Farellones Formation is also variable at the regional scale. Unconformable
volcanic rocks as old as 25.2 Ma are attributed to the Farellones Formation to the North of
Santiago, at 32°-33°S [Munizaga and Vicente, 1982]. The Farellones Formation is also
correlated southward with rocks of the Teniente Volcanic Complex (at ~34°S latitude), which
have K/Ar ages ranging from 14.4 to 6.5 Ma [Kay et al., 2005]. The large uncertainties on the
age of the Farellones Formation may stem from diachronism concomitant with progression of
unconformities, suggesting a North-to-South propagation of the onset of shortening
deFormation [Charrier et al., 2005].

The section in Figs. 3b and 3c suggests that the shortening deformation in the western
Principal Cordillera has occurred after deposition of most, but perhaps not all, of the Abanico
Formation. However, it could not have started after the deposition of the basal layers of the
Farellones Formation. So conservatively the onset of the shortening deformation is probably

198
in the Late Oligocene to the Early Miocene (~25-22 Ma) and strictly not later than 21.6 Ma,
consistent with the age inferred by Charrier et al. [2002] for the onset of the regional
shortening (interpreted by these authors as tectonic inversion) in the Abanico Formation.
Besides, most of the incision of the Farellones Plateau by the Mapocho-Molina and Maipo-
Colorado rivers has occurred after the Farellones Formation has been entirely deposited, so
significantly later than the initiation of the shortening. However, assigning a precise age for
the inception of this incision from the published data is difficult, because of the stratigraphic
uncertainty associated with the top of the Farellones Formation. Besides, apatite fission track
ages documented the western Principal Cordillera provide no further constraint, because they
fit well with depositional ages of the Abanico and Farellones Formations [Farías et al., 2008).
However, the young ages of lavas and plutons in the high-elevated mining districts of Los
Bronces and El Teniente (porphyry copper deposits intruding the Farellones Formation)
suggest that significant river incision has occurred after 5 Ma [Farías et al., 2008]. So,
conservatively, the incision of the Farellones Plateau could not have started earlier than ~16
Ma and it is still in progress, so occurring at a minimum long-term average rate of 0.125
mm/yr. Regardless of its rate, the young spectacular incision of the Farellones Plateau
suggests that the shortening process associated with the West Andean Front has continued
until the present.

5.1.3.3 The multi-kilometric frontal thrust: deeper structure, kinematics


and evolution

The section in Fig. 3c suggests that the San Ramón Fault has reached the surface with steep
eastward dip and producing a minimum throw of ~3.5 km (vertically measured from the
highest peak in the mountain front to the lowest point in the bedrock bottom of the Santiago
Basin). Besides, according to the reconstruction of the Abanico and Farellones Formations in
Fig. 3c, the total structural thrust separation across the San Ramón Fault (measured on the
~55° dipping fault plane, red half-arrow) would be of about 5 km (or ~4 km throw).
Correspondingly, the minimum average slip rate would be of the order of a few tenths of
mm/yr (0.2 mm/yr taking 5 km in 25 Myr). However, the growing fault-propagation fold
structure of the San Ramón massif implies that the fault has probably reached the surface
much more recently than 25 Ma. To derive deformation rates in such a structure, the deeper
geometry must be reasonably determined. The larger box with opaque colours in Fig. 3c
shows one possible simplified structure at depth that we deduce from regional maps [Thiele,

199
1980; Gana et al., 1999; Sellés and Gana, 2001; Fock, 2005], the known stratigraphy of the
Andean Basin [Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005; Robinson et al., 2004 and
references therein] and our own field observations. Our interpretation fulfils the most
important geological constraints, within uncertainties, and is intended to draw up a set of
first-order quantitative estimates, which are discussed below. It is clear that our observations
and interpretation of the structure evolution as a fault-propagation fold system imply a
continuing shortening process across the West Andean Front, from ~25 Ma to the present,
thus modifying drastically the concept of a regional shortening pulse (or a tectonic inversion)
ending not later than ~16 Ma [e.g., Charrier et al., 2002; Farías et al., 2008]. However, the
purpose here is to discuss the main first-order results, not the details of our structural
reconstruction, or the formal modelling of the fault-propagation folding and associated
uncertainties (e.g., using trishear formalism [Erslev, 1991]), which will be presented
elsewhere (Rauld et al., manuscript in preparation).

The San Ramón - Farellones Plateau structure, which appears representative of the western
Principal Cordillera (Fig. 2b), is seen at the surface as a series of leading and trailing
anticline-syncline pairs (for the fold and thrust vocabulary see McClay [1992]) growing bigger
progressively westwards, with a folding wavelength of ~8 km (Figs. 3b, 3c). That structure
requires a fault-propagation fold mechanism with appropriate footwall flat-and-ramp
geometry, to scale with the folding wavelength. The basal detachment underneath must have
dip gently eastward to explain the steady uplift of the Farellones Plateau. A likely location for
that detachment is close to the base of the Andean Basin, at ~12 km or more of
stratigraphical depth, where the well-known, regionally widespread thick layers of ductile
gypsum of Late Jurassic age should occur (Yeso Principal del Malm [Thiele, 1980]). These
layers are elsewhere associated with significant diapirism and décollement of the Mesozoic-
Cenozoic cover from the pre-Jurassic basement [e.g., Thiele, 1980; Ramos et al., 1996b].
The anticline-syncline pairs developing bigger westwards require a sequence of 3 or 4
steeply-dipping ramps branching off upwards from the basal detachment. Hence the tip line of
each ramp appears to have propagated westward progressively closer to the surface, in
agreement with the westward deformation gradient and with the frontal San Ramón Fault
ultimately reaching the surface. As a result of the deformation gradient, the Farellones
Formation appears to have been deposited mostly in a piggy-back basin configuration,
contained between large thrust structures at its eastern and western sides (the Quempo and
San Ramón thrust structures, respectively, Fig. 3c). This configuration has probably

200
preserved the Farellones Plateau located at the centre of the piggy-back basin from being
deformed as much as rocks of same age on its sides. Under such circumstances, the
Farellones piggy-back basin may have been syn-depositionally uplifted by hundreds of
metres without being much eroded. It may have also been syn-depositionally transported
westward by motion on the basal detachment, probably by kilometres.

The westward fault-propagating fold structure of the San Ramón - Farellones Plateau can be
restored to deduce amounts of shortening and uplift across the western Principal Cordillera
during the past ~26-22 Myr. The total horizontal E-W shortening across the Abanico
Formation according to our schematic section (measured by restoring the idealized thick layer
at the base of the Abanico Formation, between the two red triangles, see Fig. 3c) is ~10 km,
representing ~25% of the initial length. This includes 7-8 km of shortening due to folding and
nearly 3 km of discontinuous shortening across the San Ramón Fault. The basal detachment
goes from about 12 km to 10 km depth with 4.5° eastward dip beneath the Farellones
Plateau. With a dip that shallow, the slip on the basal detachment associated with the total
shortening of the Abanico Formation is also roughly 10 km.

Assessing the net uplift of the Farellones Plateau from the structure is difficult however,
because several effects may contribute to the total apparent uplift of 2 km deduced from the
incision by rivers. A basal slip of 10 km over the detachment ramp with 4.5° dip would
contribute about 800 m uplift of rocks under the Farellones Plateau. The second contribution
is penetrative shortening of the cover. Taking a reduced horizontal shortening of 5% (1/6 of
the total average) in a rectangle 10 km thick and 20 km wide under the Farellones Plateau
would produce 500 m of thickening of the cover above the décollement, which would
contribute by a similar amount to the uplift. A negative contribution should be taken into
account if some erosion of the top Abanico layers has occurred before deposition of the basal
Farellones layers (~300 m?). The last contribution would be the whole thickness of the lavas
that have piled up in the centre of the Farellones piggy-back basin (~1 km?). So despite the
large uncertainties in any of the foregoing structural effects, the amount of uplift that can be
deduced from summing them up does not appear inconsistent with the uplift deduced directly
from river incision. However, the uplift of rocks under the Farellones Plateau due to those
structural effects must have commenced much earlier than river incision of its top surface
(after 16 Ma). So the minimum incision rate of 0.125 mm/yr (2 km of incision in 16 Myr)
reveals a very weak constraint on uplift rates in the western Principal Cordillera.

201
Clearly the shortening, uplift and erosion rates are inhomogeneously distributed across the
Andes, because their respective intensity is causally connected [e.g., Charrier et al., 2002].
Uplift and subsequent erosion are stronger where shortening has been more intense, creating
a structural high. For example, since deposition of the Farellones Formation the incision rate
of the Maipo and Mapocho rivers across the intensely folded and faulted San Ramón frontal
range would be of 0.25 mm/yr (4 km of incision in 16 Myr), twice as much as across the
piggy-back Farellones Plateau, where folding is less intense (Fig. 3c). So the variation in the
degree of erosion in the Principal Cordillera appears intimately correlated with the structure
wavelength, which is relatively short. Under such conditions, no regional erosion surface (or
peneplain) can develop. This observation casts a serious doubt on the validity of the
approach used by Farías et al. [2008], who have identified a high elevated peneplain in this
region, used to describe quantitatively the Andean uplift and morphologic evolution.

The minimum average shortening rate across the San Ramón -Farellones Plateau structure
and the slip rate on its basal detachment since the inception of shortening are both of the
order of 0.4 mm/yr (10 km in 25 Myr). In principle, the slip rate on the San Ramón Fault can
be estimated for the time elapsed since its propagating tip line has crossed the base of the
Abanico Formation, but no direct observation is available to constrain that time. Assuming the
geometry in our section is valid (Fig. 3c), the westernmost ramp of the propagating thrust
system has formed after deposition of the Farellones Formation. Then the minimum long-term
average slip rate on the San Ramón Fault would be of about 0.3 mm/yr (5 km in 16 Myr), or a
throw rate of ~0.25 mm/yr (4 km in 16 Myr). This inference is consistent with most of the slip
on the basal detachment being transferred since 16 Ma to the San Ramón Fault, making of it
the frontal ramp of the Principal Cordillera.

5.1.3.4 The piedmont scarp

The San Ramón mountain front was first interpreted as the expression of a normal fault and
the sediments on its piedmont identified as mostly glacial in origin [Brüggen, 1950]. Recently
compiled geological maps still miss the piedmont scarp and interpret the piedmont sediments
as mostly derived from massive gravitational sliding [e.g., Gana et al., 1999]. However, the
geomorphology of the piedmont scarp was recognised long since [Tricart et al., 1965; Borde,
1966], but as yet ignored by geologists. Here we make a synthetic quantitative description of
the San Ramón piedmont scarp, building on previous work that to our knowledge is the first

202
attempt to elucidate the faulting processes behind that scarp [Rauld, 2002; Rauld et al., 2006;
Armijo et al., 2006]. A more detailed analysis will be presented elsewhere [Rauld et al., in
preparation].

The best surface expression of the San Ramón Fault is found along the 14-15 km-long
segment with a sharp fault trace at elevation between 800 m and 900 m, approximately
between Cerro Calán and Quebrada de Macul, so covering a large part of the 25 km
separating rivers Mapocho and Maipo along the San Ramón mountain front (Figs. 3a, 4 and
6). The quality of the exposure stems from the occurrence of a ~3 km wide piedmont (roughly
between 700 m and 1000 m elevation) formed by rough stratified alluvium and colluvium,
which is clearly cut by the trace of the fault. The exposure of structural features in that rough
and little dissected material is not only poor and scarce, but also heavily hampered by
urbanization. So most of the information described here derives from the morphology, wich is
well constrained by the accurate digital topography and imagery. The piedmont has generally
regular slopes, reaching a maximum of ~7° by the mountain front and decaying gradually
downwards, away from it (Fig. 6). Those relatively gentle slopes are sharply cut and offset by
the scarp, creating an upthrown piedmont balcony that overlooks Santiago (Fig. 5b; the
centre of Santiago is at ~550 m elevation).

The southern part of the scarp has a N5°W strike on the average, but approximately from
Quebrada San Ramón northward, toward the Mapocho river, it turns into a N25°W strike (Fig.
4). That northern part of the fault scarp is characterised by a string of three arch-shaped hills
(Los Rulos, Apoquindo and Calán hills; Figs. 4, 5c and 6) overhanging by 100-300 m the rest
of the upthrown piedmont. So sediments cropping out in those hills appear stratigraphically
older than those in the gently sloping piedmont. The hills correspond to eroded remnants of a
gentle NW-striking anticline structure deforming the Quaternary sediments, particularly the
alluvium deposited by river Mapocho. Layers of fluvial sands and gravels are tilted
northeastward (so towards the mountain side, opposite to the drainage direction of the
Mapocho river) reaching dips up to 30° along the northeast limb of the anticline (Fig. 5d).
Development of stepped terraces in the valleys that cross the fold structure (like in Quebrada
Apoquindo; see map in Fig. 4), suggests that those terraces have formed during alternating
periods of erosion and aggradation, which have occurred syntectonically across the forming
anticline. Subsidiary reverse faulting is observed in the anticline (Fig. 4; map and section A).
However, the folding of the 5 km long, 1.5 km wide anticline appears to involve folding at the
same scale of the underlying bedrock (Abanico Formation), which forms the core of Los

203
Rulos and Apoquindo hills (Fig. 4; section A). So the presence of the Los Rulos-Apoquindo-
Calán bedrock anticline may be indicative of some near-surface complexity in the process of
fault propagation in this area, as is tentatively illustrated in section A (Fig. 4).

Between the prominent Quebradas San Ramón and Macul is the younger, most regular part
of the piedmont, where only minor streams traverse its surface (Fig 4). Unlike the arched
northern part of the piedmont fault scarp, the gently inclined piedmont here expresses no
surface folding, suggesting that no significant near-surface complexity of the fault plane
occurs in the bedrock behind (Fig. 4; map and section B). However, the piedmont sediments
cover an erosion surface at the foot of the mountain front, so if an earlier bedrock structural
complexity had occurred, it has been erased by that erosion. The piedmont surface is made
of a series of contiguous alluvial fans forming a bajada. Modern streams have caused fan
head entrenchment across the bajada on the upthrown block. The lower end of entrenchment
reveals clearly the trace of the piedmont fault, because the modern streams incising the
bajada grade to the top surface of the downthrown block, west of the fault scarp, where the
modern alluvial fans are being deposited (Fig 4). Between the streams on the upthrown block,
the top surface of the bajada is abandoned and well preserved from surface erosion.
However, the continuation of that top surface on the downthrown block is partly covered by
the modern alluvium. The modern deposition of alluvium by recent fans on top of that older
piedmont surface appears modest, within mapping uncertainties of the modern fans on top of
the older piedmont surface. May be not more than ~20 m sediment thickness have been
accumulated by the small alluvial fans fed by the small streams in this part of the piedmont,
while ~100 m thickness of recent alluvium may have been accumulated by the fault scarp by
the larger fans in front of Quebradas San Ramón and Macul.

The morphology of the San Ramón piedmont bajada is well determined by the DEM (Fig. 6).
Profiles across this topography provide a precise measure of the piedmont fault scarp
(profiles labelled a to e). Then, the apparent component of vertical slip (throw) derived from
the topography varies between a minimum of 30 m and a maximum of 60 m within an
uncertainty of ~10%. Strictly, these are minimum estimates for the piedmont offset. However,
because erosion of the piedmont surface on the upthrown block is negligible and the
thickness of modern deposition of alluvium in this part of the downthrown block appears
modest, then retaining a minimum average throw of 60 m as an estimate of the piedmont
offset appears reasonable.

204
To date the rough heterogeneous material of the offset piedmont is difficult. The alluvium of
the piedmont is formed of a poorly-layered and poorly-sorted sequence of boulders and
angular pebbles embedded in a matrix composed of silts and clays, locally including layered
gravels, sand lenses of fluvial origin and conspicuous lenses of volcanic ash. Hence a
significant part of the piedmont sediment appears to have been deposited by debris flows and
mudflows. A modern example is the catastrophic mudflow of 1993, triggered by a flash flood
rain in the nearby slopes of the San Ramón massif, which contributed with up to ~5 m
thickness of new sediment over an area of ~3-4 km2 on the large fans at the exit of
Quebradas San Ramón and Macul (Fig. 4, map).

However, the frequent occurrence of ash lenses exposed in the upthrown block of the San
Ramón piedmont may provide us with an accurate stratigraphical mark [Brüggen, 1950;
Tricart et al., 1965; Rauld, 2002] (Fig. 4, map). The ash lenses of the San Ramón piedmont
can be correlated with the pumice deposits called Pudahuel ignimbrites, found extensively in
the Santiago valley [Gana et al., 1999] and with lithologically similar rhyolitic pyroclastic flow
deposits that occur more discretely on terraces of several rivers and are distributed at a broad
regional scale, on both the east and the west flanks of the Andes [Stern et al., 1984]. Stern et
al. [1984] dated those pyroclastic flows at 450 ka ± 60 ka (with zircon fission tracks) and
suggested that their deposition may have followed large eruptions (volume erupted estimated
as ~450 km3) associated with the collapse of the noticeable Maipo volcano caldera. If the
correlation of ash lenses embedded in the San Ramón piedmont with the Pudahuel
ignimbrites and their inferred ages are correct, then the top surface of the San Ramón bajada
is younger than 450 ka and a minimum throw rate of =0.13 mm/yr (=60 m in =450 kyr) can be
deduced for the San Ramón Fault. This represents about half the minimum throw rate
deduced over the long-term. Conversely, taking the long-term estimate of average slip rate on
the San Ramón basal detachment (0.4 mm/yr), the abandoned bajada surface of the uplifted
piedmont would have an age of 150 ka, consistent with the inferred age of the ashes. Alluvial
sediments and fluvial terraces in the Maipo and Mapocho river valleys can be unambiguously
correlated with the uplifted San Ramón piedmont. Unpublished age determinations of these
deposits (Ar-Ar ages from pumice rhyolitic pyroclastic deposits and OSL (Optically Stimulated
Luminescence) ages of alluvial sediments (Vargas et al., manuscript in preparation)) suggest
that the younger age estimate (~150 ka) consistent with the long-term slip rate of the San
Ramón detachment is close to the age of the bajada abandonment.

205
5.1.3.5 The scarp corresponding to the last event (s) and the seismic
hazard

To find well-preserved small-scale scarps is now difficult in the densely urbanised outskirts of
Santiago. Hereafter we describe what appears to be the last testimony to late scarp
increments left for study along the San Ramón Fault.

The 15-km-long piedmont fault segment discussed earlier has a simple trace and is well
preserved over most of its length, so it crosses the stream drainage close to the apexes of the
modern alluvial fans (Fig. 4). In those places the stream power is high and no scarp
increment has apparently survived to persisting erosion in the stream channel and to rapid
knickpoint headward retreat. The trace of the piedmont fault is more complex near its two
ends, near Cerro Apoquindo and near Quebrada de Macul. There significant fault branches
cross the modern alluvial fan surfaces, offering opportunities for preservation of young scarp
increments. Unfortunately, the young scarps crossing the small modern alluvial fans to the
west and south of Cerro Apoquindo (which are readily detected in the high-resolution DEM
and in old aerial photographs; see location of those scarps in Fig. 4) are now out of reach for
study because of the rapid urbanisation of the city.

To the south of the piedmont scarp one scarp is still preserved, which we have been able to
describe in the field. Two branches about 300 m apart make echelons in the morphology over
a length of about 3-4 km near Quebrada de Macul (see Fig. 4). The westernmost fault branch
is only 1 km long and it splays northward and southward, entering into the downthrown
piedmont. There it crosses the small modern alluvial fans being deposited in front of the main
piedmont scarp, which at those places follows the fault branch located eastward. A clear fault
scarp can be followed across one of those small fans, for no more than ~300 m, where the
preservation conditions appear to have been exceptionally favourable (Figs. 4 and 7). South
of this fan along the fault branch no scarp is visible across the large fan at the exit of
Quebrada de Macul. This absence may be due to the relatively rapid modern accumulation of
alluvium on this fan during repeated catastrophic mudflow events like that in 1993, which can
conceal any young fault scarp [Naranjo and Varela, 1996; Sepúlveda et al., 2006]. The
preservation of a small scarp across the smaller alluvial fan in Fig. 7 can be explained by a
recent abandonment of this fan associated with the northward diversion of the stream feeding
deposition of alluvium to the small fan just north of it, where the continuation of the same
scarp appears to have been concealed (Figs. 4 and 7).

206
To determine the offset produced across the topography of the small fan by the fault, a DGPS
survey has been conducted over a limited area (Fig. 7). The fan has steep slopes decaying
westward from 8° to 6° and the scarp across it suggests an apparent throw that decays
southward along strike from ~3.7 m to ~3 m (Fig. 7). The sharp simple morphology of that
scarp suggests it may have resulted from a single seismic event, although the possibility of
multiple events cannot be excluded. Considering that the fault near the surface may have
steep 50°-60° eastward dip (Fig. 3c), the net thrust slip corresponding to the total measured
throw would be of about 4 m, to be accounted for by a single event or by several events with
thrust slip of the order of ~1 m or less. Taking an average thrust slip ranging between 1 -4 m
over the 15-km-long piedmont fault segment with rupture width of 15 km (corresponding to
the frontal ramp in Fig. 3c, breaking from 10 km depth to the surface) would yield seismic
moments of Mo ~0.75 to 3 x 1019 Nm, corresponding to events of magnitude Mw 6.6 to Mw
7.0. This range of magnitudes is higher than that of the sequence of three consecutive
shocks, all together known as the 1958, Las Melosas earthquake, which correspond to the
largest events recorded instrumentally in the upper plate near Santiago [see Sepúlveda et al.,
2008; Alvarado et al., 2008 and references therein]. The 1958 sequence occurred within an
interval of six minutes with hypocentral depth of 10 km in the centre of the Principal Cordillera
~60 km SE of Santiago, with intensity values reaching IX in the epicentral area. The larger
first shock has been assigned a revised magnitude Mw 6.3 [Alvarado et al., 2008].

However, the estimate above is not conservative because the seismicity recorded under the
Principal Cordillera shows well-constrained hypocentres down to 15 km and more (Fig. 8c).
This suggests that the basal detachment of the San Ramón - Farellones Plateau structure
could contribute to the seismic release, thus increasing significantly the width of a potential
fault rupture of the San Ramón Fault. Given the shallow dip of the detachment, a rupture
confined to depths of less than 15 km could reach widths in the range of 30-40 km. Taking as
before the same range of average slip of 1 - 4 m but considering a rupture extending over a
width of 30 km and over the entire length of ~30 km of the San Ramón mountain front facing
the Santiago valley would yield seismic moments of Mo ~0.3 to 1.2 x 1020 Nm,
corresponding to events of magnitude Mw 6.9 to Mw 7.4.

Earthquakes with large magnitudes would not be frequent because the loading rate of the
San Ramón Fault appears low. If the present-day slip rate is assumed to be as slow as the
average estimate for the basal detachment over the long term (0.4 mm/yr) then the time to
recharge events with slip of 1-4 m is 2500 - 10000 years. The probability of having recorded

207
historically such an event is low, given the short period of settlement in the Santiago valley
(the city was founded by the Spanish in 1541). However, the earthquake that destroyed most
of the city in May 13, 1647 was probably not a subduction interface event [Barrientos, 2007].
The historical accounts suggest that the destructive source could have been either a slab-pull
event in the subducting plate at intermediate depth (~100 km depth, similar to the 2005
Tarapacá earthquake [Peyrat et al., 2006]) or a shallow intraplate event close to Santiago in
the nearby Andes [Lomnitz, 2004]. Only a paleoseismological study of the San Ramón Fault
could prove or disprove the second hypothesis.

5.1.4 Discussion
The foregoing description of the San Ramón thrust front has significant consequences on our
understanding of the large-scale Andean architecture, thus implying substantial changes from
the currently accepted interpretations. It is generally accepted that shortening in the Principal
Cordillera is due to a process of inversion of the Andean Basin associated with dominant
large-scale east-vergent thrusts extending downwards to the West, specifically beneath the
Andean Basin [Ramos, 1988; Mpodozis and Ramos, 1989; Ramos et al., 1996b; Godoy et
al., 1999; Cristallini and Ramos, 2000; Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005; Fock, 2005;
Farías et al., 2008; Giambiagi et al., 2003; Ramos et al., 2004; Kay et al., 2005]. The ultimate
consequence of those interpretations is that the east-vergent thrust system would step
deeper and deeper down westwards, beneath the Central Depression and the Coastal
Cordillera, to meet the subduction interface [Farías, 2007] (for a similar interpretation for
northern Chile, see also Farías et al. [2005]). Our results suggest that those large-scale
geometries are mechanically inconsistent with the observed present-day architecture of the
Andes at the latitude of Santiago, which clearly indicates a primary westward vergence.

The following discussion is intended to explain briefly the first-order arguments, constraints
and uncertainties underlying our new interpretation of the Andean tectonics at this latitude.
The most relevant structural elements that we use for this discussion are represented in map
view (Figs. 2b and 3b) and in section (Figs. 3c and 8a). A more complete development
discussing details of the Andean evolution in space (comparison with other tectonic sections
located northwards and southwards from the one discussed here) and time (propagation of
deformation) is out of the scope of this paper and will be provided elsewhere (Lacassin et al.,
manuscript in preparation).

208
5.1.4.1 The crustal structure asymmetry and the scale of the mechanical
problem

The observations of wholesale uplift, shortening and décollement of the thick Andean Basin
deposits throughout the Principal Cordillera imply an overall Andean fold-thrust belt ~80 km
wide, which requires appropriate structure geometry at crustal-scale depth, associated with
reasonable kinematics and boundary conditions. The source of mechanical energy supplied
to that large Andean fold-thrust belt needs to be explained. In other words, a rigid buttress (or
bulldozer) must be found at the appropriate scale, in the inner thicker part of the orogen
[Davis et al., 1983; Dahlen, 1990]. Such boundary conditions appear sound and generally
accepted for orogenic wedges like the Alps and the Himalayas [e.g., Bonnet et al., 2007;
Bollinger et al., 2006]. Clearly, there is no such a basement buttress west of the Principal
Cordillera in the region of the Central Depression and the Santiago Valley (or more westward,
in the Coastal Cordillera or Continental Margin), capable of pushing eastward a Coulomb
wedge made of Andean Basin deposits, as suggested earlier [e.g., Giambiagi, 2003;
Giambiagi et al., 2003; Farías, 2007]. Similar mechanisms, which we find improbable, are
required by all tectonic models of the Principal Cordillera based on large-scale eastward
vergence [Ramos, 1988; Mpodozis and Ramos, 1989; Ramos et al., 1996b; Godoy et al.,
1999; Cristallini and Ramos, 2000; Charrier et al., 2002; Charrier et al., 2005; Fock, 2005;
Farías, 2007; Farías et al., 2008; Giambiagi et al., 2003; Ramos et al., 2004; Kay et al.,
2005].

Besides, the propagating West Andean Front as inferred from the observed structure of the
San Ramón - Farellones Plateau must be rooted in downwards to the East, beneath the
higher Principal Cordillera. Thus, the basal detachment under the Farellones Plateau and the
thick Mesozoic-Cenozoic cover (shown in Fig. 3c) must ultimately step down into the Andean
hinterland basement, i.e., penetrating deeply into the basement of the Frontal Cordillera and
into the Andean crust. That large-scale west-vergent thrust system (designated hereafter as
the West Andean Thrust, or WAT), which would be the main deep-seated feature responsible
of the present-day architecture of the Andean fold-thrust belt, may have a complicated
staircase trajectory consisting of multiple flats and ramps. As first-order approximation,
however, the simple geometry illustrated in Fig. 8a is consistent with the main structural
features of the surface geology (Figs. 2b and 3b), as discussed gradually from one stage to
the next below. We also discuss the apparent consistency of that geometry with the available
geophysical data. Clearly however, the details of the present architecture of the WAT need to

209
be refined and constrained further with the rapidly growing set of geophysical data (e.g.,
gravity, GPS and seismological data). It has been shown that the well-established chrono-
stratigraphical constraints available for the region [e.g., Charrier et al., 2002; Giambiagi et al.,
2003 and references therein] fit well tectonic interpretations very different from the one
presented here [e.g., Giambiagi et al., 2003; Farías et al., 2008]. Alternatively, however, these
data can also be used to constrain the possible evolution of main structures taking as final
stage the present-day architecture proposed in Fig. 8a. We discuss later in this paper some of
the alternative interpretations, along with the chronology and shortening estimates.

5.1.4.2 The Frontal Cordillera bulldozing westwards the whole Andean


fold-thrust belt

The Frontal Cordillera is the only Andean basement high to scale with the mechanical
function of a rigid buttress that backstops the shortening and the high elevation of the
Principal Cordillera. This function is represented in Fig. 8b by a bulldozer. The Frontal
Cordillera forms a huge basement anticline (30-50 km wide) that elongates probably more
than ~700 km along the grain of the Andes (at least between 28°S and 34.5°S; e.g.,
Mpodozis and Ramos [1989]) and is located side-by-side, east of the similarly long Andean
fold-thrust belt represented by the Principal Cordillera (Fig. 2b). The anticline shape of the
Frontal Cordillera is outlined in section (Fig. 8a) by the unconformable basal contact of the
Choiyoi Group rocks (Permian-Triassic) over the Palaeozoic Gondwanan basement, which
includes Proterozoic metamorphic rocks [Polanski, 1964; 1972; Ragona et al., 1995; Heredia
et al., 2002; Giambiagi et al., 2003]. The Frontal Cordillera appears thus as a crustal-scale
ramp anticline providing the necessary boundary conditions to maintain the high elevation in
the Principal Cordillera and to produce the westward propagation the San Ramón thrust
system. Similar fold-thrust structures reaching the surface northwards or southwards from the
San Ramón system along the West Andean Front have probably the same origin and relation
with the Frontal Cordillera. Therefore, the main crustal-scale ramp under the Frontal
Cordillera anticline must dip necessarily eastward and the overall Andean structure at the
latitude of Santiago has a decided westward vergence. Albeit much less pronounced, the
localised westward-dipping thrust features described to the East of the Frontal Cordillera
(Figs. 2b and 8a) must also be of crustal-scale [Ramos et al., 1996b] and are discussed later.

210
5.1.4.3 The Aconcagua Fold-Thrust Belt: a secondary feature

The Aconcagua Fold-Thrust Belt (which is conventionally limited to the eastern ~30 km wide
part of the Principal Cordillera, where Mesozoic sediments crop out) appears to be a shallow
secondary feature, structurally overlying the Frontal Cordillera basement, thus located well
above the main ramp of the WAT beneath the Frontal Cordillera anticline. As depicted in
Figures 2b and 8a, the AFTB is a shallow back-thrust décollement (at ~2-3 km depth below
the high Cordillera surface) that detaches most of the Mesozoic platform sediments deposited
at the eastern margin of the Andean Basin from its basement (specifically the Frontal
Cordillera; e.g., see the classical section at 33°S by Ramos and collaborators, reproduced in
Ramos et al. [2004], Figure 8 of that paper). The décollement appears to be localized at the
Jurassic gypsum layers [e.g., Ramos et al., 1996b] and is associated with significant diapirism
and kilometre-scale disharmonic folding [Thiele, 1980]. In fact the AFTB displays both, an
eastward vergence on its eastern side and a westward vergence on its western side. To the
East, the shallow AFTB detachment ramps up to the surface, where a back-thrust front
associated with relatively modest displacement (generally less than about 3 km) generally
separates the detached layers of the Mesozoic cover from similar layers, stratigraphically at
the very base of the same Andean platform cover, which have remained undetached from
their basement [Polanski, 1964; 1972] (see Fig. 2b). Those basal layers, rest with shallow
westward dip (~20°-25°), on the western limb of the Frontal Cordillera anticline [Polanski,
1964; 1972; Ramos et al., 1996a]. That basal contact appears nearly conformable over the
Choiyoi Group rocks (Permian and Triassic age), but is regionally unconformable over older
rocks of the Gondwana basement. In some places along the eastern front of the AFTB, small
intermontane basins (< 10 km wide and < 2 km thick) that are filled with continental
conglomerates of Late Early Miocene (~18 Ma) to Late Miocene age (so mostly coeval with
the Farellones Formation) are spectacularly involved in the back-thrust deformation (Santa
María and Alto Tunuyán basins; see location of Alto Tunuyan basin (AT) in Figs. 2b and 8a)
[Ramos, 1988; Ramos et al., 1996b; Giambiagi et al., 2001; Giambiagi et al., 2003]. However,
it is clear that for most of its length the back-thrust front of the AFTB is a shallow detachment
mechanically supported almost directly by the basement structure, not by any significant
foreland basin of flexural origin. Thus the AFTB appears a relatively minor feature of the
Andean tectonics, which is passively transported westward, atop the basement ramp anticline
forming the Frontal Cordillera. Another second-order feature of the regional tectonics is the
present-day Volcanic Arc, which appears to cross both, the basement and the AFTB, without
any significant structural modification (Figs. 2b and 8a).

211
5.1.4.4 The large west-verging folds ahead of the west Andean basement
thrust wedge

The central Principal Cordillera, at the western side of the AFTB (between the AFTB and the
Farellones Plateau) is characterised by a 20-km-wide zone of strong deformation, consisting
of a cascading sequence of two or three very large asymmetric west-verging folds (Figs. 2b,
3c, WVF in Fig. 8a). Those features include an impressive ~5 km wide vertical limb (dip
varying from steep westward to vertical, or even overturned locally to steep eastward dip)
exposing a complete section of the Mesozoic sequence (top-to-the-west geometry). That
large limb is outlined in the topography by the massif continental conglomerates, andesitic
lavas and breccias constituting the ~3000-m-thick Río Damas Formation (Kimmeridgian: Late
Jurassic), which arises as an almost continuous structural ridge with the same geometry over
more than ~250 km along strike (from 33°S to 35°S). Westward alongside of that continuous
wall, the vertical beds of the calcareous Lo Valdés Formation (Neocomian: Late Jurassic-
Early Cretaceous) are characterised by a weak penetrative cleavage that dips steeply
eastward (~70°E, Fig. 9), consistent with the dominant westward vergence. Farther west
alongside of the Mesozoic sequence, there is a prominent syncline system with an overturned
eastern limb, topped by rocks of the Abanico Formation (Cerro Coironal in Fig. 3c), which can
be easily followed for about 100 km along strike (roughly between 33°S and 34°S [González-
Ferrán, 1963; Thiele, 1980; Baeza, 1999; Fock, 2005]). The steeply eastward-dipping (or
vertical) Chacayes-Yesillo fault disrupts the steep eastern limb of the syncline near 33.8°S,
and similar faults are described extending tens of kilometres southwards [Baeza, 1999; Fock,
2005; Charrier et al., 2005]. To the West of the Cerro Coironal syncline are found the Río
Olivares anticline, then the Quempo ridge at the eastern edge of the Farellones Plateau,
where the top of the Mesozoic sequence continues the cascade of west-verging folds,
plunging westward under the Cenozoic sequence (Abanico and Farellones Formations, Figs.
2b and 3c). Taken as a whole, that 20-km-wide zone of west-verging folds with large vertical
limbs must be associated with a vertical structural separation comparable with its width. In our
sections, the vertical separation of the base of the Abanico Formation across this zone
(similarly as that of the other Mesozoic formations below), as deduced from the published
stratigraphy and maps [Thiele, 1980; Fock, 2005], is at least of ~15 km (Figs. 3c and 8a). The
importance of vertical limbs in this zone of the Principal Cordillera is precisely what

212
determines the crustal-scale westward inclination and overall wedged asymmetry of the
Andean Basin, as discussed earlier (profiles A and B in Fig. 1).

However, the main consequences of the foregoing concern the deeper structure. The
prominent zone of west-verging folds of the Andean cover in the middle of the Principal
Cordillera, as well as its apparent continuity over hundreds of kilometres along strike strongly
suggest a crustal-scale fault-propagation fold structure involving the Andean basement to
significant depth. Consequently, the section in Figure 8a suggests the zone of west-verging
folds is ahead of the tip line of the propagating main thrust ramp of the WAT, extending from
beneath the Frontal Cordillera anticline across the cover to the surface. Similar steep limbs in
the cover above basement-involved structures have been described elsewhere and their
relatively complex kinematics formalized [Narr and Suppe, 1994]. It is thus reasonable to
interpret the western leading edge of the Frontal Cordillera as a hidden west-vergent thrust
wedge, characterized by kinematic complexity (West Andean Basement Thrust Wedge in Fig.
3c). Then the main cascading west-verging folds seen in the thick Andean Basin sediment
pile may be the result of a series of (2-3) westward propagating ramps, thrusting westwards,
at the western side of the basement wedge. Conversely, the detachment of the cover at the
base of the AFTB appears the result of a shallow back-thrust on top of the gentle western
slope of the rigid wedge, in a similar situation as that of the excess of material pushed by a
bulldozer, which can overtop the bulldozer’s hoe and flow backwards on top of it (Fig. 8b). As
a consequence, all the shortening observed across Andean Basin cover in the Principal
Cordillera (i.e., the overall ~80 km wide Andean fold-thrust belt, specifically including the San
Ramón – Farellones Plateau frontal system, the west-verging folds and the AFTB; see Fig.
2b) has to be accounted for by basement shortening across the crustal ramp of the WAT
beneath the Frontal Cordillera. The details of those mechanisms deserve an extended
discussion that is beyond the scope of the present paper and will be provided elsewhere
(Lacassin et al., manuscript in preparation).

5.1.4.5 Eastern foreland: The hidden back-thrust margin and the incipient
East Andean Front beneath the Cuyo Basin

The changes proposed here for the tectonic interpretation of the Andes at 33.5°S latitude
need to be confronted with our knowledge of structures in the eastern back-thrust margin.
East of the Frontal Cordillera is the eastern foreland of the Andes, represented by the Cuyo
Basin (Figs. 2b and 8a), which is a wide, relatively shallow Cenozoic basin, founded on the
basement of the San Rafael block (Permian-Triassic Choiyoi Group over Cuyania terrane

213
deformed during the Early Permian San Rafael orogenic phase [e.g., Llambías et al., 2003;
Mpodozis and Ramos, 1989]). The Cuyo Basin is very well studied because beneath the
overlapping units of Andean synorogenic deposits it also contains some valuable Late
Triassic oil-rich rocks which are interpreted to have been deposited in a Pre-Andean
continental rift system (which alone is also called “Cuyo Basin” by petroleum geologists [e.g.,
Irigoyen et al., 2000]). The structures formed during that Triassic Pre-Andean extensional
phase are described as being widespread over the Late Paleozoic Gondwanan margin of
South America [e.g., Charrier et al., 2007 and references therein]. Indeed, those structures
are interpreted to have played a very significant role in the subsequent basin inversion
processes during the Andean cycle [e.g., Ramos et al., 1996; Giambiagi et al., 2003; Charrier
et al., 2002; Charrier et al., 2007]. The Andean eastern foreland deposits in the Cuyo Basin
have been dated with magnetostratigraphy calibrated with 40Ar-39Ar dates from interbedded
tephra [Irigoyen et al., 2000]. According to these results, the deposition of the main
synorogenic units, reaching a total thickness of ~2 km, has occurred since ~16 Ma, the Early
Middle Miocene [Irigoyen et al., 2000].

The structures represented in Fig. 8a under the synorogenic Cuyo Basin are inspired from
published sections in the area [Ramos et al., 1996b; Brooks et al., 2003]. Our section at
latitude 33.5°S (Fig. 8a) cuts the hidden southward extension of the Precordillera structures,
which attenuate rapidly southward [Ramos et al., 1996b]. Thus, according to Ramos et al.
[1996b], at this latitude little finite shortening has occurred across the Cuyo Basin and the
bulk of the shortening appears restricted to the Principal Cordillera (across the AFTB), as the
Frontal Cordillera has been uplifted as a (single) rigid block. Admittedly, the finite shortening
is generally poorly constrained in the eastern foothills of the Frontal Cordillera [Ramos et al.,
2004]. In our cross section (Fig. 8a), all the shortening across the Principal Cordillera is
accounted for by the West Andean Thrust under the Frontal Cordillera. However, it seems
improbable that the hidden back-thrust at the eastern flank of the Frontal Cordillera and the
hidden, attenuated Precordillera structures at this latitude (southward extension of
Chacheuta-La Pilona-Tupungato and Barrancas anticlines [e.g., Irigoyen et al., 2000]), which
possibly correspond to inversion of structures in the Cuyo Basin [Giambiagi et al., 2002], may
represent an amount of finite shortening comparable with that in the Principal Cordillera. It is
probably much less for two reasons: 1) The overall geometry and the relative shallowness of
the synorogenic Cuyo Basin over its relatively flat rigid basement (Fig. 8a) precludes any
significant foreland flexure at the east flank of the Frontal Cordillera. Thus, a large hidden

214
back-thrust at this boundary appears unlikely. 2) The top of the basement flooring the Cuyo
Basin appears only mildly affected by the Andean deformation and the topography of the
surface landscape is modest, so the actual finite shortening across the foreland east of the
Frontal Cordillera must be relatively small.

Therefore, in contrast with earlier interpretations suggesting a large east-vergent shallow-


dipping detachment in the basement under the Frontal Cordillera (which significantly
maximize the shortening estimates [e.g., Ramos et al., 1996b; Brooks et al., 2003; Giambiagi
et al., 2002; Ramos et al., 2004]), our interpretation in Fig. 8a suggests that a series of steep
crustal-scale ramps (which moderate the shortening estimates) may have developed on the
back of the Frontal Cordillera anticline. Such an incipient eastern Andean Back-Thrust Margin
(see also profile B in Fig. 1) cannot compare with the WAT at this latitude.

5.1.4.6 Western foreland: The Marginal Block as a balance between the


Andes and the subduction zone

The large-scale monocline architecture of the Marginal Block in front of the Principal
Cordillera is illustrated in the section at 33.5°S (Fig. 8a) and is defined, at least over the more
than 1500 km separating sections A and B in Fig. 1, by the western, eastward-dipping contact
of the Andean Basin on top of the Coastal Cordillera basement. That architecture strongly
suggests overall crustal-scale flexure of the western Andean foreland, explained by its
eastward underthrusting beneath the Andes and its loading by the advancing thrusting under
the Frontal Cordillera (Fig. 8a). Furthermore, the eastward tilt of the Marginal Block appears
also associated with uplift and substantial erosion of the Coastal Cordillera. The overall
upward bulging of the Coastal Cordillera is documented by the observation of erosion
surfaces bevelling the east-dipping Andean Basin sequence as well as Cretaceous granite
intrusions. Relicts of such surfaces are preserved at high elevation (up to 2200 m) in the
eastern Coastal Cordillera [Brüggen, 1950; Borde, 1966; Farías et al., 2008]. Therefore, a
long-lasting erosion process appears to have gradually reduced the relief created at the
western edge of the Andean Basin by the bulging of the Coastal Cordillera, as illustrated in
Fig. 8a. It follows that the uplift of the Coastal Cordillera could be interpreted simply as elastic
fore-bulging ahead of the foreland flexure. However, the proximity of the Coastal Cordillera
with the subduction zone suggests that mechanical coupling across the subduction interface
is the leading boundary condition. The following is an attempt to settle some basic features of
that boundary condition, in view of the published observations.

215
The current mechanical processes described along the Chilean subduction zone appear to
change significantly north and south of 33°S [von Huene et al., 1997; Yañez et al., 2001;
Laursen et al., 2002; Ranero et al., 2006]. North of 33°S, a limited amount of sediment (<1 km
thickness) accumulated in a narrow trench is associated with a dominantly erosive margin,
which has substantially receded landwards over the long term. South of 33°S, a trench 40 km
wide flooded by a 2.5 km thick pile of turbidites is associated with a margin where active
accretion of recent sediment dominates, but where episodes of accretion and erosion may
have alternated over the long term [Bangs and Cande, 1997; Kukowski and Oncken, 2006].
The present-day point of intersection of the Juan Fernandez Ridge (a hot spot seamount
chain) with the front of the subduction zone is at 33°S. That collision point appears to have
migrated southward along 1400 km of the margin since 20 Ma [Yañez et al., 2001]. South of
the Juan Fernandez Ridge, the south-central Chile margin (between 33°S and 45°S) is
characterised by a string of discrete, shelf to subshelf, margin-parallel basins of differing size,
tapering towards the slope and the coast, separated from each other by subtle basement
knolls [González, 1989; Melnick and Echtler, 2006]. Those basins are filled with Cretaceous
and mostly Cenozoic sequences with thicknesses of up to ~3 km and appear to be “fore-
bulge” basins, rather than “fore-arc” basins, because their structural development has no
direct relation with the present-day volcanic arc and appears clearly confined to the western
margin of the Coastal Cordillera bulge (Fig. 8a).

The accretionary nature of basins south of the Juan Fernandez Ridge is substantiated by the
occurrence of clear accretionary wedge structures in the frontal ~25 km of the margin, which
may also be the site of some right-lateral decoupling [González, 1989; Laursen et al., 2002;
Ranero et al., 2006]. The Valparaíso Basin (illustrated schematically in Fig. 8a) can be
considered as the northernmost basin of the south-central Chile margin. It has been
suggested that the sediment in the Valparaíso Basin might have been deposited and
shortened at the back of a growing frontal accretionary wedge, against a continental backstop
[Ranero et al., 2006]. However, the Valparaíso Basin appears to be modified by young
extensional faulting associated with the recent arrival of the Juan Fernandez Ridge, which
marks the end of the dominant accretionary regime and the onset of dominant tectonic
erosion [Ranero et al., 2006]. Those incipient extensional features that are not represented in
Fig. 8a. The removal of material from the upper plate by basal erosion may have also
contributed to thinning and overall subsidence of the margin, putting the Valparaíso Basin into

216
somewhat deeper water than other basins located southwards (its present-day average depth
of ~2400 m [Laursen et al., 2002; Laursen and Normark, 2003; Ranero et al., 2006]).

The Late Miocene-Early Pliocene sediments in the Navidad Basin, which is located
immediately south of the Valparaíso Basin, contain benthic foraminifers and ostracodes that
indicate deposition at lower bathyal depths (> 2000 m [Encinas et al., 2006; Encinas et al.,
2008; Finger et al., 2007]). The landward side of the Navidad Basin sediments are now found
forming cliffs along the coast at elevations reaching 200 m. Based on the stratigraphical and
sedimentological evidence collected in the Navidad Basin and in similar basins located
southward, so overall between 34°S and 45°S, Encinas et al. [2006, 2008], Finger et al.
[2007] and Melnick and Echtler [2006] suggest rapid margin subsidence of >1.5 km in the
Late Miocene (starting at ~11 Ma), followed by rapid uplift by nearly the same amount since
the Early Pliocene (~3.6 Ma). Clearly, those features may be neither uniform, nor strictly
synchronous along strike, but they indicate that the margin has probably undergone both,
substantial subduction erosion [Encinas et al., 2008] and tectonic uplift. Thus, the long-term
uplift process of the Coastal Cordillera bulge may be punctuated by significant episodes of
subsidence, suggesting the underlying dynamics is governed by alternating cycles of
accretion and erosion as deduced independently earlier [Bangs and Cande, 1997; Kukowski
and Oncken, 2006]. We suspect, again as previously suggested [Adam and Reuther, 2000],
that large-scale underplating of crustal rocks associated with basal erosion may have also
occurred under the Coastal Cordillera, thus contributing to sustain the uplift.

The foregoing suggests that the evolution of the margin adjacent to the Coastal Cordillera has
involved over the long term a southward decreasing degree of subduction erosion for nearly
3000 km between ~18°S and ~45°S, apparently paralleling the southward decreasing degree
of development of the Andes. Despite local changes associated with collision and migration
of oceanic ridges, the erosive character of subduction appears to have been particularly
intense and a permanently dominant feature during the whole Andean cycle (since the
Jurassic) between ~18°S and ~33°S, parallel to where the Andes orogen is fully developed.
On the average, subduction erosion of the margin appears to have been less intense and
episodic between ~33°S and ~45°S, thus paralleling the region where the development of the
Andes orogen tapers gradually southward.

Summarizing, the Marginal Block in our section at 33.5°S (including the eroding/accreting
margin, the basement of Coastal Cordillera and the undeformed part of the Andean Basin,

217
see Fig. 8a) may be seen as a large rigid board that is progressively inclined landward by the
increasing Andean orogenic load over the long-term, coevally with shortening (roughly ~2.5 x
107 yr), while it may also swing gently as a seesaw over shorter periods of time (some 106
yr), as a response to alternating cycles of subduction erosion and accretion at the continental
margin. Within variations (which are not discussed here), this view of the Marginal Block
appears to be valid for thousands of kilometres along the Andes.

5.1.4.7 The primary vergence of the Andean orogen and its possible
evolution

Our complete tectonic section across the Andes (Fig. 8a) emphasizes the west-vergent
structure and the primary asymmetry of the orogen at this latitude. That is expressed in the
Principal Cordillera by the asymmetric deformation of the Andean Basin, west of the Frontal
Cordillera backstop, and by the west-propagating Andean fold-thrust system, with clear pro-
wedge geometry (synthetic with the subduction zone, compare Fig. 8a with sections in Fig. 1).
The pro-wedge geometry of the Andean Basin is comparable to the pro-wedge geometry of
the continental margin, suggesting processes of similar scale may occur on the two leading
edges of the Marginal Block. In our tectonic section (Fig. 8a), we suggest that the West
Andean Thrust may involve the lithospheric mantle and interpreted as an embryonic
intra-continental subduction.

On the back of the Frontal Cordillera there is a significant, albeit incipient, Back-Thrust
Margin, which is known to be progressively more developed northwards of 33.5°S (in the
Precordillera, the Eastern Cordillera and the Sub Andean Belt [e.g., Ramos et al., 2004]). This
suggests that the Andean system at 33.5°S latitude may be evolving into a wider and more
symmetric, doubly-vergent orogen, as deformation propagates both eastward into the eastern
foreland, and southward alongside the more developed back-thrust system. The growth of an
efficient Back-Thrust Margin should cause the relaxation of stresses across the WAT (the
embryonic west-vergent subduction), which could then decay or abort. As a consequence,
progression of deformation across the Back-Thrust Margin should be further increased, in
positive feedback. This very simple evolution scenario of the Andean orogen, derived from
our section, predicts progressive thickening and widening eastward, and appears consistent
with the occurrence of the Altiplano. A double-vergent growth process of the Altiplano,
widening eastward by progressive back-thrusting behind the West Andean Thrust would thus
appear comparable to that proposed for the Tibet Plateau, widening north and north-eastward

218
by north-verging progressive thrusting behind the Himalaya thrust system [e.g., Tapponnier et
al., 2001].

Therefore, the architecture depicted in our tectonic section appears a fundamental stage of
the Andean evolution (west-vergent stage with dominance of the WAT). If this inference is
correct, then a similar west-vergent stage may have occurred in the past in the regions where
the Andean orogen is more developed and where the rigid Marginal Block is identified, as in
northern Chile (see profile A, Fig. 1). So, building further on our evolutionary model, we
anticipate that some features of a WAT stage of probable “Incaic” age (Paleogene age; after
the name of a tectonic “phase” of the classical Andean geology, so older than the west-
vergent stage at 33.5°S) are preserved along the West Andean Front of northern Chile
(studied among others by Muñoz and Charrier [1996], Victor et al. [2004], Farías et al. [2005],
and García and Hérail [2005]), specifically in the Cordillera Domeyko, beneath the blanket of
Neogene volcanic rocks. We also note that the occurrence of giant porphyry deposits in Chile
(in a specific association with magmatism, e.g., Maksaev et al. [2007]) are correlated with
tectonic thickening during the Paleogene “Incaic” and the Neogene “Quecha” “phases” in
northern and central Chile, respectively. So the hypothesis of propagation of both, the
emplacement of porphyry deposits and the shortening seems attractive, and challenges the
commonly used concept of synchronous tectonic “phase”, particularly in the Andean geology.

Altogether the foregoing arguments suggest that deformation would have propagated
diachronically southward along the West Andean Thrust, and eastward to the Eastern
Cordillera and the Sub Andean Belt.

Finally, if our evolutionary model is correct, then the origin of the Andes is intrinsically
associated with initiation, then propagation of the crustal-scale West Andean Thrust, so with
the ripping apart by tectonic shear of the rigid Marginal Block from the main Gondwanan
basement of South America. However, concerning the cover, the Andean orogenic cycle is
closely associated with formation of the back-arc Andean Basin since the Jurassic, then
during the Cenozoic with its deformation in the Principal Cordillera as a pro-wedge thrust over
the down-flexed Marginal Block. Taken together, the two arguments suggest that the WAT
has formed during the Cenozoic in a pre-existent zone of weakness of the Mesozoic back-
arc. That zone of weakness may correspond to mechanical damage at crustal or lithospheric
scale, by intense fracturing, stretching and thinning. In other words, the Andean orogenic
cycle, characterized by long-lasting subduction processes, has first prepared by damaging

219
the region where subsequent localized rupture of the West Andean Thrust has produced the
orogenic shortening and thickening.

5.1.5 Impact of measurable constraints


5.1.5.1 Chronology

The best chrono-stratigraphical constraints come from absolute dates of volcanic rocks in the
Andean Basin and magnetostratigraphy calibrated with 40Ar-39Ar dates of tephra in the Cuyo
Basin, as described by Charrier et al. [2002] and Irigoyen et al. [2000], respectively.
According to our interpretation, on the one hand, the thick infill of the Andean Basin in the
Principal Cordillera has started to deform by westward fault-propagation folding in the Late
Oligocene to the Early Miocene (~25-22 Ma), strictly not later than 21.6 Ma [Charrier et al.,
2002], and the shortening process has continued throughout to the present time by westward
propagation of the WAT up to the surface at the West Andean Front. On the other hand,
synorogenic deposition on the back of the Frontal Cordillera ramp anticline (in the eastern
foreland Cuyo Basin) appears to have commenced since the Early Middle Miocene (~16 Ma)
[Irigoyen et al., 2000]. Thus, the orogenic uplift of the Principal Cordillera (pushed by the
Frontal Cordillera anticline, above the WAT) would have been followed by a sedimentary
response in the eastern foreland with a delay of about 8-11 Myr. Results in the small
intermontane Alto Tunuyán basin are less well constrained by direct geochronology than in
the larger Andean and Cuyo basins [Giambiagi et al., 2001]: Deposition of synorogenic units
there appear bracketed between a maximum age provided by a sample of volcanic rock
dated at 18.3 Ma (base) and the minimum age of an andesitic flow dated by K/Ar at 5.8 Ma
(top). So according to these observations, the shallow back-thrust deformation associated
with the Aconcagua Fold-Thrust Belt would have started in the Late Early Miocene (~18 Ma).
The tectonic model in Fig. 8a is basically consistent with all these information.

The differences between available ages are relatively small, reducing the resolution of
detailed scenarios for the progression of deformation, but it is not unreasonable to envision
the following one: (1) By ~25 Ma, onset of the Andean deformation with the growth process
and the upward propagation of the West Andean Thrust beneath the Frontal Cordillera. (2) By
~18 Ma, the basement-involved ramp would have already produced ahead of it a significant
amount of deformation in the Andean Basin cover. As a result, the zone of west-verging folds
and large vertical limbs would have generated there the first upheaval of kilometric-scale
topographic relief of the Andes at this latitude (in the central-eastern Principal Cordillera), the

220
erosion of which having provided the first important source of new sediment (see Fig. 8a).
This is consistent with the clast composition (dominance of Cenozoic volcanic clasts) and
paleocurrent observations (dominantly eastward transport) in the oldest unit (Tunuyán
Conglomerate) of the Alto Tunuyán basin, immediately east of the AFTB (see location in Fig.
2b)[Giambiagi et al., 2001]. (3) By ~16 Ma, the up-bulging of the Frontal Cordillera ramp
anticline would have been enough to create topographic relief and to start providing sediment
to the Cuyo Basin (eastern foreland). This issue deserves more discussion. According to
sedimentary evidence, the Alto Tunuyán basin (located to the west of the Frontal Cordillera,
see Fig. 2b) would have started to record the uplift of the Frontal Cordillera with the
deposition of the Palomares Formation [Giambiagi et al., 2001]. A maximum age of ~12 Ma
has been attributed to those deposits, based on a correlation with dated distant sediments
deposited on the other flank of the Frontal Cordillera (the eastern foreland properly), in the
Cuyo Basin [Giambiagi et al., 2001]. This combined argument is at the origin of the generally
accepted inference that the Frontal Cordillera is a very late feature of the Andes [e.g.,
Giambiagi et al., 2003; Ramos et al., 2004; Farías et al., 2008]. In turn, that inference is
difficult, although not impossible, to reconcile with the architecture of the Andes depicted in
Fig. 8a. Alternatively, in the absence of more precise age constraints, the Palomares
Formation could be as old as ~16 Ma (consistent with the ages obtained directly in the Alto
Tunuyán basin) and the gradual up-bulging of the Frontal Cordillera would have been
recorded on its two flanks roughly the same time. (4) The occurrence of discrete “out-
of-sequence” thrust faults within the Principal Cordillera has been proposed [e.g., Ramos et
al.,

2004; Farías et al., 2008]. Our model describes a large pro-wedge associated with the WAT,
producing shortening throughout the Principal Cordillera, from the frontal San Ramón Fault to
the AFTB, so explaining any discrete thrust within that region. The evolution of that system
may include the proposed “out-of-sequence” thrusts. Our model is also consistent with a late
propagation of deformation into the eastern foreland, on the back of the Frontal Cordillera, so
present-day shortening may occur as well throughout the hidden Back-Thrust Margin beneath
the Cuyo Basin (Fig. 8a).

5.1.5.2 Cumulative shortening, shortening rates and GPS velocities

Our section at 33.5°S implies shortening of about 30-40 km throughout the Principal
Cordillera pro-wedge that deforms the Andean Basin, west of the Frontal Cordillera backstop

221
(so associated with the WAT, Fig. 8a). Specifically, those rough minimum and maximum
shortening estimates result from adding the shortening of 10 km observed across the San
Ramón – Farellones Plateau (western Principal Cordillera), to a minimum-maximum of 15-20
km shortening across the zone of large west-verging folds (central Principal Cordillera), and a
minimum-maximum of 5-10 km shortening across the AFTB (eastern Principal Cordillera). By
contrast, deformation across the Cuyo Basin, corresponding to the retro-wedge east of the
Frontal Cordillera implies probably no more than ~10 km shortening. Thus our model
suggests overall cumulative shortening of 35-50 km throughout the Andes at this latitude. The
corresponding average shortening rate across the Andes over the past 25 Ma would be quite
slow, of ~1.4 - 2 mm/yr (consistent with the 0.4 mm/yr slip rate on the San Ramón basal
detachment).

For comparison, Giambiagi and Ramos [2002] estimated for the same transect of the Andes a
total shortening of 70 km (47 km across the Principal Cordillera, 16 km in the Frontal
Cordillera and 7 km across the Cuyo Basin), which over their suggested maximum age of 17
Ma yields an average shortening rate of ~4 mm/yr. Their estimate of shortening across the
Principal Cordillera is not very much higher than ours, so the two estimates could be
considered consistent with each other. However, the structural interpretation of the AFTB and
the Frontal Cordillera is radically different in the two models. We do not believe that the large-
scale, east-verging, very complex, system of thrusts (and duplexes) involving deeply the
basement (thick-skin thrusting), which Giambiagi and Ramos [2002] and Giambiagi et al.
[2003] propose under the AFTB and the Frontal Cordillera are directly justified by any
compelling (geological or geophysical) evidence. Therefore, even if that hypothetical,
non-unique structure (among many other possible complex structures) may appear plausible
(and we cannot rule it out), we prefer to keep our more conservative estimate based on the
structural evidence and arguments presented earlier in this paper.

Regardless of the foregoing discussion, significantly higher values of shortening (~300 km)
and shortening rates (6-7 mm/yr) have been found in the Andes northwards of the transect at
33.5°S, specifically localised at the eastern Andean back-thrust margin, [e.g., Kley and
Monaldi, 1998 ; Ramos et al., 2004].

The interpretation of the velocity field deduced from available GPS measurements across the
Andes appears controversial [e.g., Khazaradze and Klotz, 2003; Brooks et al., 2003; Kendrick
et al., 2006; Norabuena et al., 1998; Vigny et al., 2008]. There are two main reasons for

222
discrepancies. On the one hand, the sparse coverage of stations within the Andes generally
does not allow for resolving local deformation. On the other hand, on the regional scale, the
strong interseismic signal produced by the coupling at the subduction interface appears
dominant over distances of several hundreds kilometres from the trench. Therefore, the
important subduction signal, which is transient, has to be removed from the total velocity field.
Then a residual velocity field (supposed less transient and more permanent) is recovered,
from which the “permanent” shortening rates in the Andes are inferred. Given the
uncertainties concerning the degree of coupling across the subduction interface, it is clear
that any inference on shortening rates in the Andes is model-dependent. Between 30°S and
34°S latitude, under the maximising hypothesis of a fully locked subduction interface and a 3-
plate model (a third micro plate is introduced between Nazca and South America), shortening
rates of 4.5 mm/yr and less than ~ 3 mm/yr are obtained (by Brooks et al. [2003] and
Kendrick et al. [2006], respectively). Conversely, as shown by Vigny et al. [2008], the
subdution is only partially locked between 30°S and 32°S, implying that the “permanent”
shortening in the Andes at these latitudes would be within the error of the interseismic models
and therefore unresolved by the present GPS network. This suggests that the transient
character of the interseismic loading along the subduction zone may seriously alter the image
of the subtler permanent Andean strain, as deduced from the GPS data on hand.

We conclude that the shortening rates throughout the Andes at 33.5°S latitude, as
determined with the available geological and geodetic observations, are very slow on the
average (no more than ~2-4 mm/yr), compared to the much faster convergence rates at the
subduction zone (in the range of 63-68 mm/yr [Norabuena et al., 1998; Brooks et al., 2003;
Vigny et al., 2008]). Shortening rates in the Andes are also possibly non-uniform in space and
time. It is possible that episodes of relatively accelerated rates might be associated with
particular stages of the faulting evolution. An efficient and well-localised back-thrust margin,
as that observed north of 33°S in the Precordillera and the Sub-Andean Belt (e.g.,

Allmendinger et al. [1997]; Kley and Monaldi [1998]; Ramos et al. [2004]), could represent a
favourable boundary condition for such an acceleration.

5.1.5.3 Seismicity

The shallow seismicity associated with the western flank of the Andes and the WAT is poorly
known, mainly because of its poor record by local networks [Barrientos et al., 2004]. The
recent deployment of instruments in the region of the present study by the Chilean Servicio

223
Sismológico Nacional (with good resolution near Santiago, between 33°S-35°S) provides the
image of the 2000-2005 seismicity with local magnitude Ml > 4.0 illustrated in Fig. 8c. Beside
the seismicity associated with the subduction zone, there is significant shallow seismicity
(depth of < 20 km) under the Principal Cordillera, which is consistent with our west-vergent
thrust model. However the data is not accurate enough to discriminate between a variety of
models including the alternative east-vergent thrust model. In our model, the shallow
seismicity is mostly concentrated ahead of the Frontal Cordillera ramp anticline and
apparently above the basal detachment. It may thus be associated with deformation of the
Andean Basin cover, and more precisely, with the westward fault-propagating fold structure
behind the San Ramón Fault.

The Principal Cordillera region has been the site of significant shallow earthquakes with M >
6.0, like the 1958 Las Melosas sequence discussed earlier [Barrientos, 2007; Alvarado et al.,
2008]. All these events occurred beneath the zone of west-verging folds, thus probably
associated with the ramp system beneath the Frontal Cordillera anticline. Fault plane
solutions obtained for six M = 5.0 events are consistent with P axes oriented NE-SW to
NW-SE [Barrientos et al., 2004; Barrientos, 2007; Alvarado et al., 2008]. The three (or four)
larger events discussed by Barrientos [2007] and by Alvarado et al. [2008] are strike-slip
events. All but one of these events are consistent with EW compression, thus with the
Andean shortening. The remaining one is the Las Melosas main shock, indicating NW-SE
compression, which is inconsistent with the right-lateral component of the Nazca -South
America plate motion. The complex kinematics of events occurring in this region may be due
to the complexity expected for the basement-involved structures that have propagated
beneath [Narr and Suppe, 1994]. In particular, the steep front of the basement wedge
appears a likely place for lateral decoupling (Fig. 8a).

5.1.5.4 Crustal structure

Crustal thickness estimates in the region come from studies of gravity data [Introcaso et al.,
1992; Tassara et al., 2006] and from studies using various seismological techniques [Fromm
et al., 2004; Gilbert et al., 2006; Alvarado et al., 2007]. Along the section at 33.5°S,

the crustal thickness reaches a maximum of ~50-60 km beneath the high Andes and
diminishes both eastward and westward. This is roughly consistent, within uncertainties, with
the structure we suggest, as shown in Fig. 8c. To test further the consistency of the
west-vergent thrust model requires a better-resolved image of the deep Andean structure.

224
Broadband data and receiver functions have been used to that purpose [Gilbert et al., 2006].
Cross sections at 30.5°S and 35.5°S established by Gilbert et al. [2006] - so to the north and
south of our section in Fig. 8 - show a clear Moho recorded by a strong simple signal at ~40
km depth, by stations located far into the eastern foreland of the Andes. As noted by the
authors, that signal cannot be followed westward when looking at stations close to the main
Andes. The clear Moho arrivals disappear, or appear interrupted, possibly by crustal-scale
faults. Gilbert et al. [2006] show that stations in the Andes do not record Moho arrivals that
appear coherent on the multiple traces. Interestingly, the thickest crust of 64 km is found in
the stacked receiver function at one of those stations with incoherent arrivals (USPA, located
precisely at the eastern flank of the Frontal Cordillera). Thus this station records also
significant arrivals above the inferred Moho, which are therefore interpreted as mid-crustal
arrivals [Gilbert et al., 2006]. We suspect that the image of structural complexity given by the
receiver functions beneath the eastern flank of the Andes (giving the impression of more than
one Moho) probably reveals the superposition, by thrusting, of two crustal-scale units. This
inference is consistent with the ~30-40 km shortening of the Andean pro-wedge, and, as
suggested in Fig. 8a, with the West Andean Thrust involving the lithospheric mantle and
interpreted as intra-continental subduction.

5.1.6 Conclusions
Our purpose was to show that the San Ramón thrust system is an active fault that is critical
for the seismic hazard in the city of Santiago and also a key structure to describe the primary
architecture of the Andes and its possible evolution. So, our conclusions are twofold.

5.1.6.1 Concerning the San Ramón Fault

The San Ramón Fault is a multi-kilometric frontal thrust at the western front of the Principal
Cordillera and interpreted as a growing west-vergent fault-propagation fold system. Its basal
detachment is close to the base of the Andean Basin at ~12 km or more of stratigraphical
depth and probably localised at ductile layers of gypsum of Late Jurassic age.

The fault-propagating fold structure associated with the San Ramón Fault is well constrained
by the mapped surface geology and can be restored to deduce amounts of shortening and
uplift. Total shortening across the frontal system is ~10 km. It has occurred since ~25 Ma,
according to precise dates in the Abanico and Farellones formations. The shortening, uplift
and erosion rates across the Principal Cordillera are inhomogeneously distributed and the

225
degree of erosion appears correlated with structure wavelength. So, no extensive erosion
surface has developed.

The San Ramón Fault reaches the surface with steep eastward dip, producing a probable
total throw of ~4 km (net thrust slip of ~5 km), according to the apparent structural thrust
separation across the Abanico and Farellones Formations. The minimum average slip rate on
the San Ramón Fault would be of the order of 0.2 mm/yr (5 km in 25 Myr) and the slip rate on
the basal detachment of the frontal system of the order of 0.4 mm/yr (10 km in 25 Myr).
However, the growth process of the thrust front suggests that the most of the slip on the basal
detachment has localized since 16 Ma in the San Ramón Fault, making of it the frontal ramp
of the Principal Cordillera. Thus, the actual long-term average slip rate on the San Ramón
Fault would be of ~0.3 mm/yr (throw rate of ~0.25 mm/yr).

The San Ramón piedmont scarp of Pleistocene age has been mapped in detail along a 15-
km-long fault segment facing Santiago, despite structural complexities in the northern sector
(Cerros Calán, Apoquindo and Los Rulos) and rapid urbanization of the eastern districts of
the city, obliterating the fault trace. The younger, most regular part of the piedmont scarp
reveals minimum average throw of ~60 m. The occurrence in the piedmont of ash lenses
correlated with the Pudahuel ignimbrites yields a strictly minimum throw rate of

0.13 mm/yr (=60 min =450 kyr).

Throw of about 4 m was measured across a well-preserved scarp that appears to be the last
testimony to late scarp increments left for study along the San Ramón Fault. This feature is to
be accounted for by a single event or by several events with thrust slip of the order of ~1 m or
less. A conservative estimate using a range of average slip of 1 to 4 m, consistent with
rupture of the entire length of the San Ramón mountain front facing the Santiago valley (~30
km) and with the well-constrained hypocentres down to 15 km depth under the Principal
Cordillera, yields seismic moments of Mo ~0.3 to 1.2 x 1020 Nm, corresponding to events of
magnitude Mw 6.9 to Mw 7.4. Events that large could not be disregarded for seismic hazard
assessment in the Santiago region. Recurrence time for such events would be very long, of
the order of 2500 - 10000 years.

5.1.6.2 Concerning the primary large-scale tectonics of the Andes

The present study of the San Ramón Fault uncovers the primary importance of the
propagating West Andean Front, interpreted as the tip of the West Andean Thrust (WAT), so

226
implying substantial changes from the currently accepted interpretations. Our tectonic section
at the latitude of Santiago synthesises the main results (Fig. 8), which are summarized
hereafter step by step:

We show that the West Andean Front must be rooted in downwards to the East, beneath the
high Principal Cordillera and probably beneath the basement of the Frontal Cordillera. The
Frontal Cordillera is a huge basement anticline ~5 km high and more than ~700 km long,
located side by side with the Principal Cordillera. The thick Andean Basin (12 km thick or
more), which constitutes the bulk of the Andean fold-thrust belt in the Principal Cordillera,
appears clearly deformed as a west-verging pro-wedge, ahead of the Frontal Cordillera. We
infer that the Frontal Cordillera is the crustal-scale ramp anticline that, as a bulldozer,
provides the necessary boundary conditions to maintain the high elevation in the Principal
Cordillera and to cause the westward propagation of the San Ramón thrust system. So, the
primary Andean structure at the latitude of Santiago has a decided westward vergence.

A prominent zone of west-verging folds of the thick Andean cover in the middle of the
Principal Cordillera appears to mark at the Earth’s surface the tip of the propagating main
west-vergent thrust ramp system associated with the Frontal Cordillera anticline. Huge
vertical limbs (implying an overall ~15 km vertical separation of the Andean Basin infill) and a
complex kinematics are observed at these basement-involved structures. The Aconcagua
Fold-Thrust Belt (eastern part of the Principal Cordillera) appears to be a shallow subsidiary
back-thrust on top of the Frontal Cordillera anticline. On the back of the Frontal Cordillera is
the eastern foreland of the Andes, represented by the relatively modest Cuyo Basin (no more
that ~2 km thickness), which cannot be interpreted as a flexural basin. An incipient Back-
Thrust Margin probably including a series of steep crustal-scale ramps on the back of the
Frontal Cordillera anticline appears hidden beneath the Cenozoic sediments of the Cuyo
Basin. So, the structure of the Andes at this latitude is strongly asymmetric and its
doubly-vergent character very incipient.

At the Subduction Margin, the rigid Marginal Block appears to act as a balance between
forces applied by the Andes across the WAT and the subduction zone. The extensively
eastward-dipping Andean Basin on top of the Coastal Cordillera basement indicates crustal-
scale flexure of the western foreland associated with eastward underthrusting of the Marginal
Block beneath the WAT, and its consequent loading by the weight of the Andes. Alternating
cycles of subduction erosion and accretion at the continental margin punctuate the long-term

227
uplift process of the Coastal Cordillera. The Marginal Block has similar characteristics for
thousands of kilometres alongside the Andes, suggesting it is a fundamental feature of the
mechanical partitioning between orogenic and subduction processes.

The chrono-stratigraphic constraints suggest slow deformation processes across the Andes.
Orogenic uplift of the Principal Cordillera would have been followed by a sedimentary
response in the eastern foreland with a relatively long delay of about 8-11 Myr. Cumulative
shortening of 35-50 km throughout the Andes at this latitude implies a modest average
shortening rate of the order of ~2 mm/yr, consistent with GPS results. Shallow seismicity
under the Principal Cordillera apparently ahead of the WAT is significant, but its record
hampered by insufficient instrumental coverage. Maximum crustal thickness of ~50-60 km
beneath the high Andes is consistent with our suggested structure. The complex image of the
deep Andean structure given by receiver functions reveals interruption of Moho arrivals,
suggesting to us superposition by the West Andean Thrust of crustal-scale units and
involvement of the lithospheric mantle in an embryonic intra-continental subduction.

We note that the stage of primary westward vergence with dominance of the WAT at 33.5°S
is evolving into a doubly-vergent configuration, consistent with the overall eastward and
southward propagation of deformation in the Central Andes and the Altiplano (south of 18°S).
A growth model for the WAT-Altiplano similar to the Himalaya-Tibet is suggested. We
anticipate that the west-vergent stage is ubiquitous in the Central Andes and that it should
have occurred earlier in the regions where the Andean orogen is more developed (specifically
in northern Chile between 18°S-26°S). It is deduced that the shear on the WAT has localized
during the Cenozoic in a pre-existent zone of weakness of the Mesozoic back-arc,
characterized by damage at crustal or lithospheric scale. The thrusting of the Marginal Block
by Gondwanan South America has given way to the inception of partitioning between
subduction and orogenic processes. So, the origin of the Andes appears intrinsically
associated to the occurrence and propagation of the West Andean Thrust, improving our
mechanical understanding of the Andean orogenic cycle and its specific association with a
long-lasting subduction. The occurrence of the WAT reduces the differences between the
Andean orogen and other doubly-vergent orogens associated with continental collision, like
the Himalayas: The intra-continental subduction at the West Andean Thrust may act as a
mechanical substitute of the collision zone. In any case, the Andean orogeny paradigm may
be considered obsolete.

228
Acknowledgments. Our work has been supported by the bi-national French-Chilean ECOS-
Conicyt program (project C98U02), the French Agence Nationale pour la Recherche, Project
Sub Chile (ANR-05- CATT-014) and the Chilean ICM project ‘‘Millennium Science Nucleus of
Seismotectonics and Seismic Hazard’’. We have benefited from fruitful discussions with P.
Alvarado, S. Barrientos, R. Charrier, B. Meyer, O. Oncken, A. Tassara, P. Victor, C. Vigny
and from inspiration from many others, among which J. Malavieille, V. Ramos, and P.
Tapponnier. We thank two anonymous reviewers and the associate editor for their critical and
constructive remarks. This is IPGP contribution N° 2582.

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242
243
Fig. 1. Topography and very rough geology of the Central Andes. Red box locates Fig. 2.
Square marked with S locates Santiago. The main tectonic features are identified on two
selected profiles (A and B, traces marked in red at 20°S and 33.5°S). Vertical black arrows
indicate the present-day Volcanic Arc. The Subduction Margin (synthetic to subduction)
coincides with fore-arc extent. The Sub Andean Belt in profile B is part of the Back-Thrust
Margin, (antithetic to subduction). The Principal Cordillera (PC) includes the Aconcagua Fold
Thrust Belt (AFTB), both made of volcanic/sedimentary rocks of the Andean Basin (AB)
overlying basement of the Frontal Cordillera (FC). The relatively shallow Cuyo Basin (CB)
overlies the basement structure of the Hidden Precordillera (HP). The Marginal Block is
formed of Central Depression (CD), Coastal Cordillera (CC) and Continental Margin (CM).
Profile B depicts in light colours major crustal features deduced from the geology: Triassic
and pre-Triassic continental basement (brown), post-Triassic basins (yellow) and oceanic
crust (blue). The deep basin represented in the two profiles (A and B) is the Andean Basin
(AB) that is crossed by the trace of the West Andean Front. VP is Valparaíso Basin. Vertical
exaggeration in profiles is 10. Map and profiles based on topographic data from the NASA
Shuttle Radar Topography mission (SRTM) and the global grid bathymetry of Smith and
Sandwell (1997), available at http://topex.ucsd.edu/WWW_html/srtm30_plus.html.

244
245
246
Fig. 2. Tectonic framework. a. Physiography of the Andes and the Nazca/South America plate
boundary and the study region. The capital of Chile (Santiago) is located at the northern end
of the Central Depression where the West Andean Front is well defined (black dashed line
with triangles, compare with profile B in Fig. 1). The Principal Andes Cordillera overthrusts the
230-250 km wide Marginal Block, formed South of Santiago of Continental Margin, Coastal
Cordillera and Central Depression, which overthrusts the Nazca plate at the subduction zone
(trace marked by Chile trench). At 33°S latitude, north-south changes in Andean tectonics,
topography and volcanism appear associated with changes in the shape of the trench and in
the dip of the subducting slab (Nazca Plate under South-America Plate), which in turn may be
associated with subduction of the Juan Fernandez Ridge. Active volcanism (red triangles) is
limited to the region south of 33°S. Thick dashed lines (blue, red and green) are the
horizontal projection of lines of equal depth at the top of the Benioff zone (at 50 km, 100 km
and 150 km, respectively), as deduced by seismicity studies (Cahill and Isacks, 1992). At
33°S the strike of the Benioff zone bends ~15° as defined from the trench down to 100 km
depth (from N20°E south of 33°S to N5°E north of 33°S). South of 33°S the lower part of the
subducting slab (between 100 and 150 km depth) appears to dip steeply (~35°) whereas for
the same depth range immediately north of that latitude a flat slab geometry is suggested
(Cahill and Isacks, 1992). Our study region (displayed in b) is outlined by red box. Red line at
33.5°S corresponds to topographic profile B in Fig. 1 and to sections in Figs. 3 and 8. b.
Structural map of the Andes in the study region. Compiled from geological information at
diverse scale, in Chile (from Thiele [1980], Gana et al., [1999], Sellés and Gana [2001], Fock
[2005]), in Argentina (from Polanski [1963, 1972], Giambiagi et al. [2001], Giambiagi and
Ramos [2002]), and our own observations. The Principal Cordillera is subdivided in three
units (western PP, central PP, and eastern PP) according to vergence of observed structures
(discussed in the text). The thin-skin Aconcagua Fold Thrust Belt (AFTB) is hatched with
frontal fault trace in black, adorned with triangles. Its main eastward vergence is indicated by
white arrows. The zone of large West-Verging Folds (WVF) is illustrated by dashed black
stripes adorned with westward-directed arrows, indicating the approximate position of basal
layers of main nearly vertical limbs (with top-to-the-west geometry). The red-circled white star
indicates location of Neocomian beds in Fig.9. The shallow westward-dipping basal contact of
the Mesozoic cover (eastern side of Andean Basin) is clearly seen atop the Frontal Cordillera
basement anticline (towering at more than 6000 m) in the northen half of the map. Two

247
outcrops of the relatively small intermontane Alto Tunuyán basin (AT) are seen in the
southern half of the map (consistent with maps by Giambiagi et al. [2001] and Giambiagi and
Ramos [2002]). The San Ramón Fault marks the synthetic West Andean Front, at the contact
between the Principal Cordillera and the Central Depression (western foreland). At this
latitude, the east-verging, thick-skin, back-thrust that disrupts the contact of the Frontal
Cordillera with the Cuyo basin (eastern foreland) is mostly hidden. Elevation contours (white,
each 1000 m; thicker contour for 4000 m) derived from SRTM data. The yellow rectangles
locate maps in Figs. 3b (larger rectangle) and 4 (smaller rectangle).

248
249
250
251
Fig. 3. Morphology and structure of the West Andean Front and the western Principal
Cordillera facing Santiago. a. 3D view of DEM with Landsat 7 imagery overlaid. Oblique view
to NE. The most frontal San Ramón Fault reaches the surface at the foot of Cerro San
Ramón, across the eastern districts of Santiago. Rectangle shows approximate area mapped
in Fig. 4, which gives details of the fault trace. To the East of Cerro San Ramón, Farellones
Plateau is incised ~2 km by Ríos Molina-Mapocho and Colorado-Maipo, which grade to the
Central Depression (Santiago basin). Red line marks approximate trace of section shown in
Figs. 3b and 3c. b. Structural Map of the San Ramón - Farellones Plateau region and
corresponding E-W section (see location in Fig. 2b). Bedding attitudes are determined by
mapping systematically over a DEM the most visible layers (thin black lines) with overall
horizontal resolution of 30 m, using SPOT satellite imagery, aerial photographs and field
observations. Well-correlated layers (correlated over distances of kilometres) are indicated by
thicker brown and green lines (in Abanico and Farellones Formations, respectively). The
basal contact of Farellones Formación has been modified from Thiele [1980], to be consistent
with details of the mapped layered structure. The trace of axial planes of main folds is
indicated. SR locates summit of Cerro San Ramón (3249 m); Q, summit of Cordón del
Quempo (4156 m). Section shift (from AA’ to A’’A’’’) is chosen to better represent the fold
structure of San Ramón and Quempo. Bedding and axial plane attitudes in the section are
obtained by projection of structural elements mapped over the DEM, so directly constrained
by the surface geology between the high mountainous topography and the longitudinal profile
of Colorado river (dashed blue), and extrapolated below that level. The geometry of base of
Abanico Formación is consistent with the structure observed in the upper part of the section,
and it has been tentatively interpolated between where it pinches out with shallow eastward
dip beneath sediment of the Santiago Basin, and its outcrop with steep westward dip in the
Olivares river valley, east of Quempo. c. Interpreted structure of the western Principal
Cordillera associated with the east-dipping ramp-flat geometry of the San Ramón Fault. Box
with plain colours shows surface geology, exactly as in the structural section constructed to -4
km in b. Geology inferred further downward and observed sideward is shown in opaque
colours. Our interpretation implies the western Andean front is characterized by the west-
vergent fold-thrust structure of the >12-km-thick volcanic-sedimentary cover of the Andean
Basin (Jurassic-Cenozoic), which is pushed over the eastward tilted Marginal Block (or
Coastal Block, formed of Central Depression warp atop Coastal Cordillera basement) by
(backstop or “bulldozer-like”) West Andean basement thrust system (involving magmatic
rocks of Triassic and older age). A low-angle basal decollement would be localised at the

252
ductile evaporitic layers of Late Jurassic age (Río Colina Formación; “Yeso principal del
Malm”). The San Ramón Fault alone has net thrust slip of ~5 km (red half-arrow),
corresponding to the offset of the base of the Oligocene-Early Miocene Abanico Formation.
The total horizontal shortening by folding and thrusting across the San Ramón – Farellones
Plateau structure (between the two red triangles) results from ~10 km westward transport of
the volcanic-sedimentary pile relative to the underlying basement (bold double arrows). The
larger overall shortening associated with the West Andean Front (>30 km) must be rooted in
a major east-dipping ramp crossing the basement and deep crust underneath the high Andes
(to the east, outside of the shown section, see Fig. 8). Main Miocene plutons are indicated: La
Obra (LO: ~20 Ma) and La Gloria (LG: ~10 Ma).

253
254
Fig. 4. Map, satellite SPOT image and sections describing the San Ramón Fault and its
piedmont scarp in the eastern districts of Santiago. Map and SPOT image cover same
area(shown in Figs. 2b and 3a). Sections tentatively interpreted across the fault (labelled A
and B) are located in the map. The San Ramón Fault trace is at the foot of a continuous scarp
east of which the piedmont is uplifted and incised by streams. The more incised Cerros
Calán, Apoquindo and Los Rulos (to the N) expose an anticline made of Early Quaternary
sediments, cored by bedrock of the Abanico Formation and possibly cut by subsidiary thrusts,
as those better exposed and mapped in Cerro Los Rulos (illustrated in section A). The gently
sloping piedmont that is uplifted in the central part of the segment (section B) is covered with
Midlle-Late Pleistocene alluvium containing lenses of volcanic ash correlated with Pudahuel
ignimbrites (see text). The map has been compiled and geo-referenced at 1:25.000 scale,
from original mapping on a DEM at 1:5.000 scale (shown in Fig. 6).

255
Fig. 5. Field photographs (area of San Ramón and Farellones). a. Panorama of Farellones Plateau, view to South from the north side
of Río Molina canyon (see Fig. 3a). b. San Ramón piedmont scarp, view to North. Piedmont step with Pleistocene alluvium is
upthrown by San Ramón fault (to its left) and dominates Santiago (see Figs. 4 and 6 for location of piedmont scarp). c. San Ramón
piedmont scarp, view to Southeast. Cerro Calán and Cerro Apoquindo are part of an anticline made of folded alluvial sediments of
Mapocho river (of Early Quaternary or older age). d. Outcrop of NE-tilted alluvial sands and gravels on the NE limb of the anticline at
Cerro Apoquindo (see section A in Fig. 4), view to Southeast.

256
257
Fig. 6. Morphology of San Ramón piedmont scarp. Oblique NE view (3D) of DEM shows
upthrown and downthrown piedmont surfaces. White lines with lowercase letters mark
location of profiles (labelled a to e, from N to S). Los Rulos-Apoquindo-Calán anticline is seen
on the NW extension of upthrown piedmont. Profiles (in blue) across piedmont scarp indicate
a minimum throw of 30-60 m (vertical red bars). Crosses in profiles correspond to pixels in
the DEM; black lines with angles approximate average piedmont and scarp slopes. White
rectangle in 3D view locates area covered by a higher resolution DEM where most recent
scarp is observed (Fig. 7). DEM has 10 m horizontal resolution; 2.5 m vertical precision,
based on aerial photogrammetric map at 1:5.000 scale with elevation contours each 5 m.

258
Fig. 7. Morphology of most recent scarp across young (Holocene?) alluvial fan. a. DEM with 2 m horizontal resolution; 0.1 m vertical
precision, based on a differential DGPS survey covering an area about 400 x 300 m2 (location shown in Figs. 4 and 7). The younger
alluvium to the North (yellow) conceals the scarp. b. Profiles show a scarp 3-4 m high that may have resulted from a single event.
Vertical exaggeration is 2. Profile symbols as in Fig. 6. The GPS data are not referenced, so the elevation base is within error of
about ±10 m.

259
260
Fig. 8. Simplified section across the Nazca/South America plate boundary and the Andes at
the latitude of Santiago (33.5°S, see Figs. 1 and 2a for location; main Andean geological
features correspond to those mapped in Fig. 2b). a. The hypothesised West Andean
mega-thrust (depicted as an embryonic intra-continental subduction under the Andes)
reaches the surface at the San Ramón Fault (West Andean Front), parallel and synthetic to
the subduction interface with the Nazca Plate. The two synthetic systems are separated by
the rigid Marginal Block, down-flexed eastward as is underthrust beneath the Andes. The
eastern side of the Andean Basin (>12-km-thick Mesozoic-Cenozoic “back-arc” basin filled
with sedimentary and volcanic rocks, also called “Andean Geosyncline”; Auboin et al., 1973)
is inverted and deformed in the Principal Cordillera as a pro-wedge, pushed westward by the
Frontal Cordillera basement backstop (leading edge of the South America Plate). Once
reduced to scale the Aconcagua Fold Thrust Belt (AFTB) appears a shallow minor back-
thrust. The Marginal Block appears a rigid board balancing coastal uplift (associated with
subduction processes) and orogenic load by the Andes (circled yellow arrows), between the
two mega-thrusts. The Cuyo Basin in the eastern foreland is mildly deformed as an incipient
retro-wedge. Total Andean shortening across the section is not less than about 35 km, not
more than about 50 km (30-40 km across the Principal Cordillera pro-wedge and 5-10 km
across the Cuyo Basin retro-wedge). Shortening at lithospheric scale (measured by Moho
offset) is drawn consistent with shortening in the upper crust. Continental lithosphere (brown:
crust; green: mantle) and oceanic lithosphere (light blue: crust; dark blue: mantle) are
schematised. Base of lithosphere is highly simplified and does not take into account (although
possibly important) lithosphere thickness variations under the Andes, which are not relevant
for the primary purpose retained for this paper. Faults in red, dashed where uncertain.
Coupled circled cross and dot (in black) indicate likely locations of strike-slip. Basins with
sedimentary/volcanic fill (adorned with layers) are shown in yellow (Cenozoic) and green
(Mesozoic). Position of present-day volcanic arc and possible feeding across lithosphere are
indicated. Gray rectangle locates details shown in Fig. 3c. No vertical exaggeration. AW is
accretionary wedge; FP, Farellones Plateau; WVF, west-verging folds; T, Tupungato; AT, Alto
Tunuyán basin. b. Outline section with bulldozer representing appropriate boundary
conditions. The West Andean Thrust (WAT) is in bold red. c. Outline section testing for
consistency of model with seismicity and rough crustal thickness. The red circles represent
the complete record of the 2000-2005 projected seismicity, including the best located
hypocentres (events with Ml > 4.0 and hypocentral location RMS < 0.3) by Servicio
Sismológico Nacional of Universidad de Chile (seismicity section is half-degree wide, centred
261
33.5°S). Projected smooth Moho profile, roughly interpolated from broadband seismological
data (bold dashed white line from Gilbert et al. [2006]), is represented for comparison. The
better-resolved images obtained with receiver functions by Gilbert et al. [2006] (to the north
and south of our section, so not represented in the figure but discussed in the text) show
structural complexity consistent with the stepped Moho structure proposed in our model.

262
263
264
Fig. 9. Photographs of the structure in the zone of large west-verging folds (WVF, represented in
Figs. 2b and 8a; see precise location of photograph in Fig. 2b). a. In the largest vertical limb (~5
km wide, top-to-the-west geometry), ridges of limestone beds of Neocomian Lo Valdés
Formation (locally dipping ~80°W) bearing weak cleavage dipping steeply eastward (~70°E). b.
Detail showing S1/S0 relation.

265
5.2 Reply to the comment by R. A. Astini & F. M. Dávila
on the paper: “The West Andean Thrust (WAT), the San
Ramón Fault and the seismic hazard for Santiago
(Chile)” by Armijo, R., Rauld, R., Thiele, R., Vargas, G.,
Lacassin, R., and E. Kausel.
Rolando Armijo1, Rodrigo Rauld2, Ricardo Thiele2, Gabriel Vargas2, Jaime Campos3, Robin
Lacassin1, and Edgar Kausel3

1
Institut de Physique du Globe de Paris, CNRS - Université Paris Diderot, 4, Place Jussieu -
75252 Paris Cedex 05 – France

2
Departamento de Geología, Universidad de Chile, Casilla 13518-Correo 21, Santiago, Chile

3
Departamento de Geofísica, Universidad de Chile, Blanco Encalada 2085, Santiago, Chile

corresponding address: armijo@ipgp.jussieu.fr

Abstract. We have proposed earlier (Armijo et al., “The West Andean Thrust (WAT), the San
Ramón Fault and the seismic hazard for Santiago (Chile)”, Tectonics, 2009, in press) a new
tectonic model for the evolution of the Andes mountain belt as a bivergent orogen. Here, to reply
to a comment by R. A. Astini & F. M. Dávila, we discuss briefly the protracted diachronic
evolution (over tens of million years) by propagating deformation at the large-scale (over 102 -
103 km), its influence on basin formation in the back arc region (retro-arc foreland basin), and
the mechanical implications of the bivergence in the tectonics of the forearc region, particularly
the possible effects of the underthrusting of the coastal crustal-scale rigid block (the Marginal
Block) beneath the WAT.

The comment by Astini & Dávila criticises the new model we recently presented in Armijo et al.,
[2009] suggesting that the Andes is a fundamentally bivergent (or doubly vergent) orogen and
defends the conventional model of Andean orogeny, which we think obsolete, involving crustal
shortening only by development of retro-arc thrusts in the back arc region (e.g., as discussed,
among many others, by Isacks [1988]). Our model is based on the structural study of the San

266
Ramón Fault system and the Principal Cordillera at the front of the western flank of the Andes,
which is used to characterize the crustal-scale West Andean Thrust (WAT), a major fold-thrust
system in the forearc region, synthetic to the subduction zone. The comment by Astini & Dávila
raises cursorily a large number of important questions, which cannot be fully addressed in this
reply.

To summarize the main argument: First (1), Astini & Dávila think that, according to the critical
taper wedge model [e.g., Davis et al., 1983], the dominant thrusting of the Andes cannot have
shifted from an initial westward vergence to an eastward vergence, as we propose; Second (2),
they claim that the well-known eastward (cratonward) migration of thrusting associated with
foreland basin formation in Argentina cannot be explained if the initial dominant thrusting of the
Andes was in the forearc, with westward directed vergence; Third (3), Astini & Dávila argue that
no continental block in the forearc region, as the Marginal (or Coastal) Block that we have
defined, can be considered as a western foreland of the Andes, because there is no well-
developed western foreland basin. The miscellaneous final remarks by Astini & Dávila express
their doubts that our model may fit currently accepted models of mass transfer, sediment flow
across orogens, and tectonic-climatic forcing, because according to our model, a major
topographic slope would have been created to the West of the Andes (a feature that as anyone
can check is not hypothetical, but a matter of fact). Last (but not least), the Andes at 33.5°S
latitude would not be in an early stage of its evolution (as we claim), because sediments in the
Argentinean foreland record its development since more than 20 Ma. Our reply, intended to
identify first-order conflicting issues, is as follows:

(1) The possible evolution of the Andean bivergent orogen. That the Andes have
grown in a bivergent tectonic framework is evident (see discussion in Armijo et al. [2010]). If our
work may innovate, it is by suggesting the importance and possible mechanical role of crustal-
scale thrust structures on the west flank of the Andes, in the forearc region and synthetic with
the subduction zone, which have for long been neglected (we have designated this feature as
the WAT). According to our observations and the conceptual framework used for this kind of
tectonic problem [Malavieille, 1984; Willett et al., 1993; Beaumont et al., 1996; ten Brink et al.,
2009], the Andes would be a bivergent crustal wedge. There appears to be no mechanical
obstacle for an Andean orogenic growth with two main stages: a first stage characterized by the
dominance of a forearc thrust belt (pro-wedge) and a second stage characterized by
development and eventual dominance of a back arc thrust belt (retro-wedge), and with formation
of a conspicuous retro-arc foreland basin [DeCelles and Giles, 1996]. Both the forearc thrust belt
267
and the back arc thrust belt would have formed as a response to block uplift of the central region
bounded by two conjugate step-up shear zones (pro- and retro shears) forming a triangle [Willett
et al., 1993; Beaumont et al., 1996]. According to sandbox kinematic experiments by ten Brink et
al. [2009], a broad retrowedge would develop only if the central region (the arc) behaves
relatively rigidly, acting as a backstop that transmits compressive stress into the back arc region.
In turn, according to numerical experiments by Beaumont et al. [1996], this would be achieved
only if a buoyant slab has moved into the subduction system (simulating continental collision).
As mentioned below, west of the Andes we find an equivalent under-thrusting buoyant block (the
Marginal Block). So, in contrast with the opinion expressed by Astini & Dávila, we think the
currently accepted conceptual framework is appropriate to analyse and test our Andean tectonic
scenario.

(2) The development of the eastern (retro-arc) foreland basin: southward and eastward
propagation of Andean deformation. The tectonic section of the Andes that we describe at
33.5°S (see structural maps and sections in Armijo et al. [2010]) appears to display mostly the
effects of the first stage of Andean deformation, but immediately north of 33.5°S the effects of
the second stage become more evident, and with dramatically growing evidence, further north
(into the region to which Astini & Dávila mostly refer), for the dominance of a back arc thrust belt
and a retro-arc foreland basin. Like others authors [e.g., Giambiagi and Ramos, 2002], we
interpret this feature to reflect southward propagation of the Andean deformation. The Andes
would be more evolved -with progressively greater cumulative shortening- to the north of 33.5°S
[e.g., Kley et al., 1999; Ramos et al., 2004], and less evolved (or incipient) in our section at
33.5°S, where we find a modest overall cumulative shortening of 35-50 km throughout the
Andes and probably no more than ~10 km shortening associated with retro-arc thrusting
(inconsistent with the assertion by Astini & Dávila). We think that the dramatic North-South
gradient in the Andean deformation is a first-order feature that should not be ignored.

The foregoing evolution is consistent and complementary with the evolution of the Andean
(Altiplano) Plateau (18°S – 24°S), by eastward propagation from the Western Cordillera to the
Sub-Andean Belt, of east-vergent thrusts since ~70 Ma (Cretaceous to early Palaeocene time)
[Sempere et al., 1997; Horton et al., 2001; DeCelles and Horton, 2003; McQuarrie et al., 2005].
The age of the early Andean compressional structures and exhumation at 18°S – 24°S in the
western flank of the Andes, i.e., the present-day arc-forearc region (Western Cordillera and
Chilean Precordillera) is reportedly of “Incaic” age (~38 Ma [Scheuber et al., 1994; Allmendinger
et al., 1997; Maksaev and Zentilli, 1999]) or perhaps older (Late Cretaceous and Palaeocene
268
[Arriagada et al., 2006; Amilibia et al., 2008]). It seems clear that the first structural reliefs of the
Andean orogeny were created at this latitude in the area now occupied by the Western
Cordillera and Chilean Precordillera. Those ages are significantly older than the 20-25 Ma age of
the initial Andean compressional deformation (by basin inversion [e.g., Charrier et al., 2002])
along the same western flank of the Andes at 33.5°S in the Principal Cordillera (consistent with
the ages mentioned in the last assertion by Astini & Dávila). Therefore, the Andean deformation
along the western flank of the Andes (in the present-day arc-forearc region) appears also (as in
deformation in the back arc region) to have propagated southward, along the WAT. So we find
that the Andean orogen is characterised by important deformation gradients and a protracted
diachronic evolution, which are both indicative of propagating deformation at the large-scale (102
- 103 km). Elaborating forward this evolutionary view would probably respond satisfactorily to
concerns on details of ages and amounts of deformation reflected by retro-arc basin formation in
Argentina as expressed by Astini & Dávila.

(3) The mechanical role of the Marginal Block: significance of basins in the forearc
region. Geographically and structurally, the continental basement block located to the west of
the western flank of the Andes Mountains is a western foreland. We have designated that
western foreland, which is ~200 km wide horizontally (the distance separating the WAT from the
subduction zone), Marginal (or Coastal) Block. That configuration appears determinant for the
Andean mountain building process, because the rigid, eastward-dipping Marginal Block appears
to act as a balance between forces applied by the Andes across the WAT (load of the Andes)
and the subduction zone (associated with the buoyancy of the subducted slab, plus those
associated with accretionary or subduction erosion processes, if any). So, these appear to be
first-order boundary conditions for the Andean orogeny.

However, it is difficult to classify the basins of different size and nature found on top of the
Marginal Block. Just to the west of the WAT is the Central Depression, which may be considered
as a modern terrestrial forearc basin [Allmendinger et al., 1997; Horton et al., 2001; McQuarrie
et al., 2005]. However, Dickinson [1995] does not classify the Central Depression as forearc
basin and instead considers as modern examples of forearc basin in the Andean continental
margin a string of basins located offshore on a fringe of continental basement. Chilean examples
would be the offshore Arica, Iquique and Valparaíso basins, located at depths of 1500 m to 2500
m [Coulbourn and Moberly, 1977; Laursen and Normark, 2003]. The Central Depression has
also been interpreted as an underfilled foreland basin [Victor et al., 2004]. The Central
Depression contains a variable thickness of Cenozoic sediments, reaching a maximum
269
thickness of 4 km at 41°S [Scholl et al., 1970]. We conclude however that the Central
Depression is mostly an underfilled basin at 33.5°S (consistent with the inference by Farías et al.
[2008], see discussion in Armijo et al. [2010]). If it should be classified as a ‘peripheral’ foreland
basin or as a terrestrial forearc basin (according to the classifications given by DeCelles and
Giles [1996] and by Dickinson [1995]) appears secondary. More importantly however, it is likely
that the Central Depression and the 12-km-thick Andean Basin of Early Jurassic to Cenozoic
age beneath it form together a specific kind of basin development, which is in need of further
study. The Andean Basin is by far the largest and most impressive basin on top of the Marginal
Block basement, dipping consistently eastward with that basement for many thousands
kilometres along the strike of the Central Andes. Our study at 33.5°S (see structural maps and
sections in Armijo et al. [2010]) shows however that the eastern half of that basin has been
deformed, uplifted to high elevations and incorporated to the west-vergent Principal Cordillera
fold-thrust belt. The upper part of the Cenozoic sequence in the western Principal Cordillera
(Farellones Formation) appears to have been syntectonically deposited in a piggy-back
configuration and transported westward by motion on the basal detachment of the WAT,
probably by kilometres, much like wedge-top deposits in a foreland basin system [DeCelles and
Giles, 1996]. Probably the tectonic role of the Cenozoic deposits found atop the Andean Basin
should be re-examined. Given the foregoing, the preliminary modelling results obtained by Astini
& Dávila seem interesting and promising, but the conventional elastic flexure modelling
approach for foreland basins does not seem appropriate to take into account the specific very
compelling boundary conditions under which the Marginal Block has evolved.

Final remarks. One of the most exciting issues of mountain building processes studied in the
last decade are the combined effects of tectonics and the creation of topography, the
consequent development of orographic barriers that alter atmospheric circulation, which
ultimately affect the erosion, sediment transport regimes and the landscape evolution. A review
of the Andean tectonic/climatic evolution has been presented by Strecker et al. [2007]. The
results of our work appear consistent with the main described effects and especially with those
concerning precipitation south of 27°S, where the moisture-bearing winds (the Southern
Hemisphere westerlies) cause high rainfall on the western flank of the Principal Cordillera and
semiarid conditions in the lee of the ranges, an asymmetry (creation of topography associated
with the tectonic activity of the Andes, which has produced an efficient barrier at its western
flank) that is also reflected in differences in weathering, erosion, and sediment transport rates on
opposite sides of the orogen [Strecker et al., 2007].

270
Finally, the popular concept of Chilean mode of subduction defined by Uyeda and Kanamori
[1979] where the strong coupling, the high seismic activity, the uplift and the compresssion of the
leading edge of the South America continent are explained by the buoyancy of young subducted
lithosphere has evolved gradually into the idea that crustal shortening in an Andean type orogen
can only be achieved by development of retro-arc thrusts in the back arc region (see for instance
Stern [2002]). So there should be no pro-arc thrust in Andean-type forearcs. A complementary
idea is that forearcs built on continental lithosphere (Andean-type arcs) are classified as non-
accretionary [Stern, 2002]. In a similar way, the study of retro-arc foreland basins closely
associated with the development of orogens has apparently given rise to the idea that the
existence of orogens and large continental thrusts should remain doubtful until a well-
developped foreland basin has been found. Our work is challenging those ideas. For the case of
the south central Andes, we have shown evidence demonstrating that the high topography at its
western flank (Western Cordillera, Chilean Precordillera, Principal Cordillera) and the major
crustal-scale structure that mechanically sustains it (the WAT) are first-order early features of the
orogen evolution. So, (1) there is an important forearc thrust belt synthetic with the subduction
zone; (2) the eastward underthrusting of the Marginal Block demonstrates a specific Andean
kind of crustal-scale accretion; (3) the boundary conditions governing the dynamics of the
Marginal Block determine specific conditions for land uplift and subsidence, sediment transport
and deposition across the forearc region, ultimately in the trench. We agree with Astini & Dávila
that all those new issues should now be worked out.

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274
6. Discusión

6.1 Sobre la estructura y evolución del frente


cordillerano occidental a la escala del Cenozoico
Superior
La relación estratigráfica de las Formaciones Abanico y Farellones es compleja y se remonta a
la definición misma de estas unidades (P. Ej. Aguirre, 1960; Klohn, 1960; Thiele, 1980; Charrier
et al., 2002; Fock, 2005). Siguiendo criterios litológicos o geoquímicos se ha determinado que
no existe una diferencia clara entre estas dos formaciones, que sea discriminante en terreno
(Thiele, 1980; Nyström et al., 2003; Kay et al., 2005). Estas formaciones representan la
evolución, en continuo, de una corteza que progresivamente va engrosando durante el
Cenozoico (P. ej.: Nyström et al., 2003; Kay et al., 2005). En este trabajo las Formaciones
Abanico y Farellones se han diferenciado utilizando el concepto de aloformación (ISSG, 1987),
donde a partir de una discordancia se continuó el contacto definido entre las dos formaciones
siguiendo un nivel estratigráfico, que aparece como discordante y paraconcordante. Esta
aproximación se considera válida para el área de estudio, tomando en cuenta las diversas, y
controversiales interpretaciones de trabajos anteriores que han definido el contacto como
discordante (P. ej.: Aguirre, 1960; Klohn, 1960; Thiele, 1980), pseudo-concordante (Godoy y
Lara, 1994), y en particular de carácter tectónico (Godoy et al., 1999; Charrier et al., 2002).

La estructura del frente cordillerano está caracterizada en primer orden por una deformación
contraccional de vergencia al oeste, expresada por fallas y pliegues. Las estructuras que acá se
encuentran se caracterizan por una longitud de onda entre 10 y 5 km, y con amplitudes de 1 a 5
km. Hacia el sur, a los 34º30’S se describen estructuras compresivas similares en amplitud y
longitud a las del frente cordillerano a esta latitud, que también afectan a la Formación Abanico
(Jara, 2007) pero que son interpretados como pliegues con vergencia al este. A pesar de la
diferencia en la vergencia respecto a lo observado en este trabajo, los antecedentes
presentados por Jara (2007) permiten confirmar un estilo de deformación similar al observado
en este trabajo a esa latitud. De la misma forma, hacia el norte, a los 32º30’S también se
reconocen evidencias de deformación compresiva en el frente cordillerano occidental, que está
caracterizada por una falla que pone en contacto a las formaciones Abanico y Farellones con
las formaciones Lo Valle y Las Chilcas hacia el oeste (Carter y Aguirre, 1965; Moscoso et al.,

275
1982; Rivano et al., 1993; Campbell, 2005). Esta estructura es la denominada Falla Pocuro
(Carter y Aguirre, 1965) que inicialmente era considerada normal, pero que posteriormente ha
sido interpretada como una falla inversa, derivada de una inversión tectónica de las fallas que
limitan al este la cuenca extensional Abanico (Charrier et al., 2005; Charrier et al., 2007; Farías,
2007). El hecho que la Formación Farellones esté en contacto por falla con las unidades del
Mesozoico sugiere que a los 32º30’S el desplazamiento total en la falla del frente cordillerano
occidental es menor que a los 33º30’S, o que la deformación se ha distribuido de manera
diferente con respecto a otras estructuras de la Cordillera Principal. Todo lo anterior señala que
la estructura del frente cordillerano está controlada por una deformación compresiva que se
manifiesta de forma similar, con un sistema de fallas inversas denominado Falla San Ramón a
la latitud de Santiago, que correspondería a la Falla Pocuro a los 32º30’S, siendo evidente que
(i) dicha estructura es el límite occidental de la Cordillera Principal, y que (ii) corresponde a una
estructura de primer orden en Chile central como ha sido afirmado en Armijo et al. (2010).

La Formación Farellones se encuentra plegada de manera similar pero con menor intensidad
que la Formación Abanico, lo que resulta en sectores donde hay discordancias y sectores
donde los estratos aparecen concordantes. El estilo de deformación que caracteriza a la
Formación Farellones, indica que fue deformada mientras ocurría su depositación. La
Formación Farellones, además, disminuye su potencia progresivamente de este a oeste, y el
límite oriental del área donde se expone es abrupto y con una marcada orientación norte-sur,
contra el anticlinal que se ubica al este de esta formación que morfológicamente coincide con el
valle del río Olivares. En este valle la estructura de la Formación Farellones se caracteriza por
fuertes manteos al oeste, lo que indica un control estructural para este límite, dominado por el
gran anticlinal asimétrico de vergencia al oeste, que ha sido interpretado como una de las
estructuras mayores a nivel cordillerano. Todo lo anterior sumado a que actualmente la
Formación Farellones se encuentra alzada, poco deformada y presenta evidencias de poca
erosión respecto a la Formación Abanico, ya que presenta profundas incisiones (del orden de
1200 m en los ríos Maipo y Mapocho), sugiere que toda el área se alzó y deformó
contemporáneamente a su depositación. Lo anterior es consistente con una geometría
consistente en un despegue de bajo ángulo en profundidad, a partir del cual surgen 4 fallas
inversas de mayor ángulo en forma de rampa, y que producen la deformación en la cobertura.
La deformación habría estado activa al momento del emplazamiento de la Formación
Farellones. Con esta configuración, además, se puede interpretar que la zona donde se
depositó la Formación Farellones correspondió a una cuenca tipo “piggyback” desarrollada

276
entre el cordón del San Ramón por el oeste y el cordón del Quempo por el este, con transporte
de toda la cuenca.

La deformación más intensa del área se aprecia en el cordón de San Ramón. Esta deformación
es debido al mayor desplazamiento acumulado de las fallas que afectan a las rocas de la
Formación Abanico en este sector, causando una mayor deformación, que a la vez se
superpone, como se aprecia a partir de lo que sucede en las etapas 3 (Punto 3.3.4, página 133)
y 4 (Punto 3.3.5, página 134) del modelo. La tercera falla de la secuencia tiene un deslizamiento
de 3000 m al que se asocia un alzamiento en el frente de 2 km (Figura 3.27), mientras que la
Falla San Ramón tiene un deslizamiento total de 4500 m, con un alzamiento del orden de 3.5
km más (Figura 3.30). Cabe destacar que el alzamiento asociado a cada estructura es
heterogéneo y es mayor en las cercanías de la estructura, no es válido sumar directamente
dichos valores como una estimación del alzamiento total. Debido a que el alzamiento asociado
a las últimas dos fallas de la secuencia es mayor que al asociado a las primeras dos fallas, se
puede explicar el mayor relieve del Cordón del San Ramón con respecto al plateau de
Farellones como consecuencia de esta diferencia de alzamiento.

El modelo estructural desarrollado en el Capítulo 3 se ajusta a la geología observada en


superficie, al menos en primer orden, y se puede considerar como una explicación plausible al
desarrollo de la estructura del frente cordillerano y por tanto de la geometría en superficie. En
efecto, éste modelo logra replicar en forma simple la estructura del frente cordillerano,
consistente en pliegues con vergencia al oeste, a pesar de las limitaciones del programa
utilizado para realizar la modelación, que principalmente están relacionadas a que el desarrollo
de las fallas debe ser secuencial y no puede ser sincrónico.

La estructura observada en la Figura 3.21 sugiere que la deformación del frente cordillerano
debió haber comenzado en un momento posterior a la depositación de las capas inferiores de la
Formación Abanico, pero antes del comienzo de la depositación de la Formación Farellones.
Según los antecedentes geocronológicos disponibles, los niveles de la Formación Abanico
previos a la Formación Farellones, tendrían una edad entre 25 y 30 Ma (Villarroel y Vergara,
1988; Fock, 2005), mientras que los niveles estratigráficos más bajos, datados en la zona,
correspondientes a la Formación Farellones tendrían una edad entre 21 – 22 Ma (Fock, 2005).
Esto coincide con el rango de edades propuesto por Charrier et al. (2002, 2005) de 22,5 Ma y
por Armijo et al. (2010) de 25 Ma para el inicio de la deformación. La erosión que se aprecia en
los valles de los ríos Maipo, Colorado y Mapocho sugiere una incisión que se ha mantenido en
277
el tiempo desde entonces y que indicaría una relativa continuidad en la deformación hasta la
actualidad, con una tasa de largo plazo mínima de 0.125 mm/año como se señala en el capítulo
5.

Por otro lado, asumiendo un desplazamiento total en la Falla San Ramón de 4000 m, y una
edad máxima de 21 Ma, según lo obtenido del modelo cinemático (ver punto 3.3.5 en página
134), se puede estimar una tasa mínima de deformación de largo plazo de 0.19 mm/año para la
Falla San Ramón, que es consistente con la tasa de 0.2 mm/año obtenida en el capítulo 5. De la
misma forma si se consideran los 9500 m de deformación total en el nivel de despegue, según
lo obtenido del modelo cinemático (Capítulo 3, sección 3.3), y asumiendo que la deformación
comenzó hace 25 Ma, se obtiene una tasa de desplazamiento de 0.38 mm/año, similar a los 0.4
mm/año estimados en Armijo et al. (2010). Esto último, implica un acortamiento del orden de 10
km en el mismo período de tiempo en el frente cordillerano.

El alzamiento relacionado a los 10 km de desplazamiento en el nivel de despegue, que tiene


una inclinación de 4ºE, se considera uniforme en el área y del orden de 800 m. Sin embargo,
también existe un componente heterogéneo del alzamiento que está relacionado a la actividad
de las fallas que dieron origen a los pliegues del frente cordillerano, y que es mayor en la zona
cercana a los planos axiales de los anticlinales. Este alzamiento, que en el Cordón del San
Ramón se estima en cerca de 4500 m (Figura 3.30), se produjo al mismo tiempo que ocurría
erosión como respuesta a la creación de relieve, a la vez que se depositaba la Formación
Farellones. Dichos procesos son los responsables de las discordancias entre las formaciones
Abanico y Farellones (Figura 3.19 y Figura 3.20). La erosión sufrida por la Formación Abanico
en el Cordón del San Ramón es de alrededor de 1000 m según lo que se deduce del modelo
realizado (Figura 3.30).

Otros trabajos recientes realizados en el área (Farías et al., 2008b; Farías et al., 2010)
proponen que el alzamiento de Los Andes se produjo entre los 4 y 10 Ma, con un acortamiento
de 16 km para una zona equivalente al área estudiada en esta tesis, pero ubicada ligeramente
más al sur, a los 33.8ºS. En estos trabajos se propone que el salto vertical para la Falla San
Ramón es de 0.7 – 1.1 km basado en marcadores morfológicos interpretados como pediplanos,
producto de episodios erosivos que afectaron el antearco, y que las estructuras observadas
serían previas a este alzamiento es decir serían estructuras exhumadas y los procesos de
creación de relieve y de erosión serían procesos desacoplados. Sin embargo, los resultados de
este trabajo indican que los procesos de alzamiento, ligados a la tectónica, y los procesos de
278
erosivos han actuado en forma paralela y continua desde el Mioceno al presente. Por lo tanto, el
relieve actual en el frente cordillerano es producto de la interacción de estos procesos, en los
que predomina el alzamiento local relacionado a la actividad de las estructuras del frente
cordillerano.

6.1.1 Evolución y estructura de los depósitos sedimentarios de


la Depresión Central y del frente cordillerano.
Estudios estratigráficos a partir de la descripción de sondajes realizados para la exploración de
acuíferos, que alcanzan profundidades de hasta 430 m bajo la superficie del valle, muestran
que los niveles más bajos del relleno de Santiago son depósitos predominantemente finos, y
que van siendo progresivamente más gruesos hacia la superficie (Karzulovic, 1957; Falcon et
al., 1970; Varela, 1993; Iriarte, 2003). La variabilidad climática entre períodos secos y húmedos
en Chile central, por otro lado, a escala del Pleistoceno tardío, sería del orden de 20.000 a
40.000 años (ver punto 1.2, página 14: Clapperton, 1983; Rabassa y Clapperton, 1990;
Clapperton, 1994; Lamy et al., 1999; Singer et al., 2000; Moreno et al., 2001; Jenny et al., 2002;
Jenny et al., 2003; Romero et al., 2006; Latorre et al., 2007; Ormeño, 2007; Zech et al., 2008), y
no permitiría explicar por sí sola la tendencia sedimentológica de primer orden observada en la
estratigrafía más superficial del relleno sedimentario de Santiago, que corresponde a una
variación de tipo grano creciente.

La Depresión Central presenta una continuidad morfológica desde el área de esta tesis hacia el
sur, donde además se encuentra mejor desarrollada. Pocos estudios han propuesto
explicaciones para la existencia de este rasgo morfoestructural, Carter y Aguirre (1965),
propusieron a la Depresión Central como un graben tectónico, y recientemente se ha postulado
que la Depresión Central es una morfología producto de la respuesta diferencial de las unidades
litológicas a los procesos erosivos (Farías et al., 2008a; Farías et al., 2008b). Esta última
hipótesis parece contradictoria al hecho de que el menor contraste litológico hacia el sur, entre
la Cordillera Principal y la Depresión Central, implicarían una morfología más discontinua del
límite entre estos rasgos. Esto, debido a que a partir de los 36ºS prácticamente no hay
afloramientos de rocas sedimentarias del Mesozoico y la Cordillera de la Costa está compuesta
principalmente por basamento cristalino interpretado como más resistente, mientras que hacia
el este predominan los productos volcánicos del Cenozoico Superior. Si la ausencia de las
rocas del Mesozoico se explica por erosión, entonces implicaría que dicha erosión ha ocurrido
durante el Cenozoico, debido a que gran parte de las unidades de la Depresión Central al sur

279
corresponden a depósitos del Mioceno Superior y Plioceno que se encuentran poco erodados,
lo que contradice que la respuesta erosional al alzamiento comenzó aproximadamente hace 4
Ma como propone Farías (2008b). Por otro lado el espesor de los depósitos sedimentarios Plio-
pleistocenos de la Depresión Central, que supera 500 m a la latitud de Santiago según
gravimetría (Araneda et al., 2000) y más al sur de los 40º supera los 1000 m según sísmica
(Scholl et al., 1970; González, 1989), implica que la Depresión Central ya estaba desarrollada
como una depresión para ese período, y que la profundidad del relleno Plio-Pleistoceno de esta
es mayor que el nivel de base más bajo alcanzado durante el ese período (Haq et al., 1987;
Chappell et al., 1996), por lo tanto se requiere algún proceso que implique subsidencia en la
explicación de su origen. A partir de lo que presenta González (1989) para el sector de Osorno
– Llanquihue, a partir de perfiles sísmicos que sugieren una historia estructural compleja bajo la
Depresión Central, junto con los antecedentes que aporta esta tesis sobre los procesos
tectónicos en el límite entre la Depresión Central y la Cordillera Principal, se considera que el
desarrollo de este rasgo morfoestructural está ligado a procesos tectónicos, especialmente
dado que esta unidad morfoestructural es un elemento que por continuidad debe tener un
origen común al sur de los 32º30’S.

En el valle central de Santiago, el sistema de abanicos aluviales del Río Maipo se caracteriza
por 3 unidades que progradan hacia el oeste (Figura 4.18). La unidad más antigua, que se
correlaciona longitudinalmente con la terraza T3 del río Maipo, se extiende entre Las Vizcachas
y el Cordón de Los Ratones y tiene una edad pleistocena media a superior. La segunda unidad
se extiende entre el Cordón de Los Ratones e Isla de Maipo, y es de edad pleistocena superior.
La tercera es una unidad del Pleistoceno Superior al Holoceno que va desde Isla de Maipo
hacia el oeste. Estas edades se han inferido a partir de las edades OSL obtenidas en
sedimentos de la parte superior de las columnas estratigráficas que componen las unidades
respectivas. Según esto, la edad de cada una de estas unidades corresponde a los períodos de
depositación acotados por la edad mínima de cada columna estratigráfica. La progradación de
estas unidades se puede explicar por procesos tectónicos, cómo lo hace Ormeño (2007), que
sugiere un control preponderante de la Falla San Ramón y eventualmente de otra falla activa
cuya traza podría ubicarse en el medio del valle central, en el Cordón de Los Ratones. De este
modo, la progradación de los abanicos se puede explicar por cambios en el nivel de base del río
Maipo, como producto del alzamiento del frente cordillerano respecto del valle central, resultado
de la actividad pleistocena de la Falla San Ramón, a lo que se han sobreimpuesto las
variaciones sedimentarias que son moduladas por las variaciones climáticas del Pleistoceno.

280
Otra explicación a la progradación de los abanicos aluviales de los ríos Maipo y Mapocho, es
que progresivamente la erosión de la Cordillera Principal ha dominado por sobre el alzamiento
de la cordillera principal, o que se ha producido un equilibrio entre estos dos procesos (Burbank
y Anderson, 2001; Keller y Pinter, 2002).

6.2 Sobre la Morfología y estructura de la Falla San


Ramón
Los depósitos aluviales del frente cordillerano son tres unidades de depósitos de diferentes
edades; cada una de estas unidades se interpreta como producto de la deformación asociada a
la Falla San Ramón que morfológicamente se manifiesta en escarpes de falla, y cuyo tamaño es
proporcional a la edad estimada del depósito. De esta forma los depósitos más antiguos (de
edad inferida pleistocena inferior-media) son los más deformados y que actualmente se
encuentran solevantados por sobre los depósitos del Pleistoceno Superior y Holoceno. En base
a la edad de depósitos de ceniza asignados al Pleistoceno Medio – Superior, desplazados por
la falla, se ha calculado una taza de deformación mínima asociada a esta de 0.13-0.16 mm/año
(Rauld, 2002; Armijo et al., 2010).

El escarpe de falla más pequeño reconocido en la zona corresponde al último, o los últimos
eventos de la falla con deformación en superficie. La morfología fresca corresponde a la de un
abanico aluvial dominado por procesos de flujos de detritos. La buena preservación del escarpe,
y la relación estratigráfica del abanico aluvial deformado con el abanico más reciente lateral,
activo, señala que la unidad deformada fue abandonada recientemente. Las dataciones de
isótopos cosmogénicos señalan una edad máxima para esta unidad de aproximadamente
45.000 años antes del presente.

Si para este escarpe se asume un desplazamiento en la falla de 4.5 m (Figura 4.15) se puede
calcular una tasa mínima de desplazamiento en la falla de 0,1 mm/año (asumiendo la edad
máxima de 45 ka). Si se considera una estimación gruesa de la edad del escarpe a través de su
datación morfológica por difusión, con una constante de difusión de 0,46 m2/ka, que
corresponde a un ambiente semiárido tipo Basin and Range (Ver anexo V), considerada
adecuada debido a que constantes menores en la literatura están relacionadas a ambientes de
extrema aridez, mientras que valores muy altos, mayores a 4 están relacionados ambientes
más lluviosos (ciertas zonas de California), se puede estimar un rango de edad máxima para el
escarpe. Este rango abarcaría el Pleistoceno terminal-Holoceno (en el anexo V se discute las

281
perspectivas de la datación morfológica de escarpes asociados a este escarpe), y se obtendría
una tasa de deformación vertical del orden de 0,15 mm/año. Esta tasa debería considerarse
como mínima también. Sin embargo se encuentra en el rango de las tasas mínimas calculadas
a partir de los escarpes que afectan depósitos del Pleistoceno Medio-Superior de 0,13 – 0,16
mm/año y de la tasa mínima a escala cenozoica de 0.2 mm/año. El hecho que las tasas de
deformación calculadas a distintos rangos de tiempo, y con respecto a distintos marcadores,
sean tan similares puede sugerir que la Falla San Ramón ha mantenido su tasa relativamente
constante en el largo plazo, y esto implica que las estimaciones de magnitudes y de períodos de
carga, que son tratados más adelante, serían más confiables que las realizadas para fallas con
tasas muy disímiles, ya que refleja un comportamiento más estable según lo que se postula en
Tapponier et al. (2001).

Entre los ríos Maipo y Mapocho la Falla San Ramón presenta una segmentación reflejada en la
morfología y continuidad de los escarpes. Se han reconocido tres segmentos ya descritos en el
punto 4.4.2 (página 160), que son: El segmento norte, con una longitud de 13 km, al que se le
relaciona una estructura de la falla más compleja, caracterizada por una serie de ramificaciones
secundarias, tipo “cola de caballo”, y morfologías que sugieren algunas complejidades
estructurales en los cerros de Apoquindo con deformación que involucra rocas de la Formación
Abanico al norte de la Quebrada San Ramón hasta el río Mapocho y una estructura más simple
entre las quebradas San Ramón y Nido de Águilas. El segundo segmento está entre la
Quebrada Nido de Águila y Lo Planella, con una longitud de 8 a 9 km, en que la traza de la falla
es más difusa y presenta ciertas complejidades, como son ramificaciones y cambios de rumbo,
además de afectar a las unidades de roca que afloran en el sector, tales como la Formación
Abanico y la Granodiorita La Obra. El segmento ubicado más al sur, de al menos 8 km, está al
sur de Lo Planella hasta el río Maipo, este segmento no presenta morfologías de escarpes bien
definidas, pero sí se relaciona a morfologías de depósitos aterrazados levantados por tectónica
en el sector de Lo Planella, y más al sur la superficie de los depósitos aluviales muestra una
concavidad asociada a la falla. Cerca del río Maipo se encuentra un escarpe bien definido que
afecta a la terraza fluvial más antigua en el sector (T3).

La relación geométrica entre los segmentos de falla, que se deduce a partir de su expresión por
escarpes y la forma en que estos afectan a los depósitos del frente cordillerano, permite
confirmar que la Falla San Ramón ha permanecido activa durante todo el Pleistoceno. La Falla
San Ramón presenta una estructura de segmentos compleja, caracterizada por zonas de relevo
entre distintos segmentos y complejidades geométricas, propias de una falla inversa de pie de
282
monte en un frente cordillerano (p.e.: Bull, 1996; Burbank y Anderson, 2001; Fattahi et al., 2006;
Chen et al., 2007).

6.2.1.1 Deformación e incisión del sistema de terrazas de los ríos Maipo y


Mapocho

La geometría del sistema de terrazas del río Maipo en la zona del frente cordillerano
corresponde a un patrón divergente desde aguas arriba hasta el frente cordillerano (Figura 4.28
y Figura 6.2) que se interpreta como resultado de la deformación de un frente tectónicamente
activo, dominado por una falla inversa. Esta geometría es respuesta al alzamiento que produce
la Falla San Ramón en el bloque cordillerano con respecto a la Depresión Central. Esta
configuración geomorfológica es similar a aquellas observadas en el Tibet, en el río Arun, por
Lavé y Avouac (2001) y en el río Kali Gandaki, en Nepal (Burbank y Anderson, 2001), en ambos
casos asociadas a frentes de montaña controlados por fallas inversas (Figura 6.1). La misma
tendencia se observa en el valle del Río Mapocho, en el cual el sistema de terrazas se
encuentra menos preservado. En este último caso, en la Figura 4.28 se aprecia que hay dos
lugares en que se produce una divergencia entre los distintos niveles de terrazas, que
corresponden a la proyección de la traza principal de la Falla San Ramón, que pasa a los pies
del cerro Calán y del cerro Apoquindo, y en el sector de El Arrayán, ubicado más al este de la
traza principal. Estos dos puntos de divergencia se pueden interpretar como un sector de
traspaso o relevo del sistema de la Falla San Ramón desde la traza principal antes mencionada
a otra falla activa, no estudiada en detalle en este trabajo y ubicada más al este, que
correspondería a la falla que limita o controla el frente cordillerano al norte del río Mapocho.

283
Figura 6.1: Terrazas del Río Kali Gandaki en Nepal. La divergencia de estas terrazas aguas abajo indican un
alzamiento diferencial de la roca sobre la falla inversa, que implica un mayor alzamiento hacia el sur.
Modificado de Burbank y Andreson (2001).

El sistema de terrazas de los ríos Maipo y Mapocho comprende un registro que abarca el
Pleistoceno y Holoceno según dataciones mediante OSL desarrolladas en este trabajo, y
correlación con depósitos de ceniza atribuidos a la Ignimbrita Pudahuel por Ormeño (2007). Las
edades de las terrazas se entregan en la Tabla 4.2 (Página 172), pero cabe destacar que estas
edades permiten restringir el período de depositación o de erosión en el sistema de terrazas por
el río y no deben ser interpretados como un valor único representativo de una superficie. Esto
es debido a que antecedentes en otros casos señalan que los sistemas de terrazas fluviales son
sistemas diacrónicos (Bull, 1991; Burbank y Anderson, 2001) de forma que para tener un control
exacto de la cronología del sistema de terrazas es necesario realizar un estudio de detalle de
toda la estratigrafía del sistema.

En base a los antecedentes de OSL presentados en este trabajo, se estima una edad mínima
de 86620  5835 años para T3. Por otro lado, a partir de la observación de depósitos cineríticos
en la parte superior de la columna estratigráfica de T3, supuestamente asociados a la Ignimbrita
Pudahuel (Stern et al., 1984; Wall et al., 1996), Ormeño (2007) estima una edad máxima de 450
ka para esta terraza. Considerando lo anterior, se tendría para T3 valores de tasas de incisión
promedio en el frente cordillerano mínima de 0.16 mm/año y máxima de 0.79 mm/año; para el
tramo entre La Obra y El Manzano, una tasa mínima de 0.08 mm/año y máxima de 0.41
284
mm/año; y entre El Manzano y El Melocotón, una tasa mínima de 0.06 mm/año y máxima de
0.29 mm/año (Figura 6.2).

Para la terraza T2 se considera una edad de abandono, o mínima, de 22.1 ka en base a los
resultados de OSL obtenidos a partir de sedimentos ubicados en la parte superior de su
columna estratigráfica. Esa edad, junto con los datos de elevación disponibles para esta terraza
con respecto al nivel actual del río, permiten estimar tasas de incisión máximas de 0.98 mm/año
para el tramo del frente cordillerano, 0.73 mm/año para el tramo comprendido entre La Obra y
El Manzano, y 0.61 mm/año para el sector entre El Manzano y El Melocotón (Figura 6.2).

Así, las dos unidades de terrazas, T2 y T3, muestran una tendencia de disminución hacia el
este de la tasa de incisión, es decir es máxima en el frente cordillerano y disminuye aguas
arriba. Se puede asumir que la variación en el valor de la tasa de incisión está asociada a un
efecto estructural en el frente cordillerano, que se asocia a la deformación que se aprecia para
el sistema de terrazas del Maipo. Además, los valores de las tasas obtenidas para las terrazas
T2 y T3 tienen un valor similar; esto indica que la incisión fluvial se ha mantenido a un ritmo
constante durante el Pleistoceno Medio-Superior. La diferencia de las tasas de incisión entre el
valor en el frente cordillerano y en el sector del Melocotón es de 0.37 mm/año para T2 y 0.64
mm/año para T3, es decir en el frente cordillerano la incisión en el Río Maipo es entre 0.64 y
0.37 mm/año mayor que en El Melocotón. Esta diferencia es consistente con el valor
aproximado de las tasas de alzamiento del frente cordillerano producido por la Falla San Ramón
y podría reflejar la deformación causada por la falla en el sistema de terrazas del río,
superpuesta a alguna variación local en el comportamiento del río.

285
Figura 6.2: Patrón de deformación divergente aguas abajo del Río Maipo. Se indican las tasas de incisión
máximas para T2 y T3 entre El Frente Cordillera y La Obra, La Obra y El Manzano y entre el Manzano y El
Melocotón. T1 no fue graficado en la figura debido a que la deformación que presenta respecto del río Maipo
no es reconocible a la escala de trabajo.

La tasa de incisión máxima calculada en el sistema de terrazas fluviales del río Maipo varía
entre 0.8 mm/año para T3 y 1 mm/año para T2 en el frente cordillerano. Estas tasas no son
directamente relacionables a las tasas de alzamiento, puesto que hay factores climáticos
involucrados que afectan al sistema sedimentológico del río, alternando entre erosión y
depositación, además del control tectónico de la falla. Como comparación, las tasas de incisión
reportadas en las terrazas de Siwaliks Hills del Himalayas (Lavé y Avouac, 2000) tienen valores
de hasta 10 - 15 mm/año y que están relacionadas a un acortamiento de alrededor de 20
mm/año y alzamientos en roca estimados entre 6 - 12 mm/año, valores que están por un orden
de magnitud sobre los valores calculados para el frente cordillerano de Santiago de entre 0.2 y
0.4 mm/año y que indican un grado mucho mayor de actividad para los Himalayas. Al respecto
de la validez de los datos, Lavé y Avouac (2000) destacan lo delicado que es utilizar el valor de
incisión fluvial para calcular tasas de alzamiento ya que la relación entre ambos parámetros
está determinada por características que no necesariamente son conocidas, como serían los
cambios de nivel de base del río, de gradiente y de sinuosidad. En este sentido al no tener
determinada dicha información para los ríos Maipo y Mapocho sería necesario realizar estudios

286
para restringir las relaciones entre estos parámetros y obtener valores de alzamiento durante el
Pleistoceno.

En San José de Maipo, la geometría de las terrazas del río indica, además de un sistema de
falla activo en el frente cordillerano, una migración de su curso hacia el flanco oeste del valle
(Figura 4.19). Esto se puede explicar por la actividad de la estructura asociada al anticlinal del
Colorado, que se prolonga hacia el sur y que causa un basculamiento del valle del río que
permite la preservación del sistema de terrazas en su ribera este.

6.3 Sobre el peligro sísmico asociado a la Falla San


Ramón
Los antecedentes expuestos anteriormente señalan que (i) la Falla San Ramón es una
estructura cortical de tipo inversa que ha estadio activa a escala del Cenozoico tardío, (ii) que
ha jugado un rol fundamental en la configuración geomorfológica del frente cordillerano de
Santiago, (iii) que tiene manifestación superficial, y (iv) que ha tenido actividad durante el
Pleistoceno tardío y muy posiblemente durante el Holoceno. Por todo lo anterior, esta estructura
representa un peligro sísmico potencial para la ciudad de Santiago.

El caso más conservador, el peor escenario, corresponde a un sismo generado en la Falla San
Ramón de las características que se discuten en el capítulo 5, que contempla, a partir de lo
medido en el escarpe más pequeño de la falla, un desplazamiento vertical mínimo que
disminuye de norte a sur en el escarpe de de ~3.7 a ~3 m. La morfología simple y marcada del
escarpe sugiere que este se pudo haber formado durante un único evento sísmico, aunque no
se puede descartar la posibilidad de que haya sido originado por varios eventos sísmicos.
Considerando que la falla podría tener un manteo al este entre 50 y 60º, el desplazamiento neto
en el plano de falla asociado al desplazamiento vertical medido en el escarpe sería cercano a 4
m. Este valor debe ser considerado como una medida mínima del desplazamiento en la falla
para un único evento (máximo) o como la suma de varios eventos con desplazamientos del
orden de 1 m. Si se considera un desplazamiento promedio de 1 – 4 m en la falla a lo largo de
un solo segmento de 15 km con un ancho de ruptura de 15 km (lo que corresponde a la rampa
frontal de la falla, a escala cortical, si rompe desde los 10 km de profundidad) resultaría en un
rango de momento sísmico MO ~0.75 a 3 x 1019 Nm, que corresponde a eventos de magnitud
MW 6.6 a MW 7.0. Este rango de magnitudes es mayor que el rango de magnitudes de la
secuencia de tres sismos consecutivos que son conocidos como el terremoto de Las Melosas

287
de 1958, que es el mayor evento cortical superficial registrado cerca de Santiago (ver
Sepúlveda et al., 2008; Alvarado et al., 2009 y las referencias contenidas en estos trabajos). La
secuencia de 1958 ocurrió dentro de un intervalo de tiempo de 6 minutos y fueron ubicados en
el centro de la Cordillera Principal aproximadamente a 60 km al sureste de Santiago y a una
profundidad hipocentral de 10 km, con intensidades en el área epicentral que alcanzaron
valores de IX. Al primer sismo se le re-asignó una magnitud MW 6.3 (Alvarado et al., 2009).

De acuerdo a lo publicado en Armijo et al. (2010), el valor estimado en el párrafo anterior no es


conservador debido a que la sismicidad registrada bajo la Cordillera Principal muestra
hipocentros bien ubicados a profundidades de 15 km y más. Esto sugiere que el despegue
basal de la estructura que conforma el frente cordillerano en el área de estudio puede aportar a
la liberación de energía sísmica, lo que aumenta de manera importante el ancho potencial de
ruptura para la Falla San Ramón (Figura 6.3). Dado el bajo manteo del despegue, si la ruptura
se restringe a menos de 15 km podría alcanzar anchos de 30 a 40 km. De la misma manera que
en el cálculo anterior, tomando un rango de 1 – 4 m de deslizamiento, pero considerando una
ruptura que se desarrolla a través de un ancho de 30 km y a lo largo de los ~30 km de
extensión del frente cordillerano de Santiago, resultaría en un momento sísmico de ~0.3 a 1.2 x
1020 Nm, lo que corresponde a eventos de magnitud entre MW 6.9 a MW 7.4.

Según se presenta en Armijo et al. (2010) la ocurrencia de sismos de magnitudes mayores no


debería ser frecuente debido a que la carga de la falla San Ramón se produce a una tasa
aparentemente baja. Si se asume que la tasa actual es igual de lenta que la tasa que ha sido
estimada a largo plazo para el nivel de despegue basal, de promedio 0.4 mm/año, entonces el
tiempo para recargar la falla con un desplazamiento de 1 – 4 m corresponde a un valor entre
2500 – 10000 años. La probabilidad de que haya algún registro histórico de un evento originado
en la falla son bajas, debido al corto período de historia de Santiago, fundada en 1541. Por otro
lado, el terremoto que devastó Santiago el 13 de mayo de 1647 probablemente no fue un sismo
ocurrido en el contacto interplaca (Barrientos, 2007). Los relatos históricos sugieren que la
fuente debió haber sido un sismo intraplaca de profundidad intermedia, ocurrido a una
profundidad de aproximadamente 100 km con características similares a las del sismo de
Tarapacá del 2005 (Peyrat et al., 2006), o un sismo intraplaca superficial cercano a Santiago en
los Andes (Lomnitz, 2004). Sólo estudios paleosismológicos de la Falla San Ramón podrían
comprobar o refutar la segunda hipótesis, y aportar datos relevantes sobre la edad y tamaño de
los últimos terremotos ocurridos a lo largo de la falla.

288
Figura 6.3: Dimensiones de ruptura estimadas para la Falla San Ramón en perfil, a partir del perfil estructural
de la Figura 3.20. Los valores que representan colores que señalan los anchos de ruptura en la falla se
muestran la izquierda. Se grafican los sismos corticales determinados por Pérez et al. (2009) para representar
las bandas de sismicidad mencionadas en el texto.

Adicionalmente los nuevos antecedentes presentados en los capítulos 3 y 4 del presente


trabajo, en relación a la estructura deducida para el frente cordillerano y a las medidas del salto
vertical y edad del escarpe más joven, permiten ampliar la discusión en relación al peligro
sísmico asociado a la Falla San Ramón.

Mediante la fórmula de magnitud de momento (Hanks y Kanamori, 1979),

2
log 10.7
3

Con ∗ ∗ , donde =3*1011 en Dyna/Cm, = área de ruptura en cm2 y ,


desplazamiento en el plano de falla en cm.

Se pueden estimar las magnitudes esperadas (MW) para los siguientes escenarios:

a) Ruptura de la falla, en un ancho de 30 km, largo de 30 km, con un desplazamiento en el


plano de falla de 4.5 m (caso máximo discutido en Armijo et al. 2010)
b) Ruptura de la falla, en un ancho de 30 km, largo de 30 km, con un desplazamiento en el
plano de falla de 1 m (caso discutido en Armijo et al. 2010)
c) Ruptura de la falla, en un ancho de 15 km, largo de 15 km correspondiente a un
segmento de la falla, con un desplazamiento en el plano de falla de 4.5 m (caso
discutido en Armijo et al. 2010)
289
d) Ruptura de la falla, en un ancho de 15 km, largo de 15 km correspondiente a un
segmento de la falla, con un desplazamiento en el plano de falla de 1 m (caso mínimo de
Armijo et al. 2010)
e) Ruptura del largo de la Falla San Ramón entre los ríos Mapocho y Maipo, largo ruptura
de 30 km y ancho de ruptura 12 km que equivale a toda la rampa, con desplazamiento
en 4.5 m en el plano de falla del escarpe más pequeño asumiendo que es producto de
solo un evento.
f) Ruptura del segmento norte de la Falla San Ramón, largo ruptura de 12 km y ancho de
ruptura 5 km que equivale al tramo superficial de la rampa de la Falla San Ramón, con
un desplazamiento en 4.5 m en el plano de falla, salto reconocido en el escarpe.
g) Asumiendo la ruptura de uno de los tramos de 8 km, con un ancho de 5 km y un
desplazamiento de 1 m en el plano de falla. Considera un caso en que el escarpe más
pequeño se formó en 2 eventos.

Las magnitudes calculadas para los escenarios antes mencionados se presentan en la Tabla
6.1.

De acuerdo a este análisis son esperables puede esperar sismos de magnitudes MW entre 7.4 y
6 generados en la Falla San Ramón. El sismo de mayor magnitud correspondería a la ruptura
completa del plano de falla, mientras que el sismo menor, sería la ruptura de sólo un segmento.
La magnitud del sismo menor es ligeramente mayor al rango de magnitud umbral, en que un
sismo genera ruptura en superficie (Bonilla, 1988).

Un estudio en curso sobre la sismicidad reciente en la Cordillera Principal (Pérez et al., 2009),
ha relocalizado los sismos registrados por el Servicio Sismológico Nacional, mediante el método
VELEST con un modelo de velocidad calibrado para la determinación de hipocentros
superficiales en la región. Este estudio presenta como resultados dos bandas de sismicidad
orientadas aproximadamente norte-sur (Figura 1.9 y Figura 6.3): Una banda occidental, bien
organizada, homogénea y con profundidades comprendidas entre los 15-25 km, emplazada
directamente en el frente cordillerano occidental; y otra banda oriental, más ancha y difusa, con
sismos más superficiales y con una mayor concentración de eventos en el extremo sur. Entre
ambas franjas se observa una escasa sismicidad dispersa.

290
Tabla 6.1: Magnitudes calculadas para sismos generados en la Falla San Ramón.

Largo Ancho Desplazamiento Momento


Caso Mw
(km) (km) (m) sísmico (Nm)
a) 30 x 30 x 4.5 = 1.08E+27 ⇒ 7.4
b) 30 x 30 x 1 = 2.7E+26 ⇒ 6.9
c) 15 x 15 x 4.5 = 2.7E+26 ⇒ 7.0
d) 15 x 15 x 1 = 6.75E+25 ⇒ 6.5
e) 30 x 12 x 4.5 = 4.32E+26 ⇒ 7.1
f) 12 x 5 x 4.5 = 7.2E+25 ⇒ 6.6
g) 8 x 5 x 1 = 1.2E+25 ⇒ 6.0

A partir de la sismicidad registrada por Pérez et al. (2009), se aprecia que los sismos en la
banda occidental de la Cordillera Principal (Figura 1.9 y Figura 1.10) estarían ubicados en la
cercanía del cambio de pendiente entre el nivel de despegue y raíz de la Falla San Ramón, lo
que sugiere que es en ese lugar donde se concentraría el acoplamiento del sistema de falla
dada la geometría del cambio de manteo en la estructura. De ser efectivo lo anterior, la
posibilidad de que rompa todo el ancho de la Falla San Ramón no es descartable. Por otro lado
la distancia que separa a los segmentos entre uno y otro es menor a 1 km lo que indica,
también la posibilidad de que la ruptura abarque toda la longitud de la falla. En ese sentido
Wesnousky (2006) señala que se necesita una distancia superior a 4 km entre segmentos sobre
la cual la ruptura no se propaga y bajo la cual la ruptura cesa sólo en un 40% de los casos. Si
bien el estudio mencionado anteriormente alude a fallas de rumbo, se puede considerar como
una referencia para una falla como la Falla San Ramón donde los segmentos son muy próximos
y por lo tanto no se considera descartable que rompa todo el largo de la falla. Por lo tanto la
ocurrencia de un sismo de magnitud MW mayor a 7 es un escenario posible para esta
estructura.

En cuanto a los tiempos de carga de deformación, se tiene que si la acumulación de


deslizamiento en la Falla San Ramón es del orden de 0.4 mm/año, que corresponde a la tasa
de slip de largo plazo del despegue basal, se necesitarían 2500 años para recargar la falla con
un desplazamiento de 1 m y 11250 años para un desplazamiento de 4.5 m. Si la acumulación
de carga a lo largo de la falla se realiza a una tasa de 0.2 mm/año, equivalente a la tasa de
movimiento de la falla, se necesitarían del orden de 22500 años para acumular 4.5 m y 5000
años para acumular 1 m.

291
Un sismo superficial genera grandes aceleraciones, a alta frecuencia, cosa que se ve reflejada
en intensidades mayores cerca de la zona epicentral, como por ejemplo se constató para el
terremoto de Las Melosas donde se infirieron intensidades máximas de IX (Sepúlveda et al.,
2008). Dado lo anterior, se considera que la Falla San Ramón representa una amenaza sísmica
para Santiago, si se toma en cuenta la posibilidad que se generen sismos de magnitudes del
orden de las señaladas en la Tabla 5.1, con una frecuencia de miles de años, pero cerca de la
superficie. De cualquier modo, estas estimaciones deben ser tomadas como preliminares.
Estudios de detalle de paleosismología a partir de trincheras, monitoreo geofísico (sismológico y
geodésico), y modelos de detalle, deben ser realizados para precisar estas estimaciones.

292
7. Conclusiones

A partir de los resultados de esta tesis se confirma en síntesis que el frente occidental de la
Cordillera Principal se caracteriza por una estructura producto de deformación contraccional que
ha ocurrido desde el Mioceno hasta la actualidad. La deformación a escala de millones de años,
que involucra del orden de 10 kilómetros de acortamiento y un alzamiento ligado a la evolución
de la estructura que varía entre 800 m y 4 km aproximadamente, se expresa en la estructura de
las rocas plegadas y deformadas de las formaciones Farellones y Abanico. La deformación
ocurrida durante el Pleistoceno, que involucra movimientos del rango de centenas de metros, se
manifiesta en los depósitos del frente cordillerano y en las terrazas fluviales de los ríos Maipo y
Mapocho. La deformación ocurrida durante el Pleistoceno Superior y Holoceno está
representada en los depósitos de frente cordillerano con deformación de dimensiones menores
a una decena de metros.

La estructura del frente cordillerano en el área estudiada, entre la Depresión Central y el Cordón
del Quempo, se caracteriza por una serie 3 de pliegues anticlinales con planos axiales cuyos
manteos varían entre 60 y 65ºE y cuyos limbos, para los dos pliegues más orientales varían
entre 15 y 8º. Para el pliegue más occidental, que corresponde al Cordón del San Ramón, sus
manteos son más fuertes y tienen valores del orden de 25ºE y 65ºO en sus limbos oriental y
occidental, respectivamente. Toda la estructura descrita anteriormente evidencia una clara
vergencia al oeste de la deformación cenozoica.

Las estructuras que generan la geometría antes descrita son fallas inversas con
desplazamientos entre 1 y 4 km. La última estructura al oeste del frente cordillerano es la Falla
San Ramón, una falla inversa de manteo al este que limita a la Depresión Central de la
Cordillera Principal al este de Santiago. En profundidad, la Falla San Ramón se interpreta como
una rampa asociada a un nivel de despegue entre las rocas de la cobertura sedimentaria meso-
cenozoica sobre el basamento cristalino de la placa Sudamericana, como señala en Armijo et
al. (2010). La falla San Ramón se enraíza en la corteza hasta ~10 km de profundidad. El
desplazamiento, estimado mediante un modelo cinemático, en el plano de despegue, con un
manteo de 4ºE, de ~9.5 km en los últimos 25 Ma. El acortamiento asociado a esta deformación
es también ~10 km y el alzamiento asociado a esta deformación es heterogéneo, pero alcanza

293
valores máximos del orden de 4000 m en el Cordón del San Ramón y valores promedio del
orden de 2 km.

Las formaciones que componen el frente cordillerano son Abanico y Farellones, estas
formaciones son representativas de un ambiente volcano-sedimentario. En este trabajo se
delimitaron siguiendo un criterio estructural, que consistió en continuar un nivel estratigráfico a
partir de una discordancia en el sector oriental de Cordón del San Ramón. De forma que según
el enfoque de este trabajo pueden considerarse como aloformaciones. Los niveles inferiores de
la Formación Abanico en este estudio están datados entre los 30 y 25 Ma, mientras que los
niveles basales de la Formación Farellones en el área están datados entre 21 y 22 Ma. Debido
a eso, se estima que el inicio de la deformación debió haber ocurrido entre los 25 y 22 Ma,
como se propone en Armijo et al. (2010). Dichas edades, en combinación con la cantidad de
deformación mencionada en el párrafo anterior proveen una taza de alzamiento a largo plazo
mínima de 0.2 mm/año y de desplazamiento en la falla principal de 0.4 mm/año.

Los depósitos del frente cordillerano de Santiago fueron diferenciados en 3 familias: Los
depósitos del Pleistoceno Inferior y Medio, depósitos del Pleistoceno Medio y Superior, y
depósitos del Pleistoceno Superior y Holoceno. La falla San Ramón afecta dichos depósitos,
desplazando a los depósitos más antiguos entre 100 y 200 m, a los depósitos del Pleistoceno
Medio y Superior entre 30 y 65 m y a los depósitos más recientes en menos de 10 m. Los
escarpes asociados a la actividad de la falla presentan una continuidad morfológica que
permiten asegurar que la actividad de la falla ha estado activa durante el Pleistoceno, y
probablemente el Holoceno. A la vez, la distribución de los escarpes de falla evidencia 3
segmentos de 12, 8 y 8 km de largo, de norte a sur respectivamente. A partir de unidades
deformadas que presentan lentes de ceniza intercalados en los depósitos del Pleistoceno Medio
y Superior, se calcula una taza de deformación vertical para la falla de aproximadamente 0.2
mm/año, mientras que para los depósitos del Pleistoceno Superior y Holoceno, la tasa calculada
es más variable con valores entre 0.1 y 0.2 mm/año.

El río Maipo presenta una familia de 4 terrazas fluviales, nombradas, de más antigua a más
reciente, T4 a T1, con edades desde el Pleistoceno Medio al Holoceno. Estas terrazas fueron
datadas usando la técnica de OSL, y se obtuvieron edades que van en los rangos de 86 ka,
como edad mínima para T3, entre 22 y 2 ka para T2 y menor a 2 ka para T1. Las terrazas del
río Maipo, entre la localidad de San José de Maipo y el frente cordillerano, tienen una geometría
divergente aguas abajo que se expresa de la siguiente forma: T4 tiene una altura de 70 m sobre
294
el río en San José de Maipo y llega hasta los 140 m en el frente cordillerano; T3, una altura
promedio de 25 m sobre el río en San José de Maipo, y en el frente cordillerano tiene una altura
promedio de 75 m; T2, en San José de Maipo tiene una altura aproximada de 12 m sobre el río,
y en el frente cordillerano alcanza alturas promedio de 20 m; T1, entre 3 m sobre el nivel del río
en el sector de San José de Maipo y 7 m sobre el nivel del río en el frente cordillerano. A partir
de los datos anteriores se calcularon tasas de incisión para T3 y T2, que tienen valores de 0.79
mm/año y 0.151 mm/año para T3 y de 0.98 mm/año y 0.61 mm/año para T2, en el frente
cordillerano y en San José de Maipo respectivamente, lo que está de acuerdo con lo propuesto
por Ormeño (2007). La diferencia de tasas de incisión se interpreta como una respuesta al
alzamiento en el frente cordillerano causado por la falla San Ramón.

El río Mapocho presenta un sistema de terrazas similar al asociado al río Maipo pero menos
preservado. En el sistema del río Mapocho también se observa una deformación en patrón
divergente de las terrazas respecto al frente cordillerano con similares magnitudes a las
apreciadas en el río Maipo. Sin embargo en este trabajo no fue posible datarlas, por lo que no
se pudo determinar tasas de incisión para compararlas con las del Río Maipo.

En este trabajo se relacionaron los depósitos del frente cordillerano con el sistema de terrazas
de los ríos Maipo y Mapocho, de forma que T1 y T2 fueron relacionados a los depósitos del
Pleistoceno Superior y Holoceno, T3 a los depósitos del Pleistoceno Medio y Superior, y T4 a
los depósitos del Pleistoceno Inferior y Medio.

A partir de las dimensiones y de las tasas de alzamiento calculadas para la Falla San Ramón se
estima que esta falla puede generar sismos de magnitudes (MW) entre 7.4 y 6.0, que es
consistente con lo determinado en Armijo et al. (2010), con períodos de recarga entre 10000 y
2500 años. El estudio de la falla San Ramón por medio de paleosismología es el paso siguiente
para determinar cuantitativamente el peligro potencial de esta falla para Santiago.

El rol que juega el Frente Andino Occidental en la evolución del orógeno andino es de primera
importancia, debido a que la estructura que originó el frente cordillerano se interpreta en
profundidad como producto de un nivel de despegue que está asociado a una falla principal con
enraizamiento profundo en la litósfera, y que es representativa de un sistema de deformación
con vergencia principal al oeste, cuyo origen estaría asociado a la deformación que produce el
basamento cristalino desde la precordillera en Los Andes de Argentina como se propone en
Armijo et al. 2010.

295
Las metodologías utilizadas en este trabajo permitieron obtener resultados importantes en la
comprensión de la evolución del Frente Andino Occidental. Las relaciones morfológicas y
estructurales pudieron ser bien definidas a las escalas en que se enfrentó el trabajo y las
dataciones realizadas permiten restringir las edades, y tiempos, de los procesos involucrados
en la evolución del frente cordillerano, los rangos de error asociados a cada método son
considerados como adecuados para las interpretaciones que se les dio en esta tesis.

La evolución del frente cordillerano durante el Plioceno no está registrada, pero el estudio con
más detalle del relleno del valle de Santiago permitiría determinar de mejor forma los ambientes
y cronología de depositación del relleno, de manera que se podría complementar la información
disponible actualmente y posiblemente abarcar ese período. La información del relleno del valle
de Santiago sería útil para poder discriminar entre las componentes climáticas y tectónicas de
las morfologías pleistocenas observadas. Por otro lado una mejor definición de la profundidad y
forma del relleno sedimentario de la cuenca permitirían definir de mejor manera cómo su
morfología está relacionada a los procesos del Frente Andino Occidental. Pocos estudios se
han realizado para comprender la relación entre la Depresión Central y la Cordillera Principal
dentro del contexto de la evolución del sistema andino, a partir de los resultados de este estudio
que se presentan junto a los publicados en Armijo et al. (2010), se considera que dicha relación
es un elemento importante dentro de Los Andes, y que no ha sido suficientemente estudiada.

Se puede concluir finalmente, que la Falla San Ramón es un objeto tectónico de primera
importancia dentro de la evolución del Frente Andino Occidental y cuya actividad, que comenzó
durante el Mioceno, se ha mantenido durante todo el desarrollo del frente, hasta al menos el
Pleistoceno Superior e incluso el Holoceno. Esta falla representa una amenaza sísmica para
Santiago.

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311
ANEXO I

Artículo:

LEYTON, F., PÉREZ, A., CAMPOS, J., RAULD, R. y KAUSEL, E. (2009). Anomalous
seismicity in the lower crust of the Santiago Basin, Chile. Physics of The Earth and
Planetary Interiors, 175 (1-2): pp. 17-25.
I-1
Anomalous Seismicity in the Lower Crust of the Santiago Basin,
Chile

Felipe Leyton1*, Adriana Pérez1, Jaime Campos1, Rodrigo Rauld2, and Edgar Kausel1

1
Dept. de Geofísica, Universidad de Chile, Santiago, Chile

2
Dept. de Geología, Universidad de Chile, Santiago, Chile

*To whom correspondence should be addressed (felipe@dgf.uchile.cl)

*Present address: Dept. Ingeniería en Construcción, Universidad de Talca, Curicó, Chile

Short Title: Anomalous Seismicity in the Lower Crust of Santiago Basin

Summary

In central Chile, intraplate, crustal seismicity is mostly constrained to the upper 20 km;
nevertheless, sparse observations of earthquakes have been reported deeper, without a
definitive explanation. In the lower crust of the Santiago Basin, located within a
compressional, subduction environment, we have observed a series of events organized in 2
clusters. This work presents a detailed study of these earthquakes, recorded from November,
2002 to April, 2005, with depths from 28 - 36 km and magnitudes ranging from 2.8 to 4.3.
Using a local network (composed of vertical short-periods, broadbands, and accelerometers)
we performed a time and spectral waveform analysis to de-termine their exact location and
certain source parameters: seismic moment, corner frequency, and seismic energy. We found
that each cluster presents extremely well correlated waveforms, indicating that each event in
the clus-ter ruptures the same patch in the same fashion. Even more, we determined that
representative events show a large apparent stress drop, releasing 6 times more energy than
interplate events, for a given seismic moment. The most plausible interpretation seems to be
a decollement between the crust and the mantle, where few (but strong) asperities are
located in a broader region that continuously creeps. We believe that this work will help

I-2
improve our understanding of the processes involved in subduction zones, as well as the
assessment of the Seismic Hazard for the Santiago Metropolitan Area.

1 - Introduction

Central Chile is located in a convergent tectonic environment, with active subduction at least
since the Lower Jurassic (Mpodozis and Ramos, 1989) with known variations in the
convergence rate in the Eocene Miocene between 15 and 5 cm/yr (Pardo-Casas and Molnar,
1987; Somoza, 1998) and a present convergence rate around 8 cm/yr (DeMets et al., 1994).
Three main morphostructural units are present, from west to east: i) the coastal range,
composed of Paleozoic and early Mesozoic metamorphic and intrusive rocks uncomformably
overlain by Mesozoic sedimentary and volcanic rocks, ii) a central depression, filled up to 500
m with Pliocene to Holocene sedimentary deposits (Araneda et al., 2000; Rauld, 2002), and
iii) the main Andean range, composed in its western part of Cenozoic volcanic and continental
sedimen-tary rocks, and its eastern part of strongly deformed marine and continental
sedimentary Mesozoic rocks, overlaid by the present volcanic arc. The eastward
progressively younger intrusive bodies are normally interpreted as a record of the eastward
migration of the magmatic arc, where the batholiths in the western part of the Coastal
Cordillera are the roots of a Jurassic magmatic arc (Gana et al., 1994; Wall et al., 1996), and
the intrusives found in the main cordillera, the records of the late Cenozoic magmatic arc (Kay
et al., 2005) that ends in the active one. The Mesozoic sedimentary and volcanic units are
commonly interpreted as the record of a marginal extensional backarc basin (Godoy and
Lara, 1994; Mpodozis and Ramos, 1989) or a intraarc basin (Charrier and Muñoz, 1994);
while the Cenozoic units in the main cordillera are interpreted as deposits of a intraarc basin
(Godoy and Lara, 1994), or as the record of a extensional basin (Charrier et al., 2002, 2005;
Charrier and Muñoz, 1994; Charrier et al., 1996). Recent studies have shown evidences of
active reverse faults in central Chile (Campbell, 2005; Fock, 2005; Lavenu and Cembrano,
1999; Rauld, 2002), some of them interpreted as the inversion of preexisting normal faults
(Charrier et al., 2002, 2005).

Within this setting, we found a series of earthquakes in an unexpected location: at 30 km


below the southern tip of the Santiago Basin (Figure 1). These events form clusters,
according to the definition by Isacks et al. (1967) where “clustering” is related to a
concentration of earthquakes in time and space. It is well known that intraplate, crustal
seismicity is mostly con-strained to the upper crust (Chen and Molnar, 1983; Simpson, 1999;

I-3
Maggi et al., 2000), despite the sparse observations made at greater depths (e.g. Wong and
Savage, 1983; Wong and Chapman, 1990; Smalley and Isacks, 1990; Chen and Molnar,
1990). Considering the usual geotherms, brittle behavior in the crust should extend no deeper
than 20 km (Jackson, 2002); unless the decisive influence of petrology or strain rate
(Meissner and Strehlau, 1982). For example, localized strain acceleration can produce brittle
behavior in quartz beyond the temperatures where ductile behavior would be expected
(Cloethingh and Burov, 1996). Seismicity in the lower crust has been associated to lower to
normal heat flow (Wong and Savage, 1983; Wong and Chapman, 1990), deeply penetrating
faults (Brun et al., 1992; Camelbeeck and Iranga, 1996; Deverchere et al., 1993), or complex
interactions of tectonic plates (Armbrunster et al., 1978; Smalley and Isacks, 1990).

On the other hand, seismic clusters have been observed in a variety of environments,
including subduction zones (Isacks et al., 1967; Wiens and Snider, 2001; Igarashi et al.,
2003; Gibowicz and Lasocki, 2005), inside oceanic and continental plates (Jordan and
Svendrup, 1981; Pujol et al., 1989), and other contact between main tectonic plates (Vidale et
al., 1994; Nadeau and Johnson, 1998; Schaff and Richards, 2004). The explanation of this
type of earthquake interaction include the concentration of stresses due to inhomogeneities in
the crust (Okal et al., 1980; Jordan and Svendrup, 1981), static/dynamic stress loading
(Johnson and Nadeau, 2002; Igarashi et al., 2003), or diffusion of pore pressure (Constain et
al., 1987; Pujol et al., 1989; Schaff and Richards, 2004). To our knowledge, 2 other regions
have shown this behavior without a clear explanation: the intermediate depth (~ 100 km)
clusters of Bucaramanga, Colombia (Santo, 1969; Dewey, 1972; Frohlich et al., 1995) and
Vrancea, Romania (Onescu and Bonjer, 1997; Ismail-Zadeh et al., 1999; Bala et al., 2003).
Proposed explanations of this unexpected seismicity mostly involved the presence of a cold,
crustal structure in the mantle (Schneider et al., 1987; van der Hilst and Mann, 1994;
McKenzie, 1970; Fuchs et al., 1979; Onescu et al., 1984). Hence, the existence of seismic
clusters in the lower crust of the Santiago Basin represents a challenge to our current
understanding of the processes involve in subduction zones.

In the present study, we use observations from a local network (composed of vertical short-
periods, broadbands, and accelerometers) to precisely locate the anomalous events found in
the lower crust (by means of a catalogue and waveform cross-correlation relocation method).
We further characterize the seismicity by computing certain source parameters, such as
seismic energy, seismic moment, and apparent stress drop. Using estimates of the seismic
moment for each event, we are able to compute an instantaneous strain rate for the region.

I-4
The detailed characterization of this anomalous seismicity will help our understanding of the
processes involved in subduction regions and further improve the Seismic Hazard
assessment of the region.

2 - Data

In Figure 1, left, we present all the earthquakes with depths ≤ 40 km located in the study
region (black dots), along with the seismic stations of the Chilean Central Network and local
mines (see Figure caption for details). From this Figure, we can see that shallow seismicity
can be classified in 2 main groups: coastal seismicity (to the left, related to the contact
between the Nazca and South American plates) and Andean seismicity (to the right, related
to the mountain belt deformation). In this last group (Andean seismicity), North from FCH,
there is a cloud of points composed of mining explosions of the Disputada Mine. Note that
any other significant shallow activity is also related to mining processes. Between these two
main groups, we see a set of events (marked by a circle in Figure 1) located in a region with
scarcely any activity: the southern-most tip of the Santiago Basin, at depths ~ 30 km.

We studied this anomalous seismicity using data from permanent sta-tions of the Chilean
Network, recorded at regional distances (less than 120 km). This Network is composed by
vertical short-periods and 3-component broadbands and accelerometers (see Figure 1 and
caption for details); its geometry enables a minimum threshold of events with magnitude ~
3.0. The 3-component accelerometers and broadbands are last generation instruments, with
great dynamic range and known instrumental response, enabling us the computation of the
true ground motion; hence, allowing a detailed study of the waveforms and determination of
source parameters such as seismic moment, seismic energy, and apparent stress drop. All
traces were sampled at 50 samples-per-second.

At a glance, we found that this anomalous seismicity is composed by 2 main clusters (as
shown in Figure 2, left), one located at 33.640ºS, 70.591ºW (dark gray) and the other at
33.717ºS, 70.638ºW (light gray). In Figure 2, right, we show the cumulative seismic moment
(in dyne cm) as a function of the occurrence time (details of the computations are presented
in section 3.2). Note how, in each cluster, most of the seismic moment was released in 2
periods of intense seismicity, each one lasting only a couple of days. From Figure 2, we do
not see a clear relation between the sets of activity of each cluster.

I-5
3 - Methodology

3.1 Source Parameters

To compute the source parameters, we follow the work of several authors. A brief description
is presented in Leyton et al. (2008) (this same issue); therefore, we limit ourselves to present
only the main equations.

Following Brune (1970), we represent the displacement spectrum produced by a circular


source in the far field ( ) as:

‖ ‖ exp (1)
4 1 ⁄

where represents the radiation pattern, is the friction coefficient, and are the density
and wave velocity at the source, respectively, is the geometrical spreading, with the
hypocentral distance, the seismic moment, and the corner frequency. The last term is
an empirical correction for attenuation and scattering, where is the attenuation coefficient.
Taking the limit to 0 frequency, we obtain a relation between the displacement at low
frequencies (Ω) and the seismic moment ( ):

lim ‖ ‖∽Ω (2)


⟶ 4

To compute the seismic moment ( ), the corner frequency ( ), and the attenuation factor
( ) we manually fit Brune’s model to the displacement spectrum of a particular body wave
arrival using trial and error. Note that the estimation of corner frequency and attenuation
factor is specific for each body wave (either P or S); while the final seismic moment is taken
as the average between the estimations made for P and S. An example is shown in Figure
3(d), where we present the fit done to an event in the frequency domain; the resulting
parameters are shown in the lower right (see Figure caption for details). From this Figure we
can see how Brune’s model is ad-justed in the frequency band where the data is above the
noise level (between frequencies and ). Due to the small magnitude of the events, this

I-6
fre-quency band is strongly limited; therefore, we decided to fix the attenuation factor
coefficient ( = 750 and = 450), representative values for shallow earthquakes in this
region (Leyton, 2001).

The seismic energy released by an earthquake ( ) is estimated following the methodology


described by Boatwright (1980) and Boatwright and Fletcher (1984), based on the
computation of the energy flux produced by a plane wave. Neglecting the effect of directivity,
they obtained:

〈 〉
4 (3)
,

where represents the free surface coefficient, 〈 〉 is the average of the radiation pattern
over the focal sphere (0.52 for P waves and 0.63 for S waves, from Aki and Richards, 2002),
and is the flux of energy radiated by the seismic wave of velocity (with the
other variables already defined).

An example is presented in Figure 3; note the selection of the frequency band where the data
is above the noise level, ranging from = 1.0 Hz and = 20 Hz (Figure 3(d)), where the
computations are done in the frequency domain. We performed the computations in the time
domain (Figure 3, (f) and (g)) and frequency domain (Figure 3, (e) and (h)) to keep track of
the effect of the correction due to attenuation.

Finally, we compute the apparent stress drop ( ) following Wyss and Brune (1968):

(4)

in terms of parameters already defined.

3.2 Relocation and Focal Mechanism

I-7
Firstly, we located the events in the clusters using regular techniques with catalogue data
(Lienert et al., 1986; Lienert and Havskov, 1995). To improve our results, we used HYPODD
(Waldhauser and Ellsworth, 2000; Waldhauser and Ellsworth, 2002) with catalogue data and
cross-correlation of waveforms, which leads to a high-resolution image of the seismicity
(Schaff et al., 2002; Yang et al., 2005) with estimated errors less than 500 m (see Figure 1).
We correlated waveforms from different events considering the same kind of body wave
(either P or S wave), recorded in the same station and component without any filtering.

Different events within each cluster (either Northern or Southern) presented almost identical
waveforms, as can be seen in Figure 4 where we present the waveforms recorded at several
stations of 2 events from the Northern cluster (see Figure caption for details). Indeed, we
found that, within each cluster, the waveforms of 2 different events presented a cross-
correlation coefficient greater than 0.9, regardless of the time sequence they belonged to;
however, when comparing events from different clusters, this uniformity was broken (cross-
correlation index ~ 0.3). Such similarities in waveforms have been found to be produced by
“repeating earthquakes” (Nadeau et al., 1995; Ellsworth and Dietz, 1990; Wiens and Snider,
2001; Igarashi et al., 2003; Schaff and Richards, 2004; Matsubara et al., 2005), extensively
observed in the several segments of the San Andreas Fault System (Vidale et al., 1994;
Nadeau and McEvilly, 1997; Nadeau and Johnson, 1998; Nadeau and McEvilly, 1999;
Waldhauser and Ellsworth, 2002; Gans et al., 2003) and subduction zones (Wiens and
Snider, 2001; Uchida et al., 2003; Igarashi et al., 2003; Matsubara et al., 2005; Gibowicz and
Lasocki, 2005). Even more, recently Schaff and Richards (2004) reported a series of
repeating events in China, consisting on nearly 10% of the seismic events in the region from
1985 to 2000. Considering the good azimuthal coverage of the seismic network (Figure 4) we
can assume that all the events belonging to one cluster have the same focal mechanism,
always rupturing the same patch (Nadeau et al., 1995; Nadeau and Johnson, 1998; Wiens
and Snider, 2001; Waldhauser and Ellsworth, 2002; Gans et al., 2003).

Based on this assumption, we computed a composite focal mechanism for each cluster,
grouping together observations from different events, selecting those presenting the best
signal-to-noise ratio and largest number of recordings. Firstly, we inverted for the focal
mechanism considering only P-wave polarities using FOCMEC (Snoke et al., 1984). Later on,
we added information from over amplitude ratios, evaluated in the vertical component
( / ), to improve the solution (Kisslinger, 1980; Kisslinger et al., 1981; Hardebeck and
Shearer, 2003). To compute the observed amplitudes, we filtered the data using a bandpass,

I-8
2-pole, Butterworth filter between 1.333 and 2.667 Hz (1 octave width around 2 Hz). Synthetic
amplitudes were computed with ray theory (Cervený, 2001) in a stratified medium (model
parameters were obtained from Pérez, 2002) considering a central frequency of 2 Hz. Here,
we used a non-linear approach to invert for the focal mechanism using the Neighborhood
Algorithm (Sambridge, 1999a,b), successfully applied in geophysics (Kennett et al., 2000;
Sambridge and Kennett, 2001; Yoshizawa and Kennett, 2002; Piana Agostinetti et al., 2004).
We defined the misfit function as a weighted average of the errors in polarities and the
logarithm of the ratio between the observed and theoretical / amplitude ratio:

/
∑ . ∑ (5)
/

where / are the relative weights for polarities and amplitude ratios, respectively, and
are the number of observations of polarities and / amplitude ratios, and

1⟹
. (6)
0⟹

In other words, . = 1 if the observed (obs) and theoretical (theo) polarities


agree for the i-th observation, and 0 if not. We usually weighted more the polarities than the
amplitude ratios (i.e. = 1.0 and < 1.0) as done in similar studies (Hardebeck and
Shearer, 2003).

To estimate the magnitude of each event, we follow a procedure similar to Nadeau and
Johnson (1998): compute the moment magnitude ( ) for few events (Section 3.1), and then,
using the amplitude ratio of body waves (P and S waves) between the different events, give
an estimation of the moment magnitude for all the events. Starting from the definition of
moment magnitude (Hanks and Kanamori, 1979)

2
10.667 (7)
3

I-9
where is the seismic moment (in dyne cm) and equation (2), we can write the difference in
magnitude (Δ ) as

2 Ω
Δ (8)
3

with Ω ⁄Ω being the ratio of the amplitude at frequency 0 between event 1 and 2. We
approximate this last value as the average over all the observations of the amplitude ratio
computed after finding the optimum correlation shift between the 2 events, bandpass filtered
using a 2-pole, Butterworth, filter with 1 octave width around 2 Hz (between 1.333 and 2.667
Hz). Note that this correlation is done for 2 different events recorded in the same component
in the same station; hence, removing the site effect and instrument response. The central
frequency was selected because it is the lowest frequency where the signal is above the
noise level (see Figure 3) for the events in this study. The resulting magnitudes are shown in
Tables 1 and 2. From relation (7) we can also compute the seismic moment ( ) for each
event, from where we get the seismic moment release as a function of time, plotted in Figure
2.

4 - Results

We used catalogue data (body wave arrival times) and cross-correlation of waveforms to
precisely locate a series of events located in the Southern-most tip of the Santiago Basin
(Figure 1). From this Figure (lower right), we can see that most of the earthquakes form 2
East-West trending lines, one a little bit northern than the other; therefore, we named these
clusters “Northern” and “Southern”, respectively. The exact locations are presented in Tables
1 and 2. To further improve the depths determination, we considered the travel time
difference between P and S waves recorded at the closest station (accelerometer ANTU)
and, using appropriate velocity models, we estimated the average depth of the Northern

I-10
cluster to be 28.364 ± 0.466 km, while the Southern cluster is distributed over 2 average
depths: 28.415 ± 0.466 km and 34.906 ± 0.294 km.

From Figure 2, we can see that the temporal distribution is characterized by 2 main
sequences where most of the seismic moment is released, for each cluster. On the contrary,
the seismic moment in the San Andreas Fault System is released in a quasi-periodic fashion
(Nadeau and Johnson, 1998). The apparent contradiction might arise from the different time
windows considered: 4 yr compared to more than 10 yr in some segments of San Andreas
Fault. Furthermore, no apparent relation is observed between the triggering of each cluster;
however, the time window probably does not allow to reach any significant conclusion.

We tested the possibility of having the clusters related to fluids migration by relocating all the
events within each cluster using the master event tech-nique (Isacks et al., 1967; Fitch, 1975;
Chung and Kanamori, 1976; Spence, 1980; Ito, 1985). The idea is to precisely find the
relative location of all the events in each cluster with respect to the first event in each
sequence (Kraft et al., 2006). We do not find any signs of organization of the events in any
direction, usual characteristic of fluid-driven seismicity (Johnson and McEvilly, 1995; Miller et
al., 1996; Noir et al., 1997; Audin et al., 2002); hence, we discard the possibility that the
clusters studied here are related to migration of fluids.

Within each cluster (Northern or Southern) the waveforms recorded at the same station
present remarkable similarities (see Figure 4), characteristic of repeating earthquakes.
Considering the azimuthal coverage, we conclude that all the events forming one cluster
(either Northern or Southern) have the same focal mechanism. We used polarities and
/ amplitude ratios from selected events to determine a composite focal mechanism for
each cluster. Figure 5 shows the results for the Northern (left) and Southern (right) cluster;
the gray circles are proportional to the error between the theoretical and observed amplitude
ratio (see Figure caption for details and Table 4 for description). Note the clear similarities
between the 2 focal mechanisms from the location of the P and T axes (shown with stars in
Figure 5), probably indicating that they are caused by the same process in depth and
reflecting the same source of deformation. Therefore, we estimate the strain rate considering
all the events, regardless of the cluster they belong to.

From a variation of the work done by Kostrov (1974) and the known seismic magnitude
(Tables 1 and 2), we can estimate the strain rate ( ) from

I-11
1
M (9)
2μTV

where is the time period, μ is the rigidity, is the total volume, and M is the seismic
moment of i-th event (Shen-Tu et al., 1999; Holt et al., 2000; Beavan and Haines, 2001). In
our case,

= 883 days

= 822.83 km3 (10)

μ =4.828 × 1011 dyn cm-2

leading to an estimation of the “almost instantaneous” strain rate of

1.779 × 10-7 yr-1 = 5.641 × 10-15 s-1 (11)

This result is closer to the values of strain rate found in plate boundaries ( ∽ 10-7 yr-1) than to
those found intraplate ( ∽ 3×10-8 yr-1). However, Kreemer et al. (2000, 2003) estimated the
second invariant of the stress rate in region (at 70.50ºW and 33.75ºS) to be 1.073 × 10-7 yr-1,
in good agreement with our results.

We selected some events from each cluster (based on the number of recordings and the
signal-to-noise ratio) and computed their source parameters, as shown in Table 3. We found
that these events present large apparent stress drops, with an average value of 185 bar for
both clusters. This value is 6 times larger than interplate events and twice the value from
intermediate depth, intraplate events in the same region (Leyton et al., 2008). Nadeau and
Johnson (1998) also found large stress drops for small repeating earth-quakes in the San
Andreas Fault System. These were interpreted in terms of a complete healing of microcracks
(Sammis et al., 1999), small asperities shielded by larger locked and creeping zones
(Anooshehpoor and Brune, 1998, 2001), creeping patches on the border of larger locked
regions (Sammis and Rice, 2001), asperities with significant aseismic slip prior to failure

I-12
(Beeler et al., 2001), or small strong asperities surrounded by a much weaker fault that
continuously creeps (Johnson and Nadeau, 2002). Similar conclusions were drawn from
repeating earthquakes in Japan’s subduction zone (Matsuzawa et al., 2002; Igarashi et al.,
2003; Uchida et al., 2003). On the other hand, recent geologic evidence points out a possible
decollement at the Moho beneath the Santiago Basin (Armijo, personal communication).
Hence, the simplest explanation for these observations is the presence of strong asperities
surrounded by a much larger creeping contact between the crust and the mantle.
Nevertheless, more evidence needs to be found.

5 - Conclusions

Intraplate, crustal seismicity is mostly constrained to the upper crust, despite few
observations made at greater depths. In the present study, we show a detailed analysis of a
series of anomalous events located in the lower crust of the Santiago Basin. Within a
compressional, subduction framework, we observed intraplate, crustal seismicity at ~ 30 km
depth, with magnitudes ranging from 2.8 - 4.3. We performed time and frequency waveform
analysis and found that these earthquakes form 2 clusters, each one rupturing in 2 short
periods of time, with almost identical waveforms within each cluster, as well as very large
stress drops (~ 180 bar).

These features have been previously interpreted in terms of small (and strong) asperities,
surrounded by larger creeping areas. Considering geologic evidence that points out the
presence of a decollement between the crust and the mantle, we think that the simplest
explanation of the observed seismicity is the presence of small (and strong) asperities
embedded in a creeping decollement at the Moho beneath the Santiago Basin.

We also computed the strain rate given by these clusters, representing a loading of active
faults in the Andes Mountain Front (e.g. San Ramón Fault System) at = 5.641 × 10-15 s-1.
These results have a strong influence in the assessment of the Seismic Hazard for the
Santiago Metropolitan Area.

I-13
Acknowledgments

We would like to thank the Chilean Seismological Service for making their data available. We
also thank R. Armijo for encouraging discussions and B. Romanowicz and J. Hardebeck for
their insightful review and constructive comments that greatly improved this manuscript. This
work was funded by the Millennium Nucleus in Seismotectonics and Seismic Hazard,
Fondecyt contract 11070030, and was supported by Conicyt-ECOS. Most Figures were made
using GMT (Wessel and Smith, 1991) and some computations used SAC (Goldstein et al.,
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I-24
Tables

Table 1: Location of the events in the clusters studied here.

Event Latitude Longitude Depth Year Month Day Time Mag Cluster(*)
ºS ºW (km)
1 33.634 70.607 29.051 2002 11 1 15:05:30.44 3.2 N
2 33.643 70.582 28.597 2003 3 15 23:53:34.54 3.1 N
3 33.642 70.579 29.006 2003 3 16 04:25:10.38 3.2 N
4 33.645 70.581 28.032 2003 3 16 09:37:47.68 3.1 N
5 33.643 70.581 28.200 2003 3 16 17:28:17.85 3.2 N
6 33.643 70.581 28.609 2003 3 16 18:03:38.14 3.2 N
7 33.643 70.586 28.611 2003 3 16 18:23:37.28 3.6 N
8 33.640 70.586 28.810 2003 3 16 20:16:03.09 3.4 N
9 33.646 70.582 28.591 2003 3 16 21:53:21.30 3.3 N
10 33.644 70.582 28.836 2003 3 17 01:13:20.15 3.2 N
11 33.643 70.583 28.366 2003 3 17 09:10:08.67 3.0 N
12 33.642 70.592 29.665 2003 3 17 17:15:22.19 3.0 N
13 33.640 70.586 28.351 2003 3 17 17:53:39.84 3.2 N
14 33.644 70.580 28.757 2003 3 20 05:11:27.28 3.0 N
15 33.641 70.582 27.945 2003 3 20 18:20:56.65 3.1 N
16 33.643 70.583 27.973 2003 3 22 07:00:54.09 3.1 N
17 33.644 70.581 28.657 2003 3 23 02:50:40.76 3.3 N
18 33.705 70.627 34.353 2003 6 4 02:24:59.47 2.8 S
19 33.722 70.643 34.676 2003 6 4 03:07:04.31 3.1 S
20 33.721 70.640 34.638 2003 6 4 03:42:08.58 3.2 S

I-25
Table 2: Continuation of the location.

Event Latitude Longitude Depth Year Month Day Time Mag Cluster(*)
ºS ºW (km)
21 33.720 70.647 35.477 2003 6 4 05:10:39.91 3.1 S
22 33.722 70.640 34.738 2003 6 4 09:46:39.79 3.4 S
23 33.723 70.639 34.659 2003 6 4 14:38:56.62 3.3 S
24 33.723 70.642 34.095 2003 6 28 04:09:15.54 3.5 S
25 33.711 70.611 26.589 2003 10 9 14:49:43.47 3.6 S
26 33.713 70.621 26.917 2003 11 5 00:08:35.55 3.4 S
27 33.726 70.657 28.965 2004 1 23 16:43:49.41 3.4 S
28 33.725 70.658 29.093 2004 1 24 04:48:26.38 3.2 S
29 33.724 70.665 28.537 2004 1 24 20:05:33.61 3.9 S
30 33.728 70.656 28.337 2004 1 25 08:53:04.01 4.3 S
31 33.730 70.657 28.449 2004 1 25 13:29:50.09 3.8 S
32 33.646 70.601 30.488 2004 6 24 00:56:21.81 4.1 N
33 33.726 70.659 28.984 2004 7 20 12:59:58.23 3.9 S
34 33.643 70.574 28.576 2005 4 15 16:56:53.53 4.2 N
35 33.644 70.582 28.205 2005 4 15 23:15:11.78 3.9 N
36 33.641 70.582 28.250 2005 4 15 23:47:14.54 4.1 N
37 33.643 70.578 29.206 2005 4 16 00:05:01.72 4.2 N
38 33.645 70.575 29.096 2005 4 16 02:54:23.09 4.0 N
39 33.643 70.577 29.101 2005 4 16 03:02:52.80 4.3 N

(*)Cluster: group the event belongs to: ‘N’ is for “Northern” and ‘S’ for “Southern” cluster.

Table 3: Same source parameters of the 2 selected events in each cluster.

Event Cluster a Energy (erg) Seismic moment (ES/MO) σa b(bar)


(dyn ·cm)
17
33 N 1.79 x 10 9.14 x 1020 1.96 x 10-4 181
16 20 -4
35 N 7.74 x 10 2.90 x 10 2.67 x 10 247
16 20 -4
23 S 8.92 x 10 5.46 x 10 1.63 x 10 151
29 S 2.16 x 1017 1.25 x 1021 1.73 x 10-4 160

I-26
(a)Cluster represents the group the event belongs to: ‘N’ is for “Northern” and ‘S’ for
“Southern” cluster.
(b)To compute the apparent stress drop (σa), we used a rigidity µ =4.828 × 1011 dyn · cm-2.

Table 4: Description of the focal mechanism for each clusters.

Cluster Strike Dip Rake

Northern 173.9º 59.5º 27.1º

Southern 198.7º 11.0º 91.0º

I-27
Figures

Figure 1: Left: map with the location of the shallow (depth < 40 km) seismic-ity (black dots)
and the stations used in the relocation (in white); white stars mark the location of local mines.
The stations used are short periods (inverted triangles), accelerometers (triangles), and
broadbands (circles). The 2 clusters studied here are marked by the black circle. The insert
shows a general view of the region. Right: relocation in cross section (top) and map view
(bottom); black dots show the location of the events after relocation. Errors shown in dashed
ellipses, amplified by a factor of 10.

I-28
Figure 2: Left: map with the localization of the clusters (gray) along with the shallow (depth <
40 km) seismicity (black dots) near the Santiago Basin. Darker gray marks the events of the
Northern clusters, while in lighter gray for the Southern one. The large cloud of points in the
upper right correspond to mining explosions of the Disputada Mine. Right: cumulative seismic
moment (in dyne cm) versus occurrence time, with the same colors used on the left.

I-29
Figure 3: Example of the computations of source parameters: (a)-(c) wave-forms for the 3
components (N-S, E-W, and vertical, respectively) in m/s, filtered with a band-pass, 2-poles,
Butterworth filter between 0.01 and 24 Hz, (d) displacement spectrum (in m ·s) of data (solid)
and noise (dotted), along with the resulting Brune model (dashed), (e) velocity spectrum (in
(m/s · s)) with (solid) and without (dashed) attenuation correction, (f) and (g) show the sum of
the square of the 3 components in time and its corresponding integral, and (h) the integral in
frequency domain of the velocity squared with (solid) and without (dashed) attenuation
correction.

I-30
Figure 4: Waveforms and cross correlations results for 2 different events (solid and dashed)
from the Northern cluster; gray areas mark the time window used in the cross-correlation. The
location of the selected stations is shown in the map. Note the similarities in the waveforms
and the azimuthal coverage.

I-31
Figure 5: Composite focal mechanism for the Northern (left) and Souther (right) clusters
computed from polarities and P over SV amplitude ratios in the vertical component ((P/SV )z).
Gray dots show the polarities’ observations; gray circles are proportional to the difference
between the logarithm of the observed and theoretical (P/SV )z amplitude ratio. Stars mark
the location of the P and T axis.

I-32
ANEXO II

Muestras OSL

Figura II.1. Ubicación Muestras OSL de este estudio… II-1


Tabla II.1. Mineralogía de Muestras OSL de este estudio...II-2
Tabla II.2. Estadísticas granulométricas para las muestras OSL…II-3
Tabla II.3. Resultado de tamizaje mecánico de muestras OSL…II-4
Figura II.2. Resultado de tamizaje de muestras OSL… II-5
Reportes de análisis Malvern para las muestras OSL… II-6
Figura II.3: Ubicación Muestras OSL de este estudio.

II-1
Tabla II.4: Mineralogía de Muestras OSL de este estudio.
Muestra Malla 35 (apertura 500 µm) Malla 60 (ap. 250 µm) Malla 140 (ap. 106 µm) Malla 270 (ap. 53 µm)
Otros Otros Otros Otros
Quarzo- Quarzo- Quarzo- Quarzo-
% minerales o % minerales o % minerales o % minerales o
Feldespato Feldespato Feldespato Feldespato
Fragmentos partículas Fragmentos partículas Fragmentos partículas Fragmentos partículas
% (Qz % % (Qz % % (Qz % % (Qz %
Líticos en orden de Líticos en orden de Líticos en orden de Líticos en orden de
aprox.) aprox.) aprox.) aprox.)
importancia importancia importancia importancia
Pumice;
Glass; Bt; Glass;
RM07-04 15 (10) 75 Glass; 15 (8) 80 20 (10 - 15) 70
Amp-Prx Amp-Prx
Amp-Prx; Bt
Bt: Epi; Bt; Amp -
RM07-05 10 (7) 85 12 (6) 85 10 (6) 85 Bt; Amp-Prx
Amp-Prx Prx

RM07-06

Amp-Prx;
Amp-Prx; Amp-Px;
RM07-07 15 (10) 70 Epi; Bt; 15 (12) 70 20 (10) 70
Glass; Epi Mt; Bt; Epi
Glass
Amp-Prx; Bt; Amp- Bio; Epi;
RM07-08 18 (10) 65 15 (7) 70 15 (10) 70
Bt; Epi Prx; Epi Amp-Prx

RM07-09

RM07-10

Pumice; Pumice;
Amp-Prx;
RM07-11 10 (5) 75 Glass; 15 (7) 75 Glass; 15 (10) 70
Glass; Epi
Amp-Prx Amp-Prx

RM07-12

RM07-13

Amp-Prx;
Amp-Prx;
RM07-14 15 (10) 75 Mica; 20 (10) 70
Micas; Epi
Glass; Epi

II-2
Tabla II.5: Estadísticas granulométricas para las muestras OSL.
Muestra Media (µm) Mediana (µm) Moda (µm)
rm07-04 643 547 500
rm07-05 373 246 380
rm07-06 404 334 380
rm07-07 245 214 240
rm07-08 250 227 240
rm07-08a 232 212 210
rm07-09 244 225 240
rm07-10 236 171 300
rm07-11 164 24 22 - 730
rm07-12 74 58 70
rm07-13 370 330 340
rm07-14 409 361 380

II-3
Tabla II.6: Resultado de tamizaje mecánico de muestras OSL
Muestra rm07-04 rm07-05 rm07-06 rm07-07 rm07-08 rm07-08a rm07-09 rm07-10 rm07-11 rm07-12 rm07-13 rm07-14
Peso Inicial 15.05 15.02 15.01 15.01 15.01 15.00 15.05 15.01 14.03 15.01 15.00 15.05
Tamiz Nº apertura (mm)
5 4 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.67 0.11 0.00 0.00 0.00
7 2.8 0.00 0.18 0.00 0.00 0.02 0.00 0.00 0.18 0.15 0.00 0.00 0.00
10 2 0.06 0.09 0.00 0.00 0.00 0.01 0.08 0.23 0.29 0.00 0.00 0.00
18 1 0.40 0.50 0.08 0.02 0.11 0.02 0.12 0.32 0.42 0.00 0.03 0.10
35 0.5 2.44 2.14 0.70 0.18 0.08 0.09 0.25 0.87 0.59 0.02 0.43 1.62
60 0.25 7.15 3.24 3.49 2.37 1.37 1.44 2.13 2.45 1.00 0.21 4.81 6.07
140 0.106 4.11 4.60 7.37 7.60 9.93 10.15 9.38 4.01 3.24 1.80 7.39 5.72
270 0.053 0.56 2.56 2.86 3.34 2.72 2.62 2.33 2.73 3.09 5.08 1.84 1.09
325 0.045 0.07 0.40 0.23 0.46 0.26 0.24 0.24 0.81 2.46 1.09 0.19 0.13
>325 0.14 1.23 0.30 0.99 0.47 0.39 0.47 2.74 2.37 6.69 0.28 0.23
Suma 14.94 14.94 15.03 14.96 14.96 14.96 15.01 15.00 13.71 14.88 14.97 14.97
% del Peso Inicial 99.26 99.47 100.14 99.69 99.66 99.75 99.72 99.92 97.73 99.15 99.79 99.49

II-4
Figura II.4: Tamizaje de muestras OSL.
12.00
rm07-04
rm07-05
10.00
rm07-06
rm07-07
8.00 rm07-08
rm07-08a
6.00 rm07-09
Peso (g)

rm07-10
rm07-11
4.00
rm07-12
rm07-13
2.00 rm07-14

0.00
4 2.8 2 1 0.5 0.25 0.106 0.053 0.045

Tamaño partícula (mm)

II-5
II-6
II-7
II-8
II-9
II-10
II-11
II-12
II-13
II-14
II-15
II-16
II-17
ANEXO III

Dataciones por isótopos cosmogénicos

Figura III.1. Ubicación muestras isótopos cosmogénicos… III-1

Tabla III.1. Resultado Química Isotópica… III-2

Tabla III.2. Resultado Química Básica… III-2

Reporte de datación por Isótopos cosmogénicos de Dalhousie Geochronology Centre… III-3


Figura III.1. Ubicación muestras isótopos cosmogénicos.

III-1
Tabla III.3. Resultado Química Isotópica
ID Lab. ID Muestra Profundidad Espesor Masa Roca Masa Carrier Concent. Carrier 36Cl / Cl total 1 sig err 35Cl / 37Cl 1 sig
NA cm cm g g mg 35Cl /g Carrier Adim. (10E-15) Frac (10E-15) Adim. Err Frac
5070 aveblank 0 0 0 3.0963 1.2399 7.945 0.7912 194 3.597
5186 CHI07RRFSR01 0 2.5 62.1933 1.4272 1.37 464.36 63.4 12.59 0.16
5187 CHI07RRFSR02 0 2.5 63.042 1.44 1.37 481.1 65.38 16.15 0.26
5188 CHI07RRFSR03 0 2.5 61.8983 1.2805 1.37 436.09 77.28 14.89 0.62
5189 CHI07RRFSR04 0 2 60.6141 1.2886 1.37 680 121.2 21.85 0.57
5190 CHI07RRFSR05 0 2 61.0747 1.3075 1.37 781.18 115.39 20.17 2.15
5191 CHI07RRFSR06 0 1.5 57.6377 1.3034 1.37 654.7 58.79 16.95 1.34

Tabla III.4. Resultado Química Básica


SiO2 Al2O3 Fe2O3 MgO CaO Na2O K2O TiO2 P2O5 MnO Cr2O3 LOI U Th Gd Sm Li B
% % % % % % % % % % % % ppm ppm ppm ppm ppm ppm
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
54 15 11.7 3.1 7.68 3.34 1.22 1.55 0.04 0.2 0.02 1.68 0.38 1.2 1.88 1.6 20 20
58.3 15.5 8.8 2.64 5.65 3.47 1.01 1.1 0.03 0.17 0.01 2.99 0.67 2 3.18 3.1 10 10
56.9 15.8 9.46 2.34 5.91 3 1.25 1.15 0.04 0.16 0.01 3.37 0.5 1.5 2.91 2.6 10 0
51.5 15.9 10.9 4.25 8.86 2.79 0.57 1.15 0.04 0.19 0.02 3.47 0.26 0.5 2.11 2 0 0
65.4 15.2 4.36 0.49 4.55 5.18 1.48 0.84 0.03 0.1 0 2.13 1.51 5 4.81 4.9 0 0
67.6 13.5 4.65 0.7 1.73 3.52 4.47 0.97 0.03 0.09 0 2.17 1.44 4.6 4.37 4.2 10 0

III-2
December 4, 2008

Gabriel Vargas
Departmento de Geología
Universidad de Chile
Plaza Ercilla #803
Casilla 13518 - Correo 21
Santiago - Chile

Re: Report on Ages for 36Cl Exposure Dating of Boulders-San Ramon Fault

Dear Gabriel:

Six whole rock samples were processed for AgCl3 silicate target preparation for Cl-isotope
analysis by accelerator mass spectrometry (AMS). The samples were processed at the
Dalhousie Geochronology Centre. Elemental chemistry was measured by SGS Inc., in
Ontario Canada. AMS analysis was conducted by PRIME Lab, Purdue University, Indianna.
Data reduction and interpretation was completed by me using a new, unpublished program
written by A. Hidy, which in my opinion provides a reliable means (via Monte Carlo simulation)
of propagating all internal errors through the age equations. Parameters used for the age
calculation are provided in F.M. Phillips, M. Zreda, M.R. Flinsch, D. Elmore, P. Sharma, A
reevaluation of cosmogenic 36Cl production rates in terrestrial rocks, Geophys. Res. Lett. 23
(1996) 949–952. We assumed a rock density of 2.0 ± 0.1 gcm-3 and zero erosion of the
boulder surface. We also assumed no movement of the boulder, and negligible snow or ash
cover. The ages were compensated for a slight shielding of 0.49% to 0.51% of the cosmic
ray flux due to the Cordillera Principal. All of the boulders may contain inherited 36Cl that
was produced in the rock prior to its final deposition. It is likely that the sample (#5) with an
age much older than the others contains a substantial amount of inheritance. However, all
ages are within their 1 errors. The AMS precisions, though not good, are sufficient for
publication. The reason for the larger than desired uncertainties is in part due to a large
sulfur component in the rocks, enough to provide a significant isobaric interference of 36S on
the cosmogenic 36Cl isotope. The uncertainties, represented by minimum and maximum
ages, represent the total internal error (all random errors associated with chemistry and bulk
density). The five ages from the same area can probably be grouped to provide one age, but
for now I grouped all ages for a weighted mean age of 46.7 ± 5.9 ka (standard error). The
influence of erosion of the boulder on the exposure age is complicated for 36Cl because it
depends on the chemical composition of the rock, and would have to be modeled for each
boulder. If we correct for very low erosion rates, the ages could get a little younger. If we
correct for higher erosion rates, the ages could get significantly older. Hopefully you will be
able to determine from the boulder surfaces if erosion was likely negligible (e.g. less than 1
cm). If not, we will have to do some extra modeling.

III-3
The ages and all isotopic and chemical data are provided below. An invoice will be
submitted shortly. I will be happy to answer any questions. I hope we can continue to work
together on the San Ramon fault. Let me know if you need any help in publishing the data.

Sincerely,

Dr. John Gosse


Director,
Dalhousie Geochronology Centre

Field ID Lab ID Exposure Ages (ka) 1s AMS error


min mean max AMS Precision Mean age: 47.0 ka
CHI07RRFSR01 5186 27.1 37.5 53.4 14% Weighted mean age (weighted by AMS
precision): 46.7 ka
CHI07RRFSR02 5187 32.9 47.4 64.9 14%
Standard Error 5.9 ka (std dev/(sqrt(n-1))
CHI07RRFSR03 5188 24.6 35.7 55.3 18%
CHI07RRFSR04 5189 32.2 47.0 65.0 18%
CHI07RRFSR05 5190 51.0 72.0 103.6 15%
CHI07RRFSR06 5191 31.5 42.3 57.5 9%

Isotope Chemistry Information


Lab ID SampleID depth thickness rock_mass carrier_mass Carrier_conc 36Cl/total_Cl 1sigerr 35Cl/37Cl 1sig
Unitless
NA cm cm g g mg_35Cl/g_Carr Frac (10E-15) unitless Err Frac
(10E-15)
5070 aveblank 0 0 0 3.0963 1.2399 7.945 0.7912 194 3.597
5186 CHI07RRFSR01 0 2.5 62.1933 1.4272 1.370 464.36 63.40 12.59 0.16
5187 CHI07RRFSR02 0 2.5 63.042 1.44 1.370 481.1 65.38 16.15 0.26
5188 CHI07RRFSR03 0 2.5 61.8983 1.2805 1.370 436.09 77.28 14.89 0.62
5189 CHI07RRFSR04 0 2.0 60.6141 1.2886 1.370 680.0 121.2 21.85 0.57
5190 CHI07RRFSR05 0 2.0 61.0747 1.3075 1.370 781.18 115.39 20.17 2.15
5191 CHI07RRFSR06 0 1.5 57.6377 1.3034 1.370 654.7 58.79 16.95 1.34

Elemental Chemistry
SiO2 Al2O3 Fe2O3 MgO CaO Na2O K2O TiO2 P2O5 MnO Cr2O3 LOI U Th Gd Sm Li B
% % % % % % % % % % % % ppm ppm ppm ppm ppm ppm
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
54 15 11.7 3.1 7.68 3.34 1.22 1.55 0.04 0.2 0.02 1.68 0.38 1.2 1.88 1.6 20 20
58.3 15.5 8.8 2.64 5.65 3.47 1.01 1.1 0.03 0.17 0.01 2.99 0.67 2 3.18 3.1 10 10
56.9 15.8 9.46 2.34 5.91 3 1.25 1.15 0.04 0.16 0.01 3.37 0.5 1.5 2.91 2.6 10 0
51.5 15.9 10.9 4.25 8.86 2.79 0.57 1.15 0.04 0.19 0.02 3.47 0.26 0.5 2.11 2 0 0
65.4 15.2 4.36 0.49 4.55 5.18 1.48 0.84 0.03 0.1 0 2.13 1.51 5 4.81 4.9 0 0
67.6 13.5 4.65 0.7 1.73 3.52 4.47 0.97 0.03 0.09 0 2.17 1.44 4.6 4.37 4.2 10 0

III-4
ANEXO IV

Datos de Escarpes y Terrazas Fluviales

Tabla IV.1. Perfiles de escarpes del Frente Cordillerano… IV-1


Tabla IV.2. Perfiles terrazas Río Maipo… IV-12
Tabla IV.3. Perfiles Río Mapocho... IV-16
Tabla IV.4. Perfiles de escarpes del Frente Cordillerano
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
1 720.0 810.0 880.0 6305500.0
2 720.0 810.0 880.0 6305400.0
3 6305300.0
4 6305200.0
5 6305100.0
6 6305000.0
7 6304900.0
8 6304800.0
9 6304700.0
10 6304600.0
11 6304500.0
12 6304400.0
13 6304300.0
14 6304200.0
15 6304100.0
16 6304000.0
17 740.4 356721.6 745.8 356766.6 750.5 356829.6 844.8 357063.6 6303900.0
18 6303800.0 740.0 356721.6 746.4 356775.6 751.3 356829.6 853.9 357036.6 6303800.0
19 6303703.0 742.4 356766.6 856.8 357045.6 1004.9 6303700.0
20 6303604.0 734.9 356685.6 739.4 356730.6 746.0 356793.6 859.9 357036.6 1009.9 6303600.0
21 6303505.0 735.2 356739.6 739.9 356766.6 741.5 356775.6 863.9 357027.6 6303500.0
22 6303397.0 745.5 356793.6 863.6 357027.6 6303400.0
23 6303298.8 737.3 356775.6 845.7 356991.6 6303300.0
24 6303199.8 6303200.0
25 6303100.8 731.2 356748.6 739.9 356784.6 6303100.0
26 6303001.8 730.3 356775.6 739.1 356829.6 6303000.0
27 6302902.8 730.4 356802.6 740.0 356865.6 6302900.0
28 6302803.8 725.0 356739.6 734.9 356820.6 6302800.0
28_1 6302777.3 726.1 356751.7 733.9 356823.7 6302777.3
28_2 6302741.3 726.5 356751.7 730.0 356787.7 6302741.3
29 6302704.0 749.1 357162.6 765.8 357279.0 774.2 357440.6 846.3 357747.6 6302700.0
29_1 6302678.3 745.2 357147.7 764.9 357273.7 6302678.3
29_2 6302651.3 744.0 357156.7 765.6 357282.7 6302651.3
30 6302596.0 741.0 357162.6 759.2 357297.6 761.6 357432.6 845.0 357702.6 6302600.0
31 6302497.0 738.0 357252.6 755.0 357369.6 760.1 357432.6 844.5 357666.6 6302500.0
31_1 6302498.3 735.1 357201.7 754.9 357372.7 6302398.3

IV-1
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
31_2 6302462.3 735.1 357246.7 751.2 357336.7 6302462.3
31_3 6302435.3 735.4 357255.7 749.8 357318.7 6302435.3
32 6302398.0 731.3 357225.6 744.3 357306.6 757.6 357432.6 853.5 357729.6 6302400.0
33 6302299.8 745.2 357396.6 839.4 357711.6 6302300.0
34 6302200.0 722.0 357171.6 732.7 357234.6 740.1 357360.6 839.6 357810.6 6302200.0
34_1 6302174.3 720.0 357165.7 732.9 357228.7 6302174.3
34_2 6302147.3 720.8 357183.7 735.1 357237.7 6302147.3
34_3 6302129.3 720.0 357187.7 739.1 357264.7 6302129.3
35 6302101.0 719.9 357189.6 739.8 357279.6 6302100.0
35_1 6302075.3 719.9 357201.7 739.1 357291.7 6302075.3
35_2 6302039.3 719.9 357219.7 734.8 357300.7 6302039.3
36 6302002.8 712.5 357126.6 713.2 357144.6 719.8 357270.6 731.4 357351.6 6302000.0
36_1 6301931.3 710.6 357120.7 714.6 357167.7 6301931.3
37 6301903.8 710.4 357117.6 715.4 357171.6 720.0 357324.6 725.0 357369.6 6301900.0
37_1 6301859.3 710.2 357129.7 714.3 357165.7 720.5 357318.7 729.9 357390.7 6301859.3
38 6301804.8 709.9 357126.6 715.5 357180.6 720.0 357297.6 739.6 357468.6 6301800.0
38_1 6301769.3 710.1 357138.7 714.5 357174.7 720.3 357300.7 739.5 357462.7 6301769.3
38_2 6301742.3 710.0 357138.7 718.6 357228.7 725.0 357354.7 740.0 357462.7 6301742.3
39 6301696.8 709.2 357117.6 720.3 357207.6 725.0 357360.6 738.1 357477.6 6301700.0
39_1 6301688.3 709.2 357120.7 719.9 357201.7 725.8 357372.7 738.1 357408.7 6301688.3
39_2 6301643.3 709.1 357120.7 720.0 357201.7 6301643.3
40 6301597.8 710.0 357117.6 719.9 357198.6 6301600.0
41 6301498.8 715.0 357234.6 721.8 357306.6 741.4 357729.6 750.9 357819.6 755.0 358008.6 847.6 358233.6 6301500.0
41_1 6301481.3 740.5 357723.7 749.4 357822.7 6301481.3
41_2 6301454.3 740.0 357741.7 746.2 357858.7 6301454.3
42 6301399.8 714.9 357288.6 720.5 357342.6 736.6 357765.6 745.0 357873.6 751.5 357972.6 859.6 358251.6 6301400.0
42_1 6301373.3 735.8 357777.7 744.9 357840.7 6301373.3
42_2 6301346.3 735.0 357804.7 745.1 357858.7 6301346.3
43 6301300.0 715.7 357396.6 724.0 357495.6 735.1 357800.6 748.7 357873.6 759.7 357981.6 848.3 358224.6 6301300.0
43_1 6301265.3 722.0 357507.7 730.0 357561.7 735.0 357804.7 745.1 357858.7 6301265.3
44 6301201.8 715.3 357495.6 728.0 357594.6 760.7 357954.6 875.0 358404.6 6301200.0
45 6301102.0 725.0 357783.6 764.0 357972.6 767.7 357999.6 886.0 358503.6 6301100.0
45_1 6301058.3 728.4 357813.7 759.3 357921.7 6301058.3
46 6301003.0 728.0 357810.6 769.5 357963.6 772.1 357981.6 907.1 358665.6 6301000.0
46_1 6300959.3 728.9 357822.7 762.4 357948.7 6300959.3
47 6300904.0 731.4 357855.6 768.8 358026.6 777.1 358134.6 930.4 358827.6 6300900.0
48 6300796.8 740.3 358008.6 769.1 358188.6 772.1 358215.6 935.1 358872.6 6300800.0
49 6300697.8 746.7 358143.6 783.9 358323.6 786.2 358332.6 941.9 358889.6 6300700.0

IV-2
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
50 6300598.0 754.3 358260.6 952.4 358944.6 6300600.0
51 760.1 358332.6 778.7 358404.6 780.2 358413.6 979.9 359070.6 6300500.0
52 6300400.8 764.1 358368.6 784.3 358422.6 788.1 358431.6 996.2 359142.6 6300400.0
53 770.1 358395.6 825.2 358575.6 828.4 358593.6 1000.6 359241.6 6300300.0
54 6300200.0 775.4 358431.6 995.1 359214.6 1035.0 6300200.0
55 6300103.0 781.6 358476.6 852.1 358710.6 853.7 358719.6 993.3 359223.6 6300100.0
56 788.5 358512.6 958.3 359223.6 6300000.0
57 6299797.0 6299900.0
58 6299800.0
59 6299700.0
60 823.0 358836.6 841.5 358890.6 6299600.0
60_1 6299555.3 820.6 358848.7 844.2 358902.7 6299555.3
61 822.2 358872.6 841.7 358917.6 6299500.0
61_1 6294563.3 817.2 358867.7 839.3 358920.7 6299456.3
62 826.3 358899.6 838.9 358926.6 845.8 358953.6 951.0 359331.6 6299400.0
62_2 6299348.3 823.0 358884.7 838.8 358929.7 6299348.3
63 6299300.0
64 6299200.0
65 783.7 358611.5 799.6 358674.6 6299100.0
65_1 6299069.3 783.0 358614.7 794.6 358650.7 6299069.3
65_2 6299042.3 780.7 358614.7 797.7 358659.7 6299042.3
66 776.8 358611.5 798.5 358683.6 6299000.0
66_1 6298979.3 777.7 358623.7 795.1 358677.7 6298979.3
66_2 6298943.3 773.1 358614.7 789.0 358668.7 6298943.3
67 768.4 358602.6 793.7 358683.6 6298900.0
67_1 6298871.3 770.0 358614.7 789.0 358668.7 6298871.3
68 763.5 358584.6 775.0 358656.6 6298800.0
68_1 6298727.3 767.1 358614.7 798.5 358704.7 6298727.3
69 6298699.0 764.6 358593.6 809.9 358710.6 943.0 6298700.0
69_11 6298682.3 767.7 358605.7 809.0 358704.7 6298682.3
69_1 6298628.3 818.2 358893.7 851.2 358920.7 6298628.3
70 6298600.0 774.6 358620.6 807.7 358701.6 820.2 358872.6 856.5 359043.6 955.0 6298600.0
70_11 6298583.3 780.0 358641.7 808.6 358713.7 6298583.3
70_1 6298574.3 822.0 358866.7 851.0 359001.7 6298574.3
70_12 6298547.3 780.2 358641.7 804.6 358713.7 6298547.3
70_2 6298538.3 829.4 358884.7 853.9 358992.7 6298538.3
71 785.5 358656.5 806.3 358728.5 825.0 358836.6 854.6 358971.6 6298500.0
71_11 6298484.3 787.6 358668.7 804.7 358722.7 6298484.3

IV-3
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
71_2 6298439.3 815.4 358803.7 860.1 358992.7 6298439.3
72 787.1 358602.5 796.3 358647.5 815.8 358818.6 856.3 358971.6 6298400.0
72_12 6298313.3 787.0 358596.7 799.8 358632.7 6298313.3
73 6298303.0 785.2 358584.6 805.8 358674.6 961.9 6298300.0
73_1 6298268.3 775.9 358542.7 804.9 358659.7 6298268.3
73_2 6298241.3 775.2 358533.7 804.4 358650.7 6298241.3
74 781.1 358557.6 798.8 358629.5 6298200.0
74_2 6298133.3 759.5 358461.7 777.4 358524.7 6298133.3
75 6298096.0 755.1 358431.6 774.1 358494.6 896.6 6298100.0
75_1 6298079.3 757.9 358443.7 773.8 358497.7 6298079.3
75_2 6298034.3 750.0 358407.7 759.9 358443.7 6298034.3
76 760.0 358467.6 773.4 358530.6 6298000.0
76_1 6297962.3 761.1 358470.7 772.2 358524.7 6297962.3
77 6297900.0
77_2 6297836.3 766.7 358497.7 791.3 358623.7 6297836.3
78 6297799.0 768.0 358503.6 794.1 358611.6 899.6 6297800.0
78_1 6297782.3 763.5 358488.7 788.5 358578.7 6297782.3
78_2 6297737.3 760.7 358488.7 789.9 358578.7 6297737.3
79 763.7 358503.5 795.4 358611.5 912.8 6297700.0
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86 6297000.0
87 6296900.0

IV-4
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
88 6296800.0
89 6296700.0
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104 6295200.0
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105 875.4 359007.6 903.2 359088.6 1004.0 6295100.0

IV-5
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
105_1 6295082.3 874.7 359001.7 905.2 359100.7 6295082.3
105_2 6295028.3 880.0 359010.7 907.3 359100.7 6295028.3
106 891.3 359043.6 906.9 359097.6 992.0 6295000.0
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107 6294900.0
107_2 6294839.3 895.0 358974.7 904.8 359037.7 6294839.3
108 6294800.0
108_1 6294731.3 901.6 359010.7 910.7 359055.7 6294731.3
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109_1 6294650.3 901.9 359028.7 911.6 359064.7 6294650.3
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121 6293497.8 863.0 358773.6 891.5 358854.6 6293500.0

IV-6
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
122 6293398.8 855.1 358719.6 859.8 358737.6 6293400.0
120_2 6293354.3 855.8 358722.7 861.3 358740.7 6293354.3
123 6293299.8 853.4 358701.6 859.8 358728.6 6293300.0
122_1 6293237.3 860.2 358740.7 864.8 358758.7 6293237.3
124 6293200.8 858.2 358728.6 862.1 358746.6 6293200.0
123_1 6293156.3 855.0 358722.7 860.2 358749.7 6293156.3
125 6293101.8 890.3 359115.6 979.4 359304.6 6293100.0
124_1 6293039.3 889.1 359118.7 991.0 359343.7 6293039.3
126 6293002.8 888.4 359115.6 1009.7 359403.6 6293000.0
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127 6292903.8 894.3 359151.6 1019.2 359412.6 1064.3 6292900.0
126_1 6292850.3 899.2 359172.7 1037.1 359487.7 6292850.3
128 6292804.8 899.5 359160.6 1048.8 359502.6 1076.0 6292800.0
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129 911.0 359169.6 1062.6 359556.6 6292700.0
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130 6292597.8 922.7 359214.6 1065.9 359592.6 1142.4 6292600.0
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133 6292300.0
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138_1 6291779.3 910.1 359118.7 930.9 359199.7 6291779.3
138_2 6291752.3 905.9 359127.7 930.0 359217.7 6291752.3
138_3 6291734.3 905.0 359136.7 927.5 359217.7 6291734.3
139 6291697.8 900.6 359151.6 914.4 359205.6 960.4 6291700.0
140 6291598.8 907.9 359241.6 945.0 359331.6 972.5 6291600.0
140_1 6291581.3 907.5 359244.7 942.7 359325.7 6291581.3
140_2 6291545.3 907.5 359244.7 941.3 359316.7 6291545.3
141 6291499.8 912.3 359250.6 939.6 359313.6 985.1 6291500.0
141_1 6291473.3 915.4 359262.7 934.3 359307.7 6291473.3

IV-7
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
142 6291400.8 944.7 6291400.0
143 6291301.8 925.1 359286.6 954.1 359394.6 6291300.0
144 942.4 359349.6 994.3 359466.6 6291200.0
144_1 6291167.3 952.2 359379.7 995.7 359469.7 6291167.3
145 955.4 359376.6 998.4 359493.6 6291100.0
146 985.0 359457.6 1002.4 359511.6 6291000.0
147 6290900.0
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154 6290200.0
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159 6289700.0
160 6289600.0
161 6289501.8 6289500.0
162 6289400.0
163 6289300.0
164 6289200.0
165 6289100.0
166 6289000.0
167 6288900.0
168 6288800.0
169 6288700.0
170 6288601.8 6288600.0
171 6288500.0
172 6288400.0
173 6288300.0
174 6288196.8 6288200.0
175 6288100.0
176 6288000.0
177 6287900.0
178 6287800.0

IV-8
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
179 6287700.0
180 6287600.0
181 6287500.0
182 6287400.0
183 6287300.0
184 6287200.0
185 6287100.0
186 6287000.0
187 6286900.0
188 6286800.0
189 6286700.0
189_1 6286631.3 862.0 358137.7 886.8 358209.7 6286631.3
190 795.6 357693.6 847.6 357810.6 6286600.0
190_1 6286550.3 797.5 357705.7 837.5 357795.7 6286550.3
191 809.9 357747.6 827.9 357819.6 6286500.0
192 6286297.8 6286400.0
192_1 62863343.3 824.9 357885.7 844.8 357939.7 6286343.3
193 6286198.8 810.7 357846.6 850.2 357945.6 6286300.0
193_1 6286271.3 814.3 357867.7 846.9 357939.7 6286271.3
193_2 6286235.3 815.7 357885.7 841.3 357939.7 6286235.3
194 6286099.0 818.0 357891.6 840.9 357954.6 6286200.0
194_01 6286186.3 860.0 358128.7 916.5 358254.7 6286181.3
194_1 6286172.3 814.4 357876.7 835.0 357939.7 6286172.3
194_2 6286136.3 809.6 357849.7 829.9 357921.7 6286136.3
195 6286000.8 813.8 357864.6 835.0 357963.6 6286100.0
195_2 6286037.3 792.2 357768.7 821.2 357912.7 6286037.3
196 791.7 357756.6 805.0 357819.6 6286000.0
196_1 6285974.3 790.6 357759.7 801.8 357804.7 6285974.3
196_2 6285947.3 789.3 357750.7 799.9 357795.7 6285947.3
197 782.6 357711.6 793.6 357765.6 6285900.0
198 6285802.8 775.4 357702.6 786.7 357783.6 6285800.0
198_1 6285776.3 775.4 357714.0 793.8 357795.7 6285776.3
199 6285700.0
199_1 6285686.3 780.1 357759.7 791.7 357795.7 6285686.3
200 6285600.0
201 6285496.8 6285500.0
202 6285400.0
203 6285298.8 6285300.0

IV-9
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
204 6285199.8 6285200.0
205 6285100.0
206 6285000.0
207 6284900.0
208 6284800.0
209 6284700.0
210 6284600.0
211 6284500.0
212 6284400.0
213 6284300.0
214 6284200.0
215 6284100.0
216 6284000.0
217 6283900.0
218 6283800.0
219 6283700.0
220 6283600.0
221 6283500.0
222 6283400.0
223 6283300.0
224 6283200.0
225 6283100.0
226 6283003.8 6283000.0
227 6282900.0
228 6282800.0
229 6282700.0
230 6282600.0
231 6282499.8 6282500.0
232 6282400.8 6282400.0
233 6282300.0
234 6282200.0
235 6282100.0
236 6282000.0
237 6281900.0
238 6281800.0
239 6281700.0
240 6281600.0
241 6281500.0

IV-10
UTM Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E Base UTM E Tope UTM E
Perfil Nº Roca UTM2
N Mediano1 BM1 Mediano1 TM1 Mediano 2 BM2 Mediano 2 TM2 grande BG grande TG
242 6281400.0
243 6281300.0
244 6281200.0
245 6281100.0
246 6281000.0
247 741.2 357759.7 750.5 357840.7 6280900.0
248 741.2 357741.7 750.8 357813.7 6280800.0
249 740.9 357732.7 750.0 357804.7 6280700.0
250 740.5 357705.7 749.0 357813.7 6280600.0
251 740.9 357714.7 744.4 357732.7 6280500.0
252 6280400.0
253 6280300.0
254 6280200.0
255 6280100.0
256 6280000.0
257 6279900.0
258 6279800.0
259 6279700.0
260 6279600.0
261 6279500.0
262 6279400.0
263 6279300.0
264 6279200.0
265 Terrazas 700.0 357500.0 760.0 358500.0 830.0 359500.0 6279100.0
266 Terrazas 700.0 357500.0 760.0 358500.0 830.0 359500.0 6279000.0

IV-11
Tabla IV.5. Perfiles Río Maipo
Distancia H Río T0 - T1 TFr2 T2 - TFr3 T3C T3B T3 T4 T4 - Frente T coyanco
Perfil
Horiz. (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) cord (m s.n.m.) (m s.n.m.)
-21 0.0 595 599 613 621 628
-20 323.1 598 625 629
-19 581.1 602 627 635
-18 950.8 604 610 630 636
-17 1136.9 605 630 638
-16 1348.2 607 631 640
-15 1573.1 608 635 642
-14 1864.5 610 626 636 643
-13 2090.7 612 620 638 645
-12 2267.2 613 626 640 647
-11 2525.5 613 627 643 650
-10 2801.8 614 632 645 650
-9 3073.7 616 633 648 651
-8 3287.3 618 640 650 653
-7 3478.1 620 624 641 652 655
-6 3752.3 623 647 654 658
-5 3967.6 624 631 655 661
-4 4213.2 627 634 651 660 665
-3 4499.5 629 636 660 667
-2 4700.7 634 640 665 669
-1 4860.8 635 652 665 670
1 5001.4 635 641 655 668 671
2 5327.2 637 639 655 670 675
3 5701.9 640 655 671 680
4 6136.7 645 660 679 685
5 6542.9 648 660 665 683 687
6 6960.1 653 668 687 692
7 7357.8 655 670 690 696
8 7784.7 659 670 697 700
9 8139.7 661 672 700 704
10 8531.3 663 683 705 708
11 8891.3 666 684 709 712
12 9276.2 667 691 711 718
13 9547.5 669 693 712 720
14 9865.2 669.5 693 720 725
15 10191.6 673 687 720 730 740

IV-12
Distancia H Río T0 - T1 TFr2 T2 - TFr3 T3C T3B T3 T4 T4 - Frente T coyanco
Perfil
Horiz. (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) cord (m s.n.m.) (m s.n.m.)
16 10461.5 675 689 722 730 740
17 10681.6 677 691 722 733 740
18 10966.1 678 700 724 738 743 829
19 11168.1 680 700 730 741 753 830
20 11394.3 682 701 730 743 760
21 11556.5 685 730 744 764
22 11723.0 687 712 730 750 765
23 11908.3 688 715 730 750 770
24 12154.4 691 713 732 750 770
25 12569.0 696 750 771
26 12809.8 698 719 740 750 771 834
27 13081.3 702 740 750 772 835
28 13389.7 705 730 761 776
35d 13389.7 705
29 13662.4 713 741 761 780
30 13915.7 718 742 766 837
dato 14355.8 724 840
32 14619.1 726 730 750 772
35e 14698.8 730
33 14892.0 737 751 754
34 15140.6 738 760 760 770 788 849
35c 15140.6 738 850
35a 15209.7 739 852
35 15375.3 741 760 790
35b 15375.3 741 870 873
36 15689.0 745 790
37 16053.9 748 790
38 16397.9 753 770 792 881
39 16695.6 755 796
40 17120.2 758 800
41 17983.5 768 781
42 18421.8 773 789 811
43 18701.6 775 793
44 19357.6 779 799 821
45 19619.7 783 800 870
46 20209.1 792 822
47 20586.1 796 830
48 20920.6 800 810

IV-13
Distancia H Río T0 - T1 TFr2 T2 - TFr3 T3C T3B T3 T4 T4 - Frente T coyanco
Perfil
Horiz. (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) cord (m s.n.m.) (m s.n.m.)
49 21337.5 805 832 887
51 21565.9 807 839
52 22009.3 811 822 844
53 22260.7 814 852
54 22538.8 815 854
55 22946.7 817 856
56 23363.8 820 836 857
57 23757.1 823 830 840 860
58 24141.7 826 841 864
59 24520.4 830 870
60 24826.1 834 841 851 871
61 25073.3 836 876
62 25332.6 839 880
63 25577.4 843 880
64 25826.1 845 883
68 26149.6 848 862 890
69 26465.6 851 893
70 26817.6 854 898
71 27092.8 857 900
72 27418.5 861 905
73 27722.0 865 910 917
74 28000.1 868 920
75 28258.2 871 957 921
76 28866.2 880 900 922
77 29155.0 885 903 921
78 29505.6 890 907 921
79 29795.6 893 913 923
80 30057.3 895 900
81 30383.0 897 930
82 30689.4 899 931
83 31183.2 905 920
84 31435.1 908 924 940
85 31856.4 911 916 943
86 32114.7 914 941
87 32350.8 916 920 944
88 32585.7 918 931 960
89 32724.6 919
90 32896.6 920 926 941

IV-14
Distancia H Río T0 - T1 TFr2 T2 - TFr3 T3C T3B T3 T4 T4 - Frente T coyanco
Perfil
Horiz. (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) cord (m s.n.m.) (m s.n.m.)
91 33148.7 923 930 942 950
92 33477.9 927 930 943 951 997
93 33788.8 930 940 953 1002
94 33974.1 933 940 944 954
95 34184.4 935 957
96 34449.7 938 950 960 1013
97 34702.4 941 949 960 1014
98 34963.4 944 961 1016
99 35249.8 947 953 970 1016
100 35489.4 949 953 960 970 1019
101 35747.4 952 960 977 1021
102 35999.1 955 963 979 1019
103 36263.7 958 960 970 982 1022
104 36538.8 959 972 983 1022
105 36833.5 964 970 990
106 37086.3 966 982 991
107 37375.1 968 975 984 994
108 37663.2 970 977 984 1001
109 38090.1 975 984 1000
110 38324.2 977 988 1006
111 38534.4 978 989 1009
112 38744.9 980 990
113 39004.2 984 996 1012
114 39155.2 987 1017 1080
115 39309.1 988 991 1000
116 39459.0 989 1005 1022
117 39715.9 994 1010
39853.5 996 1065
118 39991.2 998 1010 1090
119 40262.4 1000 1011 1093
120 40633.4 1004 1020 1035 1101
122 41037.8 1008 1015 1024 1039
123 41345.2 1010 1030 1041
124 41660.6 1014 1020 1034 1040
125 41852.4 1016 1022 1031 1042
126 42105.9 1018 1024 1033 1043
127 42416.8 1020 1042

IV-15
Tabla IV.6. Perfiles Río Mapocho
Distancia Distancia Talweg T1 T2 T3 T4
Perfil Nº
recta (m) Origen (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.)
1 0.0 0.0 672.5 675.3
2 257.7 301.4 676.7 679.3
3 448.4 502.7 679.9 683.5
4 624.8 726.8 683.8 685.8
5 863.1 1009.6 690.0 691.4
6 1135.0 1325.8 694.4 697.8
7 1382.8 1916.7 699.4 702.6
8 1664.7 2166.5 704.8 708.3
9 1883.7 2442.1 709.1 713.3
10 2121.9 2635.3 713.6 714.6 718.4
11 2286.2 2913.5 716.9 717.9 720.3
12 2568.7 3312.3 721.6 724.0 725.9
13 2926.9 3462.0 727.6 730.1 733.3
14 3100.0 3637.4 730.2 736.7
15 3283.5 3861.8 733.6 736.3 740.7
16 3493.6 4066.9 739.0 741.6 744.8
17 3657.9 4218.1 740.0 745.4 749.2
18 3813.2 4401.7 743.3 746.1 751.6
19 3979.0 4540.2 747.2 754.6 879.4
20 4123.9 4685.0 750.0 752.1 756.5 778.0
21 4260.0 4771.3 752.3 754.1 758.7
22 4362.2 4848.3 753.6 760.4
23 4445.1 4945.8 754.5 757.8 761.6
24 4544.2 5043.2 755.3 762.9
25 4644.8 5155.8 757.4 760.3 764.3
26 4763.1 5263.2 758.9 760.2 766.2
27 4874.2 5330.9 758.4 768.2 873.6
28 4955.5 5471.9 758.8 769.8 876.2
29 5102.0 5550.5 761.8 763.5 771.9
30 5193.8 5659.4 765.3 773.9
31 5349.1 5774.7 767.5 770.1 776.7
32 5494.1 5898.8 770.0 779.5
33 5659.9 6061.6 771.9 775.1 782.3
34 5852.2 6150.5
35 5970.6 6324.4 774.0 775.9 787.4 835.7
36 6217.7 6432.8 777.8 780.5 790.2 839.5
37 6353.8 6529.5 779.8 783.4 792.7 847.5
38 6491.4 6639.4 781.4 786.7 795.3 848.8
39 6646.8 6751.0 782.6 790.3 798.4 840.8
40 6775.6 6893.6 785.0 794.2 801.2 843.0
41 6938.2 7027.4 787.8 794.7 804.1 844.2
42 7086.3 7119.2 789.4 795.9 807.5 850.7
43 7213.6 7281.9 794.0 800.0 809.8
44 7397.1 7408.1 794.9 801.6 810.2 859.8
45 7551.2 7617.4 798.9 805.3 815.4
46 7708.4 7833.3 802.6 805.2 815.7 876.4
47 7899.3 8036.6 805.2 806.8 816.8 879.4
48 8037.0 8235.2 809.3 814.5 820.4 883.6
49 8109.5 8439.9 813.3 831.1
50 8210.2 8602.0 817.3 820.6 834.4
51 8275.7 8731.1 820.0 824.0 839.0
52 8347.7 8897.6 822.8 825.3 842.2 870.0
53 8387.9 9043.3 827.5 830.5 843.9

IV-16
Distancia Distancia Talweg T1 T2 T3 T4
Perfil Nº
recta (m) Origen (m) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.) (m s.n.m.)
54 8459.9 9137.8 828.2 834.9 842.1
55 8516.8 9249.4 828.3 835.2 841.1
56 8571.6 9413.1 831.1 845.4
57 8709.3 9545.8 834.2 839.6 845.3
58 8772.9 9647.9 838.4 846.6
59 8818.0 9741.1 839.4 846.1
60 8845.8 9844.7 841.3 846.7
61 8891.7 10045.1 843.9
62 9130.0 10193.9 847.6 863.2
63 9230.6 10347.3 853.6 865.8
64 9394.8 10515.4 857.1 869.7 882.0
65 9550.2 10777.0 859.9 872.4
66 9760.3 10981.8 864.6 879.8 889.7
67 9862.0 11172.6 867.7 881.2
68 9971.2 11379.1 873.9 904.9
69 10181.4 11554.1 878.7 917.4
70 10282.0 11733.2 884.2
71 10358.9 11914.9 885.2
72 10476.0 12111.1 890.0 900.9
73 10603.0 12372.9 897.4
74 10778.3 12613.8 907.2
75 11050.7 13072.8 913.8
76 11352.6 13302.7 927.2
77 11627.9 13435.8 930.7
78 11755.2 13538.5 936.0

IV-17
ANEXO V

Datación morfológica de escarpes y levantamiento


GPS diferencial escarpe reciente

Tabla V.1. Valores de edad de difusión (Τ en m2) para los perfiles de la quebrada de
Macul. ....................................................................................................................... V-1
Tabla V.2. Edades morfológicas en miles de años para los perfiles GPS en el escarpe
más reciente del frente cordillerano, para constantes de difusión dadas. .............. V-2
Tabla V.3. Perfiles 1, 2 y 3 .............................................................................................. V-4
Tabla V.4. Perfiles 4 y 5 .................................................................................................. V-6
Tabla V.5. Puntos del levantamiento de GPS diferencial ............................................. V-12

Figura V.1. Datación por difusión del escarpe en perfil 1 ............................................... V-7
Figura V.2. Datación por difusión del escarpe en perfil 2 ............................................... V-8
Figura V.3. Datación por difusión del escarpe en perfil 3 ............................................... V-9
Figura V.4. Datación por difusión del escarpe en perfil 4 ............................................. V-10
Figura V.5. Datación por difusión del escarpe en perfil 5 ............................................. V-11
Datación por difusión de escarpes
Con el fin de tener una aproximación morfológica a la edad del escarpe más joven
reconocido, se dataron los perfiles realizados con GPS diferencial en el escarpe, que se
encuentra ubicado al norte de la quebrada de Macul y se muestran en la siguiente figura.

Al realizar el modelo de difusión para cada uno de ellos se obtuvieron los valores de Τ (edad
de difusión) que se incluyen en la Tabla V.1. Los valores utilizados para el cálculo se
encuentran en las Figuras V.1 a V.5 de este anexo.

2
Tabla V.1. Valores de edad de difusión (Τ en m ) para los perfiles de la quebrada de Macul.
Evento Único Alzamiento Continuo
Τ Τ min Τ max Τ Τ min Τ max
P1 8.5 3.75 18 22 10.8 47.6
P2 6.75 3.87 11.62 17 6.43 39
P3 5.5 1.8 12.75 13.5 1.75 61
P4 11.5 7.9 16.375 37.5 28.25 52.25
P5 20.125 14.425 27.675 42 31.15 55.3

Como los escarpes son cercanos, se encuentran todos comprendidos en una distancia
menor a 300m, y se asume que deben tener la misma edad por continuidad morfológica, se
puede interpretar que la diferencia de valores de Τ está dada por procesos locales de erosión
que afectaron en distinta forma a cada uno de los perfiles.

V-1
Dado, además que los diferentes perfiles corresponden al mismo escarpe, se considera un
valor promedio para Τ de ΤEU= 10.47 m2 y ΤAC= 26.4 m2, para los modelos de evento único y
de alzamiento continuo respectivamente.

Para la zona no está calculado el valor de la constante de difusión (k en m2/kyr), por lo que a
modo de referencia se realizará el cálculo utilizando valores de la constante de difusión k
provenientes de la literatura. Hanks (2000) en su recopilación reportó valores de k extremos
con un mínimo de 0.1 m2/ky y un valor máximo de 16 m2/ky; Arrowsmith et al. (1998) estima
un valor de 8.6±0.75 m2/ky para California (Wallace Creek, Carrizo Plain); Hanks (1984),
Nash (1984) y Pierce and Colman (1986) estiman valores aproximados de 1 m2 para
ambientes semiáridos en Utah, Nevada Idaho y Montana; Enzel et al. (1996) calcula un valor
de 0.2 m2/ky en el desierto de Arava, Israel. En el Norte de Chile, González y Carrizo (2003)
utilizaron valores de 0.1 m2/ky y 0.46 m2/ky para datar morfológicamente la falla Salar del
Carmen, dichos valores fueron tomados de Neguev, Israel (0.1: Begin, 1992) y del Basin and
Range (0.46: Keller y Pinter, 2002) como referencias y fueron utilizados para acotar la edad
de los escarpes entre casos extremos.

La edad morfológica del escarpe se calcula como la edad de difusión dividida por la
constante de difusión. Al realizar el cálculo para cada una de las constantes mencionadas en
el párrafo anterior se obtienen los valores de la Tabla V.2.

Tabla V.2. Edades morfológicas en miles de años para los perfiles GPS en el escarpe más reciente del
frente cordillerano, para constantes de difusión dadas.
Constante de Difusión k (m2/kyr)
Edad Difusión por
0.1 0.2 0.46 1 8.6 16
Modelo Τ (m2)
Evento Único 104.75 52.37 22.77 10.47 1.21 0.65
Alzamiento
264 132 57.39 26.4 3.06 1.65
Continuo

De los resultados presentados en la tabla anterior se observa que las edades calculadas
para el escarpe son muy variables dependiendo del valor de k y varían entre cientos de
miles de años y algunos cientos de años, para cada método. Asumiendo que el escarpe se
formó en un solo evento, en caso de que el escarpe se formó debido a varios eventos la
edad se considera una edad promedio para el sistema.

Valores de k muy bajos, del orden de 0.1 o 0.2 m2/kyr se consideran demasiado bajos para
ser considerables cercanos al valor de k local, ya que representan lugares de extrema aridez,

V-2
los valores de 8.6 y 16 m2/ky han sido calculados en California, que posee condiciones
climáticas similares a las de Chile central, por lo que pueden considerarse más cercanos al
valor local de k. Mientras que valores de 1 m2/ky propios de ambientes semiáridos podrían
considerarse un límite inferior para la constante local.

A partir de lo anterior se estima que el escarpe más pequeño, morfológicamente, es de edad


Holoceno o Pleistoceno Superior. En todo caso es necesario conocer el parámetro k a nivel
local, para dar una edad más acotada al escarpe.

V-3
Tabla V.3. Perfiles 1, 2 y 3
Perfil 1 Perfil 2 Perfil 3
UTM E UTM N Altura UTM E UTM N Altura UTM E UTM N Altura
(m) (m) (m s.n.m.) (m) (m) (m s.n.m.) (m) (m) (m s.n.m.)
358681 6293161 876.5 358682 6293299 876.9 358675 6293313 875.6
358692 6293163 877.9 358692 6293300 878.0 358682 6293314 876.3
358701 6293163 879.2 358700 6293300 879.0 358690 6293312 877.2
358708 6293163 880.0 358701 6293300 879.3 358696 6293312 878.1
358716 6293164 881.0 358703 6293299 879.5 358704 6293311 879.2
358720 6293164 881.7 358706 6293299 879.9 358706 6293311 879.5
358724 6293165 882.4 358707 6293299 880.2 358708 6293311 879.9
358727 6293165 882.7 358709 6293299 880.5 358710 6293311 880.4
358729 6293165 882.9 358711 6293299 880.6 358713 6293311 880.8
358731 6293165 883.4 358712 6293299 880.8 358714 6293311 881.0
358734 6293164 883.8 358712 6293294 880.9 358715 6293310 881.1
358735 6293164 884.1 358714 6293294 881.2 358715 6293310 881.4
358735 6293164 884.3 358714 6293294 881.4 358716 6293310 881.6
358736 6293164 884.4 358715 6293294 881.6 358717 6293310 881.8
358737 6293164 884.7 358715 6293294 881.8 358717 6293310 881.8
358737 6293165 884.7 358716 6293294 881.9 358718 6293310 882.0
358737 6293164 884.9 358717 6293294 882.1 358719 6293310 882.2
358737 6293166 885.0 358717 6293294 882.4 358719 6293310 882.4
358738 6293166 885.1 358718 6293294 882.5 358720 6293309 882.4
358738 6293166 885.1 358718 6293294 882.7 358721 6293309 882.5
358738 6293166 885.3 358719 6293294 882.8 358721 6293309 882.8
358738 6293166 885.3 358719 6293294 883.2 358722 6293309 883.1
358738 6293166 885.5 358720 6293294 883.5 358722 6293309 883.4
358739 6293166 885.4 358721 6293294 883.8 358723 6293309 883.7
358739 6293166 885.6 358722 6293295 884.1 358724 6293309 884.0
358739 6293166 885.9 358722 6293295 884.3 358724 6293308 884.4
358740 6293166 886.0 358722 6293295 884.4 358725 6293308 884.6
358740 6293166 886.1 358723 6293295 884.7 358726 6293308 884.9
358741 6293166 886.3 358723 6293295 884.9 358726 6293308 885.1
358741 6293166 886.5 358724 6293295 885.0 358727 6293308 885.1
358741 6293166 886.6 358724 6293295 885.2 358728 6293309 885.4
358742 6293167 886.7 358726 6293295 885.5 358731 6293308 886.1
358742 6293167 886.9 358726 6293295 885.8 358734 6293307 886.8
358743 6293167 886.9 358728 6293295 886.1 358737 6293306 887.3
358743 6293167 887.1 358729 6293296 886.3 358740 6293306 888.1
358745 6293167 887.4 358735 6293296 887.5 358750 6293306 889.8
358745 6293167 887.5 358743 6293297 889.0 358759 6293303 891.2
358748 6293168 888.1 358749 6293298 890.2
358749 6293168 888.1 358756 6293301 890.8
358750 6293168 888.6
358753 6293169 889.0
358755 6293169 889.3
358755 6293169 889.3
358757 6293169 889.6
358761 6293170 890.3
358767 6293171 891.2
358774 6293171 892.0
358781 6293171 893.0
358785 6293172 893.6

V-4
V-5
Tabla V.4. Perfiles 4 y 5
Perfil 4 Perfil 5
UTM E UTM N Altura UTM E UTM N Altura
(m) (m) (m s.n.m.) (m) (m) (m s.n.m.)
358684 6293339 876.5 358715 6293361 880.7
358690 6293341 877.2 358720 6293362 881.6
358700 6293344 878.4 358730 6293360 883.3
358706 6293346 879.2 358732 6293360 883.4
358710 6293346 879.8 358732 6293360 883.6
358714 6293346 880.2 358733 6293360 883.8
358716 6293347 880.4 358734 6293361 883.9
358717 6293347 880.7 358735 6293361 884.0
358719 6293347 880.8 358736 6293361 884.2
358720 6293347 881.0 358736 6293361 884.5
358721 6293342 881.1 358737 6293360 884.7
358721 6293342 881.2 358737 6293360 885.0
358722 6293342 881.3 358738 6293360 885.2
358723 6293342 881.5 358739 6293360 885.5
358723 6293341 881.6 358739 6293360 885.8
358724 6293342 881.6 358740 6293360 886.0
358724 6293342 881.8 358741 6293360 886.2
358725 6293342 881.9 358741 6293360 886.4
358725 6293341 882.0 358742 6293360 886.7
358728 6293341 882.9 358743 6293360 887.1
358728 6293341 883.0 358744 6293360 887.6
358729 6293341 883.4 358745 6293360 888.0
358730 6293341 883.8 358747 6293360 888.7
358731 6293341 884.5 358750 6293360 889.4
358732 6293341 884.9 358754 6293359 890.6
358732 6293341 885.1 358763 6293356 892.2
358733 6293341 885.2 358771 6293355 894.1
358733 6293341 885.5
358734 6293341 885.7
358735 6293340 886.2
358736 6293340 886.6
358737 6293340 886.8
358738 6293340 887.1
358739 6293340 887.4
358741 6293340 888.0
358746 6293340 889.1
358746 6293340 889.1
358751 6293339 890.1

V-6
Figura V.1. Datación por difusión del escarpe en perfil 1

V-7
Figura V.2. Datación por difusión del escarpe en perfil 2

V-8
Figura V.3. Datación por difusión del escarpe en perfil 3

V-9
Figura V.4. Datación por difusión del escarpe en perfil 4

V-10
Figura V.5. Datación por difusión del escarpe en perfil 5

V-11
Tabla V.5. Puntos del levantamiento de GPS diferencial
Pto Id Estado Este Error Norte Error Altura Error
2 A000 Procesado 358680.380 0.002 6293373.600 0.004 876.216 0.006
4 A002 Procesado 358680.378 0.004 6293373.592 0.008 876.189 0.012
5 A003 Procesado 358685.224 0.004 6293372.478 0.008 876.753 0.012
6 A004 Procesado 358690.102 0.004 6293371.730 0.008 877.309 0.012
7 A005 Procesado 358694.259 0.004 6293371.259 0.008 877.872 0.012
8 A006 Procesado 358698.647 0.004 6293371.167 0.008 878.462 0.012
9 A007 Procesado 358704.196 0.006 6293370.669 0.010 879.350 0.012
10 A008 Procesado 358708.118 0.006 6293373.408 0.010 879.873 0.014
11 A009 Procesado 358711.935 0.004 6293372.139 0.010 880.366 0.012
12 A010 Procesado 358716.735 0.004 6293371.259 0.010 881.179 0.012
13 A011 Procesado 358721.055 0.004 6293372.281 0.010 881.899 0.012
14 A012 Procesado 358724.693 0.004 6293371.043 0.010 882.342 0.012
15 A013 Procesado 358729.339 0.004 6293369.599 0.010 883.072 0.012
16 A014 Procesado 358731.551 0.004 6293368.370 0.010 883.536 0.012
17 A015 Procesado 358734.005 0.004 6293366.950 0.010 883.708 0.012
18 A016 Procesado 358735.211 0.004 6293365.448 0.010 884.105 0.014
19 A017 Procesado 358736.512 0.004 6293363.024 0.010 884.540 0.012
20 A018 Procesado 358737.758 0.004 6293361.460 0.010 884.949 0.012
21 A019 Procesado 358738.874 0.006 6293360.377 0.012 885.516 0.018
22 A020 Procesado 358739.776 0.006 6293359.660 0.014 885.950 0.020
23 A021 Procesado 358741.066 0.006 6293359.487 0.012 886.525 0.020
24 A022 Procesado 358742.385 0.006 6293358.434 0.012 887.201 0.020
25 A023 Procesado 358743.313 0.006 6293357.456 0.012 887.734 0.020
26 A024 Procesado 358744.871 0.006 6293357.408 0.012 888.203 0.020
27 A025 Procesado 358743.824 0.006 6293362.613 0.012 887.619 0.020
28 A026 Procesado 358745.313 0.006 6293362.251 0.012 888.222 0.020
29 A027 Procesado 358746.319 0.006 6293362.120 0.010 888.622 0.020
31 A029 Procesado 358749.018 0.006 6293362.471 0.010 889.260 0.018
32 A030 Procesado 358750.854 0.006 6293360.075 0.010 889.734 0.018
33 A031 Procesado 358753.061 0.006 6293360.227 0.010 890.170 0.020
34 A032 Procesado 358754.429 0.006 6293359.976 0.010 890.621 0.018
35 A033 Procesado 358759.066 0.006 6293358.903 0.008 890.953 0.018
36 A034 Procesado 358761.175 0.006 6293358.398 0.008 891.259 0.018
37 A035 Procesado 358762.438 0.006 6293357.951 0.008 891.935 0.018
38 A036 Procesado 358768.792 0.008 6293356.461 0.018 893.290 0.029
47 B001 Procesado 358785.774 0.010 6293160.204 0.012 891.906 0.020
48 B002 Procesado 358780.018 0.008 6293159.728 0.010 891.187 0.018
49 B003 Procesado 358776.364 0.008 6293158.943 0.010 890.757 0.018
50 B004 Procesado 358772.580 0.008 6293158.470 0.010 890.155 0.018
51 B005 Procesado 358768.512 0.008 6293157.842 0.010 889.568 0.018
52 B006 Procesado 358763.885 0.008 6293157.613 0.010 888.949 0.018
53 B007 Procesado 358759.711 0.008 6293155.752 0.010 888.215 0.018
74 C002 Procesado 358640.989 0.012 6293384.100 0.012 871.874 0.025
75 C003 Procesado 358647.239 0.012 6293384.103 0.014 872.679 0.027
76 C004 Procesado 358656.446 0.014 6293384.620 0.014 873.631 0.029
77 C005 Procesado 358662.161 0.014 6293384.577 0.014 874.397 0.029
78 C006 Procesado 358666.923 0.014 6293383.755 0.014 875.171 0.029
79 C007 Procesado 358672.938 0.014 6293382.662 0.016 875.882 0.031
80 C008 Procesado 358677.267 0.012 6293382.041 0.016 876.168 0.029
81 C009 Procesado 358681.460 0.012 6293380.763 0.016 876.446 0.029
82 C010 Procesado 358686.090 0.012 6293380.568 0.016 876.848 0.029
83 C011 Procesado 358687.465 0.012 6293382.025 0.016 877.251 0.029
84 C012 Procesado 358689.898 0.014 6293381.699 0.018 877.544 0.033
85 C013 Procesado 358695.399 0.012 6293382.158 0.014 878.112 0.029

V-12
Pto Id Estado Este Error Norte Error Altura Error
86 C014 Procesado 358702.828 0.012 6293381.918 0.014 879.144 0.029
87 C015 Procesado 358710.216 0.012 6293382.848 0.014 880.377 0.029
88 C016 Procesado 358714.356 0.012 6293381.370 0.014 880.944 0.027
89 C017 Procesado 358718.496 0.012 6293380.710 0.014 881.655 0.027
90 C018 Procesado 358723.814 0.012 6293379.817 0.014 882.413 0.029
91 C019 Procesado 358730.109 0.016 6293378.582 0.014 883.559 0.037
92 C020 Procesado 358733.864 0.012 6293377.576 0.010 883.946 0.025
93 C021 Procesado 358737.423 0.012 6293376.611 0.010 884.699 0.027
94 C022 Procesado 358740.375 0.012 6293379.891 0.012 885.465 0.029
95 C023 Procesado 358741.596 0.012 6293380.034 0.012 885.763 0.025
96 C024 Procesado 358743.534 0.012 6293379.829 0.012 886.120 0.025
97 C025 Procesado 358745.178 0.010 6293379.820 0.010 886.543 0.022
98 C026 Procesado 358746.721 0.010 6293379.917 0.010 887.141 0.024
99 C027 Procesado 358748.175 0.010 6293379.929 0.010 887.840 0.022
129 C211 Procesado 358775.377 0.012 6293354.073 0.018 894.776 0.033
130 C212 Procesado 358771.768 0.014 6293356.351 0.018 894.176 0.035
131 C213 Procesado 358766.444 0.012 6293357.700 0.014 892.905 0.031
132 C214 Procesado 358763.125 0.012 6293357.696 0.014 892.184 0.031
133 C215 Procesado 358762.437 0.012 6293357.905 0.018 891.966 0.033
134 C216 Procesado 358757.623 0.010 6293355.975 0.014 890.918 0.029
135 C217 Procesado 358752.441 0.012 6293354.006 0.014 890.171 0.029
136 C218 Procesado 358748.198 0.010 6293352.882 0.014 889.386 0.022
137 C219 Procesado 358746.431 0.010 6293353.358 0.012 888.898 0.020
138 C220 Procesado 358744.406 0.012 6293352.919 0.014 888.235 0.024
139 C221 Procesado 358743.115 0.012 6293353.142 0.014 887.910 0.024
140 C222 Procesado 358740.210 0.012 6293353.238 0.014 886.916 0.027
141 C223 Procesado 358738.086 0.012 6293353.633 0.014 886.072 0.025
142 C224 Procesado 358737.042 0.012 6293354.223 0.014 885.445 0.025
143 C225 Procesado 358735.944 0.010 6293354.860 0.012 884.785 0.022
144 C226 Procesado 358734.709 0.010 6293355.369 0.012 884.228 0.022
145 C227 Procesado 358732.926 0.010 6293355.514 0.012 883.727 0.022
146 C228 Procesado 358730.551 0.012 6293354.669 0.016 883.172 0.024
152 C234 Procesado 358717.626 0.010 6293350.505 0.018 880.751 0.024
153 C235 Procesado 358715.383 0.012 6293348.494 0.018 880.389 0.025
154 C236 Procesado 358713.205 0.014 6293347.057 0.020 880.055 0.025
158 D001 Procesado 358635.013 0.006 6293390.063 0.008 871.634 0.012
159 D002 Procesado 358639.594 0.008 6293389.770 0.016 872.232 0.022
160 D003 Procesado 358644.582 0.008 6293389.928 0.014 872.818 0.022
161 D004 Procesado 358651.031 0.008 6293390.696 0.014 873.662 0.022
162 D005 Procesado 358656.705 0.008 6293390.643 0.010 874.208 0.020
163 D006 Procesado 358662.564 0.008 6293391.051 0.010 874.995 0.020
164 D007 Procesado 358668.352 0.008 6293390.840 0.010 875.745 0.020
165 D008 Procesado 358673.645 0.008 6293391.249 0.010 876.682 0.020
166 D009 Procesado 358680.106 0.008 6293391.284 0.010 877.493 0.020
167 D010 Procesado 358685.412 0.008 6293390.693 0.010 877.982 0.020
168 D011 Procesado 358690.738 0.008 6293391.164 0.010 878.629 0.020
169 D012 Procesado 358696.784 0.008 6293391.242 0.010 879.272 0.020
170 D013 Procesado 358702.566 0.008 6293390.184 0.010 879.502 0.020
171 D014 Procesado 358709.524 0.008 6293389.857 0.010 880.401 0.020
172 D015 Procesado 358714.424 0.008 6293389.239 0.008 881.094 0.018
173 D016 Procesado 358720.913 0.008 6293389.803 0.008 882.181 0.018
174 D017 Procesado 358726.062 0.008 6293388.139 0.010 882.931 0.020
175 D018 Procesado 358729.663 0.008 6293386.743 0.006 883.665 0.020
176 D019 Procesado 358733.015 0.008 6293386.201 0.008 884.425 0.018
177 D020 Procesado 358738.046 0.008 6293386.426 0.006 885.872 0.016
178 D021 Procesado 358742.160 0.008 6293386.128 0.006 886.843 0.016

V-13
Pto Id Estado Este Error Norte Error Altura Error
179 D022 Procesado 358743.591 0.008 6293386.975 0.008 887.389 0.016
180 D023 Procesado 358745.729 0.008 6293386.839 0.010 887.504 0.016
181 D024 Procesado 358747.947 0.008 6293387.487 0.010 887.818 0.014
182 D025 Procesado 358749.471 0.006 6293387.380 0.010 887.979 0.014
183 D026 Procesado 358751.000 0.008 6293388.387 0.016 888.519 0.018
185 D028 Procesado 358754.789 0.010 6293391.362 0.016 889.787 0.027
186 D029 Procesado 358755.314 0.010 6293392.878 0.018 890.099 0.029
188 D031 Procesado 358761.989 0.006 6293392.759 0.010 891.041 0.014
189 D032 Procesado 358764.994 0.006 6293392.922 0.010 891.571 0.014
190 D033 Procesado 358767.967 0.006 6293395.561 0.010 892.172 0.016
191 D034 Procesado 358770.676 0.006 6293395.532 0.012 892.566 0.016
192 D035 Procesado 358775.833 0.008 6293395.794 0.012 893.285 0.016
193 D036 Procesado 358778.377 0.008 6293395.700 0.012 893.591 0.016
194 D037 Procesado 358781.765 0.008 6293396.833 0.014 894.040 0.018
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V-14
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V-15
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V-16
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V-17
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V-18
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V-19
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V-20
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V-21
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V-22
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V-23
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V-25
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V-27
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V-28
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V-29
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