Está en la página 1de 21

Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Ella Shohat y Robert Stam

Despensando el Eurocentrismo.
Multiculturalismo y los media1

De: Shohat, Ella y Stam, Robert (1994), Unthinking Eurocentrism. Multiculturalism and the Media.
London, Routledge, 1era ed., pp. 1-12 y pp. 147-177. Traducido, adaptado y anotado por María Eugenia
Contursi y Fabiola Ferro.

Introducción

Los años recientes han sido testigos, tanto en los media como en lo académico, de enérgicos
debates acerca de los temas de discusión, interrelacionados, del eurocentrismo, el racismo y el
multiculturalismo. (...) Estos debates han invocado algunas palabras susurradas (buzzwords): “lo
políticamente correcto”, “políticas identitarias”, “postcolonialismo”.
Despensando el eurocentrismo hace foco en el eurocentrismo y el multiculturalismo en la
cultura popular. Ha sido escrito con la esperanza apasionada de que una concientización de los efectos
intelectualmente debilitantes del legado del eurocentrismo es indispensable no sólo para comprender
las representaciones mediáticas contemporáneas, sino también las subjetividades contemporáneas.
Endémico en el pensamiento y la educación actuales, el eurocentrismo es caracterizado como “sentido
2
común” . Se asume que la filosofía y la literatura son la filosofía y la literatura europeas. Lo “mejor que
ha sido pensado y escrito” es lo que ha sido pensado y escrito por europeos (con “europeos” nos
referimos no sólo a Europa per se, sino también a los “neo-europeos” de las Américas, Australia y otros
lugares). La Historia ha sido asumida como la historia europea, y todo lo demás fue reducido a lo que
el historiador Hugh Trevor-Roper (en 1965!) con arrogante condescendencia llamó los ”ingratos giros
3
de las tribus bárbaras en pintorescos pero irrelevantes rincones del globo” . Los núcleos temáticos
estándar de los cursos universitarios enfatizan la historia de la civilización “occidental”, al tiempo que
las universidades más liberales insisten en tomar estudios acerca de “otras” civilizaciones. Y además,
las civilizaciones “occidentales” son usualmente enseñadas sin hacer referencia al rol central del
colonialismo europeo dentro de la modernidad capitalista. Tan enclavado está el eurocentrismo en
nuestra vida cotidiana, es tan penetrante, que, a menudo, pasa desapercibido. Las huellas residuales
de centurias de axiomática dominación europea informan la cultura general, el lenguaje de todos los
días, y los media, engendrando el sentido ficticio de la innata superioridad de las culturas y pueblos
derivados de Europa.

1 N. de T.: El título original es Unthinking Eurocentrism. Multiculturalism and the Media. Mantenemos el término
“media” para referirnos a los medios masivos de comunicación con el objeto de no crear ambigüedades en
relación con el concepto de “mediación”.
2 N. de T.: el concepto aquí usado de “sentido común” se asemeja al que desarrolla Antonio Gramsci,
“Observaciones sobre folklore”, en Cuadernos de la cárcel: Literatura y vida nacional, México, Juan Pablos
Editor, 1976. El “sentido común”, según este autor, tiene una estrecha relación con el folklore, entendido
como “un reflejo de las condiciones de vida cultural del pueblo” (p. 240). Gramsci llama “folklore filosófico” al
sentido común. No se puede dejar de notar que la clase hegemónica es la única que puede imponer su visión
del mundo a través del sentido común, por lo que Gramsci diferencia este último del “buen sentido” que le
pertenece a la propia clase y que es una de las formas de la creencia. El sentido común, siguiendo este
desarrollo, es el sentido de la clase hegemónica. Cf., además, Cuadernos de la cárcel: Pasado y Presente,
México, Juan Pablos Editor, 1976.
3 Hugh Trevor-Roper, The Rise of Christian Europe, New York, Harcourt Brace Jovanovich, 1965, p. 9.
1
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

No obstante los neoconservadores caricaturizan el multiculturalismo como un llamado al


4
rechazo de los clásicos europeos y de “la civilización occidental como un área de estudio” ; el
multiculturalismo es, verdaderamente, un ataque no a Europa o a los europeos, pero sí al
5
eurocentrismo -en la compulsión procrusteana por forzar la heterogeneidad dentro de una perspectiva
paradigmática singular en la cual Europa es vista como la única fuente de significado, como el centro
de gravedad del mundo, como “realidad” ontológica frente a las sombras del resto del mundo-. El
pensamiento eurocéntrico atribuye al “Oeste” un sentido del destino histórico casi providencial. El
eurocentrismo, como la perspectiva renacentista en pintura, representa el mundo desde un único punto
privilegiado. Mapea el mundo en una cartografía que centraliza y aumenta Europa al mismo tiempo que
6
achica África . El “Este” se divide en “Cercano”, “Medio” y “Lejano”, haciendo Europa de árbitro de la
evaluación espacial, así como el establecimiento del Meridiano de Greenwich produjo que Inglaterra se
convirtiera en el centro de regulación de la medida temporal. El eurocentrismo bifurca el mundo entre
7
“Occidente y el resto” y organiza el lenguaje cotidiano dentro de jerarquías binarias implícitamente
aduladoras de Europa: nuestras “naciones”, sus “tribus”; nuestra “religión”, sus “supersticiones”;
nuestro “arte”, sus “artefactos”; nuestras “demostraciones”, sus “excesos”; nuestra “defensa”, su
“terrorismo”.
El eurocentrismo emergió primero como la racionalización discursiva del colonialismo, el
proceso por el cual los poderes europeos enriquecieron posiciones de hegemonía en muchos lugares
8
del mundo. De hecho, J. M. Blaut llamó al eurocentrismo “el modelo de mundo del colonizador” . Como
sustrato común ideológico del discurso colonialista, imperialista y racista, el eurocentrismo es una
forma rudimentaria de pensamiento que se filtra y estructura las prácticas y representaciones
contemporáneas, aún luego del final formal del colonialismo. Los discursos colonialista y eurocéntrico
están íntimamente entrelazados, aunque los términos tienen un énfasis distintivo. Mientras que el
primero explícitamente justifica las prácticas colonialistas, el segundo enclava, presupone y “normaliza”
las relaciones de poder jerárquicas generadas por el colonialismo y el imperialismo, sin siquiera
tematizar directamente esos temas. Aunque generado por el proceso de colonización, los vínculos del
eurocentrismo con ese proceso están oscurecidos en una clase de oculta epistemología.
El discurso eurocéntrico es complejo, contradictorio, históricamente inestable. Pero, intentando
una clase de retrato, el eurocentrismo, en tanto modo de pensar, puede ser visto como comprometido
en una cantidad de tendencias u operaciones intelectuales que se refuerzan mutuamente:

4 Según Roger Kimball, multiculturalismo implica “un ataque a (...) la idea de que, a pesar de nuestras muchas
diferencias, nosotros tenemos en común un legado intelectual, artístico y moral, que desciende largamente de
los Griegos y de la Biblia [que] nos preserva del caos y del barbarismo. Y es precisamente ese legado el que
el multiculturalismo desea desechar. Véase Roger Kimball, Tenured Radicals: How Politics Has Corrupted
Higher Education, New York, Harper Collins, 1990, postscript.
5 N. de T.: Nos cuenta Pierre Grimal (1951) que Procrustes era un bandido (mitológico) que “poseía dos lechos,
uno corto y uno largo, y obligaba a los viajeros a tenderse en uno de ellos: a los de alta talla, en el corto -y
para adaptarlos a la cama, les cortaba los pies-, a los de baja estatura, en el largo, -y entonces estiraba
violentamente de ellos para alargarlos-.” en Diccionario de mitología griega y romana (1951), Buenos Aires,
Paidós, 1997, p. 454.
6 El mapa del mundo diseñado por el historiador alemán Arno Peters corrige las distorsiones del los mapas
tradicionales. El texto que acompaña el mapa, distribuido por el Programa de Desarrollo de las Naciones
Unidas, Friendship Press, New York, expone que los mapas tradicionales privilegian el hemisferio Norte (que
ocupa dos tercios del mapa), haciendo parecer que Alaska es más grande que México (de hecho México es
más grande), Groenlandia más grande que China (no obstante China cuadriplica el tamaño de la primera), la
Península Escandinava más grande que India (que triplica su tamaño).
7 La frase “Occidente y el resto” [“The West and the Rest”], para nuestro mejor conocimiento, proviene de
Chinweizu, The West and the Rest of Us: White Predators, Black Slaves and the African Elite, New York,
Random House, 1975. La frase también es usada en Stuart Hall y Bram Gieben (Eds.), Formations of
Modernity, Cambridge, Polity Press, 1992.
8 J. M. Blaut, The Colonizer’s Model of the World: Geographical Diffusionism and Eurocentric History, New
York, Guilford Press, 1993, p. 10.
2
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

1. El discurso eurocéntrico proyecta una trayectoria histórica lineal encabezada por la Grecia clásica
(construida como “pura”, “occidental” y “democrática”) y la Roma imperial, y luego por las capitales
metropolitanas de Europa y los Estados Unidos. Da cuenta de la historia como una secuencia de
imperios: Pax Romana, Pax Hispanica, Pax Britannica, Pax Americana. En todos los casos, Europa,
sola y sin ayuda, es vista como el “motor” del cambio histórico progresivo: inventa la sociedad de
clases, el feudalismo, el capitalismo y la revolución industrial.
2. El eurocentrismo atribuye a “Occidente” un progreso inherente a través de las instituciones
democráticas (Torquemada, Mussolini y Hitler deben ser vistos como aberraciones dentro de esta
lógica de amnesia histórica y legitimación selectiva).
3. El eurocentrismo elide las tradiciones democráticas no europeas, al tiempo que oscurece las
manipulaciones enclavadas en las democracias formales de Occidente y enmascara la parte que le
toca al Oeste en la subversión de las democracias en el extranjero.
4. El eurocentrismo minimiza las prácticas opresivas de Occidente mirándolas como contingentes,
accidentales, excepcionales. El colonialismo, el tráfico de esclavos y el imperialismo no son vistos
como catalizadores fundamentales del desproporcionado poder de Occidente.
5. El eurocentrismo se apropia de la producción material y cultural de los no europeos mientras niega
ambos logros y su apropiación, de este modo consolida su sentido del ser y glorifica su propia
antropofagia cultural. Occidente, como Barbara Kirshenblatt-Gimblett postula, “separa las formas de
los que las utilizan, convierte esas formas en influencias, coloca esas influencias en el centro, deja
9
las fuentes vivientes en el margen y se palmea suavemente la espalda por ser tan cosmopolita” .

En suma, el eurocentrismo limpia la historia occidental mientras patroniza y demoniza lo no-


occidental, se piensa en términos de sus más nobles logros -ciencia, progreso, humanismo- pero
piensa lo no-occidental en términos de sus deficiencias, reales o imaginadas.
Como un trabajo de saber antagonista, Despensando el eurocentrismo critica la universalización
de las normas eurocéntricas, la idea de que alguna raza, en palabras de Aimé Césaire, “porta el
monopolio de la belleza, inteligencia y fortaleza”. Nuestra crítica al eurocentrismo se dirige no a los
europeos como individuos sino hacia la relación dominante, históricamente opresiva, de Europa con
sus “otros” internos y externos. En modo alguno estamos sugiriendo, obviamente, que los pueblos no-
europeos son, de alguna manera, “mejores” que los europeos, o que el Tercer Mundo y las culturas
minoritarias son inherentemente superiores. No existe una tendencia innata entre los europeos para
cometer el genocidio, como algunos teóricos “de hielo” (“ice-people”) podrían llegar a sugerir -teorías
como ésta meramente invierten las demonizaciones colonialistas-, tampoco son innatamente nobles y
generosos los indígenas o los pueblos del Tercer Mundo. Menos aún creemos en el invertido
narcisismo europeo que propone a Europa como la fuente de todas las maldades sociales en el
mundo. Una aproximación como ésta perpetúa lo eurocéntrico (“Europa exhibiendo su propia
inaceptabilidad frente a un espejo anti-etnocéntrico”, en palabras de Derrida) y también exime a las
10
elites patriarcales del Tercer Mundo de toda responsabilidad . Una “victimología” como ésta reduce la
vida no-europea a una respuesta patológica frente a la penetración occidental. Simplemente invierte la
pretensión colonialista. En vez de decir que “nosotros” (esto es, Occidente) les hemos dado a “ellos” la
civilización, asume que, en su lugar, en todos lados “nosotros” hemos llevado la maldad diabólica, y
que, en todas partes, “sus” débiles sociedades han sucumbido a “nuestra” insidiosa influencia. La
visión es prometeica, pero aquí Prometeo ha traído no el fuego sino el holocausto, reproduciendo lo
que Barbara Christian llama la “ridícula pretensión occidental de haber inventado todo, incluyendo el
11
mal” . Nuestro foco aquí, en cualquier caso, está puesto menos en las intenciones que en los
discursos institucionales, menos en la “bondad” o la “maldad” que en las relaciones de poder
históricamente configuradas. El asunto, como Talad Asal propone, no es “cuán culpables han sido los

9 Cf. Barbara Kishenblatt-Gimblett, “Making Difference: Mapping the Discursive Terrain of Multiculturalism”, s/r.
10 Cf. Jacques Derrida, De la Gramatologie, Paris, Minuit, 1967, p. 168.
11 Barbara Christian, de un paper presentado en la “Conferencia sobre Género (gender) y Colonialismo” en la
Universidad de California, Berkeley, Octubre de 1989.
3
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

europeos e inocentes los habitantes del Tercer Mundo, sino, más bien, en qué medida han sido
12
históricamente constituidos los criterios por los que se determina la culpabilidad o la inocencia” .
La palabra “eurocéntrico” algunas veces provoca reacciones apopléticas porque es tomada
como sinónimo de “racista”. Pero, aunque eurocentrismo y racismo están históricamente enlazados -
por ejemplo, la “borradura” de África como sujeto histórico refuerza el racismo contra los afro-
americanos-, no son de modo alguno igualables, por la simple razón de que el eurocentrismo es el
consenso “normal” sobre la visión de la historia que la mayoría de los primer-mundistas y muchos de
los tercer-mundistas aprenden en la escuela y del que se saturan a través de los media. Como
resultado de esta operación normalizadora, es bien posible ser antirracista, tanto en el nivel conciente
como en el práctico, y todavía ser eurocéntrico. El eurocentrismo es un posicionamiento implícito más
que una postura política conciente. (...)
Más que atacar a Europa per se, un multiculturalismo anti-etnocéntrico, desde nuestra
perspectiva, relativiza a Europa, viéndola como una ficción geográfica que aplasta la diversidad cultural
incluso dentro de Europa. Europa siempre ha tenido sus propias regiones periferizadas y comunidades
estigmatizadas (judíos, irlandeses, gitanos, hugonotes, musulmanes, campesinos, mujeres,
gays/lesbianas). Tampoco apoyamos una actitud eurofóbica; nuestro texto invoca pensadores y
conceptos europeos. (...) Ya que el eurocentrismo es un discurso históricamente situado y no una
herencia genética, los europeos pueden ser anti-etnocéntricos así como los no-europeos pueden ser
eurocéntricos. Europa ha producido siempre en abundancia sus propias críticas al imperio. Algunas de
las figuras culturales europeas más reverenciadas por los neoconservadores de hoy en día,
irónicamente, criticaban su propio colonialismo. Samuel Johnson, el más arquetípico de los
conservadores neoclásicos, escribió en 1759 que “los europeos escasamente han visitado alguna
costa más que para gratificar su avaricia, y extender la corrupción; para arrogarse la dominación sin
13
derecho y para practicar la crueldad sin incentivo” . Incluso Adam Smith, el santo patrono del
capitalismo, escribió en su Wealth of Nations (1776) que para los nativos de las Indias orientales y
occidentales, todos los beneficios comerciales resultantes del descubrimiento de América “han sido
14
desperdiciados y perdidos en los terribles contratiempos que ellos han ocasionado” . Aún cuando los
multiculturalistas contemporáneos apuntan a lo mismo, son acusados de “golpear” a Europa (“Europe-
bashing”)15. O bien, las críticas son admitidas y, entonces, se convierten en un cumplido hacia Europa,
en una especie de “posición retrógrada” (“fallback position”) hacia el euro-narcisismo: “sí, Europa hizo
todas esas crueles cosas, pero entonces, sólo Europa tiene la virtud de ser autocrítica”.
El pensamiento eurocéntrico, desde nuestro punto de vista, es fundamentalmente des-
representativo de un mundo que ha sido largamente multicultural. A veces, incluso los multiculturalistas
entrevén los temas desde una angosta rejilla nacional y excepcionalista, como cuando bien
intencionados comités de curriculum llaman a cursos acerca de las “contribuciones” de las diversas
culturas del mundo al “desarrollo de la sociedad americana”, inconcientes de la teleología nacionalista
que subyace a tal afirmación. La “multiculturariedad” no es un monopolio de los Estados Unidos, ni el
16
multiculturalismo es el “asistente” de la política identitaria de ese país . Virtualmente, todos los países
y regiones son multiculturales, en un sentido puramente descriptivo. (...) “América” comenzó como
políglota y multicultural, hablando una miríada de lenguajes: europeos, africanos y nativos de América.
(...) Para nosotros, el multiculturalismo significa ver la historia del mundo y la vida social
contemporánea desde la perspectiva de la igualdad radical de los pueblos en estatus, potencial y

12 Talad Asad, “A Comment on Aijaz Ahmad’s In Theory”, Public Culture, Vol. 6, No.1, Fall (1993).
13 Samuel Johnson, The World Displayed, en The Works of Samuel Johnson, Vol. 10: The Political Writings,
Donald J. Green ed., New Haven, Conn.,Yale University Press, 1977, p. 421.
14 Adam Smith, The Wealth of Nations, New York, Random House, 1937, p.590.
15 Thomas Jefferson, de manera similar, reclamó, en su propio tiempo, un estudio acerca de la cultura y los
lenguajes de los americanos nativos en las escuelas, sin embargo, el pedido multiculturalista de un
“currículum de la inclusión” fue caricaturizado como “terapia para las minorías”. Para el interés de Jefferson
en los americanos nativos, véase Donald A. Grinde Jr. y Bruce E. Johansen, Exemplar of Liberty: Native
America and the Evolution of Democracy, Los Angeles, American Indian Studies Center, 1991.
16 Para una crítica del multiculturalismo eurocéntrico, cf. George Yudice, “We Are Not the World”, Social Text,
No. 31/32 (1992).
4
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

derechos. El multiculturalismo no sólo decoloniza la representación en términos de artefactos culturales


-cánones literarios, exhibiciones en museos, series de películas- sino también en términos de las
relaciones de poder entre las comunidades.
Nuestra propuesta aquí es, sobre todo, hacer conexiones. Hacemos conexiones, primero, en
términos temporales. Mientras los media tratan el multiculturalismo como una causa popular reciente,
fenómeno no relacionado con el colonialismo, nosotros fundamos nuestra discusión en la larga historia
de la opresión en múltiples lugares. Y mientras no pocos estudios literarios de la cultura y el imperio
privilegian los siglos XIX y XX, nosotros remontamos el discurso colonialista hasta 1492, relacionando
representaciones de la “historia antigua” con representaciones contemporáneas, yendo de los
discursos acerca de la Grecia clásica o África, por ejemplo, hasta los comerciales de la televisión
actual. Hacemos conexiones, segundo, en términos espacio/geográficos, ubicando los debates acerca
de la representación en el contexto amplio que ciñe las Américas, Asia y África. Tercero, hacemos
conexiones en términos disciplinarios, forjando lazos entre campos usualmente compartimentalizados
(estudio de los media, teoría literaria, etnografía reflexiva y experimental, feminismo del tercer mundo,
estudios postcoloniales, los diversos estudios étnicos y de área) y cuarto, en términos intertextuales,
representando a los media como parte del ensanchado sistema discursivo, estando a la misma altura
que lo erudito (poemas, novelas, historia, arte performativo, teoría cultural) y que lo popular (televisión
comercial, música pop, periodismo, anuncios turísticos, acotamiento de temas). A pesar de que los
intelectuales literatos progresistas muchas veces desdeñan los más bajos alcances de la cultura
popular, es precisamente en el nivel popular que el etnocentrismo genera su base masiva en el
sentimiento de todos los días. Quinto, en términos conceptuales, nosotros relacionamos temas del
colonialismo, imperialismo y nacionalismo del Tercer Mundo en una mano, y de raza, etnicidad y
multiculturalismo en la otra, tratando de poner, a menudo, en relación productiva historias y discursos
ghettizados. (Por ejemplo, nosotros no seguimos la práctica convencional de romper los lazos entre los
temas del racismo y los temas del antisemitismo).
Antes que segregar períodos históricos y áreas geográficas dentro de las pulidamente cercadas
áreas de la experticia, nosotros exploramos su interconexidad. En vez de hablar de grupos
culturales/sociales en aislamiento, nosotros hablamos de ellos “en relación”, sin sugerir nunca que sus
posicionamientos son idénticos. Antes de postular una cadena rotativa de comunidades oposicionales
contra la Europa blanca dominante (la estrategia que privilegia la “blancura” al menos como constante
antagonista), nosotros enfatizamos los lazos horizontales y verticales enhebrando comunidades juntas
en un sistema conflictivo. En vez de recrear pulidos binarismos (negro/blanco, americano
nativo/blanco) que irónicamente vuelven a colocar en el centro la “blancura”, mientras que el resto que
encaja torpemente dentro de una categoría tan limpia permanece como mero espectador, tratamos de
dirigirnos hacia las multiplicidades de identidad y afiliación solapadas.
Nuestra gran meta es “multiculturizar” el campo de los estudios culturales a menudo desprovisto
de contenido multicultural sustantivo. Mientras algunos autores defienden el multiculturalismo contra el
ataque de los neoconservadores, el trabajo en sí mismo a menudo no tiene nada de multicultural.
17
Mientras que numerosos ensayos enrostran y aumentan el “mantra” (término de Kobena Mercer) de
la raza, clase, género, y sexualidad, o exploran vertiginosamente abstractas nociones de “diferencia” y
“alteridad”, en vuelos virtuosos de postestructuralismo, pocos ofrecen un conocimiento participativo de
las culturas no-europeas. Mientras ponen en primer plano a minoritarias “estrellas” intelectuales, los
textos ignoran en gran medida el trabajo llevado a cabo a lo largo de décadas o centurias de
pensadores anticolonialistas, solos como consecuencia de ser no-”estrellas” y sabios no-angloparlantes
del Tercer Mundo. El privilegiar el mundo cultural anglo-americano y el remontar los antecedentes de
los estudios culturales sólo hacia Londres o Birmingham, previene el diálogo con los estudios
latinoamericanos, asiáticos y africanos; sea lo que fuere, si no pertenece a lo anglo-americano, es
periferizado como “estudios de área”.
La naturaleza global del proceso de colonización, y el crecimiento global de los media
contemporáneos obligan virtualmente a la crítica cultural a moverse más allá del restrictivo marco de la

17 N. de T.: en la religión hinduísta, el mantra es una especie de oración con poderes curativos en sí misma, que
“actúa” por el hecho de ser recitada religiosamente.
5
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.
18
nación-estado . Pero aunque tratamos de poner los temas multiculturales en un contexto global, no
nos proponemos “cubrir” el globo con una orgullosa barrida imperial. Nuestro llamado a “pensar
globalmente” no implica que los estudiosos individuales se deban convertir en conocedores
omniscientes de múltiples materias, pero sí la designación de un proyecto colectivo. De hecho,
Despensando el eurocentrismo configura un campo interdisciplinario que ha ido ganando su momento
pero que es escasamente mencionado, al que podríamos llamar “estudios multiculturales de los
media”(...) [que puede tratar] la representación de la minoría, la crítica a los media imperialistas, el
trabajo sobre el discurso colonial y postcolonial, la teorización del “Tercer Mundo” y del “Tercer cine”,
las historias y análisis de los media “minoritarios”, “diaspóricos” e “indígenas” de África, Asia, América
Latina, y del Primer Mundo, el trabajo sobre antirracismo y sobre pedagogía multicultural mediática.
Desde que toda batalla política, en la Era Postmoderna, pasa necesariamente a través del
dominio simulacral de la cultura masiva, los media son absolutamente centrales para cualquier
discusión sobre multiculturalismo. Los media contemporáneos forman identidades; de hecho muchos
argumentan que ellos existen ahora muy cerca del verdadero corazón de la producción de identidad.
En un mundo transnacional tipificado por la circulación global de imágenes y sonidos, bienes y pueblos,
la expectación de los media impacta complejamente en la identidad nacional y en la pertenencia
comunal. Facilitando el encuentro con pueblos distantes, los media “desterritorializan” el proceso de
imaginar comunidades.(...) Así como los media pueden “alterizar” culturas (el énfasis puesto en
nuestros primeros capítulos), también pueden promover coaliciones multiculturales (el énfasis de
nuestros últimos capítulos). Y si el cine dominante ha siempre caricaturizado civilizaciones distantes,
los media, hoy en día, están más multicentrados (multicentered), con el poder no sólo de ofrecer
representaciones compensadas, sino también de abrir espacios paralelos para la transformación
simbiótica multicultural.
Estamos proponiendo una discusión teórica e histórica acerca de cómo los media forman y
cambian el eurocentrismo. ¿Qué estrategias narrativas y cinematográficas han privilegiado las
perspectivas eurocéntricas y cómo han sido interrogadas esas perspectivas? Aunque enfatizamos
textos y prácticas alternativas, Despensando el eurocentrismo no toma una actitud hostil monolítica
hacia los media dominantes. No tomamos a Hollywood como blanco de ataque -como cualquier praxis
cultural, Hollywood es lugar de tensiones y contradicciones- y tampoco vemos a la vanguardia19 como
un refugio que nos protege del eurocentrismo. Sugerimos, de todos modos, que hay más “en el cielo y
en la tierra” que lo que es soñado en el mundo del hollywoodcentrismo. (Necesariamente hay que decir
que usamos el término “Hollywood” no para transmitir un repudio automático a todo el cine comercial,
sino mejor como una especie de transcripción abreviada de la industria masiva, ideológicamente
reaccionaria y como una forma de cine “dominante” estilísticamente conservadora). Nuestro objetivo no
es sólo mirar a Hollywood a través de ojos multiculturales sino también des-centrar la discusión
llamando la atención sobre otras tradiciones, otros cines, otras formas audiovisuales. (...)
No obstante hablamos de películas de todo tipo (desde el entretenimiento hollywoodense hasta
la vanguardia militante) y de muy diferentes orígenes, no es nuestra meta examinar el cine mundial.
(...) Focalizamos aquellas películas que se encuentran con el multiculturalismo, no con las que lo
ignoran o trascienden. Exploramos progresivamente la cultura popular audiovisual a lo largo de un
amplio espectro que incluye las películas críticas de Hollywood, las películas del Tercer Mundo y las
minoritarias, los videos de música de rap, la vanguardia politizada, los documentales didácticos, y las
grabaciones no profesionales y militantes de activistas comunitarios. Pero en vez de “escanear” los
media mundiales como un todo, invocamos a las prácticas culturales y a los ejemplos textuales por su
valor metodológico, teorético y político.

18 N. de T.: para una problematización de la relación entre lo global y lo local, cf. Aníbal Ford, Navegaciones.
Comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1994 (passim), y, Ivana Chicco y Carolina Vinelli,
“Localización / local”, en Cuadernos de Comunicación y Cultura, N°51 / Elementos para el análisis
comunicacional y cultural, Buenos Aires, Cátedra de Teoría y Práctica de la Comunicación II, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, agosto de 1998.
19 N. de T.: “vanguardia” está usado en el original en un sentido amplio y no en el sentido específico de las
ciencias sociales, en las cuales se utiliza para designar la producción cultural de la década del ‘20.
6
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Mezclando la historia discursiva con el análisis de texto, el ensayo teorético especulativo con la
exploración crítica, Despensando el eurocentrismo utiliza diversas constituciones disciplinarias. Aunque
reconociendo la especificidad de los media/películas, nos permitimos hacer “estudios culturales” -estilo
libre para preguntarse acerca de diversas disciplinas, textos y discursos, antiguos y contemporáneos,
bajos y elevados-. Como una disciplina híbrida20, el libro desarrolla una metodología sincrética, a veces
caníbal. (...) nuestra propuesta no consiste en respaldar globalmente o condenar globalmente algún
cuerpo de textos específico; el asunto sólo se trata de informarse más históricamente y de convertirse
en lectores, artísticamente matizados, de prácticas culturales. Despensando el eurocentrismo no se
estructura desde un movimiento lineal inexorable hacia una conclusión proscriptiva. (...) Temas como la
crítica a los paradigmas eurocéntricos, la elaboración de una metodología relacional, la búsqueda de
estéticas alternativas, [etc.] atraviesan y estructuran el texto a lo largo. Ciertos temas, que aparecen
primero en un registro colonialista -hibridación, sincretismo, mestizaje, canibalismo, magia-, luego
aparecen dentro de un registro libertario, anticolonialista, por lo que ciertos temas repercuten en las
diversas secciones.
El capítulo introductorio, “Del eurocentrismo al policentrismo”, sintetiza los debates cruciales
concernientes al “eurocentrismo”, al “racismo”, a los “Tercer” y “Cuarto” Mundos, y al “postcolonialismo”
(...). Aquí proponemos el concepto de “multiculturalismo policéntrico” como una alternativa al pluralismo
liberal.
El segundo capítulo, “Formaciones del discurso colonialista”, examina, de un modo telescópico,
la naturaleza, orígenes y ramificaciones del discurso colonialista-eurocéntrico, visto como intertexto que
nos da información para las representaciones de hoy en día.(...) a modo de ilustración, llamamos la
atención sobre los textos mediáticos que toman posición sobre esos temas, por ejemplo, las películas
variadas acerca de Colón y los conquistadores.
El tercer capítulo, “El imaginario imperial”, explora la sombra echada por el imperio sobre el
cine, visto como una institución cuyo primer origen coincide con las vertiginosas cumbres del
imperialismo.(...) luego de ubicar las producciones imperialistas más tempranas de los Estados Unidos,
Gran Bretaña y Francia, (...) examinamos las películas del Oeste (westerns) como un paradigma del
tratamiento que hace Hollywood de los encuentros entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo. Que el
intertexto colonizante de las películas sobre las aventuras imperialistas y de los westerns estructura
subliminalmente aun las representaciones contemporáneas, se hace obvio en películas como la serie
de los ‘80 de Indiana Jones, en la “nostalgia colonial” de películas como Out of Africa (1985) o Passage
to India (1984) y también en la cobertura de los media de la guerra del Golfo Pérsico de 1991. A través
del capítulo no sólo enfatizamos en el contenido de estos relatos/historias, sino también en sus
mediaciones a través del género y, específicamente, a través de los significados cinematográficos y
televisivos de la manipulación del punto de vista, focalización, identificación.
El cuarto capítulo, “Tropos del imperio”, se concentra en las operaciones tropológicas del
eurocentrismo como sustrato figurativo dentro del discurso del imperio. Sugerimos que el discurso
eurocéntrico a menudo opera a través de metáforas, tropos y figuras como la animalización,
infantilización, y otras más. Aquí focalizamos específicamente la materialización en el cuerpo de tropos
sexuados y erotizados de las “tierras vírgenes” y continentes “oscuros”, o territorios “velados” y harems
imaginarios y fantasías de rapto y rescate. Estos topoi enclavados, sostenemos, transmiten actitudes
etnocéntricas hacia la tierra, la ecología, y las culturas no-europeas, y ejercitan una efectividad mundial
a través de discursos institucionales tales como los de la arqueología y el psicoanálisis.
El quinto capítulo, “Estereotipo, realismo y la lucha por la representación”, interviene en el
debate acerca del “realismo” y de las “imágenes positivas”, criticando fuertemente el campo
metodológico conocido como ”estudios de imagen”. (...) Aunque el tipo de trabajo que este campo
realiza ha sido fundamental para la movilización de la identidad y para la crítica de los media
dominantes, argüimos que es importante también moverse de los acercamientos basados en
“caracterizaciones” hacia métodos más multidimensionales, que tomen en cuenta temas como el
sistema institucional, las políticas del lenguaje y reparto, la mediación genérica y la variación cultural.

20 N. de T.: cf. con la noción de trasdisciplina trabajada por Aníbal Ford en “Los medios. Tráfico y accidentes
trasdisciplinarios”, en Navegaciones. Comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1994.
7
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

El sexto capítulo, “Etnicidades-en-relación”, argumenta a favor de un enfoque relacional de la


representación de los media, uno que opera dentro, entre y más allá del marco del estado-nación. Una
metodología relacional, argumentamos, permite la excavación de la presencia racial sumergida incluso
en las más ingenuas películas musicales de Hollywood, que no tematizan la raza per se. (...)
El séptimo capítulo, “Las películas tercermundistas”, discute el modo cinematográfico de narrar
la historia del colonialismo y del neocolonialismo del cine del Tercer Mundo. Aquí “mostramos”
películas específicas, a lo largo de los ‘60 y los ‘70, para dar cuenta de un espectro de estrategias
nacionalistas revolucionarias: “tercer cine”, “estéticas del hambre”, “alegorías del subdesarrollo”. Las
películas analizadas ejemplifican dos frentes de lucha para fundir la revisión historiográfica con la
innovación formal. (...)
El capítulo 8, “Estéticas de la resistencia”, focaliza los intentos de sintetizar políticas radicales
con estéticas alternativas, en un movimiento doble y complementario que incluye tanto la forma como
el contenido. (...) En lo que hemos llamado películas “post-tercermundistas”, las tradiciones culturales
“arcaicas” paramodernas, como la oralidad y el carnaval, se convierten en el trampolín de estéticas
modernizantes o posmodernizantes. En lugar de proponer una estética monolíticamente correcta, aquí
tomamos en cuenta una variada constelación de estrategias oposicionales, que, tomadas en conjunto,
tienen el potencial de revolucionar la producción audiovisual y la pedagogía.
El noveno y último capítulo, “Las políticas sobre multiculturalismo en la Era Postmoderna”,
teoriza acerca de la pedagogía de los media, su recepción y su expectación. Aquí examinamos los
temas concernientes a lo “políticamente correcto”, a la expectación [de los media] relacionada con los
cruces culturales, a las coaliciones intercomunales, y a las políticas sobre cultura popular en la Era
Postmoderna.(...)
Nuestro título, Despensando el eurocentrismo, tiene una doble acometida que estructura el
libro. En una mano, intentamos exponer que des-pensando, toma por descontado la calidad del
eurocentrismo como una corriente desconocida, una clase de mal hábito epistemológico, tanto en la
cultura mass-mediatizada como en la reflexión cultural acerca de la cultura. En este sentido, queremos
limpiar el cerebro colectivo de la “piedra en bruto” (rubble) del eurocentrismo. En la otra, queremos
“despensar” el discurso etnocéntrico, trascenderlo hacia una teoría y práctica relacional. (...) La crítica
eurocéntrica no es sólo políticamente retrógrada, como demostraremos, sino estéticamente anticuada,
chata e improvechosa. Existen muchas alternativas cognitivas, políticas y estéticas al eurocentrismo;
nuestra esperanza es definirlas e iluminarlas.
Despensando el eurocentrismo no es un libro políticamente correcto. La propia palabra
“corrección”, desde nuestra perspectiva, viene con mal olor. En una mano (la derecha), huele al libro
mayor de Crusoe, a manuales de etiqueta y modales de mesa, y también a los registros escritos de la
Inquisición y del Holocausto. En la otra mano (la izquierda), tiene el olor del purismo stalinista, ahora
transferido a un largo registro verbal. La frase “políticamente correcto” evoca no sólo la caricatura
neoconservadora del socialismo, del feminismo, de los gays y lesbianas y de las políticas
multiculturalistas, sino también una tendencia real dentro de la izquierda -de ahí su efectividad-.
Amplificando la asociación preexistente de la izquierda con la propia corrección moral y una
antisensualidad puritana, el ala derecha ha retratado toda la crítica politizada como el efluvio neurótico
de descontentos gemidos, el producto de una subcultura estirada de mórbido traspié culposo. Pero si
lo “políticamente correcto” evoca una austeridad predicante, falta de humor, la frase “cultura popular”
evoca un sentido del placer. Una cuestión fundamental en este libro es la siguiente: dado el
eclipsamiento de las metanarrativas revolucionarias en la Era Posmoderna ¿cómo criticamos los media
eurocéntricos dominantes al tiempo que arreamos sus innegables placeres? (...)
En congruencia con nuestro doble cometido, desplegamos la doble operación de crítica y
celebración, de desmantelamiento y reconstrucción, de criticar las tendencias eurocéntricas dentro del
discurso dominante al mismo tiempo que celebramos la utópica transgresión de los textos y prácticas
multiculturales. No queremos significar con “utopía” el sentido científico de heliografía utópica o de
metanarrativas del progreso totalizadoras, sino en el de “utopías críticas”, las que procuran lo que Tom
Moylan llamó “sediciosa expresión de cambio social” ejercida en “un proceso permanentemente abierto

8
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.
21
de percepción de lo que todavía no es” . Antes que construir una noción purista de textos correctos o
de inmaculados sitios de resistencia, propondríamos una actitud de predación positiva que capte los
potenciales estéticos y pedagógicos en una amplia variedad de prácticas culturales, encontrando en
ellas las semillas de subversión que pueden “germinar” en otro contexto. Lejos de involucrarnos en una
crítica moralista y balandrona, nuestro deseo es exponer las exuberantes posibilidades abiertas por el
multiculturalismo crítico y policéntrico.

21 Tom Moylan, Demand the Impossible: Science Fiction an the Utopian Imagination, New York, Methuen, 1986,
p. 213.
9
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Capítulo 4. “Tropos del Imperio”

1 2 3
Dentro del discurso colonialista, metáforas , tropos y motivos alegóricos juegan un rol
constitutivo en la “(con)figuración” de la superioridad europea. Según Hayden White, los tropos son “el
4
alma del discurso”, el mecanismo sin el cual el discurso “no puede hacer su trabajo ni lograr su fin” .
Aunque los tropos pueden ser represivos, un mecanismo de defensa contra el significado literal,
también constituyen un lugar contestatario: cada uno está abierto a la perpetuación, al rechazo o a la
5
subversión . La idea de raza, por ejemplo, se puede ver menos como una realidad que como un tropo:
un tropo de diferencia, como Henry Louis Gates Jr. ha apuntado. Además de la asociación de “raza”
con las metáforas del pedigree y de la crianza de caballos, la “raza” también aparece bajo la forma de
6
tropos a través de la exageración esquemática : la gente no es literalmente negra, roja, blanca o
amarilla, sino que muestra un amplio espectro de tonos matizados, lo que no previno a Hollywood
contra pintar actrices con maquillaje rojo (por ejemplo, Sarita Montiel en Run of the Arrow (1957)) de
acuerdo con las convenciones raciales. También la noción de que los colores son claramente
distintivos es en sí misma un tropo; de hecho, algunos “negros” son más claros que algunos “blancos”.
Un tropo afín es la noción de “sangre” racial, la cual ha servido históricamente para significar filiación
religiosa (“sangre judía”), pertenencia de clase (“sangre azul”), pertenencia nacional (“sangre
alemana”), y raza (“sangre negra”). Incluso, la naturaleza tropizada de la “sangre” no impidió la
segregación del plasma sanguíneo “negro” del plasma sanguíneo “blanco” por parte de la armada de
los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. (...) a pesar de su naturaleza cuasi-ficcional,
los tropos raciales ejercen una efectividad real en el mundo.
De este modo, las operaciones tropológicas conforman una clase de sustrato figurativo dentro
del discurso del imperio. Uno de los tropos colonialistas clave fue el de la “animalización”. Éste fue
enraizado en una tradición religiosa y filosófica que dibujó claros límites entre lo animal y lo humano,
donde todas las características del ser, similares a las de los animales, debían ser suprimidas. El
discurso colonizador, según Fanon, siempre recurre a lo bestial. El discurso colonialista/racista
subyuga lo colonizado como a bestias salvajes de irrefrenable libidinosidad, que no tienen vestimenta
apropiada y que viven en chozas de barro que parecen nidos y cuevas. Un zeugma colonial bromeaba
7
“salvajes y animales silvestres” , como si se tratara de fieras criaturas diseminadas sobre “tierras
vacías”. El presidente [de los Estados Unidos de América] Andrew Jackson urgió a sus tropas a

1 N. de T.: La metáfora es una figura retórica que afecta el nivel léxico-semántico de la lengua y que se
presenta como una comparación abreviada y elíptica. Se considerado fundada en una relación de semejanza
entre los significados de las palabras que en ella participan, a pesar de que asocia términos que se refieren a
aspectos de la realidad que habitualmente no se vinculan. En esta figura se manifiesta la identidad parcial de
dos significados, paralelamente a la no identidad de los dos significantes correspondientes. Según Jakobson,
existen dos mecanismos complementarios que permiten organizar el lenguaje: el metonímico (las relaciones
de contiguidad) y el metafórico (las de similaridad).
2 N. de T.: Los tropos son figuras retóricas que alteran el significado (en el sentido saussureano) de las
expresiones, por lo que afectan el nivel semántico de la lengua, ya sea que involucren palabras (como la
metáfora, la metonimia, etc.) u oraciones (como la ironía, la paradoja, etc.).
3 N. de T.: La alegoría es una relación metafórica que no tiene un referente real y/o concreto. Por ejemplo, un
esqueleto con guadaña es una alegoría de la muerte.
4 Hayden White, Tropics of Discourse, Baltimore, John Hopkins University Press, 1978, p. 2.
5 Para la perspectiva de los tropos como represivos, véase Harold Bloom, A Map of Misreading, New York,
Oxford University Press, 1975, p. 91.
6 N. de T.: Esta exageración se puede entender como una hipérbole. La hipérbole es un tropo que se define
como la exageración retórica que consiste en subrayar lo que se dice al ponderarlo con la clara intención de
trascender lo verosímil.
7 N. de T.: el zeugma es un recurso retórico que consiste en una variedad de elipsis. En este caso, se trata de
la elisión de “animales” para el primer término de la conjunción (”salvajes”), el cual se utiliza para referirse a
los hombres. Esta frase, en tanto zeugma, se debería entender como “animales salvajes (hombres) y
animales silvestres (animales)”.
10
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.
8
desenraizar a los indios de sus “antros” y a matar a sus “mujeres y cachorros“ . En la propaganda nazi,
los judíos eran descriptos y visualizados como bichos. La racialización del poderoso mito de la “cadena
del ser” les permitió a los científicos buscar el “eslabón perdido” entre el animal considerado como el
9
más alto, el simio, y el hombre conceptualizado como el más bajo, el negro. Finalmente, la metáfora
del darwinismo social de la “supervivencia del más apto” transfiere la noción zoológica hacia los
dominios de clase, género y raza. El tropo de la animalización, subrepticiamente, incursiona en el
discurso actual de los media, influenciando actitudes hacia los pobres y los homeless, muchos de ellos
gente de color, “incapaces” para sobrevivir y que, por lo tanto, merecen la lastimosa vida de
“miserables que son pobres y están desnudos”.
La animalización forma parte del gran y más difuso mecanismo de naturalización: la reducción
de lo cultural a lo biológico, la tendencia de asociar lo colonizado con lo vegetativo y lo instintivo más
que con lo aprendido y lo cultural. “El hombre se convierte en hombre en oposición a la naturaleza”,
como dijo James Snead, y “el negro representa al hombre natural en todo su salvajismo e
10
indocilidad” . Los pueblos colonizados son proyectados como cuerpo y no como mente; mucho del
mundo colonizado fue visto como material crudo más que como actividad mental y manufactura. Los
11
tropos colonialistas y los topoi del discurso colonialista también muestran especificidades regionales.
Asocian Latinoamérica, y especialmente las mujeres latinoamericanas, con epítetos verbales que
evocan el calor tropical, la violencia, la pasión y el sabor [de la vida]. Así, Lupe Vélez se convirtió en la
“Furia Mejicana”, Acquanetta en el “Volcán Venezolano”, Olga San Juan en el “Pimentero
Puertorriqueño”, Marie Antoinette-Pons en el “Huracán Cubano”. El discurso colonialista es proteico,
múltiple, ya que adopta retóricas diversas e incluso contradictorias. Varía con la región, con el periodo
histórico y con las necesidades ideológicas del momento. Puede condenar el mundo árabe por vestirse
de más (el velo) y al mundo indígena por vestirse de menos (nudismo). Puede proyectar África como
hipermasculina, grande corporalmente, e incapaz de abstracción, mientras proyecta Asia como
somnolienta, femenina y abstracta por encima de todo. África puede ser un niño y Asia un anciano
encogido, pero Europa siempre mantiene una ventaja relacional. Tanto Asia como África son vistas
como constitutivamente deficientes, mientras que Europa siempre guarda su lugar en el tope de la
jerarquía de valores escalonados.
El tropo de la infantilización, mientras tanto, proyecta lo colonizado materializando
corporalmente una etapa temprana del ser humano o del desarrollo cultural. Renán habla acerca de “la
12
permanente infancia de las razas no perfectibles” . Los científicos racistas intentaron “probar” que los
13
adultos negros eran anatómica e intelectualmente idénticos a los niños blancos . Los negros que
entran en contacto con los blancos, afirma una novela belga de 1868, “pierden su carácter bárbaro y
sólo retienen las cualidades infantiles de los habitantes del bosque”14. El hábito racista de llamar
“niños” a los hombres colonizados, tanto como el tic discursivo por el cual algunas altas burguesías
utilizan el habla de los niños cuando se dirigen a la gente negra, son la marca lingüística de esa actitud
[de infantilización]. “¿Quién es el muchacho que toca el piano?” le pregunta Bergman a Bogart en
Casablanca (1942), refiriéndose a Doodley Wilson, un adulto negro. La poderosa chica-niña Shirley
Temple que ejercía su liderazgo sobre el adulto Bill Robinson en The Littlest Rebel (1935) ofrece la
puesta en escena cinematográfica de este tropo. (...) Para los americanos nativos, el tropo de la
infantilización toma una forma de estatuto: ellos presumen que la naturaleza infantil los hace “menores

8 Apuntado en David A. Stannard, American Holocaust: Columbus and the Conquest of the New World, New
York, Oxford University Press, 1992.
9 Véase George L. Mosse, Toward the Final Solution: a History of European Racism, London, Dent, 1978.
10 James Snead, “Repitition as a Figure of Black Culture”, en Russell Ferguson, Martha Gever, Trin T. Minh Ha y
Cornell West (eds.), Out There: Marginalization and Contemporary Cultures, Cambridge, MIT Press, 1990.
11 N. de T.: Los topoi (su singular es topos) conforman las tópicas, es decir, los lugares comunes de los
discursos y los lugares específicos de los campos discursivos asociados con las prácticas sociales. En
general, constituyen categorías de la argumentación.
12 Ernst Renán, The Future of Sciences, Boston, Roberts Roberts, 1891, p. 153.
13 Cf. Stephen Jay Gold, The Mismeasure of Man, New York, W. W. Norton, 1981, p. 40.
14 Citado por Jan Pieterse, White on Black: Images of Africa and Blacks in Western Popular Culture, New
Haven, Yale University Press, 1992, p. 89.
11
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

en tutela del Estado”. A los “indios” brasileños no les fue permitido hacer de sí mismos en las películas
a causa de su estatus legal como menores, y fue sólo en 1988 que la nueva constitución brasileña
reconoció a la gente indígena como ciudadanos adultos. El tropo de la infantilización afirma también la
inmadurez política de los pueblos colonizados o antiguamente colonizados, vistos como Calibán,
sufriendo por lo que Octavio Mannoni llamó el “complejo de Próspero”15, esto es, una dependencia
innata del liderazgo de los europeos blancos. La sesión del Congreso Negro en The Birth of a Nation
(1915), donde los legisladores negros descalzos mordisquean ávidamente patas de pollo y beben
whisky a grandes tragos, proyecta una imagen de inmadurez política de los negros. Además, el ruego
de los blancos a los activistas negros de derechos civiles de que sean “pacientes”, mientras decrece la
crueldad racista, fue secretamente sentado como premisa sobre la misma idea de una falta de
“madurez” para la igualdad. La ideología in loco parentis del gradualismo paternalista asumió la
necesidad de un administrador blanco. Como un sinónimo diplomático para “infantil”, términos como
“subdesarrollado” proyectan el tropo de la infantilización a una escala global. El Tercer Mundo
vacilante, aun cuando es el producto de cientos de años de civilización, no está preparado aún para
controlar su cuerpo/psique, y por esto necesita una mano guía de sociedades más adultas y
16
avanzadas, que los introduzca suavemente en los tiempos modernos .
El trabajo en algunos de estos tropos constriñe binarismos: orden/caos, actividad/pasividad,
estatismo/movimiento. Los tropos espaciales como alto/bajo recaen en jerarquías simbólicas que,
simultáneamente, involucran clase (la “clase baja”), estéticas (“alta” cultura), el cuerpo (las “zonas
17
bajas”), la zoología (especies “bajas”), y la mente (las facultades “altas y bajas” ). Otro tropo espacial
propone la vida europea como central y la no-europea como periférica, cuando, de hecho, el mundo
está multicentrado; la vida es vivida centralmente en todos lados. Las nociones de fondo y superficie
hacen a la cultura europea profunda y a la no-europea, superficial, ya sea a causa de ser ésta última
excesivamente lúdrica o por estar empantanada en la brutal lucha por la subsistencia. Finalmente, el
tropo de luz/oscuridad, implícito en el ideal iluminista de la claridad de la razón, percibe a los mundos
no-europeos como menos luminosos, de donde surge la noción de África como el continente
negro/oscuro y de los asiáticos como “gente crepuscular”. Los tempranos maniqueísmos religiosos de
dios y demonio se transmutaron en el binarismo filosófico de racionalidad/luz versus
irracionalidad/oscuridad. El tener punto de vista y visión [es decir, racionalidad y luz] son atribuidos a
Europa, mientras que los “otros” son vistos viviendo en la “oscuridad”, ciegos al conocimiento moral.
Las jerarquías de color, de complexión, e inclusive de clima, emergen privilegiando el par luz/día sobre
oscuridad/noche y la piel clara sobre la piel oscura. De algún modo contradictoriamente, no es el cielo
18
limpio del Mediterráneo sino el del nublado y frío Norte el que da forma al locus de la racionalidad y
moralidad, mientras la jungla y lo silvestre son proyectados como sitios confusos por los impulsos
violentos y la sensualidad anárquica. Y todos estos binarismos se configuran sobre otros: cuerdo/loco,
puro/impuro, razonable/histérico, sano/enfermo.
Las metáforas, en suma, juegan un rol crucial aunque contradictorio en la construcción de las
jerarquías eurocéntricas. Nuestro punto aquí será la constelación específica de tropos de género
(gender) que relacionan lo colonizado con las geografías erotizadas de la “tierra virgen”, con el

15 N. de T.: Calibán y Próspero son personajes de La Tempestad de William Shakespeare. En dicha obra,
Próspero, Duque de Milán exiliado en una isla lejos de Europa, esclaviza a Calibán, hijo de una bruja y un
demonio.
16 Dentro de la cosmología de postguerra, ha sugerido Carl Pletsch, las naciones del Primer Mundo han sido
vistas como las más desarrolladas porque tienen una forma concordante con el conocimiento científico,
racional; las naciones del Segundo Mundo han sido vistas como desarrolladas, pero retraídas por la ideología
socialista; y las del Tercer Mundo ha sido vistas como “en desarrollo”. Véase Carl Pletsch, “The Three Worlds,
or the Divition of Social Scientific Labor, circa 1950-1970”, en Comparative Studies in Society and History, Vol.
XXIII, No. 4 (1981), pp. 565-90.
17 N. de T.: se debe notar que, en cuanto a las facultades mentales, en castellano no usamos las categorías de
“altas” o “bajas”, sino que podemos referirnos a “facultades superiores” y “facultades perceptiles”, por lo que ni
siquiera se conserva el binarismo.
18 N. de T.: El locus (su plural es loci) es una tematización, y, por lo tanto, es un caso encuadrable en la tópica.
Por ejemplo, el locus amoenus tematiza el paraíso o el jardín paradisíaco.
12
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

imaginario proyectado sobre los “continentes oscuros”, con los territorios exóticamente velados, y con
las fantasías simbólicas de rapto y rescate.

Adanes en la tierra virgen

La “misión civilizadora” de Europa se ha entretejido siempre oponiendo entrelazadamente las


19
narrativas de la penetración del Oeste que invitan al paisaje virginal y las de la resistencia a la
naturaleza libidinosa. Samuel Eliot Morison, por ejemplo, en Admiral of the Ocean Sea (1942) narra la
conquista de América con un lenguaje sexual: “Nunca otra vez algún mortal esperará capturar lo
amenazante, lo maravilloso, la delicia de esos días de octubre de 1492, cuando el Nuevo Mundo
gritaba graciosamente su virginidad a los conquistadores castellanos”20.(...) La temprana exaltación del
paraíso del Nuevo Mundo creció gradualmente alrededor de la figura idealizada del pionero. La
exaltación del jardín -el clásico locus amoenus apreciado por los escritores europeos- abrió el camino
para la exaltación del cultivador. Con esta importante adición, la metáfora del jardín evocó el
21
crecimiento, el incremento, el cultivo y la dichosa labor agricultora , e implica que la tierra, prioridad
para la penetración del Oeste, estaba vacía (como si los nativos fueran tabula rasa), incultivada,
indómita, sin un dueño legítimo (esto es, sin pobladores europeos). Dentro de este gran topos, tropos
subliminalmente sexuales, como el de “conquistar la desolación” y el de “fecundar lo salvaje”,
adquieren heroicas resonancias en la fertilización de las tierras estériles del Oeste. Como Said sugiere
en relación con el Oriente, el retrato metafórico de la tierra (no-europea), que espera modestamente el
toque del colonizador, implica que los continentes no-europeos se podrían sólo beneficiar con la praxis
colonial. (...)
El héroe americano, como señala R. W. B. Lewis, fue celebrado como un Adán prelapsario, un
Nuevo Hombre emancipado de su historia (esto es, de la historia europea) ante quien todo el mundo y
22
el tiempo permanecen accesibles . El Adán americano (sin una Eva, sino el hombre blanco solitario
contemplando el poniente) era un demiurgo verbal bendecido con la divina prerrogativa de denominar.
Él era también fundamentalmente inocente. Semejante narrativa claramente entrecruza los discursos
colonial y patriarcal.(...) Denominar juega un rol crucial en la historia colonial; así, el “descubridor” daba
nombres a los lugares como marca de posesión (“América”, celebrando a Américo Vespucio) o como
índices de la perspectiva europea (“Medio Oriente”, “Lejano Oriente”). El colonialismo delimitó lugares
“periféricos” y sus habitantes por sus nombres indígenas “impronunciables” y los categorizó con
nombres que los marcaban como propiedad colonial. A veces los nombres mismos era degradantes o
el producto del desconocimiento europeo. Por ejemplo, la provincia mexicana ahora llamada “Yucatán”
(en maya, “no sabemos de qué están hablando”) tuvo su nombre cuando los españoles confundieron la
expresión de azoramiento de la gente local con el nombre del lugar. (...)
La noción del Adán americano oscureció el hecho de que ya había mucha gente en el Nuevo
Mundo cuando los pobladores arribaron (estimaciones cautas sugieren una población de

19 Cf. la noción de feminización del Oriente que propone Edward Said en Orientalism, New York, Vintage, 1978.;
cf. también Francis Barker, Peter Hulme, Margaret Iversen y Diana Loxley (eds.), Europe and Its Others, Vols.
1 y 2, Colchester, University of Essex, 1985, especialmente Peter Hulme, “Polytropic Man: Tropes of Sexuality
and Mobility in Early Colonial Discourse” (en Vol. 2) y Jose Rabasa, “Allegories of the Atlas” (en Vol. 2).
20 Samuel Eliot Morison, Admiral of the Ocean Sea, Vol. I, Boston, Little, Brown, 1942, p.308.
21 Cf. Henry Nash Smith, Virgin Land: The American West as Symbol and Myth, Cambridge, Harvard University
Press, 1950. Para la ideología expansionista norteamericana del siglo XIX, véase Richard Slotkin, The Fatal
Enviroment: The Myth of the Frontier in the Age of Industrialization, 1800-1890, Middletown, Wesleyan
University Press, 1985.
22 R. W. B. Lewis, The American Adam: Innocens, Tragedy, and Tradition in the Nineteen Century, Chicago,
University of Chicago Press, 1959. Hans Blumenberg, interesantemente, apunta en relación con Francis
Bacon, que la restitución del paraíso, como meta de la historia, supuestamente prometía una mágica
destreza: el conocimiento de la naturaleza, según él, está conectado a su definición de la condición
paradisíaca de gobernar los significados del mundo. Véase Blumemberg, The Legitimacy of the Modern Age,
Cambridge, MIT Press, 1983.
13
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.
23
aproximadamente 75 millones ), y también que los pobladores apenas si habían perdido su bagaje
cultural del Viejo Mundo, profundamente arraigado. (...) El tropo de lo “virgen” todavía informa el
discurso contemporáneo. La selva amazónica, interrelacionada con culturas humanas por milenios (...),
es todavía referida como selva “virgen” por los periodistas, incluyendo a los ecologistas, en una
variación romántica del tropo24. También, los científicos modernos se refieren a las epidemias
introducidas dentro de comunidades sin inmunidad como “epidemias de suelo virgen”25. (...)
[En cuanto al tratamiento de los tropos sexuales], las representaciones europeas
decimonónicas de las civilizaciones antiguas, estimuladas por los descubrimientos arqueológicos,
utilizaban tropos sexuales para proyectar el presente imperialista sobre los encuentros pasados entre
Oriente y Occidente (...). [Por ejemplo], en Cleopatra (1934) de Cecil B. de Mille el Oriente se proyecta
como femenino. En Intolerance, Babilonia significa exceso sexual, construida a partir de la descripción
de la ciudad en el Libro de la Revelación como “la madre de las prostitutas y de las abominaciones de
26
la Tierra” . La Cleopatra de de Mille articula esta visión mostrando a la sexualmente manipuladora
Cleopatra vestida como “Egipto” y presentando al Oriente como la escena de los deleites carnales. (...)
En este sentido, el cine desempeña un rol historiográfico y antropológico, escribiendo (a través
de la cámara) las culturas de “otros”. La inclinación de las películas mudas por los significantes
grafológicos como los jeroglíficos (en diversas versiones de Cleopatra), como la escritura hebrea
(Intolerance) o las páginas de un libro abierto (como en “The Book of Intolerance”), pone a Hollywood
en el rol de archivista e historiador.(...) La relación entre un arte nuevo con los tiempos antiguos y los
lugares “exóticos” le ha conferido poderes cuasi-arqueológicos, resucitando civilizaciones olvidadas,
tanto para la pantalla como para la arquitectura (...). No hay retratos de la colonización contemporánea
de Arabia ni de sus luchas nacionalistas. Las películas definen a Oriente como anciano y misterioso,
abreviado en una iconografía de papiro, esfinges y momias, cuya existencia y revivificación depende de
la “mirada” revivificadora y de la “lectura” del occidental. El rescate putativo del pasado, en otras
palabras, suprime el presente y, por lo tanto, legitima por default la disponibilidad del espacio oriental
para las maniobras geopolíticas occidentales.

Mapeando la terra incognita

A la manera de la historiografía occidental, el cine eurocéntrico narra la penetración en el Tercer


Mundo a través de la figura del “descubridor”. En la mayoría de las películas occidentales sobre las
colonias, como A Bird of Paradise (1932), Wee Willie Winkie (1937), Black Narcissus (1947), The King
and I (1956) y Lawrence of Arabia (1962), el estatus del héroe se transmuta en el del viajero (a
menudo un científico) quien domina una nueva tierra y sus tesoros cuyo valor habían desaprovechado
los residentes “primitivos”. Esta construcción de la conciencia del “valor” como un pretexto para
adueñarse (en sentido capitalista) es lo que legitima el acto de apropiación del colonizador. En
Lawrence of Arabia y en la serie de Indiana Jones de los ‘80, la cámara repite el movimiento dinámico
del héroe a través de un espacio pasivo y estático, delimitando gradualmente la tierra de sus “enigmas”
y semejando un espectador que gana acceso visual a los tesoros orientales a través de los ojos del
protagonista/explorador. (...)
El aura de la cientificidad ha inscripto imágenes de mapas y de globos y también ha ayudado a
legitimar las narrativas coloniales sobre las islas con tesoros. Fue durante el Renacimiento que Europa
tuvo la habilidad para hacer un mapa que insinuaba gráficamente el dominio potencial del continente
sobre el globo. El crecimiento de las ciencias geográficas inspiró numerosas narrativas sobre el
mapeado de nuevas regiones. La inscripción cartográfica europea, sirviéndose del dibujo del compás

23 Para la estimación de la población, véase Russel Thornton, American Indian Holocaust and Survival: A
Population History since 1492, Norman, University of Oklahoma, 1987, pp. 22-25.
24 Véase “Complex Farming Found in Amazon”, New York Times (april 3, 1990), p. C12.
25 Alfred W. Crosby, “Virgin Soil Epidemics as a Factor in the Aboriginal Depopulation in America”, William and
Mary Quaterly, Third Series, No. 33 (1976), pp. 289-99.
26 N. de T.: se refiere al versículo 17.5 del Apocalipsis (último libro del Nuevo Testamento de la Santa Biblia).
14
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

para arrogarse para siempre la autoridad científica, determinó el estatus y la significación de los
lugares. (...) Un mapa de América de 1586 titulado “Terra Septemtrionalis Incognita” cartográficamente
“escribe“ la historia del “descubrimiento” de 1492. Allí hay un barco zarpando y, arriba de todo, está
Colón y su encuentro con hombres desnudos, en su mayoría “nativas”. Abajo, se puede leer una frase
en latín: “America annos Dm 1492 a Christophoro Colombo nomine Regis Castello primum detecta”
(“Cristóbal Colón quien en el año 1492 fue el primero que encontró América en el nombre del Rey de
Castilla”). De izquierda a derecha, se presenta una secuencia desde el descubrimiento, en el lado
izquierdo, hasta la realización del mapa, en el derecho. Cartográficamente, en otras palabras, es
contextualizado como un producto de descubrimientos heroicos y de descubrimientos científicos. La
narrativa de la dominación es metaforizada, finalmente, a través de los cuerpos desnudados de los
“nativos” que ocupan el espacio detrás de Colón. (...)

Excavando el continente oscuro

La etnografía hollywoodense ha establecido premisas acerca de la capacidad del cine de iniciar


al espectador occidental en una cultura desconocida. Esta premisa opera incluso cuando el set de
filmación de tierras exóticas y tiempos antiguos no tiene caracteres occidentales, por ejemplo, las
secciones babilónicas de Intolerance, The Thief of Baghdad (1924), y Kismet (1944), donde los héroes
y las heroínas orientales están representados por actores blancos. Las películas orientalistas invitan al
espectador a un tour temporal y espacial de cultura preservada en celuloide, celebrando,
implícitamente, la capacidad del cine de promover un espectáculo panorámico y un voyeurismo
temporal. (...) la captura cinematográfica de lo desconocido ha creado el locus de lo popular como
antropologizable y arqueologizable.
El retrato de una región “Tercer Mundo” como subdesarrollada es a menudo reforzado por el
reduccionismo topográfico que configura a Oriente como desértico y, metafóricamente, como triste. El
desierto, un frecuente motivo verbal y visual en las películas orientalistas, conforma un telón de fondo
atemporal cuya historia está agotada. Mientras los árabes en Lawrence of Arabia, Exodus (1960) y
Raiders of the Lost Ark son asociados con el subdesarrollo, los occidentales lo son con los pioneros
productivos, creativos, con la redención masculina de la naturaleza salvaje. Una polaridad geográfico-
simbólica, culturalmente sobredeterminada, sobre un eje doble Este/Oeste y Norte/Sur, conforma las
películas colonialistas. Como si se produjera una reversión de las teorías climáticas deterministas,
como la de Madame de Staël o como la de Hippolyte Taine, el cine eurocéntrico ha dado forma a una
ecología visual del “Este” y/o del “Sur” de primitivismo irracional e instintos peligrosos. La tierra estéril y
las arenas resplandecientes metaforizan las pasiones “calientes” no censuradas y expuestas del
Oriente: dicho brevemente, el mundo que no tiene control de sí mismo. (...)
Por otra parte, el rol de África en la escritura anticolonial ilumina las metáforas de luz/oscuridad
y los tropos del descubrimiento. Según Aimé Césaire y Fanon, así como según Marcus Garvey y
Malcom X, África no es “oscura” sino más bien la fuente de “iluminación”, particularmente para su
diáspora. El (re)descubrimiento de África por los intelectuales de la diáspora africana, desde el
movimiento de la negritud, siempre revirtió las nociones de descubrimiento europeo y burla colonial.
(...)

15
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

La fantasía del rapto y del rescate

El topos del rescate es un lugar crucial en la batalla sobre la representación en el discurso


colonial. El imaginario occidental no sólo ha rendido metafóricamente a la tierra colonizada como a una
mujer que debe ser salvada de un desorden ambiental y mental, sino que también ha dado
prominencia a las narrativas más literales del rescate, específicamente de las mujeres occidentales y
no occidentales del rapto de los árabes polígamos, los negros libidinosos y los machos latinos. Muchas
películas -The Birth of the Nation (1915), The last of the Mohicans (1920), Drums along the Mohawk
(1939), Searchers (1956)- han perpetuado el tropo del rapto y el rescate, en el cual unas virginales
mujeres blancas, y a veces mujeres oscuras, son rescatadas de hombres oscuros. La figura del raptor
oscuro, como la del caníbal africano, cataliza el rol narrativo del liberador occidental como integrante de
la fantasía colonial del rescate. En el caso del Oriente, lleva también melodías teológicas de la
inferioridad del mundo islámico poligámico frente al mundo cristiano, reducido al predicador célibe o a
la pareja monogámica.
En las jerarquías sexuales cromáticas de las narrativas colonialistas, los hombres y mujeres
blancos ocupan el centro de la narrativa, donde la mujer blanca es el objeto del deseo tanto de los
protagonistas como de los antagonistas masculinos. Las mujeres del Tercer Mundo -cuando no son
solamente souvenirs eróticos de las tierras vírgenes- son marginadas, apareciendo como subalternas
sexualmente hambrientas. En una escena de The Sheik (1921), las mujeres árabes -algunas de ellas,
negras- literalmente luchan por su hombre árabe. Mientras que la mujer blanca representa la tentación,
hecha cautiva, virtualmente raptada para despertar su deseo reprimido, las mujeres
árabes/negras/latinas son impulsadas por una libido extendida. (...)
Afirmar la esclavización de la mujer por los hombres polígamos y oscuros se convierte en
especialmente irónico cuando recordamos la histórica sujeción a la esclavitud de las mujeres afro-
27
americanas por el comportamiento polígamo de los hombres blancos dueños de esclavos . (...) Las
imágenes de las mujeres negras/árabes “ardientes” versus las mujeres blancas “frígidas” eliden
míticamente la historia de la subordinación de las mujeres del Tercer Mundo por los hombres del
Primer Mundo. La dicotomía ardor/frigidez implica tres axiomas interdependientes dentro de la política
sexual del discurso colonialista: primero, la interacción sexual de los hombres negros/árabes con las
mujeres blancas puede sólo involucrar el rapto (a partir de que las mujeres blancas no pueden desear
a los hombres negros o árabes); segundo, la interacción sexual de los hombres blancos y las mujeres
negras o árabes no puede involucrar el rapto (ya que las mujeres negras o árabes están envueltas
perpetuamente en el caliente deseo por el amo blanco); y tercero, la interacción entre los hombres
negros o árabes y las mujeres negras/árabes tampoco puede involucrar el rapto, puesto que ambos
están permanentemente ardiendo de deseos. Fue esta combinatoria racista la que generó la (nunca
explícita) racionalidad de la castración y el linchamiento de los hombres afro-americanos, pensados
como amenazas para las mujeres blancas, y la inmunidad de los hombres blancos para raptar a las
mujeres afro-americanas. La negación de cualquier interrelación erótica entre los europeos y los no-
europeos ha tenido la gran ventaja [obviamente, para los europeos] de mantener el mito de la “pureza”
racial de Occidente. (...)
El exotizar y el erotizar el Tercer Mundo le permitió a la imaginería imperial desarrollar sus
propias fantasías de dominación sexual. (...) Aún cuando no involucrara rapto, la interacción erótica en
las películas anteriores a los ‘60 estuvo severamente limitada por los códigos del apartheid racial. El
mismo Hollywood que pudo proyectar historias de “amor mezclado” entre angloamericanos y latinos,
asiáticos o árabes -preferiblemente encarnados por actores euro-americanos (Valentino en The Sheik;
Dorothy Lamour en The Road to Morocco (1942); Maureen O’Hara en They met in Argentina (1941); o
Yul Brynner en The King and I)- se mostró más inhibido en relación con los compañeros sexuales
africanos y nativo-americanos. (...)

27 Louise Picquet, Louisa Picquet, the Octoroon: or, Inside Vieus of Southern Domestic Life, New York, the
author, 1860, pp. 50-52, citado en Manning Marable, How Capitalism Underdevelopment Black America,
Boston, South End Press,1983, p.75.
16
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Los intelectuales anticolonialistas también han desarrollado narrativas de rapto y rescate. Tanto
Césaire como Fanon invierten el paradigma colonial, comparando el colonialismo mismo con el rapto y
el saqueo. Fanon ha condensado los horrores del colonialismo a través de imágenes incendiarias de
brutalidad hacia las mujeres colonizadas, que cargan el peso de representar el cuerpo de la nación:
“arrestada, torturada, raptada, víctima de las balas, [la mujer algeriana] testifica la violencia del
ocupante y su inhumanidad”28. (...)
La construcción “tercermundista” de lo “nacional” desvía y subvierte la perspectiva colonial:
mientras que el discurso colonialista se repliega en un lenguaje sexual para articular su noción de
progreso, la crítica anticolonial llama la atención acerca de la historia elidida del rapto de las mujeres
del Tercer Mundo. Aún cuando afirman la nación como un cielo para “nuestras” mujeres, el
anticolonialismo también adhiere a la fantasía masculina del rescate.

El imaginario del harem

Como la antropología voyeurística y la literatura moralista del viaje, el cine dominante proyecta
una puritana obsesión con la sexualidad. (...)
En el discurso orientalista, la abundancia material, el producto de las empresas imperiales,
funciona como parte de la utopía genérica del musical, constituida en sí misma como una proyección
(masculina) de la abundancia, de lo que es deseado y ausente dentro del status quo socio-político. Las
imágenes del harem ofrecen un “ábrete Sésamo” a un alucinante y atormentante mundo prohibido,
visto como infinitamente deseable por el instinto primitivo presumiblemente innato de todos los
hombres. En Kismet (1955), por ejemplo, el ingenio panóptico del amo del harem le permite mirar a
todas sus mujeres sin el conocimiento de éstas. Autorizando una entrada voyeurística en un espacio
29
privado inaccesible, el sueño del harem refleja una utopía masculina de sexual omnipotencia . (...)
El topos del harem en la cultura popular contemporánea se asemeja, por supuesto, a la larga
historia de las fantasías orientalistas. En realidad, los viajeros occidentales han tenido poco acceso a
los harems; de hecho, la etimología árabe de la palabra “harem” (harim) se refiere a algo “prohibido” y
“sagrado”. Mientras los textos occidentales delinean la vida del harem con la precisión de una
30
confidencia, las pinturas de estudio de los orientalistas europeos (por ejemplo, El baño turco de
Ingres de 1862) son pintadas sin visitar el Oriente. (...)
El discurso eurocéntrico ha definido el harem simplemente como un espacio dominado por el
hombre, un signo de “despotismo” oriental, mientras otras perspectivas han enfatizado el harem como
sitio privilegiado de la interacción femenina e incluso de la fantasía sáfica. (...) Relatos históricos de
mujeres del “Medio Oriente” testifican la existencia de un sistema que permitía a la mujer el acceso a
otras mujeres, proveyendo un lugar para el intercambio de ideas e información al resguardo de los
oídos y la vista del hombre. (...)

La odisea del desierto

Aunque la narrativa imperial es masculina, el rol ambiguo de los personajes femeninos


europeos, como en el caso del harem, complican el análisis. Aquí la intersección de los discursos
colonial y de género produce un cambio de modo tal que asumen temas contradictorios. Ya sea como
viajante, como pobladora, enfermera o científica, el personaje de la mujer occidental puede
simultáneamente constituir el “centro“ y la “periferia”, la identidad y la alteridad. En las narrativas
imperiales, para ir aún más lejos, una mujer occidental puede estar subordinada a un hombre

28 Frantz Fanon, Dying Colonialism, New York, Grove Press, 1967, p. 66.
29 8½ de Fellini, mientras tanto, ridiculiza el harem de los protagonistas, al estilo del harem del rey Salomón,
como si fuera una amplificación de la poligamia actual vivida por el protagonista.
30 N. de T.: El sintagma “pintura de estudio” hace referencia a la obra que se produce por entero en el atelier del
pintor.
17
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

occidental, y aún así, ejercer dominación sobre las mujeres y hombres no occidentales. (...) En muchas
películas, las mujeres coloniales se convierten en instrumento de la visión de los hombres blancos, y
les es concedida una mirada más poderosa que la de los hombres y las mujeres no occidentales. Esta
efímera superioridad concedida a la mujer europea en el contexto colonial está ejemplificada en The
Sheik. (...) [Así,] temporariamente se convierte en delegada solitaria de la civilización occidental. (...)
El discurso colonialista acerca del género tiene a las mujeres occidentales ocupando una
posición de relativo poder, en la superficie del texto, pero sólo como portadoras de una mirada más
colonial que sexual. Contemporáneamente, los media ocasionalmente toman este topos colonial, como
cuando la publicidad, filmada en locaciones de África, para el perfume “Safari” de Ralph Laurent suma
atracción a la libertad de las mujeres de clase alta de viajar y “realizarse” a sí mismas. (...) Estas
contradicciones entre las jerarquías racial y sexual se acentúan en las recientes películas liberales que
muestran nostalgia por el imperio, exponiendo protagonistas femeninas aventureras y
presumiblemente apelando a una audiencia feminista, mientras siguen reproduciendo la narrativa
colonialista y las convenciones cinematográficas. La desexualización del “buen” sirviente africano o
indio en Gorillas in the Mist (1989), A passage to India (1984) y Out of Africa no es diferente de la
desexualización de las sirvientas domésticas femeninas en The Birth of a Nation y en Gone with the
Win (1939), se relaciona con la ocupación temporaria por parte de la mujer blanca de la posición de
“pater” (blanco) enfrente de los “nativos”.
Las películas exotistas también autorizan tropos subliminalmente transexuales, ya que el
Oriente provee una fuente de juegos carnavalescos con la identidad nacional y con el género (gender).
Isabel Adjani se disfraza como hombre árabe rebelde en Ishtar (1987) y Brooke Shields como un
corredor norteamericano en el desierto de Sahara en Sahara; mientras que Rodolfo Valentino (The
Sheik y Son of the Sheik), Douglas Fairbanks (The Thief of Baghdad), Elvis Presley (Harum Scarum),
Peter O’Toole (Lawrence of Arabia), Warren Beatty y Dustin Hoffman (Ishtar), se enmascaran todos
con disfraces árabes. Este enmascaramiento manifiesta un deseo latente de trascender precisas
identidades nacionales y de género (gender). (...)
Cuando es literalizada a través del rescate de una mujer de las manos de un árabe lascivo, la
fantasía del rescate no sólo alegoriza el rescate del Oriente de su propia destructividad instintiva sino
que también agrega una didáctica Bildungsroman31 a la mujeres en casa, perpetuando, por contraste,
el mito del igualitarismo sexual de Occidente. Las películas exotistas de los ‘20, así como las de hoy en
día, deslegitiman las identidades nacionales del Tercer Mundo y le dan voz a un retroceso
antifeminista, respondiendo a la amenaza hacia el poder patriarcal institucionalizado encarnada por los
movimientos en favor del sufragio femenino y el nacimiento de la lucha feminista. En este sentido, la
narrativa de las viajeras femeninas occidentales en el Tercer Mundo puede ser leída como una alegoría
didáctica que insinúa la naturaleza peligrosa del “hombre incivilizado” y, por implicación, que elogia la
libertad presumiblemente disfrutada por la mujer occidental. Transgrediendo el espacio masculino
(penetrando el mercado matrimonial disfrazada como una mujer árabe en The Sheik, disfrazándose
32
como un corredor de autos masculino en Sahara), la hybris de las protagonistas blancas, su fallo en
apreciar a los hombres occidentales que las protegen contra los árabes del desierto, conducen a la
“caída” y al castigo “pedagógico” del intento de rapto. La “vuelta al hogar” de esta odisea del desierto,
entonces, es el castigo disciplinario de las fantasías femeninas de liberación y da lugar a la renovada
apreciación del espectador del existente orden sexual, racial y nacional/imperial.

31 N. de T.: Bildungsroman es un término alemán que hace referencia a las novelas didáctico-moralizantes.
32 N. de T.: la hybris es una de las formas de conceptualizar la locura en la cultura griega clásica. La idea de
hybris se relaciona con la violación de las leyes. En un primer periodo, se trataba de la leyes del derecho y
luego se amplió la noción a las leyes divinas. Así, el que sufría la hybris era el que había aspirado a lo divino,
como por ejemplo, Orfeo, quien se arrogó la capacidad de viajar por el mundo divino de la muerte.
18
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Bibliografía

a) Bibliografía citada por los autores en los segmentos seleccionados

------------------- “Complex Farming Found in Amazon”, New York Times (april 3, 1990), p. C12.
Asad, Talad, “A Comment on Aijaz Ahmad’s In Theory”, Public Culture, Vol. 6, No. 1, Fall (1993).
Barker, Francis, Peter Hulme, Margaret Iversen y Diana Loxley (eds.), Europe and Its Others, Vols. 1 y
2, Colchester, University of Essex, 1985.
Blaut, J. M., The Colonizer’s Model of the World: Geographical Diffusionism and Eurocentric History,
New York, Guilford Press, 1993.
Bloom, Harold, A Map of Misreading, New York, Oxford University Press, 1975.
Blumemberg, Hans, The Legitimacy of the Modern Age, Cambridge, MIT Press, 1983.
Césaire, Aimé, “Introduction”, en Victor Schoelcher, Esclavage et colonisation, Paris, Presses
Universitaires de France, 1948.
Crosby, Alfred W., “Virgin Soil Epidemics as a Factor in the Aboriginal Depopulation in America”,
William and Mary Quaterly, Third Series, No. 33 (1976).
Chinweizu, The West and the Rest of Us: White Predators, Black Slaves and the African Elite, New
York, Random House, 1975.
Derrida, Jacques, De la Gramatologie, Paris, Minuit, 1967.
Fanon, Frantz, Dying Colonialism, New York, Grove Press, 1967.
Gold, Stephen Jay, The Mismeasure of Man, New York, W. W. Norton, 1981.
Grinde, Donald A. Jr. y Bruce E. Johansen, Exemplar of Liberty: Native America and the Evolution of
Democracy, Los Angeles, American Indian Studies Center, 1991.
Hall, Stuart y Bram Gieben (eds.), Formations of Modernity, Cambridge, Polity Press, 1992.
Hulme, Peter, “Polytropic Man: Tropes of Sexuality and Mobility in Early Colonial Discourse”, en Francis
Barker, Peter Hulme, Margaret Iversen y Diana Loxley (eds.), Europe and Its Others, Vol
2, Colchester, University of Essex, 1985.
Johnson, Samuel, The World Displayed, en The Works of Samuel Johnson, Vol. 10: The Political
Writings, Donald J. Green (ed.), New Haven,Yale University Press, 1977.
Kimball, Roger, Tenured Radicals: How Politics Has Corrupted Higher Education, New York, Harper
Collins, 1990.
Kishenblatt-Gimblett, Barbara, “Making Difference: Mapping the Discursive Terrain of Multiculturalism”,
s/r.
Lewis, R. W. B., The American Adam: Innocens, Tragedy, and Tradition in the Nineteen Century,
Chicago, University of Chicago Press, 1959.
Marable, Manning, How Capitalism Underdevelopment Black America, Boston, South End Press,1983.
Morison, Samuel Eliot, Admiral of the Ocean Sea, Vol. I, Boston, Little, Brown, 1942, p.308.
Mosse, George L., Toward the Final Solution: a History of European Racism, London, Dent, 1978.
Moylan, Tom, Demand the Impossible: Science Fiction an the Utopian Imagination, New York,
Methuen, 1986.

19
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

Pieterse, Jan, White on Black: Images of Africa and Blacks in Western Popular Culture, New Haven,
Yale University Press, 1992.
Pletsch, Carl, “The Three Worlds, or the Divition of Social Scientific Labor, circa 1950-1970”, en
Comparative Studies in Society and History, Vol. XXIII, No. 4 (1981).
Rabasa, Jose, “Allegories of the Atlas”, en Francis Barker, Peter Hulme, Margaret Iversen y Diana
Loxley (eds.), Europe and Its Others, Vol 2, Colchester, University of Essex, 1985.
Renán, Ernst, The Future of Sciences, Boston, Roberts Roberts, 1891.
Said, Edward, Orientalism, New York, Vintage, 1978.
Slotkin, Richard, The Fatal Enviroment: The Myth of the Frontier in the Age of Industrialization, 1800-
1890, Middletown, Wesleyan University Press, 1985.
Smith, Adam, The Wealth of Nations, New York, Random House, 1937.
Smith, Henry Nash, Virgin Land: The American West as Symbol and Myth, Cambridge, Harvard
University Press, 1950.
Snead, James, “Repitition as a Figure of Black Culture”, en Russell Ferguson, Martha Gever, Trin T.
Minh Ha y Cornell West (eds.), Out There: Marginalization and Contemporary Cultures,
Cambridge, MIT Press, 1990.
Stannard, David A., American Holocaust: Columbus and the Conquest of the New World, New York,
Oxford University Press, 1992.
Thornton, Russel, American Indian Holocaust and Survival: A Population History since 1492, Norman,
University of Oklahoma, 1987.
Trevor-Roper, Hugh, The Rise of Christian Europe, New York, Harcourt Brace Jovanovich, 1965.
White, Hayden, Tropics of Discourse, Baltimore, John Hopkins University Press, 1978.
Yudice, George, “We Are Not the World”, Social Text, No. 31/32 (1992).

b) Bibliografía usada por las traductoras

Beristáin, Helena, Diccionario de retórica y poética, México, Porrúa, 1995.


Chicco, Ivana y Carolina Vinelli, “Localización / local”, en Cuadernos de Comunicación y Cultura, N°51 /
Elementos para el análisis comunicacional y cultural, Buenos Aires, Cátedra de Teoría y
Práctica de la Comunicación II, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires, agosto de 1998.
Ford, Aníbal, “Los medios. Tráfico y accidentes trasdisciplinarios”, en Navegaciones.
Comunicación,cultura y crisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1994.
Ford, Aníbal, Navegaciones. Comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1994.
Gramsci, Antonio, “Observaciones sobre folklore”, en Cuadernos de la cárcel: Literatura y vida
nacional, México, Juan Pablos Editor, 1976.
Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel: Pasado y Presente, México, Juan Pablos Editor, 1976.
Grimal, Pierre, Diccionario de mitología griega y romana, Buenos Aires, Paidós, 1997.
Jaeger, Werner, Paideia, México, Fondo de Cultura Económica, 1957.
Jakobson, Roman, Ensayos de lingüística general, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985.

20
Ella Shohat y Robert Stam Despensando el Eurocentrismo. Multiculturalismo y los media.

21

También podría gustarte