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ABOGACÍA EN LA EDAD CONTEMPORÁNEA

La abogacía en la edad contemporánea abarca desde finales del siglo XVIII hasta la
actualidad, ha experimentado una serie de cambios y evoluciones significativas.
Gracias a la revolución liberal e industrial, y como consecuencia de estos
acontecimientos importantes en la historia, la profesión de abogado se encumbró,
las nuevas empresas necesitaron abogados para asesorarse jurídicamente en la
nueva vida económicamente creada por la revolución industrial.
Debemos tener en cuenta que la abogacía en la edad contemporánea se ha
adaptado a las cambiantes demandas de la sociedad, la tecnología y la economía
global. Los abogados enfrentan desafíos y oportunidades únicas a medida que
trabajan para brindar servicios legales efectivos y éticos en un mundo en constante
evolución.
Durante la edad contemporánea, la abogacía se ha convertido en una profesión
altamente regulada en la mayoría de los países. Los abogados deben cumplir con
requisitos educativos, exámenes de licencia y códigos de ética profesionales
establecidos por colegios de abogados y organismos reguladores.
A medida que el conocimiento legal se ha vuelto más complejo, los abogados
contemporáneos tienden a especializarse en áreas específicas del derecho, como
derecho corporativo, derecho ambiental, derecho de la propiedad intelectual, entre
otros.
Por su parte, la globalización ha tenido un impacto significativo en la abogacía
contemporánea. Los abogados a menudo trabajan en casos que tienen
implicaciones internacionales y deben estar familiarizados con las leyes y
regulaciones de múltiples jurisdicciones.
También es importante resaltar que la tecnología ha transformado la forma en que
los abogados llevan a cabo su trabajo. La investigación legal se ha vuelto más
eficiente gracias a bases de datos electrónicas y motores de búsqueda en línea. La
comunicación con los clientes y la gestión de casos se han simplificado con el uso
de software y herramientas tecnológicas especializadas.Los abogados utilizan
activamente las redes sociales y la comunicación en línea para promover su trabajo,
construir relaciones profesionales y mantenerse informados sobre cuestiones
legales actuales.
La ética y la responsabilidad social son cuestiones importantes para los abogados
en la edad contemporánea. Se espera que los abogados actúen con integridad y en
beneficio de la justicia y el interés público.
En las últimas décadas, ha habido un énfasis creciente en la diversidad y la
inclusión en la abogacía. Se busca promover la igualdad de oportunidades y la
representación de abogados de diferentes géneros, razas, orientaciones sexuales y
orígenes culturales. A pesar de los avances, el acceso a la justicia sigue siendo un
desafío en muchas sociedades contemporáneas. Los abogados trabajan en
iniciativas pro bono y organizaciones sin fines de lucro para mejorar el acceso a
servicios legales para comunidades desfavorecidas.
La abogacía en estos tiempos ha visto el surgimiento de nuevas áreas de práctica
legal, como el derecho de la tecnología, la ciberseguridad, la privacidad de datos y
el derecho de la inteligencia artificial, en respuesta a los avances tecnológicos y las
cambiantes dinámicas legales.

ABOGACÍA EN EL SIGLO XXI

Conscientes de la realidad que nos presenta la época actual, la cual se caracteriza


por ser dinámica e innovadora, la formación del Abogado requiere enfrentar los
efectos de la constante transformación de la sociedad, a partir de una efectiva
formación académica que lo habilite para ser competitivo en su contexto, y sea
capaz de incidir de manera positiva en él.
La abogacía en el siglo XXI sigue experimentando importantes transformaciones y
desafíos que reflejan las dinámicas cambiantes de la sociedad, la tecnología y la
economía.
En efecto, desde sus orígenes, las actividades del abogado han sido y continúan
siendo esenciales en todo sistema de administración de justicia. Históricamente se
ha vinculado su que hacer fundamentalmente con los juicios y los pleitos.
Actualmente, para bien, la profesión ha ampliado sus horizontes y la palabra juicio o
pleito ha ido desapareciendo de las definiciones. En 1946 en España, por ejemplo,
el Decreto de 28 de junio de 1986 que aprueba el Estatuto General de la Abogacía
señala que «son abogados, a los efectos del presente estatuto, quienes poseyendo
los requisitos legales exigido para ello, se dedica a la tutela jurídica de los intereses
públicos o privados»
En el Perú, el Código de Ética de los Colegios de Abogados del Perú, en su
Sección Primera, Artículo Primero, enfoca la definición desde la perspectiva del
abogado y no de la abogacía, en los siguientes términos:
«El abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia y un
colaborador de su administración; y que su deber profesional es defender, con
estricta observancia de las normas jurídicas y morales, los derechos de su
patrocinado»
Como se puede apreciar, el concepto de las actividades del abogado ha
evolucionado, creemos que para bien. La identificación del abogado con el pleito
no hacía ningún bien a nadie y menos aún a la ética profesional. Por el contrario,
generaba el inconveniente de llevarnos por el camino errado al confundir el medio
con el fin, porque bien visto, el juicio es sólo un instrumento, un mecanismo creado
para supuestamente, resolver con justicia una controversia particular. El nuevo
enfoque deja de lado este instrumento, superado además por la realidad. Como
dicen las nuevas definiciones, lo central ahora es ver en la Abogacía un
conjunto de actividades consagradas a la justicia, a servirla y a colaborar con
su administración social.
El profesional del Derecho debe enfrentarse a la capacidad de asimilar de manera
rápida y armónica a los cambios paradigmáticos que se presentan en la realidad
social, por lo que el conocimiento debe estar centrado en la adaptación de la
metodología y el enfoque que se desarrolle en la generación del conocimiento, ya
que se debe entender a la ciencia jurídica como universal y dinámica, no
unidireccional y estática.
Para que esto sea posible, el enfoque en la formación del profesionista es crucial, ya
que debe desarrollar habilidades que le permitan analizar, contrastar, construir y
evaluar los conocimientos adquiridos tanto en su formación académica de los
valores si no también los conocimientos que abarcan su campo de experiencia
personal.
CONCLUSIONES

● En sociedades subdesarrolladas, algunos abogados y organizaciones legales


pueden sentir un fuerte compromiso con la justicia social y trabajar en casos
pro bono o en proyectos de asistencia legal para abordar cuestiones de
desigualdad y derechos humanos.

● El abogado no solo debe defender la institucionalidad y las leyes sino ayudar


y orientar la aplicación de la verdadera justicia orientando a cada quien sobre
sus derechos.
● En nuestra sociedad aparecen normalmente personas que son Licenciados
en Derecho, pero que no ejercen ni son verdaderos abogados, que no
trabajan ni están acorde con la profesión; que no interactúan con los
conceptos de un abogado, por lo que no tienen las condiciones para
enaltecer y fortalecer la sociedad.
● Los abogados y las universidades deben reforzar los conocimientos de ética
y su aplicación; además el colegio de abogados debe tomar más seriamente
los reglamentos éticos en la profesión de la abogacía, aplicándolo de manera
efectiva.
● El abogado de este siglo se caracteriza por ser una persona que, a partir del
pensamiento crítico, es capaz de proponer soluciones jurídicas justificadas
ante los planteamientos que se le formulan en las áreas en las que se
desenvuelve (públicas y privadas) con una perspectiva integral, innovadora y
humanista; asimismo, es capaz de generar conocimientos a partir de
diferentes metodologías, para contribuir a la transformación de una sociedad
más justa y solidaria.
● La educación legal y la concienciación sobre los derechos legales son
esenciales en sociedades subdesarrolladas. La capacitación de la población
en temas legales puede empoderar a las personas para defender sus
derechos y acceder a la justicia.

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