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Edward W. Said ORIENTALISMO ME - fe GAtnuN Pe bp e r t arid Edward W. Said es profesor en la Universidad de Columbia, donde ensefia inglés desde 1963, Nacié en Jerusalén en 1935, se educé en el Victoria College de El Cairo, en el Mount Hermon } School de Massachussetts y en las Universidades de Princeton y { Harvard. En 1974 fue profesor visitante de literatura comparada en Harvard; en 1975-1976, miembro del Center for Advanced Study | in Behavioral Science, de Stanford, y en 1979, profesor visitante de humanidades en la Universidad de Johns Hopkins. Es Director del Arab Studies Quarterly y miembro del Council on Foreign Rela- tions, de Nueva York, de la Academy of Literary Studies y del PEN. Ha recibido el Premio Bowdoin de la Universidad de Har- vard y el Lionel Trilling Award en 1976, Entre sus Jibros se encuentran Joseph Conrad and the Fiction of Autobiography; Be- ginnings: Intention and Method; The Question of Palestine; Literature and Society; The World,The Text and The Critic; Covering Islam y After the Last Sky. Edward Said est casado y tiene un hijo y una hija. Escaneado con ComScanner Edward W. Said ORIENTALISMO Traduccién de Marta Luisa Fuentes BIBLIOTECA MNIVERSITARIA GRANADA N° Documento _/33.403__ N° Copia 4 Og ENSAYO IBN JALDUN MOL ibertarias Escaneado con ComScanner Director de Coleccién Juan Goytisolo ‘Titulo de la obra en inglés: Orientalism Fondo de portada de H. Carrién Foto de portada El encantador de serpientes. de J.L. Geréme, Instituto de Arte Sterling y Francine Clark, Williamstown, Massachusetts Todos los derechos reservados Traduccién Marfa Luisa Fuentes Revisién a cargo de Khaled Salem Primera Edicién, Noviembre de 1990 © Edward W. Said © Libertarias/Prodhufi, S.A. Calle de Lérida, 80-82 Telf.: 91/571 85 83 28020 Madrid LS.B.N.: 84-87095-52-6 Dep6sito Legal: M-37.121-1990 Impreso en Espaiia Presentaci Reconocir Introducci CA I. Cono Il. Lage zar lo IIL. Proye IV. Crisis CAI 1. Fron secu IL Silv nal ILEle la le IV. Per Escaneado con ComScanner SUMARIO Presentacién de Juan Goytisolo 9 Reconocimiento: 15 Introduccién .., 19 CAPITULO 1 EL AMBITO DEL ORIENTALISMO I. Conocer Jo oriental 3 Il. La geografia imaginaria y sus representaciones: Orientali- zar lo oriental Ww, IIL. Proyectos 101 IV. Crisis 122 CAPITULO 2 ESTRUCTURAS Y REESTRUCTURAS DEL ORIENTALISMO t I. Fronteras trazadas de nuevo, temas redefinidos, religién i secularizad...... M5 ' IL Silvestre de Sacy y Emest Renan: La antropologta racio- ibe by nal y el laboratorio filolégic 187 “Ay UBL estudio y ta experiencia de Oriente: Los requisitos de la lexicografta y la imaginacién 186 'V. Peregrinos Y peregrinaciones, britdnicos y francese: 7 Escaneado con ComScanner CAPITULO 3 EL ORIENTALISMO EN NUESTROS Dias 1. Orientalismo latente y orientalismo manifiesto ... II. Elestilo, la competencia y la visién del experto: El Orien- talismo en el mundo ... “S I. El orientalismo anglo-francés moderno en plena a expansi6n... 303 t IV.La fase reciente 335 387 419 vues «= hablar Cit i Escaneado con ComScanner ON PRESENTACION En 1978, la publicacién de Orientalismo del palestino Edward Said, profesor de literatura inglesa y comparada en la universidad de Columbia en Nueva York —conocido hasta entonces por sus excelentes estudios de critica litera- ria— produjo el efecto de un cataclismo en el dmbito selecto, un tanto cerrado y autosuficiente, de los orientalis- tas anglosajones y franceses. Su examen de las relaciones Occidente-Oriente, la minuciosa exposicién de la empresa de conocimiento, apropiacién y definicién —siempre re- ductiva— de lo “oriental” en todas sus formas sociales, culturales, religiosas, literarias y artisticas por parte de aquellos en provecho exclusivo, no de los pueblos estudia- dos sino de los que, gracias a su superioridad técnica, eco- nomica y militar, se apercibian para su conquista y explo- tacién ponian no sélo en tela de juicio el rigor de sus andlisis sino en bastantes casos la probidad y honradez de Sus propésitos eruditos. Salvo raras excepciones, nos dice Said, el orientalismo no ha contribuido al entendimiento y Progreso de los pueblos drabes, islamicos, hindiies, etc. objeto de su observacién: los ha clasificado en unas cate- 8orias intelectuales y “esencias” inmutables destinadas a Sacilitar su sujeci6n al “civilizador” europeo. Fundéndose €n premisas vagas e inciertas, ha forjado una avasalladora 9 Escaneado con ComScanner masa de documentos que, copidndose unos a otros, apoyan. dose unos en otros, han adquirido con el tiempo un indiscu. tido —pero discutible— valor cientffico, Una cdfila de clisés etnocentristas, acumulados durante los siglos de lucha de Id Cristiandad contra el Islam, han ‘orientado ast la labor escrita de viajeros, letrados, comerciantes y diplo- maticos: su visién subjetiva, embebida de prejuicios, ha tenido sus observaciones de tal modo que, enfrentados a una realidad compleja e indomesticable, han preferido soslayarla en favor de la “verdad” abrumadora del “testi- monio” ya escrito. Con un rigor implacable, Said ha expuesto los mecanismos de la fabricacién del Otro que desde la Edad Media han articulado el proyecto orientalis- ta. La dureza del ataque, como senalé en su dia Maxime Rodinson, convirtié a Orientalismo en el centro de una agria polémica cuyos ecos no se han desvanecido ain. Las criticas y defensas apasionadas del libro mostraban en cualquier caso que su autor habia dado en el blanco: nadie puede permanecer indiferente a él. Sitenemos en cuenta el valor revulsivo y revolucionario de la obra en el campo de los estudios drabes y, en general, orientales, resulta en verdad sorprendente que haya per- manecido mds de diez afos inédita en espanol: signo inequivoco de nuestra desdichada ‘falta de curiosidad por las culturas ajenas al dmbito cultural de Occidente, su traduccion castellana colma menos una laguna que un auténtico lago Michigan en el Panorama editorial hispano » permite al piiblico de nuestro pats una relectura yrevisiOn de sus conocimientos tan titiles como Saludables con res- Pecto a Oriente, el islam y los drabes, En razon de las coordenadas culturales propias del autor, Edward Said ha Privilegiado los estudios Y textos an- slofranceses que fabricaron un Oriente conforme a sus an- teojeras y conveniencias: la contribucién alemana al tema 10 no: apu obs alg ron yA elh Sai ref do cor isle pre cio Escaneado con ComScanner no es tratada sino de modo marginal y la espafiola—como apunté en cronicas sarracinas— brilla por su ausencia, No obstante estas carencias y la necesaria matizacién de algunas afirmaciones globales —si Marx y Engels creye- ronen los beneficios de la colonizacion europea en la India y Argelia, gno resulta injusto reprochar a Richard Burton el haber incurrido a veces en dicha creencia?—, el texto de Said se mantiene rabiosamente actual y vivo: punto de referencia ineludible para un conocimiento mds equilibra- do y correcto de asuntos tan candentes como el de los conflictos que asolan el Oriente Préximo, el significado del islam y la proyeccién humana, social y cultural de la tan préxima a nosotros, y no obstante tan ignorada, civiliza- cién drabe. Juan Goytisolo 11 Escaneado con ComScanner RECONOCIMIENTOS He estudiado el tema del orientalismo durante muchos ajios, 10 este libro lo escribf entre 1975-1976, tiempo que pasé, como miembro del Center for Advanced Study in the Behavioral Scien- ces, en Standford, California. En esta institucién tinica y generosa tuve Ia gran suerte de poder beneficiarme de la ayuda de algunos colegas, y especialmente de la de Joan Warmbrunn, Chris Hoth, Jane Kielsmeier, Preston Cutler y del director del Centro, Gardner Lindzey. La lista de amigos, colegas y estudiantes que leyeron 0 escucharon algunas partes o el total de este manuscrito es lo sufi- cientemente larga como para desconcertarme, y, ahora que final- mente ha aparecido como libro, quiz4 también les desconcierte a ellos. En cualquier caso debo mencionar con agradecimiento el aliento, siempre tan util, de Janet e Ibrahim Abu-Lughod, Noam Chomsky y Roger Owen, que siguieron este proyecto desde sus inicios hasta su conclusién. Asimismo, tengo que agradecer el va- lioso y critico interés de los colegas, amigos y estudiantes de varios lugares cuyas preguntas y planteamientos me ayudaron considera- blemente a preparar el texto, André Schiffrin y Jeanne Morton, de libros Pantheon, fueron respectivamente un editor y un redactor ideales y convirtieron 1a sufrida tarea (al menos, al autor asf se lo Parece) de preparar el manuscrito en un proceso instructivo y au- ténticamente inteligente. Mariam Said me ayudé mucho con sus investigaciones sobre los primeros momentos de la historia moder- na de las instituciones orientalistas, Ademds de esto, su apoyo y afecto consiguieron que Ia labor de escribir este libro, no fuera s6lo agradable, sino también posible. Nueva York Septiembre - Octubre 1977. Escaneado con ComScanner £ No pueden representarse a s{ mismos, deben ser representados. Carlos Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Oriente es una carrera. —Benjamin Disraeli, Tancred. Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner gsto nos Heva @ una el onic ee es Be si ae I Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner serie de deseos, represiones, ii jemos encontrar grandes: icin, como son Chrestomathie punt Of aed William Lane, también Jas razas de Renan y f the Manners and Custon Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner consustan la yciologia, cias ideolégicas— Y, Por ca”. Con todo, la gran parte de los qualmente en Occidente (y al acl ) esté sometida a una Unidos que todo conocimiento esta Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner cjones que su autor tienes por sus propias circunst europeo 0 americano “qu circunstancias p te, primero como Y ser europeo 0 realidad int aunque sea Vaga reses muy define Escaneado con ComScanner econdémicos, sociolégicos, histéricos y fille cién de una distincién geografica basica | por dos mitades ntes, Oriente y Oc serie completa de “intereses” que, no mo, sino que también mantiene a Escaneado con ComScanner Escaneado con ComScanner Me parece que al problema del estudio cultura (u orientalismo) se le puede dar una puesta de dos partes. Bn primer lugar, casi siglo xix (y esto mismo ceria valido para los eran extraondinariamente conscientes de ta) ste es un toma que no se ha estudiado: lista modemno en la época victoriana héroes de la cultura liberal, como son Carlyle, Newman, Macaulay, Ruskin, George Bio Escaneado con ComScanner verdad (para ellos, indiscutible) de a iin riores los orientales, pis aie wr cents Son supe- que ofrecen los detalles de su obra dentro del cage 2 aptitlada 10 por esa verdad, S6lo hay que recordar a espacio abier- que digo, que Manners and Customy of Mottern Bopanna lo C1 cl » de servaci letér! * eatilo sus eta : Dbservacion hist6rica y antropolégica por in ys les inteligentes y brillantes y no ‘i superioridad racial, Y NO porque refleje la - ee que el orientalismo plantea, Por tanto, son ntes: 4q po de energfas intelectuales, estéticas y cultu- rales participaron en la elaboracién de una tradicién imper como la orientalista? ¢C6mo la filologfa, la lexicograffa, la la biologfa, las. teorfas polfticas y econémicas, la narrativa y la poesfa Ifrica se pusieron al servicio de una visién del/mundo tan imperialista como la orientalista? ;Qué cambios, modulaciones, refinamientos ¢ incluso revoluciones sufrié el orientalismo? Qué significado adquieren en este contexto la originalidad, la continui- dad y la individualidad? ,Cémo se transmite o reproduce el orien- talismo de una época a otra? En fin, gc6mo podemos estudiar el fenémeno cultural ¢ hist6rico del orientalismo considerandolo como una obra humana voluntaria —y no como una especie de razona- miento en el vacfo—, con toda su complejidad histérica y con todo su detalle y valor, sin, al mismo tiempo, perder de vista la alianza entre la acci6n cultural, las tendencias polfticas, el Estado y las realidades especfficas de dominacién? Un estudio guiado por estas preocupaciones puede abordar, de modo responsable, cuestiones politicas y culturales. Pero esto no significa que este estudio esta- blezca una regla inmutable sobre las telaciones entre conocimiento y politica. Mi tesis es que toda investigacién_humanistica debe establecer la naturaléza clon Contexto especifico de su estudio, de- ‘de sus Gi fas his ; ~ >. La cuestion metodoldgica. He dedicado una de mis obras a analizar y exponer Ja importancia que, para trabajar en el ie de las ciencias humanas, tiene el hecho de encontrar » fora ar a Primer paso, un punto de partida, un principio iniciay ae aprendi entonces e intenté exponer fue que no existe algo ae facil de encontrar que pueda ser considerado como map oe Partida: los principios tienen que establecerse de ie Se ai Proyecto, de tal manera que posibiliten la realizaci 35 Escaneado con ComScanner continuacién. Jamas habia comprobado, de una manera tan inte, la dificultad que entrafia esta regla, como en mi estudio de orientalismo (si la he resuelto con o sin éxito, no lo puedo decir), La idea de un comienzo, el acto de comenzar implica nece. amente un acto de delimitaci6n, un acto por el que algo se separa de una gran masa de material y se extrae de ella para que represente y sea un punto de partida, un comienzo. Para alguien que se dedique al estudio de los textos, esta nocién de delimitacién inicial es lo que Louis Althusser Ilamé la problemdtica, una unidad determinada y especffica de un texto 0 de un grupo de textos que ha surgido a través del andlisis.'? Pero, en el caso del orientalismo (al contrario que en el de los textos de Marx, que es el que Althus- ser estudia), no sdlo existe el problema de encontrar un punto de partida o problemitica, sino también el de designar qué textos, autores y periodos son los que ms convienen al estudio. En mi opinién, no tenia sentido intentar escribir una historia del orientalismo narrativa y enciclopédica, en primer lugar porque, si el principio directriz de mi estudio era “Ja idea europea de Orien- te”, el material del que me hubiera tenido que ocupar no habria tenido Ifmites, en segundo lugar porque el modelo narrativo no se ajustaba a mis intereses descriptivos y politicos, y en tercer lugar porque obras como La Renaissance orientale, de Raymond Schwab; Die Arabischen Studien in Europa bis in den Anfang des 20. Jahr- hunderts, de Johann Fiick, y mds recientemente The Matter of Araby in Medieval England, de Dorothee Metlitzki," ya incluyen trabajos enciclopédicos acerca de ciertos aspectos de los contactos entre Europa y Oriente, y sus objetivos se diferencian de la labor critica que yo he esbozado en un contexto general, politico e intelectual. Se me planteaba también el problema de reducir un archivo muy denso a dimensiones manejables y, lo que es mds importante, el de destacar dentro de ese grupo de textos algiin concepto de naturaleza intelectual sin por ello descuidar el orden cronolégico. Mi punto de partida, por tanto, ha sido la experiencia britdnica, francesa y americana en Oriente, en un sentido global, las bases hist6ricas e intelectuales que la hicieron posible y sus cualidades y ede Por Tazones que explicaré a continuacién, he limita- conjanna ae: Por si limitado (pero todavia excesivamente vasto) meri een a la experiencia que britnicos, franceses y ‘canos han tenido en el mundo rabe y en el mundo isl4mico, 36 Escaneado con ComScanner los cuales, durante casi un mileni sents ; hacer esto, parece que de cae de he aerate Oriette. Al Oriente —India, Jap6n, China y otras zonas del Extremo. Or & te—, NO porque estas regiones carezcan de importancia (que evi- dentemente la tienen), sino porque es posible estudiar la experien- cia que Europa tuvo en Oriente Préximo y en los pafses islamicos independientemente de su experiencia en el Extremo Oriente. Sin embargo, ge Ones Periodos de esta historia general de intereses ah oe riente, determinadas regiones, como Egipto, Siria o ‘abia, se pueden abordar sin estudiar también la implicaci6n que Europa tuvo en lugares m4s remotos como son Persia y Ja India: un ejemplo importante a este respecto es la conexién que tuvieron Egipto y la India para la Gran Bretafia de los siglos xvi y XIX. Otros ejemplos importantes son el papel desempefiado por Francia descifrando el zendoavéstico, la preeminencia de Paris como centro de estudios de s4nscrito durante la primera década del siglo xix, y el hecho de que el interés que mostr6 Napoleén por Oriente estuviera determinado por su conocimiento del papel briténico en la India; toda esta preocupaci6n por el Extremo Oriente influy6 di- rectamente en el interés que Francia manifest6 por el Préximo Oriente, el islam y los arabes. Gran Bretafia y Francia dominaron el Mediterraneo oriental desde finales del siglo xvu. Pero al estudiar esta dominaci6n sistematica, no he hecho justicia a las importantes contribuciones que Alema- nia, Italia, Rusia, Espafia y Portugal hicieron al orientalismo ni al gran impulso que la revolucién en los estudios biblicos —estimula- da por sus pioneros, Bishop Lowth, Eichhom, Herder y Michae- lis— dio, en el siglo xvi, al estudio de Oriente. En primer lugar, tenfa que centrarme rigurosamente en el material briténico y fran- cés, y, después, en el americano porque me parecia indiscutible, no s6lo que Gran Bretafia y Francia fueron las naciones pioneras en Oriente y en los estudios orientales, sino también que mantuvieron estas posiciones de vanguardia gracias a los. dos entramados.colo-_ niales mds grandes que la historia anterior al siglo xx ha conocido; América, desde la Segunda Guerra Mundial, en lo que se refiere a Oriente, ha seguido, creo que bastante conscientemente, las sendas trazadas por las dos potencias europeas. En consecuencia, conside- ro que por su calidad, coherencia y cantidad, los escritos britanicos, franceses y americanos sobre Oriente superan a los trabajos, indu- 37 Escaneado con ComScanner jales, hechos en Alemania, Italia, Rusia y cualgy; Se ben pienso que es verdad que los avances may decisivos que se hicieron en la erudicién ovens fueron realizados, primero por Gran Bretafia y Francia, y, después, por los alemanes, Silvestre de Sacy, por ejemplo, no fue s6lo el primer orientalists europeo modemo y rofesional que se ocupé del islam, de la litera. tura arabe, de la religion drusa y de la Persia sasdnida, sino tambj el profesor de Champollion y de Franz Bopp, fundador de 1a lin. giiistica comparada alemana. El mismo derecho a recibir este trato prioritario y preeminente tienen William Jones y Edward William Lane. En segundo lugar —y esto que voy a decir compensa amplia- mente las lagunas que pueda presentar este estudio del orientalis. mo—, recientemente se han publicado importantes trabajos sobre la tradicién de los estudios biblicos que se realizaron hasta el co- mienzo de lo que llamo el orientalismo moderno. El mejor, el mas relevante y claro es el impresionante “Kubla Khan” and The Fail of Jerusalem, de E.S. Shaffer's, un estudio indispensable sobre los origenes del romanticismo y sobre la actividad intelectual que sub- yace en gran parte de la obra de Coleridge, Browning y George Eliot. Hasta cierto punto, la obra de Shaffer desarrolla las ideas proporcionadas por Schwab, articulando los materiales _relevantes que se pueden encontrar en los especialistas alemanes de textos biblicos, y utilizandolos para leer, de una manera inteligente y siempre interesante, las obras de tres grandes escritores britdnicos. Pero el libro carece del sentido politico e ideolégico que los escri- tores britanicos y franceses de los que yo me-ocupo dieron al orientalismo; ademas, al contrario que Shaffer, yo intento aclarar las evoluciones posteriores del orientalismo académico y literario: por un lado, las conexiones entre el orientalismo briténico y el francés, y por otro, la ascensién de un imperialismo de inspiracién puramente colonial. También quiero demostrar que todos estos temas se reproducen con més o menos exactitud en el orientalismo ameri- cano posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hay un aspecto en el que mi estudio no es acerta- do: aparte de alguna referencia ocasional, no analizo de manera €x- haustiva los progresos de los eruditos alemanes después del perio- do inicial dominado por Silvestre de Sacy, Cualquier estudio que Pretenda ofrecer unos conocimientos sobre el orientalismo acadé- 38 Escaneado con ComScanner 4 ynico ¥ preste poca atencidn a eruditos como Steinthal, Mul j Hecker, Gokdzifer, Brockelmann, Noldeke —-por mencionar sole ( unos POCOS—, se Merece algunos reproches que, en mi caso, yo | musmo me hago, Siento particularmente no prestar mas atencién a | la crudicion alemana cuyo prestigio cientifico crecié a mediados | del siglo xtN. George Eliot denuncié a los eruditos britinicos que la oraban; estoy pensando en el retrato inolvidable que ella hace de Mr Casaubon en Middlemarch, Una de las razones por las que Casaubon no puede terminar su Key to All Mythologies es, de acuerdo con su joven primo Will Ladislaw, su desconocimiento de la enadicién alemana, Y es que Casaubon, no sélo ha elegido un tema “que cambia con tanta rapidez como la quimica, un tema en el que constantemente se producen nuevos descubrimientos que dan lugar a nuevos puntos de vista”; también esté Hevando a cabo una labor parecida a la refutacién de Paracelso, “porque no es un t orientalista, ya sabes”.'* ' George Eliot no estaba equivocada cuando daba a entender que, { mas o menos hacia 1830, que es la época en la que Middlemarch se } sitia, la erudicién alemana habia alcanzado su preeminencia euro- } pea. Pero durante los dos primeros tercios del siglo xix jamas pudo desarrollarse en el contexto de 1a crudicién alemana una estrecha colaboracién entre los orientalistas y un interés nacional prolonga- do y constante por Oriente. No habia nada en Alemania que se co- | rrespondiera con la presencia anglo-francesa en la India, el Medite- rrineo oriental y Africa del Norte. Es m4s, el Oriente alemén era casi exclusivamente un Oriente erudito 0, al menos, clisico: sirvié de tema para poemas, obras de imaginacién ¢ incluso novelas, pero nunca fue real como Egipto y Siria lo fueron para Chateau- briand, Lane, Lamartine, Burton, Disraeli o Nerval. Es significativo | el hecho de que dos de los trabajos alemanes sobre Oriente mds renombrados, Westdstlicher Diwan, de Goethe, y Uber die Sprache und Weisheit der Indier, de Friedrich Schlegel, se basaran, respec- tivamente, en un viaje por el Rhin y en unas horas pasadas en las bibliotecas de Paris. La labor que Ilev6 a cabo la erudicién alemana consistié en refinar y perfeccionar las técnicas que se aplicaban a los textos, los mitos, las ideas y las lenguas que la Gran Bretafia y la Francia imperiales recogian literalmente de Oriente. No obstante, lo que el orientalismo alemén tenia en comin con el anglo-francés y, mas tarde, con el americano era una especie de 39 Escaneado con ComScanner autoridad intelectual sobre Oriente dentro de la cultura occig, Esta autoridad debe ser, en gran medida, uno de los ‘eine estudio de cualquier descripcién del orientalismo, y asf Io Pv pS esta obra. Incluso el nombre orientalismo sugiere el estilo Seri quiz4 ponderoso, de un experto; cuando lo aplico a las leach: sociales americanas modernas (aunque los investigadores de eae campo no se autodenominan orientalistas, y por tanto, mi uso del término es andémalo), es para destacar el hecho de que los Xpertos en Oriente Medio siguen inspiréndose en los vestigios de las Posi- ciones intelectuales del orientalismo europeo del siglo xx. La-autoridad no tiene nada de misterioso o natural; se forma, se irradia y se disemina; es instrumental y persuasiva; tiene categoria, establece_los_cénones.del_gusto_y los valores; apenas se puede distinguir de ciertas ideas que dignifica como verdades, y de las tradiciones, percepciones y juicios que forma, transmite y reprodu- ce. Sobre todo, la_autoridad_se puede —de hecho se debe— anali- zare-Todos estos atributos que tiene la autoridad se pueden aplicar al orientalismo, y en gran medida mi trabajo en este estudio con- siste en describir, por un lado, la autoridad histérica del orientalis- mo y, por otro, a las personas que son una autoridad en materia de orientalismo. Para realizar este estudio sobre la autoridad, mis principales recursos metodolégicos son lo que puede Ilamarse la /ocalizacién estratégica, que es una manera de describir la posicién que el autor de un texto-adopta.con respecto al material oriental sobre el que escribe, y la formacién-estratégica, que es una forma de analizar la relacién entre los textos y el modo en que los grupos, los tipos € incluso los géneros de textos.adquieren entidad, densidad -y poder referencial entre ellos mismos y, mds tarde, dentro de toda la cultu- ra. Utilizo la nocién de estrategia simplemente para definir el problema al que todo escritor sobre Oriente tiene que enfrentarse: c6mo abarcarlo, c6mo aproximarse a él, cémo evitar ser vencido ° aplastado por su sublimidad, su extensién y sus terribles dimensio- nes. Todo el que escribe sobre Oriente debe definir su posicién con respecto a él; trasladada al texto, esta posicién presupone el tipo de tono narrativo que él adopta, la clase de estructura que construye Y el género de imagenes, temas y motivos que utiliza en su texto; 4 esto se le afiaden las maneras deliberadas de dirigirse al lector, de abarcar Oriente y, finalmente, de representarlo o de hablar en su 40 Escaneado con ComScanner nombre. Sin embargo, nada de tracto, Cualquier escritor que tate de Oren esfera de lo abs- incluso para Homero) asume algun prec dene sto es vélidd conocimientos previos de Oriente, conocimientos ey algtinos' referencia y en los que se apoya, Ademis, toda obra on que hace se asocia a otras obras, a determinados piiblicos institu Fae \ propio Oriente. El conjunto de relaciones entre las oan ey al cos y algunos aspectos particulares de Oriente constituye oot to, una formacién que se puede analizar —por ejem, an Por tan- entre los estudios filolégicos, las antologfas de lice a relacién los relatos de viajes y los libros de fantasias ieaisles 7 end presencia en el tiempo, en el discurso y en las instituciones deseue- hat ara y organismos de asuntos exteriores) le da fuerza y Espero haber dejado claro que mi preocupacién por la autoridad no presupone un andlisis de lo que subyace oculto en el texto orientalista, sino, por el contrario, un anilisis de.su.superficie, de la exterioridad con relacién a lo que describe. Creo que nunca se insistiré demasiado en esta idea. El orientalismo se fundamenta en la exterioridad, es decir en el hecho de que el orientalista, poeta o erudito, hace hablar a Oriente, lo describe, y ofrece abiertamente sus misterios a Occidente, porque Oriente sélo le preocupa en tanto que causa primera de lo que expone. Lo que dice o escribe, en virtud de que est dicho 0 escrito, pretende indicar que el orienta- lista est4 fuera de Oriente tanto desde un punto de vista existencial como moral. El producto principal de esta exterioridad es, por supuesto, la representaci6n: ya en la obra de teatro de Esquilo Los persas, Oriente deja de tener la categoria de un Otro lejano y a veces amenazante, para encamarse en figuras relativamente fami- liares (en el caso de Esquilo, las mujeres asidticas oprimidas). La inmediatez dramatica de la representacién en Los persas encubre el hecho de que el piblico observa una representacién muy artificial de lo que un no oriental ha convertido en simbolo de todo Orien- te. Mi andlisis del texto orientalista, por tanto, enfatiza la evidencia —que de ningiin modo es invisible— de que estas representaciones”” Son_representaciones, _y.-no.retratos..““naturales”.de Oriente. Esta evidencia se puede encontrar de manera destacada en los textos que Podrfamos lamar veridicos (historias, andlisis filol6gicos, tratados Politicos) y en los textos reconocidos como abiertamente artisticos 41 Escaneado con ComScanner +s napinarios aspectos que se deben consi {por ejemplo. os aS Sr aieinabi lik secant iba eeu | Tae Stivos y las eircunstancias hist6ricas re Pero 0 ato: titud de la representacién ni su fidelidad a algtin eran ceigioat La exterioridad de Ia representaci6n estd siempre gobernada por algu. na version de la perogrullada que dice que si Oriente pudiera repre- entarse a sf mismo, lo harfa; pero como no puede, la representa- i6n hace el trabajo para Occidente y, faute de mieux, para el pobre Oriente. “Sie Kénnen sich nicht vertreten, sie miissen vertreten werden,” como escribié Marx en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. [| . Otra de las razones que me llevan a insistir en la idea de la exterioridad es mi necesidad de aclarar, al referirnos al discurso cultural y al intercambio dentro de una cultura, que lo que comiin- mente circula por ella no es “la verdad”, sino.sus representaciones, No hace falta demostrar de nuevo que el propio lénguaje es un sistema muy organizado y codificado que emplea muchos recursos para expresar, indicar, intercambiar mensajes e informaci6n, repre- sentar, etc. Al menos en cualquier ejemplo de lenguaje_escrito, no hay nada que sea una presencia dada, sino un represencia 0 repre- sentaci6n. El valor, la eficacia, la fuerza y la veracidad aparente de una afirmaci6n escrita acerca de Oriente dependen, por tanto, muy poco de Oriente como tal y no pueden instrumentalmente depender de él. Por el contrario, para el lector, la afirmacién escrita es una presencia porque ha excluido y desplazado a “Oriente” como reali- dad_y1o ha.convertido en-algo.superfluo. Asf, todo el orientalismo pretende reemplazar a Oriente, pero se mantiene distante con res- pecto a él: que el orientalismo tenga sentido es una cuestién que depende més de Occidente que de Oriente, y este sentido le debe mucho a las técnicas occidentales de representacion que hacen. que Oriente sea algo visible y claro, que esté “allf” en el discurso que se elabora sobre él. Y estas representaciones, para lograr sus efec- tos, se apoyan en instituciones, tradiciones, convenciones y c6di- 80s de inteligibilidad, y no eri un Oriente distante y amorfo. ane entre las representaciones de Oriente que se ha- Goa eas py Bm0 tercio del siglo xvin y las Posteriores a esta modemo) e cat ‘as que Pertenecen alo que llamo orientalismo Striba en que, en el tiltimo periodo, el horizonte de las Tepresentaciones se amplié mucho més. Es cierto que, después de 42 Escaneado con ComScanner William Jones y de Anquetil- Napole6n a Egipto, Europa feo nt Y bas 1a expedicion de ms cientifica, a vivir en él con una auitoridad oe oo UA manera nunca antes habfa tenido. Pero lo que le ae ¥ una disciplina que mayor capacidad y el mayor perfecctonatieee a Europa era Ja téonicas para recibir Oriente. Cuando, a finales del velo et 8 te revel6 definitivamente la edad de sus len; ae siglo xvi, Orien- ban en el tiempo mis allé de la genealogia divina da Ih een un grupo de europeos el que hizo el descubrimiento y lo breo—, fue { a otros eruditos; finalmente, este descubrimiento a4 2 mansmiii6 ciencia de la filologfa indoeuropea, una nueva y be precy on la que nacia para examinar el Oriente lingiifstico y, ea ell eng | muestra Foucault en Las palabras_y las cosas, acta tannin ut completa red de intereses cientificos afines. Del histo: ode : William Beckford, Byron, Goethe y Victor Hugo icesitictmeeh Oriente por medio de su arte y lograron que sus colores, sus luces y sus gentes fueran visibles a través de las imagenes, los ritmos y los motivos que ellos utilizaron para describirlos. El Oriente “real”, a i lo sumo, provocaba la visién de un escritor, pero raramente la } guiaba. El orientalismo respondié més a la cultura que lo produjo que a su supuesto objetivo, que también estaba producido por Occidente. Asi, la historia del orientalismo presenta una gran coherencia inter- na y un conjunto muy articulado de relaciones con la cultura domi- nante que Jo envuelve. Mi anilisis, en consecuencia, intenta de- mostrar cémo es la forma de esta disciplina, cuél es su organiza- cién interna, quiénes son sus pioneros y sus autoridades patriarca- les, cudles son sus textos candnicos, sus ideas doxolégicas y quié- nes son sus figuras ejemplares, sus seguidores, comentadores y nuevas autoridades; intento también explicar cémo el orientalismo adopté unas ideas “sélidas”, unas doctrinas y tendencias que impe- raban en la cultura, y cémo, frecuentemente, sé inspir6 oe Asi, habfa —y hay— un Oriente lingiifstico, un Oe Ee un Oriente spengleriano, un Oriente darwiniano, un en ci etc, y por ello, todavia no ha habido un Oriente puro ° ™ oY nado; nunca ha existido una forma no material de ori “dea” de Oriente. En mucho menos algo tan inoctt ay a oe coencins me este e convicci6n y en st i i punto, en esta firme de los eruditos que estudian la his- dolégicas subsecuentes, difiero 43 Escaneado con ComScanner toria de las ideas. En efecto, el énfasis, la forma ejecutiva Y, sok todo, la efectividad material de las afirmaciones del discurso gnc” talista son posibles en unas circunstancias que cualquier historia hermética de las ideas tiende a ignorar completamente, Sin e505 énfasis y sin esa efectividad material, el orientalismo seria, simple. mente, una idea como cualquier otra, mientras que, por el contra. rio, es y ha sido mucho mis que eso. Por esto, me propongo exami. nar, no s6lo trabajos eruditos, sino también obras literarias y politi. cas, articulos periodfsticos, libros de viajes, y estudios religiosos y filol6gicos. En otras palabras, adopto una perspectiva hibrida que, en lineas generales, es histérica y “antropolégica”, dado que creo que todos los textos tienen vinculos con el mundo y con sus cir- cunstancias de acuerdo a unas condiciones que, por supuesto, va- rfan de un género a otro y de un periodo histérico a otro. Todavia creo, al contrario que Michel Foucault, a cuya obra debo mucho, que los escritores individuales influyen de manera de- terminante en ese cuerpo de textos colectivo y anénimo que consti- tuye una formacién discursiva como la orientalista. La unidad que presenta el enorme conjunto de textos que analizo se debe, en parte, al hecho de que con frecuencia se refieren unos a otros: el orientalismo es, después de todo, un sistema constituido por citas de obras y autores. El libro Manners and Customs of the Modern Egypcians, de William Lane, fue lefdo y citado por hombres tan diferentes como Nerval, Flaubert y Richard Burton. Esta obra era una autoridad que cualquiera que escribiera o pensara sobre Orien- te, y no s6lo sobre Egipto, debja utilizar: cuando Nerval reprodujo parrafos literales de Modern Egypcians, recurrié a la autoridad de Lane para describir escenas campesinas de Siria, pero no de Egip- to, La autoridad de Lane y las oportunidades que ofrecia citarlo discriminada 0 indiscriminadamente estaban allf porque el orienta- lismo habia sido capaz de convertirlo en un texto de referencia. Sin embargo, no se puede comprender esta caracteristica de Lane sin entender las peculiaridades de su texto; esto es valido también para Renan, Sacy, Lamartine, Schlegel y otros escritores influyentes. Foucault cree que, en general, el texto o el autor individual cuentan Poco; la experiencia me demuestra que esto no es asi en el caso del orientalismo (quiz4 en ningun otro caso sea asf). De acuerdo con esto, utilizo en mis andlisis explicaciones de textos con el fin de revelar la dialéctica entre el texto o el autor individual y la forma- 44 ypourannturxfoo Escaneado con ComScanner ES ion colectiva compleja bucidn. ieia a la que 1a obra en cuestion es una con Pero este libro, aunque incluye una ampli ntri- res, dista mucho de ser una historia com ats seleccién de escrito. ral del orientalismo, y soy muy consciente ge eye scion gene- discurso orientalista ha podido sobrevivir y funcien ss ™ El dad occidental gracias ala riqueza de la Rp ‘uncionar en la socie- que yo he hecho es describir algunas partes does lo forma: todo lo rrados momentos y sugerir la existencia de un todo wane detallado, interesante y dotado de personajes, ee mucho mayor, cinantes. Me justifico pensando que este Tibro a y sucesos fas- principio, y espero que haya eruditos y criticos “as ak gue el escribir otros. Atin queda por realizar un ensayo penesal quieran el tema del imperialismo y la cultura; habria que profundicar on el asunto de las conexiones entre el orientalismo y la pedagogfa, = a del orientalismo italiano, alemén y suizo, en el de la dindémica ae se crea entre los escritos eruditos y los imaginarios y en el de la relaci6n entre los conceptos administrativos y las disciplinas inte- lectuales. Quizé el objetivo mas importante de todos seria estudiar alguna posible alternativa contempordnea al orientalismo, pregun- tarse cémo se pueden estudiar otras culturas y pueblos desde una perspectiva libertaria, y no represiva o manipulativa. Pero entonces habria que replantearse el complejo problema del conocimiento y el poder. Todos estos son objetivos que he dejado sin completar en este estudio, lo cual no deja de ser embarazoso. La tltima observacién acerca del método que quiero hacer aqui —aunque quiz4 resulte algo pretenciosa por mi parte— es que he escrito este estudio pensando en bastantes tipos de lectores. A los que estudian literatura y critica literaria, el orientalismo les ofrece un ejemplo magnifico de las relaciones entre la sociedad, la historia y la textualidad; ademés, el papel que Oriente ha desempefiado en la cultura occidental relaciona el orientalismo con la ideologfa, la politica y la légica del poder, que son materias, en mi pum de trascendencia para la comunidad literaria. Pensando en los que my dfa estudian Oriente, desde los eruditos universitarios hasta: sh artifices de la politica, he escrito este libro con Soa obits Se primer lugar, presentarles su genealogia intelectual eaperands que nunca se habfa hecho antes; y en segundo, criticar ‘i te incues~ suscitar nuevas discusiones— 1as asunciones normalment 45 Escaneado con ComScanner tionables en las que la mayorfa de sus trabajos se fundam, lenta, lector que no sea un especialista encontraré en este estudio que siempre Haman la atencién, todos ellos relacionados sors con Ja manera en que Occidente concibe y trata lo One. 2° 610 bién con el papel singularmente importanie que ha desernpaas 2 cultura occidental en lo que Vico Mama el mundo de mat’® Finalmente, para los lectores del llamado Tercer Mundo, cia dio pretende ser un paso hacia la comprensién, no tanto de politica occidental hacia el mundo no occidental, como de la fuer ; del discurso cultural occidental, un discurso que, con demasiads frecuencia, ha sido erréneo, meramente decorativo 0 “superestruc. tural”. Espero haber descrito la formidable estructura de la domina. cién cultural y haber mostrado, particularmente a los pueblos que fueron colonizados, los peligros y las tentaciones de emplear esa estructura sobre ellos mismos o sobre otros. Los tres largos capitulos y las veinte unidades mds breves en las que estd dividido este libro intentan facilitar la exposicién lo més posible. El capitulo primero “El 4mbito del orientalismo” perfila a grandes rasgos todos los aspectos del tema, y los analiza en térmi- nos de experiencias y tiempo hist6ricos, y en términos de motivos filos6ficos y politicos. El capitulo segundo “Estructuras y reestruc- turas del orientalismo”, intenta describir el desarrollo del orientalis- mo moderno de manera cronoldgica y también a través de la des- cripcidn de un conjunto de recursos comunes a las obras de poetas, artistas y eruditos importantes. El capitulo tercero, “El orientalismo en nuestros dias”, empieza donde acaba el anterior, mas o menos hacia 1870. Este es el periodo de la gran expansién colonial en Oriente que culmina con la Segunda Guerra Mundial. La ultima seccién del capftulo tercero muestra cémo la hegemonfa pasé de manos briténicas y francesas a manos americanas; en él intento, finalmente, resumir las realidades sociales e intelectuales del orien- talismo americano de nuestros dfas. 3. La dimension personal. En su libro Cuadernos de la cdrcel, Gramsci dice: “El punto de partida de cualquier elaboracién critica es la toma de conciencia de lo que uno realmente es; es decir, la premisa ‘conécete a ti mismo’en tanto que producto de un proceee hist6rico concreto que ha dejado en ti infinidad de huellas sin, a = vez, dejar un inventario de ellas”. La tnica traduccién inglesa exis . 4 ‘i i, tente termina asf, inexplicablemente, el comentario de Grams! 46 Escaneado con ComScanner mientras que, de hecho, el texto en italian por tanto, es un imperativo comenzar 10 Conch; a 7 Por recopilar eee lindo: { La inversi6n personal que he hecho e eet eran parte de mi conciencia de ser “oriental tttio detiva ¢ chico que crecié en dos colonias briténicas, ‘T Y de haber sido un esas colonias (Palestina y Egipto) y en Es ‘oda mi educacién en, occidental y, sin embargo, esa profunda ee Unidos ha sido srsistido en mi de muchas formas. Al eudinne conciencia ha pretendido hacer el inventario de las huellas “ar el orientalismo he cultura cuya dominacién ha sido un factor ma ha dejado en mi ta de todos los orientales. Por eso, me he con eae ae Oriente isiimico. Si lo que he logrado ha side al wane prescrito por Gramsci, no soy yo quien debe juz; a st savctatle consciente de lo importante que es intentar hacerlo “A tole oc mi trabajo, de la manera mas rigurosa y racional us sins de posible, he intentado mantener un espfritu critica, a He ne instrumentos de investigaci6n histérica, biniianiatay cura de los cuales mi educacién me ha hecho un afortunado beneficia: rio. Nada de esto, a pesar de todo, me ha hecho perder contacto con mi realidad cultural ni con la implicacién personal de ser “un oriental”. Las circunstancias hist6ricas que han hecho posible un estudio como éste son bastante complejas, y aqu{ s6lo puedo mencionarlas de una manera esquemitica. Todo aquel que haya residido en Occi- dente desde los afios cincuenta, y en particular en Estados Unidos, habri vivido una época de extraordinaria turbulencia en las relacio- nes Este-Oeste. A nadie se le habré escapado el hecho de que, durante este periodo, el “Este” siempre ha supuesto un peligro y) una amenaza, tanto si se referfa al Oriente tradicional como a Ru- sia. En las universidades, la creacién de institutos y programas de studios de éreas culturales (area studies) ha convertido el estudio eudito de Oriente en una rama de la politica nacional. En Estados Unidos, los organismos publicos demuestran un sano interés por Oriente debido a su importancia estratégica y econmica y & St tradicional exotismo. El mundo, de pronto, se ha convertido en iL lugar muy accesible para el ciudadano occidental que. vive © ha era de la electronica y, en consecuencia, también Oriente ae aproximado a él, y ahora quiz sea menos Ut mito que una en jada de intereses occidentales, especialmente americane®: ri | } | i 41 Escaneado con ComScanner =) . ectos que el mundo clectrénico postmoderno h; ee Se ireton amiento de los estereotipos a través de Jos cuales se observa Oriente; la tclevisidn, las peliculas y todos los recursos de los medios de comunicacién han contribuido a que la Informacion utilice moldes cada vez. ms estandarizados. En lo que se refiere a Oriente, la estandarizacion y la formaci6n de estereoti- pos culturales han reforzado el mantenimiento de la demonologia vel “misterioso Oriente” que en el siglo xix era dominio del mundo feadémico y del de la imaginacién. Todo esto resulta mucho més evidente si analizamos el modo en que se intenta comprender el | Oriente Préximo. Tres factores han contribuido a que cualquier percepcién —incluso la més simple— de los érabes y de! islam se | convierta en un asunto muy politizado y casi desagradable: a) la | historia de prejuicios populares antidrabes y antiislmicos en Occi- x! dente que se refleja de una manera inmediata en la historia del | orientalismo; b) la lucha entre los drabes y el sionismo israelf y sus ' efectos en los judfos americanos, en la cultura liberal y en la mayo- | ra de la poblacién; c) la ausencia casi total de una predisposicién cultural que posibilite una identificaci6n con los arabes y elislam y una discusién desapasionada sobre ellos. No es necesario decir que, * como Oriente Préximo se identifica con la politica de las grandes potencias, la economfa del petréleo y Ja dicotomfa simplista que califica a Israel de libre y democratico y a los arabes de diabélicos, totalitarios y terroristas, las oportunidades de saber claramente de qué se habla cuando se habla de Oriente Pr6ximo son muy peque- fias, lo que no deja de ser deprimente. Una de Jas razones que me ha empujado a escribir este libro es mi propia experiencia personal. La vida de un palestino drabe en Occidente, particularmente en Estados Unidos, es descorazonadora. Existe en este pais el consen- so casi undnime de que polfticamente no existe y si se le permite existir es como un estorbo o como un oriental. La red de racismo, de estereotipos culturales, de imperialismo politico y de ideologfa deshumanizada que se cierne sobre el drabe o el musulmén es realmente s6lida, y todo palestino ha llegado a sentirla como un castigo que le ha reservado el destino; pero todavia le resulta més duro constatar que en Estados Unidos ninguna persona académica- mente comprometida con Oriente Préximo —es decir, ningtin orien- talista— se ha identificado jamés, desde un punto de vista cultural Y Politico, sinceramente con los drabes; es verdad que ha habido 48 Escaneado con ComScanner -gcaciones en determinadas dreas, iio puable™ de la identificacién rneriama ban adoptado la Mino. ¥ todass también con demasiada frecuencia, hes od nist “Ye estar asociadas a intereses politicos y econg tenido el Creditados (por ejemplo, los arabistas de las compajifas de desa- sgorietee ei aera | nexo entre Y poder que crea “al oriental” es sentido lo elimina como ser hameg. Posts Y que cuestion exclusivamente académica, es una cuestién intelectual de una importancia evidente. He podido valerme de mis « nes humanjsticas y politicas para analizar y describir una materi muy concreta, el nacimiento, desarrollo y consolidacién del orien- talismo. Con demasiada frecuencia, se presupone que la literatura y a cultura son inocentes politica e hist6ricamente. Yo siempre he creido lo contrario, y este estudio de orientalismo me ha convenci- do (y espero que les suceda lo mismo a mis colegas literarios) de que la sociedad _y.la.cultura-literaria s6lo $e" pueden-comprender'y.. » estudiar juntas. Ademés, y por una légica casi ineludible, he acaba- do escribiendo una historia vinculada de manera secreta y misterio- sa al antisemitismo occidental. Este antisemitismo y el orientalis- mo en su rama islémica se parecen mucho; esto es una verdad hist6rica, cultural y politica con una ironfa implicita que cualquier palestino captar4 inmediatamente. Pero también me gustaria haber contribuido a mejorar el conocimiento del modo en que la domina- cién cultural ha actuado. Siesto-fomenta-un-nuevo'tipe de-relaciéa x mate tabremas acanzado-ago en Ch Poss Ol ep m ‘ams ha llamado el “desaprehendimiento del espiritu inherente de dominacién”.'” 49 Escaneado con ComScanner —— ee EL AMBITO DEL, ORIENTALISMO w» le génie inquict et ambitieux de Européens... impatient’ nouveaux instruments de leur puissance... ene Jean-Baptiste-Joseph Fourier. Préface historique (1809), Description de I Egypte. Escaneado con ComScanner renee eee I Conocer lo oriental El 13 de junio de 1910, Arthur Jam 7? discurso ante la Cémara de los Comaey so “Las pichlons ve los que tenemos que enfrentarnos en Egipto”. “Tstos dijo“ pe o tenecen a una categoria que difiere completamente de la dels problemas que afectan a la isla de Wight y a la parte de West Riding de Yorkshire.” Hablaba con la autoridad que le daba haber sido durante muchos afios miembro del Parlamento, ex secretario particular de lord Salisbury, ex secretario de Estado para Irlanda, ex secretario de Estado para Escocia, ex primer ministro y testigo de numerosas crisis, éxitos y cambios en la politica exterior. Du- rante su participacién en los asuntos del Imperio, Balfour sirvié a una reina que en 1876 habfa sido proclamada emperatriz de la India; estuvo muy bien situado en puestos de gran influencia que le permitieron seguir de cerca las guerras contra los afganos y zultes, la ocupacién britdénica de Egipto en 1882, la muerte del general Gordon en Sudén, el incidente de Fasoda, la batalla de Omdurman, la guerra de los Boers y la guerra ruso-japonesa. Ademis, su noto- ria posicién social, la amplitud de sus conocimientos —podia es- cribir de temas tan variados como Bergson, Haendel, eae y golf—, su inteligencia, su educacién en Eton y en el Tralty s a ge de Cambridge y su aparente dominio de los temas relacioh : imperi fan a lo que decia ante la Cémara ‘on los asuntos imperiales confe: a derable autoridad. Pero de los Comunes en junio de 1910 una cons i todavia habfa algo més en el discurso de Balfour oe ate €n su necesidad de pronunciarlo de una manera di aban ponien- lista, En efecto, algunos miembros del Parlamento esti Tt iteg do en duda la necesidad de “Inglaterra en Egipto” te 53 Escaneado con ComScanner - . e entusiasta escrito por Alfred Milner en 1892, hacfan referencia a que, aunque Ia oeupacién de Egg haan le en algtin momento beneficiosa, ahora que el nacionalismo é a do estaba en alza, se habfa convertido en una fuente de Problemas 9° continua presencia britdnica en Egipto no era ya facil de antes ® Balfour, pues, debfa informar y dar explicaciones, ier, Recordando el desaffo de J.M. Robertson, diputado por Tynes de, el propio Balfour retomé la cuesti6n planteada por aquél; +, ne derecho tienen ustedes a adoptar esos aires de superioridad res to a la gente a la que deciden llamar oriental?”. La eleccién de término “oriental” era can6nica, lo habfan empleado Chaucer, /Mandeville, Shakespeare, Dryden, Pope y Byron. Designaba Asiq /o el Este desde un punto de vista geografico, moral Y Cultural; s¢ | podfa hablar en Europa de una personalidad oriental, de un ambien. | te oriental, de un cuento oriental, de un despotismo oriental 0 de un modo de produccién oriental y ser comprendido. Marx habfa utili- zado el término, y ahora lo hacfa Balfour; su decisién era compren- ible y no suscité el menor comentario. No quiero adoptar ninguna actitud de superioridad, pero les pido [a Robertson ya todos aquellos] (...) que tengan algdin conocimiento de Ia historia, por superficial que sea, que se enfrenten cara a cara con los problemas que s€ le plantean a un estadista briténico cuando est en una posicién de supremacia sobre grandes razas como la de Egipto y las de los pafses de Oriente. Nosotros conocemos la civilizacién egipcia mejor que la de cualquier otro pafs. La conocemos desde sus inicios, de una manera mAs intima, sabemos mucho sobre ella. Sabemos que rebasa los pequefios confines de la historia de nuestra raza que se pierde en el periodo prehist6rico, cuando la civilizacién egipcia habfa pasado ya su época de esplendor. Miren a todos Jos pafses orientales. No hablen de superioridad o inferioridad. Dos grandes temas dominan sus puntualizaciones en éstas y en las siguientes lineas: el conocimiento y el poder, los temas baconianos. A medida que Balfour va justificando la necesidad que Gran Breta- fia tiene de ocupar Egipto, la supremacfa se asocia en su mente con “nuestro” conocimiento de Egipto y no principalmente con el po- , der militar y econémico. Conocimiento, para Balfour, significa es- tudiar una civilizacién desde sus orfgenes hasta su época de esplen- dor y su declive, y, por supuesto, significa tener los medios para hacerlo. Conocimiento significa elevarse por encima de las contin- gencias inmediatas, salir de uno mismo y alcanzar lo extrafio y 10 54. Escaneado con ComScanner f i i i I ‘ | 21 objeto de un conocimiento asf esta aiatjuc se proceda a su verificacidn; ex le Ate desarolle,cambie 0 9 transforme d que Fre ¢ inclu CXPuestO Por n una realidad” wi ae cuentemente lo hacen las eivilizaciones: oe manera , €, fundameney so ontolégicamente, estable, Cons i arlo, tener autoridad sobre él, y asorided ane ae ney anoiros” negarle autonomfa —ai pats oriental—, porque nosdens Jo conocemos, Ys en cierto sentido, existe tal y coma iste a fonocemos. Para Balfour, el conocimiento que Gran Brew fia tie a de Egipto es Egipto, y la carga que este conocimiento pi ied gue preguntas acerca de la inferioridad 0 superioridad par pare mezquinas. En ningin momento Balfour niega la superioddad tah ténica ni la inferioridad egipcia; las da por supuestas a medida ¢ describe las consecuencias del conocimiento. ee En primer lugar, examinemos las realidades del % i: en Nentales desde el momento en que aparecen en la ieee learner de su capacidad de autogobiemo (...), que tienen por méritos fnpiod Posten Ustedes revisar la historia completa de los orientales, de las regiones que de una manera general denominamos Este y nunca encontrarén rastros de ‘utogobierno, Todas sus grandes épocas (que realmente fueron grandiosas) surgieron bajo el despotismo, bajo un gobiemo absoluto; todas sus grandes contribuciones a la civilizaci6n (que fueron muy importantes) se realizaron bajo este sistema de gobiemo, Un conquistador sucedié a otro, una dominacin a otra, pero nunca, en ninguna de las revoluciones que han cambiado su destino y su fortuna, habrén ustedes visto que alguna de estas naciones haya establecido por sus propios medios lo que nosotros, desde un punto de vista occidental, llamamos autogobiemo. Esta es la realidad no es wna euestién de superioridad 0 inferioridad. Supongo que un verdadero sabio oriental dirfa que la Jabor de gobemar que nos hemos propuesio Egipto, y en cualquier otro lugar, 0 es digna de un fil6sofo, es Ja tarea sucia e inferior de hacer lo que es necesario hacer. Como estas realidades son realidades, Balfour debe entonces pasar al siguiente punto de su argumentacién. dEs beneficios estas grandes tse bens plist Jo ejerzamos moeite) Creo que sf. Creo que la experienci .stra que con este gobict by at, gobiema ds todos los a than tenido a lo largo de historia ‘del mundo; cual no es s6lo un beneficio para ellos, sino que» implement Pot para todo el Occidente civilizado. Estamos en Egipto. a nos aff también el bien de los egipcios, aunque estemos allf por su biens Por el bien de toda Europa. 55 Escaneado con ComScanner Balfour no presenta ninguna prueba de que los cRipciog awh vara tas que mantenemos relaciones” aprecien o inclugy ee tendan ef bien que In ocupacién colonial les ests haciendo, per tampoco se le ocurre permitit ablar_al egipcio por sf mis % que presumiblemente cualquier egipcio que ost Uispuesta hatin sera probablemente “el agitador que quiere causar dificultades ' no el buen indigena que cierra los ojos ante “las dificultades” de i er dominacién extranjera. Por tanto, después de haber presentado los sizado problemas éticos, Balfour por fin, pasa a los practicos. “Si nuestra si lo : misién es gobernarlos, tanto si nos lo agradecen como si no, tanto paifour © si recuerdan auténtica y verdaderamente todas las pérdidas de las papel = | 2 se que les hemos librado como si no (Balfour, sin duda, incluye den. tro de estas pérdidas, la pérdida o, al menos, el aplazamiento inde- finido de la independencia egipcia], y aunque no se imaginen todos los beneficios que les hemos proporcionado; si ese es nuestro de- ber, ,c6mo debemos Ievarlo a cabo?” Inglaterra exporta “lo mejor que tiene a estos pafses”; nuestros desinteresados administradores cumplen con su trabajo “en medio de decenas de miles de personas que pertenecen a un credo y a una raza diferentes, que tienen distintas disciplinas y condiciones de vida”. Lo que hace que su tarea de gobierno sea posible es que se sienten apoyados en su pais por un gobierno que respalda sus acciones. Sin embargo, pregunt las poblaciGnes indfgenas tienen el sentimiento instintivo de que esas ee personas con las que deben tratar no estin respaldadas por la fuerza, la ees autoridad, la comprensién y el apoyo completo y total del pais que los les con mand6 allf; esas poblaciones pierden el sentido del orden que es el verdadero utilida fundamento de su civilizaci6n; del mismo modo, nuestros oficiales pierden sos yn 1 sentido del poder y de Ja autoridad que es el fundamento principal de ne todo lo que pueden hacer en beneficio de aquellos entre los que se les ha Conver enviado, Eg f : ' four, « | La l6gica de Balfour aquf es interesante, sobre todo porque es conse’ fotalmente coherente con las premisas de su discurso. Inglaterta. nomb _iconoce Egipto, Egipto es 19 que Inglaterra.conoce} Inglaterra sabe Porqu "qué Egipto no és capaz de‘ener un autogobierno, Inglaterra confir- Cidn « ma que, al ocupar Egipto, Egipto es para los egipcios lo que Ingla- Parte terra ha ocupado y ahora gobierna; la ocupacién extranjera se con- a sigi \Nierte, pues, en “el fundamento principal” de la civilizacién egipcla 882 contempordnea; Egipto necesita —de hecho, exige— la ocupacién Tacic briténica. Pero si la particular intimidad que existe entre goberna- 56 Escaneado con ComScanner | | ado en Egipto se ve turbada ernado OF suioridad de lo que Rit hoon evades Ee segiin pienso, debe seguir siendo la raza dominante—t i 3 a 1 slo ste pretgio ingle: “En vo neds sid itado de funcionarios briténicos (por muy buenas cualidades un Fyreter y talento que ustedes piensen que tienen) llevar a cabo en Egipto Ja gran misi6n que i s6lo nosotros, sino el mundo civilizado, les ha encomendado.’ Le $i lo consideramos como un ejercicio de retérica, el discurso de Balfour es significativo porque en él desempefia y representa el | de varios personajes. Est4, por supuesto, “el del inglés”, al refiere con el pronombre “nosotros”, que destaca su condi- distinguido y poderoso que se siente representante de lo mejor que ha dado la historia de su nacién. Balfour también puede hablar en nombre del mundo civilizado occidental y del relativamente pequefio cuerpo de funcionarios coloniales que est4 en Egipto. Si no habla directamente en nombre de los orientales es porque, después de todo, ellos hablan otra lengua; sin embargo, é1 sabe lo que sienten porque conoce su historia, la confianza que tienen en hombres como él y sus expectativas. No obstante, Bal- four habla por ellos, porque, quiz4, lo que ellos dirfan si se les preguntara y fueran capaces de contestar, confirmarfa de manera superflua lo que ya es evidente: que son una raza sometida, domi- nada por una raza que los conoce y que sabe mejor que ellos lo que les conviene. Tuvieron sus grandes momentos en el pasado, pero su utilidad en el mundo moderno se debe a que Jos imperios podero- sos y modernos les han sacado de la miseria y del declive y les han convertido en habitantes readaptados de colonias productivas. Egipto, en particular, ofrecfa un excelente argumento, y Bal- four, como miembro del Parlamento de su pafs, era perfectamente consciente de que tenfa derecho a hablar del Es ode! hombre de Inglaterra, de Occidente y de la ci Porque Egipto no era una colonia como las otras: r ci6n del imperialism: idental; habfa sido, hasta su anexi6n por parte de Inglaterra, un ejemplo casi clasico del retraso oriental ¢ iba a sjgnificar el triunfo del conocimiento y del poder ings €882,)afio en que Inglaterra ocup6 Egipto y puso fin a Ja reve fen? Tacfonalista del coronel Arabi, y (207. representante inglés gob ry £0 [ yo, entonces ue Se jon de hombre 57 Escaneado con ComScanner ™, Egipto, el duefio de Egipto fue Eveling Baring, lorg q : bign conocido por “Over-baring"). El 30 de julio de Igor rs ios ee apoy6 en la Camara de los Comunes el proyecto de concede 50gct ye libras a Cromer en el momento de su jubilacién como Tecompen an Senn por los servicios prestados en Egipto. Cromer ha hecho Egipy a i hu dijo Balfour: : or ine tocac ido un éxito (...). Los servici ee acti ee rp a pu ett ony Egipto de la profunda degradacién social y econémica en la que s¢ m! ‘A dif encontraba y a levarlo a la posicién que, creo, ahora mantiene entre fas jan Se! naciones orientales, posicién absolutamente nica en cuanto a nspidad fan financiera y moral. manera adminis Balfour no se aventuré a explicar cémo se medfa la Prosperidad afios, moral de Egipto. Las exportaciones britinicas a Egipto equivaliac a mo del las que Gran Bretafia realizaba a toda Africa; eso verdaderamens sometid indicaba una cierta prosperidad econémica para Egipto e Inglaterra plicado (aunque desigualmente repartida). Pero lo que en realidad importa. conoci ba era la tutela ininterrumpida y total que, sobre un pais oriental, Jos ori jejercia Occidente, empezando por los eruditos, los misioneros, los provec! hombres de negocios, los soldados y los maestros que Prepararon y mayor después levaron a cabo la ocupacién, y acabando por los altos trol ca -funcionarios como Cromer y Balfour que se crefan que estaban inglés | creando, dirigiendo e incluso a veces impulsando el tesurgir de yeleg Egipto desde su estado de abandono oriental hasta la preeminencia “instit que entonces tenia. no bri Si el éxito briténico en Egipto fue excepcional, como dijo Bal- que si. four, no fue, sin embargo, algo inexplicable o irracional, Los asun. esta t tos egipcios habfan sido dirigidos de acuerdo a una teorfa general goben contenida en las nociones generales que Balfour tenfa sobre la aceptz Civilizaci6n oriental y en la gestion de los asuntos diarios que Cro- Prend: mer Ilev6 a cabo en Egipto. Lo més importante de esta teorfa cin ¢ durante la primera década del siglo xx fue que funcioné y, ademis, Puede asombrosamente bien. El razonamiento reducido a su forma més tras 1, simple era claro, preciso y facil de comprender: hay occidentales y Poten hay orientales. Los Primeros dominan, los segundos deben ser Para , dominados. Y esto normalmente significa que su territorio debe ser Prod cupado, que sus asuntos internos deben estar férreamente contro- | tos n) 58 Escaneado con ComScanner Jados y que Su sangre de un poder occi ran sido capaces, ¢¢ jo humanidad hasta era, en absoluto, una Escaneado con ComSconner Escaneado con ComScanner nora, después de una serie de aproximaciones, por fin Yegae Mi nicleo del conocimiento esencial, académico y précticg ey tico ymer como Balfour heredaron de un siglo de orientale, aitowe eres ;ntalismo tarfjental modemno: el conocimiento acerca de los orientales, su er; su caracter, Su cultura, su historia, sus tradiciones, su soci rai Nwosibilidades. Este conocimiento era real y Cromer, sla gee 1 habia utilizado cuando gobern6 en Egipto; ademds se trataba de tin conocimiento que se habfa Tlevado a la préctica y que era inmu- table ya que los “orientales”, para cualquier propésito prictico, fran una esencia platénica que todo orientalista (o dirigente de Srientales) podfa examinar, entender y exponer. Asi, en el capitulo Sa de su obra de dos voltimenes Modern Egypt, relato magistral de Su experiencia y de sus realizaciones, Cromer expuso sus normas personales extrafdas de la sabiduria orientalista: mos all! tanto C0 Sir Alfred Lyall me dijo una vez: “La precision es incompatible con Ia mente oriental. Todo anglo-indio deberfa recordar siempre esta maxima”. Lafalta de exactitud, que facilmente degenera en falsedad, es en realidad la principal caracteristica de la mente oriental. El europeo hace razonamientos concienzudos, y sus afirmaciones acerca de la realidad estén exentas de cualquier ambigiiedad; es, por naturaleza, légico, aunque no haya estudiado I6gica y es, también por naturaleza, escéptico; exige pruebas antes de aceptar la verdad de cualquier proposicién y su diestra inteligencia funciona como el engranaje de una méquina, La mente del oriental, por otro lado, igual que sus pintorescas calles, carece por completo de simetrfa, y su manera de iamente” las razonar est Ilena de descripciones desordenadas. A pesar de que los antiguos lejada en la f 4rabes desarrollaron considerablemente la ciencia de la dialéctica, sus nstituciones descendientes tienen deficiencias en sus facultades I6gicas. Con frecuencia, son incapaces de sacar conclusiones obvias de unas simples premisas de las ay la plena 4que pueden admitir la verdad. Trate de sonsacarle a cualquier egipcio una rechazadas afirmacién clara sobre los hechos; su explicacién, en general, serd larga y carente de lucidez; con toda probabilidad se contradiré media docena de al de c et ae es- veces antes de terminar su historia y normalmente se derrumbars si se le , ed Somete al més minimo interrogator. , sino ‘ sometidas Después de esto, califica a los orientales y a los arabes de crédulos, sa mayoria ‘faltos de energfa e iniciativa”, muy propensos a la “adulaci6n servil”, a la intriga, a los ardides y a la crueldad con los animales; los orientales no son capaces de andar por un camino 0 una acera (sus mentes desordenadas se confunden cuando intentan compren- der lo que el europeo Iticido entiende inmediatamente: que los caminos y las aceras estén hechos para andar); los orientales son Uns mentirosos empedernidos, unos “letdrgicos ¥ desconfiado 61 Escaneado con ComScanner son en todo opuestos a la claridad, a la rectitud y a 1a nobleza g raza anglo-sajona.® 7 ela Cromer no hace ningtin esfuerzo por disimular que para a orientales no son més que el material humano que gobiemna en °% colonias briténicas: “Como simplemente soy un diplomatic y administrador que también estudia al ser humano, aunque siesy desde Ia perspectiva de gobernarlo..) —dice Cromer— me eo tento con observar el hecho de que el oriental, de un modo u oie normalmente actia, habla y piensa de una manera completamente opuesta a la de un europeo.’ Las descripciones de Cromer, por supuesto, se basan parcialmente en la observaci6n directa, aunque en diversos lugares alude a las autoridades orientalistas ortodoxas (en particular, a Ernest Renan y a Constantin de Volney) para reforzar sus puntos de vista. También se remite a estas autoridades cuando explica por qué los orientales son como son. No tiene nin. guna duda acerca de que cualquier conocimiento que se tenga sobre el oriental, confirmard sus puntos de vista que, a juzgar Por su descripcién del egipcio que se derrumba ante el interrogatorio, yconsideran al oriental culpable; su crimen consiste en que el orien- y ital es oriental, y esta tautologfa debfa de ser entonces muy acepta- ‘da, como Io indica el hecho de que se pudiera escribir esto sin ni siquiera apelar a la l6gica o a la simetria de la mente europea. Asi, cualquier desviacién de lo que se consideraban las normas de comportamiento oriental era antinatural. El ultimo informe anual que envié Cromer desde Egipto proclamaba, por consiguiente, que el nacionalismo egipcio era una “idea totalmente nueva y una plan- ta que procedfa del exterior y que no era indfgena”.* Creo que nos equivocarfamos si menosprecidramos el cimulo de conocimientos recibidos y los cédigos de ortodoxia orientalista a los que Cromer y Balfour se refieren en todo momento en sus escritos y en su quehacer politico. Decir que el orientalismo era una racionalizacién del principio colonial es ignorar hasta qué punto el principio colonial estaba ya justificado de antemano por el orien- talismo. Los hombres siempre han dividido el mundo en regiones que tienen diferencias reales 0 imaginarias; la demarcacién absolu- ta entre Oriente y Occidente que Balfour y Cromer aceptaron con tanta complacencia habfa estado formAndose durante afios, incluso siglos. Hubo, por Supuesto, numerosos viajes, descubrimientos, Contactos comerciales y bélicos, pero, ademés, a partir de mediados 62 siglo * maticos Y ¢ choque ©} jnusual qué Ja anatom! conocimie obras litel viajeros d que Euror de domin plicar est dia disim “grande: cial en el —en Oc entre un Se he Balfour cional, ¢ europeo fomenta oriental tamente les, cult coheren gibilida sino mé permiti tos de | conocit sentidc Crome (como Escaneado con ComScanner a siglo xvi, hubo dos el oe Gest uno fue que ropa aga eipates EN Nas selaci miticos y crecientes de Oriente que 1s CM%immienton mS choque colonial y por el interés general fucton reforr, ieee inusual que explotaban las nuevas ciencigg, wt’ 149 lo exten’! la anatomfa comparada, la filosofia y fa lm? eran Ja ctnologta { conocimiento sistemitico se le aftadig ha © storia; ademas, a me obras literarias producidas por novelistas, MecTPle Cantidad de viajeros de talento. El otro elemento que mand enn, ttaductores y que Europa mantuvo siempre una posicién de ‘Cstas relaciones fue | de dominio; y no se puede encontrar ningdn aufert EDT 80 ects } plicar esto. Es verdad que la relacién entre el fu femismo para ex- | dia disimularse 0 mitigarse —como cuando Balfou i debit po- “grandeza” de las civilizaciones orientales—. perb ld Lane la cial en el terreno politico, cultural e incluso religioso, Telacién esen- —en Occidente, que es lo que nos Preocupa ry eee entre un socio fuerte y otro débil. = pa Tate Se han utilizado muchos términos Para describir esta relacion: Balfour y Cromer en concreto usaron algunos. El oriental es im x cional, depravado (perdido), infantil, “diferente”; mientras que el europeo es racional, virtuoso, maduro, “normal”, La manera de fomentar esta relacién consistia en acentuar el hecho de que el oriental habia vivido en un mundo propio, diferente, pero comple- tamente organizado, un mundo con sus propias fronteras naciona- les, culturales y epistemolégicas, y con sus propios principios de coherencia interna. Pero lo que le daba al mundo oriental su inteli- gibilidad e identidad, no era el resultado de sus propios esfuerzos, sino més bien la compleja serie de manipulaciones inteligentes que permitfan a Occidente caracterizar a Oriente. Asf, los dos elemen- tos de Ia relacién cultural de los que he hablado se dan a la vez. El! conocimiento de Oriente, porque nacié de la fuerza,'éreaen see sentido a Oriente, al oriental y a su mundo. En el discuss, . Cromer y Balfour, el oriental es descrito como algo gue sou = (como en un tribunal), que se estudia y Raper RN y curriculum), que se c ige (como én unaescucla ‘i ei ano a4 que-seilustra (como en un manual de moologia) 6 r las estruc- estos casos, el oriental es cantenido.y. eee p turas dominantes, pero gde dénde provienen ce 63 Escaneado con ComScanner La fuerza cultural no es un concepto del que podamos a fécilmente, pero uno de los propésitos de este libro es nfocar'y analizar el orientalismo como un ejercicio de fuerza cultura, Yte. flexionar sobre ello. En otras palabras, es mejor no aventurar gene. ralizaciones sobre una nocisn tan vaga, aunque tan important, como la de fuerza cultural, mientras no se haya analizadg primero una gran cantidad de material. Para empezar, puede qe. cirse que Ovcidente, durante 10s siglos x1x y Xx, asumi6 que Orien: te —y todo lo que en él habia—, si bien no era manifiestament, inferior a Occidente, s{ necesitaba ser estudiado y rect or él. Oriente se examinaba enmareado en un aula, un tribunal, tng Prisién o un manual ilustrado, y el orientalismo era, por tanto, ung ciencia sobre Oriente que situaba los asuntos orientales en una clase, un tribunal, una prisién o un manual para analizarlos, estu- he dene diarlos, juzgarlos, corregirlos y gobernarlos. pibliote Durante los primeros afios del siglo xx, hombres como Balfour incluso y Cromer pudieron decir lo que dijeron y de la manera en que lo un pare dijeron porque una tradicién de orientalismo que se remontaba a un habfan periodo anterior al siglo xtx les habia proporcionado un vocabula- explic tio, unas imagenes, una ret6rica y unas figuras con las que decirlo, una me Pero el orientalismo reforz6 y —fue reforzado por— la certidum- te, pen bre de que Europa, u Occidente dominaba literalmente la mayor un fen / oq Parte de la superficie de la Tierra. El periodo en el que se produjo quier ¢ 2 el gran progreso de las instituciones y del contenido del orientalis- yeron. mo coincidié exactamente con el Period de-mayor-expansién eu- los Iai lonial europeo directo se Se pu 00 de la superficie de la Tepres prep aldaed Dee Teton ag eoatinnats resultaron afec- doctri » Pero, s¢ » Sica y_Asiaw Los dos grandes ii ios eran el briténico y el fraieés, allados Y socios ei elu pete na fi spa rivales en otros, En Oriente, desde las costas orienta- aie lediterréneo hasta Indochina y Malaya, sus Posesiones face Y Sus esferas de influencia imperial eran colindantes, ‘Mente rozaban e, st, y, @ menudo, habfan sido objeto Oriente. Prdximo,_cn.las.tierras-del f 64 Escaneado con ComScanner § cntremtaron entre sf-¥ con “Oriente” s de una familiar y compleja. Durante la mayor 1, 14 ing | Jord Salisbury sefalé en 1881, sue re ete 41 siglo sey ' i Sus. pers Oriente erearon complicados problemas: "Cusra, o™ ander cueny fiel aliado, restelto a entrometerse en un pur profundamente interesado, tienes tres caning - a q " " 108 abierta puedes renunciar a él, monopolizarlo, o compartilo, Renee habria supuesto permitir que los franceses se interpus nn tt 8h aS Com in, INE TH esthy 2 tr bun, tra ruta hacia la India, monopolizarlo habria ape eta oP Nes b Dor tanh tng importante de guerra; por tanto, resolvins enificado un riesgo entale, MO Y, en efecto, compartieron; clara Males ©» Ung iP: ; c6mo Io hicieron es jo Alizarjo Ung ver ahora. Lo que.compartieron no fue.sélo.lastierta, los toons Seay | yla coberanfa fue también esa especie cictta, 10s beneficios 3 : he denominado orientalismo, y que, en cierto senti 19. ' Sano Batfou fiblioteca'o él archivo de las informaciones gis eter nee - | 72 EN que j incluso al unfsono adquiridas. Lo que mantuvo el archivo unure nes ‘Montabs ¢ to unparentesco ideol6gico" y un conjunto unificador de valeee oe un yi ct habjan demostrado su eficacia de diferentes maneras. Estas ideas 5 que deciry } explicaban el comportamiento de los orientales, les Proporcionaban la certia, 0. | una mentalidad, una genealogfa, una atmésfera y, lo més importan- ite la um- te, permitfan a los europeos tratarlos e incluso considerarlos como 3 mayor i un fenémeno con unas caracteristicas regulares. Pero, como cual- S€ produjo — ier conjunto de ideas duraderas, las nociones orientalistas influ~ Lee as nocion as influ >I orientalis- yeron en aquellos .a.los que se denominaba orientales, asf como en pansi6n eu- Jos Ilamados occidentales (© europeos. En resumen, el orientalismo ) directo se se puede comprender mejor si se analiza como un conjunto de ficie de lb _—_-epresiones_y limitaciones mentales ms que como una simple : ame __ doctrina positiva. Si la_esencia del orientalismo es Ja distincién . ; gato, vine incuestionable_entre_la_superioridad-ocoidental-yTa_inferiosi Aw B dpe orjental, debemos estar dispuestos a observar cémo el orientalismo, s momen- a través de su evolucién y de su historia subsecuente, profundiz6 e 3 . y, i as orienta- incluso agudizé 1a distincién, Cuando durante el siglo xix se hizo yosesiones __prdctica comin que Gran Bretafia retirara a sus administradores de i a i ado a Jindantes, la India y de cualquier otro lugar una vez que hubieran Negado do objeto los cincuenta y cinco afios de edad, el orientalismo alcanz6 a eras! Tefinamiento complementario: ningdn oriental tendrfa la posit val ed fine 125. dad de ver a un occidental envejecer y degenerarse, e pe ses I modo, ningiin occidental necesitaria reflejarse en los ojos de 1a r 65 Escaneado con ComScanner

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