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GALILEO GALILEI

Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de 1564. Lo


poco que, a través de algunas cartas, se conoce de su
madre, Giulia Ammannati di Pescia, no compone de ella
una figura demasiado halagüeña. Su padre, Vincenzo
Galilei, era florentino y procedía de una familia que
tiempo atrás había sido ilustre; músico de vocación, las
dificultades económicas lo habían obligado a dedicarse al
comercio, profesión que lo llevó a instalarse en Pisa.
Hombre de amplia cultura humanista, fue un intérprete
consumado y un compositor y teórico de la música, cuyas
obras sobre el tema gozaron de una cierta fama en la
época. De él hubo de heredar Galileo no sólo el gusto por
la música (tocaba el laúd), sino también el carácter independiente y el espíritu combativo, y hasta
puede que el desprecio por la confianza ciega en la autoridad y el gusto por combinar la teoría con la
práctica. Galileo fue el primogénito de siete hermanos de los que tres (Virginia, Michelangelo y Livia)
hubieron de contribuir, con el tiempo, a incrementar sus problemas económicos. En 1574 la familia se
trasladó a Florencia y Galileo fue enviado un tiempo al monasterio de Santa Maria di Vallombrosa,
como alumno o quizá como novicio.
Juventud académica
En 1581 Galileo ingresó en la Universidad de Pisa, donde se matriculó como estudiante de medicina
por voluntad de su padre. Cuatro años más tarde, sin embargo, abandonó la universidad sin haber
obtenido ningún título, aunque con un buen conocimiento de Aristóteles. Entretanto, se había
producido un hecho determinante en su vida: su iniciación en las matemáticas, al margen de sus
estudios universitarios, y la consiguiente pérdida de interés por su carrera como médico. De vuelta en
Florencia en 1585, Galileo pasó unos años dedicado al estudio de las matemáticas, aunque interesado
también por la filosofía y la literatura (en la que mostraba sus preferencias por Ariosto frente a Tasso);
de esa época data su primer trabajo sobre el baricentro de los cuerpos -que luego recuperaría, en
1638, como apéndice de la que habría de ser su obra científica principal- y la invención de una balanza
hidrostática para la determinación de pesos específicos, dos contribuciones situadas en la línea de
Arquímedes, a quien Galileo no dudaría en calificar de «sobrehumano».

OBRA
El astrónomo y físico italiano Galileo Galilei desempeñó un papel fundamental en el movimiento
intelectual que transformó la imagen medieval del universo y sentó las bases de la concepción de la
naturaleza propia de la ciencia moderna. Sus teorías -cuyo carácter polémico para la época provocó la
condena de la Iglesia católica- rebatieron las nociones heredadas del aristotelismo y de la escolástica
cristiana.

FÍSICA
Galileo realizó notables aportaciones científicas en el campo de la física, que pusieron en entredicho
teorías consideradas verdaderas durante siglos. Así, por ejemplo, demostró la falsedad del postulado
aristotélico que afirmaba que la aceleración de la caída de los cuerpos -en caída libre- era proporcional
a su peso, y conjeturó que, en el vacío, todos los cuerpos caerían con igual velocidad. Para ello hizo
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deslizar esferas cuesta abajo por la superficie lisa de planos inclinados con distinto ángulo de
inclinación (y no fue con el lanzamiento de cuerpos de distinto peso, desde la torre inclinada de Pisa,
como se había creído durante mucho tiempo).
Entre otros hallazgos notables figuran las leyes del movimiento pendular (sobre el cual comenzó a
pensar, según la conocida anécdota, mientras observaba una lámpara que oscilaba en la catedral de
Pisa), y las leyes del movimiento acelerado.
La obra que le hizo merecedor del título de Padre de la Física Matemática fue el Discorsi e
dimostrazioni matematiche intorno a due nuove scienze attinenti la meccanica (Discursos y
demostraciones en torno a dos nuevas ciencias relacionadas con la mecánica), escrita con la ayuda de
su discípulo Torricelli, donde describe los resultados de sus investigaciones sobre mecánica. Esta obra
sentó las bases físicas y matemáticas para un análisis del movimiento, y se convirtió en la base de la
ciencia de la mecánica, edificada por científicos posteriores, como Isaac Newton. Galileo creó dos
nuevas ciencias conocidas en la actualidad como Dinámica y Resistencia de materiales.

ASTRONOMÍA
Sus aportaciones en el terreno de la astronomía y el estudio del universo no fueron menos
importantes. A principios del siglo XVII, perfeccionó el catalejo, un instrumento óptico de reciente
invención, para obtener un telescopio de sesenta aumentos.

Con la ayuda de dicho aparato, Galileo exploró el cielo y llegó a conclusiones que revolucionaron
profundamente la manera de entender el orden del universo. En contra de la creencia general,
demostró que la superficie de la Luna no era cristalina, sino que estaba cubierta de cráteres y
montañas, con lo que refutó la idea aristotélica de la absoluta perfección de los astros. De la misma
manera, descubrió las manchas solares, con lo que pudo determinar el período de rotación del Sol y la
dirección de su eje. Galileo descubrió, asimismo, los cuatro satélites mayores de Júpiter y demostró
que no todos los astros giraban alrededor de la Tierra. Esta constatación de las teorías copernicanas,
contraria a la cosmología de Tolomeo vigente hasta entonces, le valió la condena de las autoridades
eclesiásticas, pero desempeñó un papel fundamental para edificar la moderna visión del universo.

METODOLOGÍA CIENTÍFICA
Puede considerarse a Galileo como el fundador de la astronomía moderna, y más en general, como el
introductor del método experimental en la investigación científica. Además de sus extraordinarios
resultados como físico y astrónomo, la importancia de Galileo está precisamente en haber creado una
mentalidad científica nueva, cuyas bases son aún las nuestras. Por estos motivos, puede considerarse a
Galileo como el fundador de la ciencia moderna, basada en la observación de los hechos, la realización
de experimentos y la formulación de teorías explicatorias. En
la historia de la cultura, Galileo se ha convertido en el símbolo
de la lucha contra la autoridad y de la libertad en la
investigación.

ISAAC NEWTON
Isaac Newton nació en las primeras horas del 25 de diciembre
de 1642 (4 de enero de 1643, según el calendario gregoriano),
en la pequeña aldea de Woolsthorpe, en el Lincolnshire. Su
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padre, un pequeño terrateniente, acababa de fallecer a comienzos de octubre, tras haber contraído
matrimonio en abril del mismo año con Hannah Ayscough, procedente de una familia en otro tiempo
acomodada. Cuando el pequeño Isaac acababa de cumplir tres años, su madre contrajo de nuevo
matrimonio con el reverendo Barnabas Smith, rector de North Witham, lo que tuvo como consecuencia
un hecho que influiría decisivamente en el desarrollo del carácter de Newton: Hannah se trasladó a la
casa de su nuevo marido y su hijo quedó en Woolsthorpe al cuidado de su abuela materna.

Del odio que ello le hizo concebir a Newton contra su madre y el reverendo Smith da buena cuenta el
que en una lista de «pecados» de los que se autoinculpó a los diecinueve años, el número trece fuera
el haber deseado incendiarles su casa con ellos dentro. Cuando Newton contaba doce años, su madre,
otra vez viuda, regresó a Woolsthorpe, trayendo consigo una sustanciosa herencia que le había legado
su segundo marido (y de la que Newton se beneficiaría a la muerte de ella en 1679), además de tres
hermanastros para Isaac, dos niñas y un niño.

La importancia de Newton para el pensamiento científico occidental es considerable. Se le considera el


padre de la física clásica, y no en vano sus dos principales obras,Philosophiae naturalis principia
mathematica (1687) yOpticks (1707) son tenidas por Kuhn como ejemplos de paradigmas científicos,
pues componen sistemas completos con los que se interpreta el trabajo de los científicos posteriores.

LA FÍSICA
En los Principia, publicados por insistencia (y financiación) de su gran amigo y astrónomo Edmond
Halley, parte de tres axiomas del movimiento, que se infieren de las experiencias de Galileo del
movimiento de los proyectiles: la inercia, la composición de velocidades y la conservación del impulso.
Y haciendo uso del cálculo infinitesimal obtiene sus famosas tres leyes dinámicas.
La primera es la Ley de la inercia: un cuerpo se encuentra en reposo o en movimiento rectilíneo y
uniforme de forma indefinida si sobre él no actúa ninguna fuerza. La segunda es conocida como la Ley
fundamental de la dinámica: la aceleración que produce una fuerza en un cuerpo es directamente
proporcional a la magnitud de la fuerza e inversamente proporcional a su masa, que matemáticamente
toma la expresión F = m.a. Por último, la Ley de acción y reacción establece que si un cuerpo ejerce una
fuerza sobre otro (acción), el otro ejerce exactamente la misma fuerza, pero en sentido contrario, sobre
el primero (reacción).
Con la segunda ley, suponiendo que los cálculos dinámicos se simplificarían considerablemente si
suponía como equivalente el que toda la masa se concentrara en el centro geométrico de los cuerpos, y
con la tercera Ley de Kepler, dedujo la Ley de la gravitación, cuyo enunciado afirma que dos cuerpos
cualesquiera se atraen recíprocamente con una fuerza directamente proporcional a sus masas e
inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Esta ley queda sujeta a
comprobación experimental, y con ésta logró demostrar las otras dos Leyes de Kepler.
Es de destacar también que en la obra de Newton el espacio y el tiempo se definen como entidades
absolutas, sin relación con ningún objeto externo, pues la dinámica define un único sistema de
referencia para el reposo y el movimiento que no está sujeto a ningún cuerpo, y el tiempo es
irreducible a cualquier proceso físico (no se define por ningún proceso físico), inmóvil y siempre similar,
concepción que imperó en el pensamiento científico moderno hasta la llegada de la teoría de la
relatividad de Einstein. Este fue uno de los argumentos empleados por Newton en contra de Leibniz.

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ÓPTICA Y OBSERVACIÓN ASTRONÓMICA
Con respecto a la óptica, Newton intentó primero reducir la aberración cromática de las lentes de los
telescopios, intento que fracasó, pero que no obstante le permitió descubrir que la luz blanca era una
mezcla de colores puros, lo que llamó el spectrum. Explicó que aparecían debido a que cada uno de
ellos estaba caracterizado por un índice de refracción distinto con el vidrio. Descubrió los anillos de
Newton, figuras de interferencia que aparecen cuando se ponen en contacto un vidrio con superficie
plana y otro convexo.
Todos estos fenómenos, y algunos de naturaleza ondulatoria como el fenómeno de difracción, fueron
explicados con mayor o menor fortuna en una teoría corpuscular, en la que se explica que las partículas
de luz viajan en rayos en líneas rectas determinadas por fuerzas que actúan a distancia, y al
encontrarse con un sólido ocasionan una especie de vibración interna.
También la observación astronómica debe mucho a Newton, ya que al considerar que la aberración
cromática de las lentes no podía ser eliminada, tuvo la idea de sustituir con un espejo el objetivo de los
telescopios. Construyó así el telescopio de reflexión, uno de los instrumentos astronómicos más
importantes. Los trabajos de óptica, publicados con el título de Opticks en 1704, gozaron de más de
treinta años de autoridad incontestada, incluso a pesar de los errores que contenían (por ejemplo el
relativo a la pretendida imposibilidad de corregir las aberraciones cromáticas de las lentes).

ALBERT EINSTEIN
Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro
tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se
tiene en cuenta que su imagen, en condición de póster y
exhibiendo un insólito gesto de burla, se ha visto elevada a
la dignidad de icono doméstico, junto a los ídolos de la
canción y los astros de Hollywood.
Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana
los que mejor lo explican como mito, sino, quizás, el
cúmulo de paradojas que encierra su propia biografía,
acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein
campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre
de la bomba»; y todavía es corriente que se le atribuya la
demostración del principio de que «todo es relativo» a él,
que luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que
conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina
ciega.
Albert Einstein nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de
marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann
Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se
trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante
en las novedades electrotécnicas de la época.
El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo intelectual lento. El propio
Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría como
la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean el espacio y el
tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera

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infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a plantearme
preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada desde 1881, por el nacimiento
de una hija, Maya) se trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios
secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896, inició sus estudios
superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de Zurich, en donde fue alumno del
matemático Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional
introducido por las teorías de su antiguo alumno. El 23 de junio de 1902, empezó a prestar sus servicios
en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, donde trabajó hasta 1909. En 1903,
contrajo matrimonio con Mileva Maric, antigua compañera de estudios en Zurich, con quien tuvo dos
hijos: Hans Albert y Eduard, nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se divorciaron, y
Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.
Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el grado de
doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro restantes acabaron por imponer un cambio radical en
la imagen que la ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero proporcionaba una explicación
teórica, en términos estadísticos, del movimiento browniano, y el segundo daba una interpretación del
efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más
tarde denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la
relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su
masa m, en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone
constante.

El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero
el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de
Física, que se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento
browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su carrera de docente
universitario en Zurich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser
profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín como miembro
de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de
su familia, por entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.

La teoría de la relatividad, desarrollada fundamentalmente por Albert Einstein, pretendía originalmente


explicar ciertas anomalías en el concepto de movimiento relativo, pero en su evolución se ha
convertido en una de las teorías más importantes en las ciencias físicas y ha sido la base para que los
físicos demostraran la unidad esencial de la materia y la energía, el espacio y el tiempo, y la
equivalencia entre las fuerzas de la gravitación y los efectos de la aceleración de un sistema.
La teoría de la relatividad, tal como la desarrolló Einstein, tuvo dos formulaciones diferentes. La
primera es la que corresponde a dos trabajos publicados en 1906 en losAnnalen der Physik. Es
conocida como la Teoría de la relatividad especial y se ocupa de sistemas que se mueven uno respecto
del otro con velocidad constante (pudiendo ser igual incluso a cero). La segunda, llamada Teoría de la
relatividad general (así se titula la obra de 1916 en que la formuló), se ocupa de sistemas que se
mueven a velocidad variable.

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TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL
Los postulados de la relatividad especial son dos. El primero afirma que todo movimiento es relativo a
cualquier otra cosa, y por lo tanto el éter, que se había considerado durante todo el siglo XIX como
medio propagador de la luz y como la única cosa absolutamente firme del Universo, con movimiento
absoluto y no determinable, quedaba fuera de lugar en la física, que no necesitaba de un concepto
semejante (el cual, además, no podía determinarse por ningún experimento).

El segundo postulado afirma que la velocidad de la luz es siempre constante con respecto a cualquier
observador. De sus premisas teóricas obtuvo una serie de ecuaciones que tuvieron consecuencias
importantes e incluso algunas desconcertantes, como el aumento de la masa con la velocidad. Uno de
sus resultados más importantes fue la equivalencia entre masa y energía, según la conocida fórmula
E=mc², en la que c es la velocidad de la luz y Erepresenta la energía obtenible por un cuerpo de
masa mcuando toda su masa sea convertida en energía.
Dicha equivalencia entre masa y energía fue demostrada en el laboratorio en el año 1932, y dio lugar a
impresionantes aplicaciones concretas en el campo de la física (tanto la fisión nuclear como la fusión
termonuclear son procesos en los que una parte de la masa de los átomos se transforma en energía).
Los aceleradores de partículas donde se obtiene un incremento de masa son un ejemplo experimental
clarísimo de la teoría de la relatividad especial.
La teoría también establece que en un sistema en movimiento con respecto a un observador se verifica
una dilatación del tiempo; esto se ilustra claramente con la famosa paradoja de los gemelos:
"imaginemos a dos gemelos de veinte años, y que uno permaneciera en la Tierra y el otro partiera en
una astronave, tan veloz como la luz, hacia una meta distante treinta años luz de la Tierra; al volver la
astronave, para el gemelo que se quedó en la Tierra habrían pasado sesenta años; en cambio, para el
otro sólo unos pocos días".

TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERAL


La teoría de la relatividad general se refiere al caso de movimientos que se producen con velocidad
variable y tiene como postulado fundamental el principio de equivalencia, según el cual los efectos
producidos por un campo gravitacional equivalen a los producidos por el movimiento acelerado.
La revolucionaria hipótesis tomada por Einstein fue provocada por el hecho de que la teoría de la
relatividad especial, basada en el principio de la constancia de la velocidad de la luz sea cual sea el
movimiento del sistema de referencia en el que se mide (tal y como se demostró en el experimento de
Michelson y Morley), no concuerda con la teoría de la gravitación newtoniana: si la fuerza con que dos
cuerpos se atraen depende de la distancia entre ellos, al moverse uno tendría que cambiar al instante
la fuerza sentida por el otro, es decir, la interacción tendría una velocidad de propagación infinita,
violando la teoría especial de la relatividad que señala que nada puede superar la velocidad de la luz.
Tras varios intentos fallidos de acomodar la interacción gravitatoria con la relatividad, Einstein sugirió
de que la gravedad no es una fuerza como las otras, sino que es una consecuencia de que el
espacio-tiempo se encuentra deformado por la presencia de masa (o energía, que es lo mismo).
Entonces, cuerpos como la tierra no se mueven en órbitas cerradas porque haya una fuerza llamada
gravedad, sino que se mueven en lo más parecido a una línea recta, pero en un espacio-tiempo que se
encuentra deformado por la presencia del sol.

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Los cálculos de la relatividad general se realizan en un espacio-tiempo de cuatro dimensiones, tres
espaciales y una temporal, adoptado ya en la teoría de la relatividad restringida al tener que abandonar
el concepto de simultaneidad. Sin embargo, a diferencia del espacio de Minkowsy y debido al campo
gravitatorio, este universo no es euclidiano. Así, la distancia que separa dos puntos contiguos del
espacio-tiempo en este universo es más complejo que en el espacio de Minkowsky.

ARQUÍMEDES
(Siracusa, actual Italia, h. 287 a.C. - id., 212 a.C.)
Matemático griego. Los grandes progresos de las
matemáticas y la astronomía del helenismo son
deudores, en buena medida, de los avances científicos
anteriores y del legado del saber oriental, pero también
de las nuevas oportunidades que brindaba el mundo
helenístico. En los inicios de la época helenística se sitúa
Euclides, quien legó a la posteridad una prolífica obra de
síntesis de los conocimientos de su tiempo que
afortunadamente se conservó casi íntegra y se convirtió
en un referente casi indispensable hasta la Edad
Contemporánea.

Pero el más célebre y prestigioso matemático fue Arquímedes. Sus escritos, de los que se han
conservado una decena, son prueba elocuente del carácter polifacético de su saber científico. Hijo del
astrónomo Fidias, quien probablemente le introdujo en las matemáticas, aprendió de su padre los
elementos de aquella disciplina en la que estaba destinado a superar a todos los matemáticos antiguos,
hasta el punto de aparecer como prodigioso, "divino", incluso para los fundadores de la ciencia
moderna.
Sus estudios se perfeccionaron en aquel gran centro de la cultura helenística que era la Alejandría de
los Tolomeos, en donde Arquímedes fue, hacia el año 243 a.C., discípulo del astrónomo y matemático
Conón de Samos, por el que siempre tuvo respeto y admiración.
Allí, después de aprender la no despreciable cultura matemática de la escuela (hacía poco que había
muerto el gran Euclides), estrechó relaciones de amistad con otros grandes matemáticos, entre los
cuales figuraba Eratóstenes, con el que mantuvo siempre correspondencia, incluso después de su
regreso a Sicilia. A Eratóstenes dedicó Arquímedes suMétodo, en el que expuso su genial aplicación de
la mecánica a la geometría, en la que «pesaba» imaginariamente áreas y volúmenes desconocidos para
determinar su valor. Regresó luego a Siracusa, donde se dedicó de lleno al trabajo científico.
Al parecer, más tarde volvió a Egipto durante algún tiempo como "ingeniero" de Tolomeo, y diseñó allí
su primer gran invento, la "coclea", una especie de máquina que servía para elevar las aguas y regar de
este modo regiones a las que no llegaba la inundación del Nilo. Pero su actividad madura de científico
se desenvolvió por completo en Siracusa, donde gozaba del favor del tirano Hierón II. Allí alternó
inventos mecánicos con estudios de mecánica teórica y de altas matemáticas, imprimiendo siempre en
ellos su espíritu característico, maravillosa fusión de atrevimiento intuitivo y de rigor metódico.
Sus inventos mecánicos son muchos, y más aún los que le atribuyó la leyenda (entre estos últimos
debemos rechazar el de los espejos ustorios, inmensos espejos con los que habría incendiado la flota
romana que sitiaba Siracusa); pero son históricas, además de la "coclea", numerosas máquinas de

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guerra destinadas a la defensa militar de la ciudad, así como una "esfera", grande e ingenioso
planetario mecánico que, tras la toma de Siracusa, fue llevado a Roma como botín de guerra, y allí lo
vieron todavía Cicerón y quizás Ovidio.

La biografía de Arquímedes está más poblada de anécdotas sabrosas que de hechos como los
anteriormente relatados. En torno a él tejieron la trama de una figura legendaria primero sus
conciudadanos y los romanos, después los escritores antiguos y por último los árabes; ya Plutarco
atribuyó una «inteligencia sobrehumana» a este gran matemático e ingeniero.
La más divulgada de estas anécdotas la relata Vitruvio y se refiere al método que utilizó para
comprobar si existió fraude en la confección de una corona de oro encargada por Hierón II, tirano de
Siracusa y protector de Arquímedes, y quizás incluso pariente suyo. Se cuenta que el tirano,
sospechando que el joyero le había engañado poniendo plata en el interior de la corona, pidió a
Arquímedes que determinase los metales de que estaba compuesta sin romperla.
Arquímedes meditó largo tiempo en el difícil problema, hasta que un día, hallándose en un
establecimiento de baños, advirtió que el agua se desbordaba de la bañera a medida que se iba
introduciendo en ella. Esta observación le inspiró la idea que le permitió resolver la cuestión que le
planteó el tirano: si sumergía la corona en un recipiente lleno hasta el borde y medía el agua que se
desbordaba, conocería su volumen; luego podría comparar el volumen de la corona con el volumen de
un objeto de oro del mismo peso y comprobar si eran iguales. Se cuenta que, impulsado por la alegría,
Arquímedes corrió desnudo por las calles de Siracusa hacia su casa gritando «Eureka! Eureka!», es
decir, «¡Lo encontré! ¡Lo encontré!».
La idea de Arquímedes está reflejada en una de las proposiciones iniciales de su obra Sobre los cuerpos
flotantes, pionera de la hidrostática, que sería estudiada cuidadosamente por los fundadores de la
ciencia moderna, entre ellos Galileo. Corresponde al famoso principio de Arquímedes (todo cuerpo
sumergido en un líquido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen de agua que
desaloja), y, como allí se explica, haciendo uso de él es posible calcular la ley de una aleación, lo cual le
permitió descubrir que el orfebre había cometido fraude.
Según otra anécdota famosa, recogida entre otros por Plutarco, Arquímedes se hallaba tan
entusiasmado por la potencia que conseguía obtener con sus máquinas, capaces de levantar grandes
pesos con esfuerzo relativamente pequeño, que aseguró al tirano que, si le daban un punto de apoyo,
conseguiría mover la Tierra; se cree que, exhortado por el rey a que pusiera en práctica su aseveración,
logró sin esfuerzo aparente, mediante un complicado sistema de poleas, poner en movimiento un
navío de tres mástiles con su carga.

El esfuerzo de Arquímedes por convertir la estática en un cuerpo doctrinal riguroso es comparable al


realizado por Euclides con el mismo propósito respecto a la geometría. Tal esfuerzo se refleja de modo
especial en dos de sus libros; en el primero de ellos, Equilibrios planos, fundamentó la ley de la
palanca, deduciéndola a partir de un número reducido de postulados, y determinó el centro de
gravedad de paralelogramos, triángulos, trapecios y el de un segmento de parábola.

En la obra Sobre la esfera y el cilindro utilizó el método denominado de exhaustión, precedente del
cálculo integral, para determinar la superficie de una esfera y para establecer la relación entre una
esfera y el cilindro circunscrito en ella. Este último resultado pasó por ser su teorema favorito, que por
expreso deseo suyo se grabó sobre su tumba, hecho gracias al cual Cicerón pudo recuperar la figura de
Arquímedes cuando ésta había sido ya olvidada.
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BLAISE PASCAL
(Clermont-Ferrand, Francia, 1623-París, 1662) Filósofo, físico y matemático francés. Su madre falleció
cuando él contaba tres años, a raíz de lo cual su padre
se trasladó a París con su familia (1630). Fue un genio
precoz a quien su padre inició muy pronto en la
geometría e introdujo en el círculo de Mersenne, la
Academia, a la que él mismo pertenecía. Allí Pascal se
familiarizó con las ideas de Girard Desargues y en 1640
redactó su Ensayo sobre las cónicas (Essai pour les
coniques), que contenía lo que hoy se conoce como
teorema del hexágono de Pascal.

La designación de su padre como comisario del


impuesto real supuso el traslado a Ruán, donde Pascal
desarrolló un nuevo interés por el diseño y la
construcción de una máquina de sumar; se conservan
todavía varios ejemplares del modelo que ideó, algunos
de cuyos principios se utilizaron luego en las modernas calculadoras mecánicas.
En Ruán Pascal comenzó también a interesarse por la física, y en especial por la hidrostática, y
emprendió sus primeras experiencias sobre el vacío; intervino en la polémica en torno a la existencia
del horror vacui en la naturaleza y realizó importantes experimentos (en especial el de Puy de Dôme en
1647) en apoyo de la explicación dada por Torricelli al funcionamiento del barómetro.
La enfermedad indujo a Pascal a regresar a París en el verano de 1647; los médicos le aconsejaron
distracción e inició un período mundano que terminó con su experiencia mística del 23 de noviembre
de 1654, su segunda conversión (en 1645 había abrazado el jansenismo); convencido de que el camino
hacia Dios estaba en el cristianismo y no en la filosofía, Blaise Pascal suspendió su trabajo científico casi
por completo.
Pocos meses antes, como testimonia su correspondencia con Fermat, se había ocupado de las
propiedades del triángulo aritmético hoy llamado de Pascal y que da los coeficientes de los desarrollos
de las sucesivas potencias de un binomio; su tratamiento de dicho triángulo en términos de una
«geometría del azar» lo convirtió en uno de los fundadores del cálculo matemático de probabilidades.
En 1658, al parecer con el objeto de olvidarse de un dolor de muelas, Pascal elaboró su estudio de la
cicloide, que resultó un importante estímulo en el desarrollo del cálculo diferencial. Desde 1655
frecuentó Port-Royal, donde se había retirado su hermana Jacqueline en 1652. Tomó partido en favor
de Arnauld, el general de los jansenistas, y publicó anónimamente sus Provinciales.

El éxito de las cartas lo llevó a proyectar una apología de la religión cristiana; el deterioro de su salud a
partir de 1658 frustró, sin embargo, el proyecto, y las notas dispersas relativas a él quedaron más tarde
recogidas en sus famosos Pensamientos (Pensées sur la religión, 1669). Aunque rechazó siempre la
posibilidad de establecer pruebas racionales de la existencia de Dios, cuya infinitud consideró
inabarcable para la razón, admitió no obstante que esta última podía preparar el camino de la fe para
combatir el escepticismo. La famosa apuesta de Pascal analiza la creencia en Dios en términos de
apuesta sobre su existencia, pues si el hombre cree y finalmente Dios no existe, nada se pierde en
realidad.

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La tensión de su pensamiento entre la ciencia y la religión quedó reflejada en su admisión de dos
principios del conocimiento: la razón (esprit géométrique), orientada hacia las verdades científicas y
que procede sistemáticamente a partir de definiciones e hipótesis para avanzar demostrativamente
hacia nuevas proposiciones, y el corazón (esprit de finesse), que no se sirve de procedimientos
sistemáticos porque posee un poder de comprensión inmediata, repentina y total, en términos de
intuición. En esta última se halla la fuente del discernimiento necesario para elegir los valores en que la
razón debe cimentar su labor.

ANTOINE-HENRI BECQUEREL
(París, 1852 - Le Croisic, Francia, 1908) Físico francés,
descubridor de la radiactividad. Educado en el seno de
una familia constituida por varias generaciones de
científicos, entre los que destacaron su abuelo,
Antoine-César Becquerel, y su padre,
Alexandre-Edmond Becquerel, estudió en el Lycée
Louis-le-Grand, para ingresar el 1874 en la École des
Ponts et Chausées (Escuela de Caminos y Puentes),
donde permaneció durante tres años.

Tras cursar la educación primaria en el liceo


Louis-le-Grand, estudió y se doctoró en ciencias en
la École Polytechnique y en École des Ponts et
Chaussées en París. En 1874, se casó con Lucia Jamin
(hija de Jules Jamin, uno de sus profesores de física en el Politécnico). La pareja tuvo un
hijo, Jean (1878-1953). Tras enviudar, en 1890 se casó en segundas nupcias con Louise Lorieux
(1864-1945), hija de Edmond Lorieux, Inspector General de Minas, y sobrina de Théodore-Marie
Lorieux, vicepresidente del Consejo General de Puentes y Caminos.
Fue profesor del Museo de Historia Natural en 1892 (el tercer miembro de su familia en hacerlo) y de la
École Polytechnique en 1895.
Se graduó como ingeniero en 1877 y se dedicó a la investigación. Sus primeros trabajos se centraron en
la óptica, pero a partir de 1875 inició sus investigaciones acerca de la polarización electromagnética. En
1883, estudió el espectro infrarrojo de los vapores metálicos, antes de dedicarse, en 1886, a la
absorción de la luz por los cristales. Eventualmente apoyó su tesis doctoral en 1888 ("Investigación
sobre la Absorción de la Luz").
Al año siguiente, fue elegido para la Academia de Ciencias de Francia, institución a la que habían
pertenecido su padre y su abuelo. Después de la muerte de su padre en 1892, continuó su trabajo y,
finalmente, se convirtió en profesor de la Escuela Politécnica en 1895, donde sucedió a Alfred Potier.

En 1894 fue nombrado jefe de ingenieros del Ministerio francés de Caminos y Puentes. En su primera
actividad en el campo de la experimentación científica investigó fenómenos relacionados con la
rotación de la luz polarizada, causada por campos magnéticos. Posteriormente se dedicó a examinar el
espectro resultante de la estimulación de cristales fosforescentes con luz infrarroja.

Tras el descubrimiento, a finales de 1895, de los rayos X por Wilhelm Röntgen, Becquerel observó que
éstos, al impactar con un haz de rayos catódicos en un tubo de vidrio en el que se ha hecho el vacío, se
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tornaban fluorescentes. A raíz de esta observación, se propuso averiguar si existía una relación
fundamental entre los rayos X y la radiación visible, de tal modo que todos los materiales susceptibles
de emitir luz, estimulados por cualquier medio, emitan, así mismo, rayos X.

Para comprobar esta hipótesis, colocó cristales sobre una placa fotográfica envuelta en papel opaco, de
tal forma que sólo la radiación invisible, correspondiente a los rayos X, pudiera revelar la emulsión
contenida en la placa; previamente excitó los cristales mediante exposición a la luz solar. Al cabo de
unas horas comprobó que la placa revelaba la silueta perfilada por los cristales.

En un experimento posterior, intercaló una moneda entre los cristales y la envoltura opaca; tras unas
horas de exposición, verificó que la imagen de la moneda se perfilaba en la placa. El 24 de febrero de
1896 informó del resultado de estos experimentos a la Academia de las Ciencias francesa, advirtiendo
en su informe la particular actividad mostrada por los cristales constituidos por sales de uranio. Ocho
días después comprobó que las sales de uranio eran activas sin necesidad de ser expuestas a una
fuente energética.

INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
En 1896 descubrió una nueva propiedad de la materia que posteriormente se denominó radiactividad
natural. Este fenómeno se produjo durante su investigación sobre la fluorescencia. Al colocar sales
de uranio sobre una placa fotográfica en una zona oscura, comprobó que dicha placa se ennegrecía. Las
sales de uranio emitían una radiación capaz de atravesar papeles negros y otras sustancias opacas a la
luz ordinaria. Estos rayos se denominaron en un principio rayos Becquerel en honor a su descubridor.
Sus investigaciones y descubrimientos sirvieron de base a los primeros modelos atómicos.
En 1900 halló que la radiación beta está integrada por electrones y en 1901 que el radio se podía
utilizar para destruir tumores, origen de la radioterapia. En 1903, «en reconocimiento de sus
extraordinarios servicios por el descubrimiento de la radiactividad espontánea» compartió con el
matrimonio Curie el premio Nobel de Física. Curiosamente, a Becquerel le correspondió la mitad del
premio, y al matrimonio Curie la otra mitad a partes iguales.2​
También realizó investigaciones sobre la fosforescencia, la espectroscopia y la absorción de la luz.
Entre sus obras destacan:
● Investigación sobre la fosforescencia (1882-1897)
● Descubrimiento de la radiación invisible emitida por el uranio (1896-1897).

RECONOCIMIENTOS
● Medalla Rumford (1900)
● Medalla Helmholtz (1901)
● Premio Nobel de física compartido con Pierre y Marie Curie (1903).
● Medalla Barnard (1905)
EPONIMIA
● En su honor se bautizó una unidad de medida de actividad radiactiva en el Sistema
Internacional de Unidades: El Becquerel
● En su honor también se ha nombrado el cráter Becquerel​en la Luna, y el cráter Becquerel
de Marte.
● El asteroide (6914) Becquerel lleva este nombre en su memoria.
● En su honor se bautizó el mineral becquerelita.
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ARISTÓTELES: BIOGRAFÍA, PENSAMIENTO Y OBRAS
Aristóteles nació en el año 384 A.C. en Estagira. Al morir
su padre, fue enviado a Atenas para ingresar en la
Academia de Platón, donde permanecería unos veinte
años: recibió una formación superior, se familiarizó con la
filosofía platónica y terminó impartiendo él mismo clases
de retórica como profesor.
En 347, al morir Platón, Aristóteles decidió abandonar
Atenas y se estableció primero en Asos, luego en Mitilene.
Acompañado por su familia y discípulos, aquellos años le
sirvieron para confeccionar su propia filosofía y
consagrarse a estudios de corte empírico. Asimismo, fue
convocado también por el rey Filipo II de Macedonia, confiándole la educación de su hijo de trece años
Alejandro, quien pasará a la historia como Alejandro Magno.
Sobre el 336/35 Aristóteles retornó a Atenas para fundar su propia escuela, el Liceo. Aquella institución
de enseñanza, gratuita y pública, se contrapuso a la Academia platónica y a otros gimnasios atenienses:
insistía menos en las matemáticas y el arte de la discusión y más en la instrucción formal y sistemática,
incidiendo tanto en la ciencia empírica de la naturaleza como en la erudición jurídica.
Al morir Alejandro Magno en el 323, se produjo en Atenas una violenta reacción antimacedonia, que
perjudicó también al Estagirita. Acusado de impiedad, huyó de aquella ciudad, falleciendo al año
siguiente en Calcis.
Tradicionalmente, las obras aristotélicas se han dividido en dos tipos: exotéricas y esotéricas. Del
primer conjunto apenas conservamos fragmentos y algunos títulos, siendo compuestas casi todas en
forma de diálogo para destinarse a su publicación fuera del Liceo. Del segundo grupo, en cambio, se ha
legado una parte sustancial, al tratarse de aquellos textos utilizados por Aristóteles como apuntes de
clase o notas de conferencias dentro del Liceo, siendo su temática tan diversa como extensa: lógica,
metafísica, ética, física, retórica, etc.

CIENCIA Y UNIVERSALIDAD
Aunque no resulta fácil elegir un acceso para esbozar la vasta filosofía de Aristóteles, presentar la
radical novedad de su planteamiento a la luz de la imponente sombra proyectada por su
maestro Platón ofrece una clave para valorar su aportación fundamental a la historia del pensamiento
de Occidente.
Quizá el hecho de que se alejara de la doctrina de las ideas platónicas resulte decisivo para comprender
la originalidad de su planteamiento. Aun compartiendo la convicción platónica sobre la filosofía como
conocimiento de las esencias de las cosas, consideró que, para conocer lo inmutable y universal, no
había que recurrir a un plano trascendente o ideal que estuviera más allá de las cosas empíricas, sino a
un plano inmanente que estuviera en las cosas empíricas mismas; esa y no otra era la dimensión en la
que comprobar que lo universal se encontraba siempre ya de alguna manera en lo individual y
particular, mostrando así que únicamente existía una realidad, un mundo físico constituido por cosas
individuales.
Inevitablemente, este alejamiento determinó la orientación de la teoría del conocimiento aristotélica,
así como la forma misma del objeto estudio científico. Así, mientras que Platón se había interesado por
las matemáticas desdeñando las ciencias empíricas –salvo la medicina–, su discípulo revalorizó las
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ciencias empíricas, el ámbito de lo fenoménico y la experiencia y, por consiguiente, la preeminencia
epistémica del conocimiento sensible y el método inductivo. Si a eso le sumamos un estilo discursivo
sistemático, sobrio y descriptivo, alejado de los recursos narrativos mítico-poéticos que habían
impregnado las obras platónicas, obtendremos una imagen completa de este cambio cualitativo en la
forma misma del filosofar.
Conviene, no obstante, subrayar que las consecuencias de este desplazamiento resultan cruciales para
entender la propia configuración filosófica de nuestra historia de la ciencia, tanto sus raíces como su
devenir. Al rechazar la comprensión platónica de la dialéctica como grado supremo de conocimiento y
su devaluación de las ciencias empíricas como pertenecientes a la esfera de la mera opinión, la
innovadora epistemología aristotélica aceptó la validez del conocimiento sensible como punto de
partida para indagar la universalidad de la ciencia. Es más, dicha universalidad de la ciencia sería
entendida como conjunción de todos los saberes, articulados a su vez en diversas ciencias particulares
con su propia esfera de competencia y recursos conceptuales, constituyendo el conjunto de todas ellas
la ciencia (Metafísica I, 2, 982a).
No por casualidad, Aristóteles ha pasado a la historia como fundador de un novedoso instrumento
demostrativo al servicio de las ciencias: la lógica, herramienta para investigar los principios del
razonamiento válido desde el punto de vista formal, fijándose, entre otros, en la función del silogismo y
los tipos de juicios utilizados.
Finalmente, llevó a cabo la primera sistematización de las ciencias en la Antigüedad, ofreciendo una
clasificación en tres campos (Tópicos VI, 6, 145a): ciencias teóricas (física, matemáticas y metafísica),
que tendrían por objeto alcanzar el conocimiento teórico de la realidad buscando el saber por sí
mismo; ciencias prácticas (política y ética), cuyo estudio versaría sobre la acción humana individual o
colectiva en cuanto dirigida hacia algún fin; ciencias productivas, que apuntarían a la creación de
objetos bellos y útiles, dividiéndose a su vez en dos: las distintas artesanías (el saber de la fabricación
de utensilios, etc.) y los oficios artísticos (pintura, música, poesía, etc.)

METAFÍSICA O “FILOSOFÍA PRIMERA”: EL PROBLEMA DEL SER


De entre las ciencias teóricas hay una en particular que, según la arquitectónica aristotélica, viene a ser
la ciencia entre las ciencias por cuanto estudia las causas y los principios supremos de todas las cosas.
Esta aspiración de máxima universalidad la convierte en la expresión más nítida de lo que es la
sabiduría y, en consecuencia, asume el grado más alto del conocimiento. Tal ciencia de las causas y
principios primeros sería la “filosofía primera” o “teología”, que más adelante será bautizada como
“metafísica”.
¿Cuál es su objeto de estudio y dónde cifrar su novedad fundamental para la historia del pensamiento?
Si cada ciencia particular se ocupa de estudiar un dominio del reino del ser y las propiedades que le
corresponden, la metafísica indaga el ser en cuanto tal:
Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le
pertenecen. Esta ciencia, por lo demás, no se identifica con ninguna de las denominadas particulares.
Ninguna de las otras [ciencias], en efecto, se ocupa universalmente de lo que es, en tanto que algo es,
sino tras seccionar de ello una parte, estudia los accidentes de ésta (Metafísica IV, 1, 1003a).
Como han recordado especialistas de la talla de Pierre Aubenque, la universalidad de esta ciencia
suprema alberga enormes dificultades teóricas, las cuales todavía hoy nos alerta, y con razón, de la
complejidad de dicho objeto de investigación. Pues, en efecto, ¿cómo decir el ser? Así, contra
Parménides –quien definió el ser como algo único, unívoco y eterno, que no permitía la pluralidad–
y Platón –tanto su dualismo estricto como sus ideas como género universal–, Aristóteles postula su
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principio de la multiplicidad de significados del ser. Como reza la famosa y original divisa: el ser se dice
de muchas maneras.
Ahora bien, si el ser expresa significados distintos se debe a que todos y cada una de sus significaciones
comportan una referencia común a un principio idéntico y unificador, que existe en sí y no en otro: la
sustancia (ousía). Al margen de que Aristóteles distinga entre sustancias primeras –sujetos individuales
y concretos– y sustancias segundas –géneros y especies (Metafísica V, 8, 1017b)–, la idea de fondo es la
siguiente: los seres particulares cambian, pero tras esas cualidades secundarias cambiantes –los
accidentes (Metafísica V, 13, 1025a)– permanece siempre un algo inalterado. Por ejemplo, el agua
puede modificar su estado (sólido, vapor o líquido), y sin embargo continúa siendo la misma agua; y
también las personas siguen siendo las mismas pese a mudar sus estados de ánimo, salud o
enfermedad.

FÍSICA ARISTOTÉLICA, O SOBRE LA INDAGACIÓN DEL MOVIMIENTO


Aportación capital para nuestra historia de la ciencia, la segunda ciencia teórica estudiada por
Aristóteles es la “física” o “filosofía segunda”, que tiene por objeto la investigación de las sustancias
sensibles. A ella no debemos acercarnos a la manera moderna, como ciencia cuantitativa, sino como
una ciencia cualitativa de la naturaleza donde las ricas especulaciones de orden metafísico y físico,
especulativo y empírico, se entrelazan mutuamente para buscar aquellas causas y principios primeros
de los elementos que la componen (Física I, 1, 184a). Con ello, el pensador griego forjó el primer gran
andamiaje articulado de conceptos y categorías fundamentales de la ciencia (espacio, tiempo, materia,
causa, etc.).
Con carácter general, el estudio aristotélico de la naturaleza se centró en los seres vivos dotados de
movimiento (Física II, 1, 192b). Así, al ocuparse de aquella forma de ser que está afectada por el
cambio, fue en esencia una ciencia del movimiento, así que no debería sorprendernos que la
explicación de dicho movimiento sea la principal preocupación teórica del pensador griego, ofreciendo
al menos dos modelos explicativos de enorme repercusión futura:
La primera manera de explicar el movimiento, que reafirma el decisivo vínculo interno entre física y
metafísica aristotélicas, será indagando los diferentes significados del ser. Entre ellos encontramos un
grupo de significados que se basa en la distinción entre “ser en acto” (enérgeia) y “ser en potencia”
(dynamis). Esta decisiva pareja de conceptos permite entender todo cambio que acontece en un ser
como paso de la potencia al acto, en una especie de modo intermedio entre el ser y no-ser. Con ello se
brindan algunas soluciones a las aporías clásicas sobre el cambio y la generación esgrimidas desde
Parménides en adelante, por ejemplo: ¿cómo el ser puede provenir del no-ser? ¿Cómo lo mismo puede
hacerse otro?

Para Aristóteles, el ser en acto es lo que ese ser es de hecho, aquí y ahora, es la sustancia tal como en
un momento determinado se nos presenta y la conocemos. Por el otro, el ser en potencia se refiere al
conjunto de capacidades de la sustancia para llegar a ser algo diferente de lo que actualmente es, de
ser algo que por naturaleza es propio de esa sustancia y no de otra; por ejemplo, una semilla es un
árbol en potencia, o un huevo es una gallina en potencia.

Fiel a su talante pedagógico, no exento a veces de cierta aridez, el Estagirita aporta el siguiente el
ejemplo ilustrativo: “El bronce es estatua en potencia” (Física III, I, 201a), porque alberga la capacidad
de adquirir dicha forma. Así, el cambio es posible, pero remite no a una modificación sin más del
bronce, sino a un proceso de actualización de cuanto existe en potencia: la estatua en tanto que está
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siendo esculpida (Física III, I, 201b). Durante el cambio mismo, es como si la potencia –la estatua–
despertase y, concluido el cambio, la potencia deja de existir, sustituida por el acto, por la forma de
aquella que era potencia.

La segunda vía para explicar el movimiento pasará por atender a la composición interna de los seres y
la particular estructura de la realidad sensible, para lo cual Aristóteles elaborará su teoría del
“hilemorfismo”, según la cual todos los seres estarían compuestos de materia (hyle) y de forma
(morphé). Materia y forma no son propiamente realidades separadas, sino aspectos que nuestra mente
es capaz de discriminar en las cosas y que permiten conciliar lo permanente y lo cambiante, la unidad y
la multiplicidad de tales seres.

Es en esta encrucijada donde se incidirá por primera vez en la pregunta por excelencia de nuestro
pensamiento científico occidental: ¿si los objetos materiales se generan, cambian y se destruyen, no
debería ese cambio ser causado y su causación explicada? Para Aristóteles, esta pionera indagación
sobre las causas adquiere una importancia capital para el ámbito de la ciencia de la naturaleza,
distinguiendo cuatro sentidos del término “causa” (Física II, 7, 198a): en referencia a la materia de algo
(causa material); en referencia a su forma (causa formal); en referencia a aquello de lo que proviene el
cambio (causa eficiente); en referencia al fin de algo (causa final).

ANTROPOLOGÍA ARISTOTÉLICA
Como la mayoría de pensadores griegos, Aristóteles acepta la existencia del alma como principio
interno de los seres vivos en general, y del ser humano en particular como ser animado racional: todos
los seres vivos, por el hecho de serlo, están dotados de alma, tanto los vegetales como los animales. Se
trata, como expone en su bello tratado Acerca del alma, de aquel principio constitutivo que da cuenta
de la particular configuración y funciones vitales que caracterizan el cuerpo orgánico de todo cuerpo
natural organizado que se nutre, crece y se consume por sí mismo (Acerca del alma II, 1, 412a).
A diferencia del dualismo antropológico platónico, la apuesta aristotélica se cifra en la convicción de
que la unión de cuerpo y alma representa una unión perfecta compuesta de materia y forma, siendo la
materia el cuerpo y su forma el alma (Acerca del alma II, 2, 414a). A caballo entre la biología y la
psicología, la extraordinaria exposición de las funciones del alma (vegetativa, sensitiva, intelectiva)
diseña el camino científico de la vida interna de las plantas y animales a la vida del hombre y su mundo
circundante, vigente todavía en nuestro imaginario moderno, culminando en la cúspide del intelecto
humano, tanto el intelecto paciente como el intelecto agente (Acerca del alma III, 5, 430a).

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