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Concepciones

fundamentales
a través de la Historia en
El fin de los tiempos
modernos
de Romano Guardini

Mgtr. Patricia Noemí Duarte


Revisión 2005 [1995] – Versión digital
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DUARTE, Patricia Noemí 2
Concepciones fundamentales a través de la Historia en El fin de los tiempos modernos de Romano Guardini.
Córdoba, Revisión 2005 [1995], inédito.

Índice

Introducción.

1. Edad Antigua.
a. Mundo.
b. Hombre.
c. Dios.
d. Conocimiento.

2. Edad Media.
a. Dios.
b. Mundo.
c. Hombre.
d. Conocimiento.

3. Edad Moderna.
a. Hombre.
b. Naturaleza-Mundo.
c. Conocimiento.
d. Dios.

4. Edad Contemporánea.
a. Hombre.
b. Mundo.
c. Conocimiento.
d. Religiosidad.

Conclusión.

Bibliografía.
DUARTE, Patricia Noemí 3
Concepciones fundamentales a través de la Historia en El fin de los tiempos modernos de Romano Guardini.
Córdoba, Revisión 2005 [1995], inédito.

Introducción

Han sido temas constantes del hombre de todos los tiempos Dios, el mundo y
el hombre mismo. Estos temas surgen de una necesidad existencial de saber “quién”
es y, sobre todo, “para qué” es. De acuerdo a cómo vea a Dios y al mundo es la
imagen que el ser humano tiene de sí mismo. El hombre no es sólo producto de lo
hereditario y lo congénito, sino que nace en una época concreta, en una cultura
particular de la que no se puede desligar. El idioma que aprende, las pautas de
conducta, la forma de vestir y demás acciones del cotidiano vivir, están inscritas en
esa cultura. Ésta, a su vez, no puede desprenderse de su propia historia, que es
parte de la historia de toda la humanidad.
Iniciamos el camino para tratar de comprender a este hombre de hoy a partir
de las concepciones tomadas de Romano Guardini de su obra intitulada: El fin de los
tiempos modernos. En este trabajo el autor muestra cómo ha visto el hombre a Dios,
al mundo y a sí mismo a través de las distintas épocas de la historia universal, y
cómo ha conocido a cada uno de ellos.

1. Edad Antigua

a. Mundo
El mundo es un todo bello y armónico. Todo es cosmos y el mundo es todo.
El mundo es una estructura limitada, de forma precisa, como una esfera.1 En el
pensar griego lo importante es la totalidad y el poder volver a ella. Es como la ola del
mar que se pierde en el todo. Por eso, la finitud –es decir, aquello que constituye a
cada cosa en su propia individualidad– es una verdadera carga. Estar fuera de lo
infinito constituye una “culpa” que debe ser purgada:

De donde las cosas tienen origen (lo indefinido, tó apeiron), hacia allí tiene lugar también
su proceder, según la necesidad, pues dan justicia y pago unos a otros de la injusticia
según el orden del tiempo. Anaximandro

1
Cf. Romano Guardini, El fin de los tiempos modernos, Buenos Aires, Sur, 2º ed., 1973, p. 11.
DUARTE, Patricia Noemí 4
Concepciones fundamentales a través de la Historia en El fin de los tiempos modernos de Romano Guardini.
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Sin embargo, la magnitud del mundo es limitada, y aquí, en el interior del


mundo, es donde el hombre realiza todas sus acciones.

b. Hombre
El hombre no se sale del mundo. No le interesa lo que haya afuera o encima
de él. Le espanta traspasar ciertos límites puesto que no posee fuera del mundo un
punto fijo necesario para realizar ese intento.2 Al formarse una imagen de sí mismo,
el hombre de la antigüedad se considera un objeto más entre los objetos del mundo,
una cosa entre las cosas. Se descubre como un microcosmos, como una síntesis del
universo.
Y todo esto lo hace así porque él mismo ve al mundo como el mundo es. Él se
siente tranquilo en esa armonía y no tiene por qué salir de ella. Encuentra su
plenitud en el mundo y, como todo está dentro de éste, allí también puede encontrar
lo divino.

c. Dios
En esta época –especialmente entre los griegos– no puede hablarse del Dios
cristiano. Más bien corresponde hablar de “dioses”. Estos son numerosos, tienen
características antropomórficas y no están fuera del mundo. No son todopoderosos,
puesto que el destino es superior a ellos:

El hombre antiguo sabe que la fuerza del destino es superior a la de los dioses más
grandes, que una justicia imperante y un orden racional regulan y dirigen todo lo que
ocurre.3

El Primer Motor de Aristóteles es inmanente al mundo, no puede salir de él.


Actúa por necesidad. No es de diferente naturaleza sino que es lo primero en orden
respecto de todo lo demás. Todo tiene referencia con el cosmos. Esto incluye la
forma de ver las cosas.

2
Cf. idem.
3
Idem.
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d. Conocimiento
Los griegos entienden todas las realidades desde conceptos extraídos de las
cosas del mundo. Podríamos decir que sus esquemas mentales están referidos a las
cosas mismas. Por otra parte, la forma de ver los objetos es mítica, es decir, que
recurre a explicaciones simbólico-religiosas de la realidad. Por ejemplo, explica el
origen del mundo a través de luchas entre dioses. Definitivamente, las cosmogonías
del hombre de la antigüedad están estrechamente relacionadas con la religión.
De tal manera, su conocimiento de la realidad se debe a una simple
experiencia, desconociendo las leyes que rigen los fenómenos. Por eso, utiliza ritos
con la intención de dominar las fuerzas naturales.
A esta visión de la realidad la podemos llamar cosmocéntrica porque nada
existe fuera del cosmos. No hay ningún principio fuera de él que pueda explicarlo.
Por eso podemos hablar de inmanencia.
Pero esta situación cambia radicalmente en la Edad Media, donde la
característica principal será la trascendencia.

2. Edad Media

a. Dios
A esta época podemos llamarla teocéntrica. Dios se ha revelado al ser
humano y se lo puede conocer a través de la Biblia. Él ha creado al mundo y lo
mantiene. Dios está en el mundo pero no pertenece a él. No lo ha hecho por
necesidad sino que lo ha sacado de la nada, en un acto libre, en un acto de amor.
Se puede llamar a Dios “el mismísimo Acto de Existir Subsistente” puesto que
existe en sí y es dueño de sí mismo. Además es trascendente, soberano: es lo
Absoluto. Por todo esto, el hombre medieval ve la realidad con ojos distintos al de
los griegos.
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b. Mundo
Como el mundo ha sido creado por Dios, lo divino es el elemento misterioso y
primero de éste.4 El hombre pertenece al mundo y el mundo pertenece al hombre,
puesto que está bajo su dominio.
El mundo constituye la totalidad del ser creado pero, por otra parte, es finito.
Esto implica que tiene un límite, algo que lo limite. Por eso, la imagen astronómica
se transforma en imagen religiosa.5
Más allá del mundo es el lugar de Dios, y aquí, en el centro de la tierra, es el
lugar del infierno. Pero Dios, además de morar en el cielo, también habita en el
fondo del alma humana. Dios mora en el corazón del hombre.

c. Hombre
El hombre medieval cree en la Revelación, en la palabra de Dios. Ella es la
que le da la seguridad de una realidad divina que está fuera y por encima del
mundo. Pero creer no es sólo confiar en la auto-revelación de Dios, sino que
también es obedecerlo. Por eso, para el hombre medieval es tan importante la
autoridad. No la siente como asfixiante ni como una cadena, sino que es la forma a
través de la cual lo Absoluto permanece en la tierra.
El hombre es creado por Dios, está en sus manos. Y es portador de su
imagen. Dios es su fin y su destino eterno. Siendo inferior a Dios pero mucho más
que las otras criaturas, el hombre es cubierto por la mirada de Dios en todos sus
aspectos, mientras ejerce su dominio sobre el mundo.
Sin embargo, el alma del hombre necesita expandirse. Y no lo puede hacer en
la finitud del mundo. Su tarea no es “descubrir” el mundo, sino “reconstruirlo” a la luz
de la Revelación, según los aportes de la filosofía, que es “ancilla”, es decir, “sierva”
de la teología.

4
Cf. ibidem, p. 14.
5
Cf. ibidem, p. 19.
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Concepciones fundamentales a través de la Historia en El fin de los tiempos modernos de Romano Guardini.
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d. Conocimiento
El punto de partida del conocimiento es la Revelación. El hombre medieval
medita su verdad y, mediante la lógica, reconstruye un gran “todo” conexo: el
sistema teológico. Apenas tiene idea de lo que es la investigación científica. Parte
de la literatura de los antiguos –de los textos filosóficos– desarrolla su contenido, y
sigue elaborando el conocimiento intelectualmente. Todo este esfuerzo queda
plasmado en las Sumas, libros en los que van a confluir la teología, la filosofía, la
doctrina social y las reglas de conducta.
Pero a pesar de este esfuerzo, al pensador de la Edad Media le falta la
voluntad de conocer la naturaleza con exactitud empírica.6 El hombre busca la
verdad pero no en la realidad de la naturaleza para dominarla o de la historia: la
Historia es historia de la salvación, y es Dios quien la hace. La búsqueda de la
verdad la realiza mediante el estudio de las fuentes escritas y reconstruye la realidad
a partir de la meditación de esa verdad.
A pesar de esto, el alma tiene necesidad de expandirse. Y esta necesidad no
se podrá sujetar por demasiado tiempo. Empieza a ponerse en duda la autoridad
divina y todo lo demás a partir de allí. El hombre quiere independizarse y hacer él
mismo las cosas. No quiere depender de lo que otros han hecho. Por tanto, esta
visión medieval comienza a resquebrajarse con la aparición de las ciencias en el
Renacimiento.

3. Edad Moderna

El hombre descubre la relación de causa-efecto entre los fenómenos y trata


de dominarlos a voluntad. Los mitos y la autoridad son desplazados por la ciencia, y
los ritos y la Liturgia ceden el paso a la técnica, aunque ésta, en un primer
momento, se desarrolla lentamente. La técnica surge de la ciencia. Y esta última se
deriva de una nueva manera de ver el mundo que tiene el hombre.

6
Cf. Ibidem, p. 23.
DUARTE, Patricia Noemí 8
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Esta época se denomina antropocéntrica puesto que la realidad aparece


ordenada, referida al hombre, de quien recibe el sentido. Ahora es el hombre quien
hace la Historia. Es él quien forja su propio destino.

a. Hombre
La autoridad –que antes era intermediaria entre el ser humano y lo Absoluto–
se ha transformado en una cadena muy pesada, difícil de soportar. Por eso, en este
periodo, el hombre exige libertad individual.
El hombre de la Edad Moderna siente curiosidad por lo no-conocido. Sabe
que si va más allá de la línea del horizonte no se caerá del mundo. Por eso,
comienza a descubrir y a conquistar nuevas tierras. Ahora es autónomo. Ya no está
a la vista de Dios ni sujeto a la Revelación. Pero, por ese motivo, ya no es el centro
de la creación sino una parte cualquiera del mundo:

Por un lado, la concepción de los tiempos modernos exalta al hombre a expensas de


Dios, contra Dios; por otro lado, experimenta un placer erostrático al hacer del hombre
un fragmento de la naturaleza que ya no se distingue fundamentalmente del animal y del
vegetal.7

Ahora se siente abandonado, amenazado, porque no tiene un lugar simbólico


permanente, ni un refugio convincente en donde resguardarse. El mundo no le
ofrece ningún lugar que satisfaga las necesidades de su espíritu, el que olvida que
tiene. Esto le permite al hombre estar convencido de que pertenece a la naturaleza.

b. Naturaleza-Mundo
La naturaleza es lo inmediato dado, la totalidad de las cosas antes de que el
hombre las manipule. Es el conjunto de energías y de sustancias, de esencias y de
leyes. Es la condición previa a toda existencia. Por eso el mundo deja de ser
creación y se convierte en naturaleza. Tiene un carácter misterioso, esa causa

7
Idem.
DUARTE, Patricia Noemí 9
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original y fin último. Es la “naturaleza-dios” y, por tanto, se la venera como tal. Se la


denomina “madre”, y el hombre se abandona confiadamente en sus brazos.8
El hombre moderno siente un profundo respeto por la madre naturaleza, pero
eso no le impide que tenga injerencia sobre ella. Esto lo realiza a través de la
ciencia.

c. Conocimiento
La ciencia se declara independiente de la religión y se produce un cambio de
ciento ochenta grados, puesto que el hombre no se guía ya por la autoridad de sus
predecesores. Él hace las cosas por sí mismo. Deja de lado los modelos anteriores y
se lanza a conocer lo concreto, es decir, que su comprensión de las cosas comienza
a fundamentarse en la realidad:

El impulso de conocer se dirige directamente a la realidad de las cosas: el hombre quiere


ver con sus propios ojos, examinar con su propia inteligencia y llegar a su juicio fundado
críticamente, independientemente de los modelos anteriores.9

Así surge un conjunto de conocimientos, actividades, procedimientos, que


denominamos técnica. El hombre moderno se complace en basar las normas de la
técnica en la utilidad que ésta tiene para el bienestar del propio hombre.

d. Dios
Dios no tiene lugar en la vida del hombre moderno. Hay una actitud de
indeferencia hacia él. Dios pierde su lugar. Se discute el valor de la Revelación para
la formación y conducta de la vida. Surge así, por una parte, una existencia profana
autónoma. Por otra parte, aparece un cristiano que imita esa autonomía. El no-
cristiano no niega que Dios exista. Simplemente, prescinde de él y se siente libre de
toda influencia cristiana.
El cristiano vive una dicotomía: lo mundano, por un lado, y lo religioso, por el
otro. Cada área de la vida se circunscribe sólo a lo suyo sin tener en cuenta nada

8
Cf. Ibidem, pp. 38 – 39.
9
Idem.
DUARTE, Patricia Noemí 10
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más. Así es como se desarrolla una ciencia puramente científica, una política
puramente política y una religiosidad puramente religiosa que pierde la relación
directa con la realidad. Esto transforma a la religión en un simple cúmulo de ritos
huecos, sin vida, abstractos, a los que los hombres se remiten cuando es necesario:
nacimiento, matrimonio, defunciones.10
Sin embargo, aunque no se tenga en cuenta la Revelación, se mantienen los
valores éticos afirmando que la cultura –esa obra del hombre– descansa sobre ellos
puesto que pertenecen “a la naturaleza humana”. Se naturalizan esos valores.
En esta época, en que el hombre es lo más importante para sí mismo, el “yo”
se convierte en la medida del valor de todas las cosas. Ahora es el hombre el que
determina el objeto. Todo es subjetivo, y Dios no escapa a esto. El hombre que era
“adorador” –puesto que era creatura– ahora es “creador”, hasta el punto de crear a
su propio dios.
En la Modernidad, ese dios es imagen y semejanza del hombre. Como es de
esperar, si el ser humano es finito y perece, lo mismo sucederá con su creación.11
Por eso, este dios que comienza a agonizar en esta época, como consecuencia
lógica, morirá.

4. Edad Contemporánea

a. Hombre
Es Nietzsche quien dice que “dios ha muerto”. El hombre no tiene dios ni
Revelación de la cual nutrirse. Y, si dios ha muerto, cualquier cosa está permitida.
Los valores –otrora respaldados por la Biblia– pasan a ser relativos, tienden a
perderse, a disolverse. Todo esto se manifiesta en un nuevo paganismo, diferente
del antiguo, puesto que no se puede obviar los siglos de experiencia cristiana.
El hombre ya no tiene nada que mirar en el cielo. Y como no tiene un
referente allá, no tiene otra opción que buscar uno a su alrededor. El por qué es
simple: no hay nada peor que el sentimiento de profunda soledad. Si no hay nada

10
Cf. Ibidem, p. 90.
11
Téngase en cuenta que aquí no estamos considerando la dimensión trascendente del ser humano.
DUARTE, Patricia Noemí 11
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que sostenga al hombre desde el cielo, tiene que ser sostenido por sus pares. Y si
no encuentra esta contención, el hombre está perdido.
Por eso, el hombre no puede ser creativo, original. No puede correr el riesgo
de que los demás lo aíslen. Tiene miedo de ser él mismo, tiene miedo de ser libre.
No tiene ningún lugar más allá a donde ir. Acepta las cosas como son sin hacer el
intento por cambiarlas. Este fenómeno se denomina el hombre de las masas, la
forma más radicalmente opuesta al sujeto. Designa una estructura humana ligada a
la técnica y a la planificación.12
Lo positivo de esta situación es la solidaridad respecto de lo que hace y,
sobre todo, respecto de compañero de trabajo. Esto se expresa en la camaradería,
algo que parece permanecer aun cuando todos los valores han perdido su
contenido.13

b. Mundo
El hombre no sólo no tiene nada que mirar en el cielo, sino que el propio
mundo le parece algo extraño y peligroso. El hombre ya no se siente refugiado en él
y tampoco tiene el respeto que antes tenía.
La naturaleza no es más un reino maravilloso sino simplemente es espacio y
materia que se puede medir con aparatos. Por tanto, las relaciones con ésta se
tornan indirectas, abstractas, formales, objetivas y técnicas. De esta manera, la
naturaleza pasa a ser no-natural, porque ya no es lo inmediato dado. Por esta
misma razón, no es posible alcanzarla, vivirla. Se convierte en algo completamente
extraño e inaccesible a la experiencia.

c. Conocimiento
La nueva forma de relación a través de la técnica, se convierte en la forma de
conocimiento de la época contemporánea. Mediante sus conocimientos, el hombre

12
Cf. R. Guardini, p. 57.
13
Cabe aclarar que cuando el autor escribía esto, recién estaban comenzando en el mundo los
cambios que favorecieron el posterior desempleo estructural. Hoy en día, más de treinta años
después, habría que rever este concepto de “camaradería”.
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sabe mucho más de lo que puede percibir con los sentidos. Ahora también sabe que
más que la utilidad o el bienestar, lo que importa es el dominio de las cosas.
La ciencia y la técnica ponen a disposición del hombre las energías de la
naturaleza y esto lo hace sentirse amo de lo dado: le da poder. Este poder lo posee
sobre las cosas, pero aun no tiene poder sobre su poder.14 El peligro se encuentra
en la magnitud de las destrucciones que el hombre puede causar. Al no
experimentar la naturaleza como algo cercano a sí, no puede sentir dolor por lo que
destruye.
Un factor adicional que colabora con esto es que ya no se sabe lo que es
bueno y lo que es malo, ya que se ha perdido la noción de verdad absoluta. Ahora
lo verdadero es lo científico. Este tipo de conocimiento parte de hipótesis, es decir,
supuestos establecidos por el científico. La verdad es fruto del consenso de la
comunidad científica, es relativa. Cambia según las circunstancias, según los
hombres, según las decisiones que se toman.

d. Religiosidad
Ya no hay verdad, Dios ha muerto y el hombre vive permanentemente al
borde de su propia destrucción. La situación general y el peligro al que ella lleva se
aplica también a la actitud cristiana. Hay dos modalidades: la del no-cristiano actual
que se asume seriamente su rol, y la del cristiano que vive en un mundo
secularizado. Éste encuentra refugio en la fe que lo orienta permanentemente hacia
Dios.
Pero el ser humano tiene la necesidad de trascender lo material y lo
inmediato. Por ese motivo, quien no es cristiano –y también muchos que dicen
serlo– se orientan hacia diversas formas de religiosidad provenientes de otras
culturas distintas a la occidental.

14
Cf. R. Guardini, p. 84.
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Conclusión
A comienzos del siglo XXI el ser humano se encuentra en una encrucijada: si
continúa dando rienda suelta a su afán de conocimiento y de dominio de la
naturaleza y del hombre mismo, o si se reconcilia con el mundo en el que vive y con
los demás seres humanos que comparten su suerte. Parece haber llegado a un
punto en el que tiene que decidir rápidamente cuál camino va a tomar: el de la vida o
el de la muerte. Aunque no parece fácil cambiar el paradigma científico que tenemos
hoy en día.
El dominio sobre la naturaleza es el gran trofeo de los últimos siglos. Pero el
ser humano no puede dominarse a sí mismo. No decimos dominar a otro ser
humano –cosa que, de hecho, hace– sino poder encontrar un centro, un punto de
equilibrio para seguir adelante.
Creemos que éste es justamente el problema: el ser humano no sabe de
dónde viene ni hacia dónde va. No sabe qué sentido tiene su vida. Sobre todo, esto
último. Porque sin importar la religiosidad a la que adhiera, se pierde en la multitud
de la masa, en la anomia del sin-sentido. Y desde ese sin-sentido realiza la lectura
del mundo que lo rodea y de los demás seres humanos.

Bibliografía
GUARDINI, Romano, El fin de los tiempos modernos, traducido por Alberto L. BIXIO,
Buenos Aires, Sur, 2º ed., 1973, 104 pp.

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