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Un ensayo es un tipo de texto que desde la tradición científica o cultural se relaciona con la libre

exposición de ideas, en el cual se apunta una idea y se reflexiona sobre un tema o motivo.

Precisamente esa libertad que es la característica fundamental del ensayo hace muy difícil ofrecer
una definición absoluta de lo que es un ensayo y cuáles son sus características, de tal suerte que
existe una larga tradición de autores y teorías que han dedicado profundas reflexiones a esta
tarea, algunos ejemplos de ello aparecen en la página de inicio de este sitio.

Para fines prácticos se puede señalar que el ensayo es un texto en el que se exponen ideas y
pensamientos, con una mezcla entre un componente estético-literario y otro científico-académico,
cuyo objetivo es la reflexión en el ámbito del conocimiento. Puede decirse que el ensayo es un
escrito que está en la frontera entre los textos informativos y los literarios.

Precisamente, al estar formado por esta mezcla entre lo científico y lo creativo, hay quien se ha
referido al ensayo como la didáctica hecha literatura, también se le ha definido como prosa de
ideas o literatura del pensamiento.

Algunos de los intentos por definir y caracterizar la naturaleza del ensayo debaten acerca de cuál
es el aspecto predominante en el ensayo: si el aspecto científico-académico o el exclusivamente
literario-creativo y dividen los tipos de ensayo de acuerdo a la mayor o menor presencia de estos
aspectos. Tal distinción entre el ensayo literario y el ensayo científico-académico es fundamental
pues determina las características y exigencias formales que deben cubrir uno y otro.

Para los fines de este sitio, la diferencia fundamental entre un ensayo literario y uno académico es
que mientras para el primero lo más importante es la expresión personal y la originalidad del autor
al momento de demostrar su idea principal, para el segundo es importante que el autor defienda
su postura con argumentos y pruebas fundamentadas las cuales debe presentar en el escrito de
una manera estructurada.

Si se considera el ensayo en un sentido amplio como una escritura que busca transmitir el proceso
del pensamiento y la reflexión critica, sus orígenes pueden rastrearse hasta la Grecia antigua en
aquellos textos que buscan defender ideas concretas, como los Diálogos de Platón o en las obras
de Aristóteles.

Sin embargo, será hasta los albores de la modernidad, en el siglo XVI, cuando este género
expositivo y argumentativo adquiere su nombre y la definición de sus características gracias al
filósofo francés de Michel de Montaigne, quien bajo el título de Essais, publica en 1580 una
compilación de sus escritos.

Precisamente en uno de esos ensayos, titulado, "De los libros", Montaigne define el carácter
personal del ensayo al señalar que:

“Lo que yo escribo es puramente un ensayo de mis facultades naturales… Contiénense en estos
ensayos mis fantasías y con ellas no trato de explicar las cosas, sino sólo de darme a conocer a mí
mismo”

Así pues, en cuanto posibilidad de poner a prueba las “facultades” del autor, ya desde su origen el
término ensayo significa "poner a prueba" o "poner en práctica”, las ideas del autor.
Poco tiempo después, el filósofo inglés Francis Bacon publica su libro El ensayo. Meditaciones
religiosas. El lugar para la disuasión y la persuasión, con lo cual comienza a extenderse el término
“ensayo” para designar el tipo de escritos de tipo argumentativo y reflexivo.

En lengua española, el término “ensayo” aparece tardíamente hasta el siglo XIX, pero ya en el
siglo XVI existe un estilo ensayístico en el libro El menosprecio de la corte y alabanza de la aldea
publicado de Antonio de Guevara, publicado en 1539, donde el autor reflexiona los problemas
nacionales y especula acerca de la esencia e identidad de la cultura.

A inicios del siglo XIX, el ensayo se desarrolla de manera especial en los países americanos que
comienzan a luchar por su independencia, pues este género se convierte en el canal idóneo para
expresar su reflexiones y argumentaciones a favor de las causas independentistas.

Entre los primeros ensayistas americanos están el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi,
Simón Bolívar y posteriormente, José Martí.

Ya en el siglo XX, ante la necesidad de explicar la compleja realidad latinoamericana como


conjunto de naciones que se interrogan sobre su propia identidad y futuro, los escritores de la
región cultivan profusamente el ensayo y destacan los nombres de José Enrique Rodó, José
Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges hasta Octavio Paz , quien
recibe el premio Nobel en 1990.

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